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El PIB per capita es un indicador del nivel de bienestar de un país. Su función principal
históricamente ha sido la de estimar la riqueza económica de un país y muchas veces se ha
podido observar que está estrictamente relacionado incluso con el nivel y la calidad de vida
que puedan tener los habitantes de una nación. Cabe destacar que, en naciones muy ricas, un
incremento Como la mayoría de macro indicadores, existen muchas críticas hacia al PIB como
medidor de la calidad de vida, las más importantes y estrictas son las siguientes:
En todos los países hay desigualdades entre sus individuos y el problema principal es que el
PIB no lo contabiliza, ya que dividir el PIB de una nación entre el número de habitantes de ésta
es dar por hecho que todos tienen el mismo nivel de riqueza cuando en la mayoría de casos no
es así. Podemos decir que no es el indicador más acertado para la medición de la renta, ya que
ignora sus desigualdades.
El PIB no cuenta con las externalidades que puedan afectar a la población de un país de forma
negativa, sólo cuenta el bienestar en términos monetarios, dado que este indicador no mide
de ninguna forma el descontento social y el malestar que provoca por ejemplo la polución en
un país. Está claro que una nación puede ser muy rica, pero si sus individuos viven en un
desastre ambiental o escasean los recursos naturales no podemos hablar de bienestar.
Hay muchos tipos de gastos que contabiliza el PIB que prácticamente no dan ningún
incremento al bienestar material, simplemente se dedican a evitar que hayan externalidades
negativas, gastos de tipo militar o simplemente en cualquier tipo de seguridad nacional. Para
esta crítica y la anterior, lo mejor es hacer caso a otras medidas de renta que engloben estos
problemas, como por ejemplo el IBES o Índice de Bienestar Económico Sostenible y el IPR o
Índice de Progreso Real.
Claro está que aun así, aunque las críticas tengan razones de mucha contundencia, el PIB per
capita es el indicador más utilizado, ya que a grosso modo es el que mejor mide
económicamente cómo va un país, por decirlo así, si va bien o va mal, si es rico o es pobre. De
todos es sabido que la riqueza no da la felicidad, pero si está comprobado que un país que
tiene recursos suficientes para ofrecer los mínimos a sus habitantes, cubren la demanda y los
tipos de demandas y de ésta forma, hace que éstos mejoren su calidad de vida y por tanto, de
alguna manera, puedan ser más felices. del PIB no radica en una variación de la calidad de vida
de sus habitantes, pero sin embargo, en las que son muy pobres, dicho incremento puede
cambiar bastante la situación de estas personas, mejorando notablemente su situación
económica.
Éstos se refieren al año 2015, pero a modo comparativo también consignamos los del
2014, haciendo la observación de que estos últimos deben ser tomados con cautela, dado
lo complejo que es pronosticar en economía.
Veamos en primer término los expresados en dólares corrientes, que resultan
simplemente de tomar el PBI corriente en moneda nacional, dividirlo por el tipo de
cambio promedio del período y por último dividir dicho resultado por el número de
habitantes del país.
Una alternativa para medir el bienestar podría ser el Índice de Desarrollo Humano, ranking
que además del PIB incorpora otros dos factores: la educación de los ciudadanos y su
salud. Estos tres factores son ponderados con el mismo peso y el índice en sí es bastante
representativo del progreso de los países y, por tanto, del bienestar de sus ciudadanos.