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Universidad de Panamá

Facultad de Psicología

Escuela de Psicología

Metodología de la Investigación

Tema:

“El problema a investigar y el estado del arte.”

Estudiante:

Dianeth A. Batista C.

Cédula de Identidad:

9-759-499

Grupo:

N.º 2

Docente:

Manuel Campos

Fecha de Entrega:

Panamá, 22 de junio de 2021


Módulo N.º 2: Diseño de la Investigación – Métodos de la Investigación
Científica.

Asignación N.º 8.

Tema: El problema a investigar y el estado del arte.

Resultado de Aprendizaje:

▪ Define el título de un tema-problema de investigación.


▪ Identifica y elabora un breve estado del arte del tema propuesto a investigar.
▪ Utiliza el modelo de referencias y citas bibliográficas de la APA versión 6 o 7.

“Impacto en la salud mental de adultos mayores en Panamá, durante el


COVID-19.”

Resumen

La pandemia se ha extendido por los cinco continentes en solo unos meses tras los
primeros casos de COVID-19 aparecidos en China en diciembre del año, 2019. Esto
ha traído consigo diversos cambios en el mundo, que han afectado a todas las
personas, pero si bien es cierto, no a todas por igual. Y es donde, la salud mental y
el bienestar están influenciados por numerosos factores y son proclives a la
transformación. En este momento, la mayoría de los seres humanos, en todos los
sectores de la sociedad, están siendo perjudicados por la crisis de salud mundial
relacionada con el coronavirus. Un grupo particular que debemos tener en cuenta
durante este momento difícil son los adultos mayores, cuyas rutinas y sistemas de
apoyo habituales pueden verse influenciados por sucesos de inestabilidad
emocional entre otros factores, que agravan su bienestar, a causas y efectos de
esta crisis.

Palabras clave: salud mental y física, impacto, crisis, pandemia, vulnerabilidad,


estrés, miedo, cambios.
Introducción

En el presente apartado se realiza una revisión exhaustiva de investigaciones que


tratan sobre el impacto que conlleva el COVID-19, en la salud mental de los adultos
mayores en Panamá.

Siendo este un grupo que requiere mayor atención y cuidado, porque se trata de
una población muy vulnerable ante el nuevo coronavirus.

Con la finalidad de colocar en evidencia el miedo, la preocupación y el estrés como


respuestas normales en momentos en los que enfrentamos, añadiéndole así la
incertidumbre que se siente ante lo desconocido o a situaciones que generan crisis.

Por ende, al temor de contraer el virus en una pandemia como la del COVID-19, se
incorpora cambios en la vida cotidiana provocados por los esfuerzos para contener
y frenar la propagación de dicho virus.

Debido ante las nuevas y desafiantes realidades de distanciamiento físico, el trabajo


desde el hogar, el desempleo temporal, la educación de los niños desde sus
domicilios y la carencia de contacto con los seres queridos y amigos, es importante
que se cuide la salud física tanto, como la mental.

Todas las comunidades deben recibir el apoyo y la ayuda necesaria, para realizar
intervenciones que garanticen que las personas mayores tengan lo que necesiten
de forma adecuada. Ya que tienen que ser tratados con respeto y dignidad durante
estos tiempos desconcertantes. No se puede dejar a nadie atrás, por así expresarlo.

Subyace la fragilidad de estos adultos mayores, condicionando su pobre respuesta


inmunitaria, y la disminución de la reserva funcional, que conlleva una reducción en
la capacidad intrínseca y la resiliencia. Porque además de los problemas de salud
que ocasiona la enfermedad y los miedos que esto suscita, las relaciones
interpersonales han variado drásticamente.

Es importante que todos nos cuidemos durante este momento desafiante e incierto.
Al tomar algunas acciones simples, puede marcar la diferencia en la vida de un
adulto mayor cuando más lo dependan.
Salud Mental: un reto durante la pandemia

La pandemia por COVID-19 pone de manifiesto la necesidad de aumentar la


inversión en salud mental. El Dr. Tedros Ghebreyesus, Director General de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que “los efectos de la pandemia
en la salud mental están siendo sumamente preocupantes. El aislamiento social, el
miedo al contagio y el fallecimiento de familiares se ven agravados por la angustia
que causa la pérdida de ingresos, y a menudo, de empleos”. Según la OMS, este
tipo de epidemias producen un aumento de trastornos psicológicos como estrés
postraumático, angustia, depresión y ansiedad. Además de enfrentar grandes
pérdidas económicas, hay un elevado aumento en la preocupación por las
consecuencias en la salud mental.

¿Qué sucede con los adultos mayores de 65 años?

El envejecimiento trae consigo vulnerabilidad psicológica, social y ambiental. Su


fragilidad aumenta el riesgo de padecer diversas infecciones debido a la disminución
de la respuesta inmune. Además, las múltiples comorbilidades y antecedente de
mayores hospitalizaciones aumentan las probabilidades de contraer una infección.
En el caso de COVID-19, estudios señalan que la progresión del virus y el riesgo de
muerte es tres veces mayor en los ancianos. El compromiso pulmonar, la necesidad
de ventilación mecánica y las alteraciones en la oxigenación fueron los detonantes
del aumento de la mortalidad en este grupo por COVID-19, ya que muchos han
muerto debido a insuficiencia cardiaca congestiva y sepsis. En otros casos, las
infecciones iatrogénicas, la polifarmacia y la dificultad para la movilidad junto con
déficits cognitivos y sensoriales que les dificulta comprender y seguir las
precauciones los hace más vulnerables. Muchos viven en instituciones lo cual
incrementa su riesgo de vivir en hacinamiento, falta de higiene y falta de supervisión
adecuada. Los adultos mayores de 65 experimentan un impacto psicosocial
significativo. Ansiedad, pánico, trastornos de adaptación, depresión, estrés crónico
e insomnio son solo algunos de los principales efectos del aislamiento. La
desinformación y la incertidumbre dan lugar a la histeria colectiva. Entre ellos, los
adultos mayores quienes están sometidos a un estrés adicional ya que son
conscientes del riesgo de una mayor severidad y fatalidad al contraer el virus,
comparados a otros grupos poblacionales por lo cual son especialmente
vulnerables. El distanciamiento social, aunque es una estrategia importante para
luchar contra el COVID-19, también es una causa importante de soledad,
particularmente en entornos como instituciones, considerado como un factor de
riesgo para la depresión, trastornos de ansiedad y el suicidio. En general, los
mayores de 65 años pueden presentar un aumento de niveles de ansiedad (31.8%),
depresión (27.5%), trastorno obsesivo compulsivo (25.1%) y hostilidad (13.7%)
durante la cuarentena.

Los factores más poderosos que afectan la salud mental y el bienestar de los
adultos mayores abarcan:

▪ Condiciones de salud mental: a menudo, las condiciones de salud mental no


diagnosticadas (ya sean anteriores o actuales) se manifiestan en la tercera edad.
La depresión y la ansiedad severa no son una parte normal del envejecimiento
y se abordan con tratamiento clínico y apoyo social. El estrés de la COVID-19,
la incertidumbre que genera y la posibilidad de que los adultos mayores sean
más propensos al virus exacerban cualquier riesgo latente de depresión o
ansiedad.
▪ Salud física, dolor y discapacidad: las condiciones médicas son frecuentes en
la mayoría de los adultos mayores y a menudo se pueden manejar bien. Cuando
el dolor o las enfermedades crónicas conducen a una discapacidad funcional, el
sentido de identidad y bienestar de la persona puede verse afectado
significativamente. Durante este brote de la COVID, formar parte de la población
de la tercera y tener condiciones de salud crónicas son criterios para la
vulnerabilidad de “alto riesgo” al virus. Esto puede agravar el estrés que sienten
muchos adultos mayores.
▪ Aislamiento social, sentirse solo o desconectado: cualquier contacto regular
con familiares, vecinos, clubes, comunidades religiosas y servicios sociales
(como la entrega de comidas o el personal de atención domiciliaria) puede servir
como puntos importantes de contacto. Estos pueden ser un salvavidas para la
conexión social. El distanciamiento social puede acentuar el aislamiento, y la
crisis actual está afectando las rutinas de casi todos, el transporte masivo y
algunos servicios sociales "no esenciales". Esto significa que el apoyo social
habitual y los contactos que los adultos mayores tienen con otros pudieran
disminuir.
▪ Las pérdidas: son una experiencia más frecuente para los adultos mayores y
generalmente comprenden la muerte de amigos o familiares y otros tipos de
pérdidas, como conducir, autonomía, finanzas o desempeño en varias
funciones. La capacidad de los adultos mayores para adaptarse y sanar a través
del duelo y la pérdida es generalmente amplia. Sin embargo, el duelo puede
complicarse para algunos. Cuando ocurren pérdidas en combinación con otros
factores estresantes, puede haber un deterioro en la salud mental. El brote de la
COVID puede sentirse como una amenaza que generaría aún más pérdidas,
además de las otras experiencias de los adultos mayores.
▪ Interrupción en la rutina: como comer, dormir, estructura diaria, sentido de
propósito y relaciones. Es muy probable que la COVID haya afectado la rutina
de los adultos mayores: donde pueden comprar, comer, caminar y socializar.

Todos tienen un papel que desempeñar en el apoyo a los adultos mayores


durante el brote de la COVID. He aquí algunas actividades y
recomendaciones que pueden llevarse a cabo:

1. Pase de visita con regularidad a sus amigos, vecinos y familiares que son adultos
mayores.
2. Llame o converse por video con ellos, ya que los mensajes de texto y las redes
sociales pueden no ser el mejor método para conectarse.
3. Pregúnteles cómo les va durante este período, cómo podrían haber cambiado
sus rutinas y qué tipo de cosas están haciendo para lidiar con el estrés.
4. Aliéntelos a seguir haciendo las actividades que estén permitidas durante la
COVID en su localidad, y que identifiquen como las más útiles para ellos, como
hacer ejercicio a diario o caminar, estirarse, escuchar o tocar música, leer,
disfrutar de sus espectáculos favoritos o humorísticos, armar rompecabezas,
participar en juegos, involucrarse en actividades sociales, meditar u orar.
5. Ayúdelos a buscar consejo o atención médica si experimentan síntomas de
deterioro de la salud física o mental.
6. Ofrézcase a llevarles una comida, hacer un recado o pasear a su perro, si en su
ciudad se permiten estas actividades.
7. Busque el consejo de ellos, con base en su experiencia y sabiduría.
8. Exprese gratitud y aprecio por cualquier apoyo que obtenga de su relación con
ellos. Hágales saber lo que admira sobre la forma en que conducen su vida.

Lo más importante, simplemente comuníquese regularmente con los adultos


mayores en su vida y exprese su apoyo. Hágales saber que está a sus órdenes y
que les importa y que logren reconocer que usted está agradecido de que formen
parte de su vida.

El apoyo emocional es tan importante como los cuidados de la higiene y


limpieza. Mantener el aseo en el hogar y la higiene personal. El distanciamiento
físico es necesario, pero también el contacto emocional: las personas cercanas
deben estar pendientes de cómo se siente la persona adulta mayor, si requiere
algún apoyo específico para que no tengan que salir a hacer compras, brindarles
información sobre los cuidados que deben tener. En fin, la familia debe ser un punto
de apoyo, para poder mantener el distanciamiento físico.

La OMS sugiere a cuidadores de adultos mayores de 65 años brindar la información


sobre la enfermedad con datos sencillos acerca de lo que está pasando y las formas
de disminuir el riesgo de infección de forma tal que lo puedan entender. Se debe
repetir esta información cada vez que sea necesario e ilustrar los hábitos de
autocuidado para que sean realizados de forma correcta (lavado de manos, uso de
tapabocas, distanciamiento físico). Asegurar la disponibilidad de los medicamentos
de uso crónico, y a través de la teleconsulta se siga haciendo un monitoreo de sus
comorbilidades. Tener a la mano teléfonos de contacto de emergencias, para
servicios de transporte o alimentos, en especial si el adulto mayor se encuentra solo.

La realidad panameña

Según la psiquiatra de niños, adolescentes y adultos, Susana De León, después de


aplanar la curva de casos del coronavirus y resolver el tema económico, en el país
habrá que prestar mucha atención a la “curva” de la salud mental.

En palabras de De León el desempleo, la ansiedad, las pérdidas que van desde no


acudir a la escuela o la pérdida de un familiar, así como el confinamiento prolongado
afectan la salud mental.

“En Panamá vamos a ver un alza en dificultades de salud mental, por un lado. Por
el otro están las personas que ya sufrían de enfermedades mentales y que al estar
confinados se dispara”, aportó.

Según la psiquiatra, el estallido final de muchas enfermedades mentales es el


suicido debido a que el sufrimiento emocional, la tensión o el uso de sustancias
como drogas ilícitas o el alcohol hacen que el individuo vea acabar con su vida como
una opción para salir de todos sus problemas.

“Por eso hay que tener una línea clara de cómo vamos a ayudar a estas personas
en crisis y a su vez trabajar en la prevención. Hay que tener muy claro el protocolo
para pacientes en crisis suicidas o de violencia”, explicó.
Conclusiones

Antes de planear estrategias para apoyar a los adultos mayores en su salud mental
hay que garantizar la contención de sus necesidades básicas. Es decir, el
alimento, vestimenta y medicación. Una de las primeras causas de la angustia que
esta población puede sentir por la emergencia sanitaria que vive el país, es el
pensar en que van a morir por no tener su medicina.

Cuando existe una red familiar y social que le demuestre al adulto mayor que
sus necesidades básicas van a ser satisfechas estamos ganando muchísimo en
evitar una posible crisis de angustia. Una vez cubierta esa parte, es de valor resolver
las necesidades emocionales, que son aquellas de contacto y de pertenencia. Es
muy importante que puedan tener clarísimo que su familia sigue preocupada por
ellos. El contacto puede ser a través de videollamada y otras herramientas
tecnológicas, que permitan a los adultos mayores sentirse cerca de las otras
personas. Aunque no sea físico es bueno que accedan a mensajes de voz,
llamadas, videos con sus seres queridos. Quienes están acompañados deben tener
apoyo para una rutina específica ya establecida.

El adulto mayor necesita tener un conjunto de actividades que no se pueden dejar


porque sus funciones fisiológicas se degenerarían. Necesitan tiempos de
recreación, de ocio, de compartir en familia, de autocuidado personal. Además,
puedan tener espacios de práctica de tipo cognitiva, donde realicen ejercicios
mentales, resolver sopas de letras, crucigramas, rompecabezas, tejer, bordar u
otras cosas que los abuelitos sepan hacer y pueda mantener su mente ocupada. De
esa forma se pueden conectar con el aquí y el ahora. Pensar en enfermarse es
pensar en una situación futura. Es la imaginación lo que genera la angustia.
Entonces hay que pensar: “no estoy contagiado, estoy sano, veré qué cosas puedo
hacer para mejorar mi nutrición, para fortalecer mi sistema”.

Es significativo una mente tranquila y despejada, que permita que su sistema


inmunológico esté fuerte y se pueda prevenir del virus.
Bibliografía

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