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La crisis de la adolescencia

y la educación
FLORENCIO OLLE RIBA
Licenciado en Pedagogía
y Director Técnico (P. E.) del Colegio «Nelly>,
Barcelona

El decreto firmado por Su Excelencia el Jefe En el orden estructural del armazón educativo
del Estado el 29 de abril de 1964, publicado en pueden surgir serios inconvenientes, y no pocas
el Boletín Oficial del Estado del 4 de mayo del desorientaciones, al tratar de acoplar ciertas nor-
mismo ario, sobre la ampliación del período de mas educativas a alumnos que, evidentemente,
escolaridad obligatoria hasta los catorce arios, no serán preparados de forma cíclica para afron-
plantea una serie de problemas de orden edu- tar una realidad que puede quedar desfasada por
cativo que afectan a toda la organización es- tal causa.
colar. Ahora bien, es indudable que, al margen de los
En efecto, en la actualidad nos enfrentamos diferentes matices que el problema plantea, hay
con una situación bastante paradójica que, a no que tener en cuenta que el escolar, en todos los
dudar, planteará serios inconvenientes a la hora casos, es una entidad única, tanto en lo físico
de su real aplicación. como en lo mental.
En primer lugar están los escolares que, por Por tanto, su formación, en fase de desarrollo,
haber sobrepasado la edad reglamentaria para no puede variar en lo esencial, al margen de lo
serles aplicada tal disposición (los nacidos con puramente instructivo. La estructura mental del
anterioridad al ario 1954), les afecta relativamen- niño, salvando las naturales individualidades,
te, por ser una promoción a extinguir, pero que tiene idéntico fin a cumplir en el plano for-
no por ello debe sernos indiferente su problema, mativo.
por la serie de inconvenientes en que se hallan Si cada uno de los diferentes aspectos antes
inmersos de manera circunstancial. apuntados intenta resolver, a su manera, el pro-
Pero el verdadero problema se plantea al con- blema, nos exponemos a una verdadera «desedu-
siderar a los alumnos que en la actualidad se cación», al pretender, cada educador, imponer su
hallan ya afectados por tal disposición. Tales propio criterio, al margen de lo básico y funda-
alumnos, en el momento presente, se ven obli- mental.
gados a considerar su situación de manera di- Si el educador limita su acción sobre el hecho
ferente, según sea la modalidad de estudios que secundario de su propia metodología, sólo logra-
escojan, y que puede resumirse así: rá recargar la mente del niño de un cúmulo de
1. 0 Los alumnos que, siguiendo unaescolari- nociones totalmente deshilvanadas que sólo ser-
dad regular en la escuela primaria, se hallarán virán para desfocar el verdadero postulado a que
a los catorce arios, al dar por finalizados sus le obliga su misión, premisa elemental para el
estudios, en posesión del certificado de estudios buen éxito de una auténtica capacitación del
primarios. adolescente.
2.° Los que estando en posesión de dicho cer- Una de las principales funciones de la educa-
tificado querrán continuar sus estudios, los cua- ción, en la edad nodal de los diez a los cator-
les, después de ser sometidos a un examen de ce arios, debe consistir en impartir unos princi-
madurez, podrán matricularse en el tercer curso pios perfectamente coordinados, encaminados a
de bachillerato general o laboral. que el escolar se habitúe a una clara visión de
3.° Los que a los diez arios, y según sea su sus problemas, tanto en el plano afectivo como
promoción escolar, podrán, automáticamente, y en el plano intelectual. Es decir, preparar el pro-
sin previo examen, iniciar los estudios de ense- ceso por el que la personalidad del educando sal-
fianza media o bachillerato. ga lo suficientemente perfilada para enfrentarse
Indudablemente, cada una de estas modalida- con la realidad que se le va a abrir ante sus ojos.
des de estudio tiene sus peculiaridades. Esta realidad, cuajada de sorpresas, será el

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producto de las más diversas llamadas que ins- enseñanza superior para la cual no han sido
tintivamente van apareciendo en el transcurso preparados. Unas veces ello puede ser atribuido
de esta etapa por la que atraviesa el púber. a una deficiente formación en la escuela pri-
En suma, no se trata de proporcionar al pre- maria, y otras, a la falta de un fondo innato
adolescente una cultura y un saber en dosis de cultura potencial que debería haber sido im-
menores, de acuerdo con la teoría del homuncu- partida, como por endósmosis, en el medio social
los —totalmente desacreditada, pero desgraciada- de donde proceden tales alumnos.
mente mantenida por algunos educadores toda, Es indudable que lo uno y lo otro es una autén-
vía—, sino de dotar a la inteligencia del escolar tica realidad con la que debemos enfrentarnos
de aquellos conocimientos básicos y necesarios, de los educadores. Principalmente, la falta de ca-
acuerdo con las propias evoluciones psicológicas pacidad innata para la asimilación progresiva de
y de los intereses predominantes en cada uno técnicas superiores es uno de los mayores han-
de los momentos vitales de la evolución. dicaps con que tropieza nuestro esquema educa-
Es del todo imposible movilizar las facultades tivo actual.
intelectuales del escolar sin haber suscitado an- El afán de cultura que hoy predomina en to-
tes un interés, de acuerdo con sus necesidades das las esferas sociales, como producto de un
vitales. mayor nivel de vida, ha modificado muchos as-
Esta ley fundamental, que es válida para to- pectos de nuestra vida colectiva. Pero también
das las edades, se convierte en imperiosa nece- debemos convenir que tal evolución social ha
sidad en la etapa de la pubertad, cuando la ma- provocado cierto desnivel psicológico en ciertos
yoría de las inciativas vienen predeterminadas estratos sociales, en cuanto al desarrollo de
por una serie de estímulos que convierten al determinadas capacidades intelectuales, que en
alumno en campo abierto a todas las iniciativas otra hora eran transferidas tanto por la heren-
y realizaciones, cuyo fondo se halla sustentado cia como por la educación ambiental.
sobre la base del interés psicobiológico, el gran Pero esta particularidad no debe desalentar-
secreto de la educación, como afirma Claparede. nos, y menos sumergirnos en un conformismo es-
Pero, desgraciadamente, este proceso se ve téril que a nada práctico puede conducir. Cierto
truncado con demasiada frecuencia. Muchas ve- que fallan muchas capacidades a la hora de
ces, el educador, inconscientemente, falsea este planear futuras aspiraciones, pero también es in-
proceso por múltiples causas, siendo la más pe- dudable que las modernas técnicas educativas
ligrosa la falta de una verdadera entrega voca- nos dan grandes recursos para enfrentarnos con
cional, que da origen a una serie de complica- esta realidad.
ciones que miniminizan al estudiante. Otro factor no menos característico —yo diría
Y lo desconciertan precisamente en una edad primordial—, que se da de manera manifiesta en
en la que necesita de todos los alicientes y de esta etapa de la evolución, es el que viene pre-
todas las comprensiones para superar la crisis determinado por la crisis de orden funcional que
natural por la que atraviesa su evolución. afecta por igual a todos los escolares, sea cual
Porque, tal como afirma L. Guarnero en uno sea su origen social: el paso de la infancia a la
de sus excelentes trabajos (1): «Los maestros, ora pubertad.
elementales, ora medios, aunque sean personas Porque, como escribe Moragas: «Entre la in-
competentes en su materia, no siempre son edu- fancia y la adolescencia se produce un notable
cadores. Para ser tales bastaría tener vocación cambio en la esfera intelectual. Muchos niños que
por la propia formación y amor a los niños, a han conseguido excelentes calificaciones escola-
los jóvenes. A veces no tienen ni la una ni lo res. al penetrar en la adolescencia obtienen otras
otro. Son enseñadores escrupulosos, masticadores muy bajas, y no sólo porque haya variación sú-
de nociones, migajas de cultura, pero no son edu- bita y desmedida en el tipo de disciplina, sino
cadores. Ignoran la psicología del niño, del ado- porque la adolescencia representa también un
lescente, del joven. Algunos consideran a los mu- cambio profundo en la calidad de la inteligencia.
chachos de la enseñanza media con la misma Aumentan las posibilidades de la aprehensión,
medida que si fueran estudiantes universitarios. y los estudios se hacen más perfectos, pero dis-
A veces son gente culta y docta, pero no les minuye la comprensión y se anula la inteligen-
interesan los muchachos. Parten el pan de la cia» (2).
ciencia por deber y por necesidad.» Por consiguiente, es totalmente necesario que,
No quiere esto decir, ni mucho menos, que la al enfrentarnos con los problemas que esta edad
causa de todos los fracasos educativos —princi- plantea, tengamos un esquema, lo más aproxi-
palmente de orden instructivo— sean imputables mado posible, de las posibilidades del niño, asi
a esta dráctica afirmación. Hay que tener en como de las reacciones a que puede verse so-
cuenta otros factores no menos influyentes y metido.
determinantes. Como es natural, tal esquema evolutivo sólo
Uno de ellos es el que nos viene dado por el será posible ajustarlo a los rasgos más esencia-
gran porcentaje de alumnos que, a partir de los les, y a modo de valor indicativo de relatividad
diez arios, se internan por los caminos de una
(2) JERÓNIMO DE MORAGAS : Psicología del niño y del
(1) LUISA GUARNERO : La edad dificil. adolescente.

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manifiesta, ya que las diferencias individuales en de base de actuación al intentar encauzar las
ninguna otra etapa evolutiva se nos aparecerán reacciones de nuestros educandos comprendidos
tan dispares y discordantes. en el período que va desde los diez a los catorce
El clima, el sexo, el ambiente social y familiar, arios, período el más dificil para el educador,
la constitución genética, etc., pueden dar origen por los múltiples problemas y conflictos que a
a la puesta en marcha de ciertos mecanismos diario se plantean.
intelectuales, cuya consecuencia inmediata será
un mayor contenido de madurez intelectual, así LOS DIEZ AÑOS
como también ciertas carencias o influencias de
orden variado pueden frenar este proceso y re- Al llegar a los diez arios, el niño se inicia en
tardar la puesta a punto de algunas caracterís- el período de perfeccionamiento, dejando atrás
ticas que, por lo regular, deberían aparecer en al que podríamos calificar de preparación.
momentos prefijados, y todo ello dentro del ritmo A esta edad, el escolar da pruebas de un fino
de un correcto y normal desarrollo. razonamiento mental. Su compleja facultad de
Asimismo, debemos tener en cuenta que, en asimilación da inequívocas pruebas de una gran
igualdad de circunstancias y situaciones, la mu- receptividad activa. No obstante, cabe señalar
chacha siempre se anticipa al muchacho en uno que se observa en él cierta tendencia hacia la
o dos arios en este proceso evolutivo, tanto en candidez —más en los niños—, en todo lo que
lo somático como en lo mental. afecta a su receptividad emocional.
Así, por ejemplo, en la muchacha se inicia el La conceptualización y generalización de he-
aumento de talla entre los diez y doce arios, mien- chos y cosas se halla en sus inicios, por lo que
tras que en el muchacho este proceso no empie- es prematuro exigirle un formal razonamiento
za hasta los trece. Entre los once y doce arios en las materias que forman la estructura de su
aparece en la muchacha el desarrollo mamario plan de estudios. Su abstracción se inclina más
y pélvico, proceso que corresponde en el varón hacia lo activo (hablar, construir, compendiar, et-
al desarrollo torácico y muscular, y que tiene lu- cétera) que a trabajar de manera consciente y
gar entre los catorce y quince arios (Moragas). regular. Su interés es, por tanto, limitado e in-
La hembra termina el desarrollo de su morfo- termitente.
logía femenina alrededor de los dieciocho arios. El niño de diez ario es normalmente franco,
En. cambio, el varón no alcanza este desarrollo sin complejos ni oposiciones y con gran tenden-
hasta los veinte (Gamelli). cia a la compenetración con sus amigos, así como
En cuanto a la vida afectiva, hay también una también con los adultos. En cambio, la niña da
marcada diferencia entre el muchacho y la mu- muestras, principalmente en el hogar, de un
chacha. Normalmente, el muchacho se siente más nuevo período de oposición, con una marcada
adherido a las personas; la muchacha, a las co- tendencia a la supervaloración de «yo». Ello da
sas. En el muchacho se observa una mayor agre- lugar a diferentes choques emotivos, en particu-
sividad, mientras que la muchacha da pruebas lar con la madre, con la que está, con frecuencia,
de una más dulce placidez. a «rabiar».
El muchacho cifra su orgullo en la fuerza, en Normalmente, esta agitación se diluye con ra-
la velocidad, en la habilidad para el juego; la pidez, abriendo paso a períodos de calma y com-
muchacha, casi siempre, cifra sus preferencias prensión. Este estado de inestabilidad transitoria
en el ornato físico, en los vestidos y, por lo re- de que da pruebas la niña debe considerarse como
gular, en el orden. Las emociones le producen normal, dado que no- es más que el anuncio del
en la muchacha una alteración extensa y va- inicio de la pubertad, cuyos signos esenciales se
riada, mientras que en el muchacho esta altera- observan en todo su organismo físico. En cuan-
ción es casi siempre más profunda y duradera. to al niño, parece no haber experimentado cam-
Por tanto, independientemente de las indivi- bios esenciales en esta edad, dado que su ritmo
dualidades propias de cada sexo —con relación a de evolución es mucho más lento y, por tanto,
los diferentes períodos sensibles—, y al margen los signos de madurez son mucho más sutiles.
de los variados procesos de maduración, pueden Si los educadores están atentos a la evolución
darse una serie de patrones de conducta que de los diez arios, pueden lograr un verdadero en-
califican a cada una de las edades en que se di- cauzamiento de la vida del escolar, por poco que
vide este proceso. se lo propongan, ya que es el momento vital en
No obstante, hay que tener en cuenta que la que su inteligencia comienza a elaborar nuevos
cronología de la madurez mental es puramente conceptos. Por tanto, en un clima de actividad
hipotética, pues tal como afirma Pende, cada pe- interesada el escolar puede rendir bien, entusias-
ríodo conserva, por lo regular, algunas caracte- mándose por sus estudios, e incluso poniendo
rísticas del precedente y se anticipan otras del gran afecto en los profesores que saben estimu-
siguiente; esto es, no es posible establecer una larle y ofrecerle iniciativas y fines a cumplir.
precisa edad como corte neto entre una y otra Pero téngase en cuenta que el interés, en esa
manifestación. edad, es limitado, por lo que es necesario ofre-
Como simple orientación, creemos oportuno dar cerle gran variedad de temas e ideas para sus-
una serie de orientaciones que pueden servirnos citar continuas iniciativas de orden positivo.

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Por tal causa es necesario advertir que no debe Tal discrepancia en la apreciación de sus in-
confundise la disciplina colectiva del grupo con tereses va inclinando al adolescente hacia la re-
un conglomerado de escolares pasivos y aturdi- beldía, consecuencia de lo cual es la miniminiza-
dos. A los diez arios, debido a la falta de control ción del esfuerzo de comprensión de todo cuanto
de sus intereses, el niño necesita de cierta liber- le rodea. Esta circunstancia —que afecta más al
tad controlada. A veces le gusta consultar con muchacho que a la muchacha— viene agravada
algún compañero de clase; en ocasiones intenta por la verdadera crisis de la adolescencia, que
concretar ideas con el profesor; en ciertos mo- en el muchacho adquiere verdaderos caracteres
mentos necesita levantarse de su sitio para rea- de excepción por la particular configuración de
lizar alguna intrascendente diligencia (hacer su naturaleza biológica.
punta al lápiz, echar un papel en la papelera, En efecto, según Marañón, «el ser, al comien-
etcétera). Si se le concede cierta libertad de ac- zo de su evolución, es bisexual. Por razones cro-
ción, puede no abusar de ella y comportarse con mosomales, se inclina más tarde hacia lo viril o
sensatez y discreción. En caso contrario, cuan- hacia lo femenino. Las dos sexualidades evolu-
do se pretende inmovilizar la acción innata y cionan con un ritmo sucesivo y no coincidente.
espontánea, puede dar origen a un estado de Este hecho nos permite descubrir en cada indi-
indisciplina latente, que, inevitablemente, explo- viduo el paso sucesivo de lo femenino a lo mascu-
tará, de forma individual o colectiva, a la menor lino. La feminidad precede siempre, en su evo-
oportunidad. lución, a la masculinidad como etapa menos
Normalmente, en clase, lo que más le gusta es diferenciada que es. Y así, el niño varón, al salir
la Geografía, en su forma activa y práctica, así de la infancia y sobrevenir la pubertad, es, en
como los dictados, en particular si se les da cier- realidad, una pubertad doble la que sufre: pri-
to carácter de competición. La Aritmética, por lo mero, la del paso del período infantil al feme-
regular, es la asignatura que menos les interesa. nino; e inmediatamente después, la del paso del
Debido a su deficiente atención y a su mengua- período femenino al masculino.
do poder de abstracción, les es bastante difícil En la mujer, la pubertad no tiene, por el con-
relacionar dos hechos distintos en la solución de trario, este carácter doble. De la niñez pasa la
los problemas. No obstante, las niñas, como con- mujer, directamente, a la fase de la madurez
secuencia de su más avanzada madurez evoluti- femenina. En la mujer no se observa rastro al-
va, pueden superar a los niños en este aspecto guno de la evolución del otro sexo, del accesorio,
concreto de las matemáticas. de la virilidad, hasta el momento de la decaden-
Por tanto, si sabemos plantear una estructura cia. La pubertad de la mujer es simple y no do-
educativa de acuerdo con el momento vital por ble. como la del varón; sólo, pues, merece la
el que atraviesa el escolar en esta época del des- pubertad de éste —y no la de la mujer— el nom-
arrollo, pueden obtenerse excelentes resultados. bre de crisis. La mayoría de las mujeres adquie-
El trabajo intelectual y el esfuerzo en la tarea ren su plena feminidad muy pronto, apenas tras-
escolar dependerá, en gran parte, de la habilidad puesta la pubertad» (3).
de los que estén encargados de su dirección y De aquí, pues, la gran diferencia en la evo-
orientación. lución de la muchacha y del muchacho en esta
edad. Esta necesita etapas más lentas para su
afirmación, así como para la puesta a punto de
LOS ONCE AÑOS
su personalidad. El educador consciente debe te-
ner muy en cuenta este fenómeno, a fin de pre-
Los once arios representan el periodo más de- venir posibles e innecesarias frustraciones, que
licado de la evolución. Principalmente, para el podrían ocasionar innecesarias irregularidades en
niño es el momento más crítico de su existencia. el desarrollo escolar.
Según Gasell, los once arios señalan el comien- Este estado de cosas, normalmente, predispo-
zo de la adolescencia en su etapa puberal. Es el nen al muchacho a una inconsciencia tempera-
instante en que aparecen nuevos patrones de mental: por lo regular, se vuelve antipático, in-
conducta que determinan toda una gama de solente, agitado, malhumorado, etc., con toda una
variado interés, tanto en la formación de la per- gama extemporánea de intereses negativos. Por
sonalidad como en la evolución de la sociabili- tal causa necesita de cierta comprensión —no
dad. Para Moragas es la etapa clave para la complacencia a ultranza—, es decir, controlar sus
afirmación o la desintegración de la personalidad. reacciones sin forzar las situaciones con insis-
El tránsito de la niñez a la mocedad no se hace tencias reiteradas, y menos aún con tajantes im-
en un solo tiempo, sino en muchos tiempos; y posiciones.
ni el muchacho ni cuantos le rodean se dan La muchacha, por el contrario, se muestra más
cuenta de lo que ocurre. El púber tiene aún cosas suave y complaciente. Por lo regular, aprovecha
de niño y se siente como un muchacho. Sus pa- esta circunstancia para intentar obtener lo que
dres y educadores también lo ven como mucha- quiere, en cuanto a caprichos y concesiones se
cho y como niño, y le exigen que sea muchacho refiere.
para lo que él aún se siente niño, y lo tratan
como un niño para lo que él se siente muchacho. (3) GREGORIO MARAÑÓN : Estudios de eruirocrinologia.

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La gran mayoría de chicas han inciado ya su nes debidas principalmente a la química corpo-
período de crecimiento —en altura—, completan- ral y al proceso del crecimiento estructural del
do esta particularidad con un desarrollo corporal sistema nervioso. Por tal causa nada tiene de
uniforme en las diferentes partes de su cuerpo. particular que, incluso en el mejor régimen de
En su vida escolar, el muchacho, a consecuen- enseñanza, la fatiga intelectual se presenta con
cia de la crisis por la que atraviesa, se vuelve reiterada frecuencia en el transcurso de la jor-
voluble y exigente, y hasta cierto punto, indisci- nada escolar. La apatía, la desgana, el desinterés
plinado. Pero si se le sabe encauzar, general- y la distracción que nomalmente se atribuye a la
mente, se entrega a su labor con cierta afición e holganza y al capricho obedece, casi siempre, al
interés. En caso contrario, puede nacer cierta estado de anormalidad funcional por la que atra-
velada incompatibilidad, que será el origen de viesa el púber en esta delicada época de su exis-
desagradables conflictos, en los que la autoridad tencia.
del profesor se verá puesta a prueba con fre-
cuencia, debido a las cambiantes reacciones que
determinarán ciertos patrones de conducta total- LOS DOCE AÑOS
mente negativos.
De presentarse esta alternativa, no deja de ser Los doce arios traen una mejor estabilización
desagradable, ya que se pone en juego, nada del sistema emocional. Particularmente el mu-
menos, que la autoridad del profesor. Situación chacho se vuelve menos exigente y más razona-
muy delicada y comprometida, pues la severidad ble. En cuanto a la muchacha se observa, asimis-
y la dureza son totalmente ineficaces para lograr mo, una evolución más definida.
un correcto encauzamiento educativo. Los casti-
gos y las humillaciones, en tales casos, obran En la mayoría de las muchachas, en el trans-
como un reactivo exasperante, del que nada prác- curso de este ario, aparece la menstruación. Este
tico puede esperarse, ni para el alumno ni para hecho biológico tiene la virtud de equilibrar, de
el profesor. manera favorable, su actividad emocional. La ar-
«Con ello el educador nota una "mejoría" y monía de su desarrollo, que se va completando
cree poder apuntarse un éxito educativo. Pero, en en todos los órdenes, facilita una mayor con-
realidad, nada ha variado. Ocurre únicamente ciencia de sí misma, lo que la predispone a cier-
que, por miedo al castigo, no sale a la luz la re- tas adaptaciones más sensibles y más tranquilas.
beldía; se retiene lo que antes se manifestaba No obstante, esto no significa, ni mucho me-
libremente y que quisiera ir manifestándose. El nos, que los aspectos negativos de su conducta
resultado es la iniciación de una doble vida en el hayan desaparecido por completo, sino más bien
muchacho, que se convierte, posiblemente, en un que se han suavizado al aceptar ciertos princi-
hipócrita; o se consigue que el muchacho acumu- pios de responsabilidad personal.
le su resistencia y la deje aparecer de otro modo El egocentrismo, tan propio de la infancia, en
y en otra parte» (4). este momento está en franca decadencia, tanto
No obstante, hay que hacer observar, como dato en el muchacho como en la muchacha. Ambos
positivo, que el muchacho de once arios prefiere adquieren una nueva visión de la vida, ya sea con
más a los profesores exigentes que a los que le relación a sí mismos o con relación a los demás.
tratan como un niño. Por tanto, se vuelven más sociables, menos exi-
En cuanto a las chicas, si bien parecen más gentes, con una tendencia manifiesta a ensan-
fáciles de encauzar, hay que tener en cuenta char su campo de conciencia.
que, dada su particular evolución, se inician en A esta edad, la atracción sexual se manifiesta
una especie de coquetería intrascendente que de manera inconsciente, pero real. No obstante,
pone de manifiesto sus volubles caprichos y sus lo más frecuente es que la convivencia, las rela-
discordantes nimiedades. A esta edad, muchas ciones extraescolares, la alternancia entre mu-
niñas acostumbran a proceder de manera total- chachas y muchachos —casi siempre de forma
mente opuesta a los dictados de su conciencia. colectiva— acaben mal, es decir, con marcada
Cometen, deliberadamente, ciertas intemperan- indiferencia o con extemporáneas riñas y grose-
cias y algunas pueriles acciones, de las que se rías, en las que las muchachas no se muestran
ufanan entre ellas. menos activas. A las chicas les gusta alternar
La asignatura que menos les atrae continúa con muchachos de más edad que ellas, con los
siendo la Aritmética (los problemas en particu- que se sienten más identificadas, pero no menos
lar), debido a la falta de aptitud para reconocer caprichosas. Normalmente son las muchachas
las relaciones entre los hechos. En cambio, lo las que más hablan entre ellas del sexo opuesto,
que más les gusta es dibujar, pero dibujar sus así como es frecuente sean ellas las que, de he-
propias ideas, sin someterse a reglas ni a mo- cho, buscan los más insignificantes pretextos para
delos ajenos. relacionarse y alternar con los muchachos.
Debe tenerse en cuenta también que en esta Por consiguiente, en toda organización escolar
edad el organismo, tanto en lo somático como en cuyos centros se imparte —aunque por sepa-
en lo psíquico, sufre una serie de transformacio- rado— la educación de ambos sexos, se debe te-
(4) H. ZuLLIGER : Los niños difíciles. ner muy en cuenta esta particularidad.

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En cuanto a la actividad docente, la labor de de energías, pero la forma en que ésta se con-
la clase se ve regularizada y normalmente ma- sume depende del éxito de la organización» (5).
nifestada por un auténtico entusiasmo, con evi- Por tal motivo, el escolar da pruebas de un
dentes ganas de saber y de aprender. alto sentido del deber y se hace digno de toda
Pero aunque el escolar puede comprender el confianza. No obstante, y quizá por tal causa,
significado de los hechos en su trayectoria inter- el muchacho se vuelve más reservado, más inte-
na y causal, no se puede pretender por tal causa riorizado, siendo muy sensible a las criticas de
un rendimiento superior a sus posibilidades. No que puede ser objeto.
obstante, puede serle exigida una total entrega Todo su estado emotivo se desarrolla en un
a sus estudios, ya que puede con ellos. plano de franco equilibrio, de aparente calma.
En caso contrario, si por una tolerancia mal Le gusta estar solo y entregarse a sus pensa-
entendida se ve inmerso en una disciplina poco mientos: éste es el motivo por el que, general-
consistente aprovechará todas las oportunidades mente, tiene pocos amigos o amigas.
para alterar el orden de la clase. Hay que saber La separación espontánea de los sexos se im-
matizar, pues lo mismo ocurrirá en aquellas cla- pone de manera real. La afinidad y convivencia
ses que estén a cargo de un profesor que, a falta de los doce arios se ha enfriado lo bastante para
de personalidad, sea excesivamente autoritario. reflejar un cambio total en las relaciones inter-
El hecho de haber perfilado su estructura men- personales de ambos sexos.
tal y haber entrado en una etapa racional de En efecto, por lo regular, tanto las muchachas
concentración intelectual, las matemáticas, que como los muchachos sienten menos nteres en re-
hasta ahora eran su punto débil, empiezan a en- lacionarse unos con otros, debido a múltiples
tusiasmarles. De tal manera esto es así, que el causas de orden evolutivo. En este aspecto es
cambio sorprende a los mismos profesores, que quizá la época más tranquila de toda la adoles-
consideraban como torpeza la falta de agilidad cencia. Este es el momento en que parece esta-
mental observadas en los arios anteriores. Tal blecerse una especie de equilibrio entre lo so-
cambio afecta, en particular, a la movilidad y mático y lo mental.
coordinación de reflejos mentales para la reso- En realidad, la muchacha media de trece arios
lución de los ejercicios prácticos. ha alcanzado el 95 por 100 de su estatura adulta,
Asimismo, los temas literarios gozan de mar- así como en su desarrollo físico se observa un
cada preferencia, principalmente los relacionados rellenamiento de las partes deprimidas que con-
con la historia. También les gustan los temas de fiere a su figura un aspecto más estilizado.
interés científico, con preferencia aquellos que El muchacho de trece arios ha empezado ya
entrañan algún experimento de laboratorio, por a dar el estirón definitivo. La voz se hace más
simple que sea. grave en la mayoría de ellos, observándose fre-
cuentes altibajos tonales, preludio de un cam-
Los temas deportivos, en especial la gimnasia bio total.
y el fútbol, entusiasma a todos los muchachos. En este momento la inteligencia comienza a
En cambio, en las muchachas este espíritu de- concretar lo que ha de ser, es decir, todo el me-
portivo es menos intenso y perfilado, y su pre- canismo mental característico del adulto se ha-
ferencia se centra en actividades menos vio- lla ya preparado para el desarrollo de nuevas
lentas. iniciativas, que darán origen a un marcado afán
Para los escolares de esta edad, momento en de saber, impulsado por un entusiasmo organi-
que la evolución se especializa. la máxima educa- zado y sostenido.
tiva debe ser: firmeza y vigilancia, por un lado, Ante tal coyuntura el educador deberá plani-
y cierta dosis de libertad individual, bien mati- ficar un patrón de conducta de acuerdo con ta-
zada, por otro. les características, ya que tanto la muchacha
Con esta norma se pueden proponer muchos como el muchacho poseen un sentido crítico muy
fines a cumplir, ya que es el momento ideal en desarrollado y una perspicacia muy sutil para
que por la natural idiosincrasia evolutiva es la adaptarse a la situación que se va creando en
época en la que menos inhibiciones y frustra- torno a ellos. Es decir, su conducta estará de
ciones se producen, siempre, claro está, si el edu- acuerdo con la personalidad del profesor, inde-
cador es lo suficientemente hábil y experimenta- pendientemente de la asignatura que éste tenga
do para dominar la situación. a su cargo.
Cuando se halle ante un auténtico profesor se
comportará como un adulto ordenado y discipli-
nado. En caso contrario, los choques serán in-
LOS TRECE AÑOS evitables por los sentimientos de hostilidad que
surgirán.
El cambio que se produce a los trece arios sue- Si el profesor, por falta de tacto o por inexpe-
le ser muy profundo. «El púber tiende a conju- riencia, recurre a decisiones supremas, puede
gar las distintas cosas, a interiorizarse, en pen- afirmarse que la incompatibilidad se extenderá
sar en lo que le rodea. Este estrechamiento, esta a las más insignificantes situaciones. Ante tal
comprensión, produce una considerable cantidad (5) A. GESELL : El adolescente de diez a dieciséis años.

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emergencia, al profesor sólo le queda el recurso A esta edad la evolución somática de la mu-
de imponerse por la exigencia y la imposición. chacha, con su indudable influencia hacia lo
Pero téngase en cuenta que el autoritarismo, mental, se hace muy marcada. Por lo regular,
en tales ocasiones, es la peor arma que puede la chica de catorce arios posee una silueta más
esgrimir el profesor. Como muy bien expresa propia de una mujer joven que de una niña. La
Carnois: «El educador autoritario es un débil altura será casi la definitiva. Sus reacciones, tan-
puesto que solamente puede asegurar el orden to emocionales como nerviosas, son muy pareci-
de la clase en menoscabo de la libertad del es- das a las de la mujer adulta.
colar de una manera presiva. Compensa la in- Ello da lugar a que la muchacha se muestre
ferioridad de su persona apoyándose en la su- muy extrovertida, le guste el contacto con los
perioridad —completamente impersonal— que le chicos —al revés de lo que ocurría un ario an-
da su función. El educador que posee la verda- tes—. Esta nueva faceta de su evolución crea
dera autoridad no se encuentra desamparado en verdaderos problemas, lo mismo para los padres
los casos inevitables de indisciplina, y la san- que para los educadores, debido a que el adoles-
ción que se ve obligado a elegir no habrá sido cente no puede hallarse en posesión de una clara
escogida para defensa de su persona, sino para experiencia.
defensa del muchacho o la muchacha contra sí Téngase en cuenta que el instinto, a causa de
mismo, para hacerle adquirir conciencia de su su precaria inconsistencia, se halla en estos mo-
falta y hacerle aceptar la sanción» (6). mentos carente de los más esenciales puntos de
A esta edad lo que menos gusta al escolar, en apoyo para darle una idea, aunque sea aproxi-
general, es la gramática. En cambio, las mate- mada, de la responsabilidad que su morfología
máticas, en todas sus especialidades, son acep- sexual le impone.
tadas con agrado, y llegan a familiarizarse con Su espíritu gregario le induce a sentir un inte-
ellas si les son dadas a base de demostraciones rés extremo para sus amigas, de entre las cuales
prácticas, con ejercicios sobre diferentes temas. pretende sobresalir por sus cualidades o por su
Asimismo raro es el muchacho que no se siente figura, o bien por el «éxito» alcanzado entre sus
atraído por las ciencias, mayormente si la didác- amigos varones.
tica de su enseñanza está basada en la mayor Todo ello hace que un grupo de chicas de ca-
cantidad posible de experimentos y demostracio- torce arios sea una amalgama de ideas, de opi-
nes prácticas. niones, de discusiones intrascendentes que se ma-
nifiestan en todas las ocasiones que se presentan.
LOS CATORCE ANOS Es la época en que el teléfono funciona con más
intensidad y las comunicaciones son intermina-
bles. Asimismo es el pleno auge de las estriden-
Los catorce arios marcan un cambio positivo cias, del tocadiscos a todo volumen, de la co-
en la evolución de la personalidad. Este cambio quetería superficial, de las imitaciones ridículas y
puede resultar muy beneficioso para la educa- del inicio del snobismo hacia determinadas ar-
ción si se acierta con las normas y exigencias a tistas de moda.
que se va a someter el escolar. No es que los muchachos no se dejen arras-
Puesto que éste ha adquirido una personalidad trar por parecidas influencias, pero se puede ob-
más firme y más completa, es aconsejable darle servar que esta actitud se desenvuelve en tono
cierto margen de confianza en sus iniciativas, si menor, casi como un juego. Todavía debe trans-
deseamos obtener de él todo el rendimiento de currir algún tiempo para que pongan en ello la
que es capaz. impetuosidad y la estudiada picardía de que da
No obstante, es preciso esté integrado a cierto pruebas la muchacha en esta edad.
control para encauzar debidamente sus criterios Por tanto, para el muchacho, la situación es
y decisiones. Es decir, el equilibrio entre la liber- bastante diferente. Aunque su desarrollo en es-
tad y la limitación es, en esta etapa, la mayor tatura va en aumento, su madurez mental no se
garantía de disciplina. halla totalmente perfilada. Por tal causa este pe-
Tanto el muchacho como la muchacha adoptan riodo de transición les hace más reservados en
una actitud más ponderada hacia los problemas cuanto a la atracción que siente por la mucha-
que afectan a su propia formación. cha. No obstante, esta transitoria manera de con-
El pensamiento abstracto y el pensamiento de- ducirse no priva de que se establezcan ciertas re-
ductivo se hallan bastante armonizados, por lo laciones de alternancia e intimidad y camarade-
que puede serles exigida una mayor entrega para ría, pero todo ello se ve rodeado de cierta inge-
el estudio. No obstante para que esta exigencia nuidad en contraste con la premeditada negli-
sea provechosa es necesario individualizar, en lo gencia que emplea la muchacha en casos y si-
posible, su instrucción, así como ofrecerle algu- tuaciones parecidas.
nas orientaciones encaminadas a adquirir nue- Por tal motivo, las chicas, aunque alternen con
vos conocimientos sobre su propio desarrollo, lo los chicos de su misma edad, por regla general,
que le inducirá a sentirse más seguro de sí los prefieren mayores, principalmente para cier-
mismo. tas actividades, tales como fiestas, excursiones,
(6) A. CARNOTS: El drama de la inferioridad del niño. paseos, etc. Esto nos viene demostrado por el he-

182 . LXII LA CRISIS DE LA ADOLESCENCIA Y LA EDUCACION [391] 103

cho real de que algunas muchachas, en momen- to: excesos en el vestir, pintarse los labios, fumar
tos de espontaneidad, confiesan sentir como una algún cigarrillo (esto también ocurre con los
especie de «vértigo» al alternar con ciertos mu- chicos), calzado inapropiado, desinteresarse del
chachos, mientras que éstos —edad por edad— no uniforme —si es obligatorio en el colegio—, etcé-
parecen mostrarse tan alterados en su aspecto tera. Si el educador es varón empleará con fre-
emocional por la proximidad de las chicas. En cuencia ciertas sutilezas y halagos para imponer
la mayoría de los casos los muchachos toman a su voluntad. Si el educador es mujer, por lo re-
las chicas como blanco de sus criticas, burlas, gular se mostrará en desacuerdo con ella, zahi-
bromas, etc., más que como atracción sexual, al riéndola con descaradas críticas sobre su mane-
contrario de lo que ocurre con las chicas al pro- ra de vestir o de peinarse, sobre su manera de
yectar sus preferencias hacia chicos de uno o andar, sobre los más insignificantes detalles de
más arios de edad. su persona, etc.
Por tal motivo es necesario un control y una Pero si la profesora tiene cierta personalidad
vigilancia, pero discreta, por parte de los padres y obra con tacto, todo este cuadro negativo pue-
y educadores con relación a la muchacha, pues de convertirse en pura cortesía, atenciones y
en su inconsistencia o ignorancia sobre los pro- hasta llegar a cierta camaradería positiva, que,
blemas de su sexo la hacen vulnerable a ciertos salvando las distancias, acercarán a la muchacha
riesgos y peligros. a su educadora con un cariño y una sumisión
Con relación a esta emergencia conviene ad- ejemplares.
vertir que nunca debemos dejarnos llevar por un Pero ello, siendo posible, es muy difícil de lo-
proteccionismo arcaico que a nada práctico con- grar. Depende de la habilidad y de la prepara-
duciría. Esta protección, esta vigilancia, nunca ción psicológica de la profesional que convive con
debe ampararse en la imposición, en la prohi- un grupo de muchachas de esta edad.
bición o en la amenaza. Seria ineficaz casi siem- Un detalle muy significativo es el que nos de-
pre, pues en tales casos la muchacha se vuelve muestra que la muchacha responde mejor al in-
taimada, hipócrita y caprichosa, librándose con centivo artificial de las recompensas, mientras
frecuencia a sus propias decisiones, escogiendo el que el muchacho, sin despreciar tales incentivos,
camino que cree ser el más idóneo para su cir- se ve mejor compensado con un halago merecido,
cunstancial manera de pensar o de sentir. un estímulo moral o una mención, por insignifi-
El mejor método será la información sobre su cante que sea, sobre su comportamiento o sobre
sexo, los comentarios sobre los peligros que pue- su interesado aprovechamiento.
den acarrear sus volubles decisiones, a fin de que En cuanto al deporte, las preferencias de am-
se dé cuenta de la sinceridad que guía a los pa- bos sexos se van especializando. La chica de ca-
dres al insistir en tales pormenores. torce arios, por lo regular, no siente una defini-
En su vida escolar la diferencia entre ambos da atracción por ninguno de ellos. A la mayoría
sexos se pone de manifiesto de manera reiterada. les encanta el baloncesto; luego, en menor cuan-
principalmente al enfocar los problemas de la tía, prefieren el esquí o el tenis. En cambio, los
vida: más intuitivas las muchachas, menos pro- chicos parecen concentrar sus preferencias por
fundos y menos lógicos los muchachos. Al mucha- los juegos de fuerza y habilidad. El fútbol es,
cho le apasionan los deportes; las muchachas casi siempre, el deporte que les interesa en ex-
sienten más interés hacia actividades de orden clusiva.
social. Los alumnos más inteligentes (chicas y chicos),
Por tal causa, una clase de alumnos de catorce en general, suelen destacar en matemáticas, com-
arios es a veces difícil de sujetar. El profesor o posición y latín.
la profesora deben estar atentos al menor detalle ***
para orientar su actuación a base de la pruden-
cia y de la sutileza suficiente para imponer su
autoridad por medios que se aparten tanto de las Como corolario a nuestra exposición termina-
imposiciones como de las concesiones. Misión remos con una acertada definición que hace Le
difícil, en efecto, pero de resultados excelentes Gall y que por sí sola vale por todo un método
si se sabe matizar con habilidad. educativo: «El viaje de la educación, como el
Así, por ejemplo, el muchacho, aunque se adap- viaje de la instrucción, no son nunca viajes tipo.
te perfectamente a la clase, es probable no dé Cada niño, cada adolescente, impone un itine-
de sí todo lo que es capaz, ya que considera el rario y un ritmo de marcha. Si a toda costa se
aula como un medio y no como un fin. El esca- quiere conducir a toda la grey al mismo paso,
moteo del tiempo y de las energías que debería usar los mismos reclamos o servirse de los mis-
emplear en sus estudios los usará con frecuencia mos correctivos, el número de rezagados, lisiados
para alterar el orden de la clase, amargando la y desertores señalará pronto a los pastores el
error que han cometido no solamente en el iti-
vida del profesor, siempre in crescendo, según la nerario, sino también el objetivo que hay que
reacción y los métodos empleados por éste para
reprimir o encauzar tal estado de cosas. conseguir» (7).
La muchacha, por su parte, incurre también en
tales casos a ciertas intemperancias de mal gus- ( 'I) LE GALL: Caracterologia de la infancia y de la
adolescencia.

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