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FEMINISMO EN MÉXICO

Quizá lo que más suena hoy día son los movimientos políticos feministas que luchan por el
reconocimiento de la existencia de un sistema cultural, económico y social de opresiones
contra las mujeres que se desea erradicar. Sistema que, junto con las búsquedas identitarias
de grupos diversos, tiene el cuerpo como un espacio de reivindicación. Algo que difiere
radicalmente de los ejes centrales de muchos movimientos sociales privilegiados del siglo
pasado.

El movimiento feminista en México también ha logrado la creación de nuevos programas y


centros de atención en apoyo a las mujeres. Muchas veces hay mujeres que no tienen quien
les ayude, asesore o los recursos para atender alguna situación por la que están pasando
como violencia, abandono, abuso, entre otros

Con la creación de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
en 2007 se estableció también la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres
(AVGM), que consiste en un conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para
enfrentar y erradicar la violencia feminicida y/o la existencia de un agravio comparado.

Su objetivo es garantizar la seguridad de mujeres y niñas, el cese de la violencia en su


contra y/o eliminar las desigualdades producidas por una legislación o política pública que
agravia sus derechos humanos.

En mayo de 2020, el Congreso del Estado aprobó la “Ley Ingrid”, mediante la cual se
protegen los datos de las víctimas de feminicidio, al evitar filtraciones por parte de
servidores públicos, de imágenes, audios, videos del lugar del crimen y cadáveres.

Esto luego del feminicidio de Ingrid Escamilla, ya que imágenes de su cadáver fueron
expuestas en redes sociales, lo que provocó que colectivos feministas tacharan dichas
acciones y exigieran que se dejaran de compartir, por respeto.

“Cuando nace la teoría de género en la academia como producto de las luchas que el
feminismo llevaba a cabo en los años previos a 1980 y 1990, nos damos cuenta que el
género como construcción cultural de lo que puede ser femenino o masculino en una
sociedad, se construye desde diferentes dimensiones sociales, donde el poder es clave, pero
el poder dimensionado en el cuerpo. Y esto es así porque a partir de los cuerpos, si lo
vemos desde el feminismo y la teoría de género, es que se construyen las identidades de
género también. El cuerpo resulta ser fundamental para esto”, opina el doctor Daniel Solís,
miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Para el investigador, los cuerpos se vuelven relevantes y adquieren dimensión simbólica en


nuestra sociedad bajo estas reflexiones, por lo que los diversos feminismos encuentran en la
lucha por reapropiarse del cuerpo como territorio político para rescatarlo de la
subordinación al sistema económico dominante y machista que fija patrones desde hace
siglos, sobre qué debe representar un cuerpo y cómo, negando la gran diversidad identitaria
y cultural de la especie humana para someter el cuerpo (y esas identidades) bajo esquemas
mercantiles que comercializan los cuerpos como un objeto de valor más. Algo que no es del
todo visible para la gran mayoría de la sociedad.

“Pensemos por ejemplo en un cuerpo 'heterosexual'. Este tiene que cumplir, según las
normas hegemónicas o dominantes de género, ciertos requisitos que otros cuerpos, si no los
cumplen, son subordinados. Así el cuerpo se vuelve un territorio o un espacio fundamental
para entender las relaciones de género. Las feministas y teóricas de género han insistido en
que la construcción de la diferencia sexual es un proceso que cruza todas las dimensiones
de la vida social, creando una estructura que nos abarca a todos".
LA HISTORIA:
Las historiadoras no se han puesto de acuerdo sobre el momento de despegue del
feminismo en México, existen indicios de demandas desde la segunda mitad del siglo XIX
que pueden ser considerados como antecedentes o como la primera ola del feminismo.
En la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló un incipiente movimiento feminista en la
península de Yucatán. La mayoría de las participantes eran maestras de primaria, quienes
crearon una asociación, revista y escuela feminista llamada Siempre viva, iniciada por la
maestra y poetisa Rita Cetina Gutiérrez, fundadora y directora de la escuela La
Siempreviva, además fue directora del "Instituto Literario para Niñas", que fue la escuela
para mujeres más importante de su época en Yucatán.
Entre 1915 y 1919 comienza a gestarse un proyecto feminista en Mérida, Yucatán; mujeres
que hacían propaganda al constitucionalismo crearon clubes feministas en distintas partes
de la República Mexicana. Entre ellas se encontraban Hermila Galindo, Elena Torres, Elvia
Carrillo Puerto, Rosa Torre González y Atala Apodaca.
En 1916 se llevaron a cabo dos congresos feministas, ambos en Mérida, Yucatán y por la
iniciativa del gobernador Salvador Alvarado. El primero tuvo lugar del 13 al 16 de enero de
1916, en el Teatro Peón Contreras, su organización estuvo a cargo de la profesora Consuelo
Zavala. La mayoría de las asistentes fueron profesoras yucatecas, 700 en el primer congreso
y 250 en el segundo. Los temas que se abordaron en el Congreso –principales
preocupaciones expresadas por el gobernador Salvador Alvarado– fueron: la secularización
de la educación y la ciudadanía política de las mujeres. Durante los congresos hubo
participantes con posturas de avanzada, moderadas y conservadoras. Entre las ponentes,
cabe mencionar a Elvia Carrillo Puerto y Rosa Torre González que abordaron el tema del
sufragio femenino.
Un tema polémico que causó indignación por parte de las participantes conservadoras –
muchas maestras católicas– fue el de la sexualidad femenina, presentado por Hermila
Galindo en su ponencia: “La mujer en el porvenir” quien mencionó que el instinto sexual
forma parte del amor maternal y que en las escuelas secundarias debería haber cursos de
anatomía y fisiología.
Como menciona Martha Eva Rocha Islas "Al proponer que las ciencias naturales han
demostrado la existencia del deseo y placer femenino, que las mujeres deberían ser
educadas en el conocimiento de su cuerpo, y que debían regir una sola moral para ambos
sexos, Hermila contravenía el discurso dominante que naturalizaba la desigualdad".
Respecto al voto de las mujeres, un grupo minoritario de 31 congresistas de avanzada lo
demandaron a nivel municipal como primer paso, pero la propuesta fue rechazada y se
impusieron las posturas moderada y conservadora.
En el segundo congreso Hermila Galindo preparó una ponencia en defensa de lo que
planteó en el primer congreso, presentó una posición igualitarista: "un alto ideal de libertad
y progreso que, poniendo a la mujer al nivel del hombre, la comprenda no sólo
nominalmente en la misma ilustración y justicia, sino que le otorgue los mismos derechos y
las mismas prerrogativas que se conceden al sexo fuerte". La ponencia de Hermila provocó
reacciones de la prensa que la calificaron de inmoral.
En estos primeros congresos feministas de principios de siglo XX las mujeres pudieron
establecer un diálogo con el gobierno, debatir sus ideas y propuestas. Aunque sus
peticiones innovadoras no prosperaron, descubrieron a mujeres de vanguardia que estaban
luchando por la coeducación, la educación sexual y el sufragio femenino.
El semanario ilustrado La Mujer Moderna se publicó durante cuatro años, de 1915 a 1919.
Fue dirigido por Hermila Galindo. como complemento en 1951 en diciembre se crearon
grupos feministas en el IMSS como fuente una carta del director al administrativo de la
clínica 10 en Coruña 278 colonia viaducto del archivo único de la clínica 10 en el centro de
documentación Ignacio García Téllez al donar la foto de Margarita Cisneros de Cadenas
administrativa de la clínica 10, fallecida el 19 de septiembre de 1952
El movimiento feminista mexicano llamado “nueva ola” o “segunda ola” comenzó en los
años setenta, en un contexto social marcado por el movimiento estudiantil de 1968 y una
fuerte represión por parte del Estado, el ingreso masivo de las mujeres a las universidades y
al mercado laboral, y el desarrollo de métodos anticonceptivos baratos y accesibles.
El feminismo de la segunda ola estaba constituido por mujeres urbanas de clase media,
universitarias, en su mayoría de la Ciudad de México, que cuestionaron las relaciones
hombre-mujer, como señala la historiadora mexicana Ana Lau Jaiven: “se proponían
mostrar y difundir los campos donde esta dominación es más patente: el hogar (la doble
jornada de trabajo); el trabajo (remuneración menor); los medios de comunicación masiva
(mujer objeto, consumista); la calle (la violencia sexual); la discriminación legal”.6 En este
periodo se conformaron pequeños grupos feministas de autoconciencia para analizar las
relaciones personales y el sexismo en la vida cotidiana: Mujeres en Acción Solidaria (MAS,
1971), Movimiento Nacional de Mujeres (MNM, 1972), Movimiento de Liberación de la
Mujer (MLM, 1974), Colectivo La Revuelta (1975), Colectivo de Mujeres y Lucha
Feminista (1978). Estos grupos reflexionaban sobre temas como la maternidad, la doble
jornada de trabajo, la sexualidad, la subordinación, la discriminación, etc.; se caracterizaban
por tener una concepción radical de la autonomía, rechazaban los liderazgos y se negaron a
dialogar con el Estado y los partidos políticos. En opinión de Ana Lau, el movimiento
feminista era disperso y con poca vinculación con el exterior.
Durante la década de los setenta hubo dos intentos de unidad del movimiento feminista,
ninguno funcionó debido a las diferencias entre sus integrantes y a las pugnas internas. Sin
embargo, se lograron establecer líneas de acción que aún tienen vigencia. En 1976 se creó
la Coalición de Mujeres, se logró la interacción de varios grupos y se definieron las
principales demandas feministas: la despenalización del aborto, la educación sexual, la
lucha contra la violación y la protección de mujeres golpeadas, y el derecho a la libre
opción sexual., Posteriormente, en 1979 hubo un segundo intento de unidad con la
conformación del Frente Nacional por la Liberación y los Derechos de la Mujer
(FNALIDM). Se acordó un plan de acción con cuatro ejes: maternidad voluntaria,
guarderías, campaña contra la violencia sexual en todas sus formas y los problemas de las
trabajadoras discriminadas de la Ley Federal del Trabajo.
Del FNALIDM surgió el Grupo Autónomo de Mujeres Universitarias (GAMU), en 1979,
conformado por universitarias de facultades como Psicología, Ciencias Políticas, Economía
y Ciencias; el GAMU trabajó a favor de la despenalización del aborto y campañas de
protección a las estudiantes debido a la frecuencia de los casos de violación en la
Universidad Nacional Autónoma de México. Este grupo fue el primer impulso feminista
dentro de la UNAM, Llegó a tener hasta ochenta militantes activas y sentó un antecedente
para la creación de un espacio académico feminista en la UNAM. En 1984 el GAMU
organizó el Primer Foro Universitario de la Mujer en México.
A principios de los ochenta, hubo un tercer intento de unificación con la creación de la Red
Nacional de Mujeres en 1982. La Red pretendía lograr el intercambio y la comunicación de
las mujeres a nivel nacional; tuvo como metas lograr la integración de los grupos feministas
y facilitar apoyo e información que los grupos requirieran

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