Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ACUERDO
En la ciudad de La Plata, a 31 de octubre de 2016, habiéndose establecido, de conformidad
con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación:
doctores Kogan, Negri, de Lázzari, Hitters, Pettigiani, Soria, Genoud, se reúnen los
señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo extraordinario para pronunciar
sentencia definitiva en la causa L. 117.537 "Sansevero, Roberto contra ETV SA y otros.
Despido".
ANTECEDENTES
El Tribunal de Trabajo n° 2 del Departamento Judicial Lomas de Zamora, con asiento en
dicha ciudad, acogió parcialmente la demanda promovida, imponiendo las costas del modo
que especificó (fs. 426/433 vta.).
La codemandada SIFEME SA interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (fs.
456/461 vta.), el que, denegado parcialmente por el órgano judicial de grado (fs. 464 y vta.),
fue concedido por esta Corte (fs. 565/566) al hacer lugar a la queja deducida a fs. 557/561.
Dictada la providencia de autos (fs. 571) y hallándose la causa en estado de pronunciar
sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente
CUESTIÓN
¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?
VOTACIÓN
A la cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo:
I. El tribunal de trabajo interviniente hizo lugar parcialmente a la demanda promovida por
Roberto Sansevero, condenando a ETV SA -por la afirmación de la existencia de
responsabilidad solidaria en los términos del art. 31 de la Ley de Contrato de Trabajo- a
Medical VIP SA y SIFEME SA al pago de la suma que especificó en concepto de saldo del
mes de febrero de 2007, salarios adeudados de marzo y abril del mismo año, sueldo anual
complementario, vacaciones, indemnizaciones por antigüedad, sustitutiva del preaviso,
integración del mes de despido y las previstas en los arts. 2 de la ley 25.323 y 16 de la ley
25.561. Asimismo, condenó a la accionada ETV SA a la entrega de las certificaciones
mencionadas en el art. 80 de la Ley de Contrato de Trabajo (fs. 433).
Dispuso, a su vez, que el capital de condena devengaría intereses de acuerdo a la tasa activa
que percibe el Banco de la Provincia de Buenos Aires (fs. cit.).
II. Contra dicho pronunciamiento, la codemandada SIFEME SA interpone recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley, en el que denuncia la trasgresión de los arts. 31 de la
Ley de Contrato de Trabajo; 3 y 622 del anterior Código Civil; 7 de la ley 23.982; 4 de la ley
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 1/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 3/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
contratado por ETV SA, cumpliendo tareas no sólo para ésta, sino también para Medical VIP
SA y para SIFEME SA, vale decir -se añadió- [que] "fue contratado por una empresa para
proporcionar su fuerza de trabajo a otras empresas", circunstancia que a juicio del
demandante puso de manifiesto la existencia de una interposición o intermediación laboral
cuya regulación -en cuanto a la responsabilidad solidaria- está prevista "en los arts. 29 y 30
siguientes y concordantes de la Ley de Contrato de Trabajo que establecen la solidaridad
laboral por deudas salariales, previsionales e indemnizaciones para todas las empresas que
participaron en la maniobra fraudelenta" (fs. 23).
b) En ese contexto, e independientemente de la mayor o menor precisión que pueda
aceptarse respecto del cumplimiento de la carga en la identificación del supuesto
determinante de la responsabilidad solidaria asignada a los distintos sujetos -ello, en
consonancia con lo declarado por esta Corte, por ejemplo, en la sentencia de la causa L.
87.336 "Sikora", sent. de 22-X-2008- es lo cierto que la justificación del reclamo en modo
alguno hubo de ceñirse, en cuanto a los hechos invocados, a la existencia de una dirección,
administración o control de la sociedad empleadora por las otras también demandadas, ni de
tal modo relacionadas que pudiesen constituir un conjunto o grupo económico de carácter
permanente.
La expresión, se puede ver, resultó más amplia y, ante ello, se constata que el tribunal,
además de preterir el análisis de la totalidad de los presupuestos condicionantes de la
aplicación de la norma en que pretendió fundar la decisión (art. 31, ley cit.), tampoco hubo
de plasmar una determinación concreta respecto de los factores de atribución fundados en la
existencia de la "interposición" o la "mediación" denunciada, ello, de cara a los fundamentos
normativos invocados (arts. 29 y 30, ley cit.), y sobre cuya aplicación -al no aparecer
definido el entramado fáctico evaluable- no es posible en esta instancia pronunciarse.
En definitiva, la inexistencia en autos de un estudio idóneo de las circunstancias fácticas y
probatorias imprescindibles para la solución del caso, resultan un escollo insalvable para
resolver en esta instancia el planteo de la responsabilidad solidaria de las restantes
demandadas, respecto de los créditos laborales a cargo de la codemandada ETV SA.
Asimismo, en razón de lo resuelto -en forma mayoritaria- por esta Corte en la causa "Ocón"
(C. 96.831, sent. de 14-IV-2010), corresponde extenderle el mérito de lo decidido al
legitimado pasivo que no recurrió el fallo (art. 31 bis, ley 5827).
3. Por consiguiente, si mi respuesta es compartida, corresponde devolver los autos al tribunal
de origen para que, con una nueva integración, renueve los actos procesales necesarios y
dicte el pronunciamiento que corresponda con arreglo a lo que aquí se ha resuelto y
atendiendo los planteos y defensas de las partes.
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 4/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 6/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 7/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
han apelado equivale a la de los que han participado en un segundo litigio. En definitiva,
poco interesa, a los efectos del art. 715 del Código Civil, que hayan existido varios juicios
sucesivos o uno solo: cada litisconsorte debe conformarse con la cosa juzgada que le llega en
el momento oportuno, sea que la misma haya recaído en un juicio previo, sea que haya
recaído por el consentimiento de la sentencia en el juicio donde participaban todos. De otro
modo, si se admitiera que la apelación deducida por un litisconsorte beneficia a los que no
han apelado, razonablemente podría decirse también que cualquier nuevo juicio que se
suscitara entre los vinculados solidariamente tendría el efecto de alcanzar y beneficiar aun a
los que se han visto perjudicados por la decisión recaída en el juicio anterior.
2.c) El argumento lógico: según éste, de extenderse el principio (jurídico procesal) de la
personalidad de la apelación a casos como el presente, se estarían violando los principios
(lógicos) de identidad y de no contradicción.
Veamos esto más detenidamente. El primero, el principio lógico de identidad, enuncia,
afirmativamente, "lo que es, es" (o que "todo aquello que es, es igual a sí mismo"). El
segundo principio, el de no contradicción (en su versión ontológica), es reflejo especular del
anterior: "una misma cosa no puede ser y no ser a la vez y bajo el mismo respecto"
(conf., por ejemplo, "Lógica simbólica y elementos de metodología de la ciencia", Alicia
Gianella de Salama, ed. Ateneo; pág. 45). Si bien los estudios más modernos han
cuestionado estas reglas (Leibnitz ya había advertido sobre la innecesaria dualidad de los dos
principios citados, reduciéndolos al principio de contradicción, según el cual es falso lo que
encierra contradicción y es verdadero lo que sea opuesto -o contradictorio- a lo que es falso),
desde el sentido común y el discurso natural siguen siendo valiosos aportes para el recto
pensar, y -en lo que ahora interesa- son citados como fundamento de la doctrina que crítico.
Me planteo, entonces ¿hay violación del principio de no contradicción? ¿O es que, al usar
este principio como premisa ineludible, se cae en la falacia llamada de accidente (dicto
simpliciter)? la falacia de accidente consiste en aplicar una regla general a un caso
particular, cuyas circunstancias accidentales hacen, en realidad, inaplicable la regla (conf.
Copi, Irving; "Introducción a la lógica", EUdeBA, p. 92.), y pertenece a las falacias donde,
por atribuirse las genéricas cualidades del todo a lo que es sólo una parte con características
particulares, una predicación le es extendida indebidamente.
Tal es lo que, en mi opinión, aquí ocurre. Aquí se ha enunciado una premisa de una forma
tan genérica y omnicomprensiva que impide advertir los casos especiales que puedan
aparecer. En supuestos normales, aun reconociendo causas diversas en relación a cada
codemandado o litisconsorte pasivo, estaríamos de acuerdo en que varios deudores deben a
un solo acreedor una única y determinada prestación, como lo es la de abonar la
indemnización por los daños y perjuicios irrogados; habría, en tal caso, un único objeto que
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 8/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
es el pago. Afirmar su obligación (para algún litisconsorte) y negarla (para otro) constituiría
la infracción lógica que autoriza abandonar el principio de personalidad de la apelación.
Sin embargo, aquí ocurre otra cosa por demás importante: uno de los deudores ha
impugnado la condena, mientras los otros no lo han hecho. Ahí está el accidente, ahí está lo
que hace variar la situación, ahí está lo que torna inaplicable los asertos basados en estos
principios lógicos. Ahí está, en definitiva, la prueba de que no se incurre en contradicción
por resolver de distinta manera respecto de dos involucrados, porque el principio que
(presuntamente) la veda no es aplicable al no cumplirse en toda su extensión: una cosa no
puede ser y no ser a un mismo tiempo y bajo un mismo respecto. Cuando uno de los
condenados apela y otro no, se colocan en circunstancias distintas; es decir, no estamos
ya bajo el mismo respecto, sino que ha ocurrido un accidente (accidente que es -ni más ni
menos- el consentimiento de uno de los demandados de los términos de la condena, o que
significa -ni más ni menos- la incorporación al patrimonio del acreedor del contenido
crematístico implicado en esa sentencia). Este cambio, antes que constituir una violación a
regla alguna, indica que las mismas no son aplicables: no se trata de las mismas cosas (no
hay identidad y no hay, por ende, violación de ese principio), y por lo tanto no puede
incurrirse en contradicción.
En definitiva, no debe caerse en el insidioso engaño que acarrea una rápida generalización, o
en confundir generalidad con universalidad; el que una regla o un principio lógico sean
apropiados para resolver de forma correcta una gran cantidad de casos no es garantía
absoluta y definitiva de que sean aplicables indiscriminadamente a todos los supuestos
posibles, por más parecidos que ellos sean entre sí.
Es por lo dicho que este argumento tampoco me parece convincente y que no encuentro
válido declarar que, por limitar los efectos de una resolución modificatoria solo al recurrente,
estemos violentando los venerables principios de la lógica tradicional.
2.d) El argumento dikelógico: bajo este aspecto se sostiene que no es justo que, por aplicarse
el principio procesal de personalidad de la apelación, en un único tema en disputa y por una
causa idéntica, unos coaccionados resulten acreedores y otros deudores, cuando todos
responden a una idéntica situación jurígena (voto del Hitters en la causa C. 89.530 ya citada,
donde una larga serie de preguntas retóricas concluye con alusiones a premios y castigos
divinos).
Nuevamente, como lo hice al votar en aquella ocasión, discrepo con tal criterio. Podría
también formular una retahíla de preguntas, tan retóricas como las del distinguido colega,
para defender mi postura. Podría imaginar, por ejemplo, que alguien ha promovido una
demanda contra varias personas y que, proceso mediante, ha obtenido sentencia favorable
respecto de dos codemandados. Uno de ellos, ha consentido tal pronunciamiento mientras
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 9/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
que el otro lo ha recurrido. El crédito que resulta de la condena ¿no ha ingresado, de alguna
manera, en el patrimonio del actor?; ¿no tiene algo más fuerte que un mero derecho en
expectativa?; ¿no hay cosa juzgada a su respecto? luego, ¿dónde está la justicia de despojarlo
de aquello cuyo derecho ha sido reconocido -aunque sea tácitamente- por su deudor?; ¿el
solo avatar de que otro codemandado sí hubiera recurrido -obteniendo un resultado dispar-
permite subvertir de tal manera los valores?.
Extender los efectos del recurso triunfante a quien consintió la sentencia, dejando de lado el
principio de personalidad de la apelación constituye, desde el punto de vista axiológico, un
acto de injusticia. Porque de esa manera se socaban las bases de principios constitucionales
hondamente arraigados como es el de igualdad (el art. 11 de la Constitución provincial es,
por sí y por su remisión a la Constitución de la Nación, su cristalización). Esta misma Corte
ha dicho, en reiteradas oportunidades, que la garantía de igualdad ante la ley significa que
todas las personas sujetas a una legislación deben ser tratadas del mismo modo, siempre que
se encuentren en idénticas circunstancias y condiciones. Ello implica la prohibición de
establecer excepciones que excluyan a unos de lo que se concede a otros en idénticas
circunstancias (causas B. 59.913, sent. de 10-VIII-2011; B. 59.530, sent. de 31-VIII-2011; B.
59.489, sent. de 21-XII-2011; B. 60.239, sent. de 23-V-2012; B. 59.462, sent. de 27-VI-
2012; B. 59.448, sent. de 11-VII-2012; B. 59.488, sent. de 5-IX-2012 y B. 59.480, sent. de
11-III-2013; etc.) Y ese principio de igualdad resulta tan inherente al ideal de justicia que a
ésta se la ha caracterizado (al menos formalmente) como la necesidad de igual tratamiento
para quienes están en iguales condiciones o situación.
Incumpliríamos esa exigencia si tratásemos de igual forma a quien apeló que a quien no lo
hizo, si reconociéramos un derecho (a la modificación de una sentencia) tanto a quien lo
reclamó como a quien no lo hizo, si hiciéramos valer para algunos la inviolabilidad de la
cosa jugada y no para otros, etc. En definitiva: estaríamos equiparando a quien ha
renunciado a un derecho con aquel que ha venido a reclamarlo, o a aquel que ha ganado
algún aspecto del juicio, con quien lo ha perdido. Y esa sí que es una circunstancia desde el
punto de vista axiológico (o dikelógico) de notoria injusticia.
Así es que, invirtiendo la valoración efectuada en aquella causa C. 89.530, soy de opinión
que resulta más justo reconocer el principio de la personalidad de la apelación que establecer
una excepción manifiestamente discriminadora.
2.e) El argumento del hecho común: su exposición también se debe a quien fuera nuestro
colega, el doctor Roncoroni, que seguía la postura de Palacio. Se resume en que si hay un
hecho común (no personal) que relaciona estrechamente a todos los litisconsortes, el
convencimiento sobre el mismo al que llega el juez le impide dictar una sentencia con
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 10/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
contenidos distintos según sea el colitigante. Si lo hiciera de otra manera, ese juez
vivenciaría la situación como una intolerable contradicción.
A este razonamiento cabe oponer, mutatis mutandi, lo que anticipara al ocuparme del
argumento lógico: el hecho común (el hecho de origen, no personal), ya ha sido juzgado y a
su respecto se ha dictado una sentencia. Luego, contra ese pronunciamiento, algunos han
recurrido y otros no. A esta altura, ante tal circunstancia, el hecho ha dejado de ser común;
más precisamente, alguno de los colitigantes ha ingresado un hecho (id est, consentir la
sentencia) que lo aparta de la suerte que corran los demás, y tal circunstancia exime. El
hecho novedoso autoriza a apartarse de esta postura.
Igualmente puede mirarse la cuestión desde este otro aspecto: el que ciertas defensas
opuestas o pruebas ofrecidas por un litisconsorte afecten a los demás durante el juicio, no es
automáticamente trasladable al momento de revisión de la sentencia. Como señala Wetzler
Malbrán ("Los recursos en el litisconsorcio facultativo y la sentencia revocatoria en la
alzada", ED, t. 154, p. 1031), una cosa es el principio de indivisibilidad -y también el de
adquisición- en la Primera Instancia y otra la competencia del órgano revisor, restringida a lo
que haya sido materia de recurso (principio dispositivo). En otras palabras, en virtud del
adagio tantum devolutum quantum apellatum, a la Cámara no le es dado subrogarse en la
situación del litisconsorte facultativo que consintió la sentencia, porque ello implicaría
avanzar sobre aspectos que no le han sido sometidos y que, por ende, le están vedados, so
pena de violentar el postulado de la congruencia. Tales conclusiones pueden trasladarse, sin
pérdida de sus virtudes, al caso del recurso extraordinario.
Este conjunto de razones me lleva a desechar también este argumento en pro de la extensión
de los efectos de la apelación.
2.f) El argumento analógico: la última motivación indica que la regla de la personalidad de
la apelación tiene como excepción el caso de las obligaciones in solidum por ser éste similar
al de la apelación implícita (o adhesiva). Se dice: "No es el único caso que modifica la pauta
antes apuntada, pues cuando opera el instituto de adhesión a la apelación, obviamente el
vencedor no puede recurrir, sin embargo si tiene éxito el embate de su contrario, el superior
debe tratar sus agravios, aún obviamente sin la apertura recursiva del que antes había sido
triunfador" (ver la ya citada causa C. 89.530). Estas razones se basan, como es de ver, en
cierta analogía que ocurriría entre los dos institutos.
En la interpretación analógica (es decir, aquella que se expresa mediante razonamientos no
deductivos basados en la comparación) debe comenzarse por un reconocimiento de las
propiedades comunes y las relaciones recíprocas que se dan entre distintas entidades -
desconsiderando las que no resulten esenciales- para luego extender los principios que
pudieran extraerse de una de ellas hacia la otra u otras. Pues bien: dentro de tal marco
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 11/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 12/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
enfrentamos. No estamos aquí ante una obligación solidaria, ni ante las mismas conductas de
las partes, ni hay una causa idéntica, según afirma el distinguido colega (aunque luego esta
visión es enmendada). En el caso nos hallamos ante obligaciones in solidum, conexas o
concurrentes (para usar la terminología del nuevo Código, art. 850), en las cuales hay varias
relaciones y en las cuales varios sujetos deben el mismo objeto en razón de causas
diferentes. Así se ha sostenido en la causa C. 113.969, sentencia de 19-II-2014, con voto del
propio doctor Hitters, y se ha declarado en otras ocasiones (ver causas A. 69.648, sent. de
18-IV-2012; C. 108.300, sent. de 27-VI-2012 y C. 105.172, sent. de 11-III-2013, etc.). En el
caso, además, nos hallamos ante conductas diferentes (con una diferencia capaz de modificar
los caminos por los que transita el litigio) como también ante causas diversas por las que la
suma de condena es debida, lo que hace que deban ser juzgadas según distintos parámetros.
Lo que es injusto es tratar a quienes están en distinta situación de manera uniforme, no
distinguiendo allí donde debe distinguirse y haciendo tabla rasa con las particularidades de
cada caso, particularidades que provienen de actos y acciones libremente dispuestos por los
interesados o de la situación en la que cada uno prefirió colocarse.
3.b) También ha estimado el doctor Hitters que no debe haber diferencias de tratamiento en
lo que a la cuestión se refiere por más que se trate de obligaciones solidarias o in solidum (a
las que, sin embargo, reconoce ciertos rasgos distintivos), asimilando ambas figuras y
sujetándolas a un mismo régimen sustancial y adjetivo, con prevalencia del primero.
Es verdad que hay elementos esenciales similares en las obligaciones solidarias y en las que
llamaré concurrentes. Pero también hay diferencias, y éstas son de tal entidad que impiden
esta asimilación que se pretende y en virtud de la cual se extiende una excepción particular a
otro caso no contemplado.
La principal diferencia reside en que la causa fuente de unas y otras es distinta: mientras hay
una única causa fuente para cada obligado en las solidarias (la ley, la voluntad de las partes,
etc.) y los vínculos con el acreedor aparecen aunados de manera de darle a la obligación una
estructura unitaria, en las concurrentes no sólo la causa es otra sino que aquellos vínculos
son independientes entre sí como ocurre con las obligaciones simplemente mancomunadas.
Y estas diferencias arrojan consecuencias particulares y diversas según el tipo de obligación
de que se trata: las defensas que pueden ser opuestas, el plazo de las prescripciones, los
efectos producidos por la confusión, la novación o la renuncia, la ocurrencia de la mora, el
cumplimiento fraccionado, la posibilidad de ejercer una acción recursoria, etc. No es,
entonces, tan fácil asimilar un tipo de obligación a otra ni extender el caso excepcional que
la doctrina autoral prevé para una a la otra. Me repito: las diferencias son muchas y son
medulares, de manera que el tratamiento de ambas debe ser sustancialmente diverso, lo que
incluye -desde luego- la cuestión de la personalidad de la apelación.
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 13/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
3.c) Por fin, el doctor Hitters ha asegurado no advertir sacrificio alguno del debido proceso
al extender los efectos de la revocación hacia el no apelante, si la solución puede dejar al
desnudo el error o la lisa y llana inexistencia de un derecho, agregando que de lo que se trata
es de expandir los efectos de una decisión que deja al descubierto un error y que el mandato
de afianzar la justicia no se venera oponiendo el instituto de la preclusión cuando se ha
consagrado un crédito que con certeza no correspondía reconocer.
De tomarse al pie de la letra estas afirmaciones, buena parte de nuestro derecho procesal
debería ser puesto en tela de juicio. Sin ir muy lejos, la cosa juzgada, la perención de la
instancia, la negligencia en la producción de la prueba o la defensa de prescripción, al igual
que la preclusión, imponen cortapisas a los jueces que les impiden reconocer la existencia de
un derecho sobre cuya existencia pueden haber obtenido -por otra vía- certeza. Ello no es
razón suficiente para imponer de oficio soluciones sobre cuestiones que son claramente
discrecionales para las partes, o referidas a derechos subjetivos renunciables o comprensivas
de la esfera de libertad de los individuos: si alguien ha desistido de ejercer una facultad que
le correspondía, o abandonado una potestad que tenía (en el caso, si alguien no ha recurrido
una resolución pudiendo hacerlo) no puede suplirse el imperativo del propio interés porque
de esta manera no sólo no se beneficia a la parte renuente (que pudo tener buenas razones
para abdicar de su derecho) sino que se perjudica a la otra haciéndole soportar cargas
indebidas.
En el camino de formular preguntas retóricas planteo estas otras: si, dentro del plazo para
apelar, una de las partes condenadas consintiera expresamente la sentencia renunciando a su
derecho de interponer cualquier tipo de recurso, y si luego esa sentencia fuera revocada
provocando una situación más favorable al renunciante ¿también deberíamos reconocer este
efecto expansivo del pronunciamiento revocatorio? y si se viera que, a pesar de tales
consentimientos y renuncias, quiere oponerse a la ejecución que se le dirige ¿no
admitiríamos una denuncia de violación de la doctrina de los propios actos?.
Afianzar la justicia es, entre muchas otras cosas, actuar como Jano y mirar hacia ambos
lados (hacia ambas partes) con el fin de evitar que corregir algo que parece erróneo
signifique una nueva y más gruesa incorrección.
3.d) He anticipado que también trataría en este capítulo la influencia que el nuevo Código
Civil y Comercial puede tener sobre la cuestión. Ello porque considero relevante la nueva
legislación para arrojar más luz sobre la temática.
i) Aunque muchas de las normas del nuevo Código Civil y Comercial parezcan ser una
reproducción remozada de la obra de Vélez, no debemos confundirnos: todas ellas (todo el
Código, en definitiva) fluyen de un hontanar diferente y deben ser analizadas, comprendidas
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 14/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
y aplicadas desde una perspectiva diversa, bajo la decisiva influencia de los arts. 1 y 2
nuevos.
Intento resumir ideas referidas a este tema: mucho se discute sobre el derecho transitorio, el
sentido del art. 7 del Código Civil y Comercial, la doctrina francesa de Roubier y la
reinterpretación que de ella hiciera Borda, el significado y los alcances posibles de la
expresión "consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes", etc. Aclarar
todo esto es, sin duda, de medular importancia para el tráfico diario y para la seguridad y
fluidez de las transacciones jurídicas: se trata, ni más ni menos, que de reconocer las normas
que han de regular -o no- hechos y conflictos que, ocurridos bajo la vigencia de otra ley,
perviven o producen efectos durante el imperio de esta nueva, situación que genera dudas,
controversias e incertezas.
Tales incertidumbres, empero, no se trasladan -a mi entender- a la regla que emerge del art. 2
de la reciente codificación. Allí se indica cómo se ha de interpretar la ley (y las normas, en
sentido amplio): teniendo en cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas, las
disposiciones que surgen de los tratados sobre derechos humanos, los principios y los
valores jurídicos, y se ha de hacerlo de un modo coherente con la totalidad del ordenamiento.
Ese mandato, más allá de otras posibilidades -eventuales y atendibles, aunque
excepcionales-, tiene como directos y naturales destinatarios a los jueces; a los jueces
concretos y actuales, y no al juez/entelequia; a los jueces reales a los que compete resolver
ya bajo el nuevo código y que tienen la misión de definir la ruta que ha sido señalada (pero
no definitivamente trazada) por el legislador. En otras palabras: a los jueces, especiales
receptores del Capítulo 1 del Título preliminar del nuevo Código, no sólo nos toca reconocer
ciertas fuentes jurígenas, por el art. 1, o cumplir inexcusablemente ciertos deberes, conforme
el art. 3, sino también interpretar el derecho y las leyes -cualesquiera sean: las que se
consagran ahora o las del venerable legado de Vélez- a la luz de las pautas actuales, esto es,
criterios gramaticales, teleológicos, analógicos, integrativos y sistemáticos han de convivir y
enlazarse dialécticamente con el reconocimiento de los valores jurídicos y de los principios
que (sin perjuicio de su alto grado de abstracción) los actualizan y concretan.
ii) Sobre tales bases, paso a ocuparme del tema.
La categoría de las obligaciones in solidum, indistintas o conexas, que antes eran
reconocidas unánimemente por la doctrina, ahora se hallan consagradas expresamente en el
texto del nuevo art. 850 con el nombre de obligaciones concurrentes. Se las conceptualiza
allí como aquellas en las que varios deudores deben el mismo objeto en razón de causas
diferentes. Un ejemplo típico de las mismas es un accidente de tránsito. Una persona (el
acreedor) reclama una indemnización (un mismo objeto) a varios deudores (conductor y
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 15/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
aseguradora) en razón de causas diferentes (el hecho ilícito y el contrato de seguro). Otro, el
caso que aquí se juzga.
Nada nos dice el Código respecto de cómo regular el caso en que alguno de los deudores
litisconsortes apele y logre una modificación de la sentencia original respecto de los efectos
de tal modificación con relación al otro u otros litisconsortes. Pero sí regula (en su art. 851)
otros efectos que son, por extensión, aplicables al caso: la confusión entre el acreedor y uno
de los codeudores, y la renuncia del crédito a favor de uno de esos deudores, no extingue la
deuda de los otros obligados concurrentes (inc. "d"); la prescripción (como así tampoco la
suspensión o la interrupción de su curso) no produce efectos expansivos (inc. "e"), como
tampoco la situación de mora en que incurriera uno de los deudores (inc. "f"), etc. Es más:
concretamente se prescribe que la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada dictada
contra uno de los codeudores no es oponible a los demás, pero éstos pueden oponerla cuando
no se funda en circunstancias personales del codeudor demandado (inc. "g", art. 851, Cód.
Civ. y Com.). Ello implica, por un lado, el reconocimiento de claras diferencias entre las
situaciones de los distintos deudores, puesto que a cada cual le corresponde un vínculo
distinto con el acreedor y, por otro (que es consecuente), que la suerte de uno no se halla
encadenada a la de otro, sea en la apelación o en cualquiera de las defensas o
argumentaciones que pudiera oponer.
3.e) Me hago cargo ahora de una posible objeción a mi tesitura, proveniente de la misma
norma que vengo analizando: el objeto de la obligación ha de ser uno único, lo que no
ocurriría si uno de los litisconsortes fuera condenado al pago de cierta suma y otro de los
deudores debiera abonar una cantidad diferente.
Al respecto debe puntualizarse que una cosa es el objeto de la obligación (por ejemplo, como
en el caso, indemnizar) y otra diferente la cuantía de esa obligación (que tienen que ver con
el monto del resarcimiento); se trata de entidades que no pueden ser confundidas ni
identificadas a riesgo de indiferenciar el monto de una obligación de su naturaleza. Para
clarificarlo, imaginemos el caso de una póliza de seguro que establece una cobertura parcial
y un asegurado que comete un daño cuyo resarcimiento supera la cuota prevista; en tal
supuesto, ambos -asegurado y aseguradora- deben una indemnización, pero la compañía
debe en la medida del seguro, y no la suma de condena en caso de que ésta sea mayor (el
ejemplo no me pertenece; puede encontrárselo en "Código Civil y Comercial de la Nación
comentado", Ricardo Luis Lorenzetti Director; tomo V, pág. 316, cuando se comentan las
obligaciones concurrentes). Entonces, no hay violación del principio de identidad porque,
simplemente, no hay identidad entre el objeto y la extensión que al mismo pudiera darse.
4. Unas pocas consideraciones más. Por un lado, creo de clara influencia sobre el tema la
doctrina de la Corte Suprema donde se instruyó que la preclusión impide que en un proceso
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 16/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
se retrotraigan etapas o actos para discutir algo ya superado, o que se reabran plazo
procesales trascurridos, o que se rehabiliten facultades procesales si se han vencido los
términos legales para su ejercicio (ver CSJN, causa "Bonorino Peró", Fallos: 307:966). De
ello puede inferirse que si alguien no apeló cierto pronunciamiento, una modificación del
mismo en virtud de la actividad de otro litisconsorte, no puede beneficiarlo porque tal
posibilidad se halla preclusa.
Por otro lado, quiero señalar que la postura mayoritaria de esta Suprema Corte que admite
ese derrame o extensión de los efectos de la apelación (he citado varias causas en las que se
ha concretado tal concepto), dista de ser un enclave monolítico. A la postura del doctor
Soria[1], anticipada en la causa C. 89.530 -donde declara que extender la solución de un
conflicto a quienes no han apelado importaría un agravio de las garantías constitucionales de
defensa en juicio y de propiedad- puede agregarse que, a pesar de una salvedad más bien
parca, en la causa Ac. 72.148 (con voto inicial del doctor Pettigiani), se sostuvo que había
violación del principio de congruencia si se extendía una condena dictada por la Cámara en
un expediente de los actores de una causa acumulada donde habían perdido el derecho de
apelar.
Pues bien: dejando aparte estos casos particulares, la doctrina mayoritaria de esta Corte
indicaba (antes de la entrada en vigencia de la ley 26.994) que, haciendo excepción del
principio de la personalidad de la apelación, en el caso de obligaciones in solidum, debe
considerarse que la revocación dispuesta respecto de una sentencia alcanza también al
colitigante no recurrente. Tal es la posición que invito a replantear.
Por mi parte, redundo en sostener que, por aplicación del principio de personalidad de la
apelación, debe reputarse firme la condena impuesta al obligado in solidum o concurrente
que no haya recurrido, sea cual fuere la suerte de la apelación deducida por otro obligado de
igual tipo (causas Ac. 62.638, sent. de 31-III-1998; Ac. 77.960, sent. de 14-VI-2006; C.
94.421, sent. de 6-X-2010; C. 101.600, sent. de 2-III-2011, etc.) Lo contrario -es decir,
extender los beneficios de la nueva resolución a quien no ha recurrido contra la anterior-
implicaría no solo un apartamiento del principio de congruencia sino que también
constituiría una reformatio in pejus respecto del apelado, quien vería modificadas sus
expectativas sin que le hubiera dirigido ataque alguno (causas C. 102.771, sent. de 18-VIII-
2010; C. 104.564, sent. de 2-III-2011; C. 97.197, sent. de 21-IX-2011; C. 108.008, sent. de
5-X-2011; C. 107.960, sent. de 5-IV-2013, etc.).
II. Por lo expuesto, propongo hacer lugar al recurso extraordinario deducido y revocar la
sentencia atacada (sólo en cuanto afecta a la recurrente) en tanto en ella se dispuso extender
solidariamente a SIFEME SA la condena impuesta a ETV SA. Los autos deberán volver a la
instancia de origen para que, debidamente integrado el tribunal, renueve los actos procesales
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 17/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
indispensables y dicte nuevo fallo atendiendo a los planteos y defensas de las partes y con
arreglo a lo aquí resuelto.
Las costas han de imponerse en el orden causado, en atención a la forma en que se resuelve
el recurso (arts. 68 y 289, CPCC).
Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo:
Adhiero al voto de mi distinguida colega, doctora Kogan, sin perjuicio de efectuar algunas
consideraciones en relación a la extensión de los efectos de la revocación de la sentencia
impugnada -esto es, con el alcance señalado en el apartado III del sufragio que abre este
Acuerdo- a la codemandada Medical VIP SA.
Al respecto, he leído atentamente las reflexiones que, en derredor a la doctrina sentada en la
causa c. 96.831 ("Ocon", sent. de 14-IV-2010) y, en particular, respecto del alcance del
principio de la personalidad del recurso, formula en su voto mi distinguido colega el doctor
de Lázzari; en un intento por apuntalar la tesis contraria a la que decide aquella doctrina
legal que he memorado -y que personalmente, y a diferencia de él, comparto-, en torno a la
cual nos separa un profundo desacuerdo de opiniones, que se remonta a más de tres lustros
de ejercicio de la función jurisdiccional.
Creo necesario, antes de abordar los argumentos que allí se plantean, recordar mi posición
sobre la cuestión en debate.
A. MI POSTURA HISTÓRICA EN RELACIÓN AL TEMA.
Al expedirme en los primeros asuntos -sobre esta álgida problemática- en los que tuve
oportunidad de insinuar mi opinión (vgr. causa Ac. 62.638 "Retondini", sent. de 31-III-
1998), presté mi adhesión a la postura que ya sostenían quienes por entonces integraran este
cuerpo, adelantando el sentido que hoy refleja la citada doctrina de la causa C. 96.831.
Por entonces, el doctor de Lázzari postulaba la tesis opuesta a la mía, que aún hoy defiende.
No obstante mi posición, fue recién a partir de la controversia que se registra en Ac. 63.968
("Gómez", sent. de 15-VI-1999) cuando exterioricé con precisión los fundamentos de mi
postura, ya insinuada en las anteriores adhesiones.
En esta última oportunidad, formulé las siguientes precisiones, que creo en el caso reiterar.
1. Personalidad de la apelación. Principio general.
Señalé entonces que está en juego uno de los más endiablados problemas del derecho
procesal -que en este caso tiene muchísimos puntos de contacto con el derecho sustancial-
como lo es sin hesitación el de la personalidad de las vías recursivas (la regla), que
constituye justamente la contracara de la figura también adjetiva denominada extensión
subjetiva de los recursos (la excepción a aquella regla).
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 18/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
Corresponde resolver -en definitiva- sobre el efecto de los canales recursivos en la situación
-como la de autos- de pluralidad de partes, cuando algunos de los legitimados pasivos se han
quejado del fallo y otros no. Ante tal desideratum es necesario preguntarse si la apelación
incoada por unos afecta a los otros que han consentido el pronunciamiento.
La doctrina se ha ocupado de esta problemática generalmente en el ámbito de la apelación
pero la respuesta es válida para todos los recursos.
En el antiguo derecho romano imperaba el principio del beneficie comune remedii, en el
sentido que el alzamiento de un colitigante producía efectos para todos los litisconsortes.
En el derecho comparado e inclusive en el campo autoral se aprecian dos corrientes sobre el
particular, ya que un sector -el mayoritario- está por el principio de la personalidad del
recurso, considerando que la interposición de dicho sendero sólo aprovecha a quien lo ha
propuesto; en cambio otros -por el contrario- propugnan su extensión subjetiva, en
determinadas circunstancias, partiendo de la base -tal cual anticipé- que el ataque de uno
vale para todos los participantes.
Por ejemplo, el art. 509 del Código de Processo del Brasil participa de esta última postura al
receptar que el recurso interpuesto por uno de los litigantes aprovecha a todos salvo que sus
intereses sean distintos o contrapuestos. Habiendo solidaridad pasiva -añade- el recurso
incoado por un deudor beneficia a los otros cuando las defensas opuestas al acreedor les
fueren comunes. En esos casos -dice el jurista brasileño Barbosa Moreira- la puesta en
marcha de este remedio se extiende a todos, inclusive a aquéllos que desistieron de la
impugnación (Barbosa Moreira, José Carlos, "Comentarios ao Código de Processo Civil",
editora Forense, año 1998, 7ª edición, p. 373).
En cambio la antigua jurisprudencia francesa, tomando la opinión de Merlin, se apartó del
esquema romano y también canónico, regenteando el principio opuesto -que hoy ha ganado
adhesión mayoritaria- permitiendo que la impugnación recursiva tenga un efecto personal
(Costa, Agustín, "El Recurso de Apelación en el Proceso Civil", p. 58), criterio adoptado
luego por la jurisprudencia italiana, no sin algunos cabildeos (Mattirolo, "Tratado de
Derecho Procesal", vol. IV, p. 337).
Como es por demás sabido nuestro Código del rito no resuelve expresamente esta cuestión,
aunque los doctrinantes argentinos casi unánimemente se han pronunciado por la teoría de la
personalidad. Empero, y como resulta obvio, si se trata de una sentencia que condena a
prestaciones solidarias o indivisibles la respuesta varía, pues si el superior modifica el
pronunciamiento atacado, ello perjudica o beneficia a todos los litisconsortes, y esto también
acontece, según mi parecer, en situaciones donde están en juego las denominadas
obligaciones in solidum.
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 19/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
En síntesis, estimo que en este casillero de las obligaciones -como trataré de explicarlo-
cuando varios coaccionados son condenados a una única prestación, que le puede ser
exigible a cualquiera de ellos en su totalidad, es imposible fragmentar el conocimiento del
juez del recurso y mantener soluciones diferentes y aun contradictorias para una misma
cuestión litigiosa, es ésta justamente la hipótesis donde se contornea, por excepción, el
postulado de la extensión subjetiva de la apelación, a la usanza brasileña.
2. Extensión subjetiva de los recursos. Excepciones al principio general.
La regla es entonces la de la personalidad de los meandros impugnatorios, pero ello es así en
la medida que cada una de las prestaciones que dispone la condena tenga cierta
"independencia"; más cuando el contenido es indivisible o solidario, y si todos los
legitimados pasivos deben saldar un crédito común, la cuestión varía y aquí renace como el
Ave Fénix el criterio romano-canónico del beneficie comuni remedii, esto es el de la
extensión subjetiva de los recursos.
Principiando el análisis de la cuestión desde la vertiente dikelógica ¿es justo que en el caso
aquí juzgado, un litisconsorte pague más o menos que otro? cuando se trata de un mismo
hecho litigioso con idénticas conductas y consecuencias jurídicas. Qué pasaría, para ir a un
ejemplo más drástico, si varios legitimados pasivos son condenados a abonar una obligación
solidaria o indivisible, y unos apelan y otros no, y luego el ad quem anula el
pronunciamiento en beneficio de los impugnantes, o hace lugar a una eventual reconvención,
y ciertos deudores, antes perdidosos, finalmente pasan a ser acreedores.
¿Puede suceder que por aplicarse el principio procesal de personalidad de la apelación, en un
único tema en disputa, por una causa idéntica, unos coaccionados resulten acreedores y otros
deudores, cuando todos responden a una idéntica situación jurígena?; ¿es justo que en un
accidente de tránsito, por ejemplo el dueño del vehículo que es traído al pleito por
responsabilidad refleja, tenga que saldar las reparaciones, y el conductor condenado en el
evento, no sólo no abone, sino que cobre en la hipótesis de que triunfe ante el ad quem en
una eventual reconvención?. La respuesta desde la vertiente de la mera lógica y por la
justicia del caso parece obvia, estaríamos en presencia de un verdadero escándalo jurídico y
también lógico, algo así como que una cosa sea y no sea a la vez; o que el justo vaya al
infierno y el pecador al cielo.
El recordado Maestro latinoamericano Eduardo Couture se apontoca en el principio de la
personalidad de los recursos, pero con la aclaración de que ello es así en la medida que no
opere la excepción a aquella regla; y ésta -dice- se da justamente en los casos de solidaridad
o de indivisibilidad de la prestación (Fundamentos de Derecho Procesal Civil, p. 370).
Aunque aclara que tal solución no se da para evitar sentencias contradictorias, lo que para él
no disminuye el prestigio de la solución, sino por razones sistemáticas.
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 20/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
En esto último me permito disentir con el insigne jurista montevideano, pues por lo menos
desde el cuadrante de nuestra legislación sustancial, fácil es advertir que ella busca evitar el
estrépito de pronunciamientos judiciales contrapuestos, por ejemplo en la hipótesis que un
fallo civil pueda contradecir a una sentencia penal (arts. 1101 a 1103 del anterior CC,
actuales 1774 y siguientes del Cód. Civ. y Com.). Y ello con más razón -digo yo- si el
contrapunto surge de una misma sentencia.
Se ha expresado que el principio dispositivo no le permite al ad quem conocer puntos no
planteados por el recurrente, pues ello afecta el postulado de la congruencia; y si un litigante
no ataca la decisión, la misma -para él- pasa en autoridad de cosa juzgada.
Esa es -perdóneseme la reiteración- la regla y por supuesto que la comparto, pero tanto en las
condenas "solidarias", como en las "indivisibles", o en las in solidum, juega la excepción. Y
éste no es el único caso que modifica la pauta antes apuntada, pues cuando opera el instituto
de adhesión a la apelación, obviamente el vencedor no puede recurrir, sin embargo si tiene
éxito el embate de su contrario, el superior debe tratar sus agravios, aun -obviamente- sin la
apertura recursiva del que antes había sido triunfador. Este es sólo un ejemplo.
Es cierto que algunos doctrinantes y parte de la jurisprudencia han admitido la dicotomía
entre las obligaciones solidarias y las in solidum. Se ha dicho que la teoría de la solidaridad
tuvo nacimiento en el derecho romano, conocida con el nombre de correalidad.
Para ciertos autores existen dos clases de solidaridad: la perfecta o correalidad y la
imperfecta o in solidum. No obstante como dice Salvat tal bifurcación no fue aceptada por
todos y hasta había sido discutida por los sabios romanistas (ob. cit., t. II, p. 59).
Lo cierto es que muchos publicistas, como De Gasperi, admiten la existencia de una
solidaridad imperfecta que caracteriza a las obligaciones in solidum. En este orden de
pensamiento, tanto Busso como Borda, toleran la existencia de ellas cuando se establece la
responsabilidad integral de varios sujetos por un idéntico hecho dañoso con prescindencia de
toda idea de solidaridad. Se trata -dicen- de los casos donde concurre la responsabilidad
directa del autor del hecho dañoso y la indirecta de quien, sin haber participado del evento,
la ley lo obliga a indemnizar los perjuicios originados, sea en su carácter de titular del bien
que motivó la indemnización o de principal autor del mismo (Cazeaux-Trigo Represas ob.
cit., t. II, p. 391; véase Busso, Cód. Civ. Anotado, t. V, ps. 92, 93, 167 y 168).
Esta Corte también ha reconocido la viabilidad de esa especial categoría de obligaciones,
denominadas in solidum (causas Ac. 47.780, res. de 31-VIII-1993; Ac. 51.687, res. de 1-X-
1996; Ac. 62.638, res de 31-III-1998, inclusive mi voto, Ac. 61.601, res. de 7-VII-1998),
marcando ciertas disimilitudes con las obligaciones solidarias (art. 699 del anterior CC); mas
creo que para el caso aquí discutido esas diferencias se desvanecen, y por ende podemos
asimilar a ambas figuras.
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 21/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
No resultaría baladí enfatizar entonces que la doctrina legal de este Tribunal ha admitido tal
dicotomía sosteniendo que las obligaciones solidarias, que forman parte de las obligaciones
conjuntas, se caracterizan porque existen dos o más acreedores o dos o más deudores de una
misma obligación, naciendo el vínculo que los une de una única fuente, siendo ésta una de
las características de todas las obligaciones conjuntas y se las denomina unidad de causa: "el
deber de prestar de todos los deudores o la pretensión de todos los acreedores deriva de un
hecho o título justificante. Si no fuera así no podría hablarse de una sola obligación, sino de
obligaciones distintas derivada de fuentes distintas" (causa Ac. 47.902, res. de 7-II-1995).
De allí se ha derivado que las obligaciones del causante de un daño y las de los responsables
indirectos, no son solidarias sino in solidum, o más propiamente concurrentes, "consistiendo
en aquellas que tienen un mismo acreedor e identidad de objeto, aunque diversidad de causa
y de deudor" (Ac. 47.770, res. de 31-VIII-1993). Agregando este Tribunal que lo que
caracteriza a esta figura "es el que varias personas adeuden al acreedor la misma prestación
sin ocupar, ni por contrato ni por ley la posición de deudores solidarios, o el tener un mismo
acreedor e identidad de objeto, aunque diversidad de causa y de deudor" (Ac. 62.638, ya
citado).
Si bien es verdad que ello es así y que con cierta sutileza se puede encontrar tonalidades
entre las dos figuras abordadas (Cazeaux-Trigo Represas, ob. cit. t. II, p. 393), nuestro
antiguo Código Civil parece no haber receptado esta demarcación, ya que el art. 701
considera a ambas como sinónimos (Salvat, ob. cit., t. II, p. 60, núm. 878c., véase Cazeaux
Trigo- Represas, ob. cit., t. II, p. 390, nota 27), aunque actualmente, la categoría tiene un
tratamiento bien diferenciado en la regulación que trae el Código Civil y Comercial de la
Nación (arts. 850 a 852).
No obstante lo expresado, y aun reconociendo la existencia de ciertos rasgos distintivos entre
las solidarias y las in solidum -como por ejemplo la diversidad en materia de prescripción, o
en lo atinente a la acción recursoria-, lo cierto es que, en mi parecer, a los fines aquí en
juego, tales diferencias no son de esencia, ni suficientes para desglosarlas de las pautas de la
solidaridad (art. 701 del viejo Cód. Civ.; y pauta que surge del art. 852 del nuevo Cód. Civ. y
Com. de la Nación), por lo que es necesario aplicar a ambas el mismo régimen sustancial y
adjetivo, y por ende aparece la excepción al principio procesal de la personalidad de los
recursos, retornando el postulado del benefici comuni remedii. De lo que se infiere que no
es factible fracturar el pronunciamiento atacado como pretende el quejoso.
Son variados los casos donde la legislación de fondo prevalece sobre la del rito, o si se
quiere, la primera impone una excepción al principio procesal de la personalidad de la
apelación. No olvidemos que como enseña Cappelletti, el derecho procesal -por ser adjetivo-
debe amoldarse al derecho fondal que es justamente, sustancial.
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 22/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
Es que, como antes señalé -y lo reafirmo ahora- los actos realizados por un litisconsorte,
perjudican y benefician a los otros no tanto por el efecto de la relación procesal, cuanto por
lo que surge del derecho sustancial, sobre la base de lo que ya disponían los arts. 699, 705,
706, 716 y 717 del Código de Vélez, y que en un sentido similar -en lo que aquí concierne-,
plasma el Nuevo Código Civil y Comercial en torno al tópico (arts. 827, 833, 834, 840 y
concordantes), con la novedosa incorporación normativa del régimen de las obligaciones
concurrentes, ausente en el régimen antecesor (arts. 850 a 852 del citado ordenamiento).
Valga la redundante aclaración: el régimen legal instituido a partir de la entrada en vigencia
del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación no ha hecho más que consagrar
normativamente aquella comprensión que doctrinaria y jurisprudencialmente campeaba en
materia de obligaciones concurrentes o in solidum. De allí que -manteniéndose inalteradas
en lo que aquí interesa las similitudes y diferencias entre esa categoría y las solidarias- la
nueva regulación poco aporta a esta antigua discusión.
Al opinar de ese modo no desconozco que finalmente los derechos que consagra el
ordenamiento jurídico encuentran su anclaje y razón de ser en los textos constitucionales y
convencionales, sin que por tanto unos hayan de prevalecer por sobre los otros, sin más.
La pauta madre, sin embargo, ha de ser siempre la de su razonable armonización (art. 28 de
la Constitución nacional).
Sólo he de añadir ahora que no advierto -como lo apunta el Ministro preopinante- sacrificio
alguno al debido proceso en la propuesta decisoria (en tanto está garantizado el
contradictorio por el amplio debate suscitado en devenir del pleito en sus diversas
instancias), ni arrebato significativo al patrimonio del acreedor, en tanto -en estas especiales
circunstancias- la solución pudiera dejar al desnudo el error o la lisa y llana inexistencia de
un derecho indebidamente incorporado al amparo de una situación procesal preclusa.
¿Acaso no se trata, en el fondo, de expandir los efectos de una decisión que deja al
descubierto el error (in iudicando y aun in procedendo) en el que hubo de incurrir la
decisión recurrida, condenando a quien no debía, o en una medida injusta?; ¿es posible
sostener que se venera el mandato de afianzar la justicia en el caso concreto, cuando
admitimos en estas particularísimas hipótesis, que por el juego de la preclusión (más
pequeño, frente a los derechos fundamentales en danza) se ha consagrado un crédito de
indemnización que con certeza no correspondía reconocer?; ¿es el sentido profundo del
derecho de propiedad del acreedor tutelar un crédito que no le es suyo, y que sólo le fue
reconocido en base a un quebrantamiento comprobado de la ley (art. 289 del CPCC)?.
3. Concluyo, pues, que es esta mi convicción sobre uno de los modos (acaso perfectible y no
exento de juicios dogmáticos contrarios), de hacer justicia en el caso concreto, sin indebidos
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 24/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
quiebres de los principios lógico jurídicos que largamente expuse, en los precedentes
fundantes de mi doctrina.
C. LA SOLUCIÓN DEL CASO:
Por derivación de los razonamientos antes vertidos, reitero que los efectos de la revocación
de la sentencia a propósito de la impugnación de SIFEME SA -y que, de acuerdo a lo
consignado en el apartado III. del sufragio inaugural, lleva a anular la extensión a su respecto
de la condena dispuesta contra el empleador ETV SA con sustento en el art. 31 de la ley
20.744- benefician también a la codemandada Medical VIP SA, y ello en atención a que esta
última firma fue reputada deudora solidaria de los créditos laborales con base en idéntico
encuadre normativo.
Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.
El señor Juez doctor Pettigiani, por los mismos fundamentos de la señora Jueza doctora
Kogan, votó también por la afirmativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:
I. Adhiero al voto emitido por mi distinguida colega doctora Kogan bajo las siguientes
consideraciones.
En cuanto a la extensión de la solución que se propicia respecto de la codemandada Medical
VIP SA, liminarmente cabe remarcar que, en el sub lite, nos hallamos ante obligaciones
solidarias por imperio de lo expresamente normado en el art. 31 de la Ley de Contrato de
Trabajo.
Ahora bien, en materia de solidaridad el art. 829 del nuevo Código Civil y Comercial ha
venido a receptar el criterio que la doctrina ya sostenía con anterioridad en derredor de la
representación de cada uno de los codeudores solidarios respecto de los demás en los actos
que realiza como tal, nota en la cual se fundaba la propagación de efectos entre los diversos
obligados solidarios (v. notas a los arts. 706, 711 y 714 del Cód. de Vélez Sarfield).
Asimismo, su art. 832 replica la previsión del art. 715 del anterior Código Civil, según
párrafo incorporado por la ley 17.711, que establecía que los codeudores solidarios pueden
invocar la cosa juzgada que emane de una sentencia dictada contra uno de los codeudores
cuando aquélla no se funda en circunstancias personales del codeudor demandado.
De otra parte, en lo que atañe a las obligaciones concurrentes o in solidum, comparto lo
observado por el doctor Hitters en cuanto señala que las consideraciones que ahora replantea
el doctor de Lázzari ya se encontraban presentes en oportunidad de que tal cuestión fuera
sometida a conocimiento de esta Corte en el precedente C. 96.831 "Ocon" (sent. de 14-IV-
2010). En efecto, el régimen legal instituido en el art. 850 y ss. del Código Civil y Comercial
no ha hecho mas que consagrar las similitudes y diferencias entre las categorías mencionadas
que doctrinaria y jurisprudencialmente se reconocían con anterioridad.
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 25/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
HILDA KOGAN HECTOR NEGRI
EDUARDO JULIO PETTIGIANI EDUARDO NESTOR DE LAZZARI
DANIEL FERNANDO SORIA JUAN CARLOS HITTERS
ANALÍA S. DI TOMMASO
Secretaria Interina
gt
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 27/28
18/2/22, 12:00 SCBA - JUBA
https://juba.scba.gov.ar/VerTextoCompleto.aspx?idFallo=139954 28/28