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En el trascurso de pocos años, desde 1517 cuando, según la leyenda popular, Martín Comentado [UAOG1]: Durante y después de que Lutero
Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, y 1546 planteara su reforma, la esuropa católica se partión en varias
iglesias cristianas que competían entre si (católicos,
cuando fallece, la Europa católica se partió en numerosas iglesias cristianas que anglicanos, luteranos y calvinistas)
competían entre sí: católicos, anglicanos, luteranos, calvinistas y anabaptistas. La
reforma protestante fue el fin del cristianismo medieval en el que la gran mayoría de los
europeos eran católicos. El término “protestantes” es algo ambiguo puesto que los
“reformadores” protestantes no reformaron realmente la Iglesia católica, sino que
rompieron con ella y fundaron otras iglesias. En el lado católico, el término
“contrarreforma” que es usado con frecuencia para describir la reacción católica, es
también ambiguo porque el principal propósito de los reformadores católicos era
reformar su propia iglesia, no atacar a los protestantes. Por supuesto que hubo una
“contrarreforma” en el sentido de que los príncipes católicos hicieron la guerra a los
príncipes protestantes, y los príncipes protestantes montaron su propia contraofensiva.
La reforma católica
En el nivel local, el panorama general era variado. Algunos de los párrocos, por
lo regular en las áreas urbanas, estaban bien preparados y daban buenos sermones. Pero
otros, en especial en el campo, tenían escasa preparación teológica. Su nivel educativo
estaba solo un poco por encima del de sus parroquianos. Adicionalmente, había miles de
sacerdotes a los que el historiador de la iglesia Joseph Lortz llama “proletariado
clerical”, por no pertenecer a parroquia alguna y no contar con un salario fijo (Lortz,
1968: I: 97). Algunos eran capellanes de cofradías y hermandades o de familias
adineradas. Pero la mayoría vagaba de lugar en lugar en búsqueda de oportunidades
para decir misas o celebrar sacramentos. Estaban tan mal capacitados que contribuían
poco a la formación de los laicos. Los conventos y monasterios estaban llenos de
religiosos sin vocación. Por supuesto, algunas de las órdenes religiosas se habían
autorreformado, como los agustinos, la orden de Lutero. En España, el cardenal Jiménez
de Cisneros, arzobispo de Toledo de 1495 a 1517 y confesor de la reina Isabel,
emprendió una amplia reforma de los monasterios.
Pero la reforma llegó también desde abajo. Ciertos obispos como Carlos
Borromeo (1534-1584), el cardenal arzobispo de Milán, destacaron por su celo
reformista. Surgieron nuevas órdenes religiosas que promovían reformas. Dos místicos
en España, Teresa de Ávila (1515-1582) y Juan de la Cruz (1542-1591) fundaron la
orden de los carmelitas descalzos para varones y mujeres.
Ninguna orden fue más importante que la Sociedad de Jesús, o Jesuitas, fundada
por Ignacio de Loyola. Los ejercicios espirituales que parten de la propia experiencia de
conversión de Ignacio, significaron una nueva espiritualidad para los cristianos en el
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mundo. Cuando la orden fue aprobada por el papa Pio III en 1540, se le encomendó
servir a la iglesia en las tareas que el papa considere más urgentes. Combatir el
protestantismo no aparece de manera explícita entre las tareas asignadas, tampoco la
educación aparte de la enseñanza del catecismo a los niños. Sin embargo, muy pronto
los jesuitas descubrieron la importancia de la educación. En un tiempo muy reducido,
los jesuitas fundaron colegios (escuelas previas al nivel universitario) en toda la Europa
católica. Hacia 1556, los jesuitas tenían 236 colegios en Europa y el Nuevo Mundo.
También enseñaban y ostentaban cargos importantes en muchas de las principales
universidades en ambos mundos.
Contrastes y similitudes
Tanto las devociones como los servicios religiosos sintieron el impacto de los
dos movimientos reformistas. En general, en ambos lados mejoró el nivel de
predicación. Los servicios protestantes eran más austeros aunque promovían el canto.
La Biblia se convirtió en el libro estándar para los protestantes, pero también usaban
catecismos. A manera de contraste, para los católicos los libros estándar eran los
catecismos mientras que la Biblia fue relegada a los seminarios y las rectorías
parroquiales. La imprenta sirvió mucho a los protestantes al hacer más acequibles la
Biblia y libros de cánticos y rezos para el uso de los creyentes. En un contraste muy
grande, en el mundo católico florecieron la arquitectura, la pintura y la música barrocas.
El estilo barroco –que encuentra su major expression en las iglesias jesuíticas– buscaba
despertar los sentidos y elevaba los corazones y las mentes hacia Dios. Por supuesto,
para Calvino, las imágenes eran una distracción en la búsqueda de lo divino.
Los reformistas en ambos lados se propusieron –aunque con poco éxito– re-
evangelizar las áreas rurales. En el campo reinaba la religiosidad popular, una mezcla de
creencias cristianas y tradiciones folklóricas. Mientras que los protestantes buscaban
extirpar la religiosidad popular y re-evangelizar a los campesinos, los católicos
buscaban corregir los abusos y las exageraciones manteniendo muchas de las prácticas
tradicionales. Al mismo tiempo, Roma impuso estándares elevados para la
canonización: a partir del Conclio de Trento no se aceptan solicitudes de
reconocimiento de milagros que no estén debidamente documentados. El énfasis se
hacía en virtudes heroicas y en labores caritativas. Todos los fundadores de las órdenes
y congregaciones educativas han sido canonizados.
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Las dos reformas han generado estados confesionales: proposiciones dogmáticas
precisas definen lo que los ciudadanos o súbditos deben acatar y profesar en una región
determinada. Ambas reformas esperaban que el estado haga cumplir las obligaciones
religiosas.
A pesar de que ambas partes buscaban elevar el nivel del comportamiento moral,
en lo político ninguna de ellas pensaba realizar cambios sociales importantes y, menos,
apoyar movimientos apocalípticos o mesiánicos. Lutero condenó a Tomás Münzer y el
levantamiento campesino (1524-1525) en el sur de Alemania en términos muy directos.
En los siglos XVII y XVIII, el cambio social era promovido por grupos disidentes como
los metodistas y los cuáqueros, ambos impulsores de una reforma penitenciaria y
favorables a la abolición de la esclavitud. Tanto los protestantes como los católicos
estuvieron alineados muy estrechamente con los estados nacionales, que se legitimaban
gracias a la confesión en particular que apoyaban. El luteranismo se convirtió en la
religión oficial en la mayor parte de los estados nor-germánicos y en Escandinavia; el
calvinismo en Suiza y Escocia; el anglicanismo en Inglaterra. El catolicismo nacional se
estableció como la religión en la Europa católica y en América Latina. Pero el papado –
reafirmado en el Concilio de Trento– mantuvo su carácter universal y se opuso a los
intentos que realizaban las monarquías católicas por subordinar la iglesia al estado.
Como resultado, hubo más tensiones entre el papado y las monarquías católicas y, en
particular, con el absolutismo de los borbones en Francia, España y Portugal, que entre
el papado y las iglesias protestantes y sus respectivos gobiernos nacionales. Debido a
los estrechos lazos entre la iglesia y el estado, los liberales y francmasones en la Europa
católica y América Latina eran en su mayoría anticlericales.
Las reformas tuvieron poco impacto fuera de Europa. Los protestantes ingleses,
puritanos y anglicanos fundaron comunidades en América del Norte, pero llevaron a
cabo pocos intentos de cristianizar a los indígenas. En contraste, la Europa católica
envió oleadas de misioneros para evangelizar el Nuevo Mundo y Asia. Francia, España
y Portugal asumieron como una política oficial la evangelización de los pueblos nativos
del Nuevo Mundo. La convocatoria a evangelizar provocó entusiasmo al inicio porque
se percibía que las nuevas almas ganadas en América compensaban la pérdida de almas
por el protestantismo en Europa. Pero el Concilio de Trento echó una sombra en el
proceso. En Europa, la nueva ortodoxia emanada del Concilio de Trento colocó el
catolicismo de las clases bajas y en particular de los campesinos bajo escrutinio. Del
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mismo modo, se producían dudas acerca de si los indios del Nuevo Mundo y los negros
esclavos eran auténticamente cristianos, o seguían siendo paganos.
Referencias
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