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La existencia del Derecho Constitucional como una disciplina jurídica autónoma no pudo
existir, como es evidente, antes de que aparecieran las constituciones modernas, en tanto
acuerdos jurídicos comunes para gobernar la vida de un Estado nación. Por lo tanto, su
nacimiento coincide por lo general con el de la Constitución británica del siglo XVIII,
ampliamente estudiada por el Barón de Montesquieu, uno de los más importantes escritores y
juristas de la Ilustración Francesa.
El origen del Derecho Constitucional lo encontramos en la aparición de las constituciones
modernas. El inicio de su historia coincide con el surgimiento de la Constitución británica, en
el siglo XVIII. Este documento fue estudiado por Montesquieu, Barón y jurista de la Ilustración
francesa que, para acabar con la tiranía de la monarquía absoluta, sugirió la división de poderes
en los ya mencionados anteriormente.
Sin embargo, este no fue el primer antecedente del origen del Derecho Constitucional. Ya en
la antigüedad existían leyes que marcaban los deberes de los Estados y los derechos de los
pueblos como, por ejemplo, en la Grecia Antigua y el Imperio Romano.
En la antigüedad clásica hubo las leyes fundamentales de la Grecia Antigua, estudiadas por
filósofos de la talla de Aristóteles y de Platón, quienes las distinguían de las demás leyes en
sus tratados. Igualmente, en tiempos del Imperio Romano, se firmó la Constitutio Romana en
el año 824 entre el rey Lothair I de Italia, coemperador junto con su padre Luis el Piadoso
desde 817, y el Papa Eugenio II, estabilizando la pugna de poder entre el Imperio y el
Papado.