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Accesibilidad en Argentina

                                       Arq. Silvia Coriat


 
Dimensiones físicas, históricas, culturales y políticas se suman en la conformación de un
cuadro de situación de gran complejidad respecto de las condiciones de accesibilidad física en
Argentina.
Trataremos de hilar las maneras en que cada una de estas dimensiones se manifiestan en
algunos rasgos del diseño de la ciudad, propiciando o restringiendo la inclusión a un amplio
colectivo de personas con movilidad o comunicación reducida.
Recorreremos problemáticas de diferentes órdenes y escalas, procurando ofrecer una dinámica
de análisis aplicable a otros campos de decisiva importancia, tales como transporte, vivienda o
lugares de trabajo.
Topografía e itinerarios peatonales
Nuestro país se desarrolla a lo largo y ancho de territorios con gran diversidad topográfica y
climática, elementos éstos que inciden fuertemente en las condiciones de base para gestar
accesibilidad en cada localidad, en especial, respecto de las circulaciones peatonales y los
sistemas de transporte.
En localidades emplazadas sobre extensas llanuras de las Provincias de Buenos Aires, Santa
Fe o La Pampa, además del estado de las veredas - variable según la calidad de su pavimento,
las raíces del arbolado, la frecuencia de mantenimiento, y las maneras de ocuparlo - podría
afirmarse que el principal accidente topográfico de las veredas es el cordón cuneta (pasaje de
acera a calzada). Esto es así, especialmente cuando las ordenanzas locales determinan para
cada frente la cota de nivel correspondiente y explicitan que los límites entre frentes contiguos
deben presentar continuidad a lo largo de cada cuadra.
En un extremo opuesto se encuentran ciudades como San Salvador de Jujuy, Tilcara (ambas
en Jujuy), Ushuaia (Tierra del Fuego) o Bariloche (Río Negro), con una topografía montañosa
de pronunciadas pendientes en los itinerarios peatonales de las calles transversales a la
emplazada sobre una cota de nivel, siendo ésta la arteria más físicamente accesible.
Como situaciones intermedias desde su topografía - pero no menos complejas - se encuentran
las ciudades emplazadas en la costa de ríos, cuyas crecidas obligaron a elevar el nivel de las
construcciones, o en zonas serranas, o con suaves declives: los barrios de La Boca o Retiro,
en Buenos Aires; Rosario (Santa Fe); otras de menor escala como Colón (Entre Ríos); en la
costa de lagunas como Chascomús (Pcia. de Buenos Aires). Otra causal de niveles elevados
de las construcciones respecto del nivel de la calzada es la ausencia de adecuados sistemas
de desagüe pluvial: tal el caso de Hurlingham (Pcia. de Buenos Aires). Aunque allí el tema fue
resuelto hace años, han quedado los edificios construidos elevados, testimoniando aquella
situación. ¿Qué ocurre en tales casos, cuando por ausencia de normativas o de controles, cada
frentista define su propio nivel de vereda (cota)? Ésta se presenta como sucesivos
escalonamientos, o discontinuada por una rampa de acceso vehicular a un edificio. La
continuidad está garantizada para los vehículos, pero no para los peatones. Es, pues, por la
calzada por donde circulan las personas con movilidad o comunicación reducida. Y en
ocasiones también el resto. (Otro ejemplo es Santa Rosa, en La Pampa).
El problema se agrava en ciudades antiguas, o de áreas de preservación histórica, con
pavimento de empedrado en la calzada, intransitable para quienes tienen problemas en su
deambulación (San Telmo y Montserrat en Buenos Aires, o Coronel Pringles, en Pcia. de
Buenos Aires). En Junín (Pcia. de Buenos Aires), la combinación de empedrado, veredas en
buen estado y vados, dio lugar a que las veredas se trasformen en bicisendas.
En Mendoza, las acequias resuelven adecuadamente la circulación de aguas de deshielo
destinadas al riego; y los puentes peatonales que las cruzan, vinculando acera y calzada,
resultan una excelente solución de accesibilidad, a la cual solo cabría mejorar mediante
protecciones laterales.
Vados y rampas
En numerosas localidades, las soluciones en materia de accesibilidad se limitan a bajadas de
cordón peatonales circunscriptas al área céntrica (plaza principal y un par de cuadras a la
redonda).
Dentro de la gran variedad de bajadas de cordón detectadas, las más antiguas, resueltas con
rampas, datan de hace un par de décadas. Cuentan con pasamanos a ambos lados, que
pudieran haber resultado funcionalmente útiles para la instalación de publicidad o para
identificación de la entidad privada patrocinante de dicha iniciativa, hoy de variada y dudosa
legibilidad. Coexisten otras soluciones, tales como vados (rampas que cuentan a ambos lados
con superficies de transición con la vereda).
Se registran múltiples modelos y grados de eficacia: con terminación superficial que continúa la
de la vereda; con superficie texturada y colores según especificaciones técnicas (amarillo vial),
con el isotipo internacional de persona con discapacidad, marcado en gran escala en su
superficie; con superficies laterales de transición de las más variadas dimensiones y
pendientes; con desnivel entre calzada y acera de hasta 2 cm, que comúnmente llega hasta 5 y
7 cm.
No están exentas las grandes ciudades, como Buenos Aires, Córdoba, Rosario o Mar del Plata.
En todas ellas, tal como los estratos de las eras geológicas en zonas de cañones, podemos
deducir diferentes momentos de iniciativas a favor de la accesibilidad peatonal, procurando
implementar soluciones superadoras. En particular en Buenos Aires, con pendientes
progresivamente más suaves, desnivel entre acera y calzada tendiendo a desaparecer (entre 0
y 1 cm), e incorporación de avisadores táctiles para personas ciegas.
Itinerarios peatonales inclusivos
La idea de construir vados o rampas aislados en localizaciones puntuales, va siendo superada
por la noción de itinerarios peatonales accesibles. En Buenos Aires, se realizan actualmente
pruebas de bajadas que abarcan toda la esquina, de manera que todos, con o sin movilidad
reducida, pueden circular por el mismo espacio, con mayor comodidad y menor riesgo de
tropiezos. Esta es una solución que hace años se implementa exitosamente en numerosas
ciudades del exterior, tales como Barcelona, Oslo, París y Washington.
Hasta ahora nos hemos referido tan solo a lo más trabajado en materia de accesibilidad en la
mayoría de las localidades de Argentina: la circulación peatonal, con sus veredas y vados.
Calles de tierra y barro
Pero el desarrollo urbano y edilicio en Argentina, reflejo a su vez del social y económico,
manifiesta fuertes contrastes, combinando alta tecnología con áreas de condiciones menos que
básicas: donde no existe ni vado, ni vereda en la cual insertarlo; donde se circula por tierra
transformada en barro en días de lluvia. No sólo es imposible transitar para personas con
movilidad reducida: tampoco ingresa la ambulancia ante una emergencia, o una obligada
diálisis. ¿Es un lujo pretender allí accesibilidad? Todo lo contrario: en los sectores más pobres
es donde con más frecuencia anida la discapacidad. Es allí entonces donde es necesario
priorizar mejoras y adecuaciones.
Baños accesibles: condición obligada para una permanencia lejos de casa
La infraestructura que se va gestando a lo largo de nuestro país con la construcción de
autopistas incluye sanitarios públicos accesibles en su red de servicios. Sin embargo (al igual
que los vados de las veredas) sus soluciones de diseño y construcción son de dispar eficacia.
Los hay correctamente resueltos, y los hay absolutamente inaccesibles. Un error frecuente es
la fijación de sólidas barras de apoyo a ambos lados del inodoro, sin posibilidad de
rebatimiento, impidiendo así una adecuada aproximación lateral y transferencia al mismo,
desde una silla de ruedas, constituyéndose la propia barra en un obstáculo.
Es extremadamente difícil encontrar adecuaciones en lugares de uso público que no sean
vados o rampas, tales como un baño al que pueda ingresar un usuario con silla de ruedas.
Baños accesibles se encuentran tan sólo en algún hotel 5 estrellas o en algún excepcional
restaurante. En estas condiciones, dichas localidades son imposibles de visitar por quienes
requieren instalaciones accesibles.
Al igual que el baño convencional, el baño accesible es condición de permanencia. Cabe citar a
Francia, donde tradicionalmente ha habido públicos, y hoy cuenta con una verdadera red de
baños públicos accesibles presente en cada pueblo, por pequeño que sea.
Escuelas inclusivas
Miles de niños con discapacidad motora que no requieren de educación especial están
excluidos de las escuelas comunes, tanto públicas como privadas, en gran medida por
ausencia de una tradición en accesibilidad edilicia.
Aunque la problemática está siendo difundida entre los profesionales especializados en
arquitectura escolar, y figuran normativas en la materia entre los requisitos de diseño, ésto es
insuficiente: la temática les resulta aún ajena. Conocer especificaciones técnicas no implica
asumir la lógica y el sentido de su aplicación, sólo posible desde una profunda compenetración
con la problemática, en contacto directo con personas con movilidad o comunicación reducida,
comprendiendo lo que les sucede a diario en sus espacios cotidianos. Propiciar encuentros de
intenso intercambio entre profesionales y usuarios es esencial para el desarrollo de una
accesibilidad realmente útil. Las nuevas escuelas contarán con accesibilidad, si ésta se
implementa correctamente. Pero aún así, la pesada inercia de los edificios escolares existentes
no revierte las cifras de niños excluidos por inaccesibilidad física, que superan el 90% [1]: es
necesario priorizar adecuaciones asignando presupuesto y extremando creatividad y recursos
de diseño.
Locales y visitantes: accesibilidad para el turismo y la comunidad En Argentina se
entrelazan dos amplias tramas de uso del territorio: por una parte, los propios habitantes en el
desarrollo de su vida cotidiana; por otra, un importante y ascendente desarrollo del turismo
nacional e internacional, inspirado en privilegiados escenarios naturales.
Para quien es portador de una discapacidad, las cadenas de accesibilidad, en las que cada
eslabón sea confiable, son condición básica para desarrollar proyectos de vida.
Para visitantes que viniendo de lejos dependen exclusivamente de la estructura de
accesibilidad que se les brinde, la confiabilidad de cada eslabón es esencial. Citamos el
importante trabajo de localidades como Bariloche (Río Negro) o San Martín de los Andes
(Neuquén), procurando brindar turismo accesible desde instalaciones hoteleras y excursiones.
También Cataratas del Iguazú (Misiones), con sus itinerarios adecuados para personas ciegas.
Destacamos como ejemplo de inclusión la presencia de la temática de accesibilidad en la
Página Web Oficial de San Martín de los Andes.
Normativas y gestión en accesibilidad
En el plano legal y político, la vigencia de normativas para todo el territorio nacional (Carta
Magna, legislación en materia de salud, de educación, de seguridad e higiene, entre otras) se
combina con procedimientos propios de una nación en la que impera el sistema federal, donde
las iniciativas jurisdiccionales – provinciales y municipales - definen libremente su adhesión
total, parcial o nula a normativas “marco”, enunciadas desde leyes nacionales. Tal el caso de
nuestra legislación en materia de accesibilidad, cuyo alto grado de elaboración y detalladas
especificaciones para un abordaje integral de las adecuaciones del medio físico en espacios
públicos y edilicios, a excepción de códigos de edificación como el de Vicente López o de
Buenos Aires [2], se refleja escasamente, y en muchos casos de manera inexistente, en las
soluciones implementadas. También, como por estratos correspondientes a diferentes épocas,
múltiples localidades de nuestro país cuentan con ordenanzas que datan de los años ’80 y ’90,
especificando accesibilidad para diversos usos públicos... que hoy se desempolvan como
antiguas reliquias de territorios inexplorados. Otras localidades, conscientes de contar con
ordenanzas similares y de la necesidad de su aplicación, padecen la crónica evasión a su
aplicación. Otras, lentamente, van modificando sus normativas, adhiriendo a la Ley marco, o
dentro de su mismo espíritu. Entre ellas, Posadas (Misiones) y Rosario (Santa Fe).
Cabe aquí reflexionar: legalidad no es lo mismo que legitimidad. La Ley es una valiosa
herramienta, sólo si se sustenta desde el accionar, tanto de funcionarios como de quienes
requieren de su aplicación, mediante el reclamo y el control de su cumplimiento. Por otra parte,
este “resurgir” de viejas ordenanzas, el análisis de las mismas, y el debate sobre la adhesión
total o parcial a la Ley “marco” 24314/94 y a su Decreto Reglamentario 914/97, develan el
amplio y profundo movimiento existente hoy con relación a esta temática en Argentina [3].
 
1 Educación Inclusiva y Accesibilidad Edilicia en Argentina. Fundación Rumbos, 2005, Informe elaborado para Itineris –
Banco Mundial.
2  La Ley 962 de la Ciudad de Buenos Aires incorpora integralmente normas de accesibilidad en el Código de
Edificación.
3 Es oportuno señalar la vigencia del Plan Nacional de Accesibilidad, implementado desde la CONADIS, propiciando la
adhesión a dicha Ley; así como la disponibilidad, para municipios, de recursos económicos provenientes de la Ley de
Cheques destinables a un importante porcentaje de las inversiones necesarias para adecuaciones en aquellas
localidades que adhieran a dicho Plan y elaboren sus propios planes locales de accesibilidad.

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