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Juan David Silva Vega C.C: 1.022.378.

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CUESTIONARIO - SEXO Y SEXUALIDAD

1.La sexualización refiere a un proceso de desarrollo y maduración de las


características genotípicas del organismo centrado en la diferencia sexuada entre
macho y hembra, este proceso de diferenciación permite indicar el marco de
posibilidades biológicas de cada ser humano en términos de habilidades o capacidades
concretas, por ejemplo, el peso de los especímenes macho y hembra presenta una
varianza significativa que se refleja en una diferencia taxativa de los machos en la
capacidad para ejecutar tareas que impliquen fuerza, resistencia o velocidad. Este
proceso de auto asimilación orgánica se complementa con un proceso de auto
apreciación psicosocial que enmarca la sexualidad humana en un espacio de tensión
entre lo “natural”, orgánicamente reflejado, y lo cultural, históricamente significado,
donde emergen los conceptos de masculino y femenino marcando los derroteros de la
socialización para cada individuo sexuado mediante una noción concreta de realidad
respecto a las actitudes y funciones propias de su sexo.

Esta diferencia funcional y el desplazamiento relacional que se da más allá de la noción


macho-hembra marca la distancia presente entre criaturas humanas y criaturas
animales, donde lo femenino y lo masculino se presentan antropogénicamente como un
indicador de humanización y auto domesticación.

2. La recombinación genética refiere a un proceso de selección natural en la cual los


organismos mediante la actividad sexual mezclan propiedades hereditarias de dos
progenitores en un nuevo ser, buscando perpetuar características deseables, este
proceso produce un enriquecimiento de las posibilidades genéticas del organismo y por
extensión de sus futuras capacidades, siendo ello base para la conservación de la
especie. Estas características genotípicas deseables se manifiestan en términos de
características sexuales fenotípicas secundarias tales como el olor, el color, la forma, la
talla, el peso, etc., e inciden notablemente en la elección de la pareja sexual. A nivel
animal, estas características se manifiestan de manera principalmente orgánica, un
plumaje más llamativo, una voz más fuerte, un olor característico, etc., a nivel humano
estas características sexuales aparecen codificadas en un campo semántico donde se
valorizan y moralizan tales posibilidades biológicas en términos de normas e ideales
sociales, por ejemplo, aspectos más indeterminados como la inteligencia, la
caballerosidad o la clase social aparecen como indicadores de caracteres sexuales
secundarios deseables, codificando así una posición subjetiva e históricamente
concreta mediante prácticas psicosociales que marcan el horizonte del saber, el querer
y el hacer, tanto para lo masculino, como para lo femenino, es decir la identidad.

3. Se puede entender el dimorfismo sexual como un mecanismo de diferenciación y


compensación de señales sexuales secundarias entre machos y hembras que incide
notablemente en el ejercicio y las posibilidades de la sexualidad, favoreciendo
usualmente en mayor grado a los machos, proceso en el cual ciertas características
sexuales y psicosociales aparecen continuamente acentuadas en las generaciones
como características evolutivas deseables, en los primates, por ejemplo, los rasgos
físicos y comportamentales del macho que lo facultan para un mejor ejercicio de tareas
ofensivas/ defensivas - fuerza, jerarquía dentro del grupo, edad, etc.- aparecen como
deseables para la hembra dado que proporcionan seguridad, acceso a un mayor
espacio vital y por ende a más recursos como comida, siendo ello una garantía de
supervivencia para ella y su descendencia en la medida que en teoría se dispone de la
mejor herencia genética, en ese sentido, los machos desarrollan formas más robustas
tendientes a la provisión de recursos y cuidados para el grupo y las hembras formas
más gráciles orientadas al cuidado de las crías, dado que en caso contrario aparecerían
como amenazantes o poco atractivas para el macho, sin embargo, en el género
humano se introduce una variación significativa dado que se produce un orden de
integración que implica el reconocimiento de aspectos tanto físicos como de
características psicosociales deseables tales como la clase social, la inteligencia, los
criterios estéticos y socialmente valorizados como atractivos en cuanto a formas de
saber ser específicamente masculino o femenino, etc. Ello incide en el desarrollo y
disponibilidad de la sexualidad en la medida que tal idealización de los cuerpos y las
costumbres fija un horizonte hacia el cual los individuos tienden para garantizar
evolutivamente su supervivencia, es decir, dichas formas socialmente ideales de lo
femenino o lo masculino determinan el ejercicio de la sexualidad, fijando más o menos
unas formas prácticas y negando otras, se podría decir que la acentuación del
dimorfismo sexual hace aparecer en lo humano la noción de normalidad, anormalidad y
excepcionalidad- léase el deber ser o ideal-.

4.El orden que progresivamente introduce la actividad humana en sí misma, mediante


la codificación y reproducción de ciertos aspectos se refleja en una necesidad creciente
de estabilidad en el mundo, en este sentido, el control y sublimación de impulsos vitales
tales como la competencia, la agresión y el sexo producen estados de seguridad y
cooperación entre los humanos que garantizan de manera más eficaz la supervivencia
y evolución del social del grupo.

Así pues, la función de la sexualidad no se agota en lo reproductivo, ni está


enteramente determinada por los ciclos rítmicos de la naturaleza, la aparición de la
menstruación introduce el elemento significativo de las relaciones afectivas que se
suscitan en la emergencia de la zona de tensión entre deseo/placer, dado que la
disponibilidad sexual continua de la hembra se compensa con un espacio de seguridad
psicológica en la cual los hombres se garantizan la disponibilidad reproductiva y las
mujeres la seguridad familiar, mediante vínculos más duraderos y no determinados por
ciclos naturales.

5. ¿Qué es lo normal socialmente y cómo se configura la normalidad psicosocial? ¿Qué


tiene que ver en este proceso el Otro y el lenguaje? ¿Cómo se inscribe en este contexto
el autorreconocimiento sexual?

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