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3 ¿La filosofía como saber Reflexión, Historia, Critica y Social?

La historia de la filosofía le proporciona al filósofo los problemas


fundamentales a los que tiene que enfrentarse y las soluciones que se han
intentado dar a los mismos. El filósofo intentará su propio camino teniendo
en cuenta lo que otros han pensado antes, criticándolo, mejorándolo o
superándolo. Ningún filósofo se puede entender fuera de la historia de la
filosofía: no sería comprensible un Aristóteles sin todo el pensamiento que
le precede, ni tampoco la filosofía marxista de la praxis se podría entender
sin Hegel y Feuerbach, por ejemplo. No hay filosofía que surja de las nubes,
fuera de la misma historia de la filosofía; en esto consiste uno de los
aspectos de ese carácter histórico de toda filosofía.

La filosofía tiene un carácter rigurosamente histórico, y no advertir esto


puede conducir fácilmente al dogmatismo. La filosofía es histórica, en
primer lugar, porque, al observar el modo de proceder de los filósofos,
pronto caemos en la cuenta de la importancia que la misma historia de la
filosofía precedente tiene y ha tenido siempre en todo intento de un
auténtico filosofar. Ningún filósofo ha hecho su filosofía de espaldas a los
que pensaron antes que él. La filosofía necesita de su misma historia, de su
propio pasado, para llevar a cabo su tarea.

En toda sociedad humana nos encontramos, en principio, con dos tipos o


modos fundamentales de actividad. En primer lugar, tenemos todas aquellas
actividades que están orientadas al dominio y a la transformación de la
naturaleza. En todo grupo humano una actividad fundamental es la que va
dirigida al sometimiento de la naturaleza en orden a la sobrevivencia y al
desarrollo del ser humano. La caza, la pesca, la agricultura, etc. son formas
en las cuales el trabajo humano se organiza para someter el mundo natural a
los intereses del hombre. El trabajo es, ante todo, una forma de actividad
dirigida a la transformación y a la apropiación humana de las cosas
naturales. Esta actividad laboral, por supuesto, se organiza de modos muy
distintos en cada sociedad humana y va evolucionando a lo largo de la
historia.

La vinculación de la filosofía con las tareas humanas de liberación y su


carácter crítico ha sido fuente de conflicto permanente entre los filósofos
y sus respectivas sociedades. Ninguna sociedad admite fácilmente a un
hombre que, dotado de un profundo sentido crítico, pretende reformar más
o menos radicalmente la vida humana. Bástenos con pensar en Sócrates, uno
de los grandes filósofos griegos, condenado por las autoridades a beber la
cicuta por su falta de respeto a los dioses y a la "democracia" ateniense.
Otros muchos filósofos han pagado con la cárcel, el destierro o la
marginación su crítica y su desacuerdo con las sociedades en las que les ha
tocado vivir. El filósofo es hombre que lleva a cabo una actividad que,
aunque aparezca con frecuencia como abstracta y desligada de los intereses
inmediatos de los hombres, suele ser bastante molesta para las autoridades
políticas y culturales de una sociedad determinada.

4 ¿Relación de Filosofía y Ciencia?

la filosofía, aunque no es de hecho una ciencia, debería llegar a constituirse


como tal; es decir, debería de trabajar con los mismos métodos, el mismo
rigor y exactitud que son propios de las ciencias positivas. Y no les falta
razón a estas posturas en cierto sentido: la filosofía verdadera se ha
caracterizado siempre por un deseo de rigor y de exactitud. Los que la
confunden con la poesía o con la literatura difícilmente pueden ser
considerados auténticos pensadores. Ahora bien, el que en filosofía no sirve
el mero discurso literario o propagandístico no quiere decir que la ciencia y
la filosofía sean una misma cosa.

La filosofía, como hemos visto, no pertenece a las ciencias positivas de la


naturaleza o del hombre, sino a las ciencias críticas. Esto no quiere decir
que el filósofo puede prescindir en su trabajo del conocimiento de las leyes
que descubren las ciencias positivas. Una filosofía que no tenga en cuenta
los datos de las ciencias se convierte inmediatamente en una mera
especulación vacía. Muchos filósofos, al tratar por ejemplo del mundo
natural, cometieron verdaderos disparates, fruto de su ignorancia del
estado de las ciencias en su época.

la filosofía de la naturaleza de Hegel es buen testimonio de ello. Pero una


filosofía que quiere tener bien anclados sus pies en la tierra ha de tener
muy en cuenta esa fuente inagotable de conocimientos sobre el mundo real
que las ciencias positivas representan. Ahora bien, la filosofía, por su
carácter crítico, aunque deba tener muy en cuenta los datos y las leyes de
la ciencia positiva, se diferencia muy notablemente de aquellas: la filosofía
como hemos dicho tiene unos caracteres —radicalidad, desenmascaramiento
y voluntad emancipadora— que la diferencia notablemente de las ciencias
positivas.

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