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DAVIS, EL GAVILÁN

Messi
El aula entera se burla de su aspecto: es un pollo flaco y triste. Luis usa
sandalias gastadas, una camisa vieja, pantalón roto y ajado.
—¡Chupetero! ¡Chupetero! —dicen.
Luis mira al suelo, es tímido. Aguanta los insultos, no llora, es fuerte. Se
sienta en su carpeta, adelante. Pasan las horas. Los maestros no vuelven de la
reunión. El timbre suena, es recreo. Los insultos continúan. Todos los animales
tienen algo que comer o comprar, se retiran, pero Luis se queda en silencio.
—¡Muerto de hambre! —grita Paco, el gavilán, es corpulento y bien vestido.
—¡Come aire! —grita Javier, el paucar, un ejemplar hermoso, que acompaña
a Paco —. ¡Come basura! —eleva más la voz.
Ambos rodean a Luis. Esperan que reaccione, que los tire golpes, para que
lo expulsen, porque, para ellos, da mal aspecto y estorba.
Paco, pone un taper en el pupitre y saca un sanguche de pollo. Muerde un
pedazo, mastica. Saborea. Y hace el sonido de que le gusta.
—Es rico comer —opina.
Javier hace lo mismo, emboca un pan con paté.
Ambos saborean, comen, lo miran fijamente, le hacen desear.
—¿Quieres, Luis? —pregunta Javier con la boca llena.
Luis los ignora. Ellos se ríen, sus risas son estridentes.
Paco le jala el pelo, le hace levantar la cara y le pone el sanguche a la altura
de la nariz. Luis soporta, no cierra los ojos, los mira. Está muy serio.
Paco y Javier pretenden llevar a Luis al límite de su paciencia. Paco saca
una hilacha de pollo y le mete en la boca. Luis intenta no tragarlo. Javier le
pone un pedazo de pan en la cabeza. Se burlan.
—Podrías ser payaso —dice Paco.
Y cuando iban a empeorar la situación, a ensuciarle la ropa, Davis, otro
gavilán, interviene: «¿Qué hacen, locos?».
Davis es el más alto de todos. Paco y Javier sonríen, creen que se unirá al
juego. Davis se acerca, coge los tapers y los bota hacia el tacho de basura. Los
mira desafiante. Ambos se enojan. Davis los empuja.
—Lárguense —ordena—. Antes de que los lleve del cuello a la dirección.
Paco y Javier se van. Luis sigue quieto, incrédulo, le agradece. Davis le da la
mano, asiente. Se va a su carpeta, se sienta y piensa que evitar estos abusos
es lo mejor que puede hacer alguien. Se siente bien, satisfecho, feliz.

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