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2022

SIQUISAPA

BUENOS DÍAS, DÍA.

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La noche ha llegado, los árboles y flores inclinan sus ramas y hojas para
agradecer las tiernas caricia de la madre naturaleza, es el rocío que riega con sus
sabias gotas cada una de las plantas de nuestro enorme jardín

En el firmamento las grandes y pequeñas nubes se pasean aprovechando al señor


viento que sopla y sopla, al mismo tiempo que juguetea con los árboles y las
flores. Las nubes que se encuentran por debajo de otras se mueven cada vez
más, que muy extasiadas contemplan la armoniosa conexión entre la atmosfera y
la naturaleza

Aparentemente todo es quietud, la brisa nocturna envuelve cariñosamente a todo


ser del bosque, las plantas descansan después de haber trabajado en el día
limpiando la atmósfera.

¡Oh! ¡Qué cansancio – dicen los zapotes

Mucho trabajo –replican los shimbillos.

Es un trabajo grandioso –responde la señora zapote.

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Pero, entre las ramas los monos algunos duermen, otros tratan de seguir cogiendo
frutos e insectos; los búhos observan todo lo que pasa a los alrededores aletean y
ululan para llamar a su familia y compartir un suculento ratón desprevenido que
cazó; mientras en sus madrigueras los añujes corretean llevando frescas yucas
que extraen de las verdes matas; más allá una jauría de zorros persigue a una
pava y los camungos y su conocido cantar llaman a su familia para ir a la orilla del
río; las ranas saltan y saltan en las verdes hojas, Todo en la selva la vida nocturna
es normal y que las luciérnagas decoran con sus luces este bello panorama.

La luna muy complacida ilumina muy tenuemente la vasta Amazonía, los


frondosos árboles y arbustos son el habitad de los seres de nuestra extensa
Amazonía, la biodiversidad desarrolla su vida normal, los rayos de la luz de la luna
acompañan a este exótico lugar. La vida nocturna en la Amazonía parece
interminable con tantos seres nocturnos que gozan del frescor de las plantas.

Muy lejos; pero muy lejos el reloj de la selva se oye, es Kique el gallo de don
Enrique. Kique abre sus ojitos con la exactitud de siempre, peina sus plumas,
sacude sus alas, baja del árbol, sube al techo y saluda al nuevo día, Kique sabe
que su trabajo es muy importante para los animales y para el nuevo día que acaba
de llegar y todos nuevamente se preparan para dar paso a un nuevo día. El
anuncio se dio y el alba emerge por el este.

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El nuevo día ha llegado el canto de los pajarillos así lo anuncian a todos los seres
en la profundidad de los bosques.

El alegre Víctor Díaz saluda al nuevo día, las garzas cruzan el cielo, las bandadas
de loros se saludan, las gallinas llaman a sus polluelos, los monos saltan de
alegría, el perezoso mira a todos pasar y coge las frescas hojas para su familia.

Los cushuris se desperezan en las orillas de los ríos, los venados cruzan la selva,
el carpintero picotea los árboles en busca de comida, el Martin pescador ya alzó
vuelo con una enorme lisa, el sui sui da indicaciones a sus hijitos para no retirarse
del nido, desde lo alto de un árbol desciende la espigada mantona, el achuni
husmea la madriguera de las iguanas que trepan raudamente la rama de una
guaba, el majaz saca su hocico de su madriguera como saludando al nuevo día y
oler si no hay peligro que lo acecha, la tortuga bosteza tímidamente y va en busca
de yerbas frescas, tras ella varias tortuguitas; el oso hormiguero con su inmensa
cola ronda los árboles en busca de los hormigueros.

Las hormigas trepan los arbustos para tomar el rocío de las hojas, también los
pajarillos alegremente picotean cada gota; las ranas contentas de haber estada

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posada en las hojas saltan en busca de insectos. Las plantas agradecen la llegada
del nuevo día abriendo sus hojas, pidiendo los rayos del sol.

Los grandes árboles, arbustos, ríos, cochas y tahuampas parecen sonreír al astro
rey que sus rayos bañan cada día a nuestra grandiosa Amazonía

LA LLUVIA Y EL SOL

Una mañana muy calurosa en la ciudad de Iquitos, las personas van y vienen, Los
centros comerciales abren sus puertas, los mercados muy abarrotados; sus calles

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muy transitadas y el astro rey decide mantener su calor en tierras loretanas y sus
rayos calientan esta parte del Perú.

En los bosques los árboles y plantas tienen el gran trabajo de convertir el dióxido
de carbono en oxigeno que da vida a los seres vivos. En lo alto del firmamento las
nubes muy preocupadas observan con preocupación a los seres del planeta. El
señor sol, parece muy alegre en calentar cada vez más y más al planeta.

- Oiga, señor sol, se escucha la vocecilla de la más pequeña.

Pero el astro rey parece estar completamente concentrado en su trabajo y


continúa calentando el planeta.

- Parece que no escucha- dice Nube Linda


- ¡Señor sooool! se esmera en hablar la pequeñita
- Estoy muy ocupado – responde el astro rey
- Que bien – responde Nube Linda
- Pero puedes bajar un poco tu temperatura, el planeta está ya muy caliente,
dice la pequeñita.

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- Parece que ustedes no están enterados de que esto es mi trabajo, pues yo
soy el rey entre los astros y nadie me dice lo que tengo que hacer.

Al escuchar esto las nubes deciden malograr el gran trabajo del sol y llaman a
todas las nubes para empezar esta gran faena, las nubes cúmulus deciden reunir
a todas las nubes y cubrir el cielo para dar sombra a la tierra.

Las nubes cúmulus llaman a todas las nubes

- No sé si se observaron; pero el planeta tierra se está calentando mucho y el


señor sol calienta más todavía,
- La nimboestratos responde: Todas debemos trabajar para descargar las
lluvias, entonces el sol no podrá. Seguidamente las nimboestratos se
mueven muy poco por lo cargados que se encuentran debido a la
condensación de los ríos

Las nubes nimboestratos muy gustosas aceptan y pronto todas se movilizan y


cubren el cielo loretano de muchas nubes, y toda la carga que llevan en sus
interiores por las altas densidades, enseguida una fuerte lluvia baña el suelo
loretano, que tiene la particularidad de que en un día podamos apreciar el verano
y el invierno a la vez o lluvia con sol.

Las plantas y animales gozan de esta refrescante lluvia, las hojas se ponen más
frescas, los pajarillos cantan muy contentos, los ríos llenan más sus cauces y los
niños juegan bajo la lluvia; es una verdadera fiesta en la selva Amazónica, los
tapires y ronsocos se toman un refrescante baño, los peces salen a la orilla a
tomar aguas frescas; pero como siempre los feroces caimanes siempre vigilantes
de cualquier mamífero o ave desprevenida para su apetitoso alimento.

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Todo un espectáculo ocurre en la Amazonía, las grandes gotas golpean con
fuerza en el cuerpo de los pescadores que contentos revisan sus redes.

Más allá bajo la lluvia con sol y sobre hojas secas va la mamá venado en sus
últimos momentos de su preñez para parir a un nuevo integrante de su familia, la
mamá rápidamente cubre a su vástago en sus brazos y aprovechan la fuerte lluvia
para mantenerlos alejados de los depredadores.

La lluvia ha cesado un poco y la tarde ha llegado, los animales del bosque


enrumban a sus habitad, pues su faena del día ha culminado. En el fondo del rio
los peces contentos de las aguas de la lluvia porque trae consigo hojas y frutos de
los árboles que lo disfrutan como alimento,

Al caer la noche en el cielo aún hay nubes que se mueven lentamente pues poco
a poco dejan caer algunas pequeñas gotas acompañados de relámpagos que
cruzan el firmamento que permiten apreciar las amplias playas a orillas de los ríos.
Muy, pero muy despacio se dejan ver las mamás charapas contentas saben que
es hora de salir a las playas y preparar sus nidos en las mojadas arenas de las
desiertas playas de la Amazonía, con gran paciencia cruzan las playas y cavan los
hoyos para depositar sus huevos que luego los tapan y dejarlos para que
completen su periodo de incubación y nazcan nuevas charapitas. Las nubes son

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testigos de este maravilloso panorama y al ver esto acompañan con una tenue
llovizna a estos fantásticos seres.

Las playas se llenan de tortugas que, acompañadas de garúas y relámpagos, van


y vienen contentas y las amigas nubes acompañan con una pequeña llovizna.

Cada rincón de la selva peruana agradece a las amigas nubes que se mueven en
lo alto del cielo loretano.

El árbol de caimito.
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Muy orgullosa el árbol del caimito muestra

sus amarillos frutos al árbol de pomarrosa:

- ¡Mira mis frutos son grandes y amarillitos ¡

son los mejores de todo este lugar, hay muchos

árboles a nuestro alrededor y ninguna tiene tan

grandes frutos, tan jugosos, tan dulces;

el árbol de mango solo los escuchaba,

la señora quinilla no tiene frutos y todos lo miran

- continuaba el árbol del caimito.

- Oh – dijo la pomarrosa, mis frutos también son grandes, dulcecitos y muy rojitos,
pero no por eso soy la mejor; la conversación continuaba cuando unas bandadas
de loros se posaron sobre sus ramas ante tan apetitoso manjar que nos brinda la
naturaleza. Los loros pronto consumen gran cantidad de los mejores frutos, y el
árbol del caimito esconde ligeramente a sus frutos cubriéndolos con sus hojas. Los
niños a la hora de salir del colegio también suben por las ramas de cada árbol y
sacan los mejores y apetitosos frutos.

Una tarde la selva se llenó de humo,

- ¿Qué está pasando? – dijo el árbol de caimito

Son unos hombres que han llegado y están quemando la selva – contestó el árbol
de pomarrosa.

Parecen destructores se oyó decir al árbol de mango.

Y al parecer sí lo son, porque … – prosiguió el árbol de mango.

- Si miran hacia nuestras compañeras las quinillas, las moenas, las


capironas, el renaco, la pona y los cedros están siendo derribados y

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continúan buscando más árboles – continuó diciendo el árbol del mango
muy triste.
- ¿Cuántos más tendrán que caer para satisfacer la codicia del hombre? –
preguntaba el árbol de mango.
- La selva se está destruyendo, - dijo muy asustada el árbol del caimito.

Todo es un desconcierto, las aves alzan vuelo desesperadamente, los monos


huyen en busca de nuevos árboles.

Todo se destruye, muchos árboles ya están en el suelo.

Y los árboles volvieron su mirada a la señora quinilla, diciéndole:

- No te preocupes señora quinilla, pronto volverán a retoñar tus nuevos hijitos


y no olvides que pronto retoñaran, porque los árboles mueren de pie.

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UNA CARRERA INOLVIDABLE

La noche mostraba un cielo iluminado con estrellas y la luna en lo alto del cielo, la
carretera se mostraba ondeante y mojada por la fuerte lluvia que había cesado
casi en la tarde. Los árboles y algunas motos me acompañaban en el retorno por
la dura carretera, avanzaba despacio; pero seguro de llegar a mi destino.

De pronto el cielo se tornó oscuro y las estrellas ya no estaban, por momentos la


luna se dejaba ver, un aire fresco me anuncia que pronto la lluvia volverá a caer.
Ya había avanzado tres kilómetros y la lluvia me iba acariciando hasta cubrirme
completamente y pronto me encuentro totalmente mojado. La ropa me pesaba y el
cansancio me invita a descansar, las ganas de regresar a casa me hicieron
reaccionar, intenté aumentar la velocidad de mi vehículo; pero las gotas de lluvia
golpeaban fuertemente mi rostro y me impide ver. Traté de leer la hora en mi reloj
y el aguacero me lo impedía. Aun así, continúo avanzando.

El camino se vuelve más largo, trato de continuar, imaginando el tramo que faltaba
para llegar cuando sin ruido alguno una moto diferente me tomó la delantera, muy
sorprendido pensé en el poco ruido que hacía la moto y el conductor vestía todo
de negro, una extraña brisa estremece mi empapado cuerpo

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Aumento mi velocidad, intento alcanzarlo y sentir la compañía del viajero en esta
oscura noche, cada vez lo veo menos y la idea de perseguirlo se desvanece. De
pronto estoy pasando una curva y parece que mi extraño acompañante ha
detenido su moto y espera a que yo lo pase, continuo mi camino; pero despacio.

Los truenos y relámpagos hacen que me olvide por el momento, la lluvia seguía
con gran fuerza, cerca hay unos árboles. Me detengo y me retiro hacia el árbol
para esperar que cese un poco la lluvia.

De pronto vuelvo a ver a la moto con su extraño conductor un poco más delante
de donde yo estaba, como esperando a alguien, empecé a observarlo fijamente y
vi que una extraña mujer con un vestido blanco y largo que el frio aire lo movía
intensamente. Intenté no preocuparme.

Pasó algo de una hora y decidí continuar mi camino, mi vehículo ya casi no


prendía; todo a mi alrededor solo se escuchaba el gran chaparrón, avancé como
diez kilómetros y sentí como si alguien me llamaba, volteo mi mirada hacia unos
árboles pequeños y logro ver a la misma mujer de vestido blanco. Sin pensarlo
detengo la moto, la lluvia bañaba mi rostro, la mujer se acercó y sin decir palabra
alguna se montó a la moto. Una extraña sensación recorre todo mi cuerpo,
continuamos el camino sin cruzar palabra alguna.

Las horas avanzaban y el chaparrón parecía continuar, a lo lejos veo la luz de un


vehículo venir hacia nosotros, trato de preguntar a mi extraña compañía
preguntándole donde se quedará, volteo y sólo yo estaba en mi moto. Traté de
asimilar lo sucedido y prefiero aumentar la velocidad y llegar a una gasolinera.

- ¿Cuánto de gasolina señor? – repetía la señorita.

No podía responder, solo miraba mi moto y no estaba mi acompañante. Descansé


un buen rato y terminé mi camino junto a otros vehículos.

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La fiesta de san Juan.
Juan el bautista se siente contento por el trabajo que realizó en la tierra y al
observar que los niños se bautizan. Los días se ponen fríos y cortos, la llegada de
la fiesta de san Juan anuncia su llegada, con mucha alegría las familias tienen sus
barbacoas llenas de yucas, plátanos, hojas de bijao y las más grandes y gordas
gallinas para el juane sanjuanero, la chicha de maíz ya está en los cantaros para
tomar punto.

La selva peruana se pone de fiesta, Juan el bautista es el más contento en la


celebración, porque las personas se limpian de todo lo malo, ahora le complace
ver que a pesar de los años las personas aún siguen sus enseñanzas

¡Buenos días San Juan ¡. le saludan varios angelitos.

- Bendecido día- Responde San Juan

¿Qué se los trae por aquí? – pregunta San Juan

Pasamos por aquí para recordarte que ya se acerca tu día.

GRACIAS, GRACIAS… - responde San Juan

Entonces limpiaré mi ropa para dar inicio a la celebración y bendecir a niños,


hombres y mujeres de la tierra, continua San Juan.

- Si – dicen los angelitos moviendo muy contentos sus alitas.

Debemos ayudar a que se recuerde tus acciones y se vivan ahora con alegría.

- Muy bien – dice San Juan


- Ustedes también deben participar de esta celebración, cada uno de ustedes
debe cuidar que la fiesta se realice – continúa diciendo San Juan.
- Así lo haremos - responden los tiernos angelitos.
- También bendeciré el agua de los ríos con pequeñas lloviznas, lo mismo
haré con el aire inclinando el planeta un poco, para que entre aire frio a esta
parte del planeta donde las personas celebran con algarabía la fiesta de

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San Juan, este aire que ingresará y así bendeciré a todos los seres, de esta
manera todas las personas realicen sus preparativos de la fiesta - Continua
San Juan.
- Así mismo los días antes a la celebración los haré más cortos y las aguas
de los ríos estarán bendecidas, también pediré al sol que baje algunas
láminas de fuego para que las personas lo salten y purifiquen sus actos.

Muy contentos escuchan los angelitos.

Pero cerca, muy cerca de ellos se encuentra Herodías quien observa todo y no
está de acuerdo con esta celebración, pues nunca estaba de acuerdo con las
acciones de Juan el Bautista en el desierto.

Herodías muy enojada ordena a los angelitos a no realizar estas actividades; y


nadie realice lo que Juan el bautista predicaba a las personas.

Los angelitos se alejan contentos de ser portadores de estas buenas nuevas y se


practique las enseñanzas de Juan el bautista.

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Desde muy temprano la fiesta se inicia, grandes y chicos se preparan, las iglesias
leen pasajes de la biblia, los altares están bendecidos con la garúa que cae en
estos días, las personas se dirigen a los ríos a bañarse y preparan la chicha y los
sabrosos juanes, toda la selva está de fiesta.

Es así que San Juan el bautista está muy contento y su espíritu acompaña en
cada hogar compartiendo la celebración.

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Un reino bajo el suelo.
Un rayo de sol calienta el reino, las reinas, las exploradoras, las jardineras y las
forrajeras todas listas para trabajar un día más en la colonia. Son muchas en la
colonia; pero todos con la consigna que la reina les asigna.

¡Todos a trabajar! – dice Cori, la reina mayor.

Los soldados ya en las puertas para vigilar y prevenir los peligros y pronto dan la
salida de las exploradoras y en columna muy largas y en orden van a la selva y
caminan por grandes extensiones de terrenos para determinar los mejores arboles
de donde extraerán las mejores hojas, grandes y frescas. Regresan al reino
marcando el camino con una feromona; las exploradoras regresan y a
continuación un ejército de jardineras y explotadoras salen a continuar con el
trabajo; pero Kuru el jardinero mayor hace sonar la alarma de peligro, pues una
torrencial lluvia esta por caer, Vuelven al reino esperando que pronto cese la
lluvia.

Tan pronto la lluvia cesa, todos en fila ya con sus cargas, un interminable camino
verde se mueve por el húmedo suelo Amazónico.

La comarca está repleta de pedazos de hojas verdes y frescas, llenas de agua, de


aceite y de azucares que rápidamente se transforman en hongos, alimento

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principal del reino. Cada grupo de curuhuinsis tienen asignadas sus tareas que lo
cumplen con exactitud.

Cori avanza vigilante en su reino y determinar la cantidad de alimento que ya


tienen almacenadas. Todos en el reino le abren paso y el trabajo de almacenar
hojas prosigue por el otro camino en el hormiguero.

En segundos el reino ha desaparecido, todo es quietud y silencio; la alarma se


encendió y todos comprenden el peligro que les acecha y la enorme lengua
pegajosa del amigo hormiguero está moviéndose ante ellos.

Algunos de sus compañeros tratan de escapar, sin lograrlo.

¡Qué miedo ¡- dice Kuru

Adheridas a las grandes raíces se escudan del peligro, con mucha paciencia
esperan que el hambriento oso hormiguero se aleje.

El amigo hormiguero después de su banquete del día moviendo su cola se retira,


sin esperar mucho los curuhuinsis ya se encuentran sobre el árbol de shimbillo.

¡No ¡- dice la señora shimbillo,

No destruyan mis verdes hojas.

Sin escuchar nada el ejército de cortadoras ya lleva su primer cargamento.

Sin pensarlo más, la señora shimbillo pide ayuda y muchos pajaritos y Osín
nuevamente sube el árbol y va atrapando a muchas jardineras.

El retorno se vuelve rápido y el próximo trabajo ahora se centra hacia el lado


opuesto.

El gran reino se va pintando de verde y el trabajo continúa con mucha precisión.

El cotidiano vaivén del ejercito sufren de varias peripecias.

¡Peligrooo! – alertan los soldados.

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Y un ejército de soldados ya se encuentran fuera del reino para ahuyentar
cualquier peligro.

Todos aceleran el paso, el hormiguero mayor olfatea muy cerca, la alarma suena
en todo el reino y los soldados hacen ingresar a las obreras, al mismo tiempo que
los soldados con sus filudos dientes penetran fácilmente la piel del agresor que se
presente. Pronto la calma y el trabajo continúa.

Las obreras trabajan con gran rapidez y reparar los daños dejados por el
depredador y pronto nuevos castillos van construyendo, así como nuevas salidas
quedan reparadas.

Y muy rápido las jardineras enfermeras tienen muchísimo trabajo, después de


cada ataque quedan enfermos y otro ejército los conduce hacia el tópico para ser
atendidas; en otro ambiente muchas enfermeras atienden a los nuevos bebes, en
instantes las jardineras en una gran fila alcanzan los alimentos y medicina para
aliviar el malestar en cada soldado.

El gran trabajo continua, las jardineras van retornando llevando fertilizante para el
gran jardín de hongos; mientras que otro grupo va limpiando toda la comarca,

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cada desperdicio es reciclado hacia los ambientes recién creados para ir
almacenando nuevos nutrientes para nuevas familias que van iniciándose.

Otro grupo de jardineras van sacando a los miembros de la comarca que han
muerto y son llevadas hacia el fondo del reino ante el rey mayor Gusy, quien,
vestido con su traje negro con rayas blancas, en lo profundo del reino va
recibiendo a las hormigas muertas o enfermas y gran cantidad de hongos, que lo
consume alegremente.

De pronto todo se paraliza en el gran reino, una gran noticia llega a todos, la reina
joven ha decidido casarse.

Todo el reino se prepara, muchísimas familias presentan sus mejores trajes; la


novia ha preparado su mejor vestido y los machos jóvenes observan el baile de la
novia.

La gran fiesta ha empezado, agita sus cristalinas y brillantes alas, alza vuelo
dando a conocer a todo el reino que su boda se realizará, también agradece a
todos por el trabajo que observa en los jardines. Pronto se convertirá en una reina
más, se dirige al jardín y recoge los mejores hongos con el que vuela y comparte
con los invitados, la gran comarca es testigo de este memorable espectáculo;
muchos machos participan de esta corte nupcial. La nueva reina vuela por la
comarca agradecida de poder ser madre de muchos integrantes más del reino,
después de volar y volar agradeciendo a todos llega al suelo y realiza su castillo,
donde será su reino por el resto de su vida, se quita su vestido de bodas, sus alas
y comienza a poner muchos huevos que son atendidas por las enfermeras

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quienes asumen el cuidado de la joven madre. La nueva reina se transforma en
una madre que irá poniendo muchos huevos. La gran comarca está feliz por la
nueva reina y los nuevos integrantes del reino, la fiesta es todo un acontecimiento
lo festejan con un gran banquete de la mejor comida que han ido aculando en todo
el reino.

Al final milis de reinas se encuentran volando, dando un espectáculo maravilloso al


mundo entero,

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LA FIESTA DE LOS NÚMEROS.

El salón de clase se ha quedado en silencio, las mesas, sillas y pupitres solos, los
estudiantes han retornado a sus hogares. Los libros contentos de haber sido parte
del trabajo en las aulas

- ¡Uy! un día de mucho trabajo- dice el libro de ciencias.


- Mucho trabajo aún con los números- replica el libro de matemáticas

El pizarrón escucha atentamente

- algunos problemas sin resolverse - murmura,

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Los números que han escuchado atentamente deciden salirse de los libros y los
estudiantes dejen de tener problemas, cansados de estar siempre en ese lugar,
deciden realizar una fiesta.

Todos parecen muy alegres, conversan de lo valioso que son en el aprendizaje de


los estudiantes y la vida de las personas. estar en los libros cada día. Todos se
ponian contentos de estar en la fiesta, pero el número cero esta apartado, un poco
triste en un rincón, se creia sin valor y que nadie le presta atención:

- ¿Han visto al señor cero? – pregunta el número cuatro.


- Ya se unirá a nosotros – responde el número uno.
- Claro que sí, todos tenemos un grandioso valor, responde el número nueve.

Al escuchar esto el cero piensa en aumentar su valor y consigue una pita.

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La fiesta continuaba, nadie se ha percatado; pero el cero ahora luce diferente, y
con voz tambien diferente los saluda y todos asombrados lo observan:

- Buenas noches – expresa


- Buenas noches le responden todos.
- ¿Qué te pasó señor cero?, pregunta asombrado el señor cinc

- Quiero tener más valor – responde


- Pero, así como eres, siempre serás muy valioso – replica el número nueve.
- Tan valioso y útil como cada uno de nosotros - dice el número seis
- No olvides que fueron los mayas tus padres y de eso debes estar orgulloso.
- Se me estaba olvidando, pensé que no tenía valor y que no servía - dice
con voz baja el señor cero.

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- No olvides que todos somos únicos y muy importantes – concluye número
tres.

Desde ese momento los números deciden volver a los libros y continuar en las
labores diarias de chicos y grandes en el planeta.

Ana, la rana.
La selva estaba en silencio, la fuerte tempestad había pasado, todo parecía triste,
desolado, el cielo continuaba nublado y la brisa de lluvia permanecía en el
ambiente.

Los pajarillos empapados empezaron a cantar pidiendo al señor sol un poco de


calor, las plantas también lo hacían con sus ramas y hojas inclinadas hacia el
cielo.

Ana de un salto se posó sobre una victoria regia, se sacudió y su verde saco
parecía brillar, todos se quedaron mirándola, en medio del silencio sus
movimientos parecían llamar la atención y su pequeña vocecilla se podía
escucharla, El asombro continuaba ella quería alegrar a los demás; pero el
silencio continuaba.

- ¡Oh! ¿Qué hacer para que la selva vuelva a tener su color y encanto?

Nadie le respondía, la tristeza continuaba.

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Cansada de saltar de un lado a otro se posó nuevamente sobre la victoria regia,
parecía vencida de querer alegrar a la gran selva. Se quedó muy quietecita,
mirando al cielo, cantando la canción que había aprendido de su familia para
comunicarse, en medio del silencioso su cantar se transformó en una bella
melodía que todos escuchaban encandilado

Los fuertes vientos parecían querer cesar, pero las pesadas nubes no daban paso
al señor sol y algunas gotas hacen sentir su presencia, las hojas y los ríos son los
que disfrutan de este momento, una leve llovizna baña la selva.

La ranita se mantenía en el mismo lugar, la gran lluvia va pasando, de pronto saltó


de contenta fue cuando una gruesa gota de lluvia se transformó en un hermoso
arco iris que intentaba alegrar al bosque con sus colores.

Y fue así que los colores vieron que la selva había perdido su color, parecía muy
triste.

La ranita se quedó mirando asombrada de los vivos colores que mostraba el señor
arco Iris; Anita saltando de contenta saluda al arco Iris.

- ¡Buenas tardes señor arco Iris! qué bueno que se aparece por aquí,

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- La fresca lluvia de este día me ha cedido el paso – responde el grandioso
arco Iris y prosigue
- De tanta agua que cayó hoy la selva se puso triste, estoy intentando
devolver el encanto al bosque.

El señor arco Iris se puso muy contento al escuchar la gran propuesta de la


pequeña ranita y empezaron el grandioso trabajo; el color verde empezó su
trabajo devolviendo el color a los árboles; el color azul continuó el trabajo y
devolvió el color característico al cielo y a los ríos; el color amarillo parecía sonreír
y acto seguido el sol volvió a resplandecer, ° sin mí no habría luz y alegría ° dijo el
astro rey.

Muy cerca está el color anaranjado, parecía quietecito, “ yo también pondré mi


color pronunció: ° sin mí no hubiera hermosos atardeceres y exquisitas frutas ° , el
color rojo que escuchaba impaciente por poner algo a la selva dijo: ° Yo soy el
mejor, sin mí no habría vida en los seres, pues represento a la sangre y el color en
los frutos y flores °; siguió muy impaciente el color rosado: ° Yo doy vida y alegría
en las semillas y flores °, pacientemente esperaba su turno el color lila: ° Ya basta
de querer ser uno más que otros, todos estamos aquí para servir, yo traigo la
armonía y el pensamiento °. Todos en la selva parecían escuchar atentos, aunque
un poco callada y con mucha paciencia se puso frente a ellos el color blanco y
dijo: ° No olviden que yo soy el alma de todos traigo fortaleza y paz para todos °

La magia nuevamente vuelve a la selva, el colorido y la alegría se contagia en la


selva. Al ver esto Ana con su débil voz empezó a cantar y muchas ranas, sapos y
grillos también con él, y en ese momento la selva volvió a tener luz, color y alegría.

Todos estaban muy contentos, los árboles, las flores, los insectos, los animales,
Ana no cesaba de saltar de contenta, llegó hasta la gran hoja verde de la victoria
regia cuya flor también había cambiado de color, lucía un esplendoroso purpura y
desprendía una agradable fragancia en todo el bosque.

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Finalmente, la selva volvió a tener vida, luz, calor y color, todos estaban
convencidos que el trabajo de todos es valioso y cada vez que se ve al arco iris
nos renueva el mensaje en el mundo entero.

UNA MONARCA CONTENTA.


El jardín había florecido, las flores mostraban sus mejores colores y fragancias,
cada una de ellas trata de mostrar su mejor traje; las abejas atraídas por las
coloridas y fraganciosas flores se acercan a saludar a todas las plantas. Por otro
lado, llegan al jardín un grupo de mariposas contentas de que los rayos solares
sean portadores de calor para que los jardines se vistan de colores.

- Buenos días señorita Rosa – saludan las monarcas.


- Buenos días señorita Rosa sisa – quien responde con una sonrisa.
- Buenos días señorita Heliconia, Orquídea, Cucarda; muy hermosas vuelven
esta vez, el saludo es interminable, el bosque parece estar de fiesta, están
llenas de colores.

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Todo el inmenso jardín parece agradecer a nuestros coloridos visitantes, que
saludan a cada flor con una caricia.

El sol está en lo alto, brillando como siempre, contento de participar en hacer


florecer los campos.

Las flores agradecen al astro rey mostrando sus bellos colores y por permitir que
los enveses de sus hojas sirvan de lugar donde muchos huevecillos de coloridas
mariposas acaban de encargarlos.

Las monarcas están alegres, revolotean en todo el jardín, se pasean como


protegiendo a los huevecillos que acaban de depositar.

Después de unos días la fiesta continua, muchas orugas están presentes en la


fiesta¸ los pajarillos con su cantar dan la bienvenida a las nacientes orugas:

- Bienvenidas queridas orugas – dice el sui sui.

Las nuevas invitadas empiezan a saborear las frescas hojas del jardín y obtener
proteínas para su alimentación.

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Los nuevos invitados ya son parte del jardín, contentas se cambian de vestimenta
y después de dar un paseo van buscando un lugar para confeccionar su nuevo
vestido y escoger los colores que llevará para alegrar el bosque.

Con mucha paciencia va tejiendo hilos de seda, con las que confeccionará su
nueva vestimenta jugando con los colores verdes que brillan en el jardín, así
continúa su gran trabajo y cambia de vestimenta y elige la mejor para sus alas.

De pronto el bosque se pinta de colores, llena de miles de mariposas portadoras


de alegría, vida y polen, toda la selva agradece la labor de estas bellas mariposas,
que muy contentas llevan alegría y vida a todo el bosque.

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El pan de la Selva.
Una tarde doña Candy se encontraba al otro lado de la orilla del caserío de San
Juan, pescando con sus dos pequeños hijos. Estaban revisando sus redes casi al
amanecer, estaban agotados, llevaban ya dos días fuera de casa.

Roger el hijo mayor, decide improvisar una fogata para preparar el desayuno,
mientras que César el menor se adentró al bosque en busca de algún vegetal para
acompañar a los pescados que asaba su hermano. Caminó buscando plátanos,
yucas o sacha papas y cocinarlos. Buscaba y buscaba sin mucho éxito; pero de
pronto observó que de un árbol caían muchas frutos verdes y grandes, se puso a
observarlos pensando si estos frutos lo servirían para comerlo; se acercó a ellos y
abrió a uno, dentro de ellos estaban llenas de semillas marrones y lo recordó que
una vez su papá lo llevó a recolectar muchos de ellos para preparar una deliciosa
bebida.

Eran muchos árboles y había una cantidad de pandishos caídos como ofreciendo
a las personas. Reunió a
varias cabezas de pandishos y
regresó al lugar donde su
mamá y hermano cocinaban,
muy contenta su madre lo
recibió y lo cocinó.

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La comida de esta mañana se había vuelto apetitosa y una vez más consideraron
a este fruto de la selva como un pan prodigioso que nos brinda la naturaleza.

Después de este suculento desayuno cruzan el río, llevando muchos peces para
su alimentación y vender a los vecinos de su comunidad. Ya en la orilla descargan
su buena faena de pesca y como también de los pandishos. Doña Rosita la
curandera del pueblo al ver que también incluyeron el pan del árbol en su pesca
les comentó que debemos cuidar a los bosques y que este bendecido pan es útil
para la alimentación y para curar con sus resinas ciertas enfermedades y comer
los pandishos es indicado para fortalecer dientes y los cabellos.

Todas las personas de esta comunidad están contentas de consumir este pan del
árbol y cuidar los bosques para continuar consumiendo este delicioso alimento
que nos brinda la madre naturaleza.

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Un camino diferente.
Muy tempranito Tony agarra su canasto y su machete y va por el camino que su
padre le enseñó para llegar a su chacra y traer la yuca.

En su camino siempre va acompañado del canto de los pajaritos y el correr de los


majaces que cruzan su camino. La selva llena de grandes árboles parecen ya
conocerlo por su constante transitar.

Su canasto ya desbordaba de las frescas yucas.

- Mi madre se pondrá contenta de las yucas que le llevaré – piensa.

Muy contento se encuentra llevando su pesada carga, el camino es un poco largo,


pero debe apurar para que su madre prepare la comida con las generosas yucas.

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Sus fuerzas parecen jugarle un mal momento y le obligan a tomar un descanso
sobre un renaco caído, algo parece inquietarle, alguien parece observarle y su
cuerpo lo presiente, sin poner mucha atención decide continuar su camino de
regreso a casa.

Se pone de pie, mira su carga y es duro el peso que debe llevar sobre su espalda;
se pone de cuclillas, coloca su pretina sobre su cabeza y lo levanta.

- Parece que alguien me ayudó – piensa

Su pesada carga parece haberse colocado solo, con la idea de llegar a su destino,
parece pasarlo inadvertido el hecho. La idea del momento quedó en su mente y
después de comer su fresca yuca con un poco de pescado seco, disipan esta
idea.

El sol se levanta muy alegre en la selva, Tony recoge su tarrafa, su fariña y aborda
su canoa con su remo para dirigirse a la cocha cercana y tratar de recoger algunos
peces.

Los vecinos del lugar miran con satisfacción los frescos pescados que acaba de
traer Tony y celebran la valentía del muchacho. En su canoa se aprecian
pescados de muchos tamaños.

A la siguiente semana, Tony tuvo que adentrarse nuevamente a la selva con su


cesto, su hacha y su machete, iba caminando cuando vuelve a sentir que alguien
lo llamaba, esta vez no sintió miedo y se puso a buscar quien lo llamaba

- Oh – dijo al mirar hacia un árbol grande y añoso

Lo buscó y buscó con su mirada y al fin logra verlo entre las verdes hojas en la
copa del árbol.

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Era un hombrecillo vestido de verde, que había bajado casi hasta el suelo para
dejarse ver.

- Parece amigable – piensa Tony

Por un largo momento se queda mirándolo sin decir palabra alguna.

Su nuevo amigo le parece llamar, diciéndole:

- No me tengas miedo –
- ¿Quién eres? – logra responder Tony.

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Sin responder a su pregunta el nuevo amigo se bajó y con un gesto de su
cabeza y evitar que Tony le continúe observándole, empezaron a caminar
adentrándose al bosque. Era un camino muy libre, llenos de muchos árboles;
se podían ver grandes racimos de plátanos, umaríes de todo color, enormes
macambos, brillantes tumbos, amarillos caimitos, apetitosos zapotes, jugosos
anihuayos. La caminata seguía donde se observaba diferentes tipos de
plantas, Tony se encontraba absorto de tantas frutas en este lugar.

De tanto caminar Tony empezó a sentir cansancio y cogió una rama de


grandes y jugosas uvillas para cesar su sed, no sabe cuánto; pero ya habían
caminado mucho.

De pronto alzó su mirada al cielo y el astro rey le decía que ya era medio día,
su aflicción empezó a reflejarse en su rostro. Buscó a su amigo y este
desapareció, miró su cesto y alguien lo había llenado de varios frutos.

Empezó a retornar, pero encontró muchos caminos y le era difícil encontrar el


que lo llevaría a su hogar.

- La tarde llegó y pronto la noche – pensó muy cansado. Caminó y caminó


sin lograr lo que buscaba, su aflicción aumentaba. Muy cansado se recostó
debajo de una pomarrosa y su cesto lo cubrió con hojas secas de plátanos.

Después de varias horas, asustado le despertó unas voces que parecían


conversar. Asustado se escondió detrás del árbol, muy quietecito y más
confundido todavía.

- ¿De dónde salió tanta gente? – se preguntaba

La noche había llegado y alguien trajo algunos shupihuis, con los que podía
notar a varias personas limpiar el lugar con una especie de escoba hecha de
pichana. Sintió un aire muy frio, esto lo hizo pensar que la noche ya había
avanzado. Pronto empezó a notar más seres que los que empezaron a limpiar.

- Huelo a humano – oyó decir a una voz ronca.

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Al escuchar esto, sin pensar más decide subir al árbol muy silenciosamente
hasta la copa, se acomodó y se frotó sus brazos con la casa de un viejo nido
de comején.

Se quedó quieto y con mucho miedo, el tiempo que estaba ahí parecía una
eternidad, un poco cansado e incómodo y zas desde donde se encontraba
podía ver a varios seres como su amigo y otras siluetas que aparentaban ser
mujeres. Su asombro continuaba, empezó a escuchar una extraña música y
todos muy ordenados como que empezaban a danzar en este lugar. La danza
continuaba, lo hacían al pie de cada árbol; cada vez que los veía debajo de él,
sentía mucho miedo.

Todo parecía interminable, la oscura noche no le permitía ver más de este


extraño baile. Tony muy pensativo se mantenía en lo alto del árbol, cuando
escuchó a lo lejos el cantar de los gallos y como algo mágico los extraños
seres empezaron a adentrarse a los bosques y Tony empezó a esperar el alba
y salir por la parte opuesta por donde se fueron los danzarines.

Empezó a salir del extraño lugar sin dejar su carga, caminó desesperado
escuchando el cantar de los gallos, ya cansado y extasiado sale a un camino y
muy feliz corre a abrazar a su madre que ya lo buscaba con sus vecinos.

BRISA Y LUNA.

En un pueblo de la selva peruana, vivían una familia con dos pequeñas hijas Brisa
y Luna. Cierto día muy temprano tenían que ir a su chacra a traer leña, plátano y
yuca. Para ello debían caminar mucho tiempo, cada uno agarró su capillejo y su
sable, los rayos del sol se empezaba a sentirse.

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Después de caminar casi una hora el sol ya calentaba la mañana cuando llegaron
al lugar donde tenían sus sembríos de yuca, plátanos y maíz. La madre agarró su
machete y cultivó un pequeño pedazo del lugar donde se encontraban para
colocar hojas de plátano y sentarse a tomar el apetitoso desayuno que Camucha
había llevado. Sobre grandes hojas de plátano aún se mantenían caliente un
pedazo de añuje cocinado con sus yucas y una ollita con masato tibio.

Luego de tomar desayuno la madre dio instrucciones de permanecer en el lugar


mientras ella hacia la carga para la alimentación en la casa y regresar. Sus
pequeñas acompañantes escuchaban con atención a la mamá.

Las niñas después de descansar un poco empezaron a juntar las yucas que la
madre iba cortando de los troncos que iba desenterrando y lo colocaban con
esmero en cada uno de sus canastos, cada vez el trabajo de la madre era más
entretenido; pues estaba cultivando su yucal y las niñas colocaban las yerbas a un
costado, mientras tanto la madre iba adentrándose más al bosque a cortar y
limpiar el platanal. Las niñas estaban muy entretenidas jugueteando y
persiguiendo a los grillos que comían las hojas frescas del maíz.

El sol se encumbraba en lo alto del firmamento y la madre aún continuaba con su


faena, se escuchaban machetear los matorrales que ya habían empezado a crecer
junto a los plátanos, dos racimos verdes y gordos de plátanos ya se encontraban
junto a las niñas, que con mucho esfuerzo lo pusieron junto a la carga que debían
llevar de regreso a casa.

Las horas pasaron y las niñas querían ya ver a la madre y siguieron el camino que
ella había cultivado hasta donde se hallaba trabajando, buscaron y buscaron a la
madre y ya no se lo escuchaba y tampoco lo encontraron, las niñas empezaron a
llamar y llamar a la mamá como las aves en medio de la selva, nadie contestaba,
nadie respondía sus preguntas, empezaron a afligirse y continuaron con la
búsqueda; cansadas de llamarla seguían caminando, Luna la más pequeña ya
lloraba y Brisa le pedía que no llore y le recordaba:

-Mamá debe estar trabajando, ya llegará.

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En medio del bosque solas y con sed intentaron volver al lugar donde la madre los
había dejado; pero no lo consiguieron, pues con la angustia de buscarla
caminaron y caminaron no saben cuánto, buscaron como regresar; pero todo
parecía igual de verde con muchos y grandes árboles, casi cansadas se sentaron
sobre un tronco caído muy afligidas.

Ya era un poco tarde no sabían cuánto y todo era silencio, solo el canto de las
aves era lo que escuchaban. Brisa la más grande se trepó a la copa de un árbol y
empezó a mirar y llamar a su madre como las aves, nadie le respondía.

De pronto Brisa vio a lo lejos salir humo, de inmediato se bajó y agarrando de la


mano a su hermana lo llevó hacia el lugar que creía encontrar a su madre. Sin
decir nada a su pequeña hermana lo llevó hacia el lugar, caminaron buen trecho y
llegaron a una casita pequeña muy diferente a lo que ellos acostumbraban a ver
en el pueblo. La puerta se encontraba un poco cerrada y empujaron con miedo, la
puerta se abrió un poquito y desde ahí metieron sus cabecitas para ver al interior
de la casa. Era una casa diferente, con un enorme tronco que parecía ser la mesa
y más atrás en una barbacoa se encontraba la cocina, lentamente entraron y el
gato que se encontraba durmiendo sobre hojas secas de plátano se levantó al
verlas y corrió hacia adentro de la casa. No saben de dónde pero junto a ellas se
encontraba una mujer, que parecía tener muchos años y llevaba una vestimenta y
sombrero de hojas de palmeras muy viejos.

Sin saber que decir, se quedaron mirando a la misteriosa mujer, que les dijo:

- Vaya, vaya y a donde creen que van…

Luna miró a su hermana y ella respondió:

- Buscamos a nuestra madre – dijo la niña


- La mujer respondió: - ¿De dónde vienen?

Luna continuó: Ella estaba en la chacra con nosotros y desapareció.

- ¿Y creen que la encontraran aquí?

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- No sabemos; pero lo andamos buscando y llegamos hasta su casa señora-
Respondió amablemente Luna.
- ¡Oh! No lo creo, dos niñas buscando a sus madres como añujes cuando los
cazadores matan a sus madres.
- Brisa respondió: ¿Usted puede decirnos que pasó con mi mami?
- No lo sé, pero ya lo sabremos cuando se escuche a personas buscarlos o
cuando ella regrese a buscarlos a ustedes.
- Pero - ¿regresará? Preguntó Luna llorosa.
- Brisa abrazó a su hermana como respondiéndola.

Por mucho rato la extraña mujer lo estuvo observándolas a las niñas que con el
cansancio se habían acuclillado en un rincón de la casa, la noche había llegado y
las niñas habían estado toda la tarde solas y con hambre.

Pensaba mucho la mujer al ver a estas dos niñas, prendió un pequeño shupihui
con hojas, ramas y un poco de aceite de las plantas; llamó a las niñas a la mesa y
sobre hojas secas de bijao se veían un trozo de carne y chicha de yuca en
pequeños pates. Las niñas comieron poco, sentadas en la mesa ya parecían
dormirse y la mujer los invitó a una especie de barbacoa con retazos de cortezas
de los árboles para descansar, así lo hicieron y pronto se quedaron dormidas. La
luz del nuevo día caía sobre el rostro de las niñas y decidieron levantarse y tomar
agua, caminaron por la casa que era un poco pequeña, no encontraron a la mujer
y salieron de casa tratando de seguir con la búsqueda. A lo lejos de entre los
arboles vieron venir a la mujer trayendo sobre su cabeza un cántaro lleno de agua
de una quebrada. La mujer los hizo pasar a la casa y les dijo:

- Pasen, no vayan a irse porque en estos lados siempre sale el otorongo y


les puede hacerles daño, si viene mamá, ella los llevará.
- ¿Va a venir? - preguntó Luna
- No lo sé; pero si regresa los llevará - tranquilizó la mujer a las niñas.
- Tomen agua, dijo la mujer.

Las niñas bebieron mucha agua y la mujer sirvió una extraña bebida de una olla
de barro que tapaba con hojas, bebieron y se tranquilizaron, empezaron a caminar

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cerca a la casa y pudieron ver muchos arbustos y árboles que apenas dejaban
pasar los rayos del sol, llegaron a una especie de casa pequeña, que se pusieron
a observar, era como un gallinero, pero de animales que querían escapar, monos,
aves, tortugas, sachavacas buscaban querer salir de este lugar, querían ver más y
escucharon tras ellas a la mujer que les decía que no deben ir ahí y regresen a la
casa.

Al atardecer fuera de casa las niñas se preguntaban quién era esta misteriosa
mujer, no encontraban respuesta a sus muchas preguntas; este día comieron
huevos de diferentes aves con plátanos asados.

Pasaron muchos días y nadie vino por ellas, cada día se cuidaban, no se
separaban y el recuerdo de sus madres los hacía llorar, casi no querían comer,
una tristeza enorme se notaba en sus rostros, cada vez que sucedía esto la mujer
ya tenía la bebida y los convidaba.

Algo les llamó la atención, cada cierto tiempo en las noches de mucha luz de la
luna, esta mujer desaparecía y llegaba casi al amanecer muy cansada. En el día
se dirigía a su gallinero y traía un animal distinto y de un hachazo cortaba la
cabeza a los indefensos animales y los ponía en la parrilla hecha de ramas. Cada
vez que tenían hambre solo sacaban un pedazo de la carne que siempre se
mantenía en la cocina.

Después de muchos días, decidieron fingir estar dormidas y decidieron observar a


donde salía la mujer y con mucho cuidado sigilosamente lo perseguían, el camino
era largo, el zumbido de los zancudos querían hacerlos desistir en esta
persecución y averiguar lo que realizaba en las noches que permanecía fuera,
caminaron mucho y debajo de un frondoso árbol, de inmensa raíz, se sentó y
empezó a decir unas extrañas palabras que no entendían, pero que podían
escuchar, sacó un extraño envase y empezó a beber, no creyeron lo que estaban
viendo, pero de inmediato la mujer sufrió un cambio y se fue transformando en un
enorme mono que rápidamente trepó las ramas del árbol y se perdió rápidamente.
Casi muertas de miedo y temblorosas sin poder caminar llegaron a la casa y el
gato negro que era como el guardián de la casa no los dejó entrar, encrespaba

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sus cerdas cada vez que las niñas intentaban entrar a la casa, el frio viento de la
madrugada acariciaba sus rostros, casi heladas de miedo y del viento madrugador
era cada vez más penetrante.

Luna pensó en algo y dijo:

- Gatito lindo tu dueña nos mandó regresar.


Y el gato continuaba sin salir de la puerta como si entendía la situación de las
niñas, pasó mucho tiempo y un tiro de algún cazador se oyó a lo lejos, este sonido
asustó al gato que se metió corriendo a la casa y las niñas de un salto ya estaban
en sus camas, abrazadas de frio y miedo no podían hablar, cuando escucharon
entrar a la mujer que ya regresaba de sus misteriosas salidas. Sin antes ir a dormir
la mujer se dirigió hacia ellas, los miró por mucho rato, mientras las niñas fingían
dormir, con mucho esfuerzo trataron de que sus cuerpos no las delatasen; les
costó mucho esfuerzo mantenerse así el tiempo que eran observadas.

Al ver a la mujer retirarse para descansar de sus extrañas salidas en sus mentes
sintieron un gran alivio. En la mañana al ver a la mujer ir nuevamente a traer agua,
se levantaron y se pusieron a revisar las ollas que la mujer guardaba sobre unos
troncos viejos, había una olla de barro junto al extraño envase de donde la mujer
había bebido en la noche, era como sangre con la cabeza del mono que había
sacrificado el día anterior con un olor muy feo.

El fiel guardián esperaba a su ama en la puerta y al entrar su ama encorvó su


espalda y erizó sus cerdas, la mujer al ver esto preguntó:

- ¿Qué pasa Negro? – pregunta la extraña mujer.


- ¿Qué me quieres decir?

Las niñas muy asustadas respondieron:

- Nada señora, solo que Luna sintió un fuerte dolor de estómago y yo me


levanté a buscar agua.
- El agua está acá, les ofreció la mujer.

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Brisa tomando un extraño recipiente dio agua a su hermana, que sin querer tomó,
la mujer los quedó mirando por mucho rato y ellas empezaron a limpiar la mesa y
ordenar lo que sería los utensilios de la cocina. La mujer salió a recoger troncos y
ramas para leña. La mujer se perdió en el bosque y Brisa con voz muy temerosa y
muy bajito dijo a su hermana:

- Es una bruja.
- Luna al borde del llanto respondió muy despacito:
- ¿Qué hacemos ahora?
- Ya veremos, le consoló Brisa.

Los días continuaron y la esperanza de ver a su madre ya lo estaban olvidando,


cuando a la mañana siguiente la mujer trajo entre sus manos a un ave y
nuevamente como hacia siempre cortar la cabeza y ponerlo en la olla y en la
noche a salir. Las niñas nuevamente siguieron a la mujer, ya conocían el lugar y
trataron de escuchar y ver el ritual de la mujer.

Oh sorpresa, esta vez la mujer salió volando y se perdió en horizonte de la noche,


caminaron asustadas y decidieron huir. Regresaron a la casa y nuevamente el
gato no los dejó entrar. En ese momento pensaron muchas cosas.

- ¿Y si hace con nosotros igual que a los animales?

Pensaron mucho, no sabían que hacer.

- Busquemos a mamá - dijo Luna.

Y así fue, se alejaron de la casa y se fueron a la casita donde se encontraban


cautivos los animales y los liberaron, una gran algarabía se oyó al sentirse libres y
continuaron la búsqueda en medio de la noche y la selva.

Solo caminaron y caminaron.

Después de muchos meses en el pueblo los vecinos escucharon sonidos en la


solitaria casa, se acercaron alegres, toparon para ver si la familia había regresado
y solo vieron salir a un intrépido zorro que había hecho su refugio en la casa
abandonada. Los vecinos recordaron con mucha ternura a las niñas que habían

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visto crecer en esta casa, una de las vecinas se atrevió a llamarlas por sus
nombres:

¡Brisa, Luna, Camucha!


Nadie respondió, solo la brisa mañanera se hizo sentir más fuerte y la luna en lo
alto del cielo parecía sonreírles.

EL ZORRO Y LA TORTUGA.
En una mañana muy oscura con una tenue garúa en medio de la selva, cada
familia de animalitos estaba contentos porque después de un baño obligado

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empezaban a sentir los rayos del sol que tímidamente empezaban a notarse. Los
animalitos se encontraban muy tranquilos, pues desde hace un buen tiempo los
humanos no se han dejado notar por el bosque y casi siempre que llegaban por
ahí era para llevarse a algunos de ellos con sus temidas armas.

Las aves empezaban a peinar sus plumas, los monos a sacudir sus cerdas como
también el tigre, el sajino y el oso hormiguero; el casha cushillo restregaba sus
afiladas espinas debajo de un zapote, las hormigas empezaban el día recorriendo
sus ya conocidas sendas para recoger nuevamente los alimentos para toda la
colonia, siempre en fila, con mucho orden y sin descanso; el armadillo sacando su
hocico de su madriguera tanteaba el ambiente para salir a pasear con sus
pequeños hijos que muy contentos mamaban de su madre leche tibiecita
aprovechando la mañana lluviosa, el majaz cada vez más fuerte mordisqueando la
raíz de las yucas que crecían ofreciendo sus verdes hojas a los insectos, las
abejas también muy felices por los rayos del sol que les permite tomar sus
alimentos y listas para salir de sus colmeneros; pero el zorro un poco escondido
intenta pasar inadvertido tratando de atrapar a alguna ave desprevenida que no le
vendría nada mal para saciar su hambre.

Por otro lado, debajo de muchas hojas secas caídas de los árboles la señora
tortuga trataba de secar las hojas de su habitación que estaban mojadas y luego
salir con sus hijitos a comer hojas frescas de los arbustos.

Todos los animales estaban tan tranquilitos cuando llega el hambriento zorro
persiguiendo a una pava, en su correteo a la pobre avecilla se tropieza con la
tortuga y muy enfadado regaña a la tortuga:

- Señora tortuga usted debe ser más rápida y no obstaculizar el paso a los
demás.
- Buenos días – responde con mucha paciencia la tortuga y continúa – ¿Y
por qué anda tan apresurado señor zorro?
- Es que usted por ser tan lenta dejó escapar mi sabroso desayuno.

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- Uy, cuanto lo siento, usted no sabe señor zorro que no debemos comer
carne, usted debe aprender a alimentarse de vegetales y respetar a los
demás.
- Muy bien señora tortuga, desde hoy le hago una propuesta, no haré daño a
nadie y usted avisa a todos los animalitos que ya no los comeré.

El colibrí cesó su aleteo, el búho más pensativo se quedó, los monos con pocas
ganas de seguir saltando por un breve momento se quedaron, el pájaro carpintero
dejó de trabajar por un momento, las mariposas se posaron en las verdes hojas
para entender lo que el zorro le habría propuesto a la tortuga. Sólo algunos
animalitos que ya se encontraban lejos como los sajinos, las garzas y las iguanas
no escucharon la noticia.

El silencio se rompió al escuchar la voz ronca y pausada del señor perezoso:

¿Y qué debemos hacer entonces amigo zorro? – preguntó

Todos muy atentos esperaban la respuesta del zorro.

- ¡Sí!, dijo el zorro mirando a la puca cunga, lo que debemos es caminar sin
cuidado, pues ahora no haré daño a nadie.

¿Tan bueno se ha vuelto usted? – preguntó el tigre con su voz fuerte y ronca.

- Sí, el señor zorro promete ser amigos de todos – dijo la señora tortuga.

El loro no creía en las promesas del astuto zorro y dijo:

- Cada uno de nosotros debemos cuidarnos y no salir de nuestro hábitat


hasta que el señor zorro demuestre que no nos hará daño.
- ¿Sólo eso? - Dijo la sachavaca que pasaba con muchas otras muy
apresuradas.
- Si señora sachavaca - le dijo el loro.
- ¿Y si persigue a nuestros hijitos? – continuó preguntando la señora
sachavaca.

Todos muy atentos seguían esta inusual conversación.

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- El señor zorro se los comerá – dijo el loro,
- El señor zorro me acaba de prometer que cuidará de nosotros y no nos
volverá a hacer daño – dijo la señora tortuga muy apresurada.
- ¡Si! - concluyó el loro.

Mucho más asombrados y asustados se veían todos los animales con la noticia.
- ¡Uy! - Se sacudió el señor búho. Entonces eso es la promesa del zorro.
- ¿Y qué comeremos? – fue la pregunta del hambriento zorro.
- Lo que encontramos en nuestra madriguera, frutos, hojas – le respondió la
señora tortuga.
- Es que usted no sabe de comer bien, solo come hojas, mientras yo busco
mucha carne fresca – respondió el señor zorro, lamiéndose los bigotes.
- Es que ahora debemos aprender a alimentarnos con muchos vegetales
para poder estar sanos – le respondió la señora tortuga.

Todos los animalitos estaban muy sorprendidos, porque no creían lo que habían
escuchado.

Llegó la noche, las chicharras ya habían cesado de zumbar y el bosque se había


convertido en un silencio total, los grillos apenas se los escuchaba, los sapos y las
ranas estaban pendientes de que el zorro no haga daño a nadie. De pronto ven
llegar al zorro con una gran gallina entre sus dientes y se mete a su madriguera.

- El zorro nunca cambiará – dice el armadillo.

Pasan los días y el zorro casi no se deja ver.

Todos están muy asombrados, cuando de pronto ¡PUM! Se oyó caer algo pesado
detrás de ellos, todos voltearon y aprovechando el momento el astuto zorro había
cogido a una perdiz desprevenida, corriendo muy veloz y perdiéndose por los
matorrales con su suculenta presa.

“Este señor zorro no aprenderá nunca a respetar a los demás, y lo primero que
debemos hacer es enseñarle a comer vegetales y a respetar a los demás” -
replicó la señora tortuga.

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Todos los animales se miraron con pocas ganas de apoyar a la señora tortuga, de
tratar de enseñar algo al testarudo zorro.

- ¡Qué malo! - dijo el sajino protegiendo a sus crías.

Había ya pasado mucho tiempo y la señora tortuga se encontraba dando sus


alimentos a sus pequeños y sintió la llegada del señor zorro; pero no le hizo caso.

- ¡Buenos días, señora tortuga ¡- dijo el zorro.

La señora tortuga se quedó mirándola y no lo respondió.

- ¿Cómo no escuchó mi saludo señora tortuga? – continuó el señor zorro.

- ¡Claro que sí señor zorro, lo escuché; pero no soy amigo de seres que hacen
daño a otros! – respondió la señora tortuga.

- Pero si no lo hice ningún daño – continuó el señor zorro.

- Cada uno de nosotros debe aprender a respetar a los demás – contestó la


señora tortuga.

- Acaso usted no sabe que me gusta comer carne en mi alimentación y bien cae
una deliciosa ave. – dijo el zorro.

- Si lo sé; pero debemos cuidarnos y no hacernos daño. – dijo la tortuga.

- Usted sabe señor zorro que también podemos alimentarnos con vegetales y si no
lo hace puede morir usted también señor zorro. – comentó la señora tortuga.

Esta vez el detestado zorro se puso a escucharla a la señora tortuga.

- ¿Cómo así señora tortuga? – replicó raudamente el zorro un poco


asustado.
- Así es señor zorro, es que acaso no ha escuchado al señor loro decir que
todas las carnes están contaminadas.
- ¿Qué debemos hacer entonces? - preguntó el astuto zorro.

Y con mucha inteligencia la señora tortuga le respondió:

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Usted debe aprender a comer muchos vegetales y así se salvará de la muerte.

- ¡Qué bueno! – dijo el señor zorro.

La señora tortuga continuó y dijo:

- ¿Desde cuándo podré comunicar a los animales que ya eres un ser que
cuida a los demás?

Y el astuto zorro contestó:

- ¡Desde hoy señora tortuga!, - agarrando su vacío estómago.


- Que bien que hayas entendido señor zorro – contestó alegre la tortuga.

Todos miraron a la señora tortuga con malicia por haber creído rápidamente en el
astuto zorro.

Pero el astuto zorro no mostraba rendirse y pensaba continuar valiéndose de la


tortuga para llamar a los animales

- “Debes demostrarme que ya aprendiste a alimentarte de vegetales y así


todos los animales no dudaremos de tu verdadera amistad” – le dijo la
tortuga.
- Hagamos una apuesta en esta semana y así veremos que usted ya cumple
sus promesas para todos los animales, nos metemos en nuestra
madriguera y solo nos alimentaremos de vegetales en una semana y así
podré decir a todos los animales del bosque que ya no harás daño a nadie.
- ¡Oh, muy fácil señora tortuga, así lo haremos! – contestó el zorro!
- Muy bien y entonces empecemos desde hoy a este cambio en tu
alimentación por el bien de todos.

Y así fue cada uno de estos amigos se fueron a su madriguera y empezar la


apuesta. La primera noche el zorro pasó silbando como dando a conocer que
estaba feliz de engañar a la señora tortuga y estar cerca de las aves para su
alimento; pues los vegetales no eran sus preferidos.

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La señora tortuga en el día llamó muchas veces al zorro para ver si cumplía con
su promesa:

- ¡Amigo zorro! ¿Cómo estás?


- Muy bien señora tortuga, acá comiendo muchos vegetales.
- ¡Qué bien amigo zorro! – respondía la señora tortuga.

El segundo día el señor zorro continuaba con las mismas ganas y era el primero
en preguntar a la señora tortuga diciendo:

- ¿Cómo le va señora tortuga? – Yo por acá disfrutando de los exquisitos


vegetales. ¿Y a usted cómo le va?

Y la señora tortuga que siempre se alimenta de vegetales, responde:

- Bien señor zorro. – tratando de consumir cada vez más vegetales.

Todos los animales estaban muy asombrados de esta competencia, porque todos
conocen que, de las acciones del zorro no es de fiar y andaban con bastante
cuidado.

Sin que nadie pueda imaginar escuchan a lo lejos un bullicio en el gallinero de la


familia de don José que viven a la orilla del río, cultivando sus plátanos y cuidando
de sus gallinas.

Que desengaño, pues el señor zorro raudamente había hecho ingresar una
robusta gallina a su madriguera.

- El señor zorro ha incumplido su promesa – pensó la señora tortuga, y salió


de entre las hojarascas a comer yerbas frescas.

El zorro al verla llegar con muchas hojas le dijo muy sarcásticamente:

- Señora tortuga, buenos días.

La señora tortuga lentamente dejó su carga en el suelo y le respondió al señor


zorro: - ¿Cómo está señor zorro, tal parece que los vegetales lo tienen con buen
ánimo y parece que ya aprendió a alimentarse sanamente?

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- Así es señora tortuga, ahora ya seré amigo de todos - argumentó el zorro.

Muy atentos escuchaban los animales esta inusual competencia, pues todos
habían visto llegar al zorro con su pesada carga que lo consumió rápidamente.

Los animales no creían en las mentiras que el zorro quería hacer creer a los
demás animales del bosque y confiar de sus falsas promesas.

Pasaron dos días más y la señora tortuga continuó saludando al amigo zorro:

- ¡Buenos días, señor zorro! ¿Cómo está usted? – el zorro un poco


desganado contestó:
- Acá bien señora tortuga tratando de comer vegetales; pero saben muy mal
- Esos son los acuerdos y debemos cumplirlo por el bien de todos – contestó
la señora tortuga.

El zorro se quedó en silencio, después de muchas horas cuando ya casi todos se


fueron a dormir y sintiéndose no ser visto el zorro volvió a escapar y nuevamente
era visto por el búho que llegaba con una pesada ave entrar a su madriguera.

Entraban ya al quinto día de la competencia entre el señor zorro y la señora


tortuga.

- Buenas noches, señor zorro – saludó el enigmático búho – al verlo escapar


nuevamente.

Sin saber que responder el zorro continuó su camino, Pasaron las horas y se
escucha un gran lio al borde del río, los perros guardianes de la casa de don José
habían iniciado una cacería.

El búho muy preocupado con la suerte del señor zorro y de lo que estaría pasando
aleteó muy fuerte y voló hacia donde se escuchaba el correteo y ladrido de los tres
enormes perros que ladraban incansables, se posó en lo alto de un árbol y trató de
ver con sus grandes ojos a quien perseguían los perros.

Las hojas del frondoso árbol le impedían ver, sólo escuchaba al perro que mirando
hacia arriba del árbol ladraba incansable. No tardó más de diez minutos y una

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pesada carga cayó entre las menudas ramas y enseguida vio caer al inerte zorro,
y por encima de él los dos perros que saltaron al cuerpo de nuestro amigo zorro,
que ya casi no se movía. Muy asustado el búho ululó muy fuerte y solo así los
enormes perros dejaron de mordisquear el cuerpo del zorro.

Con mucha pena el búho vio el cuerpo inerte del zorro. Los rayos del sol ya
brillaban y los animales se asomaron lentamente ante el cadáver del zorro; muy
apenados miraban y tocaban al amigo zorro, que ya no respondía.

Entonces el búho dijo:

- Quien mal anda, mal acaba – Si todos actuamos como él, sin cumplir
nuestras responsabilidades. No olviden que todos debemos cuidarnos y
vivir en armonía” – concluyó el búho.

Pronto la noticia llegó a los oídos de todos los animales de la selva, algunos un
poco resignados miraban con tristeza el cuerpo sin vida del señor zorro, quien se
creía muy listo.

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LOS TESOROS DE LA VIDA.
Cada mañana Rosita llevaba agua dela orilla del río en su cántaro. En cambio, su
hermana mayor Celia ayudaba poco en los quehaceres de la casa a su madre.
Después de poner las ollas en el fuego, caminaba hacia el gallinero y sacar a los
pollitos que alegre los conversaba y los brindaba agua y comida.

Cierto día al ir nuevamente por agua, Rosita al levantar su cántaro, se encontró


cerca de la orilla, con una extraña ancianita.

- Buenos días señora – saluda la niña.


- Buenos días buena niña – responde la ancianita
- ¿Me puedes invitar un poco de agua? – preguntó la extraña anciana
- Si señora – dice la niña

Corriendo rapidito la niña desaparece en el largo camino y hace su aparición con


una taza un poco usada y alcanza a la anciana, Ella lo recibe y lo toma
rápidamente.
La niña recoge su cántaro y llega a su casa contenta, le cuenta a su mamá y
parece no creerle y cada vez que Rosita trataba con cariño a las personas o a los
animalitos de su boca brotaban piedras preciosas.

Al día siguiente sin perder tiempo la hermana mayor agarra el cántaro de Rosita y
se dirige hacia el río.

Como era de esperar Celia se queda parada frente al río observando por todos los
lados intentando ver a la anciana por esos para que suceda como lo de su
hermana.

Estuvo parada por un buen rato, casi molesta recoge su cántaro y decide regresar
a su casa y de pronto al costado del camino aparece ante ella una extraña
ancianita que le observa. Celia sin saber que decir, solo observaba.

- Hola querida niña – saluda la anciana.


- Hola – responde Celia
- ¿Me invitas un poco de agua bella niña? – pregunta la anciana.

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Sin esperar más la niña esta vez responde:

- Si quiere tomar agua, bájese al río y beba por su cuenta yo no estoy aquí
para dar de beber a la gente.

Diciendo esto la osada niña regresa a su casa y cuenta a su madre que una
extraña mujer le pidió agua y no lo dio por que no es su obligación de dar de beber
a personas desconocidas. Su madre le escucha con paciencia tratando de
calmarle le dice:

- Muchas veces debemos ser bondadosos con las personas.

Renegando mucho y hablando de mala manera se aleja de su madre y acto


seguido de su boca salen sapos y culebras de todos los tamaños.

Muy asustada la niña vuelve ante su madre y comprende lo bueno que es tratar
con amabilidad a las personas.

Ante esto la niña pide disculpas a su madre y promete ser una niña respetuosa y
bondadosa.

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LA LUNA VIAJERA.
La señora luna muy complacida observa desde lo alto cada pueblo, ciudad o país
y también a las personas que la admiran de diferentes formas, Muy contenta de
ser considerada como una reina, la luna nos muestra su mejor cara.

Una noche salió segura de escuchar los alagos en poemas, historias románticas y
canciones por las personas; pero al ver que nadie se fijaba en ella decidió ir de
paseo.

La luna bajó a la tierra y empezó a ver a los seres terrestres muy de cerca, se
quedó complacida de estar tan cerca y se olvidó de ser el satélite que ilumina al
planeta en las noches y acompañarla en su continuo viaje.

Lo primero que hizo fue darse un chapuzón, donde se encontró


con el delfín y se pusieron a jugar incansablemente, muy
cansada se fue a descansar en el lecho del río. Ahí observó a los
diversos

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Luego subió a tierra, pero tuvo temor de estar junto al
cocodrilo que timidamente se acercó y comenzaron a jugar.
Fue impresionante ver al cocodrilo ponerse de buen humor
ante la señora luna.

Luego quiso conocer a otros animales

que siempre los observaba desde lo

alto y decidió visitarlos, enseguida se

dirigió hacia el lobo, quien aulló al verla.


.

Y así fue, la señora luna continuaba su gran


paseo, quiso ver de cerca al faisan. Así lo hizo y
el faisan lo observó muy contenta lo recibió
moviendo su penacho..

Al estar junto al travieso canguro, al verla tan


cerca quiso tomarla entre sus manos; pero
nuestra gran luna sentía un poco de temor por
su enorme tamaño y fuerza, saltaba y saltaba
incansable muy contenta de tener tan cerca a
la luna.

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Y fue así que la luna continuaba muy contenta
visitando a tantos seres que siempre los ha
visto desde muy lejos, esta vez se encuentra
cerca del grandioso rinoceronte.

¡Qué miedo! – se oye decir a nuestra querida


luna, al escucharlo barritar tan fuerte.

Tenia tantas ganas de seguir este maravilloso viaje fuera de su orbita, se habia
ausentado ya como una semana y logra escuchar que otros seres reclamaban su
presencia y acompañar a las personas que viajan, como tambien a los seres que
hacen su vida diaria en las noches. La presencia de la luna ya se hacía sentir en el
mundo, se extrañaban las noches de luna y escribir excelentes historias y los
animalitos ya sentian la necesidad de la luz de la luna.

- ¿Sabes que le pasó a la luna señora lechuza? – preguntó el zorro


- Estará oculta detrás de las nubes – dijo el carpintero
- Busquemos por el bosque – dijo la lechuza

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Todo estaba muy oscuro, los días necesitan alegrar sus noches con los rayos de
la luz de la luna; los animalitos parecen llamarle, el perro del monte hizo escuchar
sus ladridos, los sapos croaban con mucha energía y los grillos con los pajarillos
cantaban muy fuerte, el lobo aullaba cada vez más, todos reclamaban la presencia
de la lunaEn su largo paseo, la señora La luna escucha que los animales del
mundo entero reclamaban su presencia, lentamente empezó a emerger hasta lo
alto del cielo junto con las estrellas nuevamente y empezó a mostrar su cara ante
todos.

La tierra le observó muy agradecida de volver y realizar el trabajo juntos para la


humanidad. Las personas muy contentas de ver nuevamente ahí en lo más alto a

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nuestra señora luna, la alegría era imensa en los pueblos y como tambien los
animales para continuar su vida nocturna, así tambien llas plantas muy
agradecidas, y la savia de las plantas realicen el mejor trabajo en todas las
plantitas del mundo, y tengan una mejor producción.

Todas las plantas saludaron a la señora luna y agradecieron su retorno aunque


ella un poco opaca, como temerosa al comprender de su importancia entre los
seres.

Los animales muy contentos, saludan a la luna por haber escuchado sus ruegos
de que vuelva a iluminar allá en lo más alto.

La señora perezosa asombrada observa


nuevamente a la luna, que siempre lo
extrañaba porque siempre busca hojas
frescas en las madrugadas.
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El gran Víctor Días se une al
agradecimiento la presencia de la
señora luna. Pues no podía atender a
sus crías por las noches.

Contento de ver a la señora luna que había regresado el mar también agradeció,
ya que no podía hacer sus maravillosas olas. Y fue así que las olas se elevaron
grandemente como agradecida del gran momento. Desde entonces nuevamente
se lo observa en el firmamento como de costumbre en el mundo entero; pero un
poco tímida nos empieza mostrando solo una parte de ella.

Desde entonces la señora luna vuelve como nueva, renovando


su compromiso de trabajar junto al planeta . El planeta esta
complacida del retorno de la señora luna y continuar en este

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gran viaje a través del tiempo. La señora luna nuevamente pide permiso al astro
rey para tomar su luz en beneficio del planeta.

Enseguida el firmamento se puso de colores y muy contenta, el astro rey le


concede su salida después de él hasta la media noche y no falte luz a la
humanidad. Y es así que la señora luna nos acompaña noche a noche,
mostrándonos sus diferentes caras.

UNA CEREMONIA A LA VIDA.

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La yuca está hirviendo en una olla grande, lo van depositando con mucho cuidado
en un batan y empieza el gran rito, toda la familia se prepara, cada uno de ellos es
parte de la elaboración de la gran bebida, Todos cantan, bailan al moler las yucas,
que pronto será convertido en masato, y así agradecer la cosecha de la yuca.

Las familias van a sus chacras, trabajan, agradecen a la madre naturaleza por
haberles brindado sus alimentos y obtienen fuerza y protección de los dioses de
las plantas. Luego cada familia lleva lo mejor de su cosecha a una casa grande,
todos asisten con sus bebidas que lo van depositando en cántaros grandes,
ataviados de coloridas vestimentas hechas de piel de animales y coloridas plumas
de aves.

Llega la tarde y las señoras encargadas de la comida ponen en el emponado las


hojas de bijau y las presas de la carne de una mantona y pescados. Y mucha más
comida que les brindan los dioses para la gran ceremonia.

Cada familia bebe, baila y canta canciones sagradas propias en su idioma


candoshi, degustan del humeante plato elaborado para esta ocasión, la ceremonia
continua por varios días donde se agradece a los dioses que no se pierdan las

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plantas y animales, como también el conocimiento que poseen sobre el poder de
las plantas, como la conservación de sus territorios.

Poco después en la casa de doña Petronila, el hijo mayor ha enfermado con un


raro mal, los desesperados padres llevan a su hijo enfermo al curandero. Este con
hojas y bebidas extrañas trata a Pablo, el mal avanza y Pablo continua mal, poco
después hace que Pablo deje de existir.

La comunidad recibe la triste noticia y ordena se prepare la ceremonia para limpiar


el alma de esta persona. Toda la comunidad participa de las oraciones, cantos
sagrados y ritos para preparar el cuerpo que va a partir a la eternidad. Los
familiares son los primeros en realizar este ritual. Tambien se prepara una
barbacoa de un metro de altura y una canoa para su partida. El joven es envuelto
en sábanas o cortezas de árboles y es colocado en la canoa sobre la barbacoa,
donde los rituales continuan, primero sus familiares y finalmente sus amigos.

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El joven permanecerá en este lugar por mucho tiempo donde hombres y mujeres
continuaran con esta ceremonia para acompañar siempre el cuerpo del hijo de
este pueblo y es recordado por sus hazañas que ha logrado en vida para su
pueblo.

Los rituales de despedida hacia la otra vida continua por meses y su alma
permanece en el pueblo por mucho tiempo.

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COCO, EL COCODRILO AMISTOSO.
Estaban pescando don José con su hijo Raúl, la canoa estaba llena de muchos
peces, la tarde ya llegaba y don José dice a su hijo.

- Raúl pon la tarrafa en la canoa, ya debemos regresar.


- Ya estoy terminando papá – responde el hijo.
- Papá mira en la canoa esta un pequeño lagartito.
- Ponlo en el agua nuevamente hijo
- No papá, lo llevaré para cuidarlo en casa, su mamá ya no está.
- Ten cuidado Raúl - le dice su padre.

Desde ese día el muchacho estaba feliz de cuidar al pequeño lagartito, que ya iba
creciendo y ante el pedido de sus padres de soltar al reptil en las aguas del río
Morona, el muchacho se sentía triste.

Un día Raúl intentó dejar a su amigo en el río y hacer que vuelva a su vida normal;
Coco como cariñosamente lo llamaba, se sumergió rápidamente al fondo del río
por, Raúl sentía una inmensa tristeza, se sentó a la orilla del río observando las
burbujas que había dejado su amigo como una estela de su paso por su vida. Raúl
trataba de juguetear con algunos pececillos que se asomaban a la orilla y
desprenderse del recuerdo de su amigo; pero de pronto Raúl se asustó cuando
cerca de él se formó un gran remolino en las aguas, se quedó inmóvil y vio que
muchos cocodrilos emergían del río, grandes y pequeños, todos parecían iguales,
el muchacho temblaba de miedo, quería correr y no podía, se puso a observarlos y
llamó:

- ¡Coco!

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Y como si entendiera todos quedaron quietos y el único que avanzó hacia él fue su
amigo, vino hacia él y Raúl como si estuvieran solos bajó hasta la orilla del río y lo
acarició, Coco correspondía el cariño batiendo contento el agua con su cola.

Pasó unos breves momentos Coco y sus amigos habían desaparecido.

- Se despidió – pensó el muchacho.


- Hasta pronto querido amigo – Hablo con voz fuerte.

Pero no pasó ni un minuto y nuevamente el río se vuelve a mover en forma


circular.

Raúl se quedó quietecito esperando ver nuevamente a su amigo; grande fue su


sorpresa cuando la emerger los cocodrilos del agua traían entre sus dientes varios
peces que iban dejando al borde del río, la cantidad de peces dejado por sus
ahora amigos era impresionante. Miró rápidamente al río para agradecerlos, pero
todos ya se habían sumergido.

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Raúl sentía mucha pena y tristeza a la vez, recogió los peces y los llevó a su casa
y su madre estaba muy sorprendida al escuchar las explicaciones de su hijo.

Cierto día, muy temprano Raul tomó su canoa y nuevamente se dirigía a la pesca,
lo hacía solo pues su padre había ido a trabajar a su chacra, El muchacho estaba
feliz de poder ir solo a la pesca, estaba llegando a la cocha cuando sintió que
había chocado con un palo y por poco voltea a su canoa. Remaba con más fuerza,
queria llegar a la orilla preocupado por el suceso, empezó a sentirse protegido
cuando ya estaba por llegar a la orilla y al mirar entre las yerbas acuáticas observa
que algo se movía, miró con detenimiento por breves momentos y era el lomo de
algo.

- ¡Coco! – vuelve a llamar


- ¡Estas ahí! – vuelve a decir

La respuesta que obtuvo es ver el movimiento de la cola de su amigo, se sintió


feliz. Bajó de su canoa, no sabe cuanto tiempo; pero se pusieron a jugar en la
orilla del río. Raúl se preocupó al ver que el sol ya descendía y acomodó a su
canoa para empezar a tirar su tarrafa y pescar. Coco ya no estaba.

El muchacho empezaba a tarrafear por la orilla del río y ya tenía algunos pescados
en su canoa y de pronto sintió que su tarrafa no cedía, sus esfuerzos no daban
resultado, se sentía impotente, sentado pensando que hacer, sin que se diera
cuenta observa que su amigo hacia flotar a su tarrafa.

- ¡Gracias Coco! – fue lo que logra decir

Decide regresar con su poca pesca de esta vez, pues la tarrafa estaba rota.
Empieza a volver y al regresar por donde jugueteaba con su amigo, muy
asombrado ve que había muchos peces, que los recoge con entusiasmo.

Al retornar a su casa, por todo su trayecto es acompañado por su amigo. Desde


entonces cada vez que Raúl tenía que viajar por el río, sentía la compania de su
amigo.

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