1.La sexualización refiere a un proceso de desarrollo y maduración de las
características genotípicas del organismo centrado en la diferencia sexuada entre macho y hembra, este proceso de diferenciación permite indicar el marco de posibilidades biológicas de cada ser humano en términos de habilidades o capacidades concretas, por ejemplo, el peso de los especímenes macho y hembra presenta una varianza significativa que se refleja en una diferencia taxativa de los machos en la capacidad para ejecutar tareas que impliquen fuerza, resistencia o velocidad. Este proceso de auto asimilación orgánica se complementa con un proceso de auto apreciación psicosocial que enmarca la sexualidad humana en un espacio de tensión entre lo “natural”, orgánicamente reflejado, y lo cultural, históricamente significado, donde emergen los conceptos de masculino y femenino marcando los derroteros de la socialización para cada individuo sexuado mediante una noción concreta de realidad respecto a las actitudes y funciones propias de su sexo.
Esta diferencia funcional y el desplazamiento relacional que se da más allá de la noción
macho-hembra marca la distancia presente entre criaturas humanas y criaturas animales, donde lo femenino y lo masculino se presentan antropogénicamente como un indicador de humanización y auto domesticación.
2. La recombinación genética refiere a un proceso de selección natural en la cual los
organismos mediante la actividad sexual mezclan propiedades hereditarias de dos progenitores en un nuevo ser, buscando perpetuar características deseables, este proceso produce un enriquecimiento de las posibilidades genéticas del organismo y por extensión de sus futuras capacidades, siendo ello base para la conservación de la especie. Estas características genotípicas deseables se manifiestan en términos de características sexuales fenotípicas secundarias tales como el olor, el color, la forma, la talla, el peso, etc., e inciden notablemente en la elección de la pareja sexual. A nivel animal, estas características se manifiestan de manera principalmente orgánica, un plumaje más llamativo, una voz más fuerte, un olor característico, etc., a nivel humano estas características sexuales aparecen codificadas en un campo semántico donde se valorizan y moralizan tales posibilidades biológicas en términos de normas e ideales sociales, por ejemplo, aspectos más indeterminados como la inteligencia, la caballerosidad o la clase social aparecen como indicadores de caracteres sexuales secundarios deseables, codificando así una posición subjetiva e históricamente concreta mediante prácticas psicosociales que marcan el horizonte del saber, el querer y el hacer, tanto para lo masculino, como para lo femenino, es decir la identidad.
3. Se puede entender el dimorfismo sexual como un mecanismo de diferenciación y
compensación de señales sexuales secundarias entre machos y hembras que incide notablemente en el ejercicio y las posibilidades de la sexualidad, favoreciendo usualmente en mayor grado a los machos, proceso en el cual ciertas características sexuales y psicosociales aparecen continuamente acentuadas en las generaciones como características evolutivas deseables, en los primates, por ejemplo, los rasgos físicos y comportamentales del macho que lo facultan para un mejor ejercicio de tareas ofensivas/ defensivas - fuerza, jerarquía dentro del grupo, edad, etc.- aparecen como deseables para la hembra dado que proporcionan seguridad, acceso a un mayor espacio vital y por ende a más recursos como comida, siendo ello una garantía de supervivencia para ella y su descendencia en la medida que en teoría se dispone de la mejor herencia genética, en ese sentido, los machos desarrollan formas más robustas tendientes a la provisión de recursos y cuidados para el grupo y las hembras formas más gráciles orientadas al cuidado de las crías, dado que en caso contrario aparecerían como amenazantes o poco atractivas para el macho, sin embargo, en el género humano se introduce una variación significativa dado que se produce un orden de integración que implica el reconocimiento de aspectos tanto físicos como de características psicosociales deseables tales como la clase social, la inteligencia, los criterios estéticos y socialmente valorizados como atractivos en cuanto a formas de saber ser específicamente masculino o femenino, etc. Ello incide en el desarrollo y disponibilidad de la sexualidad en la medida que tal idealización de los cuerpos y las costumbres fija un horizonte hacia el cual los individuos tienden para garantizar evolutivamente su supervivencia, es decir, dichas formas socialmente ideales de lo femenino o lo masculino determinan el ejercicio de la sexualidad, fijando más o menos unas formas prácticas y negando otras, se podría decir que la acentuación del dimorfismo sexual hace aparecer en lo humano la noción de normalidad, anormalidad y excepcionalidad- léase el deber ser o ideal-.
4.El orden que progresivamente introduce la actividad humana en sí misma, mediante
la codificación y reproducción de ciertos aspectos se refleja en una necesidad creciente de estabilidad en el mundo, en este sentido, el control y sublimación de impulsos vitales tales como la competencia, la agresión y el sexo producen estados de seguridad y cooperación entre los humanos que garantizan de manera más eficaz la supervivencia y evolución del social del grupo.
Así pues, la función de la sexualidad no se agota en lo reproductivo, ni está
enteramente determinada por los ciclos rítmicos de la naturaleza, la aparición de la menstruación introduce el elemento significativo de las relaciones afectivas que se suscitan en la emergencia de la zona de tensión entre deseo/placer, dado que la disponibilidad sexual continua de la hembra se compensa con un espacio de seguridad psicológica en la cual los hombres se garantizan la disponibilidad reproductiva y las mujeres la seguridad familiar, mediante vínculos más duraderos y no determinados por ciclos naturales.
5. ¿Qué es lo normal socialmente y cómo se configura la normalidad psicosocial? ¿Qué
tiene que ver en este proceso el Otro y el lenguaje? ¿Cómo se inscribe en este contexto el autorreconocimiento sexual?