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Ma Jose Acosta Espitia 11°

FILOSOFÍA DE LA ILUSTRACIÓN
También conocida como Siglo de las Luces o Ilustración, esta época supuso una
ruptura con la tradición anterior y con la superstición y tiranía de la edad media, y una
apuesta por la razón y el conocimiento humanos, como única vía de salir de la
ignorancia.

El ser humano se sitúa, así, en el centro del universo y es el único amo de su destino.
La Revolución Francesa de 1789, favorecida por las ideas ilustradas, simboliza la
ruptura con la monarquía del medievo y el inicia de una nueva época, regida por los
principios de libertad, igualdad y fraternidad.

El filósofo alemán Immanuel Kant, en su obra ¿Qué es la ilustración?, define este


movimiento de la siguiente forma:
“… el abandono del hombre de una infancia mental de la que él mismo es culpable.
Infancia es la incapacidad de usar la razón sin la guía de otra persona”.
Los términos Ilustración e Iluminismo son sinónimos, si bien el primero es el más usado.
El término iluminismo procede del Siécle des Lumières, Siglo de las Luces en español,
que, al mismo tiempo, derivaba del inglés, Enlightenment y del alemán Aufklärung.
El iluminismo supone una auténtica revolución cultural, política y filosófica en Occidente y
se extiende hasta el siglo XIX.

características de la filosofía iluminista:


1. Fe absoluta en el poder de la razón
La filosofía iluminista apuesta por la razón humana, como único camino para salir de la
ignorancia y por el pensamiento crítico frente a la superstición e incluso la religión,
poniéndose en tela de juicio cualquier tipo de privilegio, ya sea de orden social o político.
La Revolución Francesa es un ejemplo de esto. La duda metódica de Descartes, es un
símbolo de esta nueva actitud crítica propia de la época ilustrada.
2. Mecanicismo
El mecanicismo es otra de las características de la filosofía iluminista. Isaac
Newton descubrió una serie de leyes que rigen la naturaleza. Ya no es necesario recurrir
a Dios ni a causas sobrenaturales. El mundo y la naturaleza, pueden explicarse a partir de
causas mecánicas, y estas causas pueden conocerse.
3. Enciclopedismo
El conocimiento es poder, decía Francis Bacon, y esta frase se convierte en el lema
del movimiento iluminista. Con la enciclopedia se pretende recoger y publicar todo el
saber de la humanidad, a fin de divulgar el conocimiento y salir de la ignorancia. En el
enciclopedismo es la recolección y publicación del conocimiento de la humanidad sobre
un tema o sobre todos los temas en general. El objetivo del enciclopedismo es divulgar el
saber y erradicar la ignorancia.
Ejemplos: Enciclopedia razonada de las ciencias y de las artes de Diderot y
D’Alembert (Encyclopédie raisonée des Sciences et des Artes) y Diccionario
Filosófico de Voltaire. (Dictionnaire philosophique).
4. Optimismo e ideal de progreso
El conocimiento humano es ilimitado y gracias a él, es posible transformar la
naturaleza y dominarla. Las investigaciones científicas, apoyadas ahora en la razón y no
en la superstición, favoreció el progreso de una forma, nunca vista hasta el momento.
Empezaba la verdadera historia del ser humano, que esta vez, es más optimista con
respecto a las posibilidades de las sociedades y de la humanidad, ya que, gracias al
conocimiento, llegaría a ser feliz.
5. Antropocentrismo
El antropocentrismo es otra de las principales características de la filosofía iluminista.
El ser humano y su razón son el centro del pensamiento filosófico, frente a la época
medieval, en la que era Dios el protagonista y el centro del debate filosófico. Se recupera
el lema sofista, al fin y al cabo, fueron los primeros ilustrados, del ser humano es la
medida de todas las cosas.
Sin llegar a desaparecer del todo, la religión se ve relegada a un segundo plano. Ya no
es la dueña y señora de la moral y la vida del ser humano ya no se somete a ella. Su
función política, merma ante el brutal ascenso de la razón.
6. Bondad natural del ser humano
Rousseau, uno de los filósofos más importantes de la Ilustración, defiende en Emilio o
de la Educación y en el Contrato Social, sostiene que el ser humano y es bueno por
naturaleza. El bien universal es posible si se partiendo de esta premisa. Si el ser humano
es bueno por naturaleza a través de la educación, es posible desarrollar todo su potencial
y construir una sociedad regida por la razón.
7. Liberalismo
El filósofo inglés John Locke fue un filósofo inglés establece los derechos naturales del
ser humano: libertad, propiedad privada y felicidad, y defiende el liberalismo, como
garante de las libertades individuales. Es el fin de las monarquías absolutas y las
decisiones políticas las tomas el parlamento, el cual es elegido de forma democrática.
Apuesta por el no intervencionismo del Estado, ya que entra dentro del ámbito privado y
solo ha de limitarse a los asuntos públicos.
8. Universalismo
Partiendo de la base de que hay una razón común a todos los hombres, los pensadores
ilustrados, tienen una actitud cosmopolita, y se interesan por las culturas y lenguas
extranjeras. La utopía de un gobierno colectivo empieza a verse como una posible
realidad.
VOLTAIRE
Voltaire ganó fama de sus intensas polémicas en relación con la Iglesia. La
religión para nuestro protagonista era sinónimo de superstición y fanatismo. El
asunto de Jean Calas de 1762 le hizo escribir su famoso Tratado sobre la
tolerancia (1763). Calas era un comerciante protestante de Toulouse que fue
condenado a muerte porque fue acusado de haber asesinado a su hijo que quería
convertirse al catolicismo. Años después fue rehabilitado, así como su memoria, al
demostrarse su inocencia. En la obra realizó una incisiva y dura crítica contra el
clero. Pero, aunque Voltaire fustigó a la Iglesia y su poder no dejó nunca de ser
deísta, es decir, defensor de la religión natural, desde un acusado pragmatismo,
ya que tendría una utilidad social. Las personas que creían en Dios serían más
honradas
En materia política, Voltaire fue un admirador del sistema político británico, como
se puede comprobar en sus Cartas Filosóficas o Cartas inglesas (1743). Sus
escritos ayudaron a difundir en Francia y Europa la imagen de una Inglaterra con
libertades. Pero, curiosamente, Voltaire era defensor de gobiernos fuertes frente a
las pretensiones de los poderes medios franceses, canalizados a través de las
demandas de los parlamentarios. No veía con malos ojos la existencia de la
monarquía absoluta, aunque debía ser respetuosa con las libertades civiles, algo
muy complicado y contradictorio. Era muy crítico con las arbitrariedades de los
príncipes y abogaba por que aceptasen el consejo de ministros ilustrados, en una
suerte de despotismo ilustrado. Algunas de las ideas políticas de Voltaire pueden
rastrearse en su obra El siglo de Luis XIV (1751).  La época del rey Sol sería una
de las etapas brillantes de la historia de la civilización, una edad de oro impulsada
por un monarca que había sabido rodearse de eficaces colaboradores.
En cuestiones socioeconómicas, Voltaire era defensor claro de la propiedad
privada. Era un rico propietario, entusiasmado con las finanzas. En su obra El
mundano (1736) hizo un elogio del lujo. Voltaire nunca creyó en la igualdad,
definida en su Diccionario Filosófico (1764), como algo natural pero quimérico, sin
que se plantease como derecho natural. Una cuestión era criticar los excesos del
poder monárquico o a la Iglesia Católica por defender el fanatismo y la
intolerancia, y otra muy distinta era abogar por la causa de los desfavorecidos.
Voltaire nunca se destacó por desarrollar sensibilidad social alguna. Ni tan siquiera
compartió la fe en la educación de la Ilustración para elevar la situación del
pueblo, aunque fuera con argumentos utilitarios en favor del progreso y el
engrandecimiento de la comunidad y del Estado. Para Voltaire era imposible que
el “populacho” razonase. En relación con la esclavitud le preocupaba más el trato
que recibían los esclavos que el principio en sí, aunque se felicitó cuando los
cuáqueros de Pensilvania liberaron a sus esclavos en 1769.
Pero también es cierto que no se sentía aprecio tampoco por la nobleza. Se
encontraba a gusto en el seno de la alta burguesía. En este sentido, siempre
defendió reformas económicas conducentes a mejorar la economía y el Estado en
una línea que luego el liberalismo moderado podría adoptar, como serían la
unidad legislativa, los procedimientos judiciales más justos y eficaces, el fin de las
aduanas interiores y una nueva fiscalidad.
En conclusión, las ideas de Voltaire fueron muy críticas con aspectos
fundamentales del Antiguo Régimen, especialmente en relación con la Iglesia, por
lo que ha pasado al imaginario general, pero no planteó una clara y articulada
alternativa a esas estructuras.

ROUSSEAU
Jean-Jacques Rousseau nació en Ginebra en 1712. Fue uno de los pensadores
claves del Siglo de las Luces, de la Ilustración. Eso sí, Rousseau no es el típico
ilustrado, de él emergen valores que serán claves en el Romanticismo posterior: la
razón como causa de la corrupción humana. Rousseau pensaba que el hombre es
bueno por naturaleza, pero que actúa mal forzado por la sociedad que le
corrompe. Da primacía al sentimiento natural, no a la razón ilustrada, y ese será el
germen del Romanticismo. Sus obras más importantes son "Emilio" y "Contrato
Social".

El hombre natural
Rousseau habla de un estado natural del hombre, el que vive en estado de
naturaleza, en el que es un habla y comprensión, sin preocupaciones y sin razón,
sin lenguaje y sin hogar, ajeno a toda guerra y toda atadura. Este ser se movía por
dos impulsos básicos: el amor a sí mismo y la compasión. Es un ser inocente,
como un niño pequeño. No hay separación entre lo que es y lo que parece. Define
al hombre como un buen salvaje, un hombre primitivo que vive en paz y armonía
con la naturaleza.
El hombre histórico
El hombre contemporáneo es distinto. Según Rousseau es un hombre histórico,
un hombre que ha perdido la bondad original. Es un ser vil, egoísta, depravado,
lleno de odio. Es un ser degenerado. Pero este hombre histórico no puede mostrar
públicamente su degeneración: ha de enmascarar, de ocultar, su vileza, su
egoísmo y sus pasiones. Por ello adopta un comportamiento social: la cortesía, la
retórica, la técnica de las apariencias, todo aquello de que se preocupan las
ciencias y las artes, todo lo que nos sirve para enmascarar temores, odios,
traiciones, todo esto que adoptamos para esconder nuestra maldad es la
educación. Esta máscara que adoptamos es, además, doblemente odiosa ya que
evita reconocer la degeneración e imposibilita la regeneración del ser humano.
Todo este proceso de degeneración se lleva a cabo a raíz de la aparición de dos
factores que no tienen presencia en un idealizado Estado de Naturaleza: la
riqueza y el poder. El lograr ejercer paz a través de más violenta haciendo todo un
bucle que parece infinito.

El contrato social
Como no se puede volver al pasado natural del hombre, Rousseau propone el
contrato social entre el individuo y la sociedad, con el fin de armonizar la
convivencia humana. Esta es la única posibilidad de regeneración moral. Sin duda,
su aportación más importante para los inicios de la Revolución Francesa, fue “El
contrato social”, en la que abordó la soberanía de la voluntad del pueblo, la
libertad, la democracia y la República como forma de gobierno.
El contrato social
Los hombres se asocian y ponen su persona y todo su poder bajo la dirección de
la voluntad general. A cambio, cada miembro es acogido como parte indivisible del
todo. Así, el pacto social representa el reconocimiento de que lo universal es más
importante que lo particular, se antepone la justicia al instinto, lo social sobre lo
natural. Obedecer la voluntad general es ser libre, es obedecernos a nosotros
mismos. Con esto se pasa al tercer estado en la evolución humana: el hombre
civil. Este hombre, aunque no puede volver al estado ideal de naturaleza original,
puede recuperar y regenerar parte del bien, de la felicidad y de las libertades
pasadas.
Diferencias entre estado natural y estado civilizado
Las diferencias entre estos dos estados son las siguientes: la libertad natural sólo
es limitada por la fuerza de cada hombre y el estado civilizado se ve limitado por
las fuerzas de demasiados con los que debe convivir en armonía con todos los
individuos de la sociedad.
Diferencia entre voluntad general y voluntad de todos
Ahora bien, la voluntad general debe ser la voluntad del pueblo, debe ser la
soberana. Su objetivo es el bien común de la sociedad. La voluntad general no es,
ni mucho menos, la suma de las voluntades individuales, esta suma sería la
voluntad de todos. La voluntad de todos atiende al interés particular y derriba los
cimientos del contrato social. La voluntad general es la de los ciudadanos reunidos
en asamblea: una democracia directa.

Teoría de la educación
Esta teoría está expuesta magníficamente en la obra "Emilio o sobre la
educación". En esta obra Rousseau nos hace una construcción ideal, un modelo
utópico de cómo deben ser las condiciones educativas del niño (Emilio) y de la
niña (Sofía, futura esposa de Emilio). Para Rousseau la educación tradicional
oprime y destruye la orientación natural del ser humano. Los hombres nacen libres
y buenos pero la educación va anulando su libertad progresivamente. Lo ideal es
una educación que conduzca al desarrollo natural del niño. La educación
tradicional basada en los libros y la memorización es artificial y repetitiva. El niño
debe aprender por sí mismo, aprender a pensar e interactuar en contacto directo
con las cosas y con la naturaleza. La educación tiene como objetivo formar un
hombre libre, el desarrollo de la intuición y del sentimiento. La moralidad se
fundamenta en sentimientos naturales como el amor, sentimientos que la
educación ha de potenciar. Si esto fuera así, aparecería el ciudadano, un ser
humano que tendría sus raíces en la bondad de la naturaleza humana. "el hombre
nace bondadoso pero la sociedad lo corrompe" (Su pedagogía influyó en
Pestalozzi)

MONTESQUIEU
Principales aportaciones de Montesquieu
La principal aportación de Montesquieu ha sido su propuesta de separación de
poderes, y de hecho, todos los sistemas democráticos han adoptado este modelo,
constituyendo la propia esencia de la democracia. Por otro lado, Montesquieu hace una
defensa de la libertad religiosa y del estudio empírico de la realidad.
En el desarrollo de su pensamiento fue determinante su viaje a Inglaterra, donde pudo
observar las grandes diferencias que existían entre el modelo de monarquía
constitucional de este país, por el que sentía un gran respeto, y el sistema absolutista
francés, al que se dirige buena parte de su crítica. De hecho, el sistema inglés tras la
llegada de la monarquía constitucional, influyó directamente en su teoría de la separación
de poderes, un sistema, que, para Montesquieu, era infinitamente mejor que la monarquía
absolutista de Francia.
Además, Montesquieu fue miembro de la Academia de Burdeos, donde presentó algunas
teorías sobre las glándulas suprarrenales y la gravedad.
Montesquieu ha sido determinante en la evolución del Liberalismo moderno, y no en
vano, se considera, junto a John Locke, uno de sus fundadores. El filósofo apostará por
una separación de la iglesia y el estado y adecuar el pensamiento religioso con los
intereses de las sociedades democráticas, una auténtica revolución en el terreno político.
El francés hará una dura crítica al despotismo de la época, hasta el punto de darle un
nuevo significado a la palabra, asociándola con términos como miedo, violencia,
aislamiento y pobreza, lo cual tuvo una gran repercusión en el mundo intelectual y político,
y desencadenaron cambios muy importantes en todo el mundo.
Otra de sus aportaciones son sus trabajos sobre la naturaleza y la libertad, planteando
que existía la misma libertad en la Monarquía que en la República, una proposición no
exenta de polémica, si bien es cierto que ha contribuido a entender mejor el liberalismo.
También defenderá, Montesquieu, que las leyes han de depender de la naturaleza de un
pueblo y de sus habitantes, como puede ser el clima, el tamaño, las tradiciones religiosas,
las estructuras sociales...

El Espíritu de las Leyes, la aportación más importante de Montesquieu


El Espíritu de las Leyes, es la obra más importante de Montesquieu, y aquí, reflexiona el
autor, sobre los distintos modelos de poder existentes en las sociedades, concluyendo,
que la separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, constituye la forma
perfecta de administrar un Estado, siendo la ley, el elemento más importante del mismo.
La obra fue publicada en 1748, siendo víctima de los ataques de la Iglesia católica, que
inmediatamente lo cataloga de libro prohibido, pero al mismo fue muy bien recibida por los
pensadores ilustrados, que pueden ver en la misma un verdadero punto de inflexión, un
antes y un después en la manera de entender la política y el gobierno.
La obra va más allá de la separación de poderes para desarrollar toda una teoría del
gobierno, afirmando que tanto su estructura como las leyes, dependen de las
características propias de un país, en función de sus condiciones socio-económicas, de
su cultura. Solo de esta manera, es posible constituir un sistema político firme.
El filósofo va a hacer en esta obra una defensa de la separación de poderes: legislativo,
ejecutivo y judicial, de manera que el poder no fuera ostentado por los mismos y lograr un
equilibrio que favoreciera a todas las partes.
En cuanto a los distintos modelos de gobierno, Montesquieu, propone tres principalmente:
1. República: demócratas o aristócratas
2. Monarquía democrática
3. Despotismo
Las dos primeras serían legítimas, mientras que la última sería una forma ilegítima de
gobierno, si bien es cierto que, para el filósofo, existe una delgada línea entre la segunda
y la tercera, idea que recoge al afirmar:
...” los ríos corren a fundirse en el mar; las monarquías van a perderse en el
despotismo” ...
Estos tres sistemas habrían de regirse por una serie de principios diferentes:
1. La virtud política, fundamental en la República
2. El honor, esencial en la Monarquía

3. El temor, crucial en el Despotismo

DIDEROT
En 1746, la publicación de sus Pensamientos filosóficos, en los que proclama su deísmo
naturalista, le acarreó la condena del Parlamento de París. Ese mismo año entró en
contacto con el editor Le Breton, quien le encargó la dirección, compartida
con D'Alembert, de la Enciclopedia. Durante más de veinte años, Diderot dedicó sus
energías a hacer realidad la que fue, sin duda, la obra más emblemática de la Ilustración,
a la cual contribuyó con la redacción de más de mil artículos y, sobre todo, con sus
esfuerzos por superar las múltiples dificultades con que tropezó el proyecto.
En 1749, la aparición de su Carta sobre los ciegos para uso de los que pueden ver le valió
ser encarcelado durante un mes en Vincennes por «libertinaje intelectual», a causa del
tono escéptico del texto y sus tesis agnósticas; en la cárcel recibió la visita de Rousseau,
a quien conocía desde 1742 y que en 1758 acabó por distanciarse de él.
En 1750 apareció el prospecto divulgador destinado a captar suscriptores para la
Enciclopedia, redactado por Diderot; pero en enero de 1752 el Consejo Real prohibió que
continuara la publicación de la obra, cuando ya habían aparecido los dos primeros
volúmenes, aunque la intercesión de Madame de Pompadour facilitó la revocación tácita
del decreto.
En 1759 el Parlamento de París, sumándose a la condena de la Santa Sede, ordenó una
nueva suspensión; D'Alembert, intimidado, abandonó la empresa, pero el apoyo
de Malesherbes permitió que la impresión prosiguiera oficiosamente. En 1764, Diderot
comprobó que el editor censuraba sus escritos; tras conseguir que los diez últimos
volúmenes del texto se publicaran en 1765, abandonó las responsabilidades de la edición.
Inició entonces un período de intensa producción literaria, que había dado ya frutos
notables durante sus años de dedicación al proyecto enciclopédico. A finales de 1753
habían aparecido sus Pensamientos sobre la interpretación de la naturaleza, donde
proclamaba la superioridad de la filosofía experimental sobre el racionalismo cartesiano.
Lo más notable de su producción lo integraron obras que permanecieron inéditas hasta
después de su muerte, aunque fueron conocidas por sus amigos. Entre ellas destacan,
sobre todo, dos novelas filosóficas: La religiosa y Jacques el fatalista, así como el
magistral diálogo El sobrino de Rameau, traducido al alemán por Goethe en 1805.

D´ALEMBERT

Impulso por mejorar la sociedad

Durante sus investigaciones, D’Alembert tenía una vida social muy activa. El científico
francés solía frecuentar salones de conversación, en los cuales se desenvolvía con
soltura.

Como sus pares, pensadores, escritores y científicos que trabajan y creían en la


soberanía de la razón y la naturaleza, D’Alembert se dedicó a mejorar la sociedad en la
que vivió.

D’Alembert era considerado un pensador racionalista. Es decir, se oponía a la religión y


defendía la oposición y la discusión de las ideas; también perseguía la idea de una
monarquía liberal con un rey ilustrado. Su deseo era vivir en una aristocracia intelectual.

Jean D’Alembert también creía en la necesidad de convertir al hombre en un ser


autosuficiente, para lo cual promulgó una nueva moral y ética que reemplazara a los
preceptos cristianos. La ciencia como la única y verdadera fuente de conocimiento debía
ser difundida para el beneficio de la gente.

Enciclopedia

En la persecución de sus ideales, D’Alembert se asoció con los escritores de


la Enciclopedia en 1746. Cuando la idea de una traducción al francés de
la Cyclopaedie inglesa de Efraín Chambers fue reemplazada por un trabajo original bajo la
edición general del filósofo Denis Diderot, Jean D’Alembert se convirtió en editor de los
artículos matemáticos y científicos.

D’Alembert no solo ayudó en la edición y contribución de los artículos de otras materias,


sino que también buscó apoyo de círculos influyentes para así financiar su empresa.

Así mismo, escribió su Discurso preliminar de la enciclopedia, el cual presentó en 1751.


Este esfuerzo es considerado como un intento importante por presentar una visión
unificada del conocimiento contemporáneo.

Razón sobre religión

D’Alembert era un fiero escéptico, y apoyó la hostilidad de los filósofos racionalistas


contra el cristianismo. La expulsión de los Jesuitas de Francia motivó a D’Alembert a
escribir el artículo Sobre la destrucción de los jesuitas en Francia en 1766.

En este texto el filósofo francés intentó demostrar que los jesuitas, a pesar de su valor
como educadores e investigadores, se destruyeron a sí mismos al desear el poder sobre
todas las cosas.

Legado

Jean D’Alembert fue considerado en su tiempo un pensador comparable a Voltaire. A


pesar de sus aportes a la matemática, la timidez de D’Alembert sobre su trabajo filosófico
y literario lo alejó de la grandeza.

Es importante subrayar que la educación científica de D’Alembert le permitió elaborar una


filosofía de la ciencia. Inspirado por el ideal racionalista de la unidad del conocimiento,
D’Alembert estableció principios que hicieron posible la interconexión de varias ramas de
la ciencia.

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