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Diario La República

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Edición Impresa del 28 de Junio de 2016

Prensa, honor, fotomontajes


La Corte Suprema limita la ilustración de una crítica periodística. Un juez pidió millonaria
indemnización por simulación de su desnudez. La nota recogía opiniones. Un criterio de
aplicación inviable.

Escribe: Ricardo Uceda

En junio del 2011, el juez del caso Petroaudios, Jorge Barreto, demandó por daños y
perjuicios al Grupo La República. Pedía ser indemnizado con 35 millones de soles. El
diario La República lo culpó de haber demorado la visualización de archivos en el CPU del
procesado Rómulo León. A pedido del entonces presidente del Poder Judicial, Javier Villa
Stein, Barreto fue investigado por la Oficina de Control de la Magistratura (OCMA). La
OCMA lo eximió de toda responsabilidad. La demanda del juez no se basó, sin embargo,
en la información publicada, sino en una ilustración, un montaje gráfico. En la primera
página de la edición del 9 de julio del 2009, aparecía sin ropa, apenas tapado por una
franja a modo de hoja de parra, sobre la que lucía el titular: “Al Desnudo”. Era una
composición. El rostro de un hombre desnudo se había reemplazado por el del
magistrado.

Los dos años

La nota interior, en la página tres, titulaba “Autoridades judiciales desnudan a juez Jorge
Barreto por no revisar CPU de Rómulo León”. Seguía una crónica de un encuentro entre
periodistas y magistrados en la que se comentó del caso Petroaudios y se mostró como
injustificable la demora en analizar el CPU. Algunos criticaron a Barreto. Podría decirse
que la nota era excesivamente crítica con un juez que ejercía sus facultades y era dueño
de su silencio. En su demanda, Barreto sostuvo que carecía de seriedad y veracidad.
Pero la nota no era su punto, sino la ilustración.

El juez sostuvo que la imagen afectó su honor y desarrollo profesional. Las conclusiones
de la OCMA demostraban que no actuó mal. Había sido dañado moralmente al ser
expuesto de una forma despectiva y humillante. Su hijo, tras la publicación, era objeto de
burlas en el colegio. Se habían limitado, por otra parte, sus posibilidades de obtener
ascenso. Barreto consideró que el daño moral equivalía a dieciocho millones de soles, y el
daño a la persona, diecisiete. Total, S/35 millones.

 
Sentencia y apelación

El 14 de diciembre del 2012, el Décimo Tercer Juzgado Civil de la Corte Superior de


Justicia de Lima ordenó una indemnización de sesenta mil soles en favor de Barreto.
Dijo que si bien la nota periodística no calificaba la conducta del juez como corrupta sino
como sospechosa, el artículo y la ilustración proyectaban una imagen de culpabilidad, lo
que afectaba el honor del magistrado. Por otra parte, era inaceptable el argumento del
diario de que el honor de un funcionario público tiene menor protección. Él no era un
sinvergüenza y merece aún más respeto si representa a un Poder del Estado. No
obstante, Barreto no había acreditado la intensidad del daño ni tampoco su carrera se
había visto objetivamente perjudicada. Por lo cual la indemnización fue fijaba en un monto
mucho menor al pretendido.

Tanto el diario como Barreto apelaron. El juez arguyó que sesenta mil soles no cubrían la
intensidad del daño moral causado. Además, el monto indemnizatorio debía estar
asociado a la actividad pública del afectado. Había jurisprudencia en ese sentido, como la
sentencia favorable al futbolista Paolo Guerrero (obtuvo una reparación de doscientos mil
soles en un juicio contra Magaly Medina). La sentencia no había tenido en cuenta su
estatus de magistrado, que representaba a todo el Poder Judicial. En su apelación el
diario empleó precisamente el revés de este argumento. Arguyó que no se había tenido
en cuenta de que como servidor público el juez Barreto estaba sujeto al escrutinio y a la
crítica. En cuanto a la nota, no había dolo: era el reporte veraz de un debate.

Segunda instancia

La Tercera Sala Civil de la Corte Superior opinó en contra del juzgado: era una nota
crítica mas no inveraz, y la imagen, aunque exagerada, debía ser tolerada en tanto los
funcionarios públicos deben permitir las críticas. Los colegiados no otorgaron
indemnización. Barreto cuestionó esta decisión mediante una casación –figura que busca
reparar la indebida aplicación de las leyes procesales o el juicio sobre el fondo– y llegó a
la Corte Suprema. Adujo que la sentencia no estaba motivada, algo ilegal. Si hubo
exageración por parte del diario, como dijo la Sala Superior, ¿por qué no había
responsabilidad? La sentencia no lo decía.

La Sala Civil Permanente, con la ponencia de Luis Felipe Almenara Bryson –en sentencia
emitida antes de que este fallezca y publicada recientemente– dio la razón a Barreto. Dijo
que no hay libertades preferidas, de modo que los medios deben tener tanto cuidado con
un hombre de a pie que con un juez para no lesionar su honor. Es un derecho tan
fundamental como el de informar. La tolerancia a la crítica no significa que un juez deba
aceptar que se trasgreda la dignidad de su persona ni de su cargo. La sátira en un medio
informativo y no humorístico como La República, se presta a confusión y puede afectar la
honra. Los lectores creerán que el cuerpo semidesnudo no es el de un desconocido sino
del mismísimo juez Barreto. Este sufrió un daño, y si hubo daño, debe haber
indemnización. La Suprema anuló lo resuelto por la Sala Superior y le devolvió el
expediente para que emita nueva sentencia motivada.

 
En qué estamos

La última sentencia desahucia el recurso del montaje gráfico aplicado a cualquier


persona, no digamos ya a un funcionario estatal. Identifica el derecho al honor con la
molestia que una crítica de este tipo le provoca a una persona o a su entorno. Esta idea
fue abandonada hace mucho por los altos tribunales. Entonces la crítica nunca sería
posible porque siempre genera molestia. Por eso los funcionarios públicos tienen la
obligación de soportarla, incluso cuando sea chocante o desagradable. El límite es el
insulto o agravios carentes de proporción.

La sentencia abandona un criterio ampliamente reconocido en el derecho constitucional y


civil: la protección del honor se relativizará cuando las críticas incidan en personajes o
materias de interés público. Las salas penales de la Corte Suprema han adoptado el
mismo criterio a través de un Acuerdo Plenario para los casos de difamación. De otro
lado, confina la sátira a los medios humorísticos y establece límites para caricaturas –sin
referirse a los fotomontajes– lo cual en la práctica reprime toda parodia o expresión
burlesca vinculada a lo informativo.

El periodismo de todos los países democráticos está plagado de estos contenidos y el


Perú no es la excepción. Además, ya el Poder Judicial ha absuelto a medios que
satirizaron crudamente a políticos, como puede verse en la galería de esta página. El
caso rebasa el honor del correcto juez Barreto y los malos momentos que seguramente
pasó. Excede el hecho de si la crítica fue injusta. Se está impidiendo ridiculizar
gráficamente a los hombres públicos, con un criterio de aplicación inviable en las actuales
condiciones democráticas.
Portada de La República que suscitó demanda del Juez Barreto
Portada de El Búho, de Arequipa, junio del 2012, con un montaje del rector de la
Universidad San Agustín, Valdemar Medina Hoyos. Emprendió una querella contra el
medio por el contenido del reportaje, pero no hubo sentencia condenatoria.
Portada de la revista argentina Noticias con montaje de Macri y Obama besándose.
Portada de la revista argentina Noticias con montaje de Cristina Kirchener.
Portada de la revista Caretas, de octubre de 1990. El dirigente aprista Luís Alva Castro
mostrado como novia del gobierno, en los comienzos de la presidencia de Fujimori. Luís
Alva Castro enjuició a Caretas y perdió.
Portada de la revista Caretas, de octubre de 1990. El dirigente aprista Luís Alva Castro
mostrado como esposa del gobierno, en los comienzos de la presidencia de Fujimori.
Luís Alva Castro enjuició a Caretas y perdió.

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