Marco teórico

El desempleo es una problemática social y económica que influye en diversos

ámbitos, es decir, no solo afecta a quien carece de un empleo sino que repercute en el

entorno familiar, social, en las finanzas, vivienda y salud (Londoño y Mejía, 2019). En este

sentido, Sumba et al. (2020) refiere que el empleo determina la calidad de vida de las

personas, por lo tanto, alguien que se encuentra en un estado de desempleo debe cambiar la

forma en la que está viviendo y reducir sus ingresos para subsistir durante esa temporada,

así mismo, este limita la oportunidad a nuevas relaciones personales, la consolidación de la

personalidad y el desarrollo de las comunidades.

La Organizacional Internacional del Trabajo en uno de sus informes revela que

entre los años 2017 y 2019 la tasa de desempleo a nivel mundial presentó ciertos cambios,

en los que pasó del 5,1% a 4,9% a lo largo de ese periodo tiempo, no obstante, ese mismo

estudio muestra que existen grandes probabilidades de un incremento de hasta un millón de

personas en situación de desempleo cada año.

En el caso de Latinoamérica y en especial en Colombia, se ha evidenciado un

desmedido aumento en las tasas de desempleo a partir del año 2015, esto a consecuencia de

un lento crecimiento en la economía, en otras palabras, el descrecimiento de la producción

de bienes y servicios ha retrasado la necesidad de mano de obra, provocando que las cifras

del desempleo vayan en aumento con el transcurrir de los años (Vallejo, 2020).

En ese orden de ideas Sumba et al. (2020) resalta tres tipos de desempleo

denominando al primero como coyuntural, este se caracteriza por ser uno de los más

difíciles de enfrentar debido a que depende del estado de la economía, lo que indica que
entre mayor actividad económica hay altos niveles de empleabilidad, por lo tanto, cuando

las empresas llegan a crisis económicas se realizan reajustes en la estructura de esta,

anulando una gran cantidad de contratos y haciendo crecer la tasa de desempleo, en

segundo lugar se encuentra el desempleo friccional, en el que el trabajador toma la decisión

de abandonar su puesto de manera voluntaria, en tercer lugar el desempleo cualitativo, en el

que hay una desigualdad entre la oferta y la cantidad demandada de un puesto.

Los tres tipos de desempleos mencionados son conocidos por Keynes (2006) como

involuntarios, entendiendo que hace referencia a la clase de desempleo en el que el número

de personas supera la cantidad de ofertas para determinado puesto, mejor dicho, el sujeto

tiene la intención de trabajar pero no encuentra un trabajo disponible, lo que trae efectos en

el ámbito económico y social puesto que, no podrá cubrir sus necesidades básicas y

recurrirá a cambios drásticos en su estilo de vida. Por su parte, los Estados y gobiernos en

el mundo han realizado estrategias, políticas y acciones con el objetivo de disminuir esta

problemática, sin embargo, los resultados que se obtienen sobre las tasas de desempleo

demuestran que dichos esfuerzos han sido insuficientes.

Actualmente, las personas trabajan por diversos motivos, muchos de ellos ligados al

deseo de conservar sus relaciones sociales, mantener su salud física y emocional o

simplemente porque les gusta la retribución que se obtiene por medio de este, no obstante,

las tendencias de envejecimiento traen consecuencias en los mercados laborales,

produciendo una escasez de oferta laboral sobre todo en aquellos adultos que se encuentran

en la etapa media y tardía, es decir, quienes comprenden según Papalia edades de 40 a 65

años y de 65 años en adelante, para ellos no existen fuentes de empleo ni programas que le

permitan generar ingresos.

 Como ya se ha mencionado en varias ocasiones, el desempleo trae consigo

repercusiones en diversos ámbitos siendo uno ellos la vida privada, en la que prevalecen

según Londoño y Mejía (2019) problemas como la baja autoestima, alcoholismo, depresión,

conflictos familiares, sentimientos de fracaso, desesperanza e inseguridad, al mismo tiempo

aumentan las expresiones de violencia y conductas suicidas, lo que quiere decir que

indudablemente la pérdida del empleo implica un desgaste físico y psicológico, además es

un impedimento para formar un sistema socioeconómico que se fundamente en el bienestar

de todas las personas.

Seguidamente, el desempleo abarca problemáticas en el ámbito social haciendo que

los individuos en primer lugar, disminuyan las capacidades adquiridas en su trabajo, por

ende perjudica los conocimientos, habilidades y destrezas, en segundo lugar, desvaloriza el

valor económico y simbólico de este, al igual que impacta en quienes apenas están

ingresando en el mundo laboral, finalmente, debilita la cultura del trabajo al desalentar,

frustrar e influir temor en los empleados y familias que experimentan una situación

ocupacional desfavorable (Londoño y Mejía, 2019).

El trabajo es un estructurador de la vida de los seres humanos, este provee vínculos,

estatus social, una estructura horaria y contribuye a la formación de la identidad, por lo

tanto, con la pérdida de este se desvincula todo lo que de él se deriva. Sumba et al. (2020)

manifiesta que no todas las personas perciben la problemática de una misma manera, por

ello, las estrategias de afrontamiento que utilice el sujeto frente a sus circunstancias

actuaran de manera positiva o negativa en su salud mental.

 Londoño-Upegui, L. D. y Mejía-Ortega, L. M. (2019). Desempleo y protección

social: el caso colombiano. Rev. Fac. Nac. Salud Pública, 37(3), 54-63.

Vallejo Zamudio, L. E. (2020). El desempleo en Colombia: una aproximación. Apuntes

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