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SIQUISAPA
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La noche ha llegado, los árboles y flores inclinan sus ramas y hojas para
agradecer las tiernas caricia de la madre naturaleza, es el rocío que riega con sus
sabias gotas cada una de las plantas de nuestro enorme jardín
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Pero, entre las ramas los monos algunos duermen, otros tratan de seguir cogiendo
frutos e insectos; los búhos observan todo lo que pasa a los alrededores aletean y
ululan para llamar a su familia y compartir un suculento ratón desprevenido que
cazó; mientras en sus madrigueras los añujes corretean llevando frescas yucas
que extraen de las verdes matas; más allá una jauría de zorros persigue a una
pava y los camungos y su conocido cantar llaman a su familia para ir a la orilla del
río; las ranas saltan y saltan en las verdes hojas, Todo en la selva la vida nocturna
es normal y que las luciérnagas decoran con sus luces este bello panorama.
Muy lejos; pero muy lejos el reloj de la selva se oye, es Kique el gallo de don
Enrique. Kique abre sus ojitos con la exactitud de siempre, peina sus plumas,
sacude sus alas, baja del árbol, sube al techo y saluda al nuevo día, Kique sabe
que su trabajo es muy importante para los animales y para el nuevo día que acaba
de llegar y todos nuevamente se preparan para dar paso a un nuevo día. El
anuncio se dio y el alba emerge por el este.
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El nuevo día ha llegado el canto de los pajarillos así lo anuncian a todos los seres
en la profundidad de los bosques.
El alegre Víctor Díaz saluda al nuevo día, las garzas cruzan el cielo, las bandadas
de loros se saludan, las gallinas llaman a sus polluelos, los monos saltan de
alegría, el perezoso mira a todos pasar y coge las frescas hojas para su familia.
Los cushuris se desperezan en las orillas de los ríos, los venados cruzan la selva,
el carpintero picotea los árboles en busca de comida, el Martin pescador ya alzó
vuelo con una enorme lisa, el sui sui da indicaciones a sus hijitos para no retirarse
del nido, desde lo alto de un árbol desciende la espigada mantona, el achuni
husmea la madriguera de las iguanas que trepan raudamente la rama de una
guaba, el majaz saca su hocico de su madriguera como saludando al nuevo día y
oler si no hay peligro que lo acecha, la tortuga bosteza tímidamente y va en busca
de yerbas frescas, tras ella varias tortuguitas; el oso hormiguero con su inmensa
cola ronda los árboles en busca de los hormigueros.
Las hormigas trepan los arbustos para tomar el rocío de las hojas, también los
pajarillos alegremente picotean cada gota; las ranas contentas de haber estada
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posada en las hojas saltan en busca de insectos. Las plantas agradecen la llegada
del nuevo día abriendo sus hojas, pidiendo los rayos del sol.
Los grandes árboles, arbustos, ríos, cochas y tahuampas parecen sonreír al astro
rey que sus rayos bañan cada día a nuestra grandiosa Amazonía
LA LLUVIA Y EL SOL
Una mañana muy calurosa en la ciudad de Iquitos, las personas van y vienen, Los
centros comerciales abren sus puertas, los mercados muy abarrotados; sus calles
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muy transitadas y el astro rey decide mantener su calor en tierras loretanas y sus
rayos calientan esta parte del Perú.
En los bosques los árboles y plantas tienen el gran trabajo de convertir el dióxido
de carbono en oxigeno que da vida a los seres vivos. En lo alto del firmamento las
nubes muy preocupadas observan con preocupación a los seres del planeta. El
señor sol, parece muy alegre en calentar cada vez más y más al planeta.
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- Parece que ustedes no están enterados de que esto es mi trabajo, pues yo
soy el rey entre los astros y nadie me dice lo que tengo que hacer.
Al escuchar esto las nubes deciden malograr el gran trabajo del sol y llaman a
todas las nubes para empezar esta gran faena, las nubes cúmulus deciden reunir
a todas las nubes y cubrir el cielo para dar sombra a la tierra.
Las plantas y animales gozan de esta refrescante lluvia, las hojas se ponen más
frescas, los pajarillos cantan muy contentos, los ríos llenan más sus cauces y los
niños juegan bajo la lluvia; es una verdadera fiesta en la selva Amazónica, los
tapires y ronsocos se toman un refrescante baño, los peces salen a la orilla a
tomar aguas frescas; pero como siempre los feroces caimanes siempre vigilantes
de cualquier mamífero o ave desprevenida para su apetitoso alimento.
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Todo un espectáculo ocurre en la Amazonía, las grandes gotas golpean con
fuerza en el cuerpo de los pescadores que contentos revisan sus redes.
Más allá bajo la lluvia con sol y sobre hojas secas va la mamá venado en sus
últimos momentos de su preñez para parir a un nuevo integrante de su familia, la
mamá rápidamente cubre a su vástago en sus brazos y aprovechan la fuerte lluvia
para mantenerlos alejados de los depredadores.
Al caer la noche en el cielo aún hay nubes que se mueven lentamente pues poco
a poco dejan caer algunas pequeñas gotas acompañados de relámpagos que
cruzan el firmamento que permiten apreciar las amplias playas a orillas de los ríos.
Muy, pero muy despacio se dejan ver las mamás charapas contentas saben que
es hora de salir a las playas y preparar sus nidos en las mojadas arenas de las
desiertas playas de la Amazonía, con gran paciencia cruzan las playas y cavan los
hoyos para depositar sus huevos que luego los tapan y dejarlos para que
completen su periodo de incubación y nazcan nuevas charapitas. Las nubes son
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testigos de este maravilloso panorama y al ver esto acompañan con una tenue
llovizna a estos fantásticos seres.
Cada rincón de la selva peruana agradece a las amigas nubes que se mueven en
lo alto del cielo loretano.
El árbol de caimito.
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Muy orgullosa el árbol del caimito muestra
- Oh – dijo la pomarrosa, mis frutos también son grandes, dulcecitos y muy rojitos,
pero no por eso soy la mejor; la conversación continuaba cuando unas bandadas
de loros se posaron sobre sus ramas ante tan apetitoso manjar que nos brinda la
naturaleza. Los loros pronto consumen gran cantidad de los mejores frutos, y el
árbol del caimito esconde ligeramente a sus frutos cubriéndolos con sus hojas. Los
niños a la hora de salir del colegio también suben por las ramas de cada árbol y
sacan los mejores y apetitosos frutos.
Son unos hombres que han llegado y están quemando la selva – contestó el árbol
de pomarrosa.
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continúan buscando más árboles – continuó diciendo el árbol del mango
muy triste.
- ¿Cuántos más tendrán que caer para satisfacer la codicia del hombre? –
preguntaba el árbol de mango.
- La selva se está destruyendo, - dijo muy asustada el árbol del caimito.
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UNA CARRERA INOLVIDABLE
La noche mostraba un cielo iluminado con estrellas y la luna en lo alto del cielo, la
carretera se mostraba ondeante y mojada por la fuerte lluvia que había cesado
casi en la tarde. Los árboles y algunas motos me acompañaban en el retorno por
la dura carretera, avanzaba despacio; pero seguro de llegar a mi destino.
El camino se vuelve más largo, trato de continuar, imaginando el tramo que faltaba
para llegar cuando sin ruido alguno una moto diferente me tomó la delantera, muy
sorprendido pensé en el poco ruido que hacía la moto y el conductor vestía todo
de negro, una extraña brisa estremece mi empapado cuerpo
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Aumento mi velocidad, intento alcanzarlo y sentir la compañía del viajero en esta
oscura noche, cada vez lo veo menos y la idea de perseguirlo se desvanece. De
pronto estoy pasando una curva y parece que mi extraño acompañante ha
detenido su moto y espera a que yo lo pase, continuo mi camino; pero despacio.
Los truenos y relámpagos hacen que me olvide por el momento, la lluvia seguía
con gran fuerza, cerca hay unos árboles. Me detengo y me retiro hacia el árbol
para esperar que cese un poco la lluvia.
De pronto vuelvo a ver a la moto con su extraño conductor un poco más delante
de donde yo estaba, como esperando a alguien, empecé a observarlo fijamente y
vi que una extraña mujer con un vestido blanco y largo que el frio aire lo movía
intensamente. Intenté no preocuparme.
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La fiesta de san Juan.
Juan el bautista se siente contento por el trabajo que realizó en la tierra y al
observar que los niños se bautizan. Los días se ponen fríos y cortos, la llegada de
la fiesta de san Juan anuncia su llegada, con mucha alegría las familias tienen sus
barbacoas llenas de yucas, plátanos, hojas de bijao y las más grandes y gordas
gallinas para el juane sanjuanero, la chicha de maíz ya está en los cantaros para
tomar punto.
Debemos ayudar a que se recuerde tus acciones y se vivan ahora con alegría.
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San Juan, este aire que ingresará y así bendeciré a todos los seres, de esta
manera todas las personas realicen sus preparativos de la fiesta - Continua
San Juan.
- Así mismo los días antes a la celebración los haré más cortos y las aguas
de los ríos estarán bendecidas, también pediré al sol que baje algunas
láminas de fuego para que las personas lo salten y purifiquen sus actos.
Pero cerca, muy cerca de ellos se encuentra Herodías quien observa todo y no
está de acuerdo con esta celebración, pues nunca estaba de acuerdo con las
acciones de Juan el Bautista en el desierto.
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Desde muy temprano la fiesta se inicia, grandes y chicos se preparan, las iglesias
leen pasajes de la biblia, los altares están bendecidos con la garúa que cae en
estos días, las personas se dirigen a los ríos a bañarse y preparan la chicha y los
sabrosos juanes, toda la selva está de fiesta.
Es así que San Juan el bautista está muy contento y su espíritu acompaña en
cada hogar compartiendo la celebración.
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Un reino bajo el suelo.
Un rayo de sol calienta el reino, las reinas, las exploradoras, las jardineras y las
forrajeras todas listas para trabajar un día más en la colonia. Son muchas en la
colonia; pero todos con la consigna que la reina les asigna.
Los soldados ya en las puertas para vigilar y prevenir los peligros y pronto dan la
salida de las exploradoras y en columna muy largas y en orden van a la selva y
caminan por grandes extensiones de terrenos para determinar los mejores arboles
de donde extraerán las mejores hojas, grandes y frescas. Regresan al reino
marcando el camino con una feromona; las exploradoras regresan y a
continuación un ejército de jardineras y explotadoras salen a continuar con el
trabajo; pero Kuru el jardinero mayor hace sonar la alarma de peligro, pues una
torrencial lluvia esta por caer, Vuelven al reino esperando que pronto cese la
lluvia.
Tan pronto la lluvia cesa, todos en fila ya con sus cargas, un interminable camino
verde se mueve por el húmedo suelo Amazónico.
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principal del reino. Cada grupo de curuhuinsis tienen asignadas sus tareas que lo
cumplen con exactitud.
Adheridas a las grandes raíces se escudan del peligro, con mucha paciencia
esperan que el hambriento oso hormiguero se aleje.
Sin pensarlo más, la señora shimbillo pide ayuda y muchos pajaritos y Osín
nuevamente sube el árbol y va atrapando a muchas jardineras.
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Y un ejército de soldados ya se encuentran fuera del reino para ahuyentar
cualquier peligro.
Todos aceleran el paso, el hormiguero mayor olfatea muy cerca, la alarma suena
en todo el reino y los soldados hacen ingresar a las obreras, al mismo tiempo que
los soldados con sus filudos dientes penetran fácilmente la piel del agresor que se
presente. Pronto la calma y el trabajo continúa.
Las obreras trabajan con gran rapidez y reparar los daños dejados por el
depredador y pronto nuevos castillos van construyendo, así como nuevas salidas
quedan reparadas.
El gran trabajo continua, las jardineras van retornando llevando fertilizante para el
gran jardín de hongos; mientras que otro grupo va limpiando toda la comarca,
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cada desperdicio es reciclado hacia los ambientes recién creados para ir
almacenando nuevos nutrientes para nuevas familias que van iniciándose.
Otro grupo de jardineras van sacando a los miembros de la comarca que han
muerto y son llevadas hacia el fondo del reino ante el rey mayor Gusy, quien,
vestido con su traje negro con rayas blancas, en lo profundo del reino va
recibiendo a las hormigas muertas o enfermas y gran cantidad de hongos, que lo
consume alegremente.
De pronto todo se paraliza en el gran reino, una gran noticia llega a todos, la reina
joven ha decidido casarse.
La gran fiesta ha empezado, agita sus cristalinas y brillantes alas, alza vuelo
dando a conocer a todo el reino que su boda se realizará, también agradece a
todos por el trabajo que observa en los jardines. Pronto se convertirá en una reina
más, se dirige al jardín y recoge los mejores hongos con el que vuela y comparte
con los invitados, la gran comarca es testigo de este memorable espectáculo;
muchos machos participan de esta corte nupcial. La nueva reina vuela por la
comarca agradecida de poder ser madre de muchos integrantes más del reino,
después de volar y volar agradeciendo a todos llega al suelo y realiza su castillo,
donde será su reino por el resto de su vida, se quita su vestido de bodas, sus alas
y comienza a poner muchos huevos que son atendidas por las enfermeras
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quienes asumen el cuidado de la joven madre. La nueva reina se transforma en
una madre que irá poniendo muchos huevos. La gran comarca está feliz por la
nueva reina y los nuevos integrantes del reino, la fiesta es todo un acontecimiento
lo festejan con un gran banquete de la mejor comida que han ido aculando en todo
el reino.
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LA FIESTA DE LOS NÚMEROS.
El salón de clase se ha quedado en silencio, las mesas, sillas y pupitres solos, los
estudiantes han retornado a sus hogares. Los libros contentos de haber sido parte
del trabajo en las aulas
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Los números que han escuchado atentamente deciden salirse de los libros y los
estudiantes dejen de tener problemas, cansados de estar siempre en ese lugar,
deciden realizar una fiesta.
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La fiesta continuaba, nadie se ha percatado; pero el cero ahora luce diferente, y
con voz tambien diferente los saluda y todos asombrados lo observan:
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- No olvides que todos somos únicos y muy importantes – concluye número
tres.
Desde ese momento los números deciden volver a los libros y continuar en las
labores diarias de chicos y grandes en el planeta.
Ana, la rana.
La selva estaba en silencio, la fuerte tempestad había pasado, todo parecía triste,
desolado, el cielo continuaba nublado y la brisa de lluvia permanecía en el
ambiente.
Ana de un salto se posó sobre una victoria regia, se sacudió y su verde saco
parecía brillar, todos se quedaron mirándola, en medio del silencio sus
movimientos parecían llamar la atención y su pequeña vocecilla se podía
escucharla, El asombro continuaba ella quería alegrar a los demás; pero el
silencio continuaba.
- ¡Oh! ¿Qué hacer para que la selva vuelva a tener su color y encanto?
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Cansada de saltar de un lado a otro se posó nuevamente sobre la victoria regia,
parecía vencida de querer alegrar a la gran selva. Se quedó muy quietecita,
mirando al cielo, cantando la canción que había aprendido de su familia para
comunicarse, en medio del silencioso su cantar se transformó en una bella
melodía que todos escuchaban encandilado
Los fuertes vientos parecían querer cesar, pero las pesadas nubes no daban paso
al señor sol y algunas gotas hacen sentir su presencia, las hojas y los ríos son los
que disfrutan de este momento, una leve llovizna baña la selva.
Y fue así que los colores vieron que la selva había perdido su color, parecía muy
triste.
La ranita se quedó mirando asombrada de los vivos colores que mostraba el señor
arco Iris; Anita saltando de contenta saluda al arco Iris.
- ¡Buenas tardes señor arco Iris! qué bueno que se aparece por aquí,
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- La fresca lluvia de este día me ha cedido el paso – responde el grandioso
arco Iris y prosigue
- De tanta agua que cayó hoy la selva se puso triste, estoy intentando
devolver el encanto al bosque.
Todos estaban muy contentos, los árboles, las flores, los insectos, los animales,
Ana no cesaba de saltar de contenta, llegó hasta la gran hoja verde de la victoria
regia cuya flor también había cambiado de color, lucía un esplendoroso purpura y
desprendía una agradable fragancia en todo el bosque.
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Finalmente, la selva volvió a tener vida, luz, calor y color, todos estaban
convencidos que el trabajo de todos es valioso y cada vez que se ve al arco iris
nos renueva el mensaje en el mundo entero.
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Todo el inmenso jardín parece agradecer a nuestros coloridos visitantes, que
saludan a cada flor con una caricia.
Las flores agradecen al astro rey mostrando sus bellos colores y por permitir que
los enveses de sus hojas sirvan de lugar donde muchos huevecillos de coloridas
mariposas acaban de encargarlos.
Las nuevas invitadas empiezan a saborear las frescas hojas del jardín y obtener
proteínas para su alimentación.
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Los nuevos invitados ya son parte del jardín, contentas se cambian de vestimenta
y después de dar un paseo van buscando un lugar para confeccionar su nuevo
vestido y escoger los colores que llevará para alegrar el bosque.
Con mucha paciencia va tejiendo hilos de seda, con las que confeccionará su
nueva vestimenta jugando con los colores verdes que brillan en el jardín, así
continúa su gran trabajo y cambia de vestimenta y elige la mejor para sus alas.
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El pan de la Selva.
Una tarde doña Candy se encontraba al otro lado de la orilla del caserío de San
Juan, pescando con sus dos pequeños hijos. Estaban revisando sus redes casi al
amanecer, estaban agotados, llevaban ya dos días fuera de casa.
Roger el hijo mayor, decide improvisar una fogata para preparar el desayuno,
mientras que César el menor se adentró al bosque en busca de algún vegetal para
acompañar a los pescados que asaba su hermano. Caminó buscando plátanos,
yucas o sacha papas y cocinarlos. Buscaba y buscaba sin mucho éxito; pero de
pronto observó que de un árbol caían muchas frutos verdes y grandes, se puso a
observarlos pensando si estos frutos lo servirían para comerlo; se acercó a ellos y
abrió a uno, dentro de ellos estaban llenas de semillas marrones y lo recordó que
una vez su papá lo llevó a recolectar muchos de ellos para preparar una deliciosa
bebida.
Eran muchos árboles y había una cantidad de pandishos caídos como ofreciendo
a las personas. Reunió a
varias cabezas de pandishos y
regresó al lugar donde su
mamá y hermano cocinaban,
muy contenta su madre lo
recibió y lo cocinó.
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La comida de esta mañana se había vuelto apetitosa y una vez más consideraron
a este fruto de la selva como un pan prodigioso que nos brinda la naturaleza.
Después de este suculento desayuno cruzan el río, llevando muchos peces para
su alimentación y vender a los vecinos de su comunidad. Ya en la orilla descargan
su buena faena de pesca y como también de los pandishos. Doña Rosita la
curandera del pueblo al ver que también incluyeron el pan del árbol en su pesca
les comentó que debemos cuidar a los bosques y que este bendecido pan es útil
para la alimentación y para curar con sus resinas ciertas enfermedades y comer
los pandishos es indicado para fortalecer dientes y los cabellos.
Todas las personas de esta comunidad están contentas de consumir este pan del
árbol y cuidar los bosques para continuar consumiendo este delicioso alimento
que nos brinda la madre naturaleza.
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Un camino diferente.
Muy tempranito Tony agarra su canasto y su machete y va por el camino que su
padre le enseñó para llegar a su chacra y traer la yuca.
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Sus fuerzas parecen jugarle un mal momento y le obligan a tomar un descanso
sobre un renaco caído, algo parece inquietarle, alguien parece observarle y su
cuerpo lo presiente, sin poner mucha atención decide continuar su camino de
regreso a casa.
Se pone de pie, mira su carga y es duro el peso que debe llevar sobre su espalda;
se pone de cuclillas, coloca su pretina sobre su cabeza y lo levanta.
Su pesada carga parece haberse colocado solo, con la idea de llegar a su destino,
parece pasarlo inadvertido el hecho. La idea del momento quedó en su mente y
después de comer su fresca yuca con un poco de pescado seco, disipan esta
idea.
El sol se levanta muy alegre en la selva, Tony recoge su tarrafa, su fariña y aborda
su canoa con su remo para dirigirse a la cocha cercana y tratar de recoger algunos
peces.
Los vecinos del lugar miran con satisfacción los frescos pescados que acaba de
traer Tony y celebran la valentía del muchacho. En su canoa se aprecian
pescados de muchos tamaños.
Lo buscó y buscó con su mirada y al fin logra verlo entre las verdes hojas en la
copa del árbol.
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Era un hombrecillo vestido de verde, que había bajado casi hasta el suelo para
dejarse ver.
- No me tengas miedo –
- ¿Quién eres? – logra responder Tony.
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Sin responder a su pregunta el nuevo amigo se bajó y con un gesto de su
cabeza y evitar que Tony le continúe observándole, empezaron a caminar
adentrándose al bosque. Era un camino muy libre, llenos de muchos árboles;
se podían ver grandes racimos de plátanos, umaríes de todo color, enormes
macambos, brillantes tumbos, amarillos caimitos, apetitosos zapotes, jugosos
anihuayos. La caminata seguía donde se observaba diferentes tipos de
plantas, Tony se encontraba absorto de tantas frutas en este lugar.
De pronto alzó su mirada al cielo y el astro rey le decía que ya era medio día,
su aflicción empezó a reflejarse en su rostro. Buscó a su amigo y este
desapareció, miró su cesto y alguien lo había llenado de varios frutos.
La noche había llegado y alguien trajo algunos shupihuis, con los que podía
notar a varias personas limpiar el lugar con una especie de escoba hecha de
pichana. Sintió un aire muy frio, esto lo hizo pensar que la noche ya había
avanzado. Pronto empezó a notar más seres que los que empezaron a limpiar.
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Al escuchar esto, sin pensar más decide subir al árbol muy silenciosamente
hasta la copa, se acomodó y se frotó sus brazos con la casa de un viejo nido
de comején.
Se quedó quieto y con mucho miedo, el tiempo que estaba ahí parecía una
eternidad, un poco cansado e incómodo y zas desde donde se encontraba
podía ver a varios seres como su amigo y otras siluetas que aparentaban ser
mujeres. Su asombro continuaba, empezó a escuchar una extraña música y
todos muy ordenados como que empezaban a danzar en este lugar. La danza
continuaba, lo hacían al pie de cada árbol; cada vez que los veía debajo de él,
sentía mucho miedo.
Empezó a salir del extraño lugar sin dejar su carga, caminó desesperado
escuchando el cantar de los gallos, ya cansado y extasiado sale a un camino y
muy feliz corre a abrazar a su madre que ya lo buscaba con sus vecinos.
BRISA Y LUNA.
En un pueblo de la selva peruana, vivían una familia con dos pequeñas hijas Brisa
y Luna. Cierto día muy temprano tenían que ir a su chacra a traer leña, plátano y
yuca. Para ello debían caminar mucho tiempo, cada uno agarró su capillejo y su
sable, los rayos del sol se empezaba a sentirse.
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Después de caminar casi una hora el sol ya calentaba la mañana cuando llegaron
al lugar donde tenían sus sembríos de yuca, plátanos y maíz. La madre agarró su
machete y cultivó un pequeño pedazo del lugar donde se encontraban para
colocar hojas de plátano y sentarse a tomar el apetitoso desayuno que Camucha
había llevado. Sobre grandes hojas de plátano aún se mantenían caliente un
pedazo de añuje cocinado con sus yucas y una ollita con masato tibio.
Las niñas después de descansar un poco empezaron a juntar las yucas que la
madre iba cortando de los troncos que iba desenterrando y lo colocaban con
esmero en cada uno de sus canastos, cada vez el trabajo de la madre era más
entretenido; pues estaba cultivando su yucal y las niñas colocaban las yerbas a un
costado, mientras tanto la madre iba adentrándose más al bosque a cortar y
limpiar el platanal. Las niñas estaban muy entretenidas jugueteando y
persiguiendo a los grillos que comían las hojas frescas del maíz.
Las horas pasaron y las niñas querían ya ver a la madre y siguieron el camino que
ella había cultivado hasta donde se hallaba trabajando, buscaron y buscaron a la
madre y ya no se lo escuchaba y tampoco lo encontraron, las niñas empezaron a
llamar y llamar a la mamá como las aves en medio de la selva, nadie contestaba,
nadie respondía sus preguntas, empezaron a afligirse y continuaron con la
búsqueda; cansadas de llamarla seguían caminando, Luna la más pequeña ya
lloraba y Brisa le pedía que no llore y le recordaba:
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En medio del bosque solas y con sed intentaron volver al lugar donde la madre los
había dejado; pero no lo consiguieron, pues con la angustia de buscarla
caminaron y caminaron no saben cuánto, buscaron como regresar; pero todo
parecía igual de verde con muchos y grandes árboles, casi cansadas se sentaron
sobre un tronco caído muy afligidas.
Ya era un poco tarde no sabían cuánto y todo era silencio, solo el canto de las
aves era lo que escuchaban. Brisa la más grande se trepó a la copa de un árbol y
empezó a mirar y llamar a su madre como las aves, nadie le respondía.
Sin saber que decir, se quedaron mirando a la misteriosa mujer, que les dijo:
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- No sabemos; pero lo andamos buscando y llegamos hasta su casa señora-
Respondió amablemente Luna.
- ¡Oh! No lo creo, dos niñas buscando a sus madres como añujes cuando los
cazadores matan a sus madres.
- Brisa respondió: ¿Usted puede decirnos que pasó con mi mami?
- No lo sé, pero ya lo sabremos cuando se escuche a personas buscarlos o
cuando ella regrese a buscarlos a ustedes.
- Pero - ¿regresará? Preguntó Luna llorosa.
- Brisa abrazó a su hermana como respondiéndola.
Por mucho rato la extraña mujer lo estuvo observándolas a las niñas que con el
cansancio se habían acuclillado en un rincón de la casa, la noche había llegado y
las niñas habían estado toda la tarde solas y con hambre.
Pensaba mucho la mujer al ver a estas dos niñas, prendió un pequeño shupihui
con hojas, ramas y un poco de aceite de las plantas; llamó a las niñas a la mesa y
sobre hojas secas de bijao se veían un trozo de carne y chicha de yuca en
pequeños pates. Las niñas comieron poco, sentadas en la mesa ya parecían
dormirse y la mujer los invitó a una especie de barbacoa con retazos de cortezas
de los árboles para descansar, así lo hicieron y pronto se quedaron dormidas. La
luz del nuevo día caía sobre el rostro de las niñas y decidieron levantarse y tomar
agua, caminaron por la casa que era un poco pequeña, no encontraron a la mujer
y salieron de casa tratando de seguir con la búsqueda. A lo lejos de entre los
arboles vieron venir a la mujer trayendo sobre su cabeza un cántaro lleno de agua
de una quebrada. La mujer los hizo pasar a la casa y les dijo:
Las niñas bebieron mucha agua y la mujer sirvió una extraña bebida de una olla
de barro que tapaba con hojas, bebieron y se tranquilizaron, empezaron a caminar
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cerca a la casa y pudieron ver muchos arbustos y árboles que apenas dejaban
pasar los rayos del sol, llegaron a una especie de casa pequeña, que se pusieron
a observar, era como un gallinero, pero de animales que querían escapar, monos,
aves, tortugas, sachavacas buscaban querer salir de este lugar, querían ver más y
escucharon tras ellas a la mujer que les decía que no deben ir ahí y regresen a la
casa.
Al atardecer fuera de casa las niñas se preguntaban quién era esta misteriosa
mujer, no encontraban respuesta a sus muchas preguntas; este día comieron
huevos de diferentes aves con plátanos asados.
Pasaron muchos días y nadie vino por ellas, cada día se cuidaban, no se
separaban y el recuerdo de sus madres los hacía llorar, casi no querían comer,
una tristeza enorme se notaba en sus rostros, cada vez que sucedía esto la mujer
ya tenía la bebida y los convidaba.
Algo les llamó la atención, cada cierto tiempo en las noches de mucha luz de la
luna, esta mujer desaparecía y llegaba casi al amanecer muy cansada. En el día
se dirigía a su gallinero y traía un animal distinto y de un hachazo cortaba la
cabeza a los indefensos animales y los ponía en la parrilla hecha de ramas. Cada
vez que tenían hambre solo sacaban un pedazo de la carne que siempre se
mantenía en la cocina.
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sus cerdas cada vez que las niñas intentaban entrar a la casa, el frio viento de la
madrugada acariciaba sus rostros, casi heladas de miedo y del viento madrugador
era cada vez más penetrante.
Al ver a la mujer retirarse para descansar de sus extrañas salidas en sus mentes
sintieron un gran alivio. En la mañana al ver a la mujer ir nuevamente a traer agua,
se levantaron y se pusieron a revisar las ollas que la mujer guardaba sobre unos
troncos viejos, había una olla de barro junto al extraño envase de donde la mujer
había bebido en la noche, era como sangre con la cabeza del mono que había
sacrificado el día anterior con un olor muy feo.
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Brisa tomando un extraño recipiente dio agua a su hermana, que sin querer tomó,
la mujer los quedó mirando por mucho rato y ellas empezaron a limpiar la mesa y
ordenar lo que sería los utensilios de la cocina. La mujer salió a recoger troncos y
ramas para leña. La mujer se perdió en el bosque y Brisa con voz muy temerosa y
muy bajito dijo a su hermana:
- Es una bruja.
- Luna al borde del llanto respondió muy despacito:
- ¿Qué hacemos ahora?
- Ya veremos, le consoló Brisa.
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visto crecer en esta casa, una de las vecinas se atrevió a llamarlas por sus
nombres:
EL ZORRO Y LA TORTUGA.
En una mañana muy oscura con una tenue garúa en medio de la selva, cada
familia de animalitos estaba contentos porque después de un baño obligado
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empezaban a sentir los rayos del sol que tímidamente empezaban a notarse. Los
animalitos se encontraban muy tranquilos, pues desde hace un buen tiempo los
humanos no se han dejado notar por el bosque y casi siempre que llegaban por
ahí era para llevarse a algunos de ellos con sus temidas armas.
Las aves empezaban a peinar sus plumas, los monos a sacudir sus cerdas como
también el tigre, el sajino y el oso hormiguero; el casha cushillo restregaba sus
afiladas espinas debajo de un zapote, las hormigas empezaban el día recorriendo
sus ya conocidas sendas para recoger nuevamente los alimentos para toda la
colonia, siempre en fila, con mucho orden y sin descanso; el armadillo sacando su
hocico de su madriguera tanteaba el ambiente para salir a pasear con sus
pequeños hijos que muy contentos mamaban de su madre leche tibiecita
aprovechando la mañana lluviosa, el majaz cada vez más fuerte mordisqueando la
raíz de las yucas que crecían ofreciendo sus verdes hojas a los insectos, las
abejas también muy felices por los rayos del sol que les permite tomar sus
alimentos y listas para salir de sus colmeneros; pero el zorro un poco escondido
intenta pasar inadvertido tratando de atrapar a alguna ave desprevenida que no le
vendría nada mal para saciar su hambre.
Por otro lado, debajo de muchas hojas secas caídas de los árboles la señora
tortuga trataba de secar las hojas de su habitación que estaban mojadas y luego
salir con sus hijitos a comer hojas frescas de los arbustos.
Todos los animales estaban tan tranquilitos cuando llega el hambriento zorro
persiguiendo a una pava, en su correteo a la pobre avecilla se tropieza con la
tortuga y muy enfadado regaña a la tortuga:
- Señora tortuga usted debe ser más rápida y no obstaculizar el paso a los
demás.
- Buenos días – responde con mucha paciencia la tortuga y continúa – ¿Y
por qué anda tan apresurado señor zorro?
- Es que usted por ser tan lenta dejó escapar mi sabroso desayuno.
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- Uy, cuanto lo siento, usted no sabe señor zorro que no debemos comer
carne, usted debe aprender a alimentarse de vegetales y respetar a los
demás.
- Muy bien señora tortuga, desde hoy le hago una propuesta, no haré daño a
nadie y usted avisa a todos los animalitos que ya no los comeré.
El colibrí cesó su aleteo, el búho más pensativo se quedó, los monos con pocas
ganas de seguir saltando por un breve momento se quedaron, el pájaro carpintero
dejó de trabajar por un momento, las mariposas se posaron en las verdes hojas
para entender lo que el zorro le habría propuesto a la tortuga. Sólo algunos
animalitos que ya se encontraban lejos como los sajinos, las garzas y las iguanas
no escucharon la noticia.
- ¡Sí!, dijo el zorro mirando a la puca cunga, lo que debemos es caminar sin
cuidado, pues ahora no haré daño a nadie.
¿Tan bueno se ha vuelto usted? – preguntó el tigre con su voz fuerte y ronca.
- Sí, el señor zorro promete ser amigos de todos – dijo la señora tortuga.
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- El señor zorro se los comerá – dijo el loro,
- El señor zorro me acaba de prometer que cuidará de nosotros y no nos
volverá a hacer daño – dijo la señora tortuga muy apresurada.
- ¡Si! - concluyó el loro.
Mucho más asombrados y asustados se veían todos los animales con la noticia.
- ¡Uy! - Se sacudió el señor búho. Entonces eso es la promesa del zorro.
- ¿Y qué comeremos? – fue la pregunta del hambriento zorro.
- Lo que encontramos en nuestra madriguera, frutos, hojas – le respondió la
señora tortuga.
- Es que usted no sabe de comer bien, solo come hojas, mientras yo busco
mucha carne fresca – respondió el señor zorro, lamiéndose los bigotes.
- Es que ahora debemos aprender a alimentarnos con muchos vegetales
para poder estar sanos – le respondió la señora tortuga.
Todos los animalitos estaban muy sorprendidos, porque no creían lo que habían
escuchado.
Todos están muy asombrados, cuando de pronto ¡PUM! Se oyó caer algo pesado
detrás de ellos, todos voltearon y aprovechando el momento el astuto zorro había
cogido a una perdiz desprevenida, corriendo muy veloz y perdiéndose por los
matorrales con su suculenta presa.
“Este señor zorro no aprenderá nunca a respetar a los demás, y lo primero que
debemos hacer es enseñarle a comer vegetales y a respetar a los demás” -
replicó la señora tortuga.
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Todos los animales se miraron con pocas ganas de apoyar a la señora tortuga, de
tratar de enseñar algo al testarudo zorro.
- ¡Claro que sí señor zorro, lo escuché; pero no soy amigo de seres que hacen
daño a otros! – respondió la señora tortuga.
- Acaso usted no sabe que me gusta comer carne en mi alimentación y bien cae
una deliciosa ave. – dijo el zorro.
- Usted sabe señor zorro que también podemos alimentarnos con vegetales y si no
lo hace puede morir usted también señor zorro. – comentó la señora tortuga.
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Usted debe aprender a comer muchos vegetales y así se salvará de la muerte.
- ¿Desde cuándo podré comunicar a los animales que ya eres un ser que
cuida a los demás?
Todos miraron a la señora tortuga con malicia por haber creído rápidamente en el
astuto zorro.
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La señora tortuga en el día llamó muchas veces al zorro para ver si cumplía con
su promesa:
El segundo día el señor zorro continuaba con las mismas ganas y era el primero
en preguntar a la señora tortuga diciendo:
Todos los animales estaban muy asombrados de esta competencia, porque todos
conocen que, de las acciones del zorro no es de fiar y andaban con bastante
cuidado.
Que desengaño, pues el señor zorro raudamente había hecho ingresar una
robusta gallina a su madriguera.
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- Así es señora tortuga, ahora ya seré amigo de todos - argumentó el zorro.
Muy atentos escuchaban los animales esta inusual competencia, pues todos
habían visto llegar al zorro con su pesada carga que lo consumió rápidamente.
Los animales no creían en las mentiras que el zorro quería hacer creer a los
demás animales del bosque y confiar de sus falsas promesas.
Pasaron dos días más y la señora tortuga continuó saludando al amigo zorro:
Sin saber que responder el zorro continuó su camino, Pasaron las horas y se
escucha un gran lio al borde del río, los perros guardianes de la casa de don José
habían iniciado una cacería.
El búho muy preocupado con la suerte del señor zorro y de lo que estaría pasando
aleteó muy fuerte y voló hacia donde se escuchaba el correteo y ladrido de los tres
enormes perros que ladraban incansables, se posó en lo alto de un árbol y trató de
ver con sus grandes ojos a quien perseguían los perros.
Las hojas del frondoso árbol le impedían ver, sólo escuchaba al perro que mirando
hacia arriba del árbol ladraba incansable. No tardó más de diez minutos y una
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pesada carga cayó entre las menudas ramas y enseguida vio caer al inerte zorro,
y por encima de él los dos perros que saltaron al cuerpo de nuestro amigo zorro,
que ya casi no se movía. Muy asustado el búho ululó muy fuerte y solo así los
enormes perros dejaron de mordisquear el cuerpo del zorro.
Con mucha pena el búho vio el cuerpo inerte del zorro. Los rayos del sol ya
brillaban y los animales se asomaron lentamente ante el cadáver del zorro; muy
apenados miraban y tocaban al amigo zorro, que ya no respondía.
- Quien mal anda, mal acaba – Si todos actuamos como él, sin cumplir
nuestras responsabilidades. No olviden que todos debemos cuidarnos y
vivir en armonía” – concluyó el búho.
Pronto la noticia llegó a los oídos de todos los animales de la selva, algunos un
poco resignados miraban con tristeza el cuerpo sin vida del señor zorro, quien se
creía muy listo.
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LOS TESOROS DE LA VIDA.
Cada mañana Rosita llevaba agua dela orilla del río en su cántaro. En cambio, su
hermana mayor Celia ayudaba poco en los quehaceres de la casa a su madre.
Después de poner las ollas en el fuego, caminaba hacia el gallinero y sacar a los
pollitos que alegre los conversaba y los brindaba agua y comida.
Al día siguiente sin perder tiempo la hermana mayor agarra el cántaro de Rosita y
se dirige hacia el río.
Como era de esperar Celia se queda parada frente al río observando por todos los
lados intentando ver a la anciana por esos para que suceda como lo de su
hermana.
Estuvo parada por un buen rato, casi molesta recoge su cántaro y decide regresar
a su casa y de pronto al costado del camino aparece ante ella una extraña
ancianita que le observa. Celia sin saber que decir, solo observaba.
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Sin esperar más la niña esta vez responde:
- Si quiere tomar agua, bájese al río y beba por su cuenta yo no estoy aquí
para dar de beber a la gente.
Diciendo esto la osada niña regresa a su casa y cuenta a su madre que una
extraña mujer le pidió agua y no lo dio por que no es su obligación de dar de beber
a personas desconocidas. Su madre le escucha con paciencia tratando de
calmarle le dice:
Muy asustada la niña vuelve ante su madre y comprende lo bueno que es tratar
con amabilidad a las personas.
Ante esto la niña pide disculpas a su madre y promete ser una niña respetuosa y
bondadosa.
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LA LUNA VIAJERA.
La señora luna muy complacida observa desde lo alto cada pueblo, ciudad o país
y también a las personas que la admiran de diferentes formas, Muy contenta de
ser considerada como una reina, la luna nos muestra su mejor cara.
Una noche salió segura de escuchar los alagos en poemas, historias románticas y
canciones por las personas; pero al ver que nadie se fijaba en ella decidió ir de
paseo.
La luna bajó a la tierra y empezó a ver a los seres terrestres muy de cerca, se
quedó complacida de estar tan cerca y se olvidó de ser el satélite que ilumina al
planeta en las noches y acompañarla en su continuo viaje.
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Luego subió a tierra, pero tuvo temor de estar junto al
cocodrilo que timidamente se acercó y comenzaron a jugar.
Fue impresionante ver al cocodrilo ponerse de buen humor
ante la señora luna.
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Y fue así que la luna continuaba muy contenta
visitando a tantos seres que siempre los ha
visto desde muy lejos, esta vez se encuentra
cerca del grandioso rinoceronte.
Tenia tantas ganas de seguir este maravilloso viaje fuera de su orbita, se habia
ausentado ya como una semana y logra escuchar que otros seres reclamaban su
presencia y acompañar a las personas que viajan, como tambien a los seres que
hacen su vida diaria en las noches. La presencia de la luna ya se hacía sentir en el
mundo, se extrañaban las noches de luna y escribir excelentes historias y los
animalitos ya sentian la necesidad de la luz de la luna.
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Todo estaba muy oscuro, los días necesitan alegrar sus noches con los rayos de
la luz de la luna; los animalitos parecen llamarle, el perro del monte hizo escuchar
sus ladridos, los sapos croaban con mucha energía y los grillos con los pajarillos
cantaban muy fuerte, el lobo aullaba cada vez más, todos reclamaban la presencia
de la lunaEn su largo paseo, la señora La luna escucha que los animales del
mundo entero reclamaban su presencia, lentamente empezó a emerger hasta lo
alto del cielo junto con las estrellas nuevamente y empezó a mostrar su cara ante
todos.
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nuestra señora luna, la alegría era imensa en los pueblos y como tambien los
animales para continuar su vida nocturna, así tambien llas plantas muy
agradecidas, y la savia de las plantas realicen el mejor trabajo en todas las
plantitas del mundo, y tengan una mejor producción.
Los animales muy contentos, saludan a la luna por haber escuchado sus ruegos
de que vuelva a iluminar allá en lo más alto.
Contento de ver a la señora luna que había regresado el mar también agradeció,
ya que no podía hacer sus maravillosas olas. Y fue así que las olas se elevaron
grandemente como agradecida del gran momento. Desde entonces nuevamente
se lo observa en el firmamento como de costumbre en el mundo entero; pero un
poco tímida nos empieza mostrando solo una parte de ella.
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gran viaje a través del tiempo. La señora luna nuevamente pide permiso al astro
rey para tomar su luz en beneficio del planeta.
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La yuca está hirviendo en una olla grande, lo van depositando con mucho cuidado
en un batan y empieza el gran rito, toda la familia se prepara, cada uno de ellos es
parte de la elaboración de la gran bebida, Todos cantan, bailan al moler las yucas,
que pronto será convertido en masato, y así agradecer la cosecha de la yuca.
Las familias van a sus chacras, trabajan, agradecen a la madre naturaleza por
haberles brindado sus alimentos y obtienen fuerza y protección de los dioses de
las plantas. Luego cada familia lleva lo mejor de su cosecha a una casa grande,
todos asisten con sus bebidas que lo van depositando en cántaros grandes,
ataviados de coloridas vestimentas hechas de piel de animales y coloridas plumas
de aves.
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plantas y animales, como también el conocimiento que poseen sobre el poder de
las plantas, como la conservación de sus territorios.
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El joven permanecerá en este lugar por mucho tiempo donde hombres y mujeres
continuaran con esta ceremonia para acompañar siempre el cuerpo del hijo de
este pueblo y es recordado por sus hazañas que ha logrado en vida para su
pueblo.
Los rituales de despedida hacia la otra vida continua por meses y su alma
permanece en el pueblo por mucho tiempo.
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COCO, EL COCODRILO AMISTOSO.
Estaban pescando don José con su hijo Raúl, la canoa estaba llena de muchos
peces, la tarde ya llegaba y don José dice a su hijo.
Desde ese día el muchacho estaba feliz de cuidar al pequeño lagartito, que ya iba
creciendo y ante el pedido de sus padres de soltar al reptil en las aguas del río
Morona, el muchacho se sentía triste.
Un día Raúl intentó dejar a su amigo en el río y hacer que vuelva a su vida normal;
Coco como cariñosamente lo llamaba, se sumergió rápidamente al fondo del río
por, Raúl sentía una inmensa tristeza, se sentó a la orilla del río observando las
burbujas que había dejado su amigo como una estela de su paso por su vida. Raúl
trataba de juguetear con algunos pececillos que se asomaban a la orilla y
desprenderse del recuerdo de su amigo; pero de pronto Raúl se asustó cuando
cerca de él se formó un gran remolino en las aguas, se quedó inmóvil y vio que
muchos cocodrilos emergían del río, grandes y pequeños, todos parecían iguales,
el muchacho temblaba de miedo, quería correr y no podía, se puso a observarlos y
llamó:
- ¡Coco!
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Y como si entendiera todos quedaron quietos y el único que avanzó hacia él fue su
amigo, vino hacia él y Raúl como si estuvieran solos bajó hasta la orilla del río y lo
acarició, Coco correspondía el cariño batiendo contento el agua con su cola.
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Raúl sentía mucha pena y tristeza a la vez, recogió los peces y los llevó a su casa
y su madre estaba muy sorprendida al escuchar las explicaciones de su hijo.
Cierto día, muy temprano Raul tomó su canoa y nuevamente se dirigía a la pesca,
lo hacía solo pues su padre había ido a trabajar a su chacra, El muchacho estaba
feliz de poder ir solo a la pesca, estaba llegando a la cocha cuando sintió que
había chocado con un palo y por poco voltea a su canoa. Remaba con más fuerza,
queria llegar a la orilla preocupado por el suceso, empezó a sentirse protegido
cuando ya estaba por llegar a la orilla y al mirar entre las yerbas acuáticas observa
que algo se movía, miró con detenimiento por breves momentos y era el lomo de
algo.
El muchacho empezaba a tarrafear por la orilla del río y ya tenía algunos pescados
en su canoa y de pronto sintió que su tarrafa no cedía, sus esfuerzos no daban
resultado, se sentía impotente, sentado pensando que hacer, sin que se diera
cuenta observa que su amigo hacia flotar a su tarrafa.
Decide regresar con su poca pesca de esta vez, pues la tarrafa estaba rota.
Empieza a volver y al regresar por donde jugueteaba con su amigo, muy
asombrado ve que había muchos peces, que los recoge con entusiasmo.
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