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Tarea 1 Argument.

I-2023

Cicerón. La invención retórica. Pp 54-61

Estudiante: Leidy Camila Castiblanco Moreno

Código: 202129077

PREGUNTAS

1) ¿Qué relaciones presenta Cicerón entre elocuencia y sabiduría?


2) ¿Como considera cicerón el paso del estado de naturaleza a la civilización?
3) ¿Qué son la función y finalidad de la oratoria?
4) Cuál es la materia (las formas de argumentar política) según
Gorgias y Aristóteles.
5) ¿Cuáles son las partes de la oratoria y que significan?

RESPUESTAS

1) Después de breves análisis cicerón llego a concluir que la sabiduría sin elocuencia es
poco útil para los estados, pero que la elocuencia sin sabiduría es casi siempre
prejudicial y nunca resulta útil. Por ello, quien descuida el estudio noble y digno de la
filosofía y la moral y consagra todas sus energías al ejercicio de la palabra, se convierte
en un ciudadano inútil para sí mismo y perjudicial para su patria. Por el contrario,
quien se arma con elocuencia no para luchar contra os intereses de su patria. Por el
contrario, quien se arma con la elocuencia no para luchar contra los intereses de su
patria sino para defenderlos, este, en mi opinión, será un hombre muy útil tanto para
los propios intereses como para los intereses públicos y un leal ciudadano.
En conclusión, una depende de la otra.
2) Lo consideraba que el hombre al inicio era una persona que en la civilización no podía
hacer nada si no era con instrucciones en cambio el hombre natural hacia las cosas por
la fuerza y no por el uso de la razón viendo asi que se dependió en la civilización como
una persona dependiéndote del estado asi pues esto el cambio del hombre es
diferente pues sus pensamientos cambiaron y cuestionamientos también pues sus
conocimientos son diferentes asta en la crianza de sus hijos.
3) Oratoria es el arte de hablar
Función: Comunicar de un modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir a la
audiencia.
Finalidad: Ayudar a las personas para que puedan transmitir un mensaje de una forma
ordenada con el objetivo de informar, de persuadir o de conmover al público.
4) Georgias: Probablemente el más antiguo de los rétores, sostuvo la opinión de que el
orador estaba capacitado para hablar con gran elocuencia sobre cualquier tema,
atribuyendo así a nuestro arte una materia en mi opinión inmensa y sin límites
Aristóteles: Aristóteles, a quien nuestro arte debe muchas contribuciones y
ornamentos, pensó que la función del orador se desarrollaba en tres clases de
materias: el género demostrativo, el deliberativo y el judicial
El demostrativo es el que se emplea en alabanza o censura de alguna persona
determinada;
El deliberativo, reservado a la discusión de cuestiones políticas, se usa para expresar
opiniones;
El judicial, usado ante los tribunales, implica la acusación y defensa, o bien la demanda
y la réplica. Y, en mi opinión al menos, son a estos tres géneros a los que se reduce el
arte y la capacidad del orador
5) causas específicas y cuestiones generales.
Las causas específicas como aquellas que implican una confrontación dialéctica en la
que intervienen personas determinadas; también yo las reconozco como propias del
orador, pues le he atribuido las tres partes ya mencionadas, la judicial, la deliberativa y
la demostrativa.
El género demostrativo, el deliberativo y el judicial El demostrativo es el que se emplea
en alabanza o censura de alguna persona determinada;
El deliberativo, reservado a la discusión de cuestiones políticas, se usa para expresar
opiniones;
El judicial, usado ante los tribunales, implica la acusación y defensa, o bien la demanda
y la réplica. Y, en mi opinión al menos, son a estos tres géneros a los que se reduce el
arte y la capacidad del orador.
Por cuestiones generales entiende la confrontación dialéctica en la que no se
mencionan personas concretas, del siguiente tipo: « ¿Existe algún bien además de la
honestidad?», « ¿Se puede confiar en los sentidos?», « ¿Qué forma tiene el mundo?»,
« ¿Cuál es el tamaño del sol?». Como todo el mundo entenderá fácilmente, estas
cuestiones generales nada tienen que ver con la función del orador, pues carece de
sentido atribuir al orador, como si fueran de escasa importancia, esos problemas a los
que con gran esfuerzo han aplicado su ingenio los más insignes filósofos

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