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Los jóvenes, la salud mental y el COVID-19

Durante la crisis desatada por el COVID-19,


muchos jóvenes y adultos se enfrentaron a un
cambio en su estilo de vida de manera radical,
viéndose en la necesidad de pasar más tiempo
dentro de sus casas, lidiando con las medidas de
seguridad y conviviendo con sus familias.

Los primeros meses supusieron una situación de


estrés muy grave para muchas personas. Las noticias no eran para nada alentadoras y cada día
parecía que la situación empeoraba aún más. Esto a la par de una situación desconcertante con
respecto a la política del país, no hizo más que pintar un futuro sombrío a muchos peruanos,
especialmente a los jóvenes.

Los jóvenes, como es bien sabido a estas alturas de la pandemia, fueron y siguen siendo el sector
de la población más afectado por el COVID-19. No solo por la enfermedad en sí, sino también por
las consecuencias que esta trajo a sus vidas; ya sea de manera directa, como la perdida de algún
familiar por el contagio del virus o de manera indirecta, como el desarrollo de trastornos mentales
y la agudización de estos mismos.

Muchos jóvenes tuvieron que enfrentar la dura realidad de vivir en una situación de pandemia,
dejando atrás las salidas con amigos y/o familiares, la escuela y, en algunos casos, el deporte.
Otros tuvieron que dejar sus estudios a consecuencia de la crisis económica por la cual sus familias
tuvieron que pasar. Aquellos en situación de vulnerabilidad tuvieron que enfrentarse a la realidad
de la falta de atención medica fuera del ámbito del tratamiento del COVID. Pero lo que todos los
jóvenes peruanos comparten con respecto a esta difícil situación es el desarrollo de algunas
afecciones mentales.

El MINSA y otras organizaciones han indicado que la taza de jóvenes con ansiedad, depresión y
otros trastornos aumento significativamente con el comienzo del confinamiento en el Perú;
confinamiento que no solo genero ansiedad en adolescentes que nunca habían sufrido de este mal,
sino que también empeoro la ansiedad de aquellos que ya la padecían. Aquellas personas que veían
en la escuela o en las salidas recreativas una manera de sobrellevar estos males, fueron forzados
a lidiar con el estrés y la depresión dentro de sus casas.

Ninguno paso por lo mismo y ninguno esta pasando por lo mismo. Y aunque durante estos dos últimos
años se intento hacer mucho por ayudar a este sector, hay que recordar que todos viven realidades
distintas y lo que funciono para algunos, para otros no. La vuelta a clases de manera semipresencial
supone una solución efectiva para casi cada una de estas realidades.

El reencuentro con los viejos amigos, profesores y en sí, el hecho de salir de un ambiente cargado
de preocupaciones dejadas por esta terrible situación nos da esperanzas de que de alguna manera
muchos de estos jóvenes podrán recuperar parte de su vieja normalidad. Sin embargo, no podemos
asumir que el regreso a la escuela es la solución definitiva para un problema tan grande y debemos
tener en cuenta que, ante los estragos dejados por el confinamiento en la salud mental de nuestros
jóvenes, la mejor y única solución posible es el tratamiento con un profesional, alguien que sepa
guiar, no solo a los jóvenes, sino también a sus familias por un camino a encontrar una manera de
tratar estos trastornos de manera efectiva.

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