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TEMA 4.

ESTADÍSTICA DE SEPARACIONES, DIVORCIOS Y NULIDADES EN ESPAÑA


(SEGUNDA DÉCADA DEL SIGLO XXI)

A partir de 2005 apenas hay separaciones y la gente empieza a divorciarse. Esto se debe al divorcio exprés, previo a
esto, la realidad del divorcio era otra, el proceso de divorcio era mucho más largo. Aquí se está midiendo las
separaciones y los divorcios. En 2005 todo el mundo tira hacia el divorcio y lo que acontece es lo que se denomina el
“divorcio exprés”. Hay que ver que acontece en este momento y lo que aconteció antes. Antes para divorciarse era un
proceso bastante largo y tedioso, por eso solo llegaban a separarse. En 2005 hay ajuste y nueva normativa en cuanto
al divorcio y a partir de este momento todo cambia.

Fuente: Instituto Nacional de Estadística (Publicados en 2021)

Conceptos

 Nulidad: Te has casado, pero no entras ni en divorcio ni en separación, es como si no te hubieras casado,
por ejemplo, en un matrimonio de conveniencia si se demuestra que es un matrimonio fraudulento se anula la
boda. Otro ejemplo es el de un matrimonio en el que se obliga a una de las personas a casarse. Realmente
hay muy pocas nulidades porque se entiende que la gente tiene la capacidad para hacerlo libremente.

 Divorcio exprés: divorcio normal. En muy poco tiempo va a estar todo resuelto. Antes había que solicitarlo y
era un proceso muy largo.

Cada año se rompen un montón de familias. Esto se va acumulando en la sociedad y esto implica que hay un montón
de hogares, un montón de hijos que deben adaptarse a ello.
La crisis frenó de forma significativa las separaciones, ya que afectó a muchos hogares y eso ha hecho que al
principio las parejas no rompan porque no tienen forma de “desglosar” ese hogar.

La crisis económica generó muchas rupturas, debida a la presión que generó en muchos hogares. La presión
económica puede empeorar las relaciones parentofiliales. Tenemos que priorizar para que no se produzcan estos
problemas.

La ruptura y la reconstitución familiar cada vez va a ser más frecuente. Canarias siempre está entre las 4
comunidades con más número de rupturas.

QUIEN EJERCE LA CUSTODIA

El que tiene la custodia es el que tiene la máxima responsabilidad sobre los hijos. Hay que diferencias dos cosas:

 Patria potestad: responsabilidad de los padres. Esto lo pueden perder en casos de maltrato, por ejemplo. Se
desestima a esa familia y el estado les quita la patria potestad y los niños van a estar “custodiados” por el
gobierno y van a poder ser adoptados. Una vez adoptados, la atención corresponde a los nuevos padres, la
familia biológica no tiene ningún derecho.
 Custodia. Si no se retira la patria potestad siguen siendo los padres. Otra cosa es que temporalmente les
custodie algo, por ejemplo, los niños que están en centros de acogida o con una familia de acogida.

Ante una ruptura se habla de custodia, es decir, se decide quién será el responsable de cuidar al niño día a día.
Puede ser en solitario, se le puede dar a la madre o al padre. A partir de 2005 se entiende que puede existir la
custodia compartida, pero eso antes no era así. En Canarias esto no es así, el nivel de custodia compartida es muy
baja y normalmente la custodia la tiene la madre.

Hoy por hoy, con el tema de las manutenciones, si el hijo muestra empeño en seguir formándose
académicamente, por defecto se entiende que la pensión alimenticia se prolonga, porque nadie con 18 años
está preparado para salir al mundo laboral. Lo normal es que se prolonguen los estudios a una carrera
universitaria. Si el hijo a partir de los 18 años no hace nada se le retira esa manutención.

DATOS DEL 2020 SOBRE RUPTURAS EN ESPAÑA

 Cerca de 80.015 rupturas, especialmente divorcios (Tasa del 1,7 por cada 1.000 habitantes).
 15,8% menos de divorcios y 22,7% menos de separaciones, que en el 2019.
 El 81,3% de los divorcios han sido de mutuo acuerdo, y el 18,7% restante por la vía contenciosa; y en las
separaciones, solo el 11% por vía contenciosa.
 El 1,4% del total fueron divorcios entre personas del mismo sexo (545 entre hombres y 551 entre mujeres).
Además, hubo 4 separaciones (0,1% del total).
 La duración media de los matrimonios hasta la fecha de la resolución fue de 16,3 años en los divorcios, y de 22,5
en las separaciones.
 La duración de los procedimientos de mutuo acuerdo fue entre 3 y 5 meses y los contenciosos entre 3 y 12 (o
más meses).
 La edad media de los que se divorciaron o se separaron oscila entre los 40 y 49 años (en ambos sexos), y el 82%
eran ambos españoles.
 El 58% de los matrimonios tenían hijos a su cargo. 
 El 58,5% de los casos de parejas heterosexuales se asignó una pensión alimenticia, que recae mayoritariamente
en el padre (61,4%), 3,8% a la madre y 34,8% a ambos. 
 En parejas heterosexuales, la custodia de los hijos menores fue otorgada a las madres en un 54,5%, a los padres
en un 3,9%, compartida en un 41,4% y un 0,3% a instituciones o familiares. En parejas homosexuales: 45,5% en
solitario y 53,4% compartida.
 En el 8,5% de los casos se fijó una pensión compensatoria (91,9% normalmente asignada al esposo).
 En el 71,6% de los casos de separación y divorcio (cónyuges de diferente sexo) fue presentada por ambos
cónyuges, en el 18,3% por la esposa y en el 10,1% por el esposo.
 Canarias suele estar entre las cuatro comunidades autónomas que registran un mayor número de rupturas (un
poco más de rupturas consensuadas que no consensuadas).

Algunas ideas introductorias

 Causas populares sobre el divorcio: Problemas de convivencia, se acaba el amor, falta de estrategias en
resolución de problemas. La infidelidad en la realidad es menos común de lo que parece.
 Posibles explicaciones del incremento: Cambio de valores; tendencias económicas de un país; nueva
visión del matrimonio; visión más permisiva hacia el divorcio; el grado de implicación religiosa (Gutmann,
1993). Los valores son más igualitarios y la mujer tiene el poder de decidir. Nos damos nuevas
oportunidades, antes la gente se casaba para toda la vida, ahora no, ahora la gente se casa pensando “a ver
cuánto dura”. También tiene que ver la situación del país, si la pareja tiene un alto estatus puede permitirse el
divorcio. En cuanto a la presión religiosa, actualmente no es tan fuerte como antes, antes el matrimonio era
siempre por la iglesia, pero ahora hay otras opciones.
 Enfoques sistémico y ecosistémico para el análisis de la problemática. Cualquier núcleo familiar se tiene
q ver desde esta perspectiva. Sistémica: relación fraterna, parentofilial… Se trata de relaciones
bidireccionales. Esta perspectiva dice que se debe realizar todas las relaciones del sistema. Ecosistémico:
ver cómo afecta un sistema a otro sistema y así sucesivamente.
 Familias no convencionales vs. familias de riesgo. Las no convencionales se refiere a que tiene
diferencias en cuanto la nuclear tradicional (padre+madre+hijos). De riesgo se refiere de riesgo para la
adaptación de los hijos. Las personas divorciadas no se pueden encasillar porque todo depende de las
personas. Habrá algunas no convencionales, donde la forma de vivir es diferente y habrá algunas de riesgos
a lo bestia.
 Adaptación personalizada según la percepción de los hechos. Cada persona elabora, cada cual elabora
sobre una realidad y, por tanto, al enfrentarnos a una circunstancia familiar hay que tener claro que la
interpretación de un progenitor y del otro no tiene por qué coincidir e incluso lo normal es que no coincida.

EL DIVORCIO COMO UN PROCESO PERSONAL DOLOROSO

 Negación de la realidad (relación satisfactoria; problemas como producto de factores externos). Aunque
empiecen a haber problemas, las personas no son conscientes de ese problema, lo ven como algo pasajero.
Sin embargo, se sigue repitiendo y se entra en la segunda fase.

 Conciencia de la pérdida y depresión. Esto va a suponer una ruptura y la ansiedad y depresión viene muy
asociada a este tránsito de la ruptura. Conciencia de que esto no va a salir bien, que va a provocar una
ruptura y va a provocar cambios importantes en mi vida, y se da ansiedad y depresión.

 Enojo y ambivalencia. La ambivalencia hace referencia a cuando la persona se plantea si hace bien o hace
mal separándose. Ocurre cuando se toman decisiones, cuando te separas. Te molestas cuando tu hijo se va
con el padre, cuando hay que pasar la pensión alimenticia… dudas de si lo haces bien o mal.

 Reorientación del estilo de vida y de la identidad (áreas afectadas: vida matrimonial, personal, profesional,
sexual, social, economía…). Hay ocasiones en las que no se consigue nunca y esto supondría un fracaso. Es
necesario reorientar el estilo de vida.

 Aceptación de la separación y nuevo nivel de funcionamiento  ¿siempre? Es importante aceptar la


separación y empezar a tener una nueva vida, para eso hay que mirar para adelante, el pasado no existe ya

CAMBIOS QUE SUFRE LA PAREJA TRAS LA RUPTURA (Cantón et al., 2007; Triana, 2003; González y Triana,
1998)

- Problemas emocionales y de identidad. El antes el durante y el después de la ruptura se caracteriza por


cambios emocionales en el individuo. Todas las emociones (tanto positivas como negativas) hay que
trabajarlas. Algunas de las emociones son:
 Hostilidad. Si yo antepongo la hostilidad y el rencor hacia mi expareja por encima de todo por mucho
que nosotros les orientemos no nos van a hacer caso porque esa noción (la hostilidad) va a estar por
encima de todo. Esa hostilidad no se ve solo en la persona abandonada (la que no decide acabar con la
relación). Las consecuencias de la ruptura deben tener más consecuencia que coste, porque sino nos
estamos “arruinando” la vida.

 Tristeza. Se da en ambas partes porque la tristeza se relaciona con la soledad.

 Euforia. Esta emoción es efímera y la suele tener la persona que pone fin a la relación porque está
deseando acabarla.

 Apego. Pero no apego como afecto, nos referimos a apego a la rutina. Este puede ser tanto positivo
como negativo. Si mantengo mi vida en la añoranza de aquella rutina no puedo seguir adelante. El apego
a mi pareja es negativo en caso de que sea muy grande, pero un poco de cariño favorece el proceso.

- Cambio económico. ¿Domicilio? ¿Trabajo? A partir de una ruptura, si hay hijos (que es cuando realmente
hay cambio, porque si no los hay cada uno se va por su lado, hay reparto de bienes y ala) hay problemas,
son los hijos quienes acaban pagando los problemas. Por tanto, el cambio económico es altamente
significativo. Los de nivel medio son los que sufren un cambio más significativo. Los de nivel bajo no porque
si no tienen nada, nada tienen que repartir, nada pierden. Los de nivel alto como tienen mucho da igual tener
que repartirlo porque van a seguir con su nivel de vida. La persona que se va es la que cambia su vida radical
porque cambian sus derechos con los hijos y sus derechos en ese hogar. El domicilio es importante porque si
me voy dejo mi historia, mi vida.

- Cambio en las responsabilidades para con los hijos. El que tiene la custodia tiene la máxima
responsabilidad del día a día. No se pierde la patria potestad a no ser que te la quiten. Si se asigna la
custodia a un apersona es porque se considera que tiene más tiempo y más capacidad para cuidar al niño,
pero eso no quiere decir que la otra persona no sea válida. El día a día es muchísimo estrés para un
monoparental, sobre todo si esa persona tiene que trabajar, además de cuidar a los hijos.

- Cambio de rutinas. Son las rutinas de antes + las rutinas que hacia su pareja. Esto para la persona que
tiene la custodia, sin embargo, para el no custodio implica mucha soledad. Esto tiene consecuencias en lo
social, la soledad pesa muchísimo y el no custodio tendrá posibilidad de rehacer más rápido su vida.

- Cambio en las relaciones con sus hijos  ¿pautas educativas? ¿relación afectiva? Las pautas
educativas cambian. Lo normal es que cuando hay rivalidad entre la pareja y lo que queremos es ganar el
afecto de los hijos se suele seguir el patrón de permisivismo y si esto se mantiene en el tiempo hay mucho
trabajo que hacer. Hay gente que se va al extremo contrario, al autoritarismo, porque piensan que sus hijos
se van a descontrolar. Afecto, disciplina y comunicación es lo más importante que tiene que haber siempre, y
en el caso de una ruptura también deben estar estos tres, pero la disciplina un poquito en menor medida y un
poco más de afecto. Otra de las cosas que se suele ver es un exceso de proteccionismo.

Otro aspecto a nivel educativo que falla en el 80% de las condiciones es incoherencia interparental. Ya la
intraparental a veces la vemos en una madre muy estresada, esto se ve con cada progenitor de forma individual. Lo
más habitual que vamos a encontrar es la incoherencia interparental porque el niño con el padre tiene unas normas,
pero con la madre otra. Por tanto, la vivencia del niño de la ruptura es diferente cuando está con el padre o con la
madre, lo que es un problema. Es muy difícil que encontremos contraparentalidad, que es cuando ambos
progenitores se ponen de acuerdo.

- Cambio en las relaciones sociales (familia de origen, familia política, amistades).

 La familia de origen tiende a “presionar” diciendo que pensemos en los hijos y todo lo que hay detrás
antes de llegar a la ruptura. La familia de origen por lo general va apoyar a su familiar. A la larga suele
haber apoyo en todos los sentidos: afectivo, económico o instrumental (por ejemplo, no puedo recoger a
mi hijo del colegio, pero le pido a mi padre que vaya él a recogerlo).
 Cuando cada una de las dos partes empiezan a rehacer su vida por separado se rompe por completo la
relación con la familia política anterior.

 Las amistades también se ven afectadas, por ejemplo: yo tengo la custodia de los niños y empiezo a
salir con otras madres que están en la misma situación que yo porque son las madres de los amigos de
mi hijo. Una vez que rompe la pareja si las amistades son compartidas a la larga los amigos también
tienden a posicionarse, pero al principio nadie se posiciona a favor de uno o de otro.

- Posibles nuevos problemas con la expareja. Problemas de todo tipo, desde problemas económicos hasta
cuestionar las relaciones de mi expareja.

Principales condicionantes

 Tipo de custodia: va a marcar mucha de las experiencias

 Calidad de la relación post-ruptura: si somos capaces de llevar una relación mínimamente afectiva y
respetuosa o simplemente neutra (no incordiar a la otra persona), todo va a funcionar mejor.

CONFLICTOS QUE DIFICULTAN LA ADAPTACIÓN POSTERIOR A LA RUPTURA (Braver & O’Connel, 1998;
González y Triana, 1998, Cantón et al. 2007)

 La residencia principal del menor. Normalmente quien se queda con la custodia del hijo es quien suele
quedarse con la casa.

 La custodia de los hijos. El que no tiene la custodia se pierde muchísimo de los hijos, pero también está la
custodia compartida, que quiere decir que los dos son custodio y los dos tienen capacidad de decidir sobre
los hijos (pero esta custodia no es siempre 50-50). Si los padres no son capaces de tomar un acuerdo quien
decide es el juez, que será el que determine el régimen de custodia.

 El régimen de comunicación (dificultades por algún progenitor o por ambos). A través del hijo puedo
incordiar al máximo a la otra persona. Hay personas que hacen lo imposible para que no se cumpla el
régimen de visitas. Por ejemplo: dejo que el niño salga sin abrigo para que se enferme y que cuando vaya el
padre a buscarlo no pueda porque está malo. Juego sucio así puede haber por parte de cualquier progenitor.

 La pensión alimenticia (cómo, cuánto). Depende del nivel adquisitivo de la pareja. En base a ello se
decide cuánto dinero se debe pagar de manutención. Si trabajan los dos, pero los ingresos sin diferentes, es
proporcional a lo que cada uno gana. Si, por ejemplo, la mujer no trabaja, aún así aportan muchísimo porque
son las que se están haciendo cargo del niño y de todo lo que conlleva criarlo. Realmente si alguien no
trabaja, el trabajo es el cuidado de los niños, lo que se considera bastante.

 La compensación económica a la pareja. Lo normal en muchas ocasiones es dar un tiempo para que la
otra persona se incorpore al mundo laboral, pero mientras tanto, si mi ex nunca ha trabajo tengo que darle
una compensación económica.

 Otros temas de apoyo económico a los hijos.

 La división de bienes.

FACTORES QUE MEDIATIZAN LOS EFECTOS DEL DIVORCIO/SEPARACIÓN EN LOS ADULTOS (Weiss, 1975)

 Tomar la iniciativa de separarse. No siempre el que impone la demanda es el que quiere la separación.
Aun así, se observa que se recupera antes los que fuerzan la ruptura.

 Poder prevenir las posibles consecuencias de la separación. El problema es que hay personas que no
ven venir la ruptura porque como están todo el día discutiendo no le dan mayor importancia. Sin embargo,
llega un punto en el que empiezas a planear la ruptura. No es lo mismo que la ruptura venga de repente,
porque si yo me voy preparando es mejor que si me pilla por sorpresa.

 La duración del matrimonio. A más tiempo más se dificulta la ruptura. Hay muchas parejas que como llevan
tanto tiempo juntas, luego si se separan no saben cómo volver a establecer una relación nueva. En definitiva,
la duración de la unión produce cambios significativos y es un factor importante a considerar, porque si la
relación es larga, de muchos años, mayor será el tiempo de duelo.
 Desarrollar actividades laborales que requieran el contacto con otras personas, y que no demanden
excesivas tareas intelectuales. Por ejemplo: las mujeres que son amas de casa y de repente tienen que
considerar salir de casa y trabajar.

 La calidad de la relación post-marital. Es una de las variables que está muy vinculada al grado de
adaptación. En este sentido, si me va mal, si hay mucha carga de hostilidad peor será la adaptación. Al
principio es conveniente una relación cordial pero no extremadamente positiva porque esto puede confundir a
los hijos. A los adolescentes no les afecta tanto porque lo entienden (por ejemplo: piensa que sus padres se
llevan muy bien, pero entiende que no quieren volver a estar juntos), pero los niños pequeños no van a
comprenderlo (los pequeños van a pensar, por ejemplo, si mis padres se llevan tan bien por qué no están
juntos).

 Tener amigos en circunstancias parecidas. Es conveniente tener amistades que estén en un rol similar al
mío, pero no solo en caso de ruptura, sino que han tenido algún problema similar con los hijos o con lo que
sea. Es importante conseguir apoyo por parte de este contexto.

 Encontrar nuevos apegos.

 Poseer recursos personales y económicos. A mayor recursos económicos menos problemas voy a
tener después.

Otros posibles factores

 Acudir a la mediación familiar cuando no se llega de forma espontánea a acuerdos. Se nos necesita
cuando los niños por ejemplo no llegan a la adecuada adaptación. Otra opción de trabajo es la mediación. La
mediación en todos los ámbitos que consiste en ayudar a las personas a realizar convenios como regímenes.
Si el juez mira y está correcto y no perjudica a los hijos pues genial no te lo va a cambiar. Pero si el juez ve
que no se ponen de acuerdo entra en juego el mediador, de modo que tiene que tener buenas capacidades
de mediar en la familia, para evitar que sea el juez el que tome la decisión.

 Evitar que se produzcan grandes descompensaciones en la situación personal, familiar y económica


en los miembros de la pareja tras la ruptura. Esto es importante porque si más o menos tras la ruptura las
dos partes pueden salir a flote, pues bien, pero sino es cuando hay problemas.

 La custodia compartida vs en solitario  prácticas

PRINCIPALES EFECTOS DEL DIVORCIO SOBRE LOS HIJOS

 Problemas externos de conducta (agresión y peleas, desobediencia, no respeto por las reglas, daños a
propiedades, consumo de alcohol y drogas, etc.). En este momento los niños se vuelven muy disruptivos
porque sus niveles de ansiedad aumentan, pueden ir contra nombras…

 Problemas internos de conducta (depresión, ansiedad, retraimiento social, baja autoestima, baja
percepción de competencia social, etc.). Van a cambiar en los niños un montón de emociones y estos
problemas internos van a ser muy importantes. Además, los niños más inseguros van a sufrir retraimiento
social, es decir, se aíslan, no quieren salir con los amigos, quieren cambiarse de colegio… A ello también se
sumará una baja autoestima. Cuantos más comentarios distractores entre progenitores, menor autoestima en
el niño.

 Dificultades en las habilidades sociales (escasa competencia social, escasa conducta prosocial, alto nivel
de conflicto con padres, hermanos e iguales). La conducta prosocial (empatía, altruismo) no está en los
genes, se educan. Dentro de los mecanismos de aprendizaje está el modelado, por eso los niños carecen de
estas capacidades.

 Dificultades producto de la inversión de roles (bien por apoyo instrumental o bien por apoyo emocional 
mayor madurez, pero también depresión y ansiedad). Esto es muy importante. Hay mucha gente joven que
no quieren tener hijos, pero hay gente joven que no quiere tener hijos porque ya han vivió la maternidad y la
paternidad, porque han cuidado a sus hermanos, por ejemplo, porque sus padres no han sido capaces o
porque no han ejercido bien su rol como padres. También tenemos que hablar del apoyo emocional, por
ejemplo, que nosotros como hijos hayamos escuchado el sufrimiento de nuestra madre por tener problemas
con nuestro padre. No tiene por qué darse esto en parejas separadas, también puede darse en condiciones
normales.

 Conducta sexual anticipada y frecuente. Las chicas tienden a comunicarse más con las madres. Si la
madre se queda con la custodia se va a intensificar esa relación. Padre no es amigo, madre no es amiga, son
apoyos.

 Trastornos en la alimentación y el sueño. Contexto poco coherente con gran carga de ansiedad y de
estrés para los hijos va a repercutir en esto.

 Rendimiento académico: resultados ambiguos, pero algunos tienden a encontrar mayor número de
problemas académicos, menor motivación de logro y de aspiraciones académicas, mayor absentismo y
abandono de estudios, menor éxito profesional, etc. Resultados ambiguos porque hay para todos. Cuando se
hacen trabajos sobre estructuras familiares siempre hay problema de homogeneidad, lo que influye en los
resultados y por eso es tan ambiguo. Esto es lo que se observa no solo en la externalización, sino también en
conductas de internalización. No es lo mismo hacer el análisis antes que después de la ruptura, porque antes
hay muchísimas variables influyendo a los niveles de ansiedad. En general cuando los hijos se enfrentan a
situaciones de gran carga de hostilidad se verá afectado su rendimiento. En situaciones de estrés ansiedad y
hostilidad hay un descontrol y un bajón de rendimiento, en general. Si la ruptura no supone una solución
adecuada para los conflictos que hay en la pareja, todo esto es una realidad, va a darse.

OTROS EFECTOS A DESTACAR (Triana et al, 2003)

- Enfrentarse a nuevas rutinas.

- Cambio en la relación con los progenitores. Las pautas educativas suelen irse a los extremos y eso se
debe regular. Si el contacto con alguno de los progenitores disminuye se va a enfriar la relación, al igual que
si el contacto con el custodio se intensifica pues mayor será la relación. Sin embargo, cuando el niño llega a
la adolescencia, eso puede cambiar, por mucho que yo viva con mi madre porque tiene ella mi custodia,
puede ser que la relación se enfríe.

- Llegar a sentirse distinto a otros iguales.

- Enfrentarse a nuevas disputas y al conflicto de lealtades  desidealización de los progenitores. Esto


pasa factura, deja secuelas importantes. No es lo mismo una ruptura que se sosiega a aquella que se
prologan en el tiempo. cuanto más duran en el tiempo, más efectos nocivos.

- Sentirse confusos porque terceras personas toman parte en decisiones relevantes sobre sus vidas.
Todos sabemos que nuestros padres tienen derecho sobre nosotros y eso es lo que nos drena. Sin embargo,
en caso de separaciones si interviene un juez sobre nosotros nos vamos a sentir confusos.

- Dificultades económicas.

- Tener que enfrentarse a nuevos miembros en los casos de reconstitución. No solo se tiene cambios en
el marco de referencia, sino en todos los ámbitos de la vida diaria.

FACTORES QUE MODULAN EL NIVEL DE AJUSTE DE LOS HIJOS ANTE EL CONFLICTO FAMILIAR Y LA
SEPARACIÓN DE LOS PADRES

 Las dimensiones del conflicto marital:

o Frecuencia. Cuanta más frecuencia, más conflicto.

o Intensidad. A mayor intensidad de hostilidad en los conflictos más secuelas vamos a ver también en
los hijos. La intensidad es más peligrosa que la frecuencia.

o Contenido de las disputas. Muchas personas que terminan separándose discuten mucho por sus
hijos, el contenido de las disputas y nombrar a los hijos lo que genera la culpabilidad, es muy difícil
quitarle al hijo la idea de que los padres se han divorciado por su culpa. Los niños pequeños no
tienen la capacidad para saber que realmente no es su culpa, por lo que debemos tener cuidado,
porque si se ve culpable y los padres se separan y el niño se siente culpable va a buscar la manera
de arreglar eso que ha hecho.

o El nivel de resolución de los conflictos. El problema no está en que haya una alta frecuencia, el
problema está en si yo no puedo aplicar estrategias para controlar ese conflicto.

 El estrés acumulado antes, durante y después de la separación. Contextualismo evolutivo: no me


interesa solo lo que pasa ahora, tengo que rastrear lo que ha promovido esa situación, tengo que mirar el
antes, el durante y el después. Cuando mayor carga de problemas hemos ido acumulando, mayores
problemas vamos a tener nosotros y los hijos, porque lo van a ir viviendo, lo van a ir asimilando.

 El temperamento de los hijos. Es una de las variables más importantes. Los niños temperamentales (en
comparación con los sosegados) son los que peor van a llevar la separación de los padres, sufren más los
cambios y las presiones externas. Puedo tener dos hijos y cada uno puede sufrirlo de manera diferente.

 El género de los hijos. Datos muy variados, pero algunos estudios destacan:

o Varones algo más de dificultades en conducta externa. Mayores efectos porque los chicos tienen
peor carácter.

o Chicas: emergencia de problemas en la adolescencia.

 El nivel de desarrollo cognitivo de los hijos:

o Los pequeños tienen menos competencias cognitivas para interpretar objetivamente la


realidad  desajuste. Muestran más dificultades para entender un desajuste, pero eso no quita que
encontremos un adolescente que también le cueste.

o Los pequeños dependen más de sus padres y desarrollan un menor grado de contacto
externo  menores oportunidades de desahogo. Esas posibilidades de buscar apoyo externo los
pequeños no lo tienen. Son los adultos los que controlan su vida diaria y no pueden escaparse de la
situación siempre que quieran, están más limitados.

 Otras variables de interés:

o El género del progenitor. De alguna manera, esa complicidad se observa más en el mismo género.
Por ejemplo: yo soy varón y la custodia la tiene mi padre pues tendré mayor complicidad con él. si
quien se queda con la custodia es de mi mismo género va a favorecer la relación.

o El tipo de custodia. La custodia compartida puede ser ideal porque respeta a cada progenitor y
mantiene los derechos y los deberes de cada progenitor, pero no siempre es posible y no siempre
existe esa cordialidad. En ocasiones puede ser igual de bueno una custodia absoluta (ya sea para el
padre o para la madre). El requisito para decir que custodia es la mejor es la apertura al contacto con
el otro. Se puede intuir que la compartida es la mejor, pero hay que entrar a analizar.

ALGUNAS REGLAS A SEGUIR PARA ALCANZAR UNA COPARENTALIDAD POSITIVA (Clerget, 2004, Daughtry,
2011)

 Olvidar la relación de pareja, y centrar la relación en el vínculo parental y en las necesidades de sus hijos.
 Preparar un Plan Parental, a ser posible entre los progenitores, o con ayuda de algún mediador.
 Cooperación en el reparto de responsabilidades parentales.
 Comunicación en relación con asuntos y decisiones relativas a los hijos.
 Respeto a los acuerdos llevados a cabo.

CLAVES PARA LA INTERVENCIÓN EN CASOS DE RUPTURA FAMILIAR

 Servicios de mediación. Puede ser psicólogo o algo así, la mediación no es intervención, no voy a tratar que
se sientan mejor, sino el ayudarle a resolver el conflicto de separación, a que se pongan de acuerdo. Salvo
acuerdo de los padres, va a decidir un magistrado que por lo general es fines de semanas alternos, de
viernes a domingo y, dentro de 15 días, otra vez lo mismo; y la mitad de las vacaciones.

 Servicios de apoyo social a las familias monoparentales.


 Programas de apoyo psicológico para progenitores separados/divorciados. Esto es otro tipo de
programa dirigido al adulto para que entienda por lo que está pasando la familia y para asesorar sobre cómo
actuar en estos casos en todos los ámbitos. Estos programas para adultos son muy eficaces especialmente
antes y durante la ruptura, más que después, porque si te ayudo a entender lo que es la transición, cómo
debes ayudar a los hijos, etc. va a ser mucho más útil.

 Programas de apoyo psicológico para hijos de familias separadas/divorciadas.

 Asistencia psicológica a padres separados y a sus hijos.

ALGUNOS OBJETIVOS DE INTERÉS EN LOS PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN CON PADRES SEPARADOS

 Informar sobre los beneficios de cooperación y las desventajas de mantener el conflicto, especialmente para
los hijos.
 Informar sobre el tipo de experiencias que suelen sufrir los separados (v.g., impacto emocional; los cambios
de rutinas; la continuidad de la relación; las reacciones de la familia y los amigos; los cambios en las
relaciones con los hijos; cómo construir una nueva vida y los asuntos legales; las dificultades para establecer
nuevas relaciones afectivas, etc.
 Informar sobre por qué surgen determinadas dinámicas y experiencias, fomentando así el perspectivismo.
 Enseñar estrategias para ayudar a los hijos a superar la separación de sus progenitores.

MEDIDAS PARA PROPICIAR LA ADAPTACIÓN INICIAL DE HIJOS E HIJAS ANTE LA SEPARACIÓN DE LOS
PROGENITORES

 Informarles juntos sobre la decisión, cuando ésta ya sea definitiva, presentándolo como una decisión
racional, aunque triste. Explicar con un lenguaje simple y comprensible las posibles razones, sin
demasiados detalles. No hay que ir avisando al niño de la separación porque aumenta la angustia de los
hijos. Lo ideal para que el niño no se posicione por alguno de los progenitores lo mejor es que ambos le den
la noticia juntos. Hay que presentarlo como algo racional, no como un capricho.

 Tener previsto e informar sobre los cambios que se van a producir en la vida de los hijos, resolviendo
todas las dudas que les surjan.

 Permitir y alentar que los hijos expresen sus sentimientos, aceptando su posible enfado, y animando
a analizarlos. Ellos tienen derecho a enfadarse, a externalizar sus emociones y si no lo hacen son los
padres los que tienen que ayudarles a hacerlo (por ejemplo, preguntarles que cómo se sienten con la ruptura,
etc.)

 Mantener una actitud de respeto mutuo, evitando culpabilizar al otro progenitor o predisponer a los
hijos en contra de éste.

 Nunca pedir a los hijos que tomen partido por algún progenitor. Esto es importante, pero a veces en
casos críticos para tomar una solución se llama a los hijos para preguntarles cosas (no se le pregunta
directamente que si quieren irse con papá o mamá) y ver con quién se posicionan.

 Dejar claro que los progenitores son los que se separan, porque no desean vivir juntos, pero que el
afecto hacia los hijos se mantiene inalterable. Hay que convencerlos de esto. A un niño pequeño solo se
le convence con los hechos, por ejemplo: si se le dice que el niño se queda con la madre pero que el padre
va a buscarlo para merendar los miércoles hay que cumplirlo, hay que demostrarles que es verdad lo que le
decimos.

 Nunca culpabilizar a los hijos, ni permitir que se autoculpabilicen. Muchas veces la ruptura es cosa de
dos, no hay que culpabilizar a los hijos.

LA FIGURA DEL COORDINADOR DE PARENTALIDAD

 Práctica de innovación desarrollada en Barcelona, como desarrollo piloto, tras adaptación de iniciativas
previamente desarrolladas en Canadá.
 Fundamento: Proceso alternativo de resolución de disputas, donde un profesional de la salud mental o del
ámbito jurídico, previamente formado en situaciones de alta conflictividad, y con experiencia en mediación y/o
intervención, desarrollan su actuación para ayudar a resolver disputas entre excónyuges, educándoles
respecto a las necesidades de sus hijos, y previo consentimiento de las partes o del juzgado, tomando
decisiones en base a los términos y condiciones establecidos por resolución judicial.
 Situaciones: Cuando existen importantes incumplimientos, numerosas denuncias judiciales, riesgo de
ruptura del vínculo parento-filial, etc. En España se deriva judicialmente.
 Objetivo: el beneficio de los hijos, pero también, para ayudar a favorecer el vínculo con el no custodio.
 Cómo: se establece un contrato.
 Duración: depende del caso (posibilidad hasta dos años).  Sobre la dinámica familiar, pero también sobre
las medidas judiciales
TEMA 5. LA RECONSITUCIÓN FAMILIAR

1. PARTICULARIDADES DE LAS FAMILIAS RECONSTITUIDAS CON HIJOS, Y DINÁMICA RELACIONAL

 La complejidad
Con alguna frecuencia, tras la separación o el divorcio las familias dan un paso estructural de estas
más allá en su evolución: los progenitores divorciados vuelven a emparejarse, estructuras.
iniciando una nueva convivencia, con o sin vínculo matrimonial. Estas familias,  La relación paterno o
en las que al menos uno de los miembros de la pareja proviene de una unión
materno-filial es anterior
anterior, reciben el calificativo de reconstituidas*, y su composición puede tener
a la relación de pareja.
distinto grado de complejidad, dependiendo de que ninguno, uno, o ambos
 La experiencia previa de
integrantes de la nueva pareja aporte hijos o hijas de uniones previas, que
la familia genera
residan habitualmente con ellos o no, y que tengan o no hijos comunes. En las
tradiciones y
páginas que siguen vamos a ocuparnos preferentemente de aquellas familias en
expectativas acerca de la
las que hay al menos algún hijo o hija de una pareja anterior.
vida en común.
En nuestro país, las familias reconstituidas a partir de un divorcio son un  Los hijos/as
fenómeno reciente y relativamente infrecuente, ya que, a nuestras moderadas normalmente deben
tasas de divorcio se une nuestra menor tendencia a volvernos a emparejar, integrar la dinámica de
comparados con otros países (véase capítulo 4). Esta escasa tradición hace que dos familias diferentes.
las familias reconstituidas carezcan de experiencia de la que aprender, o a partir  Los hijos pueden verse
de la cual efectuar predicciones o crear expectativas. Por ello, corren el riesgo de envueltos en lealtades
ser asimiladas a las primeras uniones, dada su estructura aparentemente divididas.
semejante: una pareja de adultos que convive con niños y/o niñas.

Sin embargo, las familias reconstituidas presentan una serie de características particulares: la relación paterno o
materno-filial es anterior a la relación de pareja; algunos o todos sus integrantes tienen experiencia previa de familia
y, por tanto, tradiciones y expectativas acerca de la vida en común; los hijos e hijas habitualmente integran dos
familias diferentes, con las inevitables disparidades, así como cambios en la composición del hogar; por último, no
está clara ni establecida cuál es o ha de ser la relación entre los niños o niñas y la nueva pareja del progenitor (Visher
y Visher, 1993).

Todo ello las singulariza, las dota de problemas particulares y justifica que se analice su evolución desde parámetros
propios, que abordaremos en el siguiente apartado. Permítasenos antes referirnos a que la literatura científica
contempla a estas familias como contextos inherentemente problemáticos y patógenos (véase, p. ej., Popenoe,
1994), pero análisis más sistemáticos y menos sesgados informan de que hay una amplia diversidad tanto en su
dinámica como en los perfiles evolutivos de los adultos y niños que viven en ellas (Amato, 1994; Kurdek, 1994;
Hetherington y Jodl, 1994). Por tanto, lo que de nuevo parece revestir interés es analizar las variables influyentes en
que la evolución de estas familias resulte más o menos armónica.

La evolución en la dinámica de relaciones de las familias reconstitudias

La evolución que siguen estas familias fue descrita por Papernow (1993) en siete estadios, agrupados en tres
grandes fases: los estadios iniciales, intermedios y finales. A continuación recogemos su descripción brevemente
resumida y la complementamos con la que desarrollaran Visher y Visher (1993) respecto de las tareas
imprescindibles a desarrollar por este tipo de familias.

a. Con respecto a los estadios tempranos, los miembros de estas familias pasan frecuentemente por un
estadio inicial de fantasía, en el que sostienen expectativas irreales acerca de su desenvolvimiento: los
adultos suponen el surgimiento del «amor instantáneo» entre sus hijos o hijas y las nuevas personas que
llegan a su vida, o imaginan que «las familias reconstituidas son como las primeras uniones», pero sin sus
errores; en paralelo, niños y niñas aportan sus propios mitos: el del padrastro o la madrastra malvada*,
alimentado por la literatura infantil (y con frecuencia su único referente acerca de la figura de la nueva pareja
de su progenitor), así como la «fantasía de la reconciliación» de sus progenitores. A este estadio le sucede la
inmersión: pronto surgen los problemas de ajuste y los rechazos explícitos, apareciendo el grupo familiar
frecuentemente dividido en subsistemas, a menudo biológicos, con los sentimientos de exclusión
subsiguientes en los otros miembros. El padre o la madre se ve frecuentemente en medio de un conflicto
abierto entre sus hijos o hijas y su nueva pareja, en el que le piden tomar partido. Por último, llega la
conciencia de los problemas existentes, el rechazo de las fantasías iniciales y la aceptación de los propios
sentimientos de decepción, de pérdida o de exclusión, todo lo cual lleva a los adultos a valorar la necesidad
de cambiar la dinámica interna.
b. En los estadios intermedios, que Papernow denominaba de movilización y acción, los diversos miembros de
la nueva familia confrontan sus distintas necesidades e intentan negociar acuerdos y reglas que sean
satisfactorios para todos y todas. Además, se ha de efectuar un esfuerzo de flexibilidad para integrar las
diversas tradiciones familiares que confluyen, así como para incorporar otras nuevas. Se es consciente de la
necesidad de que desaparezcan los límites «biológicos» y, por ello, se atiende a la construcción, sobre
nuevas bases, de las distintas relaciones implicadas: la relación de pareja, entre el progenitor y sus hijos o
hijas, entre éstos y la nueva pareja de aquél, etc. Obviamente, ello requiere buenas dosis de esfuerzo,
paciencia, respeto y, gradualmente, de confianza y cariño entre todos y todas.
c. Por último, en los estadios finales, de contacto y resolución, la familia reconstituida consigue sentirse
realmente una unidad. Los acuerdos y normas que se han ido adoptando en la fase anterior permiten un
funcionamiento más sencillo y fluido. Por otra parte, cada subsistema de relaciones alcanza su lugar y aporta
satisfacciones a los/as que lo integran. Dada la importancia capital que cobran estas distintas relaciones, nos
vamos a detener brevemente en ellas.

La construcción de una sólida relación de pareja es una prioridad básica: un vínculo fuerte y estable entre sus
miembros es una fuente de apoyo imprescindible para poder afrontar los problemas que inevitablemente surgen en el
período de integración de la nueva familia. Para los niños y niñas tiene ventajas indudables, además, porque les da
seguridad, reduce su ansiedad acerca de una nueva ruptura, crea una buena atmósfera para el establecimiento de
relaciones estrechas con la nueva pareja de su progenitor, amén de proporcionarles un modelo feliz de pareja (Visher
y Visher, 1993).

En cuanto a las relaciones entre los niños o niñas y la nueva pareja de su padre o madre, es uno de los aspectos
más singulares, y al tiempo más cruciales, para el buen desenvolvimiento de estas familias. El rol de la nueva pareja
del progenitor no es alcanzado automáticamente con el emparejamiento formal, sino que ha de ser «ganado»
paulatinamente. La secuencia ideal pasa por ser inicialmente una «persona adulta amiga y cariñosa», que está
involucrada en la vida de niños y niñas y apoya la labor del progenitor, pero no asume el ejercicio de la autoridad. En
la medida en que aquellos lo/a van aceptando en su vida, se va abriendo hueco para la intimidad y el contacto
estrecho en estas relaciones, que podrán irse definiendo de un modo más cercano al paterno o materno-filial, o más
bien como un confidente, amigo/a y apoyo, un «extraño íntimo» en el que confiar y con el que poder compartir
preocupaciones, libre de la responsabilidad de la paternidad o la maternidad. Como es lógico, la edad de los chicos y
chicas será una variable relevante: cuanto más pequeños, más probable es que se defina como un rol paterno-
materno; según avancen en edad, mayor tendencia hacia el otro polo (Hetherington y Stanley-Hagan, 1995; Visher y
Visher, 1993).

Por último, el padre o la madre biológicos y sus hijos o hijas también han de preservar una relación estrecha y
especial, con tiempo propio y exclusivo. Esta atención especial es particularmente necesaria porque chicos y chicas
pueden sentirse desplazados por la nueva relación de pareja de su padre o madre y también por la existencia de
otros niños y niñas en el hogar, particularmente si son también hijos biológicos del progenitor. En este caso, pueden
sentirse relegados a un segundo plano, incrementándose así la rivalidad entre ellos.

2. VARIABLES RELEVANTES EN LA EVOLUCIÓN DE LAS FAMILIAS RECONSTITUIDAS

 La edad de los hijos


(relacionada con su
capacidad cognitiva).
 El género de los hijos.
 El tipo de estructura
familiar.
 La llegada de hijos
comunes.
 La figura del adulto que
se incorpora.
 Tiempo que el
progenitor dedica a sus
Esta que hemos relatado era la evolución «ideal», que de hecho suele llevar un mínimo de cuatro a cinco años. El
que una familia encuentre mayores o menores dificultades para ajustarse a este patrón finalmente armónico va a
depender de una serie de variables que iremos desgranando. Algunas de éstas son similares a las que ya
delineamos en apartados anteriores al describir la evolución de las familias tras el divorcio, por lo que nos
centraremos en las más específicas.

Así, y comenzando por los vinculados a los propios chicos o chicas, también aquí la edad parece ser variable
relevante: el inicio de la adolescencia parece ser la peor edad para ajustarse al nuevo emparejamiento del padre o la
madre biológicos, probablemente porque a las tensiones ligadas a la pubertad y las demandas de mayor autonomía
se unen las propias de la transición familiar y la aceptación de una nueva figura adulta en su vida. Incluso en familias
ya formadas y estabilizadas, la llegada de la adolescencia puede reverberar problemas de relación no resueltos del
todo (Hetherington y Jodl, 1994).

En cuanto al género, si veíamos que los chicos parecían ajustarse peor a la situación monoparental, las chicas, sin
embargo, presentan más problemas en las familias reconstituidas. Cuando viven con la madre biológica y su nueva
pareja, los chicos pueden ganar el contacto cotidiano con una figura masculina, mientras las chicas, que tenían
generalmente una relación bastante satisfactoria con sus madres, pierden parte de esa complicidad y ese estatus
privilegiado con la llegada del nuevo compañero de éstas. Además, parecen tener también más problemas para
aceptar una figura masculina en sus vidas, especialmente si esto ocurre en torno a la pubertad, por las inseguridades
y confusiones que provoca en cuanto al grado de intimidad y contacto físico que ha de haber entre ellos. Cuando
conviven con el padre biológico y su pareja, las chicas parecen tener también más dificultades, que han sido
interpretadas por el hecho de que ellas son animadas a asumir roles de cuidado del hogar en la situación
monoparental, y pueden vivir la llegada de otra figura femenina desde una cierta rivalidad (Brand et al., 1988;
Vuchinich et al., 1991).

Por otra parte, parecen tener más problemas de ajuste las familias reconstituidas de estructura más compleja,
aquellas en las que ambos miembros de la pareja aportan hijos o hijas de anteriores uniones. Según recogen Visher y
Visher (1993), corren más riesgo de divorciarse, de no llegar a completar el proceso de integración. Probablemente,
los problemas de relación entre todas y todos los implicados resultan particularmente notables en estos casos.

Por lo que respecta al efecto de la llegada de un hijo o una hija común, parece contribuir positivamente a la
integración de la familia, siempre y cuando la pareja hubiese establecido previamente una relación sólida y se
hubiesen sentado unas ciertas bases para el funcionamiento fluido de la familia. Si no es así, puede ejercer el efecto
opuesto, como demostró el estudio de Bernstein (1989, cit. en Visher y Visher, 1993).

También aparecen evoluciones distintas si la nueva figura que se incorpora a la familia es la pareja del padre o de la
madre. Parece haber más problemas de ajuste y convivencia en la primera de las circunstancias, en la que a chicos y
chicas les cuesta más aceptar la figura femenina que llega a su vida. Las razones pueden ser diversas. Por una parte,
la mayor implicación de las parejas de los padres (con respecto a las de las madres) en las relaciones y la educación
de los hijos e hijas de aquéllos, probablemente porque sus propios maridos así lo esperan y lo alientan, y porque ellas
mismas se ven impelidas a seguir los imperativos de rol. Por otra parte, chicos y chicas suelen tener una relación
afectivamente más estrecha con las madres que no tienen la custodia que con los padres en esta situación, como
vimos; ello les puede introducir en un conflicto de lealtades y de figuras de apego, que dificulte el establecimiento de
una relación íntima con la pareja del padre (Fine y Schwebel, 1992; Hetherington y Stanley-Hagan, 1995; Zill, 1988).

Tras los nuevos emparejamientos, parece ser igualmente necesario mantener y potenciar la cooperación con el
progenitor no presente en la nueva familia. En primer lugar, porque los hijos tendrán menos problemas de lealtades,
y se verán menos envueltos en disputas, por las que sufrir o de las que extraer beneficios espúreos (amenazas con
irse a vivir con el otro progenitor, etc). En segundo lugar, porque todas las personas adultas implicadas pueden
sentirse más relajadas, menos discutidas en su rol. La clave está en funcionar como dos hogares independientes,
pero conectados a propósito de los hijos e hijas comunes (Visher y Visher, 1993).

3. CLAVES PARA LA INTERVENCIÓN CON FAMILIAS RECONSTITUIDAS

Antes del establecimiento de la nueva estructura

 Evitar el contacto de los hijos con la nueva pareja cuando la separación de los progenitores haya sido
recientemente.
 Evitar imponer la etiqueta de “padrastro” o “madrastra” a los menores. Es preferible llamarles por su nombre.
 Los primeros encuentros deben realizarse de manera informal, y a ser posible, con más gente alrededor, para
que poco a poco se vaya desarrollando una amistad natural entre los hijos del progenitor y su nueva pareja.
 En estos encuentros el progenitor debe evitar que sus hijos puedan sentirse desplazados.
 Los hijos no deben conocer a todos los adultos con los que se relaciona el progenitor, especialmente si son
relaciones pasajeras.
 Informar acerca del funcionamiento habitual de las familias reconstituidas, sus fases y sus problemas
particulares.

Cuando la estructura ya se ha establecido

- Informar acerca de las expectativas no realistas y los mitos habituales en torno a las familias reconstituidas.
- Permitir y alentar que todos los miembros expresen sus sentimientos (positivos y negativos).
- Dedicar tiempo a analizar las pérdidas y cambios que se han ido experimentando.
- Alentar a la pareja a reestructurarse y consolidar una alianza fuerte, asentada en el respeto, el cariño y la
confianza, que pueda aportar seguridad y estabilidad a niños y niñas.
- Los adultos deben aceptar y respetar los anteriores vínculos de la nueva pareja. Establecer claros límites
dentro de la familia, alentando el respeto y el espacio para cada subsistema de relaciones.
- Ayudar a clarificar los roles de cada miembro de la familia, animando a la pareja del progenitor a ejercer de
apoyo, amigo y confidente de los chicos y chicas, más que de padre o madre.
- Promover la escucha y el respeto a las diferencias, alentando el aprecio de las historias, tradiciones,
costumbres, reglas y rituales previos. Con el tiempo, ir estableciendo nuevas tradiciones.
- Promover la cooperación con el otro hogar de los menores.
- Los adultos de la nueva familia deben preparar con tacto la llegada de un nuevo hermano.
- Los diferentes menores del nuevo hogar deben recibir un trato similar.
- El adulto que se incorpora a la nueva familia debe evitar las críticas sobre el estilo educativo que utiliza su
nueva pareja, tan sólo debe orientar.
- El adulto que se incorpora debe evitar dictar normas rígidas para sus nuevos hijos.
- El adulto que se incorpora, si hubiera conflicto con los nuevos hijos, debe intentar resolverlos con ellos,
evitando en lo posible que su pareja actúe como intermediaria
- Hay que animarles para que se tomen el tiempo que necesiten para ajustarse como familia (3-5 años), puesto
que se trata de un proceso evolutivo. Alentar la paciencia, el buen humor, la flexibilidad y el compromiso.
- Si la relación se vuelve muy conflictiva, la pareja debe buscar ayuda externa con algún profesional.

TEMA 6: LAS FAMILIAS ADOPTIVAS
1. LA HETEROGENEIDAD EN LA ADOPCIÓN / DIVERSIDAD EN LAS CARACTERÍSTICAS DE LAS
FAMILIAS ADOPTIVAS SEGÚN VARIABLES COMO:

 Tipo de motivación para Diversidad de familias adoptivas


la adopción: tradicional
vs. Preferencial: El Bajo la común denominación de familias adoptivas hay una notable diversidad.
tradicional son las personas Tanto por la motivación que lleva a la adopción como por las características de
que no pueden tener hijos quienes adoptan y de quienes son adoptados, así como por la dinámica de
por la vía biológica y van a relaciones que se establecen en su interior, podemos encontrar dos familias
ala adopción como la única adoptivas que sean entre sí más diferentes de lo que lo son entre sí una familia
opción. La preferencial es biológica y una familia adoptiva. Resulta fácil imaginar que una familia que adopta
cuando tengo hijos, pero a una niña recién nacida se enfrenta a circunstancias muy diferentes a las de la
quiero ser padre o madre familia que adopta a dos hermanos, o a las de la familia que adopta a un solo niño
adoptivo o no tengo hijos
porque o tengo pareja, pero
que ya tiene 8 años y que ha pasado buena parte de su vida en instituciones para menores. Pero las diferencias no
vienen sólo definidas por las características de los niños o niñas adoptados, sino que se encuentran también en
quienes adoptan: a la adopción se puede llegar por caminos muy diferentes, con niveles de apoyo mutuo o de apoyo
social y profesional muy diferentes, con actitudes educativas también muy diferenciadas, etc. Saber que una familia
es adoptiva nos informa del tipo de lazo inicial que hay entre padres e hijos, pero no es suficiente para permitirnos
hacer predicciones de cómo van a ir las cosas en su interior, cuál va a ser la dinámica familiar, cuáles las
características psicológicas que el día de mañana tendrá el hijo o la hija.

Las familias adoptivas, por tanto, comparten muchas cosas con las familias no adoptivas, y entre lo que comparten
está una muy amplia diversidad en el interior tanto de unas como de otras. Pero al mismo tiempo, las familias
adoptivas tienen una serie de rasgos específicos que justifican dedicarles un capítulo en un libro sobre la familia. En
lo que sigue mostraremos tanto los rasgos comunes como los diferenciadores de este tipo de familias. Para ello, nos
serviremos con frecuencia de los datos concretos procedentes de una investigación reciente llevada a cabo en
Andalucía. En ella hemos estudiado a un total de 393 familias que adoptaron niños desde 1987, año en que cambió
sustancialmente la legislación española en materia de adopción, hasta 1994. Estas familias adoptaron a un total de
484 niños (80 familias adoptaron a dos niños, 4 familias adoptaron a tres y una familia adoptó a cuatro) y constituyen
una buena muestra de la diversidad a que ya hemos aludido. El informe completo de la investigación se encuentra en
Palacios, Sánchez y Sánchez (1997). Cuando hacerlo nos parezca relevante, añadiremos además datos procedentes
de investigaciones previas sobre adopción realizadas en Barcelona (Amorós, 1987) y en Mallorca (March, 1993). Y,
naturalmente, nos serviremos de la abundante literatura internacional sobre el tema.

La decisión de adoptar y la transición a la paternidad y la maternidad adoptivas

Buena parte de la diversidad que hay dentro del grupo genérico de familias adoptivas es una novedad. Hace unos
pocos años, por ejemplo, sólo se adoptaban niños pequeñitos que habían nacido en el propio país; por el contrario,
hoy en día son muy frecuentes las adopciones de niños mayorcitos, las de niños nacidos en países remotos, la
adopción simultánea de varios hermanos (llamada adopción múltiple), la adopción de niños con diversos tipos de
problemas, etc. Pero la diversidad actual no se relaciona sólo con el tipo de niños o niñas que se adoptan, sino
también con las personas que realizan la adopción. Así, por ejemplo, los padres adoptivos son de muy diferentes
edades (con un claro predominio de los que tienen entre 30 y 40 años, pero con porcentajes importantes también por
debajo y por encima de esas edades) y pertenecen a muy diferentes estatus socioeconómicos (en la muestra
andaluza estudiada por nosotros, más del 60% de los padres varones eran obreros sin cualificar o cualificados, frente
a algo más del 30% constituido por técnicos medios y profesionales superiores).

La diversidad a que venimos aludiendo empieza en el momento mismo de plantearse la adopción como una
posibilidad. La decisión de adoptar es un proceso complejo que, según nuestros datos, pone más frecuentemente en
marcha la mujer que el hombre (en el estudio andaluz, la iniciativa surge de las mujeres en un 60% de las ocasiones,
frente a un 14% por parte de los hombres, siendo en el resto de los casos un planteamiento conjunto desde el
principio). Los padres adoptivos muestran bastante flexibilidad con respecto al tipo de niño a adoptar; para ilustrarlo,
basten los datos del estudio que estamos citando de acuerdo con los cuales sólo el 34% de los padres muestran una
clara preferencia exclusivamente por niños recién nacidos, al 62% de ellos les era indiferenteel sexo del niño o la niña
a adoptar y en torno al 50% se mostraban indiferentes respecto al grupo étnico de origen. De hecho, de todos los
niños adoptados de la muestra andaluza, el 38% pertenecen al grupo de las llamadas adopciones especiales (niños
que en el momento de la adopción eran mayores de 6 años, niños con deficiencias o minusvalías, niños que eran
adoptados en compañía de algún otro hermano, niños pertenecientes a grupos étnicos minoritarios).

Sin duda, uno de los aspectos que reflejan la diversidad de familias adoptivas es el de la motivación que pone en
marcha el proceso. A este respecto, resulta útil la distinción sugerida por algunos autores entre lo que llaman la
adopción tradicional (parejas que no pueden tener un hijo propio y buscan entonces uno adoptivo) y la adopción
preferencial (parejas para las que la adopción es una opción independiente de su fertilidad) (Anderson, Piantanida y
Anderson, 1993). En el caso de la muestra por nosotros estudiada en Andalucía, en el 60% de los casos la
motivación para la adopción partía de alguna razón de tipo biológico (infertilidad, riesgos genéticos, problemas de
salud de la mujer...); en otros casos (14%), se trataba de familias que ya conocían al niño (típicamente, miembros de
la familia extensa o conocidos de la familia de origen), mientras que el 11% de los padres hacen referencia a
motivaciones altruistas (de hecho, estos padres realizan adopciones especiales con más frecuencia que el resto). Los
datos de Amorós (1987) y March (1993) van en direcciones muy semejantes.

Pero la toma de decisión constituye sólo el punto de partida de un largo proceso que habrá de durar aún algunos
años hasta que la adopción se produzca. Y si muchas parejas adoptivas tuvieron que hacer frente a las tensiones
ligadas a los intentos infructuosos de tener un hijo biológico, al diagnóstico de infertilidad y, tal vez, a los fracasados
intentos de tratamiento, todas las parejas que se proponen llevar a término el plan de adoptar van a tener que afrontar
una serie de episodios que marcan de manera especial la transición a la paternidad y la maternidad adoptivas,
episodios que serán vividos con más tranquilidad por algunas personas y con más tensión e inquietud por otras.

La pareja va a ser entrevistada y analizada, su hogar y sus circunstancias van a ser objeto de valoración. Esta
situación de examen no tiene parangón en el caso de las familias biológicas, siendo vivida por la mayor parte de los
padres con preocupación, pues temen no cumplir con los requisitos o no ser considerados idóneos por una u otra
razón. El desconocimiento de los procedimientos y criterios de valoración suele incrementar las incertidumbres de los
padres, particularmente de aquellos que están menos acostumbrados a situaciones de entrevistas, realización de
pruebas, etc.

Viene luego la espera, con una indudable zozobra respecto a cuánto tiempo se prolongará y cuáles serán las
características que tendrá el niño o la niña que les será propuesto para adopción. El 64% de las familias adoptivas
andaluzas vivieron esta espera como difícil y marcada por preocupaciones y temores. Además, la propuesta de
adopción que se les haga puede alejarse en mayor o menor grado de sus expectativas, por lo que puede plantearse
una nueva toma de decisión, tanto o más compleja que la de partida. En la muestra andaluza estudiada por nosotros,
al 36% de las familias les fueron ofrecidos niños que no coincidían con sus expectativas iniciales; en el 74% de los
casos, esa oferta fue aceptada.

Mientras tanto, la pareja ha tenido que tomar una decisión respecto a cómo y a quiénes dar a conocer su propósito de
adoptar. Es ésta una tarea que raramente se da en el caso de la paternidad y maternidad biológicas, en la que la
pareja no parece tener que justificar ante otros la razón por la que quieren tener un hijo o lo están esperando. Sin
embargo, la parentalidad adoptiva necesita de algún tipo de «presentación» ante los demás. Lejos ya del tiempo en
que se trataba de ocultar la adopción o de darla a conocer sólo en un círculo muy restringido, son muy raros los
padres adoptivos que tratan de ocultar las cosas ante los demás, lo que les lleva a tomar algunas decisiones y a
enfrentarse a los comentarios y opiniones de aquellos a quienes se dé a conocer la información. En el caso de
nuestra muestra andaluza, la mayor parte de las familias estudiadas señalan haber encontrado en su entorno
actitudes favorables, lo que no quita que en ocasiones hayan percibido actitudes de duda o de rechazo debidas a la
falta de vínculos de consanguinidad (19%) o a las dudas sobre los resultados a largo plazo de la adopción (13%); por
su parte, alrededor del 15% de los niños adoptados han informado a sus padres de actitudes negativas con respecto
a su condición adoptiva.

Una vez que, finalmente, el niño adoptado está en el hogar, la transición a la paternidad y la maternidad adoptivas
debe aún continuar. Está, por un lado, la adaptación mutua, el ajuste del hogar y de la vida familiar a las
características del niño o la niña; según cuáles sean éstas, y su manejo por parte de los demás miembros de la
familia, la adaptación será muy sencilla o muy complicada. En general, según los datos de las tres investigaciones
llevadas a cabo en España que estamos comentando, una vez que se produce la llegada del niño o niña a su nueva
familia, las cosas parece que en general empiezan a ir bien. Los niños presentan algunos problemas, pero suelen ir
remitiendo en el curso de los primeros meses. No obstante, la presencia de problemas iniciales es importante porque
se relaciona en gran parte con el pasado del niño y en buena medida con su futuro, puesto que está asociada a la
evolución del ajuste en la adopción. Según nuestros datos, ante los problemas encontrados los padres adoptivos
hacen uso de recursos muy parecidos a los utilizados por los padres no adoptivos, fundamentalmente el apoyo mutuo
entre los cónyuges y el recurso a profesionales (con mucha frecuencia del sector sanitario). Y, como suele ocurrir con
el resto de las familias, la utilización de recursos para resolver problemas está muy relacionada con el nivel social: los
padres de nivel educativo más elevado suelen combinar varias fuentes de recursos (personales, familiares,
profesionales), mientras que los padres de nivel más bajo suelen más frecuentemente limitar sus recursos a los
familiares.

Mientras en el hogar adoptivo van ocurriendo estas cosas, queda todavía abierto el frente de los trámites judiciales
relacionados con la adopción, que pueden de nuevo prolongarse durante algunos meses o durante varios años. Con
mucha frecuencia, la tramitación judicial se prolonga mucho más en el caso de las adopciones de niños con historias
o características más complejas, lo que supone una tensión adicional. La mitad de la muestra andaluza por nosotros
estudiada consideró complicado este proceso, tendiendo a ser la valoración tanto más negativa cuanto más se
alargará.

La transición a la parentalidad adoptiva, por tanto, presenta características propias, muchas de las cuales llevan la
marca de la tensión y la incertidumbre. No debe olvidarse, sin embargo, que las parejas adoptivas presentan algunas
peculiaridades que van a jugar a su favor: han sido valoradas positivamente por un equipo técnico conocedor de las
dificultades que la adopción suele acarrear; la valoración positiva se ha hecho tomando en consideración la situación
personal, familiar y social de los solicitantes de adopción. Además, típicamente las parejas adoptivas son mayores
que las que tienen hijos biológicos, y tienen tras de sí más años de convivencia, lo que probablemente quiere decir
que son más estables.

2. PRINCIPALES RETOS DE LAS FAMILIAS ADOPTIVAS

 El origen biológico del menor.  Ese niño trae historial, procede de una familia biológica, no podemos hacer borrón y cuenta
nueva. 

 La historia del menor previo a la adopción y sus consecuencias.  Saber que los niños tienen una historia que les ha podido
causar algún daño, problema neurológico… cuantos más abandonos, más alteraciones en la parte afectiva, porque hay niños
que zona adoptados, pero luego vuelven al centro, cambian de nuevo de familia… 

 Tener que compartir la parentalidad con otras personas. Esto tiene relevancia sobre todo cuando adoptamos niño que no
son de nuestra raza. 

 El tiempo de espera hasta que llegue el menor. Esto es otra incertidumbre, en la adopción no se sabe. Cuanto menos
exquisito me ponga, más rápida es la adopción. Lo normal es que se solicite u solo niño, con edad entre 0-3 y sin problemas. 

 La valoración de su idoneidad para la paternidad/maternidad.

 Si se da el caso, la necesidad de superar el duelo por infertilidad.

 La posibilidad de realizar una transición más compleja de niños/as con necesidades especiales, como determinados grupos
de hermanos, niños/as mayores, niños/as de otras etnias, niños con necesidades especiales (por discapacidad, enfermedad,
inadaptación social, problemas en el sistema de apego, etc.), o una adopción abierta

 En los casos de la adopción internacional, todo lo relacionado con las vicisitudes del viaje.

 El periodo de acogida familiar preadoptivo, en la adopción nacional. 

 Si se da el caso, la revelación del origen. Hay que preparar a los niños si hay que contarles que son adoptados.

 Tener que acompañar y/o apoyar al menor en su elaboración de la identidad personal  inseguridad. La información
hay que reiterarla desde que son pequeñitos. 

 La presión social  luchar contra los mitos 

o La adopción es una obra de caridad 

o Ser padres adoptivos supone ser padres de segunda 

o La mayoría de las adopciones están abocadas al fracaso 

o Los hijos adoptados suelen presentar más problemas que los biológicos

o Las familias biológicas de los menores dados en adopción suelen ser un lastre social

o Adoptar a un niño pequeño es mayor garantía de éxito que adoptar a un niño de más edad.

3. FACTORES QUE PUEDEN DIFICULTAR EL ÉXITO EN LAS FAMILIAS ADOPTIVA

Por parte de los padres 

 Historia personal y familiar inadecuada. Si a mí no me han educado bien, mis patrones educativos no van a ser los ideales.
 Escasos apoyos, alto estrés y estilo de vida poco adaptado al menor. Por ejemplo: en familias monoparentales en las que
no hay apoyo externo porque el padre se tiene que ir a trabajar. 
 Escasa madurez emocional y determinado perfil individual (cómo se manejan de pérdidas y la espera). Cuando venga el
niño, van a hacer preguntas del tipo: qué hacen los fines de semana. 
 Bajo ajuste de pareja.
 Problemas de salud física y mental.
 Inadecuada disposición personal para adoptar (temores, búsqueda de información).
 Inadecuadas habilidades para educar al menor y baja capacidad de afecto.
 Inadecuada motivación para la adopción.
 Condiciones materiales inadecuados y recursos escasos.
 Expectativas erróneas y bajo grado de aceptación ante las diferencias y los retos de la parentalidad adoptiva. 
 Escasa o nula implicación de otros miembros.

Por lo que a los padres se refiere, su edad en el momento de la adopción parece desempeñar un cierto papel (menos
comunicación, menos expresión de afecto y técnicas disciplinarias más coercitivas cuanto mayores son), así como su
nivel educativo (a mayor nivel de estudios, más expresión de afecto y más comunicación, más exigencias y menos
imposiciones coercitivas). Por lo que se refiere a los hijos, también en ellos se observan diferencias relacionadas con
la edad (cuanto mayores son, menos implicación en las relaciones con los padres); además, cuantos más problemas
presenten los niños (bien por ser del grupo de adopciones especiales, o por presentar más problemas de conducta, o
por ambas razones simultáneamente), menor es la expresión de afecto y mayor la tendencia a la disciplina estricta.
Ello no significa en modo alguno que estos niños no sean queridos por sus padres, sino sencillamente que las
puntuaciones de expresión de afecto son en su caso algo más bajas.

La dinámica familiar en el interior de las familias adoptivas parece transcurrir en general por cauces satisfactorios, con
una generalizada presencia de altos niveles de afecto, y con un acuerdo también generalizado respecto a la
importancia de las normas, aunque con una mayor diversidad respecto a la forma de aplicar el control. En todo caso,
en nuestro estudio andaluz no hemos encontrado una sola familia adoptiva en la que los padres se comportaran con
sus hijos con la frialdad que Frollo mostraba respecto a Quasimodo; muy al contrario, lo predominante resultó ser el
clima de afecto y compromiso mutuo que caracterizó la relación de Oliver Twist con quien le adoptó. Sobre alguna de
estas cuestiones volveremos en el apartado 6 de este mismo capítulo, con ocasión del análisis de los grados de
riesgo que hay en distintas familias adoptivas.

Por parte de los hijos: Edad elevada en el momento de la adopción, acompañado de los siguientes factores:

 Historia previa de conflictos graves (número de experiencias de separaciones, maltrato físico, abandono, desnutrición,
privación emocional y física, etc.).
 Institucionalización prolongada. 
 Temperamento y presencia de problemas de conducta serios, relacionados muchas veces con los malos tratos
(hiperactividad, agresividad, dificultades atencionales, etc.; mayoritariamente en la etapa escolar y en la adolescencia). 
 Problemas de salud física y emocional.
 Haber desarrollado relaciones afectivas previas.
 Dificultad para desarrollar un firme sentido de identidad.
 Temor ante la posibilidad de nuevas separaciones.
 Integración en una nueva cultura.

En los hijos adoptivos, el alto riesgo está asociado con la historia previa de conflictos graves, con la
institucionalización prolongada, con la presencia de problemas serios (particularmente, problemas de
comportamiento). En general (aunque no necesariamente) todos estos factores de riesgo tienden a correlacionar con
la edad en el momento de la adopción, de tal manera que cuanto mayores sean los niños o niñas en el momento de
la adopción, tanto más riesgo hay de que tengan una larga historia de conflictos detrás, que hayan pasado más
tiempo en instituciones, etcétera.

4. EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE ADOPCIÓN 

 Periodo de preescolar (entre los 2 y 6 años): El límite que impone la estructura cognitiva del momento hace que apenas
tenga repercusión emocional en el niño dicha información. No existe sentimiento de pérdida. No distingue entre
nacimiento y adopción. Define la familia por sus miembros o por personas que viven juntas.

 Periodo escolar (entre los 6/7 y 11/12 años): Comienza a entender que pueden existir dos madres diferentes. Definen a la
familia como personas unidas por lazos de sangre. Cobra especial relevancia el término de abandono y pérdida  duelo,
ambivalencia comportamental, no siempre quiere hablar del tema.

 Periodo de la adolescencia: Reevalúa la pérdida en términos de su identidad. 

 Periodo adulto: Empieza a comprender que conocer sus orígenes es algo importante para él. Luego, en ocasiones,
algunos comienzan la búsqueda de sus ancestros. Finalmente, se puede llegar a aceptar su propia realidad.

5. ALGUNAS CLAVES PARA LA PREVENCIÓN/INTERVENCIÓN CON FAMILIAS ADOPTIVAS


 Determinación correcta de la medida adoptiva.
 Precisión en la valoración de idoneidad.
 Orientación a los solicitantes partiendo de un modelo que incluya la formación en grupo.
 Cuidar el emparejamiento entre la familia y el niño.
 Planificar el acoplamiento, sin forzar en extremo las situaciones.
 Proporcionar a la familia adoptante la mayor cantidad de apoyo e información posible sobre los antecedentes y la
situación actual del menor.
 Apoyo profesionalizado para la familia y servicios de mediación.

Al tratar de los factores de riesgo en los padres adoptivos se ha hecho referencia al grado de apoyo social y
profesional que reciben. En relación con el apoyo profesional, merece la pena recordar que la legislación actual
española en materia de adopción confiere a la administración pública la responsabilidad de llevar ante las instancias
judiciales las propuestas de adopción de menores. Para poder ejercer esa función de manera adecuada, la entidad
pública de que se trate (gobiernos autónomos, típicamente) dispone de unos equipos técnicos que son los que
reciben las solicitudes, hacen una valoración tanto de los niños disponibles para adopción cuanto de los padres que
pretenden adoptar, y finalmente hacen sus propuestas concretas. Los profesionales que componen estos equipos
técnicos son el punto de referencia de los padres y el nexo de unión entre ellos y la entidad pública que habrá de
hacer las propuestas de adopción.

Típicamente, el funcionamiento de los equipos técnicos de adopción ha estado centrado de manera casi exclusiva en
la valoración de niños y padres, y en la formulación posterior de la propuesta de adopción. Dicho en otros términos,
su labor ha consistido fundamentalmente en la selección de familias y el emparejamiento de familias y niños. Fuera
del foco de intervención habitual quedaban todos los contenidos relacionados con el apoyo a los protagonistas del
proceso de adopción. Tal apoyo debe situarse antes de que el niño se incorpore a la familia y también una vez que
eso ha ocurrido. Como se ha expuesto más arriba, los padres adoptivos van a tener que hacer frente a una serie de
retos y exigencias específicos, retos y exigencias respecto a los cuales la gran mayoría va a carecer de información y
de criterio suficiente más allá de los dictados del buen sentido, el compromiso emocional y la ilusión de hacer las
cosas lo mejor posible. Siendo importantísimos, estos dictados no siempre van a ser suficientes para tomar
decisiones respecto a la revelación, para adoptar una determinada actitud ante los problemas que el niño pueda
eventualmente presentar en relación con las más diversas cuestiones, para saber qué es lo más conveniente con
vistas al manejo de los problemas de la adolescencia, etcétera.

En un texto en el que compendian un abundante cuerpo de conocimientos existentes en torno a la adopción, Fuertes
y Amorós (1996) han señalado que se dan tres modelos fundamentales de selección de familias adoptivas: el de
selección/valoración, el de valoración/preparación y el de preparación/educación. Hasta donde conocemos, el modelo
imperante en España ha sido el primero de ellos: los equipos técnicos reciben las solicitudes de adopción, hacen el
estudio de las familias y, si así lo consideran oportuno, llevan a cabo la propuesta de adopción. Y aunque las familias
adoptivas suelen hacer una valoración global de estos equipos claramente positiva, cuando se indaga por aspectos
concretos (contactos a lo largo del tiempo de espera y conocimiento de la situación en que está la tramitación del
expediente, grado de información recibida sobre las características concretas del niño que se adopta, grado de
información-formación recibida respecto a temas críticos como el de la revelación, tipo y calidad del apoyo
postadopción, etc.), la valoración se reduce drásticamente. Por otra parte, los equipos técnicos a través de los cuales
se hizo la adopción no suelen ser vistos por los padres como un recurso de especial utilidad una vez que el niño les
ha sido entregado, de modo que si les surgen conflictos o dificultades, es muy improbable que tomen la iniciativa de
ponerse en contacto con ellos para pedirles ayuda o asesoramiento.

Todo lo relacionado con lo que genéricamente se denomina apoyo a la adopción de parte de las entidades públicas
que son responsables de su materialización, parece necesitado de una revisión en profundidad. Y muy especialmente
si se tiene en cuenta el siguiente hecho: hasta no hace mucho, la mayor parte de las familias adoptaban niños
pequeñitos, de aproximadamente la edad que deseaban. Así, por ejemplo, en la muestra andaluza por nosotros
estudiada, el 61% de los padres que deseaban adoptar a un recién nacido, pudieron hacerlo; de los que preferían un
niño menor de 3 años, el 85% lo recibieron en adopción. Pero la situación ha cambiado dramáticamente en pocos
años: las listas de espera siguen creciendo al mismo ritmo con que disminuyen los niños pequeños disponibles. Cada
vez más, quienes quieran adoptar y no deseen esperar años y años, deberán orientarse hacia las adopciones
especiales (niños mayores, con problemas de salud, con deficiencias o minusvalías) o hacia la adopción
internacional. En ambos casos, se plantearán a la familia retos adicionales a los habituales en, por ejemplo, los
padres de nuestro estudio en Andalucía. No parece entonces razonable que si las dificultades van a aumentar, los
recursos que se pongan a disposición de las familias no se incrementen.
Al respecto de lo que estamos comentando, debe tenerse presente que con alguna frecuencia ocurre que los padres
que tienen menos recursos de tipo personal y social (no hablamos de recursos económicos, sino de recursos para
hacer frente a dificultades en la relación, recursos para saber buscar fuentes de apoyo eficaces, etc.) son los que en
ocasiones reciben a niños con más necesidades. Ello puede deberse a una variedad de razones sobre las que no
podemos sino especular, pero que ahora no nos conciernen. Lo que nos importa es llamar la atención sobre el hecho
de que todo el modelo de relación con las familias que se proponen adoptar, que están en proceso de adoptar o que
ya han adoptado, debe ser replanteado en profundidad. Y debe ser planteado no como un mero problema de
selección, sino también y sobre todo como un problema de capacitación, formación e información a las familias, tanto
sobre los tipos de circunstancias o problemas que pueden encontrar como sobre las formas más aconsejables de
hacerles frente dentro de una lógica diversidad. Y también como un problema de apoyo a las familias adoptivas
variable en función de sus necesidades, debiendo a este respecto las entidades públicas optar por una actitud de
claro desequilibrio: dar más apoyo y ofrecer más recursos a aquellos padres adoptivos que previsiblemente van a
tener más dificultades para sacar adelante al niño adoptado y a la familia reconfigurada.

Dados los acelerados cambios que se están produciendo en el panorama de la adopción, si estas modificaciones no
se introducen y no se introducen pronto, probablemente los problemas aumenten, pues sencillamente están
aumentando los factores de riesgo. Lo que hace falta es entonces aumentar los factores de protección. Así lo
merecen los niños y niñas adoptados, que tienen derecho a una familia y a una vida feliz con ella, pero así lo merecen
también los padres adoptivos, que abren su corazón, su casa y sus ilusiones a una nueva realidad familiar por la que
optaron en algún momento de su vida.

TEMA 7. HOMOPARENTALIDAD Y OTRAS MODALIDADES FAMILIARES

ALGUNAS IDEAS A RESALTAR SOBRE EL ESTUDIO DE LAS FAMILIAS HOMOPARENTALES

- Escasos estudios en España, a diferencia de los realizados en países como Estados Unidos, el Reino Unido,
Canadá, Suecia o Bélgica → escaso conocimiento sobre ellas en nuestro país.
- Múltiples vías para convertirse en padres o madres.
- Falta de consenso en cómo denominarlas.
- Falta de más estudios y algunos enfoques teóricos psicológicos que se centren también en los aspectos
positivos, contribuyen a percepciones prejuiciosas.
- Estudios principalmente de carácter puntual; con muestras escasas y poco representativas; mayoritariamente
de poblaciones de etnia blanca, de medio y alto nivel educativo, en activo a nivel laboral; con estudios con
diferentes metodologías, muestras y variables exploradas; con estudios centrados en el análisis de productos
más que de procesos y con abordajes mayoritariamente cuantitativos; más centrados en madres lesbianas
que en padres gays, y que no siempre los comparan con padres y/o madres heterosexuales; donde se
pueden dar normalmente informes subjetivos, etc.

PREJUICIOS ENCONTRADOS RESPECTO A LAS FAMILIAS HOMOPARENTALES (González, 2007, Golombok,


2015, entre otros)

- Gays y lesbianas son personas insanas, inestables, incapaces de formar una familia y carentes de
habilidades parentales.
- Estas familias viven aisladas, sin redes sociales de apoyo.
- Los niños y niñas que crecen en familias homoparentales muestran un desarrollo psicológico alterado por
carecer de los necesarios referentes masculino y femenino.
- Los niños y niñas que crecen en familias homoparentales van a tener muchos problemas porque sufren el
rechazo social.
- Los niños y niñas que crecen en familias homoparentales van a acabar siendo también homosexuales o
muestran un desarrollo atípico del género.
- Los niños y niñas que crecen en familias homoparentales tienen muchas probabilidades de sufrir abusos
sexuales.
PRINCIPALES DIFERENCIAS Y SIMILITUDES ENCONTRADAS EN LOS HIJOS DE PADRES/MADRES
HOMOSEXUALES DIVORCIADOS O A TRAVÉS DE TÉCNICAS

ASISTIDAS Y HETEROSEXUALES (autores varios)

- Relaciones de adolescentes con sus padres/madres similares, y en general, similar ajuste psicológico.
- En divorcio, dificultades similares, y en reconstitución, se enfrentan a mayor parentalidad positiva y grado de
satisfacción familiar.
- Heterogeneidad de resultados, pero mayor redundancia en resultados que señalan que si se crían con dos
madres → mayor atención, afecto y vinculación con ambas → beneficio en adaptación.
- Más contacto con familia extensa y con personas de ambos sexos (en parejas de lesbianas).
- Están satisfechos con su identidad sexual, no desean cambiarla.
- Su conducta asociada al rol no difiere respecto a los hijos de padres heterosexuales (en preferencia de
juguetes, actividades, intereses o elección ocupacional) o incluso, sus preferencias están menos
estereotipadas (datos con hijos de familias de lesbianas solo).
- Los hijos/as son mayoritariamente son heterosexuales.
- En jóvenes, no descartan la posibilidad de una relación lésbica.
- Si han vivido estigmatización social, más problemas de ajuste.
- Hijos concebidos por donación (óvulo, esperma) pueden mostrar interés por origen, al igual que en la
adopción

ALGUNOS DATOS ENCONTRADOS EN LA PARENTALIDAD HOMOSEXUAL A DIFERENCIA DE LA


HETEROSEXUAL (autores varios)

- Mayor flexibilidad acerca de las reglas familiares.


- Desarrollo de mayores estrategias de coparentalidad.
- Actitudes más tolerantes hacia la sexualidad de los hijos.
- Actitudes más tolerantes hacia la diferenciación de roles.
- Los criterios que regulan la relación de pareja son similares en ambos casos.
- Datos contradictorios según el estudio en relación con los apoyos que reciben.
- Algunos apuntan hacia una mayor estabilidad en las relaciones.
- Las parejas de lesbianas sostienen relaciones parento-filial más afectuosas, produciendo mayor bienestar
psicológico en los hijos.

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