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República de Colombia

Rama Judicial del Poder Público

TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BOGOTÁ


SALA CIVIL DE DECISIÓN

Bogotá, D. C., veintisiete (27) de julio de dos mil once (2011).

REF.: ABREVIADO. ANURIBE Y CIA S. EN C. y


OTRA contra JAIME DE JESÚS RAMÍREZ
ZULUAGA.

Rad.: 2007 00478 01.

Magistrada Ponente Dra. LIANA A. LIZARAZO V.

Discutido y aprobado en la Sala de 26 de julio de 2011.

Procede la Sala a resolver el recurso de


apelación interpuesto por la parte demandante contra la sentencia
de fecha veintitrés (23) de febrero de dos mil once (2011), proferida
por el Juzgado Doce (12) Civil del Circuito en el asunto del epígrafe.

I. ANTECEDENTES

1. Las sociedades Anuribe y Cia S. en C. y


Marluribe y Cia S. en C., por conducto de apoderado judicial,
demandaron a los señores Jaime de Jesús Ramírez Zuluaga,
Pompilio Rodríguez y Ana Paulina Rodríguez de Moreno para que,
previos los trámites de un proceso abreviado, conforme al numeral
2º del artículo 408 del Código de Procedimiento Civil, se hicieran los
siguientes pronunciamientos:
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“(...) Que las demandantes (…) a través de sus


representantes legales y su calidad de propietarias del Inmueble Ubicado (sic)

en la Calle (sic) 13 No. 16-86 de esta ciudad, identificado en el hecho primero


de la presente demanda, han ejercido la posesión quieta y pacífica sobre el
mismo por un término superior a un año.

(...) Que los demandados (…) han realizado actos


de perturbación en el inmueble citado, al ocupar el espacio de las escaleras que
dan acceso al segundo piso, para arrendarlo por horas a personas que realizan
actos de comercio a los cuales no se encuentra destinada dicha área del
inmueble.

(...) Como consecuencia de lo anterior ORDENAR a


los demandados (…) cesar los actos de perturbación y Volver (sic) las cosas al
estado anterior.

(...) PROHIBIR a los demandados la realización de


los mismos o similares actos de perturbación, bajo apercibimiento de que por
cada infracción a esta orden, deberán pagar de dos (2) a diez (10) salarios
mínimos legales mensuales a favor de las demandantes.

(...) Condenar en costas a los demandados.”

2. Las pretensiones fueron fundamentadas en


la siguiente versión de los hechos:

2.1. Las sociedades Anuribe y Cia S en C. y


Marluribe y Cia S. en C., son propietarias del inmueble ubicado en
la calle 13 No. 16-84/90, y sobre el mismo han venido ejerciendo
posesión quieta y pacífica desde el 23 de diciembre de 2002 (fecha
en que adquirieron la propiedad) mediante actos de señorío tales
como el arrendamiento, las reparaciones, las modificaciones y el
pago de impuestos.

Abreviado. Anuribe y Cia S. en C. y otra contra Jaime Ramírez Zuluaga


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2.2. Hoy en día, parte del segundo piso se


encuentra ocupado por los demandados y, la otra, por las
sociedades propietarias a través de la empresa denominada Atlanta
Compañía de Vigilancia Privada Ltda. El acceso a ese nivel se
realiza por unas escaleras, sin embargo, el extremo demandado ha
optado por usarlas en forma ilegal instalando un negocio de recarga
de teléfonos, sustrayendo la corriente eléctrica de los contadores
instalados por la Empresa de Energía de Bogotá, lo que genera una
perturbación durante las horas del día para los que habitan en la
segunda planta.

2.3. Cada día que pasa se causa un nuevo


acto de perturbación, pues la invasión del espacio común de las
gradas cesa en las horas de la noche, aunado a que los ocupantes
suelen ser distintas personas en cada oportunidad, situación que se
viene presentando desde el 15 de marzo de 2007.

La actuación surtida

3. La demanda correspondió por reparto al


Juzgado 12 Civil del Circuito, quien por auto de fecha 8 de octubre
de 2007 la admitió y realizó los demás pronunciamientos propios de
esta clase de procesos (fl. 36 c.1).

4. Los demandados, debidamente enterados


del anterior proveído, y mediante gestor judicial, contestaron el libelo
introductor. De cara a los hechos negaron unos, afirmaron la
veracidad de otros y precisaron la certeza parcial de los demás.
Frente a las pretensiones se opusieron a todas y cada una de ellas,
sin que hubiesen formulado alguna excepción en concreto.

Abreviado. Anuribe y Cia S. en C. y otra contra Jaime Ramírez Zuluaga


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5. Agotada la etapa probatoria, y corrido el


traslado para alegar de conclusión –derecho del que hicieron uso
ambos extremos de la litis-, el juez dictó sentencia en la que negó
las pretensiones de la demanda y condenó en costas a las
demandantes.

II. LA SENTENCIA IMPUGNADA

7. Como argumentos del fallo, el juzgador de


primer grado señaló que:

7.1. De los testimonios fluye que la sociedad


Marluribe y Cia S. en C. es poseedora del inmueble objeto de la
demanda por más de un año, salvo los apartamentos ocupados por
los demandados en el segundo piso, cumpliéndose así uno de los
requisitos de la acción posesoria.

7.2. Sin embargo, la parte actora no acreditó


la perturbación alegada, en tanto que las pruebas recaudadas
indican que los demandados no han invadido el espacio de las
escaleras, sino que el señor Pompilio ocupa, con un puesto para el
arreglo de celulares, un área del hall de entrada para el ingreso al
segundo nivel, hecho que no fue alegado en la demanda ni se
presentó luego de que ésta fuera interpuesta, por lo que no puede
tenerse en cuenta en virtud del principio de congruencia.

III. LA IMPUGNACIÓN

8. Inconforme con la decisión que en


compendio se dejó anotada, el extremo demandante interpuso el
recurso de apelación, el que sustentó de la siguiente forma:

Abreviado. Anuribe y Cia S. en C. y otra contra Jaime Ramírez Zuluaga


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8.1. El juez de primera instancia basó su


decisión tan solo en la diligencia de inspección judicial, empero, la
misma es susceptible de crítica en tanto que los demandados, al ver
la presencia de la autoridad administradora de justicia, les resultó
fácil modificar su conducta habitual, por lo que se observó un hecho
distinto al que en verdad puede percibirse cotidianamente.

8.2. Por ende, los testimonios son los que en


realidad ofrecen elementos de juicio sobre la existencia de la
perturbación a la posesión, sin que estos hubieren sido debidamente
analizados por el juzgador de primera instancia, lo que implica la
revocatoria de lo por él decidido para en su lugar disponer la
prosperidad de las pretensiones del libelo inicial.

IV. CONSIDERACIONES

1. Los presupuestos procesales están


cabalmente satisfechos y no existe vicio de nulidad que invalide lo
actuado o impida una decisión de mérito, por lo que ésta será de tal
carácter.

2. Sabido es que la posesión produce


siempre unos determinados efectos, los cuales consisten en que ella
es protegida jurídicamente contra los ataques o lesiones
provenientes de las demás personas.

3. Nuestro ordenamiento jurídico protege la


posesión mediante varias acciones, tales como la acción penal y las
acciones de policía; la acción administrativa de lanzamiento; y las
acciones civiles que se encuentran reglamentadas en el Código
Civil.

Abreviado. Anuribe y Cia S. en C. y otra contra Jaime Ramírez Zuluaga


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4. Las acciones posesorias del derecho


común tienen por objeto conservar o recuperar la posesión de
bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos (art. 972
C.C.). La acción posesoria común de recuperación, está
reglamentada en los arts. 982 y 983 del C.C., en favor de aquel
poseedor que ha sido privado de la posesión injustamente. La
acción común posesoria de conservación, tiene por finalidad impedir
toda turbación a la posesión de un inmueble y, no solo se otorga
contra quien pretende despojar a otro la posesión en forma
clandestina o violenta, sino también contra quien, sin pretender
desposeer a otro, no obstante le perturba y embaraza el normal
ejercicio del poder de hecho. Se encamina esta acción a que se
prohíba al perturbador la realización de actos que perturban la
posesión y, a la indemnización de perjuicios sufridos (art. 977 ib).

5. Sólo las personas que han poseído quieta


e ininterrumpidamente un inmueble, durante un año completo, son
titulares de la acción posesoria (art. 974 ib). Por otra parte, contra
quien ha poseído en la misma forma un inmueble durante un año,
no puede ejercerse la acción posesoria (art. 976 ib).

6. El ejercicio de la acción posesoria está


sometido a las siguientes condiciones: a) sólo quien prueba haber
poseído durante un año, puede ejercer la acción posesoria; b) debe
probar que esa perturbación no ha durado el año.

7. El art. 981 señala la forma como debe


probarse el poder de hecho o relación posesoria, es decir, “ ...por
hechos positivos de aquellos a que sólo da el derecho de dominio, como el
corte de maderas, la construcción de edificios, la de cerramientos, las
plantaciones o sementeras y, otros de igual significación, ejecutados sin el
consentimiento del que disputa la posesión... ”

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8. De otro lado, el actor debe probar no


sólo su posesión sino también los conatos o hechos de turbación y
molestia o despojo de que ha sido víctima. Es necesario probar en
qué consisten esos hechos y la fecha en que ocurrieron.

9. Ahora bien, no se debate si la posesión del


demandante es legítima o no, o si es el demandado el que tiene un
legítimo derecho a poseer, pues en esta acción no se decide si el
poseedor turbado tiene o no tiene derecho a poseer, por cuanto lo
único que sanciona son los hechos ilícitos contra la posesión ajena.

10. Sentadas las anteriores premisas, se


adentra la Sala en el ámbito de estudio que involucra la apelación,
cual es si se encuentran acreditados o no actos que perturben o
embaracen la posesión de las demandantes sobre el predio referido
en los antecedentes.

11. En efecto, no se discute que las


sociedades actoras han ejercido posesión quieta pacífica e
ininterrumpida sobre el predio en cuestión, con la salvedad de dos
apartamentos ubicados en el segundo piso, circunstancia que es
corroborada y precisada por los demandados en su responsiva al
escrito inicial (fl. 54 cd. 1).

12. Empero, no ocurre lo mismo en relación


con los hechos descritos en la demanda atinentes a la existencia de
perturbación a la posesión, debate al que el a quo señaló una
incongruencia de aquellos descritos en la demandada con los que
realmente están demostrados al interior del proceso, motivo que
determinó su decisión desestimatoria de lo pretendido por las
demandantes.

Abreviado. Anuribe y Cia S. en C. y otra contra Jaime Ramírez Zuluaga


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13. Sin embargo, tal juicio constituye


desacierto en torno al punto en común de la divergencia suscitada
entre los extremos de la litis, en tanto que la acción impetrada por la
parte actora es la posesoria común de conservación (art. 977 C. C.),
mas no la de recuperación, razón por la cual poco o nada importa el
espacio o lugar en que los demandados presuntamente perturban la
posesión.

13.1. Al respecto, memórese que la acción


posesoria común de recuperación, como su nombre lo indica, tiene
como fin el obligar al usurpador (quien privó injustamente de la cosa
a quien venía poseyéndola) a que restituya el predio a su poseedor,
por lo que, para el efecto, el área de terreno o espacio que se
estaba poseyendo y el usurpado debe ser el mismo; situación
diferente a la que se predica de la acción posesoria común de
conservación, habida cuenta que esta busca el cese de aquellos
hechos que embarazan la posesión de un bien raíz, sin que se exija
una mala fe por parte de quien perturba, ya que solo basta el evento
de incomodar la tranquila posesión ajena rebasando los márgenes
de la tolerancia social, esto es, perturbaciones anormales que
impidan el normal desempeño en el entorno, verbigracia los ruidos
estruendosos, humo, olores desagradables, etc.

14. En el caso sub examine, el punto central


de la controversia no radica en si la ocupación de una parte de las
escaleras priva de la posesión de ese específico espacio a las
demandantes, por ende, resta importancia el determinar si dicha
ocupación la efectúan los demandados en el hall que da inicio a las
escalinatas o en la mitad o al final de éstas, sino que lo realmente
trascendente es evidenciar si con dicha conducta se obstruye o
impide el efectivo y normal el acceso al apartamento del segundo

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piso del predio de marras y que, como lo advirtió el a quo, está


poseyendo la sociedad Marluribe y Cía. S en C.

15. Así las cosas, y una vez precisado lo


anterior, se procede al análisis de las pruebas obrantes en el
expediente, en especial los testimonios, siendo esta la principal
inconformidad aducida por el apelante respeto al fallo de primera
instancia.

- José Feliz Espitia López declaró que: “[ E]n


primera instancia el cargo mío en la compañía “Atlanta” es de coordinador de
operaciones, por tal motivo es mi deber enterarme de todo lo que pasa encada
puesto a la cual de (sic) prestan los servicios, en este caso se me impartió la
orden de parte de Marlribe de controlar, vigilar, cuidad (sic) un apartamento en
el segundo piso de la Calle 13 No. 16-84 o 90 no recuerdo bien la dirección,
pero mas o menos es así, de la misma forma me da instrucción donde no
debían ingresar personas diferentes a tres o cuatro personas, dentro de ellos el
señor Pompilio, la señora Madre y una o dos personas de otro apartamento de
los que no recuerdo los nombre (sic), ya que en el segundo piso de la
residencia consta de 3 apartamentos, en tal virtud, se presentaron bastantes
inconvenientes y obstáculos con el personal de residentes ya que
constantemente ingresaban personas a dicha residencia diferentes horas y
días, por tal motivo optamos por permitir el ingreso ya que la consigna
específica era no permitir de uno de los apartamentos desocupados al cual
nosotros tenemos acceso, con el personal de vigilantes se presentaron
inconvenientes hasta de amenazas por trata (sic) de impedir el ingreso de
personas diferentes a las 4 indicadas inicialmente en el momento del contrato
con Marluribe”. Al preguntársele sobre algún obstáculo que impidiera

el acceso al segundo piso del inmueble manifestó que “[ S]i


permanecía el señor Pompilio con una vitrina de venta de minutos a celular y
accesorios para los mismos que inclusive llegamos a tener inconveniente con el
señor por el ingreso ya sea de supervisores o del mismo guarda que
obstaculizaba el ingreso de cualquier persona, para el apartamento que
estábamos custodiando”, más adelante indicó que en momentos “el (sic)
con la vitrina como algunas sillas que colocaba dentro si había obstaculación

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(sic) para ingresar cualquier persona”. Por último precisó que, en aras de
la vigilancia, se solicitaba identificación a las personas que
ingresaban al predio, a fin de limitar el ingreso solo a los que allí
habitaban, circunstancia que generó inconvenientes y roces con los
demandados (fls. 65-68 cd. 1).

- Carlos Héctor García Niño, quien manifestó


que en alguna época tuvo el inmueble en consignación para la
administración por parte de sus propietarios, y que luego fue cedido
el contrato a la señora Juana María Velásquez, solo refirió aspectos
generales sobre la disposición y arrendamiento de los locales
comerciales en que se divide el predio, sin que hiciera mención a
actos de perturbación a la posesión (fls. 68-70 cd. 1).

- Juana María Velásquez Castro quien dijo


ser la representante legal de “ Arrendamos J.V”, y que recibió por “…
cesión y endoso los contratos de arrendamiento que administraba la inmobiliaria
‘Ingarpal’ cuyo representante legal es el doctor Carlos García ”, expreso, en

relación con el bien raíz objeto de la litis, que “… también manejamos


los incidentes por molestias de vecindad que nos ocasionan los residentes del
segundo piso como son: nos fracturan las claraboyas de los locales del primer
piso, no (sic) arrojan aguas negras a los locales del primer piso, etc. (…) a
veces permiten la instalación de vendedores ambulantes en la escalera lo que
perturba el ingreso del inquilino a su bodega… ” señalando que dichas

escalinatas son el único acceso al segundo nivel. Cuando se le


inquirió respecto a un puesto de celulares en la entrada de la
edificación, adujo que es una actividad no continua, y que ha
escuchado que la hace el señor Pompilio sin que mostrara certeza
sobre el particular (fls. 71-73 cd. 1).

-Luis Antonio Martínez Ropero, el cual se


identificó como una de las personas que ha trabajado con la
sociedad Marluribe en arreglos y mantenimiento de inmuebles,

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expresó que en la entrada del predio observó un negocio de


celulares. La energía eléctrica la obtenían, quienes atendían el
negocio, mediante un cable que salía de la caja de contadores, y
que la forma en cómo estaba ubicado el puesto de trabajo sí
obstaculizaba el paso habida cuenta que ocupaba parte de la
escalera y parte de la puerta de acceso al segundo piso (fls. 74-76
cd. 1)

- Pedro Antonio Medrano Morales confirmó lo


ya dicho por otros testigos sobre la existencia de un negocio de
celulares en la entrada del inmueble, sin embargo indicó que ese
puesto de trabajo no configura ningún obstáculo para subir al
segundo piso de la edificación y que a nadie le estorba eso (fls. 78 y
79 cd. 1)

-Héctor Manuel Torres, reseñó que “... don


Pompilio que tiene un puestico de un ladito del portón, es un puestico de
celulares ubicado (…) a la entrada del edificio ” y agregó, en lo atinente a

si obstaculiza el acceso al segundo piso, que: “… para mi concepto me


parece que no porque es una vitrina pequeña y el portón queda libra (sic)”

(fls. 80-81 cd. 1).

16. De los anteriores testimonios se


desprende que, en efecto, uno de los demandados, el señor
Pompilio Rodríguez, tiene ubicado un negocio de celulares al
ingreso del inmueble y antes del inicio de la escalera que conduce al
segundo piso, conformado por una vitrina, una silla, una mesa de
trabajo y una banca de madera, como verificara el juzgado de
conocimiento en la diligencia de inspección judicial (fls. 87 y 88 cd.
1).

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16.1. Respecto a otros posibles actos que


perturben la posesión de las demandantes, no obran elementos de
juicio suficientes para que sean determinados, habida cuenta que la
demandada solo indicó el hecho anterior como fundamento de sus
pretensiones, y la declaración de Juana María Velásquez
aisladamente señala actos como el daño en las claraboyas y
afectaciones por aguas negras, sin que entrara en mayores
precisiones ni encontrara eco en lo manifestado por los demás
testigos.

17. En ese orden, resta por analizar si el


puesto de celulares instalado por el señor Pompilio Rodríguez
constituye un verdadero acto de perturbación a la posesión de la
parte actora conforme a las premisas plasmadas al inicio de estos
considerandos.

18. Sobre el tópico la Corte Suprema de


Justicia ha dicho:

“La vida en sociedad no sería posible –afirma la H.


Corte-, si los asociados no debieran aceptar algunos inconvenientes resultantes
de actividades que sean socialmente útiles y aun necesarias. Pero si ello es
verdad, desde el punto de vista jurídico no es lo menos que esos
inconvenientes solo deben ser sufridos por las víctimas cuando ellos no
sobrepasen lo que es considerado como ordinario o normal [sic]: los
inconvenientes extraordinarios, precisamente por resultar excesivos, no están
autorizados y por ello constituyen un injusto ataque al derecho de otros […].
“[…] Hasta donde ha llegado la técnica –concluye nuestra máxima corporación
judicial-, los vehículos automotores, las fábricas, las sustancias explosivas, no
podrían actuar sin producir humos, ni ruidos. Los primeros han sido y continúan
siendo la causa del alarmante problema de contaminación del medio ambiente,
que, por los excesivos inconvenientes que trae consigo, ha impulsado a los
científicos del universo a estudiarlo en pos de la búsqueda de soluciones para
evitarla o cuando menos para reducirla en sus efectos nocivos. Esta especie de
daño, empero, escapa al dominio del derecho civil mientras no se trate, lo que
es poco frecuente, de agente y víctima determinados […] ”1

1
C. S. de J., sent. 30 abril 1976 (165), magistrado ponente: Humberto Murcia Ballén. Citado por Luis
Guillermo Velásquez Jaramillo en su libro “Bienes”, Ed. Temis, 2010, pág. 528.

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19. Para el sub lite, la Sala evidencia que si


bien está acreditado que el señor Pompilio Rodríguez tiene unos
elementos en la entrada del inmueble -los que conforman un
negocio de celulares-, y que los mismos ocupan una parte del hall
situado antes del primer escalón de las gradas que conducen al
segundo piso del inmueble, también es cierto que el paso por esa
área no está completamente obstaculizado sino mas bien reducido,
sin que ello obstruya el acceso a las escaleras, esto es, la
perturbación no constituye una irregularidad o anormalidad de tal
calado que impida el uso y goce del área del inmueble que está
poseyendo una de las sociedades demandantes.

20. En efecto, nótese como los testigos nada


indican sobre la imposibilidad de usar los escalones para subir al
segundo nivel de la edificación, en donde la Sociedad Marluribe
tiene en posesión un espacio para el bodegaje cuya vigilancia
estuvo encargada la empresa Atlanta, sino que relatan algunos
inconvenientes de trato con el señor Pompilio Rodríguez,
circunstancias que, al parecer de la Sala, se encuentran dentro del
margen de tolerancia social, máxime cuando de los documentos
allegados al plenario aflora que el predio no está sometido al
régimen de propiedad horizontal, sino que los poseedores del
mismo detentan determinadas áreas de la casa, con espacios
comunes como lo serían pasillos y escaleras cuyos usos solo
pueden ser acordados por los que ejercen ese poder de hecho.

21. Corolario será la confirmación de la


sentencia impugnada por las razones aquí expuestas y, por lo
mismo, la condena en costas de esta instancia a la parte apelante.

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V. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, el Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en Sala Civil de
Decisión, administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO. CONFIRMAR la sentencia de


fecha y origen preanotados conforme a la parte motiva de esta
providencia.

SEGUNDA. CONDENAR en constas de esta


instancia a la parte apelante. Tásense.

La Magistrada Ponente señala como


agencias en derecho la suma de $ 1’500.000 m/cte., para
ser incluidas en la liquidación de costas.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

LIANA A. LIZARAZO VACA


Magistrada

CLARA INÉS MÁRQUEZ B. LUZ MAGDALENA MOJICA R.


Magistrada Magistrada

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