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RITO SOLEMNE DEL TRÁNSITO DE NUESTRO SERÁFICO PADRE SAN

FRANCISCO DE ASÍS.
TEMPLO DE SAN FRANCISCO, SAN LUIS DE LA PAZ, GUANAJUATO, MÉXICO.

OFS FRATERNIDAD SAN LUIS REY DE FRANCIA.

MONICIÓN DE ENTRADA.
MONITOR: En el nombre del Señor Jesús. En el año de su encarnación 1226, el
padre y hermano nuestro, Francisco, regresó al Señor en la primera hora de la
noche que precede al 4 de octubre, cumplidos veinte años desde que se adhirió con
toda su perfección a Cristo. Libre de las cadenas de la vida mortal, pasó felizmente
al Padre.

El día de hoy, 3 de octubre, estamos reunidos aquí, hermanos, en el nombre de


Dios, para recordar el día en que se entregó a la hermana muerte cantando y con
los brazos abiertos a su Señor. Nuestra oración comprende también los gestos más
significativos que el padre Francisco realizó antes de morir. Dispongamos a evocar
y revivir con gozo la santa muerte de nuestro santo Fundador.

NARRADOR: postrado ya el santo en aquella enfermedad que, cerrando el paso al


dolor, habla de poner fin glorioso a la feliz carrera de la santidad, pocos días antes
de la muerte quiso enviar un mensaje a Roma para la señora Jacoba de Settesoli,
enviándole que se diera prisa, si quería ver el regreso a la patria del que ella había
amado tanto en la condición de desterrado. Se escribe una carta, se busca un
mensajero veloz y. hallado, se diera prisa. De pronto, hay a la puerta, traqueteo de
caballos, estrépito de soldados, rumor de escolta notable. Un compañero del Santo
va abrir la puerta y, se encuentra cara a cara con la que se buscaba en lugares
remotos. Vivamente sorprendido, corre enseguida hacia el Santo y, sin poder
contener la alegría, le dice: Padre, una buena noticia. Y el Santo, cortándole la
palabra al instante exclama por toda respuesta: Bendito sea Dios, que a nuestro
hermano señora Jacoba le ha encaminado hacia nosotros. Abrid las puertas y haced
pasad a la que está ya entrando, porque la disposición que prohíbe la entrada a las
mujeres no reza con fray Jacoba. Y, para que no faltara nada al milagro, la santa
mujer había traído todo cuanto se le avisaba por carta que trajera para las exequias
del Padre: un paño ceniciento para mortaja de cuerpecillo, una cantidad de cirios,
una muselina que cubriese el rostro, una almohadilla para la cabeza y un dulce que
el Santo había deseado comer. Todo lo que había deseado Francisco, Dios mismo
había sugerido a esta señora, dama romana, noble y santa, que había merecido de
un amor singular de parte de Francisco.
PROCESIÓN DE ENTRADA.
ENTRA LA PROCESIÓN SOLEMNE CON LA BENDITA IMAGEN YACENTE DE SAN FRANCISCO, AL
FRENTE INCENSARIO Y NAVETA, CRUZ ALTA, CIRIALES, LECTORES Y EL PRESIDENTE.

MONITOR: todos de pie, cantando recibamos al Presidente de nuestra Asamblea.


Viene acompañado de fray Jacoba, cuya presencia evoca el deseo y el afecto de
san Francisco por toda humana criatura y la Providencia de Dios hacia él y sus
hermanos.

CANTO DE ENTRADA.

<<Cantemos dulces himnos>>>

Cantemos dulces himnos,


Al Serafín de Asís,
sus sienes coronemos,
con lauros y rubíes,
sus sienes coronemos,
con lauros y rubíes.

Seráfico Francisco;
de Asís claro ornamento,
tu vivo amor mi acento
pregone por doquier.

SALUDO DEL PRESIDENTE: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu
Santo.

TODOS: Amén

PRESIDENTE: A todos vosotros, hermanos, llamados a vivir el Evangelio de


Nuestro Señor Jesucristo y que fuisteis santificados en su muerte, deseo la paz y el
bien de Dios Padre, en su Hijo y el Espíritu Santo.

TODOS: Bendito sea Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo.


MONITOR: Permanecemos de pie (y a dos coros, entonan el himno).

HIMNO DE VÍSPERAS:

Cae la tarde lentamente,


mientras las sombras se alargan,
Francisco sabe que llega,
la muerte su dulce hermana.

Mantiene enhiesto el espíritu,


aunque la carne está flaca,
sus miembros se tornan fríos,
mientras el alma se abraza.

Todos sus hijos en torno,


le dicen su amor con lágrimas,
y queda el rebaño triste,
porque su pastor se marcha.

Francisco, que mira al cielo,


flácida y suave levanta,
una mano que bendice,
dispensadora de gracias.

Que el error y la lujuria,


no mancillen vuestra casa,
solo la virtud anide
en los cuerpos y en las almas.

Y luego voló su espíritu,


como una paloma blanca,
que en el cielo ha puesto el nido,
colgado en divina rama.

Al Padre, al Hijo y al Espíritu,


ascienda nuestra alabanza.
Gloria y honor al Dios Trino,
por los siglos que no acaban.

Amén.

MONITOR: Pueden sentarse (y a dos coros, se canta la salmodia).


ANTÍFONA 1: Francisco, varón católico y todo apostólico, enviado con la buena
noticia de la paz.

SALMO 111:
Dichoso quien teme al Señor,
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riqueza y abundancia,


su caridad es constante sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz,
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,


y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,


su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres,


su caridad es constante sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado al verlo se irritará,


rechinará los dientes hasta consumirse,
la ambición del malvado fracasará.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo,
Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

ANTÍFONA 1: Francisco, varón católico y todo apostólico, enviado con la buena


noticia de la paz.

ANTÍFONA 2: En sus días sostuvo la casa de Dios y reparó el templo.


SALMO 147:
Glorifica al Señor Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sion:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti,
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,


y su palabra corre veloz,
manda la nieve como lana,
esparce le escarcha como ceniza.

Hace caer el hilo como migajas,


y con el frio congela las aguas.
Envía una orden y se derriten,
sopla su aliento y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,


sus decretos y mandatos a Israel.
Con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

ANTÍFONA 2: En sus días sostuvo la casa de Dios y reparó el templo,


MONITOR: El Señor Dios Todopoderoso, obró señales del cielo y de la tierra, en su
siervo Francisco de Asís, con las cuales nos ha beneficiado a todos. Revivirlas hoy
y celebrarlas, nos ayuda a tener presente la salvación que nos ofrece la profesión
de la vida evangélica de Nuestro Señor Jesucristo. San Francisco celebró su muerte
al marco de la Eucaristía y de la Fraternidad. Había vivido contemplando con los
ojos de la carne y del espíritu, el Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor, formando y
reuniendo en torno a él a sus hermanos y enseñándoles la verdadera fe y unidad.
Por eso, antes de morir, tiene presente a Jesucristo, Siervo entregado por nosotros
y Pan de vida eterna, que nos une en el mandamiento de la caridad fraterna.

NARRADOR: Como los hermanos lloraban muy amargamente y se lamentaban


inconsolables, ordenó el padre santo que le trajesen un pan, ordenando asimismo
que llevasen el códice de los Evangelios; pidió que le leyeran el Evangelio según
San Juan, desde el lugar que comienza: Antes de la fiesta de la Pascua se acordaba
de aquella sacratísima cena, aquella última que el Señor celebró con sus discípulos.
Todo esto lo hizo, en efecto, en memoria venerada de aquella, y para poner de
manifiesto el afecto de amor que profesaba a sus hermanos.

EVANGELIO.

MONITOR: Nos ponemos de pie para escuchar la proclamación del Evangelio


(mientras el turiferario y naviterario presentan el incensario al Presidente y se
disponen los ciriales como se acostumbra en la misa).

PRESIDENTE: Proclamación del Evangelio según San Juan (Jn 13, 1-17).

TODOS: Gloria a ti Señor.

Sabiendo Jesús que había llegado la hora de su tránsito de este mundo al Padre, y
habiendo amado a los suyos que vivían en el mundo, los amó hasta el fin. Y así,
acabada la cena, cuando ya el diablo había sugerido en el corazón de Judas, hijo
de Simón Iscariote, el designio de entregarle, Jesús que sabía que el Padre le había
puesto todas las cosas en sus manos, y que, como era venido de Dios, a Dios volvía,
se levantó de la mesa y se quitó los vestidos, y habiendo tomado una talla se la
ciñó. Echó después agua en un lebrillo, y se puso a lavar los pies de sus discípulos
y a limpiarlos con la toalla que se había ceñido. Viene, pues, a Simón Pedro, y Pedro
le dice: ¡Señor!, ¿Tú lavarme a mí los pies? Jesús le dijo: lo que Yo hago, tú no lo
entiendes ahora, lo entenderás después. Dijo Pedro: Jamás me lavarás Tú a mí los
pies. Le respondió Jesús: Si Yo no te lavo, no tendrás parte conmigo. Dijo Simón
Pedro: Señor, no solamente mis pies, sino las manos también y la cabeza. Jesús le
dijo: el que acaba de lavarse no necesita lavarse más que los pies, estando, como
está, limpio todo lo demás. Y ustedes limpios ya están, aunque no todos. Pues como
sabía quién era el que le había de traicionar, por eso dijo: no todos están limpios.

Después de haberles lavado los pies y tomar otra vez su vestido, puesto de nuevo
a la mesa, les dijo: ¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me
llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si Yo, que soy el Maestro
y Señor, les he lavado los pies, deben pues, lavarse los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo les he dado para que, pensando lo que Yo he hecho con ustedes,
así lo hagan también. En verdad les digo, que no es el siervo más que su amo, ni
tampoco el enviado mayor que aquel que lo envió. Y añadió, si comprenden estas
cosas serán bienaventurados cuando las practiquen.

PRESIDENTE: Palabra del Señor.

TODOS: Gloria a Ti Señor Jesús.

SE DICE HOMILÍA.

BENDICIÓN DEL PAN DE SAN FRANCISCO.


DESPUÉS DE LA HOMILÍA, ALGUNOS MIEMBROS DE LA OFS PRESENTAN EL PAN QUE SERÁ
BENDECIDO PARA REPARTIR ENTRE LOS FIELES.

PRESIDENTE: Oremos:
Señor, Dios Misericordioso y salvador, que nos congregas en torno a tu Hijo
Jesucristo, Pan Vivo bajado del cielo y Pan de vida eterna, dígnate bendecir estos
panes que te presentamos unidos en amor fraterno y en memoria de la vida y
enseñanza de tu siervo san Francisco, para que sea digno de nuestra comunión
contigo, sostenida por la vida y los ejemplo de tu Hijo Jesucristo y guiada por la
inspiración que diste a nuestro Seráfico Padre. Por Jesucristo Nuestro Señor,
TODOS: Amén.

NARRADOR: Así que los pocos instantes que faltaban para su tránsito, los empleó
en la alabanza, animando a sus amadísimos hermanos a alabar con él a Cristo.
Conociendo que la muerte estaba muy cercana, llamó a dos hermanos e hijos suyos
preferidos y les mandó que, espiritualmente gozosos, cantaran en alta voz las
alabanzas del Señor por la muerte que se avecinaba, o más bien, por la vida que
era tan inminente. Invitaba también a todas las criaturas a alabar a Dios, y con unas
estrofas que había compuesto anteriormente exhortaba a amar a Dios. Aun a la
muerte misma terrible y antipática para todos, exhortaba a la alabanza, y saliendo
con gozo a su encuentro, la invitaba a hospedarse en su casa. Bienvenida sea –
decía - mi hermana muerte.
MONITOR: Acogiendo hermanos, esta invitación de nuestro Padre san Francisco,
entonemos todos juntos el Cántico del Hermano Sol. Todos de pie para alabar al
Señor (Se semi entona el cántico)

CÁNTICO DE LAS CRIATURAS:


Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,


especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,


en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,


y por el aire y el nublado y el sereno y todo el tiempo,
por cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,


la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,


la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.

Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,


y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,


porque por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,


de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
porque la muerte segunda no les hará mal.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!
¡Bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad!

Load y bendecid a mi Señor,


y dadle gracias y servidle con gran humildad.

MONITOR: Pueden sentarse. San Francisco siempre tuvo presente la realidad de


la muerte, desde que se convirtió al Señor y vivió en penitencia. Su voluntad y deseo
fue entregarse total y definitivamente al Señor Dios al momento de morir, sabía que
una buena muerte es un hecho final importante en un largo proceso de conversión
continua. Teniendo vivos los hechos que estamos celebrando y su ejemplo,
dispongámonos a recordar con toda reverencia el momento de la muerte de
Nuestro. Seráfico Padre.

NARRADOR: Acercándose por fin el momento de su tránsito, hizo llamar a su


presencia a todos los hermanos que estaban en el lugar. En Santa Maria de la
Porciúncula, donde tuvo el primer conocimiento de las cosas sobrenaturales y le fue
infundida la unción de la salvación; ahí conociendo claramente por primera vez el
camino de la verdad y ahí deseo vivamente morir. Tratando de suavizar con
palabras de consuelo el dolor que pudieran sentir los hermanos ante su muerte, los
exhortó con paterno afecto al amor de Dios. Después se prolongó hablándoles de
la guarda de la paciencia de la pobreza y de la fidelidad a la santa Iglesia romana,
insistiéndoles en anteponer la observancia del Santo Evangelio a todas las otras
normas. Extendió sobre ellos las manos, poniendo los brazos en forma de cruz por
el amor que siempre profeso a esta señal, y, en virtud y nombre del Crucificado,
bendijo a todos los hermanos tanto presentes como ausentes. También a todos los
que había de venir después de ellos hasta el fin de los siglos. Alza después el Santo
las manos al cielo y canta a su Cristo porque exonerado ya de todas las cosas se
va libre a él y prorrumpió como pudo en este salmo:

MONITOR: Todos se ponen de pie. (Se canta la antífona y el salmo).

ANTÍFONA 3: ¡Oh santísima alma, a cuyo tránsito acuden los beatos del cielo y
exultan los coros de los ángeles; y la Trinidad gloriosa te invita diciendo: permanece
con nosotros para siempre!

SALMO 141:
A voz en grito clamo al Señor,
a voz en grito suplico al Señor.
desahogo ante él mis afanes,
expongo ante él mi angustia,
mientras me va faltando el aliento.

Pero Tú conoces mis senderos,


y que el camino por donde avanzo,
me han tendido una trampa.

Mira a la derecha, fíjate,


nadie me hace caso;
no tengo a donde huir.
nadie mira por mi vida.

A ti grito Señor, te digo:


Tú eres mi refugio y mi lote,
en el país de la vida.

Atiende a mis clamores,


que estoy agotado;
líbrame de mis perseguidores,
que son más fuertes que yo.

Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu nombre.
Me rodearán los justos,
cuando me devuelvas tu favor.

Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo,


Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

REPRESENTACIÓN DE LA MUERTE DE NTRO. SERÁFICO PADRE.

AL TERMINAR DE CANTAR EL SALMO, LA IMAGEN YACENTE DE SAN FRANCISCO ES CUBIERTA


CON EL PAÑO CENICIENTO QUE PIDIÓ A FRAY JACOBA. SEENCIENDEN LO CUATRO CIRIOS
ALREDEDOR DE LA IMAGEN Y SE APAGA LA LUZ DEL TEMPLO.

NARRADOR: Llegó por fin la hora, y, cumplidos en él todos los misterios de Cristo,
voló felizmente a Dios. Se desprendió de la carne aquella alma santísima y el cuerpo
se durmió en el Señor. Es un sentimiento filial participar de su gozo, porque él no
está muerto, sino que partió hacia la patria del cielo.
(Todos oran en silencio, mientras es incensada la imagen por el Presidente.
Mientras es incensada la imagen se canta la antífona siguiente: Después el
Presidente se dirige a la sede).

ANTÍFONA 3: ¡Oh santísima alma, a cuyo tránsito acuden los beatos del cielo y
exultan los coros de los ángeles; y la Trinidad gloriosa te invita diciendo: permanece
con nosotros para siempre!

MONITOR: Ahora hermano, después de recordar la muerte de nuestro Padre


Francisco, contemplemos las maravillas de Dios obradas en la vida de su siervo y
ratificadas en la muerte. Veamos y sepamos que las obras salvíficas de Dios
permanecen con nosotros y se cantan para siempre.

NARRADOR: Os anuncio una grande alegría, un milagro extraordinario. No se ha


oído jamás en el mundo un portento similar, excepto en el Hijo de Dios, que es Cristo
el Señor. Algún tiempo antes de su muerte, nuestro hermano y padre apareció
crucificado, llevando impresas en su cuerpo las cinco llagas, que son
verdaderamente los estigmas de Cristo. A la vista de todos resplandecía tan
maravillosa belleza; su carne, antes morena, ahora resplandecía en blancura; su
hermosura venía a ser garantía del premio de la feliz resurrección. Pero era
sorprendente contemplar, en el centro de manos y pies, no vestigios de clavos, sino
los clavos mismos y el costado derecho, tinto en sangre.

(Después de esto, la imagen de san Francisco se descubre, se encienden todas las


luces, y todos de pie entonen el Magníficat).

ANTÍFONA 4: Loado y bendito seas Tú, Señor Dios Nuestro, que nos has confiado
a nosotros, indignos, tan precioso depósito. Gloria y alabanza a Ti Trinidad Inefable.
A ti Padre Francisco, dignísimo, te bendecimos. A Ti a quien bendijo el Altísimo.
Que es siempre Dios bendito sobre todas las cosas.

MAGNIFICAT.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el poderoso ha hecho


obras grandes por mí.
Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón Derriba del trono
a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia.
Como la había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su
descendencia para siempre.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo,
Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.
ANTÍFONA 4: Loado y bendito seas Tú, Señor Dios Nuestro, que nos has confiado
a nosotros, indignos, tan precioso depósito. Gloria y alabanza a Ti Trinidad Inefable.
A ti Padre Francisco, dignísimo. bendecimos. A Ti a quien bendijo el Altísimo. Que
es siempre Dios bendito sobre todas las cosas.

PRECES.

PRESIDENTE: Invoquemos, hermanos, a Dios Padre, fuente de toda santidad que,


por la intercesión y ejemplo de nuestro Padre san Francisco, nos guie por el camino
de la santidad, y digámosle:

Escúchanos Señor.

+ Padre Santo, que hiciste a tu siervo Francisco imitador perfecto de tu Hijo,


- haz que nosotros siguiendo sus huellas, observemos fielmente el Evangelio de
Cristo.

+ Padre de bondad, guía nuestros pasos por el camino de la paz, siguiendo el


ejemplo de San Francisco,
- para que, con sincero corazón, vivamos en obediencia, sin propio y en castidad.
+ Padre altísimo y omnipotente, que dispersas a los soberbios de corazón y
enalteces a los humildes,
- concédenos imitar a Nuestro Seráfico Padre en la virtud de la humildad.
+ Padre de amor y de misericordia, que marcaste con las señales de la pasión de
tu Hijo a tu siervo Francisco,
-concédenos gloriarnos siempre de la cruz de Cristo.
+ Padre indulgente, que por las súplicas de Nuestro Padre san Francisco otorgaste
el perdón a los pecadores,
-muestra tu rostro a nuestros hermanos difuntos.
PRESIDENTE: llamados por el señor, y unidos como hermanos, bajo el ejemplo de
san Francisco de Asís, dirijámonos a Nuestro Padre cantando.
ORACIÓN FINAL: Dios todopoderoso, que otorgaste a nuestro Padre san Francisco
de Asís, la gracia de asemejarse a Cristo por la humildad y la pobreza, concédenos
caminar tras sus huellas, para que podamos seguir a tu Hijo, Nuestro Señor
Jesucristo y entregarnos a Ti con amor jubiloso. Por Jesucristo nuestro Señor.
TODOS: Amén.

BENDICIÓN FINAL.
SE IMPARTE LA BENDICIÓN CON LA RELIQUIA EXPUETA.

P. El Señor esté con todos ustedes.


T. Y con tu espíritu.
P. El Señor les bendiga y le guarde.
T. Amén.
P. Se vuelva hacia ustedes y les conceda la paz.
T. Amén.
P. Les muestre su rostro y tenga misericordia de ustedes.
T. Amén.
P. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda
sobre ustedes y permanezca para siempre.
T. Amén.
P. Vayamos en paz, nuestra celebración ha terminado.
T. Demos gracias a Dios.

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