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acción formativa
ULTRARRESUMEN
P
oner en marcha una acción formativa no solamente exige un
importantísimo momento de planificación, de programación, sino
además adaptarla a una serie de condicionantes contextuales, al
propio alumnado, a sus motivaciones y a su realidad laboral. Desde aquí el punto
de partida de este tema, el alumnado, del que conoceremos sus principales
características y estilos de aprendizaje para adentrarnos posteriormente en la
programación didáctica propiamente dicha con todos sus componentes.
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Tema 2. Programando una acción formativa
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Tema 2. Programando una acción formativa
PARTE 1. EL ALUMNADO
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Tema 2. Programando una acción formativa
1. LA PERSONA ADULTA Y LOS PROCESOS DE FORMACIÓN
No es posible realizar una programación didáctica sin tomar como punto de partida
el elemento central del proceso de enseñanza-aprendizaje: el alumnado. Es por ello por
lo que iniciamos este tema profundizando en las características del alumnado para tomar
una sólida base sobre la que fundamentar la planificación didáctica.
Es el momento, pues, de determinar las características principales de la persona adulta
en procesos de formación y cómo éstas pueden influir en la adquisición de nuevos aprendizajes.
El ser humano está en constante evolución; tanto a nivel físico y psicológico, como
a nivel social y cultural va cambiando, madurando y desarrollándose continuamente, y
estos cambios van a incidir en la forma en que se va a enfrentar a los diferentes estímulos
educativos que se le vayan presentando.
Ser conscientes de estos cambios nos va a permitir adaptar la formación a las
características propias del adulto para incrementar la probabilidad de producir los cambios
deseados en los procesos de aprendizaje que estén en marcha en cada momento.
Pero antes de continuar, deberíamos tener en cuenta a quienes consideramos
personas adultas: en España se considera a una persona mayor de edad a partir de los 18
años, aunque la legislación laboral establece como edad para poder trabajar los 16 años.
Teniendo en cuenta estos dos criterios, nuestra sociedad establece como punto de corte
para incluir a las personas en el grupo de personas adultas el rango entre 16 y 18 años.
Aunque, sin duda, el nivel de maduración, los intereses, la facilidad de aprendizaje, etc.
de un individuo de 18 o 20 años nada tiene que ver con los de una persona de 65 o más.
A continuación vamos a describir algunas de las características de las personas
adultas haciendo una clasificación un poco forzada que tiene más que ver con una cuestión
didáctica que con una descripción real, dado que todas las variables que se comentan están
relacionadas entre sí y es difícil establecer los límites.
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NO PUEDES OLVIDARTE DE...
• Confeccionar los materiales didácticos adaptados a las capacidades visuales del
alumnado: el tamaño de la letra y del resto de estímulos educativos, el color
y el contraste de los textos, transparencias o diapositivas, la distancia entre el
alumno y el recurso didáctico.
• Modular el volumen y la entonación de los estímulos sonoros para adaptarlos a
las capacidades auditivas de los participantes.
• Establecer las condiciones físicas y ambientales (luz, temperatura, ruido) idóneas
para que no interfieran en el aprendizaje.
• Hacer accesibles las instalaciones para adaptarlas a las dificultades psicomotoras
o discapacidades que pueda tener el alumnado.
• Evitar la discriminación en función del género del alumnado por atribuir
diferencias en fortaleza física entre hombres y mujeres.
• Adaptar las actividades didácticas a las capacidades físicas y sensoriales de los
participantes.
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También podríamos considerar en este factor, aquellas acciones formativas
dirigidas a personas con retraso en el desarrollo y/o déficit intelectual, para
los cuales se requieren de formadores especializados en ese tipo de colectivo.
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Tema 2. Programando una acción formativa
persona en el proceso de formación sin convertir al individuo en cuestión
en punto de mira del resto de sus compañeros.
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• Responsabilidades familiares.
• Responsabilidades laborales.
• Responsabilidades sociales o políticas.
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• Evitar giros lingüísticos de difícil comprensión para ciertos grupos culturales y/o
étnicos.
• Ser respetuosos en nuestro lenguaje y en las ideas que expresamos, evitando
comentarios desacertados o bromas que puedan menospreciar a ciertos grupos
culturales y/o étnicos.
• Evitar en nuestro lenguaje y en nuestra conducta actitudes sexistas que generen
rivalidad o desigualdad entre géneros.
• Cuidar nuestro lenguaje, en especial con aquellas palabras o expresiones que
pudieran tener significados diferentes en función de la procedencia geográfica
de los participantes.
• Cuidar nuestra forma de hablar, vocalizando adecuadamente y construyendo
frases cortas y sencillas que dificulten lo menos posible la comprensión por parte
de personas cuya lengua sea diferente a la que se habla en el curso.
• Ser abiertos y tolerantes con las opciones políticas y religiosas de cada uno de
los participantes.
• Crear espacios de diálogo que permitan compartir costumbres y tradiciones que
enriquezcan a todos y cada uno de los participantes.
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Tema 2. Programando una acción formativa
En los próximos apartados, vamos a analizar la forma en que funcionan esos
activadores del aprendizaje y de qué manera podemos potenciarlos desde nuestra labor
docente para facilitar el aprendizaje en nuestro alumnado.
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Tema 2. Programando una acción formativa
Entrevista a Gardner en TVE. Año 2011.
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Tema 2. Programando una acción formativa
Yéndonos al fondo de la cuestión podemos decir que las investigaciones que él ha
realizado lo han apartado de las teorías tradicionales respecto de la inteligencia humana
que se basan en dos supuestos fundamentales: que la cognición humana es unitaria y que es
posible describir adecuadamente a los individuos como poseedores de una inteligencia única y
cuantificable. Al contrario, Gardner propone que la inteligencia se compone de varias “familias”
de inteligencias que se combinan en cada individuo de una forma muy personal y particular.
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En su libro Frames of Mind, publicado en 1983, Gardner presentó su teoría de las
inteligencias múltiples, que destaca su perspectiva multicultural respecto de la cognición
humana. Las inteligencias son lenguajes que hablan todas las personas y se encuentran
influenciadas en parte, por la cultura a la que cada una pertenece. Constituyen herramientas
que todos los seres humanos pueden utilizar para aprender, para resolver problemas y
para crear. A continuación, presentamos una breve descripción de las ocho inteligencias
enunciadas por Gardner:
• La inteligencia lingüística: consiste en la capacidad de pensar en palabras
y de utilizar el lenguaje para expresar y apreciar significados complejos. Los
escritores, los poetas, los periodistas, los oradores y los locutores presentan
altos niveles de inteligencia lingüística.
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Tema 2. Programando una acción formativa
• La inteligencia interpersonal: es la capacidad de comprender a los demás e
interactuar eficazmente con ellos. Resulta evidente en los docentes exitosos,
en los trabajadores sociales, en los actores o en los políticos. A medida que
la cultura occidental ha comenzado a reconocer la relación que existe entre
la mente y el cuerpo, también ha comenzado a valorar la importancia de
alcanzar la excelencia en el manejo de la conducta interpersonal.
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EL CONCEPTO
La inteligencia es la capacidad de asimilar, guardar, elaborar información
y utilizarla para resolver problemas, cosa que también son capaces de hacer los
animales e incluso los ordenadores. Pero el ser humano va más allá, desarrollando
una capacidad de iniciar, dirigir y controlar nuestras operaciones mentales y todas
las actividades que manejan información. Aprendemos, reconocemos, relacionamos,
mantenemos el equilibrio y muchas cosas más sin saber cómo lo hacemos. Pero
tenemos además la capacidad de integrar estas actividades mentales y de hacerlas
voluntarias, en definitiva de controlarlas, como ocurre con nuestra atención o con
el aprendizaje, que deja de ser automático como en los animales para focalizarlo
hacia determinados objetivos deseados.
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NO PUEDES OLVIDARTE DE...
• Evitar que nuestros cursos de formación se conviertan únicamente en programas
para memorizar teorías o programas de entrenamiento en procedimientos
estándar.
• Dotar al alumnado de habilidades para saber cuándo aplicar las teorías o cuándo
hacer correcciones, desviaciones o alteraciones de los procedimientos.
• Desarrollar procesos de enseñanza que permitan al alumnado generalizar el
aprendizaje a situaciones diferentes.
• Enseñar a nuestro alumnado a desarrollar su inteligencia siguiendo el modelo
basado en aprender a aprender.
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Tema 2. Programando una acción formativa
2. Autocontrol emocional (o autorregulación): la conciencia de uno mismo
es prerrequisito para un segundo aspecto importante de la competencia
emocional: la capacidad de controlar nuestros sentimientos, con el objeto
de adecuarlos a la situación y al momento correspondientes.
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Tema 2. Programando una acción formativa
NO PUEDES OLVIDARTE DE...
3. LA ATENCIÓN
3.1. LA IMPORTANCIA DE MANTENER LA ATENCIÓN.
En este apartado vamos a reflexionar acerca de algunas de las estrategias que
podemos utilizar para captar la atención del alumnado en el aula.
Los formadores somos conscientes de la dificultad que conlleva mantener la atención
del alumnado durante mucho tiempo. Impartir clase se puede convertir en la sucesión de
estímulos repetitivos para el alumnado que acaben haciéndole decrementar su respuesta de
atención y por tanto reduciendo la probabilidad de conseguir el objetivo que toda acción
formativa lleva implícito, es decir, el aprendizaje. Por ello es necesario que en nuestra caja
de herramientas de formadores tengamos una serie de trucos que nos permitan captar la
atención del alumnado y así no disminuir su respuesta de atención.
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Pero antes de continuar, definamos algunos conceptos.
EL CONCEPTO
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Tema 2. Programando una acción formativa
En los procesos de enseñanza-aprendizaje hemos de captar la atención del alumnado
y conseguir su concentración en los procedimientos que usemos para la adquisición de los
contenidos que en ese momento se estén impartiendo, evitando las distracciones hacia
otros estímulos no formativos que pueden competir con los estímulos educativos. Pero hay
algunos factores que pueden alterar la atención y provocar un déficit en la concentración,
y por tanto, en el aprendizaje:
• Atención selectiva: las personas tendemos a prestar atención a aquella
información que es relevante para nosotros y a prescindir de información que
no lo es.
• Atención limitada: las personas sólo podemos fijarnos en un objeto o situación
en cada momento, no es posible atender a varios estímulos al mismo tiempo.
• El cansancio: consiste en la dificultad para mantener la atención el tiempo
suficiente o adecuado a cada situación debido al agotamiento sensorial, a
un déficit de descanso físico o al sueño.
• La sobrecarga de estímulos: consiste en la saturación estimular en el
entorno físico, produciéndose una fuerte competitividad entre estímulos
que dificultan el atender a uno sólo de ellos. En un ambiente con ruidos,
cambios de luz, temperaturas extremas, etc, se producirá una sobrecarga estimular
que no permitirá al alumnado centrar su atención en los estímulos formativos.
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Como hemos visto en el apartado anterior, en una sesión formativa pueden aparecer
una serie de estímulos que compiten con los estímulos formativos y que puede producir
distracción de la respuesta de atención, pasemos a enumerarlos.
Factores que distraen la atención:
• Con respecto al formador: tics, muletillas, movimiento excesivo, muestras
de nerviosismo, etc.
• Con respecto al mensaje: desorganización del tema, excesivo uso de
chistes, anécdotas, etc., centrarnos en lo anecdótico del tema más que en
lo realmente importante, etc.
• Con respecto al canal: transparencias mal hechas, tamaño de letra inadecuado,
diseño sobrecargado de los recursos, dificultades para escuchar, ver o tocar, etc.
• Con respecto al receptor: hambre, cansancio, sueño, preocupaciones, etc.
• Con respecto a la situación y al contexto: ruidos, temperaturas extremas,
incomodidad, interrupciones, desvíos del tema central, etc.
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• Con respecto al formador: cambiar el ritmo y la entonación de la voz con frecuencia;
movernos de manera relajada por la zona de trabajo; utilizar los gestos para dirigir
la atención de los participantes hacia los diferentes estímulos o recursos didácticos,
para reforzar los mensajes verbales, o para comunicar mensajes que no requieran de
la palabra, etc.
• Con respecto al canal: utilizar recursos didácticos variados y llamativos; usar los
recursos didácticos de manera que sean fácilmente visibles y audibles; apoyar las
explicaciones verbales con imágenes, esquemas, mapas conceptuales o vídeos; etc.
• Con respecto al receptor: realizar descansos cada hora u hora y media de clase,
escuchar las propuestas del alumnado antes de empezar, atender a los estados
emocionales y fisiológicos del alumnado para darles respuesta, etc.
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4. LA MEMORIA
4.1. ¿CÓMO FUNCIONA LA MEMORIA?
En este apartado vamos a analizar cómo funciona la memoria humana y qué
estrategias podemos usar para potenciar el recuerdo y el reconocimiento de la información
objeto de aprendizaje.
La memoria constituye una vasta función intelectiva en la que interviene todo
el proceso de aprendizaje del ser humano: desde las funciones más primitivas, como
las de mirar, escuchar, andar; hasta las más elaboradas y complejas capacidades de
comportamiento social. Sin memoria, de nada serviría la percepción, porque los estímulos
pasarían sin dejar huella; sin memoria, cada vez tendríamos que aprender lo que vamos
a hacer. Se comprende fácilmente que la memoria, su conservación o su posible pérdida,
sea motivo de gran preocupación.
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Tema 2. Programando una acción formativa
el cual se consolidan las huellas de memoria. Este tipo de memoria requiere
del esfuerzo y la laboriosidad. La duración de la memoria a largo plazo es
prácticamente ilimitada, pues va desde el fin del proceso de consolidación
hasta el olvido. De todos modos, las huellas quedan permanentemente
grabadas en el cerebro, aunque parezca que se hayan olvidado.
Dentro de la memoria a largo plazo podemos distinguir dos tipos de
memoria:
- Memoria episódica: este tipo de memoria hace referencia a la
información dada en función de un contexto de espacio y tiempo
vivido por el sujeto, es decir el recuerdo de lo que nos ha sucedido.
- Memoria semántica: este tipo de memoria se refiere a los
conocimientos organizados respecto a las palabras, símbolos
verbales, relaciones semánticas, etc. y requieren mayor esfuerzo y
atención para su retención que la memoria episódica.
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mismo procedimiento hasta conseguir que su ejecución no consuma recursos
atencionales, facilita la retención y la habilidad (algo así como aprender a
conducir).
• La afectividad interviene de forma muy notoria en el proceso de
memorización. El tono afectivo incide sobre la motivación y la atención y,
por lo tanto, sobre el rendimiento global del aprendizaje. Recordamos mejor
lo que nos interesa que lo que nos es indiferente, y también retenemos mejor
los datos agradables que los desagradables y éstos mejor que los neutros.
Ciertamente, una vez que hemos conseguido captar la atención del alumnado y
que hemos potenciado el almacenamiento de la información, estamos favoreciendo el
aprendizaje, pero éste no será posible si el alumnado no está dispuesto a implicarse en
ese proceso de aprendizaje durante el tiempo necesario. Ese compromiso con su propio
aprendizaje y con las tareas necesarias para llevarlo a cabo es a lo que llamamos motivación.
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5. LA MOTIVACIÓN
En este apartado vamos a estudiar qué es la motivación y qué estrategias podemos
seguir para incrementar la implicación del alumnado con sus propios procesos de aprendizaje.
La motivación está relacionada con las necesidades, deseos y objetivos que tenemos
las personas y que nos llevan a realizar una serie de conductas para obtener una serie de
consecuencias en lugar de realizar otras conductas alternativas que nos ofrecerían otra serie
de consecuencias. La motivación, por tanto, funciona como el motor del comportamiento
humano que nos lleva a iniciar y mantener una serie de comportamientos con el objeto
de conseguir unas consecuencias determinadas.
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Tema 2. Programando una acción formativa
satisfacción de aprender. De todas formas, no hemos de renunciar a utilizar aquellas
consecuencias positivas externas que creamos convenientes para mantener las conductas
adecuadas que puedan facilitar al alumnado conseguir sus objetivos de aprendizaje.
Autorrealización
Necesidades del yo
Necesidades sociales
Necesidades de seguridad
Necesidades fisiológicas
Para este autor, hasta que no se encuentren satisfechas las necesidades de rango
inferior no se activarán las superiores. A partir de esta idea, Maslow desarrolló su famosa
pirámide de necesidades que refleja el ordenamiento de las necesidades humanas. Las
necesidades básicas que componen su pirámide son las siguientes:
• Necesidades fisiológicas: son las más inferiores en la jerarquía y constituyen
los instintos e impulsos que garantizan nuestra vida y la conservación de
la especie: alimento, respiración, descanso, instinto sexual, etc.
• Necesidades de seguridad: comienzan cuando las anteriores se encuentran
razonablemente satisfechas. Son necesidades de protección ante el peligro,
las amenazas y las privaciones.
• Necesidades sociales: en el ámbito de las relaciones, todas las personas
tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo sea del tipo que sea: familiar,
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vecinal, profesional. Se trata de la necesidad que tenemos de asociarnos,
ser aceptado por los demás, de dar y recibir afecto, etc.
• Necesidades del yo: son de un más alto nivel y raramente son satisfechas
completamente. Podríamos considerar dos aspectos de esta necesidad:
- Necesidades relacionadas con la propia estima (autoestima): confianza
en uno mismo, independencia, logro, competencia y conocimiento.
- Necesidades relacionadas con la propia reputación: posición social,
reconocimiento por parte de los demás, sentirse apreciado y respetado.
• Autorrealización: según Maslow es el deseo de llegar a ser cada vez más lo
que uno es. Esta necesidad se satisface internamente. Se trata de conseguir
todo lo que uno puede llegar a ser, de desarrollo permanente de todo nuestro
potencial.
Conviene llamar la atención sobre el hecho de que los tres primeros niveles son
motivados por carencia, es decir, una vez satisfechos dejan de motivar. Los dos niveles
superiores se activan por sumación, porque cuanto más se satisfacen, más se desean.
Esta teoría de la motivación, nos puede ayudar a observar y a atender cuáles
son los motivos que hacen que nuestro alumnado acuda a la acción formativa, de esta
manera podremos proporcionar a cada uno de ellos los incentivos que andan buscando,
personalizando el proceso y adaptando la formación a las necesidades de los participantes.
Aunque no existen estrategias motivadoras completamente eficaces, porque como
hemos visto, a cada persona le mueve un tipo diferente de incentivos, sí que podemos
ofrecer una serie de recomendaciones que pueden ayudarnos a crear un ambiente que
propicie el aprendizaje y el placer por conseguirlo.
Es cierto que, si el alumnado encuentra placer y satisfacción en el aprendizaje, la
labor docente se ve enormemente recompensada, aún así, para aquellos alumnos que no
encuentren ese placer y satisfacción podremos utilizar aquellos incentivos externos que
les puedan ayudar a encontrar motivos suficientes para comprometerse con la acción
formativa.
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• Crear un clima de trabajo agradable en el aula en el que se respete a todos y cada
uno de los participantes, se profundice en el conocimiento personal de cada uno
de ellos y se facilite la comprensión y confianza mutuas.
• Informar de la utilidad que puede tener para cada uno de los participantes la
obtención de los objetivos formativos propuestos, adaptándolos a las necesidades
individuales de cada uno de ellos.
• Presentar los contenidos formativos de manera atractiva, demostrando su
aplicabilidad y la utilidad que pueden llegar a tener.
• Generar curiosidad por el aprendizaje de los contenidos.
• Implicar, de manera activa, a cada uno de los participantes, haciéndoles sentir
protagonistas de su propio aprendizaje, facilitándoles su participación y
reforzando las intervenciones que estos hagan.
• Utilizar metodologías didácticas activas y participativas.
• Ofrecer a cada participante el incentivo adecuado que le facilite obtener
rendimiento en su esfuerzo en función de las necesidades que le han llevado a
realizar el curso de formación.
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6.2. EL CONCEPTO DE ACTITUD.
Considerando el concepto de actitud propuesto por Rosenberg y Hovland en 1960,
la actitud se define del modo que se detalla en el cuadro destacado.
EL CONCEPTO
"Se entiende por actitud la predisposición a responder a alguna clase de
estímulo con cierta clase de respuesta, sea ésta afectiva, cognitiva o conductual”
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Algunas actitudes negativas ante la formación pueden ser:
• Aprender es aburrido.
• Con los años de experiencia que tengo, nadie me puede enseñar nada nuevo.
• Si siempre se hizo así, ¿para qué cambiar?
• No tengo nada que aportar, así que mejor me quedo callado.
• Los demás saben mucho más que yo, no sé que hago en este curso.
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A continuación pasaremos a describir las tres formas básicas en que aprendemos
los seres humanos y algunos principios que rigen el aprendizaje.
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Tema 2. Programando una acción formativa
en un ambiente controlado, las consecuencias que puede tener un error determinado en
su vida. Tan importante es aprender lo que hay que hacer como lo que no hay que hacer.
Teniendo en cuenta este proceso de aprendizaje, podremos establecer una serie
de procedimientos para poder incrementar o reducir ciertas conductas administrando
convenientemente las consecuencias que otorgamos ante la aparición o no de ciertos
comportamientos.
Cuatro son los procedimientos que podemos usar en este sentido. En primer lugar
tendremos que pensar qué queremos conseguir: incrementar o reducir una conducta; una
vez tomada esa decisión, lo siguiente que tenemos que pensar es si vamos a ofrecer o retirar
una consecuencia y si esta será positiva o negativa. Pasemos a describir esos procedimientos.
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Tema 2. Programando una acción formativa
7.3. APRENDEMOS POR IMITACIÓN.
Al observar cómo se comportan ciertas personas y cómo consiguen lo que desean
emitiendo cierto tipo de conductas podemos aprender que imitando esos comportamientos
nosotros también podemos conseguir esas mismas consecuencias.
Como sabemos que una de las formas de aprender es fijarnos en los demás, nosotros
como formadores tendremos que convertirnos en buenos modelos de nuestro alumnado.
Cuando queramos enseñar algo, hemos de estar seguros de que dominamos la técnica para
que el alumnado tenga en quien fijarse.
Antes de pedir a un alumno que haga por primera vez algo, sería deseable que le
pidiéramos que nos observase y luego imitase nuestra conducta.
Por tanto, hemos de decir lo que hacemos pero también hacer lo que decimos.
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Tema 2. Programando una acción formativa
No obstante gran parte del tiempo de nuestras clases lo ocupan las exposiciones
del profesor. Para asegurarnos un aprendizaje significativo, que ayude a minimizar estos
posibles efectos indeseables, es conveniente que cuidemos la estructura de las exposiciones.
• Hacer una introducción que active en los alumnos los conocimientos previos que
poseen necesarios para comprender lo que se les propone.
• Hacer una presentación de los contenidos de manera estructurada y con una
organización explícita que capte, además, el interés de los alumnos.
• Desarrollar de manera explícita conexiones entre las ideas/experiencias previas de
los alumnos y la organización conceptual expuesta (comparación, diferenciación,
ejemplificación y aplicaciones prácticas).
• Hacer interactuar al alumnado con esta información verbal que le estamos
ofreciendo, conectándola con sus experiencias personales, haciéndoles reflexionar,
discutiendo en grupo algunos de los hechos expuestos, sacando conclusiones
personales.
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8. ESTILOS DE APRENDIZAJE
8.1. INTRODUCCIÓN.
¿De qué forma aprendemos cosas de la realidad que nos rodea?, ¿viendo cosas
nuevas?, ¿escuchando?, ¿acaso a través del tacto o el olfato? Realmente es a través de
los cinco sentidos como obtenemos datos e información del exterior, aunque el mayor
porcentaje lo obtenemos a través de la vista y el oído.
A pesar de ello, a poco que observemos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta
de que cada persona aprende mejor de unas formas que de otras. Hay quien aprende
mejor leyendo las instrucciones de un electrodoméstico para instalarlo y ponerlo en
funcionamiento y otros que pasan directamente a la acción, probando los efectos que se
producen a la hora de manejar cada uno de los mandos o botones de dicho electrodoméstico.
De esta observación, ha surgido lo que se han denominado los estilos de aprendizaje,
que tratan de describir las diferentes formas en que las personas aprenden, con el fin de
adaptar los procesos de enseñanza a esos estilos y así facilitar los procesos de aprendizaje.
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8.3. APRENDIZAJE PROFUNDO FRENTE A APRENDIZAJE SUPERFICIAL.
Siguiendo las investigaciones de Marton y Saljo (1976), tras una serie de entrevistas
con estudiantes se diferenciaron dos métodos de estudio: el método de nivel profundo y
el de nivel superficial.
Las personas con un estilo de aprendizaje profundo buscan un mensaje, un sentido
hondo en aquello que estudian, se esfuerzan por ejercitar su sentido crítico ante los
argumentos de un autor haciendo uso de su propia experiencia y conocimentos.
Las personas con un estilo de aprendizaje superficial son más pasivas y se basan en
hechos e ideas sin conexión que llegan a aprender mecánicamente para poder “soltarlas”
en el examen.
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Para los que el estilo auditivo es el dominante necesitan-prefieren obtener la
información escuchando, necesitan oír para aprender y un uso excesivo de diagramas,
esquemas o textos escritos puede entorpecer su aprendizaje. En este caso, los consejos se
enfoncan en la línea de utilizar el debate, los grupos de discusión, las entrevistas y otras
técnicas con predominio de lo verbal para trabajar nuevos contenidos.
Para los que el estilo kinestésico es el dominante necesitan-prefieren un aprendizaje
más activo, necesitan hacer para aprender, prefieren probar directamente las cosas sin
explicaciones o lecturas previas y suelen tener una buena percepción espacial. Pensando
en el alumnado que tenga más desarrollado este estilo se han de facilitar oportunidades de
aprendizaje activo físicamente, utilizando recursos didácticos que ellos puedan manipular
directamente y desarrollando actividades, role-playing y dinámicas en las que tengan que
participar activamente.
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Más que una teoría, el aprendizaje experiencial constituye un modelo de aprendizaje
adulto. Como tal, tiene sus bases en buena parte de los principios que definen el aprendizaje
adulto. La idea fundamental de Kolb es que los adultos organizan su aprendizaje a partir de
tareas de resolución de problemas, y que tal aprendizaje será más motivador y provechoso
cuando presente una relevancia inmediata para su trabajo o su vida personal. Por lo tanto,
los contenidos deben estar encajados en la realidad a la que se han de aplicar, y deben
servir para resolver problemas prácticos.
Desde esta teoría, el aprendizaje se concibe como un ciclo de cuatro etapas:
1. Experiencia concreta inmediata.
2. Observación y reflexión sobre la experiencia.
3. Conceptualización abstracta y formulación de hipótesis.
4. Experimentación activa.
La teoría también posee relevancia porque, además de sugerir una rueda cíclica
de aprendizaje, postula la existencia de distintos estilos de aprendizaje en función de la
preferencia por determinada forma de aprender.
Atender a los estilos de aprendizaje al planificar la formación tiene sentido porque
a diferencia de lo que ocurre con tareas memorísticas y mecánicas, cuando lo que está
implicado es un aprendizaje profundo, los estudiantes suelen diferir significativamente
en su modo de afrontar las tareas. Tener en cuenta los diferentes estilos de aprendizaje
de los adultos permite disponer de pistas para la selección de materiales de enseñanza, la
presentación de la información, la creación de grupos de trabajo, el establecimiento de
procedimientos de feedback y evaluación, etc.
Los ya cuatro estilos de aprendizaje que se desprenden de la teoría de Kolb son los
siguientes:
• Estilo activo.
• Estilo reflexivo.
• Estilo teórico.
• Estilo pragmático.
En este apartado hemos visto varias taxonomías que intentan clasificar los diferentes
estilos de aprendizaje. No son éstas las únicas existentes, incluso como se puede comprobar,
los límites entre unas y otras no están completamente claros, no siendo excluyentes entre
sí. De todas formas, y a pesar de las posibles inconsistencias, lo que sí podemos concluir
es lo siguiente:
• Que no todas las personas aprenden igual bajo las mismas condiciones.
• Que por ese motivo, hemos de utilizar diferentes métodos, técnicas y
actividades que faciliten el aprendizaje a los distintos estilos.
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Activo
Reflexivo
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Teórico
n un
Pragmático
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Tema 2. Programando una acción formativa
PARTE 2. PROGRAMAR ACCIONES
FORMATIVAS
FORMADOR DE FORMADORES 73
Tema 2. Programando una acción formativa
1. LA PROGRAMACIÓN DIDÁCTICA
1.1. PENSAR Y PLANIFICAR ANTES DE ACTUAR.
En este apartado vamos a conocer y estudiar los conceptos de diseño y programación
de la formación para resaltar la importancia de la realización de esta tarea previa a la
acción formativa que va a imprimir previsión, coherencia, orden, y por supuesto, calidad
al acto de formar.
La programación didáctica es el proceso mediante el cual se establecen y ordenan los
distintos factores que intervendrán en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es un proceso
de reflexión y toma de decisiones en el que se ha de reflejar por escrito qué y cómo se
pretende enseñar a lo largo de un proceso formativo. En este sentido toda programación
es una declaración de intenciones, una toma de posiciones del formador que la realiza
ante la acción educativa que tiene a su cargo.
La programación de acciones formativas supone una ayuda imprescindible en el
proceso de enseñanza-aprendizaje, en la medida que nos permite anticipar y organizar
la propia actuación docente, la del alumnado y la interacción que se produce entre ellos
para alcanzar los objetivos deseados.
EL CONCEPTO
Proceso que establece las pautas de actuación de un proyecto de enseñanza-
aprendizaje. Supone, pues, un conjunto de operaciones que el formador o formadora,
individualmente o en equipo, lleva a cabo para organizar, disponer, ejecutar y regular
una actividad didáctica, situada en un determinado contexto educativo.
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Tema 2. Programando una acción formativa
1.3. ¿ES IMPORTANTE PROGRAMAR?
Estamos ante uno de esos aspectos que en muchas ocasiones se entienden como un
trámite administrativo que hay que realizar y que está fuera del proceso formativo siendo
una asunción errónea muy extendida. Programar es parte muy importante del proceso
de enseñanza-aprendizaje. Una buena programación aportará beneficios a los distintos
agentes implicados en dicha acción formativa: Administración, profesorado, alumnado
(Programa Libra, 1997).
Al formador o a la formadora:
• Es una guía sobre la que prepararse la materia, organizar el tiempo que debe
tardar, preparar los materiales que va a necesitar, la organización de grupos, etc.
• Es una fuente de permanente autocrítica, reflexión y perfeccionamiento
del equipo docente.
• Evita sentimientos de angustia, de ansiedad, de incertidumbre en el día a
día y en su lugar logra un sentimiento de seguridad y confianza en lo que
tiene que hacer en el aula.
• Favorece la mejora continua, la búsqueda de la calidad y la autoformación
del personal docente, ya que la programación se convierte en un punto de
referencia sobre el que trabajar y avanzar, realizando constantes mejoras
a partir de la información que vamos obteniendo.
• Permite reflexionar sobre la propia actuación docente, sobre todo atendiendo
a aquellos elementos comportamentales y actitudinales que propicien el
respeto mutuo y el respeto a la diversidad del grupo en el aula.
• Facilita el control de elementos actitudinales que puedan aparecer en el
desarrollo del proceso.
• Imprime rigor y calidad a la actuación docente.
• Facilita la tarea del profesorado en caso de sustituciones. De esta forma se
sabe hacia dónde y cómo se debe llegar con el alumnado, ya que se tiene
recogido en la programación.
• Permite la evaluación del proceso formativo contrastando la adecuación
de los resultados a las previsiones realizadas.
• Sirve como apoyo para próximos cursos, pudiéndose consultar y ajustar de
acuerdo a las necesidades.
Al alumnado:
• Facilita la comprensión de las actividades propuestas así como la ubicación
en el proceso formativo, esto es, permite conocer en qué momentos del
curso se encuentra, qué se ha visto ya y qué queda por tratar.
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Tema 2. Programando una acción formativa
• Favorece la autoorganización del alumnado, mostrándole los contenidos del
curso, la distribución de éstos en el tiempo, los recursos didácticos disponibles,
etc. Propicia procesos formativos basados en el aprendizaje autónomo.
• Permite la autoevaluación del alumnado, ya que en la medida en que
conozcan lo que se exige, podrá medir sus propios logros.
• Facilita la creación de un clima de confianza en el propio proceso.
A la institución:
• Informa a otros profesionales (coordinación, dirección, etc.) en qué va a
consistir nuestro curso.
• Cumple con los requisitos administrativos, ya que en muchos centros de
formación y Administraciones Públicas la programación es una de las
primeras exigencias que se le hace al profesorado.
• Evalúa el papel del docente. Es cada vez más frecuente que para seleccionar
al profesorado de un curso se le pida como prueba la realización de una
programación o proyecto formativo y en función de ella se le evalúe.
Entendemos que para que realmente una programación cumpla con todas estas
funciones, ésta debe ser realizada por el formador que debe conocer a fondo tanto la materia
a enseñar, como la manera en que va a facilitar las interacciones con y entre el alumnado,
las actividades y metodología que seguirá, recursos a utilizar, forma de evaluar, etc.
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Tema 2. Programando una acción formativa
• Sistemática: la programación es un proceso sistematizador que da
coherencia a la acción formativa, contemplando todos los elementos
intervinientes en el acto educativo y analizando sus relaciones.
• Integradora: permite integrar elementos de cualificación técnico-
profesionales con elementos de cualificación personal del alumnado.
• Funcional: la programación debe estar basada en la realidad de la ocupación
que se va a enseñar y por tanto debe servir y ser útil para la práctica real
de dichas competencias profesionales.
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Tema 2. Programando una acción formativa
1. Justificación del curso.
2. Grupo de aprendizaje.
3. Objetivos del curso:
- Objetivo general.
- Objetivos específicos.
4. Contenidos del curso.
5. Metodología del curso.
6. Temporalización y secuenciación
del curso en unidades formativas
o módulos.
7. Instalaciones y recursos didácticos.
8. Evaluación del curso.
1. Nombre.
2. Duración total.
3. Objetivos.
3. Contenidos.
4. Evaluación del módulo.
2. ELEMENTOS DE LA PROGRAMACIÓN
2.1. INTRODUCCIÓN.
En este apartado vamos a enumerar y explicar cada uno de los elementos que deben
componer una programación y que permitan explicar claramente lo que pretendemos
hacer en el desarrollo de la acción formativa programada.
En cada apartado de la programación, el formador deberá especificar con claridad sus
previsiones respecto de ese elemento, para que cualquiera que la lea (otros formadores, el
centro de formación o el alumnado) comprenda claramente cómo se va a desarrollar el curso.
Podríamos afirmar que una programación didáctica es como el manual de
instrucciones de un curso que especifica el por qué, el qué, el para qué y el cómo de la
acción formativa. Pasemos a describir cada uno de sus elementos.
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Tema 2. Programando una acción formativa
2.2. JUSTIFICACIÓN DEL CURSO.
Toda acción formativa es respuesta a una necesidad formativa de un colectivo
determinado de personas. Por los motivos que sean: profesionales, culturales, personales;
las personas sienten que existe un desequilibrio entre lo que saben y lo que necesitan saber
y para intentar superar ese desequilibrio demandan del sistema formativo una respuesta
que va a tomar la forma de una acción formativa.
Es en este apartado donde como formadores vamos a describir, analizar y presentar
las necesidades detectadas en el colectivo diana y como consecuencia de esas necesidades
de formación vamos a proponer una solución al problema: el curso que nos ocupa.
Por tanto, cuando justificamos un curso lo que hacemos es proponer los motivos
por los cuales este curso es necesario y pertinente para un colectivo determinado. Nuestra
intención es “vender” el curso, presentarlo como la solución a un problema concreto y
argumentar los motivos por los cuáles alguien va a financiar este curso y alguien va a
implicarse en él.
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Tema 2. Programando una acción formativa
Lo que sí podemos establecer son unos perfiles mínimos y/o preferentes que
informen tanto a los encargados de seleccionar a los participantes como a los participantes
mismos de qué es necesario poseer antes de comenzar el curso para poder aprovecharlo
con unas garantías mínimas de eficiencia.
El perfil mínimo hace referencia a los requisitos básicos que deberá reunir el
participante para poder hacer un seguimiento adecuado del curso; mientras que el perfil
preferente hace referencia a cuestiones de grado en esos requisitos básicos que serán
tenidas en cuenta para dar prioridad a aquellas personas que los posean frente a las que
no los posean.
Para establecer estos perfiles mínimos y/o preferentes deberemos atender a las
siguientes variables:
• Variables de tipo demográfico: edad, sexo, procedencia étnica, lugar de
trabajo, lugar de residencia, etc.
• Nivel educativo.
• Habilidades prerrequisitas de aprendizaje: habilidades de lecto-escritura,
habilidades de comunicación, etc.
• Conocimientos y/o experiencia respecto a los contenidos del curso.
• Experiencia previa en trabajo con otros grupos.
• Motivaciones y expectativas concretas respecto del curso.
• Habilidades técnicas concretas (conocimientos profesionales, informáticos,
de idiomas o cualquier otro que facilite la consecución de los objetivos de
formación).
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Tema 2. Programando una acción formativa
Podemos definir los objetivos formativos como aquello que esperamos conseguir
como consecuencia de la formación y que se concretan en cambios que han de producirse
en el comportamiento de los participantes.
Los objetivos no sólo deben partir del análisis de los procesos que se pretende enseñar,
si no que además deben conectar con las necesidades y capacidades de los participantes. A
mayor conexión entre los objetivos, las necesidades y las capacidades de los participantes,
mejores resultados se obtendrán en el curso.
Los objetivos, especialmente los generales, son instrumentos de trabajo pero nunca
deben ser considerados como un fin en sí mismos. Por tanto debemos contar con procesos
abiertos en los que los objetivos no determinen el resultado final de forma rígida e inflexible.
Los objetivos no fijan un punto al que llegar, dependiendo el éxito de la formación de que se
alcance o no dicha meta. Más bien los objetivos marcan una dirección, un camino a seguir.
Cuando la formación de personas adultas se concreta en la formación profesional;
las ocupaciones, y más concretamente las informaciones obtenidas en los análisis de las
mismas, son referentes que determinan los objetivos de los programas de formación. El
estudio de las ocupaciones nos permite conocer cuáles son las competencias necesarias
que debe poseer la persona trabajadora para desarrollar su trabajo. No hay que olvidar
que finalizada la acción formativa el trabajador vuelve al puesto de trabajo y debe existir
la adecuación máxima entre éste y su puesto. En este caso concreto de la formación de
adultos, la formulación de los objetivos es relativamente más fácil porque va a depender
y va a estar estrechamente relacionada con el análisis de la ocupación o con el análisis
del puesto de trabajo, de donde vamos a extraer de forma mucho más objetiva lo que los
participantes saben y lo que deberían saber.
Los objetivos especifican los cambios que han de producirse en el comportamiento
de los participantes en cada acción formativa (objetivos específicos) o concretan los
aprendizajes que deben adquirir los participantes en cada uno de los pasos del proceso
formativo (objetivos operativos).
Poner por escrito qué pretendemos conseguir no es una pérdida de tiempo. Nos
ayuda a empezar a dar estructura a nuestro curso, nos hace preguntarnos qué queremos
que aprendan nuestros alumnos. Por lo tanto, el establecimiento de objetivos tiene las
siguientes funciones:
• Clarifica las intenciones: ¿qué pretendemos?
• Se constituye en la base de todo el plan de acción formativo, porque enuncia
los resultados que se esperan obtener.
• Es la base de la comunicación y del trabajo en común de formadores y
alumnos. Es un elemento de negociación que favorece la motivación.
• Orienta los procesos de enseñanza-aprendizaje que deben tener lugar.
• Orienta la evaluación del proceso y de los resultados formativos.
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Tema 2. Programando una acción formativa
• Facilita la coherencia entre las acciones realizadas por distintos formadores
dentro de un plan formativo.
Los objetivos operativos deben contener las respuestas a las tres preguntas
siguientes:
• ¿Qué se espera que el alumno sea capaz de hacer?, se refiere al contenido
de la conducta observable esperada en el alumno.
• ¿En qué condiciones?, es decir, de qué medios podrá disponer y de cuáles
no, en qué situación, de qué forma, etc.
• ¿Con qué nivel de perfección?, indica el criterio de ejecución con el que el
alumno deberá emitir su respuesta: límite de tiempo, precisión, calidad.
Dada su importancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje y con el fin de facilitar
su redacción, se facilitan a continuación unas normas esenciales para la correcta
formulación de los objetivos operativos.
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Tema 2. Programando una acción formativa
NO PUEDES OLVIDARTE DE...
• Poner una sola conducta en cada objetivo.
• Redactar en infinitivo la conducta observable que se busca y desde el punto de
vista del sujeto que aprende (centrándose en la actividad del alumno).
• Evitar las introducciones.
• Las condiciones deben ir después de la conducta y expresadas por medio de gerundio,
participio o alguna preposición.
• El criterio debe ir al final del objetivo.
• Simplificar al máximo las expresiones.
A la hora de formular objetivos, nos puede ayudar la siguiente tabla en donde
quedan recogidos una serie de verbos clasificados en función del tipo de conducta a la
que pretendemos llegar:
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Tema 2. Programando una acción formativa
2. Contenidos procedimentales: relacionados con los objetivos procedimentales.
Se corresponden con las tareas, procesos, estrategias, técnicas.
3. Contenidos actitudinales: relacionados con los objetivos actitudinales.
Valores, normas, actitudes.
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Tema 2. Programando una acción formativa
• Empezar por los contenidos más próximos al alumnado para llegar
paulatinamente a los más desconocidos.
• Partir de lo concreto para ir hacia lo abstracto.
• Ir de lo más fácil a lo más difícil.
Como se puede deducir de los principios enunciados más arriba, no existen métodos
malos ni buenos en sí mismos, ningún método tiene éxito con todos los alumnos, bajo
cualquier circunstancia, ni es adecuado para alcanzar todos los objetivos. Por tanto no existe
un solo método sino muchos. Piensa por un instante, a lo largo de tu vida como estudiante,
en las diferentes maneras que tenían tus profesores a la hora de dar sus clases. Unas clases
se hacían interminables, otras conseguían motivarnos más y despertaban nuestro interés. Tal
vez a algunos de esos profesores los recuerdes de una forma especialmente positiva, hasta
el punto de haber influido en ti de una manera significativa. En gran medida lo que hace
unas clases/asignaturas tan distintas de las otras es la metodología utilizada por el profesor.
Existen diversas clasificaciones de los métodos didácticos, nosotros presentamos aquí
la propuesta en el Programa Libra que los clasifica en función del grado de participación
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Tema 2. Programando una acción formativa
del alumnado, por considerar este criterio como muy útil a la hora de escoger formas de
trabajar activas y participativas. Según ésta los distintos métodos se pueden situar en
un continuo desde aquellos en los que el alumno tiene un papel totalmente receptivo
(métodos centrados en la transmisión de información, hasta aquellos en los que su
aprendizaje depende principalmente de su propia implicación y trabajo (métodos centrados
en la actividad del alumnado); pasando por los métodos centrados en los procesos de
aplicación, en una situación intermedia entre los dos anteriores.
Veamos a continuación sus características, objetivos, aplicaciones y tipos (Programa
Libra 1997):
es
s
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Tema 2. Programando una acción formativa
d
A la hora de decidir cual será el mejor método tendremos que tener en cuenta
distintas variables (objetivos que perseguimos, características del alumnado, tiempo y
recursos disponibles, habilidades del propio formador,….).
AL ESCOGER UN MÉTODO...
Ha de:
- Permitir hacer una enseñanza individualizada.
- Facilitar un aprendizaje estimulante.
- Dejar al alumno capacidad de elección.
- Dar oportunidades al alumnado de desarrollar distintas capacidades a la vez.
- Seguiel principio de socialización.
Una de las frases utilizadas con mayor frecuencia cuando se está describiendo
la metodología que se seguirá en un curso es “se seguirá una metodología activa
y participativa…”. Veamos cuáles son las características de los métodos activos en
contraposición a los métodos pasivos:
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Tema 2. Programando una acción formativa
El que decidamos promover una metodología participativa nos lleva también a
tener en cuenta qué tipo de participación se va a desarrollar en el aula, esta puede tomar
la forma de una interacción cooperativa frente a una interacción competitiva. Según un
estudio de Johnson en los años 80 se mostró que:
• Los alumnos que trabajan en grupos cooperativos obtenían mejores
resultados académicos que los que trabajan en un entorno competitivo.
• Las relaciones entre los miembros del grupo cooperativo eran más amistosas.
• Los esfuerzos entre sus integrantes estaban mejor coordinados.
• El proceso de comunicación era más eficaz.
• Los participantes experimentaban una mayor satisfacción en sus actividades.
• En los grupos competitivos se observaba un rápido decaimiento del ánimo
en aquellos que no podían competir con éxito.
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Tema 2. Programando una acción formativa
EL MAESTRO SUFÍ
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Tema 2. Programando una acción formativa
La temporalización que establezcamos debe ser flexible y adaptarse a la realidad
que nos vayamos encontrando a lo largo del curso.
Normalmente cuando se habla del tiempo en la formación se hace referencia a la
distribución del tiempo disponible para un curso entre los diferentes módulos. Sin embargo
hay algunos aspectos más que debemos señalar: la situación ideal es aquella en la que el
proceso de aprendizaje dura el tiempo que el alumno necesite para lograr los objetivos. El
formador debe situarse en esa realidad y efectuar su organización de programas, tareas,
actividades y evaluaciones en función del tiempo que el alumno necesita para aprender.
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Tema 2. Programando una acción formativa
Hay dos formas diferentes de aproximarse al tema de los tiempos en la formación:
desde el punto de vista del docente y desde el del alumnado. En el primer caso, el docente
ha de preguntarse: ¿Cuánto tiempo necesito para desarrollar y terminar este programa?
En el segundo, la cuestión debe centrarse sobre el que precisa el alumnado para aprender
lo que se quiere enseñar. En multitud de ocasiones, aquello que se planifica no concuerda
con el “tiempo real” que luego ocupamos y para ello la evaluación continua ha de servirnos
de ayuda.
Como frecuentemente la duración total del curso viene impuesta desde fuera,
tendremos que tener este hecho presente para adaptar los objetivos, contenidos y
metodología del curso al tiempo disponible.
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Tema 2. Programando una acción formativa
propio de los contenidos del curso (simuladores, microscopios, vehículos,
etc). Si estos equipos requieren de unas especificaciones técnicas concretas,
habrá que describirlas con detalle.
También en este apartado describiremos las herramientas necesarias
para poder desarrollar los aprendizajes en función de la temática del curso
(reglas, compás, martillos, alicates, tubos de ensayo, etc.).
• Material didáctico: en este apartado describiremos el tipo de material necesario
para el seguimiento de las clases, tanto material escrito (manuales, libros, atlas,
revistas, periódicos, etc.) como material visual (películas, diapositivas, etc.) y
material electrónico (software, libros o artículos electrónicos, etc.).
• Material fungible: en este apartado enumeraremos y cuantificaremos los
consumibles que vamos a necesitar, tanto material de oficina (bolígrafos,
libretas, lápices, gomas de borrar, cartuchos de tinta, etc.), como material
específico del curso (tornillos, arandelas, puntas, jeringas, guantes, etc.).
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Tema 2. Programando una acción formativa
Tipos de evaluación en función de quién la realiza, cuándo se realiza o qué función tiene.
Además en este apartado se podrán incluir qué otros aspectos, además del
rendimiento del alumno, se van a evaluar; cuándo y cómo. Nos referimos a aspectos tales
como el desempeño y la profesionalidad del formador o formadores que han impartido
el curso, la calidad de los recursos didácticos utilizados, la idoneidad de los contenidos
tratados, las características de las instalaciones y la atención recibida por el Centro de
Formación, entre otros.
2.10. CONCLUSIÓN.
Como hemos visto a lo largo de este tema, una programación requiere de la
planificación y organización de todos los elementos que van a intervenir en el proceso de
enseñanza-aprendizaje; y todos y cada uno de esos elementos están relacionados con los
demás, con lo que la tarea de coordinarlos y hacerlos coherentes requiere de una importante
labor de análisis y previsión.
El diseño de un curso es el primer paso para imprimir de calidad nuestras acciones
formativas, y la revisión constante de nuestras programaciones en diferentes acciones
formativas va a ser un instrumento de mejora y desarrollo profesional.
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Tema 2. Programando una acción formativa
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Tema 2. Programando una acción formativa