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Apuntes generales sobre las actas auténticas, su fuerza probatoria y otros aspectos de los

notarios

I. De las actas notariales y su carácter auténtico

a. Definición

Cuando el legislador del Código Civil tasa la prueba, pone la prueba literal en primer lugar u
orden. Pero además, dentro la sección que dedica a la prueba literal, pone en primer renglón al
acto auténtico. Esto lo hace definiéndolo en el artículo 1317 del Código Civil dominicano, que
reza de la manera siguiente:

“Art. 1317.- Es acto auténtico el que ha sido otorgado por ante oficiales públicos, que tienen
derecho de actuar en el lugar donde se otorgó el acto, y con las solemnidades requeridas por la
ley”.

Esto no hace más que resaltar la importancia que en el sistema de prueba tasada tienen estas
actas, y la particular jerarquía de las mismas en dicho sistema en razón de esa condición de
preponderancia. Ello se debe a que como veremos, las actas auténticas comportan una serie de
solemnidades que le revisten de mayor seguridad jurídica.

En ese sentido, el artículo 2 de la Ley 140-15 del notariado contempla una serie de principios
entre los que se encuentra el de seguridad jurídica. Dicho esto, el numeral 8 establece lo
siguiente:

“8) Seguridad jurídica. Los notarios, investidos de fe pública y apegado[s] al principio de


legalidad, procuran en el ejercicio de sus funciones dotar de seguridad jurídica las actuaciones
en las que participen para el bien y la transparencia de la actividad económica y el desarrollo de
las actividades legales en la República Dominicana”

En el numeral 3, el mismo artículo 2 de la Ley 140-15 define el concepto de Instrumentos


notariales, de la siguiente manera:

“3) Las actas auténticas recogerán las actuaciones de los notarios de manera regular y como
expresión de una mayor y mejor seguridad jurídica; y los actos bajo firma privada serán la
excepción para los asuntos de menor transcendencia”
Por último, encontraremos una definición normativa del concepto de “Acta notarial” en el
artículo 30 de la múltiples veces citada Ley 140-15:

“Artículo 30.- Acta notarial. El acta notarial es el instrumento público o auténtico original que
redacta el notario y conserva en su protocolo, a solicitud de parte interesada, para hacer constar
uno o varios hechos presenciados por él, declarados por los comparecientes, autorizado con su
firma y sello”.

b. La fe pública del notario

Todos estos conceptos señalados en la sección anterior nos llevan a reflexión con relación a la
calidad que debe ostentar el notario para poder redactar e instrumentar actos de esta naturaleza.
En ese sentido, el elemento que debemos resaltar en el notario es la denominada “Fe Pública”. El
artículo 20 de la Ley del notariado establece que:

Artículo 20.- La fe pública. La fe pública delegada por el Estado al notario es plena respecto a
los hechos que, en el ejercicio de su actuación, personalmente ejecute y compruebe, así como en
los actos jurídicos de su competencia. Esta fe pública alcanza el hecho de haber sido otorgada
en la forma, lugar, día y hora que en el instrumento se expresa.

Párrafo.- Todo instrumento notarial público o auténtico tiene fuerza probatoria hasta
inscripción en falsedad, en lo que se refiere a los aspectos en que el notario da fe pública de su
comprobación.

Esta disposición se ve reforzada por lo que establece el artículo 16 de la misma Ley que a los
efectos se lee:

Artículo 16.- El notario como oficial público. Los notarios son oficiales públicos instituidos por
el Estado para recibir, interpretar y redactar los actos, contratos, declaraciones y hacer
comprobaciones de hechos que personalmente ellos ejecutan, a los cuales les otorga la
autenticidad inherente a los actos de la autoridad pública y los dota de fecha cierta, de
conformidad con la ley.

c. La solemnidad del acto auténtico

El otro elemento que reviste de particular fuerza probatoria a los actos auténticos es el
procedimiento seguido para su dictado. En ese sentido, los párrafos I y II del ya citado artículo
30 de la Ley 140-15 establecen lo siguiente:
Párrafo I.- Es notarial todo documento que sea expedido cumpliendo con las formalidades
legales del instrumento auténtico y haya sido autorizado por notario activo en el ejercicio de
sus funciones y dentro de su ámbito de competencia. [Subrayado nuestro]

Párrafo II.- Los notarios identificarán a las partes, testigos o comparecientes mediante la
presentación de sus cédulas de identidad y electoral o de cualquier otro documento destinado a
la identificación de las personas cuando no estuvieren obligadas a tener aquéllas.

Esas formalidades a las que se refiere el Párrafo I del artículo 30 de la Ley del notariado se
encuentran taxativamente enunciadas en el artículo 31, y son, en términos generales, las
siguientes:

1. Deben ser redactadas a máquina, computadora, en forma manuscrita o mediante cualquier otro
medio electrónico que permita el impreso en soporte papel;
2. En un solo y mismo contexto, tanto en el anverso como en el reverso;
3. En idioma español, con letra clara, sin abreviaturas, espacios en blanco, lagunas ni intervalos;
4. Se harán constar los nombres, apellidos, nacionalidad, estado civil, número de cédula de
identidad y electoral;
5. En caso de extranjeros no residentes, el documento de identificación oficial permanente, y
domicilio de las partes;
6. En caso de que la ley requiera testigos; estos serán dominicanos, mayores de edad y tendrán que
saber leer y escribir, y residir y estar domiciliados donde tiene la jurisdicción el notario actuante;
7. Las fechas y cantidades se expresarán en letras y números, y los poderes relacionados con la
actuación notarial serán anexados a la escritura original, salvo que comprendan otra operación,
caso en el cual el notario lo hará constar en el acta que instrumenta;
8. Consignar en el acta, que la misma ha sido leída a las partes, y cuando fuere necesaria la
asistencia de testigos, que ha sido leída en su presencia.

d. Jurisprudencia

Nos permitimos citar la jurisprudencia utilizada por la maestra Jarolyn Rosario en su


presentación sobre el tema para explicar cuál ha sido la posición de la jurisprudencia con
relación a la fuerza probatoria de las actas auténticas:

Fuerza probatoria. La fe pública es la credibilidad y fuerza probatoria atribuida a


determinados documentos producidos por ciertos oficiales públicos en virtud de la autoridad
que le otorga la ley respecto de las comprobaciones que ellos hacen. [SCJ, 1a Sala, 3 de julio de
2013, núm. 50, B. J. 1232].

El acto auténtico solo hace fe de los hechos que el oficial público actuante atestigua haber
comprobado; no hace fe de las declaraciones o enunciaciones hechas por los comparecientes.
[SCJ, 1a Cámara, 3 de junio de 2009, núm. 18, B.J. 1195; 14 de septiembre de 2005, núm. 18, B. J. 1138,
pp. 118-123].

Por último, la maestra también refiere una jurisprudencia sobre el poder soberano de apreciación
de los jueces respecto del acto auténtico y el cumplimiento o no de los requisitos de forma y
fondo del mismo. A saber:

Poder soberano de los jueces. Es una facultad soberana de los jueces de fondo apreciar si el
acto auténtico cumple o no con los requisitos y exigencias, de forma y de fondo, establecidos
por la ley. [SCJ, 3ª Sala, 15 de agosto de 2012, núm. 41, B. J. 1221].

II. La prueba en materia tributaria

En materia tributaria, la prueba es abierta. En ese sentido, el artículo 60 del Código Tributario
reza de la manera siguiente:

“Artículo 60. En las gestiones y procedimientos de la Administración Tributaria serán


admisibles todos los medios de prueba aceptados en derecho y que sean compatibles con la
naturaleza de aquellos trámites”.

Sin embargo, en esta materia adquiere particular preponderancia la declaración jurada, debido a
la obligación que tiene el sujeto pasivo de declarar a los fines de determinar los impuestos
correspondientes. En ese sentido, nos permitimos citar nuevamente el Código Tributario, esta
vez en su artículo 328:

Artículo 328.- Deber de presentar declaraciones juradas. La determinación y percepción del


impuesto se efectuará sobre la base de declaraciones juradas que deberán presentar los
responsables del pago del gravamen en la forma y plazos que establezca el Reglamento. Dichas
declaraciones juradas hacen responsables a los declarantes por el impuesto que de ellas resulte,
cuyo monto no podrá ser reducido por declaraciones posteriores; salvo errores de cálculo, sin la
expresa autorización de la Administración Tributaria.

Con relación a las declaraciones juradas, la maestra trae a la discusión una interesante jurisprudencia:
[…] En cambio, no es necesaria la inscripción en falsedad para impugnar las declaraciones
hechas por las partes, ya que el funcionario público actuante se ha limitado a recoger dichas
declaraciones sin garantizar que estas sean veraces. [SCJ 14 de septiembre de 2005, núm. 18,
B.J. 1139, pp. 118-123].

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