Está en la página 1de 26

Corrección y facticidad:

Justicia y democracia*
Correction and Facticity: justice and democracy

Antonio Leiva Rabael1


1
Universidad Mayor, Chile.
https://orcid.org/0000-0003-4582-8090
https://doi.org/10.22235/rd.v18i2.1707

Resumen: Este artículo intenta una explicación de la tesis de la corrección y del caso
especial de Robert Alexy y qué respuestas es posible conducir a una de las críticas
más prestigiosas que se han elevado en su contra, cual es la que Jürgen Habermas
le dirige en su obra Facticidad y Validez2. Para ello se explicarán las cuestiones
imprescindibles para comprender el concepto de Derecho que brota de esta teoría y
los principales argumentos para demostrarla. A continuación, se presentarán las tesis
centrales del iuspositivismo metodológico, con el objeto de introducir las principales
críticas desplegadas por Habermas respecto de la tesis alexiana del caso especial y de
la vinculación entre Derecho y Justicia. Finalmente, se propondrán respuestas a esas
críticas3.
Palabras clave: corrección, tesis de la vinculación, tesis del caso especial, no-positi-
vismo, principio democrático.

Recibido: 30/08/18. Evaluado: 01/10. Observado: 04/10. Aprobado4: 17/10/18


*NOTA: Es imperioso reconocer y sobre todo agradecer, el apoyo de los profesores José
Ignacio Núñez y Alejandro Usen Vicencio. Sus observaciones agudas y críticas severas me
libraron de cometer errores que habrían amagado el propósito de ser claro y riguroso. Si pese a
lo anterior en este trabajo persisten cualquier clase de imperfecciones, ellos son imputables sólo
al autor.
2 Jürgen Habermas. 2010. Facticidad y Validez. Madrid: Trotta.
3 Debe precisarse que el objeto del presente estudio es diverso al que Alexy aborda en el epílogo
de la Teoría de los Derechos Fundamentales, pues allí -si bien elabora una respuesta a las críticas
que eleva Habermas- la cuestión en debate es la concepción de los derechos fundamentales como
mandatos de optimización, y no como aquí donde el punto está en la teoría de la corrección.
4 NE: El autor realizó los cambios sugeridos por los evaluadores.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

Abstract: This article intends a description of the Robert Alexy´s theory of correction
and especial case, and which responses are possible to give to one of the most pres-
tigious critics risen against it, which is that Jürgen Habbermas develops in his Between
Facts and Norms opera. For this, shall be explained the essential matters in order to
understand the concept of law which comes from this theory, and the most important
arguments to demonstrate it. Below, will be shown the methodological iuspositivism
main thesis, in order to present the fundamental critics developed by Habbermas to
the alexian thesis of especial case, and the connection between law and justice. Finally,
answers to that critics shall be proposed.
Key words: correction, thesis of connection, theory of special case, no-positivism,
democratic principle.
Sumario: I. La teoría de la corrección de Robert Alexy. II. Algunas cuestiones prelimi-
nares. III. El positivismo jurídico y el estado constitucional de derecho. IV. El positivismo
jurídico y la vinculación. V. Habermas y la objeción democrática. VI. A título de res-
puesta. VII. Sobre la distinción entre aspectos de fundamentación y de aplicación. VIII.
Sobre la diferencia entre argumentación práctica y jurídica. IX. Sobre la subordinación
del derecho a la moral. Bibliografía

140 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

I.
LA TEORÍA DE LA CORRECCIÓN DE ROBERT ALEXY

La tesis que defiende Alexy sobre el concepto y la validez del derecho consiste en
que a la legalidad conforme al ordenamiento y a la eficacia social, se le suma la corrección
material para definir la validez de una norma jurídica individualmente considerada y la del
ordenamiento jurídico en su conjunto. Para Alexy, la validez de las normas no sólo depende
de los elementos que el positivismo jurídico metodológico tradicionalmente sostiene para
esta materia –legalidad conforme al ordenamiento y a la eficacia social, según se mencionó-,
sino que además el derecho formula necesariamente una pretensión de corrección5, es decir
quien afirma un juicio de valor o de deber pretende que su afirmación es fundamental
racionalmente6, es decir quien fundamenta aspira a que su fundamentación sea acertada y,
de ese modo, su afirmación sea correcta7.
Lo que está a la base de la tesis de Alexy, es la existencia de una vinculación conceptual
y necesaria entre el Derecho y la Moral (justicia mínima), en su dimensión distributiva y
conmutativa. Así, lo que al mismo tiempo se está afrontando es la tarea de sumarse al debate
entre el positivismo jurídico y el no-positivismo, en punto a lo que Alexy entiende que el
Derecho es; no a lo que le parece el Derecho debe ser.

II.
ALGUNAS CUESTIONES PRELIMINARES

La cuestión básica a la que se aboca Robert Alexy es la de esclarecer si existe o


no una vinculación entre el Derecho y la Moral, en términos de precisar si es necesario
conceptualmente definir el Derecho con referencia a la Moral o si, por el contrario, la
5
Robert Alexy. 1994. El Concepto y la Validez del Derecho. Barcelona: Gedisa. 123.
6
Robert Alexy. 2004. Teoría de la Argumentación Jurídica. Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales. 133.
7
Alexy (2004), 208.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 141
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

mencionada vinculación es meramente contingente u ocasional -como incluso cierta parte


del positivismo jurídico metodológico lo admitiría-. Esa es una muy interesante tarea y tan
actual, que reedita la discusión inconclusa entre el positivismo jurídico y el no-positivismo8.
Para el logro del objetivo trazado, existe la necesidad de mencionar algunas categorías
o instituciones que Alexy utiliza para fundamentar su posición no-positivista, pues ellas son
meridianamente importantes para comprender su tesis.
1) El participante y el observador. Para Alexy, con una visible influencia hartiana,
es imperioso analizar el fenómeno que lo ocupa desde las perspectivas del participante y
la del observador, pues -tal cual lo diría el mismo Hart- con la sola perspectiva externa
se podrá meramente registrar la regularidad de las conductas observables de cara a la
reacción institucional ante el cumplimiento e incumplimiento de las normas. Sin embargo,
sólo la perspectiva del participante, correspondiente al aspecto interno, podrá reproducir
-parafraseándolo- la manera en que las reglas funcionan en la sociedad como fundamento o
razones de las acciones conforme a reglas9.
Así las cosas, adopta la perspectiva del participante quien en un sistema es parte en
una argumentación acerca de lo que en él está ordenado, prohibido o permitido. Dicho de
otra forma10, el participante pide y aduce argumentos a favor de lo que él considera que es
la respuesta correcta para un problema jurídico en el sistema jurídico en el que él mismo
se encuentra. Por ejemplo, en esta posición encontramos al juez. Esto no quiere decir que
sólo él es participante en el sentido que nos ocupa, sino que designa la ubicación o rol
argumental de quienes por su situación deben razonar de cara a la forma en que debería
decidir correctamente un juez. Así, el participante es quien se pregunta –como funcionario
que ha de aplicar el derecho o como ciudadano que ha de obedecerlo- cuál es la respuesta
correcta de una cuestión jurídica con arreglo a dicho sistema11.
Por otra parte, encontramos al observador. Éste se pregunta cómo se decide de he-
cho en un sistema jurídico. El observador pide y aduce argumentos a favor de una posición
que refleja cómo se resuelven en la realidad los problemas jurídicos en el sistema12. Para un
observador, pertenece al Derecho aquello que los tribunales o las autoridades hacen cuando

8
Al decir de Squella -con toda razón-, Alexy no debe ser calificado de iusnaturalista por el hecho de no ser
positivista, pues –como se mencionó- en su doctrina sobre la validez del derecho incluye los dos elementos centrales del
ius positivismo, cuales son la legalidad conforme al ordenamiento y la eficacia social (Squella, Agustín. 2001. Filosofía del
Derecho. Santiago: Editorial Jurídica de Chile. 393).
9
Hart, H.L.A. 2011. El Concepto de Derecho. Buenos Aires: Abeledo Perrot. 110-113.
10
Alexy, Robert. 2008. El Concepto y la Naturaleza del Derecho. Madrid: Marcial Pons. 96.
11
Alexy, Robert. 2010. La Institucionalización de la Justicia. Granada: Comares. 22.
12
Alexy (2008), 96.

142 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

se apoyan en el texto de las normas que han sido promulgadas de acuerdo a los criterios de
validez del respectivo orden jurídico eficaz13.
Resulta del todo pertinente esta distinción, pues participante y observador se
encuentran en diferentes posiciones frente a los elementos de validez del derecho. Por
ejemplo, un litigante –observador- tendrá dificultades para determinar la relevancia de
preguntarse sobre la validez de las normas en las que fija su atención, debido a que lo que es
de su interés –cosa distinta- es la eficacia. Piénsese en quien se coloque o deba colocarse en
la perspectiva del observador, al analizar un sistema absurdo14 o un sistema depredatorio15.
Aquel, no será capaz o no tendrá la necesidad de advertir que no se enfrentan a lo que en
rigor es un ordenamiento, pues de la sola observación de éste concluirá la presencia de un
sistema en que existe la legalidad de acuerdo al ordenamiento y de eficacia social, aunque no
le sea posible advertir su extrema injusticia. Ella sólo se revelará ante el participante, nos dirá
Alexy, mediante el argumento de la corrección.
2) La conexión clasificante y la cualificante16. Se aseveró hace poco, que Alexy
sostiene la existencia de una conexión entre la justicia y el Derecho. Pues bien, dicho lo
anterior, aún no se ha dicho nada respecto de la naturaleza y entidad de esa conexión. Esta
distinción ilustra la envergadura de las relaciones que pueden existir entre la validez de una
norma o de un ordenamiento y la justicia que entrañan.
Cuando se sostiene que existe una conexión clasificante, lo que se predica es
que las normas o los sistemas de normas que no satisfacen un determinado un criterio
de justicia mínima, no son –por razones conceptuales o normativas-, normas jurídicas o
sistemas jurídicos. Aquí se afirma que la ausencia de una determinada propiedad provoca la
imposibilidad de encasillar al objeto de análisis en la especie a la que se predica pertenecer.
Respecto de esta clase de conexión, Squella apunta que a través de ella se constituye al
Derecho en cuanto tal17. Bernal Pulido18 -explicando a Alexy- por su parte, indica que esta
relación es la propiedad esencial del Derecho en su dimensión ideal o crítica, y que se refiere
a la existencia de una moral crítica viviente en la opinión pública, que busca incesantemente
13
Alexy (1994), 36.
14
El sistema absurdo está dado por el arquetipo de un ordenamiento en que un grupo de individuos es gobernado
de un modo en que no les resulta posible desarrollar sus fines permanentemente ni conocer los fines de sus gobernantes
[Alexy (1994), 38].
15
El sistema absurdo deviene en depredatorio con la organización necesaria para que dicho ordenamiento sea
estable en el tiempo. Aquí los asaltantes (usando la nomenclatura de Alexy), requieren de un ordenamiento, es decir de un
conjunto de reglas, que les permita proyectar temporalmente su dominación, del que predicarán ciertamente un grado de
corrección por estar al servicio de un fin superior [Alexy (1994), 39].
16
Alexy (1994), 32.
17
Squella (2001), 393.
18
Bernal Pulido, Carlos. 2011. La Doble Dimensión del Derecho. La Tesis de la Doble Naturaleza del Derecho de
Robert Alexy. Lima: Palestra. 25.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 143
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

lo correcto y que permite identificar umbrales extremos de injusticia, como cuando se violan
los derechos humanos. Esto, pues la pretensión de corrección implica una conexión necesaria
entre Derecho y moral porque, cuando las razones provenientes del derecho positivo no son
suficientes para resolver los casos concretos, la pretensión de corrección permite recurrir a
razones de toda laya, otorgando prioridad a las razones de justicia –que son morales- sobre
todas las otras razones que no están basadas en el derecho positivo19.
Además, puede darse una conexión cualificante, cuando las normas aisladas y los
sistemas jurídicos prevén un determinado criterio moral –estando en conexión clasificante-
pero no lo satisfacen, pero pueden ser –sin embargo- normas y ordenamientos, pero
adolecerán de deficiencias. Aquí, con el mencionado criterio se avalúa la mayor o menor
justicia de la norma20.
La importancia de esta distinción radica en que para el autor bajo análisis, como
lo anota Squella21, la conexión adecuada entre derecho y moral –justicia- es cualificante,
hasta el umbral de la injusticia intolerable. Si ese límite se sobrepasa, la conexión se vuelve
clasificante. Como ejemplo de dicha vinculación, la desproporción (no satisfacer el test de
proporcionalidad) es un caso de injusticia extrema o intolerable, caso en el cual se provocará
una laguna axiológica -que deberá ser colmada con la norma que resulte de aplicar la
ponderación-, pues si bien existe una solución -por lo cual esas situaciones no son lagunas
normativas propiamente dichas-, la solución existente es axiológicamente inadecuada22,
habida cuenta que el legislador no tuvo en cuenta una distinción que debía haber considerada.
De este modo, la norma que no satisface la pretensión de corrección no deja de ser
derecho por su deficiencia, incorreción o injusticia, sino hasta que se atraviesa el límite in-
soportable de la incorrección, con lo que esa norma deja de ser Derecho. Esto mismo es lo
que Radbruch23 denomina como la otra línea divisoria24 entre la injusticia legal y las leyes
válidas: “donde ni siquiera se pretende la justicia, donde la igualdad, que constituye el núcleo
de la justicia, es negada conscientemente en el establecimiento del derecho positivo, ahí la ley
no es sólo `Derecho injusto´, sino que más bien carece totalmente de naturaleza jurídica”.

19
Alexy (2008), 15.
20
Squella (2001), 397.
21
Squella (2001), 398.
22
V.Gr., Atienza, Manuel. 2016. A Vueltas con la Ponderación. Un Debate sobre la Ponderación. Lima: Palestra-
Temis. 28.
23
Citado por Alexy, Robert. 2001. Una defensa de la Fórmula de Radbruch. La Coruña: Anuario da Facultade de
Dereito da Universidade da Coruña, 5. 77.
24
La primera se analizará dentro de poco, con ocasión del argumento de la injusticia extrema.

144 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

Parafraseando a Radbruch, el Derecho estará compuesto por los actos que estén orientados
a realizar, a poner en práctica, la justicia, sea que la realicen o no25.
3) El concepto de derecho. Así las cosas, en El Concepto y la Validez del Derecho26,
el profesor Alexy define al Derecho de la siguiente forma:

El Derecho es un sistema de normas que formula una pretensión de corrección, con-


siste en la totalidad de las normas que pertenecen a una Constitución en general eficaz y no son
extremadamente injustas, como así también a la totalidad de las normas promulgadas de acuerdo
con esta Constitución y que poseen un mínimo de eficacia social o de probabilidad de eficacia y no
son extremadamente injustas y al que pertenecen los principios y los otros argumentos normativos
en los que se apoya el procedimiento de aplicación del derecho y/o tiene que apoyarse a fin de sa-
tisfacer la pretensión de corrección.

Como puede advertirse en la definición recién presentada, se observan tres secciones


bien pronunciadas: la primera es protagonizada por la pretensión de corrección, en su re-
lación con las normas individualmente consideradas y con el ordenamiento jurídico en su
conjunto, tanto en su conexión clasificante como cualificante. En la segunda, se señala una
relación entre los tres elementos definitorios del Derecho, cuales son la legalidad conforme
al ordenamiento, la eficacia social y la corrección material, a partir de la Constitución, en
sí misma primero y en cuanto a las normas dictadas conforme a ella, después. Y la última,
es en la que se muestra el argumento de los principios, es decir la dimensión real –en los
argumentos en que el participante efectivamente se apoya al aplicar el derecho- como la
dimensión ideal –la representada por los argumentos en que deberán apoyarse las decisiones
para satisfacer la pretensión de corrección-.
El argumento de la corrección. Al decir de Alexy, con el argumento de la correc-
ción se afirma que las normas, las decisiones judiciales y los sistemas jurídicos formulan
necesariamente una pretensión de corrección, o lo que es lo mismo -como ya se dijo-, quien
afirma un juicio de deber pretende que su afirmación es fundamentable racionalmente, es
decir quien fundamenta aspira a que su fundamentación sea acertada y, de ese modo, su afir-
mación correcta. Mutatis mutandi lo anterior es lo que Habermas denomina pretensión de
legitimidad, dicho en punto al desafío de la teoría filosófica de la justicia, cual es contactar la
idea con la realidad, es decir resolver la tensión entre la necesidad de que las decisiones sean
consistentes con el ordenamiento y la exigencia de que las decisiones estén fundamentadas

25
Radbruch, Gustav. 2013. Introducción a la Filosofía del Derecho. México: Fondo de Cultura Económica. 47.
26
Alexy (1994), 123.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 145
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

racionalmente, para que sean aceptadas por los miembros de la comunidad jurídica como
decisiones racionales27.
La justicia como corrección. Para el autor bajo análisis, la corrección se relaciona
con la justicia material en sus dimensiones distributiva y conmutativa, de manera tal que
podría sostenerse que una norma es justa –correcta- en tanto asigne adecuadamente bienes,
como en la seguridad social, o cargas, como en el caso de los impuestos, y/o exista una
adecuada relación –por ejemplo- entre la acción descrita en la norma y la retribución o
efectos a partir de ella. Esta idea de justicia -dicho en palabras de Hart- brota del principio
general consistente en que los individuos tienen derecho, entre sí, a una cierta posición
relativa de igualdad o desigualdad, lo que debe ser respetado en las vicisitudes de la vida,
cuando hay que distribuir cargas, y que debe ser restablecido cuando ha sido alterado28. Así,
la pretensión de justicia es un caso especial de la pretensión de corrección29 o de legitimidad,
usando el lenguaje habermasiano. Es por ello que señala que la justicia es corrección en
relación con la distribución y la compensación30. Alexy utiliza la justicia material como un
límite al Derecho, el que se define sustancialmente por el núcleo de los derechos humanos31.
En ese orden de cosas, debe precisarse, que al hacerse mención a la distribución y a
la compensación, no debe por ello sostenerse que la definición de justicia permita cualquier
contenido. Ha de entenderse la justicia como el trato a las personas de acuerdo con sus
derechos. Dicho en clave dworkiniana, se trata de una concepción de la justicia como
derechos32.
El autor endereza un argumento atendible para sostener la tesis de la corrección,
cual es que existiría un consenso –una praxis jurídica- respecto a que el cumplimiento de
determinadas exigencias mínimas de justicia es un presupuesto necesario para el carácter
jurídico de las disposiciones estatales33.
Vale la pena preguntarse si es efectivo que las normas, las sentencias judiciales y los
ordenamientos en su conjunto contienen una pretensión como esa. Para lograr esa misión,
el autor usa el concepto de contradicción performativa aplicada en dos hipótesis: la norma
constitucional absurda y la sentencia absurda, como antítesis de la máxima que se viene

27
Habbermas (2010), 267 y siguientes.
28
Hart (2011), 198.
29
Alexy (2014), 190
30
Alexy (2010), 51.
31
Alexy (2010), 21.
32
Campbell, Tom. 2002. La Justicia. Barcelona: Gedisa. 80.
33
Alexy -con todo- transparenta que un régimen injusto relativamente exitoso, puede destruir con cierta facilidad
dicha praxis, mediante la conmoción individual, cambios personales y la recompensa a la capacidad de adaptación [Alexy
(1994), 55].

146 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

analizando. Se entenderá por tal la contradicción entre una aserción explícita y una aserción
implícita, donde esta última se acepta como presupuesto necesario al llevar a cabo el acto que
contiene la aserción explícita34.
La norma constitucional absurda de Alexy reza: X es una república soberana,
federal e injusta. Esta norma contiene una falla evidente, pero que no es de carácter
exclusivamente moral, convencional, técnica o política, sino que lo absurdo emana de la
contradicción con una noción elemental de justicia implícita en toda norma. Para el profesor
Alexy, la pretensión de justicia que sostiene está detrás de cada norma jurídica, entre ellas
la Constitución, afirma que la república a la que hace mención el ejemplo es justa, por lo
que se advierte una contradicción entre el contenido del acto y lo que se presupone como
necesario para la ejecución de este. Ahí la contradicción performativa35 y la demostración
de la conexión conceptual y necesaria entre Derecho y moral.
Ese mismo defecto es el que se advierte en una sentencia absurda, es decir una
que prescribiera que se condena al acusado, en virtud de una interpretación errónea del
derecho vigente, a cadena perpetua. Este ejemplo, también permitiría advertir que toda
sentencia judicial formula una pretensión, cual es que el derecho se aplica correctamente36.
Refuerza esta afirmación, lo señalado por Dworkin37 respecto de los efectos prácticos de la
interpretación constructiva, es decir que una interpretación aspira a convertir una decisión o
práctica en lo mejor que puede ser, es decir convertir al objeto sobre el que recae en el mejor
ejemplo posible de la forma o género al que se supone pertenece. Renunciar a la pretensión
de corrección –para Alexy38- sería abandonar el Derecho.
El argumento de la injusticia extrema. El argumento de la injusticia39 es diferente
según se trate de normas aisladas o individualmente consideradas o de sistemas jurídicos en
su totalidad.
Respecto de las normas individuales, este argumento sostiene que cuando
ellas traspasan un determinado umbral de injusticia pierden el carácter de derecho. Este

34
Alexy, Robert. 2008. El Concepto y la Naturaleza del Derecho. Madrid: Marcial Pons. 65.
35
Alexy (1994), 44.
36
El concurso de la contradicción performativa, al decir del profesor Alexy, podría ser acusado de no ser en sí una
argumentación. Sin responder sustancialmente a esa acusación, él lo utiliza como la “demostración” que determinadas
reglas son necesariamente válidas.
37
Dworkin, Ronald. 2005. El Imperio de la Justicia. Barcelona: Gedisa.
38
Alexy (2008), 66.
39
Alexy (1994), 45.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 147
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

argumento es el que se reconoce en la fórmula de Radbruch40, la que Alexy abrevia: la


extrema injusticia no es derecho41.
Para el sistema jurídico como un todo, el argumento de la injusticia es más complejo:
los sistemas normativos que no formulan ni implícita ni explícitamente una pretensión de
corrección, no son sistemas jurídicos42.
Tras la descripción del argumento de la injusticia, aparece la necesidad de –al menos-
bosquejar sus límites. Así, merece la pena analizar el resultado del cruce entre la situación de
una norma justa que pertenece o se crea en el seno de un ordenamiento intolerablemente
injusto, y la situación –al revés de la anterior- en que un ordenamiento justo está compuesto
de numerosas normas extremadamente injustas. Ambas representan situaciones extremas
que permiten medir los contornos del argumento de la injusticia en un ordenamiento.
Para abordar este problema, Alexy analiza la tesis de la irradiación y la del derrumbe.
La tesis de la irradiación43, sostiene que la falta de carácter jurídico de las normas sustantivas
básicas de un sistema jurídico trae consigo la falta de carácter jurídico de todas las normas
típicas del sistema. Al decir del profesor Alexy, esta tesis conduce –bajo el nombre del [sub]
argumento de la totalidad- a un caso en que el todo se comunica con la parte, de modo tal que
una norma aislada participaría de la propiedad del sistema al que pertenece, sin consideración
a sus características propias. Esta tesis no es aceptable pues afectaría severamente la seguridad
jurídica, toda vez que una norma individual que no es extremadamente injusta perdería
su carácter jurídico por pertenecer a un ordenamiento que sí lo es44. Así, la seguridad
jurídica aconseja no afectar a las normas no-injustas que pertenezcan a un ordenamiento
extremadamente injusto.
Con ello, Alexy pareciera concluir que la irradiación deviene en excesiva si sobrepasa
el argumento de la injusticia, de lo que resulta –además- que éste debe estar referido a las
normas aisladas y sólo a ellas.
Por otra parte, la tesis del derrumbe45 afirma que un sistema pierde el carácter jurídico
cuando hay que negar dicha naturaleza a muchas normas importantes para él. Aquí la causa
del derrumbe está en que ya no quedarían normas suficientes para un sistema jurídico; se

40
En plenitud, la fórmula radbruchiana es del siguiente tenor: “el conflicto entre la justicia y la seguridad jurídica
puede ser solucionado en el sentido de que el derecho positivo asegurado por su sanción y el poder tiene prioridad aun
cuando su contenido sea injusto y disfuncional, a menos que la contradicción entre la ley y la justicia alcancen una media
tan insoportable que la ley, en cuanto `derecho injusto´ tenga que ceder ante la justicia”. Citado en Alexy (1994), 34.
41
Alexy (2010), 21.
42
Alexy (1994), 40.
43
Alexy (1994), 69.
44
Alexy (1994), 70.
45
Alexy (1994), 71.

148 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

estaría frente a un cambio sustancial del sistema. Alexy, descarta esta tesis atendiendo a la
circunstancia de que un sistema jurídico permanecerá como tal –sin derrumbarse-, pese a
que muchas normas –incluso las importantes- pierdan el carácter jurídico, mientras dicho
sistema conserve un número mínimo de normas necesarias para la existencia de ese sistema
jurídico.
Como resultado del análisis de ambos casos, se concluye que –como límite o exten-
sión- la tesis de la corrección, sólo despliega sus efectos en donde esté radicada la incorrec-
ción. Se trata –entonces- de una tesis de extensión moderada y de efectos intensos.
El argumento de los principios. El argumento de los principios sostiene que el juez,
en el derecho vigente, es decir tanto en el que actualmente es eficaz como en el ámbito de
apertura de éste –como indeterminación-, debe aplicar los principios y los demás argumen-
tos jurídicos.
En la definición de Derecho anotada más arriba, se lee “apoya y/o tiene que
apoyarse”, para significar que a éste pertenecen los argumentos con los cuales quienes lo
aplican sustentan sus decisiones, como aquellos en los que deberían apoyarlas, sea que en
uno o en otro caso, se satisfaga o no la pretensión de corrección. Este último aserto, es lo que
posibilita una crítica de la praxis de las decisiones desde la perspectiva del derecho46.
A la base del argumento de los principios, se encuentra la distinción entre reglas y
principios47. A este respecto, lo primero que debe decirse es que, si bien reglas y principios
son diferentes entre sí, comparten la calidad de normas, pues ambas dicen lo que debe ser,
lo que es lo mismo que sostener que las dos pueden ser formuladas con la ayuda de las
expresiones deónticas básicas48, sirviendo de material autoritativo para fundamentar una
decisión.
Para Alexy, el punto decisivo en la distinción que nos ocupa está dado porque los
derechos fundamentales son mandatos de optimización49, es decir normas que pueden ser
cumplidas en la medida de lo posible, dentro de las contingencias materiales, jurídicas y –
habrá que agregar- epistémicas presentes, es decir en diferente grado, aplicándose mediante
la ponderación.
A diferencia de los principios, las reglas poseen una estructura que podríamos
llamar binaria, es decir que sólo pueden ser cumplidas o no -todo o nada-, sin magnitudes,

46
Alexy (1994), 126.
47
La clasificación de Alexy de reglas y principios, como es bien sabido, es distinta de otras. Entre las más difundidas
se encuentran la de Habermas [Habermas (2010), 326-329] y la de Dworkin [Dworkin (2014), 72 y 80].
48
Alexy, Robert. 2012. Teoría de los Derechos Fundamentales. Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales. 65.
49
Alexy (2012), 68.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 149
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

conteniendo determinaciones en el ámbito de lo jurídico y fácticamente posible,


constituyéndose en mandatos definitivos50, cuya aplicación se realiza mediante la subsunción.
Otra diferencia de entidad entre reglas y principios fluye de la forma en que se
solucionan los conflictos entre ellos. Mientras los conflictos entre reglas se solucionan
introduciendo a una de ellas una cláusula de excepción o invalidando al menos una de ellas51,
en las colisiones entre principios uno debe ceder en favor del otro, es decir que bajo ciertas
circunstancias un principio aventaja al otro, mediante lo que se denomina la precedencia
condicionada52. Lo que Alexy quiere decir en este caso, es que la decisión jurídica que pone
fin a una disputa jurídica, en muchos casos no se sigue de las formulaciones de las normas
jurídicas que se presuponen vigentes y de los enunciados empíricos que se reconocen como
probados o verdaderos53. Esto ocurre en los casos en que se enfrenta a la textura abierta del
derecho.
Al decir de Squella54, el argumento de los principios postula que en tanto el derecho
posee una textura abierta, en especial por la vaguedad del lenguaje en el que se expresa
en las normas, es posible y necesario que el juez recurra a principios de índole moral para
superar las lagunas, las indeterminaciones normativas, las contradicciones normativas o las
consecuencias notoriamente injustas. Esta constatación no pretende sostener que dichos
factores importan una permisión para que el juez colme de discrecionalidad la argumentación
jurídica cuando el Derecho no prevea -en sentido amplio- una solución, como en Hart55,
sino simplemente advertir que provocan la imposibilidad de resolver una contienda con el
concurso de reglas positivadas. Al respecto, téngase presente que Alexy56 sostiene que ningún
no-positivista que merezca ser tomado en serio, excluye del concepto de Derecho –en lo que
nos ocupa- la legalidad conforme al ordenamiento.
El argumento de los principios provoca la pregunta de cómo se produce esa argu-
mentación. La función del principio o máxima de la proporcionalidad es realizar esa tarea
que las indeterminaciones normativas, las contradicciones normativas o las consecuencias
notoriamente injustas no permiten concluir, mediante un expediente racional, escrutable
argumentativa e intersubjetivamente y con altos niveles de objetividad. Es el recurso a la
ponderación o proporcionalidad en sentido estricto –en el sentido del mecanismo para apli-

50
Alexy (1994), 75.
51
Alexy (2012), 69.
52
Alexy (2012), 72-73.
53
Alexy (2014), 23.
54
Squella (2001), 401.
55
Hart (2011), 164.
56
Alexy (1994), 14.

150 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

car los principios- el expediente en que deben apoyarse los que crean o simplemente aplican
el derecho, si pretenden que éste satisfaga la pretensión de corrección y sea válido.

III.
EL POSITIVISMO JURÍDICO Y EL ESTADO
CONSTITUCIONAL DE DERECHO

Para que sea posible la recepción de una teoría como la de la corrección en el senti-
do aquí planteado, lo primero que debe ocurrir es la refutación de la tesis de la separación
radical entre el Derecho y la justicia. Siendo esta última un elemento moral, la tarea debe
iniciarse con el desmonte de la principal tesis del positivismo jurídico metodológico57.

IV.
EL POSITIVISMO JURÍDICO Y LA VINCULACIÓN

Al decir de Dworkin58, el esqueleto del positivismo jurídico está compuesto por tres
ideas centrales. La primera, consiste en que el derecho de una comunidad es el conjunto de
normas especiales usadas con el propósito de determinar qué comportamiento será objeto
de reacciones por parte de los poderes públicos. Estas normas pueden ser identificadas por
criterios que se relacionan con su origen o pedigree [diríamos a lo Hart] o con la manera
en que fueron adoptadas [a lo Raz]. La segunda idea, consiste en que el conjunto de estas
normas jurídicas válidas agota el concepto de derecho, de manera que, si alguna de tales
normas no cubre expresamente un caso determinado, este no será decidido “aplicando la
ley”, sino discrecionalmente. Y la tercera idea, consiste en concebir a la obligación jurídica
como la exigencia o prohibición tipificada por una norma, de manera tal que en ausencia
de dicha norma no hay obligación jurídica y si –por ejemplo- el juez decide un conflicto
discrecionalmente no impone en aquel un deber jurídico. Es por ello, siempre en la voz
de Dworkin59, que el positivismo jurídico supone que el Derecho se crea en virtud de una

57
Para los efectos de este trabajo, ha de entender dicha corriente iuspositivista en el sentido que, sintetizando a
Prieto Sanchís, presenta Alfonso García Figueroa [García Figueroa, Alfonso. 1998. Constitucionalismo y Positivismo.
Madrid: Revista Española de Derecho Constitucional, año 18, número 54, septiembre-diciembre de 1998].
58
Dworkin, Ronald. 2012. Los Derechos en Serio. Barcelona: Ariel. 65-66.
59
Dworkin (2012), 34.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 151
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

práctica social explícita o de una decisión institucional, y rechaza la idea de que la legislación
pueda ser producto de una voluntad general o corporativa implícita. Es decir -como lo des-
cribe Waldron60- una determinada norma es Derecho, no en virtud de su contenido sino en
virtud de su fuente. Más específicamente este último autor advierte que para el positivismo
jurídico, pese a que es incuestionable que en la creación del Derecho se hallen juicios morales
o políticos, una vez aprobada la norma ya no requiere el uso de ningún juicio de ese tipo para
su identificación, interpretación o aplicación61.
Nino62 por su parte, sostiene que la tesis distintiva del positivismo jurídico discurre
sobre la proposición consistente en que el sistema jurídico vigente puede ser identificado
tomando sólo en cuenta hechos empíricos y sin asumir ninguna posición o hacer ninguna
consideración acerca del valor o de la justicia de sus prescripciones. Ello –ahora en palabras
de Ferrajoli63- es lo mismo que sostener que la moralidad predicable de una norma no implica
su juridicidad, como su juridicidad tampoco implica su moralidad. Buenas y fuertes razones,
que se debieran elucidar luego y durante de la siguiente exposición –relacionadas sobre todo
con la solvencia de la descripción-, militan a favor de detenerse en la explicación de Bobbio64
respecto del positivismo jurídico. Para el profesor de la Universidad de Torino, el positivismo
jurídico puede ser desarrollado a partir de ciertos puntos.
El primer, al que denomina la aproximación al derecho, es descrito a partir del modo
de enfocar el estudio del Derecho:

il positivismo giuridico responde a cuesto problema considerando il diritto come un fatto


e non como un valore (…) [N]el linguaggio giuspositivistico il termino “diritto” è quindi assoluta-
mente avaluativo, è privo cioè di cualsiasi connotazione valutativa o risonanza emotiva: il diritto è
tale a prescindiré dal fatto che sia buono o cativo, che sia un valore o un disvalore.

En virtud de esta perspectiva, el derecho es concebido sobre todo como un complejo


de hechos, de fenómenos o –incluso- de datos sociales. Por lo tanto, el jurista –equivalente
en Bobbio del científico- debe analizar el derecho –poniendo términos en boca del enorme
jurista italiano- como se observa irremediable el paso del tiempo, como se contempla la
forma irrepetible en que crece una flor o como se miran las cosas al caer, es decir tal como se
estudian los hechos naturales: como un quehacer exento de juicios morales.
60
Waldron, Jeremy. 2005. Derecho y Desacuerdos. Madrid: Marcial Pons. 44.
61
Waldron (2005), 197-198.
62
Nino, Carlos Santiago. 2012. La Validez del Derecho. Buenos Aires: Astrea. 146.
63
Ferrajoli, Luigi. 2009. La Teoría del Derecho en el Paradigma Constitucional. Madrid: Fundación Coloquio
Jurídico Europeo. 46.
64
Bobbio, Norbert. 1996. Il Positivismo Giuridico. Torino: Giappichelli Editore. 151-152.

152 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

Pero, además, Bobbio describe al iuspositivismo desde la definición del derecho, de


las fuentes, de su teoría de las normas, de su teoría del ordenamiento jurídico y de su méto-
do. Para el autor que nos ocupa, el derecho en el positivismo jurídico es inteligido en punto
a la coercibilidad como atributo y se lo yergue como elemento constitutivo. Esta concepción
está relacionada en Bobbio con la dimensión material de éste, como se acaba de mostrar.
Para él afirmar al derecho como un hecho supone analizar su vigencia al son de aquello que
es hecho valer por la fuerza. En cuanto a las fuentes, en el positivismo jurídico la legislación
cuenta a su favor con cierta preeminencia. Esta afirmación serena en su presentación, eleva
dificultades de género de cierta entidad, cuando se intenta explicar alguna de las demás
fuentes como la costumbre, el precedente o la jurisprudencia, o –en fin y/o especialmente-
la equidad natural, donde el método de positivación difiere sustancialmente del que opera
con la legislación. Por otra parte, ahora respecto de la peculiar teoría de las normas que se
advierte en el positivismo jurídico, Bobbio manifiesta que aquí se acentúa la naturaleza
imperativa del derecho, a saber, su carácter de orden o –lo que es lo mismo- su explicación
a partir de una teoría imperativista del derecho. En cuanto a la teoría del ordenamiento,
Bobbio concluye que en el iuspositivismo el sistema jurídico es concebido como portador
de dos atributos nucleares. El primero de ellos la coherencia, es decir que de todo orden
jurídico es posible predicar la inexistencia de antinomias definitivas o genuinas, pues si dos
normas resultaran en efecto incompatibles entre sí, una de ellas es inválida, y –en segundo
lugar- la completitud, queriendo significar con ello que los sistemas de normas carecen de
lagunas, esto es que el juez siempre contará con normas explícitas o implícitas que recabar
para resolver cualquier caso que le sea sometido. Por último, en relación con el método de
la ciencia jurídica, Bobbio sostiene –con sus razones y asperezas- que es característico del
iuspositivismo el empleo de la interpretación jurídica como comprehensiva del total de la
actividad del jurista, con predominio de ella como un quehacer prioritariamente declarativo.
Sin perjuicio de lo dicho previamente, uno de los iuspositivistas más influyentes de
la actualidad, niega los dos componentes sobre los cuales se cimienta la recién repasada
división entre estas dos grandes escuelas del Derecho. En efecto, Raz65 descree –primero-
que la dicotomía entre iuspositivistas y iusnaturalistas sea la división básica en la teoría del
Derecho. Al mismo tiempo –o debido a que- refuta que la (des)vinculación sea el parámetro
que distingue a unos de otros, pues –a partir de los ejemplos que promueve- sostiene que
no puede haber duda acerca de la conexión necesaria entre derecho y moral. Para el profesor
de Oxford, el efecto de esta constatación no es tanto que las nociones iusnaturalistas sean
65
Raz, Joseph. 2013. Entre la Autoridad y la Interpretación. Madrid: Marcial Pons. 179-180.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 153
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

acertadas, sino que la tesis sobre la que se cimienta es relativamente trivial, no prestando
apoyo a lo que les interesa.
Sea como fuere, Robert Alexy66, desde una perspectiva externa –a diferencia de la
posición interna de Raz- señala que toda teoría positivista sostiene la tesis de la separación,
es decir que el concepto de derecho debe ser definido de forma tal que no incluya ningún
elemento moral, lo que supone que no existe conexión conceptual necesaria alguna entre
derecho y moral. Así las cosas, siempre al decir de Alexy67, no existe para el positivismo
jurídico una conexión necesaria entre la validez jurídica o la corrección legal, de un lado, y el
mérito o demérito moral o la corrección o incorrección moral, del otro.
Siguiendo a Alexy, debe aclararse que la centralidad de la tesis de la separación de si
en efecto existe una (des)conexión entre derecho y moral, como en la conceptualidad y ne-
cesariedad de la vinculación. Esto es así, pues al interior del positivismo jurídico se observan
diferentes corrientes en punto a la des-conexión. Así es posible advertir la existencia de un
positivismo incluyente68, que admite la incorporación de argumentos morales, pero sólo de
manera contingente u ocasional, pero no necesaria. De esa forma, sólo un positivismo exclu-
yente, será aquel que –como en la explicación de Dworkin y Nino- entiende que el derecho
sólo comprende razones autoritativas.
En palabras de Prieto Sanchís69, para un positivista una norma jurídica podría
coincidir en su contenido con una norma moral, la que puede ser justa en ese sentido, pero
si cabe hablar de una obligación moral de obedecerla será por su carácter moral, no por el
respaldo que reciba del Derecho; éste no suministra ninguna razón moral para ser obedecido.
Matices más o menos, ya se advertirá que la versión del positivismo jurídico que
sea –sin perjuicio de lo señalado por Raz-, resulta incompatible con la tesis de la corrección
de Alexy. Es incomunicable con la tesis de la corrección pues ella se refiere al razonamiento
moral cuando la decisión no puede adoptarse sólo con base en razones procedentes del
derecho positivo70, como por ejemplo en el caso de los principios, cuyo contenido se fija en
punto a cuestiones jurídicas, fácticas o epistémicas y no por su positivación normativa, o
-íntimamente relacionadas con los principios- de las normas adscriptas. Dicho de otra forma,
para un no-positivista la inexistencia de una regla que dirima un pleito es absolutamente
compatible con la existencia de una respuesta jurídica correcta y obligatoria que se hallará
al interior del derecho, pues este está compuesto por reglas y principios, mientras que para
66
Alexy (1994), 13.
67
Alexy (2008), 78-79.
68
V. Gr, Bernal Pulido (2011), 17.
69
Prieto Sanchís, Luis. 2010. Neoconstitucionalismos. Granada: Anales de la Cátedra Francisco Suarez, 44. 487.
70
Alexy (2008), 68.

154 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

un positivista no, toda vez que el derecho no provee tales respuestas correctas, sino que –en
lo que desborda a las prescripciones contenidas en las reglas- habrá discrecionalidad lo que
se sitúa u ocurre fuera del ordenamiento, salvo que éste lo incluya expresamente. Asimismo,
para el no-positivista existe una conexión conceptual y necesaria, que tiene la consecuencia
de que las decisiones que son moralmente defectuosas también lo son jurídicamente. Todas
estas cuestiones resultan inaceptables para un positivista jurídico.

V.
HABERMAS Y LA OBJECIÓN DEMOCRÁTICA

Respecto al tema que nos ocupa, debe tenerse presente que Habermas posa su
atención, análisis y críticas a la tesis del caso especial de Robert Alexy. Es oportuno recordar
que Alexy sostiene, como manifestación de la conexión entre Derecho y justicia, que la
argumentación jurídica es una especie o caso especial de la argumentación práctica general71.
Dicho de otra forma, este autor sostiene que existe una relación de género-especie entre el
discurso práctico general y el discurso jurídico. Con cierta licencia dogmática, puede decirse
que para Alexy -con restricciones y particularidades- la corrección general y la corrección
jurídica se reúnen en punto a la justicia.
1) Fundamentación y Aplicación del Derecho. Pues bien, las dos expresiones de
esta tesis, es decir la tesis del caso especial y la de la corrección, tensionan -no vale pena ocul-
tarlo- la relación entre la consistencia de las decisiones con el ordenamiento y la racionalidad
de ellas, por lo que cualquier teoría que aborde este asunto debe además proponer una forma
de resolverla.
Así las cosas, previamente se describieron las proposiciones centrales del positivismo
jurídico, con lo que al mismo tiempo se explicó cómo los iuspositivistas promueven sea re-
suelta esa tensión. El primer apartado de este trabajo -por su parte- es también la propuesta
de Alexy sobre la forma en que Derecho y justicia se relacionan; hablar de los elementos que
constituyen la validez de las normas es exactamente eso.
Respecto de dicha tensión, al igual que Alexy, Habermas en Facticidad y Validez72,
con su legendaria sobriedad y maestría, sostiene que la seguridad jurídica demanda –
primero- decisiones consistentes con el ordenamiento, que estabilicen las expectativas de

71
Alexy (2014), 34.
72
Habermas (2010).

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 155
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

comportamiento73, reconciliando de esa forma la historia y la justicia, y -después- que dichas


decisiones sean racionalmente aceptables, es decir sensibles a la necesaria legitimidad para ser
admitidas por los miembros de la comunidad.
Compartir esa opinión sobre la existencia y características de la mencionada tención
es muy distinto de estar de acuerdo en la forma de resolverla. Muestra de ello, son las críticas
que Habermas esgrime a la tesis de Alexy.
2) Vinculación en la fundamentación y en la aplicación. Una de las críticas que
Habermas le hace a la tesis de Alexy, es no distinguir entre la vinculación del Derecho y la
justicia en la creación de las normas –por una parte- y en la aplicación de ellas –por otra-.
Dicho de una forma diferente, Habermas -al igual que lo hace Günther- sostiene que en el
discurso moral se observa un aspecto de fundamentación y otro de aplicación74, cuestión que
Alexy no advierte.
Habermas está de acuerdo -cómo no- en que la tesis de Alexy es correcta en lo
que respecta a su índole de aplicación, es decir que la tesis del caso especial se da en la
argumentación jurídica de aplicación. Refuerza esta idea, reconociendo –igual que Alexy-
que en ambos casos –en la argumentación jurídica y en la práctica general- se trata de la
lógica de la aplicación de normas, o –como lo describe Alexy75- en ambas formas de discurso
se trata de la corrección de enunciados normativos.
Sin embargo, en lo que respecta a la fundamentación, es decir en la argumentación
para la creación del Derecho, este autor sostiene –siguiendo a Dworkin- que la corrección
de los argumentos jurídicos brota de la pertenencia a un sistema normativo coherente76; no
de una cualidad interna de la norma. Lo anterior es lo mismo que decir que las reglas de
la argumentación jurídica no alcanzan o no son aplicables a la creación del Derecho. Esa
afirmación es incompatible con la tesis de alexyana de la vinculación, no sólo debido a que
donde hay principios hay ponderación lo que importa un límite jurídico a la deliberación,
sino allí donde la corrección no surgiría de la justicia mínima, sino sólo de la positivación
conforme al ordenamiento. Habermas fundamenta esta crítica, en que Alexy sabe que la
corrección de los argumentos jurídicos y la corrección de los juicios morales generales es
cualitativamente diferente, pues la racionalidad de la argumentación jurídica viene –según
Habermas- determinada por la racionalidad de la legislación77. Veremos dentro de poco que
ello debe ser desoído.
73
Habermas (2010), 271.
74
Habermas (2010), 304.
75
Alexy (2014), 35.
76
Habermas (2010), 304.
77
Habermas (2010), 304.

156 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

Es imposible estar en desacuerdo con Alexy y Habermas, allí donde advierten


que la labor legislativa tiene componentes que desbordan lo moral78. En otras palabras,
es imprescindible acompañar a estos autores allí donde sostiene que la legitimidad de la
creación de la legislación pende de factores –podríamos decir- de corte intelectual, como
la calidad de la información con la que se cuenta para tomar decisiones legislativas y la
racionalidad propiamente dicha de las decisiones que se toman, es decir por la calidad del
proceso democrático79. Hasta ahí los acuerdos.
3) Democracia y corrección. Se dijo hace poco algo parecido a que la relación en-
tre Derecho y justicia es ineludiblemente polémica. Ciertamente que lo es, debido a que
tensiona dos bienes de inmenso valor al interior del ordenamiento jurídico, como son el
principio democrático y la corrección: lo que sea jurídicamente posible se ve limitado por lo
compatible con la corrección.
Alexy80 representa esta tensión describiendo modelos, sino puros de democracia,
predominantemente democráticos -o como él los llama, puramente procedimentales- donde
se negarán los derechos fundamentales pues todo le será permitido al Parlamento, y otros
puros de corrección -o puramente materiales- donde la democracia se reduce a una mínima
expresión pues todo estará predeterminado por la Constitución.
Habermas y todos los que estiman el principio democrático, entre los que ciertamen-
te también se encuentra Alexy, hacen bien –no cabe duda- en desenmarañar el entramado de
la producción legislativa para comprenderla cabalmente y protegerla, haciendo pesar sobre
ella reglas procedimentales que garantizan condiciones racionales y así virtuosas de diálogo
democrático. Pero proteger las formas de la deliberación democrática es muy diferente a no
admitir límites jurídicos sustanciales mínimos para el resultado del trabajo del Parlamento de
dirimir contiendas y modelar la legislación.
Aquí se sostiene que las críticas de Habermas a la tesis del caso especial de Alexy,
parece no tener presente que esta última se inscribe en un tipo o modelo intermedio, entre
uno puro de procedimiento y otro puramente material, cual es aquel que valora y protege la
capacidad de configuración del Parlamento al mismo tiempo que la existencia de cuestiones
indisponibles o límites jurídicos que no pueden ser sobrepasados, cual es la justicia mínima.
Téngase presente que el diálogo democrático de calidad –cuán valioso sea- es una muestra de
corrección y no un valor en sí mismo81.

78
Habermas (2010), 305.
79
Habermas (2010), 305.
80
Alexy (2012), 517.
81
Campbell (2002), 238.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 157
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

La crítica de Habermas, en contra de la tesis del caso especial, parece poner el foco en
la magnitud de los sacrificios democráticos de la tesis alexyana, lo que no es un reparo sino
simplemente una constatación. Pero lo que sí se debe criticar a Habermas en este punto no es
lo que dice sino aquello sobre lo que calla. El modelo propuesto por Habermas, es decir uno
predominantemente formal, irroga un precio exorbitante a los derechos fundamentales cual
es no tener respuesta a la situación de ser amagados si no se adoptan decisiones respetuosas
de las reglas que impone la acción comunicativa.
Lo anterior, rima con la cuestión planteada por Hart respecto a que la actividad
parlamentaria tiene límites pero que ellos no son jurídicos82, y aguijonea la pregunta de si las
decisiones legislativas en efecto se toman al son de la acción comunicativa, cuestión central
si se promueve un modelo que confíe in extremis en la deliberación democrática llevada al
son de ella.
En otra ocasión espero poder abordar una cuestión que por ahora sólo se podrá rosar
con algunas preguntas: ¿No son acaso los derechos fundamentales -sino la máxima- una
incuantificable expresión democrática, pero de cualquier manera no menos valiosa que la
autonomía del cuerpo político expresada en el Parlamento? ¿Por qué creer que proteger de
afectaciones intolerables a los derechos fundamentales y garantizar una deliberación demo-
crática, son cuestiones irreconciliables?

VI.
A TÍTULO DE RESPUESTA

Es imposible estar de acuerdo en general con Habermas en las críticas que eleva a la
tesis de la vinculación de Alexy.

VII.
SOBRE LA DISTINCIÓN ENTRE ASPECTOS
DE FUNDAMENTACIÓN Y DE APLICACIÓN

Primeramente, no es posible concordar en punto a la distinción entre aspectos de


fundamentación y de aplicación de la argumentación jurídica, debido a que no se exhibe
una justificación sobre la pertinencia ontológica de ella, y -luego- porque en lo relativo a la
82
Hart (2011), 83.

158 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

corrección –que es el tema incumbe- la creación del Derecho y su aplicación no presentan


diferencias en esta materia.
De la falta de fundamentación sobre la pertinencia ontológica de la distinción
entre aspectos de fundamentación y de aplicación de la argumentación jurídica.
Raz sostiene que “no hay daño en ninguna clasificación; cualquier similitud y cualquier
diferencia puede ser base de una”83. Sin embargo, a esta distinción no puede atribuírsele
–hasta que exhiba una demostración al efecto- la entidad que se le imputa. No es posible
endosar una propiedad de esa envergadura –ni de cualquier otra, dicho sea de paso- en tanto
no se demuestre que las diferencias entre ambas –más bien cuál diferencia entre ambas-
justifica la diferencia de tratamiento. En el intertanto, sólo pareciera haber una diferencia
entre los ambientes en el que la argumentación se desarrolla y que las características de dichos
ambientes inciden de manera insignificante en su despliegue, pero no que entre una y otra
existen diferencias de entidad que justifiquen la diferenciación que Habermas le atribuye.
En el mejor de los casos, la distinción tendría valor epistémico –lo que no es poco-, es decir
ilustrativo de los métodos y procedimientos propios de dos etapas de la argumentación
jurídica observables sin demasiada dificultad. En caso alguno esta diferenciación podría ser
ontológica, esto es propia de la existencia de dos entidades diversas. Para esto último, se
requiere haber concluido una labor que, de haber sido realizada, Habermas la ha guardado
con celo.
Persuadir sobre la pertinencia ontológica -y no meramente epistémica- entre
ambos aspectos de la argumentación jurídica, es inexcusable sobre todo por el efecto que
los promotores de esta distinción le confieren, cual es depurar moralmente al discurso
jurídico de aspectos de fundamentación, los que pesarían exclusivamente en los aspectos
de aplicación, es decir que las normas del discurso práctico general ni las del caso especial
resultan aplicables a la actividad legislativa84.
Esta necesidad de argumentos concluyentes sobre la procedencia de la distinción, es
-si eso es posible- aún más imperiosa que en el caso anterior, pues sobre ella descansa la crí-
tica transversal a la tesis del caso especial de Alexy la que consiste en que ella no hace justicia
a la complejidad de la actividad judicial y la producción legislativa85. A juicio de Habermas
la tesis del caso especial, en los aspectos de fundamentación, no resuelve correctamente el
entramado de argumentaciones, negociaciones y comunicaciones políticas que constituyen

83
Raz (2013), 178.
84
Habermas (2010), 304.
85
Habermas (2010), 267.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 159
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

la producción legislativa. Esto es lo que se puede denominar el argumento democrático o lo


que Campbell denomina la justicia como democracia86.
Pues bien, para que esto último sea efectivo Habermas haría bien en demostrar cómo
el proceso de fundamentación y el de aplicación de las normas de la argumentación jurídica
son incompatibles en el proceso legislativo, es decir porqué lo jurídico debe quedar excluido
de esta etapa del proceso. Dicho de otra forma, Habermas debe probar que la argumentación
jurídica no forma parte del entramado de argumentaciones que constituyen la producción
legislativa, para no correr el riesgo de que sea su teoría y no la de Alexy la que no haga justicia
a la actividad que intenta describir adecuadamente.
De la falta de pertinencia ontológica entre la fundamentación y la aplicación. El
argumento de Habermas que nos ocupa no sólo debe ser desoído por falta de aportación de
argumentos sobre su pertinencia ontológica, sino –sobre todo- porque en esta materia ambos
aspectos de la argumentación jurídica (fundamentación y aplicación) no difieren en materia
de su corrección.
En punto a la valoración jurídica y epistemológica, debe recordarse que es un postu-
lado erguido por el propio positivismo jurídico, que las decisiones jurídicas que no pueden
tomarse en punto a normas positivadas brotan de la discrecionalidad judicial, es decir de la
valoración del Juez.
Si entendemos la fundamentación de las normas como la labor y el resultado de
configurar reglas y principios atribuyéndole una cierta valoración y pertinencia, no se
advertirá diferencia epistémica y procedimental relevante con la labor de aplicación del
Derecho, especialmente en aquellos casos -nada infrecuentes en el Derecho Constitucional,
especialmente en lo ius fundamental- en que el derecho positivo no prevé una solución
unívoca o fácil para el caso87.
No debe perderse de vista que la labor de concreción del Derecho preexistente de-
viene de ordinario en normas particulares, especificaciones del material autoritativo y pre-
existente, como por ejemplo son las sentencias judiciales y los actos administrativos dictados
para casos determinados. Ellas son resultado también de un proceso de argumentación ju-
rídica de fundamentación, pues el material autoritativo no suele ser bastante para afinar un
proceso, cuya validez depende no sólo de la conformidad de su génesis con el ordenamiento,
sino también con la corrección de sus prescripciones.

86
Campbell (2002), 221.
87
V.Gr., Alexy (2014), 23; Dworkin (2012), 146; y Bernal Pulido, Carlos. 2007. El Principio de Proporcionalidad
y Los Derechos Fundamentales. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. 103-104.

160 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

Así las cosas, la argumentación jurídica es la conexión entre la fundamentación y la


aplicación, máxime cuando de lo que se habla es de la formación de normas, cuestión que
es ya conceptualmente jurídica. No reconocer esa vinculación entre la fundamentación y la
argumentación jurídica, hace que el argumento del propio Habermas consistente en que la
tesis del caso especial corresponde a la aplicación del Derecho, parezca arbitrario.
Subyugar la facticidad al Derecho es exactamente eso, es erguir una norma (funda-
mentación) o hacer que de ella brote una conducta (aplicación), atribuyéndole a esa norma
y/o a esa conducta una valoración jurídica y una pertinencia epistemológica. Por si no se ha
sido claro, lo anterior es lo mismo que decir que de ordinario hay espacios visibles, significa-
tivos y relevantes para la fundamentación en ambos aspectos del discurso, y que en ninguno
de ellos es admisible que se sobrepase el umbral de la injusticia extrema, pues donde ella ocu-
rra se producirá la misma contradicción performativa, que hace incompatible la injusticia
intolerable con la naturaleza jurídica de una prescripción.

VIII.
SOBRE LA DIFERENCIA ENTRE ARGUMENTACIÓN
PRÁCTICA Y JURÍDICA

Seguidamente, la objeción de Habermas respecto de la diferencia cualitativa entre la


argumentación práctica general y la argumentación jurídica resulta superflua si se atiende
a que –ad initio- Alexy la reconoce explícitamente al señalar que la argumentación jurídica
es un caso particular de la argumentación práctica general (moral), es decir que ambos
discursos –el moral y el jurídico- tratan de la corrección de enunciados normativos88.
Dicho de otra forma, esa diferencia -basada esencialmente en las restricciones estructurales
de los argumentos jurídicos, como por ejemplo el respeto por el contenido de las normas
positivadas sustantivas y procedimentales o el valor del precedente- es exactamente lo que
hace que la relación entre la argumentación práctica general y la argumentación jurídica no
sea de identidad sino de género a especie.
Dicho lo anterior de otra manera, ya se sabe que ambos tipos de argumentación son
diferentes, pero Habermas no demuestra cómo esa diferencia es –primeramente- cualitativa
y –luego- prueba de que la tesis del caso especial de Alexy es por ello incorrecta.

88
V. Gr., Alexy (2014), 34-36.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 161
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

IX.
SOBRE LA SUBORDINACIÓN DEL DERECHO A LA MORAL

Finalmente, Habermas imputa a la tesis del caso especial una –a su juicio- errónea
subordinación del Derecho a la moral. Debe descartarse esta objeción debido a que Alexy no
sostiene cosa parecida. Muy por el contrario, -como se destacó al inicio- mirando de cierta
distancia Alexy sostiene como elementos definitorios copulativos de la validez de una norma
jurídica individualmente considerada y la del ordenamiento jurídico en su conjunto, la lega-
lidad conforme al ordenamiento, la eficacia social y la corrección material.
Pero mirado desde cerca, Alexy coloca al derecho positivado, esto es a la manifes-
tación de la voluntad democrática, incluso casi por sobre la corrección. En efecto, debe
recordarse que la conexión entre Derecho y moral que este autor postula, consiste en que
una norma y/o un ordenamiento son válidos en tanto simplemente contengan o prevean una
pretensión de corrección consistente en que ellas sean mínimamente justas, en el sentido de
respetuosas con los derechos fundamentales, de manera que si no lo satisfacen del todo –a
la luz del principio democrático y de seguridad jurídica- no dejan por ello de ser normas
u ordenamientos, pero que la validez de ambos se pierde sólo si se atraviesa el umbral de
la injusticia extrema. Habida cuenta que debido a que la regla general es que el derecho
positivado se presume válido y la corrección resta el estatus jurídico sólo –por excepción- a
las normas extremadamente injustas, no es correcto imputarle una idea de superioridad de
la moral sobre el Derecho. Desde perspectiva contraria, una norma correcta –en el sentido
presentado aquí- no será por esa sola circunstancia si no ha sido positivada de acuerdo al
ordenamiento o no brote del material autoritativo vigente.
Lo anterior no es muy distinto de afirmar que Habermas no logra advertir que el
modelo alexyano de vinculación no es puramente material o ideal, es decir uno puro de
corrección, como aquel donde el Derecho pierde toda relevancia en favor de una dimensión
ideal89 de la argumentación jurídica, sino que además incorpora una dimensión fáctica o
real, representada por la expedición autoritativa y la eficacia social.
Como demostración de que no es posible estar de acuerdo con la imputación de
Habermas a la tesis del caso especial, puede decirse que teniendo a la vista la conexión
cualificante entre Derecho y moral, Habermas estaría de acuerdo con la hipótesis de que la
acción comunicativa producirá mínimamente un resultado equivalente con la justicia como
derechos. Dicho de otra forma, producto de un diálogo democrático desarrollado al son de
89
V. Gr., Bernal Pulido (2011).

162 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

la racionalidad comunicativa, surgirá válidamente una decisión respetuosa de los derechos


fundamentales. Así las cosas, en esta sección de la tesis de la vinculación de Robert Alexy, no
se advierte la subyugación del Derecho en favor de la moral como Habermas acusa.
Respecto de la conexión clasificante, lo que se observa es la preminencia del derecho
legislado o positivado, hasta que se sobrepasa un límite material y conceptual -incluso esta-
dísticamente- muy excepcional, cual es el de la injusticia extrema; no una injusticia leve y/o
volátil, sino una intolerable; no una evaluada intuitivamente o producto de una experiencia
mística, sino racionalmente mediante la ponderación en sentido amplio. Es por ello que aquí
tampoco se observa una sumisión del Derecho a la moral, sino simplemente la acción con-
secuencial y racionalmente fundada a partir de un defecto insoportable de una norma. Aquí
lo que se advierte –a fin de cuentas- es el cuestionamiento al estatus jurídico de una norma
no por sometimiento, sino que por fuertes argumentos.

Para citar este trabajo: Leiva Rabael, Antonio, “Corrección y facticidad: Justicia
y democracia”, Revista de Derecho. Ucudal N° 18 (Dic.- 2018), ISSN 1510-3714, ISSN
On line 2393-6193, 139-164.

BIBLIOGRAFÍA

Alexy, Robert. 1994. El Concepto y la Validez del Derecho. Barcelona: Gedisa,


Alexy, Robert. 2007. Una Discusión sobre la Teoría del Derecho. Madrid: Marcial Pons.
Alexy, Robert. 2008. El Concepto y la Naturaleza del Derecho. Madrid: Marcial Pons.
Alexy, Robert. 2009. Los Derechos Sociales y su Ponderación. Madrid: Fundación Coloquio
Jurídico Europeo.
Alexy, Robert. 2010. La Institucionalización del Derecho, 2° Edición. Granada: Comares.
Alexy, Robert. 2012. Teoría de los Derechos Fundamentales, 2° Edición. Madrid: Centro de
Estudios Públicos y Constitucionales.
Alexy, Robert. 2014. Teoría de la Argumentación Jurídica, 2° Edición. Madrid: Centro de
Estudios Públicos y Constitucionales.
Atienza, Manuel. 2016 A Vueltas con la Ponderación, en Un Debate sobre la Ponderación,
Manuel Atienza y Juan A. García Amado. Lima: Palestra-Temis.

Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193 163
Antonio Leiva Rabael, Corrección y facticidad: Justicia y democracia, 139-164

Bernal Pulido, Carlos. 2011. La Doble Dimensión del Derecho. Lima: Palestra.
Bernal Pulido, Carlos. 2007. El Principio de Proporcionalidad y los Derechos Fundamentales.
Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Bobbio, Norberto. 1996. Il Positivismo Giuridico. Torino: Giappichelli Editore.
Campbell, Tom. 2001. La Justicia. Barcelona: Gedisa.
Dworkin, Ronald. 2005. El Imperio de la Justicia. Barcelona: Gedisa.
Dworkin, Ronald. 2012. Los Derechos en Serio. Barcelona: Ariel.
Ferrajoli, Luigi. 2009. La Teoría del Derecho en el Paradigma Constitucional, 2° edición.
Madrid: Fundación Coloquio Jurídico Europeo.
Habermas, Jürgen. 2008. Comunicación Moral y Acción Comunicativa. Madrid: Trotta.
Habermas, Jürgen. 2010. Facticidad y Validez. Madrid: Trotta.
Habermas, Jürgen. 2011. Escritos Filosóficos, Volumen 1. Barcelona: Paidós.
Hart., H.L.A. 2009. El Concepto de Derecho, 3° Edición. Buenos Aires: Abeledo Perrot.
Prieto Sanchís, Luis. 2010. Neoconstitucionalismos (Un Catálogo de Problemas y
Argumentos). Granada: Anales de la Cátedra Francisco Suarez, 44.
Nino, Carlos Santiago. 2012. La Validez del Derecho. Buenos Aires: Astrea.
Radbruch, Gustav. 2013. Introducción a la Filosofía del Derecho. México D.F.: Fondo de
Cultura Económica.
Raz, Joseph. 2013. Entre la Autoridad y la Interpretación. Madrid: Marcial Pons.
Squella, Agustín. 2001. Filosofía del Derecho. Santiago: Editorial Jurídica de Chile.
Waldron, Jeremy. 2005. Derecho y Desacuerdos. Madrid: Marcial Pons.

164 Revista de Derecho (UCUDAL). 2da época. Año 14. N° 18 (dic. 2018). ISSN 1510-3714. ISSN on line 2393-6193

También podría gustarte