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7 de enero, 1932
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En húngaro en el texto: nodriza seca.
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Verbo agregado por M Balint.
za más que el de la mucama).
El resultado combinado de los dos análisis es expresado por la paciente como sigue:
"Su traumatismo más importante ha sido la destrucción de la genitalidad; mi traumatismo fue
peor: he visto mi vida destruida por un loco criminal; mi espíritu destruido por venenos e in-
citado al embrutecimiento, mi cuerpo ultrajado por la horrible mutilación en el peor momento
y la exclusión de una sociedad donde nadie creerá en mi inocencia; por último, el horror de
los acontecimientos del último asesinato padecido."
Una vez destruidas estas ilusiones bajo el efecto del análisis mutuo, la paciente se per-
mite, o está en condiciones de confesarse a sí misma y a mí, los afectos de vehemencia y de
excitación sexual que hasta ese momento no había admitido en su conciencia. Una escena de
excitación furiosa a propósito de un asunto relativamente insignificante (contra las domésti-
cas) y, por primera vez, reproducción de sensaciones libidinales en la boca y en los órganos
genitales en relación con el hecho traumático. Sin embargo, estos sentimientos son siempre
estrictamente aislados por ella de las personas reprobadas; en el momento de sentir el vacío
del supuesto seno (fellatio), la necesidad de chupar es desplazada sobre los órganos genitales,
pero solamente bajo la forma de un deseo de ser tocada en ese lugar (aquí, el atributo común,
la identidad entre analista y analizante: ambos han sido conminados a hacer más y a dejar ha-
cer más, sobre el plano sexual, que lo que querían efectivamente). Mientras que en la realidad
se desarrollaban los episodios genitales reprobados y rechazados, en la parte escindida del
psiquismo se desarrolla un fantasma masturbatorio de contenido maravilloso, que debía ser
tanto más perfecto por cuanto las circunstancias verdaderas, con todos sus indecibles sufri-
mientos, fueron abominables. De la misma manera, su partenaire en el análisis mutuo se ofre-
ce la compensación, en su juventud, de una actividad masturbatoria sin fin, en la cual la parti-
cularidad puede ser apreciada por la eyaculación, usque ad coelum6.
¿El objetivo del análisis mutuo no es, quizás, encontrar ese atributo común que se re-
pite en cada caso de traumatismo infantil? ¿Y el descubrimiento, o la percepción de esto, no
es la condición de la comprensión y del flujo de compasión que cura?
(X) Mimetismo8 ¿Cómo es impuesto el color de su medio a una especie animal o ve-
getal? El medio en sí mismo (regiones árticas) no saca ningún provecho del hecho de colorear
de blanco la piel del oso: el único que aprovecha esa situación es el oso. Sin embargo, teóri-
camente no es imposible que un atributo común superior comprenda a la vez al individuo y a
su medio, por ejemplo que la tendencia general de la naturaleza hacia un estado de reposo en
tanto que principio superior esté perpetuamente trabajando para nivelar la diferencia entre
acumulación de peligro y de displacer. Este principio hace que el medio ceda al individuo su
color y ayuda al individuo a adoptar el color exterior. Un ejemplo interesante de interacción
exitosa entre tendencias yoicas y universales -colectivismo individual-.
II) ¿Cuál es el contenido del Yo escindido? Ante todo, una tendencia, probablemente la ten-
dencia a completar la acción interrumpida por el shock. Para hacerlo, no consideración de la
injusticia padecida y afirmación de lo que se considera como justo, por medio de representa-
ciones de cumplimiento de deseo, durante el día y durante la noche. Dicho de otro modo, se
trata aún de un material de representaciones, pero limitado a una tendencia a la repetición y a
los esfuerzos para encontrar una mejor solución. El contenido del elemento escindido es pues
siempre: desarrollo natural y espontáneo; protesta contra la violencia y la injusticia; obedien-
8
Mimikri.
cia despectiva, incluso sarcástica, irónica y afectada respecto a la dominación, sabiendo inte-
riormente que, en realidad, la violencia no ha obtenido nada: no ha modificado más que las
cosas objetivas, las formas de decisión, pero no el Yo en tanto que tal; autosatisfacción a pro-
pósito de esta actuación, sentimiento de ser más grande, más inteligente que la fuerza brutal,
intuición repentina de una coherencia superior de las leyes de la naturaleza, tratando a la fuer-
za ciega como una especie de trastorno mental, aun allí donde esta fuerza triunfa; deseo na-
ciente de curar este trastorno mental. Lo que nos impacta como megalomanía en la enferme-
dad mental, bien podría contener este elemento como nudo real y justificado. El loco tiene
una mirada aguda para las locuras de la humanidad.
26 de enero, 1932
Aburrimiento.
Exclamación de alguien que se aburre a muerte: "Everything is lost, except killing"9.
Esto, junto con las observaciones de esquizofrénicos catatónicos, condujo a suponer que la
catatonia tanto en su forma hipotónica como rígida, protege a la sociedad de una agresividad
enorme. Como en casos más leves, la parálisis histérica localizada encubre generalmente in-
tenciones de asesinato, de venganza o de castigo; el desvío de toda actividad motriz es quizás
la contrapartida del ataque de epilepsia con sus intenciones destructivas o autodestructivas.
¿Qué quiere decir aburrirse? Tener que hacer lo que se detesta y no ser capaz de hacer
lo que se quisiera: en todos los casos, una situación de sufrimiento. Los casos se hacen difíci-
les y patológicos cuando la persona que se aburre no sabe conscientemente lo que quiere y lo
que no quiere. Ejemplo: un niñito fastidia sin cesar a su madre: "¡Mamá, dame algo!" -Pero
¿qué?- "No sé." Un sondeo más profundo en los deseos y sentimientos de displacer del pe-
queño hubiera aportado esclarecimientos. Una analogía en la poesía "Petike" de Vörösmarty.
La necesidad, incluso la compulsión a actuar, es la huida frente al sentimiento penoso
del aburrimiento o, más correctamente, frente a la inhibición total, resultante de la oposición
de dos corrientes de acción, donde la victoria corresponde a la pasividad o al negativismo.
Ninguna esquizofrenia puede ser curada sin proscribir todos los manierismos (incluso los tics
deben ser tratados "activamente"). ¿Cuál es la causa de esta angustia terrorífica y de la huida
frente a este vacío? Respuestas posibles: detrás de este vacío se oculta toda la experiencia o la
serie de experiencias que han conducido a esta incapacidad: irritación dolorosa, tendencias
coléricas y defensivas, sentimiento de angustia, o temor de la posibilidad de explosiones de
ira y de agresión irreparables. En los casos extremos, la acción se retira incluso de los actos
de pensamiento. Lo que queda en el campo de la acción, es jugar sin pensar con los órganos
corporales, o permitirse jugar (rascarse, retorcerse el bigote, poner mano sobre mano [mal-
mozni10] , agitar el pie) y, finalmente, toda actividad genital masturbatoria. A partir de allí se
puede comprender mejor el ensuciarse con materias fecales y la masturbación de los idiotas y
los catatónicos. Expresado en términos de temporalidad, hay regresión de la libido a las for-
mas de expresión anteriores, todavía no perturbadas, es decir, espontáneas.
Una aparente restitución es la sobreinvestidura puramente mecánica del negativismo o
de la apraxia por actividades de rutina puramente mecánicas y al mismo tiempo socialmente
posibles.
Otra manera de definir estos estados podría ser (como se ha dicho en otra parte): si-
mular ceder a la fuerza mientras que, al mismo tiempo, inconscientemente, se mantiene una
protesta permanente afirmando su espontaneidad a través de estereotipos y por ensueños o
fantasías conscientes o inconscientes. El hombre impaciente mata aporreando el piano. Detrás
del trabajo aparentemente preciso de una cierta dama, estaban constantemente las melodías
de las que ella no era sino raramente consciente.
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En inglés en el texto: Todo está perdido, salvo matar.
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En húngaro en el texto: retorcer (sobreentendido: con los pulgares).
28 de enero, 1932
A propósito de la mutualidad
Descontento persistente, insatisfacción en cuanto al resultado de las reflexiones con-
cernientes a los procesos traumáticos, incluso proseguidas intensamente y durante horas.
Ahora se asiste, como siempre, a la reproducción más viva, con todos los signos del sufri-
miento, aun de la agonía. Demanda impaciente: "No tantas palabras, algunas preguntas sim-
ples que soliciten mi pensamiento; no hay ninguna convicción en su voz; de qué me sirve que
usted lo sepa todo si yo no sé nada de nada. Nada más que un optimismo barato; me encuen-
tro en la mayor angustia, y me hacen hacer cosas como recibir a una dama de caridad con la
que debo mostrarme amable; jamás haré eso."
Siguiendo una inspiración repentina que ya había tenido ocasionalmente antes, e im-
pulsado por la angustia real de la situación ("un accidente terrible, se me deja tirada allí per-
diendo sangre, porque la señora espera para cenar, y además de esto, ese optimismo barato"),
preparo a la paciente para el hecho de que voy a decirle una cosa extremadamente penosa,
que no se le dice habitualmente a los pacientes: ¿es ella suficientemente fuerte para escuchar-
me? A decir verdad, sin duda lo es, de otro modo no me hubiera invitado a una actitud de
apertura mutua. Con gran determinación, la paciente exige una rectitud total; en consecuen-
cia, le digo que efectivamente he exagerado conscientemente hablándole sin cesar del resulta-
do esperable de su análisis. En realidad, frecuentemente tengo miedo de que esta cura fracase
y ella termine en la locura o el suicidio. No disimulé que esta comunicación me resultaba ex-
tremadamente penosa y dolorosa, tanto más puesto que sabía muy bien, por mí mismo, lo que
significaba ser puesto frente a tales eventualidades (referencia relativa a historias de mi pri-
mera infancia). (El resultado fue, de manera inesperada, un apaciguamiento total, si en su
momento hubiera podido conducir a mi padre a hacer tal reconocimiento de la verdad y a
comprender el peligro de la situación, hubiera salvado mi salud mental. Ese reconocimiento
me hubiera mostrado que yo tenía razón cuando hablaba de hechos que parecían imposibles
sin algún fundamento.) (Escenas de envenenamiento y de asesinato.)
Pregunta: ¿todo este proyecto de mutualidad no ha sido concebido con el único objeti-
vo de hacer surgir algo que el paciente suponía en mí y sentía rechazado? ¿No fue un antídoto
inconscientemente buscado contra las mentiras hipnóticas del tiempo de la infancia? Plena
comprensión de los recovecos más profundos de mi espíritu, con desprecio de todas las con-
venciones, incluso las de la bondad y las consideraciones.
Si esto hubiera sido un efecto de la simple brutalidad o de la impaciencia, no habría
servido de nada; pero ella vio qué combate tuve que dar contra mí mismo para resolverme, y
cuánto mal me hacía este cruel deber. (Ella sabía desde hacía mucho tiempo que yo no practi-
caba con agrado operaciones quirúrgicas, a causa de los obstáculos internos de este género, y
que, tanto como me fuera posible, también evitaba las autopsias.)
En otro caso, no sobrevino ninguna convicción, incluso después de meses de repeti-
ción del traumatismo. La paciente dice, muy pesimista: jamás le será posible al médico sentir
verdaderamente como yo misma los acontecimientos que atravieso y que siento. No puede
pues seguir las motivaciones intelectuales "psicofísicas" y participar en la experiencia. Res-
pondo: salvo cuando me sumerjo con ella en su inconsciente con la ayuda de mis propios
complejos traumáticos. La paciente admite esto, pero experimenta una desconfianza justifica-
da respecto de tal proceder místico.
21 de febrero, 1932
Fragmentación
Ventajas psíquicas: se economiza el displacer que resulta de poner en evidencia cier-
tas coherencias, abandonando estas coherencias. La escisión en dos personalidades que no
quieren saber nada una de la otra, y que están agrupadas alrededor de diferentes tendencias,
realiza la economía del conflicto subjetivo. Cuando se pierde la capacidad de soportar el dis-
placer, la falta de cohesión llega hasta la fuga de ideas: la psicosis alucinatoria en el momento
de una fiebre alta, es una "atomización" de este tipo de actividad mental. Tal desorganización
y anarquía aparece también en el dominio orgánico. La cooperación de los órganos se hace
más débil o cesa; en realidad, es un abandono provisorio de la individualidad corporal. Supo-
sición: el abandono del trabajo de cooperación, por la economía de energía y la limitación a
las tareas locales, podría favorecer los procesos de regeneración. Analogía, aquí, con las ex-
periencias de Löb sobre la fecundación asexuada de los huevos de erizo. (El proceso de des-
trucción tiene como consecuencia la productividad.) Algo parecido en el caso siguiente: un
niño es golpeado por una agresión imparable, consecuencia: "entrega su alma" con la convic-
ción total de que este abandono de si mismo (desvanecimiento) significa la muerte. Pero jus-
tamente, la relajación total que se establece por el abandono de sí puede crear circunstancias
más favorables para poder soportar la violencia. (Los órganos, los tejidos se hacen más exten-
sibles, los huesos más flexibles, sin romperse, en una persona desvanecida que no se opone a
la violencia, que en una persona en estado de alarma. Por ejemplo, rareza relativa de heridas
graves en las personas ebrias.) Aquel que ha "entregado el alma" sobrevive pues corporal-
mente a la "muerte" y comienza a revivir con una parte de su energía; incluso la unidad con la
personalidad pre-traumática es de este modo restablecida con éxito, acompañada es verdad, la
mayor parte del tiempo, de pérdida de memoria y de amnesia retroactiva de duración varia-
ble. Pero justamente, este fragmento amnésico es, en realidad, una parte de la persona que es-
tá todavía "muerta" o que se encuentra continuamente en la agonía de la angustia. Tarea del
análisis: hacer desaparecer esta escisión; pero surge allí un dilema. Si se considera este suce-
so reconstruyéndolo por su propio pensamiento, incluso aún si se llega a la necesidad de pen-
sarlo, esto quiere decir que se ha seguido manteniendo una escisión entre una parte destruida
y una parte que ve la destrucción. Si el paciente hace una inmersión catártica hasta la fase de
lo vivido, entonces, en este trance, siente todavía los sufrimientos, pero no siempre sabe lo
que pasa. De estas series de sensaciones de objeto y de sujeto, sólo son accesibles las del lado
del sujeto. Si se despierta del trance, la evidencia inmediata se desvanece enseguida; el trau-
ma es, una vez mas, aprehendido únicamente desde el exterior por reconstrucción, sin el sen-
timiento de convicción. Proposición de la paciente O.S.: durante el trance, incitar el pensa-
miento a la actividad planteando preguntas muy simples, hacer revivir, por así decir, el alma
que ha sido entregada, con tacto pero con energía, y llevar lentamente este fragmento muerto
o escindido a admitir que, sin embargo, no está muerto. Al mismo tiempo, es necesario que el
paciente haga la experiencia de una corriente suficiente de piedad y de compasión para que
valga la pena para él volver a la vida. Sin embargo, este tratamiento prudentemente tierno, no
debe volverse demasiado optimista; la realidad del peligro y la proximidad de la muerte, a sa-
ber, el abandono de sí, deben ser admitidas. En ningún caso, pues, se debe tratar el trauma
como una insignificancia, como ocurre frecuentemente con los enfermos y los niños. Es nece-
sario admitir, finalmente, que nuestra capacidad de ayudar, incluso nuestra voluntad de ayu-
dar, es limitada (en parte por las exigencias de nuestra naturaleza egoísta, en parte, por com-
plejos personales no controlados), es decir, que el paciente debe admitir, poco a poco, que la
ayuda no puede venirle sólo del exterior, que debe movilizar lo que queda disponible de su
propia voluntad. Finalmente, se debe incluso admitir, honestamente, que nuestro esfuerzo
puede ser vano si el paciente no se ayuda a sí mismo. Queda abierta la cuestión de saber si no
hay casos donde la reunificación del complejo, escindido por el traumatismo, es tan insopor-
table que no se efectúa totalmente y el paciente permanece en parte marcado por rasgos neu-
róticos, incluso hundido aún más profundamente en el no-ser o en la voluntad de no ser.
Mutualidad:
En la tercera sesión después de anular la ayuda material y la mutualidad, viraje repen-
tino: fui recibido por un rostro resplandeciente y un gesto de reconciliación; muchas excusas
por haberme irritado y encolerizado por su falta de control durante mi análisis (pues, en prin-
cipio, sigue enganchada a la mutualidad y considera las medidas que he tomado simplemente
como el resultado de pequeñas desviaciones de su parte). A pesar de todo, grosso modo, ha
dado claramente marcha atrás; exclamación admirativa de que me haya sostenido firmemente
en la cura a pesar de sus provocaciones. No reprimí la alegría de mi satisfacción e hice el elo-
gio de su capacidad para superarse. Ella me devolvió el cumplido: yo me había mostrado más
fuerte que mi verdadera tendencia a ser aterrorizado por el sufrimiento. No callé que esto me
había costado un gran gasto de energía. La sesión transcurrió en hablar esencialmente del
acontecer analítico, pero también logré ir más lejos llevándola a profundizar en el pasado.
Procesos similares en la paciente B. También ella comienza a exigir que el análisis
sea extendido a las 24 horas del día; si no se le garantiza esto, no puede arriesgar los peligros
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En inglés en el texto: La ruptura de uno de mis modelos.
25
En inglés en el texto: Usted debe azuzarme.
que representa el abandono de las medidas intelectuales y conscientes de prudencia y protec-
ción. Sin embargo, acá como en el otro caso, mis alusiones a su voluntad de partir son enérgi-
camente rechazadas. Es verdad que ella dice frecuentemente que no hacemos progresos, pero
cuando hago alusión a esto, responde: "¿Cómo sabe usted que no hago progresos, toda esta
agitación ya es quizás un progreso."
Mientras que en el caso (A) parece que toda la gentileza desplegada en el curso de
años de trabajo ha sido suficiente para llevar a la paciente (después de una intensa reacción
de huida), a pesar de la incompletud de la realización de sus deseos, a doblegar su voluntad,
en oposición a su altivez, su obstinación, su superioridad, su desprecio habituales. Se puede
esperar algo análogo en el caso B. Si esto se logra, se puede efectivamente hablar aquí de un
cambio esencial del carácter que, seguramente, tendrá efectos en otras cuestiones. En conse-
cuencia, una especie de éxito pedagógico.
Se plantea aquí la cuestión de la relación entre relajación y actividad, o educación. El
análisis, como la vida, debe comenzar por la relajación; bajo la influencia de ésta, se hace po-
sible un objetivo de reproducción catártica. Una penetración más profunda en los sucesos de
displacer traumático, con realización completa, sólo parece poder obtenerse por el camino del
dolor del destete analítico. El camino de contraste entre pasado y presente no permite pene-
trar mas que hasta una cierta profundidad. Sin embargo, podrá evitarse un alto grado de dolor
si la vida ofrece algo más soportable. Debe pues aparecer en el análisis el sentimiento de estar
totalmente solo, de no contar más que consigo mismo, la desesperación de no poder engan-
charse a nadie (análisis, bondad del analista), y hacer así, esta vez por vía de la analogía, la
experiencia del dolor propiamente dicho. Sí, el dolor presente debe causar, justamente porque
está en el presente, mayor displacer que el que suscita, aún hoy, el recuerdo del dolor pasado.
En consecuencia, huida frente a la desesperación presente, en la situación traumática relativa-
mente más soportable (recuerdo). Para soportar este displacer es necesario, entonces, que sea
activado en el presente un gran displacer. Como acto final, después de la "catarsis profunda",
me represento, como en el caso de R.N., un período de reconciliación y finalmente de separa-
ción, con el sentimiento de ser liberado de la fijación traumática, es decir, de las emociones
de naturaleza forzada en materia de amor y odio. El carácter, orientado por el trauma, cesa de
existir y pueden desplegarse las otras disposiciones naturales de la personalidad. Agregar acá
la excelente comparación de Freud: la desintegración de los objetos desenterrados.
6 de marzo, 1932
13 de marzo, 1932
Necesidad de elogios.
Una paciente (Dm.) que desde hace bastante tiempo protesta más o menos inconscien-
temente contra el análisis, dirigiendo su amor y su interés hacia un hombre joven (segura-
mente esperando que yo la odie por esto, aun sin expresarlo), llega un día espontáneamente
con esta proposición: tenía la intención, dice, de renunciar eventualmente a su relación con
este hombre que no le convenía y que además era mucho más joven que ella. Se observa a
este respecto signos de resistencia que no fueron resueltos hasta que me habló de su decep-
ción de que yo no reconociese la magnitud del sacrificio de sí misma consentido. Le di la ra-
zón. Pareció entonces querer buscar las razones de mi negligencia y pudimos constatar que la
paciente estaba en estado de resistencia desde hacía tres o cuatro meses. Causa: la historia de
sus chismes contra mí y las consecuencias para mí, por parte de Freud entre otros. Desde en-
tonces, dice, estuve mas reservado, es decir, irritado y desdeñoso; yo habría tomado la cosa
demasiado personalmente en lugar de continuar investigando las causas, esto también, causa
de la negligencia mencionada antes. Fin de la sesión, en un humor de reconciliación; ella se
queda con el sentimiento de que había reencontrado mi confianza, que yo no la traté pues
como la había tratado su padre en otro tiempo y también ese profesor, que no hicieron jamás
la confesión de su falta a su respecto. Por venganza, describió entonces las cosas de manera
más cruel y más horrible de lo que estaba objetivamente justificado. La hipocresía de los
adultos autoriza al niño a la exageración y a la mentira; Si las personas que tienen autoridad
fuesen más sinceras, entonces al niño se le ocurrirían espontáneamente propuestas bien inten-
cionadas. Pero cada una de estas afrentas demanda, como una escena entre madre y niño, ter-
minar con una reconciliación y elogios, es decir, con signos de confianza.
15 de marzo, 1932
17 de marzo, 1932
20 de marzo, 1932
De la crisis histérica:
1) Remisión al origen de la palabra "histeria" (hysteron útero). 2) Charcot y Freud
han desenmascarado las "attitudes passionnelles" como representación del coito. (Freud, en
particular el opistótonos, como representación inversa del abrazo.) 3) El uso popular llama
histéricas a las personas, sobre todo a las mujeres, que son sexualmente incontroladas y a las
que es imposible satisfacer ("mujerzuelas histéricas".) Observación de un caso donde, en el
curso de la relajación ("trance"), sobrevienen posiciones de opistótonos; puede establecerse
contacto con la paciente y se obtiene la información de que la posición es la reacción a sen-
saciones de excitación dolorosa en el tracto genital que la paciente describe como un hambre
dolorosa; por esta posición son simultáneamente representados el displacer psíquico y la de-
fensa contra este deseo ardiente. Con la ayuda del juego de preguntas y respuestas, se consta-
tó que esta excitación había sido implantada por el padre con la ayuda de caricias tiernas, pa-
labras y promesas seductoras que la niña, en su ingenuidad, había tomado en serio. Se repro-
duce una escena: el padre pone a la niña sobre sus rodillas y verdaderamente se abusa de ella.
Como la niña no puede concebir tal comportamiento sino como una actividad conyugal, ella
es efectivamente hecha mujer, por más inverosímil que esto pueda sonar a nuestros oídos.
Este estado de hecho se complica por la prohibición de contarlo a la madre o a cualquiera en
general. Ligeras alusiones al hecho de haber sido ultrajada no son tomadas en serio por la ma-
dre que está, por así decir, acuciada por los celos y encima regaña a la niña por ser obscena.
Toma de conciencia repentina de la mentira y del engaño, quizás también la percepción intui-
tiva de la locura del padre (que se libra a las vías de hecho sobre la niña como si equivocán-
dose sobre la persona la pusiera en el lugar de su propia madre, dicho de otro modo, se ven-
ga); como consecuencia, (agregar aquí la escena del quinto año), "estallido", es decir, esci-
sión del Yo propio en otra "dimensión" donde no se sabe nada de lo ocurrido, pero donde se
mantiene una dolorosa nostalgia continua del "amante ideal". Mientras tanto, el cuerpo aban-
donado por el espíritu queda completamente librado a la potencia del mal, ejecutando mecá-
nicamente y sin tener conciencia los actos sexuales prescriptos y los gestos de la prostitución.
Un tercer fragmento de la persona es una especie de sustituto de la madre que vela sin des-
canso sobre los otros dos fragmentos. Ella efectúa la adaptación fisiológica del cuerpo a las
tareas en apariencia imposibles y hace todo lo posible para impedir la muerte fisiológica
como consecuencia del dolor, del agotamiento, etc. Al mismo tiempo, va en ayuda al lugar
donde se acumula el dolor (es decir, el Yo infantil propiamente dicho, profundamente sumer-
gido) por medio de sueños de realización de deseos y de fantasías que impiden la realización
del suicidio siempre amenazante. Por pura compasión pues, ella vuelve loco a este Yo-dolor.
(Antes de la crisis hubo una tentativa de desembarazarse de la tensión por vía masturbatoria.
El relato de esta tentativa degenera en una risa irreprimible; como un estallido de compren-
sión de lo ridículo de la tentativa de reemplazar la realidad por sucedáneos.) En medio de la
conversación, en estado de relajación, frecuente rebelión contra mi tendencia de llevar a la
paciente a la triste realidad, a comprender lo que había de engañoso en esta esperanza y la au-
sencia total de perspectivas futuras. (Quo ad29 el cumplimiento de enormes esperanzas infan-
tiles). 1) Es necesario constatar, y la misma paciente debe reconocerlo, que esta intervención
29
En latín en el texto; “En cuanto a”.
desilusionante, es decir, la crisis más los esclarecimientos, tiene un efecto tranquilizador. Si
una sesión termina sin esto, entonces se llena todo el intervalo de explosiones emotivas, el
sueño está perturbado, etc., hasta la sesión siguiente en que la conversación en estado de rela-
jación pone fin a la explosión. El factor principal de este resultado favorable podría ser la
toma de conciencia, es decir, la reparación del trauma de origen por esclarecimientos espon-
táneos y por aquellos que yo he prodigado; el saber, es decir la superación de factores de des-
conocimiento (angustia, fragmentación), pone en circulación una parte del trauma en la per-
sonalidad total. (Observación sobre "la personalidad total" de Alexander que, ignorando
nuestros datos, no merece la característica de totalidad). Un segundo agente o factor de éxito
no intelectual es el sentimiento de los pacientes de que no solamente no los despreciamos a
causa de sus rarezas, incluso de sus artificios de seducción ingenuos e infantiles, su ninfoma-
nía o su satiriasis, sino que al contrario los complacemos y los ayudamos de buen grado,
cuando está en nuestro poder. Creemos en su inocencia, los queremos en tanto que seres em-
pujados a la madurez contra su voluntad y pretendemos que acepten provisoriamente nuestra
compasión y nuestra comprensión, como cumplimiento en verdad imperfecto de sus esperan-
zas hasta tanto la vida les ofrezca algo mejor. Rendimos homenaje a la grandeza y a la fuerza
de que fueron capaces, ya que manteniendo la escisión con todas sus fuerzas impidieron el
hundimiento de su personalidad total en el "lodo del pecado". Un último factor, no menos im-
portante, es reconocer humildemente delante de los pacientes nuestras propias debilidades,
nuestras propias experiencias traumáticas y decepciones, confesiones que hacen desaparecer
completamente la distancia de inferioridad que el paciente antepone. De este modo, otorga-
mos también con naturalidad al paciente la alegría de poder ayudarnos, de volverse, por así
decir, nuestro analista, lo que a su vez eleva con razón su opinión de ellos mismos. Puede lle-
gar incluso el momento, como es mi caso, que vivir el sufrimiento del otro y el propio, arran-
que una lágrima (y no se debe ocultar esta emoción al paciente), entonces las lágrimas de mé-
dico y paciente se mezclan en una solidaridad sublimada que sólo encuentra su analogía en la
relación madre-niño. Y esto es el agente curativo que une durablemente, cimenta de algún
modo, los fragmentos intelectualmente recolectados e incluso rodea a la personalidad así re-
parada de un aire de alegría de vivir y de optimismo renovado.
22 de marzo, 1932
30
En inglés en el texto: extensión talada para prevenir el fuego, literalmente “cintura de fuego”.
agobio y aplastamiento. Durante el día, se sorprendió fantaseando: un gigantesco órgano ge-
nital masculino penetra en ella y la destroza. Ve su cuerpo extendido de manera sobrenatural,
como una persona muerta; violentas palpitaciones acompañan a esta fantasía. Después de
veinte a veinticinco sacudidas que la sumergen como olas de dolor, no siente más nada, pero
se considera desde afuera, considera su cuerpo como una persona extraña. Todavía no ha te-
nido sus reglas, no las espera antes de ocho días. Durante el día, múltiples sensaciones dolo-
rosas violentas en la región umbilical que orientan, por así decir, hacia las profundidades. Su
columna vertebral está como estallada, flexible y sin resistencia.
El sueño no es difícil de explicar; desde hace cerca de diez años sólo tiene sueños que
no pueden ser interpretados sino como sueños de violación. Millones de veces ha repetido es-
cenas, o una escena, donde es violada por el padre, sobre el prado liso y duro, las manos vuel-
tas hacia arriba, las piernas sujetas por encima de las rodillas y, después que hubieran sido
vencidos todos sus medios de defensa, sus piernas abiertas con violencia, la sensación de pe-
netración, etc., el despertar en un estado de agotamiento completo, incapaz de aprehender lo
que había ocurrido. La interpretación del sueño en estado de relajación consiste en intentar,
en lugar de un esclarecimiento consciente del sueño, reubicar a la paciente, con ayuda de ma-
terial asociativo consciente, en el sueño mismo, en el curso de la sesión de análisis. Para esto
es necesario un cierto estado de somnolencia, de relajación. Planteando en voz baja preguntas
simples, nunca difíciles, se busca permanecer en contacto con los pacientes durante el sueño,
invitándolos a penetrar más profundamente en lo que sienten, ven, experimentan a propósito
de cada detalle; producen entonces otros pequeños detalles y hechos que conciernen al frag-
mento del sueño y que, según todas las apariencias, provienen de la realidad. Esta especie de
inmersión en el sueño conduce, en la mayor parte de los casos, a un refuerzo catártico de los
síntomas que nos da inmediatamente la ocasión de acercarnos más a la realidad.
En ningún caso, sin embargo, puedo afirmar haber logrado, ni una sola vez, hacer po-
sible para el paciente la rememoración de los procesos traumáticos mismos, con ayuda del
fantasma-síntoma por medio de la inmersión en el sueño y la catarsis. Todo ocurre como si el
traumatismo estuviera rodeado por una esfera de amnesia retroactiva, como en los traumatis-
mos que suceden a una conmoción cerebral. Con cada catarsis, esta esfera se estrecha cada
vez más. Lo que no está completamente claro por el momento, es de qué manera puede ser
incorporado, y si puede serlo, el centro de la explosión en el espíritu del analizado como pro-
ceso consciente y por eso mismo pasible de ser rememorado como suceso psíquico. Se ofre-
cen allí varias posibilidades: 1) En el caso de numerosos pacientes que dicen no querer acep-
tar como solución definitiva más que una parte de la personalidad psíquica, ciertas cualidades
psíquicas como la esperanza, el amor en general, o en relación con ciertas cosas, han sido tan
totalmente destruidas por la conmoción que es necesario considerarlas como incurables, más
exactamente, como totalmente muertas. La curación de esta parte no puede ser entonces una
restitutio ad integrum, sino solamente la reconciliación con una carencia. Las personas su-
frientes tienen el sentimiento de que una cantidad y una cualidad de amor de naturaleza extra-
ordinaria, la felicidad genital, moral e intelectual más completa y más perfecta, podrían inclu-
so resucitar a estos fragmentos psíquicos muertos; dicho de otro modo, permitirían regenerar
los fragmentos de personalidad corporales y psíquicos por destruidos que estuviesen y devol-
verles una capacidad funcional total. Pero tal felicidad no es accesible en la realidad. (En el
caso de violación en la infancia, por ejemplo, el hecho de ser desposada por el mejor hombre
del mundo, en el sentido psíquico y espiritual con, por añadidura, una potencia colosal y co-
losalmente amorosa, sería todavía demasiado poco para poder actuar como antídoto contra el
envilecimiento y la reducción de la personalidad [mutilación] por el trauma.) 2) Con una pa-
ciencia colosal y abnegación por nuestra parte, después de cientos de ejemplos de la mayor
indulgencia, simpatía, renunciamiento a toda veleidad de autoridad, aceptando que el pacien-
te nos dé lecciones y nos ayude, espero lograr hacer renunciar al paciente a este gigantesco
cumplimiento de deseos, y se contentará con lo que se le puede ofrecer; y que por mi amor,
es verdad, pero más tarde por amor de su propia razón, hará revivir el fragmento del Yo
muerto, es decir, lo curará y lo sostendrá. (Vendajes en las caderas).
29 de marzo, 1932
3 de abril, 1932
37
En francés en el texto: "Se vuelve siempre"
esfuerzo necesario para separar los brazos de su cara, se siente cuán difícil es arrancarla de
este estado. Con mucha frecuencia, inmediatamente después me mira como sorprendida pro-
nunciando palabras de este tipo: Entonces, ¿usted está allí? Qué curioso. Usted es el Dr. F. y
estuvo allí durante todo este tiempo. En ese momento agrega observaciones sobre cambios de
su ser suscitados por mi presencia. Habiéndole modestamente respondido que no sabía nada
de cualidades tan grandiosas en mí, me replicó con mucha seguridad que yo debía ser incons-
ciente de mis propias capacidades y acciones. El contenido de las alucinaciones: cambio de
tiempo, de lugar y de objetos con una versatilidad extrema, como en la fuga de ideas. Se sien-
te liberada de todas las cadenas y obstáculos de la distancia física. Vuela en la atmósfera, se
hunde en la profundidad de los mares, con todas las maravillas de las grandes profundidades;
emergen con frecuencia en ella las apariciones luminosas más variadas y sin contenido que
tienen bastante frecuentemente una orientación determinada. Casi siempre aparecen impetuo-
samente también personajes humanos o fragmentos de personajes que llama espíritus. Ciertos
tipos retornan con gran frecuencia, así en particular, los chinos. Un viejo hombre calvo se in-
clina sobre ella. Poco a poco, estas especies de espíritus se vuelven aterrorizantes, la paciente
hace gestos de defensa; a menudo, para terminar, lanza un grito agudo y con los signos del
más violento terror exclama: ¡Me golpean! ¡Me rompen la cabeza! ¡Me matan!. Al mismo
tiempo, se le pone la cara roja, las lágrimas caen de sus ojos. Tras varios minutos de combate,
repentinamente toda la persona se paraliza, se podría decir, permanece acostada, sin hacer
ningún ruido, pálida como una muerta, sin el menor afecto, en ese momento pretende no estar
más en el interior sino en el exterior de su cuerpo; en cuanto al cuerpo mismo, estará muerto,
matado. Los personajes (espíritus) son muy a menudo apariciones de un muerto, en particular
su hermano, muerto hace un año. El personaje no habla, sólo se expresa por gestos. Señala su
corazón (ha muerto de una crisis cardíaca), me señala (Dr. F.) como si él quisiera invitarla a
volverse hacia mi.
Desde que oyó hablar de la teoría de Freud sobre el Superyo en tanto que producto de
la escisión del Sí Mismo, repite con gran convicción que en su caso un Superyo feroz, la vo-
luntad de su madre, la encadena por una gran angustia y la fuerza a conductas autodestructi-
vas. (Siente incluso que su tendencia a engordar de manera no deseada es obra de esta volun-
tad extraña que le es impuesta y se descarga también físicamente sobre ella.)
Se representa la irrupción del dañino Superyo más o menos de la manera siguiente: el
dolor y el espanto paralizan las fuerzas de cohesión y de supervivencia de la persona, y es en
este “tejido que se ha hecho blando y sin resistencia" que penetra la voluntad extraña, dirigida
por el odio y el placer de agredir, con todas sus tendencias, mientras que una parte de su es-
pontaneidad propia es expulsada fuera de la persona.
El resultado de este proceso es, por una parte, la implantación en el alma de la víctima
de contenidos psíquicos dispensadores de placer, provocadores de dolor y de tensión; pero al
mismo tiempo, el agresor, por así decir, aspira dentro de él una parte de la víctima, a saber, la
parte que ha sido expulsada. De donde el efecto calmante de la explosión de furia en el furio-
so cuando ha logrado causar un dolor a otro: una parte del veneno será implantada en otra
persona (si en lo sucesivo, esta persona tendrá que pelearse contra los afectos de displacer,
sólo será a causa del tratamiento injusto); al mismo tiempo, (y esto es lo que hay de nuevo en
lo que cuenta S.I.), el agresor anexa el estado de felicidad ingenua, desprovista de angustia y
tranquila en que vivía la víctima hasta entonces. En términos simples, esto podría expresarse
más o menos de la manera siguiente: se encuentra en una situación de molestia y de dolor, se
envidia la paz de otro, digamos de alguien débil, un niño, se da de algún modo una patada a
un perro porque se está deprimido. Se obtiene así que el otro también sufra, lo que debe ate-
nuar absolutamente mi dolor. Por otra parte, anexo por este acto el estado de felicidad ante-
rior.
5 de abril, 1932
5 de abril, 1932
7 de abril, 1932
10 de abril, 1932
l2 de abril, 1932
24 de abril, 1932
Paranoia y olfato
La paciente recuerda que la víspera debió pasar algunas horas en compañía de Mrs. Dm., una
dama que conocía desde hacia mucho tiempo y que hizo también tentativas analíticas con
ella. Su antipatía hacia esta dama estaba fundada sobre su falta de cultura, su estrechez de es -
píritu muy Nueva Inglaterra y su manera primitiva de expresarse; y además, su imaginación
no contendría el menor rasgo de inclinación artística, etc. Esto la incitaba a huir de la compa-
ñía de esta dama. Ayer, como no pudo evitarlo se sintió obligada a embriagarse. Sólo podía
soportarla en un estado de embriaguez total, de desequilibrio, de semi-sueño como en un sue-
ño. En el momento que pensaba en ella, todas sus asociaciones se agrupaban alrededor del
olor de esta dama. Exhalaba como un olor a cadáver que espanta a la paciente y la incita a re-
chazarla.
El mismo día, Dm. viene a verme y dice que ella también bebió mucho (pero no estu-
vo ebria). Se siente espantada, dice, en compañía de esta paciente: esta dama sería demasiado
agresiva, demasiado enérgica, y le recordaría a su propia madre. (Esto se relaciona aquí con
un trauma infantil: su madre la arrastró tan violentamente por la muñeca que le rompió el bra-
zo.) Es necesario anotar aquí que Dm. tiene efectivamente un olor desagradable y disgusta
decididamente a las personas de olfato sensible. Se puede afirmar con gran probabilidad que
la intensidad de estos efluvios tiene algo que ver con el odio y la furia reprimidos. Como si, a
la manera de ciertos animales, a falta de otras armas, tuviera a la gente a distancia de su cuer-
po espantándolos con estas emanaciones de odio. (Conscientemente y en su comportamiento
manifiesto, la paciente sería más bien blanda con una inclinación por la obediencia ciega y la
sumisión sin queja).
No era demasiado osado relacionar la reacción de la paciente con el hecho de que po-
día realmente olfatear los sentimientos de la gente. Me contó entonces diversas experiencias
de esta clase. Hecho interesante: me contó largas historias de su madre que se asemejaban al
mismo género de ideas que las del Pr. Jaeger en su tiempo. Bañarse y lavarse es malsano; ella
no cambiaba jamás su ropa interior pero, sin embargo, nunca olía mal. Pero, por otro lado, era
de una energía poco común, regenteaba la casa (el padre era un borracho e iba poco seguido a
la casa, después de lo cual nacía un niño).
La teoría que podría fundarse sobre estas cuestiones y otras similares, sería la siguien-
te: las emanaciones de su madre, que eran conscientemente agresivas, no despedían mal olor;
pero las de Dm., que es aduladora y conciliadora en apariencia, pero llena de secreto odio,
traicionan el odio reprimido. (Acá, la asociación: "Así habla el sabio Salomón".)
Dm. se horroriza por las maneras abiertamente agresivas de la paciente y comienza a
heder. La paciente siente esto como un contraataque, como una persecución (delirio de perse-
cución), y debe o bien salvarse o bien anestesiarse con el alcohol. No es imposible que imite
así la embriaguez de su padre que no podía soportar su vida con la madre. En el tiempo en
que es maníacamente agresiva, imita a la madre; pero desde que comienza a olfatear la agre-
sividad oculta de Dm., comienza a jugar el rol del padre (?). Cualesquiera sean los detalles,
parece establecido que las personas atacadas de delirio de persecución pueden, a la manera de
ciertos animales, en particular los perros, olfatear los sentimientos y las tendencias ocultas o
reprimidas de las personas. Un paso más nos conduciría a una sensibilidad extraordinaria-
mente más afinada y matizada, en calidad y cantidad, que permitiría oler en otro ser humano
las pulsiones más finas, y aun los contenidos psíquicos de las pulsiones del deseo, es decir,
las representaciones. Una gran parte de lo que hasta ahora ha sido considerado como oculto, o
como sobre-rendimiento metafísico recibiría así una explicación psico-fisiológica. Un paso
suplementario y todavía más osado conduciría entonces a las actuaciones de los médiums es-
piritas, que pueden sentir las emanaciones globales de las personas que continúan vibrando
en alguna parte del espacio, aún después de tiempos infinitos. (Un poco como un perro, las
huellas de su patrón muerto). Los médiums espiritas reconstruirían pues, con la ayuda de su
olor, el pasado de un ser humano. Serían capaces, con su imaginación olfativa, de seguir a la
persona hasta su pasado más lejano, y en todos los lugares donde ha estado en vida. Por qué
el olor de Dm. es sentido como un olor de cadáver: es un problema en sí mismo. Tentativa de
solución provisoria: cuando una reacción emocional es reprimida, interrumpida o rechazada,
algo en nosotros es efectivamente aniquilado. La parte aniquilada de la persona cae en estado
de descomposición. Si la persona entera es impedida de actuar, se sigue una descomposición
general, es decir, la muerte. Relacionar aquí con la afirmación de tantos neuróticos en estado
de trance o de sueño de que una parte más o menos grande de ellos mismos está muerta o ase-
sinada y que la arrastran como un fardo sin vida, es decir, inepto para funcionar. El contenido
de este paquete de represión está en constante agonía, es decir, en descomposición. La desin-
tegración completa (muerte) le es tan imposible como el retorno a la vida por aflujo de ener-
gías vitales.
Nine Pin.
Silly servant42
26 de abril, 1932
26 de abril, 1932
26 de abril, 1932
1 de mayo, 1932
46
En francés en el texto: “El amor es un toro acéfalo”.
¿Quién está loco, nosotros o los pacientes?
(¿Los niños o los adultos?).
Una pregunta: ¿Freud está realmente convencido, o bien se fuerza a una crispación
teórica exagerada para protegerse contra su autoanálisis, es decir, contra sus propias dudas?
No olvidar que Freud no es quien descubrió el análisis, sino que tomó de Breuer algo ya listo.
Quizás sólo continuó a Breuer de un modo lógico, intelectual, pero no con una convicción
que depende del sentimiento; en consecuencia, no hay análisis más que de los otros, y no de
sí mismo. Proyección.
3 de mayo, 1932
5 de mayo, 1932
Caso R.N.
1) Principio del tratamiento analítico, sin simpatía particular de mi parte; va de suyo
que siento por la paciente, en tanto médico, un interés que tengo por leal. Mucho más tarde,
la paciente me dice un día que mi voz, en el curso de esta primera entrevista, y solamente esa
vez, era mucho más dulce e insinuante de lo que nunca había sido después. Advierto en ese
momento que es esa voz la que le prometió, por así decir, un interés personal profundo, al
mismo tiempo que amor y felicidad. He aquí lo que puedo sacar posteriormente de todo esto:
la antipatía mencionada más arriba podría ser la consecuencia a) de una independencia y una
confianza en sí misma desmesuradas, b) de una fuerza de voluntad extraordinariamente pode-
rosa en la fijeza marmórea de los rasgos de la cara, c) de una manera general, algo soberano,
algo de una superioridad de reina, o incluso de alteza real; todos rasgos que ciertamente no se
podrían calificar de femeninos. En lugar de tomar conciencia de estas impresiones, parece
que parto del punto de vista de que, en tanto médico, debo en todos los casos estar en posi -
ción de superioridad; superando mi evidente ansiedad delante de tal mujer, parece que hubie-
ra adoptado inconscientemente una actitud de superioridad, quizás la de mi virilidad intrépi-
da, que mi paciente tomó por verídica, mientras que se trataba de una pose profesional cons-
ciente, adoptada en parte como medida de protección contra la angustia.
Sin embargo, el malentendido fue aclarado desde la tercera o cuarta sesión, en el mo-
mento en que en el curso de sus asociaciones la paciente declaró que yo habría pretendido ha-
berme enamorado de ella. Esto no dejó de horrorizarme; recordé numerosos casos de histéri-
cas erotómanas que acusaban falsamente a su médico de haberles hecho declaraciones de
amor. De entrada negué pues, de manera clara y neta, haber hecho tal declaración, pero no lo-
gré aparentemente convencer a la paciente. Pero a medida que me sumergía en el trabajo ana-
lítico, desplegaba, como es habitual, un profundizado interés por todos los detalles de su his-
toria. Desde el principio, sin embargo, la paciente exigió contar para mí más que las otras pa-
cientes, lo que no me la volvía más simpática. Como el caso no mostraba ningún progreso,
redoblé los esfuerzos, decidí incluso no dejarme desanimar por ninguna dificultad, cedí poco
a poco a cada vez más deseos de la paciente, dupliqué el número de sesiones, fui hacia ella en
lugar de forzarla a venir a mí, la llevé conmigo en mis viajes de vacaciones, le di sesiones in-
cluso el domingo. Con la ayuda de tal exceso de esfuerzos, llegamos, de algún modo, gracias
al efecto de contraste de la relajación, a hacer posible la emergencia de la historia infantil,
evidentemente traumática, bajo formas de estados de trance o de crisis.
Permanecimos detenidos en esta etapa, sin otro progreso, durante otros dos años. Me
eran impuestas las peores exigencias por el hecho de que hacia el final de las sesiones la pa-
ciente caía en una crisis que me obligaba a permanecer otra hora más cerca de ella, esperando
que la crisis pasara. Mi conciencia de médico y de ser humano me impedían dejarla allí, en
este estado de privación. Pero el surmenage parece haber provocado en mí una tensión enor-
me que, por momentos, me volvía odiosa a la paciente. Las cosas llegaron a una especie de
punto crítico que tuvo como consecuencia que yo comenzara de algún modo a batirme en re-
tirada.
Sin poner el acento sobre el desarrollo cronológico, se me ocurrió la idea de que el
giro tal vez más importante se produjo de la manera siguiente: la paciente hizo el proyecto, o
manifestó la convicción que en el curso del verano, a saber, en los días correspondientes en el
calendario a la fecha del trauma infantil, iba a repetirse y rememorarse todo el proceso. Una
parte de la repetición tuvo lugar y, no obstante, cada crisis se remataba con la constatación:
"y, sin embargo, no sé si todo este asunto es verdadero". Los análisis de los sueños y el resto
del trabajo analítico mostraban la clara voluntad de no rendirse a la evidencia del horror de su
vida, es decir, de no suprimir la escisión de su persona en una parte que inconscientemente
sabe y sufre, y otra, siempre viva pero mecánica e insensible, hasta que no le fuera ofrecida
en la realidad, a manera de compensación, una vida donde sería plenamente amada y recono-
cida.
La paciente me atribuía el papel de este amante perfecto. Como para todas las fanta-
sías producidas por los pacientes, me esforzaba en penetrar igualmente en las profundidades
de ésta, es decir, conducir estas fantasías a desplegarse. Muy pronto tomaron un carácter se-
xual que yo analicé, como todo el resto, con interés y benevolencia. Pero cuando un día me
preguntó directamente si esto significaba que yo me había realmente enamorado, le dije con
toda honestidad que se trataba de un proceso puramente intelectual y que los procesos genita-
les que se consideraban no tenían nada que ver con mis deseos. E' shock así provocado fue
indescriptible. También este proceso fue, con seguridad, reconducido como siempre hacia el
pasado, al trauma, pero la paciente permanecía siempre enganchada a la vertiente transferen-
cial.
Esta crisis evocada más arriba me obligó, en oposición a mi sentimiento del deber, y
sin duda también a mi sentimiento de culpabilidad, a reducir mis sobreactuaciones médicas.
Después de un duro combate interior, dejé a la paciente sola durante el tiempo de vacaciones,
reduje el número de sesiones, etc. La resistencia de la paciente permaneció inquebrantable.
En un punto llegamos, por así decir, a chocar violentamente. Yo pretendía, férreamente, que
debía odiarme por mi maldad a su respecto, lo que ella negaba resueltamente, pero lo negaba
a veces con tanta irritación que los sentimientos de odio se transparentaban siempre. Ella, al
contrario, pretendía percibir en mí sentimientos de odio, y comenzó a decir que su análisis no
progresaría jamás si no me decidía a dejar analizar por ella los sentimientos ocultos en mí.
Resistí durante alrededor de un año, después me resolví, sin embargo, a este sacrificio.
Para mi gran sorpresa debí, sin embargo, constatar que la paciente tenía razón en va-
rios aspectos. Una ansiedad particular frente a las fuertes personalidades femeninas de su
temple que venía de mi infancia. Encontraba y encuentro "simpáticas" a las mujeres que me
idolatran, que se someten a mis ideas y a mis singularidades; en cambio, las mujeres de su
tipo me llenan de terror y provocan en mí la oposición y el odio de los años de la infancia. El
sobrerendimiento emocional, particularmente la gentileza exagerada, es idéntica a los senti-
mientos del mismo orden respecto de mi madre. Cuando mi madre afirmaba que yo era malo,
esto me volvía en aquel tiempo todavía más malo. Su manera de herirme más era pretender
que yo la mataba; fue el punto a partir del cual me obligué contra mi convicción interior a la
bondad y a la obediencia.
Las exigencias de la paciente de ser amada correspondían a exigencias análogas que
me dirigía mi madre; en los hechos, y en mi fuero interno, odiaba pues a la paciente, a pesar
de toda la gentileza aparente; era esto lo que ella sentía y a lo que reaccionaba, con la misma
inaccesibilidad que también había forzado finalmente al padre criminal a dejarla.
El análisis mutuo aporta aparentemente la solución. Me dio la ocasión de dar libre
curso a mi antipatía. La consecuencia fue, curiosamente, que la paciente se tranquilizó, sin-
tiéndose justificada; una vez que hube reconocido abiertamente los límites de mis capacida-
des, comenzó incluso a reducir sus reivindicaciones a mi respecto. Una nueva consecuencia
de este evidente circulus benignus47 es que en este momento la encuentro efectivamente me-
nos antipática, que incluso soy capaz de tener por ella sentimientos amistosos y juguetones.
Mi interés por los detalles del material analítico, y mi capacidad para absorberlos, que ante-
riormente estaban como paralizados, aumentaron visiblemente. Debo incluso reconocer que
comienzo a sentir la influencia benéfica del hecho de-ser-liberado-de-la-angustia también res-
pecto a otros pacientes, de modo que resulto mejor analista no sólo para esta paciente, sino de
una manera general para todos los otros. (Menos somnolencia durante las sesiones, más inte-
rés humano por todos, intervención marcada por una sincera y tan necesaria empatía en el
proceso analítico.)
¿A quién corresponde el mérito de este éxito? Ciertamente ante todo a la paciente que,
en su situación precaria de paciente, no dejó de combatir por su razón; sin embargo, esto no
hubiera servido de nada si yo mismo no me hubiera sometido al sacrificio inhabitual de arries-
gar la experiencia de ponerme, en tanto médico, entre las manos de una enferma seguramente
47
En latín en el texto: “Círculo benigno”.
peligrosa.
8 de mayo, 1932
10 de mayo, 1932
Auto-estrangulación traumática.
Uno de los casos donde la paciente es afectada por trastornos respiratorios nocturnos.
Cada tanto, se despierta y durante un breve instante oye su propio estertor como si fuera el de
otra persona, después se sobresalta, brutalmente angustiada. Los ejercicios de relajación en el
análisis, conducían de vez en cuando a estados análogos donde pude constatar: respiración
muy superficial, palidez cadavérica de la piel, voz baja, casi inaudible, pulso apenas percepti-
ble. Estas manifestaciones se vinculaban con fantasías relacionadas a "caricias" sin escrúpu-
los infligidas por un hombre adulto, probablemente el padre. Al mismo tiempo, incapacidad e
imposibilidad total a) no solamente de hablar a alguien del trauma, b) sino incluso de tener
verdadera conciencia. A continuación de una "confesión psicoanalítica" (revelación de mi
displacer hasta entonces nunca expresado respecto de una relación homosexual; al mismo
tiempo, un rastro quizás, de celos masculinos y médicos de mi parte), sentimiento de un enor-
me triunfo, una confianza que hasta ahora no había experimentado jamás: ¡así que después de
todo yo tenía razón! Esta experiencia analítica volvió a la paciente mucho más segura en
cuanto a la realidad de lo sucedido; incluso se sintió inmediatamente capaz de contárselo a su
hermano (curiosamente, ahora era al hermano a quien se le ocurría cuestionar el carácter del
padre) y obtener de él confirmaciones. En la misma noche, una pesadilla de una intensidad y
una duración nunca experimentadas antes y, esta vez, sin ninguna distorsión: se siente como
una niñita asaltada sexualmente por un gigante; el peso del cuerpo gigantesco le oprime el pe-
cho; se continúan una serie interminable de asaltos genitales terriblemente dolorosos que, du-
rante cierto tiempo, intenta soportar por medio de una violenta contracción de todas sus fuer-
zas musculares. Pero de golpe le falta la fuerza de voluntad; en el mismo momento se instala
una total insensibilidad respecto de su propia persona, sin que cese de tener conciencia de
toda la escena; al contrario, en adelante observa todo el proceso como desde afuera, ve un ni-
ño muerto del que se abusa de la manera descripta e incluso, curiosamente, con la muerte
desaparecen también completamente los lamentos (y naturalmente también la angustia, las
tentativas de salvataje, etc.); en cambio, su interés incluso su sentimiento y toda su compren-
sión se vuelven hacia el agresor. Encuentra lógico que la tensión acumulada en el agresor
deba descargarse de la susodicha manera.
Mientras tanto, se instaló una relajación muscular total, lo que permitió a la respira-
ción y a la circulación hasta entonces totalmente suspendidas volver a ponerse en marcha; la
paciente se despertó parcialmente, pero aún pudo sentir los últimos segundos de los estertores
y el sentimiento de estar muerta, como si fuera un sueño. Después del completo despertar, el
recuerdo de la repetición del trauma permaneció excepcionalmente conservado. En otras oca-
siones del mismo tipo (ver el sueño sobre los soldados-bolos), o bien el recuerdo estaba total-
mente ausente, o bien era distorsionado hasta hacerse irreconocible, reconstruible solamente
por el análisis. La paciente tenía el sentimiento de que sólo el aumento de la confianza en ella
misma y en mí le habían permitido sumergirse tan profundamente en la repetición.
En el plano teórico, se puede hacer la siguiente suposición: en el momento del agota-
miento total del tono muscular (crisis epileptiforme generalizada, opistótonos), se abandona
toda esperanza de un auxilio exterior o de una atenuación del trauma. No se teme más a la
muerte que, por así decir, ya está allí; seguramente desaparecen también todos los escrúpulos
morales o de otro tipo respecto al fin ineluctable, el individuo renuncia a cualquier expectati-
va de una ayuda exterior y sobreviene una última tentativa desesperada de adaptación, de al-
gún modo semejante al animal que se hace el muerto. La persona se escinde en un ser psíqui-
co de puro saber que observa los sucesos del exterior, y un cuerpo totalmente insensible. En
la medida en que el ser psíquico es todavía accesible a los sentimientos, concentra todo su in-
terés sobre el único sentimiento que subsiste del proceso, es decir, el sentimiento del agresor.
Todo ocurre como si el psiquismo, cuya única función es reducir las tensiones emocionales y
evitar los dolores en el momento de la muerte de su propia persona, trasladara su función de
apaciguar el sufrimiento automáticamente sobre los sufrimientos, tensiones y pasiones del
agresor, la única persona que podría sentir algo, es decir, se identificaba a ellos. La desapari-
ción de su propia persona, dejando figurar a otros en la escena, seria también la raíz más pro-
funda del masoquismo, por otro lado, tan enigmático, la raíz del sacrificio de sí en beneficio
de otros seres humanos, animales o cosas, o la identificación, disparatada desde el punto de
vista psicológico y egoísta, con tensiones y sufrimientos extraños. Si esto es así, ningún acto
masoquista ni ninguna emoción de esta clase es posible sin la muerte temporaria de la propia
persona. No siento pues incluso el dolor que me es infligido puesto que no existo. En cambio,
siento la satisfacción del placer del agresor que aún puedo percibir. La tesis de base de toda
psicología, que pretende que la única función de la psique es atenuar los sufrimientos, queda
así salvaguardada. Pero además es necesario que la función de atenuación de los sufrimientos
pueda volverse no sólo hacia el propio Yo, sino incluso hacia todas las clases de sufrimientos
percibidas o representadas por la psique. Considerado desde otro punto de vista, el de la in-
destructible pulsión de autoconservación, se podría describir el mismo proceso de la manera
siguiente: en el momento en que se abandonó toda esperanza de ayuda por parte de una terce-
ra persona, y que se sienten las propias fuerzas de autodefensa totalmente agotadas, no queda
más que esperar la clemencia del agresor. Si me someto tan completamente a su voluntad que
dejo de existir, si no me opongo pues a él, quizás me otorgará salvar la vida; al menos, tengo
más esperanzas de ver a la agresión actuar de manera menos destructiva, excluyendo toda lu-
cha de resistencia. Un cuerpo completamente relajado será menos destruido por un puñetazo
que un cuerpo que se defiende. Si el cuerpo está como muerto, en estado de relajación mus-
cular y casi sin circulación, entonces una cuchillada provocará también una hemorragia más
débil o nula (ver el desempeño de los fakires). Este modo de explicación implica sin embargo
la posibilidad de que, en los momentos de extremo peligro, la inteligencia se separe del Yo,
que quizás incluso todos los afectos existentes hasta entonces que estaban al servicio de la
conservación de la propia persona (temor, angustia, etc.) sean, en razón de la inutilidad de los
afectos en general, suspendidos y transformados en una inteligencia desprovista de afectos,
con una esfera de acción mucho más vasta.
En caso de extrema necesidad, se crea en nosotros un ángel guardián interno que dis-
pone de nuestras fuerzas corporales mucho más de lo que somos capaces en la vida ordinaria.
Se conocen los desempeños casi acrobáticos en caso de extremo peligro (mi propia caída en
la alta montaña en el momento en que me agarré del único peñasco que se adelantaba un poco
por encima del abismo y debí pasar toda la noche sentado sobre él). Este "ángel guardián" se
constituye a partir de fragmentos de la propia personalidad psíquica, probablemente de frag-
mentos del afecto de autoconservación. Por eso la insensibilidad mientras él está allí. La ayu-
da exterior que falta es pues reemplazada por la creación de un sustituto más antiguo. Claro
que no sin modificación de la personalidad anterior. En los casos más extremos de esta clase,
la retracción del propio Yo fue tan completa, que incluso se perdió el recuerdo de todo el epi-
sodio. Subsiste, sin embargo, una cierta influencia sobre el carácter de la persona que ha pa-
sado por esta clase de cosas; nuestra paciente, por ejemplo, casi seguramente desde que se
instauró el trauma, manifestaba un carácter terco, reservado, fiándose al fin de cuentas sólo
de sí misma, lo que justifica ahora triunfalmente en el análisis. En jerga psicoanalítica, habla-
ría pues aquí de un caso de escisión narcisística del Yo.
Pero para quien piensa solamente en términos de fisiología el proceso puede explicar-
se de la siguiente manera: en un pánico violento -una crisis dolorosa-, el paciente reacciona
con un enorme tensionamiento psicofísico de sus fuerzas. Esto conduce a retener la respira-
ción, a aumentar el ritmo cardíaco. Si la crisis dolorosa persiste, entonces se instalan trastor-
nos circulatorios que entrañan trastornos tróficos en el cerebro, y finalmente también en la
médula espinal. Los centros cardíacos y respiratorios se han paralizado, la conciencia se des-
vanece. Después de esto, relajamiento muscular completo, alivio de la actividad cardíaca,
despertar de las funciones cerebrales, muy a menudo sin ningún recuerdo de lo que ocurrió.
En todos los casos parecidos, los pacientes hablaban de cefaleas violentas en la región de la
nuca, inmediatamente antes de la pérdida de la sensibilidad; aparición frecuente de tales dolo-
res en el curso de procesos de repetición. La compulsión de dos pacientes a fumar sin cesar
era también un coqueteo con la auto-estrangulación.
12 de mayo, 1932
29 de mayo, 1932
49
Cf. “Sobre ataques epilépticos. Observaciones y reflexiones”.
subjetivo.
En el momento en que nos alcanzan dos impresiones sensoriales que vienen de un
mismo y único punto (dirección), admitimos la existencia de algo fuera de nosotros, en el lu-
gar de la intersección de la dirección de impacto de las dos excitaciones sensoriales. Cuando
esto es confirmado por otras excitaciones sensoriales, crece la certidumbre de esta existencia
(realidad) en el mundo exterior.
Poner en relación dos excitaciones sincrónicas es un acto de pensamiento. Es posible
que sea necesario precisamente abstraerse del Yo, es decir, aniquilar el interés por el Yo (la
cualidad placer(displacer) para adquirir la energía necesaria para el pensamiento (poner en re-
lación una cosa con la otra).
(Nota perdida. N.del E.)
1 de Junio, 1932
3 de Junio, 1932
Consecuencias teóricas para la teoría de la libido y de las neurosis
La sintomatología de la sexualidad infantil debe ser, más precisamente de lo que lo ha
sido hasta aquí, separada en:
a) excitación espontánea,
b) excitación provocada.
Si se sustrae b), queda el deseo de ternura sin reciprocidad. Esto no es ni una respues-
ta, ni narcisismo, sino el amor de objeto pasivo. Ser amado en tanto que objeto, sin amor re-
cíproco. El orgasmo satisfactorio parece ser una reproducción exitosa de este estado. No ser
desgarrado en Yo y mundo. (La conciencia es superflua, la lucha inútil).
1) Infantilidad (Babyhood50).
2) ¡Intrauterino!
erotismo oral
¿Qué parte del erotismo anal es espontánea y qué parte es?
placer de la mirada
Problemas:
¿por qué se prefiere la homosexualidad (femenina) / (masculina)?
(Nada de guerra de los sexos: sin embargo nadie dice ¡Sí!).
3 de junio, 1932
50
En inglés en el texto: “primera infancia”.
51
En inglés en el texto: “Sea lo que es, no fuerce los sentimientos”.
¡Nada de análisis didáctico especial!
1) Los analistas deberían estar mejor analizados que los pacientes y no peor.
2) Actualmente, están peor analizados.
a) Límite de tiempo.
b) Nada de relajación (según lo que dicen los pacientes).
3) Serian necesarios 6 ú 8 años, imposible en la práctica. Pero debería ser corregido por un
análisis complementario continuo. Pero incluso así, no completamente satisfactorio.
4) Un grupo especial de personas verdaderamente analizadas que tienen la ambición de saber
más que los pacientes analizados.
5) Análisis mutuo: ¡Sólo a falta de algo mejor! Sería mejor un análisis auténtico con alguien
extraño, sin ninguna obligación.
6) El mejor analista es un paciente curado. Todo otro alumno debe: primero ser enfermado,
luego curado e instruido.
7) Cuestionamiento de los análisis de control, últimos recursos: reconocimiento y confesión
de las propias dificultades y debilidades. ¡Control severo por los pacientes! No defenderse.
3 de junio, 1932
Dm. 1) Nació con dientes, como su hermano, es decir, con intensas tendencias agresivas.
2) Rechazo del seno. Bottle53.
Pasión
Catatonía, flexibilitas cerea55 superiormente irónica.
Exageración de la obediencia (Sra. Smith). Quizás un temor REAL DE QUERER
MATAR. ¿Qué es primero, la agresividad o la regresión a la autodestrucción? (F. una parte
del Yo debe ser preservada de la destrucción y es ESTO lo que impone la obediencia. La in-
teligencia es la comprensión intuitiva de la necesidad de obedecer. De lo contrario, matar o
ser matado.)
TERAPIA: El paciente debe tener, por una vez, la oportunidad de ser totalmente yo,
52
En inglés en el texto: “La muerte por hambre”
53
en inglés en el texto: “Biberón”.
54
En inglés en el texto: “se siente asfixiar”.
55
En latín en el texto: “Flexibilidad cérea”.
antes de que su Yo sea reconstruido nuevamente sobre la base de su propia comprensión in-
tuitiva. (Corrección de la educación, reemplazo por la autoeducación por medio de la expe-
riencia.) El análisis debe permitir al paciente, moral y psíquicamente, las utmost regressions56
¡sin vergüenza! Es solamente entonces, después que él (ella) haya gozado durante un tiempo,
sin escrúpulos, del taking everything for nothing57, que se pone al paciente en la situación de
adaptarse a los hechos, incluso también de soportar el sufrimiento extraño, de manera mater-
nal (sin esperar algo a cambio) (bondad).
3 de junio, 1932
(Dm.) No hay bondad allí donde se prevé el reconocimiento. La bondad es necesaria haberla
recibido de niño en cantidad suficiente para poder devolverla (a la generación siguiente).
(¡Mencionar Dm!).
Los niños obedientes de padres apasionados deben ser más advertidos que sus padres,
ya que juegan el rol maternal.
(Experiencia personal: madre rabiosa).
Pasión: relación incestuosa:
no es más que una agresión para el niño.
(B.)
Frío glacial - sentido en la Sra. E. Sus propios sentimientos:
1) Compulsión a endulzar la frialdad por una cordialidad exagerada.
2) Por detrás, el sentimiento:
a) no le amo, no amo a nadie (amable con todos). Seguramente, yo espero ser amada
por todos. Descontento porque esto no se produce. La agresividad suscitada es impul-
sada hasta el deseo de matar.
b) Temor de estar sola, de no ser amada. La situación de ser amada debe ser realizada,
cualesquiera sean las circunstancias.
c) Esto ocurre de manera exagerada.
9 de junio, 1932
Psico-soma
(R.N.) Cuando el dolor o toda otra sensación se hace "insoportable" (es decir, cuando
las fuerzas de contrainvestidura y los recursos de expresión emocional del organismo se ago-
taron): Contracción muscular a) agotada, b) demasiado dolorosa, c) interrumpe la respira-
ción; el corazón se paraliza (déficit de oxígeno) - vejiga e intestinos evacuados - parece que
la vida pudiera continuar con la ayuda de poderes puramente psíquicos. En términos de psi-
quiatría: la alucinación de la respiración puede mantener la vida en plena sofocación somáti-
ca. La alucinación de los músculos y de la fuerza muscular, de la fuerza cardíaca, de la eva-
cuación de la vejiga, del vómito, puede retardar el deterioro del organismo a pesar de la pará-
lisis completa de estos órganos. Los pacientes sienten, en cambio, que de una manera «tele-
plástica" en la que hasta ahora quizás sólo creían los espiritistas son creados verdaderos órga-
nos que contienen instrumentos prensiles, instrumentos agresivos a manera de órganos com-
plementarios que se encargan de aspectos más o menos importantes de la función del organis-
mo, mientras que el organismo gime, inanimado, en un coma profundo. La relajación se efec-
túa a continuación de manera extra-somática. Por ejemplo, una voluminosa burbuja (que pue-
de eventualmente ser más dilatada todavía) se constituye en el occipucio, donde todos los
afectos de displacer que no pueden ser resueltos son vertidos y neutralizados de manera ima-
56
En inglés en el texto: “Regresiones más extremas”.
57
En inglés en el texto: “Tomar todo por nada”.
ginaria. Sólo que los pacientes piensan que este producto de la imaginación también es real y
puede producir funciones de órgano tan eficientes y capaces como el organismo mismo. A
partir de un material todavía desconocido y con la ayuda de fuerzas desconocidas (en extre-
mo peligro), en el momento en que las fuerzas propias del organismo están agotadas, se for-
man nuevos órganos (Lamarck). Pero contrariamente a las concepciones admitidas hasta aho-
ra, tales órganos pueden aparecer no progresivamente sino de golpe (como los órganos de los
seres unicelulares).
10 de junio, 1932
El deber de silencio.
12 de junio, 1932
58
En inglés en el texto: “El médico que odia a los pacientes”.
saliva (after the disappointment59).
l2 de junio, 1932
Confusión respecto de su propia persona, con sentimiento de pánico (y pérdida consecutiva
de la memoria).
1) R.N. Después de haberla seducido, etc., el padre la castiga e insulta. Inconcebible
(en tanto que realidad). Sueño de una valija atiborrada a la fuerza con mas resortes de cama
de los que puede contener. Se rompe en pedazos (estalla).
2) R.N. Tratada de manera espantosa por el padre borracho, luego totalmente abando-
nada a sí misma; esto se repite más tarde. (Humiliations after seduction60). (Hate of
woman!61). Sueño: por debajo "tea”62. Está acostada en el pasillo, la cabeza vacía, tantea ha-
cia la puerta, 17-18- después 19, con un gran esfuerzo -ninguna luz. Constata que no es su ha-
bitación. (Esta no puede ser ella; cada vez se desmaya. En la habitación (del medio) (18)
ve. ..(Falta la continuación.).
12 de junio, 1932
Técnica:
Error (emoción en lugar de objetividad). 1) ejecutar; 2) reconocer, 3) corregir.
Desarrollo típico en B., desde el punto de vista de la transferencia: insatisfacción cre-
ciente de sesión en sesión, impaciencia a propósito de la no desaparición de los síntomas y a
propósito de nuestra incapacidad de ayudar. Uno siente la injusticia del reproche pero se es-
fuerza en disimularlo, en todo caso se hace avaro de palabras y se siente irritado. Pero en el
momento que esto llega a su apogeo y mi paciencia o la de la paciente amenazan con estallar,
se vuelve de repente completamente sumisa, amable y obediente, y durante algún tiempo tra-
baja con celo, pero después de cierto período de trabajo, se repite la amenaza de explosión.
No hubo un cambio más radical hasta que no fue reconocido este estado de hecho: el
analista debía darse cuenta de que los pacientes sólo tienen la obligación de decirlo todo, aun
si esto nos resulta desagradable; tomarlo para sí no tiene sentido y debe tener su causa en una
particularidad de nuestro propio carácter. El paciente utiliza nuestra susceptibilidad para re-
petir un pasado erróneo. Es por eso que se esfuerzan en ponernos a prueba. Sólo cuando su-
peramos esta prueba se llega más allá de la repetición de la represión infantil: obediencia apa-
rente, desafío interior. Como es humanamente imposible no irritarse y que los pacientes per-
ciban la manifestación, aun muda, de la irritación, no queda otra cosa que reconocer la irrita-
ción, admitir al mismo tiempo la injusticia y tratar amistosa y afectuosamente al paciente, in-
cluso si tiene un comportamiento desagradable. El niño reclama más o menos la misma cosa:
los padres no deben comportarse como protectores amistosos cuando, interiormente, están
por estallar de rabia; el niño no reacciona a las palabras amables sino al comportamiento, es
59
Reprimendas de los pacientes: moscas zumbonas, un ruido monótono -las reprimendas de la madre, del padre
- y nuestra furia impotente. “Abrazo del oso" - los niños sienten allí el elemento agresivo-posesivo y no se ani-
man a mostrar su temor; su angustia - y su furia. Desplazan la reacción sobre cosas mínimas (susceptibilidad a
propósito de la mis mínima intrusión en su derecho - su libertad). También descarga por vía de la imitación de
la madre - reflejando así - como un espejo - el afecto (agresión tensión) sobre otros. Generalmente de manera
disimulada.
Aspirando a hacer rabiar.
Ningún sentido del humor - furia. Elegir la medicina como profesión (compensación consciente de la misantro-
pía). Primer motivo: el nacimiento de un nuevo niño - aparece como una intrusión en un estado de derecho. Uno
fue tratado (antes) como si fuera para siempre. Temor de los ojos (grandes, bien abiertos: ¡ te devoran!) Detestar
el olor y la saliva de la madre (después de la decepción).
60
En inglés en el texto: “Humillación después de la seducción.
61
En inglés en el texto: “Odio a la mujer”.
62
En inglés en el texto: “Té”.
decir, a la voz, a los gestos, a la aspereza de los contactos, etc. El analista debe ser una autori-
dad que, por primera vez, reconozca su error, pero sobre todo la hipocresía. El niño soporta
mejor un tratamiento sin dulzura pero sincero que la objetividad y la frialdad denominadas
pedagógicas, pero que ocultan la impaciencia y el odio. Esa es una de las causas del maso-
quismo; ¡se prefiere ser golpeado que sentir la calma y la objetividad simuladas! Otro defecto
que debe ser conocido, reconocido y cambiado, es la inestabilidad del humor.
l2 de junio, 1932
Trato amistoso con el mundo de loa espíritus. S.I. tuvo durante años alucinaciones espanto-
sas, sobre todo, después del consumo de alcohol. Repentina capacidad de abstinencia, des-
pués de una herida craneana. Nuevo progreso: no tiene necesidad de ser abstinente, puede be-
ber de nuevo sin consecuencias fastidiosas. Al mismo tiempo las alucinaciones toman un ca-
rácter menos aterrorizante y la paciente logra enfrentar mejor las tareas de la realidad; preten-
de que mi personalidad ejerce una influencia curativa sobre ella, que este gran cambio debe
adjudicarse a estas cualidades. También siente que por momentos me aburro o me siento con-
trariado, pero yo tendría la capacidad rara, o incluso única, de elevarme por encima de mis
propias debilidades.
Fracasos con alumnos. Dm. tiene ahora el coraje de reprocharme dejar caer a los alumnos al
primer signo de una adaptación o de una sumisión incompletas. Debo reconocerlo, pero me
disculpo haciéndole observar que los alumnos me roban mis ideas sin citarme. Freud en-
contró el mismo síntoma en mi complejo fraternal que acaba de reiterarse en el seno de la
Asociación Internacional.
14 de junio, 1932
l4 de junio, 1932
66
En inglés en el texto: “Que dios me condene”.
67
En húngaro en el texto: “Homosexualidad femenina normal”.
El rechazo de la homosexualidad
(La represión se produce en el momento de las primeras reglas, cuando el carácter de
varón fallido es repentinamente reprimido). Dm. me pide (después de haber superado una
fuerte resistencia), que querría ser una buena madre para U. (y para ella misma). (Dm.): su-
perar mi ambición de ser más grande que él, contentarme con el rol pasivo frente a él, pero al
mismo tiempo aceptar de ella su amor de varón fallido. Solamente entonces ella se permitirá
separarse de su dependencia conmigo. Masculino o femenino: debo confesar que quiero a U
(¡Daddy!) tanto como ella, así seremos (madre e hija) colegas. Una buena parte de la ternura
de la niña permanece (en tales circunstancias) ligada a la madre.
10 de junio, 1932
l8 de junio, 1932
Relacionar con la experiencia con R.N. y S.I., más particularmente con esta última. Procuran-
do en lo sucesivo desenmascarar deliberadamente lo que se llama "transferencia" y "contra-
transferencia" como los escondrijos de los obstáculos más importantes para la terminación de
todos los análisis, se llega casi a la convicción de que ningún análisis puede tener éxito en
tanto no sean superadas las falsas diferencias supuestas entre "situación analítica" y vida ordi-
naria, lo mismo que la fatuidad y el sentimiento de superioridad que todavía acostumbran a
sostener ciertos analistas respecto del paciente. Se arriba finalmente a la convicción de que
los pacientes tienen razón una vez más cuando exigen de nosotros, además del hecho de ser
conducidos a la experiencia traumática, dos cosas suplementarias: 1) una verdadera convic-
ción y, si es posible, un recuerdo de la realidad de la reconstrucción, 2) como condición de
esto, un interés real, una verdadera voluntad de ayudar o, más precisamente, un amor capaz
de dominarlo todo respecto de cada uno en particular, el único amor que puede hacer apare-
cer la vida como valiendo la pena de ser vivida, y que instituye un contrapeso a la situación
traumática.
Sólo a partir de allí se hace posible 1) que los pacientes que han adquirido en lo suce-
sivo confianza en nosotros puedan ser liberados del esfuerzo a realizar para controlar (intelec-
tual y emocionalmente) la situación traumática; que sea puesto un término al proceso de esci-
sión que fue una necesidad del yo, y que los pacientes puedan ser conducidos a esa unicidad
de experiencia que existía antes del trauma. Es evidente que no hay convicción sin este senti-
miento de unicidad y no hay sentimiento de unicidad, es decir, no hay convicción, en tanto
que observándose se duda de sí mismo, incluso frente a una evidencia lógicamente perfecta.
(No se podría prever qué consecuencias podría entrañar para la ciencia, que los hombres libe-
rados de esta angustia se atrevan a ver y reconocer el mundo en su patente evidencia; y hasta
qué punto esto podría llevar más allá de la más osada de lo que hoy llamamos nuestra fanta-
sía. Dominar verdaderamente la angustia, o mas exactamente superarla, debería quizás hacer-
nos completamente clarividentes, y ayudaría a la humanidad a resolver problemas aparente-
mente insolubles. Quizás aquí se verifique posteriormente la confianza en sí, de manera me-
galomaníaca, que se manifiesta en las declaraciones de R.N.).
2) Por otra parte, ningún análisis puede tener éxito si en el curso del mismo no llega-
mos a amar realmente al paciente. Cada paciente tiene el derecho de ser considerado y cuida-
do como un niño maltratado y desdichado. Es pues un signo de debilidad en la organización
psíquica del analista si trata mejor a un enfermo que le es simpático que a otro que le es anti -
pático. También es erróneo responder a las fluctuaciones en el comportamiento del enfermo
por la fluctuación, no corregida, de nuestra propia reacción. Sin embargo, no es menos erró-
neo sustraerse simplemente a toda reacción emocional de naturaleza positiva o negativa y es-
perar, detrás de la espalda del paciente, el fin de la sesión, sin preocuparse de su sufrimiento
o haciéndolo sólo de manera intelectual, y dejando que el paciente haga casi solo todo el tra-
bajo de recolección e interpretación. Es verdad que en tanto médico, se está fatigado, irrita-
ble, un poco pontificante, sacrificando acá y allá los intereses del enfermo a su propia curiosi-
dad, o incluso, a medias inconscientemente, se aprovecha la oportunidad para dejarse llevar
de manera disimulada a manifestaciones de agresividad y de crueldad personales. Tales pasos
falsos no pueden ser evitados por nadie y en ningún caso, pero se debe 1) saberlo, 2) siguien -
do las indicaciones del paciente, confesar sus errores a sí mismo y al paciente.
A pesar de tales confesiones, incluso frecuentemente repetidas, no avanzamos nada a)
si no nos resolvemos a ir radicalmente al fondo de las cosas por medio del análisis mutuo, b)
y en consecuencia, si no logramos cambiar con éxito toda nuestra actitud hacia el paciente;
pero ante todo, abandonar finalmente esta pasividad y ponernos a disposición del paciente de
manera, diríamos, apasionadamente activa. Lo que exige esto es, en verdad, inhabitual: la
combinación aparentemente improbable del arrebato de un amor apasionado, que sólo es
comparable a la abnegación de una madre, con una prudente superioridad y control de sí, sin
duda también con la seguridad de no hacer demasiado, y la sensatez de ayudar al paciente
para que en adelante confíe en volver a hacer uso de sus energías intelectuales unificadoras y
logre así hacerlas conscientes.
El trauma es un proceso de disolución que se orienta en el sentido de una disolución
total, es decir, la muerte. El cuerpo, la parte más tosca de la personalidad, resiste mas largo
tiempo a los procesos de destrucción, pero la inconciencia y la escisión psíquica son ya sig-
nos de muerte de la parte más afinada de la personalidad. En realidad, es necesario considerar
a los neuróticos y a los psicóticos, aun cuando todavía puedan cumplir sus funciones parcial-
mente en tanto cuerpo y a medias en tanto espíritu, como siendo inconscientemente agonizan-
tes crónicos. El análisis tiene pues dos tareas: 1) descubrir completamente esta agonía, 2) ha-
cer sentir al paciente que a pesar de todo vale la pena vivir si existen seres humanos como
este médico solidario que está listo incluso a sacrificar una parte de sí mismo. (Lo que explica
también la tendencia de los pacientes a ponerse en dificultades financieras y probar así nues-
tro desinterés.)
Pero para alcanzar este éxito es necesario otra cosa: la confianza del analista en sí
mismo. Es sólo un beneficio a medias cuando alguien degrada el estúpido sentimiento de su-
perioridad en autocrítica exagerada, eventualmente masoquista. Si actúa así, entonces descu-
brirá en el análisis mutuo que su trauma ha culminado en el defecto de carácter de inhibición
de la acción. (Por ejemplo: a) amor por la madre, b) decepción, nacimiento de un hermano o
de una hermana, c) reacción de rabia, d) angustia frente a las consecuencias, e) transforma-
ción del odio en oposicionismo y deseo de contrariar, misoginia, impotencia relativa, capaci-
dad de ayuda incompleta respecto a los pacientes.) Expresado en el lenguaje de la teoría de la
libido, se podría pues decir que es necesario lograr el restablecimiento de una potencia real-
mente completa, móvil respecto de todos, si se quieren terminar los análisis. La antipatía es la
impotencia.
19 de junio, 1932
20 de junio, 1932
68
En latín en el texto: “Fisura anal”.
fue determinado por el deseo de evitar lo que disgustaba a su madre en sus inclinaciones fe-
meninas. Se disfraza de hombre porque en tanto que mujer desagrada a su madre. Es odiada
por la madre, sin duda por celos).
Este deseo se encuentra intensificado en el momento de la pubertad, cuando la femi-
neidad no puede ser negada. (Menstruación.) Siente que su madre está descontenta (envidia,
celos). Busca una ocupación masculina. Siente que su madre no quiere verdaderamente deja-
da que se case y le obedece; o que la madre busca para ella hombres completamente inade-
cuados. Si ella se enamora de alguien (el padre, B., Mac.), esto termina trágicamente. Quiere
(fantasía del sueño) ser amada por el analista a pesar de la pasión y los humores de otro hom-
bre. Al mismo tiempo quiere un hombre que comprenda que además de la satisfacción geni-
tal, la mujer tiene también deseos que solamente una madre puede satisfacer. Nostalgia de un
triángulo sin envidia ni celos.
21 de junio, 1932
23 de junio, 1932
Anestesiar el trauma
El dilema que consiste en curar una neurosis haciendo revivir de nuevo el trauma pa-
tógeno -y esta vez sin "represión"- tropieza con las siguientes dificultades, a primera vista,
aparentemente insuperables: logramos, con la ayuda de apremiantes incitaciones, que el pa-
ciente vuelva a sumergirse en sucesos dolorosos, localizados en tiempos y lugares precisos,
manifestando todos los signos de sufrimiento moral y psíquico, lo conducimos incluso, en el
curso de la crisis a reconocer con palabras para sí mismo y para nosotros, la realidad de estos
hechos; sin embargo, el efecto alcanzado no logra ser duradero, y una larga serie de sesiones
de análisis transcurre sin progresos notables en lo que concierne a la curación de los síntomas
o a la convicción duradera. O bien esta convicción que parecía definitivamente establecida se
evapora en el transcurso del día siguiente (y más aún durante el curso de la noche y de las vi-
vencias oníricas), o incluso el dolor aumenta en el curso de la experiencia traumática-analíti-
ca en una medida tan insoportable que el paciente deja de ser un observador, testigo objetivo
que toma conciencia de los hechos, y cae en un afecto de dolor que ahoga todo pensamiento y
todo deseo, todo acceso a la razón, y sólo deja subsistir la terrible crisis de angustia: ser libe-
rado de este dolor.
Si se responde a este pedido de socorro -y las palabras tranquilizadoras y los propósi-
tos sugestivos tienen acá un efecto seguro-, el dolor cesa, pero junto con él todo saber acerca
de lo que lo ha causado. Si no cedemos a este clamor y dejamos persistir el sufrimiento de la
situación traumática, es seguro que finalmente aparece una confusión mental, con frecuencia
acompañada de risa convulsiva o de una parálisis grave, tremenda, de aspecto casi cadavéri-
co, no sólo de la actividad mental y de la musculatura, sino también de la respiración y del
corazón. Los pacientes torturados de esta manera comienzan a dudar del análisis, nos acusan
de ignorancia, de temeridad a sus expensas, de crueldad, de impotencia, se esfuerzan por ale-
jarse de nosotros (en un caso, Dr. S., con éxito), nos conducen a la desesperación y a la duda
en cuanto a lo que hacemos. La fría excusa habitual, que todo esto vendría de la resistencia
del paciente a sumergirse todavía más profundamente en el trauma, no nos es acá de ninguna
ayuda. Los pacientes sienten con certeza que han alcanzado los límites de sus posibilidades, y
que en adelante es algún otro, yo, el analista, naturalmente, quien debe "hacer algo", ¿¡pero
hacer qué!?
En un caso particularmente impresionante, obtuve la respuesta de que lo que convenía
dispensar como antídoto al dolor no era sólo una explicación sino también ternura y amor
apasionados (y solamente una empatía verdadera, no simulada). Como lo desarrollé en otra
parte, tal experiencia analítica puede a menudo entrañar efectivamente un cambio hacia la
mejoría, de una sorprendente rapidez. (Ver el caso S.I.). Pero en muchos otros casos esto no
tiene éxito. Pienso en tres casos, actualmente en observación: 1) El caso R.N. donde, es ver-
dad, sólo puedo experimentar esta simpatía de manera pasajera, si bien intensamente y supe-
rándome a mí mismo. Fue necesario un profundo autoanálisis para descubrir en mi los moti-
vos de la antipatía, paralizarla y reforzar mi propio carácter, o más exactamente mi potencia
analítica para poder auxiliar también a las personas antipáticas. Con ayuda de estas medidas,
me hice capaz de emprender el combate contra el demonio que poseía el espíritu y también el
cuerpo de la enferma; y haciendo esto drenar de una manera que requiere mucha inteligencia
y sagacidad, el dolor de la paciente por medio de la compasión. Con la aplicación prolongada
de tal drenaje psíquico pude descargar suficientemente la tensión que, de lo contrario, tendía
a explotar, para crear una mejor posibilidad de estimular la comprensión y la convicción.
Cualquiera haya sido el éxito y el progreso, incluso si existieron visiblemente, se lograron
con una lentitud espantosa.
En los otros dos casos no fue incluso posible encauzar el análisis traumático. La rela-
jación de los pacientes no alcanzó nunca la asociación libre, y mucho menos el estado de se-
mi-inconciencia o de inconciencia intelectual y emocional. Ambos se protegen del displacer
por leve que sea con una violencia tan convulsiva, y ambos están engañados y acostumbrados
a una vida y a una mentalidad tales que permanecen a leguas de distancia de los verdaderos
trastornos de su vida. En el caso 2) ya había tenido la idea -por el hecho de que los traumas se
habían verdaderamente desarrollado en un estado de inconciencia y de parálisis (del cuerpo y
del espíritu) provocado artificialmente (narcótico) que sería indicado anestesiar a la paciente
con ayuda de éter o de cloroformo, y dormir así suficientemente el dolor para que las circuns-
tancias que acompañan al trauma se hagan accesibles; se espera de tal procedimiento que sur-
jan fragmentos de pruebas materiales que el paciente no pueda renegar, o que no pueda ate-
nuar su importancia, incluso después de despertar. Se podría pensar también en combinar la
anestesia con la sugestión hipnótica, que debería limitarse a la profundización, tanto subjetiva
como objetiva, de las resistencias contra el hecho de anoticiarse de los sucesos traumáticos fí-
sicos y mentales y de fijarlos incluso para el momento del despertar (post-anestésico y post-
hipnótico). Es necesario hacer observar que los dos pacientes (2. y 3.) ya han aplicado el mé-
todo de la anestesia como hábito propio en su vida privada.
El caso 3), O.S. tiene tal aprensión al dolor físico que hizo traer expresamente de Pa-
rís un aparato de anestesia por 200 $ que se hace aplicar en la más insignificante intervención
dentaria. El caso 4), N.H.D, recuerda haber parido su único niño sin el menor dolor, bajo
anestesia con morfina y éter (¡fórceps en el estrecho superior!). Siempre tiene el sentimiento
de que, por este hecho, ha perdido algo que debe recuperar. Ocurrió que en el curso del análi-
sis debió operarse de un pequeño tumor. Al despertarse de la anestesia, le dice a su analista:
"Tuve un sueño durante la anestesia en el cual todo lo que buscamos se ha hecho completa-
mente evidente." Sin embargo, después del despertar, nada de esto fue consciente. Quizás una
ayuda suplementaria por parte del analista durante la anestesia, hubiera sido de una cierta
ayuda. Considerar los trabajos preliminares de Frank y de Simmel a este respecto.
26 de julio, 1932
26 de junio, 1932
24 de junio, 1932
Procesos de represión
1)Puesta en marcha de una reacción.
2) Cambio de dirección in statu nascendi78 (quizás una identificación fantaseada con
el agresor), o bien, que sea conducido "ad absurdum" a la esperanza: terminará por recono-
cerlo(?). En todo caso: separación por escisión de la emoción. Reacción en el cuerpo, de la
conciencia del Yo. Salto en lo corporal. En el origen, toda reacción es corporal y psíquica. En
lo sucesivo, capacidad de reaccionar sólo de manera corporal.
24 de junio, 1932
Ayer, claro, ella estaba de mal humor. (La paciente está "resfriada". ¡Mi vileza es in-
soportable!) A continuación, había leído dos chapters79 del libro de Chadwick. Ayer, pensó
que había leído en ese libro algo a propósito de los sentimientos de angustia y de suciedad
(leakoge80) en el momento de las reglas. "Yo quería hacer el elogio en una book review"81. En
la segunda lectura se confesará (¡la verdad!) que Chadwick no había escrito nada a este res-
pecto. Ella quería hacer el regalo (inconscientemente) a Chadwick de su propia idea. Detrás
de esto: yo, (Dr. F.) robo las ideas de la paciente y a continuación me siento superior. En
consecuencia, un segundo acto fallido, anterior, cargado de intenciones: introducir en la lec-
tura lo que le es propio, como hoy: no oír, pasar por encima, mentir, como por ejemplo a) la
negación de su propia competencia, b) no oír las injusticias de los otros. Fanfarroneo sobre
esto, me cito incluso a mí mismo (no importa de quien sea la cita) - ¡citas de Rousseau, La-
martin, Platón!- al final del trabajo. ¡Excelentes aforismos a partir de mis teorías, qué tenta-
ción para un profesor hay en esto!
C. cuenta el sueño de esta misma noche: alguien (¿su madre?) pronuncia estas pala-
bras: "ese hombre debía estar loco para hacer semejante cosa". Interpretación: el trauma a)
causado por el hombre es verdadero: la duda de la madre condujo a la niña a desaprobarse a
sí misma, conscientemente. Aprende así la sugestibilidad, no tiene confianza en mí, ni en su
propio juicio ni en sus amigos. Agregado al sueño: las personas que están muertas, entre
ellas, también (su madre) y yo (Dr. F.).
28 de junio, 1932
28 de junio, 1932
30 de junio, 1932
Proyección de la psicología de los adultos sobre los niños. (Fal-
sum82)
Es cierto que Freud ha seguido genéticamente la psicología del adulto remontándola a
la lejana infancia. Partiendo siempre del punto de vista de que las reacciones de los niños, de
los lactantes, incluso de todo lo que está vivo, son de esencia idéntica a la de los adultos, con
la diferencia de que los niños están impedidos de hacer valer la sed original de omnipotencia
que conservan secretamente, bajo forma reprimida, durante toda su vida. Se piensa entonces -
y ver a este respecto mis propios "estadíos de desarrollo"83 - que el niño nace con una fuerte
voluntad propia que intenta afirmarse a toda costa y que, cuando está impedida, se satisface
por vía alucinatoria. La existencia misma de una satisfacción de esta clase habría debido sor-
prendernos y conducimos a pensar que los individuos, al principio de su existencia, todavía
tienen reacciones de una especie diferente que las que tienen más tarde en la vida, y que qui-
zás es igualmente inapropiado poner en la base de estos procesos vitales primordiales los mo-
dos de reacción de los adultos.
En un proceso psíquico del que quizás no ha sido apreciada suficientemente toda la
importancia, incluso por Freud, a saber el proceso de identificación como etapa previa a la
relación de objeto, no hemos apreciado suficientemente hasta ahora la fuerza operatoria de
una forma de reacción ya perdida para nosotros, pero sin embargo existente; tal vez se trate
de la fuerza operatoria de un principio de reacción de otra clase, para el cual quizás no con-
venga del todo la designación de reacción; en consecuencia, un estado en el cual todo acto de
autoprotección y de defensa está excluido, y donde toda la influencia exterior permanece en
estado de impresión, sin contrainvestidura del interior. El resumen mas conciso de este cua-
dro fue probablemente el encontrado por el Dr. Thompson que dice: los seres humanos, al
principio de su vida, todavía no tienen individualidad. Acá podría insertarse mi afirmación
sobre la tendencia a extinguirse (caer enfermo y morir en los muy niños), y el predominio en
ellos de la pulsión de muerte; la fuerte impresionabilidad (Mimikri84) quizás es también sólo
un signo de la debilidad de la pulsión de vida y de la autoafirmación, tal vez ya es incluso una
muerte que comienza pero aplazada de alguna manera85. Pero si esto es verdad, y si esta espe-
cie de mimetismo, esta manera de ser impresionado sin autoprotección es la forma de la vida
original, entonces fue osado, incluso injustificado, atribuir a este período casi desprovisto de
motilidad, y de seguro también probablemente inactivo intelectualmente, los mecanismos de
autodefensa y de alucinación (pulsiones de deseo) que son los únicos que nos son conocidos
y familiares. Antes del período alucinatorio hay pues todavía un período de mimetismo puro;
incluso en éste, se le pone finalmente un término a la situación de displacer pero, sin embar-
go, no por una modificación del mundo circundante, sino por la sujeción de la sustancia viva,
es decir, un abandono parcial de la débil tendencia a la afirmación que acaba de ser intentada,
una resignación y una adaptación inmediata de sí mismo al medio. La vida todavía incomple-
tamente desarrollada recuerda pues, en su efecto, el resultado al que sólo llegan, en la vida
posterior, seres de excepción, eminentemente dotados en el plano moral y filosófico.
El hombre religioso está desprovisto de egoísmo ya que renuncia a su propio Yo; la
vida primordial está desprovista de egoísmo porque en ella no hay todavía un Yo desarrolla-
do. El hombre egoísta, gracias a sus mecanismos de defensa contra las excitaciones, se aísla
en gran parte, como por una piel, del mundo circundante. En el lactante estas medidas de pro-
tección no están todavía desarrolladas, de manera que se comunica con el mundo circundante
por una superficie mucho más extensa. Si tuviéramos el medio de lograr que tal niño nos co-
municase para qué lo hace apto esta hipersensibilidad, sabríamos probablemente mucho más
82
En latín en el texto: “Error”.
83
“El sentido de realidad y sus estadíos”.
84
Mimetismo, imitación.
85
“El niño mal recibido y su impulso de muerte”.
sobre el mundo que lo que nuestro horizonte estrecho nos permite.
C.S., que sufre de una compulsión inexorable a no poder mirar un sufrimiento sin ali-
viarlo de algún modo, que permite a casi todo el mundo gozar una parte de su gran fortuna,
con excepción de ella misma, ha sido analizada durante años sobre la base del principio de un
sadismo reprimido, sin el menor éxito, y también sin darle el sentimiento de haber sido algu-
na vez comprendida por alguien. Debí finalmente resolverme a plegarme completamente a
sus posiciones aceptando la probabilidad del hecho de que en ella la reacción originaria no
fuera la defensa sino la obligación de ayudar. Las influencias del medio, en su infancia, fue-
ron más o menos las siguientes: vivía en la casa de un tío hipocondríaco al que casi se podría
calificar de enfermo mental, y su gobernanta le enseñó muy temprano que todo ruido perjudi-
caba terriblemente a este tío. Su reacción no fue, por ejemplo, la cólera; la gobernanta y el tío
se le imponían de tal modo que no solamente no osaba contradecirlos sino que incluso ni se le
ocurría que pudiesen estar equivocados. Bruscamente se transformó en una persona temerosa
que imitaba completamente la hipocondría del entorno, y no sabía hacer otra cosa que ir y ve-
nir en puntas de pie, completamente persuadida de que era la única manera de hacerlo, y la
más natural en los niños. La única fantasía de cumplimiento de deseos era para ella crecer.
Cuando yo, sea grande ya no deberé caminar sobre las puntas de los pies, sino que serán
otros, quizás mis niños, quienes caminarán en puntas de pie para asegurar mi tranquilidad.
Mucho más precozmente, el desarrollo de su personalidad fue perturbado por su ma-
dre. Esta era verdaderamente una enferma mental, y es un hecho conocido en la familia que
en el curso de uno de sus accesos de locura había encerrado a la niña durante dos días en su
propia habitación. Nadie sabe lo que pasó durante ese tiempo, sólo las tentativas de reproduc-
ción analítica (la madre siempre tenía la preocupación torturante de impedir a su hija tener
una actividad masturbatoria) condujeron a la suposición de que la madre había atacado los ór-
ganos genitales de la niña. Lo que es trágico en este caso, es que la paciente, incluso ya adulta
y en posesión de su fortuna y del derecho de disponer de ella, no tenga siempre verdadera-
mente el coraje de disfrutar ella misma de esta libertad. Como en el pasado, tiene siempre la
compulsión de sacrificarse por los otros, como en realidad debió sacrificar toda su infancia y
su juventud, pero también una parte de su inteligencia, a su medio demente, loco. Se emocio-
na hasta las lágrimas y se siente inmediatamente impulsada a una intervención caritativa.
30 de junio, 1932
91
En latín en el texto: “Círculos viciosos”.
92
En latín en el texto: “Círculos benignos”.
93
En inglés en el texto: “Cartesianismo: Enciclopedia Británica. Las pasiones... son provisiones de la naturaleza
para la protección de la unidad del alma y del cuerpo y nos estimulan a los actos necesarios para este fin. Sin
embargo, él no podía admitir, por otra parte, que estas pasiones fuesen capaces de ser completamente espirituali-
zadas... Es imposible pensar que las pasiones que surgiesen de esta unidad pudiesen ser transformadas en la en-
carnación y la expresión de la razón. Descartes observa: “...toda pasión tiene una forma inferior y una superior;
y mientras que en su forma inferior o primaria está basada en las ideas oscuras producidas por el movimiento
del espíritu animal, en su forma superior está ligado al juicio claro y distinto de la razón que considera el bien y
el mal”.
94
En inglés en el texto: “Inorgánicas, puramente vegetativas”.
95
En inglés en el texto: “Lo humano”.
96
En inglés en el texto: “No hay moralidad ideal posible para el hombre en su estado actual”.
97
En inglés en el texto: “Dualismo de Descartes en metafísica y ética”.
esto puede ser mejorado (Progress98. Malebranche, Church-father99:
"My pain is a modification of my substance but truth is the common good of all spir-
its ."
100
Ferenczi: (La pasión es puramente egoísta, "truth"101 es el bien común de todo lo que
existe. C.11 principle (peace)102.
Ferenczi (a) "Combate de todos contra todos" -Ciencias modernas de la naturaleza.
(b) "Compromiso de todos con todos" (peace-Principle103).
Malebranche: The idea of the infinite is prior to the idea of finite104."
Ferenczi: La reacción de todos a todo (en el universo) está antes que la organización de la au-
todefensa (Individualidad).
Malebranche: "We conceive of the infinite being by the very fact that we conceive of being
without thinking wether it be finite or no. But in order that we may think of a limite being we
must necenarily cut off or deduct something fom the general notion of being, which conse-
quently we must previously posess105." -(El hecho de sentirse a sí mismo postula la existencia
de un no-yo, el Yo es una abstracción. Antes de esta abstracción, debemos haber sentido el
todo [universo].)
El niño está todavía más próximo a este sentimiento de lo universal (sin órganos de
los sentidos); sabe (siente) todo, seguramente mucho más todavía que los adultos a los que
los actuales órganos de los sentidos les sirven esencialmente para excluir una gran parte del
mundo exterior (en realidad, todo, excepto lo que es útil).
Los adultos son relativamente idiotas. Los niños son omniscientes.
6 de julio, 1932
7 de julio, 1932
19 de julio,1932
19 de julio, 1932
La superioridad (prestigio) existente hasta ahora me procuraba la agradable sensación
de que todos los otros son tontos (locos), salvo yo.
La percepción psicoanalítica de mi propia vida emocional enmascarada de manera
sobrecompensatoria (psicosis reprimida inconsciente), condujo al auto-diagnóstico: esquizo-
frenia. (Que es lo que hace que las compensaciones debieran desafiar la realidad, es decir, ser
delirantes, "paranoides".) El odio a la mujer, la veneración del hombre (compulsión a la pro-
miscuidad a manera de superestructura) permitieron la racionalización de la impotencia trau-
mática. Causa fundamental: el padre del padre = dios, rey, patriarca. (Era imposible tener ra-
zón contra dios.) Sin embargo, la manera de querer tener razón persistió en todos los otros
dominios.
El mundo entero era sistemáticamente criticado. Finalmente, la crítica se volvió
contra mí mismo. (Querer tener razón, no mentir, era más fácil que la muerte, la angustia o el
dolor.) Así me rendí, por espíritu de consecuencia lógica, a la idea deseada. Esto condujo fi-
nalmente: a la búsqueda de las causas de la manía de querer tener razón (del odio de las mu-
jeres), la solución del trauma, las compensaciones. Resultado final: percepción de lo que que-
da de enceguecimiento (cobardía) delante de la autoridad masculina. Finalmente, percepción
de la paranoia de la autoridad (dios es loco, el mundo está en el caos). Toma de conciencia:
mi paranoia era del orden de la imitación (representación) de la de los poderosos adultos.
Ahora se trata de separarme de ellos tranquilamente, después, quizás, curarlos (ense-
ñarles la comprensión). Tarea específica: desprender a los pacientes, que la paranoia psicoa-
nalítica infantiliza y los hace obedientes y durablemente sometidos, por una liberación verda-
dera, incluso de nosotros mismos.
Orgullo: soy el primer loco que ha adquirido intuición crítica y que ha reconocido su
inferioridad respecto a todos. (Me he resuelto a instruirme por el "consciente".)
Recompensa: los locos se muestran sanos, sinceridad intelectual y simbólica solamen-
te en "pensamiento", en palabras. La sinceridad es transformada (Coraje de criticar).
En el caso I (R.N.), muy difícil. Utilización del material del autoanálisis en el caso 1.
En el caso II, IV, Dm., B., etc., más rápido.
Aún está "discourqged"108, llora.
Si el analista no brinda valientemente su ayuda a la repetición (sin temor), el paciente
no avanza. Los bloqueos del analista deben ser resueltos y confesados previamente. Así re-
torna la confianza en sí mismo del paciente (o se manifiesta por primera vez). Herida infligi-
da a sí mismo si no pasa nada que venga del exterior o si (por temor) es tratado con demasia-
da dulzura (S.I.). Suicidio.
La escisión es como el amor de sí -puesto que aterroriza se prefiere, en consecuencia,
107
En inglés en el texto: “Humildad”.
108
En inglés en el texto: “desanimada”.
ser matado.
Técnica: poner fin al período de dulzura.
Se exige la ausencia de consideraciones.
19 de julio, 1932
Orden en el caos
B. Incapaz de asociar libremente. Siempre lógica. Pero en lugar de esto se observa, después
de haber superado enormes resistencias para contarlo que, junto al trabajo de pensamiento
claro y consciente, tiene constantemente una melodía en la cabeza, una especie de polifonía
disarmónica, que debe resolver siguiendo una lógica musical. Solución: al lado de su existen-
cia consciente lógica, que es la sobrecompensación de su estado y de su modo de funciona-
miento verdadero, alberga en ella una existencia caótica, que es necesario poner en "orden"
sin cesar. (Una gran parte de la persona está "loca", desorientada.)
(Ver también el sueño del niñito en el que la cabeza llega exactamente al borde de la
mesa.) El trauma se fija en el momento traumático (y no en el pretraumático). Se querría te-
ner éxito, es decir, aprehenderlo conscientemente y ordenarlo en el pasado (recuerdos). Pero
esto se hace imposible 1) si el trauma es demasiado intenso para ser revivido plenamente to-
davía una vez más,
2) cuando no se recibe ninguna ayuda para esto, 3) sobre todo si se... (Falta la continuación.).
21 de julio, 1932
109
En inglés en el texto: “Deformada, torcida”.
110
En inglés en el texto: “Por dios, te amo”.
primido". A partir de allí, el diálogo analítico condujo al problema del pudor en general. Le
dije que el pudor era una invención típicamente masculina, en el fondo completamente absur-
da. ¿Por qué sería necesario considerar partes vergonzosas a un órgano y la función de éste,
cuando uno y otro están bien donde están? Los niñitos son mucho más púdicos que las niñi-
tas. Estas se hacen súbitamente púdicas a la edad de la pubertad. (Citar acá el ejemplo de la
pequeña Erzsike.) Los hombres hacen las leyes morales y obligan a las mujeres a aceptarlas.
Una transmisión ininterrumpida vigila la impregnación de la generación siguiente por la mo-
ral.
Pero ocurrió que B., por el hecho de haber tenido conciencia de la función genital y
de su carácter voluptuoso desde su más tierna infancia, mientras que su espíritu no estaba aún
pervertido por la moral, se hizo, por así decir, clarividente; aceptó sólo en apariencia las con-
venciones sociales, en lo más profundo de ella misma guardó su convicción de que el pudor
es una absurdidad (locura) y una mentira. Desenmascaró el puritanismo y el snobismo de su
madre, la cobardía y la dependencia impotente de su padre, puesto que a este último lo había
visto como negligente moral. También temió el moralismo en el psicoanálisis, que habla sin
cesar de represión debida al pudor, mientras que (en la infancia) son sentidas tantas cosas sin
represión y sin vergüenza.
Los analistas no saben hasta qué punto la ingenuidad infantil de los neuróticos es real
e inmutable. El analista no le cree suficientemente al neurótico lo que debe desalentar a este
último que sabe cuán sinceramente es impúdico y cuán injusto es imputarle represiones. No
es el niño sino la sociedad la que es vergonzante e impulsa a la represión.
Así, en los dos casos precedentes, B. ve en N.F. la deformación: en razón de la ver-
güenza genital, los órganos genitales y la función genital están, por así decir, excluidos y, en
su lugar, el ano y la boca son investidos de libido: la vida amorosa está centrada sobre el he-
cho de morder y de evacuar. Siendo niña tuvo probablemente la impresión de que todo lo que
es genital es tratado como algo tan desagradable como la evacuación fecal. Se es castigado de
la misma manera que cuando se ensucia. Es así que el sadomasoquismo y el erotismo anal se
han instalado en el lugar de la genitalidad. Ocurre la misma cosa con el hombre en su sueño.
B. ve claramente la personalidad del Dr. R.N.N. Ve detrás de su virilidad exagerada y de su
furiosa necesidad de conquistar a todas las mujeres, la distorsión anal causada por las prácti-
cas homosexuales de su abuelo. Ve que en realidad es impotente y débil. Ve algo parecido en
casi todos los hombres civilizados.
Estos esclarecimientos y las respuestas positivas de mi parte a la cuestión de saber si
yo también soy civilizado, aportan un singular cambio en el estado de la paciente. En su sue-
ño siguiente, se trata de un hombre más bien vigoroso con un pene minúsculo. Los detalles
orientan hacia mi persona. Pude satisfacer su curiosidad y contarle ciertas cosas que concier-
nen a mi propia ansiedad y a mi pudor, a mi complejo de pene pequeño, etc. Como observó
que no hacía ningún misterio de mis debilidades, que no podía pues herirme más por alusio-
nes a estas debilidades, cesó de ponerme bajo las narices mi incapacidad analítica y otras, y
comenzó a reflexionar acerca de si no había un apetito sexual insatisfecho que se ocultaba de-
trás de sus dolores (in abdomine111) aparentemente insoportables, mortales, y si el "trauma"
en su caso no estaba instituido más que por la dominación violenta, por el retiro del amor.
El retiro del amor y el hecho de estar completamente sola con su demanda de amor
frente a una mayoría compacta y abrumadora, suscita en los niños llamados normales, la ver-
güenza y la represión (neurosis). El despertar del pudor puede sobrevenir de manera comple-
tamente repentina y significa probablemente el comienzo de una época nueva, con olvido
(amnesia) de la precedente. B. era considerada por su familia como una "difficult child", una
"problem child"112. Su obstinación era el síntoma de que había cedido a la presión de pudi-
111
En latín en el texto: “En el abdomen”.
112
En inglés en el texto: “niña difícil, niña con problemas”.
bundez puritana sólo formalmente. Ahora encuentra finalmente en mí a la persona que aun-
que pudibunda (civilizada) por su educación, ha conseguido sin embargo "mejorarse", es de-
cir, reconocer y confesar el carácter absurdo de la pudibundería. Comienza ahora a admitir
que si se apoya exclusivamente en el "pene de elefante" de su experiencia infantil, y rechaza
todo lo que es menos que eso, está condenada a tener hambre toda su vida, y comienza a pre-
guntarse si no podría renunciar a lo inalcanzable y tranquilizarse, al menos en parte, con lo
que es alcanzable. Comienza a reconocer incluso el "pequeño pene" del hombre "civilizado"
como instrumento de amor posible. Existe la perspectiva de verla renunciar a ridiculizar a los
hombres por el sesgo de la homosexualidad femenina.
(¿Cuál puede ser la causa fundamental de la tradición de pudor en el hombre? Es ne-
cesario rendir aquí homenaje a los trabajos de Davis.) ¿Qué es lo que motivó los ritos de la
pubertad que han marcado los órganos genitales como órganos de sufrimiento y a la mujer
como peligrosa y sucia? Ver el trabajo de Freud sobre la historia de la civilización.
II) Hoy, O.S. tuvo la pequeña aventura siguiente: siempre pretendió no haber tenido casi nun-
ca sentimientos de furia, de cólera u otros parecidos, lo que todo el tiempo ha sido puesto en
duda e incluso ridiculizado por su amiga N.D. Su amiga (que tenía seguramente una tenden-
cia a la paranoia) supuso siempre, detrás de su apatía, las peores intenciones asesinas. En rea-
lidad, O.S. es infantil en el más alto grado, es una niña absorbida por el juego, pero estos ni-
ños son originariamente incapaces de tales actitudes de desafío y de rabia, sienten quizás mo-
mentáneamente la cólera, pero la olvidan desde el momento en que se les sonríe gentilmente.
O.S. quería pues agradar a su amiga diciéndole, como si le hiciese un regalo: "Lo ves, hoy he
estado celosa de tal o cual persona." Sin embargo ¿qué ocurrió? La amiga (N.D.), en lugar de
cumplimentar a O.S. por su franqueza, buscó en ella otras intenciones malignas, todavía más
terribles.
Es también eso lo que hacen los adultos cuando proyectan sobre los niños su propia
disposición a las pasiones, y es lo que hemos hecho también nosotros, analistas, planteando
como teorías sexuales infantiles nuestras propias distorsiones sexuales impuestas cuando ni-
ños. O.S. tiene razón cuando dice: "yo (como, por lo demás todos los niños) sé muy exacta-
mente cuando quiero algo malo, cuando temo algo, cuando tengo sentimientos de culpabili-
dad y de vergüenza. Pero me sublevo cuando se trata de hacerme cargo de las acusaciones
exageradas de los adultos, lo mismo que rechazo declarar vergonzosas ciertas cosas que no lo
son absolutamente para mí".
¿Cómo y por qué la niña se vuelve repentinamente púdica con la aparición de las re-
glas? El sangramiento menstrual la remite al tiempo pasado en el que todavía no tenía control
de sus evacuaciones y de sus orinas. Se lo quiera o no y aún manchándose con eso, no se pue-
de reglar el sangramiento uterino por la voluntad, y de repente se toma conciencia de todas
las reprimendas e invectivas que antes de la menstruación se rechazaban riendo.
23 de julio, 1932
24 de julio, 1932
A propósito de la abreacción.
Desde hace más de dos años trabajamos con R.N. de manera que los fragmentos de
traumas, frecuentemente toda la prehistoria traumática, sean revividos y perelaborados con
considerable emoción, por medio de explosiones y todos los signos de las espantosas expe-
riencias vividas. Las asociaciones, casi sin excepción, se relacionan con los sueños. Una parte
de los sueños mismos son penosos, con carácter de pesadilla, otros sueños tienen una fachada
inofensiva y no perturban el dormir y son sólo las asociaciones las que hacen surgir la masa
de afectos. A pesar de esos esfuerzos de mi parte, y de la abreacción de los afectos, de la
suya, no se pudo hasta ahora registrar ningún efecto durable de estas explosiones afectivas.
Es verdad que las crisis culminan muy a menudo con un cierto apaciguamiento, y que durante
estas crisis e inmediatamente después, la enferma experimenta un sentimiento de convicción
en cuanto a la realidad de los acontecimientos vividos, pero muy rápidamente después de ta-
les sesiones se anuncia la duda, y al cabo de algunas horas todo vuelve a ser como antes, des-
pués la noche siguiente trae una nueva pesadilla y la sesión siguiente una nueva crisis.
No tenemos mucha claridad en cuanto a las causas de este fracaso. Es observable que
estas crisis sobrevienen en la paciente sólo después de que hubo dejado caer su personalidad
diurna y su nombre, y que se hubo transformado completamente en esta niña, con su nombre
de niña, sobre la que fueron perpetrados los ataques traumáticos. En otros términos: la parte
que abreacciona vive verdaderamente todavía en el pasado; la paciente repite o, más exacta-
mente, continúa, las emociones de la infancia. Cuando se despierta después de la crisis, se
transforma en la persona adulta que no tiene ningún recuerdo de la realidad de las agresiones
de la infancia y de los acontecimientos penosos. Tiene, es verdad, el recuerdo de la crisis, a
este respecto no es pues amnésica, pero al despertar pierde la impresión de realidad de las si-
tuaciones en las cuales las agresiones han tenido lugar en la infancia. Mientras que dura la es-
cisión de la personalidad, la paciente está por una parte despierta, consciente y amnésica, por
otra parte, dormida o en trance y, en este estado, continuando el pasado, mientras que las par-
tes escindidas de la personalidad no se junten unas con otras, las abreacciones no tienen más
efecto que las crisis histéricas que sobrevienen espontáneamente cada tanto.
Esto parece muy decepcionante, sin embargo se comienzan ya a vislumbrar algunos
rayos de esperanza.
¿En qué circunstancia se produce la reunión de ambas personalidades, aunque sea pa-
sajeramente, y con ella la convicción? Mientras asisto a la nueva explosión un poco irritado,
quizás incluso con un poco de aburrimiento -de lo cual mi paciente se da cuenta, en cierta
medida, por mi comportamiento, mi voz, mi manera de interrogar-, el dolor y la agudeza de
la crisis aumentan, y si no hago ninguna otra cosa esto termina con una risa aguda y demente,
seguida del despertar en la apatía. Pero si la paciente observa que experimento por ella una
real compasión, y que pongo todo mi celo en explorar las causas de sus sufrimientos, se hace
repentinamente capaz no solamente de darme una representación dramatizada de los aconte-
cimientos, sino incluso de hablarme. La atmósfera amistosa le permite pues proyectar los
traumas en el pasado y contarlos como recuerdos. El contraste con el entorno de la situación
traumática, en consecuencia, la simpatía, la confianza recíproca debe ser establecido antes de
que aparezca una actitud nueva: la rememoración en lugar de la repetición. La sola asociación
libre, si no son creadas nuevas bases para una atmósfera de confianza, no conduce pues a una
verdadera curación. El médico debe estar en el caso verdaderamente con toda su alma, o bien,
si no lo está, debe reconocerlo honestamente, a la inversa del comportamiento de los adultos
hacia los niños.
A partir de los obstáculos para la reunión de los elementos de la personalidad en una
unidad, es posible quizás remontarse a la manera en que se constituye la escisión misma. En
el curso de una tortura psíquica o corporal, se agota la fuerza para soportar el sufrimiento en
la esperanza de que tarde o temprano esto va a cambiar. Se mantiene pues la unidad de la per-
sonalidad. Pero si la cantidad y la naturaleza del sufrimiento sobrepasan la fuerza de integra-
ción de la persona, entonces se rinde, se cesa de soportar, ya no vale la pena reunir estas co-
sas dolorosas en una unidad, y se fragmenta en pedazos. No sufro mas, ceso incluso de exis-
tir, al menos como Yo global. Los fragmentos aislados pueden sufrir cada uno por sí mismo.
El cese del sufrimiento global y su reemplazo por fragmentos de sufrimiento podrían propor-
cionar ese alivio repentino que hace que las lágrimas, la lucha, las crisis, se inviertan brusca-
mente en risa. Una comparación física: cuando una bola se descompone en cien pequeñas bo-
litas, el sufrimiento aumenta cien veces, si bien le corresponde mucho menos sufrimiento a
una unidad de superficie de la envoltura exterior, digamos de la envoltura cutánea del cuerpo.
Esta podría ser la causa de las alucinaciones de multitudes, la visión de cientos de ratas, de
ratones, en el apogeo del delirio. Las alucinaciones de personas bajo anestesia, o de los al-
cohólicos, pertenecen a esta categoría. Puede ser que los fenómenos observados en el curso
de una anestesia, por ejemplo una anestesia de cloroformo, den una representación experi-
mental de los efectos psicológicos del shock. La inhalación de gas irrespirable y mortal susci-
ta bruscamente un gran displacer, cuyo carácter insoportable culmina en la descomposición
de la personalidad. Al despertar, el Yo global no puede recordar los episodios que han tenido
lugar durante la escisión.
Identification versus hatred114
Es porque me identifico (comprendo todo = perdono todo) que no puedo odiar. ¿Pero
qué ocurre con la emoción movilizada, cuando está impedida toda descarga psíquica sobre el
objeto? ¿Permanece en el cuerpo bajo forma de tensión que intenta descargarse sobre objetos
desplazados (con la exclusión de los objetos reales)? Castigarse a sí mismo (matarse, suici-
darse) es más soportable que ser matado. La proximidad del aniquilamiento violento, amena-
zando desde el exterior, es absoluto, inevitable e insoportable. Si me mato a mí mismo, sé lo
que va a ocurrir. El suicidio es menos traumático (no es imprevisto).
Lo que es traumático, es lo imprevisto, lo inexplorable, lo incalculable. La muerte de
la cual se decide por sí mismo el modo y el momento, es menos traumática -el espíritu puede
funcionar hasta el último momento. La amenaza exterior, inesperada, de la que no se
aprehende el sentido, es insoportable.
¡Detrás de la humbleness115 un narcisismo enorme -justified116! El niño es el único ser
razonable en un mundo loco.
Para poder odiar debe quedar abierta la posibilidad de amar a algún otro, algo de otro.
IDENTIFICACION EN EL TRAUMA
Sra. G. Escena primitiva: C. masculino y femenino.
Hatred of mother:
Killing impossible Emotion 1) Killing object (I do exists,
Lying neglecting her No outlet. Dying. She not)
(loneliness) cheating Defence: Identification 2)Killing oneself (no emotions
Instead of killing: Of my own –living somebody
else’s life)
Posttraumatic effect: Identifications (superegos) instead of one's own life117.
Represión (salto en lo corporal) (James -Lange)
114
En inglés en el texto: “identificación en oposición al odio”.
115
En inglés en el texto: “humildad”.
116
En inglés en el texto: “Justificado”.
117
Odio de la madre:
Imposible de matar. Ningún resultado 1) Matar al objeto (yo existo, no
Mentir. Descuidarla Por la emoción. Morir. Ella).
(soledad) Engañar Defensa: Identificación 2) Matarse a sí mismo (no mis
En lugar de matar. Propias emociones –vivir la vida
de algún otro).
Efecto post-traumático: Identificaciones (del Superyo) en lugar de su propia vida).
118
En inglés en el texto: “descarga”.
Represión (B.)
Incapacidad de injuriar y de agredir a la madre. Se le anuda la garganta. El pie se
bloquea en posición equina. La voz de la madre la enmudece. Incluso si se la mata, no debe
(no puede) gritar; gritar "está fuera de cuestión".
Las perversiones no son fijaciones, sino productos del espanto. El temor, el espanto frente a
la normalidad (trauma), provoca la huida hacia caminos desviados de la satisfacción del pla-
cer. La homosexualidad (auto-sadismo) está prohibida, pero no tan "imposible", "impensa-
ble", "inexpresable" como la unión heterosexual.
1) Homosexualidad: intensificación de la manifestación de amistad hasta la satisfacción com-
pleta del placer.
a) Utilización masculina de los hombres, como si fueran mujeres
a / Inversión del hombre
b / Inversión de sí mismo.
b) femenino: reemplazo de los sentimientos maternales por sensaciones orgásticas
(exageración): sucedáneo de la heterosexualidad.
c) "hacerse el niño" para no dejar ver la heterosexualidad. Prolongar o simular el ca-
rácter infantil).
A los niños todo les está permitido
2) Sadismo - erotismo anal. No se puede prohibir completamente a los niños quejarse de tras-
tornos intestinales o urinarios. Los adultos tampoco pueden negar totalmente que se trata allí
de funciones y de órganos posibles que ellos también (los adultos) poseen. Por el hecho de la
proximidad física, es fácil desplazar el interés y la sensación de los órganos genitales sobre la
vejiga y el intestino, lo mismo que el interés por el orgasmo sobre la libertad de evacuación.
119
En inglés en el texto: “Identificación en oposición al odio”.
120
En latín en el texto: “En su propio lugar”.
1) Chupetear (?)
2) Juegos anales
3) Juegos uretrales
4) Sado-masoquismo
5) Exhibicionismo-voyeurismo
6) Homosexualidad
Chupetear: en el origen no tiene nada que ver con la sexualidad -solamente después
de la represión del onanismo que comienza muy temprano. ¿El complejo de Edipo no es tam-
bién una consecuencia de la actividad de los adultos - la tendencia pasional?
En consecuencia, ninguna fijación por el placer
sino fijación por el temor:
Hombre y mujer quieren matarme si no les amo.
(si no me identifico a sus deseos).
26 de julio, 1932
Clítoris y vagina.
Quizás fue demasiado prematuro representar la sexualidad femenina como comenzan-
do por el clítoris, con una transposición mucho más tardía de esta zona a la vagina. Es dudoso
incluso que exista algún órgano del que pudiese concebirse que "no ha sido descubierto" por
la psique, psíquicamente neutro de algún modo, es decir, no existiendo. Al contrario, se está
en el derecho de suponer que el aparente no descubrimiento de la vagina es ya un signo de
frigidez, mientras que la erogeneidad aumentada del clítoris es ya un síntoma histérico. El
mismo desplazamiento provocaría también la acentuación de la región uretral y anal, es decir,
el estallido de la genitalidad en desplazamientos vecinos o más lejanos. Los motivos de la
precoz represión vaginal infantil podrían ser: el hecho de mantener la mano sistemáticamente
a distancia de la abertura vaginal, casi desde el momento del nacimiento, mientras que la re-
gión clitoridiana es excitada desde el principio por el lavaje y el empolvamiento.
En los casos traumáticos precoces, se llega analíticamente a la convicción dé que la
vagina infantil reacciona vivaz y normalmente en el plano sensorial y motor a las excitacio-
nes por intrusión; lo traumático propiamente dicho comienza cuando el niño quiere repetir de
algún modo la experiencia y es rechazado, amenazado y castigado por el partenaire, general-
mente cargado de sentimientos de culpabilidad.
26 de julio, 1932
27 de julio, 1932
30 de julio, 1932
¿Qué es el "trauma"?
"Conmoción", reacción a una excitación exterior o interior de un modo autoplástico
(que modifica el yo) más bien que aloplástico (que modifica la excitación). Esta neoforma-
ción del yo es imposible sin una destrucción previa parcial o total, o sin disolución del yo
precedente. Un nuevo yo no puede ser formado directamente a partir del yo precedente, sino
a partir de fragmentos, productos más o menos elementales de la descomposición de éste.
(Estallido, atomización.) La fuerza relativa de la excitación "insoportable" decide del grado y
de la profundidad de la descomposición del yo:
a) Cambio del estado consciente (trance, estado de sueño).
b) Pérdida del estado consciente:
c) Síncope
d)Muerte.
Los sistemas de cicatrices mnémicas constituyen un tejido nuevo con funciones pro-
pias: reflejos, reflejos condicionados (sistema nervioso). Esta función, en el origen sólo una
modificación ininterrumpida del yo (destrucción), será puesta al servicio de la autoconserva-
126
En inglés en el texto: “Cola, goma”.
ción, en tanto que trabajo de pensamiento aloplásticamente orientado. La compulsión de re-
petición en el traumatizado es una tentativa renovada para una mejor liquidación.
Un doble shock:
1) Trauma
2) Denial127.
Jamás gratitud por la comprensión (quizás porque mother's hatred is not benevo-
lent130)
El ruiseñor cantaba: oh bella esfinge.
¡ Oh amor! ¿Qué significa
Que mezcles tormentos mortales
A todas tus felicidades?
Prefacio a los poemas líricos IV
Los analizantes son niños. Análisis prolongado (retener a los niños en lugar de liberarlos).
4 de agosto, 1932
8 de agosto, 1932
Soportar la soledad.
B.: Hace alrededor de un año, a causa de mi insistencia, dolores, estados que evoca-
ban la agonía, debilidad cardíaca, etc., hasta un punto muy elevado de debilidad corporal.
Esto duró unos ocho días, haciéndose cada vez más amenazante; después emergencia repenti-
na de este estado, curación completa y prosecución del análisis. Sólo hay algo que no se pro-
duce, o casi no se produce más: la asociación libre. La paciente estaba terriblemente asustada
frente a la posibilidad de recaer en ese estado.
Entonces ella misma expuso la idea de retirarse del mundo, vivir sola e intentar toda-
vía una vez más superar el temor que tenía. Al mismo tiempo, comenzó a esforzarse seria-
mente en la asociación libre, preguntándose qué había podido cambiar para que se sintiera
más a la altura de esta penosa tarea. Ella misma respondió: "A lo largo de este tiempo, mi
confianza en usted se ha reforzado de tal modo que, basada en esto, me he sentido capaz. Es-
pero que usted me tratará de otro modo ahora, que en otros tiempos de mi enfermedad."
Esta esperanza está perfectamente justificada; en el intervalo, habíamos llegado a la
convicción de que, apoyándome en las reglas fundamentales del análisis, me había conducido
a su respecto con demasiada frialdad, se podría decir con crueldad. Esta confesión de mi par-
te, y el cambio de mi disposición emocional que se derivaba lógicamente, aumentó su con-
fianza cada vez más, de manera que ella misma estaba dispuesta a intentar la repetición, espe-
rando que yo no la dejaría hundirse, es decir, que tendría la buena voluntad y también la ca-
pacidad de volver a sacarla de su confusión traumática. Si podía, una vez por día solamente,
expresarse libremente delante mío y después recibir de mí aliento y explicaciones, estaría en
condiciones de soportar la soledad en el intervalo. Por otra parte, sabe que estoy a su respecto
con disposiciones suficientemente amistosas para ocuparme de ella en el intervalo, si fuera
absolutamente necesario. Dicho de otro modo: la soledad es soportable sólo si no se siente
nunca completamente abandonada; si se trata de una soledad verdaderamente total, donde in-
cluso no se tiene la esperanza de ser comprendido y ayudado por el mundo exterior, es inso-
portable. ¿Pero qué es verdaderamente lo "insoportable"? Sin duda ninguna otra cosa que
continuar viviendo deformando la realidad de esta existencia interior (psíquica) o exterior.
Las asociaciones de la paciente desembocaron rápidamente en varias fantasías, en una
de las cuales escuchaba murmurar a su padre: "Sentirás siempre mi cuerpo desnudo, sin verlo
jamás."
Tiene recuerdos más o menos oscuros de su primera infancia donde veía frecuente-
mente a su padre desnudo cuando se bañaba o en otras circunstancias. Pero por lejos que se
remonte en sus recuerdos más precisos su padre siempre fue de un increíble pudor a su res-
pecto, hasta aproximadamente los cuatro años donde repentinamente, de buenas a primeras,
le hizo una proposición amorosa. Su comportamiento de entonces proporciona un sostén po-
deroso a nuestra hipótesis de la realidad de las fantasías de violación.
Lo que espera ahora de mí, es 1) que dé crédito a la realidad del acontecimiento, 2)
ser tranquilizada con la seguridad de que la tengo por inocente, 3) inocente incluso si confe-
sara que experimentó una enorme satisfacción en el momento de la agresión y que se consa-
gró a la admiración de su padre, 4) la certidumbre de que no me dejaré arrastrar a un movi -
miento pasional de esta clase.
La soledad traumática, la prohibición y la voluntad de prohibir del padre, la sordera y
el enceguecimiento de la madre, es lo que hace traumática a la agresión, es decir, adecuada
para fisurar el psiquismo. El ser que queda solo debe ayudarse a sí mismo y, a este efecto, es-
cindirse en aquel que ayuda y aquel que es ayudado. Sólo cuando ha sido ganada la confianza
y abandonados esta auto-asistencia, esta autoobservación y este control de sí (todos enemigos
de la asociación libre) ver más arriba-, pueden ser profundamente vueltos a sentir los estados
de otro tiempo, experimentados en el momento de la completa soledad después del traumatis-
mo.
La paciente B. llega por sí misma a la idea de que la completa escisión en el padre
(epilepsia, embriaguez) ha provocado una escisión análoga en ella: Dr. Jeckyll y Mr. Hyde.
El murmullo de estas palabras es la impresión formulada acústicamente de la voluntad del pa-
dre, quizás transmisión de pensamiento. (Me es necesario decididamente abandonar mi idea
según la cual la transmisión de pensamiento es diferente del Cumberlandismo.) Todo pensa-
miento es motriz y puede, en consecuencia, provocar un movimiento asociado. Ver los "pen-
samientos que se hacen sonoros" en caso de cera en las orejas.
11 de agosto, 1932
A propósito de la criminalidad.
Un antiguo paciente, analizado durante un cierto tiempo y relativamente liberado de
su angustia, vuelve a verme; actualmente tiene ciertas dificultades pero que no trastornan de-
masiado su humor. Se ha dejado arrastrar a empresas comerciales demasiado importantes en
relación a los capitales de que disponía. En el curso del primer análisis, yo lo había alentado a
entregarse a todas las fantasías científicas y comerciales posibles, y yo mismo había en-
contrado un cierto placer en ver como llegaba a medirse en el plano de la inteligencia, con
casi todos los eruditos con los que se encontraba, a excepción de los matemáticos. En el espa-
cio de algunos meses, este hombre, que apenas sabía escribir su nombre, discutía con los es-
pecialistas los problemas más arduos de física, química, fisiología, filosofía y psicología. Al
mismo tiempo, se comprometía en relaciones amorosas, simultánea o sucesivamente, con
doce o catorce mujeres. Últimamente, de manera bastante durable, con tres a la vez: 1) su co-
cinera, que le manifestó desde entonces una devoción de perra, 2) una de las jóvenes más
atrayentes y más inteligentes de la mejor sociedad, igualmente dotada en el plano científico
(esta ligazón fue rota por él porque la dama rehusaba hacerla pública, sabiendo que esto
arruinaría su reputación y su carrera en los mejores medios aristocráticos), 3) una eminente
doctora húngara que, al contrario, exhibía esta relación de una manera muy ostentosa y se
comportaba como si fuese su esposa. El le había sacado con artimañas una suma considerable
de dinero y, sin embargo, siguió debiéndome por un buen número de meses, mis honorarios
136
“Lenteszierendes”. Nada parecido figura en el diccionario. Posiblemente “Sufrimiento interminable”.
por el análisis.
Ahora que ve que no podrá enriquecerse rápidamente, piensa en sustraerse a sus obli-
gaciones. Al mismo tiempo, me anuncia que durante su estadía en París contrajo una gono-
rrea con una prostituta, pero que desde entonces igualmente ha tenido relaciones con la coci-
nera y la doctora. Le he dicho que debía hacerse atender y hacer examinar a las dos mujeres.
Aproveché la ocasión para decirle que en lo sucesivo debería pagarme, no obstante la
proposición que le había hecho de que provisoriamente no me abonara más que la mitad de
los honorarios y que, por el momento, permaneciera debiéndome la suma precedente. Es cu-
rioso que en el momento de la primera entrevista estuviera de nuevo inclinado a consentirle
todo, y fue solamente después de reflexionar que me dije que ya era tiempo de mostrar a este
hombre los límites de la realidad, incluso aquí, en el análisis. (La lentitud con la cual llegué a
reconocer esto encontró su explicación en mi autoanálisis: identificación con el cobarde que,
superando su temor, se transforma en un héroe, más allá del bien y del mal.) En el curso de
una discusión con sus empleados se dejó llevar a las peores groserías y fue provocado en due-
lo. Rehusó, por el momento, aceptar mis condiciones; pero permanecí firme y espero su deci-
sión; probablemente mañana. El paso siguiente que se decidió a dar, fue la decisión de rom-
per su amistad con la doctora. Cree que yo lo perjudico en favor de ella, que quiero impulsar-
lo a desposar a esta "son of a witch"137, también quiere decirle que no podrá tenerlo más como
“fuckíng instrument"138, que no habría debido tomar "my cock"139 en su boca. Permanecí con
él esperando que esta discusión pudiese clarificar la situación. La antipatía creciente por la
doctora neurótica quedaría así mejor fundada, su actitud provocativa, su credulidad, etc., se-
rían explicadas analíticamente.
Pero lo que es importante también es la lentitud y el retraso con los que yo llegué a es-
tas conclusiones. No hay nada que hacer, debo buscar la causa en mi propia criminalidad re-
primida. Experimento una cierta admiración por el hombre que se atreve a cumplir actos que
yo me prohíbo. Lo admiro incluso por la imprudencia con la que me engaña. La causa funda-
mental no puede ser otra que mi temor de estos malhechores; probablemente, en un momento
dado, he sido efectivamente dominado e intimidado por tales individuos.
Es interesante anotar lo que hoy me ha pasado por la cabeza a propósito de este hom-
bre: pensé que iba a agredirme físicamente y tuve la idea de poner mi pistola en el bolsillo.
Provisoriamente, postergué hasta mañana el arreglo de este asunto, pero estoy decidido a per-
manecer firme y, eventualmente, a dejarlo partir. Tengo la impresión de que si cedo me toma-
rá -como casi todo el mundo- por imbécil, y me explotará. Si permanezco firme, puede verda-
deramente agredirme; ha comenzado a hacer alusiones en el sentido de que ya me había dado
suficiente dinero anteriormente (que no quiere, en consecuencia, pagarme más), que puede
amenazarme de escándalo, despreciarme en mi círculo de amigos, etc. Todo esto me dejará
frío. Quizás intentará entonces, para ablandarme, poner en jugo la posibilidad de su propio
hundimiento, en ese caso le propondré continuar el tratamiento si acepta mis condiciones.
Problema: ¿Cuándo es curable la criminalidad? ¿Qué dosis de reconocimiento de su propia
enfermedad es aquí -como en las psicosis- necesaria? Trazado más preciso de las fronteras
entre fantasía y realidad durante el análisis. (Citar otros dos casos: el Dr. G. que ha engañado
a Freud, y el padre de B.)
12 de agosto, 1932
13 de agosto, 1932
EL ORGANO GENITAL no es el órgano con ayuda del cual se libera de los sufrimientos
(¡Reservorio de sufrimientos!), sino el órgano de la comunicación y del compartir la energía
excedente (placer).
140
En inglés en el texto: “Curar”.
141
“Mit-teilung” = compartir con; “Mitteilung” = comunicación.
142
En inglés en el texto: “Compartir”.
143
En inglés en el texto: “encolada”.
Desembarazarse por la Amor por el
Comunicarlo genitalidad fragmento separado:
esperma, niño.
Residuos del amor de sí.
El amor mencionado más arriba: 1) Amor por las células seminales y los óvulos.
2) Amor por aquel con quien se los comparte.
Colocación de una bomba peligrosa (F.)
Colocación del ser amado
de fragmentos (F.)
El analista, después de haberse visto y reconocido en el registro de los pecados y des-
pués de haber superado la reacción de despecho: derrumbado - haber querido hacer lo mejor
y "¡llegar a este punto!".
El paciente: está en condiciones de perdonar. Haber podido dar el primer paso hacia
el perdón de lo que ha causado el trauma, significa que ha comprendido. El hecho mismo de
que haya sido posible llegar a la comprensión y retornar sobre sí mismo, pone fin a la misan-
tropía general. Finalmente es posible ver y rememorar el trauma con sentimientos de perdón
y consecuentemente de comprensión. El analista a quien se ha perdonado, goza en el análisis
de lo que le ha sido rehusado en la vida y que ha endurecido su corazón.
14 de agosto, 1932
l7 de agosto, 1932
17 de agosto, 1932
22 de agosto, 1932
Espontaneidad refrescante - provocación deprimente.
El paciente U. se enamora de una dama de cierta edad. Durante las sesiones, habla de
ella en términos injuriosos, pero no puede prescindir de la intimidad con ella. Al mismo tiem-
po, tiene relaciones con otras cinco o seis mujeres de las que no hace ningún misterio frente a
esta dama. La dama toma en serio este cortejo y comienza a comportarse como si fuera la no-
via de este joven, lo que el paciente no rechaza con suficiente energía. Sin embargo, las rela-
ciones sexuales con ella son a menudo más satisfactorias que con ninguna otra. El termina
por ponerla en peligro de ser contaminada. Siguen momentos de cólera y de odio manifiesto
por parte de la mujer. Pero aun cuando U. era dolorosamente afectado por estos ataques, se-
guía experimentando sentimientos amistosos por ella. Pero enseguida la dama se ponía a lu-
char por su amor como si lo hubiera perdonado; se mostraba como apenada y deprimida por
su comportamiento. Cuando esto ocurre, se produce de nuevo un brusco cambio de los senti-
mientos de U.: si, anteriormente, estaba un poco triste con la idea de la separación inevitable
y feliz de experimentar sentimientos verdaderos, así como gratitud y amistad, se siente de
nuevo ligado (obligación) y forzado a permanecer con ella. Al mismo tiempo, se despiertan
nuevamente los celos respecto de otro hombre joven.
Este es un ejemplo que muestra que las personas de más edad (adultos), por medio de
un comportamiento que provoque piedad, pueden inducir en un niño un sentimiento de culpa-
bilidad que lo deje así dependiente y sin recursos, de manera durable, pero además esta situa-
ción puede provocar sentimientos inconscientes de odio, incluso impulsos criminales. Una
parte de estos impulsos podría entonces realizarse efectivamente (falta de precauciones en
caso de peligro de contaminación). Si esto es seguido de castigo y reprimenda, en lugar de
una modificación comprensiva de la situación, se crea en el niño una nueva fijación por el
sentimiento de culpabilidad.
Así se encuentra establecida la tendencia a la repetición dirigida a desposar a la ma-
dre, o a enamorarse de alguien como ella, seguida de sentimientos de culpabilidad y de odio.
Los celos son, en realidad, el deseo de deshacerse de un lugar indeseable, con ayuda de un
tercero. (Szegény tatàr144)
Lo que al niño más le gustaría es ver felices a sus padres, pero si esto no ocurre, se
siente obligado a tomar sobre sus espaldas toda la carga del matrimonio desdichado. Lo que
más le gustaría es jugar, solamente jugar a ser el padre o la madre pero no serlo realmente.
(Nosotros, psicoanalistas, consideramos también, como lo he dicho frecuentemente -ver más
arriba-, la situación infantil muy desde nuestro punto de vista de adultos, y nos olvidamos de
la autoplasticidad de la infancia, y de la naturaleza semejante al sueño. de toda su existencia
psíquica.- Proceso primario.) Los pacientes son como los niños, no se atreven a contradecir.
Es necesario educarlos; algunos están tan asustados que sólo un nuevo temor puede empujar-
los a enojarse.
24 de agosto, 1932
Mueca.
El enfermo mental por desesperación
Niños Estado de desamparo
Coito real con niños (actos incestuosos). ¡Repercusiones mucho más frecuentes!
2 de octubre, 1932
Regresión en ψ - Estado embrionario φ during analysis146 (en una descomposición orgánica).
Regresión más profunda hacia el estado de muerte (el peligro es no-haber-nacido-to-
davía. ¿Es posible una nueva solución del problema de la personalidad después de semejante
inmersión en lo traumático?).
En mi caso, me sobrevino una crisis sanguínea en el mismo momento en que com-
prendí que no solamente no puedo contar con la protección de una "potencia superior", sino
que al contrario, soy pisoteado por esta potencia indiferente desde el momento que voy por
145
En inglés en el texto: “Curar”.
146
En inglés en el texto: “Durante el análisis”.
mi propio camino - y no por el suyo.
La comprensión a la que me ha hecho acceder esta experiencia es que no fui valiente
(y productivo) sino en tanto me apoyé (inconscientemente) sobre otra potencia, y que, en
consecuencia, jamás he sido "adulto". Rendimientos científicos, matrimonio, lucha contra co-
legas muy fuertes -todo esto sólo era posible bajo la protección de la idea de que puedo en to-
das las circunstancias contar con este sustituto del padre. ¿La "identificación con la potencia
superior, la repentina "formación del Superyo", es el apoyo que me preservó en otro tiempo
de la descomposición definitiva? ¿¿Es que la única posibilidad de seguir existiendo es aban-
donar la mayor parte del propio yo para ejecutar plenamente la voluntad de esta potencia su-
perior (como si fuera propia)??
¿Y así como ahora debo reconstituir nuevos glóbulos rojos, debo (si puedo) crearme
una nueva base de personalidad y abandonar como falsa y poco confiable la que tenía hasta
ahora? ¿Tengo aquí la elección entre morir y "reacomodarme" -y esto a la edad de 59 años?
Por otra parte: ¿vivir siempre la vida (la voluntad) de otra persona, tiene algún valor -
una vida así no es ya casi la muerte? ¿Pierdo demasiado si arriesgo esta vida? ¿Chi lo sa?147.
La confianza que los alumnos tienen en mí puede darme alguna seguridad; muy parti-
cularmente la confianza de una persona que es a la vez alumno y maestro.
(En este mismo momento recibo algunas líneas personalmente amistosas de Jones.)
(Rosas anunciadas, circular ofrecida). No puedo negar que incluso esto me ha impresionado
agradablemente. En efecto, me sentía también abandonado por los colegas (Rado, etc.) ya que
todos tienen demasiado temor a Freud para, en caso de una disputa entre Freud y yo, compor-
tarse a mi respecto de manera objetiva, incluso simpatizando conmigo. En realidad, ya está en
curso desde hace mucho tiempo un intercambio más estrecho de circulares entre Freud, Jones
y Eitingon. Soy tratado como un enfermo al que es necesario cuidar. Mi intervención debe lo-
grar que me reponga, de modo que los "cuidados" se hagan inútiles.
Parece subsistir cierta fuerza en mi organización psicológica de manera que en lugar
de caer enfermo psíquicamente, sólo puedo destruirme –o ser destruido- en las profundidades
orgánicas.
La sensiblería se apoderó de mí cuando recordé cómo un día fui públicamente felicita-
do siendo soldado (voluntario por un año), por mi excelente (y espontánea) actividad en cam-
paña (maniobras). Esto es lo que parece faltarme, y me ha faltado desde mi infancia. La dure-
za y la incomprensión me han forzado a hacer el papel de "mal muchacho". El desprecio a mi
respecto, particularmente sensible de parte de mi hermana mayor de quien parece que estuve
desesperadamente enamorado. Encontré un sucedáneo en la masturbación apasionada. La
masturbación es siempre psicopática -escisión de la personalidad- una parte satisface a la otra
(mundo imaginario). En la realidad, uno se siente enseguida 1) sobreagotado, 2) culpabiliza-
do. (Identificación con el objeto de amor tomando a su cuenta los pensamientos y los juicios
despreciativos de esta misma persona: me desprecio como ella me despreciaría si supiera
todo de mi (¡voyeurismo!). Pero la parte que he introyectado identificándome, es una identifi-
cación que, al mismo tiempo, sabe todo de nosotros.)
Es interesante constatar que el asunto con mi hermano J. me da la ocasión de explicar-
me (paralelamente a la controversia con Freud) también con J., es decir, reconocer la realidad
(la desesperanza) también en esta dirección y hacerla conocer al partenaire. Antipatía abierta
en lugar de una fingida amabilidad.
147
En italiano en el texto: ¿Quién lo sabe?
sis se hace insípido. Relations - distant148. Cuando alguna vez en alguna parte se ha intentado
la mutualidad, deja de ser posible la unilateralidad - no fecunda.
La cuestión ahora es: ¿es necesario que cada caso sea objeto de mutualidad? ¿Y en
qué medida?
He liberado a R.N. de sus tormentos, repitiendo el pecado del padre, reconociéndolo ensegui-
da, y obteniendo el perdón.
Progresión.
Sudden motherhood150
Eclore intellectuelle151
(Estado carcomido)
Racial progression152
Omnisciencia
Mediumnidad
Healer153
Genio y demencia
(Fejére esett)154
Insanity of body only (R.S.)155
Obesidad cíclica, etc.
148
En inglés en el texto: “Relación – distante”.
149
En inglés en el texto: “Amante ideal”.
150
En inglés en el texto: “Maternidad repentina”.
151
En francés en el texto: “Eclosión intelectual”.
152
En inglés en el texto: “Progresión de la raza”.
153
En inglés en el texto: “Curador”.
154
En húngaro en el texto: “Cayó sobre la cabeza”.
155
En inglés en el texto: “Locura del cuerpo solamente”.
REGISTRO DE PECADOS
Indignación de la Facultad en el momento que dije: "Los colegas deben cometer erro-
res" (chiste)156.
Pecado
Confesión
Perdón
156
“Kollenge uüssen Irrtümer ´begehen¨ (cometer) en lugar de “bestehen” (reconocer).