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13 actividades para trabajar las

emociones de los niños desde casa


Propuestas para trabajar los sentimientos infantiles y aprender a reconocerlos,
gestionarlos y canalizarlos

Solemos escuchar que conocernos a nosotros mismos es un proceso complejo y


largo, que a veces dura toda la vida, porque como adultos no siempre sabemos
comprender cuáles son nuestras emociones. Sin embargo, también solemos escuchar
que cuánto más nos conozcamos a nosotros y nosotras mismas más paz interior
y felicidad experimentaremos.

Ahora pongámonos en el lugar de los más pequeños, si a nosotros nos cuesta


comprendernos, imagínate a ellos. Estas 13 actividades que te propongo os
permitirán trabajar las emociones de los niños desde casa. ¿Por cuál empiezas?

Índice

1. Propuestas caseras para trabajar las emociones de los niños


2. Más actividades para que los niños aprendan a reconocer las emociones

Propuestas caseras para trabajar las emociones de los


niños
Nuestros pequeños y pequeñas aún no cuentan con las habilidades sociales que los
mayores tenemos, y sin embargo, se enfrentan con valentía a sus sentimientos cada
día. Muchas veces, el hecho de no comprenderse a ellos mismos les lleva a
sentir mucha frustración y a expresarla de manera que a nosotros nos parece
inadecuada.

Las famosas pataletas, por ejemplo, suelen ser momentos de frustración ante la
imposibilidad de poder comprender sus propios sentimientos. Estas actividades te
pueden ayudar a trabajarlas antes de que estallen.

1. Leer cuentos
Hay cuentos de todo tipo y hay muchos enfocados a comprender las
emociones desde una perspectiva infantil. A los niños les ayuda mucho ver reflejadas
sus emociones en historias cotidianas que bien podrían ser su vida: cuando no
quieren lavarse los dientes, en conflictos con amigos, cuando la cena no les gusta,
durante un partido de fútbol. Además, lo bueno de los cuentos y los libros es que
pueden trabajar diferentes emociones según la edad.

La tristeza de Alfredo. Cuentos cortos


sobre las emociones para niños
¿Por qué el protagonista de este cuento está siempre triste? Descubre cómo
combate la tristeza y se queda alegre

¿Cómo nos sentimos cuando estamos tristes? ¿Qué es exactamente la tristeza?


¿Qué podemos hacer para estar alegres de nuevo? Hablar con los niños sobre las
emociones les ayudan a ponerles nombre, a saber identificarlas cuando las sientan y
a gestionarlas para sentirse mejor. Para ello, utilizamos los cuentos cortos como este,
titulado La tristeza de Alfredo.

Hemos acompañado este relato con algunos ejercicios de comprensión lectora y con


otros cuentos que abordan otras emociones básicas de los niños como la alegría, el
miedo o el asco.

Índice

1. Un bonito cuento infantil que habla sobre la tristeza


2. Actividades de comprensión lectora para los niños
3. Más cuentos cortos para niños sobre las emociones

Un bonito cuento infantil que habla sobre la tristeza

Cuando Raquel lo veía pasar por el parque arrastrando los pies, cabizbajo, con ese
rictus de tristeza en la cara, se le partía el corazón.

Llevaba meses así: no levantaba cabeza.

- ¡Hola Alfredo! - saludó a su amigo intentando mostrar normalidad.


Alfredo solo hizo un amago de saludo con la mano sin levantar la cabeza.

- ¿Quieres venir conmigo a pasear esta tarde? He descubierto un lugar que te


encantará - le dijo.

Alfredo, contra todo pronóstico, aceptó la oferta, y Raquel lo citó a las cinco en el


primer árbol que estaba en el camino que llevaba al río.

Entraba la primavera y el bosque estaba especialmente bonito en esos días. Al llegar,


Raquel vio a Alfredo apoyado en el árbol del camino.

- ¡Holaaaa! - saludó de lejos.

Alfredo no levantó la cabeza, miraba algo en el suelo que lo tenía muy entretenido.

- ¿Ves ese pájaro? - le dijo cuando estuvo a su lado.

Raquel se agachó para verlo más de cerca. Un bebé gorrión se había caíd
del aárbol y piaba con todas sus fuerzas muy asustado.

- ¡Así me siento yo! - dijo de repente Alfredo sin mirarla a la cara.

A Raquel le dio una punzada en el corazón; su amigo nunca le había hablado tan
abiertamente de sus sentimientos.

De pronto bajaron del cielo dos pájaros más grandes y revolotearon alrededor del
gorrioncillo calmándolo, a la vez que Raquel le ponía la mano cariñosamente en el
hombro. Alfredo se fijó de dónde venían las aves, y vio el nido en una rama no muy
alta.

- ¡Tengo que subir ahí! - dijo.

Alfredo se adelantó, tomó al bebé gorrioncillo en sus manos y escalando por el tronco
logró devolver al pequeño a su nido.

Cuando Raquel ayudó a su amigo a bajar del árbol vio que en su mirada había
cambiado algo; por primera vez, en mucho tiempo, sus ojos mostraban algo más
que tristeza.
- ¿Oyes eso? - preguntó Raquel.

Alfredo guardó silencio: el gorrioncillo, más tranquilo, ya no piaba.

Llegaba el agradable ruido del río.

Al llegar a la orilla vieron a un pobre gatito que, resbalando una y otra vez, se
agarraba a unas ramas para no caer al agua.

- ¡Así me siento yo muchas veces! - dijo Alfredo. Raquel lo abrazó.

Alfredo corrió en su ayuda y pudo salvar al animal. De nuevo ese destello de brillo
asomó en su mirada.

Los dos amigos siguieron su paseo por el bosque.

- ¿Qué era eso que me querías enseñar? - preguntó Alfredo de repente, rompiendo el
silencio.

- ¡Sígueme! - gritó Raquel, y salió corriendo entre los árboles.

Alfredo corrió detrás de ella hasta que paró en un hermoso valle. Lo condujo por una
cueva hasta llegar a la parte de atrás de una preciosa cascada que caía al río. Las
gotas que formaban la bonita cortina de agua bañaron su cara, y entonces ocurrió
algo sorprendente: Alfredo suspiró y sonrió. Raquel al verlo feliz dio una sonora
carcajada y gritó:
- ¡Así me siento yo cuando te veo alegre!

Alfredo escuchó a su amiga y esta vez fue él quien la abrazó, siendo consciente de lo
que sentía en ese momento.

Gracias a todo lo sucedido esa tarde, Alfredo comprendió que la alegría está en
ayudar y en saber recibir el apoyo de los demás, en nuestra actitud ante la vida, y
aunque es normal que a veces estemos tristes, depende principalmente de nosotros ir
con ese brillo en los ojos, el paso ligero y la cabeza bien alta.

Actividades de comprensión lectora para los niños

Tras leer este bonito cuento, te planteamos algunas actividades con las que podrás
trabajar con tus hijos la comprensión lectora y otros conceptos que han aprendido en
clase.

1. Preguntas de comprensión lectora sobre este cuento corto


Empezamos esta pequeña tanda de ejercicios con algunas preguntas con las que
podrás hacerte a una idea de si tu hijo ha prestado atención a la lectura y, lo que es
más importante, ha comprendido lo que ha leído.

- ¿Cómo se sentía Alfredo al principio de este cuento de las emociones?

- ¿Qué le invitó a hacer Raquel?


- ¿Qué le ocurría la pequeño pájaro que vieron en el bosque?

- ¿Y al gato?

- ¿Cómo se sintió Alfredo cuando les ayudó? ¿Cómo se llaman esas emociones?

- ¿Y cuándo fue con Raquel a ver la cascada?

2. Buscamos en el diccionario las palabras que no hemos entendido


Según el nivel de conocimientos de tu hijo, es posible que no haya comprendido el
significado de algunas de las palabras o expresiones que han aparecido en el texto.
Para incentivar su curiosidad, pero también para que aprenda a buscar en el
diccionario, puedes animarle a buscar el significado de todas aquellas palabras que
no haya comprendido. Aquí van algunas sobre las que podría tener dudas:

- Cabizbajo

- Partirse el corazón

- No levantar cabeza

- Darle una punzada en el corazón

- Cascada

3. Utilizar este cuento como dictado


Los dictados tienen muchos beneficios para los niños. Les permiten practicar las
reglas de ortografía, pero también repasar gramática o poner en práctica su mejor
caligrafía. Todo ello, mientras mejoran su concentración y su capacidad para
escuchar.

Dados todos los beneficios que estos ejercicios tienen para los niños, convertir parte
del cuento que habéis leído en un dictado puede ser una gran idea. Preparad papel y
lápiz (o bolígrafo, lo que tu hijo utilice) y díctales un extracto de esta historia, la
parte que más les haya gustado.

Más cuentos cortos para niños sobre las emociones


Como ya has podido comprobar, este cuento corto sobre La tristeza de Alfredo es
un recurso educativo genial para hablar con los niños sobre las distintas emociones.
En concreto, con esta historia trabajamos la tristeza, pero también la alegría o
felicidad. La educación emocional de nuestros niños no puede convertirse en una
asignatura pendiente, por lo que a continuación te proponemos otros cuentos que
hablan de otras emociones.

 Cuento sobre la alegría: Botella de la felicidad

 Cuento sobre el asco: Aquí huele a pedo

 Cuento sobre el miedo: Amigos de la noche

 Cuento sobre la envidia: Cabeza de colores

 Cuento sobre la ira: El niño y los clavos

 Cuento sobre el amor: Qué es el amor


Puedes leer más artículos similares a La tristeza de Alfredo. Cuentos cortos sobre
las emociones para niños, en la categoría de Cuentos infantiles en Guiainfantil.com.

2. Crear un diccionario de emociones


¿Por qué no creamos juntos un diccionario de emociones? Proponle esta actividad a
tu hijo o hija (o hijos) y en un bonito cuaderno escribid cada día una emoción que
hayáis sentido y que os parece importante reflejar. Se puede poner solo la palabra o
adornarlo con dibujos relacionados con la emoción.

3. Representar un teatro de las emociones


Juntaros toda la familia y por parejas escenificad una emoción. Podéis tener tarjetas
con diferentes emociones para que sea más dinámico y divertido. Por ejemplo:
alegría, tristeza, enojo, sorpresa, llanto, desasosiego, miedo...

[Leer más: Obras de teatro para trabajar con los niños la autonomía]

4. Dibujar emociones
¿Qué emociones conoces? ¡Vamos a dibujarlas! La idea es que los niños
desarrollen su creatividad a la vez que exploran mediante el dibujo y la pintura sus
propias emociones internas.

5. Jugar al memory de las emociones


Lo puedes comprar o hacerlo tú mismo imprimiendo parejas de caras con diferentes
emociones. Pégalas en cartulina y plastifícalas para que el juego dure mucho tiempo y
podías jugarlo siempre que os apetezca. Se juega como cualquier memory, es decir,
se ponen todas las piezas boca a abajo y por turnos se van destapando de dos en
dos. Cuando un jugador consigue destapar dos piezas iguales, se las queda. El que
más piezas haya destapado, gana.

6. Realizar una dinámica con música


Lo ideal es trabajar esta actividad en grupo. Debes elegir una lista de canciones
(preferiblemente instrumentales) que recuerden a diferentes sensaciones y
emociones. El grupo debe caminar a lo largo del espacio y según la música que
suene deberá interpretar la emoción que cree que la música refleja mientras sigue
caminando. Por ejemplo, si suena una música alegre, caminará alegre; si suena una
triste, más triste. Cada quién tiene la libertad de sentir la emoción que considere, ¡no
se juzga! Al terminar, se comenta qué han experimentado.

Más actividades para que los niños aprendan a reconocer


las emociones

Los juegos y actividades para ayudar a trabajar las emociones en los niños son una
gran herramienta para su propia inteligencia emocional. Ayudarlos a conocerse a sí
mismos, a comprenderse y conocer cómo y cuáles son sus sentimientos es
fundamental para su desarrollo personal y social.
Seguimos recopilando un montón de juegos y actividades con los que los más
pequeños podrán identificar qué son los sentimientos, qué clases de sentimientos
podemos experimentar como seres humanos y cómo comprender los suyos propios.
¡Toma nota!

7. Participar en una mímica de las emociones


Se juega en parejas. Un miembro debe recrear una emoción con mímica, es decir,
con gestos y sin hablar. El otro debe repetir en espejo lo que hace el primero. Es un
juego muy interesante que ayuda, primero a comprender cómo puede sentirse el otro,
pero también a ver cómo los demás nos ven con nuestras emociones.

8. Relajarse para niños


Muchas actividades de relajación para niños (y para adultos) trabajan las emociones.
Por ejemplo, aprender a sentirse a uno mismo cuando está calmado, a ver las cosas
desde una perspectiva diferente desde la lejanía, sin nervios o enfados, sin gritos o
ansiedad... Adquirir el hábito de hacer ejercicios de relajación o incluso meditación
desde muy pequeños es una maravillosa herramienta para la vida.

9. Jugar al SOY TÚ
Es un juego muy divertido en el que un jugador deberá disfrazarse y actuar como
algún miembro de la familia o de su entorno (por ejemplo, abuelo, mamá, hermana...).
Se puede añadir una situación (con tarjetas aleatorias) para que sea más dinámico y
divertido.

10. Escuchar lo que hay alrededor


Vamos a estar unos minutos en silencio, paseando por el campo, la calle, el parque o
la casa, y vamos a escuchar todo lo que hay alrededor, ¡a ver qué pasa! Esta
actividad permite a los niños comprender que el entorno es mucho más que lo
inmediato y que también afecta a nuestros sentimientos.

Después de hacerla es bueno comentarla, cuando digan qué han escuchado, se le


puede preguntar ¿y eso qué te ha hecho sentir? Por ejemplo, el canto de un pájaro-
alegría o el sonido de un coche-molestia.

11. Diseñar un bote de las emociones


En seis botes transparentes vamos a colocar diferentes emociones, de manera que
las relacionamos con colores: alegría-amarillo, tristeza-azul, miedo-un color oscuro
(negro, gris, borgoña), enfado-rojo, calma-verde, amor-rosa. Se trata de meter en el
bote cosas de esos colores, que pueden ser objetos que tengamos por casa o cosas
que creemos haciendo manualidades.

La idea es que los niños puedan elegir qué meter en sus botes de emociones. Por
ejemplo: corazones rosas en el del amor, en el del miedo se puede meter lana de un
color oscuro toda liada de manera que se relacione con la confusión del miedo, hojas
verdes en el de la calma...

12. Pintar las emociones


Hay estudios que sugieren algunas técnicas de dibujo cuando se tienen ciertas
emociones, lo que ayuda a tranquilizarse en el caso de emociones negativas y
potenciarlas en las positivas. Las líneas (verticales, horizontales, diagonales...) para el
enojo; los laberintos para recordar cosas y aclarar la mente: los puntos para para
concentrarse; las flores de colores cuando sientes cansancio: las espirales si te
sientes bloqueado...

13. Dar vida a mi cajita de emociones


Es una actividad maravillosa para los más pequeños y que viene muy bien para
ayudar a que se puedan expresar. Necesitas una cajita (que sea bonita y especial, la
podéis decorar juntos) y fotos de caras con emociones (adicional se pueden pegar a
dados de madera para que sea más dinámico).

El juego comienza con una pregunta al niño.Por ejemplo, cuando tu mamá te compra


un dulce, ¿cómo te sientes? Entonces escogerá la cara con la que se sienta reflejado
(una cara sonriente y se le dirá que esa es la cara de alegría). Es una actividad que
funciona muy bien en el caso de pataletas, cuando aún los niños no saben expresar
su el por qué de su frustración.

Puedes leer más artículos similares a 13 actividades para trabajar las emociones
de los niños desde casa, en la categoría de Aprendizaje en Guiainfantil.com.

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