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El secreto de

las relaciones armoniosas


Sant Rajinder Singh Ji Maharaj

Personas de todo el mundo han intentado descifrar el código para tener


relaciones duraderas y armoniosas. Sin embargo, si sabemos dónde buscar,
las relaciones armoniosas están a nuestro alcance.

Como seres sociales que vivimos en este mundo, buscamos continuamente


relaciones armoniosas con quienes nos rodean: la familia, los seres queridos,
los amigos, los compañeros de trabajo y vecinos.

En el centro de los desafíos en las relaciones

No importa cuál sea la relación, el epicentro de todos los problemas en las


relaciones, está en nuestra incapacidad para (1) manejar la ira, (2) controlar
nuestro ego y (3) mantener la calma ante una situación difícil.

La mayoría de los problemas surgen cuando las personas no están de acuerdo


entre sí o tienen puntos de vista diferentes sobre un asunto. Cada uno de ellos
puede sentir que tiene la razón y que la otra parte está equivocada y cada uno
tratará de hacer valer su posición. Cuando la otra parte no cede ni se rinde, la
ira emerge. Si no podemos mantener la calma en este punto, terminaremos
diciendo o haciendo algo que hiera al otro.

Esto se agrava y se traduce en represalias. Pronto, lo que comenzó como un


desacuerdo menor evoluciona hasta convertirse en una pelea o, con el tiempo,
en una disputa a muy largo plazo. La relación entonces sufre.
Hay otro final para esta historia; un final en el que mantenemos la armonía
dentro de la relación, y que comienza con la simple técnica de la meditación.
Esta nos puede ayudar a evitar el ciclo de la ira y represalias y en su lugar
inculcar en nosotros la paz y la armonía.

Transformación personal a través de la meditación

La meditación en la Luz y el Sonido interior de Dios es un proceso por el cual


retiramos nuestra atención del mundo exterior y la enfocamos dentro de
nosotros mismos. Al hacerlo, comenzamos a experimentar el amor de Dios que
está dentro de nosotros. Bañados en este amor divino, poco a poco
despertamos a la realidad de que no somos el cuerpo, sino el alma, una parte
de Dios.

Es esta parte de Dios la que da vida al cuerpo físico. También empezamos a


ver a todos los seres vivos, ya sean humanos, animales o plantas, como parte
de Dios, con la Luz de Dios brillando en todos.

Nos transformamos cuando aceptamos la unidad

Abrazando nuestra unidad con toda la creación de Dios, experimentamos una


profunda transformación. Como resultado, comenzamos a desarrollar amor por
todos. Esto construye un puente entre las personas, a medida que nos damos
cuenta de que tenemos algo en común. Nuestros corazones se abren,
desarrollamos tolerancia y paciencia hacia los que nos rodean. Nos volvemos
compasivos y comprensivos y buscamos ayudar a los necesitados.

Nos sentimos inspirados a utilizar nuestros talentos para el bien de la


humanidad y en cualquier esfera en la que estemos trabajando, llegamos a ser
una fuente de ayuda y alivio para los que nos rodean.

Cuando permanecemos en equilibrio, podemos encontrar soluciones y


estamos abiertos a ajustes y concesiones para asegurar una resolución
pacífica. Ya no buscamos dominar o controlar a los demás, nuestro ego se
mantiene bajo control, ya que no nos vemos a nosotros mismos como
diferentes del resto de nuestros semejantes.

Al meditar, experimentamos estados de calma, paz y alegría. Este sentimiento


de tranquilidad permanece con nosotros mucho tiempo después de la
meditación y se irradia desde nosotros a todos en nuestra órbita. Somos
capaces de mantener la calma en situaciones difíciles o ante cualquier
diferencia de opinión, sin permitir que las situaciones escalen a la ira.

Regularidad en la meditación

Cuanto más regulares nos volvemos en nuestras meditaciones, más entramos


en contacto con la fuente del amor divino y más aprendemos a amar y ser
amados. La paz y la armonía entran en nuestros corazones y hogares y se
reflejarán en cada aspecto de nuestra vida, irradiando a todos aquellos que
conozcamos. Sin saberlo, esparcimos una fragancia divina por dondequiera
que vayamos.

Si tratamos de meditar a diario, observaremos una gran diferencia en la forma


como abordamos nuestras relaciones. A medida que nos volvemos más
tranquilos y amorosos, notaremos que esto tiene un impacto positivo en todos
los demás. No sólo nuestras propias relaciones serán más armoniosas, sino
que los atributos positivos tendrán un efecto multiplicador en otros.

A través de la paz interior y la armonía que logramos en la meditación, podemos


ayudar a lograr la paz exterior y la armonía en todas las relaciones.

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