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Uno de los primeros relatos que conecta a Europa Occidental con Asia se encuentra
en los viajes de Marco Polo. Su crónica supone el primer contacto con la realidad
China, las primeras noticias de Japón y Tailandia, del actual Vietnam, del Tíbet, la
India y Birmania. Durante mucho tiempo este ha sido uno de los grandes referentes
sobre la geografía y el modo de vida en el Lejano Oriente.
De sus descripciones se puede concluir que para el siglo XIII los territorios asiáticos
eran fértiles, abundantes en aves y animales, entre estos los rebaños de jumentos y
ovejas. Sus habitantes se encontraban adaptados a los diferentes suelos y al
cambio de estaciones, durante la primavera, por ejemplo, se practicaba con
frecuencia la pesca. En cuanto a la agricultura, Marco Polo menciona extensos
cultivos de cebada, mijo, pazino, grano, uvas para el vino, dátiles y otros frutos. La
mención a la caza es repetitiva en varias de las regiones asiáticas, al igual que la
prevención del consumo de ciertos panes y trigos por el agua ácida en que se
producían. Especias como la canela, la sal, el aloe, el clavo, el jengibre, el espique,
el azúcar, la galanga, el ruibarbo y los dátiles ocupan gran parte de los relatos de
Marco Polo por las diferentes provincias orientales.
En cuanto a las prácticas religiosas relacionadas con la comida, se habla de viandas
puestas en nombre de los difuntos para ser probadas por sus almas. También de
una preparación previa a la cena en la que se reverenciaba a los ídolos untando su
boca con grasa de carne cocida, y a los dioses derramando el caldo de la misma
carne fuera de la casa para que recibieran su parte.
Ahora bien, más allá de las crónicas escritas, leyendas y mitos que se tejen
alrededor de toda gastronomía, es preciso enfatizar en otro aspecto clave de la
diversidad del continente asiatico.
Muchos son los factores que influyen en la gastronomía asiática, la religión, por
ejemplo, es un claro ejemplo de ello. Budistas, taoistas, cristianos, hinduistas,
judios, musulmanes, y muchos otros grupos sociales conforman este territorio con
sus particularidades. Ejemplificaré esto aquí:
Taoístas: El taoísmo, al estar íntimamente ligado con china, relaciona sus alimentos
con su tradición y símbolos. Para ellos existen cinco sabores básico que
corresponden con elementos de la naturaleza: dulce (tierra), salado (agua), picantes
fuego), amargo (metal). y agrio (madera). Estos elementos provocan diferentes
energías en nuestro cuerpo: frío, frescor, tibieza, calor, conocido como Yin y Yang.
Esto conforma un conjunto de prácticas y creencias que guían su alimentación.
Budistas: Los budistas con lacto-vegetarianos. Es decir,, se alejan de los alimentos
de origen animal.