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Ritual Cósmico" es una una instalación contemplativa, que invita al espectador

a internarse dentro de un paisaje Mágico y experimentar un momento ritual. El


concepto general forma parte de una conexión integral sobre la articulación del
infinito, lo energético, lo continuo, donde interviene la unión de lo cósmico y lo
físico, o de lo que se encuentra más allá de la comprensión, muchas veces
buscado en el cielo, las estrellas, y en su conexión con ellas y su sabiduría, una
conexión con los dioses, maestros pasados y portales mágicos del ser.

En la cultura celta, la festividad del solsticio de invierno recibía el nombre de


Yule.
Las celebraciones celtas se basan en un calendario lunar en el que las fechas
más importantes son los solsticios y equinoccios. Se celebra, según la cultura
celta, el renacimiento del dios y los espíritus, después de su muerte en
Samhaim, fecha en la que se celebra el año nuevo druídico celebrado en la
noche del 31 de Octubre y la madrugada del 1 de Noviembre. El periodo entre
Samhain y Yule, era llamado la estación oscura, días de mayor intensidad del
invierno y menor cantidad de luz solar.
De la mano de la concepción celta del universo donde todo está en constante
nacimiento, muerte y reencarnación, el solsticio de Invierno es el término de
uno de estos ciclos y empieza otro con el nacimiento, precedido de la muerte en
la estación oscura donde todas las plantas parecían muertas y los animales
hibernan.

EL CULTO A LOS ÁRBOLES


Los antiguos celtas creían que el árbol representaba un poder, y que ese poder
protegía y ayudaba al árbol. Los bosques sagrados servían como templo a los
germanos. Para los galos, la encina era un árbol sagrado sobre el que los
druidas, sacerdotes celtas guardianes de las tradiciones, recogían el muérdago
siguiendo un rito sagrado. Esta tradición, heredada a través de los siglos, sirvió
de inspiración para el actual árbol de Navidad.
El principal rito realizado en la época de Yule es la quema ritual por 12 horas de
un tronco grande, comúnmente de pino o sauce, cortado en la anterior
festividad de solsticio de invierno y guardado cuidadosamente.
El tronco es especialmente seleccionado por el Druida, quien se comunica con
los árboles para pedirles permiso y saber cuál es el adecuado para ser el leño
de Yule. Posteriormente se le tallan símbolos sagrados referentes al
renacimiento, figuras masculinas y el sol. Es un periodo de meditación sobre la
oscuridad y la esperanza, por lo que no tiene tanta algarabía como la fiesta de
la vida de primavera, los druidas cuidan de una meditación y ayuno para ayudar
a la tierra a renacer y dar grandes frutos. Es también época de evaluación
personal y de rectificación, para renacer espiritualmente. Todo lo vivido durante
el año es lo que representa el leño, y al quemarse representa el término de un
ciclo y el nacimiento de otro nuevo.

Solsticio de invierno
En el hemisferio norte se celebra el regreso del Sol a partir del 21 de diciembre.
Se supone que hemos adquirido más conocimiento, la sabiduría nos lleva al
triunfo del Sol-conciencia y estamos en disposición de crear, de construir
sólidamente nuestros propósitos. Cruzamos la Puerta de los dioses. Coincide
a pocos días con la Natividad, el 25 de diciembre, símbolo de un nuevo
alumbramiento, el renacer de la luz. Este ritual es más íntimo y personal, de
recogimiento y fiesta interior. Según la Cábala, en el hemisferio Norte, el
solsticio de invierno activa la letra 2º HE del Tetragrammaton y en el
hemisferio Sur el solsticio de invierno activa la letra HE del Tetragrammaton.

Ritual de activación de la conciencia interior


Para este ritual de solsticio de invierno procuraremos vestirnos con prendas
blancas y negras, camisa, pañuelo, lo que nos sea más fácil encontrar.
Crearemos un ambiente con un poco de incienso y 3 velas blancas dispuestas
en triángulo con la punta hacia arriba. Un poco de música de meditación si esto
nos facilita las cosas. Haremos 3 respiraciones profundas, tomando el aire por
la nariz y llenando el abdomen y luego el pecho, reteniendo brevemente el aire
y sacándolo por la boca muy despacio, vaciando pecho y abdomen. Después
respiraremos de nuevo tranquilamente y a nuestro propio ritmo.
Visualizaremos una luz violeta por encima de nuestra cabeza que penetra por el
chacra de la corona y se va adentrando en nuestro cuerpo relajando desde la
cabeza a los pies, todos nuestros músculos, limpiando residuos, relajando cada
vez más todo nuestro cuerpo, nuestro ser. La luz entra por arriba, y sale por los
pies. Daremos la orden a nuestro cerebro de rebajar las ondas de su actividad
eléctrica a 4 ciclos por segundo, (lo hará porque nos escucha). Sentiremos paz
y nos sumergiremos más y más en una profunda relajación.
En ese silencio interior visualizaremos una puerta que se dibuja en el horizonte
elevado, es una puerta dimensional. Visualizaremos que de nuestro corazón
sale un hilo de luz dorada que se estira y traspasa el arco de la puerta
imaginaria. Ese hilo se conecta con nuestro otro Yo ser de luz que está del otro
lado. Nuestro ser corporal se reencuentra con nuestro ser espiritual más allá del
arco de la puerta conectados por este hilo de luz dorada que nos lleva a otra
dimensión, a otra realidad.
Más allá del arco todo es color, luz, paz, bañados en una inmensa sensación de
Amor. Pronunciaremos mentalmente o en un susurro el mantra cabalístico
iouaa yavesh ralesh 3 veces, para llamar a las presencias de los 72 Genios de
la Cábala. Visualizaremos que llegan 72 seres de luz y que nos rodean
completamente. Esos Ángeles están preparándonos una arca dorada.
Nos sentimos cada vez más atraídos por ese hilo de luz que tira de nuestro
cuerpo para acercamos cada vez más al cuerpo de luz hasta fundirnos con él
traspasando en cuerpo y alma el arco de la puerta dimensional. El cuerpo físico
y de luz son Uno.
Entramos en el arca que nos han preparado, es como un cobijo, un útero de luz
dorada. Nos ponemos en posición fetal dentro del arca, nos rodean los 72
Genios. Sentimos su presencia, su potente energía. Nos bendicen, nos hablan,
se sienten muy dichosos de nuestra presencia. Disfrutamos de este momento
excelso y recibimos durante unos minutos sus consejos, su amor incondicional.
Estamos en pleno renacimiento. Sentimos tranquilamente ese momento. Nos
visualizamos en un estado de plenitud, pudiendo realizar prodigios. Ha
desaparecido toda agitación, todo problema, todo es fácil.
Pasados esos instantes, cuando lo deseemos, salimos del arca y volvemos a
traspasar el arco. Estamos de nuevo en el aquí y ahora, pero todo ha
cambiado. Estamos revestidos de una aura más brillante, más pura,
rejuvenecida, con mucha alegría, amor, humor, resplandecientes, y esta es una
condición que deberá acompañarnos siempre.
Damos las gracias a los Ángeles que nos han acompañado, salimos de ese
estado visualizando cómo nos crecen unas poderosas raíces en los pies que
nos anclan a la tierra. Hemos traspasado la Puerta de los Dioses y adquirido
una sabiduría que deberemos utilizar para diseñar nuestra realidad cada vez
más hermosa y perfecta. Somos conscientes de ser dioses creadores.

SOLSTICIO DE VERANO
La importancia del Dios del Año Creciente (Rey del Roble) en esta festividad es
clara. Es el día más largo del año, y el sol esta brillante, fuerte y alto. En este
momento, los que celebramos esta festividad, le saludamos y honramos en la
cima de su ciclo anual. Se le pide que siga haciendo huir los poderes de la
oscuridad. Es la festividad más celebrada, ya que nos regocijamos de la
abundancia del año, en el apogeo de su fuerza, luz y calor.
Sin embargo también se tiene en cuenta que a partir de ese apogeo, comienza
el proceso del declinar del año. Comienza poco a poco el poder del Dios del
Año Menguante (Rey del Acebo).
La vida es un proceso, no un estado, y estas festividades son un medio de
sintonizar con este proceso.
En esta fecha en la que el Rey del Roble, cae derrotado por su hermano y
gemelo el Rey del Acebo se refleja que el culminante momento del caluroso
verano, es también, por su propia naturaleza, el comienzo inexorable del
caminar hacia la oscuridad del Solsticio de Invierno, cuando el Rey del Acebo a
su vez morirá en manos de un renacido Rey del Roble.
Pero, ¿cuál es el papel de la Deidad Femenina en esta festividad? La Diosa a
diferencia del Dios, nunca muere para volver a nacer. En realidad nunca
cambia, sino que presenta diferentes aspectos. En el Solsticio Estival, la Diosa
muestra su aspecto de muerte en la vida, su cuerpo terrenal es
exuberantemente fecundo y sensual, abrazando al Dios Solar en el cenit de su
poder. Sin embargo sabe que se trata de un cenit transitorio y al mismo tiempo
preside la muerte del Rey del Roble y la entronización de su oscuro gemelo
(necesario y positivo). En esta festividad en su Danzar a la Vida nos dice. “Todo
cambia, nada es”
El Solsticio Estival, es una festividad del fuego y del agua como representación
de ambos.
SOLSTICIO DE INVIERNO
Señala el renacimiento del Dios del Año Creciente (Rey del Roble) y la muerte
del Dios del Año Menguante (Rey del Acebo) a manos de su hermano gemelo
de luz.
La Diosa que en el Solsticio de Verano mostraba su aspecto de muerte en la
vida, ahora lo hace en su aspecto de vida en la muerte, pues aunque en esta
estación es la Dama de Blanco de la fría oscuridad, será el periodo en que
tenga al Hijo-Prometido, al Hijo-Amante que volverá de nuevo a fertilizarla
trayendo la luz y el calor a su reino.
En esta festividad se celebra el transito del ciclo anual de las tinieblas a la luz.
Con demasiada frecuencia, el armonioso equilibrio entre la oscuridad y la luz, el
necesario crecimiento y declinación, han sido distorsionados confundiéndolos
como una idea entre el bien y el mal.
Esta creencia, no ha hecho más que degradar el papel del Rey del Acebo,
pasándolo de ser el que anuncia el invierno, el descanso, la introspección (la
oscuridad), con el diablo cristiano que personifica el mal, y eso queda muy lejos
de la realidad.
En las islas Británicas, en la actualidad y en esta fecha se practica la caza del
reyezuelo (representación del Año Menguante). El reyezuelo es asesinado por
su contrapartida del Año Creciente, el petirrojo, que le encuentra ocultándose
en un arbusto de acebo.
El árbol del petirrojo es el abedul, árbol que sigue al solsticio de invierno, en el
árbol-calendario de los celtas. En esta caza, los hombres persiguen y matan al
reyezuelo con varas de abedul.
Sin embargo es difícil de entender la ausencia de este mismo rito, en el solsticio
de verano, donde se debería matar al petirrojo. ¿Podría ser porque representa
“La Luz”, y por desgracia no hay la misma consideración con el reyezuelo
porque representa “La Sombra”?… es una posibilidad.
Parece ser que la utilización de estas aves, correspondería a la sustitución de
las personas que en la antigüedad interpretaban ese papel, por animales, en el
caso de la realización del ritual de sacrificio “verdadero”.
Aún en la actualidad, en muchos lugares se cree que hay que sacar fuera de la
casa todos los adornos hechos con acebo después de Navidad, pues se
considera que a partir de entonces este símbolo del año menguante ya no es
necesario y pueda ser una afrenta para el año creciente que llega.

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