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00:27:14 Víctor A C:

https://www.vatican.va/spirit/documents/spirit_20001130_legend_sp.html
00:27:35 Víctor A C: Lecciones de pobreza en Greccio

"Estando el bienaventurado Francisco en este mismo lugar, vino para celebrar con él
la fiesta de la Navidad del Señor un ministro de los hermanos . Estos, con ocasión
de la venida de este ministro y para honrarle, preparaban el mismo día de la
Navidad una mesa cubierta de hermosos y blancos manteles que habían adquirido, y
vasos de cristal para beber.
Cuando baja el bienaventurado Francisco de la celda para comer y ve la mesa elevada
y adornada con refinamiento, se aleja sin ser visto y pide a un pobre, que había
llegado aquel día al eremitorio, prestados el sombrero y el bastón que había
llevado en sus manos. Llama silenciosamente a uno de sus compañeros y sale al
exterior del eremitorio sin notarlo los otros hermanos. Estos se sentaron a la mesa
sin esperarle; más que nada, porque el santo Padre los tenía habituados - y es lo
que quería - a que, si el no llegaba puntualmente a la hora de la refección y los
hermanos querían comer, comenzasen la comida. Su compañero cerró la puerta y quedó
por dentro junto a ella.
El bienaventurado Francisco llamó, e inmediatamente el hermano le franqueó la
entrada. Avanzó - el sombrero echado a la espalda y el bastón en la mano como un
peregrino - hasta la puerta de la casa donde estaban comiendo los hermanos y dijo
como suelen los mendigos: 'Por el amor de Dios, dad una limosna a este peregrino
pobre y enfermo'.
El ministro, como los demás hermanos, lo reconocieron inmediatamente. El ministro
respondió: "Hermano, también nosotros somos pobres, y, siendo muchos, nos son
necesarias las limosnas que comemos. Pero, por el amor de aquel Señor a quien has
invocado, entra y te daremos una porción de las limosnas que el Señor nos ha
proporcionado". Entró y se quedó de pie frente a la mesa. El ministro le tendió la
escudilla en que estaba comiendo y un trozo de su pan. Recibiólos y se sentó en el
suelo junto al fuego y de cara a los hermanos, sentados ya a la mesa, que estaba
elevada. Les dijo suspirando: 'Cuando he visto esta mesa suntuosa y refinada, he
pensado que no era la mesa de los pobres religiosos que diariamente piden de puerta
en puerta. Ciertamente, a nosotros nos toca dar ejemplo en todo de humildad y de
pobreza más que los otros religiosos, pues a este género de vida hemos sido
llamados y a él nos hemos comprometido delante de Dios y de los hombres. Ahora me
parece que estoy sentado como debe estar un hermano'.
Quedaron avergonzados los hermanos, pues consideraban que les había dicho la
verdad, y algunos se echaron a llorar amargamente viéndole sentado en el suelo y
advirtiendo que les corregía tan santa y cuidadosamente."
Tomás de Celano: Leyenda de Perusa, n. 1579
00:28:39 Ángeles Bautista: Reacted to "Lecciones de pobreza..." with 👍
01:06:46 Víctor A C: Las alondras
14. Era la tarde del sábado anterior a la noche en que el bienaventurado Francisco
pasó al Señor; después de las vísperas vino una bandada de pájaros llamados
alondras, que, a poca altura sobre el techo de la casa en que él yacía, volaban y
revoloteaban cantando.
Nosotros que hemos vivido con el bienaventurado Francisco y hemos escrito estas
cosas sobre él, damos testimonio de que muchas veces le oímos decir: «Si yo hablase
al emperador (10), le suplicaría que, por amor de Dios y en atención a mi ruego,
firmara un decreto ordenando que ningún hombre capture a las hermanas alondras ni
les haga daño alguno; que todas las autoridades de las ciudades y los señores de
los castros y de las villas deban obligar a que, en la Navidad del Señor de cada
año, los hombres derramen trigo y otros granos por los caminos fuera de las
ciudades y castillos, para que, en día de tanta solemnidad, todas las aves, y
particularmente las hermanas alondras, tengan qué comer; que, por respeto al Hijo
de Dios, a quien tal noche la bienaventurada Virgen María, su madre, reclinó en un
pesebre entre el asno y el buey, estén obligados todos a dar esa noche a nuestros
hermanos bueyes y asnos abundante pienso; y, por último, que en este día de Navidad
todos los pobres sean saciados por los ricos».
El bienaventurado Francisco, efectivamente, celebraba la fiesta de Navidad con
mayor reverencia que cualquier otra fiesta del Señor, porque, si bien en las otras
solemnidades el Señor ha obrado nuestra salvación, sin embargo, como él decía,
comenzamos a ser salvos desde el día en que nació el Señor. Por eso quería que en
ese día todo cristiano se alegrase en el Señor y que, por amor de Aquel que se nos
dio a sí mismo, todo hombre fuese alegremente dadivoso no sólo con los pobres, sino
también con los animales y las aves.
Y decía de la alondra: «Nuestra hermana la alondra lleva un capuchón como los
religiosos y es una ave humilde, que va gozosa por los caminos buscando algunos
granos, y, aunque los encuentre entre el estiércol, los saca y los come. Cuando
vuela, alaba al Señor, como los buenos religiosos, que menosprecian lo terreno y
tienen su conversación en el cielo. Además, su vestido, es decir, su plumaje, es de
color de tierra; así da buen ejemplo a los religiosos, que no deben llevar vestidos
de colores y delicados, sino de color pardo como la tierra». Como el bienaventurado
Francisco veía todo esto en las hermanas alondras, las amaba mucho y las
contemplaba de buen grado.
01:06:54 Víctor A C: https://www.franciscanos.org/fuentes/lp01.html
01:07:15 Víctor A C: Leyenda de Perusa, 14.

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