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Subsecretaria de Educación Dirección Psicología Comunitaria y Pedagogía

Social. Fortalecimiento de las prácticas de las y los integrantes de los Equipos


de Orientación Escolar (EOE) desde un enfoque socioeducativo.
2021

¿Por qué, para qué y para quién escribimos?


¿Cómo registramos las trayectorias educativas?

Consideraciones y aproximaciones a una práctica profesional.

Rafael S. Gagliano

Documentar trayectorias de estudiantes constituye un trabajo con vidas reales,


miradas y estudiadas desde perspectivas humanamente plurales y
profesionalmente interdisciplinares.
En principio, todo registro nace como un archivo vivo integrado al archivo
mayor de la institución formativa. Como todo archivo postula una forma
particular de construir conocimiento por medio de intercambios y reciprocidades
de múltiples agentes que confluyen en la lectura de una trayectoria
individualizada de estudiante. En su configuración se abren procesos de
creatividad social y pedagógica que permiten accesos a biografías formativas
desde perspectivas de inclusión y justicia educativas.
El registro como archivo vivo no es espejo de déficits o vacancias. Nos abre a
lo que sabemos entre muchos de forma implicada y provisoria.
Hay diferentes niveles de responsabilidad en la configuración del registro, pero
todas las voces convocadas en él se inscriben en una horizontalidad de trabajo
común.
Las instituciones recuperan autoridad cultural al generar estrategias de
pertenencias diferentes. Una de ellas, muy significativa y central, es el registro
de trayectorias educativas. Su escritura puede tener escritores y lectores
múltiples y todos ellos entran en conversación organizada en torno a la
centralidad del estudiante como sujeto del conocimiento.
En tiempos de ciudadanías fragilizadas y desconfianza en los sistemas de
representación, encontrar un dispositivo que recree y postule imágenes de
cambio desde los procesos de escolarización configura un horizonte de
esperanza.
Escribir profesionalmente es hacerlo para comprender y catalizar cambios en
sujetos en formación, trabajando sobre escenas de problemas concretos,
relacionales e inter/intra subjetivos. El conocimiento conquistado es el mejor
común, entre todos los comunes del desarrollo humano. Cambiar el paradigma
tácito de la objetividad por el de la reflexividad colegiada disuelve las
resistencias propias de una vieja práctica que proclamaba en queja: “los
sujetos no se dejan objetivar”. Los sujetos en formación son sujetos de
decisión y validación y sus intervenciones iluminan situaciones problemáticas
de aprendizaje o de otras variadas índoles.
Todo registro entendido como archivo vivo de trayectorias favorece la
triangulación e integración de perspectivas variadas y convergentes al tópico
común. Factores de contexto y estructurales – subordinados siempre al “para
qué” de la situación específica- confluyen en las historias de vida de los sujetos
en formación. La autonomía cognitiva, emocional y práxica de los estudiantes
y sus familias constituyen siempre el centro de la atención en la producción del
conocimiento investigador y su potencial de transformar las realidades
atendidas.
Generar los conflictos cognitivos y emocionales derivados de los sentidos y
significados atribuidos a conductas, sensibilidades, representaciones y
posicionamientos en las voces que pueblan los registros pueden abrir y hacer
visible estructuras calladas u omitidas. Reanudar movimientos formativos
interrumpidos o cristalizados constituye un sentido profundo del registro de
trayectorias.
Tal vez, una clarificación conceptual sea posible. Es la que distingue itinerarios
de trayectorias. Los itinerarios conforman la complejidad no lineal de las vidas
vividas. Los itinerarios portan inercias y potencias, demandando imágenes que
puedan movilizarlo y expresarlo. Las trayectorias son los futuros u horizontes
que los itinerarios contienen o postulan. En la potencia prospectiva de las
trayectorias anidan las alternativas y “otros inéditos viables” que los itinerarios
habilitan y autorizan.
El carácter polifónico del registro lo hace no sólo una escritura técnica-
profesional- que también lo es -, sino que aloja otras voces que dan hondura y
espesor existencial a la relacionalidad vincular del estudiante allí presente.
El registro documenta una experiencia viva en curso inscripta en la dialéctica
entre itinerario real y trayectorias posibles.
Ensanchar la profundidad del conocimiento de cada itinerario con voces
autorizadas permite desplegar trayectorias formativas que desde aquél pueden
recorrerse. Aquí está presente la perspectiva pragmática del ejercicio de
derechos, ya que el sujeto encuentra posibilidades ciertas de provocar y
apropiarse de imágenes de cambio que activan futuros genuinos.
Los registros manifiestan una forma privilegiada de comunicación plural,
horizontal, intracomunitaria, interprofesional e interinstitucional. Los lectores del
registro son- pueden ser- coautores del registro. Las escrituras profesionales
producidas en el marco de un común donde se prioriza el derecho a la
educación y a sus múltiples garantías pedagógicas, revelan otras maneras de
abordar las problemáticas institucionales. Allí pueden abrirse fragmentos de lo
no sabido, lo inesperado o preterido de personas, instituciones y sistemas.
Los registros nos invitan a producir un saber que moviliza otros saberes
presentes en el itinerario y sus trayectorias formativas posibles. Reponer esos
saberes y sus diferencias hace del registro un instrumento vital que recupera la
comunicación real entre generaciones y al interior de cada una de ellas.
Aquí cabe recordar las metáforas de la luz y sus diferentes alcances y
calidades. Uno puede escribir las prácticas desde la metáfora de la luz de faro:
continua, perseverante, de recorridos constantes y asistidos por una verdad
subyacente. Hoy podríamos datar el origen de esa luz en la fuente ilustrada de
una sociedad patriarcal-colonial. Su luz ilumina y oculta en proporciones
radicalmente distintas.
En tensión con aquella metáfora, la luz de las luciérnagas pareciera un
resplandor fugaz e insignificante. Pero esa luz proviene de la fuerza de
colectivos vivientes y da cuenta de identidades impermanentes, intermitentes
de tanto niños, niñas y adolescentes que entran y salen de las instituciones sin
pertenecer totalmente a ellas, pero sin las cuales tampoco pueden
desarrollarse y conocerse a sí mismos. Con esa luz intermitente, minúscula se
pueden enhebrar narrativas e identidades que apuesten a trayectorias de
justicias epistémicas y alegrías lúdicas.
Pensar las prácticas desde la escritura que se resiste a la mirada burocrática
puede reorientar los sentidos y los destinatarios de las mismas. Los hilos de la
memoria de todo itinerario vital promueven el respeto por un trabajo colegiado,
propio de la producción de inteligencias colectivas que pueden problematizar
las huellas e indicios de esas herencias vivas.
Desde allí el registro puede capturar cambios de frecuencia, transiciones
complejas, secuencias de reconexiones y puentes entre escolarizaciones.
Una cierta forma de narrar los “problemas” de aprendizaje permitirá
seguramente ir más allá de ellos para dar identidad y volumen a una
perspectiva de derechos de un sujeto de pie en su itinerario vital.
Siguiendo a Winnicott es interesante asociar la producción de fenómenos de
salud con los estilos de escribir los registros. Si en ellos se hacen visibles las
estrategias de promoción de potenciales de salud el campo del itinerario se
abre a trayectorias ricas en conexiones rizomáticas. Núcleos de salud que se
despliegan en actividades culturales y recreativas, el cultivo de la amistad, las
celebraciones grupales, los rituales compartidos, las conversaciones
sostenidas en le tiempo, el arte, la ciencia y la curiosidad infinita. Cuando un
registro expone, propone y evalúa esas conexiones que la institución puede
facilitar y estimular, la profunda auto-organización de las trayectorias está en el
horizonte de lo posible. La cultura en un sentido amplio es uno de los puentes
privilegiados donde reanudar los caminos hacia las instituciones formativas
para mejor habitar en ellas.
De las múltiples y fascinantes estrategias culturales surgen imágenes de
cambio, imágenes de futuros que sostienen las trayectorias y les dan volumen,
interés y espesor.
Un registro puede devolver la atención expropiada en otros escenarios donde
el sujeto transitó. Una atención recuperada y cuidada devolverá al estudiante
su condición de aprendiz y la consiguiente autonomía progresiva que el camino
del conocimiento implica. La experiencia narrativa de ese proceso alumbra
posibilidades silenciadas que pueden eslabonarse en cambios conceptuales e
imágenes de futuro.
François Jullien nos habla – capitalizando los saberes de la civilización china-
de los potenciales de las situaciones y los desvíos de la historia. Esas
bifurcaciones de caminos presentes en todo itinerario pueden promover un
diálogo de resonancias entre experiencias donde la autonomía de las
decisiones cuenta. En esas encrucijadas es donde resulta posible hacerse las
preguntas más radicalizadas y las respuestas más encarnadas. Un registro que
dialoga con las trayectorias de los estudiantes puede llegar a capturar esos
potenciales de las situaciones desde una mirada colegiada, rigurosa y
empática.
Un registro se aproxima visualmente al trabajo de un patchwork, entendido
como una trama que se teje siempre en construcción permanente: esa
urdimbre puede llegar a capturar al sistema de relaciones fluidas que el sujeto
en formación manifiesta. Toda buena narración hace “humus” y abre el suelo a
nuevas profundizaciones y desarrollos. Aún en los momentos más ingratos es
bueno recordar que siempre hay una tecla más en el piano y tocarla puede
cambiar toda la melodía.
En tiempos de pandemia, donde muchas referencias se han perdido y otras
han sido puestas en cuestión, necesitamos elaborar simbólicamente un
sufrimiento colectivo que atraviesa a las familias y a las instituciones.
La escuela pública tiene recursos culturales para tanto trabajo comunitario.
Construir lazo social en el deseo de querer vivir juntos en los mundos
analógicos y digitales configura un desafío de imaginación ética y reflexividad
pedagógica.

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