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¿LAS PERSONAS QUE SE CONVIERTEN EN PADRES DE FAMILIA TIENEN LA

CAPACIDAD PARA EDUCAR INTEGRALMENTE A SUS HIJOS?

Ensayo argumentativo para la asignatura Comunicación

Presenta:

SHARÍP LUCÍA RESTREPO MÁRQUEZ

Profesor:

Hoveth Antonio Arrieta Paternina

Universidad de Sucre

Facultad Ciencias de la Salud

Programa Tecnología en Regencia de Farmacia

Sincelejo, 11 de marzo de 2017


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¿LAS PERSONAS QUE SE CONVIERTEN EN PADRES DE FAMILIA TIENEN LA

CAPACIDAD PARA EDUCAR INTEGRALMENTE A SUS HIJOS?

Uno de los objetivos primordiales de todo ser humano debe ser desarrollar sus facultades

morales, cognoscitivas, etc. para vivir de una manera digna; sin embargo, ¿a quién le

corresponde ayudar en ese proceso de crecimiento del individuo? No solamente las instituciones

educativas tienen la tarea de educar, sino también los padres de familia; pero, ¿están ellos

realmente capacitados para contribuir en la educación de sus hijos?

En el presente ensayo se busca argumentar que, en muchos casos, los padres (mamá y

papá) no poseen la capacidad para desempeñarse como tal; es decir, que ellos tienen hijos, pero

no cuentan con la madurez para educarlos integralmente.

En el campo educativo, se han generado diversos conceptos para definir cuáles son los

objetivos de la educación humana. Al respecto, Delors plantea que:

La educación tiene la misión de permitir a los seres humanos hacer fructificar todos sus

talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda

responsabilizarse de sí mismo, realizar su proyecto personal y contribuir a la búsqueda de un

mundo más visible y más justo (1996, p.18).

En otras palabras, se podría decir que el propósito de educar es desarrollar y mejorar las

facultades físicas, intelectuales, morales y espirituales del individuo para que éste alcance una

formación integral y sea útil a la sociedad. Sin embargo, dicha tarea no solo le corresponde a la

institución educativa, sino también a los padres, aunque la realidad muestra que no siempre es

así.
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Las parejas se convierten en padres por diversas razones: unas, por estar cegadas por el

enamoramiento y tener una visión idealista de lo que es ser papás; algunas, por querer tener una

descendencia y otras, por seguir los patrones culturales de la sociedad en la que viven.

Las causas anteriores, a su vez, pueden derivarse de la dinámica familiar que impera en el

hogar donde se desarrolla cada persona. De acuerdo con Papalia, Olds y Feldman (2008) una de

las bases para forjar relaciones íntimas es la manera como el individuo interactúa con sus

padres y hermanos. Por lo tanto, una buena comunicación familiar podría ayudar a que cada

sujeto estableciera relaciones íntimas satisfactorias con otros seres humanos.

La decisión de ser padres, entonces, debería estar fundamentada en la reflexión; es decir,

una pareja antes de tener descendencia debe dialogar sobre diferentes factores como: el

económico para saber si tiene los medios para darles vivienda, salud, comida y educación a sus

hijos; el temporal para saber si cuenta con el tiempo necesario para atenderlos; el personal para

saber si puede comprometerse a criarlos con amor y responsabilidad, entre otros.

No obstante, esa decisión de ser padres a través de la reflexión no es un hecho común en

la vida cotidiana. Esto se puede observar; por un lado, en familias con muy pocos recursos

económicos y que tienen un gran número de hijos los cuales, en su mayoría, no tendrán la

oportunidad de asistir a la escuela, contar con una alimentación adecuada y vivir en una casa con

los servicios mínimos durante su crecimiento y; por otro, en familias que pueden satisfacer

todas las necesidades básicas de su prole, pero que no se preocupan por darle una educación en

valores y nunca están en casa para brindarle apoyo emocional.

De lo anterior, se puede inferir que gran parte de los seres humanos tiene la capacidad de

reproducirse; pero no de realizar un buen papel como padres, es decir de contribuir al desarrollo

integral de los hijos que están criando.


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Es importante recordar que la familia constituida a través del matrimonio ha sido

considerada como la base de la sociedad; sin embargo, Papalia et al. (2008) comenta que el

matrimonio no significa lo mismo para todas las sociedades ni su conformación tampoco es la

misma, ya que éste varía de acuerdo con la ideología y cultura de cada sociedad. Ellos también

clarifican que a pesar de las diferentes concepciones sobre el matrimonio, lo que en general se

espera es que las relaciones familiares que se forjan en él se den siempre en buenos términos, o

sea de manera respetuosa, y sirvan para que los hijos encuentren afecto, seguridad y un

desarrollo saludable.

Otro autor, Stenberg (1986), opina que la base de la relación de pareja es para muchas

sociedades el amor el cual se clasifica en: “enamoramiento, agrado, amor vacío, amor romántico

y amor de compañía” (p.128). Pero, él afirma que los ingredientes que hacen un matrimonio

duradero son: el compromiso y la intimidad que, a su vez, hacen parte del amor de compañía,

con el cual las personas enfrentan, como un equipo, los aspectos positivos y negativos de la vida

en convivencia.

Lo anterior no es fácil de lograr y muchos casados fallan en la relación matrimonial por la

falta principalmente de esos dos ingredientes. Esto se debe, en parte, a que muchas parejas de

jóvenes, en el periodo de noviazgo, son obligadas por sus familias a contraer matrimonio,

cuando la mujer queda en embarazo, para ocultarle su estado a la sociedad. También se debe a

que las personas, se ven presionadas a casarse puesto que el matrimonio es una especie de

requisito que deben cumplir para ser aceptados en los círculos sociales en los cuales se mueven.

En cualquiera de estos casos, lo que prima es la opinión de los demás y las ideas

preconcebidas sobre lo que es el matrimonio, en lugar de la responsabilidad y madurez de la

pareja para decidir sobre qué es lo mejor para su futuro y el de los descendientes que va a tener.
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En suma, las normas de una sociedad influyen tan fuertemente en los sujetos que

aunque éstas no estén fundadas en valores, una vez aceptadas por la sociedad, será difícil

modificarlas. Es por esto que el individuo debe razonar, es decir, desarrollar un pensamiento

crítico, que le ayude a hacer juicios objetivos, y que le permita poner en la balanza asuntos

importantes, como la paternidad y maternidad, no para beneficio propio, sino de las futuras

generaciones y de la sociedad. Lo ideal, entonces, es que las personas que están involucradas

sentimental y sexualmente (amantes, novios, esposos, etc.) se pregunten si están capacitados para

ser padres y educar a los hijos que piensan tener y, en caso de que esa respuesta sea negativa,

tomen las precauciones para no engendrarlos.

Referencias

Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid, España: Santillana.


Papalia, D., Olds, S. y Feldman, R. (2008). Desarrollo humano. (9a ed.). Estados
Unidos, Nueva York: McGraw Hill.
Stenberg, R. J. (1986). A triangular theory of love. Psychological Review, 93 (2), 119 – 135.

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