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LECCIÓN 1 de 2
Los intereses se esconden tras las posiciones, tienen un carácter más dinámico, son
generalmente más de uno y tienen diferentes formas de satisfacerse.
• Las necesidades fisiológicas nacen con la persona, el resto de las necesidades surgen con el transcurso del tiempo.
• A medida que la persona logra controlar sus necesidades básicas aparecen gradualmente necesidades de orden
superior; no todos los individuos sienten necesidades de autorrealización, debido a que es una conquista individual.
• Las necesidades más elevadas no surgen en la medida en que las más bajas van siendo satisfechas. Pueden ser
concomitantes, pero las básicas predominarán sobre las superiores.
• Las necesidades básicas requieren para su satisfacción un ciclo motivador relativamente corto; en contraposición,
las necesidades superiores requieren de un ciclo más largo.
Volvamos a los intereses, podemos clasificarlos, en relación al conflicto que se trae a la mesa de mediación como:
Comunes
–
Son compartidos por las partes y se reconocen como objetivos a alcanzar frente a un conflicto.
Opuestos
–
Son aquellos en los que todo lo que una parte gana lo pierde la otra y la única solución es a partir de las diferencias.
Diferentes
–
Son propios de cada una de las partes, responden a una única vivencia, se basan en creencias, expectativas o deseos.
Para comprender estos conceptos (posición, interés, necesidad) los invito a leer partes de un artículo del libro Casos y
Cosas de Mediación, escrito por Samuel Paszucky, denominado “Más allá del derecho”:
Caso 2: Tres hermanas -mayores de 50- solicitaron una mediación con la mujer de su padre para
establecer un régimen de visitas con él. La señora en cuestión no se presentó. Los mediadores
descubrieron que Juan (83), el padre, no estaba enfermo ni discapacitado y vivía desde hacía
varios años con Teresa, su nueva mujer, menor que sus tres hijas. Dada la situación, se determinó
que en realidad al que debía citarse era a Juan. La historia que contaron las hijas respecto de
Teresa era prácticamente un sainete. Muerta la madre, el padre conoce a Teresa y comienza una
relación que termina en casamiento. Según ellas, lo primero que Teresa les preguntó fue a cuánto
ascendía la jubilación y el seguro de Juan. Eso fue suficiente para que las hijas sentenciaran que
Teresa se casó “por la plata”. Durante los últimos años, la relación había sido desastrosa, con
lágrimas en los ojos las tres contaron que Teresa les impidió ver a su padre cuando estuvo
internado. Ellas querían verlo y la esposa se los impedía. Juan fue citado a la segunda reunión,
pero fueron sus abogados. Una vez explicado que las hijas estaban preocupadas y no podían verlo,
los letrados se comprometieron a trasladar la inquietud. En la tercera reunión, Juan envió una nota
certificada por sus abogados, cuyas letra y firma reconocieron sus hijas, en la cual constaba que
no tenía la menor intención de verlas, ni quería que ellas lo vieran. Que se encontraba muy bien y
que si ellas intentaban llamarlo o verlo haría la denuncia policial. Las hijas se fueron muy tristes,
pero convencidas de que su padre estaba bien, absolutamente lúcido y cuidado. Estaban tranquilas
y el hecho de que Juan no deseara una relación con ellas no disminuía el cariño que le tenían. De
alguna manera también sintieron que su responsabilidad frente a la atención de su padre ya no era
más de ellas; Teresa era quien se hacía cargo. Una vez más las necesidades de las partes quedaron
satisfechas. (Paszucky, 2013, pp.105-106).
En esta historia podemos distinguir bien la posición de las hijas: ver a su padre. Sus intereses: saber que estuviera
bien de salud y cuidado. Sus necesidades: quedarse tranquilas y despojarse de la responsabilidad del cuidado de su
padre.
El mediador, para realizar su trabajo, poner sobre la mesa los intereses y avanzar hacia acuerdos de satisfacción de
todas las partes, realiza diversas intervenciones concretas, a saber:
Parafraseo y reformulación
Es bastante común que las partes se culpen y se insulten durante las sesiones de mediación. Las
personas mediadoras deben tener la habilidad para ayudar a las partes a cambiar su enfoque. En
vez de centrarse en lo que salió mal en el pasado y en buscar a quién culpar, deberán enfocarse en
los cambios que se necesitan hacer en el futuro y cómo pueden hacer posible estos cambios. Para
ello es necesaria la utilización de las técnicas del parafraseo y de la reformulación, que, aunque
tienden a confundirse porque son similares, son dos técnicas distintas.
Con la técnica del parafraseo la persona mediadora realiza una pequeña síntesis de la posición de
cada una de las partes. Es una de las maneras más eficientes de comprender y comunicar que se
está escuchando. Parafrasear es simplemente decir con sus propias palabras lo que ha dicho otra
persona.
Al parafrasear, lo ideal es identificar los sentimientos y los hechos e incluirlos en una frase. Por
ejemplo, Miguel le dice a Jorge: “¡No te puedes fiar de Julio! ¡Es un mentiroso y cara dura! Aún
no me ha pagado el dinero que le presté hace tres meses. Dijo que ayer me lo daba y aquí sigo
esperando”.
Finalmente, una paráfrasis debe estar libre de juicios y valoraciones del que escucha. En cambio,
hay que describir la situación según la perspectiva del que habla. No importa lo que el receptor
opina, sino lo que piensa y siente el que habla. No es lo mismo decir: “Yo creo que lo que pasa
es...”, que decir: “si te he entendido bien, tú estás enfadado porque…”
Con el parafraseo comunicamos a la otra persona que estamos centrados en ella y su perspectiva,
y no debemos preocuparnos en exceso si no acertamos lo que siente porque normalmente nos
corregirá: “No, no me sentí enfadado, sino engañado...”, o “No, no necesito el dinero, es que me
mintió...”. Así, el parafraseo funciona también como un modo de comprender mejor la raíz del
problema y los puntos concretos de discrepancia.
Por tanto, con la utilización de esta técnica la persona mediadora posibilita que las partes en
conflicto se escuchen a sí mismas y también que se escuchen entre sí, consiguiendo que se
legitimen al sentirse escuchadas y comprendidas. Transforma la información recibida y “va
quitando leña al fuego” traduciendo la carga emocional en datos, utilizando un lenguaje neutral y
quitando las connotaciones negativas. Posibilita que la persona mediadora entienda el problema.
(Bornao, 2012, https://bit.ly/30Nscf4).
Generalmente el parafraseo comenzará empleando frases como: “En otras palabras…”, “Supongo que…”, “Déjame
ver si te entiendo correctamente…”.
La reformulación
La reformulación es una técnica que consiste en una paráfrasis realizada por la persona mediadora
sobre las opiniones expresadas por las partes en la que se eliminan los comentarios dañinos,
desagradables o negativos (ataques personales, descalificaciones, insultos, etcétera). Es muy
importante para el “control de la ira”, es decir, para evitar que las emociones negativas dominen la
conducta de las partes implicadas en el proceso de mediación.
Con la reformulación la persona mediadora da una nueva formulación al relato traído por las
partes, posibilitando ver el hecho con otra perspectiva y generando el efecto del reencuadre y
recontextualización del problema. También se reduce la dureza de lo expresado, neutralizando la
carga negativa de lo que se dijo y positivizándolo (connotación positiva) en la medida de lo
posible.
Puede ser asertiva, transformando en deseo lo que las personas transmiten como reproche, y,
emocional agregando el contenido de la emoción.
En el artículo transcripto, las hermanas terminan reconociendo a Teresa: “…Teresa era quien se hacía cargo...”
(Paszucky, 2013, pp.105-106).
Figura 3: El reconocimiento
Reencuadre
El reencuadre es una técnica del modelo de mediación circular narrativo e implica la generación de un nuevo marco o
contexto que pueda ayudar a las partes a mirar desde un lugar diferente el conflicto. Permite la redefinición del
conflicto, al incorporar la construcción de nuevos significados, apoyados en los valores, las creencias y las
experiencias de las personas.
Particularizando: reformular una situación presentada como general en otra presentada como
particular.
Escucha activa
El mediador debe “escuchar” a las partes, esta escucha es una “escucha activa”, es decir, una escucha en la que “el
mediador no solo está atento sino que, además, participa activamente en la comunicación, tanto en su aspecto verbal
como en su aspecto no verbal” (Psicoterapia y Mediación, s.f., https://bit.ly/2Eh6zMl) . Se ha dicho que el mediador
no solo escucha con los oídos sino con todo el cuerpo y con toda la mente. Durante la escucha, la actitud del
mediador debe ser neutral (respecto al objeto sobre el que se media) e imparcial (respecto a las partes), y para
conseguirlo, debe despojarse temporalmente de sus prejuicios (todos soportamos el peso de los prejuicios sobre
algunos asuntos o sobre algunos tipos de personas, pero el mediador debe tratar de prescindir de ellos al intervenir en
la mediación).
La escucha activa supone escuchar con atención y descubrir los sentimientos que suele haber detrás de la historia que
se nos cuenta.
• Debes observar y prestar atención para comprobar si los gestos de la persona que habla están de acuerdo con sus
palabras.
• Debes repetir de vez en cuando lo que estás entendiendo de la situación para comprobar que de verdad te estás
enterando de lo que sucede.
• Debes permitir que haya silencios. • Debes reconducir la conversación si se sale del tema.
• No sientas miedo a decir que no comprendes algo. (Del Mazo, 2014, https://bit.ly/301kWwL).
Resumen
El mediador hará un resumen de lo manifestado por cada parte, comenzando con frases del tipo: “Si te he
comprendido bien…”; “Bueno, para ti lo más importante parece que es …”. Por ejemplo:
• “Si te he comprendido bien el problema surge porque tu marido no colabora en las tareas de la casa ni en el cuidado
de los hijos”.
• “Para ti lo más importante parece que es que tu socio dedica a la empresa la mitad de tiempo que tú y sin embargo
se lleva los mismos beneficios”.
El resumen permite confirmar que se ha entendido correctamente la información que nos han transmitido y ofrece la
posibilidad de corregirla en caso de disconformidad. De esta manera, se fijan las ideas principales sostenidas por
cada parte y se establecen las bases para la negociación.
El resumen es una síntesis que realiza el mediador de lo que ha escuchado de las partes sobre los puntos del
conflicto, objetivos y/o contribuciones, sin necesidad de repetir palabras o frases y sin seguir la secuencia del relato
de los mediados, como en el parafraseo. Los resúmenes se realizan después de la definición del problema, después de
que cada parte ha elaborado los objetivos que tiene con respecto a la mediación, después de realizar cada parte las
contribuciones o aportes para solucionar el problema y antes de finalizar cada reunión privada.
Preguntas
Una de las principales herramientas del mediador es el lenguaje interrogativo.
Debemos distinguir dos grandes categorías de preguntas: abiertas y cerradas. Las preguntas abiertas buscan un relato
más extenso, que brinde información y las cerradas pretenden una respuesta de confirmación de datos, se responden
por sí o no o tienen una sola respuesta posible. Las preguntas abiertas serán utilizadas predominantemente por el
mediador en las etapas de búsqueda de información (averiguar intereses) y para generar opciones. Las preguntas
cerradas serán utilizadas para la obtención de datos concretos al comienzo (¿tiene hijos? ¿Cuántos? ¿Sus nombres?) y
en la etapa del acuerdo para confirmar los temas sobre los que se ha llegado a convenir y cómo.
Las preguntas abiertas pueden ser utilizadas también con diferentes fines y así tenemos:
Informativas:
–
Preguntas sobre el cómo y el cuándo de los hechos que determinaron el conflicto.
Estratégicas:
–
Buscan organizar la conversación permitiendo establecer líneas de trabajo, chequear si avanzamos en las hipótesis
que hemos construido. Por ejemplo: ¿estuvo en otra situación como ésta, donde se separó de un socio? ¿Cuándo
obtuvo mayor ventaja, aquella o esta vez?
Circulares:
–
Buscan crear conexiones, interdependencia entre las personas, que la parte piense en significados que antes no tuvo
en cuenta en sus propias opiniones para compararlos con las del otro. Al generar conexión se desarticulan las
narrativas polarizadas. Las preguntas circulares se utilizan en dos sentidos: a) crear conexiones entre la gente
(categoría de dimensiones, gradaciones o dimensiones cuantitativas, interacciones hipotéticas, situaciones
hipotéticas); b) crear conexiones de tiempo (comparando el pasado con el presente, comparando el pasado con el
futuro, comparando el presente con el futuro). Por ejemplo: ¿qué cree que piensan sus hijos de la separación? ¿Y
cómo se sentirán dentro de tres meses? ¿Qué creen que necesitarán sus hijos para que la separación sea menos
dificultosa para ellos? Cuando las preguntas circulares se utilizan para que la parte reflexione, se cuestione,
reconozca al otro, se dice que son para desestabilizar. Por ejemplo: ¿qué piensa Ud. que pensará, dirá o sentirá la
otra parte? ¿Habría otra forma de ver el problema? Después de haber escuchado a la otra parte, ¿sigues pensando lo
mismo? También las preguntas circulares pueden servir para abrir alternativas, por ejemplo, ¿qué piensas que
sucedería si él o ella…?
Agenda
Es el orden en que se tratarán los temas en el procedimiento de mediación de manera que ayude a las partes a
encaminarse al acuerdo. Es elaborada y aprobada por el mediador, las partes junto al mediador y ellas
individualmente. El mediador, cuando establece la agenda, busca tener el control de la negociación y debe tener en
cuenta: la clasificación de los temas, la naturaleza de los remedios, el tiempo del proceso y de los compromisos y la
relación de las partes con las cuestiones a resolver.
La construcción de la agenda, es decir, el planteo del orden en el que se tratarán los temas es importante porque
elegir tratar primero aquellas cuestiones sobre las cuales resulta más fácil lograr un acuerdo puede significar una
motivación a las partes a que trabajen productivamente en los temas más difíciles.
Agente de la realidad
El mediador, a través de preguntas abiertas, ayuda a reflexionar a cada una de las partes respecto a las consecuencias
de sus propias decisiones sobre ellos y los demás. Por ejemplo: ¿qué sucedería si…? ¿Qué dice la jurisprudencia
respecto de casos similares? Esta técnica está indicada para evaluar los costos y beneficios de las decisiones y filtrar
opciones.
Dos pájaros estaban muy felices sobre el mismo árbol, que era un sauce. Uno de ellos se apoyaba
en una rama en la punta más alta del sauce; el otro estaba más abajo, donde comenzaban a
separarse las ramas.
Después de un rato, el pájaro que estaba en lo alto dijo para romper el hielo:
El pájaro que estaba abajo lo tomó como una provocación y le contestó cortante:
- ¡Te apuesto las plumas de la cola a que son blancas! ¡Tú no entiendes nada!
El pájaro de arriba notaba que se iba enfadando, y sin pensarlo dos veces, se precipitó sobre su
adversario para darle una lección.
El otro no se movió. Cuando estuvieron cercanos, uno frente a otro, con las plumas de punta por
la ira, tuvieron la lealtad de mirar los dos hacia la misma dirección antes de comenzar el
enfrentamiento.
E invitó a su amigo:
Volaron hacia la rama más alta del sauce y esta vez dijeron los dos a coro:
Pero también es importante que esas opciones que han sido generadas entre las partes puedan contrarrestarse con los
denominados filtros personales.
Estos filtros son de cada parte, con total independencia de la otra, y se componen por todas aquellas alternativas que
las partes poseen fuera de la mesa de negociación o mediación y que le permitirán, en esa comparación, determinar
hasta qué punto les es conveniente o no el acuerdo al que han arribado. Esas alternativas generan lo que se denomina
el MAAN o PAAN, esto es, mejor alternativa al acuerdo negociado y peor alternativa al acuerdo negociado.
Es indispensable que toda persona, al momento de sentarse a una mesa de negociación, tenga en claro aquellas
cuestiones que le permitan valorar hasta qué punto un acuerdo debe ser aceptado o rechazado por inconveniente. Y
esto tiene que ver con las alternativas que se tienen. Es común que al momento de iniciar un negocio la parte defina
un mínimo del cual no puede bajar. Esto es un mínimo en el precio del inmueble o del automóvil que pretende
vender, el mínimo al que aspira alquilar un departamento y así con cualquier otra situación que se le presente.
Pero no siempre el mínimo es un parámetro válido para negociar, ya que es importante tener en cuenta qué
alternativas posee fuera de la mesa de negociación. Y puede resultar que esas alternativas estén muy por debajo de su
mínimo o que en un breve plazo el costo de no haber aceptado por debajo del mínimo termine siendo demasiado
elevado. O puede darse una situación inversa, es decir que las alternativas que se poseen por fuera de la mesa
negociación sean lo suficientemente buenas y no sea conveniente cerrar un acuerdo determinado.
Para poder medir estas situaciones, es necesario que se conozca su MAAN, esto es, la mejor alternativa al acuerdo
negociado. Se trata del criterio con el que se debe juzgar cualquier propuesta y es el que va a proteger a la parte de
aceptar términos demasiado desfavorables y de rechazar términos que sería conveniente aceptar.
El MAAN debe ser flexible, ya que las condiciones pueden ir cambiando, y debe explorar soluciones imaginativas.
Es importante recordar que el MAAN es siempre independiente de la voluntad de la otra parte y se encuentra fuera
de la mesa de negociación. Igual que el MAAN, se puede generar un PAAN, esto es, la peor alternativa al acuerdo
negociado.
Conocer estas opciones y alternativas es lo que le permite a un negociador no sentarse con los ojos cerrados a la
mesa. Es indispensable que se tenga en claro cuáles son las alternativas reales.
Por último, se sugiere tener en cuenta el MAAN de la otra parte. Si bien nunca se sabrá con certeza, salvo que la
parte lo exponga, es importante analizar las alternativas que los otros tienen fuera de la mesa de negociación y, con
ello, determinar el mayor o menor poder que poseen para esta cuestión puntual.
Puede ocurrir que ambas partes posean alternativas muy atractivas, por lo que es posible que el mejor resultado de la
negociación sea efectivamente no llegar a un acuerdo. Una negociación es exitosa si ambas partes descubren en
forma amigable y eficiente que, para los intereses de ambas, la solución está fuera de la mesa, explorando otras
posibilidades.
Acuerdo
El acuerdo debe ser expresado en forma afirmativa, en lenguaje neutral y en el “estilo” de los participantes. Debe
describir con precisión lo que va a pasar: quién va a hacer qué, para cuándo y cómo. El acuerdo es el compromiso
que soluciona en forma integral los aspectos de la disputa, debe resolver el conflicto que llevó a las partes a
mediación y debe prevenir conflictos similares o relacionados. En él se colocan los puntos que las partes deben hacer
en común y las respectivas obligaciones individuales, y debe reflejar el mayor sentido de equilibrio entre ellas.
Un interesante ejemplo de un acuerdo que tuvo en cuenta todos estos aspectos lo podemos ver en el siguiente artículo
escrito por las mediadoras Silvia Martínez Ceballos y Carolina López Quirós, publicado en el libro Casos y Cosas de
Mediación, denominado “El consentimiento informado en los acuerdos de mediación”:
El caso: hace varios años Pablo y Rafael –su tío, quien lo trataba como a un hijo- compraron en
cuotas un terreno con una pequeña casa. Las primeras cuotas las pagó Pablo; luego ambos
conjuntamente. Pablo viajó al exterior por trabajo y arregló con su tío que éste seguiría pagando el
terreno; al regresar, escriturarían la propiedad a nombre de Pablo. Cuando vuelve se entera del
fallecimiento de su tío, al intentar tomar posesión de la que consideraba su propiedad, encuentra
el terreno ocupado y a nombre de Marta, viuda de Rafael. Pablo intenta un diálogo con ella, quien
temerosa de su reacción, evitó el encuentro. Pablo inicia, entonces, una acción judicial por cobro
de pesos contra Marta… Los abogados de Marta le habían informado sobre la existencia de un
boleto de compraventa de un terreno a nombre de Rafael, del cual quedaban pendientes algunas
cuotas. Las pagó y escrituró el terreno a su nombre. La mediación: se trabajaron las posturas de
las partes y su predisposición a negociar un acuerdo. Pablo, con esposa y una bebé, no tiene donde
vivir. Sabe que no puede pretender la casa sin pagar algo a cambio, pero no tiene dinero. Necesita
que Marta le reconozca al menos parte del dinero que aportó. Marta vive en un lugar pequeño y su
situación está en boca de todos, lo que la afecta y preocupa profundamente; ella detesta los
escándalos. Se siente arrepentida por no haber hablado con Pablo explicándole que el dinero con
el que Rafael había contribuido era en realidad de ella. Sus abogados le han expresado en forma
clara que jurídicamente conviene seguir el juicio, ya que van a lograr el rechazo de la demanda.
Son además conscientes del altísimo costo emocional que tiene para su clienta estar en este juicio.
En reuniones privadas, trabajamos en el esclarecimiento de las expectativas de cada parte; se
buscó en el reconocimiento recíproco de esos intereses. Que Pablo entendiera las razones de
Marta y ésta, a su vez, pudiera ponerse en el lugar de Pablo. Felizmente se logró: había cuestiones
de orden moral que subyacían lo jurídico. Al analizar las fortalezas y debilidades de cada postura,
Pablo advirtió que sus posibilidades en juicio eran pocas o nulas. Con Marta se pudo llegar a las
siguientes conclusiones: 1) que, si bien tenía ganado el juicio, no iba a tener de donde cobrar las
costas del mismo; 2) que parte de ese terreno había sido pagado por Pablo y que él merecía recibir
una parte de dinero; 3) que las angustias que le generaba este conflicto le estaban quitando calidad
de vida. En mediación se busca que las partes arriben a acuerdos aceptables que resuelvan tanto
sus preocupaciones económicas como emocionales… El acuerdo logrado tuvo su aspecto
económico: Marta le reconoció el dinero aportado por Pablo en la compra del terreno. También
hubo un acuerdo de tipo moral, en el que los lazos familiares, el liberarse de angustias y culpas y
el cerrar una etapa de la vida saludablemente fue tan o más importante que las posibilidades de
éxito en el juicio. (Martínez Ceballos y López Quiroz, 2013, pp. 100-101).
En este caso también podemos repasar algunos conceptos dados anteriormente. Por ejemplo:
-Intereses: “Necesita que Marta le reconozca al menos parte del dinero que aportó” (Martínez
Ceballos y López Quiroz, 2013, pp. 100-101).
-Ponerse en los zapatos del otro: “Que Pablo entendiera las razones de Marta y ésta, a su vez,
pudiera ponerse en el lugar de Pablo” (Martínez Ceballos y López Quiroz, 2013, pp. 100-101).
-Agente de la realidad: “Al analizar las fortalezas y debilidades de cada postura, Pablo advirtió
que sus posibilidades en juicio eran pocas o nulas” (Martínez Ceballos y López Quiroz, 2013, pp.
100-101).
-MAAN: “Sus abogados le han expresado en forma clara que jurídicamente conviene seguir el
juicio, ya que van a lograr el rechazo de la demanda” (Martínez Ceballos y López Quiroz, 2013,
pp. 100-101).
-PAAN: “Pablo advirtió que sus posibilidades en juicio eran pocas o nulas” (Martínez Ceballos y
López Quiroz, 2013, pp. 100-101).
Comediación
Este tema lo desarrollaremos transcribiendo un artículo compilado por Samuel Paszucky en el libro Casos y Cosas de
Mediación, escrito por Adriana Patat y Gabriela Magris.
Un modelo a imitar: trabajar en equipo en mediación
Y, por sobre todo, la importancia que significa mostrar a las partes un frente común que genere
confianza en el proceso, de tal manera que el trabajo en equipo de los mediadores sea un modelo a
imitar por las partes, que funcione como un espejo en el que quieran reflejarse y trabajen
colaborativamente en pos de las soluciones deseadas a su conflicto.
Entonces, el primer paso fue proponernos esbozar un concepto del comediador ideal, aquel que
reúna las características que consideramos más importantes para un buen trabajo en equipo y que
enumeramos sin que esto signifique cerrar las posibilidades a otras cualidades: 1) De distinto
género y profesión: ambos aspectos implican mayor aporte desde perspectivas diferentes. 2) Con
una cosmovisión compatible. 3) Respetuoso del mediador, de las partes, del proceso. 4) Que
reconozca sus propios límites, teniendo una mirada no discriminadora. 5) Con sentido del humor.
6) Con apertura para el análisis del caso y el intercambio de opiniones. 7) Creativo y con
habilidades para entender los tiempos dentro del procedimiento siendo expeditivo o acompañando
los momentos que necesite cada parte. 8) Que no se considere protagonista principal de la
mediación, situándose en su rol, ya que las partes son los verdaderos actores. 9) Que valore su
trabajo de manera de poder fundamentar económicamente la comediación, ya que puede significar
un aumento en los costos…
Ahora bien, si tenemos en cuenta la importancia y necesidad del trabajo en equipo para desarrollar
una tarea eficiente y eficaz, aparecería como una desventaja la imposición de un comediador
determinado, cualquiera sea la forma de designación… (Patat y Magris, 2013, pp. 117-118).
LECCIÓN 2 de 2
Referencias
Highton, E. y Álvarez, G. (2013). Mediación para resolver conflictos. Buenos Aires, AR: Ad Hoc.