Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Google Inc.
1. Antecedentes
1
Damián Loreti es abogado por la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Ciencias de la
Información por la Universidad Complutense de Madrid. Se desempeña como profesor de
grado y postgrado en Derecho a la Información y libertad de expresión desde 1988. Fue
Director de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires y vicedecano de la misma Facultad entre 2006 y 2010. Es
secretario del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y dirige la Maestría en Estudios
Interdisciplinarios en Servicios de Comunicación Audiovisual (UBA). Ha sido perito ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y desde 1990 asesora a organizaciones sindicales y de
medios comunitarios nacionales y regionales en materia de libertad de expresión y
radiodifusión
Luis Lozano es licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Realizó estudios de posgrado
en Derechos Humanos y Comunicación en la Fundación Henry Dunant. Trabajó como
periodista en medios gráficos y digitales y en la agencia de noticias Telam. Dirigió el área de
Comunicación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y estuvo a cargo de la dirección
de Prensa y difusión de la Defensoría General de la Nación. En la actualidad se desempeña
como subdirector de Comunicación Institucional de la Procuración General de la Nación y
como docente e investigador en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de
Lomas de Zamora.
Aunque con aproximaciones distintas desde la opinión mayoritaria y la
disidencia, hay acuerdo claro acerca de qué estaba en juego en este
expediente.
Sin embargo, la mayoría sostiene que lo que está en conflicto es, por un
lado, la libertad de expresión; y, por otro, el derecho al honor y la imagen.
Destacamos particularmente estas diferencias entre los considerandos 7 y
9 de cada voto, en orden a subrayar la ausencia de los derechos de
intimidad en la posición mayoritaria.
3. El alcance de la decisión
Sobre este punto, es menester dejar en claro, tal como lo sostienen los
ministros del máximo tribunal, que en el caso se ponen en juego "normas
del derecho común que tienen relación con derechos fundamentales
reconocidos en la Constitución Nacional, (y) la interpretación que se haga
de aquellas debe ser la que mejor armonice con los citados derechos".
El voto de mayoría señala así una premisa fundamental: no corresponde
juzgar a los "motores de búsqueda" de acuerdo a las normas que
establecen una responsabilidad objetiva, desinteresada de la idea de
culpa. Corresponde hacerlo, en cambio, a la luz de la responsabilidad
subjetiva.
Aquí aparece una nueva cuestión que divide las aguas. La mayoría recoge
como argumento central el art. 13.2 de la CADH3; un precedente de la
misma Corte en el cual, por voto dividido, se ordenó de modo excepcional
no dar a conocer el nombre de un niño respecto del que había un juicio de
filiación contra un reconocido deportista (Fallos 324:975) -en el caso, cabe
aclarar, prevaleció la letra de la Convención de Derechos del Niño-; y el
hecho de que toda decisión debe ser absolutamente restringida bajo una
fuerte sospecha de inconstitucionalidad. Sobre este último argumento, el
voto de mayoría cita un conjunto de fallos de la Corte Suprema de los
Estados Unidos 4.
Sin embargo, debemos decir que este aserto es parcialmente cierto, dado
que queda desmentido por la abundancia de casos en los cuales la Primera
Enmienda cede frente a derechos de copyright cuando éstos son
invocados por parte de sus titulares, quienes reclaman el cese de
exhibiciones o publicaciones de los contenidos registrados.
3
"El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa
censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la
ley y ser necesarias para asegurar: a) el respeto a los derechos o a la reputación de los
demás...".
4
Así, la Corte Suprema de los Estados Unidos ha manifestado que cualquier sistema de
restricciones previas tiene una fuerte presunción de inconstitucionalidad ("Freedman v.
Maryland", 380 U.S. 51, 1965; "Carroll v. President and Commissioners of Princess Ann", 393
U.S. 175, 1968; "Bantam Books, Inc. v. Sullivan", 372 U.S. 58, 1971; "Organization for a Better
Austin et al. v, Keefe", 402 U.S. 4315, 1971;
"Southeastern Promotions, Ltd. v. Conrad", 420 U.S. 546, 1976).
En tanto, la disidencia parte del principio que afirma que la actividad de
los motores de búsqueda es una actividad lícita basada en el ejercicio de la
libertad de expresión. En función de ello sostiene que “para la
configuración de un supuesto de responsabilidad civil, resulta insoslayable
verificar la existencia de un daño injustamente causado por un
comportamiento imputable al autor”. No hay un deber genérico de
resarcir por el solo daño, dice la posición, pero nos parece pertinente
agregar un énfasis a algo sugerido aunque no dicho: sólo es resarcible – en
materia de libertad de expresión– el daño “injustamente causado”.
Una vez aclarado que no corresponde atender la cuestión bajo la regla del
1113 CC, porque no se puede afirmar que la indexación sea por sí una
actividad riesgosa, agrega la disidencia que establecer un régimen de
responsabilidad objetiva “desincentivaría” la existencia de motores de
búsqueda. Es interesante particularmente esta cuestión que se introduce,
a la luz de la equiparación de una regla que pueda implicar la aparición de
un efecto inhibidor -“chilling effect” en la expresión típica de los estudios
sobre libertad de información-, por el modo de imponer responsabilidades
ulteriores a la luz del principio de necesidad establecido en el art. 13.2 de
la CADH.
Luego la disidencia hace visible otro aspecto por el que no coincide con la
solución del resto de los ministros. Considera que por imperio de la ley
11723 en su artículo 31 la reproducción de la imagen sólo puede hacerse
sin el acuerdo del resguardado por el derecho en ciertas y determinadas
circunstancias que no se dan en el caso concreto. Y que, además, la regla
5
3. Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación o empresa
periodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona responsable que no
esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial.
no indica supuestos materiales o técnicos que permitan hacer
distinciones 6.
6
La antigüedad de la ley 11723 en este artículo indica que solo se pensaba en soportes
gráficos, no obstante las reglas sobre libertad de expresión y la jurisprudencia han dado cuenta
de que el respeto a esta libertad no depende de los soportes. La regla de “cualquier medio a su
elección” del articulado de la Declaración de DDHH, la CADH y el PIDCYP son suficientemente
claras al respecto, sin adentrarnos en reglamentaciones especiales de obtención de licencias
para servicios de comunicación audiovisual admitidas por todos los órganos de aplicación de
las convenciones citadas.
7
70. Es importante mencionar que el artículo 13.4 de la Convención establece una excepción a
la censura previa, ya que la permite en el caso de los espectáculos públicos pero únicamente
con el fin de regular el acceso a ellos, para la protección moral de la infancia y la adolescencia.
En todos los demás casos, cualquier medida preventiva implica el menoscabo a la libertad de
pensamiento y de expresión. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS CASO “LA
ÚLTIMA TENTACIÓN DE CRISTO” (OLMEDO BUSTOS Y OTROS VS. CHILE) SENTENCIA DE 5 DE
FEBRERO DE 2001
Argumenta la posición en que “atendiendo al principio general de
prevención del daño, es posible sostener que toda persona tiene el deber,
en cuanto de ella dependa, de evitar causar un daño no justificado y de
adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas
razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su
magnitud”.
5. Conclusiones
Por otra parte, el fallo tampoco aporta una definición taxativa acerca de
una cuestión que ha resultado central en los debates académicos sobre
esta materia: la naturaleza y características que debe tener la notificación
a los buscadores para el bloqueo de un contenido considerado ilícito.
Sobre este punto, la Corte deja en claro que no es suficiente el mero
reclamo del damnificado para levantar un contenido. Pero a la hora de
definir la autoridad competente para ordenar el bloqueo mantiene abierta
la posibilidad de que se trate de un órgano judicial o administrativo.
Sin embargo, el fallo deja algunas zonas grises que no tardarán en hacerse
presentes en cuestionamientos judiciales en trámite o por iniciarse, y a las
que habrá que seguir con atención.
Los proyectos sobre este tema que en la actualidad cuentan con estado
parlamentario no resuelven los puntos señalados como conflictivos en
este artículo. Más bien se debaten entre regulaciones a la medida de los
grandes buscadores e iniciativas de monitoreo de contenidos que no
resisten una mínima mirada analítica bajo el prisma del derecho
internacional de los derechos humanos.