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24 de Marzo: Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Seños y/o familias: Hemos comenzado la Semana de la Memoria. Se trata de recordar lo que pasó en nuestro país
a partir del 24 de marzo de 1976, cuando se produjo el Golpe de Estado que desplazó al gobierno elegido por el
pueblo. Si bien han pasado 45 años, debemos recordar estos hechos para que no vuelvan a repetirse.
Les recordamos que es muy importante trabajar este tema. No sólo para conocer lo que nos pasó como sociedad,
en aquel momento en que se lesionó el tejido social, se cayeron todas las demostraciones de solidaridad y primó lo
individual sobre lo social, sino porque es una fecha instituida dentro del calendario escolar que debe ser trabajada.
Por otro lado, hoy en día, las Abuelas de Playa de Mayo que todavía están vivas, buscan a los nietos que todavía
les faltan, en los Jardines, pero no como alumnos, sino como padres o abuelos de los y las niños y niñas, que
asisten, actualmente, a los Jardines de Infantes.
Consigna Salas de 4 y 5 años: Les proponemos que les lean a sus alumnos/as o a hijos/as, la poesía ¿Quién le
puso el nombre a la luna? de Mirtha Golberg. A las Seños no les vamos a decir cómo tienen que contar un
cuento, pero a las familias, les vamos a dar algunos consejitos prácticos para que disfruten de leer una poesía,
tanto Uds. como sus hijos/as:
Busquen un lugar tranquilo, tómense su tiempo para realizar esta tarea. Bájenle el volumen al celular, apaguen la
tele, la radio. Generen un clima en el que los niños y niñas sientan que es “su” momento. Pídanles a los niños/as
que hagan silencio y que estén atentos. Como los hacía su mamá y su abuela cuando Uds. eran pequeñas/os.
Pueden escucharla también, sus otros/as hijos/as.

¿Quién le puso el nombre a la luna?


¿Habrá sido la laguna, que de tanto verla por la noche decidió llamarla luna?
¿Quién le puso el nombre al elefante?
¿Habrá sido el vigilante, un día que paseaba muy campante?
¿Quién le puso el nombre a las rosas?
¿Quién le pone el nombre a las cosas?
Yo lo pienso todos los días.
¿Habrá un señor que se llama Pone nombres que saca los nombres de la Nombrería?
¿O la arena sola decidió llamarse arena y el mar solo decidió llamarse mar?
¿Cómo será?
(Menos mal que a mí me puso el nombre mi mamá.)

Podemos comentar que en la Convención Internacional sobre los Derechos de la Infancia dice que, en cuanto un
nene o una nena nacen, tienen que ser anotados en el Registro Civil. En este lugar aparecen registradas con su
nombre y apellido todas las personas. Todos tenemos los mismos derechos; en eso somos iguales. Pero, a la vez,
somos todos diferentes: el nombre y el apellido nos identifican. También nos identifica nuestra nacionalidad, es
decir, el país donde nacemos o donde nacieron nuestros padres.  
Pensamos nombres de niños de la sala o del Jardín que tengan el mismo nombre y cómo hacemos para
identificarlos. A veces, por el apellido; otras por alguna característica personal; chiquito o grande. Cada uno es
distinto y cada uno es especial.
Jugamos a cambiarnos el nombre, nos ponemos el del/ de la compañero/a que está al lado; después del que está
al frente; del que está del otro lado ¡Qué lío! Se nos confunden los nombres. Por eso es que nuestras familias nos
eligen los nombres, esos y no otros. Pensamos qué pasaría si alguien nos cambia el nombre y nos lleva a vivir a
otro lado lejos de nuestras familias. Eso pasó en nuestro país hace muchos años. Y todavía las familias buscan a
esos/as niños y niñas que ahora son grandes, como sus abuelos y abuelas y que no saben que tienen otros
nombres y otras familias, que los esperan.
      
“Aprender a escribir el nombre propio es aprender algo muy especial, ya que forma parte de la propia identidad…”,
según nos señalan, Emilia Ferreiro y Margarita Gómez Palacio (1982: 103, fascículo 4).
Les pediremos a los/as niños/as que se dibujen en una hoja. El adulto, ya sea la Seño o un familiar, escribirá el
nombre del niño/a en el pizarrón o en una hoja, con letra imprenta mayúscula para que el niño/a lo copie. Quienes
tengan revistas o diarios en sus casas, que los niños/as busquen, recorten y peguen las letras de su nombre.
La familia escribirá o contará, por qué eligieron ese nombre para su hijo/a.

Podemos trabajar con el D.N.I. de cada niño, usando una fotocopia ampliada, para que veamos qué datos aparecen
en el documento que nos identifica: nombres, apellidos, fecha de nacimiento, dirección, localidad, nombre de quien
lo/la inscribió. Podemos comparar cuántos nombres y apellidos tiene cada uno/a; nombres largos y cortos; si
empiezan o terminan igual; si los números de documento empiezan iguales y qué cambia; si coinciden las calles en
las que viven. Destacando las cosas que nos hacen iguales, parecidos o distintos, pero cada uno/a, valioso en sí
mismo. Y que cada uno/a tiene el derecho de usar los nombres y apellidos que su familia, le dio.

Opcional: a la poesía podemos contarla usando un “susurrador”. Para realizar un “susurrador”, usamos un cartón de
un rollo de cocina que se terminó. Lo decoramos pintándolo o pegándole pedacitos de papel. Como Uds. quieran.
Si no tienen un cartón del rollo de cocina, pueden hacerlo uniendo dos o más cartones de rollos de papel higiénico.
También puede ser un pedazo de cartón, cartulina, diario, revista y lo hacemos un rollito. Con el susurrador, vamos
a contarle en el oído, un poema muy cortito, como ¿Quién le puso el nombre a la luna? a nuestros/as niños y
niñas. Nos sentamos en ronda, en el suelo, sobre un trapo de piso, frazada, cubrecama, lo que tengan en casa. O
en el Jardín, usando un rollo de los de tela decorado, para mantener la distancia social. También puede ser en
sillas, lo importante es tomarse un momento para disfrutar mientras realizan la actividad.
Para realizar esta actividad, pueden usar algunos de los cuentos sugeridos, en lugar de la poesía.

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