Año: 2014 Editorial: Editorial Universitaria Universidad Nacional de Trujillo Las reformas borbónicas tuvieron el objetivo de hacer la autoridad imperial más firme, acercando el poder del virreinato al control central. El proceso reformista incluyó la introducción de ministros peninsulares, estos para evitar confrontaciones con familias criollas- a las cuales se les privaba del acceso a cargos públicos- se emparentaban matrimonialmente, representando también sus intereses. Los intereses familiares se muestran en el rol político del cabildo, con la introducción de familias renombradas durante el Siglo XVIII: Urquiaga y Aguirre, Ostolaza y Balda, de la Puente y Arce, Jimeno y de la Llave, Martínez de Pinillos, Fernández de Córdova, Orbegoso y Moncada, etc. Ante el contexto de la invasión napoleónica en territorio español, librándose así la guerra de independencia española (1808-1814), los capitulares trujillanos aportaron con importantes donativos para frenar la invasión francesa encabezada por Napoleón Bonaparte, eligiendo también diputados a las cortes de Cádiz desde mayo de 1811. El bienio gaditano (1812-1814) alteró la corporación del municipio de Trujillo, sin embargo el regreso al absolutismo de la mano de Fernando VII, motivó el retorno de los capitulares a sus “antiguos cargos” felicitando a “El deseado” Fernando VII por su retorno al trono español. La élite tuvo el más grande símbolo de estatus y prestigio social, en la detención y ejercicio del poder. Según Morner (2001), el uso del poder y el estatus sirven para amasar capital, como lo hicieron los Orbegoso; sin embargo, existe un camino inverso en el que primero se práctica la actividad mercantil se gana estatus y finalmente el poder, como los Martínez de Pinillos. Por eso ambas familias tenían mucho en común. El hecho de conformar el cabildo significó que sus miembros gozaban de un aura de respetabilidad, al mostrar sus estados como: caballeros e hijosdalgo; caudal económico y la sangre azul (que si bien muchos no eran nobles profesaban la limpieza de sangre como valor). El realismo profeso por parte de los capitulares del cabildo se hace notoria con muchas donaciones que se otorgaron, pues dichos burócratas estaban emparentados con mercaderes que les asistieron para la defensa de la Corona en momentos de suspicacia en la península. Según Diaz (2014) los vínculos de consanguineidad o afinidad brindaban cohesión a los integrantes del cabildo y sus familias, apoyando su cargo político en respaldo parental más o menos encubiertos; sin embargo, pertenecer a una red parental constituyó un factor que afianza las relaciones recíprocas y clientelares entre los capitulares [EJEMPLO DON JUAN JOSÉ MARTÍNEZ DE PINILLOS Y DON JUSTO DE ORBEGOSO] Según Sánchez Rodríguez (citado por Díaz, 2014) la milicia colonial, ejerció uno de los privilegios que otorgaba la condición de vecino, la milicia era un reflejo de la jerarquización de la sociedad, no adicionaba una calidad social sino que la reflejaba. 1.1. Regidor Perpetuo: Este cargo estaba reservado a una minoría social, la forma de acceder a él era a través de la modalidad de “renunciación”, mediante dos formas: por cese voluntario del titular, que se retiraba de sus funciones, y según por “resignatio in favorem” para que el beneficiario las desempeñara después del retiro del cedente (Lohmann Villena, 1983 citado por Díaz, 2014). 1.2. Alcalde Ordinario: Los alcaldes ordinarios fueron dos funcionarios elegidos por los regidos el primer día de enero de cada año. Se debería preferir a los primeros pobladores y sus descendientes, se los denomina alcalde de primer alcalde y de segundo voto. Los alcaldes ordinarios dirigían la vida de la ciudad, presidían el cabildo y eran la primera autoridad municipal. En Trujillo, el hecho de que un alcalde ordinario obtenga la alcaldía consecutivamente por más de dos años significaba que tenía un gran liderazgo político expandiendo su poder a cargos para su familia con un nepotismo encubierto. LA FAMILIA: Se debe considerar a las redes comerciales como mecanismos en los que intervinieron miembros de la red interfamiliar (parientes) y extrafamiliar (socios, agentes, y dependientes) la movilidad de mercadeo que se emplean son el tráfico a distancia y el amiguismo. Las vinculaciones consanguíneas fueron indispensables en el gremio de comerciantes y funcionaban como un entretejido que sustentaba el poder de dicha clase. Vinculados por lazos familiares, se ayudaban y protegían mutuamente. Las familias notables desarrollaron redes con gran cohesión siendo empresas familiares que prosperaron con una unidad primaria de lealtad e identidad, proporcionaron además administración de capital y bienes a sus asociados de confianza. Según Rizo-Patrón Boylan (2001) existió una tipología de las trayectorias de comerciantes limeños según su dinamismo en cuanto a fortuna y vinculaciones, estableciendo “círculos concéntricos” Según Branding (1971) los comerciantes fomentaron a sus hijos a seguir la carrera profesional, eclesiástica o militar. Para un comerciante acaudalado era necesario conservar la firma empresarial de la familia, por lo que mucho de ellos antes de su muerte nombraban al hijo como legítimo heredero patrimonial y familiar de las redes gestada por él moribundo comerciante paterfamilias. LA SITUACCIÓN DE LAS MANUFACTURAS TEXTILES HUAMACHUQUINAS EN EL PERIODO COLONIAL TARDÍO: Según Miño Girjalva (citado por Díaz, 2014) existió un reordenamiento productivo regional que favoreció a los centros textiles peruanos en detrimento de los quiteños, cuya industria se redujo en 75% en tan solo cien años. Sin embargo, Según Salas Olivari hacia el año de 1760 se inició una crisis importante en el sector textil, que implico la liquidación de muchos obrajes. El periodo de la caída de telas producidas en los obrajes (1776-1799) se debió en realidad al reemplazo por la producción doméstica en chorrillos españoles y criollos. En el norte, en Huamachuco, se muestra una situación distinta; le corresponde un periodo de auge iniciado en 1680 hasta mediados del siguiente siglo, cuando tras el descubrimiento de la mina de Hualgayoc en 1771; se produjo el despegue de la producción tras la recuperación de la disminución debido al crecimiento de la demanda (Díaz, 2014). En cuanto a la inversión de capital, los obrajes tomaron posición como grandes centros manufactureros que concentraban el proceso de producción y consolidaron las zonas de aprovisionamiento lanero. En este sentido, consta de que los empresarios de Huamachuco gozaron de rentabilidad hasta cerrar el siglo XVIII, y luego experimentaron una recesión por los cambios del mineral de Hualgayoc, sufriendo sus efectos hacia 1815; sufriendo los obrajes deterioro como batanes rotos y sus ingenio de moler paralizados. Además de los ciclos económicos del mineral, confluyeron otros factores en la crisis de los textiles durante las dos primeras décadas del siglo XIX; como revueltas antifiscales, fenómenos naturales, interrupción del comercio por la guerra, epidemia de sarampión, a fines del siglo XVIII. Con la constitución de 1812, se abolieron mitas y tributos, de modo que los indígenas abandonaron las haciendas, cayendo en latrocinio y salteadores de caminos [Apresamiento de Francisco de Orbegoso].