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Solsticio de invierno
En el hemisferio norte se celebra el regreso del Sol a partir del 21 de diciembre.
Se supone que hemos adquirido más conocimiento, la sabiduría nos lleva al
triunfo del Sol-conciencia y estamos en disposición de crear, de construir
sólidamente nuestros propósitos. Cruzamos la Puerta de los dioses. Coincide
a pocos días con la Natividad, el 25 de diciembre, símbolo de un nuevo
alumbramiento, el renacer de la luz. Este ritual es más íntimo y personal, de
recogimiento y fiesta interior. Según la Cábala, en el hemisferio Norte, el
solsticio de invierno activa la letra 2º HE del Tetragrammaton y en el
hemisferio Sur el solsticio de invierno activa la letra HE del Tetragrammaton.
SOLSTICIO DE VERANO
La importancia del Dios del Año Creciente (Rey del Roble) en esta festividad es
clara. Es el día más largo del año, y el sol esta brillante, fuerte y alto. En este
momento, los que celebramos esta festividad, le saludamos y honramos en la
cima de su ciclo anual. Se le pide que siga haciendo huir los poderes de la
oscuridad. Es la festividad más celebrada, ya que nos regocijamos de la
abundancia del año, en el apogeo de su fuerza, luz y calor.
Sin embargo también se tiene en cuenta que a partir de ese apogeo, comienza
el proceso del declinar del año. Comienza poco a poco el poder del Dios del
Año Menguante (Rey del Acebo).
La vida es un proceso, no un estado, y estas festividades son un medio de
sintonizar con este proceso.
En esta fecha en la que el Rey del Roble, cae derrotado por su hermano y
gemelo el Rey del Acebo se refleja que el culminante momento del caluroso
verano, es también, por su propia naturaleza, el comienzo inexorable del
caminar hacia la oscuridad del Solsticio de Invierno, cuando el Rey del Acebo a
su vez morirá en manos de un renacido Rey del Roble.
Pero, ¿cuál es el papel de la Deidad Femenina en esta festividad? La Diosa a
diferencia del Dios, nunca muere para volver a nacer. En realidad nunca
cambia, sino que presenta diferentes aspectos. En el Solsticio Estival, la Diosa
muestra su aspecto de muerte en la vida, su cuerpo terrenal es
exuberantemente fecundo y sensual, abrazando al Dios Solar en el cenit de su
poder. Sin embargo sabe que se trata de un cenit transitorio y al mismo tiempo
preside la muerte del Rey del Roble y la entronización de su oscuro gemelo
(necesario y positivo). En esta festividad en su Danzar a la Vida nos dice. “Todo
cambia, nada es”
El Solsticio Estival, es una festividad del fuego y del agua como representación
de ambos.
SOLSTICIO DE INVIERNO
Señala el renacimiento del Dios del Año Creciente (Rey del Roble) y la muerte
del Dios del Año Menguante (Rey del Acebo) a manos de su hermano gemelo
de luz.
La Diosa que en el Solsticio de Verano mostraba su aspecto de muerte en la
vida, ahora lo hace en su aspecto de vida en la muerte, pues aunque en esta
estación es la Dama de Blanco de la fría oscuridad, será el periodo en que
tenga al Hijo-Prometido, al Hijo-Amante que volverá de nuevo a fertilizarla
trayendo la luz y el calor a su reino.
En esta festividad se celebra el transito del ciclo anual de las tinieblas a la luz.
Con demasiada frecuencia, el armonioso equilibrio entre la oscuridad y la luz, el
necesario crecimiento y declinación, han sido distorsionados confundiéndolos
como una idea entre el bien y el mal.
Esta creencia, no ha hecho más que degradar el papel del Rey del Acebo,
pasándolo de ser el que anuncia el invierno, el descanso, la introspección (la
oscuridad), con el diablo cristiano que personifica el mal, y eso queda muy lejos
de la realidad.
En las islas Británicas, en la actualidad y en esta fecha se practica la caza del
reyezuelo (representación del Año Menguante). El reyezuelo es asesinado por
su contrapartida del Año Creciente, el petirrojo, que le encuentra ocultándose
en un arbusto de acebo.
El árbol del petirrojo es el abedul, árbol que sigue al solsticio de invierno, en el
árbol-calendario de los celtas. En esta caza, los hombres persiguen y matan al
reyezuelo con varas de abedul.
Sin embargo es difícil de entender la ausencia de este mismo rito, en el solsticio
de verano, donde se debería matar al petirrojo. ¿Podría ser porque representa
“La Luz”, y por desgracia no hay la misma consideración con el reyezuelo
porque representa “La Sombra”?… es una posibilidad.
Parece ser que la utilización de estas aves, correspondería a la sustitución de
las personas que en la antigüedad interpretaban ese papel, por animales, en el
caso de la realización del ritual de sacrificio “verdadero”.
Aún en la actualidad, en muchos lugares se cree que hay que sacar fuera de la
casa todos los adornos hechos con acebo después de Navidad, pues se
considera que a partir de entonces este símbolo del año menguante ya no es
necesario y pueda ser una afrenta para el año creciente que llega.