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Contratos de empresa: tipo y atipicidad

Lo primero que podemos imaginar al estudiar esta materia es ¿sobre qué situaciones asesoraré? ¿Podré dar la respuesta adecuada a la necesidad del
cliente? Para lograr un buen asesoramiento es esencial entender para qué una empresa contrata y cuál es su comportamiento.

Contratos de empresa: tipo y atipicidad

El tipo

El tipo referido a los contratos especiales

Determinación de las normas aplicables

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

Contratos de empresa: tipo y atipicidad

Las empresas utilizan los contratos para tener previsión de sus operaciones, es decir, qué sucede si existe un
incumplimiento y cómo actuarán ante tal contingencia. Si bien los contratos se firman para cumplirlos, existen
diferentes situaciones que llevan al incumplimiento de alguna de las partes y es necesario tener las herramientas
correctas para recuperar lo invertido o contar con cláusulas de salidas adecuadas para contratar a un tercero, entre
otras posibilidades.

Por tal razón, a lo largo de esta materia trataremos diferentes soluciones contractuales a la problemática que posee
la empresa, entendida esta como, la “unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de
prestación de servicios con fines lucrativos” (Real Academia Española, 2019, https://dle.rae.es/srv/fetch?
id=EsuT8Fg.). Es decir, independientemente de si es una organización de varias personas o unipersonal.

Sin embargo, la noción de empresa ha dado lugar a numerosas definiciones y conceptos, atento a la diversidad de
nociones que giran a su alrededor, tales como: capital, trabajo, rentabilidad, riesgo y otras. Por lo que también puede
definirse de acuerdo con los distintos extremos que integran la noción de empresa, entenderemos a esta como un
organismo económico que pone en movimiento de manera sistemática aquellos elementos necesarios y suficientes
para obtener un producto o servicio que le permite generar rentabilidad para su propia estabilidad económica y
consecuente subsistencia. Podríamos decir, entonces, que estamos frente a una construcción económico-jurídica,
donde no solo se tienen en cuenta las necesidades ajenas que generan nichos u oportunidades, sino también las
necesidades del mercado.

Según lo expuesto, serían tres los elementos que se encuentran insertos en el concepto de empresa, a saber:

Elemento subjetivo de carácter organizativo. Organismo económico.


Actividad sistemática de elementos con la
Elemento objetivo dirigido a un fin específico. finalidad de obtener un producto determinado al
cambio.

Intermediación entre una masa de energías


Elemento funcional. productoras (máquinas, obreros, capitales) y la
masa de consumidores.

Recordemos que estos elementos deben combinarse de manera permanente. 


Siguiendo a Georges Ripert (1954), existen cuatro grandes categorías de empresas:

1 Empresas de distribución, encargadas de vender las materias primas a los fabricantes y las
mercaderías a los consumidores,

2 empresas de producción, en las cuales el explotante, en el lenguaje corriente, se denomina industrial,

3 empresas de servicios, que comprenden muchas variedades, entre las cuales las más importantes
son las de transportes,

4 empresas auxiliares que ejercen el comercio del dinero o del crédito, o que ayudan a los comerciantes
a la realización de sus negocios. (p. 115)

La empresa, entonces, asume distintas formas de actuación y se inserta en diferentes redes de comercialización, o
actúa por sí misma, para lograr sus principales objetivos que son: la producción y/o comercialización de bienes o
servicios, en sus distintas formas. Actualmente, entre las empresas existe la tendencia de generar vínculos
asociativos o de colaboración. Estos les permiten la inserción en determinados mercados o mayor competitividad
en ellos.

Así, observamos cómo la generación de estructuras complejas de negocios implica, por lo general, la asociación de
empresas independientes, tanto desde el punto de vista jurídico como económico. Tal vinculación empresaria
supone la creación de orden vertical, con forma piramidal, que permite la integración empresaria orientada hacia un
objetivo común, diferente de los objetivos individuales de cada una de las empresas que la conforman. Para
entender el ente que trataremos, proponemos el siguiente video que otorga un panorama general del
funcionamiento de la empresa.

Video 1: La empresa como sistema

YOUTUBE

la empresa como sistema


la empresa como sistema
Parte 3

VER EN YOUTUBE 

Fuente: Hollman, A. [Usuario]. (2016). La empresa como sistema [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=QZ3rUdrsQvk

El tipo y la atipicidad

En materia contractual se habla de tipo cuando el acuerdo encuentra un marco regulatorio, sea que este se
encuentre dado por la ley, o por las costumbres; en tanto se habla de atipicidad cuando el acuerdo que se quiere
llevar a cabo no se encuentra delineado legal ni socialmente. Es decir, esta clasificación nos otorgará los primeros
lineamientos sobre el ropaje jurídico que le brindaremos al negocio propuesto, aquí radica su importancia, como
veremos seguidamente.

Noción de tipicidad en materia de contratos

Cuando nos referimos a la problemática actual en materia contractual, sobre todo en lo que refiere a los contratos
de empresa, debemos considerar la noción de tipo contractual propiamente dicho. En esta dirección, si nos
basamos en la teoría legal del tipo contractual, podemos afirmar que refiere a aquella actividad del legislador que
tiende a regular las relaciones jurídicas de los contratantes, a través de un molde o modelo que el legislador
predispone para que los sujetos partes ajusten sus relaciones empresarias, con los consecuentes efectos jurídicos.
Nos referimos así, al tipo o tipicidad legal referida a los contratos disciplinados por la ley.

La dinámica de los modelos contractuales

Esta teoría, en la actual realidad socioeconómica caracterizada por un dinamismo extremo de las relaciones
comerciales, prácticamente se ha erigido en un obstáculo a la hora de brindar forma jurídica a los negocios debido a
la rigidez que presenta, la cual impide la adecuación del continente jurídico a un negocio o emprendimiento
específico, en el caso de que no hubiese sido previsto por el legislador.

Frente a ello, vinieron en auxilio otras fuentes del Derecho, tales como la costumbre, que ofreció a los contratantes
un marco jurídico flexible y, por ende, posible de adaptar a las nuevas relaciones comerciales. Como consecuencia
de lo expuesto, en lo que a tipicidad se refiere, es dable concebir, al menos, dos posibles clasificaciones relativas a la
tipicidad: la tipicidad legal y la tipicidad social. La primera referida a contratos regulados por la ley, es decir, aquellos
negocios que tienen un marco jurídico base para su tratamiento por parte de la normativa; y la segunda, relativa a la
regulación de los contratos con fuente en los usos y costumbres, que se relaciona con una categoría de negocios
que se celebran de manera habitual en un determinado lugar. En este caso se toman en cuenta la experiencia y las
necesidades particulares de la estructura, lo cual genera una repetición de determinadas clausulas rectoras del
negocio.
LECCIÓN 2 de 5

El tipo

El tipo referido a la noción general del contrato: caracteres del tipo contractual. Tendencias actuales

El contrato es un instrumento para llevar a cabo actividades económicas, en el marco de una relación entre partes
que programan el intercambio recíproco a futuro y expresan su voluntad negocial, a partir de la cual quedarán
definidos los alcances de las obligaciones y derechos asumidos por cada sujeto contractual, cuya exigibilidad se
encuentra asegurada por el Derecho. En tal sentido, debemos recordar que las obligaciones tienen su causa en el
contrato, el cuasicontrato, el delito, el cuasidelito, la voluntad unilateral y la ley.

El contrato como tal, y en términos generales es, entonces, un tipo legal, pues sus elementos deben
necesariamente darse en una relación jurídica determinada para que surja una obligación. Al respecto, si nos
concentramos en la noción de tipicidad legal y la relacionamos con el nuevo Código Civil y Comercial unificado,
podemos apreciar que disponemos de una parte general, común a todos los contratos (Libro Tercero, Título II,
Capítulo 1), donde se prevén las disposiciones generales aplicables a todos los contratos. Por otra parte, existe
también una parte especial (Libro Tercero, Título IV, Capítulo 1 al 31), en la que se regulan en detalle las
particularidades de cada uno de los contratos previstos en nuestro Código Civil.

Durante un largo período de la historia del Derecho, solo los contratos nominados o regulados daban lugar a
obligaciones exigibles. No obstante, en tiempos más recientes se admitió la posibilidad de que la autonomía de la
voluntad privada fuese la fuente de las obligaciones, sin necesidad de ajustarse inexorablemente a los tipos
preestablecidos en la ley, dando lugar con ello al fenómeno de la atipicidad.

En una situación intermedia, al reconocerse que la reiteración de conductas puede crear un marco contractual que
no es establecido por la ley, sino que reconoce como fuente a la costumbre, se da origen a la denominada tipicidad
social. 

Desde hace tiempo, la tipicidad legal no podía abarcar la realidad socio- económica imperante, debido a la
proliferación de nuevas formas contractuales que regula la dinámica constantemente cambiante de los negocios.
Con antelación a la sanción del nuevo Código Civil y Comercial unificado, tales modelos contractuales (o tipos
legales) solían agruparse en mérito de la finalidad perseguida y, al no existir por aquel entonces una regulación
específica, debían apoyarse en el contrato más representativo con recurso al remedio de la analogía. La actual
regulación legal que efectúa el Código Civil y Comercial ha captado en gran parte la realidad antes descripta y
recepta ciertos contratos que antes contaban con tipicidad social. Tal es el caso de los contratos de agencia,
concesión y franquicia.

Repasemos lo expuesto mediante un ejercicio con contratos:

¿Cuál de los siguientes contratos tiene tipicidad legal?

Comodato. 

Compraventa. 

Locación.

Crushing.

Confidencialidad.

SUBMIT

Previo a adentrarnos en el mundo de los contratos de empresas, resulta preciso analizar algunos conceptos
importantes en materia de contratos en general. En tal sentido, no podemos dejar de mencionar al nuevo art. 957
del Código Civil y Comercial, que expresamente reza: “Definición. Contrato es el acto jurídico mediante en el cual
dos o más partes manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones

jurídicas patrimoniales”.1

[1] Art. 957 – Ley N° 26.994 (2014). Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

A partir de la definición transcripta, podemos advertir que el nuevo texto legal ha venido a sustituir en la faz
subjetiva la mención de “muchas personas” por la fórmula “dos o más”, lo que era propugnado desde la doctrina
especializada para lograr una mejor redacción en sentido técnico (Lorenzetti, 1999).

Tal como se interpretaba con la redacción del art. 1137 del anterior Código Civil, la “presencia” de esas personas no
resulta esencial, ya que -como veremos a lo largo de la materia-, en muchos casos, el perfeccionamiento o
cristalización del contrato, en el ámbito del derecho de empresas, no depende de la presencia física de las personas,
basta generalmente con una llamada telefónica, el envío de un fax, un correo electrónico, entre otras modalidades.
Con ello, se facilita la dinámica propia de los negocios, pues, a medida que se desarrollan nuevos medios de
comunicación, estos son aplicados a la celebración y posterior cumplimiento de las operaciones comerciales para
darles mayor celeridad.

En cuanto al consentimiento, punto de importancia neurálgica en todo contrato, debemos recordar que debe
manifestarse claramente, ya sea de manera expresa o tácita, y aplicarse dichas reglas también a la aceptación de la
oferta. 

Recordemos que la Sección 1ra del Capítulo 3 sobre formación del consentimiento, reconoce en el artículo 9712
como elementos del consentimiento a la oferta y la aceptación, toda vez que para lograr que aquél se perfeccione
resulta indispensable el encuentro o coincidencia de ambas manifestaciones (Díez-Picazo, 1970). 

[2] Véase Art. 971 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Conjuntamente con Hernández (Nicolau y Hernández, 2016) podemos decir que se entiende por oferta a la
manifestación unilateral de la voluntad que da cuenta de un acto jurídico y que tiene como finalidad proponer la
celebración de un contrato, mientras que la aceptación, constituye un acto jurídico unilateral, con el propósito de
perfeccionar el contrato.

En este archivo encontrarán un ejemplo de oferta para que entiendan el sistema descripto, sumado a una serie de
recomendaciones para tener en cuenta. Además, es importante conocer esta modalidad de contratación, ya que no
está gravada en Impuesto de Sellos, lo que genera un ahorro importante para la empresa asesorada, sobre todo
cuando tiene contratos proforma que usa de manera constante, como podría ser un acopio al celebrar innumerables
compraventas de cereales.

Oferta.pdf
152.6 KB

En el siguiente grafico encontraran la aceptación al ejemplo de oferta para que entiendan el sistema descripto,
sumado a una serie de recomendaciones para tener en cuenta. Si bien, en el ejemplo se utiliza la simple aceptación
por nota, se pueden utilizar otros métodos, como transferencia o confección y entrega de factura, o entrega de la
posesión, entre otras posibilidades.

Figura 1. Propuesta de aceptación


Fuente: Elaboración propia

Propuesta de aceptación.doc
55.5 KB

Siguiendo con lo expuesto, establece el nuevo artículo 978 del Cód. Civil y Comercial, al prever:

Aceptación. Para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar la plena conformidad con la
oferta. Cualquier modificación a la oferta que su destinatario hace al manifestar su aceptación, no vale
como tal, sino que importa la propuesta de un nuevo contrato, pero las modificaciones pueden ser

admitidas por el oferente si lo comunica de inmediato al aceptante3.

[3] Art. 978 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.


Veremos a lo largo de la materia, cómo en algunos contratos de empresa, al no contar con tipicidad legal, es
esencial una buena redacción del contrato, lo que no significa realizar una obra literaria, sino que cualquier persona
que lea el mismo pueda entender su contenido. Es así que, dada la ausencia de normativa legal, cobra especial

preponderancia lo acordado por las partes en el contrato, en virtud del principio de autonomía de la voluntad4.

[4] Ver Arts. 958, 959, 970 inc. a y conc. - Ley N° 26.994. (2014). Op. cit. - Arts. 1197 del Cód. Civil vigente hasta 31 de julio de 2015.

A tal fin, debe considerarse especialmente el objeto que tuvieron las partes en miras al contratar, como así también
la conducta efectivamente adoptada por ellas en la ejecución de las respectivas prestaciones a su cargo y el

principio de buena fe5. Al respecto, viene al caso recordar que en la nota al viejo artículo 1137 del C.C., el codificador
manifestaba que su fuente de inspiración había sido el maestro Savigny, autor alemán que veía en el contrato en
general un abanico infinito de posibilidades, basadas en la libertad contractual y la autonomía de la voluntad,
brindándonos también un claro análisis de sus presupuestos esenciales. Es decir que, tanto en la nueva como en la
anterior regulación legal, el contrato como institución jurídica se encuentra regido por los principios de libertad y
autonomía de la voluntad. En su actual redacción, el Código Civil y Comercial expresamente establece:

Los contratos innominados están regidos en el siguiente orden, por: a. La voluntad de las partes; b. Las
normas generales sobre contratos y obligaciones; c. Los usos y prácticas del lugar de celebración; d.
Las disposiciones correspondientes a los contratos nominados, afines que son compatibles y se

adecuan a su finalidad.6

[5] Ver Art. 961- Ley N° 26.994. (2014) Op. cit.- Art. 1198 del Cód. Civil vigente hasta 31 de julio de 2015.

[6] Art. 970 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Lo expuesto no quita valor a los usos, prácticas y costumbres, a la hora de interpretar cláusulas ambiguas,
imprecisas o confusas, pues, según lo dispone el art. 1° del nuevo Código Civil y Comercial, estos “son vinculantes
cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos o en situaciones no regladas legalmente, siempre que no sean

contrarios a derecho”7.

[7] Art. 1 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Esto implica también que se puedan tomar en consideración las opiniones vertidas por la doctrina especializada en
la materia, ya que, en la medida en que tales aportes doctrinarios reflejen el uso y práctica generalmente
observados en casos de igual naturaleza, constituyen una pauta de interpretación de la que no puede prescindirse,
conforme lo preveía el artículo 218, inc. 6º, del viejo Código de Comercio, en la misma inteligencia en que lo hace el
actual Código Civil y Comercial.
El nuevo Código Civil excluye a la jurisprudencia como fuente del derecho. El proyecto había previsto que en la
aplicación de las leyes civiles se tuviera en cuenta la jurisprudencia en consonancia con las circunstancias del caso,
remisión esta última análoga a la ya prevista en la parte final del art. 16 del Código de Vélez (Medina-Rivera, 2014).

Además, se hace preciso destacar que cuando no se cuente con soportes jurídicos específicos, por no encontrarse
previstos por la ley, corresponderá aplicar supletoriamente las disposiciones del contrato, y las disposiciones
relativas a los contratos contenidas en el Código Civil y Comercial. Habrá que detenerse, entonces, en lo que la
voluntad contractual de ambas partes pretende, para evitar situaciones de conflicto. Cuando existen problemas en
el giro de los negocios, suelen comenzar a presentarse conflictos entre las partes, que comienzan a reclamarse
unas a las otras. Esta tarea puede ser llevada a cabo por los propios sujetos contractuales y, si así no lo hicieran, por
otro sujeto que no ha intervenido en el vínculo contractual, en cuyo caso la resolución del conflicto se dejará a la
interpretación subjetiva de un tercero, que puede ser un mediador, un árbitro o un juez.

Por lo tanto, las partes deben contemplar el mayor abanico posible de situaciones que puedan plantearse en el
desarrollo del negocio que concierten. De este modo, disminuirán sensiblemente el riesgo de que acontezcan
conflictos y, de verificarse ellos, podrán realizar una interpretación más acabada de la voluntad expresada en el
contrato, de donde surgirá su verdadero espíritu. Claramente, como operadores jurídicos, mientras más experiencia
tengan o mayor conocimiento tengan sobre otras ramas, tendrán la posibilidad de prever mayor cantidad de
contingencias posibles a lo largo de la vida de la relación contractual.

Ahora bien, si relacionamos la noción de contrato con el art. 259 del nuevo Código Civil, relativo a los actos jurídicos,
en cuanto reza: son actos jurídicos los “actos voluntarios lícitos que tienen por fin inmediato la adquisición,

modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”8. Advertimos que la nota tipificante de los actos
jurídicos en general es su fin jurídico propiamente dicho, esto es, el nacimiento, modificación o extinción de una
relación jurídica. Esta característica se encuentra claramente reflejada en la definición de contrato dada por el actual

art. 9579, por lo que es inevitable concluir en que el contrato es un acto o negocio jurídico, siendo indistinta la
utilización de uno u otro vocablo.

[8] Art. 259 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

[9] Art. 957 – Ley N° 26.994. Op. cit.

Así las cosas, al enfocarnos en el estudio de los contratos de empresa, centraremos nuestra atención en los
contratos como acto o negocio jurídico del derecho privado y dejaremos de lado aquellos negocios que pertenezcan
a la órbita del derecho público, sea en el ámbito nacional, como internacional.

Podemos afirmar, entonces, que el contrato en general procura servir como estructura facilitadora de la realización
de las más diversas actividades económicas, a través de los intereses expresados por las partes. Sin embargo, es
preciso aclarar que, semánticamente, la acepción del vocablo contrato  puede ser confundida con la
expresión acuerdo, siendo este último un mero documento firmado por las partes y no tratándose más que de un
medio de prueba de lo acordado entre las partes.

En la actual regulación, debemos destacar que ya no media distinción entre los contratos civiles y los comerciales,
los que -como lo adelantara la doctrina en vigencia de la anterior regulación-, en esencia y naturaleza jurídica son
similares, tal y como sucede en la mayoría de los ordenamientos de origen latino. En efecto, en la anterior regulación
legal, el foco recaía en la finalidad económica que se proponían las partes, pero el nuevo Código Civil y Comercial
unificado receptó la realidad en la que existen contratos comerciales que no tienen relación con una actividad
empresarial específica, como el hecho indiscutido de que los contratos de ambas naturalezas (civil y comercial)
tenían en la vieja normativa legal la particularidad de ser instrumentos que apuntan a la circulación patrimonial. A
ello podemos agregar que, en la nueva regulación jurídica, la calidad de comerciante ha sido suprimida, y aniquila
con ello los fundamentos de la mencionada distinción entre contratos civiles y comerciales.

Tendencias actuales

Continuaremos con nuestro desarrollo centrándonos en los contratos modernos, que, como ya hemos anticipado,
demarcaron una tendencia que vino a sustituir el orden y la programación rígida del legislador (influencia de la
cultura Ítalo-Franco-Germana) encontrando como base o fuente contractual también a la costumbre, a la legislación
especial y a la voluntad de los particulares (influencia de la cultura anglosajona).

Se observa así que, en nuestro país, existe un acercamiento de ambas tendencias, pues la doctrina del tipo legal ha
tenido que admitir una gran cantidad de combinaciones de los contratos regulados junto con la noción de tipicidad
social que se remite a la costumbre como fuente del derecho (tipicidad social). Los contratos con tipicidad social
han sido recogidos, en gran medida, por el nuevo Código Civil y Comercial actualmente vigente, que ha regulado una
gran cantidad de contratos que antes de su sanción no contaban con una previsión legal. De tal modo, tienen
tipicidad legal.

Otro punto de actualidad a tener presente es la celebración masiva de vínculos, que han dado lugar a las llamadas
uniones de contratos, que veremos infra.

Asimismo, la globalización económica planteó la necesidad de armonizar las diversas legislaciones del mundo. Ello,
claro está, solo puede hacerse si se toman en cuenta elementos esenciales mínimos, y se deja libertad a los
individuos para que los recepten y los adecúen a sus intereses. Esta tendencia actual recibe el nombre de  tipo
mínimo y parece haberse instalado a todo nivel en los contratos de empresa o contratos modernos, traducido en
una amplia esfera de libertad contractual que se brinda a las partes, en un marco jurídico menos exhaustivo y
detallista, pero que, sin dudas, resulta más efectivo para enfrentar los distintos cambios de la dinámica comercial,
dada por la gran creatividad de los particulares y la constante evolución de sus necesidades negociales en el marco
de la globalización. Prueba de lo referido es, a modo de ejemplo, la regulación de la figura del fideicomiso, que
cuenta con pocos artículos, pero no se puede dudar en que ha devenido en una herramienta apta para el desarrollo
de emprendimientos de distinta envergadura.

En definitiva, se otorga un esqueleto básico para redactar el contrato y queda librado a la voluntad de las partes las
disposiciones particulares de cada negocio.
LECCIÓN 3 de 5

El tipo referido a los contratos especiales

1. Cuestiones ajenas al tipo especial: 

Las tendencias actuales antes indicadas han aparejado ciertos problemas. Centraremos nuestra atención en las
tres problemáticas de mayor importancia:

1 Problema de la admisibilidad: podemos afirmar que nuestro ordenamiento jurídico puede otorgar a


una relación contractual determinada protección legal, o bien simplemente permitirla o prohibirla.
Para soslayar el problema que aparejan las situaciones o vínculos que, encontrándose permitidos, no
cuentan con regulación legal, debemos acudir a la aplicación de las reglas generales de los contratos
(parte general), por ser comunes a todos ellos.

2 Problema de la formación de un vínculo contractual válido: también se aplican las reglas generales
de los contratos. Sin embargo, no siempre es apreciable a simple vista cuando se ha formado el
vínculo contractual válidamente. Un claro ejemplo de ello podemos advertirlo en los supuestos de
cajero automático, ventas domiciliarias y otros, en donde, como podemos apreciar, no surge de
manera clara cuando se ha prestado el consentimiento.

3 Problema del control estatal de entrada al mercado: lo esencial, en este caso, es el orden público,
rector de todas las relaciones entre particulares. El Estado, teniendo en miras su protección, podrá
requerir determinadas condiciones o características para autorizar el desarrollo de cierta actividad. Es
común, entonces, que el Estado obligue al cumplimiento de requisitos, verbigracia de idoneidad o de
solvencia para la realización de ciertas actividades. Ello se observa, por ejemplo, en la actividad
financiera de las aseguradoras, en la medicina prepaga, entre otros que cuentan con una regulación
legal. Asimismo, se verifica en el ámbito de los contratos de distribución con relación al contrato de
concesión y de agencia actualmente regulados en el Código Civil y Comercial unificado, el que cuenta
con normas de orden público que no pueden ser dejadas de lado por el acuerdo de las partes. De este
modo, el Estado ejerce el control sobre las modalidades contractuales que hacen posible el ingreso
de los bienes y servicios al mercado.

2. Los contratos especiales

1 La finalidad económico-social como elemento para el tipo y la calificación


Los contratos tienen una función socialmente trascendente (causa objetiva) con independencia de la
intención o finalidad individual que persiguen los sujetos cocontratantes (causa subjetiva). Esta
función o finalidad económico-social es objetiva y es el elemento que se utiliza para definir los
distintos tipos especiales de contratos. Ella se distingue claramente de los motivos que, para algunos
autores, se subsumen en el concepto de causa fin. La causa objetiva toma en cuenta el proceso
económico y no la voluntad de cada contratante en particular.

2 La función facilitadora, delimitativa y de programación

Lo hasta aquí referido permite afirmar que el tipo legal que venimos desarrollando cumple distintas
funciones, entre las que podemos mencionar a las siguientes:

Función facilitadora

Establece normas jurídicas que sirven de base a la concertación del contrato y de tal modo facilitan a las partes la celebración del
contrato, pues no deben inventar un contrato cuando desean realizar una determinada operación jurídica legalmente regulada, sino tan
solo profundizar en los aspectos no reglados, pues la ley se aplicará de manera subsidiaria.

Función delimitativa

El tipo legal consagra un deber ser y, como tal, muestra lo deseable en el desarrollo de una finalidad económico-social específica. En
determinados sectores específicos, el apartamiento injustificado y contrario al sentido común provoca una desnaturalización respecto
de la cual el tipo legal cumple efectos delimitativos; vgr.: en el sector referido al derecho del consumo, dada la debilidad que el legislador
presume en el consumidor, se establece el carácter abusivo de cláusulas que desnaturalizan las obligaciones de las partes.

Función de programación

El tipo establece apriorísticamente las clases de finalidades que el derecho considera susceptibles de protección, definiendo figuras
contractuales y las cláusulas que las caracterizan.

3 Las funciones contractuales típicas

Al hablar de funciones contractuales típicas nos referimos a la existencia de un contrato tipo principal,
que es el líder y, por ello, sus normas son aplicadas en forma subsidiaria a otros contratos que
persiguen similares objetivos. Entre las principales funciones económico-sociales del tipo contractual,
podemos mencionar las siguientes:
1. Función de cambio de titularidad.

2. Función de transferencia en el uso.

3. Función financiera.

4. Función de garantía.

5. Función de custodia.

6. Función de colaboración gestoría.

7. Función de colaboración asociativa.

8. Función de colaboración asociativa en redes.

9. Función de previsión.

10. Función de recreación.

11. Función extintiva.

12. Función de gratuidad.

Los contratos atípicos

El Código Civil y Comercial de la Nación, en su art. 970 hace la distinción entre contratos típicos y atípicos, y se
refiere a ellos con la denominación de contratos nominados e innominados, respectivamente. En tal sentido, señala

que: “son nominados e innominados, según que la ley los regule especialmente o no” 10. Ello, con la salvedad antes
efectuada de aquellos contratos que, no obstante, no contar con una regulación legal, tienen tipicidad social.

[10] Art. 970 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.


LECCIÓN 4 de 5

Determinación de las normas aplicables

1 La calificación del contrato

Al referirnos a los contratos atípicos, debemos determinar ¿qué normas le son aplicables? Para ello, y
como primer paso, es necesario calificar la relación jurídica existente entre las partes.

Entenderemos por calificar la actividad de identificar el tipo contractual aplicable al contrato


celebrado. Básicamente, se examina en detalle la relación jurídica y se trata de asimilarla a alguno de
los tipos legales existentes e identificar coincidencias y diferencias, para que, de esa manera, se
puedan aplicar dichas normas jurídicas supletoriamente. Para ello no es menester concentrarse
solamente en las palabras que integran el cuerpo contractual, sino que debemos concentrarnos y
detenernos en los derechos y obligaciones de las partes y en la finalidad pretendida por estas.

2 La jerarquía de normas, interpretación, integración, rectificación: aplicación de normas generales,


especiales, imperativas y supletorias

Una vez calificada la relación o vínculo jurídico habido entre las partes, es importante determinar la
jerarquía de las normas interpretativas, la aplicación de normas generales, de las normas especiales,
imperativas y supletorias.

Si hacemos un repaso, podemos decir que, como primera medida, debemos interpretar el contrato,
entendiendo por ello determinar el real sentido u orientación que las partes han querido darle al
contrato, a cuyo fin no debemos perder de vista las normas generales relativas a todos los contratos,
que se encuentran en nuestro Código Civil. Como segundo paso, debemos integrar el contrato,
encontrar normas aplicables para aquellos supuestos que no han sido previstos por los contratantes.
En este ámbito, no solo son útiles las normas de la parte general, sino también las distintas reglas de
los contratos típicos. Por último, rectificar el contrato, ajustarlo con respeto al orden público, principio
rector e invulnerable en nuestro ordenamiento jurídico y el principal límite a la autonomía de la
voluntad de las partes.

Ahora bien, puede darse la situación de que una misma relación jurídica pueda ser subsumida en
varios tipos, como ocurre generalmente con los contratos atípicos mixtos, en cuyo caso la doctrina ha
distinguido tres teorías que vienen en nuestro auxilio y que desarrollaremos a continuación:

Teoría de la absorción

Se identifican las prestaciones, el objeto, e incluso la finalidad. Ello permite identificar el tipo contractual que las contempla, para aplicar
dichas normas, ello en mérito de que el tipo legal “absorbe” los elementos esenciales de la relación pretendida por las partes y desplaza
a otros tipos.

Teoría de la extensión analógica



Para esta teoría se aplican las reglas que regulan la parte general de los contratos, y, para el caso en concreto, las disposiciones del
contrato típico más acorde o afín.

Teoría de la combinación

En donde a cada obligación se le aplica la regla del contrato típico que más se adecúe, creando una suerte de nuevo tipo contractual.

En nuestro país, en la anterior regulación, el art. 16 del Código Civil, se inclinaba hacia la teoría de la
analogía, en donde se hacía hincapié en las obligaciones y en el contrato típico que mejor contempla la
relación pretendida por las partes. Actualmente, el art. 970 del Código Civil y Comercial, puntualmente
con relación a los contratos atípicos o innominados, y conforme lo expusiéramos al punto 1.2,
expresamente regla que:

Los contratos innominados están regidos en el siguiente orden, por: a. La voluntad de las
partes; b. Las normas generales sobre contratos y obligaciones; c. Los usos y prácticas del
lugar de celebración; d. Las disposiciones correspondientes a los contratos nominados,

afines que son compatibles y se adecuan a su finalidad.11

[11] Art. 970 – Ley N° 26.994. Op. cit.

3 La solución jurídica basada en los problemas típicos

En opinión de Lorenzetti (1999), atendiendo a los conflictos contractuales, concluye en que estos
tienen una reiteración: el incumplimiento de la obligación de escriturar, la violación del deber de
custodia o del de información, o los intereses, la calidad de la cosa o las garantías. Por lo tanto, lo que
hay que determinar son los problemas típicos y de qué manera son resueltos conforme a cada
contexto; vgr.: la rescisión unilateral sin causa o el incumplimiento del deber de custodia son
problemas típicos que tienen un elemento común y diferenciaciones según los intereses en juego en
cada contrato (Lorenzetti, 1999).

Existencia de un solo contrato

Frente a varios instrumentos jurídicos, debemos preguntarnos: ¿Cuándo nos encontramos ante un contrato y
cuándo nos encontramos ante varios contratos?

A tal fin, es importante identificar la existencia de una o varias causas o finalidades.

Contratos típicos

Un negocio jurídico bilateral es calificado como típico cuando es un supuesto de hecho que encuadra perfectamente
en la descripción legal o social, sin apartarse de las finalidades. El apartamiento del tipo se configura cuando las
disposiciones del contrato se apartan de la finalidad económica – social del mismo.

Contratos atípicos puros

El contrato es calificado como atípico puro cuando es obra de las partes sin referencia a ninguna previsión típica.

Contratos atípicos mixtos: categorías

Los contratos atípicos mixtos son las posibilidades contractuales existentes entre los contratos típicos y los
contratos atípicos; verbigracia: el contrato de turismo, pues implica transporte, alojamiento, alimentación, un
contrato de alquiler, de caja de seguridad, locación, custodia, y servicio.

El negocio jurídico indirecto

La teoría del negocio jurídico indirecto es una consecuencia de la tipicidad especial y de su insuficiencia. Pues, si hay
un modelo legal o social que establece una finalidad, el negocio jurídico indirecto se produce cuando, para la
obtención del resultado querido por las partes, se usa el modelo como un medio, apartándose de la finalidad típica.
Si no existiera un negocio típico, no podríamos hablar de una desviación de su finalidad y, por ende, del negocio
jurídico indirecto.

Existencia de varios contratos

Cuando existen varios contratos, el fenómeno es distinto del que apreciamos en la atipicidad entendida en sentido
estricto. En un contrato atípico existe una deformación del tipo en virtud de las cláusulas que las partes incorporan al
contrato. En el supuesto de varios contratos, en cambio, estos mantienen su tipicidad y autonomía. Podemos estar
en presencia de una pluralidad de contratos o de una conexidad contractual. Esta última se configura con la
existencia de una finalidad supra contractual, un negocio que se quiere hacer y para el cual se utilizan varios tipos
contractuales vinculados.
Uniones de contratos - contratos de distribución

¿Cómo creen que suceden las compras por Internet? ¿Son un contrato o varios contratos relacionados? Las partes pueden perseguir su
fin económico mediante la combinación de varios contratos. A continuación, analizaremos los distintos contratos celebrados entre las
mismas partes.

Uniones de Contratos

Contrato de distribución

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Uniones de Contratos

Existencia de uno o varios contratos

“Para distinguir cuándo hay uno o varios contratos, es irrelevante que estén vinculados por su celebración en un
mismo momento, por la unidad del documento en que se celebran, o por otra causa” (Hocsman, s.f.,
http://justiniano.com/revista_doctrina/contratos_conexos.htm). Lo decisivo para mostrar la vinculación entre ellos
es establecer si existen una o varias causas o finalidades jurídico-económicas, dado que es el elemento
determinante para constatar si existe pluralidad de contratos o conexidad contractual.

Siguiendo con esta lógica, al consumidor le interesa comprar un producto por Internet, al ingresar al sitio de Internet
que puede proporcionarle el mismo, luego de elegirlo y pasar a comprarlo, perfecciona un contrato de compraventa,
el medio de pago utilizado por el comprador puede ser tarjeta de crédito o débito, para lo que existe una
contratación en particular que no trataremos en este punto. Sin embargo, el vendedor tiene que haber firmado un
contrato de locación de servicios con la plataforma que promociona y vende su producto. Por su parte, la plataforma
tiene que realizar contratos de transporte para que la mercadería llegue a destino, convenios particulares con
bancos, tarjetas de crédito, páginas de pagos por Internet, etc., sumado a un contrato de adhesión, donde el usuario
no puede modificar ninguna cláusula, solamente acepta o no los términos de la página.

Lo que hay que considerar es que la totalidad de contratos que involucran un solo fin, es decir, que una persona
pueda comprar en un solo sitio cualquier producto, conlleva un sinnúmero de contrataciones previas que se activan
al comprar. Existe una compraventa porque la persona adquiere un producto y otra lo vende; hay locación de
servicios porque el sitio le otorga promoción, una plataforma para manejar sus ventas, entre otras utilidades; existe
contrato de transporte por el envío de los productos a los consumidores; y, es de adhesión porque las cláusulas no
son discutibles.

Uniones de contratos de origen legal

La ley regula varios casos en los que hay contratos que, si bien son distintos, tienen algún nexo. Entre ellos podemos
mencionar:
Contratos autónomos recíprocos

“Entre las mismas partes se celebran dos contratos en relación de dependencia mutua, de modo tal que la ejecución o validez de uno
queda subordinada a la ejecución o validez del otro; cada contrato es la causa del otro” (Lorenzetti, 1999, p. 402).

Contrato principal y accesorio



Un contrato depende del otro cuando uno es la razón de la existencia del otro, como ocurre, por ejemplo, con el contrato de fianza. “El
contrato principal influye sobre el accesorio en el sentido de que, si se extingue el principal, produce la extinción del accesorio”
(Lorenzetti, 1999, p. 402).

Subcontrato

Presenta la existencia de un contrato principal y otro derivado, “generalmente, en grado de dependencia unilateral. Es el caso del contrato
de locación de cosas, en las que el locatario puede sublocar, existiendo de tal modo dos contratos cuyo puente de unión es el locatario –
sublocador” (Lorenzetti, 1999, p. 26).

Sucesión de contratos

Es el caso en que un contrato preparatorio se encuentra vinculado a un contrato definitivo, en el sentido temporal y causal, sin que se vea
afectada la tipicidad.

Uniones de contratos de origen convencional

a) Negocio realizado a través de varios contratos

Respecto de las uniones convencionales de contratos o conexidad contractual, debemos decir que, en muchos
casos, la finalidad pretendida por las partes no puede ser alcanzada a través de un contrato. Es por ello que las
partes combinan distintos contratos, sin perder su tipicidad. Téngase presente que la idea de negocio es más
amplia que la de contrato, ya que para hacer el negocio muchas veces se deben agrupar distintos contratos para
producir los efectos jurídicos buscados.

De aquí surgen las redes contractuales, que funcionan como un sistema jurídico integrado, que importa la existencia
de varios contratos, cada uno de los cuales no justifican su existencia si no cuentan con otro/s contrato/s que
integran la red. En las uniones convencionales de contratos surge uno de los conceptos más importantes en el
ámbito de las redes contractuales, que es, sin dudas, la finalidad supracontractual, elemento que conecta a los
distintos contratos para lograr esa finalidad que por separado no se podría alcanzar. La conexión contractual alude
a la pluralidad de contratos y al nexo funcional que media entre ellos. En tal sentido, López Frías (1994) sostiene que
para que exista pluralidad debe analizarse la causa, concebida como la función económico-social que el contrato
cumple en cada caso: si esta es única, existe un contrato; si concurren varias causas autónomas y distintas, hay
pluralidad; si además de varias causas autónomas y distintas (pluralidad) existe un “vínculo funcional” (p. 12), hay
“conexidad contractual” (p. 278).

En síntesis, en las uniones de contratos, los objetivos económicos no se alcanzan mediante un contrato, sino a
través de un conjunto de contratos que, si bien cuenta cada uno con una causa propia, autónoma y distinta
(pluralidad), son utilizados estratégicamente en función de un negocio jurídico particular que se pretende concretar;
o se organizan redes contractuales que forman un sistema jurídico unificador, surgiendo como consecuencia de ello
una finalidad económica supracontractual, que trasciende las causas individuales de los contratos que integran la
agrupación y que se realiza con su cumplimiento conjunto.

Nos enseñan Nicolau y Hernández (2012) que el Código Civil y Comercial, ya en el proyecto preveía la conexidad
contractual que actualmente mantiene, es decir, que la tipifica legalmente en la teoría general del contrato, más

allá de las fronteras del contrato de consumo, y brinda una definición del supuesto de hecho1 -que sigue las
recomendaciones vertidas por la doctrina en las XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Recomendación 1.2. de
la Comisión 3: “Contratos conexos”)-, además de establecer reglas especiales referidas a las proyecciones de la

excepción de incumplimiento2, la extinción por frustración del fin y la interpretación del contrato3. La referenciada
recomendación, expresa:

Habrá contratos conexos cuando para la realización de un negocio único se celebra, entre las mismas
partes o partes diferentes, una pluralidad de contratos autónomos, vinculados entre sí, a través de una
finalidad económica supracontractual. Dicha finalidad puede verificarse jurídicamente, en la causa
subjetiva u objetiva, en el consentimiento, en el objeto, o en las bases del negocio (Armella, 2015,
http://www.scba.gov.ar/leyorganica/ccyc30/pdfley/Armella_ContratosConexos.pdf).

[1] Ver Art. 1073 – Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

[2] Ver Art. 1075 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

[3] Ver Art. 1074 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.


El legislador del nuevo código recogió al instituto bajo examen en un capítulo separado, y lo doto de un tipo
contractual de naturaleza legal, hasta el momento inexistente, puesto que la unión de contratos no se encontraba
regulada antes de promulgado el actual Código Civil y Comercial, aunque sí se había previsto en el Proyecto de
Código Civil y Comercial de 1998, bajo la denominación grupo de contratos, aunque de manera más acotada (en
una sola norma). Igualmente, nuestra doctrina y jurisprudencia habían elaborado en los años recientes las

características de la conexidad, siendo receptada por el código4 actualmente vigente, tal como lo explica Gregorini
Clusellas (2014) “Es uno de los casos en que los usos preceden a la consagración legislativa que los reconoce, o sea
que la tipicidad social se pasa a la tipicidad normativa” (p. 344). Los autores del Código Civil y Comercial de la
Nación realizaron una regulación más completa en la que además de definir qué debe entenderse por conexidad
contractual, previeron normas para su interpretación y establecieron los efectos jurídicos que de ella se derivan (en
los Arts. 1073 a 1075).

[4] Ver Gregorini Clusellas, E. L. (2014). Clasificación de los contratos en el Código de Vélez y en el Proyecto del año 2012. Revista de Derecho Privado y Comunitario,
1, pp. 344 - 346.

Es indispensable entender el articulado de este tipo de convenciones, ya que el criterio interpretativo de los mismos
es que debe hacerse como una integralidad y atribuirles el sentido apropiado que surge del análisis conjunto de los
contratos y no cada uno de manera individual. Además, es necesario entender la función económica y el resultado
perseguido por el conjunto de ellos (Gregorini Clusellas, 2014). Aclaramos que cuando se hace mención a la
finalidad económica supracontractual, debemos entender por tal a la causa fin del negocio. Esta finalidad puede
surgir del texto de la ley, ser acordada por las partes de común acuerdo en ejercicio del principio de autonomía de la
voluntad, o derivarse de una labor de interpretación (art. 1074).

En cuanto a las consecuencias jurídicas, observamos que el legislador ha previsto que,

probada la conexidad, un contratante puede oponer las excepciones de incumplimiento total, parcial o
defectuoso, aún frente a la inejecución de obligaciones ajenas a su contrato. Atendiendo al principio de
la conservación, la misma regla se aplica cuando la extinción de uno de los contratos produce la

frustración de la finalidad económica común.5

[5] Art. 1075 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

b) Finalidad supracontractual

Así como hay una finalidad perseguida a través de un contrato, hay una finalidad supracontractual. En esta, “las
finalidades económico-sociales son distintas o más amplias de las que existen en los contratos social o legalmente
típicos, de modo tal que estos últimos son usados instrumentalmente para lograr aquéllas” (Lorenzetti, 1999, p. 40).
Esta finalidad supracontractual, como ya dijimos, sustenta la conexidad entre los diferentes contratos involucrados.

Es importante señalar el sustento que da la causa-fin, en este caso con una modalidad especial, en tanto esa
finalidad trasciende los contratos individualmente considerados —es una finalidad del conjunto, que se satisface por
este—, por lo cual, así como la causa —entendiendo en este caso como tal la finalidad común o general de los
contratos de una misma naturaleza (típicos o atípicos)— permite caracterizar una figura individual, la existencia de
una finalidad en un conjunto de contratos permitirá detectar la conexidad, al margen de la que persigue cada
contratante individual (Nicolau y Hernández, 2012).

Para terminar con la parte más general de la materia, les dejamos en este archivo un checklist para controlar los
elementos básicos que se deben tener en cuenta al momento de redactar un instrumento.

Plantilla de cumplimiento legal para controlar contratos

En todos los casos, verificar si la operación está plasmada en el texto del contrato.

En todos los casos, verificar si tiene lugar y fecha de celebración.

En todos los casos, verificar si tiene domicilio/email para comunicaciones.

En todos los casos, verificar si tiene posibilidad de salida sin costo.

En todos los casos, verificar si tiene penalidades por incumplimiento.

En todos los casos, verificar si tiene una indemnidad por responsabilidad laboral y de la seguridad
social.

En todos los casos, si hay información confidencial verificar que haya una cláusula que resguarde esa
información.

En todos los casos, si hay pagos anticipados, ver si hay garantías contra esos anticipos o si se verificó
solvencia.

En todos los casos, verificar si el contrato está gravado en sellos.

En todos los casos, verificar la forma de facturación.

En todos los casos, determinar jurisdicción.

En locación de servicios/obra ver si está el detalle de documentación laboral a solicitar antes del
inicio.
Controlar las facultades de los firmantes para la suscripción del contrato.

Contratos de distribución de bienes y servicios

Luego de haber transitado la parte general, nos introduciremos en los contratos propiamente dichos. La modalidad
que utilizaremos en este tipo de contratación será mediante la lectura de un contrato que adjuntamos. Luego de
leído el contrato empezaremos a analizarlo en conjunto. Como dijimos al principio, siempre es importante razonar
las contingencias que pueden llegar a tener los negocios que se realizan y qué puntos deben tenerse en
consideración, en este tipo de contrato lo importante son los negocios que pactan algunas de las partes, que no
exista relación laboral, ni con la contraria ni con sus trabajadores, actualidad, entre otros.

Contrato de distribución.pdf
399.1 KB

En este archivo encontrarán una oferta de un negocio real que se llevó a cabo, con las particularidades del mismo,
ya que se trata de empresas dedicadas a la actividad agraria. Es necesario que lo analicen y lo tengan con ustedes
mientras leen el desarrollo de la presente lectura, a los fines de que identifiquen y justifiquen el tipo de contratación,
revisen si se cumplen con las especificaciones del checklist que les fue proporcionado y resalten las cláusulas en
donde figuran. Como primer análisis es importante que entiendan el objeto del contrato, es decir, que llevó a las
empresas a contratar.

Los problemas jurídicos vinculados a la distribución de bienes y servicios

En la actualidad, la globalización ha dejado de ser una novedad. Quien ignore los mercados internacionales ignorará
una buena posibilidad de negocios, ya que perderá la oportunidad de vender sus productos y servicios a potenciales
clientes. Es por ello que los empresarios, en general, han diseñado y perfeccionado distintas estrategias
comerciales y formas contractuales mediante las cuales intentan optimizar sus estructuras y abarcar con ello los
distintos mercados.

Surgen, entonces, como consecuencia de lo expuesto, los distintos contratos de distribución, que serán analizados
en detalle a lo largo de este módulo. El objeto común de todos ellos es la promoción, distribución y comercialización
de productos o servicios, logrado sobre la base de la colaboración y cooperación de los comerciantes
independientes que participan de ellos. Conceptos como eficiencia, costos, calidad, son propios de la actividad
distributiva en general, lo que, sumado a la especialidad en la división del trabajo, ha generado la necesidad de los
empresarios de tenerlos presentes en sus cadenas comerciales y ha dado lugar, en consecuencia, al nacimiento de
estructuras independientes que brindan los servicios necesarios para la consecución de dichos objetivos. Además,
esto ha generado una rentabilidad como contraprestación por los servicios brindados.

Existe también, por supuesto, la posibilidad de que la empresa que produce los bienes o servicios decida u opte por
llegar a sus clientes a través de canales propios, pese a los canales de comercialización que puedan brindarle
terceros. En esta opción la diferencia reside en que, en la primera de ellas, es el propio empresario productor el que
corre con los riesgos por la venta de sus productos o servicios; mientras que, con la segunda opción, se puede lograr
una optimización de la estructura, con menor riesgo y costos, donde los terceros intervinientes actúan además a
nombre y riesgo propio, por ser estructuras o empresas independientes y autónomas, como lo hemos referido
supra.

Siguiendo a Etcheverry (1991), podemos afirmar que los contratos de distribución en sentido amplio tienen las
siguientes características comunes:

Existencia de dos empresas u organizaciones independientes



Una dedicada a la producción de bienes o servicios, y la otra con el objeto de acercar dichos productos o servicios a los clientes.

Vínculo de cooperación

Basado en la buena fe contractual y en el principio de concurrencia de las actividades de las empresas implicadas.

Permanencia

Nacen para durar, ello les permite además a las empresas comercializadoras amortizar el capital que hubieran invertido o debieran
invertir.

Relación contractual bilateral



Es lógica la existencia de dos partes.

Comercialización de la producción de una de las empresas vinculadas



Téngase presente que siempre, en mayor o en menor medida, existe la facultad de control del productor respecto del distribuidor, siendo
la escala respectiva de menor a mayor la que comienza en la distribución propiamente dicha hasta llegar a la franquicia, pasando por la
agencia y la concesión.

Los contratos con finalidad distributiva son cuatro. Uno solo cuenta con tipicidad social (contrato de distribución
propiamente dicho), en tanto los demás cuentan, a partir del nuevo Código, con tipicidad legal. Los definiremos
seguidamente:

1 El contrato de distribución propiamente dicho: es aquel en el cual una empresa que, teniendo
asignada una zona en exclusividad o bien compartiéndola en forma limitada con otro u otros
distribuidores, se dedica a la intermediación de productos. Además, tiene un precio de descuento
sobre estos y obtiene como ganancia la diferencia que resulta entre el precio de venta al público y su
precio de compra al fabricante.

2 El contrato de agencia: es aquel en el que “una parte, denominada agente, se obliga a promover
negocios por cuenta de otra, denominada proponente o empresario, de manera estable, continuada e
independiente, sin que medie relación laboral alguna, mediante una retribución”6.

[6] Art. 1479 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

3 El contrato de concesión: es aquel en el que una parte, denominada concesionario, 

que actúa en nombre y por cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una
retribución a disponer de su organización empresarial para comercializar mercaderías
provistas por otra, denominada concedente, o para prestar los servicios y proveer los

repuestos y accesorios según haya sido convenido.7

[7] Art. 1502 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

4 El contrato de franquicia: es aquel en el que una parte,

denominada franquiciante (o dador), otorga a otra, llamada franquiciado [o tomador], el


derecho a utilizar un sistema probado destinado a comercializar determinados bienes o
servicios bajo el nombre comercial, emblema o la marca del franquiciante, quien provee
un conjunto de conocimientos técnicos y la prestación continua de asistencia técnica o
comercial, contra una prestación directa o indirecta del franquiciado.
El franquiciante debe ser titular exclusivo del conjunto de los derechos intelectuales,
marcas, patentes, nombres comerciales, derechos de autor y demás comprendidos en el
sistema bajo franquicia; o, en su caso, tener derecho a su utilización y transmisión al
franquiciado en los términos del contrato. 

El franquiciante no puede tener participación accionaria, de control directo o indirecto, en

el negocio del franquiciado [el plazo no puede ser inferior a dos años].8

[8] Art. 1512 – Ley N° 26.994. Op. cit.

Empecemos a repasar la contratación identificando las partes, ______ S.A. se dirige a TRONCOSWAGEN S.A., a los fines de

realizarle una oferta irrevocable de ________. La oferta tiene un plazo de vigencia de ___ días y se considerará aceptada si en dicho

plazo TRONCOSWAGEN ______ AR$ 100,00 a la cuenta bancaria de MACANA.

Escriba su respuesta aquí

SUBMIT

En el siguiente cuadro se observan las estructuras básicas de los contratos tratados en esta lectura, a los fines de
que resulte más entendible su tratamiento y se facilite su diferenciación.

Cuadro comparativo contratos.pdf


123.3 KB

Atento a la lectura efectuada de la oferta, sumado al desglose que realizamos y al cuadro comparativo, ya estás en
condiciones de determinar la naturaleza de la contratación de la oferta irrevocable de distribución no exclusivo.

¿Ante qué tipo de contratación nos encontramos?

Distribución. 
Agencia. 

Concesión.

Franquicia.

Confidencialidad.

SUBMIT

Elementos para una tipificación jurídica de la distribución

Siguiendo la definición de Turrin (1989) para el contrato de distribución, se puede afirmar que es:

aquel contrato por el cual el concedente otorga la distribución de bienes o servicios al distribuidor, en
una zona determinada, de ejecución continuada, actuando el último en su nombre y por cuenta propia,
por una remuneración consistente en un margen de precio de venta del bien o servicio. (p. 189)

Lorenzetti (1999), señala las siguientes características de la relación jurídica tratada que se establece entre las
partes:

No hay dependencia laboral, ya que cada uno asume el riesgo inherente a su actividad;

es un contrato comercial,

no hay representación, aunque nada impide que pueda ser pactada;

el distribuidor realiza actos de compraventa o bien de cesión temporaria de uso de los bienes que le
da el proveedor. Luego realiza actos de ventas con los clientes, siendo su ganancia la diferencia
económica entre el precio en que compra y el que vende;
existe una delimitación territorial de la zona sobre la cual el proveedor otorga al distribuidor un
derecho a distribuir; y,

participa de los caracteres de la distribución en general, dado que es intuito personae, de duración,
celebrado por adhesión, con base en el suministro. (p. 606)

“Claramente, dentro del abanico de contratos con finalidad distributiva, es el que menos integración conlleva, al no
existir representación, ni una identificación aguda, solo existe un flujo continuo de mercadería producto de la
reventa” (Lorenzetti, 1999, p. 607).

Para profundizar este punto del programa, se aconseja remitirse a la bibliografía obligatoria: Lorenzetti, 1999, tomo
1.

Elementos comunes aplicables a los diferentes contratos de distribución. Caracteres. Contrato celebrado por
adhesión, control y dominación

a) Caracteres

Existen elementos o caracteres comunes a todos los contratos de distribución que permiten afirmar que existe un
género. Estos son:

1 Aprovisionamiento continuo: en la base económica del vínculo existe una venta y reventa de bienes,
en sentido similar a lo que sucede en el contrato de compraventa o en el contrato de suministro. Sin
embargo, en los contratos de distribución este carácter se presenta como “un aspecto instrumental
dentro de un vínculo de colaboración que puede incluir otros aspectos, que importan un apartamiento
sustancial del tipo de la compraventa y que les da una fisonomía propia a los contratos de
distribución” (Lorenzetti, 1999, p. 170).

2 Tipicidad legal: con el anterior Código Civil y Comercial, no se encontraban regulados legalmente los
contratos de agencia, concesión y franquicia, pero “una costumbre consolidada en la práctica
estableció ciertas reglas básicas que los dotaban de una tipicidad social” (Lorenzetti, 1999, p. 520).
Actualmente, vigente el nuevo Código Civil y Comercial, estos contratos recibieron tratamiento legal
en los arts. 1479 al 1524, por lo que cuentan con tipicidad legal.

3 Duración: se encuentra ínsito en estos contratos, surgiendo de la naturaleza de las prestaciones que
conforman su objeto, la necesidad de un lapso de tiempo suficiente para el desarrollo del negocio,
aun cuando no se establezca un tiempo determinado de duración en el convenio. (Lorenzetti, 1999, p.
520)
4 Colaboración: existe en los contratos de distribución 

una relación de colaboración interempresarial, operada por sujetos jurídicamente


autónomos vinculados en una actividad mercantil integrada, en la que el productor derivó
la comercialización de sus productos hacia distintas bocas de ventas, regulando su
penetración en el mercado para potenciar el mutuo beneficio. (Lorenzetti, 1999, pp. 520 -
521)

5 Confianza: el concedente toma en consideración la organización económica-técnica y comercial del


distribuidor, su poder de penetración, sus antecedentes en la zona y demás condiciones para cumplir
con el objeto del contrato. “Estas circunstancias inciden en la celebración del contrato. Por lo tanto, el
deterioro de la confianza es causal de resolución” (Lorenzetti, 1999, p. 521).

b) Contrato celebrado por adhesión, control y dominación

Contrato de adhesión: es costumbre, sobre todo en los sistemas de distribución, que el contrato se
celebre por adhesión a condiciones generales. Las razones para que ello suceda son numerosas;
entre ellas, la necesidad de producir una integración vertical de empresas, para lo cual hace falta un
control por parte de una unidad de decisión centralizada, lo que se instrumenta a través de
condiciones predispuestas; la protección de bienes del otorgante, como la marca, la imagen, el know
how que, según los casos, requiere el ejercicio de cierto control sobre aquel a quien se ceden estos
elementos. (Lorenzetti, 1999, p. 521)

Contrato de control y dominación: no se puede afirmar en abstracto que nos encontremos ante
contratos de dominación de una parte -más fuerte- respecto de la otra -más débil-, más allá de que
objetivamente se presenten elementos de control o subordinación técnica y económica que deben
ser tenidos en cuenta al momento de su interpretación y de la aplicación de determinadas cláusulas
contractuales; especialmente, las relativas a la extinción del contrato y a los derechos que tiene el
sujeto subordinado. En realidad, la cuestión de la dominación en una contratación se debe observar
en cada caso particular, en concreto.

Antes de comenzar con otro tema, veamos con este simple repaso si has internalizado los conceptos hasta aquí
tratados.

A continuación, identifique a qué contrato pertenece cada una de las sentencias brindadas.
Tiene tipificación social. Distribución propiamente dicho

Requiere forma escrita. Agencia

Partes: concedente y concesionario. Concesión

Una parte se obliga a promover negocios por cuenta de otra. Agencia

Partes: franquiciante/dador y franquiciado/tomador. Franquicia

El plazo está determinado, este no puede ser inferior a


Concesión
cuatro años.

SUBMIT

Obligaciones de las partes. Obligaciones del distribuidor. Obligaciones del concedente. Las cláusulas de
exclusividad. Derecho a la estabilidad

1 Obligaciones del distribuidor

Las obligaciones del distribuidor son:

1. Distribuir eficazmente bienes del principal.

2. Seguir las sugerencias del empresario principal.

3. No competir con el proveedor.

4. Mantener el secreto contractual.

2 Derechos del distribuidor

Los derechos del distribuidor son:


1. Derecho a la provisión continúa de bienes del principal.

2. Mantenimiento de las condiciones más ventajosas pactadas.

3. Uso de marca, símbolos, imagen, publicidad y otros elementos acordados.

3 Obligaciones del concedente

“Las obligaciones del concedente son:

1. Proveer regularmente salvo causas ajenas.

2. Dar publicidad global.

3. Respetar la exclusividad pactada” (Lorenzetti, 1999, p. 527).

Las cláusulas de exclusividad

La cláusula de exclusividad, como antes lo indicáramos, puede establecerse en beneficio del proveedor o en beneficio del distribuidor. La cláusula de exclusividad
en beneficio del proveedor “obliga al distribuidor a dedicar sus esfuerzos a promover los bienes del concedente, sin hacer otra actividad” (Lorenzetti, 1999, p. 527).

Por su parte, la cláusula de exclusividad en beneficio del distribuidor consiste en un derecho a distribuir en una zona territorialmente delimitada con exclusión de
otros competidores, surgiendo una obligación de no hacer a cargo del proveedor, cuyo contenido es no distribuir en esa zona, sino a través del contratante que tiene
el privilegio.

La oferta que venimos analizando estipula de manera clara la exclusividad entra las partes respecto a la comercialización de los

productos.

Verdadero, dado que establece zona de exclusividad.

Falso, ya que carece de clausula en tal sentido. 

SUBMIT

Derecho a la estabilidad
Los contratos de distribución, al tener como característica su durabilidad, cuentan con vocación de permanencia en
el tiempo. Esta produce, además, el deber de obrar de buena fe, el que se concreta en la necesidad de preavisar la
extinción; esto es, el deber de no obrar de manera intempestiva, de modo tal que se desbaraten los derechos de la
otra parte ni se desnaturalice el vínculo.
LECCIÓN 2 de 3

Contrato de distribución

Definición. Diferencias con la compraventa independiente

Dentro del ámbito de los contratos con finalidad distributiva, la distribución propiamente dicha es el contrato que
presenta el menor grado de integración entre las partes. En efecto, no hay representación como podía existir antes
de la sanción del nuevo Código Civil y Comercial en el contrato de agencia (luego de su sanción, tampoco existe
representación en la agencia conforme surge del artículo 1485 del Código Civil y Comercial), no hay una
identificación tan fuerte como sucede en la franquicia, es solamente un acto continuo de reventa, lo que, a su vez, lo
diferencia de la concesión, en cuanto en esta última están presentes obligaciones de garantía y servicio de post
venta y uso de la marca del principal.

Actualmente, a diferencia de los otros contratos de distribución, no cuenta con una regulación jurídica positiva, dado
que el nuevo Código Civil y Comercial no lo ha receptado en su articulado. Sin embargo, prevé el artículo 1511 del
Código Civil y Comercial unificado que le son aplicables, en cuanto sean compatibles, las normas del contrato de
concesión (art. 1511).

Al igual que el resto de este tipo de contratos (que sí cuentan con regulación legal), la distribución propiamente
dicha tiene una función de intermediación calificada, llevada a cabo por empresarios independientes y autónomos,
incluyéndose -por regla-, como sucede en el contrato de concesión, la asunción del riesgo de los negocios por el
distribuidor y la falta de sometimiento a una unidad de decisión central de la que reciba directivas específicas para la
concertación de sus negocios (características estas que la diferencian de la agencia). Sí existe, como en otros
contratos con finalidad distributiva, el sometimiento del distribuidor a una subordinación técnica respecto del
principal cuando se distribuyen bienes de cierta complejidad técnica o intangibilidad, que hacen necesario que el
distribuidor respete las sugerencias e indicaciones del principal distribuido. En síntesis, solo se deben “respetar las
indicaciones técnicas necesarias para mantener la identidad, calidad y continuidad del producto o servicio en el
mercado” (Lorenzetti, 1999, p 526).

El principal, a través del contrato de distribución, logra obtener beneficios sin la necesidad de una fuerte inversión de
capital. Además, logra también, y en coherencia con lo expresado, una disminución de los riesgos, ya que estos son
asumidos por el distribuidor.

Nuestro Código Civil y Comercial unificado no ha receptado en su articulado al contrato de distribución propiamente
dicho; sin embargo, ello no significa que lo haya desconocido lisa y llanamente, pues, al regular el contrato de
concesión, alude a este previendo en el art. 1511: “Las normas de este Capítulo se aplican a: (…) b) los contratos de

distribución, en cuanto sean pertinentes”9. De tal modo, nuestro codificador reconoce su existencia, aunque
continúe tratándose de un contrato típico de tipicidad social, esto es, fuertemente arraigado por su utilización en la
praxis empresarial.

[9] Art. 1511 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Las pautas que se han forjado desde la costumbre, con relación al contrato de distribución propiamente dicho, nos
enseñan que este contrato importa la presencia de una empresa que se ocupa de la elaboración de productos, que
luego encomienda a otra empresa, para su introducción y comercialización en una zona específica del mercado.
Para ello, la empresa que produce los bienes se compromete a su continuo suministro, vendiéndoselos al
distribuidor, que los adquiere para su reventa a los consumidores, por nombre y cuenta propia.

Tal actividad es retribuida con la percepción, por parte del distribuidor, de un porcentaje del precio final del producto
colocado en el mercado, que consiste en el margen de diferencia resultante entre el precio de compra (costo) y el de
reventa (precio de venta). Tenemos, entonces, dos circuitos bien definidos: por un lado, la fabricación, llevada
adelante por la empresa productora; y, por otro lado, la comercialización de los productos, llevada a cabo por la
empresa distribuidora. Tal separación o especialización de actividades permite a la empresa productora concentrar
sus esfuerzos en la producción y delegar la comercialización en un intermediario profesional.

Analizaremos ahora los derechos y obligaciones de las partes.

Derechos y obligaciones del proveedor. Derechos y obligaciones del distribuidor

Proveedor o distribuidor

Derechos

Fijar el precio del producto o servicio.

Percibir el precio acordado.

Facultad de control técnico sobre operaciones del distribuidor.

Deberes

Informar las variaciones de precio.

Entregar el producto o servicio que cumpla con los requisitos para su reventa (identificable,
reproducible, etc.).

Cumplir con los compromisos publicitarios. No efectuar ventas directas en la zona.


No adjudicar la zona a otro distribuidor.

Distribuidor

Derechos

Exigir el suministro en tiempo y forma.

Exigir el cumplimiento de la pauta publicitaria.

Exigir el cumplimiento del soporte técnico, publicitario y comercial.

Percibir el margen de reventa.

Recibir capacitación a cargo del concedente.

Deberes

Cumplir con el mínimo de ventas.

Cumplir con las instrucciones del principal.

Respetar la exclusividad del principal.

No exceder la zona otorgada por el contrato.

Permitir el control por parte del principal en el aspecto técnico.

Extinción del contrato de distribución propiamente dicho

Al contrato de distribución se le aplican las normas de la concesión en todo aquello que no se encuentre regulado
por la autonomía de la voluntad en el tenor literal del contrato particular del que se trate. En orden a las causales de
resolución del contrato de concesión, el artículo 1509 del Código Civil y Comercial remite a lo previsto para el
contrato de agencia por el art. 1494 ibídem, que expresamente prevé:

El contrato de agencia [léase de concesión y de distribución propiamente dicho también] se resuelve


por:

1. muerte o incapacidad del agente;

2. disolución de la persona jurídica que celebra el contrato, que no deriva de fusión o escisión;
3. quiebra firme de cualquiera de las partes;

4. vencimiento del plazo;

5. incumplimientograve o reiterado de las obligaciones de una de las partes, de forma de poner


razonablemente en duda la posibilidad o la intención del incumplidor de atender con exactitud las
obligaciones sucesivas;

6. disminución significativa del volumen de negocios del agente.10

[10] Art. 1494 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

A su vez, esta previsión se completa con el siguiente dispositivo que prescribe:

En los casos previstos en los incisos a) a d) del artículo anterior, la resolución opera de pleno derecho,
sin necesidad de preaviso ni declaración de la otra parte, sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo
1492 para el supuesto de tiempo indeterminado. En el caso del inciso e) del artículo 1494, cada parte
puede resolver directamente el contrato. En el caso del inciso f) del artículo 1494, se aplica el artículo
1492, excepto que el agente disminuya su volumen de negocios durante DOS (2) ejercicios
consecutivos, en cuyo caso el plazo de preaviso no debe exceder de DOS (2) meses, cualesquiera haya

sido la duración del contrato, aun cuando el contrato sea de plazo determinado. 11

[11] Art. 1495 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Con antelación a la vigencia del actual Código Civil y Comercial unificado, el contrato de distribución, al igual que el
de concesión y agencia, se extinguía por las causas comunes a los contratos en general, pues no existía previsión
normativa alguna respecto a ellos.

En la próxima lectura continuamos analizando la oferta y observaremos sus cuestiones prácticas.


Contrato de agencia

Contrato de agencia

Contratos de distribución de bienes y servicios

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Contrato de agencia

Introducción

El contrato de agencia forma parte de los contratos con finalidad distributiva. A diferencia de lo
que sucedía antes de la sanción del nuevo Código Civil y Comercial, en la actualidad esta
modalidad contractual cuenta con una normativa jurídica específica que la regula. En tal sentido,
el art. 1479 del Código Civil y Comercial define al contrato de agencia al expresar que: “hay
contrato de agencia cuando una parte, denominada agente, se obliga a promover negocios por
cuenta de otra denominada preponente o empresario, de manera estable, continuada e

independiente, sin que medie relación laboral alguna, mediante una retribución”.1

[1] Art. 1479 – Ley N° 26.994 (2014). Código Procesal Civil y Comercial de La Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Distinguidos juristas habían entendido que el otorgamiento de una zona de actuación de


carácter exclusivo no era uno de los elementos distintivos e ineludibles de este contrato; otra
postura, en cambio, consideraba que ello era un recaudo o carácter esencial de esta modalidad
contractual. Esta discusión quedó zanjada tras la regulación jurídica de este instituto por el
nuevo Código Civil y Comercial, que vino a darle razón a la última posición autoral mencionada.
En efecto, en su art. 1503, expresa: 

Excepto pacto en contrario: a) la concesión es exclusiva para ambas partes en el


territorio o zona de influencia determinados. El concedente no puede autorizar otra
concesión en el mismo territorio o zona y el concesionario no puede, por sí o por
interpósita persona, ejercer actos propios de la concesión fuera de esos límites o

actuar en actividades competitivas.2

[2] Art. 1503 – Ley N° 26.994 (2014). Op. cit.

Legislación aplicable. Clases. Supuestos excluidos

La regulación actual de las contrataciones con finalidad distributiva ha establecido un tipo


mínimo de orden público. Por lo tanto, los sujetos contratantes, si bien gozan de amplia libertad
para negociar las condiciones a las que desean someter su relación negocial, no pueden
soslayar las condiciones mínimas establecidas por el nuevo Código Civil y Comercial.

Actualmente, tras el dictado y sanción del nuevo Código Civil y Comercial, el contrato de agencia
se encuentra regulado por los artículos 1479 y siguientes de este plexo legal.

Caracteres

Algunos de sus aspectos más importantes son:

Entre las partes no hay transmisión de la propiedad de las cosas a vender.

El comitente tiene un poder discrecional de aprobación de los contratos celebrados


por el agente, en forma previa a que estos produzcan sus efectos frente a terceros.

El agente es una parte autónoma, independiente, pero sujeto al control del principal.

El agente tiene exclusividad de zona, como en todos los contratos con finalidad
distributiva.
Existe en la relación contractual un vínculo estable, con vocación de durabilidad.

El agente, a diferencia del empleado, realiza su actividad con medios propios (por
ser independiente) y a su propio riesgo.

No existe dependencia jurídica, económica, ni técnica que permitan presumir un


vínculo laboral.

No existe representación del principal por parte del agente.

Sujetos. Objeto. Causa. Forma. Prueba

En el contrato de agencia los sujetos contratantes reciben, respectivamente, el nombre de


agente y preponente (empresario o principal).

A G E NTE PRE PO N E N T E , E M PRE S A RI O O PRI N . . .

Es un intermediario independiente que se limita a promover negocios por cuenta de otro, pero sin
asumir el riesgo de las operaciones ni representar al preponente. Este sujeto contractual intentará, a
través de su actividad, promocionar los negocios del empresario y, de este modo, aumentar su cartera
de clientes.

A G E NTE PRE PO N E N T E , E M PRE S A RI O O PRI N . . .

Es el titular de los negocios objeto de promoción, que se obliga a pagar por ello una retribución que,
por lo general, se basa en la extensión o calidad de la intermediación.
Lo expuesto nos permite advertir la diversa naturaleza de las obligaciones que corresponden a
cada uno de los sujetos mencionados. En efecto, corresponde al empresario, como obligación
principal, la de entregar el monto al que asciende la remuneración pactada en dinero, lo que se
traduce en una obligación de dar suma de dinero; mientras que en lo que atañe al agente,
tenemos una obligación de hacer.

En cuanto al objeto de la contratación, la actividad del agente puede incluir no solo la promoción
de los negocios, sino también la conclusión de estos, lo que implica que actuará como
mandatario o como representante del principal. Pero la finalidad económica del contrato es
siempre generar nuevos clientes, a partir de la promoción de los negocios del principal.

Respecto a la forma, la nueva regulación establece que el contrato deberá instrumentarse por
escrito.

Obligaciones de las partes. 

Obligaciones del agente

Según el art 1483 del Código Civil y Comercial, son obligaciones que recaen sobre el agente las
siguientes:

1 Velar por los intereses del empresario y actuar de buena fe en el ejercicio de sus
actividades.

2 Ocuparse con la diligencia de un hombre de negocios de la promoción y, en su caso,


de la conclusión de los actos u operaciones que le encomendaron.
3 Cumplir su cometido de conformidad con las instrucciones recibidas del empresario
y transmitir a este toda la información de la que disponga, relativa a su gestión.

4 Informar al empresario, sin retraso, de todos los negocios tratados o concluidos y, en


particular, lo relativo a la solvencia de los terceros con los que se proponen o se
concluyen operaciones.

5 Recibir en nombre del empresario las reclamaciones de terceros sobre defectos o


vicios de calidad o cantidad de los bienes vendidos o de los servicios prestados
como consecuencia de las operaciones promovidas, aunque él no las haya
concluido, y transmitírselas de inmediato.

6 Asentar en su contabilidad en forma independiente los actos u operaciones relativos


a cada empresario por cuya cuenta actúe3.

[3] Art. 1483 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Si retomamos al contrato de agencia que venimos tratando, podemos observar que, esta

temática esta tratada en la cláusula ________ y como abogados asesores deberíamos sugerir la

eliminación de los puntos 2 y 3 de dicha cláusula, ya que es de una generalidad y amplitud

peligrosa para el agente, y con lo dispuesto en el punto 1 y el CCCN en su artículo 1483,

recientemente analizado, parece suficiente para cubrir las eventuales contingencias. En todo

caso deberíamos saber qué situación no comprendida en el ámbito del punto 1 y los artículos

1483 y concordantes del CCyC, nuestro cliente pretende cubrir para luego evaluarla.  

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Obligaciones del comitente

Por su parte, las principales obligaciones del comitente son las siguientes, a saber:

1 Actuar de buena fe, y hacer todo aquello que le incumbe, teniendo en cuenta las
circunstancias del caso, para permitir al agente el ejercicio normal de su actividad.

2 Poner a disposición del agente con suficiente antelación y en la cantidad apropiada,


muestras, catálogos, tarifas y demás elementos de que se disponga y sean
necesarios para el desarrollo de las actividades del agente.

3 Pagar la remuneración pactada.

4 Comunicar al agente, dentro del plazo de uso o, en su defecto, dentro de los quince
días hábiles de su conocimiento, la aceptación o rechazo de la propuesta que le
haya sido transmitida.

5 Comunicar al agente, dentro del plazo de uso o, en su defecto, dentro de los quince
días hábiles de la recepción de la orden, la ejecución parcial o la falta de ejecución
del negocio propuesto.4

[4] Art. 1483 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Pactos especiales. a) Remuneración. b) cláusula de no competencia. c) Otras cláusulas


admisibles

El agente opera sin representar al empresario, por lo que, en principio, no tiene facultad para
obligarlo directamente ni puede cobrar los créditos resultantes de su gestión, salvo que cuente
con poder especial para ello (art. 1485); su actuación se limita a una simple intermediación entre
el empresario y el consumidor, salvo en lo que respecta a la recepción de las reclamaciones de
terceros previstas en el artículo 1483 del Código Civil y Comercial Unificado.

A menos que exista un pacto en contrario, se entiende que el contrato de agencia se celebra por
un plazo indeterminado. Si se hubiere pactado que el contrato duraría por un plazo determinado,
“su continuación con posterioridad al vencimiento acordado lo transforma en un contrato por

tiempo indeterminado”5. En cuanto al reembolso de gastos, debemos señalar que el agente no


tiene derecho al reembolso de los gastos que le origine el ejercicio de su actividad, salvo que
medie un pacto en contrario (art. 1490).

[5] Art. 1491 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Asimismo, las partes pueden prever un plazo de duración del contrato superior al tiempo mínimo
que establece el legislador en el art. 1492 del Código Civil y Comercial. Finalmente, las partes
pueden convenir la remuneración del agente. Si no hubiere un pacto expreso al respecto, la
remuneración consistirá en “una comisión variable según el volumen o el valor de los actos o
contratos promovidos y, en su caso, concluidos por el agente, conforme con los usos y prácticas

del lugar de actuación del agente”6.

[6] Art. 1486 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Efectos frente a los terceros

Conforme lo hemos señalado, el agente obra por cuenta de quien le encarga los negocios, y no
se obliga frente a los terceros. Como consecuencia de ello, por regla, estos últimos solo tienen
acción contra el principal que es el que resulta obligado.

Para profundizar en esta temática, remitimos a la lectura de la bibliografía obligatoria de la


materia.
Extinción del contrato: a) Causales. b) Efectos. Compensación por clientela. Excepciones

La práctica muestra que los clientes del agente suelen seguir al producto y no a la persona,
razón por la cual, frente a la resolución del vínculo contractual, se han establecido distintos
criterios para indemnizar la clientela que el agente ha logrado con su trabajo al promover los
negocios del principal.

Sistemas

Modelo francés: tiene en cuenta la reparación del daño sufrido y no encuentra un


límite cuantitativo en cuanto al monto indemnizatorio. El criterio se centra en la
ganancia que hubiera podido obtener si el contrato hubiese continuado, o bien
teniendo en cuenta las inversiones o gastos que hubiese impuesto el contrato y no
se encontraren amortizados.

Modelo alemán: solo da derecho a cobrar por los nuevos clientes logrados o por
haber incrementado de manera significativa las operaciones respecto de clientes
preexistentes. El límite cuantitativo es de la remuneración que hubiese percibido en
el plazo de un año, conforme a las remuneraciones promedio del contrato.

Nuestro Código Civil y Comercial unificado ha regulado esta situación y establece una regla
general para los casos de extinción del contrato de agencia, en su art. 1497. En tal sentido, el
mencionado dispositivo ha previsto que:

Extinguido el contrato, sea por tiempo determinado o indeterminado, el agente que


mediante su labor ha incrementado significativamente el giro de las operaciones
del empresario, tiene derecho a una compensación si su actividad anterior puede

continuar produciendo ventajas sustanciales a este7.

[7] Art. 1486 – Ley N° 26.994. (2914). Op. cit.

Y, asimismo, estableció que: “en caso de muerte del agente ese derecho corresponde a sus

herederos”8.

[8] Art. 1497 – Ley N° 26.994. (2914). Op. cit.

Finalmente, reguló la cuestión ante la falta de acuerdo entre las partes, en cuyo caso, previó que:

la compensación debe ser fijada judicialmente y no puede exceder del importe


equivalente a un año de remuneraciones, neto de gastos, promediándose el valor
de las percibidas por el agente durante los últimos cinco años, o durante todo el

período de duración del contrato, si este es inferior.9

[9] Art. 1497 – Ley N° 26.994. (2914). Op. cit.

De este modo, nuestro codificador adscribió al sistema alemán en la materia. Cabe aclarar que
esta compensación no impide al agente, en su caso, reclamar por los daños derivados de la
ruptura por culpa del empresario. 

A su vez, el legislador común se encargó de enunciar los supuestos en los que la compensación
por clientela quedaba excluida, en su art. 1498, que textualmente reza:
Compensación por clientela. Excepciones. No hay derecho a compensación si:

1 El empresario pone fin al contrato por incumplimiento del agente;

2 El agente pone fin al contrato, a menos que la terminación esté justificada por


incumplimiento del empresario; o por la edad, invalidez o enfermedad del agente,
que no permiten exigir razonablemente la continuidad de sus actividades. Esta
facultad puede ser ejercida por ambas partes10.

[10] Art. 1498 – Ley N° 26.994. (2914). Op. cit.


LECCIÓN 2 de 3

Contratos de distribución de bienes y servicios

Contrato de concesión

Definición

El contrato de concesión es definido por el nuevo Código Civil y Comercial de la siguiente


manera:

Hay contrato de concesión cuando el concesionario, que actúa en nombre y por


cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su
organización empresaria para comercializar mercaderías provistas por el
concedente, prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios según haya

sido convenido.11

[11] Art. 1502 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Legislación aplicable. Clases. Casos comprendidos

En nuestro país, el contrato de concesión actualmente cuenta con una legislación específica, al
igual que sucede en países como Suiza o Italia. Uno de los aspectos a tener presente a la hora
de analizar este contrato es que, si bien proviene del Derecho Público, existen diferencias entre
dicho ámbito y el del derecho común regulado por nuestro Código Civil y Comercial, ya que esta
última actividad se encuadra en el espacio de la competencia, lo que no acontece en el ámbito
público, donde se otorga un quasi monopolio generalmente. Así, el Código Civil y Comercial lo
regula en los artículos 1502 a 1511. La regulación es mínima, asimismo, es aplicable al contrato
de distribución propiamente dicho en cuanto sea pertinente, y a los contratos en los que se
concedan la venta y comercialización de software o de procedimientos similares.

El contrato de concesión es definido por nuestro legislador, del siguiente modo:

Hay contrato de concesión cuando el concesionario, que actúa en nombre y por


cuenta propia frente a terceros, se obliga mediante una retribución a disponer de su
organización empresaria para comercializar mercaderías provistas por el
concedente, prestar los servicios y proveer los repuestos y accesorios según haya

sido convenido12.

[12] Art. 1502 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

En un sentido similar, la doctrina lo ha conceptualizado como aquel mediante el cual el


concedente encomienda al concesionario un servicio permanente, organizado e integrado, para
la comercialización de sus productos, siendo el concesionario el medio a través del cual el
concedente llega al mercado (Lorenzetti, 1999).

Clases: concesión pública y privada. Concesión con finalidad distributiva y para la prestación
de servicios

La concesión reconoce diversas clases o tipos de acuerdo con diversos criterios de clasificación,
a saber:
a) Conforme al criterio que tiene en cuenta al sujeto concedente, habrá concesión:

Pública

Cuando el sujeto concedente es el Estado en cualquiera de sus formas. No tiene finalidad distributiva y
queda regido por el derecho administrativo

Privada

Cuando el sujeto concedente es una empresa, ya sea que revista la forma de sociedad o se trate de un
empresario particular. Tiene finalidad distributiva; no hay imperio del Estado y se rige por las normas
del Código Civil y Comercial unificado.

Sin finalidad de lucro



Cuando el sujeto concedente es una entidad sin fines de lucro; v.gr.: una asociación civil, como puede
ser un club que da en concesión la cantina a un tercero que llevará adelante su explotación.

b) Conforme al criterio que tiene en cuenta la finalidad perseguida, habrá concesión:

Con finalidad distributiva: el concedente produce los bienes objeto del contrato y le
otorga a un tercero un derecho de reventa con exclusividad. El vínculo base que
sustenta la relación jurídica es el suministro en el contexto de un vínculo de
colaboración y gestoría, encaminado a lograr la finalidad distributiva.
Para la prestación de servicios: no hay finalidad distributiva, ni actos de venta,
reventa o suministro. Un sujeto da en concesión a otro la explotación de un servicio,
v.gr.: el servicio de comedor de una cantina o bar. Es habitual que el concesionario se
desempeñe en el lugar que le provee el concedente, v.gr.: un club, una asociación,
etc. Es el vínculo que está más cercano a la existencia de una relación laboral o a
una locación de cosas.

Para la prestación de servicios y obras: en este caso tampoco hay finalidad


distributiva ni actos de venta. El concedente otorga un privilegio de explotación de
determinada área, obligándose el concesionario a prestar un servicio (igual que en el
caso anterior), pero con la obligación de realizar inversiones, o modificaciones o
desarrollar un proyecto acordado. En muchos casos, el concedente persigue, de
esta manera, que se haga una obra sin costo alguno, puesto que, al finalizar la
concesión, quedan las mejoras para el concedente. El plazo es fundamental para
garantizar la amortización de la inversión al concesionario, por lo que el concedente
no puede extinguirlo con antelación.

A partir de las clasificaciones enunciadas, nos detendremos para dar mayor precisión a las
nociones involucradas y a la distinción entre la concesión pública y la privada. En esta dirección,
diremos que la concesión pública consiste en una autorización o habilitación del Estado para
llevar a cabo una determinada actividad (por ejemplo, el transporte público de pasajeros o la
recolección de residuos). El concesionario hace un aporte de gerenciamiento y de conocimientos
técnicos específicos, que son necesarios y útiles al Estado, en cualquiera de sus esferas, siendo
entonces el concesionario autorizado a percibir una tarifa que represente el costo del servicio
que presta, como contraprestación.

Existen supuestos en los que el concesionario, además de lo expuesto en el párrafo anterior,


vale decir, la prestación del servicio o la realización de la obra pública, debe hacer inversiones; en
estos casos, la tarifa incluirá no solo el costo del servicio, sino también tendrá en cuenta la
recuperación de la inversión que hubiera realizado. Por el contrario, cuando el concesionario no
efectúa inversiones, por lo general, la legislación prevé que el Estado deba efectuar una entrega
o adelanto para que el concesionario se encuentre en condiciones de dar inicio a la obra
concedida.

Además, podemos afirmar que, si se trata de una concesión pública, son las reglas del derecho
público las que se aplicarán, en cuanto estamos frente a un contrato administrativo. Como antes
se expresó, en este tipo de concesión no se pretende una distribución de bienes o servicios
propiamente dicha, como ocurre en el ámbito privado, sino que se delegan en alguien que reúna
las características de idoneidad necesaria y suficiente para cumplir con la realización de la obra
o la prestación del servicio.

Otra de las diferencias existentes, si bien existe tanto en el ámbito privado como público un
fuerte control del concedente, es que el Estado permanece como titular del servicio, por lo tanto,
es titular de este y los bienes involucrados bajo su órbita de propiedad y cuidado. Podemos
afirmar que, en cuanto a control, en el ámbito estatal es un deber que tiene en miras el bien de la
comunidad, el interés público; mientras en el ámbito privado es una facultad.

Las diferencias entre el espacio público y privado están dadas principalmente por la actuación
del Estado, en cualquiera de sus esferas, como persona de Derecho Público, lo que implica, en
muchos casos, potestades exorbitantes previstas, o bien ínsitas en el contrato de concesión
administrativo a favor de la administración. En esta línea, viene al caso señalar que en la
contratación pública no se habla de precio, denominación esta propia del derecho privado, sino
de tarifas. La diferencia entre el precio del Derecho Privado y las tarifas es que estas dependen
solo de la voluntad del Estado, en tanto el primero se establece de mutuo acuerdo entre las
partes merced a la igualdad y equilibrio contractual existente.

Ahora bien, nadie puede discutir los puntos de contacto entre ambas figuras, ya que, por
ejemplo, la finalidad de ambas es la explotación de un servicio concedido por otro que lo detenta,
o bien que se otorguen bienes para ser explotados, o que se establezca una compensación al
concedente, o que la actuación del concesionario es siempre a su riesgo, por ser una empresa
autónoma e independiente.
Sin lugar a duda, la mayor utilización de esta modalidad contractual se vislumbra en el sector de
la venta de automóviles, tema que trataremos particularmente más adelante, en la presente
lectura. Ahora bien, ¿cuáles son las ventajas de la utilización del contrato de concesión que
corresponde al ámbito del derecho privado?

Hay un tema prioritario en lo que atañe a la competitividad de las empresas y es la  baja de
costos. En el caso de la concesión tal objetivo se logra, ya que el concedente no deberá
organizar una red propia para comercializar sus productos o servicios con sus propios medios
económicos. En efecto, podrá lograr la conquista de nuevos mercados y clientes a través del
establecimiento de concesiones en distintos puntos estratégicos, lo que, sin dudas, influirá en su
nivel de erogaciones, deslindándose incluso de responsabilidades, ya que es el concesionario el
que asume los riesgos. Sin ninguna dificultad podemos, entonces, vislumbrar la importancia del
contrato bajo análisis.

En el ámbito de la concesión privada, podemos afirmar que la totalidad de los contratos tienen
en común que el _________ ponga su organización empresarial, autónoma e independiente a

disposición del ________, sea para comercializar productos en una determinada zona o mercado,
sea para prestar servicios a terceros.

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El concesionario sufre una pérdida de independencia económica desde el mismo momento en


que decide contratar, ya que entra a formar parte del control de un principal o concedente, que
va a fiscalizar todos los procesos de comercialización y a establecer los precios de venta al
público.
Otra de las facultades del concedente, que vienen a ratificar lo expuesto, es que podrá
supervisar las condiciones en que se van a ofrecer los productos y servicios (acondicionamiento
del local, por ejemplo), imponer condiciones de financiamiento de los bienes o servicios a los
clientes, a través de instituciones propuestas por él mismo, y exigir el ajuste a criterios
unificados; por ejemplo, de contabilidad, informes, entre otros.

Caracteres

De lo referido, podemos inferir los elementos tipificantes del contrato, a saber:

Es consensual.

Es bilateral.

Es oneroso.

Cuenta con tipicidad legal.

Es de larga duración y cuenta con estabilidad (art. 1506).

Además, podemos agregar como nota tipificante del contrato de concesión, la exclusividad (art.
1503), la ausencia de representación y de relación laboral, su pertenencia a los contratos con
finalidad distributiva y la frecuente utilización de la conexidad contractual. Este contrato de
empresas está excluido de la regulación que realiza la Ley de Defensa del Consumidor (Ley N°
24.240), pues son parte en el mismo dos empresarios.

Sujetos. Objeto. Causa. Forma. Prueba. Duración del contrato


Los sujetos del contrato bajo estudio son el concedente y el concesionario.

a) Concedente

Ventajas

Evita arriesgar capital propio.

Negociación con empresa independiente: no hay relación laboral. Disminuye el


riesgo de conflictos laborales.

No sobredimensiona su empresa.

Optimiza la colocación de productos.

Alcanza nuevos mercados.

Desventajas

Intereses no siempre coincidentes.

b) Concesionario

Ventajas

Integrar cadena o marca prestigiosa.

Contar con la colaboración del concedente.

Exclusividad territorial.

Desventajas

Resigna libertades individuales por control.

Mantenimiento de stock mínimo.


Contratos de adhesión.

Mayor inversión para estructura idónea.

Objeto. Causa. Forma. Prueba. Duración del contrato

El objeto del contrato de concesión a decir de la jurisprudencia de la CSJN (Corte Suprema de


Justicia de la Nación Argentina) está constituido por la comercialización de determinados
bienes, más que por las compraventas sucesivas de tales bienes. Es un contrato informal y, por
lo tanto, le rige el principio de libertad probatoria. En cuanto a su duración, el nuevo Código Civil y
Comercial estableció, en su artículo 1506, lo siguiente:

El plazo del contrato de concesión no puede ser inferior a cuatro años. Pactado un
plazo menor o si el tiempo es indeterminado, se entiende convenido por cuatro
años.

Excepcionalmente, si el concedente provee al concesionario el uso de las


instalaciones principales suficientes para su desempeño, puede preverse un plazo
menor, no inferior a dos años. La continuación de la relación después de vencido el
plazo determinado por el contrato o por la ley, sin especificarse antes el nuevo

plazo, lo transforma en contrato por tiempo indeterminado14.

[14] Art. 1506 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Obligaciones y deberes de las partes. a. Obligaciones y deberes del concedente. b.


Obligaciones y deberes del concesionario
Veamos ahora cuáles son las obligaciones de las partes. Nuestro actual Código Civil y Comercial
ha regulado las obligaciones del concedente y del concesionario en dos articulados que se
transcriben a continuación:

ARTÍCULO 1504. Obligaciones del concedente. Son obligaciones del concedente:

1 proveer al concesionario de una cantidad mínima de mercaderías que le permita


atender adecuadamente las expectativas de venta en su territorio o zona, de
acuerdo con las pautas de pago, de financiación y garantías previstas en el contrato.
El contrato puede prever la determinación de objetivos de ventas, los que deben ser
fijados y comunicados al concesionario de acuerdo con lo convenido;

2 respetar el territorio o zona de influencia asignado en exclusividad al concesionario.


Son válidos los pactos que, no obstante, la exclusividad, reserva para el concedente
cierto tipo de ventas directas o modalidades de ventas especiales;

3 proveer al concesionario la información técnica y, en su caso, los manuales y la


capacitación de personal necesarios para la explotación de la concesión;

4 proveer durante un período razonable, en su caso, repuestos para los productos


comercializados;

5 permitir el uso de marcas, enseñas comerciales y demás elementos distintivos, en


la medida necesaria para la explotación de la concesión y para la publicidad del
concesionario dentro de su territorio o zona de influencia.15

[15] Art. 1504 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

ARTÍCULO 1505.- Obligaciones del concesionario. Son obligaciones del concesionario:


1 comprar exclusivamente al concedente las mercaderías y, en su caso, los repuestos
objeto de la concesión, y mantener la existencia convenida de ellos o, en defecto de
convenio, la cantidad suficiente para asegurar la continuidad de los negocios y la
atención del público consumidor;

2 respetar los límites geográficos de actuación y abstenerse de comercializar


mercaderías fuera de ellos, directa o indirectamente por interpósita persona;

3 disponer de los locales y demás instalaciones y equipos que resulten necesarios


para el adecuado cumplimiento de su actividad;

4 prestar los servicios de pre entrega y mantenimiento de las mercaderías, en caso de


haberlo así convenido;

5 adoptar el sistema de ventas, de publicidad y de contabilidad que fije el concedente;

6 capacitar a su personal de conformidad con las normas del concedente.

Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso a), el concesionario puede vender


mercaderías del mismo ramo que le hayan sido entregadas en parte de pago de las
que comercialice por causa de la concesión, así como financiar unas y otras y
vender, exponer o promocionar otras mercaderías o servicios que se autoricen por
el contrato, aunque no sean accesorios de las mercaderías objeto de la concesión ni

estén destinados a ella.16

[16] Art. 1505 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Retribución y gastos

Respecto a la retribución y gastos, el nuevo Código Civil y Comercial ha previsto en su artículo


1507 que:
 

El concesionario tiene derecho a una retribución, que puede consistir en una


comisión o un margen sobre el precio de las unidades vendidas por él a terceros o
adquiridas al concedente, o también en cantidades fijas u otras formas convenidas
con el concedente.

Los gastos de explotación están a cargo del concesionario, excepto los necesarios
para atender los servicios de pre entrega o de garantía gratuita a la clientela, en su

caso, que deben ser pagados por el concedente conforme a lo pactado17.

[17] Art. 1507 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Extinción del contrato. Causales

El contrato de concesión, conforme a su actual regulación legal, se resuelve, finaliza o se


extingue por:

1 muerte o incapacidad del agente;

2 disolución de la persona jurídica que celebra el contrato, que no deriva de fusión o


escisión;

3 quiebra firme de cualquiera de las partes;

4 vencimiento del plazo;

5 incumplimiento grave o reiterado de las obligaciones de una de las partes, de forma


de poner razonablemente en duda la posibilidad o la intención del incumplidor de
atender con exactitud las obligaciones sucesivas. Este supuesto refiere a la
ejecución de la cláusula resolutoria (llamada en el anterior código pacto comisorio)
como consecuencia del incumplimiento de alguno de los cocontratantes (arts. 1086
y 1087, Ley N° 26.994; arts. 1204, Cód. Civ.; y arts. 216 de Cód. Com. vigentes hasta
31 de julio de 2015.);

6 disminución significativa del volumen de negocios del agente.

7 Además de los antes expuestos, existen otros motivos que pueden dar lugar a la
resolución del contrato de concesión, como, por ejemplo, el caso fortuito o la fuerza
mayor, regulado en el actual Código Civil y Comercial bajo la denominación de
frustración de la finalidad  (art. 1090, Ley N° 26.994; y arts. 513 y 88, Cód. Civ.
vigente hasta 31 de julio de 2015.); y la excesiva onerosidad sobreviniente o
imprevisión (art. 1091, Ley N° 26.994), con la prevención de que, por tratarse la
concesión de un contrato "de empresa" celebrado entre comerciantes, la aplicación
en la especie de la teoría de la imprevisión deberá ser interpretada muy
restrictivamente.

Para la profundización de estas causales resolutorias, recomendamos remitirnos a la lectura de


la bibliografía obligatoria, y a lo ya expuesto con anterioridad.
Contratos de expansión y franquicia

Contratos de expansión y franquicia

Sujetos. Objeto. Causa. Forma. Prueba. Duración del contrato

Video conceptual

Revisión del módulo

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

Contratos de expansión y franquicia

Contrato de franquicia

Para comenzar esta lectura, proponemos el video que se muestra a continuación. Luego de observarlo estarás en
mejores condiciones para entender el sentido del negocio, sus beneficios y la visión del emprendedor. Es decir,
lograrás una comprensión sistemática a la hora de estudiar el contrato.

Video 1: ¿Qué es una franquicia y qué significa? ¿Es un modelo de negocio rentable? ¿Cómo comprar
franquicias?

Que es una FRANQUICIA y que signi ca? Es un modelo de negocio rentable? …

Fuente: Diverdocus - Finanzas y desarrollo personal (2017). ¿Qué es una franquicia y que significa? ¿Es un modelo de negocio rentable? ¿Cómo comprar franquicias?

[Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=SASzjJAQdn4

Concepto de franquicia. Definiciones especiales

En una primera aproximación, podemos afirmar que la franquicia es un contrato con finalidad distributiva en sentido
amplio. A través de este una empresa de renombre o cuyos productos o servicios tienen un posicionamiento
logrado en el mercado, traslada el know how (conocimiento específico y operativo), derecho de uso de la marca y
signos distintivos, así como asistencia técnica permanente a otra empresa (autónoma e independiente, con la
debida asunción de riesgos), que se obliga a respetar las normas pautadas de control (generalmente estricto) y
pagar como contraprestación un fee de ingreso, además de un royalty o regalía periódicamente (puede ser
mensual, bimestral, trimestral, etc.).

Por su parte, Unidroit (en Universo Jus, 2020) ha definido al contrato de franquicia de la siguiente manera:

Una operación de franquicia es una relación contractual entre un franquiciante y un franquiciado en la


cual el franquiciante ofrece o es obligado a mantener un interés permanente en el negocio del
franquiciado en aspectos tales como el know-how y la asistencia técnica; el franquiciado opera bajo un
nombre comercial conocido, un método y/o un procedimiento que pertenece o que es controlado por el
franquiciante, y en el cual el franquiciado ha hecho o hará una inversión sustancial en su propio negocio
con sus propios recursos. (http://universojus.com/codigo-civil-comercial-comentado/articulo-1512)

El texto del nuevo Código Civil y Comercial (art. 1512) lo define del siguiente modo:

determinados bienes o servicios bajo el nombre comercial, emblema o la marca del franquiciante, quien
provee un conjunto de conocimientos técnicos y la prestación continua de asistencia técnica o

comercial, contra una prestación directa o indirecta del franquiciado.1

[1] Art. 1512 – Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de La Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

El contrato de franquicia se caracteriza por:

Las partes del contrato son independientes.


 

Las partes del contrato responden a un gestor.

Entre las partes existe una relación laboral.


El franquiciante por regla responde por las obligaciones del franquiciado.

Los dependientes del franquiciado dependen del franquiciante.

SUBMIT

Entonces, con estos conceptos ya analizados, podemos realizar un bosquejo de una carta oferta como hicimos en
lecturas anteriores. ¿Cuáles serán los nombres de las partes? ¿Qué datos deberán proveerte los clientes? En el
archivo que presentamos a continuación tienen un ejemplo.

Modelo de Oferta - Franquicia.pdf


54.9 KB

Como se puede observar, es un modelo proforma, ya que es necesario que estos tengan agilidad y queden
estandarizados para la previsibilidad de los negocios. De este modo, se facilita la gestión y no se requiere la
aprobación de cada escrito por parte de los directivos de la empresa, dado que ya son pre aprobados y solo resta el
visto bueno con respecto al negocio en sí. En la parte de la referencia existe un número, este se utiliza cuando hay
muchos documentos similares, de esta manera se pueden codificar para mejorar la identificación tanto del convenio
como de la contabilidad.

Legislación aplicable. Clases. Casos comprendidos

El contrato de franquicia no se encontraba regulado legalmente con antelación al dictado del Código Civil y
Comercial de la Nación que actualmente nos rige. Sin embargo, esta modalidad contractual contaba con tipicidad
social, en virtud de su reiterada utilización en la práctica empresarial.

Para una parte de la doctrina, la franquicia era entendida como una modalidad de concesión a la que se le adicionan
métodos y medios para permitir a la parte concedente la explotación del negocio, la administración del fondo de
comercio vinculado y mejorar las condiciones para ambos contratantes; pero tal interpretación no ha sido atendida
por el codificador, lo que se evidencia en el hecho de haber regulado a ambos institutos (concesión y franquicia) por
separado, y darles a cada uno su propio régimen jurídico.
Resulta criticable que la franquicia y la concesión hayan sido regulados en capítulos separados, pues, al ser una
modalidad contractual con finalidad distributiva, al igual que el contrato de agencia, todos estos contratos deberían
haber sido regulados en forma conjunta, de modo tal, que ello permita -con recurso al argumento a rúbrica-
reconocer en ellos la identidad distributiva que los une bajo un mismo género, el de los contratos de distribución en
sentido lato.

El contrato de franquicia no se encontraba regulado legalmente con antelación al dictado del Código Civil y
Comercial de la Nación que actualmente nos rige. Sin embargo, esta modalidad contractual contaba con tipicidad
social, en virtud de su reiterada utilización en la práctica empresarial.

Para una parte de la doctrina, la franquicia era entendida como una modalidad de concesión a la que se le adicionan
métodos y medios para permitir a la parte concedente la explotación del negocio, la administración del fondo de
comercio vinculado y mejorar las condiciones para ambos contratantes; pero tal interpretación no ha sido atendida
por el codificador, lo que se evidencia en el hecho de haber regulado a ambos institutos (concesión y franquicia) por
separado, y darles a cada uno su propio régimen jurídico.

Resulta criticable que la franquicia y la concesión hayan sido regulados en capítulos separados, pues, al ser una
modalidad contractual con finalidad distributiva, al igual que el contrato de agencia, todos estos contratos deberían
haber sido regulados en forma conjunta, de modo tal, que ello permita -con recurso al argumento a rúbrica-
reconocer en ellos la identidad distributiva que los une bajo un mismo género, el de los contratos de distribución en
sentido lato.

Sistemas de franquicia

El sistema de franquicias es una red de contratos celebrados entre varios sujetos con el otorgante de la franquicia,
con finalidad distributiva, y con la característica de una identificación con el franquiciante. Los sujetos involucrados
son autónomos, lo que lo diferencia con una gran empresa de distribución que utilice dependientes.

Para profundizar en esta temática, se recomienda la lectura de la bibliografía obligatoria: Lorenzetti (1999, pp. 667-
668).

Modalidades

El contrato de franquicia presenta diversas modalidades, conforme a determinados parámetros o criterios


diferenciadores, a saber:
1 Según la injerencia del dador, esto es, el derecho de planificación del negocio, la franquicia puede
asumir una modalidad de primera, segunda o tercera generación.

2 Según el objeto, la franquicia puede ser una franquicia de productos o una franquicia de servicios.

3 Según los actos del tomador, la franquicia puede ser con finalidad distributiva (el franquiciado se
limita al traspaso de bienes desde el fabricante hasta el consumidor), o de fabricación (o producción,
cuando el franquiciado fabrica el producto según las indicaciones del franquiciado y los vende bajo la
marca de este último).

A su vez, existen diversos tipos de franquicia, pero las más conocidos son los siguientes:

Franquicia de producción.

Franquicia de hotelería.

Franquicia de servicios.

Franquicia para la venta.

Caracteres

El contrato de franquicia es:

1 Típico.

2 Bilateral.

3 Oneroso.

4 Consensual.

5 No formal.

6 De colaboración.

7 Durable.
8 De adhesión (por regla).

9 Se discute su carácter intuitu personae.


LECCIÓN 2 de 5

Sujetos. Objeto. Causa. Forma. Prueba. Duración del contrato

Sujetos

Las partes involucradas en el contrato de franquicia son:

El dador, también denominado franquiciante: es la empresa titular de la marca, y del know how.

El tomador, también denominado franquiciado: es quien realiza la inversión inicial y paga el canon
periódico para desarrollar el negocio exitoso.

Objeto

El objeto o finalidad perseguida es distributiva. Si lo que en realidad busca el franquiciado es otro fin (verbigracia:
una finalidad recaudatoria, financiera, o monopólica), se verificará una desviación de la finalidad propia del contrato,
en cuyo caso se deberá resolver la cuestión por aplicación de la legislación especial aplicable al caso como puede
ser la de defensa de la competencia. Y, de darse los extremos exigidos por el derecho de daños, podrá requerirse –
además de la nulidad del contrato por causa u objeto ilícito- el correspondiente resarcimiento de los daños y
perjuicios causados al tomador.

Con estos conceptos ya estás en condiciones de confeccionar la cláusula respectiva al objeto de la carta oferta de la
franquicia, para probar te traemos el siguiente texto a completar.

Por el presente la _______ concede al ________ , conforme a los términos y condiciones contenidos en el presente, permiso precario

para utilizar la _______ y el derecho para emplear el ________ y el FRANQUICIADO contrae la obligación de operar y utilizar dicho

SISTEMA de la FRANQUICIANTE, el cual podrá modificarse, mejorarse y desarrollarse, por la FRANQUICIANTE. El derecho

otorgado comprende únicamente servicios a ser brindados en la INSTALACIÓN SUJETA A FRANQUICIA, excluyéndose

expresamente el servicio de catering, fiestas a domicilio, y cualquier tipo de eventos especiales a realizarse fuera de la misma.

Escriba su respuesta aquí


SUBMIT

Causa

La causa vista como causa fin se encuentra dada en el contrato de franquicia por una finalidad distributiva que
deberá reflejarse en el contrato. En el objeto, recientemente redactado establecimos que “excluyéndose
expresamente el servicio de catering, fiestas a domicilio, y cualquier tipo de eventos especiales a realizarse fuera de
la misma”, ahora, si el franquiciado quisiera desarrollar catering, fiestas y eventos dentro del local Snaggletooth
Burguers, ¿qué solución le darías? Lo lógico, práctico y más sencillo es redactarle una adenda que posibilite el
desarrollo de esas actividades. En este ejemplo, podrás observar cómo podría enmendarse el convenio y agregarse
esta particularidad.

Modelo de Oferta - Enmienda.pdf


231.6 KB

Forma. Prueba. Duración del contrato

El contrato de franquicia es, al igual que el resto de los contratos de distribución, un contrato no formal. Por lo tanto,
le rige el principio de libertad probatoria pudiendo probarse su existencia por cualquier medio de prueba que lleve a
la convicción sobre su celebración y modalidades.

Finalmente, debemos señalar que las partes son quienes estipulan el plazo de duración del contrato, en ejercicio de
la autonomía de la voluntad. Sin embargo, conforme surge del art. 1516 del nuevo Código Civil y Comercial, en
cuanto al plazo del contrato de franquicia es aplicable el tope mínimo que prevé el artículo 1506 del mismo plexo
normativo, en su primer párrafo; esto es, no puede pactarse un plazo inferior a cuatro años. Si se hubiere “pactado

un plazo menor o si el tiempo es indeterminado, se entiende convenido por cuatro años”4

Al vencimiento del plazo, el contrato se entiende prorrogado tácitamente por plazos sucesivos de un
año, excepto expresa denuncia de una de las partes antes de cada vencimiento con treinta días de

antelación. A la segunda renovación, se transforma en contrato por tiempo indeterminado.5


[4] Art. 1506 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

[5] Art. 1516 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Supongamos ahora, que las partes quieran modificar el plazo pactado inicialmente establecido, ¿se animan a
redactar su adenda? Para chequear, aquí tienen otro ejemplo.

Modelo de Oferta - Enmienda plazo.pdf


230.5 KB

Obligaciones y deberes de las partes: a) Obligaciones del franquiciante. b) Obligaciones del franquiciado. c)
Deberes colaterales de las partes

Los arts. 1514 y 1515 del Código Civil y Comercial unificado regulan las obligaciones del franquiciante y
franquiciado, y procuran brindar el marco de obligaciones mínimas que las partes pueden pactar. Se trata de un
marco meramente indicativo (y mínimo) que puede ser ampliado y regulado por las partes, en función de las
particularidades del negocio en cuestión.

Son obligaciones del franquiciante:

1 Proporcionar, con antelación a la firma del contrato, información económica y financiera sobre la
evolución de dos años de unidades similares a la ofrecida en franquicia, que hayan operado un
tiempo suficiente, en el país o en el extranjero.

2 Comunicar al franquiciado el conjunto de conocimientos técnicos, aun cuando no estén patentados,


derivados de la experiencia del franquiciante y comprobados por éste como aptos para producir los
efectos del sistema franquiciado.

3 Entregar al franquiciado un manual de operaciones con las especificaciones útiles para desarrollar la
actividad prevista en el contrato.

4 Proveer asistencia técnica para la mejor operatividad de la franquicia durante la vigencia del contrato.

5 Si la franquicia comprende la provisión de bienes o servicios a cargo del franquiciante o de terceros


designados por él, asegurar esa provisión en cantidades adecuadas y a precios razonables, según
usos y costumbres comerciales locales o internacionales.
6 Defender y proteger el uso por el franquiciado, en las condiciones del contrato de los derechos
referidos en el art. 1512, sin perjuicio de que:

i) en las franquicias internacionales esa defensa está contractualmente a cargo del


franquiciado, a cuyo efecto debe ser especialmente apoderado sin perjuicio de la
obligación del franquiciante de poner a disposición del franquiciado, en tiempo propio, la
documentación y demás elementos necesarios para ese cometido.

ii) En cualquier caso, el franquiciado está facultado para intervenir como interesado
coadyuvante en defensa de tales derechos, en las instancias administrativas o judiciales
correspondientes, por las vías admitidas por la ley procesal y en la medida en que ésta lo

permita.6

[6] Art. 1514 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Son obligaciones del franquiciado:

1 Desarrollar efectivamente la actividad comprendida en la franquicia, cumplir con las especificaciones


del manual de operaciones y las que el franquiciante le comunique en cumplimiento de su deber de
asistencia técnica.

2 Proporcionar las informaciones que razonablemente requiera el franquiciante para el conocimiento


del desarrollo de la actividad y facilitar las inspecciones que se hayan pactado o que sean adecuadas
al objeto de la franquicia.

3 Abstenerse de actos que puedan poner en riesgo la identificación o el prestigio del sistema de
franquicia que integra o de los derechos mencionados en el art. 1512, segundo párrafo, y cooperar, en
su caso, en la protección de esos derechos.

4 Mantener la confidencialidad de la información reservada que integra el conjunto de conocimientos


técnicos transmitidos y asegurar esa confidencialidad respecto de las personas, dependientes o no, a
las que deban comunicarse para el desarrollo de las actividades. Esta obligación subsiste después de
la expiración del contrato.

5 Cumplir con las contraprestaciones comprometidas, entre las que pueden pactarse contribuciones
para el desarrollo del mercado o de las tecnologías vinculadas a la franquicia7.

[7] Art. 1515 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.


Relacionado al punto c) podemos ver en la oferta que venimos tratando, que la franquiciante se reserva el uso
exclusivo de las redes sociales respecto a la franquicia, sin embargo, es tal la invasión que provocaron las redes
sociales en el mundo de los negocios, que hace necesario establecer un uso de la marca por parte del franquiciado,
¿cómo plantearías la modificación sin protegerla a la franquiciante?

Modelo de Oferta - Enmienda Redes Sociales.pdf


231 KB

Responsabilidad del franquiciante: a) Responsabilidad del franquiciante al franquiciado y sus dependientes.


Responsabilidad del franquiciante frente a terceros

Nuestro actual Código Civil y Comercial determina las responsabilidades de las partes en el contrato de franquicia
en el art. 1520. Las partes del contrato son independientes, no existiendo relación laboral entre ellas. De esta
manera, el citado artículo delimita la responsabilidad del siguiente modo: “a) el franquiciante no responde por las

obligaciones del franquiciado, excepto disposición legal expresa en contrario”8; es decir, si el franquiciado contrae
obligaciones, deberá responder por las mismas, salvo disposición legal.

b) los dependientes del franquiciado no tienen relación jurídica laboral con el franquiciante, sin perjuicio
de la aplicación de las normas sobre fraude laboral;

c) el franquiciante no responde ante el franquiciado por la rentabilidad del sistema otorgado en

franquicia.9

[8] Art. 1520 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

[9] Art. 1520 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

El artículo expresa que “el franquiciado debe indicar claramente su calidad de persona independiente en lo que hace

a sus facturas, contratos y demás documentos comerciales”10, de manera tal que surja manifiestamente su calidad
de persona independiente. Finalmente, agrega que la obligación de demostrar esa calidad “no debe interferir en la

identidad común de la red franquiciada, en particular en sus nombres o rótulos comunes”11, colores, dibujos, formas
y en la presentación uniforme de sus locales, mercaderías o medios de transporte. Es obligatorio el respeto de las
características que hacen a cada marca franquiciada y que constituyen un elemento de gran importancia en el
contrato de franquicia.

[10] Art. 1520 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

[11] Art. 1520 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

En lo que refiere a la responsabilidad del franquiciante, el art. 1521 actualizado nos enseña que cuando existen
defectos en el sistema de fideicomiso, el franquiciante deberá responder cuando estos causen daños al
franquiciado. La particularidad que menciona esta norma es que ese daño debe ser probado y no puede haberse
ocasionado por la negligencia grave o el dolo del franquiciado.

Responsabilidad frente a terceros

Cuando se hace referencia al contrato de franquicia, suelen surgir dudas en lo referente al régimen de la
responsabilidad. Los cuestionamientos más usuales son los siguientes:

¿Debe responder el franquiciante por las deudas laborales que el franquiciado haya contraído con sus
propios trabajadores? ¿Debe entenderse la franquicia como un supuesto de responsabilidad solidaria?

Al respecto y como señaláramos antes, el art. 1520 del Código Civil y Comercial – siguiendo el proyecto del año
1998 - pone fin a esta duda al aclarar que las partes del contrato de franquicia son independientes y no existe
relación laboral entre ellas. El franquiciante no responde por las deudas del franquiciado y no existe responsabilidad
solidaria, salvo disposición legal en contrario. Como consecuencia de ello, y para terminar de salvar dudas, el inc. b)
reza: “los dependientes del franquiciado no tienen relación jurídico-laboral con el franquiciante, sin perjuicio de la

aplicación de las normas sobre fraude laboral”12.

[12] Art. 1520 – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Esta normativa se relaciona directamente con la parte pertinente del artículo 30 de la Ley de Contrato de Trabajo.
Pero dicho precepto normativo laboral establece la responsabilidad solidaria, y textualmente expresa:

Quienes cedan total o parcialmente a otros el establecimiento o explotación habilitados a su nombre, o


contraten o subcontraten, cualquiera sea el acto que le dé origen, trabajos o servicios correspondientes
a la actividad normal y específica propia del establecimiento, dentro o fuera de su ámbito, deberán
exigir a sus contratistas o subcontratistas el adecuado cumplimiento de las normas relativas al trabajo

y los organismos de seguridad social.13

[13] Art. 30 – Ley N° 20.744 (1976). Ley de Contrato de Trabajo. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Y continúa:

El incumplimiento de alguno de los requisitos hará responsable solidariamente al principal por las
obligaciones de los cesionarios, contratistas o subcontratistas respecto del personal que ocuparen en
la prestación de dichos trabajos o servicios y que fueren emergentes de la relación laboral incluyendo

su extinción y de las obligaciones de la seguridad social.14

[14] Art. 30 – Ley N° 20.744. (1976). Op. cit.

Para efectuar una adecuada interpretación del artículo antes transcripto, deben aclararse algunos términos
empleados por la norma. Entonces, nos preguntaremos: ¿En qué consisten los “trabajos o servicios
correspondientes a la actividad normal y específica propia del establecimiento”? Y, con mayor exactitud, ¿qué
extensión debe dársele al giro “establecimiento”? Y, ¿a la expresión “actividad normal y específica”?

La ley define establecimiento como “la unidad técnica o de ejecución destinada al logro de los fines de la empresa,

a través de una o más explotaciones”15. El establecimiento está relacionado con el centro productivo, pero no con
los sujetos, como puede ser una fábrica, ámbito donde se desarrolla una determinada actividad o explotación. Por
otra parte, explotación:

Es la parte de la unidad técnica que desarrolla la fabricación de un producto o tipo de productos, o


determinados servicios, y que se diferencia de otras explotaciones que pueden generarse en el mismo

establecimiento o en otro independiente.16

[15] Art. 6 - Ley N° 20.744. (1976). Op. cit.

[16] Art. 6 - Ley N° 20.744. (1976). Op. cit.


Entonces, una empresa puede, sin ningún inconveniente, estar conformada por varios establecimientos, los cuales
pueden, a su vez, contar con varias explotaciones. Es decir, empresa, establecimiento y explotación son conceptos
claramente diferenciados; y si bien desde una acepción corriente o vulgar pueden tener alguna similitud, desde una
acepción técnica-jurídica se trata de conceptos precisos y no confundibles.

Por otro lado, determinar cuándo la actividad de un establecimiento es propia, normal y específica es una cuestión
de hecho que deberá determinarse en el caso concreto. Ahora bien, el contrato de franquicia antes descripto no se
encuentra comprendido en el art. 30 de la LCT y el actual Código Civil y Comercial lo incorpora adecuadamente.
Varias son las razones que han avalado tal conclusión:

1 La franquicia no es una cesión del franquiciante al franquiciado de un establecimiento habilitado a su


nombre. Lo que en realidad se cede es el uso de la marca, de un nombre o de un emblema
representativo de un producto o servicios, o ciertas técnicas o métodos estandarizados de
comercializar ese producto o servicio. El franquiciante, entre otras cosas, solo le brinda al tomador del
franchising asistencia técnica —y a veces incluso financiera—, mas es este último el que asume el
“riesgo de inversión” al instalar su propio y distinto establecimiento, que puede —y a veces incluso
‘debe’— tener características similares, ofrecer productos similares, o contar con procesos
productivos parecidos. (Molina Sandoval en Universo Jus., 2020, http://universojus.com/codigo-civil-
comercial-comentado/articulo-1520)

2 El franquiciante no contrata un trabajo o servicio correspondiente a la actividad de su


establecimiento, ya que la actividad del franquiciado se desarrollará en otro establecimiento, con
autonomía. Son sujetos (partes) independientes. El franchisor solamente le proporciona su marca,
sus técnicas de producción, su know-how, en una palabra, su “plan negocial”, y el franquiciado
contratará los trabajos o servicios correspondientes a la actividad normal y específica del
establecimiento. Justamente, el franquiciante celebra un contrato de franchising, y no otro contrato,
para que el propio franquiciado contrate los trabajos o servicios que correspondan a la actividad de su
propio establecimiento. (Molina Sandoval en Universo Jus., 2020, http://universojus.com/codigo-civil-
comercial-comentado/articulo-1520)

De otro modo, le sería más conveniente contratar —como empleador— directamente el personal que
desarrollará tareas en el establecimiento del franquiciado, pues tendría un control más directo sobre
todas las obligaciones emergentes del contrato de trabajo, pero, esta solución es incompatible con la
franquicia.

3 Así, pues, “no existe en el caso del contrato de franquicia comercial un supuesto de contratación,
subcontratación o cesión, ya que, por lo general, la franquicia que se concede no está comprendida
en la actividad normal y específica propia del franquiciante” (Molina Sandoval en Universo Jus., 2020,
http://universojus.com/codigo-civil-comercial-comentado/articulo-1520).
Además, se ha dicho que en el caso del franchising no se contrata o subcontrata la actividad normal y específica, ni
se cede el establecimiento, sino que se autoriza contractualmente a terceros, y se los capacita para hacer lo mismo
que el franquiciante, uniformarse con el franquiciante, utilizar sus métodos, nombres y marcas, a los fines de que
pueda el público consumidor conocer de antemano la naturaleza y calidad de productos, y servicios que obtendrá y
beneficiarse con experiencias exitosas.

A iguales conclusiones llega Lorenzetti (1999) al señalar que el franquiciante no responde por las deudas laborales
que tenga el franquiciado frente a sus trabajadores. En realidad, lo que el empresario busca al crear un sistema de
franquicia con otro comercial, no es interponer un hombre de paja entre el trabajador y su verdadero empleador,
como alguna vez ha justificado la Corte Suprema (21 al art. 30, LCT), sino que su finalidad es obtener un crecimiento
rápido y controlado de su empresa a través de costos operativos considerablemente inferiores y dotar, de este
modo, a toda su estructura productiva de un valor agregado y optimizar su planificación e inversión en estrategias
de marketing, publicidad y promoción.

El franchisor solamente le proporciona su marca, sus técnicas de producción, su know-how. El Código Civil y
Comercial unificado propugna una total independencia de las partes contractuales, con especial énfasis en el
ámbito laboral. Dada la trascendencia del tema, el actual Código no solo respetó la jurisprudencia dominante, sino
que se interesó en adoptarla legislativamente, para evitar cualquier confusión al respecto. La solución es clara: no
existe relación del franquiciante con los dependientes del franquiciado.

Derecho de la competencia

El art. 1524 señala que el “contrato de franquicia, por sí mismo, no debe ser considerado un pacto que limite,

restrinja o distorsione la competencia”17. La regulación propuesta nada agrega a la regulación normativa, ya que el
actual régimen competitivo tampoco lo establece y, en cierto modo, dicho criterio deberá ser tomado en función del
interés económico general y en función del criterio de realidad económica previsto en dicho sistema.

[17] Art. 1524 - – Ley N° 26.994. (2014). Op. cit.

Es común encontrar contratos que expresamente aclaran que sus disposiciones no deben entenderse como
restrictivas del régimen competitivo, disposiciones que —en esencia— carecen de todo efecto, ya que lo que importa
no es lo que las partes declaran, sino lo que ocurre   en la realidad. En este punto, el art. 3º, LDC, señala que quedan
sometidas a las disposiciones de esta Ley todas las personas físicas o jurídicas públicas o privadas, con o sin fines
de lucro que realicen actividades económicas en todo o en parte del territorio nacional, y las que realicen actividades
económicas fuera del país, en la medida en que sus actos, actividades o acuerdos puedan producir efectos en el
mercado nacional. A los efectos de esta Ley, para determinar la verdadera naturaleza de los actos o conductas y
acuerdos, atenderá a las situaciones y relaciones económicas que efectivamente se realicen, persigan o
establezcan (Molina Sandoval, 2006).
Extinción del contrato

Conforme lo establece el artículo 1522 del nuevo Código Civil y Comercial:

La extinción del contrato de franquicia se rige por las siguientes reglas:

1 el contrato se extingue por la muerte o incapacidad de cualquiera de las partes;

2 el contrato no puede ser extinguido sin justa causa dentro del plazo de su vigencia original, pactado
entre las partes. Se aplican los artículos 1084 y siguientes;

3 los contratos con un plazo menor de tres años justificado por razones especiales según el artículo
1516, quedan extinguidos de pleno derecho al vencimiento del plazo;

4 cualquiera sea el plazo de vigencia del contrato, la parte que desea concluirlo a la expiración del plazo
original o de cualquiera de sus prórrogas, debe preavisar a la otra con una anticipación no menor de
un mes por cada año de duración, hasta un máximo de seis meses, contados desde su inicio hasta el
vencimiento del plazo pertinente. En los contratos que se pactan por tiempo indeterminado, el
preaviso debe darse de manera que la rescisión se produzca, cuando menos, al cumplirse el tercer
año desde su concertación. En ningún caso se requiere invocación de justa causa. La falta de
preaviso hace aplicable el artículo 1493.

La cláusula que impide la competencia del franquiciado con la comercialización de productos o servicios propios o
de terceros después de extinguido el contrato por cualquier causa, es válida hasta el plazo máximo de un año y

dentro de un territorio razonable habida cuenta de las circunstancias.18

[18] Art. 1522 – Ley N° 26.994. Op. cit.


El contrato de fideicomiso

Contrato de deicomiso

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Contrato de fideicomiso

Si bien todos los contratos estudiados en esta materia son importantes, conocer al detalle el contrato de
fideicomiso es fundamental para el ejercicio de la profesión. Es un instrumento que va a desafiarte como abogado
porque deberás incorporar aspectos jurídicos, tributarios, contables y de gestión de proyectos o negocios. Sin lugar
a duda, armar un fideicomiso es de las tareas más vertiginosas y divertidas para un letrado.

El contrato de fideicomiso fue regulado por la Ley N° 24.441 en el año 1994 como un instrumento de financiación de
la adquisición de la vivienda. La nueva institución se caracterizó por la separación patrimonial y la seguridad jurídica
que brindaba a los que participaban de ella.

El actual Código Civil y Comercial unificado regula al fideicomiso en el Libro III, capítulo 30, secciones 1 a 8, y en el
capítulo 31. Busca una mejora y una evolución en la normativa establecida por la citada ley.

No se han introducido cambios profundos en las bases del instituto, pero sí podemos advertir la mejora de
deficiencias técnicas en su método, sistematización del articulado, precisión en su redacción e incluso algunas
modificaciones esenciales: el rol del fideicomisario, la liquidación del fideicomiso por insuficiencia, el fideicomiso
testamentario, entre otros.

Con el fin de hacer una primera apreciación, debemos tener presente que la figura en tratamiento es una estructura
jurídica que contiene un negocio específico. Sin embargo, si el negocio emprendido de por sí no es rentable, utilizar
un fideicomiso no lo hará rentable, pues tales circunstancias refieren a aspectos diferentes.

El fideicomiso, como figura jurídica, refiere a la instrumentación del negocio y, visto desde la segunda perspectiva,
refiere a su curso económico ligado a su rentabilidad. Son dos cuestiones distintas que trabajan de manera conjunta
para alcanzar el éxito y será indispensable el trabajo integral e interdisciplinaria de, al menos, un abogado y un
contador.

Esto se debe a que, como veremos en lo sucesivo, una modificación en la redacción puede generar cambios en el
tratamiento tributario y provocar un costo de mantenimiento mayor del fideicomiso. Tener el asesoramiento de un
contador te posibilitará brindar un mejor servicio y que tus clientes tengan mayores perspectivas de prolongar la
vida de su contrato.

Esta figura tiene aspectos económicamente positivos, ya que vino a posibilitar el comienzo o continuidad de
actividades de producción a través de un sistema de financiación que se adapta a cada emprendimiento. De algún
modo, vino a solucionar problemas que acarreó la crisis financiera en nuestro país.

Como antes se dijo, una de las características principales es el patrimonio separado. Esto significa que el
patrimonio que el fiduciante entrega al fiduciario tiene, como única finalidad, estar afectado al fideicomiso y
decimos que está separado del de las partes ya que, ante la existencia de deudas, las partes no responden con sus
bienes, sino que responde el fideicomiso.

Papa (2017) define, sintéticamente, al fideicomiso como “un ´vehículo´ cuyo tratamiento debe equipararse a un
´ente contable´, el cual exhibe una serie de particularidades distintivas que lo posicionan –en la actualidad- como
una alternativa jurídica, contable e impositivamente sustentable, ante una estructura societaria tradicional” (p. 1).

Lo que debe quedar bien claro, antes de comenzar con el desarrollo del tema es que, cuando hablamos de
fideicomiso, nos referimos a un contrato que no posee personalidad jurídica propia, excepto a los fines tributarios.
Por eso existe una gran contradicción normativa, porque no es una persona jurídica, pero le otorgan la clave única de
identificación tributaria (CUIT) y para que sea oponible a terceros debemos inscribirlo en el Registro de Comercio.

Aclaraciones previas de la lectura

Para que internalices los conceptos los relacionaremos con un caso práctico. Es aconsejable que tengas a
disposición el contrato que te dejamos en el siguiente vinculo:

Contrato de Fideicomiso Inmobiliario Fincas 21.pdf


178.7 KB

Se trata de un contrato de fideicomiso inmobiliario, donde una sociedad Dick Dastardly & Muttley S.A. propone la
adquisición de un inmueble para construir una obra allí y, posteriormente, adjudicarlo a los inversores. Dentro de
este contexto se crea el fideicomiso que busca darle un ropaje jurídico adecuado a la operación.

Definición

Hay contrato de fideicomiso cuando una parte, llamada fiduciante, transmite o se compromete a
transmitir la propiedad de bienes a otra persona denominada fiduciario, quien se obliga a ejercerla en
beneficio de otra llamada beneficiario, que se designa en el contrato, y a transmitirla al cumplimiento de

un plazo o condición al fideicomisario1.

[1] Art. 1666- Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Como expresan Kiper y Lisoprawski (2016), la definición ubica al fideicomiso dentro del marco contractual y
mantiene la posibilidad de constituirlo por acto entre vivos o por actos de última voluntad. Expresan, a su vez, que “el
contrato existe desde la celebración, ya fuere que los bienes fueren transmitidos en ese acto o bien con
posterioridad. Entonces queda claro que es consensual y no real o con efectos reales” (p. 38).

El Código Civil y Comercial unificado (Ley N° 26.994) define el contrato de fideicomiso en su art. 1666 e introduce
algunos cambios a la antigua definición que brindaba la Ley N° 24.441.

En los arts. 1671 y siguientes, el actual Código Civil y Comercial unificado identifica y define a los sujetos del
contrato de fideicomiso, entre los cuales encontramos los siguientes: beneficiario, fideicomisario, fiduciario y
fiduciante. Veremos en detalle cada uno.

Beneficiario

En la primera parte del art. 1671, se determina que el beneficiario:

puede ser una persona humana o jurídica, que puede existir o no al tiempo del otorgamiento del
contrato; en este último caso deben constar los datos que permitan su individualización futura. Pueden

ser beneficiarios el fiduciante, el fiduciario o el fideicomisario2.

[2] Art. 1671 – Ley N° 26.994. Op. cit.

Con esta definición, el Código ha puesto fin a una gran duda acerca de si el beneficiario podía o no ser el fiduciante,
el fiduciario o el fideicomisario. A partir de la sanción del nuevo Código sabemos a ciencia cierta que puede serlo;
por lo tanto, es pasible de tener el doble rol.

El artículo sigue:
 

pueden designarse varios beneficiarios quienes, excepto disposición en contrario, se benefician por
igual; para el caso de no aceptación o renuncia de uno o más designados, o cuando uno u otros no
llegan a existir, se puede establecer el derecho de acrecer de los demás o, en su caso, designar

beneficiarios sustitutos3.

[3] Art. 1671 – Ley N° 26.994. Op. cit.

Se agrega aquí un elemento nuevo: en caso de existir varios beneficiarios, se beneficiarán por igual, salvo
disposición en contrario. Además, existe la posibilidad de designar sustitutos en caso de no aceptación o renuncia.

A continuación, expresa: “si ningún beneficiario acepta, todos renuncian o no llegan a existir, se entiende que el
beneficiario es el fideicomisario. Si también el fideicomisario renuncia o no acepta, o si no llega a existir, el

beneficiario debe ser el fiduciante”4.

[4] Art. 1671 – Ley N° 26.994. Op. cit.

En este sentido, Silvio Lisoprawski (en Rivera y Medina, 2014), nos dice que “queda claro que en caso de ausencia de
beneficiario y fideicomisario (…) el beneficiario será el fiduciante, salvo convención en contrario” (p. 789). El nuevo
Código reemplaza el adverbio “tampoco”, que empleaba el penúltimo párrafo del art. 2º de la Ley N° 24.441 por el
adverbio “también”. Asimismo, entiende que en caso de revocación (art. 1697, inc. b), si nada hubiera sido previsto
convencionalmente, es el fiduciante el que readquiere los bienes.

Para finalizar y, como mencionáramos oportunamente en la definición del contrato de fideicomiso, el art. 1671
establece:

El derecho del beneficiario, aunque no haya aceptado, puede transmitirse por actos entre vivos o por
causa de muerte, excepto disposición en contrario del fiduciante. Si la muerte extingue el derecho del

beneficiario designado, se aplican las reglas de los párrafos precedentes5.

[5] Art. 1671 – Ley N° 26.994. Op. cit.

Observemos el contrato de fideicomiso de Fincas 21 propuesto en el módulo. En el glosario de términos e


interpretación, cláusula primera (I- Definiciones) se establece que los beneficiarios son los  fiduciantes y/o
cesionarios y/o sucesores y/o aquellos que, en definitiva, adquieran el dominio pleno de las unidades funcionales a
causa de las obligaciones asumidas en el contrato”. A los fines de profundizar en el tema, te recomendamos que
analices y pienses, ¿quiénes serían cesionarios? y ¿quiénes serían sucesores?

Fideicomisario

El actual Código Civil y Comercial determina expresamente la función de la figura del fideicomisario como sujeto del
contrato de fideicomiso e, incluso, establece la obligación de identificarlo en el contenido del contrato (art. 1667).

Continuando con la lectura del contrato de fideicomiso de Fincas 21, en el glosario de términos e interpretación se
indica que fideicomisario: el/los fiduciantes o beneficiarios  que hayan cumplido la totalidad de las obligaciones
impuestas bajo el presente y todos los anexos que lo integran; es decir, queda claramente identificado a quien
identifica como fideicomisario el contrato.

De la ley de fideicomiso no surgía manifiestamente que el fideicomisario era el destinatario de los bienes una vez
culminado el contrato, por lo que la actual regulación vino a llenar esta laguna y a extinguir dudas trascendentales,
no solo en lo referente a su función, sino en cuanto a sus derechos y obligaciones. Podemos observar esto en
nuestro contrato de ejemplo claramente en el capítulo II Del objeto, obligaciones y adquisición de la finca. Cláusula
tercera (III- Objeto) que manifiesta que el desarrollo inmobiliario contempla la adquisición de una finca, la
contratación de la construcción de la obra y la posterior adjudicación de las unidades funcionales a los beneficiarios
o fideicomisarios. No deja duda alguna a quién le corresponden los bienes fideicomitidos, que son el objeto del
contrato en cuestión.

El art. 1672 define al fideicomisario como:

La persona a quien se transmite la propiedad al concluir el fideicomiso. Puede ser el fiduciante, el


beneficiario, o una persona distinta de ellos. Se aplican al fideicomisario los párrafos primero, segundo
y tercero del artículo precedente. Si ningún fideicomisario acepta, todos renuncian o no llegan a existir,

el fideicomisario es el fiduciante6.

[6] Art. 1672, Inc. d – Ley N° 26.994. Op. cit.

Básicamente, es el sujeto al cual se transmite la propiedad de los bienes al culminar el fideicomiso.


Fiduciario

Esta parte es de esencial importancia, ya que es quien generalmente va a concurrir al estudio para que
confecciones todo el ropaje jurídico necesario para el negocio que plantee. La mayoría de los contratos de
construcción son promovidos por los ingenieros civiles o arquitectos, quienes adoptan para sí en el contrato la figura
del fiduciario. Con menos volumen de los que se gestaban antes de la creación del Código Civil y Comercial de la
Nación, los famosos pool de siembra eran creados por los ingenieros agrónomos o profesionales del agro, que
utilizaban su conocimiento y esta figura para ampliar las hectáreas sembradas y, de esa forma, abaratar costos y
maximizar los beneficios, ya que ellos eran administradores naturales; es decir, los fiduciarios. Esta figura del pool
de siembra disminuyó, a razón de la cantidad de formalidades que conlleva ahora la creación de un fideicomiso.
Además, en la actividad agropecuaria se necesita una rápida entrada y salida de la estructura, por lo que conviene
reemplazar esta figura por las siembras conjuntas o aparcerías.

La figura del fiduciario se encuentra definida en el art. 1673 del Código Civil y Comercial. En este caso la norma no
introduce cambios considerables respecto de la definición que nos daba la ley de fideicomiso.

El mencionado artículo reza:

puede tratarse de cualquier persona humana o jurídica. Solo pueden ofrecerse al público para actuar
como fiduciarios las entidades financieras autorizadas a funcionar como tales, sujetas a las
disposiciones de la ley respectiva y las personas jurídicas que autoriza el organismo de contralor de los
mercados de valores, que debe establecer los requisitos que deben cumplir. El fiduciario puede ser
beneficiario. En tal caso, debe evitar cualquier conflicto de intereses y obrar privilegiando los de los

restantes sujetos intervinientes en el contrato7.

[7] Art. 1673 – Ley N° 26.994. Op. cit.

La modificación importante que surge de esta definición es la posibilidad de que el fiduciario sea el beneficiario.
Para este último caso, el siguiente artículo establece que el fiduciario deberá cumplir con las obligaciones que le
impone la ley y el contrato; y que deberá actuar con la prudencia y diligencia del buen hombre de negocios que
procede conforme la confianza en él depositada.

Por lo tanto, debe evitar generar conflicto de intereses o perjudicar la buena administración del fideicomiso, más allá
de que sea o no beneficiario. Este aspecto acentúa la prudencia (Lisoprawski en Rivera y Medina, 2014).
Actividad de repaso y refuerzo

En el contrato de fideicomiso inmobiliario Fincas 21, ¿quién es el fiduciario?:

Dick Dastardly & Muttley S.A. 

Patán Muttley.

Patán Muttley.

SUBMIT

Fiduciante

“Es parte en el contrato de fideicomiso y es quien transmite la propiedad fiduciaria de los bienes, debiendo tener
capacidad para disponer de los mismos; es quien instruye al fiduciario sobre el cometido que deber cumplir”
(Barbieri, s.f., http://rodolfobarbieri.com.ar/sobre-el-derecho/derecho-civil/contratos/fideicomiso/). 

Caracteres y modalidades

Conforme a la nueva definición de fideicomiso y lo dispuesto por art. 2493 del Código Civil y Comercial, el
fideicomiso puede ser constituido con dos modalidades diferentes; por acto entre vivos o por disposición de última
voluntad.

Si analizamos la definición podemos colegir que, para el comienzo de la existencia del contrato, es necesaria la
declaración de voluntad de las partes, por lo que se trata de un contrato de carácter consensual y no real, como fue
adelantado. “El contrato es en esencia un acuerdo de voluntades cuyos efectos se producen en el momento de la
declaración común” (Kiper y Lisoprawski, 2016, p. 77). A su vez, introduce una aclaración respecto a la existencia de
la figura del  fideicomisario y lo determina como “la persona a quien se transmite la propiedad al concluir el
fideicomiso. Puede ser el fiduciante, el beneficiario, o una persona distinta de ellos. No puede ser fideicomisario el

fiduciario”8.

[8] Art. 1672- Ley N° 26.994. Op. cit.

En lo referente al contenido del contrato, el nuevo Código no introdujo cambios considerables.

El art. 1667 establece que el contrato debe contener:

a) la individualización de los bienes objeto del contrato. En caso de no resultar posible tal
individualización a la fecha de la celebración del fideicomiso, debe constar la descripción de los
requisitos y características que deben reunir los bienes; 

b) la determinación del modo en que otros bienes pueden ser incorporados al fideicomiso, en su caso; 

c) el plazo o condición a que se sujeta la propiedad fiduciaria; 

d) la identificación del beneficiario, o la manera de determinarlo conforme con el artículo 1671; 

e) el destino de los bienes a la finalización del fideicomiso, con indicación del fideicomisario a quien
deben trasmitirse o la manera de determinarlo conforme con el artículo 1672; 

f) los derechos y obligaciones del fiduciario y el modo de sustituirlo, si cesa9.

[9] Art. 1667- Ley N° 26.994. Op. cit.

La única modificación se introdujo en los incisos d y e al expresar que se deben identificar e indicar
(respectivamente) las figuras del beneficiario y del fideicomisario; es decir, resulta imprescindible la identificación de
estos sujetos al momento de celebrarse el contrato.

Entre los elementos típicos que constituyen este contrato encontramos los siguientes:

1 elementos esenciales: capacidad, voluntad, objeto y causa (art. 1670 y subsiguientes); y

2 elementos formales: conjunto de solemnidades que hacen a la celebración de un contrato válido (art.
1669).
Entre los caracteres del fideicomiso, podemos mencionar:

Oneroso: a partir de la constitución del contrato se genera un beneficio a favor de una de las partes, y
quien constituye el fideicomiso deberá al fiduciario una retribución por su labor.

Nominado y típico: está regulado en las disposiciones de nuevo Código Civil y Comercial, en el Libro
III, capítulos 30 y 31, a partir del art. 1666.

Consensual: requiere de la voluntad de ambas partes y produce efectos desde que estas
recíprocamente dan su consentimiento. No se trata de un contrato real o con efectos reales, como
expresaba parte de la doctrina.

Bilateral: las partes se obligan recíprocamente la una hacia la otra. Tal como lo afirman Kiper y
Lisoprawski (2016), “es necesario remarcar que solo son ´partes´ del contrato de fideicomiso el
fiduciante y el fiduciario. Los demás protagonistas –beneficiario y fideicomisario- se incorporan a la
relación contractual por la vía ´estipulación a favor de tercero´” (p. 78).

Formal: conforme lo previsto por el art. 1669 del Código Civil y Comercial, “el contrato puede
celebrarse por instrumento público o privado, excepto cuando se refiere a bienes cuya trasmisión
debe ser celebrada por instrumento público. En este caso, cuando no se cumple dicha formalidad, el
contrato vale como promesa de otorgarlo”10.

[10] Art. 1669 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Conmutativo: ab initio las partes conocen las ventajas y las obligaciones que les corresponderán a
cada uno.

Negocio de confianza:  la figura del fideicomiso se originó en el derecho romano con base en la
confianza y con obligaciones - morales- a cargo del fiduciario. Al ser un contrato en el que existen
grandes posibilidades de abuso, la confianza es fundamental.

Sujetos. Posición jurídica y facultades. Modificaciones subjetivas: cese y sustitución del fiduciario

Para saber más de este tema te remitimos al Código Civil y Comercial de la Nación, título IV, capítulo 30, segunda
sección: Sujetos.

Objeto, causa, forma y plazo


Son elementos del fideicomiso el consentimiento, el objeto, la causa, la forma, y el plazo. Seguidamente,
explicaremos cada uno de ellos.

Consentimiento

Como bien expresáramos en los caracteres del contrato, uno de los elementos esenciales es el consentimiento
recíprocamente otorgado por los intervinientes. Los contratos pueden ser consensuales o reales. Aquí no nos
quedan dudas, para el perfeccionamiento se requiere del consentimiento de las partes y entendemos que queda
constituido y produce efectos a partir de ese momento.

Dado que la mayoría de las inscripciones que se realizan de los contratos de fideicomiso se ejecutan ante entes
provinciales, recomendamos que el consentimiento se formalice en un contrato y no se utilice la carta oferta como
método para conformarlo dado que será requerido oportunamente el ingreso del impuesto de sellos,
independientemente de no configurarse el hecho imponible situación que requerirá la repetición posterior del
tributo. Entonces, para facilitar el ingreso de las inscripciones o trámites necesarios para lograr poner en marcha el
fideicomiso, es recomendable usar el contrato.

Objeto

Conforme lo previsto por el art. 1670 del Código Civil y Comercial, pueden ser objeto del contrato de fideicomiso
todos aquellos bienes que se encuentren en el comercio, salvo las herencias futuras (art. 1670). Sin embargo, la
redacción del Código Civil y Comercial de la Nación, con ciertas características y particularidades, permite la
realización de un contrato de fideicomiso de planificación sucesoria. Para mayor profundidad adjuntamos el
siguiente artículo:

La planificación sucesoria en la empresa familiar.pdf


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Sobre la base de esta norma entendemos que, además de los bienes muebles e inmuebles, registrables o no, títulos
valores, dinero, entre otros; también pueden ser objeto del contrato las universalidades. Esto pone fin a algunas
discusiones doctrinarias.
Los bienes que forman parte del fideicomiso jamás pueden confundirse con el patrimonio del fiduciario, ya que
conforman un patrimonio de afectación, separado del de las partes. El art. 1685, en su primera parte, reza: “Los
bienes fideicomitidos constituyen un patrimonio separado del patrimonio del fiduciario, del fiduciante, del

beneficiario y del fideicomisario”11.

[11] Art. 1686 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Causa

A decir de Ricardo Lorenzetti (2007):

la causa de la atribución patrimonial fiduciaria es el contrato de fideicomiso (...). La causa objetiva del
contrato de fideicomiso puede ser de garantía o custodia, administración, inversión, testamentaria. Ello
significa que, analizadas las costumbres contractuales, se puede advertir las razones por las cuales se
celebra este contrato y, se las puede agrupar dando lugar a "subtipos legales". (p. 317)

Es así que encontramos fideicomisos financieros, testamentario, de administración, entre otros.

Forma

La Ley N° 24.441 no establecía expresamente la forma del contrato de fideicomiso, a diferencia de la actual
regulación. El art. 1669 del Código vigente determina que el contrato “puede celebrarse por instrumento público o
privado, excepto cuando se refiere a bienes cuya transmisión debe ser celebrada por instrumento público. En ese

caso, cuando no se cumple dicha formalidad, el contrato vale como promesa de otorgarlo” 12. Esta última frase es
de gran importancia: la promesa de las partes de cumplir con la formalidad cuando corresponda por la naturaleza
del bien.

[12] Art. 1669 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Continúa “si la incorporación de esta clase de bienes es posterior a la celebración del contrato, es suficiente con el
cumplimiento, en esa oportunidad, de las formalidades necesarias para su transferencia, debiéndose transcribir en

el acto respectivo el contrato de fideicomiso”13.


[13] Art. 1669 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Esto significa que pueden agregarse bienes posteriormente a la celebración del contrato, siempre y cuando se
cumplan con las solemnidades correspondientes en el momento de la incorporación. Lo que indica este punto es
que, si realizamos un fideicomiso por instrumento privado y luego el cliente tiene la necesidad de incluir un
inmueble, no se realizará un nuevo fideicomiso, sino que se procederá como indica el articulado; es decir, en la
misma escritura traslativa de dominio transcribiremos el contrato de fideicomiso y, de esa manera, queda
subsanado el inconveniente.

Un aspecto a tener en cuenta es la diferencia que existe entre el dominio fiduciario y el negocio fiduciario. El
fiduciante puede transmitir al fiduciario el derecho de dominio sobre una cosa u otra clase de derecho patrimonial
(como es el caso de los créditos) y solo cuando se transmite el dominio podemos hablar de dominio fiduciario.

No todo negocio fiduciario tendrá por finalidad constituir un dominio. Existe un límite en lo referente al objeto; es
decir, si el negocio fiduciario tiene por finalidad transmitir el dominio de determinadas cosas, habrá dominio
fiduciario. Si, por el contrario, se transmite al fiduciario otra clase de bienes, se aplicarán las normas que
correspondan a su naturaleza en el caso concreto (Lisoprawski en Rivera y Medina, 2014).

Obligaciones y derechos del fiduciario

Son obligaciones del fiduciario en el contrato de fideicomiso:

“Rendición de cuentas”14: tanto beneficiario, fiduciante o fideicomisario pueden exigir al fiduciario


rendición de cuentas. No puede ser dispensado de esta actividad (art. 1676).

[14] Art. 1675 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Poseer legitimación 

para ejercer todas las acciones que correspondan para la defensa de los bienes
fideicomitidos, contra terceros, el fiduciante, el beneficiario o el fideicomisario. El juez
puede autorizar al fiduciante, al beneficiario o al fideicomisario, a ejercer acciones en
sustitución del fiduciario, cuando este no lo haga sin motivo suficiente15.

[15] Art. 1689 - Ley N° 26.994. Op. cit.


“Solidaridad. El fiduciario debe cumplir las obligaciones impuestas por la ley y por el contrato con la
prudencia y diligencia del buen hombre de negocios que actúa sobre la base de la confianza
depositada en él”16.

[16] Art. 1674 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Administrar los bienes fideicomitidos. Es inherente a su actividad conservar y custodiar los bienes y
debe, en caso de ser necesario, realizar las mejoras y reparaciones necesarias de acuerdo a la
naturaleza de los objetos.

Hacer a los bienes producir frutos conforme la naturaleza y uso regular de los mismos.

Transferir los bienes al fideicomisario identificado en el contrato en el momento pactado.

Contratar un seguro suficiente contra la responsabilidad civil, que cubra los daños causados por las
cosas objeto del fideicomiso.

Conforme lo establecido en el art. 1677, el fiduciario tiene derecho al reembolso de los gastos que
haya realizado en virtud del contrato y a recibir una remuneración por parte de la o las partes que se
estipule en el contrato.

Obligaciones y derechos del fiduciante

Son obligaciones del fiduciante:

Transmitir la propiedad de los bienes pactados al fiduciario al comienzo del contrato17.

[17] Art. 1666 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Remunerar al fiduciario.

Reembolsar los gastos efectuados por el fiduciario (a contrario).

Tiene derecho a revocar el fideicomiso y ponerle fin cuando resulta ineficaz o innecesario. También a remover al
fiduciante por incumplimiento de sus obligaciones.

Efectos. Efectos frente a terceros. Inscripción registral. Acreedores frente al patrimonio fiduciario.
Responsabilidad por daños
El art. 1684 del nuevo Código Civil y Comercial rige la registración de los bienes incorporados al sistema de
fideicomiso.

Si se trata de bienes registrables, los registros correspondientes deben tomar razón de la calidad
fiduciaria de la propiedad a nombre del fiduciario. Excepto estipulación en contrario del contrato, el
fiduciario adquiere la propiedad fiduciaria de los frutos y productos de los bienes fideicomitidos y de los
bienes que adquiera con esos frutos y productos o por subrogación real respecto de todos esos bienes,

debiéndose dejar constancia de ello en el título para la adquisición y en los registros pertinentes18.

[18] Art. 1684 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Se desprende de esta normativa la mención de la subrogación real “ aquellos bienes que se incorporen al
patrimonio fiduciario, o que reemplacen a otros, siguen su misma suerte” (Kiper y Lisoprawski, 2014,
http://www.caq.org.ar/images/fideicomiso_10_2016/Kiper-Lisoprawski_Fideicomiso.pdf).

También se aclara “con el fin de hacer las operaciones más transparentes, cuando el fiduciario utilice recursos del
patrimonio separado para adquirir bienes, deberá dejar constancia de ello en el título y, en su caso, en el Registro”
(Rivera y Medina, 2014, p. 798).

Tampoco se introdujeron cambios en la normativa respecto de la llamada propiedad fiduciaria -actualmente


prevista en el art. 1682 del Código Civil y Comercial- y en lo referente a los efectos frente a terceros - art. 1683-. Es
así, que “sobre los bienes fideicomitidos se constituye una propiedad fiduciaria, regida por las disposiciones de este

Capítulo y por las que correspondan a la naturaleza de los bienes”19. Y esa propiedad fiduciaria tendrá efectos
frente terceros desde el momento en que se cumplen los requisitos exigidos de acuerdo con la naturaleza de los
bienes respectivos. Es decir, si se trata de bienes registrables, esa propiedad podrá oponerse frente a terceros de
buena fe, desde el momento de su inscripción en el registro respectivo.

[19] Art. 1682- Ley N° 26.994. Op. cit.

Como hemos mencionado con anterioridad, el patrimonio fideicomitido constituye un patrimonio separado del
patrimonio del fiduciario, del fiduciante, del beneficiario y del fideicomisario. Únicamente se encuentra afectado a
cumplir con la finalidad del fideicomiso. Este es uno de los efectos más importantes que tienen en cuenta los
clientes al momento de realizar un fideicomiso, ya que es una estructura que realmente protege la propiedad de los
avatares a los que se someten los patrimonios personales.
Cabe hacer algunas apreciaciones a este régimen de separación patrimonial, dentro de las cuales, y parafraseando
a Lisoprawski (en Rivera y Medina, 2014), podemos mencionar: se suprime la posibilidad de que la responsabilidad
objetiva se limite al valor de la cosa, como preveía el régimen anterior ya que esto implicaba, en muchos casos, que
la víctima podía quedar sin cobertura o con una indemnización que no resarcía el daño sufrido.

El artículo 1685 del Código Civil, en su segundo párrafo, expresa:

Sin perjuicio de su responsabilidad, el fiduciario tiene la obligación de contratar un seguro contra la


responsabilidad civil que cubra los daños causados por las cosas objeto del fideicomiso. Los riesgos y
montos por los que debe contratar el seguro son los que establezca la reglamentación y, en defecto de
ésta, los que sean razonables. El fiduciario es responsable en los términos del art. 1757 y concordantes
cuando no haya contratado seguro, o cuando éste resulte irrazonable en la cobertura de riesgos o
montos. En el ámbito de la responsabilidad prevista en este artículo, se reconoce al damnificado acción

directa contra el asegurador, en los términos del contrato de seguro20.

[20] Art. 1685- Ley N° 26.994. Op. cit.

    

Es decir, la actual regulación establece que el fiduciario debe contratar un seguro que cubra los daños que se
podrían ocasionar con los objetos del fideicomiso y es responsable frente a la víctima por la no contratación o por la
contratación de un seguro insuficiente para cubrir los riesgos o montos.

Conforme lo prevé el art. 1686 del Código Civil y Comercial:

Los bienes fideicomitidos quedan exentos de la acción singular o colectiva de los acreedores del
fiduciario. Tampoco pueden agredir los bienes fideicomitidos los acreedores del fiduciante, quedando a
salvo las acciones por fraude y de ineficacia concursal. Los acreedores del beneficiario y del

fideicomisario pueden subrogarse en los derechos de su deudor21.

[21] Art. 1686 - Ley N° 26.994. Op. cit.

“Suma a la acción de fraude (…) la acción de ineficacia concursal (L. C. y Q. [ley de concursos y quiebras]) como
excepción al régimen de protección de los bienes fideicomitidos frente a la imposibilidad de agredirlos por parte de
los acreedores del fiduciante” (Rivera, 2012, p. 799).
Rendición de cuentas

Te remitimos a la lectura del Código Civil y Comercial de la Nación, título IV, capítulo 30, segunda sección: Sujetos.

Extinción

El Código Civil y Comercial ha receptado en el art. 1697 las causales de extinción del contrato de fideicomiso, tal y
como estaba regulado en la ley anterior. Agrega que la revocación es ineficaz en los contratos de fideicomiso
financiero después de haberse iniciado la oferta pública de los certificados de participación o de los títulos de deuda
(art. 1697). 

De este modo, el mencionado artículo 1697 reza:

Causales. El fideicomiso se extingue por:

a) El cumplimiento del plazo o la condición a que se ha sometido, o el vencimiento del plazo máximo
legal; 

b) la revocación del fiduciante, si se ha reservado expresamente esa facultad; la revocación no tiene


efecto retroactivo; la revocación es ineficaz en los fideicomisos financieros después de haberse
iniciado la oferta pública de los certificados de participación o de los títulos de deuda; 

c) cualquier otra causal prevista en el contrato22.

[22] Art. 1697 - Ley N° 26.994. Op. cit.

En lo referente a los efectos de la extinción, el art. 1698 reproduce textualmente lo que establecía la ley de
fideicomiso: “Efectos. Producida la extinción del fideicomiso, el fiduciario está obligado a entregar los bienes
fideicomitidos al fideicomisario o a sus sucesores, otorgando los instrumentos y contribuyendo a las inscripciones

registrales que corresponden”23.

[23] Art. 1698 - Ley N° 26.994. Op. cit.


Es importante tener claridad de las posibles salidas del contrato o que puede provocar la extinción del mismo. Esto
significa no solo considerar las situaciones indicadas por la normativa vigente, sino también ser creativos y asesorar
oportunamente a nuestros clientes para que tengan más opciones ante posibles inconvenientes que podrían ocurrir
para que no se vean obligados a permanecer en una estructura que no refleja sus intereses.
Fideicomiso financiero y testamentario

Fideicomiso nanciero

Fideicomiso testamentario

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Fideicomiso financiero

Kiper y Lisoprawski (2016) manifiestan que: 

como consecuencia de la necesidad de generar vehículos idóneos por su profesionalidad, con una
estructura que disminuya el riesgo empresa de quienes administran los fondos que se confían, la ley
24.441 materializó la idea, pergeñada en el seno de la Comisión Nacional de Valores en el año 1993, de
una especie de contrato de fideicomiso que denominó Fideicomiso Financiero como vehículo pensado
para el mercado de capitales. El objetivo fue originar y desarrollar procesos de titulización que
permitieran un grado importante de aislamiento de los activos ´securitizados´. Una persona jurídica con
carácter de fiduciario corporizaría entonces el referido vehículo (p. 725).

Actualmente no alcanza con los bancos comerciales o las entidades de ahorro y préstamo. Se hace necesario
requerir nuevos instrumentos del mercadeo de capitales junto con nuevas formas de oferta pública. Por lo tanto, el
fideicomiso financiero surge como una especie más de fideicomiso y está contemplado el nuestro Código Civil y
Comercial de la Nación (Ley Nº 26.994).

Para entender cuál es el interés o el motivo en el fideicomiso financiero, recomendamos observar el siguiente video.

Video 1: Fideicomiso financiero

¿Qué es un deicomiso nanciero?


Fuente: Estructurasymandatos [usuario] (2012). ¿Qué es un fideicomiso financiero? [archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=j320FGDP0Cw.

Presentaremos un caso a modo de ejemplo para comprender los conceptos que explicaremos.

Top Cat S.A.I.C. e I. “es una compañía dedicada a la comercialización de artículos para el hogar, electrónica e
informática. Complementariamente ofrece a sus clientes otros servicios tales como la venta de telefonía celular y
garantías extendidas” (Mercado de Valores de Buenos Aires -MERVAL-, 2015, p. 10). La cobertura geográfica de la
empresa se extiende a la mayoría de las provincias del país y cuenta con 79 sucursales. Otro cliente, Charlie Dibble
S.A., 

es una cadena de venta minorista de artículos de la industria informática y productos electrónicos (…)
Entre los productos e insumos que provee se destacan: computadoras, notebooks, netbooks,
televisores LCD, monitores, impresoras, DVD, CD, software, juegos y todo tipo de accesorios de
computación. Adicionalmente, vende productos electrónicos como cámaras, MP3, telefonía (celular y
fija) y video. (Mercado de Valores de Buenos Aires -MERVAL-, 2015, p. 12) 

Al igual que Top Cat, ofrece el servicio de garantía extendida. La compañía cuenta con 26 sucursales ubicadas en
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Gran Buenos Aires y varias provincias del interior del país. Ambas empresas
otorgan créditos de consumo, lo cual representa una ventaja para los clientes actuales y potenciales ya que les
permite acceder a modos de financiación sin intermediación bancaria y, de esta manera, cubren sus necesidades de
financiamiento.

Dentro de este esquema y en el contexto nacional que nos rodea, estas compañías necesitan contar con el efectivo
en lapsos cortos desde ocurrida la operación. Por lo que te preguntan por la opción más conveniente para ellos.

Definición

Ante esta consulta, recuerdas los conceptos del fideicomiso financiero y consideras que podría ser una alternativa
para la necesidad de sus clientes. Conforme la legislación actual de fideicomiso, se entiende al fideicomiso
financiero como:
 

el contrato de fideicomiso sujeto a las reglas precedentes, en el cual el fiduciario es una entidad
financiera o una sociedad especialmente autorizada por el organismo de contralor de los mercados de
valores para actuar como fiduciario financiero, y beneficiarios son los titulares de los títulos valores

garantizados con los bienes transmitidos1.

[1] Art. 1690 - Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

En materia de fideicomiso financiero, el nuevo Código Civil y Comercial casi no ha innovado el articulado respecto de
la antigua Ley N° 24.441. Lo que sí se observa es una mejor redacción, más clara y completa. Se han incorporado
novedades con relación a instrumentaciones operativas propias del mercado de capitales y la oferta pública.

A la figura en tratamiento se le aplican las normas del fideicomiso en general. Esto surge claramente en su
definición (art. 1690) cuando establece que el contrato de “fideicomiso financiero es el contrato de fideicomiso

sujeto a las reglas precedentes”2. Cuando dice normas precedentes se refiere a los artículos del 1666 a 1688.

[2] Art. 1690 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Esta clase de fideicomiso tiene características particulares. Es por ello que el art. 1690 establece como elemento
principal los  títulos valores y aclara que la figura del fiduciario debe ser “una entidad financiera o una sociedad

especialmente autorizada por el organismo de contralor de los mercados de valores”3. El art. 1691 regula la
posibilidad de ofrecer esos títulos valores en la oferta pública, bajo la regulación de los organismos de control de los
mercados de valores. En este sentido, el art. 1692 establece:

además de las exigencias de contenido generales previstas en el art. 1667, el contrato de fideicomiso
financiero debe incluir los términos y condiciones de emisión de los títulos valores, las reglas para la
adopción de decisiones por parte de los beneficiarios, incluyendo las previsiones para el caso de
insuficiencia o insolvencia del patrimonio fideicomitido, y la denominación o identificación particular del

fideicomiso financiero4.

[3] Art. 1690 - Ley N° 26.994. Op. cit.

[4] Art. 1692 - Ley N° 26.994. Op. cit.


La última característica que destacar es que el fideicomiso “continúa sujeto a la supervisión de la autoridad de
contralor estatal, actualmente la Comisión Nacional de Valores y el Banco Central de la República Argentina en sus
respectivas esferas” (Lisoprawski en Rivera y Medina, 2014, p. 803).

En nuestro caso de ejemplo, en atención a esta parte de la norma, se puede tomar contacto con el Banco Locovich
S.A. Esta entidad ha obtenido la más alta calificación que puede obtener un banco en Argentina y ellos estarían en
condiciones de asumir el rol de fiduciario, lo cual brindará seguridad a quienes quieran tomar parte de las
inversiones. 

A través del Banco de Locovich S.A. se pueden sumar como organizadores y colaboradores el Banco Río Cuarto S.A.
y el Banco de Tartagal S.A., considerados los más confiables del país.

Siempre es importante recordar las siguientes partes:

Agente colocador:  “es el encargado de la distribución de los títulos a través de la oferta pública o
privada de los mismos” (Terranova, 2011, p. 29).

Organizador: 

es la entidad responsable de la concreción del fideicomiso. Siendo su principal función de


ser el nexo entre la totalidad de las partes involucradas. Haciéndose cargo de la
estructuración de la serie y de cada una de las clases de títulos, en función de las
características de los activos cedidos al fideicomiso. (Terranova, 2011, p. 29)

Calificadora de riesgo: se escogerá a Standard International Ratings LLC, sucursal argentina.

Es la agencia encargada del análisis de la estructura del fideicomiso con el fin de asignar


un rating a los títulos fiduciarios. Esta calificación tiene implicancias directas en la
colocación ya que de la nota dependen el "pricing" del producto y los inversores que
pueden participar en el proceso licitatorio. La calificación no es obligatoria. (Terranova,
2011, p. 29)

Asesores legales: el abogado. Será el responsable “de la redacción de los contratos y documentos
que instrumentan el negocio, básicamente el contrato de fideicomiso y el suplemento de prospecto”
(Terranova, 2011, p. 29).
Asesores financieros, agente de revisión y control: participa la compañía The Ant Hill Mob Corporate
Finance S.A.

el equipo de profesionales que integra esta firma ha participado en más de 950


emisiones de fideicomisos financieros desempeñando el rol de agente de control y
revisión en el mercado local. El objetivo de esta tarea es brindar al fiduciario asistencia
en el análisis de información y apoyo en materia de seguimiento de los activos
titulizados, generándole al mismo un reporte mensual según procedimientos acordados
con éste. (Terranova, 2011, p. 29)

Se puede representar el funcionamiento del fideicomiso financiero como se muestra en la siguiente figura.

Figura 1: Funcionamiento de un fideicomiso financiero

Fuente: adaptado de Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 2009.

En cuanto a los bienes fideicomitidos, planteas que el patrimonio fideicomitido esté conformado por créditos a
cobrar, que poseen ambas empresas fiduciantes: -73.79% Créditos de Consumo y el 26.21% en préstamos
personales. Ambos están instrumentados en pagarés emitidos por el fiduciante. Los créditos transferidos al
fideicomiso, al momento de la transmisión, no poseían atrasos superiores a 32 días y, además, corresponden a
operaciones no refinanciadas. Se trata de una cartera de créditos homogénea. El Banco de Locovich S.A. emite dos
títulos de deudas y un certificado de participación por un total de $110.954.917, dicho importe se expresa en pesos.
Los flujos de pago de los títulos, se conforman teniendo en cuenta las fechas estimadas de recaudación de las
cuotas de los créditos.

Securitización

Este término deriva de la palabra security que significa título valor. El proceso de securitización es aquel por el cual
una serie de activos homogéneos se reúnen para la formación de una cartera de valores, tal como se observa en la
consulta que le realizaron, la cartera es homogénea. Luego, estos son afectados al pago de títulos que se emiten
con respaldo en dicha cartera. Esto es, la cartera de activos se mueve a través de esos títulos valores.

Para que este proceso tenga lugar, se requiere de la existencia de una serie de elementos entre los cuales podemos
mencionar: por un lado, un mercado organizado, al que denominamos mercado primario, que importa una dinámica
de oferta y demanda (en este caso de créditos, teniéndose en cuenta el riesgo comercial). En segundo lugar, la
creación de un mercado secundario. El mercado primario se origina por la cesión de un crédito por parte de un
acreedor a un tercero; en cambio, el secundario nace a partir de esa cesión, es decir, el tercero a quien se le cedió –
en el mercado primario- comercializa los títulos con otros terceros y tiene en cuenta solo la capacidad de pago. Otro
elemento importante es el conocimiento por parte del inversor acerca del mercado en donde va a invertir. Por ello,
quien invierte en un mercado secundario, necesita información y, como los costos para obtener dicha información
son altos, la misma debe ser suministrada por el mercado a un costo inferior para disminuir los costos de
transacción. De allí la necesidad de las calificadoras de riesgos y empresas auditoras (Lorenzetti, 2007). En la
consulta que has realizado en el caso, propones a Standard International Ratings LLC. sucursal argentina como
calificadora.

Quien invierte en un mercado secundario no tiene contacto con el bien, sino con un título valor que representa una
copropiedad de un fondo común de inversión que, a su vez, es propietario fiduciario de una masa global de créditos.
Se precisa, entonces, disminuir los riesgos; por ello, el patrimonio separado. Este proceso, también denominado de
titulización, puede tener diferentes variantes y grados de complejidad.

Para profundizar en este tema, te sugerimos leer la bibliografía obligatoria.

Contenido del contrato

Para conocer este tema debes acudir al Código Civil y Comercial de la Nación, título IV, capítulo 30, cuarta sección:
Fideicomiso financiero. Para tener presente como sería un ejemplo de contenido del contrato de fideicomiso
financiero, lee el siguiente ejemplo de prospecto:
Suplemento de Prospecto Programa Global de valores fiduciarios Garbarino.pdf
843 KB

Bolsa de Comercio de Buenos Aires (2009). Suplemento de Prospecto- Programa Global de valores fiduciarios Garbarino [documento en línea]. Recuperado de

https://www.portfoliopersonal.com/doc/fideicomisos/FFGarbarino58Suplementocomple.pdf.

Títulos valores. Oferta al público

Te pedimos leer este tema en el Código Civil y Comercial de la Nación, título IV, capítulo 30, segunda sección:
Sujetos.

Certificados de participación y títulos de deuda. Clases. Series

Para abordar este tema debemos recordar que, en el fideicomiso financiero, los beneficiarios son aquellos sujetos
titulares de certificados de participación en el dominio fiduciario o de títulos de deuda garantizados con los bienes
del fideicomiso. Dichos certificados de participación y títulos de deuda son considerados títulos valores y pueden ser
objeto de oferta pública. En el actual Código Civil y Comercial, a estos certificados y títulos se les aplica el
tratamiento de los títulos valores en general.

El art. 1693 del Código Civil y Comercial reproduce el antiguo régimen (art. 21 de la Ley Nº 24.441), pero incorpora
una novedad al admitir que el fideicomiso financiero pueda emitir títulos valores atípicos que no sean valores
fiduciarios negociables (art. 1820). El citado artículo establece, en lo referente a la emisión y caracteres de los
certificados de globales, que:

Sin perjuicio de la posibilidad de emisión de títulos valores atípicos, en los términos del artículo 1820, los
certificados de participación son emitidos por el fiduciario. Los títulos representativos de deuda
garantizados por los bienes fideicomitidos pueden ser emitidos por el fiduciario o por terceros. Los
certificados de participación y los títulos representativos de deuda pueden ser al portador, nominativos
endosables o nominativos no endosables, cartulares o escriturales, según lo permita la legislación
pertinente. Los certificados deben ser emitidos sobre la base de un prospecto en el que consten las
condiciones de la emisión, las enunciaciones necesarias para identificar el fideicomiso al que

pertenecen, y la descripción de los derechos que confieren5.

[5] Art. 1693 - Ley N° 26.994. Op. cit.


Por otro lado, el art. 1694 del Código Civil y Comercial unificado reproduce el viejo art. 22 de la Ley Nº 24.441:
“pueden emitirse diversas clases de certificados de participación o títulos representativos de deuda, con derechos

diferentes. Dentro de cada clase se deben otorgar los mismos derechos. La emisión puede dividirse en series”6.
Hasta aquí la redacción no representa ningún cambio o innovación, pero se incorpora la siguiente novedad: “los

títulos representativos de deuda dan a sus titulares el derecho a reclamar por vía ejecutiva”7.

[6] Art. 1694 - Ley N° 26.994. Op. cit.

[7] Art. 1694 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Con esto se deja en claro que los valores negociables fiduciarios constituyen títulos ejecutivos y se permite
expresamente el reclamo por esa vía. Se encuentran excluidos de los valores fiduciarios de participación.

En nuestro caso de ejemplo y, de acuerdo a la consulta que te hicieron, podrías intentar el siguiente esquema:

Período de colocación y liquidación: la colocación es del 10 al 13 de febrero de 2020. Es el período durante el cual
está abierta la suscripción de ofertas de títulos del fideicomiso financiero. Es, como mínimo, de 5 días hábiles
bursátiles, pero puede extenderse.

La liquidación es el 14 de febrero de 2020. La fecha de liquidación es la fecha en la que el inversor recibe los títulos
en su cuenta. Si bien el fiduciario ofrece un determinado flujo de pago, con un señalado rendimiento, permite a los
inversores licitar los títulos ofrecidos. De esta manera, una vez que el Banco Locovich S.A. cuente con todas las
propuestas de licitación de los inversores, adoptará aquella que más le convenga. 

En este caso se inclinará por aquella propuesta que ofrezca el mayor precio que los inversores estarían dispuestos a
pagar, por ende, el que presente menor tasa. Como observamos, por un lado, la tasa significa un costo para el Banco
Locovich S.A. y, por otro lado, representa un rendimiento para los inversores. A continuación, se detallan los títulos
valores emitidos por el fiduciario: El bono de deuda A se coloca por $83.706.268 y representa un 75,4% del valor total
colocado y con una calificación de riesgo de raAAA. Será abonado en pagos mensuales desde el 25 de febrero de
2020 al 22 de octubre de 2020. Teniendo en cuenta que el rendimiento mínimo ofrecido del bono A es del 12.75%
anual. El  bono de deuda B, se coloca por $10.583.551 y representa un 9.5% del valor total colocado, con una
calificación de riesgo de raA, el cual tendrá pago mensual de capital una vez cancelado el bono A, teniendo en
cuenta que el rendimiento mínimo que ofrece el Bono B es del 16% anual. El certificado de participación C se coloca
por un valor de $16.665.098, lo cual representa un 15.0% del valor total colocado, con una calificación de riesgo de
raCC y con pago mensual de capital una vez finalizado el pago total del bono B, mientras que los intereses se
pagarían al finalizar el pago de capital del certificado.
Como podemos observar en el ejemplo, si bien para el fiduciante podría ser una forma atractiva de financiamiento,
debe considerar que, para llevar a cabo un fideicomiso financiero, los costos son muy elevados. Por lo tanto, será
vital hacer un análisis de los gastos en los que incurriría y considerar las expectativas inflacionarias que tiene un país
como Argentina, ya que los inversores, a la hora de licitar títulos, optarán por tasas extremadamente elevadas para
cubrirse en caso de un pico inflacionario que afecte directamente en la baja del valor que estarían dispuestos a
pagar. En definitiva, si bien el contrato de fideicomiso posee grandes ventajas, no hay que perder de vista las
desventajas de su aplicación. 

Del ejemplo tratado se desprende que, por un lado, la creación del fideicomiso serviría para los clientes actuales y
potenciales de los fiduciantes, ya que permitiría que ellos se financien directamente con la empresa donde realizan
su compra sin necesidad de contar con una tarjeta de crédito o algún otro método alternativo de financiación y les
permitirá cubrir sus necesidades de consumo. Al fiduciante le permite financiarse sin necesidad de aumentar su
pasivo, lo cual convierte su activo inmovilizado en activo líquido. Los inversores podrán recibir un rendimiento
periódico a la tasa que ellos liciten, siempre y cuando sean seleccionados en el proceso de licitación. No obstante,
los costos de colocación son extremadamente elevados, por lo tanto, a la hora de poner en marcha el fideicomiso,
de debe analizar profundamente este aspecto.

Liquidación

Conforme lo dispuesto por el art. 1687:

Los bienes del fiduciario no responden por las obligaciones contraídas en la ejecución del fideicomiso,
las que solo son satisfechas con los bienes fideicomitidos. Tampoco responden por esas obligaciones

el fiduciante, el beneficiario ni el fideicomisario, excepto compromiso expreso de éstos8.

[8] Art. 1687 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Como explicáramos en el desarrollo de la presente lectura, el patrimonio del fideicomiso se encuentra separado del
de los sujetos que lo conforman, de manera tal que el patrimonio fideicomitido responde por las deudas del
fideicomiso. Estas obligaciones no se extienden al patrimonio de las partes.

El citado artículo, en su último párrafo, reza:

 
La insuficiencia de los bienes fideicomitidos para atender a esas obligaciones, no da lugar a la
declaración de su quiebra. En tal supuesto y a falta de otros recursos provistos por el fiduciante o el
beneficiario según previsiones contractuales, procede su liquidación, la que está a cargo del juez
competente, quien debe fijar el procedimiento sobre la base de las normas previstas para concursos y

quiebras, en lo que sea pertinente9.

[9] Art. 1687 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Silvio Lisoprawski (en Rivera y Medina, 2014) dice respecto de esta disposición que se trata de una solución
intermedia entre el actual régimen de extrajudicialidad extrema y la incorporación del fideicomiso como sujeto
pasible de concurso o quiebra. La nueva normativa excluye aún la instancia del concurso preventivo, pero acerca el
instituto a las normas de la quiebra. Aunque la aplicación no sea lineal, el juez podrá adaptar la situación que se
plantea al marco normativo de la ley de concursos y quiebras (Ley Nº 24.552).

Una parte de la doctrina considera que la reforma fue insuficiente y que este sistema traerá complicaciones en la
práctica. Otra postura es entenderlo como una gran mejora con relación al régimen existente.
LECCIÓN 2 de 3

Fideicomiso testamentario

Constituye una especie más de fideicomiso contemplado en el Código Civil y Comercial de la Nación.

Reglas aplicables. Contenido del contrato

El fideicomiso testamentario se origina en un acto unilateral de última voluntad (testamento). El causante hace una declaración de última voluntad en la que
expresa que quiere constituir un fideicomiso con todos o algunos bienes de la herencia. Luego, producido el deceso del testador, el albacea o el juez (según sea el
caso) disponen lo pertinente para celebrar el contrato de fideicomiso con el fiduciario que se haya designado en el testamento. Se crea así el dominio fiduciario,
que solo puede originarse en un contrato o en un testamento. Así las cosas, los bienes seleccionados por el causante pasan al fiduciario para ser destinados al fin
previsto.

El fiduciario contrata con la sucesión y este es un tercero que no tiene carácter de legatario.

Nulidad

Te remitimos leer acerca de este tema en la bibliografía de obligatoria: Lorenzetti, 1999, tomo 3.

Dominio fiduciario. Definición

El dominio fiduciario nace de una declaración de voluntad entre vivos (contrato) o mortis causa (testamento). Esta variante no debe confundirse con el denominado
contrato de fideicomiso que hemos estudiamos anteriormente que puede tener por objeto cualquier derecho patrimonial y que es una de las causas que lo originan.
En cambio, el dominio fiduciario recae solo sobre cosas.

El nuevo Código Civil y Comercial lo define en su artículo 1701:

Dominio fiduciario es el que se adquiere con razón de un fideicomiso constituido por contrato o por testamento, y está sometido a durar

solamente hasta la extinción del fideicomiso, para el efecto de entregar la cosa a quien corresponda según el contrato, el testamento o la ley10.

[10] Art. 1701- Ley N° 26.994. Op. cit.

Normas aplicables. Excepciones a la normativa general


“Son aplicables al dominio fiduciario las normas que rigen los derechos reales en general y, en particular, el dominio, previstas en los Títulos I y III del Libro Cuarto

de este Código”11.

[11] Art. 1702- Ley N° 26.994. Op. cit.

Sin embargo, hace excepción “a la normativa general del dominio y, en particular, del dominio imperfecto en cuanto es posible incluir en el contrato de fideicomiso

las limitaciones a las facultades del propietario contenidas en las disposiciones del Capítulo 30 y del presente Capítulo”12. 

[12] Art. 1703- Ley N° 26.994. Op. cit.

Facultades del titular del dominio fiduciario

El nuevo Código Civil y Comercial se encarga de establecer, en su artículo 1704, las facultades del titular del dominio fiduciario. En tal sentido, establece que “tiene

las facultades del dueño perfecto, en tanto los actos jurídicos que realiza se ajusten al fin del fideicomiso y a las disposiciones contractuales pactadas”13.

[13] Art. 1704- Ley N° 26.994. Op. cit.

Extinción del dominio. Efectos. Readquisición del dominio perfecto

Se ha previsto que 

la extinción del dominio fiduciario no tiene efecto retroactivo respecto de los actos realizados por el fiduciario, excepto que no se ajusten a los

fines del fideicomiso y a las disposiciones contractuales pactadas, y que el tercer adquirente carezca de buena fe y título oneroso14.

[14] Art. 1705.- Ley N° 26.994. Op. cit.

A su vez, el legislador del nuevo Código dispone en el artículo subsiguiente que, producida la extinción del fideicomiso, 

el fiduciario de una cosa queda inmediatamente constituido en poseedor a nombre del dueño perfecto. Si la cosa es registrable y el modo
suficiente consiste en la inscripción constitutiva, se requiere inscribir la readquisición; si la inscripción no es constitutiva, se requiere a efecto de

su oponibilidad15.

[15] Art. 1706.- Ley N° 26.994. Op. cit.


Finalmente, se establece que cuando la extinción no es retroactiva, son oponibles al dueño perfecto todos los actos realizados por el titular del dominio fiduciario.
Si la extinción es retroactiva, el dueño perfecto readquiere el dominio libre de todos los actos jurídicos realizados (art. 1707).
Contrato de leasing I

Contrato de leasing

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Contrato de leasing

El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación regula el contrato de leasing, en el Libro Tercero, título IV, capítulo 5,
artículos 1227 al 1250.

El leasing es la opción más conveniente cuando se desea adquirir un bien tecnológico que tiene una caducidad
limitada, ya permite un alquiler -uso y goce de un bien mediante el pago de un canon- con opción de compra, si se
desea, luego de transcurrido el tiempo que han establecido las partes en el contrato. Si bien esta es la idea central y
podrás encontrarla en la bibliografía que trata esta figura, la realidad es que también se emplea para no producir
grandes desembolsos de dinero por parte del tomador del leasing ya que, en una economía como la de argentina
donde la inflación es la norma, es un buen negocio financiero para quien desee optar adquirir bienes de esta
manera. Los bancos, principales gestores de estos negocios y futuros dadores, proponen este formato para colocar
sus reservas y generarse un redito económico.

Entre los beneficios que impulsan al sujeto a contratar mediante esta metodología podemos mencionar:

a) falta de los capitales necesarios para invertir en la adquisición del bien deseado; b) necesidad de no
movilizar esos mismos capitales, sobre todo si son de montos significativos; c) dificultad de encontrar
en el mercado ciertos tipos de bienes; d) intención de evitar las dilaciones burocráticas que las
prácticas de financiación o bien los inconvenientes que reportaría, por ejemplo, la construcción de
ciertas obras; y f) para abreviar preferencia o conveniencia, sin otra adjetivación. (Buonocore, Fantozzi,
Alderigui y Ferrarini, 1990, p. 49)

El principal ámbito de difusión de este contrato es el empresarial debido a que es una figura muy útil para el
desarrollo económico de pequeñas y grandes organizaciones. Ayuda al crecimiento y disminuye el riesgo del
negocio.

Definición. Caracteres
Con el fin de introducirnos en la temática, es preciso aclarar que la terminología leasing proviene del verbo inglés to
lease, empleado para representar el fenómeno de la locación, no solo en Estados Unidos de América, sino en la
mayoría de los países anglosajones. No posee una traducción literal al español, por lo tanto, se emplea el mismo
vocablo en nuestro sistema.

El tratamiento que el nuevo Código Civil y Comercial le ha dado al contrato de leasing (arts. 1227 al 1250) no
presenta cambios significativos con la vieja Ley N˚ 25.248 y, prácticamente, reproduce el contenido de la citada ley.
Esta es una figura económicamente muy importante en lo referente a la renovación de tecnologías y de
maquinarias productivas de las empresas. Conforme el art. 1227 del Código Civil y Comercial, el contrato de leasing
es aquel por el cual: “el dador conviene transferir al tomador la tenencia de un bien cierto y determinado para su uso

y goce, contra el pago de un canon y le confiere una opción de compra por un precio”1. Esto es, vencido el término
del contrato, el tomador -arrendatario- tiene la posibilidad de adquirir el bien y abonar un precio determinado;
básicamente se trata de un negocio autónomo, un alquiler que tiene modalidades propias y que presenta opción de
compra.

[1] Art. 1227 - Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Como explican Hernández y Frustagli (2016), el vínculo estipulado entre el dador y tomador queda estructurado en
tres elementos tipificantes:

La cesión del uso y goce de un bien a título de derecho personal: la prestación principal del dador
consiste en otorgar al tomador el derecho de uso y goce del objeto del contrato.

El pago del canon en dinero:  es una obligación a cargo del tomador y se requiere que quede
debidamente establecida el contrato al momento de su celebración. La determinación del canon
queda librada a la autonomía de la voluntad de las partes, aunque habitualmente se compone del
valor locativo; el valor de amortización; el costo financiero; un monto por los riesgos inherentes a la
conservación del bien; y de un importe por gastos administrativos y servicios.

La opción de compra:  a diferencia del canon se posibilita que la opción de compra pueda ser
determinada de forma absoluta o estar relativamente determinado.

Conforme la definición otorgada podemos coincidir en los siguientes caracteres del contrato bajo análisis:

1 Bilateral.

2 Oneroso.

3 Conmutativo.
4 Consensual.

5 Nominado.

6 De duración.

Es importante aclarar que, entre las principales modificaciones que introdujo el nuevo Código Civil y Comercial, se
suprime la figura netamente comercial o económica de estos contratos. De este modo, el segundo punto en análisis
queda eliminado como elemento típico de los contratos.

Entre los elementos generales del contrato de leasing y que emanan de la definición que brinda el art. 1227,
podemos mencionar:

Transferencial tomador de un bien cierto y determinado para su uso y goce, contra el pago de un
canon: se mantiene al leasing como un negocio mixto que está integrado, por un lado, por la locación
del bien y, por otro lado, por la compraventa del mismo. Los arts. 1228 y 1229 del Código Civil y
Comercial establecen el tipo de bienes que pueden integrar este contrato: muebles o inmuebles, o
inmateriales susceptibles de valoración (marcas, patentes o modelos industriales y software), a
cambio de un canon, monto y periodicidad que se determinan contractualmente, otorgando así un
margen de discrecionalidad. Si bien en la Ley N° 24.441 se consideraba al leasing como una locación
de cosas a la cual se le adicionaba un conjunto de requisitos en particular; el régimen vigente le
reconoce una naturaleza jurídica propia, con rasgos distintos a la locación en la modalidad de leasing
financiero, con mayores similitudes en el operativo, por su función económica de cambio. 

Sobre ello, Hernández y Frustagli (2016) indican que

aún en este último caso, la postura que reconoce en el leasing operativo un mero
contrato de locación de cosas no parece sustentable a la luz de la tipificación actual,
desde que, la opción de compra a favor del tomador, indispensable para reconocer un
contrato de leasing, constituye la principal pauta de distinción con aquél, a la que se
adicionan importantes asimetrías emergentes de su régimen legal (v.gr. objeto del
contrato, gastos de conservación, oponibilidad, responsabilidad por la cosa dada en
leasing frente a terceros, etc. (p. 672)

Opción de compra por un precio: es un elemento característico de esta figura. El tomador puede hacer
uso de esta opción (art. 1230) contra el pago de un precio que, generalmente, equivale al valor
residual de la cosa. Puede estar fijado en el contrato o ser determinable según procedimientos o
pautas pactadas.
Las modalidades de contratos de leasing se encuentran reguladas en el art. 1231 (anterior art. 5 de la
Ley N° 25.248) y establece que:

El bien objeto del contrato de leasing puede:

1. Comprarse por el dador o persona indicada por el tomador;

2. comprarse por el dador según especificaciones del tomador o según catálogos, folletos o
descripciones identificadas por este;

3. comprarse por el dador, quien sustituye al tomador, al efecto, en un contrato de compraventa que
este haya celebrado;

4. ser de propiedad del dador con anterioridad a su vinculación contractual con el tomador;

5. adquiere por el dador al tomador por el mismo contrato o habérselo adquirido con anterioridad;

6. estar a disposición jurídica del dador por título que le permita constituir leasing sobre él2.

[2] Art. 1231 - Ley N° 26.994. Op. cit.

El leasing operativo

En esta modalidad del contrato, el dador es el fabricante o importador del bien, es decir, no existe una entidad
financiera intermediaria entre las partes del contrato. El tomador puede adquirir el bien para uso personal o estar
destinado al equipamiento de industrias o empresas: maquinarias, equipos, computadoras, automotores, etc. Una
de las características típicas de este tipo de leasing es que se responde por las obligaciones de entrega y se da una
garantía por vicios, sin responsabilidad de eximición. El ejemplo más común de este tipo de leasing es la renovación
de las computadoras, dado que son herramientas que evolucionan constantemente o también para la renovación
de las impresoras.

El leasing financiero

El dador adquiere el bien de un tercer sujeto (fabricante, mayorista, distribuidor) indicado por el tomador con la
finalidad de dar financiamiento a su cliente. Se trata de un negocio tripartito. El dador (quien financia el negocio)
adquiere un bien, indicado por el tomador, del fabricante y se configura, luego, un contrato de leasing entre el dador
y el tomador.

Se trata de un contrato netamente financiero que se celebra entre el dador y el tomador, lo cual deja excluido al
tercer sujeto. Entre el fabricante y el dador se celebra un contrato de compraventa, obra o suministro y, luego, un
leasing entre el dador y el tomador.
La diferencia con la anterior modalidad de contratación radica en que el fabricante, mayorista o distribuidor no
participa del contrato de leasing; es decir, si seguimos el ejemplo anterior, quien nos entrega las computadoras no
vendría a ser la misma persona ya que, en este caso, quien hace la entrega es la empresa financista.

Los tres primeros incisos del art. 1231 hacen referencia a este tipo de leasing.

El leasing inmobiliario

Antes de adentrarnos al tratamiento, cabe aclarar que no se trata de un subtipo del contrato de leasing, sino de una
modalidad caracterizada por el objeto que es un bien inmueble.

El vínculo posee las siguientes particularidades: la sociedad de leasing adquiere un bien inmueble por indicación de
la empresa tomadora y le otorga el uso y goce contra el pago de un canon, además de la opción de compra si pasa
una cantidad determinada de períodos.

La mayor parte de la legislación que trata esta modalidad se ocupa de aquellos inmuebles con finalidades
empresariales y no contemplan el financiamiento de inmuebles con destino de vivienda. Se entiende que el
inmueble ya está construido o se encuentra en construcción y se asume la compañía de leasing. En el primero de
los casos, se tiene la obligación de edificar de acuerdo a planos predeterminados (Lorenzetti, 2007).

Lo que se debe tener en cuenta en este tipo de operación es que necesitaremos realizar una escritura, es decir,
requiere de un instrumento público para perfeccionar el leasing. Después vamos a tener que realizar una escritura
de cancelación del precio y, posteriormente, otra en la que se haga la transmisión del dominio.

El leasing mobiliario

Al igual que en leasing inmobiliario, el leasing mobiliario también es una modalidad y no un subtipo de contrato.
Tiene la particularidad de que el bien objeto del contrato es un bien mueble. Puede ser financiero u operativo, de
empresa o de consumo y es el ámbito donde mayor desarrollo ha tenido el leasing, principalmente porque es en
materia de bienes muebles donde es particularmente válida la garantía que ofrece el leasing (Lorenzetti, 2007).

El lease back

Se trata de un contrato interempresarial en el cual el industrial no necesita renovar ni comprar nuevas maquinarias,
porque ya las tiene en su patrimonio, pero precisa fondos para su actividad. Acuerda, entonces, con un banco una
operación mediante la cual enajena a la entidad financiera el bien y esta se lo da en leasing. Así, el industrial recibe
un préstamo, bajo la forma de precio y no pierde el uso del bien, ya que lo tiene en uso por el contrato en
tratamiento. Una vez que restituye el dinero, mediante el pago del canon, ejerce la opción de compra y recupera la
cosa (Lorenzetti, 2007). 

Este tipo de contrato tiene ventajas para el dador, ya que, en caso de incumplimiento, recupera inmediatamente el
bien que garantiza la operación; es decir, el bien objeto del leasing, sin necesidad de realizar ningún tipo de acción
judicial (lo cual provocaría un gasto de tiempo y dinero mayor).

Características

Este contrato de leasing se caracteriza por ser:

1 Consensual.

2 Oneroso.

3 Bilateral o sinalagmático.

4 Conmutativo.

5 Formal. La norma aclara que “el leasing debe instrumentarse en escritura pública si tiene como objeto
inmuebles, buques o aeronaves. En los demás casos puede celebrarse por instrumento público o
privado”3.

[3] Art. 1234- Ley N° 26.994.

6 De tracto sucesivo.

7 De adhesión.

8 Típico.
Contrato de leasing II

Contrato de leasing II

Referencias

Video conceptual

Revisión del módulo


LECCIÓN 1 de 4

Contrato de leasing II

Introducción:

Antes de continuar con el estudio de este contrato, te proponemos realizar las siguientes actividades de repaso, a los
fines de saber si ya has internalizado los conocimientos.

El dador es el fabricante o
vendedor de los bienes objeto Leasing operativo
del contrato.

Posibilita al dador la
colocación de bienes en el Leasing operativo
mercado.

El dador es una entidad


financiera que adquiere un bien Leasing financiero
a requerimiento del tomador.
Se manifiesta como un negocio
trilateral, instrumentado Leasing financiero
mediante dos contratos.

El tomador transfiere al dador


un bien de su propiedad y este Lease back
se lo otorga en leasing.

Posibilita al tomador a
transformar sus activos fijos en Lease back
dinero.

SUBMIT

Ahora, tratemos la definición de leasing en la siguiente actividad de repaso: llena el espacio que se encuentra en
blanco.

El artículo 1227 del Código Civil y Comercial de la Nación determina el siguiente


concepto para el contrato de leasing: “en el contrato de leasing el dador conviene
transferir al tomador la _____ de un bien cierto y determinado para su uso y goce, contra

el pago de un canon y le confiere una opción de compra por un precio”1.


[1] Art. 1227- Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Escriba su respuesta aquí


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Elementos esenciales del contrato: sujetos, objeto, canon, precio, plazo, opción
de compra, de renovación y de prórroga

Publicación

Oferta de contrato de leasing.pdf


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Utilizaremos este contrato de ejemplo, bajo la modalidad carta oferta, para analizar los elementos pertenecientes al
leasing. En el caso particular, se trata de un deudor que no desarrolla su actividad principal y, entonces, solicita un
préstamo para comprar dos camiones para iniciar un emprendimiento como transportista y así realizar viajes al
acreedor (empresa agropecuaria).

Utiliza esta figura y, por otro instrumento, se realiza un reconocimiento de deuda, donde se estipula que del valor de
cada viaje se aplicará a la deuda el 20% y se le abonará el resto, de esta manera podrá descontar paulatinamente la
deuda que tiene con el acreedor.

Los elementos esenciales del contrato de leasing son los siguientes:

Sujetos
Los sujetos que intervienen en la operación de leasing son:

Dador: es aquel sujeto que entrega o transfiere la cosa –objeto del contrato- a otro que usa y goza de
ella. En algunas modalidades de leasing, el dador puede ser una entidad financiera -banco- que otorga
determinada financiación al tomador.

Tomador: es el beneficiario, quien toma la cosa -objeto del contrato- a cambio del pago de un canon y
quien posee la opción de compra al finalizar el contrato.

En el contrato los identificarás tanto en la oferta como en el anexo A. Asimismo, si observas, la intención es agregar
la mayor cantidad de datos posibles para poder identificar correctamente a las partes y achicar el espectro de las
personas a notificar o accionar en caso de que exista alguna diferencia.

Objeto

Se trata del bien que se otorga en arrendamiento. “Pueden ser objeto del contrato cosas muebles e inmuebles, marcas,
patentes o modelos industriales y software, de propiedad del dador o sobre los que el dador tenga la facultad de dar

en leasing”2.

[2] Art. 1234 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Aplica a los objetos lo mismo que hemos señalado respecto de las personas: siempre hay que dejarlo lo más claro y
delimitado posible. Una buena técnica es pedirle a un tercero que nos lea el objeto y nos indique qué entiende. Si se
comprende el negocio tal cual estaba planteado, podemos decir que tenemos un objeto bien descripto. En el archivo
de guía encontrarás este aspecto en la cláusula primera.
Canon y precio

Canon y precio (art. 1229): el canon es el monto que se fija como valor de alquiler o arrendamiento y su periodicidad
se fija en el contrato. El precio corresponde a la opción de compra y es el monto que se fija contractualmente para
adquirir el bien en el momento en que las partes fijen en el contrato.

Este punto está inserto en la cláusula cuarta, si bien solo existe el monto del leasing y no se detalla cómo se compone
el canon, el mismo puede analizarse con la cláusula vigesimocuarta.

Plazo y opción de compra

Plazo (tiempo): es un elemento esencial que se fija en el contrato y determina su duración.

Opción de compra: “el tomador tiene la posibilidad de usar y gozar del objeto del contrato conforme su destino, pero

no puede venderlo, gravarlo ni disponer de él”3. Una vez que se encuentren pagas las tres cuartas (3/4) partes del
monto total determinado en contrato – o antes, si las partes así lo estipularon-, el tomador puede ejercer la opción de
compra del bien, conforme lo establecido por el art. 1240 del citado cuerpo legal.

[3] Art. 1238- Ley N° 26.994. Op. cit.

Estos puntos quedan previstos en la cláusula segunda y tercera. Sobre lo allí descripto, ¿podrías agregar alguna
previsión mayor?

Prórroga (art. 1241)


Nuestro nuevo Código Civil y Comercial indica que “el contrato puede prever su prórroga a opción del tomador y las

condiciones de su ejercicio”4. Las partes pueden pactar la prórroga, siempre y cuando no se desplace la opción de
compra, ya que este es un elemento esencial del leasing.

[4] Art. 1241 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Como podemos ver, existe todavía un margen de discrecionalidad en la estructura del negocio que permite a las
partes delimitar ciertos aspectos del contrato.

Indica si la siguiente afirmación es verdadera o falsa.

En la carta oferta de leasing entregada para el análisis, se deja expresa la posibilidad de


prorrogar la relación contractual.

Verdadero.

Falso.

SUBMIT

Forma. Inscripción. Normas registrables aplicables según la naturaleza de los


bienes. Efectos frente a terceros. Cancelación de la inscripción
Como bien anticipáramos en los caracteres del leasing, se trata de un contrato formal que “debe instrumentarse en
escritura pública si tiene como objeto inmuebles, buques o aeronaves. En los demás casos puede celebrarse por

instrumento público o privado”5.

[5] Art. 1234 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Es fundamental que, para ser oponible frente a terceros, se inscriba en el registro correspondiente según la naturaleza
de la cosa que constituye el objeto contractual (art. 1235). Es decir, si se trata de un bien mueble no registrable (por
ejemplo, un software) deberá inscribirse en el Registro de Créditos Prendarios y se le aplicará la ley de prenda con
Registro.

De no realizar la inscripción, la naturaleza del contrato se desvirtúa, ya que lo privaríamos de cumplir una de sus
funciones claves. En el ejemplo se puede observar que la cláusula sexta brinda la posibilidad de que directamente
realice la inscripción el dador a costo del tomador, para asegurarse que la falta de interés del tomador para realizar
esta operación no lo afecte a él ni a su patrimonio.

Efectos entre las partes. Obligaciones, deberes secundarios y garantías del


dador. Obligaciones y deberes secundarios del tomador

Obligaciones, deberes secundarios y garantías del dador

El dador tiene los siguientes derechos:

exigir el pago del canon pactado

reclamar indemnización en caso de resolución del contrato o de incumplimiento respecto a la


utilización del bien con la finalidad estipulada;

reclamar el bien en caso de que el tomador no ejercite la opción de compra al finalizar el contrato;
controlar que el bien sea utilizado conforme su naturaleza;

ceder los créditos actuales o futuros por canon o precio de ejercicio de la opción de compra, sin
perjudicar los derechos del tomador;

solicitar cancelación de la inscripción del leasing, sobre cosas muebles no registrables y software (art.
1244).

Tiene la obligación de:

cumplir con el contrato hasta la finalización;

informar al tomador las condiciones contractuales al momento de su celebración;

transmitir el dominio del bien cuando el tomador ejerce la opción de compra y


pagar el precio convenido.

Garantías

EVICCIÓN VICIOS REDHIBITORIOS

El dador tiene la obligación de no perturbar al tomador en su derecho de uso y goce de la cosa objeto del contrato de
leasing y, asimismo, debe impedir que otros lo perturben por causas anteriores a la entrega del bien de que se trate.
EVICCIÓN VICIOS REDHIBITORIOS

El dador, además, debe responder por vicios o defectos ocultos de la cosa que existan al momento de la entrega y que
impidan al tomador utilizarla para el fin que hace a su naturaleza y destino.

En nuestro convenio de ejemplo, como se trata de cobrar una deuda, se procedió a garantizar las obligaciones del
tomador mediante una garantía personal por parte de dos personas y, de esa manera, se puede estar prevenido y
asegurar el crédito ante cualquier eventualidad.

Obligaciones y deberes secundarios del tomador

Sobre el tomador pesan obligaciones legales a cumplir.

Son obligaciones del tomador

Usar y gozar del bien conforme su naturaleza: el Código Civil y Comercial ha previsto la prohibición
de disponer del bien, puesto que solo cuenta con la tenencia del bien (art. 1239). En tal sentido, no
puede gravarlo, venderlo o realizar cualquier otro acto de disposición.

Hacer gastos de conservación del bien, sean estos ordinarios o extraordinarios: ello obedece a que
debe mantener el bien en el estado de uso y de conservación en que lo ha recibido.

Puede arrendar el bien.

Abonar el canon convenido.


Pagar indemnización en caso de utilizar el bien para una finalidad que no hace a su naturaleza.

Restituir el bien al dador a la finalización del contrato, en caso de haber ejercido la opción de compra.

Responder por los daños causados a la cosa objeto del contrato.

Posibilitar la inspección del bien: esta obligación deriva del hecho de que el dador conserva la
propiedad y posesión del bien, en tanto el tomador solo cuenta con la tenencia, por ende, el primero
tiene derecho a conocer el estado en que se encuentra el bien. Su incumplimiento infundado es causal
de incumplimiento contractual.

Derechos

Conforme lo dispone el artículo 1238 y concordantes del nuevo Código Civil y Comercial, el tomador tiene los
siguientes derechos:

Exigir uso y goce del bien conforme su destino, sin restricciones ni molestias.

Ejercer la opción de compra.

Ejercer la opción de prórroga, si está prevista en el contrato.

Exigir la transmisión del dominio del bien, cuando se ha ejercido la opción de compra y ha abonado el
precio convenido.

Solicitar cancelación de la inscripción del leasing, sobre cosas muebles no registrables y software (art.
1238).

Efectos frente a terceros. La inscripción registral


Conforme lo establecido en el art. 1234, 2° párrafo, del Código Civil y Comercial:

A los efectos de su oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse en el registro que
corresponda según la naturaleza de la cosa que constituye su objeto. La inscripción en el registro
puede efectuarse a partir de la celebración del contrato de leasing, y con prescindencia de la fecha
en que corresponda hacer entrega del objeto de la prestación comprometida. Para que produzca
efectos contra terceros desde la entrega del bien objeto del leasing, la inscripción debe solicitarse
dentro de los cinco (5) días hábiles posteriores. Pasado ese término, produce ese efecto desde que
el contrato se presente para su registración. Si se trata de cosas muebles no registrables o de un
software, deben inscribirse en el Registro de Créditos Prendarios del lugar donde la cosa se
encuentre o, en su caso, donde ésta o el software se deba poner a disposición del tomador. En el
caso de inmuebles, la inscripción se mantiene por el plazo de veinte (20) años; en los demás
bienes se mantiene por diez (10) años. En ambos casos puede renovarse antes de su vencimiento,

por rogación del deudor u orden judicial6.

[6] Art. 1234 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Cesión de contratos o de créditos del dador

El Nuevo Código Civil y Comercial, en su art. 1247, al igual que la antigua Ley N° 25.248, prevé la posibilidad de
cesión de contratos o de créditos del dador:

El dador siempre puede ceder los créditos actuales o futuros por canon o precio de ejercicio de la
opción de compra. A los fines de su titulización puede hacerlo en los términos de los artículos
1614 y siguientes de este Código o en la forma prevista por la ley especial. Esta cesión no
perjudica los derechos del tomador respecto del ejercicio o no ejercicio de la opción de compra o,

en su caso, a la cancelación anticipada de los cánones, todo ello según lo pactado en el contrato7.

[7] Art. 1247 - Ley N° 26.994. Op. cit.

En nuestro ejemplo tenemos la prohibición expresa al tomador de ceder el contrato o realizar cualquier transmisión
del bien a terceros.

Incumplimiento del tomador. Supuestos y efectos jurídicos, según la naturaleza


de los bienes

Para estudiar este tema debes leer el Libro Tercero, título IV, capítulo 5 del Código Civil y Comercial de la Nación.

Responsabilidad

Para este tema, te remitimos a la lectura de la bibliografía obligatoria (Lorenzetti, 1999; Bueres, 2015 y Rivera,
2015).

Extinción

El contrato se extingue y finaliza por las siguientes causas:


1 por vencimiento del plazo establecido en el contrato;

2 por pérdida o destrucción del bien objeto del contrato;

3 por imposibilidad de cumplir con la finalidad por la cual se entregó la cosa en leasing;

4 por vicios redhibitorios en la cosa;

5 por caso fortuito que impida continuar con el contrato;

6 por rescisión del contrato por culpa de alguno de los sujetos contractuales;

7 por el ejercicio de la opción de compra y pago del precio pactado.

Legislación aplicable

Te remitimos a la lectura de la bibliografía obligatoria (Lorenzetti, 1999; Bueres, 2015 y Rivera, 2015).

Si bien se entiende que la legislación aplicable es la que rige en el lugar de cumplimiento de la obligación o donde
fue celebrado el convenio, siempre es importante realizar la aclaración para facilitar el entendimiento de los
contratantes, incluso para los abogados que no estuvieron en la negociación para que sepan en qué se basaron los
profesionales que redactaron las cláusulas. Esta cláusula es esencial para los casos que se contrate con personas que
se encuentran en el país. El ejemplo se encuentra en la cláusula trigésima.

Extractos de jurisprudencia

Uno de los principales beneficios del contrato de leasing es que facilita el acceso de los operadores
económicos a ciertos bienes de uso (o incluso de consumo) mediante una forma de financiamiento
relativamente segura y sin necesidad de adquirir directamente la propiedad. Asimismo, tiene el claro
incentivo de que el mismo bien adquirido por el tomador se transforma en garantía para el
cumplimiento del contrato, garantía que, por otro lado, es sumamente efectiva, ya que el dador nunca
ha perdido la propiedad del bien objeto de leasing (CNCom., sala F, 23/2/2010, MJJ55971). Arias
Cáu, 2018, p. 202)

No existe controversia en cuanto a que el Sr. Antidin suscribió los contratos (…) por medio de los
cuales acordó con la demandada el leasing de cinco vehículos para transporte de pasajeros (…)
Tampoco hay discrepancias respecto a que estos automóviles (…), a su vez, fueron puestos a
disposición de la empresa accionada para que prestaran los servicios de transporte de personas
comprometidos con sus clientes y que por ellos ésta le abonó un precio. De igual modo, y sin perjuicio
de cuanto agregaré más adelante, podría decirse que (…) la relación brevemente descripta llegó
decididamente a su fin cuando la encartada retuvo en su poder los vehículos y le reclamó en forma
epistolar al Sr. Antidin el cobro de los cánones locativos correspondientes a los meses de noviembre y
diciembre del año 2002 y de los meses de enero y febrero del año 2003, así como los gastos de
mantenimiento de las unidades comprometidas, los cuales se hallarían supuestamente adeudados
(CNCom., sala B, 29/8/2012, MJJ75269). (CNCom., sala D, 23/11/2004, Lexis nro. 70017065). (Arias
Cáu, 2018, p. 204)

En el leasing el precio es un canon que se integra con el valor económico del uso (alquiler de la
locación), el correspondiente a la amortización del valor de la propiedad (precio de la compraventa), el
costo financiero (interés del mutuo), el costo de los servicios y accesorios, además de los costos
administrativos y de gestión. Entonces, si el canon es idéntico al precio dividido por la cantidad de
períodos de uso, es igual a una venta a plazo; por ello, se estima necesario que en el momento del
ejercicio de la opción de compra exista el pago de un precio, que representa el valor residual de la cosa
(CNCom., sala F, 23/2/2010, MJJ55971). (Arias Cáu, 2018, p. 207)

La opción concedida en el contrato de leasing a favor del tomador constituye una oferta irrevocable de
venta unilateral de parte del dador, que sólo puede ser retirada cuando se agote el término fijado para
que el locatario opte por comprar o desistir de ello (CNCom., sala A, 27/6/1997, LA LEY, 1998- E,
383). (CNCom., sala B, 11/12/1992). (Arias Cáu, 2018, p. 209)

Si la cuenta corriente bancaria fue abierta exclusivamente para la contratación de un leasing por parte
del actor, una actitud diligente de la entidad financiera y respetuosa de las obligaciones de información
y de seguridad que pesaban sobre ella, la obligaba a cursar una notificación formal al accionante
informándole los pasos a seguir para que la cuenta fuera dada de baja, advirtiéndole las consecuencias
disvaliosas que podía generar que la misma permaneciera abierta, y explicitándole su imposibilidad de
operar la cancelación sin su intervención. La conducta del banco resultó antijurídica cuando infringió
tanto sus obligaciones de brindar a los usuarios una información adecuada y veraz, como un servicio
que no presentara peligro alguno para sus intereses (arg. arts. 4, 5 y 42 de la Ley de Defensa del
Consumidor, y 1198 del Cód. Civil), así como el deber genérico de no dañar que la Corte Suprema
juzga consagrado en el art. 19 de la CN (CNCom., sala E,27/12/2011, MJJ71966). (Arias Cáu, 2018,
pp. 214-215)

Un contrato de leasing en el cual el dueño del bien se compromete a garantizar su buen


funcionamiento, no debe ser confundido con una locación de servicios; ya que esta obligación asumida
por el dador funciona como un accesorio de la prestación principal, que es conceder al tomador el uso
y goce del bien (CNCom., sala B, 31/5/1988, ED, 133- 572) (Arias Cáu, 2018, pp. 218-219)

“La no utilización de la escritura pública en la suscripción de un contrato de leasing por un inmueble


es subsanable al tratarse de una nulidad relativa por no afectar el orden público (CACiv. y Com.
Mercedes, sala 2ª, 3/7/2008, MJJ36798)” (Arias Cáu, 2018, p. 224)

“No estando inscripto el contrato de leasing en el registro correspondiente, corresponde desestimar la


defensa de falta de legitimación para obrar deducida por la entidad codemandada, propietaria del
automotor a la época del siniestro (CNCiv., sala M, 15/7/2008, MJJ40353)” (Arias Cáu, 2018, p. 226)

No existe base legal para exigir la prestación de una contracautela en el secuestro autorizado por el art.
21 de la ley 25.248, pues no se trata de una medida cautelar, ya que si el secuestro previsto en el dec.
15.348/1946 no tiene carácter precautorio, no obstante que a través del mismo se desposee al
propietario del pignus, menos aún puede conferírsele tal carácter al secuestro previsto en la ley de
leasing, que apunta al recupero de los bienes de aquel que sólo tiene derecho a tenerlos en la medida
que cumpla con el pago regular de lo convenido y que, una vez efectivizado, importará la resolución
del contrato. Lo cual de por sí no importa que la requirente se exima de responsabilidad en caso de
abusarse de su derecho (CNCom., 14/2/2003, ED, J6125). (Arias Cáu, 2018, p. 229)

Las calidades de dador y tomador del contrato de leasing podrán ser opuestas al tercero víctima de un
ilícito sólo si el contrato se encuentra inscripto, siendo evidente que la ley ha querido garantizar a los
terceros, siendo rigurosa con los plazos y con el deber de inscripción para que se pueda cumplir con
esa finalidad ante los ajenos al contrato (CACiv. y Com. Mercedes, sala 3ª, 14/10/2010, MJJ58921).
(Arias Cáu, 2018, p. 233)

El art. 12 de la ley regulatoria del contrato de leasing (25.248), conforme la cual las sanciones
ocasionadas por el uso del bien objeto del contrato de leasing son a cargo del tomador, salvo
convención en contrario, aparece como derogatoria de los regímenes represivos que establecen
sanciones pecuniarias que debe afrontar el propietario de los bienes, con independencia de la persona
que ha cometido las correspondientes infracciones; orientándose en la sintonía que marca el artículo
17 de la misma ley en el sentido de responsabilizar civilmente al tomador y exonerar al dador por la
responsabilidad objetiva que respecto del dueño de la cosa que ha causado un daño contempla el
artículo 1113 del Cód. Civil (CACiv. y Com. Santa Fe, sala 1ª, 7/2/2008, MJJ20356). (Arias Cáu,
2018, pp. 236-237)

No existe base legal para exigir la prestación de una contracautela en el secuestro autorizado por el art.
21 de la ley 25.248, pues no se trata de una medida cautelar, ya que si el secuestro previsto en el dec.
15.348/1946 no tiene carácter precautorio, no obstante que a través del mismo se desposee al
propietario del pignus, menos aún puede conferírsele tal carácter al secuestro previsto en la ley de
leasing, que apunta al recupero de los bienes de aquel que sólo tiene derecho a tenerlos en la medida
que cumpla con el pago regular de lo convenido y que, una vez efectivizado, importará la resolución
del contrato. Lo cual de por sí no importa que la requirente se exima de responsabilidad en caso de
abusarse de su derecho (CNCom., 14/2/2003, EDJ6125) (Arias Cáu, 2018, p. 229)

(CNCom., sala A, 27/6/1997, LA LEY, 1998- E, 383). La restitución de un bien tomado en leasing
cuando se verifica que el deudor no comunicó su decisión de continuarlo dentro del plazo fijado por la
ley concursal, autoriza a considerar resuelto el convenio de pleno derecho, no siendo aplicable el art.
14 de la ley 25.248 en cuanto establece que el tomador puede ejercitar la opción de compra del bien,
ya que habiéndose juzgado que el contrato se encuentra resuelto, fenece la prerrogativa que le asistía
en tal sentido. Al no ejercerse la opción prevista por el art 11 de la ley 25.248 dentro del plazo previsto
por el art. 20, LCQ, el contrato de leasing ha quedado resuelto de pleno derecho, correspondiendo la
restitución exigida. Ello, sin perjuicio de lo que el incidentista pueda reclamar por cánones
devengados hasta la devolución de las cosas (CNCom., sala A, 28/12/2011, MJJ71185). (Arias Cáu,
2018, p. 244)

(CNCiv., sala K, 20/3/2006, MJJ11105). Resulta improcedente responsabilizar al banco dador, y titular
del dominio, por los daños derivados de un accidente de tránsito en el cual intervino el vehículo objeto
del contrato de leasing celebrado durante la vigencia de la ley 24.441 (ADLA LV - A - 296), pues,
visto que el accidente se produjo con posterioridad a la sanción de la ley 25.248 (ADLA LX - C -
2815), es aplicable al caso lo previsto en el art. 17 de la citada norma, en cuanto dispone que la
responsabilidad objetiva del art. 1113, Cód. Civil., recae exclusivamente sobre el tomador o guardián
de las cosas dadas en leasing (Código Civil y Comercial Rosario, 28/3/2007, LL Litoral, 1238)

Corresponde modificar parcialmente la sentencia recurrida, admitiendo la excepción de falta de


legitimación pasiva opuesta por la cedente de una unidad de transporte de pasajeros a la empresa
codemandada — tomadora de la cosa-, a través de un contrato de leasing, recayendo la
responsabilidad exclusiva en el tomador o guardián de dicha unidad, a raíz de los daños y perjuicios
sufridos por la actora con motivo de un accidente de tránsito (CNCiv., sala J, 11/9/2007, MJJ16211),
(CCiv. y Com. Santa Fe, sala 1ª, 7/2/2008, MJJ20356), (CCiv. y Com. Junín, 2/10/2007, MJJ15761),
(CNCiv., sala D, 9/5/2008, JA, fasc. 11, 2009 - I - 9), (CNCiv., sala M, 15/7/2008, MJJ40353) (Arias
Cáu, 2018, p. 253)
La ley nacional 25.248 que regula el contrato de leasing establece, en su art. 17, que la responsabilidad
objetiva emergente del artículo 1113 de la Cám. Civ. recae exclusivamente sobre el tomador o
guardián de las cosas dadas en leasing. Asimismo, el artículo 8 de dicha ley establece que: A los
efectos de su oponibilidad frente a terceros, el contrato debe inscribirse en el registro que corresponda
según la naturaleza de la cosa que constituye su objeto. Del informe del Registro Nacional de la
propiedad Automotor, surge la inscripción del contrato de leasing en el que figura como tomador la
empresa codemandada, con fecha anterior al siniestro, por lo que se ha configurado la eximente de
responsabilidad prevista en el artículo 17 de la Ley Nacional N˚ 25.248, por lo que deberá admitirse la
excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por la codemandada dadora en el contrato de
leasing. A mayor abundamiento, consta copia del convenio de cesión de contratos de leasing celebrado
entre ambas codemandadas, de fecha anterior al siniestro, con firmas certificadas por ante escribano
público, resultando ser una de ellas la cedente del contrato de leasing de la unidad en cuestión,
habiendo asumido la otra, su carácter de cesionaria y, por ende, las obligaciones del deudor cedido
(CNCiv., sala J, 11/9/2007, MJJ16211). (Arias Cáu, 2018, p. 263)
Propiedad intelectual

Propiedad intelectual

Derechos del autor

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

Propiedad intelectual

En el estudio de los contratos sobre obras intelectuales, aparece un elemento muy particular que no estaba
necesariamente presente en los contratos analizados en los módulos anteriores. Este es el elemento
extrapatrimonial que, en los contratos que ahora estudiaremos, tienen gran importancia.

La noción de bienes inmateriales es muy amplia. Quedan comprendidos, dentro de su espectro, los diseños, los
bienes culturales, las ideas patentables y los modelos de invención. Podemos inferir, sin dificultad, que es, a través
de estos bienes intangibles, que se centra el desarrollo tecnológico y económico de los países en la era moderna.
Para ello, la educación desempeña un rol clave, ya que debe ser una prioridad, en todo país, el deseo de progresar
seriamente y a largo plazo.

Para dar una idea del amplio campo de actuación que tienen estos bienes inmateriales, protegidos por las leyes que
vamos a estudiar, mencionaremos al derecho de autor, que se aplica a la música, la literatura, la pintura y la
escultura, entre otros.

Los bienes inmateriales, de esencial importancia en los contratos analizados en este módulo, se caracterizan por
emerger de la creación humana y carecen de sustancialidad o materia. Esa inmaterialidad se transformará en
materialidad solo al momento en que se plasmen, en algún elemento, a través de una impresión, edición o cualquier
otro medio que lo haga reproducible. A partir de ese momento, también, se viabiliza su explotación comercial. Con la
explotación comercial, surge la necesidad de proteger la obra intelectual, para que sea oponible a terceros, que
pueden fácilmente copiarla y obtener beneficios ilegítimos.

Es allí donde llega en auxilio nuestro ordenamiento jurídico, que brinda un amplio marco normativo de protección, en
el que encontramos al derecho de propiedad, cuyo interés de protección es el uso de la obra y la exclusión de
terceros a través de su oponibilidad. A su vez, en el derecho de propiedad, podemos distinguir dos ámbitos
específicos de aplicación:

1 el de la propiedad industrial

2 el de los derechos intelectuales

Ahora bien, debemos comprender que, dentro del ámbito de estudio en que nos encontramos, existen dos esferas
de igual importancia, que conviven y son reconocidas por el derecho. Una de ellas está relacionada con el ámbito no
económico o extrapatrimonial; y la otra, por el contrario, está relacionada con la faz de la explotación económica o
patrimonial. Valga destacar que es, justamente, esta última la que puede recaer en objeto de algún contrato.

En este punto, haremos un paréntesis para mencionar la repercusión que ha tenido la nueva regulación del Código
Civil y Comercial respecto a la materia bajo estudio, en lo que refiere a la calificación de los bienes cuando el titular
de la obra intelectual ha contraído matrimonio. Este es, sin lugar a duda, un punto de sumo interés al tiempo de
decidir la concertación de un vínculo jurídico que los tome como objeto de contratación. Sobre esta temática, se ha
debatido in extenso en la doctrina a los fines de arribar  a una solución. Así, encontramos, por un lado, una posición
que se ha pronunciado a favor de la ganancialidad de la obra intelectual. Esta funda su posición en la idea de que
toda obra intelectual refleja el talento de su autor, pero, también, se compone de su trabajo. Señalan los autores que
esta es una característica común a cualquier tipo de trabajo cuyos frutos son gananciales, como sucede, por
ejemplo, con otras labores profesionales, tales como llevar adelante un juicio elaborando la demanda,
seleccionando los hechos, evaluando la prueba y argumentando sobre su mérito; o cuando se concibe, dirige y
ejecuta una obra de ingeniería, sin duda, se encuentra presente el talento creador del abogado o ingeniero. Se
preguntan, entonces: ¿por qué en estos casos nadie duda del carácter ganancial de los honorarios percibidos?
Dentro de esa línea de pensamiento, hay quienes proponen que, al producirse la liquidación de la sociedad conyugal,
la obra intelectual sea incluida íntegramente en la hijuela de su autor y se compense su valor en la hijuela del otro
cónyuge (Llambías, 1997).

Esta es la solución que adopta el nuevo artículo 499 del Código Civil y Comercial unificado, que prevé como novedad
la atribución preferencial al autor de los bienes amparados por la propiedad intelectual o artística, con cargo de
pagar en dinero la diferencia al otro cónyuge o a sus herederos (Büeres, 2015).

Claro está que, si la obra intelectual fue producida con antelación a la celebración del matrimonio, acorde con la
línea normativa antes señalada, encuadrará en la categoría de bienes propios. En tal sentido, reza el artículo 464 del
Código Civil y Comercial:

Bienes propios. Son bienes propios de cada uno de los cónyuges: (…) o la propiedad intelectual, artística
o industrial, si la obra intelectual ha sido publicada o interpretada por primera vez, la obra artística ha
sido concluida, o el invento, la marca o el diseño industrial han sido patentados o registrados antes del

comienzo de la comunidad. El derecho moral sobre la obra intelectual es siempre personal del autor1.

[1] Art. 464, Ley 26994. Código Civil y Comercial de La Nación. Congreso de la Nación Argentina.
(2014). Recuperado de https://bit.ly/2AsVN4g

 
En cuanto a la prueba del carácter propio o ganancial de un bien, en este caso puntual de la obra intelectual, el
artículo 466 del mismo plexo normativo prevé expresamente que:

Se presume, excepto prueba en contrario, que son gananciales todos los bienes existentes al momento
de la extinción de la comunidad. Respecto de terceros, no es suficiente prueba del carácter propio la
confesión de los cónyuges. Para que sea oponible a terceros, el carácter propio de los bienes
registrables adquiridos durante la comunidad por inversión o reinversión de bienes propios, es
necesario que en el acto de adquisición se haga constar esa circunstancia, determinándose su origen,
con la conformidad del otro cónyuge. En caso de no podérsela obtener, o de negarla este, el adquirente
  puede   requerir una declaración judicial del carácter propio del bien, de la que se debe tomar nota
marginal en el instrumento del cual resulta el título de adquisición. El adquirente también puede pedir

esa declaración judicial en caso de haberse omitido la constancia en el acto de adquisición2.

[2] Art. 466, Ley 26994. Código Civil y Comercial de La Nación. Congreso de la Nación Argentina.
(2014). Recuperado de https://bit.ly/2AsVN4g

De tal manera, se mantiene la presunción de ganancialidad que contenía el anterior Código Civil respecto de los
bienes existentes al tiempo de la extinción de la comunidad, salvo que se demuestre que son propios. (Büeres,
2015)

A continuación, en base a lo que venimos estudiando, identifique a que estado civil de la persona corresponde cada
una de las sentencias brindadas.

Soltero, todavía no contrajo


matrimonio

La obra intelectual tiene Los frutos de su obra son


carácter propio propios
Matrimonio

Debe compartir los frutos de


su obra

Proceso

La obra intelectual tiene


carácter ganancial

Divorciado

Realizada la hijuela de la obra


intelectual paga una
compensación al cónyuge

Las obras intelectuales

La Ley 11723, en su artículo 1, define a la obra intelectual de la siguiente manera: “es toda producción científica,

literaria, artística o didáctica, sea cual fuere el procedimiento de reproducción”3.

[3] Art. 1, Ley 1723. Ley de Propiedad Intelectual. (1993). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Bx6Yta
La última parte de la definición es clave, porque es el propio ordenamiento jurídico el que solicita que la obra tenga
algún medio que la vuelva reproducible, vale decir, que la idea que se ha pergeñado debe encontrarse plasmada en
algún medio que permita su tangibilidad. Sin embargo, la obra intelectual debe reunir también las siguientes
características:

Originalidad: en cuanto a su forma de reproducción y en su forma de expresión, ya que las ideas en sí


mismas pueden circular libremente, diferenciándose en cuanto al método o medio que utiliza el autor
para reproducirlas. Para lograr la protección de la explotación comercial, no puede consistir en una
combinación de elementos existentes.

Significación: lo que significa, ni más ni menos, debe tratarse de algo de cierta entidad, de cierto peso
para la sociedad. No necesariamente algo trascendente. Más bien sí, un cierto nivel de importancia.
Por su parte, la jurisprudencia, como cita Manrique (2013, https://bit.ly/3dXSG1M) ha entendido que:

Se debe entender por "obra" o "producción" científica, literaria o artística, una expresión
personal, original y novedosa de la inteligencia, resultado de la actividad del espíritu que
tenga individualidad, que represente algo y sea una creación integral. El juez se
encuentra facultado para determinar si existen estas características en una obra
determinada para que proceda la protección legal. 

Debemos aclarar que, para que nuestro ordenamiento jurídico ampare una determinada obra, basta con que esta no
sea una copia de otra y que, además, importe una construcción intelectual significativa. La novedad implicará que
estamos frente a un invento y de ello podrá resultar su patentabilidad, pero, para lograr el amparo de la ley, no es
requisito.

Conforme lo expresa el artículo 1 de la Ley 11723:

Son obras dignas de protección para nuestro derecho: los escritos de toda naturaleza o extensión, las
obras científicas, literarias, artísticas o dramáticas, las composiciones musicales o dramáticos
musicales, las obras cinematográficas, coreográficas, dibujos, pinturas, esculturas, arquitectura;
modelos artísticos; impresos, planos y mapas; fotografías, imagen fotográfica, bases de datos, entre

otras.4

[4] Art. 1, Ley 11723. Ley de Propiedad Intelectual. (1993). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Bx6Yta 

 
Adentrándonos en el ámbito del derecho de autor, podemos afirmar que, quien ha producido la obra o la ha creado
tiene derecho a su titularidad. A su vez, los derechos que emanan de la titularidad de la obra son transmisibles por
actos  inter vivos o mortis causa; es decir, a través de un contrato a todo aquel que, con autorización del autor,
traduzca, refunde, adapte, modifique o transporte la obra; o bien, en caso de muerte de su titular (autor), a sus
herederos.

Este derecho de autor, en cabeza del o de los titulares de la obra, comprende la posibilidad de disponer de esta en
distintas formas, ya sea publicándola, ejecutándola o exponiéndola en general al público. Asimismo, comprende el
derecho a enajenarla o adaptarla, y es por intermedio de esta facultad que el autor podrá contratar libremente,
aprovechando la faz patrimonial del derecho bajo estudio.

Podemos afirmar, entonces, siguiendo a Lorenzetti (1999) que el autor puede:

Excluir a todo aquel que intente o pretenda utilizar su obra con fines comerciales;

impedir que la obra se modifique, en cuanto a sus aspectos sustanciales;

tiene el derecho de editar la obra, poniéndola a disposición del público;

explotar la obra en cualquier forma;

modificar la obra, por ejemplo, para insertarla en algún mercado específico; y,

disponer de la obra, ya sea de manera gratuita u onerosa, a su criterio.

La totalidad de los derechos que, a modo de ejemplo, acabamos de referir, forman parte de la faz económica o
patrimonial y, por lo tanto, son libremente transmisibles y, aún más, al no tratarse de cuestiones de orden público,
pueden incluso renunciarse o limitarse en el tiempo.

En cambio, el autor no puede ser jamás despojado de la faz extrapatrimonial, revistiendo las características de
imprescriptible, inalienable e irrenunciable.

La propiedad intelectual sobre las obras corresponde a los autores durante su vida y a sus herederos o
derechohabientes hasta setenta años contados a partir del 1 de enero del año siguiente al de la muerte del autor. En
los casos de obras en colaboración, este término comenzará a contarse desde el 1 de enero del año siguiente al de
la muerte del último colaborador. Para las obras póstumas, el término de setenta años empezará a correr a partir
del 1 de enero del año siguiente al de la muerte del autor. Un caso que puede presentarse y que está contemplado
en la ley, es el del autor que fallece sin dejar herederos, y se declara vacante su herencia. Los derechos que a aquel
correspondiesen sobre sus obras pasarán al Estado por todo el término de ley, sin perjuicio de los derechos de
terceros.

Respecto a los derechos de los herederos o derechohabientes, la ley prevé que estos no podrán oponerse a que
terceros reediten las obras del causante cuando dejen transcurrir más de diez años sin disponer su publicación.
Tampoco podrán oponerse los herederos o derechohabientes a que terceros traduzcan las obras del causante
después de diez años de su fallecimiento. En estos casos, si entre el tercero editor y los herederos o
derechohabientes no hubiera acuerdo sobre las condiciones de impresión o la retribución pecuniaria, ambas serán
fijadas por árbitros.

La propiedad intelectual que recae sobre obras anónimas pertenecientes a instituciones, corporaciones o personas

jurídicas, dura cincuenta años contados desde su publicación5.

[5] Art. 8, Ley 11723. Ley de Propiedad Intelectual. (1993). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Bx6Yta

Cualquiera puede publicar con fines didácticos o científicos, comentarios, críticas o notas referentes a las obras
intelectuales, que incluyen hasta mil palabras de obras literarias o científicas u ocho compases en las musicales y,
en todos los casos, solo las partes del texto indispensables a ese efecto. Quedan comprendidas, entonces, en esta
disposición, las obras docentes, de enseñanza, colecciones, antologías y otras semejantes.

Todas las disposiciones que estamos analizando son igualmente aplicables a las obras científicas, artísticas y
literarias, publicadas en países extranjeros, sea cual fuere la nacionalidad de sus autores, siempre que pertenezcan
a naciones que reconozcan el derecho de propiedad intelectual.

Para asegurar la protección de la ley argentina, el autor de una obra extranjera solo necesitará acreditar el
cumplimiento de las formalidades establecidas para su protección por las leyes del país en que se haya hecho la
publicación. La protección que la Ley argentina acuerda a los autores extranjeros no se extenderá a un período
mayor que el reconocido por las leyes del país donde se hubiere publicado la obra. Si tales leyes acuerdan una
protección mayor, regirán los términos de la ley argentina vigente.

Nada impide que el autor o sus derechohabientes puedan enajenar o ceder total o parcialmente su obra. Esta
enajenación es válida solo durante el término establecido por la ley y confiere a su adquirente el derecho a su
aprovechamiento económico sin poder alterar su título, forma y contenido. Pero, atento hemos referido
anteriormente, aunque el autor enajenare la propiedad de su obra, conserva sobre ella el derecho a exigir la fidelidad
de su texto y título, en las impresiones, copias o reproducciones, como, también, la mención de su nombre o
seudónimo como autor.

Bienes inmateriales, culturales, derechos reales y personales. Niveles de protección


Los bienes inmateriales pueden ser definidos por contraposición a los bienes materiales, como aquellos que
carecen de materia. Sin embargo, pueden adquirir materialidad cuando se incorporan a una obra, sea a través de su
impresión, representación, etc., que permite su reproducción. Entonces, mientras los bienes inmateriales son la
creación del intelecto humano, la obra es la materialización de esa creación.

Solo cuando la creación del intelecto es insertada en una obra, puede reproducirse y, por ende, ser objeto de
explotación económica. Nace aquí, entonces, el interés de su protección por la ley, para evitar que los autores del
bien inmaterial o intelectual puedan ver menoscabado su derecho sobre la obra en la cual se concreta su creación.

Siguiendo a Lorenzetti (1999):

La obra intelectual admite entonces una protección basada en:

1 el derecho real de propiedad, que permite su uso y su oponibilidad a terceros;

2 el derecho personal basado en el contrato que se celebre sobre ella, el que solo puede ser oponible a
la contraparte y no a los terceros;

3 la acción extracontractual basada en los daños causados por terceros a la propiedad intelectual;

4 la protección basada en los derechos personalísimos, en los supuestos en que se trate de obras que
sean expresión de la personalidad;

5 la defensa penal en los casos en que exista tipificación delictiva.

Dentro de los bienes inmateriales, protegidos por derechos reales, es necesario distinguir:

La propiedad industrial:  que comprende las patentes de invención, marcas, designaciones


comerciales, dibujos, diseños industriales. Resulta aplicable la Ley 24481, modificada por la Ley
24572 de patentes de invención y modelos de utilidad, la 22362 de marcas y designaciones
comerciales, y el decreto 6673/63 de modelos y diseños industriales, secreto (Ley 22802).

Los derechos intelectuales: se aplica la Ley 11723, y el Derecho común (artículo 12, Ley 11723),
así como: la Convención para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, de Berna, 1886,
ratificada por Ley 17251; la Convención Universal sobre Derechos de Autor, de Ginebra, ratificada
por decreto ley 12088/57; la Convención sobre Protección de Artistas Productores de
Fonogramas (Ley 23921); el Registro Internacional de Obras Audiovisuales (Ley 24039) y el
Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el
Comercio, ratificado por Ley 24425 (Lorenzetti, 1999, p. 14 y 15).

Derecho de autor. Obra y propiedad intelectual


La protección del derecho de autor se origina con la creación de la obra, sin necesidad de otra formalidad,
verbigracia, sin necesidad de su registro. Este último viene a asegurar al autor de la obra su exclusividad y, por ende,
le permite hacer cesar su utilización sin su autorización.

Ahora bien, podemos afirmar que existe una cierta confusión terminológica entre las expresiones derecho de autor,
derechos intelectuales, obra intelectual y propiedad intelectual, todo lo cual se corresponde con diversas posturas
doctrinarias cuyo tratamiento excede este trabajo. Para nuestros fines, es suficiente con señalar que la ley protege
el derecho de autor y que este tiene dos aspectos: uno vinculado a los elementos extrapatrimoniales y otro a su
explotación económica. Este último aspecto permite que sea objeto de los contratos. (Lorenzetti, 1999)

Así, el citado autor expresa que:

La obra es lo que produce el autor y es intelectual porque emana de una creación del intelecto, pero a
los fines de su utilización económica, la obra es lo que el Derecho dice que es, y está definida por el
cúmulo de derechos reales y personales que se le reconocen. (Lorenzetti, 1999, p. 16)

Añade a ello que “la propiedad intelectual es una forma de proteger la producción del intelecto confiriéndole al autor
un derecho real sobre la misma” (Lorenzetti, 1999, p. 16).

Sabido es que el derecho de autor es protegido por el artículo 17 de la Constitución Nacional, el que expresamente
prevé que: “todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le

acuerde la ley”6.

[6] Art. 17, Ley 24430. Constitución Nacional Argentina. (1994). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/36NHFgU

El artículo 1 de la Ley 25036 define a la obra intelectual como "toda producción científica, literaria, artística o

didáctica, sea cual fuere el procedimiento de reproducción"7. De tal modo, la obra intelectual es “un hacer
reproducible” (Lorenzetti, 1999, p. 17).

[7] Art.1, Ley 25036. Propiedad intelectual –Ley de Modificación de la Ley N° 11.723 (1998). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2CVqlML

La mencionada ley enumera de manera meramente ejemplificativa las obras que son objeto de tutela legal.

Para profundizar en esta temática, remitimos al alumno a la bibliografía de la lectura obligatoria, en Lorenzetti
(1999), página 17 y siguientes.
LECCIÓN 2 de 3

Derechos del autor

El autor, en tanto titular del derecho sobre una obra, goza de los siguientes derechos:

El derecho de excluir a quienes pretendan usar su obra para explotarla económicamente;

el derecho de impedir la modificación de aspectos sustanciales de la obra;

el derecho de editar la obra;

el derecho de difundir públicamente la obra y explotarla;

el derecho de modificar la obra;

el derecho de traducir la obra a otro idioma; y

el derecho de disponer o desprenderse de la obra, gratuita u onerosamente.

Contrato de edición

Supongamos que formas parte de un grupo de investigación de derecho agrario en la universidad y que deciden
publicar un artículo en una revista de tirada nacional, ¿te imaginas que contendría el contrato?

M3 - Lectura 1 - Material adicional - Contrato de edición.pdf


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Como puedes observar en el contrato, se le otorga la posibilidad de reproducción a cambio de un precio y el autor
asume una serie de obligaciones, mediante este archivo podrás ir recorriendo las explicaciones teóricas que siguen.

Definición
La Ley 11723 define al contrato de edición en su artículo 37 y expresa que: “habrá contrato de edición cuando el
titular del derecho de propiedad sobre una obra intelectual, se obliga a entregarla a un editor, y este a reproducirla,

difundirla y venderla”8.

[8] Art. 37, Ley 11723. Ley de Propiedad Intelectual. (1993). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Bx6Yta 

Calificación y delimitación

El derecho de autor necesita de una forma legal para llevar adelante su explotación comercial. A tal fin, el
ordenamiento jurídico estatuyó al contrato de edición.

Las tres actividades (reproducción, difusión y venta) que surgen de la definición antes brindadas, en su conjunto,
son las que conforman la actividad del editor, pese a tratarse de tres procesos distintos.

Reproducción: es la impresión de la obra, esto es, el procedimiento por el cual se inserta la obra en un
soporte tangible.

Difusión: es la actividad de promoción de la obra.

Venta: es la actividad por la cual el editor emplea los medios necesarios para lograr colocar a la obra
en el mercado al que se encuentra destinada. La obligación del  editor  es   de  medios, porque este no
se compromete a un resultado específico, sino que solo a poner sus mejores esfuerzos para lograr el
éxito comercial de la obra. Es común que, en el mismo contrato de edición, se prevea cuál va a ser el
número de ediciones que constituirá la relación contractual e incluso en cuántos ejemplares
consistirá cada una de ellas. Si nada de esto estuviese estipulado en el contrato, se estará, como
sucede habitualmente, a los usos y costumbres del lugar. Valga destacar que su falta de previsión en
el contrato no acarrea consecuencias jurídicas como la nulidad. El contrato será igualmente válido.

Una cuestión relevante es el hecho de que puede pactarse un precio, a través de las ventas efectivas que se
realicen, lo que aleja las dudas en cuanto a la locación de obra, ya que estamos frente a un contrato de naturaleza
más compleja.

En cambio, si el autor estuviese contratado de manera permanente, debiendo entregar sus obras a cambio de un
precio, independientemente de las cantidades de obras a entregar, estaríamos frente a una clara locación de
servicios, o bien una relación de dependencia, ajustada a la normativa laboral.
También habrá locación de obra (y no contrato de edición) si en el contrato que se celebra se prevé solo la actividad
de impresión de la obra, sin que haya ningún tipo de distribución ni promoción alguna.

Por último, también puede suceder que exista solo una actividad de distribución, en la cual tampoco existiría el
contrato de edición, sino que estaríamos, valga la redundancia, frente a un contrato de distribución en el que el
distribuidor coloca la obra en los puntos de venta.

Caracteres

Según Lorenzetti (1999), podemos afirmar que el contrato de edición tiene los siguientes caracteres:

1. Es bilateral o sinalagmático

pues genera obligaciones recíprocas para ambas partes.

2. Es oneroso:

Conforme lo establece el artículo 40. Pero puede ser gratuito si el autor no cobra ningún precio y el editor actúa por un interés no
económico, sino de apoyo a las artes.

3. Es consensual:

ya que queda concluido por el mero acuerdo de voluntades.

4. Es un contrato de empresa

porque el editor es un empresario dedicado al intercambio de bienes y servicios en el mercado económico.
 

Objeto
Como todo contrato, el contrato de edición tiene un objeto que debe ser lícito, no prohibido por la ley ni contrario a
las buenas costumbres.

Este objeto se encuentra constituido, según el artículo 1 de la Ley 117239, por las obras intelectuales que sean
susceptibles de reproducción, verbigracia, los libros artísticos, literarios o científicos, los grabados, las estampas, las
fotografías, las grabaciones fonográficas, las copias cinematográficas, los software, las bases de datos, etcétera.

[9] Art. 1, Ley 11723. Ley de Propiedad Intelectual. (1993). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Bx6Yta 

Forma y prueba

El contrato puede celebrarse en forma verbal o por escrito. En este último caso, el artículo 40 de la Ley 1172310
establece una serie de recomendaciones en orden a su contenido, cuya lectura sugerimos.

[10] Art. 40, Ley 11723. Ley de Propiedad Intelectual. (1993). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Bx6Yta

En cuanto a la acreditación de su existencia, rigen los principios generales relativos a la prueba de los contratos que
establece la ley de fondo.

El autor. Obligaciones y derechos

Derechos y obligaciones del autor:

realizar la obra

entregar la obra

colaboración

garantía de autenticidad y disfrute

El editor. Obligaciones y derechos

Derechos y obligaciones del editor:


pagar el precio de la obra

imprimir, distribuir y vender la obra

colaboración

información

Como puedes observar, todos estos puntos que venimos tratando se observan claramente en el contrato,
independientemente de que encuentren mezclados o conformados en una sola carilla.

Riesgos del contrato

En cuanto a los riesgos por pérdida o deterioro, podemos afirmar que el momento que define la asignación de la
asunción de los riesgos es el de la entrega de la obra misma. En efecto, desde ese momento, se transmite el control
de la obra, por lo que puede inferirse que, previamente a la entrega, los riesgos serán a cargo del autor, mientras
que, con posterioridad, caerán en cabeza del editor.

Para los casos de fuerza mayor o caso fortuito, la doctrina manifiesta mayoritariamente la falta de responsabilidad,
extinguiéndose el contrato por imposibilidad de cumplimiento del objeto del contrato. (Lorenzetti, 1999)

Modificaciones subjetivas

Para estudiar este punto, se referencia al alumno a la lectura de la bibliografía obligatoria, en Lorenzetti (1999, p.
37).

Extinción

El contrato bajo análisis puede extinguirse por las siguientes causales:

Venta de las ediciones convenidas: el contrato se ha cumplido, agotando su objeto. Las partes se
deberán eventualmente las rendiciones de cuenta que correspondieren.
Pérdida de la obra:  a los fines de determinar la responsabilidad, remitimos a los conceptos
anteriormente vertidos.

Resolución:  frente al incumplimiento de una de las partes, la parte cumplidora podrá resolver el
contrato, debiendo regirse por las disposiciones propias de los contratos en general.

Vencimiento del plazo resolutorio:  libremente, las partes pueden acordar sujetar la duración del
vínculo a una fecha determinada. Cuando esta se cumple, se extingue el contrato.

Muerte o incapacidad de las partes: si se produce la muerte del autor, previo a la entrega de la obra,
el contrato se extingue, sin ningún derecho a indemnización por parte del editor. En lo que atañe a la
incapacidad, esta comprenderá no solo la demencia, sino cualquier incapacidad física que impida al
autor desarrollar la obra pactada. Curioso es el caso en que la muerte del autor acontezca con la obra
ya próxima a finalizar, en cuyo caso, los herederos no podrán obligar al editor a un pago parcial, por
una obra inconclusa. Si los herederos continúan y finalizan la obra, el editor podrá publicarla, en cuyo
caso, estaremos frente a un nuevo contrato.

Quiebra del editor:  en dicha situación, es posible pedir la resolución del contrato. Sin embargo, el
síndico de la quiebra podrá solicitar autorización judicial para que el contrato se cumpla, según la
conveniencia de los acreedores del editor.

Supresión de la obra: el autor podrá incluso suprimir la obra, extinguiendo el contrato, sin perjuicio de
la correspondiente indemnización de los daños y perjuicios que hubiese ocasionado al autor.

Ahora, daremos algunos conceptos de interés de la Ley 11723, referidas a la inscripción de la obra y sus eventuales
sanciones.

Entre otras cuestiones importantes, ¿qué procedimiento debemos seguir para inscribir una obra intelectual?

Según lo establece la Ley 11723 en su artículo 61 y siguientes, la obra deberá presentarse en el Registro Nacional
de Propiedad Intelectual, donde deberá depositar el editor de las obras, comprendidas en el artículo 1, tres
ejemplares completos, dentro de los tres meses siguientes a su aparición. Si la edición fuera de lujo o no excediera
de cien ejemplares, bastará con depositar un solo ejemplar. En el mismo término y condiciones deberán respetarse
las presentaciones para las obras impresas provenientes de países extranjeros, pero que tuvieren editor en la este

país. Los plazos se contarán desde el primer día de ponerse en venta en territorio argentino11.

[11] Arts. 61 y siguientes, Ley 11723. Ley de Propiedad Intelectual. (1993). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Bx6Yta

Para el caso de pinturas, arquitecturas, esculturas, etcétera, el depósito consistirá en un croquis o fotografía del
original, con las indicaciones suplementarias que permitan identificarlas.
Para películas cinematográficas, el depósito consistirá en una relación del argumento, diálogos, fotografías y
escenarios de sus principales escenas. Y, finalmente, para los programas de computación, consistirá en el depósito
de los elementos y documentos que determine la reglamentación.

A toda persona que se presente a inscribir una obra con los ejemplares o copias respectivas, le será entregado un
recibo provisorio, con los datos, fecha y circunstancias que sirven para identificar la obra, que hagan constar su
inscripción.

Una de las actividades a desarrollar por el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual consiste en publicar
diariamente, en el Boletín Oficial, la nómina de las obras presentadas para su inscripción, además de las
actuaciones que la dirección estime necesarias, con indicación de su título, autor, editor, clase a la que pertenece y
demás datos que las individualicen. Pasado un mes desde la publicación, sin haberse deducido oposición, el
Registro las inscribirá y otorgará a los autores el título de propiedad definitivo si estos lo solicitaren.

Para aquellos casos en que existiese algún reclamo, este deberá realizarse dentro del plazo de un mes y se
levantará un acta de exposición, de la que se dará traslado por cinco días al interesado, debiendo el director del
Registro Nacional de la Propiedad Intelectual resolver el caso dentro de los diez días subsiguientes.

Dicha resolución podrá apelarse al ministerio respectivo, dentro de otros diez días y la resolución ministerial no será
objeto de recurso alguno, salvo el derecho de quien se crea lesionado para iniciar el juicio correspondiente.

¿Qué consecuencias trae la falta de inscripción?

Pues bien, la falta de inscripción trae como consecuencia la suspensión del derecho del autor hasta el momento en
que la efectúe, recuperándose dichos derechos en el acto mismo de la inscripción, por el término y condiciones que
correspondan, sin perjuicio de la validez de las reproducciones, ediciones, ejecuciones y toda otra publicación
hechas durante el tiempo en que la obra no estuvo inscripta.

Es importante destacar que no se admitirá el registro de una obra sin la mención de su pie de imprenta. Se entiende
por tal, la fecha, lugar, edición y la mención del editor.

Ahora bien, en la misma Ley 11723 se establece, además, cuáles serán las sanciones, frente a los distintos
incumplimientos. Veamos algunos de ellos a continuación.

Para aquellos casos en que se defrauda en cualquier forma a los derechos de propiedad intelectual reconocidos por

la ley, se reprimirá con la pena establecida por el artículo 172 del Código Penal12.

[12] Art 172, Ley 11179. Código Penal Argentino. (1921).  Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Boe8Qz
Sin perjuicio de la disposición general del artículo precedente, se consideran casos especiales de defraudación y
sufrirán la pena que el Código Penal establece, además del consecuente secuestro de la edición ilícita:

1. El
que edite, venda o reproduzca por cualquier medio o instrumento, una obra inédita o publicada sin
autorización de su autor o derechohabientes.

2. Elque falsifique obras intelectuales, entendiéndose como tal la edición de una obra ya editada,
ostentando falsamente el nombre del editor autorizado al efecto.

3. El
que edite, venda o reproduzca una obra suprimiendo o cambiando el nombre del autor, el título de
esta o alterando dolosamente su texto.

4. El que edite o reproduzca mayor número de los ejemplares debidamente autorizados13.

[13] Art 72, Ley 11179. Código Penal Argentino. (1921).  Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Boe8Qz

La Ley de Propiedad Intelectual prevé también la posibilidad de lograr medidas preventivas. Efectivamente, los
jueces podrán, previa fianza de los interesados, decretar preventivamente la suspensión de un espectáculo teatral,
cinematográfico, filarmónico u otro análogo; el embargo de las obras denunciadas, así como el embargo del
producto que se hayan percibido por todo lo anteriormente indicado y toda medida que sirva para proteger
eficazmente los derechos que ampare esta Ley de Propiedad Intelectual.

Ninguna formalidad se ordena para aclarar los derechos del autor o de sus causahabientes. En caso de
contestación, los derechos estarán sujetos a los medios de prueba establecidos por las leyes vigentes.

En cuanto a la posibilidad de iniciar acciones en el ámbito civil, podemos afirmar que, en todo juicio motivado por
esta ley, ya sea por aplicación de sus disposiciones, como consecuencia de los contratos y actos jurídicos que
tengan relación con la propiedad intelectual, regirán, fuera de las medidas preventivas en que se establece para las
excepciones dilatorias, en los respectivos códigos de procedimientos, en lo Civil y Comercial, con las siguientes
modificaciones que establece la ley que protege los derechos del autor:

a) Siempre habrá lugar a prueba a pedido de las partes o de oficio, pudiendo ampliarse su término a 30
días, si el juzgado lo creyere conveniente, quedando firme a esta resolución.

b) Durante la prueba y a pedido de los interesados se podrá decretar una audiencia pública, en la sala
del tribunal donde las partes, sus letrados y peritos expondrán sus alegatos u opiniones.
Esta audiencia podrá continuar otros días si uno solo fuera insuficiente.

c) En las mismas condiciones del inciso anterior y cuando la importancia del asunto y la naturaleza
técnica de las cuestiones lo requieran, se podrá designar un jurado de idóneos en la especialidad de
que se tratare, debiendo estar presidido para las cuestiones científicas por el Decano de la Facultad de
Ciencias Exactas o la persona que este designare, bajo su responsabilidad, para reemplazarlo; para las
cuestiones literarias, el Decano de la Facultad de Filosofía y Letras; para las artísticas, el  Director  del  
Museo  Nacional de Bellas Artes y para las musicales, el Director del Conservatorio Nacional de Música.

(…)

Complementarán el jurado dos personas designadas de oficio. 

El jurado se reunirá y deliberará, en último término, en la audiencia que establece el inciso anterior. Si no
se hubiere ella designado, en una especial y pública en la forma establecida en dicho inciso.

Su resolución se limitará a declarar si existe o no la lesión a la propiedad intelectual, ya sea legal o


convencional. 

Esta resolución valdrá como los informes de los peritos nombrados por partes contrarias, cuando se

expiden de común acuerdo14.

[14] Art 81, Ley 11179. Código Penal Argentino. (1921).  Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/2Boe8Qz
Contrato de licencia

Contrato de licencia

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Contrato de licencia

Definición

El contrato de licencia es aquel por medio del cual el titular de un derecho de


propiedad industrial cede a otro el uso y goce sobre este. A través de este
contrato se transmite el derecho de uso y explotación sin transmitirse las
acciones derivadas del derecho en cuestión, pudiendo incluso celebrar otros
contratos de licencia si no hubiera pactado exclusividad con el licenciatario.
Debemos recordar que el contrato de licencia posee tipicidad social.

Calificación

El contrato de licencia, como todos los contratos, se conforma de cláusulas


que definen su contenido. Entre esas cláusulas, las más comunes son:

1 aquella que determina la naturaleza del objeto del contrato;

2 la cláusula que prevé las obligaciones de las partes;


3 la cláusula que establece el carácter de la transferencia del uso y
goce, esto es, si es definitivo o temporario;

4 la cláusula que fija el precio y la modalidad de pago;

5 la cláusula que estipula el cálculo de la regalía (o royalty);

6 la cláusula que prevé la duración o plazo contractual;

7 la cláusula que determina las limitaciones al uso y goce;

8 la cláusula que delimita el mercado asignado de actuación del


licenciatario;

9 la cláusula que estipula la asistencia técnica a brindar por el


licenciante;

10 la cláusula que prevé las causales de extinción;

11 otras.

Caracteres

Son características del contrato de licencia las siguientes partes.

A ) E L LI C E N C I A N T E B) E L LI C E N C I ATA RI O
Es el sujeto que autoriza al licenciatario a utilizar la patente del modo convenido, a
su riesgo, pero sin transferirle el derecho del que es titular.

A ) E L LI C E N C I A N T E B) E L LI C E N C I ATA RI O

Se compromete a utilizar en la forma convenida la patente objeto del contrato al


pagar a cambio de ello una retribución en dinero.

En principio rige lo convenido por las partes, el derecho de patentes y,


finalmente, en ausencia de normas específicas, las normas relativas a la
locación, atento encontramos en un contrato de cesión de uso.

Modalidades

Siguiendo a Lorenzetti (1999) diremos que las licencias pueden clasificarse:

 
1. Desde el punto de vista de su duración, sin plazo o con plazo.

2. Desde el punto de vista de los derechos que se otorgan al


licenciatario, en contratos de explotación total o parcial. 

3. Segúnel área de explotación, pueden extenderse a todo un país,


a varios países, o a una zona determinada.

4. Según las licencias sean o no exclusivas, en licencias con


exclusividad y licencias parciales.

5. Finalmente,
en licencias independientes de otra relación jurídica
o accesorias de otro contrato (Lorenzetti, 1999, p. 88).

Contenido

1 Objeto del contrato (tecnología)

2 Obligaciones de las partes (cedente o exportador y cesionario o


importador)

3 Mención sobre el carácter definitivo o temporario de la


transferencia de tecnología

4 Precio pactado y modalidad de pago. Esto es si el precio es único o


si es periódico, y si será un precio fijo o se determina un porcentual
sobre las ventas realizadas, entre otras modalidades que las partes
pueden estipular en ejercicio de su autonomía de la voluntad.
5 Moneda en la que debe efectuarse el pago

6 Determinación de las pautas para el cálculo del royalty (regalía)

7 Indicación de los impuestos que gravan a la operación y a la


transferencia del royalty y quién será el obligado a su pago

8 Duración del contrato

9 Indicación de la producción mínima de los productos generados


con la tecnología recibida que debe lograr el cesionario

10 Determinación del mercado dentro del cual puede actuar el


cesionario

11 Determinación de la asistencia técnica que debe prestar el cedente

12 Determinación de la calidad de los bienes o servicios a producir y


sus precios en el mercado

13 Fijación de las garantías y sanciones para el caso de


incumplimiento por cualquiera de las partes

14 Causas de extinción del contrato

15 Designación de la jurisdicción judicial a la que se someten las


partes en caso de controversias
Obligaciones del licenciante

Expresa Roncero Sánchez que “la obligación esencial del licenciante consiste
en la concesión del uso de explotación sobre el derecho que constituye el
objeto del contrato” (citado en Lorenzetti, 1999, p. 89). Y continúa
expresando que esta “obligación presenta una pluralidad de deberes de
prestación positiva tendientes a permitir el uso y goce por parte del
licenciatario, mostrando un claro paralelismo con la locación de cosas”
(citado en Lorenzetti, 1999, p. 89 -90).

Además, y aunque resulta obvio por ser una obligación común a todos los
contratos de cesión de uso, señalamos que el contrato de licencia pone en
cabeza del licenciante la obligación de garantizar la existencia del derecho
cuyo uso transfiere y así también su goce sin perturbación alguna. En los
primeros tiempos, esta cuestión había dado lugar a un arduo debate, pero en
la actualidad, la doctrina abrumadoramente mayoritaria considera que la
licencia reconoce como naturaleza jurídica la de ser un contrato de cesión de
uso y goce.

Obligaciones del licenciatario

La obligación principal del licenciatario es el pago del precio pactado en el


contrato de licencia.
Existe en doctrina una discusión acerca de la existencia de otras obligaciones
de carácter secundario. Remitimos para su lectura a la bibliografía de
consulta obligatoria: 

Lorenzetti, R.  (1999). Tratado de los Contratos. Buenos Aires: Ed. Rubinzal
Culzoni.

Otros contratos vinculados a los derechos de propiedad industrial

Otros contratos propios de la propiedad industrial son el de cesión de


derechos industriales, de delimitación del uso de una marca, de fabricación
por cuenta de terceros, de know-how, de asistencia técnica y de transmisión
de secreto industrial.

Cesión de derechos industriales. Definición. Efectos

La cesión de derechos industriales, al igual que la cesión de créditos que


regulaba el viejo Código Civil de Vélez, implica la transmisión del derecho (en
este caso industrial). De tal modo, se distingue del contrato de licencia antes
analizado por cuanto en este último contrato, como se expuso, solo importa
transmitir el uso y goce del derecho de explotación.
Contrato de delimitación del uso de una marca. Definición. Efectos

Es el contrato por el cual los titulares de dos o más marcas, entre las que
existe colisión, fijan los límites de uso para su coexistencia (Lorenzetti, 1999).

En términos más simples, expresa Lorenzetti (1999), se trata de “pactos de


no agresión”.

A diferencia del contrato de licencia, las partes involucradas son ambos


titulares de una marca.

El efecto de este contrato es la restricción convenida y, por lo tanto,


voluntaria del ejercicio de los derechos que derivan de la titularidad de una
marca.

Contrato de fabricación por cuenta de terceros. Definición. Efectos

Básicamente estamos frente a una locación de obra que consiste en el


encargo de fabricar un determinado bien al que luego se le incorpora una
marca.

Quien realiza la obra no será responsable de los daños que se causen con
motivo de la marca a terceros, dicha responsabilidad continúa siempre en
cabeza del titular del derecho.

Contrato de know-how. Definición. Efectos

El contrato de know-how  es una categoría dentro de los contratos de


propiedad intelectual, precisamente porque su objeto (know-how) es una
obra intelectual.

Remitimos al alumno a lo ya expresado al estudiar el contrato de franquicia.

Contrato de asistencia técnica. Definición. Efectos

Por intermedio de este contrato, la empresa asistente se obliga a poner al


servicio de la otra parte toda su pericia y experiencia, asumiendo una
obligación de hacer en lo que se refiere a la asistencia técnica de un proceso
industrial. Se trata de un contrato de servicios y, por lo tanto, son aplicables
las normas jurídicas relativas a los mismos.

Transmisión de secreto industrial. Definición. Efectos


Nos encontramos, como se podrá inferir, nuevamente en el ámbito de la
protección de la competencia desleal, en cuanto el secreto industrial trata de
técnicas o procedimientos creados por una empresa, y por lo tanto de su
exclusiva propiedad, pero que no encuentra protección en la normativa
propia de la propiedad intelectual en sentido amplio. Generalmente, es
celosamente custodiado ya que le permite asegurar ciertas ventajas en el
mercado. Al transmitirse, suele hacerse en un único acto.
Contratos publicitarios

Contratos publicitarios

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Contratos publicitarios

En estos días, podemos observar publicidad por doquier. En las redes


sociales, en los programas de televisión, en carteles callejeros, etcétera.
Resulta importante conocer los extremos necesarios para la protección de
nuestros clientes. Incluso, es importante saber los límites que deben
observar los abogados en materia publicitaria, ya que además de los
impuestos a cualquier persona, debemos sumar los que establezcan los
códigos de ética de la profesión.

Antes de comenzar: ¿publicidad y propaganda son sinónimos?

La propaganda se define en el Diccionario panhispánico del español jurídico


como: “Difusión o divulgación de información, ideas u opiniones de carácter
político, religioso, comercial, etcétera, con la intención de que alguien actúe
de una determinada manera, piense según unas ideas o adquiera un
determinado producto” ("propaganda", 2020, https://n9.cl/oscq). Haciendo un
poco de historia, recordarán que grandes dictadores del siglo pasado
contaban en su estructura gubernamental con un ministerio de propaganda,
tanto para imponer sus ideas y adoctrinar al pueblo como para hacer
manifestaciones de los logros de su nación. Por esta razón, esta palabra no
será utilizada en clases.
Para comprender la noción y el contenido del contrato de publicidad,
debemos conocer su objeto. Esto es: la publicidad jurídicamente permitida o
publicidad lícita que delimita el bien jurídico protegido por el contrato de
publicidad.

En los comienzos, el bien jurídico protegido se enfocaba en la competencia


leal entre empresas, por lo que se restringían las publicidades que pudieran
perjudicar la imagen de una empresa o restringir su competencia en el
mercado. Por ejemplo, la utilización de publicidades que compararan. Más
adelante, se cambia el enfoque hacia el respeto por la libertad de expresión
en todo mensaje publicitario. Finalmente, se adoptó una mirada
proteccionista del consumidor: la publicidad debe brindar una información lo
más detallada posible del bien o servicio que se pretende introducir en el
mercado. Es así que se comienza a dar prioridad a la función de información
por sobre la de persuasión en la adquisición de los productos que se ofrecen
en el mercado.

Definición

Ricardo Lorenzetti (1999) define a la publicidad como “una forma de


comunicación producida por una persona física o jurídica, pública o privada,
con el fin de promover la contratación de productos o servicios” (p. 103).

La publicidad es un
servicio, se presta con una
finalidad económica y
Calificación como servicio de conlleva un valor. Esta
valor pecuniario. calificación es lo que
autoriza que la publicidad
sea objeto de contratación
y que, como tal, se le

Las restricciones al
derecho de publicitar
pueden ser de origen legal
Restricción al derecho de o convencional, según
publicidad. surjan de la ley o del
acuerdo entre las partes.
Lorenzetti (1999) califica a
las restricciones, solo a

Publicidad y omisión del deber de informar

El artículo 1100 del Código Civil y Comercial de la Nación, en concordancia

con lo que establecía el artículo 4 de la Ley 242401 de Defensa del


consumidor, prevé que:

[1] Art. 4, Ley 24240 (1993). Defensa del consumidor. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
 

El proveedor está obligado a suministrar al consumidor en forma


cierta, clara y detallada todo lo relacionado con las
características esenciales de los bienes y servicios que provee, y
las condiciones de su comercialización. La información debe ser
siempre gratuita para el consumidor y proporcionada en soporte
físico, con claridad necesaria que permita su comprensión. Solo
se podrá suplantar la comunicación en soporte físico si el
consumidor o usuario optase de forma expresa por utilizar
cualquier otro medio alternativo de comunicación que el

proveedor ponga a disposición.2

[2] Art. 1100, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de

la Nación Argentina.

La doctrina especializada ha entendido que de esta norma surgen dos


nociones bien diferenciadas. Así, se ha entendido que el dispositivo
reglamenta dos tópicos con finalidades distintas: la información, por un lado,
y la publicidad, por el otro.

Alberto Büeres (2015) afirma que la información hace al conocimiento


y contribuye a formar el consentimiento del consumidor, mientras que
la publicidad tiende a motivar la adquisición de un producto o servicio.
El deber de informar debe cumplirse en forma previa a celebrar el contrato de
consumo y de manera concomitante a su celebración. 

La información debe ser:

Necesaria: debe ser veraz de modo tal que elimine todo contenido


engañoso y falso. Debe ser exacta, seria, objetiva y debe estar
respaldada por pruebas o experimentaciones.

Suficiente:  es decir, apta para los fines previstos y comprensible


para el consumidor.

Eficaz: que posibilite al consumidor a involucrarse en el acto que va


a realizar, con plena conciencia y conocimiento del mismo.

Objetiva.

Oportuna.

El artículo 1101 del Código Civil y Comercial de la Nación, además, prevé una
serie de regulaciones según las cuales está prohibida toda publicidad que:

 
a) contenga indicaciones falsas o de tal naturaleza que induzcan
o puedan inducir a error al consumidor cuando recaigan sobre
elementos esenciales del producto o servicio;

b) efectúe comparaciones de bienes o servicios cuando sean de


naturaleza tal que conduzcan a error al consumidor;

c) sea abusiva, discriminatoria o induzca al consumidor a


comportarse de forma perjudicial o peligrosa para su salud o

seguridad.4

[4] Art. 1101, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de

la Nación Argentina.

A su vez, el artículo 1102 prevé que los consumidores afectados o quienes


resulten legalmente legitimados puedan solicitar al juez el cese de la
publicidad ilícita y la publicación, a cargo del demandado, de anuncios de
rectificación en una suerte de derecho a réplica. También establece que

puedan pedir una sentencia condenatoria por los daños producidos5.

[5] Art. 1102, Ley 26994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

Interpretación
La interpretación de la publicidad será aquella que le da el consumidor
medio. De tal modo, se aleja de la regla que rige en material contractual
conforme a la cual se atenderá al fin tenido en cuenta por las partes o a lo
que verosímilmente éstas pudieron entender o querer, de acuerdo con las
circunstancias del caso. Más aún, en caso de duda, se estará a favor del
consumidor.

Contrato de publicidad

Definición

Siguiendo a Guillermo Borda (1985), podemos decir que “hay contrato de


publicidad cuando una de las partes se obliga a hacer un determinado
mensaje publicitario encargado por un comitente, a cambio de una
retribución en dinero” (p. 117).

Caracteres

Como antes lo dijimos, el objeto de este contrato es la publicidad lícita o


permitida por la ley. Este contrato se caracteriza por ser:

1 Consensual.

2 Bilateral.
3 Oneroso.

4 Informal.

5 Conmutativo.

6 Intuitu personae.

Obligaciones del publicista.



El publicista tiene una obligación de medio, consistente en el diseño del mensaje
publicitario.

Obligaciones del empresario anunciante.



El empresario anunciante se compromete a pagar el precio estipulado como
contraprestación del mensaje publicitario.

Daños derivados de la caída de un cartel publicitario

En los supuestos de daños producidos por la caída de un cartel publicitario,


corresponderá subsumir el supuesto en el sistema jurídico de
responsabilidad objetiva que rige los perjuicios producidos en el marco de un
contrato publicitario. Por lo tanto, se deberá prescindir de la culpa o dolo de
los involucrados en el hecho dañoso.

La jurisprudencia, en vigencia del anterior Código Civil, sostuvo que, en el


caso de caída del cartel, el anunciador no engasta en la locución “servirse de
la cosa” que prescribía el viejo artículo 1113 Código Civil (referido a la
responsabilidad objetiva).

Contrato de esponzorización

Costumbres y finalidad económica

La esponsorización se caracteriza por el hecho de que un sujeto efectúa un


aporte económico al emprendimiento de otro que no cuenta con el capital o
solo cuenta con una parte del capital necesario para llevarlo a cabo. Si bien
no busca de manera inmediata obtener una ganancia, puede existir un fin
lucrativo mediato que no haga a la esencia de la empresa.

Según Ricardo Lorenzetti (1999):

La esponsorización utiliza la técnica del mecenazgo con función


publicitaria, lo que es novedoso: el espónsor financia un evento
porque de ese modo se hace conocer con unas características
especiales de imagen frente al público y obtiene ganancias en el
mediano plazo. (Lorenzetti, 1999, p. 123).

La esponsorización es muy utilizada en el ámbito deportivo. Por ejemplo, en


el automovilismo, en el fútbol, en el básquet, en el tenis, en el rugby, en el
golf, etc. Pero también se encuentra vinculada a los sectores de la actividad
pública, social, ecológica, entre otros sectores. Esto sucede, por ejemplo,
cuando una empresa presta apoyo al mantenimiento de los parques y
plazas, a la disminución del consumo de drogas y bebidas alcohólicas, en las
campañas de salud, de educación, etc.

Definición

Lipovetsky (1994) ha definido el contrato de esponsorización como el


contrato por el cual una parte se obliga a una prestación pecuniaria o a la
atribución de cosas fungibles, frente a la otra parte que se obliga a divulgar el
nombre o la marca del espónsor en las varias modalidades de su propia
actividad, e inclusive, a veces, modificando su propia denominación social y
asumiendo la del espónsor.

Delimitación

El contrato de esponzorización es una técnica de publicidad indirecta en el


sentido de que no existe una obligación por parte del espónsor de publicidad,
que sí existe de manera principal en el contrato de publicidad. En el contrato
de publicidad, no existe una obligación de apoyo económico. En el contrato
de esponzorización, sí existe esa obligación.

Modalidades

Señala Lorenzetti (1999) que la doctrina ha indicado diversas modalidades


de esponsorización. Dos de ellas permiten aclarar algunos aspectos, a saber:

La primera, se basa en el grado de integración que se produce


entre el espónsor y el esponsorizado. En el contrato, se revela en la
intensidad de los deberes secundarios de conducta asumidos por
el esponsorizado. En forma menos intensa, el esponsorizado se
obliga a cumplir la función de vehículo a cambio de un mensaje
publicitario, de bienes que el espónsor produce y que suministra
gratuitamente o en condiciones muy favorables. De allí en
adelante, el esponsorizado puede asumir deberes más agudos en
su identificación con el espónsor, hasta llegar a una unión más
estrecha en la que se confunden los nombres o las identidades.

La segunda cuestión de interés es la diferencia entre el


denominado espónsor individual y el colectivo. En el último caso, el
contrato se establece entre un espónsor que está constituido por
un consorcio de empresas comerciales y una federación deportiva.
A cambio de la esponsorización, la federación esponsorizada
asume la obligación de atribuirle la calificación de patrocinador
oficial de un determinado evento deportivo, además de algunas
obligaciones accesorias, como puede ser el disfrute de espacios
publicitarios. En estos casos, la integración es total porque
desaparece la identidad del equipo, que no lleva el nombre de un
club, sino el de la marca.

Los sujetos del contrato de esponsorización son:

E S PÓ N S O R E S PO N S O RI Z A D O

El espónsor, también llamado el sujeto que esponsoriza, es un patrocinador


principal o promotor que busca el uso indirectamente publicitario del nombre, la
actividad o prestigio de otros. Es espónsor realiza a favor de éstos prestaciones
en dinero, bienes o servicios para facilitarles la realización de su actividad
(deportiva, cultural, etc.). Esta actividad es es usada como vehículo de
comunicación publicitaria a favor del propio espónsor.
El espónsor puede ser una empresa privada o del Estado; una sociedad privada o
del Estado o mixta; una persona de derecho público; una persona privada, tal el
caso de las fundaciones y asociaciones; un grupo de empresas; etc.

E S PÓ N S O R E S PO N S O RI Z A D O

El esponsorizado, también llamado sujeto que asume la esponsorización, es


quien soporta como sujeto pasivo la esponsorización. Esto es así únicamente en
el ámbito formal de la relación. En la ejecución, es quien tiene los medios para el
éxito o fracaso de la esponsorización, puesto que su actividad o su persona son
instrumentalizadas por el espónsor como vehículo de publicidad.
El esponsorizado puede ser cualquier persona, física o jurídica. Por ejemplo, un
club deportivo.

Estos sujetos contratantes


deben regirse en orden a la
capacidad por las reglas
generales relativas a los
Minoridad.
contratos. Por ende, tienen
capacidad para su
celebración las personas
que hayan alcanzado los

Lorenzetti (1999) enseña


que en el patrocinio
colectivo se celebra un
Federación. contrato con una
federación. La federación
compromete a los clubes
que la integran.
Obligaciones del esponsorizado. Obligación nuclear y deberes secundarios
de conducta. Límites de la exigibilidad. Incumplimiento imputable.

La obligación principal del esponsorizado es la realización del evento o la


actividad individual o colectiva objeto del contrato de esponsorización, en
cuya virtud se compromete a realizar una actividad u objeto convenido.
Accesoriamente, asume un deber de colaboración con la finalidad
contractual secundaria de publicidad. Por ejemplo, llevando una insignia, un
distintivo, el nombre de una marca, etc.

Como obligación secundaria puede pactarse la exclusividad y el cuidado de


su persona en orden a su imagen, entre otras cuestiones.

Desde el sentido común es posible imaginar que los contratos de


esponsorización solo tienen como estructura la entrega de sumas de dinero
por el uso de la indumentaria o del objeto que se trata de promocionar. Sin
embargo, existen otras obligaciones que el esponsorizado debe asumir.
Sucede en el tenis infantil de competición, por ejemplo, donde algunas
marcas de raquetas realizan descuentos importantes a los jugadores o les
regalan algunos elementos por el uso de sus productos, pero debiendo
abonar multas al espónsor si caen en el ranking. Por esa razón, cuando nos
consulten al respecto, antes de dar la aprobación, es necesario leer el
contrato con detenimiento.

Límites de la exigibilidad
Lorenzetti (1999) señala que existen límites que deben respetarse en la
imposición de deberes al esponsorizado. Estos no son otros que los que
corresponden a las obligaciones de hacer, en tanto no deben importar una
restricción a las libertades esenciales del sujeto. El criterio aplicable es el de
la "inenajenabilidad" de derechos personalísimos y la prohibición de la
ejecución compulsiva cuando ello implique dejar de lado la libertad del sujeto.

Con la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, el criterio se


encontrará dado por la razonabilidad de los deberes conforme a un juicio de
ponderación.

Incumplimiento imputable

Si el esponsorizado no cumple con su obligación principal de llevar a cabo la


actividad convenida, se configura un incumplimiento que será imputable al
esponsorizado en caso de haber mediado de su parte dolo o culpa. Es lo que
se ha dado en llamar incumplimiento objetivo: se configura cuando el
esponsorizado no cumple con la obligación sin ninguna intención en
particular y sin que medie un obstáculo para hacerlo, simplemente porque
decide no llevar a cabo la actividad comprometida. En estos casos, debe
responder por su incumplimiento.
Distinto es el caso en que el incumplimiento se deba a la imposibilidad de
llevar a cabo la actividad comprometida por causas ajenas a su voluntad, en
cuyo caso el esponsorizado no resulta responsable del incumplimiento y la
obligación que pesa sobre su parte, de carácter principal, se ve extinguida.

Obligaciones del espónsor

El espónsor, por su parte, tiene la obligación principal de realizar una


contraprestación dineraria que puede consistir en la entrega de dinero o de
bienes de acuerdo con las modalidades pactadas.

Riesgos del evento

Como antes señalamos, al tratar las obligaciones del esponsorizado, si el


incumplimiento de la obligación principal se torna imposible por
circunstancias ajenas a la voluntad de este sujeto, sea por caso fortuito,
fuerza mayor o cualquier otra causa que no le sea imputable, se extingue la
obligación y el espónsor queda liberado de su cumplimiento.

Responsabilidad frente a tercero

En este punto, remitimos al alumno a la lectura de la bibliografía obligatoria:


Ricardo Lorenzetti (1999). Tratado de los Contratos. Tomo 3. 

Aclaración 
Las lecturas son introductorias al tema e intentan lograr un mejor
entendimiento de los conceptos de la materia. Sin embargo, es
indispensable profundizar la temática en el material bibliográfico obligatorio.
Los derechos de propiedad industrial

Los derechos de propiedad industrial

Video conceptual

Revisión del módulo

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

Los derechos de propiedad industrial

En su abanico, los bienes inmateriales comprenden a los derechos de


propiedad industrial.

Cuando hablamos de propiedad industrial, estamos cometiendo una falta de


tecnicismo jurídico porque no se trata de un derecho de propiedad en el
sentido regulado por el Código Civil y Comercial de la Nación, aunque puedan
existir ciertas analogías. La diferencia fundamental está dada porque la
propiedad industrial refiere más a la oponibilidad que al goce sobre una cosa,
por lo que se relaciona más con los derechos absolutos y relativos, antes que
con los derechos reales y personales. Si, en cambio, nos referimos a la
propiedad del derecho civil o derecho real de dominio, podemos observar que
es un derecho perpetuo. Esto no resulta aplicable en materia de propiedad
industrial, donde la exclusividad es otorgada por un plazo determinado de
tiempo al titular.

Entendemos a la propiedad industrial en sentido amplio. Por lo tanto, abarca


a la industria, al sector agrario, al de servicios y al comercio. Entre los
derechos industriales se encuentran comprendidas las marcas, los nombres,
el secreto industrial y el denominado know-how.
En síntesis, los derechos de propiedad industrial comprenden todos aquellos
que son susceptibles de patentamiento, a saber:

1 las marcas;

2 el nombre comercial;

3 el secreto industrial;

4 la asistencia técnica;

5 el know-how, entre otros.

Costumbres actuales y finalidad económica

Lorenzetti (1999) enseña que los derechos industriales son de suma


importancia en el ámbito económico. Actualmente, el escenario económico
muestra un evidente grado de desmaterialización, de modo tal que los
recursos y las ganancias se concentran en gran medida en bienes
inmateriales, también denominados intangibles. Así, por ejemplo, cuando se
vende una empresa, los que asumen un mayor valor en términos
económicos son la marca, los signos, los diseños, etc.

Como estos bienes intangibles son fáciles de reproducir o copiar, el


ordenamiento jurídico ha acudido a su protección diseñando un sistema
innovador a través de un registro denominado patentamiento. El sistema
comenzó a otorgar al titular el derecho a excluir a terceros de su explotación,
asegurándole así el derecho a una explotación económica exclusiva.

Pero no debemos perder de vista que en esta materia estudiaremos los


derechos industriales sobre los bienes intangibles patentables como objeto
de los contratos de empresa.

La protección basada en derechos reales y personales

El derecho protege a los bienes intangibles, concediendo un privilegio de


explotación exclusiva a su titular en la medida en que sean patentables y se
encuentren patentados. La contracara de ello es que el titular goza del
derecho a excluir a terceros de su explotación. Ahora bien, estos derechos
industriales, debido a su inmaterialidad, necesitan de otros que le den
entidad económica y le permitan su circulación.

De ese modo, siguiendo a Lorenzetti (1999), podemos decir que estos bienes
gozan de una protección que viene dada por el derecho real en cuanto que
permite su uso y su oponibilidad a terceros y por el derecho personal, basado
en el contrato que se celebre sobre él, que sólo puede ser oponible a la
contraparte y no a los terceros. Además, por una acción extrapatrimonial,
basada en los daños causados por terceros a la propiedad industrial, y por la
defensa penal en los casos en que exista tipificación delictiva.
Los derechos de propiedad industrial

Remitirse a lo expuesto con anterioridad.

Patentes

En lo que se refiere al derecho de patentes, podemos afirmar que se trata de


una de las áreas de mayor importancia en la actualidad. Esto obedece a que
se trata de la concesión de un poder de explotación exclusiva sobre un
invento. Los caracteres propios de la tan mencionada exclusividad de la
explotación son:

1 Temporario: agotándose tanto por el vencimiento del plazo de ley


como por el no uso. Contiene limitaciones de orden público.

2 Se deben aplicar parámetros de licitud y razonabilidad, sin incurrir


en abusos.

El artículo 4 de la Ley 24481 sobre patentes de invención entiende como


patentable a "las invenciones y productos o procedimientos siempre que
sean nuevas, entrañen una actividad inventiva y sean susceptibles de

aplicación industrial"1. A su vez, estipula que se considere "invención a toda


creación humana que permita transformar materia o energía para su

aprovechamiento por el hombre"2. Y expresa que "será considerada


novedosa toda invención que no esté comprendida en el estado de la

técnica"3; para, finalmente, establecer que:

[1] Art. 4, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

[2] Art. 4, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

[3] Art. 4, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

Por estado de la técnica deberá entenderse el conjunto de


conocimientos técnicos que se han hecho públicos antes de la
fecha de presentación de la solicitud de patente o, en su caso,
de la prioridad reconocida, mediante una descripción oral o
escrita, por la explotación o por cualquier otro medio de difusión

o información, en el país o en el extranjero.4

[4] Art. 4, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso

de la Nación Argentina .

El artículo 4 distingue, además, actividad inventiva y aplicación industrial.


El artículo 6 establece que: 

No se considerarán invenciones para los efectos de esta ley: 

1. Los
descubrimientos, las teorías científicas y los métodos
matemáticos;

2. Las
obras literarias o artísticas o cualquier otra creación
estética, así como las obras científicas;

3. Losplanes, reglas y métodos para el ejercicio de actividades


intelectuales, para juegos o para actividades económico-
comerciales, así como los programas de computación;

4. Las formas de presentación de información;

5. Los
métodos de tratamiento quirúrgico, terapéutico o de
diagnóstico aplicables al cuerpo humano y los relativos a
animales;

6. Layuxtaposición de invenciones conocidas o mezcla de


productos conocidos, su variación de forma, de dimensiones
o de materiales, salvo que se trate de su combinación o
fusión de tal manera que no puedan funcionar
separadamente o que las cualidades o funciones
características de las mismas sean modificadas para
obtener un resultado industrial no obvio para un técnico en
la materia;

7. Toda
clase de materia viva y sustancias preexistentes en la
naturaleza.5
[5] Art. 6, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

El hecho de que no se los considere invenciones es propio de la naturaleza


que llevan inserta, por lo que se considera correcto el criterio seguido por el
legislador.

El artículo 7 determina que:

No son patentables:

1. Las
invenciones cuya explotación en el territorio de la República
Argentina deba impedirse para proteger el orden público o la
moralidad, la salud o la vida de las personas o de los animales o
para preservar los vegetales o evitar daños graves al medio
ambiente;

2. Latotalidad del material biológico y genético existente en la


naturaleza o su réplica, en los procesos biológicos implícitos en
la reproducción animal, vegetal y humana, incluidos los procesos
genéticos relativos al material capaz de conducir su propia
duplicación en condiciones normales y libres, tal como ocurre en
la naturaleza;

3. Las
plantas y los animales, excepto los microorganismos y los
procedimientos esencialmente biológicos para su producción,
sin perjuicio de la protección especial conferida por la Ley
20.247 y la que eventualmente resulte de conformidad con las
convenciones internacionales de las que el país sea parte.6

[6] Art. 7, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso

de la Nación Argentina.

El artículo 8 establece que:

El derecho a la patente pertenecerá al inventor o sus


causahabientes quienes tendrán el derecho de cederlo o
transferirlo por cualquier medio lícito y concertar contratos de
licencia. La patente conferirá a su titular los siguientes derechos
exclusivos, sin perjuicio de lo normado en los artículos 36, 37,
102 y 103 de la presente ley:

Cuando la materia de la patente sea un producto, el de impedir


que terceros sin su consentimiento, realicen actos de
fabricación, uso, oferta para la venta, venta o importación del
producto objeto de la patente;

Cuando la materia de la patente sea un procedimiento, el de


impedir que terceros, sin su consentimiento, realicen el acto de

utilización del mismo.7


[7] Art. 8, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso

de la Nación Argentina.

El artículo 9, a su vez, determina que: 

Salvo prueba en contrario, se presumirá inventor a la persona o


personas físicas que se designen como tales en la solicitud de
patente o de certificado de modelo de utilidad. El inventor o
inventores, por supuesto, tendrán derecho a ser mencionados

en el título correspondiente.8

[8] Art. 9, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso

de la Nación Argentina.

Las invenciones desarrolladas durante una relación laboral producen una


situación particular. En efecto, el artículo 10 prevé para estas invenciones
que:

1. Las realizadas por el trabajador durante el curso de su contrato


o relación de trabajo o de servicios con el empleador que tengan
por objeto total o parcialmente la realización de actividades
inventivas, pertenecerán al empleador; 

2. El trabajador, autor de la invención bajo el supuesto anterior,


tendrá derecho a una remuneración suplementaria por su
realización, si su aporte personal a la invención y la importancia
de la misma para la empresa y empleador excede de manera
evidente el contenido explícito o implícito de su contrato o
relación de trabajo. Si no existieran las condiciones estipuladas
en el inciso a), cuando el trabajador realizara una invención en
relación con su actividad profesional en la empresa y en su
obtención hubieran influido predominantemente conocimientos
adquiridos dentro de la empresa o la utilización de medios
proporcionados por ésta, el empleador tendrá derecho a la
titularidad de la invención o a reservarse el derecho de
explotación de la misma. El empleador, téngase presente,
deberá ejercer tal opción dentro de los noventa (90) días de
realizada la invención. 

3. Cuando sea el empresario quien asuma la titularidad de una


invención o se reserve el derecho de explotación de la misma, el
trabajador tendrá derecho a una compensación económica
justa, fijada en atención a la importancia industrial y comercial
del invento, teniendo en cuenta el valor de los medios o
conocimientos facilitados por la empresa y los aportes del
propio trabajador. En el supuesto de que el empleador otorgue
una licencia a terceros, el inventor podrá reclamar al titular de la
patente de invención el pago de hasta el cincuenta por ciento
(50 %) de las regalías efectivamente percibidas por éste; 

4. Una invención industrial será considerada como desarrollada


durante la ejecución de un contrato de trabajo o de prestación
de servicios, cuando la solicitud de patente haya sido
presentada hasta un (1) año después de la fecha en que el
inventor dejó el empleo dentro de cuyo campo de actividad se
obtuvo el invento.

5. Las invenciones laborales en cuya realización no concurran las


circunstancias previstas en los puntos a) y b) pertenecerán
exclusivamente al autor de las mismas. 

6.  Será
nula toda renuncia anticipada del trabajador a los derechos
conferidos en este artículo.9

[9] Art. 10, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

Tal supuesto, como puede advertirse, configurará una práctica abusiva que
deberá tenerse por no escrita.

Es importante destacar que:

El derecho conferido por la patente estará determinado por la


primera reivindicación aprobada, las cuales definen la invención
y delimitan el alcance del derecho. La descripción y los dibujos o
planos o, en su caso, el depósito de material biológico servirán

para interpretarlas.10

[10] Art. 11, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.


 

Veamos ahora el complejo trámite de otorgamiento que está previsto en


nuestra legislación. Ello, como ya referimos, no hace más que desalentar la
generación de patentes, y, en consecuencia, desalentar la creatividad
aplicada al desarrollo económico y social de una comunidad. Países con una
firme intención de crecimiento, lejos de desalentar la creatividad bajo
análisis, invierten grandes sumas de dinero para su desarrollo.

Adentrémonos ahora en el trámite mencionado en la Ley 24481. El artículo


12 determina que para “obtener una patente será preciso presentar una
solicitud escrita ante la Administración Nacional de Patentes del Instituto
Nacional de la Propiedad Industrial, con las características y demás datos

que indique esta ley y su reglamento”11.

[11] Art. 12, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.

Cabe destacar que ahora ese trámite puede realizarse mediante plataforma
digital del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial, accediendo
directamente desde su página o mediante clave fiscal de AFIP.

La patente podrá ser solicitada directamente por el inventor o


por sus causahabientes o a través de sus representantes.
Cuando se solicite una patente después de hacerlo en otros
países se reconocerá como fecha de prioridad la fecha en que
hubiese sido presentada la primera solicitud de patente, siempre
y cuando no haya transcurrido más de un (1) año de la

presentación originaria.12

[12] Art. 13, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

El artículo 14 establece que: 

El derecho de prioridad enunciado en el párrafo anterior deberá


ser invocado en la solicitud de patente, debiendo el solicitante
presentar, en la forma y plazos que reglamentariamente se
establezca, una declaración de prioridad y una copia certificada
por la oficina de origen de la solicitud anterior acompañada de
su traducción al castellano, cuando esa solicitud esté redactada
en otro idioma.

Adicionalmente, para reconocer la prioridad, deberán


satisfacerse los requisitos siguientes:

1. Que
la solicitud presentada en la República Argentina no tenga
mayor alcance que la que fuera reivindicada en la solicitud
extranjera, si lo tuviere, la prioridad deberá ser sólo parcial y
referida a la solicitud extranjera. 

2. Que exista reciprocidad en el país de la primera solicitud.13

[13] Art. 14, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina. 

El artículo 15 determina que: 

Cuando varios inventores hayan realizado la misma invención,


independientemente los unos de los otros, el derecho a la
patente pertenecerá al que tenga la solicitud con fecha de
presentación o de prioridad reconocida, en su caso, más
antigua. Si la invención hubiera sido hecha por varias personas
conjuntamente el derecho a la patente pertenecerá en común a

todas ellas.14

[14] Art. 15, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina

Nada impide que el solicitante desista de su solicitud en cualquier momento


de la tramitación.
El artículo 16 indica que:

El solicitante podrá desistir de su solicitud en cualquier momento


de la tramitación. En caso de que la solicitud corresponda a más
de un solicitante, el desestimiento deberá hacerse en común. Si
no lo fuera, los derechos del renunciante acrecerán a favor de

los demás solicitantes.15

[15] Art. 16, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

El artículo 17 señala que:

La solicitud de patente no podrá comprender más que una sola


invención o un grupo de invenciones relacionadas entre sí de tal
manera que integren un único concepto inventivo en general.
Las solicitudes que no cumplan con este requisito habrán de ser
divididas de acuerdo con lo que se disponga

reglamentariamente.16
[16] Art. 17, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

En cuanto a los plazos:

Si transcurrieran noventa (90) días corridos desde la fecha de


presentación de la solicitud sin que se acompañe la totalidad de
la documentación, ésta se denegará sin más trámite, salvo
casos de fuerza mayor debidamente justificada. La falta de
presentación dentro del mismo plazo de los elementos
consignados en el punto f) originará la pérdida del derecho a la

prioridad internacional.17

[17] Art. 19, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

Dentro de la documentación a presentar:

La invención deberá ser descripta en la solicitud de manera


suficientemente clara y completa para que una persona experta
y con conocimientos medios en la materia pueda ejecutarla.
Asimismo, deberá incluir el mejor método conocido para
ejecutar y llevar a la práctica la invención, y los elementos que

se empleen en forma clara y precisa.18

[18] Art. 20, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

Para los supuestos que se presentaren “dibujos, planos y diagramas que se


acompañen deberán ser lo suficientemente claros para lograr la

comprensión de la descripción”19.

[19] Art. 21, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso de la Nación

Argentina

La solicitud de patente en trámite y sus anexos serán confidenciales hasta el


momento de su publicación, ello a los fines de proteger al autor.

¿Puede la solicitud tener observaciones? 

Cuando la solicitud merezca observaciones, la Administración


Nacional de Patentes correrá traslado de las mismas al
solicitante para que, dentro del plazo de sesenta (60) días, haga
las aclaraciones que considere pertinentes o presente la
información o documentación que le fuera requerida. Si el
solicitante no cumple con los requerimientos en el plazo
señalado, su solicitud se considerará desistida. Todas las
observaciones serán formuladas en un solo acto por la
Administración Nacional de Patentes, salvo cuando se requieran
aclaraciones o explicaciones previas al solicitante. Cualquier
persona podrá formular observaciones fundadas a la solicitud de
patentes y agregar prueba documental dentro del plazo de
sesenta (60) días a contar de la publicación (artículo 26). Las
observaciones deberán consistir en la falta o insuficiencia de los

requisitos legales para su concesión.20

[20] Art. 28, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina.

El artículo 29 señala que:

En caso de que las observaciones formuladas por la


Administración Nacional de Patentes no fuesen salvadas por el
solicitante, se procederá a denegar la solicitud de la patente
comunicándoselo por escrito al solicitante, con expresión de los

motivos y fundamentos de la resolución.21


[21] Art. 29, Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable

Congreso de la Nación Argentina. 

Como suele hacerse toda vez que se niega, debe fundamentarse la negativa.

ARTICULO 29. – En caso de que las observaciones formuladas


por la Administración Nacional de Patentes no fuesen salvadas
por el solicitante se procederá a denegar la solicitud de la
patente comunicándoselo por escrito al solicitante, con
expresión de los motivos y fundamentos de la resolución.

ARTICULO 30. – Aprobados todos los requisitos que


correspondan, la Administración Nacional de Patentes
procederá a extender el título.

ARTICULO 31. – La concesión de la patente se hará sin perjuicio


de tercero con mejor derecho que el solicitante y sin garantía del

Estado en cuanto a la utilidad del objeto sobre el que recae.22

[22] Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso de la

Nación Argentina.
El tercero que se considere con algún derecho de reclamo, dispone de todas
las vías administrativas y legales para el reconocimiento de sus legítimos
derechos.

ARTICULO 33.  - El anuncio de la concesión de la Patente de


Invención se publicará en el Boletín que editará la
Administración Nacional de Patentes. El aviso deberá incluir las
menciones siguientes:

1. El número de la patente concedida. 

2. La clase o clases en que se haya incluido la patente.

3. El resumen de la invención y de las reivindicaciones.

4. El resumen de la invención y de las reivindicaciones.

5. Lareferencia al boletín en que se hubiere hecho pública la


solicitud de patente y, en su caso, las modificaciones
introducidas en sus reivindicaciones.

6. La fecha de la solicitud y de la concesión.

7. El plazo por el que se otorgue.

ARTICULO 33. – Sólo podrán permitirse cambios en el texto del


título de una patente para corregir errores materiales o de
forma.
ARTICULO 34. – Las patentes de invención otorgadas serán de
público conocimiento y se extenderá copia de la documentación
a quien la solicite, previo pago de los aranceles que se

establezcan.23

[23] Ley 24481 (1995). Patentes de invención y modelos de utilidad. Honorable Congreso de la

Nación Argentina.

Finalmente, recordamos que el plazo que se otorga para la explotación de


una patente es de veinte años según los términos del artículo 35.

Marcas

La marca es un elemento de gran importancia en lo que atañe al mundo


comercial de la actualidad. No debe confundirse con la patente. La marca no
exige novedad alguna. Se trata de un signo distintivo que permite a los
consumidores identificar determinados productos o servicios.

Se destacan en el ámbito de la marca los caracteres de notoriedad,


aplicables tanto a consumidores como a competidores del titular.

Sus funciones más destacadas son:


Remite al origen empresario de los bienes.

Distingue el producto, orientando a los consumidores y


permitiéndoles apreciar sus características particulares.

Permite generar un posicionamiento estratégico de la empresa,


asimilando la marca a una reputación empresarial en el mercado.

Es publicidad, ya que representa la imagen de la empresa.

Los artículos 1, 2 y 3 de la Ley 22362 establecen que:

ARTICULO 1º — Pueden registrarse como marcas para distinguir


productos y servicios: una o más palabras con o sin contenido
conceptual; los dibujos; los emblemas; los monogramas; los
grabados; los estampados; los sellos; las imágenes; las bandas;
las combinaciones de colores aplicadas en un lugar determinado
de los productos o de los envases; los envoltorios; los envases;
las combinaciones de letras y de números; las letras y números
por su dibujo especial; las frases publicitarias; los relieves con
capacidad distintiva y todo otro signo con tal capacidad.

ARTICULO 2º — No se consideran marcas y no son registrables:


a) los nombres, palabras y signos que constituyen la
designación necesaria o habitual del producto o servicio a
distinguir, o que sean descriptos de su naturaleza, función,
cualidades u otras características;

b) los nombres, palabras, signos y frases publicitarias que hayan


pasado al uso general antes de su solicitud de registro;

c) la forma que se dé a los productos;

d) el color natural o intrínseco de los productos o un solo color


aplicado sobre los mismos.

ARTICULO 3º — No pueden ser registrados:

a) una marca idéntica a una registrada o solicitada con


anterioridad para distinguir los mismos productos o servicios;

b) las marcas similares a otras ya registradas o solicitadas para


distinguir los mismos productos o servicios;

c) las denominaciones de origen nacional o extranjeras.

Se entiende por denominación de origen el nombre de un país


de una región, de un lugar o área geográfica determinado que
sirve para designar un producto originario de ellos y cuyas
cualidades y características se deben exclusivamente al medio
geográfico. También se considera denominación de origen la
que se refiere a un área geográfica determinada para los fines
de ciertos productos.

d) las marcas que sean susceptibles de inducir a error respecto


de la naturaleza, propiedades, mérito, calidad, técnicas de
elaboración, función, origen de precio u otras características de
los productos o servicios a distinguir;

e) las palabras, dibujos y demás signos contrarios a la moral y a


las buenas costumbres;

f) las letras, palabras, nombres, distintivos, símbolos, que usen o


deban usar la Nación, las provincias, las municipalidades, las
organizaciones religiosas y sanitarias;

g) las letras, palabras, nombres o distintivos que usen las


naciones extranjeras y los organismos internacionales
reconocidos por el gobierno argentino;

h) el nombre, seudónimo o retrato de una persona, sin su


consentimiento o el de sus herederos hasta el cuarto grado
inclusive;
i) las designaciones de actividades, incluyendo nombres y
razones sociales, descriptivas de una actividad, para distinguir
productos. Sin embargo, las siglas, palabras y demás signos,
con capacidad distintiva, que formen parte de aquéllas, podrán
ser registrados para distinguir productos o servicios;

j) las frases publicitarias que carezcan de originalidad.24

[24] Ley 22362 (1980). Marcas y designaciones. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Los artículos 4, 5 y 6 establecen que: 

ARTICULO 4º — La propiedad de una marca y la exclusividad de


uso se obtienen con su registro. Para ser titular de una marca o
para ejercer el derecho de oposición a su registro o a su uso se
requiere un interés legítimo del solicitante o del oponente.

ARTICULO 5º  — El término de duración de la marca registrada


será de Diez (10) años. Podrá ser renovada indefinidamente por
períodos iguales si la misma fue utilizada, dentro de los Cinco (5)
años previos a cada vencimiento, en la comercialización de un
producto, en la prestación de un servicio, o como parte de la
designación de una actividad.
ARTICULO 6º — La transferencia de la marca registrada es
válida respecto de terceros una vez inscripta en la Dirección

Nacional de la Propiedad Industrial.25

[25] Ley 22362 (1980). Marcas y designaciones. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Nombre comercial

El llamado nombre comercial se refiere al titular del comercio. En cambio, la


marca refiere al producto o servicio que se presta.

El derecho al nombre nace con su uso y difusión social sin necesidad de


registración alguna, en tanto el derecho a la marca nace recién con su
registración.

La información

Todo lo referido a la investigación y al desarrollo de una creación genera


información que es propiedad de la empresa. La información debe ser
protegida dentro del ámbito de la competencia desleal, ya que estas
actividades suelen ser sumamente onerosas.

El know-how
El know-how es un conocimiento práctico, reproducible y probadamente
exitoso. La protección del know-how no proviene de una ley específica, sino
que su marco de protección es contractual. Por lo tanto, amerita que las
partes dediquen todo el tiempo que sea necesario para su correcta definición
e identificación. Por otro lado, si las partes no lo previeran por vía contractual,
podemos apoyarnos en las leyes de defensa de la competencia para su
protección.
Contrato de transporte

Contrato de transporte

Transporte de personas

Transporte de cosas

Sujetos. Objeto. Forma: la carta de porte. Guía

Referencias
LECCIÓN 1 de 5

Contrato de transporte

Muchas veces los que estudiamos derecho no le damos a este contrato la importancia que realmente reviste. Sin
embargo, cuando comenzamos a trabajar en el ámbito empresario, nos damos cuenta de la relevancia que tiene
para las transacciones y cómo influye en los costos.

Supongamos que su cliente es un productor agrario del sur de Córdoba y confeccionó un contrato de compraventa
de cereal en el cual estipula que la mercadería será puesta en Rosario; es decir, que tendrá que enviar sus granos al
puerto de esa ciudad. Para cumplir dicha obligación necesitará del servicio de transporte. Analizaremos todos los
actores involucrados en esta situación. 

En un primer momento, tenemos el contrato propio de transporte en el que un sujeto contractual llamado
transportista lleva personas o cosas de un lugar a otro (destino). El transportista puede realizar profesionalmente el
traslado de más de una cosa o persona, lo que aumenta la ganancia y disminuye el precio del servicio o, contrario
sensu, cuando el traslado es de menor cantidad de personas o cosas, el costo es superior. El propietario del medio
de transporte puede constituirse en la persona del transportista o puede delegar esta actividad en un tercero.

Dentro del transporte de carga, se llama flete al viaje principal contratado. En nuestro ejemplo, sería llevar la
mercadería del campo del productor al puerto de Rosario. Para conseguir precios más económicos o que sean más
beneficiosos para las partes, muchas veces se agrega al viaje un contraflete. Se trata de un viaje secundario para
que el transporte, a su regreso, traiga mercadería, ya que de todos modos deberá regresar y el gasto en combustible
lo tendrá de cualquier manera.

Respecto al transporte de personas, en la actualidad, el aumento de la población ha generado que las personas
deban vivir en lugares más alejados y se produzca, en tal sentido, una fuerte expansión del territorio destinado a
viviendas. Estas personas son las usuarias del servicio de transporte que, como consecuencia de lo antes expuesto,
ha aumentado notablemente.

Esto motivó a los transportistas a ofrecer distintos servicios, tanto para el traslado de personas – con fines
turísticos, escolares, etc. - o de mercaderías y prever tasas de ganancia.

En el marco del Código Civil y Comercial de la Nación debemos señalar que solo quedan incluidos los transportes
por vía terrestres o, contrario sensu, “no están incluidos los transportes llevados a cabo en otros ámbitos distintos
de la superficie terrestre” (Bueres, 2015, p. 707). Por lo tanto, los transportes por vía aérea, acuática o el llamado
transporte multimodal, se encuentran regulados por leyes especiales.
Definición

Existen considerables cambios en la definición del contrato de transporte plasmada en el nuevo Código Civil y
Comercial respecto al antiguo Código de Comercio. Se estipula en el artículo 1280, “hay contrato de transporte
cuando una parte llamada transportista o portador se obliga a trasladar personas o cosas de un lugar a otro, y la

otra, llamada pasajero o cargador, se obliga a pagar un precio o flete”1.

[1] Art. 1280 - Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Esta definición omite elementos esenciales del concepto de contrato de transporte entre los cuales encontramos: el
tiempo de ejecución del transporte; la conducta de diligencia en el cumplimiento de sus deberes que el porteador
debe tener al momento de transportar objetos (aspecto de gran importancia al momento de determinar la
responsabilidad por daños) y la diferencia entre transportista convencional y efectivo.

Para que quede más claro:

Transporte de personas Partes: transportista y pasajero.


de mandato y de locación. La similitud más marcada la tiene con el contrato de locación de obra, ya que, en ambos,
la finalidad es obtener un resultado.

Actualmente, con la unificación del Código Civil y Comercial, se ha incluido el contrato de transporte en el título 4°,
capítulo 7, sección 1° a 3°, en los arts. 1280 al 1318. Es así como, además de las similitudes que guarda con otros
contratos, tiene una regulación propia, con efectos y finalidades determinados.

Disposiciones generales. Ámbito de aplicación

En la primera sección del capítulo mencionado se regulan las disposiciones generales a los transportes de
personas y cargas. Luego, en la segunda sección, aborda el transporte de personas y, en la tercera, el transporte de
cosas. Podemos diferenciar distintos tipos de transporte, según los siguientes criterios, a saber:

Según la naturaleza del interés: servicio público o servicio privado.

Según la causa:  en servicios que derivan de relaciones contractuales y, dentro de esta, podremos
subclasificarlo en oneroso o gratuito. O como contrapartida de los primeros, en servicios que derivan
de una fuente extracontractual, que –a su vez- podemos clasificar en transporte benévolo, de
cortesía o clandestino.

Según el objeto transportado: en transporte de personas o transporte de cosas.

Según el medio:  en transporte terrestre (ferroviario, automotor), fluvial (marítimo), y aeronáutico


(aéreo).

Según la conexión: en transporte escolar, de emergencia (caso de la ambulancia), de caudales,


etcétera. En estos supuestos, el deber de diligencia es mayor y específico de la actividad puntual que
se lleva a cabo.

Transporte gratuito. Oferta al público

Es sabido que el contrato de transporte se presume oneroso. No obstante, podemos encontrar una categoría de
contratos gratuitos en aquellos en los que el transportista no recibe a cambio una suma de dinero en concepto de
precio. En este punto, es preciso destacar que no debe confundirse a esta categoría de contratos gratuitos con el
denominado transporte benévolo.
Existe transporte benévolo o de complacencia cuando el conductor de un vehículo, por un acto de cortesía y con
intención de beneficiar a alguien, lo traslada de un punto a otro, sin que la persona favorecida con el transporte se
obligue a prestación alguna (Llambías, 1993).

Los elementos característicos de esta clase de transporte son los siguientes: un acto de colaboración, el traslado;
que no exista consentimiento expreso; comportamientos lícitos y un acto de cortesía, es decir, en beneficio del
transportado (liberalidad).

En cuanto al transporte gratuito, el Código Civil y Comercial vigente prevé, en su art. 1282, que por este no se regirá
por las normas del contrato de transporte oneroso previsto en el capítulo 7 bajo la rúbrica transporte. Sin embargo,
señala que, como excepción a la regla, queda comprendido en esta categoría cuando sea realizado por un
transportista que ofrece sus servicios al público y en ocasión de su actividad.

La actual regulación diferencia estos dos tipos de transporte, pues, en tanto el transporte benévolo no cuenta con
una naturaleza contractual, el transporte gratuito la supone. En el transporte benévolo existe una liberalidad,
mientras que, en el transporte gratuito, el transportista se encuentra obligado a realizarlo sobre la base de una
relación jurídica anterior (por ejemplo, boleto gratuito para jubilados).

Por otra parte, el artículo 1283 regula la obligación que pesa sobre el transportista que ofrece sus servicios al
público. Este es el transportista que lleva a cabo su actividad organizado como una empresa. El código dispone que,
por regla, se encuentra obligado a aceptar los pedidos compatibles con los medios ordinarios que tenga disponibles.
En este caso, el pasajero o cargador tendrá la obligación de seguir las instrucciones que le imparta el transportista.
La excepción, por su parte, se encuentra dada por la existencia de un motivo serio de rechazo, por ejemplo, el hecho
de que el pasajero o la carga pongan en peligro la seguridad del traslado.

Plazo del transporte. Pérdida del flete por retraso

El actual Código Civil y Comercial, en su art. 1284, expresamente establece que “el transportista debe realizar el
traslado convenido en el plazo pactado en el contrato o en los horarios establecidos y, en defecto de ambos, de

acuerdo a los usos del lugar en que debe iniciarse el transporte”2.

[2] Art. 1284 - Ley N° 26.994. Op. cit.

En el caso en que no se cumpla con el tiempo pactado y la cosa o persona no llegue a destino en el tiempo pactado,
habrá un incumplimiento contractual. Ese retraso puede ser de minutos, horas, días, y da lugar a una
responsabilidad por los daños que cause el retardo, por lo tanto, debe ser resarcida.

En cuanto a la pérdida total o parcial del flete por retraso el art. 1285 establece:
 

Producido el retraso en el traslado de las cosas transportadas, si el transportista no pruebe la causa


ajena, pierde una parte del flete proporcional al retraso, de modo tal que pierde el total si el tiempo
insumido es el doble del plazo en el que debió cumplirse. Lo dispuesto por este artículo no impide

reclamar los mayores daños causados por el atraso3.

[3] Art. 1285 - Ley N° 26.994. Op. cit.

En el transporte granario es fácil de imaginar esta situación. Pensemos en el exportador (comprador del grano) que
indica al productor agropecuario (quien vende) cuando tiene cupo de entrega de la mercadería; es decir, en qué
fecha y horario deberá ingresar al lugar de descarga. Entonces, si el transporte no llega a realizar la entrega a
tiempo incurrirá en retraso y deberá abonar los daños que haya provocado.

Responsabilidad del transportista. Transporte sucesivo o combinado

El transportista tiene la obligación de velar por la seguridad tanto de las personas como de las cosas -equipajes-
trasladadas. “Además de su responsabilidad por incumplimiento del contrato o retraso en su ejecución, el
transportista responde por los siniestros que afecten a la persona del pasajero y por la avería o pérdida de sus

cosas”4. Cualquier cláusula limitativa de esa responsabilidad se tiene por no escrita (art. 1292).

[4] Art. 1291- Ley N° 26.994. Op. cit.

El art. 1286 del Código establece que 

La responsabilidad del transportista por daños a las personas transportadas está sujeta a lo dispuesto
en los artículos 1757 y siguientes [y agrega]. Si el transporte es de cosas, el transportista se excusa

probando la causa ajena. El vicio propio de la cosa transportada es considerado causa ajena5.

[5] Art. 1286- Ley N° 26.994. Op. cit.

Se considera aquí como causa ajena al vicio propio de la cosa transportada.


El fundamento de esta solución obedece a que cuando se celebra un contrato de transporte, la finalidad de este es
que la cosa transportada llegue a destino en el tiempo estipulado, sana y salva; por lo que, si no llega en ese estado,
no puede el transportista alegar que tomó todas las precauciones necesarias. Solo puede eximirse de
responsabilidad si demuestra que el daño fue ocasionado por una causa ajena o un vicio propio de la cosa.

En lo referente a la responsabilidad por equipaje -deterioro o pérdida-, el art. 1293 establece que se aplican las
normas relativas al transporte de cosas; esto es, el valor de las cosas o el de su deterioro en el tiempo y el lugar en
que se entregaron o debieron ser entregadas al destinatario. Salvo que se trate de objetos de valor excesivo que el
pasajero lleve consigo y no se haya declarado a la empresa de transporte con anterioridad al viaje, en cuyo caso el
transportista no responderá por ese mayor valor (art. 1294). “Tampoco es responsable por la pérdida del equipaje de
mano y de los demás efectos que hayan quedado bajo la custodia del pasajero, a menos que este pruebe la culpa

del transportista”6.

[6] Art. 1294- Ley N° 26.994. Op. cit. 

Cabe destacar que, para poder reclamar el resarcimiento, es preciso probar el daño, las pertenencias perdidas y el
valor de estas, lo que resulta por demás engorroso. El juzgador debe tener en cuenta, al momento de determinar la
indemnización por la pérdida, el destino del viajero, la cantidad de días, el nivel socio económico, etc.

Conforme con la jurisprudencia, el legislador puede fijar un sistema de tarifas con topes para las indemnizaciones,
siempre y cuando no sobrepasen los límites de la constitucionalidad. Esto significa que no pueden degradar,
desnaturalizar el derecho o alterarlo cualitativamente.

Si el pasajero lleva consigo elementos de valor debe declararlos en la empresa de transporte antes de emprender el
viaje, de manera tal que pueda reclamar su valor en caso de pérdida o deterioro de los mismos.

Además, conforme al artículo 1283 del Código Civil y Comercial:

El transportista que ofrece sus servicios al público está obligado a aceptar los pedidos compatibles con
los medios ordinarios de que dispone, excepto que exista un motivo serio de rechazo; y el pasajero o el
cargador están obligados a seguir las instrucciones dadas por el transportista conforme la ley o los
reglamentos. Los transportes deben realizarse según el orden de los pedidos y, en caso de que haya

varios simultáneos, debe darse preferencia a los de mayor recorrido7.

[7] Art. 1283- Ley N° 26.994. Op. cit.

Modalidades 
Según se señaló antes, el contrato de transporte puede clasificarse según su objeto, en transporte de personas y
transporte de cosas.

1 Transporte de personas

Este es un subtipo de contrato de transporte que se caracteriza porque su objeto son personas y el
medio de transporte es terrestre (automotores, trenes, subterráneos).

El art. 1288 aclara que el transporte de personas incluye el embarco y desembarco, por lo tanto, la
empresa transportadora es responsable de las personas y equipajes trasladados durante todo el
trayecto.

2 Transporte de cosas

Estamos frente a un subtipo de contrato de transporte que se caracteriza porque su objeto son las
cosas y el medio de transporte es terrestre (colectivos, trenes, subterráneos).

En cuanto a los requisitos, caracteres y determinadas obligaciones, se aplican las normas generales
del contrato de transporte.

Modalidades especiales

Entre las modalidades especiales, además del ya mencionado transporte gratuito, encontramos al transporte de
escolares que está regulado por la Ley N° 24.449. Esta norma, en su artículo 55, establece:

En el transporte de escolares o menores de 14 años, debe extremarse la prudencia en la circulación y


cuando su cantidad lo requiera serán acompañados por una persona mayor para su control. No llevarán
más pasajeros que plazas y los mismos serán tomados y dejados en el lugar más cercano posible al de
sus domicilios y destinos. 

Los vehículos tendrán en las condiciones que fije el reglamento sólo asientos fijos, elementos de
seguridad y estructurales necesarios, distintivos y una adecuada salubridad e higiene. 

Tendrán cinturones de seguridad en los asientos, de primera fila8.


[8] Art. 55 - Ley N° 24.449 (1995). Ley de Tránsito. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

Se trata de un tipo de transporte que requiere de extremada prudencia y control por parte de las autoridades
municipales. Ellas son las encargadas de emitir las autorizaciones pertinentes para que circulen estos vehículos.
LECCIÓN 2 de 5

Transporte de personas

Concepto y delimitación temporal

Entendemos que hay contrato de transporte de personas cuando una parte llamada transportista se obliga a
trasladar a personas de un lugar a otro conforme con lo convenido y en el plazo y horarios estipulados (hemos
mencionado que este traslado comprende el embarco y desembarco). La otra parte, llamada pasajero, se obliga a
pagar un precio determinado en dinero como contraprestación de su traslado.

Sujetos. Objeto. Forma

Los sujetos del contrato de transporte de personas son:

El transportista

Es aquel sujeto de la relación jurídica que se obliga a trasladar de manera segura a una o más personas a un destino, a través del medio
acordado y a cambio del precio pactado.

El pasajero

Es aquel sujeto que se encuentra ubicado en el otro polo de la relación jurídica nacida en virtud del contrato de transporte. Es trasladado
hacia un destino acordado a cambio del pago del precio que realiza al transportista.

El objeto de este contrato es el traslado. Hemos dicho que el traslado puede ser de personas o de cosas, en este
caso, es el traslado de personas y debe realizarse de manera segura al destino acordado, en el tiempo y por el
medio pactado.
La forma  del contrato de transporte de personas: este contrato no requiere de ninguna formalidad para su
celebración y puede ser celebrado de manera expresa o tácita.

Obligaciones de las partes

1 Obligaciones del transportista

Entre las obligaciones del transportista, el Código Civil y Comercial, en su art. 1289, menciona las
siguientes:

Son obligaciones del transportista respecto del pasajero:

1. proveerle el lugar para viajar que se ha convenido o el disponible reglamentariamente habilitado;

2. trasladarlo al lugar convenido;

3. garantizar su seguridad;

4. llevar su equipaje9.

[9] Art. 1289 - Ley N° 26.994. Op. cit.

2 Obligaciones del pasajero

Por otro lado, el art. 1290 del Código Civil y Comercial prevé las obligaciones del pasajero, entre las
cuales encontramos la obligación de:

1. pagar el precio pactado;

2. presentarse en el lugar y momentos convenidos para iniciar el viaje;

3. cumplir las disposiciones administrativas, observar los reglamentos establecidos por el


transportista para el mejor orden durante el viaje y obedecer las órdenes del porteador o de sus
representantes impartidas con la misma finalidad;

4. acondicionar su equipaje, el que debe ajustarse a las medidas y peso reglamentarios10.

[10] Art. 1290 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Régimen de responsabilidad. Extensión de la responsabilidad. Cláusulas limitativas. Responsabilidad por el


equipaje y por objetos de valor no declarados. Otros supuestos de responsabilidad

Remisión 
Para comprender este tema te pedimos leer la bibliografía obligatoria: Lorenzetti, R. (1999), tomo 3, pp. 739 y
siguientes.

Extinción

El nuevo Código Civil y Comercial no regula de manera específica las causales de extinción del contrato de
transporte de personas, pero puede inferirse de los principios y reglas del derecho común. Por lo tanto, diremos que
este contrato se extingue por:

1 Cumplimiento de contrato;

2 Imposibilidad de cumplimiento.

3 Rescisión;
LECCIÓN 3 de 5

Transporte de cosas

Concepto

Entendemos que “Hay contrato de transporte cuando una parte llamada transportista o porteador se obliga a
trasladar personas o cosas de un lugar a otro, y la otra, llamada pasajero o cargador, se obliga a pagar un precio o

flete”11.

[11] Art. 1280- Ley N° 26.994. Op. cit. 

Retomaremos nuestro caso de ejemplo y te proponemos leer la siguiente resolución conjunta que trata las cartas de
porte para el transporte granario:

Resolución Conjunta General 2595, 3253_2009 y Disposición 6_2009.pdf


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LECCIÓN 4 de 5

Sujetos. Objeto. Forma: la carta de porte. Guía

Sujetos

Entre los sujetos que forman parte del contrato de transporte de cosas encontramos:

El transportista o porteador: quien contrae la obligación.

El cargador: quien encarga la conducción de las mercaderías al transportista.

El destinatario: no es parte del contrato, es quien recibe la cosa objeto de transporte.

Al hablar de transporte granario, por la resolución conjunta que hemos presentado, debemos agregar los siguiente:

Titular de la carta de porte u origen: corresponde a quien es titular de la explotación de donde sale la
mercadería.

Intermediario: Sujeto que encuadre en alguna las siguientes definiciones: 

1. Distribuidor/Concesionario: sujeto que representa al remitente comercial, interviniendo a nombre


de terceros y por cuenta de estos. 

2. Consignatario: Sujeto que efectúa la venta actuando a nombre propio por cuenta y orden de
terceros;

Remitente Comercial: Sujeto a cuyo nombre el destinatario —o el corredor en caso que intervenga —
liquida la operación correspondiente a los granos trasladados.

Destino: Responsable del establecimiento donde se efectúa la recepción física de los granos
transportados.

Destinatario: Responsable legal de los granos recibidos en el destino.


Corredor: Sujeto que actúa vinculando la oferta y la demanda de granos para ser comercializados
entre terceros, percibiendo una comisión por su labor mediadora12.

[12] Art. 16- Resolución Conjunta General N° 2595, 3253 (2009) y Disposición 6 (2009). Transporte de granos. Administración Federal de Ingresos
Públicos, Oficina Nacional de Control Agropecuario y Secretaría de Transporte Automotor.

En nuestro caso de ejemplo el productor agrario tenía que enviar la mercadería vendida al exportador al puerto de
Rosario. El productor será el origen, ya que la mercadería sale de su fundo. No tenemos intermediario en este caso,
aunque podría ser un comisionista que compre para el exportador. El remitente comercial tampoco se usó en el
ejemplo, pero esta figura generalmente la ocupan los acopios: para no hacer ingresar la mercadería a sus plantas y
luego enviarla al comprador (lo que generaría mayores costos), el productor envía directamente la mercadería a
quien se la vendió y, así, ocuparía la calidad de remitente comercial en la carta de porte. El destino es quien opera en
el puerto la carga al buque. El destinatario es el exportador que compro los granos. La figura del corredor tampoco
fue usada, aunque corresponde a quienes unen la oferta y la demanda. Además de estas partes, estará consignado
en la carta de porte el transporte y el chofer, lo cual tiene mucha importancia no solo en el contrato de transporte,
sino que tiene injerencia en otros aspectos. 

Supongamos que el chofer quiere realizar una demanda laboral a su empleador (transporte), mediante las cartas de
porte tiene la prueba necesaria para indicar si no le fueron abonados adicionales por kilómetros recorridos, por
pernoctar, etcétera. 

En el derecho concursal también es importante esta resolución, porque las únicas partes que se quedan con una
copia de la carta de porte (porque así lo dispone la resolución son) el origen, el transporte, el destino y el
destinatario. Entonces, si tuviéramos que asesorar a un acopio que actúa de remitente comercial no podríamos
demostrar la causa de nuestro crédito si no tuviéramos un contrato firmado con las partes, lo cual dificultaría la
prueba a aportar al expediente. Por ende, como seguramente será el acopio quien pagué el transporte, previo a
realizar la cancelación del precio se puede estipular que el transportista deba entregar una copia de su carta de
porte y, de esa manera, nos resguardamos la prueba para futuras contingencias.

Respecto al transporte de ganado, te dejamos el siguiente artículo para ampliar en dicha modalidad.

Transporte de ganado bovino.pdf


400.6 KB

Lago, H. R. y Bartolomei Basso, G. (2019). Transporte de ganado bovino. Notas distintivas de la Provincia de Córdoba. Práctica Integral Córdoba ERREPAR (PIC), XIII, N°

150, p. 909.
Objeto

El objeto del contrato de transporte es el traslado, en este caso, el traslado de cosas de manera segura a un destino
en el tiempo y por el medio pactado.

Formas: la carta de porte

La carta de porte es un instrumento que constituye el título representativo de las mercaderías transportadas, en la
que se plasma el acuerdo entre las partes, pero no es un requisito esencial para la configuración del contrato y, en
caso de no haberse confeccionado, el vínculo contractual pude probarse por cualquier otro medio. Una vez que la
carta fue confeccionada, un ejemplar es para el cargador y otro para el porteador.

El art. 1298 del actual Código Civil y Comercial reza: “el transportista tiene derecho a requerir del cargador que
suscriba un documento que contenga las indicaciones enunciadas en el artículo 1296 y las estipulaciones

convenidas para el transporte. Su emisión importa recibo de la carga”13.

[13] Art. 1298 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Así como el transportista tiene derecho a requerir la carta de porte, el cargador tiene derecho a exigir al porteador
que la suscriba y se la entregue. Este documento es el llamado doble ejemplar y puede ser nominativo, a la orden o
al portador. Si se trata de un documento a la orden, los derechos que nacen del contrato frente a aquel se pueden
transmitir por endoso (art. 1299).

Estamos frente a un título de crédito que representa el tipo y valor de las cosas transportadas. Como tal, puede ser
ejecutado ya que tiene los caracteres de literalidad, autonomía y abstracción.

Entre los elementos propios de este instrumento se encuentran:

1 Fecha y firma del emisor.

2 Nombres, domicilios, lugar de entrega.

3 Designación de los efectos, calidad, peso, medida.

4 Flete, determinando si está pago o debe cancelarse.

5 Plazo de entrega.
Como hemos mencionado ut supra, no es obligatoria la confección de la carta de porte y, en ese caso, el cargador
puede exigir al transportista que le entregue un recibo de carga denominado guía con el mismo contenido de la
carta (art. 1300).

En el caso de haberse extendido la carta de porte o la guía, “el cargador tiene la disposición de la carga y puede
modificar las instrucciones dadas al transportista, con obligación de reembolsar los gastos y resarcir los daños

derivados de ese cambio”14.

[14] Art. 1302- Ley N° 26.994. Op. cit.

Conforme el art. 1301, cualquier estipulación que no se haya plasmado en el segundo ejemplar de la carta o en la
guía, no es oponible a los terceros portadores de buena fe. “Ese documento debe ser entregado al transportista

contra la entrega por éste de la carga transportada”15.

[15] Art. 1301- Ley N° 26.994. Op. cit.

No debemos confundir lo que indica el Código Civil y Comercial como carta de porte con lo estudiado respecto a la
resolución conjunta, ya que esta última es exigida para el transporte de granos enteros.

Obligaciones del cargador

Son obligaciones del cargador:

declarar el contenido de la carga, identificar los bultos externamente, presentar la carga con embalaje
adecuado, indicar el destino y el destinatario, y entregar al transportista la documentación requerida
para realizarlo.

Si se requieren documentos especiales, el cargador debe entregarlos al porteador al mismo tiempo que

las cosas a transportar16.

[16] Art. 1296 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Obligaciones del transportista


Son obligaciones del transportista:

Poner la carga a disposición del destinatario (entrega y traslado) en el lugar, plazo y modalidades
convenidas.

Deber de seguridad y custodia.

Entregar la carta de porte al porteador, en caso de que el cargador la haya librado.

Entregar la mercadería en el estado en que la recibió, salvo causa ajena.

Responsabilidad del cargador

El art. 1297 establece que “el cargador es responsable de los daños que sufran el transportista, otros cargadores o
terceros, que deriven de la omisión o la inexactitud de las indicaciones o de la falta de entrega o de la irregularidad

de la documentación”17.

[17] Art. 1297- Ley N° 26.994. Op. cit.

Por otro lado:

Si el transporte no pudo ser iniciado o completado o la entrega no se pudo efectuar por el hecho del
cargador, o de un portador legitimado del segundo ejemplar de la carta de porte o de la guía, o del
destinatario, el transportista tiene derecho al precio o a una parte proporcional de éste, según sea el

caso, y al reembolso de los gastos adicionales en que haya incurrido18.

[18] Art. 1316 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Responsabilidad del transportista. Limitación

El transportista contrae una obligación y es la de llevar las cosas sanas. Deberá tomar las medidas de precaución
necesarias, de acuerdo a la mercadería de que se trate para entregarlas en las condiciones convenidas en el
contrato, en el tiempo y lugar estipulado.

Frente al cargador, el art. 1309 Código Civil y Comercial, determina la siguiente responsabilidad:
 

El porteador que entregue las cosas al destinatario sin cobrar los créditos propios o los que el cargador
le haya encomendado cobrar contra entrega de la carga, o sin exigir el depósito de la suma convenida,
es responsable frente al cargador por lo que le sea debido y no puede dirigirse contra él para el pago de

sus propias acreencias. Mantiene su acción contra el destinatario19.

 [19] Art. 1309 - Ley N° 26.994. Op. cit.

Si el transporte de las cargas es impedido o excesivamente retrasado por causa no imputable al porteador, este
debe informar inmediatamente al cargador y pedirle instrucciones. Deberá custodiar la carga. “Si las circunstancias
imposibilitan el pedido de instrucciones, el transportista puede depositar las cosas, y si están sujetas a rápido

deterioro o son perecederas, puede hacerlas vender para que no pierdan su valor”20. Por otro lado, si la pérdida se
produce por causas naturales, esto es, que por la misma naturaleza de la cosa sufra disminuciones, el transportista
responderá solo por las disminuciones que excedan la pérdida natural (art. 1312).

[20] Art. 1307- Ley N° 26.994. Op. cit.

Por otro lado, si se trata de cosas frágiles, el transportista puede acordar su deterioro o si se trata de animales o
determinados objetos que requieren de un transporte con características especiales. En estos casos responde solo
probando su culpa (art 1310). Esta es la única situación en que el transportista puede limitar su responsabilidad (art.
1313).

Si una vez recibida la mercadería el destinatario la analiza y se determina que hubo averías o pérdidas, el
transportista deberá reembolsarle los gastos.

Derechos del destinatario. Efectos de la recepción de las cosas transportadas

El destinatario no es parte en el contrato, es simplemente el beneficiario que recibe la carga -mercadería-


transportada y, como tal, tiene un conjunto de derechos desde que la mercadería llega a destino o desde el
vencimiento del plazo del transporte. Puede ejercer esos derechos contra el pago al transportista del crédito
derivado del transporte.

Conforme lo prevé el art. 1306, en su última parte, el destinatario no está obligado a recibir las cosas con daños que
impidan su uso o consumo que les son propios.
El nuevo Código Civil y Comercial ha introducido modificaciones en el plazo de pago del flete y regula que el
destinatario no pueda ejercer los derechos nacidos del contrato de transporte contra el transportista si no le ha
abonado sus créditos derivados del transporte. Esto es, en el momento de la entrega de las cargas el destinatario
debe abonar el flete y los gastos.

El art. 1314 establece que el destinatario puede, a su costa, hacer controlar el estado de la mercadería antes de
recibirla y, en caso de determinarse que hubo pérdida o avería, el transportista deberá reembolsar los gastos.

Transporte sucesivo

En esta modalidad contractual no es el transportista quien subcontrata a otros, sino que el contrato se celebra con
varios transportistas encargados de llevar la mercadería a través de diferentes tramos. Es decir, desde el comienzo
del vínculo contractual se contrata con determinados sujetos y cada uno de ellos es responsable por un tramo del
traslado (obligación mancomunada), salvo disposiciones en contrario.

Así, el actual Código Civil y Comercial, en su art. 1287, regula la responsabilidad, al establecer:

En los transportes sucesivos o combinados a ejecutar por varios transportistas, cada uno de ellos
responde por los daños producidos durante su propio recorrido. Pero si el transporte es asumido por
varios transportistas en un único contrato, o no se puede determinar dónde ocurre el daño, todos ellos

responden solidariamente sin perjuicio de las acciones de reintegro21.

[21] Art. 1287 - Ley N° 26.994. Op. cit.

El transportista sucesivo 

tiene derecho de hacer constar en la carta de porte, o en un documento separado, el estado en que ha
recibido las cosas transportadas [a fin de eximirse de responsabilidad por cargas que le fueron
entregadas en mal estado]. El último transportista representa a los demás para el cobro de sus créditos

y el ejercicio de sus derechos sobre las cargas transportadas22.

[22] Art. 1318- Ley N° 26.994. Op. cit.


Los daños que se producen por interrupción del viaje se deben determinar en razón del trayecto total sin perjuicio de
la aplicación del art. 1287, primer párrafo.

Aclaración 

Estas lecturas son introductorias al tema e intentan que comprendas los conceptos de la materia; sin embargo, es
indispensable que profundices lo visto aquí con la lectura del material bibliográfico obligatorio.
El contrato de seguro

El contrato de seguro

Contrato de seguro. Parte general

Referencias
LECCIÓN 1 de 3

El contrato de seguro

En esta lectura abordaremos el contrato de seguro y te explicaremos cómo


se plantea el negocio y cómo se busca entender los extremos necesarios
para, luego, redactar el contrato. Cabe aclarar que no trataremos la parte
correspondiente a derecho de daños.

Si bien lo habitual es que, previo a la redacción del escrito, el cliente llegue


con una operación técnica  que implique la existencia de un contrato de
seguro, no es factible de ser entendida aisladamente como la asunción de
las consecuencias dañosas de un riesgo al que se encuentra sometido una
determinada persona, sino que debe considerarse en la base del contrato de
seguro la existencia de dos elementos esenciales: la estadística y la
mutualidad.

La conformación de una mutualidad que consienta la distribución, entre una


masa de sujetos expuestos a riesgos (inciertos y futuros) de la carga que
conlleva su efectiva realización, es uno de los fundamentos principales de la
operación técnica de un contrato de seguro. Pues, ella supone transformar el
riesgo individual en un riesgo colectivo. Así, desde el punto de vista de la
mutualidad, el contrato de seguro apunta más a una causa-fin relacionada
con la dispersión de ese riesgo individual en una pluralidad de riesgos, que
constituyen una verdadera comunidad.

En síntesis, la mutualidad es el efecto que se deriva de la agrupación de


riesgos con el fin de constituir un fondo de primas que garantice la seguridad
que necesitan los asegurados y terceros como potenciales acreedores frente
al patrimonio de la empresa asegurada; la cual, al haber asumido los riesgos
de un evento dañoso, futuro e incierto, deberá responderles. Vemos,
entonces, cómo este fondo de prima es un elemento importante al momento
de la ejecución por el asegurador de su obligación principal.

Es decir, plantear un seguro para asegurar el riesgo para los autos Fiat 600
color rojo, seguramente tendrá un mercado muy escueto, ya que existen
pocos vehículos de ese modelo y esta restricción reduce el espectro de
posibles clientes. Por el contrario, si se diseña un seguro para vehículos tipo
sedán de 5 puertas, el espectro aumenta de forma considerable y hace que
el negocio sea viable. 

En correlación a ello, el método estadístico de relevamiento  de


probabilidades es una de las herramientas madres del contrato bajo análisis.
Este método permite o facilita determinar anticipadamente el costo que
deberá afrontar cada uno de los integrantes de esa comunidad de riesgos.

En otros términos, la estadística nos permite visualizar la relación que asume


la empresa aseguradora frente a los siniestros y la masa de asegurados o, lo
que es igual, nos permite determinar la frecuencia o repetición, de manera
regular de un hecho dañoso incierto y futuro; por lo que se trata de un
método de apreciación utilizado por las empresas aseguradoras. A su vez,
debe tener en cuenta riesgos cuyo objeto, valor y duración sean de
naturaleza homogénea y fundarse, principalmente, en su dispersión y no en
su generalización.

Existe una diferencia entre la probabilidad de un siniestro y la frecuencia con


que ese riesgo se vuelve cierto. La finalidad del contrato de seguro es, en
parte, disminuir o eliminar esa diferencia para que la contribución de cada
individuo a la comunidad de riesgo sea suficiente para satisfacer las
necesidades de aquellas personas que sí sufran efectivamente un siniestro o
hecho dañoso.

La probabilidad es el porcentaje de riesgo a la que se expone la realización


de una actividad y la frecuencia es la habitualidad con que se desarrolla la
actividad. Por ejemplo, una persona que utiliza su vehículo únicamente para
realizar las compras tiene una menor exposición a sufrir un choque que un
remisero o en situación de granizo está más expuesto un cordobés a sufrir
daños por ese fenómeno meteorológico que una persona que vive en
Chubut.

En la homogenización de los riesgos destacamos que, en un primer


momento, se implementa un método de selección de riesgos que el
asegurador debe asumir. Se agrupan en distintas ramas y se sugiere, de esa
manera, una identidad cualitativa de los riesgos a los que se encontrarán
expuestos. Dicha operación se llama  realización o conformación de una
cartera. A los fines de mantener equilibradas las distintas carteras de una
empresa aseguradora suele recurrirse, asimismo, a instituciones como el
coseguro y el reaseguro, que permiten homogeneizar los riesgos de distintas
carteras o porfolios.

Desde el punto de vista técnico, la operación del seguro se basa en un


cálculo de probabilidades donde deberán tenerse presentes los preceptos
propios de las estadísticas y riesgos seleccionados.

Ahora bien, prever el número de siniestros que van a acontecer y que


encuentran relación con los riesgos asegurados, constituye un cálculo de
probabilidades que no es factible lograr a través de estadísticas. Estas,
debemos aclarar, se establecen sobre la base de riesgos pasados y
conocidos.

La estadística, la frecuencia y el costo promedio de los hechos dañosos


pasados son los elementos que contribuyen a que la empresa aseguradora
establezca de manera anticipada la cotización del contrato de seguro en
particular.

El cálculo de probabilidades suministra al asegurador los medios que le


permiten establecer una previsión del costo de los siniestros y, así, pueden
determinar las primas que deberán acumularse para afrontar las
obligaciones comprometidas.
Cabe recordar que la estadística se basa en la mayor cantidad de muestras o
casos pasados posibles, lo cual favorece una mayor exactitud de los cálculos
y disminuye el margen de error, lo que no sería posible si se tomaran en
cuenta los riesgos nuevos. Tal medición reduciría el rigor del cálculo.

La empresa aseguradora determina:

 La tarifa de los premios.

Condiciones generales de la póliza.

La primera de las mencionadas es elaborada sobre la base de la estadística


que tiene en cuenta el presupuesto financiero en cada año de vigencia del
seguro, para hacer frente a las obligaciones contractuales. Dicha actividad es
realizada por la aseguradora a través de la división en categorías
homogéneas de la masa de riesgos.

En mérito de lo expuesto, surge la necesidad de que la empresa aseguradora


opere con contenidos contractuales de adhesión, propios de las actividades
de contratación en masa. Como contrapartida, no existe etapa de
negociaciones previas al perfeccionamiento del contrato. Tales
circunstancias conllevan que el asegurado no tenga otra alternativa que
adherir o desistir de la contratación, lo que lo pone en una clara situación de
desequilibrio contractual y torna inviable pensar en que exista una categoría
de contratos de seguro paritarios.
Pero la empresa aseguradora, constituida como una actividad
económicamente organizada, presta un servicio para el asegurador. Esta, en
efecto, se constituye por medio de sociedades autorizadas, sometidas a
control estatal, cuyo objetivo es la producción de servicio con ánimo de lucro.
La actividad aseguradora no escapa al alma mater de todo negocio, que es la
rentabilidad.

La misma proviene de la
recaudación de la masa de
asegurados, que son los
que permiten, por un lado,
Mutualidad
solventar las obligaciones
asumidas por la empresa y,
por el otro, obtener la
rentabilidad propia de la

Permite conocer una


probabilidad en la que,
teóricamente, el riesgo
incierto y futuro puede
Estadística
acontecer. De ello surge la
necesidad de que la
empresa aseguradora
intente cubrirse o, de
El instrumento apropiado para optimizar la rentabilidad de la empresa
aseguradora lo constituye el contrato de reaseguro. Este es un auxilio de la
aseguradora para lograr una mejor dispersión y división del riesgo de la
cartera y representa una de sus principales ventajas porque se reducen las
consecuencias del acontecimiento en la realidad de un siniestro, para la
empresa aseguradora, ya que a través del contrato de reaseguro transfiere
todo (o parte) del riesgo asumido por el asegurador.

En efecto, el contrato de reaseguro se acuerda en ocasión en que el


asegurador tiene un potencial desborde cuantitativo de los riesgos que
asume y explota comercialmente, o bien cuando asume riesgos de
determinada naturaleza y que, generalmente, resultan extraordinarios.
LECCIÓN 2 de 3

Contrato de seguro. Parte general

Técnica del seguro. Contrato de seguro. Definición, origen y evolución del


contrato de seguro

La ley de seguros tiene su origen en el año 1958 cuando el Gobierno de la


Nación le encomendó al distinguido jurista y especialista en derecho de
seguros, el Dr. Isaac Halperín, la tarea de preparar un proyecto de ley general
de seguros. Proyecto que, una vez concluido – a mediados del año
siguiente-, fue elevado al Poder Ejecutivo y, con posterioridad, a la Comisión
Asesora, Consultiva y Revisora pertinente. En mayo de 1961 se elevó el
proyecto definitivo de la ley que constaba de 256 artículos en los que se
legislaba al contrato de seguro y reaseguro, a las entidades aseguradoras y
su régimen de control. Seis años después, el proyecto tomó forma legislativa
y se sancionó la Ley N° 17.418 el 30 de agosto de 1967. En esta norma se
excluyeron las entidades aseguradoras que fueron finalmente reguladas con
el dictado de la Ley N° 20.091 (López Saavedra en Rivera y Medina, 2014).

En el año 1998 se presentaron varios proyectos de reforma de la ley de


seguros en el Congreso de la Nación, pero no llegaron a tener estado
parlamentario.
En el nuevo Código Civil y Comercial unificado, actualmente vigente, no se ha
regulado sobre la temática relativa a los concursos y quiebras, la navegación
y los seguros por lo que estos aspectos continúan normados en las leyes
especiales. En este sentido, viene al caso destacar que el Senado y la
Cámara de Diputados de la Nación, al elevar el proyecto del mencionado
código a los fines de su tratamiento y posterior sanción, en el año 2014, no
incluyeron -en el art. 3° del respectivo informe- a estas leyes especiales (de
navegación y seguros) como leyes derogadas. A su vez, en la misma ocasión
se expresó que:

Las leyes que actualmente integran, complementan, o se


encuentran incorporadas al Código Civil o al Código de
Comercio, excepto lo establecido en el artículo 3° de la presente
ley, mantienen su vigencia como leyes que integran o
complementan al Código Civil y Comercial de la Nación

aprobado por el artículo 1° de la presente1.

[1] Art. 5 - Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de

la Nación Argentina.

Por su parte, los fundamentos del proyecto expresan que el Código respeta
lo que se da en llamar microsistemas autosuficientes de derecho; es decir,
no modifica las leyes especiales. Entre ellas, nombra a la Ley de Concursos y
Quiebras, y a la Ley de Seguros.

No obstante, el especialista en derecho de seguros y actual integrante de la


Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Derecho de Seguros, Dr.
Héctor Miguel Soto, nos enseña que la sustitución de la anterior normativa
del derecho común por el régimen unificador del sistema jurídico privado
argentino ha producido impactos –aunque de manera indirecta- en el
régimen jurídico de los contratos de seguros. Por ejemplo, a partir de las
importantes modificaciones introducidas en materia contractual. La norma
establece que existen tres formas de contratación:

1 contratos paritarios (entre pares o discrecionales);

2 contratos de adhesión; y

3 contratos de consumo. 

Por lo que señala que es dable de trasladarse al área de los seguros bajo las
dos últimas modalidades.

En Argentina, los contratos de seguros siempre tienen cláusulas


predispuestas porque estas son determinadas por la Superintendencia de
Seguros; es decir, no hay plena libertad de contratación. Por lo tanto, a partir
de la nueva legislación, no podría hablarse de contratos discrecionales en
materia de seguros, aunque sí nos podemos encontrar con contratos de
seguros por adhesión y de consumo.

Recordamos que, en términos generales, los contratos de consumo son


aquellos en que una persona física o jurídica adquiere bienes con destino
final a su propio consumo o al de su grupo familiar o tendientes al
cumplimiento de su objeto social.

Por su parte, los contratos de adhesión son aquellos en los que el tomador
puede o no ser un consumidor que contrata sobre la base de cláusulas
predispuestas.

La nueva regulación legal del derecho común (nuevo Código Civil y Comercial
vigente desde el 1º de agosto de 2015) otorga un tratamiento muy especial
al contrato de consumo en el capítulo tercero del libro tercero.

En lo relativo a los daños por accidentes de tránsito (por los que son
demandadas las aseguradoras frecuentemente) a partir de la previsión de la
Ley de defensa del consumidor, conforme a la cual esta era aplicable a
aquellos que estuvieran expuestos a una relación de consumo, se empezó a
interpretar que el tercero, víctima en un accidente de tráfico, era equiparable
al consumidor en el contrato de seguros que existía entre el responsable y su
aseguradora. Sin embargo, los fundamentos del proyecto del nuevo Código
Civil y Comercial vinieron a echar luz sobre este asunto al aludir en forma
expresa a este ejemplo y expresar que esta interpretación constituía un error.
Ello despejó toda duda interpretativa al respecto y dejó el concepto de
consumidor circunscripto a los sujetos que clásicamente han sido
considerados consumidores.

Más allá de las consideraciones efectuadas, consideramos que existe una


marcada necesidad de adaptar, en un futuro cercano, la regulación de la Ley
de Seguros vigente desde el año 1967, conforme con las reformas
instauradas por el Código Civil y Comercial al régimen jurídico Argentino; por
ejemplo, en materia de pólizas de responsabilidad civil al desaparecer la
separación entre responsabilidad contractual y extracontractual, respecto del

“consentimiento informado”2 para las pólizas de responsabilidad médica, en


lo relativo a la conceptualización del dolo (arts. 271 al 275), a la
responsabilidad de los escribanos (arts. 299 al 312), al hecho de que nadie
puede en representación de otros efectuar consigo mismo un acto jurídico, lo
que puede ser de interés y tener aplicación en la operación de determinados
agentes institorios (art. 368), la normativa sobre contratos de adhesión (arts.
984 a 989), las cláusulas abusivas, los contratos de consumo (arts. 1092 a
1122), el contrato de transporte (arts. 1280 a 1318), los plazos de
prescripción (arts. 1560 a 1565), entre otros (López Saavedra en Rivera y
Medina, 2014).

[2] Art. 59 – Ley N° 26.994. Op. cit.

A fin de profundizar aún más en esta temática se recomienda la lectura de


Rivera, J. (2012) Comentarios al Código Civil y Comercial de la Nación.
Buenos Aires: Ed. Abeledo Perrot.
Definición del contrato de seguro

El contrato de seguro tiene por finalidad garantizar un riesgo. Esta garantía


se realiza de manera permanente y profesional (no ocasional). Su finalidad
es afrontar las obligaciones contraídas en el contrato con los asegurados,
terceros y beneficiarios.

En la búsqueda de un concepto único del contrato de seguro podemos


afirmar que el principio indemnizatorio abarca todos los riesgos, tanto de
seguros patrimoniales como de personas y se pueden distinguir distintas
modalidades contractuales. Estas modalidades respetan los mismos
principios o normas de la disciplina y ello es lo que está previsto en nuestro
ordenamiento positivo. En efecto, algunas especies de seguros, como los de
personas, accidentes personales o el seguro colectivo; presuponen la
existencia de un daño (lesiones o muerte). Este se traduce en el
reconocimiento de una determinada suma de dinero con carácter
indemnizatorio (obligación propia del asegurador) que varía según las
circunstancias contractuales. El principió indemnizatorio tiene plena vigencia
para rubros como daños emergentes, gastos farmacéuticos, asistencia
médica y otros. En los casos que la indemnización fuese parcial, el principio
indemnizatorio se ve atenuado, pero continúa siendo aplicable.

La ley N° 17.418, en su art. 1°, define a este contrato diciendo: “hay contrato
de seguro cuando el asegurador se obliga mediante una prima o cotización, a
resarcir un desafío o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento

previsto”3.
 [3] Art. 1 - Ley N° 17.418. (1967). Ley de Seguros. Poder Ejecutivo Nacional.

Así, el contrato de seguro es un instrumento por medio del cual una de las
partes, el asegurador, se obliga a pagar al asegurado o a un tercero la
prestación convenida, contra el pago de un precio, que es denominado
prima, subordinando la efectiva prestación al acontecimiento de un riesgo
incierto y futuro.

Previo a dar comienzo al tratamiento pormenorizado del contrato de


seguro y de su regulación legal, debemos aclarar que el seguro no elimina el
daño, simplemente traslada sus consecuencias desde el agente pasivo
(persona que carga con el riesgo) al asegurador. Este último cargará con los
eventos económicos desfavorables y el costo de una eventual
indemnización.

Partes

En el contrato de seguro existen dos partes:

El asegurador

Es quien se compromete a resarcir las consecuencias perjudiciales o dañosas
sufridas, derivadas de la verificación de un siniestro, a cambio de un precio en
dinero.
El asegurado

Parte que se obliga a pagar una prima periódica a la empresa aseguradora a
cambio de una cobertura de naturaleza pecuniaria, a cargo de la última, en el
supuesto en que se produzca el evento dañoso descripto en la póliza.

Sin embargo, a los fines de una mayor comprensión de este elemento del
contrato de seguro, diferenciaremos a los sujetos que intervienen en
atención a su etapa de formación. Para ello, partiremos de considerar los
elementos comunes a todos los contratos. Estos son: el consentimiento, el
objeto y la causa.

El primer elemento (consentimiento) nos lleva necesariamente a la noción


partes o sujetos del contrato. En el caso particular del contrato de seguro,
seguidamente diferenciaremos a estos sujetos conforme con la etapa
precontractual o contractual en que se encuentren las negociaciones.

En una primera etapa precontractual, denominamos asegurando o


asegurable a aquella persona que, de concretarse la firma del contrato,
asumirá el rol de tomador del seguro. Esta puede ser una persona física o de
existencia ideal, destinataria de la invitación a ofertar que le dirige el
asegurador. Es de remarcar que, si bien el asegurable es libre de contratar o
no, si llegase a formalizarse el contrato, su solicitud u oferta deberá versar
sobre las condiciones generales predispuestas por el asegurador, que van a
integrar el contenido del contrato y se reflejará en la póliza. Por su parte, el
asegurable es quien pretende contratar el seguro y sobre quien pesa el
deber de informar al asegurador, con la debida lealtad y buena fe, la situación
de riesgo que pretende asegurar, y deberá responder de la misma manera a
las solicitudes de información adicional que efectúe el asegurador.

De más está decir que, en esta etapa precontractual, el asegurable no es


parte del contrato, ya que el instrumento no existe todavía. Sin embargo, la
conducta del asegurable, en cuanto a la información del riesgo brindada, se
relaciona con varios conceptos que estudiaremos en la materia, tales como:
agravación del riesgo, reticencia, interés asegurable y otros.

El asegurador es aquella empresa privada (no puede tratarse de una persona


individual) que, al actuar profesionalmente, presta una actividad
económicamente organizada y cuya finalidad consiste en la prestación de
servicios. El hecho de que el asegurador sea una empresa y no una persona
individual, se explica al comprender que la empresa puede llegar a prestar
mejor y mayor garantía de ejercicio continuo de la actividad y puede,
además, contar con la solidez financiera adecuada.

De hecho, es el mismo Estado, a través de sus órganos competentes, el que


exige una solvencia mínima y específica para llevar adelante la actividad
aseguradora. Asimismo, el hecho de que como empresa tenga que actuar
profesionalmente, significa que la actividad que presta debe ser de manera
continua y no ocasional. Esto significa que debe tratarse de su actividad
habitual.

En cuanto a su finalidad, al haber dicho que consiste en la producción de


servicios, debemos necesariamente deducir que estos son ofrecidos a
terceros interesados.

Empresa aseguradora

Entidad de carácter privado que tiene como objetivo principal asumir riesgos
ajenos por medio de un fondo de primas y, de esa manera, hace frente a
prestaciones e indemnizaciones a las que se ha obligado frente a sus
asegurados, o bien resarcir los daños y perjuicios sufridos por terceros.

Titular del interés asegurable



Aquella persona que tiene interés de preservar su patrimonio de algún peligro. Así,
frente a la producción de un siniestro que daña alguno de sus bienes o su
integridad física, el asegurador responde económicamente.

Es interesante destacar que, a veces, el titular del interés asegurable no es la


misma persona que concluye el contrato (llamado, por lo general, el
tomador). Se entiende que la persona titular del interés asegurable es quien
tiene derecho a percibir la indemnización que corresponda, la cual deberá ser
afrontada por el asegurador y será una de sus principales obligaciones.
Mientras que el tomador, sea o no coincidente con el titular del interés
asegurable, nunca deja de ser aquella persona obligada al pago de la prima.

Por regla general, el destinatario del resarcimiento o de la obligación


comprometida por la empresa aseguradora es la persona del tomador, ya
que usualmente coincide con la persona del titular del interés asegurable.

Existen ocasiones en donde el destinatario del resarcimiento es un tercero,


distinto del tomador, que recibe el nombre de beneficiario.

Para comprender acabadamente la figura del beneficiario podemos


mencionar el seguro de vida en beneficio de un tercero, donde se establece
que en caso de muerte de la persona que concluyó el contrato, se abone a un
tercero sobreviviente. Aquí el beneficiario es un tercero frente al contrato de
seguro, ya que no es deudor frente al pago de la prima, pero sí es titular del
derecho a recibir la prestación comprometida por la empresa aseguradora,
debido a la condición de beneficiario establecida en el contrato de seguro. En
consecuencia, no estará obligado al pago de la prima, pero sí a exigir el
cumplimiento de las obligaciones y prestaciones de la aseguradora.

Objeto
En lo que atañe a la determinación del riesgo asegurado, por regla, este se
determina según acuerdo contractual. Se debe tener en cuenta que el objeto
del contrato esté acorde al ordenamiento jurídico vigente, el cual deberá
respetarse en todo momento la licitud del objeto.

Cuando se realice un contrato de seguro cuyo objeto sea contrario a las


normas jurídicas vigentes (es decir, sea ilícito), ya sea porque no se respeta la
norma imperativa, se trate de un objeto prohibido o bien infrinja el orden
público, la moral o las buenas costumbres; el mismo será pasible de una
sanción legal de nulidad.

Además, vienen en nuestra ayuda normas específicas de la Ley de Seguros.


El art. 2 de esta norma expresa “El contrato de seguro puede tener por objeto
toda clase de riesgos si existe interés asegurable, salvo prohibición expresa

de la ley”4.

[4] Art. 2 - Ley N° 17.418. Op. cit.

Otro principio que reafirma la obligación de la licitud del objeto del contrato de
seguro, es aquel que establece que en los contratos de seguros por daños
patrimoniales solo podrán ser objeto del contrato los riesgos en donde
existiere un interés económico lícito de que un siniestro no ocurra o
acontezca.

Amén de estas dos disposiciones, no debemos olvidar las normas generales


contenidas en nuestro Código Civil y Comercial de la Nación (arts. 279 y 391).
Allí se establece que el objeto de los actos jurídicos debe ser lícito y explica la
sanción de nulidad. Tenemos que tener en claro que cuando se realiza un
contrato de seguro es necesario individualizar el riesgo que asume la
empresa aseguradora para estar en grado de determinar y limitar la
extensión de la cobertura que asumirá esta.

A su vez, esta limitación de la descripción de la cobertura se realiza mediante


indicaciones positivas o exclusiones propiamente dichas a la garantía
comprometida por la empresa aseguradora.

Elementos específicos

Los elementos específicos del contrato de seguro son tres:

1 Interés asegurable:  consiste en la voluntad de querer mantener


indemne un valor incorporado a una relación jurídica de contenido
económico que vincula a un sujeto con un objeto.

2 Riesgo:  consiste en la eventualidad de que se realice un


acontecimiento futuro y que no depende de la voluntad de las
partes. La consecuencia de la realización del riesgo es el siniestro.

3 Prima:  es el precio, retribución o remuneración que paga el


asegurado al asegurador por las obligaciones que este último
asume; es decir, es la contraprestación. Su cuantía es fijada en
relación con la proporción del riesgo a cubrir por el asegurador.
El artículo 3 de la Ley de Seguros prevé que:

El contrato de seguro es nulo si al tiempo de su celebración el


siniestro se hubiera producido o desaparecido la posibilidad de
que se produjera. (…) si se acuerda que comprende un período
anterior a su celebración, el contrato es nulo sólo si al tiempo de
su conclusión el asegurador conocía la imposibilidad de que
ocurriese el siniestro o el tomador conocía que se había

producido5.

[5] Art. 3 - Ley N° 17.418. Op. cit.

Como consecuencia de ello, la existencia del riesgo y del interés asegurable


es un elemento esencial para que exista contrato de seguro. Por lo tanto, es
indispensable que se encuentren reflejados en el tenor literal del contrato.
Pero, cabe preguntarse:

  ¿Cómo se concreta esto en el contrato de seguro?


En el contrato de seguro, se emplea el concepto de riesgo para interpretar
dos ideas diferentes: una que entiende al riesgo como objeto asegurado. La
otra lo considera como una posible ocurrencia por azar de un acontecimiento
que produce una necesidad económica y cuya aparición real o existencia se
previene y garantiza en la póliza, y obliga al asegurador a efectuar la
prestación o indemnización pactada.

Para que el riesgo pueda ser objeto del contrato de seguro debe reunir
ciertas características esenciales: ser incierto y aleatorio; fortuito, posible,
concreto, de contenido económico y, por regla, lícito (aunque esta última
característica admite algunas excepciones).

La identificación del riesgo es realizada en un primer momento de manera


genérica y se refiere solo a la naturaleza del evento susceptible de producir
un daño (por ejemplo, robo, incendio, etc.). Luego este riesgo se especifica a
través de la individualización del interés asegurable. Este interés que, en
adelante, será un interés asegurado es otro elemento fundamental que nos
sirve para la individualización del riesgo, ya sea que se trate de seguro sobre
daños patrimoniales o personales. Todo esto se realiza a través de
indicaciones positivas. Por último, se efectúa la enunciación de un conjunto
de eventos y circunstancias que quedan excluidas de la cobertura.

Ahora bien:

 ¿Qué se entiende por indicaciones positivas?


Podemos afirmar que se trata del conjunto de indicaciones que contiene la
descripción de los riesgos cubiertos o asumidos por la empresa aseguradora.
Por lo tanto, todo aquello que no se encuentra enunciado o descripto como
cubierto, no está garantizado por el contrato de seguro.

Los sucesos excluidos de cobertura pueden derivar de exclusiones directas o


indirectas.

Exclusiones directas de cobertura



El conjunto de indicaciones negativas que surgen de las condiciones de la póliza,
generales o particulares que, establecidas de manera clara, expresamente
enuncian de modo descriptivo las hipótesis que carecen de cobertura.

Exclusión indirecta de cobertura



Alude a la situación hipotética que no se encuentra descripta dentro del marco
conceptual del contrato de seguro mediante indicaciones positivas y, por ende, no
se encuentra asegurada, pues, como dijimos, el riesgo debe encontrarse
claramente definido. La empresa aseguradora, al precisar en el contrato de
seguro el riesgo tomado o asumido por el que se encuentra en adelante
eventualmente obligada a pagar una indemnización, ha fijado los límites de la
garantía. Fuera de ellos, el siniestro no cuenta con cobertura.
Se deriva de lo expuesto que los beneficios otorgados por el contrato de
seguro no podrán ser excluidos, salvo cláusula expresa que así lo determine.
Y contrario sensu, los siniestros que no se encuentran contemplados en el
riesgo asumido mediante el contrato de seguro no serán garantizados.

En conclusión: tanto el riesgo cubierto como el riesgo excluido


tienen un factor en común: ambos deben encontrarse detallados o
delimitados de manera cierta en el contrato, aun cuando, frente a los
supuestos de no seguro deban, a veces, identificarse implícita o
indirectamente.

En este sentido, debe considerarse cubierto todo supuesto que se encuentre


comprendido en la descripción general del riesgo, salvo aquellos elementos
expresamente excluidos.

En cuanto a la extensión del riesgo, a menudo nos encontramos con que las
cláusulas o condiciones establecidas en el contrato de seguro no se
encuentran redactadas de manera clara, o bien no contienen precisión
suficiente. Es por ello que, a veces, su interpretación es dudosa. En estos
supuestos (y atento las distintas interpretaciones que pueden derivarse) se
establece como regla que, en caso de duda sobre la extensión del riesgo,
debemos inclinarnos positivamente por la obligación del asegurador de
responder como convenido.

A esta altura de nuestro análisis debemos tener en claro que, como regla,
una vez determinado el riesgo en el contrato de seguro, se cubren todos los
supuestos que no fueron excluidos directa o indirectamente a través de un
conjunto de enunciados de no seguro. Sin embargo, a veces es necesario
establecer expresamente la cobertura del riesgo frente a determinados
siniestros en el contrato de seguro ya que, en caso de que no se encontrasen
excluidos de común acuerdo por las partes, lo pueden estar
preceptivamente. Con esto nos estamos refiriendo a aquellos siniestros
excluidos de la cobertura en virtud del abanico normativo vigente, pero que
de común acuerdo por las partes han incluido o admitido en el contrato.

Así, la exclusión de cobertura del riesgo importa la limitación del riesgo


asegurado, pero tal afirmación no abarca aquellas previsiones establecidas
en el contrato de seguro. Por lo tanto, la empresa aseguradora no se halla
obligada a garantizarla ni el asegurado tiene derecho a exigir un
resarcimiento frente a un daño o prestación no prevista. Esto ocurre porque
el evento no se encuentra contractualmente establecido a cargo del
asegurador, ni percibió una prima por garantizarlo.

De tal modo, definimos a la exclusión de cobertura como aquella


manifestación contractual donde ambas partes, luego de una negociación
(explícita o implícita) acuerdan que el asegurador no tomará a cargo, ni
garantizará aquellas consecuencias que derivan de la realización del riesgo.
Es decir, el riesgo se encuentra formalmente excluido de la garantía
comprometida por la empresa aseguradora.

Podemos concluir, entonces, que habrá riesgo excluido o evento que no se


encuentre cubierto, toda vez que el siniestro se verifique en circunstancias
que el contrato las prevea como no idóneas para hacer funcionar la cobertura
prevista en el contrato.

También es necesario diferenciar la exclusión de cobertura de otro concepto:


la cláusula limitativa o exonerativa de responsabilidad. Esta ha sido definida
como aquella que tiene por fin eliminar total o parcialmente la obligación de
reparar o resarcir por parte de la empresa aseguradora y, correlativamente, el
derecho del damnificado a exigir un resarcimiento frente al siniestro
producido. En otras palabras, esta cláusula busca liberar o atenuar la
obligación del deudor (el asegurador) y, desde el punto de vista del acreedor
(tomador), importa renunciar a los derechos de ejercer una pretensión
reparatoria, previamente a la situación de verificarse el daño.

Por lo tanto, debemos poner el acento en la siguiente distinción: una cosa es


la cláusula de exclusión de cobertura, que apunta a la materia de la que trata
el contrato de seguro, y otra la cláusula limitativa de responsabilidad, donde
se hace hincapié en los efectos obligacionales emergentes del contrato.

La cláusula de exclusión de cobertura, tanto de fuente normativa como de


fuente convencional, apunta a describir circunstancias o acontecimientos en
que el siniestro se encuentra fuera de la cobertura del seguro.
La cláusula de exclusión de cobertura tiene sustento en las siguientes
consideraciones.

1 Subjetivas: el dolo o la culpa grave del tomador o beneficiario o del


asegurado.

2 Objetivas: hechos de guerra civil o internacional, motín o tumulto


popular, incendio o explosión causados por terremoto.

3 Temporales: daños a la explotación agrícola que sufra el asegurado


en una determinada etapa o momento de la explotación, tales
como la siembra o cosecha.

4 Especiales: daños en el seguro de transporte por viajes efectuados


innecesariamente por rutas o caminos extraordinarios.

Con relación a la fuente contractual, estas detallan o especifican


circunstancias particulares frente a las cuales el siniestro no se encuentra
bajo el amparo del seguro. En estos casos, a veces, se reproducen artículos
de la Ley de Seguros basándose también en consideraciones subjetivas y
objetivas.

En cuanto al concepto de siniestro, ya nos encontramos en condiciones de


entender que el riesgo es una eventualidad prevista en el contrato. De este
modo, podremos confirmar que el siniestro es la realización del riesgo
determinado previa y formalmente en el contrato de seguro.
Nuestra Ley de Seguros no nos otorga una única definición de siniestro. Por
lo tanto, corresponderá establecerlo en el texto de la póliza del seguro y a los
jueces en sus resoluciones.

Debemos tener en claro que la garantía de la compañía aseguradora se


encuentra subordinada a los siguientes presupuestos:

1 La producción del siniestro.

2 Que el siniestro se encuentre establecido en el contrato de seguro.


En otras palabras, significa que no se encuentre excluido de común
acuerdo.

Si el siniestro se encuentra excluido o no previsto en el contrato, no opera la


garantía de la compañía aseguradora, ya que es una hipótesis no prevista
contractualmente. Por lo tanto, el asegurador funda su falta de obligación en
que se ha verificado un siniestro no garantizado en las cláusulas
contractuales.

Presenta interés el supuesto en que es suspendida la cobertura del seguro


por falta de pago de la prima. En este caso, el asegurador no se halla
obligado al resarcimiento, ya que el siniestro sucedió durante el período en
que se encontraba suspendida su cobertura. En sentido contrario a ello, otra
posición doctrinaria y alguna jurisprudencia sostienen que el no pago de la
prima no implica la suspensión de la garantía, ni la exclusión de riesgos, sea
legal o convencional, ni mucho menos la nulidad del contrato.

Debemos destacar que toda agravación del riesgo asumido, si hubiese


existido al tiempo de la celebración (que, a juicio de peritos, hubiera impedido
el contrato o modificado sus condiciones) es causa especial de rescisión del
mismo. En este caso, el tomador tiene el deber de denunciar al asegurador
las agravaciones causadas por un hecho suyo, antes de que se produzcan; y
las debidas a un hecho ajeno, inmediatamente después de conocerlas (arts.
37 y 38 de la Ley de Seguros).

Si el tomador omite denunciar la agravación, el asegurador no


está obligado a su prestación si el siniestro se produce durante
la subsistencia de la agravación del riesgo, excepto que: 

a) el tomador incurra en la omisión o demora sin culpa o


negligencia;

b) el asegurador conozca la agravación al tiempo en que debía

hacérsele la denuncia6.

[6] Art. 40- Ley N° 17.418. Op. cit.


Las disposiciones sobre agravación del riesgo no se aplican en los supuestos
en que se provoque para precaver el siniestro, atenuar sus consecuencias o
por un deber de humanidad generalmente aceptado.

Por último, debemos diferenciar que, mientras el evento tiene probabilidades


de ocurrir, estamos frente a lo que llamamos riesgo. En cambio, cuando dicho
evento se concretó o verificó, estamos frente a un siniestro.

El precio

El patrimonio de la empresa aseguradora se encuentra constituido por las


disponibilidades que provienen de los aportes o prestaciones de los
asegurados, inversores, entre otros.

El aporte que realizan de manera individual todos y cada uno de los


asegurados, conforme con criterios técnicos específicos, recibe el nombre de
prima de seguro, cuyo conjunto -considerando a todos los asegurados de
una misma empresa aseguradora- concurre a conformar lo que se ha dado
en llamar fondo de primas. Este fondo reviste vital importancia en el
mercado de los seguros.

La prima de seguro se encuentra regulada en la sección VIII de la Ley de


Seguros (N° 17.418), a partir del artículo 27 y expresamente establece la
obligación del tomador del seguro de pagar una prima. Asimismo, establece
este dispositivo que 
 

En el seguro por cuenta ajena, el asegurador tiene derecho a


exigir el pago de la prima al asegurado, si el tomador ha caído en
insolvencia. [Luego,] (…) el asegurador tiene derecho a
compensar sus créditos contra el tomador en razón del contrato,
con la indemnización debida al asegurado o la prestación debida

al beneficiario7.

[7] Art. 27- Ley N° 17.418. Op. cit. 

Como correlato de la obligación del tomador del seguro de abonar la prima, el


artículo 28 de la Ley de Seguros establece que, “salvo oposición del
asegurado, el asegurador no puede rehusar el pago de la prima ofrecido por

tercero, con la limitación del artículo 134”8.

[8] Art. 28- Ley N° 17.418. Op. cit.

El monto de la prima es establecido por la empresa aseguradora en función


del riesgo asegurado.

Ahora bien, 

 
Cuando el asegurado ha denunciado erróneamente un riesgo
más grave que aquel que realmente desea asegurar, tiene
derecho a la rectificación de la prima por los períodos
posteriores a la denuncia del error, de acuerdo con la tarifa
aplicable al tiempo de la celebración del contrato. 

Cuando el riesgo ha disminuido, el asegurado tiene derecho al


reajuste de la prima por los períodos posteriores, de acuerdo a la

tarifa aplicable al tiempo de la denuncia de la disminución9.

[9] Art. 34- Ley N° 17.418. Op. cit.

Por otra parte, 

Cuando existiera agravación del riesgo y el asegurador optase


por no rescindir el contrato o la rescisión fuese improcedente,
corresponderá el reajuste de la prima de acuerdo al nuevo
estado del riesgo desde la denuncia, según la tarifa aplicable en

este momento10.

[10] Art. 35- Ley N° 17.418. Op. cit.


Por último, y conforme lo establece el art. 33 de la Ley de Seguros, “en los
casos de reticencia en que corresponda el reajuste por esta ley, la diferencia

se pagará dentro del mes de comunicada al asegurado”11.

[11] Art. 33- Ley N° 17.418. Op. cit.

En cuanto al lugar de pago de la prima, establece la norma que

se pagará en el domicilio del asegurador o el lugar convenido por


las partes” [Sin embargo, también prevé que] el lugar de pago se
juzgará cambiado por una práctica distinta, establecida sin mora
del tomador; no obstante, el asegurador podrá dejarla sin efecto
comunicando al tomador que en lo sucesivo pague en el lugar

convenido12.

[1] Art. 29- Ley N° 17.418. Op. cit.

La prima es debida desde la celebración del contrato, pero no es


exigible sino contra entrega de la póliza, salvo que se haya
emitido un certificado o instrumento provisorio de cobertura.

En caso de duda, las primas sucesivas se deben al comenzar


cada período de seguro.

(…)
La entrega de la póliza sin la percepción de la prima hace

presumir la concesión de crédito para su pago13.

[13] Art. 30 - Ley N° 17.418. Op. cit.

Por su parte, el artículo 31 de la Ley de Seguros indica 

en defecto de convenio entre partes, el asegurador podrá


rescindir el contrato con un plazo de denuncia de un mes. La
rescisión no se producirá si la prima es pagada antes del
vencimiento del plazo de denuncia.

El asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido


durante el plazo de denuncia, después de dos días de notificada

la opción de rescindir14.

[14] Art. 301 - Ley N° 17.418. Op. cit.

“Si el pago de la primera prima o de la prima única no se efectuara


oportunamente, el asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido

antes del pago”15.


[15] Art. 31- Ley N° 17.418. Op. cit.

Finalmente, cabe destacar que “cuando la rescisión del contrato de seguro se


produzca por mora en el pago de la prima, el asegurador tendrá derecho al

cobro de la prima única o a la prima del período en curso”16.

[16] Art. 31- Ley N° 17.418. Op. cit.

Formación del contrato

Un contrato se forma cuando una persona hace una oferta o propuesta y


esta es aceptada por la otra parte. Esta aceptación tiene que llegar a
conocimiento de la primera.

En tal sentido, la Ley de Seguros prevé que: “el contrato de seguro es


consensual. Los derechos y obligaciones recíprocos del asegurador y
asegurado empiezan desde que se ha celebrado la convención, aun antes de

emitirse la póliza”17.

[17] Art. 4 - Ley N° 17.418 Op. cit.

Asimismo, establece que “la propuesta del contrato de seguro, cualquiera

sea su forma, no obliga al asegurado ni al asegurador”18.

[18] Art. 4 - Ley N° 17.418 Op. cit.


Forma, prueba e interpretación del contrato

Uno de los puntos más importantes del contrato de seguro es la póliza y se


emite una vez aceptado el contrato. Dicha aceptación se interpreta como
manifestación de voluntad de ambas partes con miras a celebrar el contrato.

Entendemos por póliza al documento mediante el cual se instrumenta el


contrato de seguro. Allí constan los derechos y obligaciones de las partes, y
contiene condiciones generales (a las cuales el asegurado adhiere sin
discutir) y particulares.

La póliza se formaliza por escrito a los fines probatorios. El art. 11 de la Ley


N° 17.418, en su primer párrafo establece: “el contrato de seguro sólo puede
probarse por escrito; sin embargo, todos los demás medios de prueba serán

admitidos, si hay principio de prueba por escrito”19.

[19] Art. 11 - Ley N° 17.418 Op. cit.

El mencionado artículo continúa:

El asegurador entregará al tomador una póliza debidamente


firmada, con redacción clara y fácilmente legible. La póliza
deberá contener los nombres y domicilios de las partes el
interés o la persona asegurada; los riesgos asumidos; el
momento desde el cual éstos se asumen y el plazo; la prima o
cotización, la suma asegurada; y las condiciones generales del
contrato. Podrán incluirse en la póliza condiciones particulares.
Cuando el seguro se contratase simultáneamente con varios

aseguradores podrá emitirse una sola póliza20.

[20] Art. 11 - Ley N° 17.418 Op. cit.

La formalización de la póliza brinda una mayor certidumbre al contenido de


las voluntades de las partes, lo que luego quedará reflejado en la
documentación probatoria pertinente. Esto disminuiría en muchos casos el
nivel de conflicto judicial. Además, existe otra ventaja, ya que en aquellos
casos en los que se judicialice un conflicto, el juez podrá contar con un
valioso documento que delimitará con gran precisión la intención de las
partes al momento de contratar y no necesitará remitirse a ningún tipo de
anexos.

Cabe mencionar una vez más que la póliza constituye el perfeccionamiento


del contrato, es su prueba fundamental y sirve, además, como guía
interpretativa del contrato. Recordemos que la aceptación de la propuesta o
solicitud no requiere forma alguna y debe entenderse como aceptada una
vez emitida la póliza. En este sentido, el art. 12 de la Ley de Seguros
establece:
Cuando el texto de la póliza difiera del contenido de la
propuesta, la diferencia se considerará aprobada por el tomador
si no reclama dentro de un mes de haber recibido la póliza.

Esta aceptación se presume sólo cuando el asegurador advierte


al tomador sobre este derecho por cláusula inserta en forma
destacada en el anverso de la póliza.

La impugnación no afecta la eficacia del contrato en lo restante,


sin perjuicio del derecho del tomador de rescindir el contrato a

ese momento21.

[21] Art. 12 - Ley N° 17.418 Op. cit.

La póliza es el reflejo de un contrato ya perfeccionado y es un  acto propio de


la ejecución contractual, aunque como puede inferirse el contrato precede a
la emisión de la póliza. Conforme lo prevé el art. 14 de la citada ley, “el
asegurado tiene derecho, mediante el pago de los gastos correspondientes,
a que se le entregue la copia de las declaraciones que formuló para la

celebración del contrato y copia no negociable de la póliza”22.

[22] Art. 14 - Ley N° 17.418 Op. cit.


La forma ad probationem de la póliza no solo encuentra su fundamento en
una función de certidumbre, sino también en determinar con mayor precisión
la voluntad de las partes, quedando definidas también las capacidades de las
personas al momento de la celebración, como así también las circunstancias
de tiempo y lugar en que se celebró el contrato, lo que en distintos supuestos
acarreará determinadas consecuencias jurídicas. 

En efecto, de tal manera se conocen en detalle la existencia y límites del


negocio, todo lo relativo a los sujetos que lo llevan adelante, su relación
jurídica, su objeto y contenido, lo que también elimina la necesidad de
interpretaciones ulteriores y, asimismo, disminuye el nivel de judicialización
de conflictos. Sin perjuicio de lo expuesto, debemos tener presente que la
forma de la póliza no es constitutiva, ni solemne; lo que significa, ni más ni
menos, que su inobservancia no afecta la existencia del contrato.

Plazo

Generalmente, se celebra por períodos anuales y es un contrato de tracto


sucesivo. “se presume que el período de seguro es de un año salvo que por la

naturaleza del riesgo la prima se calcule por tiempo distinto”23. También es


prorrogable.

[23] Art. 17- Ley N° 17.418 Op. cit.


El plazo tiene incidencia decisiva en la responsabilidad del asegurador. Al
respecto, la norma indica:

La responsabilidad del asegurador comienza a las doce horas


del día en el que se inicia la cobertura y termina a las doce horas
del último día del plazo establecido, salvo pacto en contrario.

Cláusula de rescisión

No obstante el plazo estipulado, y con excepción de los seguros


de vida, podrá convenirse que cualquiera de las partes tendrá
derecho a rescindir el contrato sin expresar causa. Si el
asegurador ejerce la facultad de rescindir, deber dar un preaviso
no menor de quince días y reembolsará la prima proporcional
por el plazo no corrido. Si el asegurado opta por la rescisión, el
asegurador tendrá derecho a la prima devengada por el tiempo

transcurrido, según las tarifas de corto plazo24.

[24] Art. 18- Ley N° 17.418 Op. cit.

La Ley de Seguros indica en su artículo 19, “la prórroga tácita prevista en el


contrato, sólo es eficaz por el término máximo de un período de seguro, salvo

en los seguros flotantes”25.


[25] Art. 19 - Ley N° 17.418 Op. cit.

Cuando el contrato se celebre por tiempo indeterminado,


cualquiera de las partes puede rescindirlo de acuerdo con lo
antes expuesto. Es lícita la renuncia de este derecho de
rescisión por un plazo determinado, que no exceda de cinco
años. Las disposiciones de este párrafo, no se aplican al seguro

de vida26.

[26] Art. 19 - Ley N° 17.418 Op. cit.

Esta ley, indica en su artículo 20, “la liquidación voluntaria de la empresa


aseguradora y la cesión de cartera aprobada por la autoridad de contralor, no

autorizan la rescisión del contrato”27.

[27] Art. 20 - Ley N° 17.418 Op. cit.

Sabemos que, por regla, el siniestro se encuentra cubierto si se verifica que


el plazo por el que el asegurador asume la garantía por el riesgo se encuentra
contractualmente previsto.

Por lo expuesto, resulta necesario distinguir entre:


Siniestros que generan daños instantáneos o eventos realizados
durante la vigencia del contrato de seguro, y en los cuales el daño
se culmina en el mismo lapso de vigencia.

Siniestros en donde el evento se realiza durante la vigencia del


contrato y el daño se prolonga o se extiende más allá de una vez
vencido el mismo.

En ambos supuestos vemos que el siniestro se produjo cuando se comenzó


a causar daño o la consecuencia en la persona del asegurado, ya sea que se
trate de un seguro de interés o de un seguro de la persona.

Por lo tanto, si la realización del riesgo necesita de un evento dañoso o


susceptible de serlo, el asegurador o la empresa aseguradora solo cubrirán
las consecuencias dañosas del siniestro producido durante la vigencia del
contrato de seguro.

De todo esto inferimos que, si el evento ocurre antes del comienzo de la


vigencia del contrato de seguro y, a pesar de ello, el daño extiende su
duración una vez ya vigente el contrato de seguro, el asegurador no asume
garantía respecto de aquél, ya que la misma se encuentra subordinada a que
el siniestro se produzca durante la vigencia del contrato.

Ahora bien, si un siniestro acaece durante la vigencia del contrato de seguro,


pero las consecuencias dañosas se prolongan más allá de extinguido el
mismo contrato, el asegurador debe responder (pese a la moderna tendencia
de limitar este tipo de obligaciones y responsabilidades del asegurador a
través de las denominadas claims made).

Otra situación para tener en consideración es cuando el daño se manifiesta


luego del vencimiento del contrato de seguro, pero el evento que lo generó se
realizó durante la vigencia del contrato. En este caso, como el siniestro es
una cuestión indivisible respecto del daño que lo origina, se mantiene la
obligación de responder por parte del asegurador o la empresa aseguradora.
Esto es, el asegurador debe hacerse cargo de las consecuencias dañosas
manifestadas una vez que ya ha finalizado el contrato de seguro, pero
siempre que el evento se haya originado durante la vigencia del contrato.

La manifestación tardía de las consecuencias dañosas, producidas una vez


extinguido el contrato de seguro, motiva la necesidad de que, a los fines de
decidir con respecto a la garantía del asegurador, se esté al tanto del
momento en que se produce el evento. Esto se impone, siempre y cuando
exista la debida relación de causalidad con relación al daño.

Seguro por cuenta ajena

El seguro de persona por cuenta ajena se encuentra regulado en forma


especial en la sección VII de la Ley de Seguros.

Regla:
 

Excepto lo previsto para los seguros de vida, el contrato puede


celebrarse por cuenta ajena, con o sin designación del tercero
asegurado. En caso de duda, se presume que ha sido celebrado
por cuenta propia.

Cuando se contrate por cuenta de quien corresponda o de otra


manera quede indeterminado si se trata de un seguro por
cuenta propia o ajena, se aplicarán las disposiciones relativas a
los seguros por cuenta ajena si surge del contrato que se

aseguró un interés ajeno28.

[28] Art. 21 - Ley N° 17.418 Op. cit.

Conforme lo establece la Ley de Seguros, “el seguro por cuenta ajena obliga
al asegurador, aun cuando el tercero asegurado invoque el contrato después

de ocurrido el siniestro”29.

[29] Art. 22 - Ley N° 17.418 Op. cit.

Cuando se encuentre en posesión de la póliza, el tomador puede


disponer a nombre propio de los derechos que resultan del
contrato. Puede igualmente cobrar la indemnización, pero el
asegurador tiene el derecho de exigir que el tomador acredite
previamente el consentimiento del asegurado, a menos que el
tomador demuestre que contrató por mandato de aquél o en

razón de una obligación legal30.

[30] Art. 23 - Ley N° 17.418 Op. cit.

Y sigue en el artículo 24 cuando indica que “los derechos que derivan del
contrato corresponden al asegurado si posee la póliza. En su defecto, no
puede disponer de esos derechos ni hacerlos valer judicialmente sin el

consentimiento del tomador”31.

[31] Art. 24 - Ley N° 17.418 Op. cit.

El tomador no está obligado a entregar la póliza al asegurado, ni


al síndico ni al liquidador del concurso o quiebra de aquél antes
de que se le haya abonado cuanto le corresponda en razón del
contrato. Puede cobrarse, con prelación al asegurado o sus
acreedores sobre el importe debido o pagado por el

asegurador32.

[32] Art. 25 - Ley N° 17.418 Op. cit.


Seguro flotante o de abono

El seguro de abono es llamado también seguro flotante porque se


instrumenta mediante una póliza flotante. A través de esta modalidad
contractual se garantiza un conjunto de intereses sujetos a seguro en
momentos distintos; es decir, que se asegura una universalidad de cosas que
deben permanecer en el lugar que se indica en el contrato, aunque sus
elementos puedan cambiarse porque no se los individualiza.

Pueden venderse, consumirse, sustituirse, etc., con tal que la universalidad


permanezca en su sustancia con independencia de los cambios en los
elementos particulares que la conforman. Por ejemplo, cuando un
empresario deposita la mercadería que comercializa y guarda en stock para
la venta en un determinado lugar y la asegura contra el riesgo de robo e
incendio. Para que el seguro cubra el eventual siniestro, ese stock de
mercadería (o el que la reemplaza; por ejemplo, por reposición) debe
permanecer en el local indicado.

Obligaciones y carga del asegurado

En virtud del contrato de seguros, el asegurado tiene las siguientes cargas,


obligaciones y prohibiciones:
Obligación de pagar la prima.

Carga de mantener el estado del riesgo.

Carga de informar el acaecimiento del siniestro.

Carga de informar los daños sufridos.

Carga de prevenir el siniestro.

Carga de evitar y disminuir los daños. Salvamento.

Prohibición de cambiar las cosas dañadas.

Obligaciones del asegurador

Por su parte, al asegurador le corresponden las siguientes obligaciones:

1 Obligación de pronunciarse sobre el derecho a la indemnización.

2 En caso afirmativo, la obligación de indemnizar.

Para profundizar sobre las obligaciones del asegurado y del asegurador, te


recomendamos leer la bibliografía de lectura recomendada.
Determinación de la indemnización

Conforme con el principio de reparación integral, la aseguradora debe pagar


una indemnización pecuniaria ante un evento dañoso previsto en la póliza
como riesgo asegurado. Se busca la recomposición de las cosas o, lo que es
igual, volver las cosas a su estado anterior. A esta operación también se la
denomina cuantificación del daño. La suma que se determine no debe ser
mayor a ese límite.

Aclaración 

Las lecturas son introductorias al tema e intentan que comprendas los


conceptos de la materia; sin embargo, es indispensable que profundices en
los temas vistos a partir de la lectura del material bibliográfico obligatorio.
Contrato de servicios profesionales

Contrato de servicios profesionales

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Contrato de servicios profesionales

El contrato de servicios profesionales es aquel por el cual una parte, llamada


profesional  o  técnico, se compromete a realizar una labor de su
especialidad; y la otra parte, llamada cliente, se compromete a pagar una
retribución u honorario como contraprestación a favor de la primera.

El objeto de este contrato se encuentra dado por la actividad que el


profesional o técnico se obliga a realizar y la retribución u honorario que el
cliente se obliga a pagar. La actividad debe ser posible y lícita, al igual que el
objeto de cualquier contrato.

Lo lógico indicaría que tomáramos como ejemplo los servicios profesionales


de los abogados; sin embargo, con las grandes modificaciones que tiene el
campo del derecho y para poner en contexto sus implicancias es que
tomaremos el caso de los médicos veterinarios. Además, el caso de los
profesionales del derecho será harto conocido por todos nosotros a lo largo
del ejercicio de la profesión.

Hasta hace poco tiempo los veterinarios no eran objeto de demandas. En la


actualidad, fallos judiciales demuestran que pueden soportar litigios por
responsabilidad profesional y por violación a los derechos del consumidor.
Esto en virtud de cómo se modificó, a lo largo de estos años, la relación que
tienen las personas con sus mascotas.

Fallo BAF c Centro Asistencial Veterianario San Marco y Otros s


daños y perjuicios.pdf
424.4 KB

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala J. “B A Fo c/ Centro Asistencial Veterinario San Marco y otros s/

Daños y Perjuicios” Juzg. N° 14 (sentencia del 5 de noviembre de 2015). Expte. N° 72.704/2011. 

De la lectura del fallo se observa que los camaristas explicaron que 

la responsabilidad de los médicos veterinarios, asimilable a la


responsabilidad médica en general, por lo que debe interpretar
que la obligación asumida por el profesional no es a obtener un
resultado, sino tan solo a poner los medios adecuados para
alcanzar esa finalidad, esto es, de prestar asistencia
técnicamente adecuada, poniendo al servicio del enfermo (en el
caso el can) el caudal de conocimientos científicos que su título
acredita y prestándole la diligente asistencia profesional que su
estado requiere. (CNAC, Sala J. “B A Fo c/ Centro Asistencial
Veterinario San Marco y otros s/ Daños y Perjuicios”, sentencia
del 5 de noviembre de 2015,
https://aldiaargentina.microjuris.com/2016/01/28/se-exime-de-
responsabilidad-al-veterinario-por-la-muerte-del-can-pues-no-se-
han-demostrado-negligencias-impericias-ni-error-de-
diagnostico/#:~:text=Ahora%20bien%20para%20que%20quede,
y%20la%20relaci%C3%B3n%20de%20causalidad)

Es decir, este profesional debe mantener una conducta diligente y prudente,


pero lejos de asegurar o comprometerse a un fin determinado, sino que se
obliga a realizar los procedimientos de acuerdo a su técnica o ciencia de una
manera eficaz e idónea para lograr un tratamiento adecuado del paciente (el
can). 

Entonces, la responsabilidad del galeno podría ser atribuida si se demuestra


una mala praxis, evidenciada por un error de diagnóstico o un inapropiado
tratamiento clínico; es decir, la responsabilidad se debe sustentarse en el
elemento subjetivo de la culpa.

En definitiva, si bien existen particularidades se observa que la actividad


desarrollada por los médicos veterinarios es una obligación de medios.
Además, hay una particularidad clara en su profesión, la cual es expresada
por el tribunal al señalar que, “los animales son seres capaces de sentir dolor
físico, sin embargo, no son seres independientes, tampoco pueden
comunicarnos sus necesidades, ni su parecer sobre lo que hacemos con
ellos” (CNAC, Sala J. “B A Fo c/ Centro Asistencial Veterinario San Marco y
otros s/ Daños y Perjuicios”, sentencia del 5 de noviembre de 2015,
https://aldiaargentina.microjuris.com/2016/01/28/se-exime-de-
responsabilidad-al-veterinario-por-la-muerte-del-can-pues-no-se-han-
demostrado-negligencias-impericias-ni-error-de-
diagnostico/#:~:text=Ahora%20bien%20para%20que%20quede,y%20la%20re
laci%C3%B3n%20de%20causalidad)

A su vez, manifestaron que

Los seres humanos somos quienes tenemos en nuestras


manos la tutela de los animales y las decisiones sobre su vida,
su cuerpo y su salud, por lo tanto esto los hace vulnerables.
Corresponde a los profesionales de la Medicina Veterinaria ser
los guardianes de su salud y de su bienestar. (CNAC, Sala J. “B A
Fo c/ Centro Asistencial Veterinario San Marco y otros s/ Daños
y Perjuicios”, sentencia del 5 de noviembre de 2015,
https://aldiaargentina.microjuris.com/2016/01/28/se-exime-de-
responsabilidad-al-veterinario-por-la-muerte-del-can-pues-no-se-
han-demostrado-negligencias-impericias-ni-error-de-
diagnostico/#:~:text=Ahora%20bien%20para%20que%20quede,
y%20la%20relaci%C3%B3n%20de%20causalidad)

Por tal razón, resulta que 


 

La profesión veterinaria es la interlocutora entre la sociedad y


los animales y debe aplicar los avances científicos para el
beneficio de los animales y del hombre, por lo tanto conscientes
de esta responsabilidad, los Profesionales Veterinarios deben
usar sus conocimientos y sus habilidades en beneficio de los
animales y de la sociedad, a través de la procuración de la salud
y el bienestar animal, el alivio de sus sufrimientos, el cuidado de
la salud pública y el avance de los conocimientos médicos.
(CNAC, Sala J. “B A Fo c/ Centro Asistencial Veterinario San
Marco y otros s/ Daños y Perjuicios”, sentencia del 5 de
noviembre de 2015,
https://aldiaargentina.microjuris.com/2016/01/28/se-exime-de-
responsabilidad-al-veterinario-por-la-muerte-del-can-pues-no-se-
han-demostrado-negligencias-impericias-ni-error-de-
diagnostico/#:~:text=Ahora%20bien%20para%20que%20quede,
y%20la%20relaci%C3%B3n%20de%20causalidad)

Como indica el fallo en estudio

 
para que quede comprometida la responsabilidad del médico
(veterinario) por los hechos cometidos en el ejercicio de la
profesión, se debe demostrar la culpa en la realización de la
atención médica prestada, la existencia del daño que le hubiere
sobrevenido a causa de ese hecho y la relación de causalidad
entre el incumplimiento y el daño experimentado, y basta que
alguno de esos requisitos falte para que el profesional quede
exento de responsabilidad por las consecuencias de su actividad
(CNAC, Sala J. “B A Fo c/ Centro Asistencial Veterinario San
Marco y otros s/ Daños y Perjuicios”, sentencia del 5 de
noviembre de 2015,
https://aldiaargentina.microjuris.com/2016/01/28/se-exime-de-
responsabilidad-al-veterinario-por-la-muerte-del-can-pues-no-se-
han-demostrado-negligencias-impericias-ni-error-de-
diagnostico/#:~:text=Ahora%20bien%20para%20que%20quede,
y%20la%20relaci%C3%B3n%20de%20causalidad)

Tal cual se observa en el fallo, los vocales concluyeron que no surgía ningún
elemento referido a causa probable que indique que el deceso del animal “se
debiera a negligencias, impericias, error de diagnóstico o no haber cumplido
el profesional con un procedimiento que debía ser el indicado al caso, como
para imputar responsabilidad alguna en los términos que fue iniciada la
presente acción de daños” (CNAC, Sala J. “B A Fo c/ Centro Asistencial
Veterinario San Marco y otros s/ Daños y Perjuicios”, sentencia del 5 de
noviembre de 2015, https://aldiaargentina.microjuris.com/2016/01/28/se-
exime-de-responsabilidad-al-veterinario-por-la-muerte-del-can-pues-no-se-
han-demostrado-negligencias-impericias-ni-error-de-
diagnostico/#:~:text=Ahora%20bien%20para%20que%20quede,y%20la%20re
laci%C3%B3n%20de%20causalidad).

Con este ejemplo vemos que la responsabilidad de los profesionales se


puede juzgar. Ahora, desarrollaremos el contrato a los fines de calificar el
negocio.

Sujetos

Los sujetos de este contrato son el profesional y el cliente. 

Es el sujeto que ofrece y se


obliga a efectuar una labor
Profesional que corresponde a la
esfera de sus
incumbencias.
Es el sujeto que solicita la
Cliente prestación profesional y paga
por ella una remuneración.

Caracteres

Se trata de un contrato bilateral, oneroso, conmutativo, consensual, informal,


de consumo, e intuitu personae.

Teorías jurídicas sobre el contrato profesional

Existen muchas teorías sobre la calificación del contrato profesional.


Lorenzetti (1999) nos enseña que las principales posturas doctrinarias sobre
esta cuestión permiten mencionar las siguientes teorías:

Teoría del mandato;


Teoría de la locación de servicios;

Teoría de la locación de obra;

Teoría del contrato atípico;

Teoría del contrato multiforme

Teoría del contrato profesional.

Para profundizar en el contenido de cada posición, te pedimos leer la


bibliografía obligatoria antes citada.

El debate sobre la necesidad de habilitación

En general se ha entendido que la noción de profesional es más amplia que


la de técnico o  experto, ya que implica la existencia necesaria de una
habilitación previa y de un reglamento que indica el modo en que se debe
ejercer la actividad a la que refiera la profesión.

Se justifica esta exigencia en la trascendencia o impacto social que poseen


las actividades que desempeñan los profesionales, en general, por la
especial atención que demandan los casos en que se encuentra involucrada
la vida o salud de las personas (por ejemplo, la profesión de los médicos) o
en los que traen aparejadas consecuencias en los pilares fundamentales del
Estado (como la abogacía, en cuanto se relaciona con la administración de
justicia o la docencia que se trabaja en la formación de las personas y esto
tiene clara repercusión en el grado de civilización e integración social que se
logre). Podemos decir que de estas profesiones dependen, en gran medida,
la convivencia pacífica entre los miembros de una comunidad.

No obstante, hay quienes cuestionan este recaudo por considerar que el


cursado de una carrera universitaria o intermedia que permita obtener un
título habilitante no asegura la idoneidad de los profesionales. Otras críticas
afirman que la capacitación adquirida en las facultades debe revalidarse
pasado un período de tiempo para impedir que los egresados queden
desactualizados en sus conocimientos.

En el caso de los abogados en Córdoba, cada circunscripción equivale al


primer número de la matrícula y el segundo número indica el orden de
obtención de la habilitación. Por ejemplo, Río Cuarto es la segunda y,
entonces, la matrícula de un abogado de esta ciudad se compone del
siguiente modo: “M.P. N° 2 – XXXX”.

Definición normativa de profesional

El vocablo profesional es un término ambiguo y es necesario que la ley nos


brinde una definición para superar esta ambigüedad. El viejo Código de
Comercio definía al comerciante, haciendo referencia al modo de vivir o
profesión, de lo que se infiere que entendía por profesional a cualquier
persona que se dedique a una actividad de manera habitual, para su
subsistencia. 

De esta manera, en la noción de profesional quedaba comprendida la de


técnico sin un título habilitante. Para otros, en cambio, profesional es solo
aquella persona que cuenta con un título habilitante. En tanto, una posición
intermedia admite que se trata de una persona que se dedica en forma
habitual a una actividad, que la presta de manera onerosa y que cuenta con
un permiso o habilitación, sea universitario o intermedio.

Prueba

En cuanto a la prueba, rige el principio liminar de libertad probatoria. Por lo


tanto, puede ser acreditada tal calidad por cualquier medio de prueba.

El profesional: obligación nuclear

La obligación nuclear del profesional o técnico es la de prestar el servicio o


realizar la actividad contratada en el tiempo, en el lugar y en la forma
convenidos. Además, debe comunicar al cliente cuando no pueda cumplir
con el servicio o la actividad pactada; debe guardar secreto profesional y
responder si actúa con negligencia o dolo.
Supongamos que nuestro veterinario sea un comerciante minorista que
vende juguetes para mascotas, un fabricante que crea collares o un
prestador de servicios de consumo que se dedica a la peluquería canina. En
estos casos quedaría comprendido en la ley de defensa del consumidor.

La tesis de la obligación de medios y de resultado

Existen distintas posiciones respecto a la naturaleza jurídica de la prestación


objeto del contrato que nos ocupa. En tal sentido, existe un sinfín de
posiciones doctrinarias. Solo explicaremos aquí la existencia de dos
corrientes clásicas: una que considera que se trata de una obligación de
medios y otra, opuesta, que afirma que se trata de una obligación de
resultados.

La primera posición considera que el profesional se compromete a realizar


una actividad, adopta todos los recaudos necesarios y tiene una actitud
diligente para arribar a un determinado resultado, que es el querido por el
cliente. Esta posición considera que la naturaleza del contrato es la de una
locación de servicios.

La segunda postura sostiene, en cambio, que el profesional se obliga a un


determinado resultado, por lo que entiende que el contrato engasta en la
categoría de locación de obra.
Lorenzetti (1999) considera que esta distinción es inoperante para explicar el
funcionamiento de este tipo de contrato. Entiende que, más bien, hay que
explicar por qué en algunos casos es más rigurosa la exigencia de cuidados
que en otros, por qué algunas veces hay resultados y, en otros, se habla de
medios. Efectuadas estas consideraciones, propone la solución que adopta
nuestro nuevo Código Civil y Comercial y que consiste en afirmar que se trata
de una obligación de hacer, cuyo contenido varía en función de una serie de
parámetros tales como la costumbre, la ética, la ciencia médica, el
compromiso asumido frente a la contraparte, la presencia de riesgo para los
bienes jurídicos protegidos, como la libertad, el patrimonio, la vida y la salud,
etc.

En el caso particular, se puede decir que, 

los veterinarios, como todos los profesionales liberales, pueden


realizar contratos de servicios en sentido estricto, en cuyo caso
hay dos posibilidades: a) que se haya obligado a un hacer puro
(art. 774, inc. a), en cuyo caso la responsabilidad es subjetiva, o
b) que hubieran efectuado un contrato de servicios en sentido
estricto pero obligándose a ´un resultado concreto´ (art. 774, inc.
b), en cuyo caso la responsabilidad ser objetiva (Sozzo, 2016).
Además, de manera excepcional podrán obligarse a un resultado eficaz (art.
774, inc. c) y pasará a ser una responsabilidad objetiva.

El profesional: deberes secundarios de conducta

El profesional asume una serie de deberes a la par del deber principal que le
ha sido encomendado. En la doctrina estos deberes profesionales reciben el
nombre de secundarios y buscan preservar los intereses del cliente y evitar
causarle un perjuicio. Entre estos deberes secundarios, que seguidamente
analizaremos, se presentan como de gran trascendencia el deber de
seguridad, de información y, asimismo, los deberes de buena fe y de
confidencialidad.

El deber de seguridad

Esta obligación en las relaciones de consumo tiene su base en el art. 42 de la


Constitución Nacional y luego, queda desarrollada en los arts. 5, 6 y de la Ley
N° 24.240. Cuando se está en presencia de un producto elaborado debe
atenerse al art. 5 de la Ley N° 24.240, considerándose que el producto es
seguro cuando no supone riesgos (siempre que se utilice en condiciones
normales). 
Respecto a los servicios, no existe una regla expresa en defensa del
consumidor que explique cuando son seguros, aunque puede decirse que
son seguros cuando satisfacen las expectativas legítimas del consumidor.

El deber de información

El deber de informar es el más importante de todos los deberes secundarios


que recaen sobre el profesional. Consiste en dar a conocer al cliente todos
los datos necesarios para que este decida con absoluta libertad la
conveniencia de encomendarle la realización de la actividad a la que se
dedica. Se busca evitar que el cliente ingrese al vínculo contractual en
inferioridad de condiciones debido a su desconocimiento de las cosas e,
incluso, la eventual producción de algún daño.

Lo ideal para cumplir con este deber es realizar un escrito con todas las
especificaciones que se quieran aclarar o mencionar la mayor cantidad de
circunstancias que pudieran suceder. En nuestro caso del veterinario, si bien
no aplica la Ley N° 24.240 a la cirugía, para protección del profesional sería
de gran ayuda explicar el procedimiento a realizar y los riesgos inherentes de
la operación. Esto ayudaría a protegerlo de posibles contingencias futuras.

Otros deberes
Además de la prestación principal que indicamos anteriormente, el
profesional se obliga a deberes. Ya hemos explicado el deber de informar y el
de seguridad. Existe también el deber de confidencialidad, el de buena fe, el
de colaboración, el de cuidado y custodia, y el deber de continua
actualización.

Para profundizar sobre su contenido, te remitimos a la lectura de la


bibliografía obligatoria en Lorenzetti (1999, T II, p. 630).

El locatario: obligación nuclear del pago del precio

El cliente, por su parte, se obliga de manera principal a pagar el precio o


retribución como contraprestación de la actividad profesional contratada.
Esta retribución es pactada libremente por las partes del contrato de
servicios profesionales.

El locatario: deber de colaboración

Además del pago del precio pactado, el cliente tiene el deber de colaboración
que consiste en la obligación de cooperar con el profesional prestador de
servicios; por ejemplo, darle a conocer los datos necesarios según las
características del servicio contratado y recibir el servicio ejecutado
conforme lo convenido.
Aclaración 

Las lecturas son introductorias al tema e intentan que comprendas los


conceptos de la materia; sin embargo, es indispensable que profundices en
los temas vistos a partir de la lectura del material bibliográfico obligatorio.
Contratos profesionales especiales

Contratos profesionales especiales

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Referencias
LECCIÓN 1 de 4

Contratos profesionales especiales

Contrato de consultoría y engineering

El contrato de consultoría tuvo sus orígenes a fines del siglo XIX para regular asuntos referidos a la
producción, ya sean relacionados al empleo o a la eficiencia de las máquinas y a la productividad en
fábricas, asuntos que en aquella época eran de gran importancia para los empresarios. Cabe destacar que,
durante la Segunda Guerra Mundial, los consultores tuvieron un papel importante en la optimización del
esfuerzo bélico al ampliar y mejorar todos aquellos métodos destinados a acrecentar la productividad en las
industrias de armamentos, así como en la definición y contenido de cargos en los staff gerenciales.

En la actualidad, el Banco Mundial ha establecido lineamientos para prestatarios y consultoras. Este


organismo afirma que los servicios de consulting encierran, a su vez, cuatro áreas bien definidas:

Estudios previos a la inversión;

servicios de preparación;

servicios de implementación;

servicios de asistencia técnica.

Resulta importante, asimismo, establecer la diferencia entre consultoría, entendida como aquel
conocimiento que abre infinitas posibilidades y derivaciones; y el consulting como una rama o área del
anterior.

De acuerdo con la naturaleza de las actividades llevadas a cabo por los actores de este contrato, definimos
al contrato de consultoría como aquel cuyo objetivo consiste en la prestación de servicios realizada por
especialistas o técnicos de distintas disciplinas que, al adoptar alguna forma jurídica, llevan a cabo
proyectos de ingeniería en general. Estos profesionales se dedican, a su vez, a tareas administrativas y de
gestión durante el curso de la realización de las obras, brindan asesoramiento técnico en las distintas y
concatenadas fases de ejercicio y manutención de la obra misma.

En este tipo de contratos se hace foco en la confidencialidad de la transferencia de conocimientos por parte
de los especialistas que prestan su servicio y el tiempo en el cual deben resguardarse los secretos del
negocio o arte que desarrollan.

A su vez, debemos tener presente lo dispuesto por la Ley N° 22.460, creada para regular la contratación y
promoción de los servicios de consultoría en el espacio estatal. Esta ley definió al contrato de consultoría en
su artículo 2 y establece que es “toda prestación de servicios profesionales, científicos y técnicos de nivel
universitario, cumplidos bajo forma de locación de obra intelectual o de servicios, y realizadas por firmas

consultoras o consultores”1.

[1] Art. 2- Ley N° 22.460 (1981). Servicios de consultoría. Poder Ejecutivo Nacional.

Según el Banco Mundial, los servicios de consultoría son desarrollados por los siguientes sujetos activos
que, por lo general, se corresponden con organizaciones como las siguientes:

Estudios profesionales;

sociedades y empresas de consultoría privadas, públicas o corporaciones;

firmas asistentes del gobierno (no pertenecientes o descentralizadas de él);

empresas estatales;

organizaciones privadas sin fines de lucro;


organizaciones internacionales por acuerdos multiestatales;

universidades.

¿Qué alcances tienen las funciones del consulting?

Con respecto al ámbito de actuación de las firmas de consultoría, podemos decir que con el tiempo se ha
extendido significativamente su actividad y se volvieron incluso cada vez más complejas. Esta es una
consecuencia directa de la complejidad de los negocios a los que aplican.

En los orígenes del contrato las consultoras se encargaban, principalmente, del tiempo y del movimiento.
Respecto de la disciplina, la consultora marchaba junto con la ingeniería industrial. Una vez transcurrida la
etapa fundacional, entendida como las primeras épocas de este siglo, el consulting avanzó hacia un nuevo
estadio y focalizó todo su esfuerzo en el análisis de la disposición de las plantas fabriles, el estudio del
trabajo y el control de la producción, lo cual siguió así hasta fines de la década del ‘50. 

En este tiempo se destaca que los consultores no solo ayudaron a sus clientes a superar problemas que se
les presentaban en la marcha de la actividad diaria, sino que también cooperaron para abandonar, por la
crisis que se vivía, las cooperativas importantes para la realización de planes futuros. Luego, más tarde,
ayudaron a administrar los proyectos y participaron en su ejecución.

En la actualidad, los entendidos en la materia establecen que existen cuatro áreas generalmente abordadas
por las grandes empresas de consulting:

La consultoría en estrategia y reestructuración corporativa.

La consultoría en efectividad organizacional.

La consultoría de tecnología de información.


La asesoría funcional.

En los últimos años, las consultoras con más prestigio en el mundo se orientaron hacia la consultoría sobre
planificación financiera, ya que, por medio de ella, aconsejan a los clientes sobre cómo asegurar los activos
que poseen y qué clase de colocaciones elegir. Por otro lado, indirectamente, tratan de buscar gestores con
dinero y evaluar su actuación.

Es así como, según la guía del Banco Mundial, el contrato de consultoría o consulting es aquel que consiste
en realizar previamente estudios sobre temas importantes como la inversión, los servicios de preparación,
de implementación y de asistencia técnica. Este contrato suele ir más allá, ya que es posible que su objeto
consista en hacer estudios importantes, tales como: factibilidad técnica y económica, el presupuesto de
costos y la previa determinación de los planes de amortización de los mismos, la realización de proyectos
preliminares, el desarrollo del proyecto general, junto con los respectivos pliegos técnicos, además de la
preparación de proyectos de ejecución, el requerimiento de ofertas dirigidas a los posibles clientes -
empresas- interesados en la realización de las tareas. A esto se suma la selección y evaluación de obras y
elección de adjudicatarios, la supervisión y el control de todas y cada una de las actividades desarrolladas
por la obra, entre otros.

Debido a la gran cantidad de tareas que puede llegar a desarrollar una consultora en el ejercicio de su
función, y ante el requerimiento de sus clientes, es necesario destacar las distintas áreas de
responsabilidad en la que esta se desempeña y su alcance con relación a circunstancias en donde se
produzca un hecho dañoso.

Muchas veces esta responsabilidad se desarrolla paralelamente y con independencia de una forma
contractual en donde se hayan establecido normas de conducta de manera recíproca. Y, otras veces, frente
a la responsabilidad que surge como consecuencia de la realización del contrato, las partes limitan
específicamente su conducta y la determinan en el mismo contrato. Por lo tanto, en el primer supuesto,
estamos frente a una responsabilidad extracontractual; en cambio, en el segundo supuesto, se trata de una
responsabilidad contractual.

Nos ubicaremos dentro del contrato de consultoría, frente a una responsabilidad de tipo contractual, donde
los límites de conducta estarán fijados por los papeles que las partes han firmado al momento de
perfeccionamiento del contrato, entre el comitente y la consultora.
Más aún, ya habiendo desarrollado los diferentes tipos de modalidad contractual que tiene el consulting y en
virtud de los diferentes tipos de relación entre cliente y consultor (que vimos que van desde el convencional
hasta el turn-key) es notorio que las responsabilidades en cada uno de ellos cambien. Estos deberes van in
crescendo de acuerdo a la mayor injerencia que tiene el consultor sobre las operaciones que lleva a cabo, y
del giro social del cliente con respecto a la anterior.

Contadores, auditores, síndicos. Costumbres y finalidad económica.


Responsabilidad frente a terceros

Te remitimos a la bibliografía obligatoria para saber acerca de este punto: Lorenzetti, 1999, (tomo 2, p. 643 y
siguientes).

Contrato de asesoramiento, de administración y gestión gerencial


(management)

El contrato de management refiere al gerenciamiento de las empresas; es decir, a la conducción de sus


destinos por un plazo establecido por medio de un contrato. Tiene la convicción de que, si se aleja del know
how y los especialistas de su staff (que, por lo general, son ejecutivos de primer nivel con conocimientos y
formación profesional internacional) se puede colocar el negocio de una manera óptima en el mercado y
obtener, de este modo, una elevada producción con relación a la que genera el negocio hasta ese momento.

En síntesis, el contrato de management sirve para regular todo lo referente a la dirección, conducción,
administración o gestión de una empresa.

Debemos tener en claro que esta figura se usa actualmente en nuestro país, por ejemplo, en el ámbito de las
cadenas hoteleras. Se concede o transfiere el gerenciamiento de una sociedad a otra empresa (la sociedad
gerente o manager) en las condiciones que se hubiesen estipulado en el contrato en virtud del caso
concreto. 
Por lo general, esta clase de contrato suele caracterizarse en virtud de las siguientes pautas.

Los activos de la empresa gerenciada son otorgados en administración a la sociedad gerente. 

El plazo de duración del contrato, por lo general, es prolongado. Se suelen establecer entre las
partes prórrogas sucesivas de manera automática, pero en este caso, por periodos más cortos
y se perfeccionan por lo menos con dos o tres meses de anticipación al vencimiento del plazo
establecido contractualmente.

En cuanto a la transferencia o la cesión de la dirección, administración o gerenciamiento de los bienes


implica:

El manejo de los fondos que se acumulen.

El nacimiento y arreglo en cuanto a la publicidad del emprendimiento y del nuevo vínculo


establecido entre las partes.

La dirección de toda la planta del personal, inclusive de las personas con carácter jerárquico;
con poder de traslado, reemplazo y remoción.

El poder de diagramar estrategias de crecimiento o de expansión tanto a nivel nacional como


internacional.

La facultad o poder de realizar programas de marketing, concebir y realizar workshops, etc.

Elegir sistemas de manejo del negocio común, de auditoría y los softs a emplear para los
equipos de computación.

Dedicarse de lleno a la apertura y conquista de mercados nuevos o establecimientos con los


recursos existentes. Auditar la calidad en la prestación del servicio en todas las plazas.
Realizar estudios estadísticos sobre el crecimiento del negocio y contratar consultorías para
que optimicen el manejo empresario.

Hacerse responsable de la gestión de cobros y pagos, así como también la cartera de


morosos.

Realizar las cuentas de resultados de la operatoria de manera mensual, anual o definitiva.

Establecer las modalidades puntuales en cuanto a vigilancia e inspección.

Como advertimos, el proceso visto supone flujo de capital, tecnología, gerenciamiento, habilidades técnicas
e iniciativa de un país a otro. A su vez, se ha producido un verdadero cambio en los negocios internacionales,
en donde las tradicionales formas de inversión extranjera directa han cambiado hacia la incorporación de la
participación activa de empresas que vienen de países desarrollados y se han instalado en el país o
mediante la colocación de sus propios productos, servicios y tecnologías en el mercado nacional.

Es así como nos encontramos con el contrato de management, fundamentalmente, en los sectores que
pasaremos a analizar.

Sabemos que el turismo es un factor de crecimiento económico importante en la mayoría de los países del
mundo. La industria hotelera ha tenido un importante desarrollo en los últimos años, y, por ende, no ha sido
ajena al uso del contrato que estudiamos.

En lo que respecta al negocio de hotelería, se utiliza en cadenas reconocidas a nivel mundial (ya sea por su
prestigio y su alto nivel en prestación de servicios). En ellas la consultoría se encarga de administrar, bajo su
enseñanza y de acuerdo a sus métodos, uno o algunos hoteles que pertenecen a la sociedad inversora
vernácula, tras reciclarlos según instrucciones de la sociedad manager.

Otras veces, estas grandes empresas hoteleras crean sus propias cadenas a nivel internacional por medio
de corporaciones trasnacionales. En esta modalidad las compañías, incorporan, a su vez, otros integrantes
permanentemente y actúan mediante contratos standard. Los utilizan para perfeccionarse la adhesión a los
verdaderos dueños o aquellos potenciales de emprendimientos hoteleros en países extranjeros y esto le
otorga a la sociedad el control total sobre la construcción y la fase operacional del proyecto.
Vemos en estos ejemplos que el contrato de management es de gran utilidad en la explotación de diferentes
proyectos de minería primaria, actividades de exploración y perforación petrolera, refinerías, industria
mecánica pesada y proyectos siderúrgicos, plantas y fundiciones de aluminio, así como fábrica de
productos de caucho y vidrio.

Otras veces, ante la imposibilidad de que las empresas privadas puedan otorgar mayores actividades que
ayuden al desarrollo económico de un país determinado, el Estado decide intervenir de manera directa y
asume una conducta de responsabilidad primaria en la planificación, desarrollo y crecimiento de la
economía local. De este modo, el contrato en cuestión puede ser visto como un instrumento valioso para
que las empresas públicas posean el manejo y la destreza técnica necesaria para el establecimiento y
funcionamiento de proyectos de capital, así como también para el desarrollo y avance de industrias
manufactureras.

Además, este contrato se utiliza mucho en los estudios que brindan servicios de back office. Se trata de un
conjunto de prestaciones de apoyo al negocio, propias de la gestión administrativa de la empresa, como
labores informáticas, de comunicación, gestión de recursos humanos, contabilidad, finanzas o legales.
Resulta esencial que sean actividades sin contacto directo con el cliente. Los principales clientes que
contratan estos estudios son las startups, ya que necesitan focalizarse 100% en el negocio y no disponen
de tiempo para tareas propias del funcionamiento de la empresa emergente.

El back office se diferencia del front office que son servicios que tienen contacto directo con los clientes de
la firma asesorada. Son tareas del front office: la atención al cliente, las ventas, etc.; y tienen injerencia en
procesos de distribución y mercadotecnia.

Si eres un profesional del derecho que desea insertarse en el mundo de los emprendimientos, será de vital
importancia que conozcas estas estructuras jurídicas.

Aclaración

Las lecturas son introductorias al tema e intentan que comprendas los conceptos de la materia; sin
embargo, es indispensable que profundices en los temas vistos a partir de la lectura del material

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