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Bruno Abal Currao y Lola Tomé de Borbóns Nueva Economía y Tecnología

ACTIVIDAD 2: EL PIB

1.
El Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES) es un indicador económico
alternativo que intenta reemplazar al Producto Interno Bruto (PIB) como indicador de
bienestar social. El IBES se evalúa mediante técnicas similares, pero en lugar de
contabilizar los bienes y servicios de la economía, contabiliza de un lado el gasto de los
consumidores, la utilidad aportada por el trabajo doméstico; y del otro descuenta el
coste de las externalidades asociadas a la polución y el consumo de recursos. Es similar
al Índice de Progreso Real (IPR) (o Índice de Progreso Genuino (IPG)) que añade al IBES
nuevos valores.

El Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES), ISEW por sus siglas en inglés, es un
indicador económico cuyo objetivo es reflejar la realidad económica, social y cultural de
una comunidad, localidad, país o región. El término fue empleado por primera vez por
Herman Daly y John Cobb en su libro For the common good (Daly y Cobb, 1993 [1989]),
basándose en las ideas de W. Nordhaus y James Tobin.

El índice toma en consideración factores como:

- Distribución del ingreso.


- Agotamiento de los recursos naturales.
- Pérdidas económicas atribuidas a la degradación ambiental.
- Valor del trabajo doméstico no remunerado.
- Ventajas del índice de bienestar económico sostenible

Existen ventajas a la hora de emplear el índice de bienestar económico sostenible:

- Los poseedores de los medios de producción, el Gobierno y los consumidores


pueden apoyarse en el índice de bienestar económico sostenible para planificar
mejor el uso de los recursos. Ya que toma en consideración que en el proceso de
crecimiento económico existen actividades que impactan negativamente en el
bienestar.
- Antes de tomar decisiones en materia económica, gracias al empleo del índice
de bienestar económico sostenible sería posible conocer anticipadamente los
efectos en una población, con lo que se podrían tomar acciones para
minimizarlas o subsanarlas.

Para tener un contexto objetivo, estas son las principales desventajas cuando se emplea
el índice de bienestar económico sostenible.

- La proporción que se le destina a cada una de las variables puede ser sujeto de
objeciones entre expertos, lo que dificulta su interpretación.
- Requiere de la adaptación de algunas variables por su disponibilidad, lo cual
puede arrojar resultados inconsistentes.
- La diferencia en la información ambiental con la que se cuenta en distintas
latitudes del planeta podría dificultar un ejercicio de comparación de resultados.

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El PIB se ha revelado como una medida muy limitada, lo que ha dado lugar a la aparición
de numerosas propuestas de medidas alternativas.

De manera general, el IBES se planteó como un indicador alternativo de bienestar que


pudiese superar las limitaciones del PIB. Es un indicador más complejo e integral que el
PIB, pues incorpora además de la dimensión económica, factores sociales y ambientales.
Se trata de un indicador con un enorme potencial comunicador, puesto que en general
el mensaje que transmiten los estudios realizados sobre el IBES es que es posible
aumentar el bienestar sin tener necesariamente que crecer económicamente, es decir,
sin aumentar el PIB. De la misma forma, el IBES transmite el mensaje opuesto: el
crecimiento económico puede venir acompañado de efectos negativos sobre el
bienestar humano, por lo que el aumento del PIB no se traduce necesariamente en
menores en la calidad de vida de las personas.

2.
Este texto nos habla de las actividades de producción no incluidas en el PIB, tales como
los trabajos domésticos o de cuidado, o incluso actividades ilegales. Se centra en la
importancia de valorizar la producción doméstica, que es un aspecto que no está
incluido en el PIB.

Las “cuentas satélite” tienen como principal objetivo hacer una estimación del valor
económico de estas actividades, esto es ampliar la frontera de producción definida,
donde incluyen la producción de los hogares en el mercado y otro tipo de actividades
que se realizan en estos, como bienes y servicios y que son utilizados para el
autoconsumo.

Estas cuentas no tienen una metodología de obligado cumplimiento, pero son muchas
las propuestas publicadas. Cabe destacar que no todas las actividades realizadas en los
hogares serán valoradas y que se utiliza “el criterio de la tercera parte” para distinguir
las actividades productivas y las no productivas. Se valorarían las actividades no
remuneradas por el mercado que se realizan en el hogar, pero que sí que podrían ser
sustituidas por productos o servicios que sí que están dentro del mercado y que podrían
ser realizadas por un tercero. Esto tiene como objetivo valorar el trabajo doméstico
empleado en los hogares, en el que denominamos actividades productivas, pero precisa
además de datos sobre salarios y aplicar el tiempo dedicado por los hogares a
actividades productivas.

Como conclusión obtenemos que debería avanzarse en un intento de construir un


sistema que incorpore la producción doméstica, para que se pudiesen analizar los
distintos sectores del sistema económico y también valorizar el tiempo utilizado en estas
tareas domésticas ligadas al trabajo no remunerado.

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3.
El PIB per cápita es un indicador económico que mide la relación existente entre el nivel
de renta de un país y su población. Para ello, se divide el Producto Interior Bruto (PIB)
de dicho territorio entre el número de habitantes.

De forma que:

𝑃𝐼𝐵
𝑃𝐼𝐵 𝑝𝑐 =
𝑃𝑜𝑏𝑙𝑎𝑐𝑖ó𝑛

Se utiliza comúnmente para estimar la riqueza económica de un país, ya que numerosas


evidencias muestran que la renta per cápita de una región está relacionada con la
calidad de vida de sus habitantes.

Como podemos observar en la tabla y en gráfico lineal que muestra la evolución del PIB
per cápita en Argentina, este país experimentó un gran crecimiento en su PIB desde
2005, estancándose en 2015 y alcanzando su punto álgido en al año 2017. A pesar de
esto, en el 2020 sufrió una gran caída por la pandemia del COVID-19, llegando a 8500
dólares estadounidenses, cifra que no se alcanzaba desde 2009. Actualmente se está
estabilizando poco a poco.

Si ordenamos los países en función de su PIB per cápita trimestral, Argentina se


encuentra en el puesto 42, por lo que sus habitantes tienen, según este parámetro, un
bajo nivel de riqueza en relación a los 53 países restantes.

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El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un indicador creado por el PNUD que, desde
hace tres décadas, da a conocer el grado de progreso de cada país. De esta forma, la
iniciativa del economista paquistaní Mahbub ul Haq se ha convertido en el baremo de
referencia para tomarle el pulso al ritmo del planeta, ya que facilita una visión amplia
de las desigualdades entre regiones.

El IDH se utiliza para elaborar un ranking mundial del desarrollo humano. Esta
clasificación anual permite, por un lado, seguir la evolución de un país a lo largo del
tiempo y, por otro, comparar su situación con la del resto de países. Así, los gobiernos
pueden comprender mejor sus opciones de crecimiento y las ayudas internacionales se
pueden adjudicar con criterio.

Como podemos observar en el ranking, Argentina se encuentra en el puesto número 47


de los 190 países que figuran. El valor de IDH (que va del 0 al 1) desde 1990 hasta 2019
creció progresivamente, decayendo en 2020, fruto de la pandemia y de sus
consecuencias socioeconómicas, bajando 12 centésimas con respecto a 2019 (de 0,852
a 0,840). Actualmente, este valor se está volviendo a estabilizar muy lentamente.

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