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Introducción 19 El desarrollo económico será mayor —dado un cierto nivel de desigual dad— cuanto

mayor sea el ingreso medio y, para un determinado nivel de ingresos, cuanto menor sea la desigualdad.
Según este criterio, los países del primer mundo poseen un grado de desarrollo mayor que los del
ter cer mundo: no sólo tienen mayor nivel de ingresos sino también menor desigualdad en la
distribución del ingreso. La paradoja que ha surgido en el marco de la globalización es que las
disparidades entre el primer y el tercer mundo no se han reducido. Con respecto a América Latina,
Figueroa señala que, dado su alto grado de desigualdad y el consecuente marco de inestabilidad
prevale ciente, la región no ha progresado en términos de crecimiento ni de equi dad y, por ende,
sigue detentando altos niveles de exclusión social. Las reformas económicas no han arrojado los
resultados esperados, y no han tomado en cuenta la desigualdad en los activos políticos, es decir, en
ciu dadanía. Esta desigualdad, afirma Figueroa, es un factor esencial del desa rrollo. Sería necesario,
entonces, introducir innovaciones institucionales en el campo de la ciudadanía. Invertir en ciudadanía es
un paso previo para invertir en capital humano, por ende, se requiere una política de desarrollo. Resulta
clave, antes que nada, determinar quiénes serían los agentes del cambio, capaces de generar estas
políticas innovadoras. Martín Hopenhayn explora los problemas relativos al débil reconoci miento
multicultural asociado con exclusión social. Afirma que los derechos eco nómicos, sociales y culturales
buscan democratizar la ciudadanía, y que existe un amplio consenso con relación a la interdependencia
entre el res peto a las libertades civiles, el ejercicio de los derechos políticos y el acce so de las
personas a los bienes, servicios y prestaciones que fomenten el bienestar. Esta interdependencia,
además de ética, es práctica: la ciuda danía social puede promover mayor ejercicio de derechos civiles y
políti cos. A mayor libertad de expresión y asociación, e igualdad en el ejercicio de los derechos políticos
y de la ciudadanía, mayor será la presencia de los grupos excluidos en decisiones que inciden en las
políticas distributivas. Consecuentemente, mayores serán las condiciones de traducir ciudadanía política
en ciudadanía social. En estas interrelaciones, se refuerza la per tinencia del vínculo entre
reconocimiento, participación y redistribución. Hopenhayn inscribe, en el contexto del derecho a la
autorrealización, las demandas por derechos de los indígenas, afrodescendientes, mujeres y jóvenes. La
etnicidad, el género y la generación son principios constitu tivos de identidad que han ido adquiriendo
cada vez mayor importancia, y los individuos pertenecientes a esos grupos articulan sus demandas,
denunciando las discriminaciones que padecen. Esos grupos han sufri do —y sufren— las mayores
privaciones de ciudadanía. De esa mane

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