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CAPÍTULO X

NUEVAS TECNOLOGÍAS,
¿NUEVOS MODOS DE LA SUBJETIVIDAD?*

Me introduzco en un aparato de realidad virtual. A través del cas-


co veo que estoy suspendida en una plataforma en medio del espa-
cio; delante mío una escalera que asciende. Comienzo a activar el bo-
tón superior de la pistola que permite que avance, las imágenes cam-
bian, me desplazo a una velocidad inadecuada, atravieso una colum-
na, luego, caigo al vacío. Mi estómago cae junto con la imagen; sien-
to vértigo. Retrocedo, giro con todo mi cuerpo. A mi izquierda una
escalera descendente, a la derecha, una columna. Un pájaro gigan-
tesco viene a buscarme, intento dispararle con el botón que mi dedo
índice aprieta. Lo hago en forma recta, es inadecuado, la trayectoria
debe ser parabólica. Me empapo de sudor y siento palpitaciones. El
pájaro me levanta y mi imagen -yo misma- se despedaza en medio del
espacio. Reaparezco en la plataforma. Giro con todo mi cuerpo y em-
piezo a avanzar lentamente, intentando no llevarme las columnas
por delante. Cuando me angustio dejo el dedo gatillando y avanzo
rápidamente, caigo al vacío y vuelvo a girar tratando de retomar apo-
yatura en el piso de la plataforma espacial.
He perdido dimensión del tiempo, pero a los tres minutos, exac-
tos, suena el final del juego. Un jovencito -remera, jeans, chicle, ari-
to- me quita el casco y descubro que estoy empapada en sudor. Me
dice: '¿Jodido, no?'. Yo, desde mi código, respondo: 'Lo toleré bas-
tante bien' -me refiero a mi angustia, palpitaciones, sensación de va-
cío, ¡sáquenme de aquí!-, me mira, condescendiente y agrega: 'Bue-
no, al pájaro no le dio'. Son dos códigos: para él la cuestión pasa por
ganar el juego, darle ál pájaro, aumentar el score.

"Nuevas tecnologías, ¿nuevos m o d o s de subjetividad?", Bleichmar, S., revista Topía, N a


10, Buenos Aires, Abril/Julio de 1994.

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Cuando desciendo, medio mareada, varios mirones están observan- queología. Los problemas de la oralidad, de la narración y de la co-
do la situación. Son gente como yo -tal vez por la hora-: un hombre municación no verbal (mediatizados o no por la electrónica) están,
de barbita con sus libros de matemáticas bajo el brazo (posiblemen- en sí y en sus conflictos y relaciones con la escritura y la argumenta-
te un físico, pienso), dos muchachos que prestan igual atención a la ción, en el centro de los procesos de construcción de sentido de
pantalla en la cual se ve el juego -desplazado de lo que yo veo por el nuestra cultura. Y esto no es ajeno al modelo cognitivo que impulsó
visor- y al mecanismo de la máquina, una mujer de cierta edad con esa modernidad, hoy en crisis y deterioro". 1
un portafolios en la mano (una profesora universitaria, o investiga- Lo narrativo ocupa en esto un lugar central. "El hombre lucha pa-
dora, supongo). Todos nos aproximamos con cierta curiosidad y res- ra poder seguir narrando, y para recordar mediante narraciones, pa-
ra no someterse a la escritura tal cual esta era o es manejada por el
peto.
Estado moderno, para ejercitar y valorar su percepción..." 2
Dos días después, Agustín, de doce años, me espeta en su sesión de
Agustín me ha preguntado, en su sesión de análisis, si "en mis tiem-
análisis: 'En losflippershay un juego. Te subís y te ponen un casco, es
pos los hermanos también pegaban". Pasa de la realidad virtual a la
como si estuvieras adentro de una plataforma'. Le pregunto -más cu-
búsqueda de la transmisión oral bajo los mismos modos que sus an-
riosidad personal que indagación de lo inconciente-: '¿Lo probaste?'
tepasados podrían haberlo hecho cuando de recuperar la historia
'Sí -responde-, le di dos veces al pájaro' 'Y, ¿qué sentiste?' -arremeto-
ancestral se trataba. No soy una anciana de la tribu, me rehúso al de-
'Nada, está rebueno...' Y vuelve a sus cosas: 'Silvia, cuando vos eras
seo intenso de sentarme junto a él y ejercer la función chamánica.
chica, ¿te pegaban tus hermanos?'
Recompongo el sentido singular, histórico, inconciente, de su pre-
¿A qué mutaciones de la subjetividad nos someten las nuevas tec- gunta. Los enigmas siguen siendo los mismos: la fratría, el nacimien-
nologías? ¿Cuáles son sus alcances? ¿Hasta dónde se expresan ya, to, la muerte...
hoy, transformaciones en los niños y adolescentes de este fin de siglo La tecnología no altera, hasta el momento, estas preocupaciones
que vivimos? de base. El nuevo cine de ciencia-ficción aborda tales cuestiones: Bla-
He escuchado a algunos nostalgiosos, apocalípticos, preconizar el de Runnefi lo muestra de manera paradigmática: en un mundo en el
fin de los modos de subjetividad que conocemos. No lo hacen de mo- cual los hombres han logrado construir humanoides imposibles de
do descriptivo, curioso, exploratorio. Se lamentan amargamente del diferenciar a simple vista, éstos se rebelan porque no aceptan ni la
fin de una historia; nuestra historia. Atacan las computadoras, los vi- discriminación ni el plazo fijado de cuatro años de vida. En los lími-
deogames, las redes informáticas... Los argumentos son, a veces, la- tes mismos de la tecnología, la vida y la muerte se plantean como los
mentables: ¿cuánto tiempo pierden los niños jugando con el family- ejes que atraviesan aún la tecno-existencia. La memoria implantada,
gamé? Siento deseos de responder: ¿Cuánto tiempo perdió nuestra vivencial, humana, abre las posibilidades de todos los sentimientos -
generación jugando a la lotería con la abuela, al balero, al estancie- incluido el amor al semejante y el dolor concomitante. En Terminator
ro -ese cartón en el cual acumulábamos tierras que nunca poseería- la alteración de los tiempos juega con el enigma de los orígenes:
mos, en un mundo que se encaminaba aceleradamente hacia el ¿puede un hombre enviado al pasado salvar a su propia madre y, en
reemplazo de la riqueza natural por la riqueza tecnológica? el ejercicio de esa tarea, engendrar a su padre?
Dejemos de lado los argumentos banales, y vayamos a las cuestio- Es indudable que estamos ante producciones de nuestro tiempo
nes centrales. ¿Cambian los modos de percepción de la realidad a que no dan cuenta del futuro real sino de los modos subjetivizados
partir de la transformación que los nuevos modos de organización con los cuales aún aquellos que pueden pensar lo impensable lo ima-
de la información imponen? ginarizan. Pero expresan las preocupaciones y soluciones de nuestro
En un texto lúcido y vertiginoso, Aníbal Ford se enfrenta a los con- tiempo, y en esto son representativas de la permanencia, en el inte-
flictos y paradigmas de nuestra época: "Estamos ante una memoria rior de la tecnología, de las formas de concebir lo humano en el
de conflictos cognitivos y culturales que se plantearon durante los campo abierto del pensamiento actual.
comienzos de nuestra modernidad. Pero no haciendo historia o ar-
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Los niños y adolescentes de hoy sueñan con Blade Runner o Termi- sibilidad a largo plazo de una duplicación, clonación, de los seres hu-
nator, no los torna más sádicos o incestuosos ni menos creativos que manos-, revolucionan nuestro pensamiento y plantean tareas inéditas 5 .
una generación atravesada por Hamlet o King Kong-que alimentó los En nuestro mundo "contemporáneo" -contemporáneo a nosotros,
fantasmas masoquistas femeninos durante más de una generación. debemos agregar-, esto es así. También es cierto a nivel de lo real:
Apelo nuevamente a Ford: "Que nuestra subjetividad se construye aún quienes no participan directamente de la ciencia y la tecnología
en medio de pluriculturalidades simultáneas no es un hecho que po- actuales sufren sus efectos; grandes sectores de la humanidad, mar-
damos negar... (Pero) Las diversas necesidades de anclaje o de foca- ginados de la tecnología de punta, padecen las consecuencias de su
lización que siempre aparecieron en la cultura del hombre como es- avance sin gozar sus beneficios (cuando estos grupos ejercen modos
tructura fundamental de la supervivencia, no pueden ser fácilmente de enfrentamiento supuestamente caducos se les cuestiona su desac-
tualización, exigiéndoles que sean nuestros contemporáneos, aun-
borradas, aunque sí pensadas desde formas de construcción que ya
que sea, en ese aspecto).
no sean aquellas que nos propuso el imperio instrumental de la es-
critura". 4 Pero existen los niños y adolescentes de fin de siglo. Aquellos que
Una digresión necesaria: una de las características más brutales del participan del modo de vida, preocupaciones y aspiraciones, adqui-
mundo actual es una coexistencia de tiempos en la cual se yuxtapo- siciones tecnológicas y cambios de registro ideológico efecto de mu-
nen modos diversos de confrontación con la realidad. Cuando deci- taciones sufridas a lo largo del siglo. A ellos nos enfrentamos diaria-
mos niños y adolescentes de nuestro tiempo nos referimos a aquellos mente en nuestros consultorios. He visto, en los últimos tiempos, los
que comparten nuestro horizonte cultural. Sería absurdo pretender efectos de estos nuevos procesos en el campo de la clínica: por una
incluir en las cuestiones que estamos desplegando a los niños totzi- parte he tenido ocasión de asistir a la emergencia de un delirio pa-
les de Chiapas o a adolescentes marginados de Nigeria. Y aún, sin ir ranoico, del estilo más clásico de "robo de pensamiento", con atribu-
tan lejos, ¿cuántos de los niños de nuestras estancias patagónicas ción imaginaria a la computadora. Se trataba de un joven que, en su
pueden tener idea de que existe un aparato acoplable a la televisión decir, sabía que se le habían metido en su computadora para robar-
-si es que la tienen, aún cuando la conozcan- en el cual instrumentar le toda su producción hasta dejarla vacía, y luego comenzaban a pe-
netrar en su cabeza con el mismo objeto. Los contenidos han cam-
juegos de alta tecnología?
biado -ya no hay restituciones bajo la forma de saberse Napoleón, co-
Nuestra temporalidad hegeliana, progresiva, encaminada hacia su
mo la vulgarización psiquiátrica nos lo hizo conocer hace años-, pe-
máxima perfección, ha entrado en crisis hace ya demasiado tiempo
ro los determinantes del delirio eran del mismo carácter que aque-
y, pese a ello, espontáneamente, tendemos a considerar como para-
llos que Víctor Tausk describiera en sus escritos cuando habló por
digma histórico a lo "más avanzado", en el marco de un tiempo lineal
primera vez en psicoanálisis de "la máquina de influencia". He teni-
que ha sido cuestionado tanto por la física como por las ciencias so-
do, también, oportunidad de recibir en mi consultorio a un niño
ciales. Pero sabemos de todos modos que no podemos escudarnos
efecto de una gestación de probeta, respecto del cual el padre decla-
en esta a-cronía histórica como coartada para preguntarnos sobre la
ra: "Comparto la paternidad con el médico". Qué consecuencias ten-
posibilidad de nuevos modos de emergencia de la subjetividad de los
drá esto para su futura identidad, para la constitución de su subjeti-
niños y adolescentes de "nuestro mundo" y "nuestro tiempo".
vidad, es algo que debemos explorar. Pero sabemos que lo real de su
En un texto reciente, Alejandro Piscitelli afirma, desde una pers-
engendramiento no ingresará sino atravesado por el imaginario pa-
pectiva weberiana, que la tecnología está por todos lados, que no hay
rental, y no se inscribirá sino en el engarce singular e histórico que
nada fuera de la ciencia y la tecnología, así como no hay nada fuera
propicien los enigmas que su propio nacimiento impone. Y, de mo-
de la sociedad. Las dos o tres grandes innovaciones de la ciencia que
do idéntico pero diverso, como Edipo y todos los hombres -príncipes
en este momento están dando vueltas: las telecomunicaciones -que
o plebeyos lo hicieran- deberá acceder a una teorización fantasmati-
incluyen la realidad virtual, el camino hacia la inteligencia artificial
zada que dará origen tanto a su inteligencia como a sus síntomas.
o las redes neuronales- y el proyecto de genoma humano -con la po-

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En tal sentido, cada nuevo cambio tecnológico será reprocesado en blanco, o tenga ojos azules, este niño deberá preguntarse por qué sus
el interior de un aparato psíquico donde los tiempos anteriores coe- padres querían ojos azules, o piel blanca, y no cómo intervino el ge-
xisten porque están inscriptos los modos vivenciales de percepción netista para producir la transformación -aún cuando ésta pueda de-
de la realidad de las generaciones anteriores. Los enigmas no se venir una inquietud por desplazamiento-.
constituyen, en la infancia, respecto a una supuesta realidad sustan- Es evidente que estoy definiendo las cosas desde una perspectiva
cial, sino a sus complejos entramados deseantes respecto al engen- que puede ser discutible a futuro. Hablo del hombre tal como ha si-
dramiento. Ningún niño tiene curiosidad por saber cómo era el qui- do dado hasta ahora, vale decir, como desprendimiento carnal y
rófano en el cual la madre alumbró; ningún niño erotiza el metal ni amoroso de otro ser humano. El sentido de su existencia no está pre-
queda fijado a él porque sea el material que constituye la pinza de visto sino como contigüidad, enlace amoroso, pasión -en todo el sen-
fórceps, porque sea el primer objeto extraño que tocó su cabeza fue- tido del término, aún el religioso. No me es dado hablar de produc-
ra del vientre materno. Del mismo modo, el "niño de probeta" que tos con características corporales humanas destinadas a otro fin que
tuve ocasión de entrevistar no estaba preocupado por la constitución no sea este absurdo a-funcional que es la existencia misma.
particular del vidrio, sino -en forma desplazada y sintomal- acerca del De esta cuestión deriva el surgimiento de la subjetividad tal como
por qué su madre no había podido engendrarlo en su propio cuer- la conocemos. Tanto el residuo inconciente que de ella se estructu-
po, y por que su padre no tenía espermatozoides suficientemente po- ra, como aquella que remite a la problemática del yo. Rota la ilusión
tentes para darle origen de modo natural. de un sujeto unido y homogéneo, el yo, en tanto residuo identifica-
¿Ha cambiado la informática los modos de vínculo con la realidad? torio -vale decir de las recomposiciones metabólicas de las acciones
Hasta ahora, lo que percibimos en los niños y adolescentes atravesa- y significaciones deseantes del otro-, opera como una suerte de fija-
dos por ella es que capturan de modo distinto, inmediato, las posibi- ción de la imagen virtual que garantiza la permanencia del sujeto en
lidades de una imagen en la cual la narrativa clásica no tiene cabida. el interior de un campo que no es menos ilusorio que real. "La ima-
Componen las secuencias de imágenes de un modo diverso, pero la gen virtual admite el punto de vista, pero no se da de una vez por to-
sincronía de la pantalla no opera cuando de percibirse a sí mismos das como referencia estable y fiable... La imagen del cuerpo que la
en el mundo, como gestalt recortada y sufriente, cobra exigencia. pantalla interactiva o el espejo virtual refleja no es la de un ser úni-
Una generación de jóvenes que se aburre con Columbo6 y ve videocüps co [...]. Es la imagen de una red abierta, proteica, tentacular. El hom-
compone lo indiciario de modo diferente: se atiene menos al relato bre pasa por ella atravesando bosques de símbolos que lo observan
que a la imagen, articula secuencias y construye sentidos. Pero cons- con miradas familiares (Charles Baudelaire). La única referencia du-
truye sentidos, y esto es algo que ninguna red neuronal puede variar radera del yo ya no es su punto de vista que dejó de pertenecerle, si-
en el ser humano. Aún cuando conectemos a un niño o a un joven no su 'punto de estar", cita Aníbal Ford a Kerckhove, y agrega, polé-
miles de canales simultáneos de información que le permitan acce- micamente: "Que nuestra subjetividad se construye en medio de plu-
der a una información insospechada hasta hace algunos años, lo ricausalidades simultáneas, tampoco es un hecho que podamos ne-
esencial desde el punto de vista que nos ocupa, es que seguirá guian- gar. Pero... las diversas necesidades de anclaje o de focalización que
do su búsqueda por preocupaciones singulares que no son reducti- siempre aparecieron en la cultura del hombre como estructura fun-
bles a la información obtenida, y que procesará ésta bajo los modos damental de la supervivencia, no pueden ser fácilmente borradas,
aunque sí pensadas desde formas de construcción que ya no sean
particulares que su subjetividad imponga. aquellas que nos propuso el imperio instrumental de la escritura".
Porque lo fundamental, mientras los seres humanos sigan nacien-
En tal sentido el sujeto, en sentido estricto, para el psicoanálisis, se
do de hombre y mujer, vale decir, sean producto del acoplamiento
ubica en la articulación que Ford señala en el campo de las nuevas
de dos deseos ajenos, es que sus enigmas versarán -aún cuando sea
cuestiones que abre la problemática de las nuevas tecnologías a nivel
bajo nuevas formas-, sobre las mismas cuestiones. Y si la manipula-
semiótico: Se trata de un "punto de estar", en términos de Kerckho-
ción genética puede hacer que un niño nacido de padres negros sea
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ve, pero al mismo tiempo, este "punto de estar" debe cobrar perma- 2
Ibídem.
nencia como "punto de ser" para que el sujeto se sostenga.
El psicoanálisis ha sido tal vez un anticipador fenomenal de la cons- Blade Runner, film de Warner Bros 1989 TY • • ^
titución de un campo de realidad virtual. La estructura temporal, na-
rrativa, se desarticula y recompone constantemente en una sesión de Y DA,D WEBB PEOPLES, C O ' ^ T R R ^ S R G U I Ó N : HARAPT°°
4
Op. Cit.
análisis, permitiendo la coexistencia de dos sistemas co-presentes: el
preconciente y el inconciente, con legalidades distintas, modos de 5
Piscitelli, Alejandro, "Como será el f m »
funcionamiento y contenidos diferentes, entre los cuales el sujeto pi- diciembre de 1993. ' e n t r e v i s t a en revista La Maga, Bs. As., 29 de
votea para sostenerse articulando en sistemas de verosimilitud que
remiten a una diacronía que se presentifica en simultaneidades de 6
C o W o , serie de t e n s i ó n interpretada por Peter Fal k , de 1971 a 199 2 .
las cuales la narración sólo sostiene puntos de anclaje posibles.
Cuando Agustín me pregunta si "desde siempre los hermanos ma-
yores pegaron a los menores", busca un anclaje en el marco de la pla-
taforma que sostiene sus constelaciones edípicas, permitiéndose, en
la realidad virtual que la sesión de análisis impone, caer al vacío pa-
ra recuperarse en el movimiento entre columnas que su deambular
por el espacio impone. Sabe que yo estoy ahí, lista para ajustar el cas-
co, para establecer los puentes, para impedir que la imagen lo devo-
re posibilitando una conjunción de narración y reactualización vi-
vencial que permita una rearticulación de las significaciones estable-
cidas.
Mi problema es ahora retranscribir las "capas de la cebolla" freu-
dianas en "zvindows", permitiendo que su mano mueva el cursor pe-
ro garantizando, al mismo tiempo, que no se deslizará vertiginosa-
mente hacia el sinsentido. El horror al vacío puede ser tolerado en
la máquina de realidad virtual, pero el pájaro que lo levanta con el
pico puede devenir, en cualquier momento, como para Leonardo,
aquel que le meta su cola en la boca o que le picotee el hígado co-
mo a Prometeo.
La tarea no consiste, ni mucho menos, en ahogar la pulsión epis-
temofílica. Muy por el contrario, juntos entraremos en la pantalla pa-
ra que la travesía pueda desplegarse por los nuevos y viejos enigmas
que su condición de "infantil sujeto" le impone.

1
Ford, Aníbal, "Navegaciones", en David y Goliat (CLACSO), T. XX, N. 58, Buenos Aires,
Octubre, 1981.

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CAPÍTULO XIV

LÍMITES Y EXCESOS DEL CONCEPTO DE SUBJETIVIDAD


EN PSICOANÁLISIS*

Que el ser humano cambia históricamente, que la representación


de sí mismo y de su realidad no se mantiene estrictamente en los tér-
minos con los que fuera pensado por el psicoanálisis de los comien-
zos, no hay duda. Insisto, no tan en broma, que si a las histéricas del
siglo XIX se les quedaba la pierna dura por el deseo inconfesable de
caminar hacia el cuñado, nuestras histéricas de hoy padecen colap-
sos narcisistas cuando sus cuñados no les otorgan crédito sexual. ¿Se-
ría igual el síntoma obsesivo del hombre de las ratas en una Argenti-
na en la cual el casamiento por dinero es considerado un gesto de
inteligencia y las deudas incumplidas parte del destino económico
de miles de personas cuya insolvencia nos convoca más a la piedad
que a la crítica? El hijo de un comerciante o de un banquero corrup-
to no sería hoy tampoco un melancólico dispuesto al suicidio sino
una patología narcisista cuya mayor angustia estribaría en la posibili-
dad de un secuestro extorsivo.
Pero todos estos seres humanos, sin embargo, y dentro de cierto
margen de variación, tienen las mismas reglas de funcionamiento
psíquico que íos de los historiales cíásicos: están atravesados por la
represión -aún cuando algunos contenidos de Ío reprimido hayan
cambiado-, con una tópica que permite el funcionamiento diferen-
ciado de sus sistemas psíquicos, tienen un superyo cuyos enunciados
permiten la regulación tendiente a evitarla destrucción tanto física
como psíquica, y cuando no cumplen estas regularidades se ven ex-
pulsados de la posibilidad de dominio sobre sí mismos y en riesgo de
saltar hacia modos de fractura psíquica.
Los cambios en la subjetividad producidos en estos años, y en la Ar-

"Límites y excesos del concepto de subjetividad e n psicoanálisis", Bleichmar, S., revista


Topía, A ñ o XIV, N a 40, Buenos Aires, abril de 2004.

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gentina actual los procesos severos de desconstrucción de la subjeti- mática del inconciente. La noción de subjetividad en tanto categoría
vidad efecto de la desocupación, la marginalidad y la cosificación a filosófica alude a aquello que remite al sujeto, siendo un término co-
las cuales ha llevado la depredación económica son indudablemen- rriente en lógica, en psicología y en filosofía para designar a un in-
te necesarios de explorar y de ser puestos en el centro de nuestras dividuo en tanto es a la vez observador de los otros, y en el caso del
preocupaciones cotidianas. Ellos invaden nuestra práctica y acosaji lenguaje, a una partícula de discurso a la cual puede remitirse un
las teorías con las cuales nos manejamos cómodamente durante gran predicado o un atributo. El sujeto, en última instancia, sea moral, del
conocimiento, social, pero muy en particular la subjetividad, como
parte del siglo pasado. Yyo misma he dedicado gran parte de mi tra-
algo que concierne al sujeto pensante, opuesto a las cosas en sí, no
bajo de estos últimos años a mostrar sus efectos, incluidos en ellos los
puede sino ser atravesado por las categorías que posibilitan el orde-
diversos modos con los cuales el padecimiento actual se inscribe en
namiento espacio-temporal del mundo, y volcado a una intenciona-
estas formas de des-subjetivación y los modos posibles de su recom- lidad exterior, extro-vertido.
posición.
Tal vez, precisamente, porque el sujeto no está en riesgo de ser des- Es en razón de estos elementos que la subjetividad no podría remi-
construido por la filosofía post-metafísica del siglo XX sino por las tir al funcionamiento psíquico en su conjunto, no podría dar cuenta
de las formas con las cuales el sujeto se constituye ni de sus constela-
condiciones mismas de existencia, es que la palabra subjetividad ocu-
ciones inconcientes, en las cuales la lógica de la negación, de la tem-
pa hoy un lugar tan importante en los intercambios psicoanalíticos.
poralidad, del tercero excluido, están ausentes. El inconciente está
"Cambios en la subjetividad", "procesos de des-subjetivación y re-sub-
regido por la lógica del proceso primario, algo tan eyeno al sujeto en
jetivación", "subjetividad en riesgo", "desconstrucción de la subjetivi-
términos clásicos, tan impensable por la filosofía tradicional, que po-
dad", son enunciados frecuentes que ponen de manifiesto la preocu-
ne en entredicho varios siglos de concebir pensamiento y sujeto co-
pación que atraviesa a todos aquellos que nos encontramos confron- mo inseparables entre sí.
tados a los efectos, en el psiquismo humano, de las transformaciones
operadas entre el fin del siglo XX y los comienzos del XXI. Y esto es Hemos puntuado en múltiples oportunidades la diferencia entre
inevitable en razón de que la subjetividad está atravesada por los mo- psiquismo y subjetividad, restringiendo esta última a aquello que re-
mite al sujeto, a la posición de sujeto, por lo cual se diferencia, en
dos históricos de representación con los cuales cada sociedad deter-
sentido estricto, del inconciente. Más aún, nos detuvimos para plan-
mina aquello que considera necesario para la conformación de suje-
tear firmemente el carácter pre-subjetivo en los orígenes y para-sub-
tos aptos para desplegarse en su interior^
jetivo una vez constituida la tópica psíquica, del inconciente. Es ine-
Es por ello que es el espacio en el cual los modos de clasificación,
vitable que se torne necesaria otra diferenciación, ya que se nos plan-
los enunciados ideológicos, las representaciones del mundo y_susje-_
tea un nuevo problema: si la subjetividad es un producto histórico,
rarquías, todo aquello que alguien como Castoriadis ha agrupado
no sólo en el sentido de que surge de un proceso, que es efecto de
bajo el modo de "lógica identitaria", toma un lugar central. Y en ra-
tiempos de constitución, sino que es efecto de determinadas varia-
zón dé ello, es necesario decirlo, la subjetividad no es, ni puede ser,
bles históricas en el sentido de la Historia social, que varía en las di-
un concepto nuclear del psicoanálisis, aún cuando esté en el centro
ferentes culturas y sufre transformaciones a partir de las mutaciones
mismo de nuestra práctica. Pero"ello en función de que es precisa-
que se dan en los sistemas histórico-políticos -pensemos en la pro-
mente el modo con el cual el centramiento que posibilita la defensa
ducción de subjetividad en Grecia, o en los modos con los cuales se
de los aspectos desintegrativos del inconciente opera. Razón por la
constituye la subjetividad en ciertas culturas indígenas, y las diferen-
cual, cuando los seres humanos quedan expulsados de sus aspectos
cias que implican respecto a los sectores urbanos en los cuales esta-
identitarios, de sus constelaciones organizadoras que posibilitan la
mos habituados a movernos-, la pregunta que cabe es ¿qué elemen-
operacíorialídad en el mundo, el método clásico psicoanalítico, coi>
tos permanecen y cuáles sufren modificaciones a partir de las prácti-
sistente en eí levantamiento dé la defensa, entra en caución.
cas originales específicas que lo constituyen?
Más aún, es un concepto que se sitúa en las antípodas de la proble-

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Dicho de otro modo: ¿cómo hacer conciliar la idea de una ciencia operan en los sistemas representacionales que se articulan, de modo
del inconciente en su universalidad, de la existencia de leyes que de- residual, en el psiquismo infantil. A la pregunta: ¿qué quiere decir
ben cumplirse ya que rigen los procesos de constitución psíquica a producción de subjetividad?, es decir, de qué manera se constituye la
niveles básicos posibilitadores del funcionamiento del aparato, con singularidad humana en el entrecruzamiento de universales necesa-
el reconocimiento de los modos particulares con los cuales vemos rios y relaciones particulares que no sólo la transforman y la modifi-
emerger la subjetividad en sus rasgos dominantes compartidos en el can sino que la instauran, debemos articular una respuesta que ten-
interior de la diversidad cultural? Siendo más específicos: la necesa- ga en cuenta los universales que hacen a la constitución psíquica así
riedad de una ley moral que rija las relaciones con el deseo y el con- como los modos históricos que generan las condiciones del sujeto so-
cial.
flicto tópico al cual esto da lugar, abre sin embargo la pregunta acer-
ca de la especificidad que esta ley moral toma en los enunciados que El gran descubrimiento del psicoanálisis no es sólo la existencia del
la constituyen en cada sociedad particular. Decir que su universali- inconciente, la posibilidad de que los seres humanos tengan un es-
dad radica en la prohibición del incesto es a esta altura no sólo ines- pacio de su psiquismo que no está definido por la conciencia. El
pecífico sino obturador de toda posibilidad de abrir nuevas vías de gran descubrimiento del psicoanálisis es haber planteado por prime-
investigación. Esta generalidad en la respuesta es herencia de una ac- ra vez en la historia del pensamiento que es posible que exista un
titud metodológica residual al estructuralismo, el cual si bien tuvo la pensamiento sin sujeto, y que ese pensamiento sin sujeto no esté en
virtud de producir modelos que permitieron un ordenamiento del el otro trascendental -también sujeto-, ni en ningún lugar particular-
campo propiciando un avance importante en la resolución de viejos mente habitado por conciencia o por intencionalidad. Es haber des-
problemas que habían quedado capturados por aporías difíciles de cubierto que existe un pensamiento que antecede al sujeto y que el
remontar, nos legó también una actitud metodológica que consiste sujeto debe apropiarse a lo largo de toda su vida de ese pensamien-
en tomar estas líneas de ordenamiento, estos modelos generales, por to. Yes este aspecto nodal y absolutamente revolucionario en la his-
contenidos explicativos, lo cual constituye hoy uno de los mayores toria del pensamiento, lo que ha sido más difícil de comprender tan-
riesgos de reducción del psicoanálisis a una escolástica y de filosofi- to por los psicoanalistas como por la cultura en general.
zación de la práctica clínica con la esterilización racionalizante que Lo difícil de asir es el carácter profundamente para-subjetivo del
esto conlleva. inconciente, y el hecho de que la realidad psíquica, en sus orígenes
A lo cual es necesario agregar una segunda cuestión: cuando deci- mismos, es eso, realidad, al margen de toda subjetividad y concien-
mos "función de las relaciones sociales en la producción de subjeti- cia, vale decir, realidad pre-subjetiva, lo cual constituye el rasgo fun-
vidad", ¿a qué nos referimos? Porque es indudable que no se trata damental de su materialidad. Que una vez constituido el sujeto, esta
del conjunto de las relaciones sociales, sino, en el espacio teórico realidad pase a ser para-subjetiva, da cuenta de lo irreductible del
que nos corresponde, de definir de qué modo ciertos aspectos de las modo de funcionamiento del inconciente como ajeno a toda signifi-
relaciones sociales mediatizan, vehicuíizan, pautan, los modos pri- cación, a toda intencionalidad, res extensa, no cogitation. La resubjeti-
marios de constitución de los intercambios que hacen a la produc- vización del inconciente, la intencionalización del inconciente, el re-
ción de representaciones en el interior de la implantación y norma- centramiento de un sujeto en el inconciente que actuaría como más
tivización de los intercambios sexuales. No nos interesa -cuestión que allá de mí pero que sería otro, es justamente la imposibilidad de en-
puede importar mucho a la sociología o a la antropología, o que nos tender esta cuestión tan radical planteada por Freud respecto al in-
conmueve como sujetos sociales en general- de qué modo las relacio- conciente como res extensa, como cosa del mundo, como conjunto de
nes sociales pueden, en cierta época histórica, incrementar el some- representaciones en las cuales no hay un sujeto que esté definiendo
timiento de una mujer a un hombre, sino lo que de ello resulta: ba- bzyo los modos de la conciencia la forma de articulación representa-
jo qué mediaciones, estos modos del sometimiento y despojo inscri- ción al.
ben circulaciones libidinales que metabólicamente transformadas El enunciado generado por Lacan respecto del "sujeto del incon-

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cíente", que intenta precisamente una desconstrucción radical del
En momentos de catástrofe histórica como los que hemos padeci-
sujeto, aludiendo por ello al modo con el cual un significante es lo
do los argentinos, la desocupación y la marginalizacíón de grandes
que representa el sujeto para otro significante -cuestión sobre la cual
sectores de la población produjeron modos de des-subjetivación que,
no corresponde que me detenga, pero que no puedo dejar de men-
aunados al retiro deí Estado de funciones que le compitieron tradi-
cionar- al ser banalizado hasta tomar un sentido contrario al pro-
cionalmente, como la educación y la salud, dejaron devastados a los
puesto, de que el sujeto no está en el yo porque está en el inconcien-
habitantes del país. Estos modos de des-subjetivación dejan al psi-
te, da cuenta de la enorme dificultad presente aún hoy en psicoaná-
quismo inerme, en razón de que la relación entre ambas variables:
lisis para aceptar la existencia no-subjetiva de una parte del psiquis- organización psíquica y estabilidad de la subjetivación, están estre-
mo. Ya que la frase "sujeto del inconciente", si se desplaza a la tópi- chamente relacionadas en función de que esta última es estabilizan-
ca freudiana, genera un malentendido, al reintroducir al sujeto "en" te de la primera. Las formas de recomposición han venido, de mane-
el inconciente. Por lo cual he preferido conservar la expresión "su- ra evidente, durante todo este tiempo, de las reservas ideológicas y
jeto de inconciente" para seguir a Freud en una de sus ideas más fe- morales que la sociedad argentina acumuló a lo largo del siglo XX.
cundas, aqueílá relativa a la existencia de un inconciente en su ma- De ellas esperamos, también, que surjan nuevos modos de subjetivi-
terialidad, en su "realismo "y en oposición a un yo que no es sólo el dad que den mayores condiciones de posibilidad a la riqueza repre-
efecto de un punto de cierre en la cadena significante en la cual se sentacional que el psiquismó puede desplegar.
está jugando la posición de sujeto, sino que está afectado de una cier-
ta permanencia -al menos cuando la tópica esta constituida, y esto es
central para una clínica diferencial de las patologías graves-.
Quisiera retomar ahora la cuestión de la producción de subjetivi-
dad, para señalar que concebida ésta en sus formas históricas, regu-
la los destinos del deseo en virtud de articular, del lado del yo, los
enunciados que posibilitan aquello que la sociedad considera "sintó-
nico" consigo misma. Las formas de la moral, las modalidades discur-
sivas con las cuales se organiza la realidad, que no es sólo articulada
por el código de la lengua sino por las coagulaciones de sentido que
cada sociedad instituye: negro y blanco no son sólo significantes en
oposición dentro de una lógica binaria sino modos de jerarquización
y valoración que impregnan múltiples formas de organización de la
realidad.
Si la producción de subjetividad es un componente fuerte de la so-
cialización, evidentemente ha sido regulada, a lo largo de la historia
de la humanidad, por los centros de poder que definen el tipo de in-
dividuo necesario para conservar al sistema y conservarse a sí mismo.
Sin embargo, en sus contradicciones, en sus huecos, en sus filtracio-
nes, anida la posibilidad de nuevas subjetividades. Pero éstas no pue-
den establecerse sino sobre nuevos modelos discursivos, sobre nue-
vas formas de re-definir la relación del sujeto singular con la socie-
dad en la cual se inserta y a la cual quiere de un modo u otro modi-
ficar.

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