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UNA SOLUCIÓN VETUSTA A UN PROBLEMA MODERNO

CARLOS MANUEL ZORRILLA MOJICA

PRIMER AÑO DE LA ETAPA DISCIPULAR, SEMINARIO MAYOR


ARQUIDIOCESANO DE BUCARAMANGA

SEMINARIO DEL PENSADOR ANTIGUO

LIC. NATALIA GÓMEZ

15/03/2023
INTRODUCCIÓN

Desde antiguo se ha tratado de buscar la manera de tener siempre un buen comportamiento y esto
implica, entre tantas cosas, ser un hombre virtuoso éticamente. Para poder entender un poco sobre
el mal comportamiento y la manera de erradicarlo, realizaremos un paralelo entre dos textos muy
profundos que nos pueden ayudar.
En primer lugar, la Sagrada Escritura nos iluminará con el Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según San Marcos, específicamente en el capítulo 7 del versículo 20 al 23 de la Biblia
de Jerusalén.
En segundo lugar, la Ética a Nicómaco de Aristóteles de la editorial Gredos, enfatizando en
algunos puntos específicos.
Esta explicación nos ayudará a comprender un poco sobre las virtudes, y a darle una posible
solución a esta problemática humana implícita en la Sagrada Escritura y explicita en un ejemplo
irreal.
En el texto bíblico, encontraremos una situación sencillamente profunda, la cual es la
siguiente:
Lo que realmente contamina al hombre es lo que sale de él. Porque dentro, del corazón de los
hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias,
maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades
salen de dentro y contaminan al hombre. (Biblia de Jerusalén, 2018, Mc 7, 20 - 23)
Claro está, nuestro Señor Jesucristo ha realizado una explicación magna en contenidos tanto
morales como éticos, puesto que, el habiendo reconocido la profundidad del tema, se permite
explicarle más a fondo a sus discípulos para que ellos pudieran comprenderle mejor.
Ya al conocer el contexto de la situación, se ha de permitir realizar un análisis del pensamiento
del Maestro, tratando de explicarlo con los escritos del Estagirita.
UNA SOLUCIÓN VETUSTA A UN PROBLEMA MODERNO
En el contexto social en que nos encontramos, donde una recta moral es lo menos que se tiene
en cuenta, nos lleva a pensar si verdaderamente el hombre es virtuoso por naturaleza o si en el
transcurrir de los tiempos se ha ido degenerando a causa de la misma sociedad.
Quiérase o no, desde antiguo se veía esta situación, Aristóteles lo vivió cuatro siglos antes
que Jesucristo, pero, aun así, ya habiendo conocido un comentario sobre el tema, se seguía
presentando la situación.
Es importante conocer el contexto puesto que el que está hablando es Jesús mismo a sus
discípulos, anterior a esto les ha reprendido por «carecer de inteligencia» (Biblia de Jerusalén,
2018, Mc 7, 18) sabiendo que había llamado a la gente de Galilea y les había explicado sobre
la doctrina de lo puro y lo impuro, en la cual se enfatizaba en que «nada hay fuera del hombre
que, entrando en él, pueda contaminarle» y «lo que realmente contamina al hombre es lo que
sale de él» (Biblia de Jerusalén, 2018, Mc 7, 15).
Aristóteles reconoció que «ninguna de las virtudes éticas se produce en nosotros por
naturaleza» (Aristóteles, Ética a Nicómaco, LIBRO 2, Editorial Gredos), si bien esto puede
sonar un poco contradictorio ante la palabra de Cristo hay que entender que Él (Jesús) no
habla de las virtudes en sí, sino en aquello que las corrompe, en lo que se pue den llegar a
convertir y en que no hay nadie más que la perversa que uno mismo.
Habla de 12 perversidades que contaminan al hombre, las cuales, viéndolas desde el punto
Aristotélico son excesos y defectos a causa de pasiones y dolores, por ejemplo:
Las fornicación -Del latín fornicari, tener relaciones sexuales con una prostituta
(Wikidiccionario, Fornicar)- es una acción, la cual, viola muchas virtudes y es provocada por
muchas variables. En este espacio encontraremos un caso inventado en el que utilizaremos un
método para aprender a solucionar el problema de la fornicación, girando en la Ética a
Nicómaco y la Sagrada Escritura, con el fin de explicar un poco el porqué de las acciones y el
cómo solucionarlas.

Ejemplo y Método
«Una persona de 29 años de edad recae en el pecado de la fornicación, esta persona vive
sola, ha terminado hace 2 meses con su pareja con la cual llevaba 5 años de casados, decide ir
a el lugar de los hechos puesto que se sentía sola, sobre todo porque en ese día, si no se
hubiera divorciado, estaría cumpliendo un año más de relación con su pareja.»
En este punto hemos de reconocer, en primer lugar, que claramente la acción pecaminosa
es la fornicación, que la persona no ha tenido una recta moral y que se ha dejado llevar por
los dolores y las pasiones.
No ha tenido una recta moral, porque al saber que la acción que iba realizar era mala, aun
así, la realiza; se ha dejado llevar por los dolores, puesto que ha recordado que hace cierto
tiempo tenía al “amor de su vida” pero ya no está, y, ha dejado que la pasión por la acción
sexual la consumiera, con un pensamiento inicuo de que así podría disminuir o calmar su
dolor.
En segundo lugar, al haber profundizado un poco en el tema, entramos a tratar en lo que
nos dice Nuestro Señor: «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones
malas.» (Mc 7, 21. Sabiendo bien que su pareja no está, nadie la ha inducido a cometer la
acción, ella misma ha querido lanzarse a la deriva en un mar de muchas posibilidades sin si
quiera pensar en las consecuencias que pudo haber tenido, las cuales no son mínimas y
muchas de ellas están relacionadas a la parte física, como enfermedades de transmisión
sexual, etc.
Ahora bien, es muy importante reconocer que se debe actuar siempre con la razón y no con
los sentimientos, porque ¿Qué tenía esta persona en el corazón para que la llevara a hacer
dicha acción? La respuesta es sencilla, pasiones represadas, dolores profundos y mucha
inestabilidad a causa de estos.
Esas pasiones se pueden traer a la luz con nombre propio, puesto que se reconocen de una
forma rápida: deseo, tristeza, odio, entre otras.
En tercer lugar, Aristóteles y su Ética nos trae una luz para este oscuro problema y es
aprender a ver los excesos y defectos para alcanzar la plenitud de la virtud, ósea el medio. En
este caso reconocemos varios defectos, por ejemplo, la falta de aceptación propia, la falta de
valor para asumir las circunstancias de una manera efímera, entre otras; también vemos
muchos excesos, como el ser irascible, vengativa.
En esa búsqueda del medio, queriendo alcanzar el bien, como dice la Ética en su libro II,
hay que ser conscientes de las cosas por las cuales nos inclinamos más y tirar para el otro
lado, también reconociendo que tendemos a juzgar imparcialmente a lo que nos parece bonito
y/o agradable.
Lista está la tarea de ver la situación y de juzgar con razón, ahora el deber-ser del método
nos lleva a buscar una solución, no para remediar la acción, sino para no caer en la tentación.
Esa tentación que sale del fondo del corazón y contamina al hombre, pero que no viene de
naturaleza, sino que poco a poco, al no saber afrontar los problemas, se va a ir forjando.
La persona ha adquirido una responsabilidad muy grande, al igual que todos nosotros, y es
pensar antes de actuar, de conocer un poco de lo que éticamente está mal, porque puede
actuar involuntariamente por ignorancia, aunque si lo hace con ignorancia cambia la cuestión,
bien lo dice la Ética.
El actuar con ignorancia podría ser un riesgo, puesto que estamos en una sociedad que nos
prepara muy bien con los conocimientos básicos y con ejemplos de vida para que esto no
suceda, pero por si es el caso, no está de más leer un poco de la Ética en la cual tratamos.
La solución ya está implícita a lo largo del texto y sencillamente es dejar de lado las
pasiones, superar los dolores y tomar decisiones con la razón, con una consciencia firme en
siempre seguir el bien, reconociendo la fragilidad humana, pero teniendo una recta moral ante
la vida.
En conclusión, la Ética y la Sagrada Escritura han iluminado una gran parte de éste
escrito, y nos ha permitido realizar un método el cual fue tomado del Concilio Vaticano II, el
Ver, Juzgar y Actuar.
Ver con claridad que el hombre es frágil, por ende, tiende a dejarse llevar por las pasiones
y los dolores, pero que de su interior es donde emana una fuerza para ser capaz de inclinarse
por lo bueno o por lo malo.
Juzgar que muchas veces se inclina por lo que le gusta y no por el bien, no teniendo un
pensamiento razonable sobre las circunstancias, dejando que los dolores le invadan y
actuando con poca moral; actuando con ignorancia creyendo que la sociedad es la culpable y
que nada tiene que ver la razón con el sentir.
Actuar se ha convertido en un hecho simple, desmesurado e insignificante para muchos,
pero en realidad, es un complot entre las pasiones y dolores en torno a la razón, que muchas
veces nadie sabe el porqué de la acción más que la persona que la realiza, y por eso recae en
la culpa cuando se realiza mal.
Palabras más, palabras menos, Somos frágiles y actuamos por gusto y pasión. Trabajemos
en ello para que de nuestro corazón no salgan las cosas malas, sino buenas y rectas
intenciones.
BIBLIOGRAFÍA

Biblia de Jerusalén, 2018, Mc 7, 10 ss.


Aristóteles, Ética a Nicómaco, LIBRO 2 - 3, Editorial Gredos.

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