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UNIDAD 3

La Doctrina
Social de la
Iglesia
138 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 139

V
amos a introducirnos ahora en la unidad 3. Como dijimos al co-
mienzo no pretende ser este un texto que exponga la Doctrina Social
elaborada por la Iglesia, sino un tratamiento de los fundamentos
del orden social conforme con los postulados esenciales de la fe cristiana. Por
ello el acento está en la reflexión sobre los grandes principios que podemos
identificar como los rectores del comportamiento humano en sociedad, y no
en la exposición y adhesión a las enseñanzas que la Iglesia ha expresado sobre
los mismos. El método que hemos utilizado en la Unidad 1 para el tratamiento
de los temas, buscando analizar las temáticas en términos de razonabilidad
y con independencia de juicios de autoridad, será reiterado en las Unidades
siguientes.

Sin embargo, después de las consideraciones realizadas en la Unidad anterior,


se hace necesario dedicar un espacio a exponer por qué, para qué y de qué
manera la Iglesia se pronuncia y se ha pronunciado sobre diversos aspectos
de la vida social del hombre.

Que este no sea un texto dedicado a describir las enseñanzas de la Iglesia ca-
tólica sino a profundizar en sus principales fundamentos, fundamentos válidos
por su misma razonabilidad y con independencia de las creencias religiosas de
las personas, no puede significar que se desconozca la existencia de un cuerpo
doctrinal específico expuesto por la Iglesia. De ello nos ocuparemos aquí.

OBJETIVOS
• Comprender las razones por las que la Iglesia se ha pronuncia respecto de
diversos aspectos de la vida social.
• Precisar en qué consiste la Doctrina social de la Iglesia y cuáles son sus
características especiales.
• Recorrer las fuentes de las que se nutre la Doctrina Social de la Iglesia.
• Identificar el valor que tienen los diversos documentos de la Doctrina Social
de la Iglesia y la adhesión que merecen.
• Reconocer los principales pronunciamientos de la Iglesia en materia social,
política y económica, a lo largo de la historia.
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TEMARIO
1. Concepto.

2. Justificación.

3. Fuentes.

4. Objeto, autores y destinatarios.

5. Tergiversaciones.

6. Valor y obediencia exigida por la enseñanza social de la Iglesia.

7. Tesis que pretenden desacreditar la enseñanza de la Iglesia

8. El Concilio Vaticano II y la continuidad de la enseñanza de la Iglesia.

9. Los tipos de Documentos en los que se expresa el Magisterio.

10. Principios fundamentales.

11. Principales documentos del Magisterio de la Iglesia

MAPA CONCEPTUAL
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 141

BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA PARA ESTA UNIDAD

De la bibliografía general recomendamos especialmente para esta Unidad:


Denzinger, Enrique, El Magisterio de la Iglesia, editorial Herder, Barcelona,
varias ediciones
Pithod, Abelardo, Curso de Doctrina Social, editorial Cruz y Fierro, Bs. As.,
1979
Pontificio Consejo de Justicia y Paz, Compendio de Doctrina Social de la
Iglesia, 2006
Sacheri, Carlos, El orden natural, ediciones del Cruzamante, Bs. As., 1975
Además de la indicada, puede consultarse:
Bernal, José, Protección Penal de las Verdades propuestas por el Magisterio, en
Anuario Fidelium Iura de derechos y deberes fundamentales del fiel, Volumen
9, 1999, http://www.unav.es/canonico/josebernal/SeparataBernal.pdf
Dumont, Jean, La Iglesia ante el reto de la historia, editorial Encuentro, Ma-
drid, 1987
Juan Pablo II, Constitución Apostólica bajo la forma de motu proprio Ad
tuendam fidem, 1998
Lio, Ermenegildo, Humanae Vitae e infalibilidad, Lib. Edit. Vaticana, Ciudad
del Vaticano, 1986
Messori, Vittorio, Leyendas negras de la Iglesia, editorial Planeta, Colección
Testimonio, 2000
Rodriguez, Victorino O.P., “Estudio histórico-doctrinal de la declaración sobre
libertad religiosa del Concilio Vaticano II”, publicado en el nº 295 de “La
Ciencia Tomista”, Abril-Junio 1966.
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre la vocación
eclesial del teólogo, Roma, 24/3/1990.
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, A propósito de la Notificación
de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunos escritos del Rvdo.
P. Marciano Vidal, C.Ss.R., Roma, 15/5/2001.
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal aclaratoria de
la fórmula conclusiva de la profesión de fe, Roma, 29/6/1998.
142 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

3.LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA”

3.1. Concepto.
¿Qué es la doctrina social de la Iglesia? Podemos decir que se trata del conjunto
de enseñanzas de la Iglesia sobre la manera en que debe desarrollarse la vida
social, política y económica del hombre, para conformarse con el plan de Dios y
conducirlo a la felicidad presente y en la vida eterna.
Como podemos ver en la definición, se trata de una:

a) Doctrina, o sea, un conjunto de enseñanzas que como tal forma parte


del Magisterio de la Iglesia.

b) De la Iglesia, es decir, aprobada por quienes tienen en la misma la


misión de enseñar con autoridad. Esto la distingue de otras doctrinas
o posiciones, muy válidas, profundas y verdaderas, que provienen de
sociólogos, filósofos, economistas, teólogos, muchos muy inteligentes,
que contienen muchas verdaderas pero que no son quienes tienen la
autoridad de definir las cuestiones de Fe y de moral. Por eso podemos
distinguir la doctrina social cristiana, cultivada y profundizada dentro de
la Iglesia, de la doctrina social de la Iglesia en sentido estricto, aprobada
por sus autoridades.

c) Social, es decir, referida a la vida del hombre en su relación con los otros
seres humanos y no a aspectos dogmáticos, litúrgicos, de moral personal.
Persigue conformar la conducta humana con el plan de Dios, ordenando
la felicidad de la vida presente a la obtención de la vida eterna a la que
el ser humano se encuentra destinado. La vida eterna se merece en esta
vida, de algún modo esta vida también la anticipa, y la forma dada a la
sociedad puede contribuir a obtenerla u obstaculizarla.

3.2. Justificación.
Ahora bien, ¿por qué la Iglesia se ocupa de brindar enseñanzas políticas, sociales
y económicas? ¿No se está entrometiendo en terrenos que no le competen? ¿No
está invadiendo esferas ajenas a la religión?
A veces ocurre que las autoridades religiosas invaden los ámbitos que corres-
ponden a la legítima autonomía del orden temporal. La Iglesia ha sido instituida
para continuar la obra salvadora de Cristo, y no para ocuparse de matemática,
física, biología, historia, economía, sociología. Es cierto. Si bien han existido re-
ligiosos, sacerdotes, obispos e incluso Papas que han sido grandes científicos, o
que han asumido funciones políticas, tales quehaceres no constituían un ejercicio
específico de su ministerio en la Iglesia sino profesiones que también desarrollaron
junto con éste. No ejercían con ello la misión propia y específica de la Iglesia; y a
veces incluso ha ocurrido que, equivocadamente, pospusieron ésta por ocuparse
de aquellas.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 143

Pero entonces, ¿significa ello que la Iglesia no tiene por misión ninguna inter-
vención en las cuestiones políticas, sociales y económicas? Por supuesto que no.
Tomemos un ejemplo. A la Iglesia corresponde recordar al mundo los manda-
mientos de la Ley de Cristo, que no ha abolido la Ley Antigua sino la ha llevado
al máximo cumplimiento. Debe recordar al mundo, por ejemplo, que no se debe
robar. Inmediatamente se presentan algunas cuestiones. Porque no todos los “ro-
bos” son tan evidentes como el de quien asalta a otra persona a mano armada.
Hay pensadores (el anarquista Proudhon en su libro ¿Qué es la propiedad?) que
han dicho, por ejemplo, que la propiedad privada es un robo porque en rigor los
bienes son de todos... Otros (Carlos Marx) han señalado que el salario era una
especie de robo porque el empresario se quedaba con parte del trabajo que rea-
lizaba el operario (la ganancia).
Alguien podría preguntarse, por otro lado, si al instituirse un sistema económico
que lleva al posible enriquecimiento permanente de algunos (el sector financiero) a
costa de otros (el sector productivo) no constituye una especie de robo. Y cómo se
puede pensar entonces que la Iglesia predique de manera completa el mandamiento
de no robar, sin decir nada del régimen de propiedad, del sistema de salarios, o de
la política económica? Y lo mismo podríamos decir analizando el mandato divino
de no mentir (y toda la problemática de la política, la propaganda y los medios de
comunicación), de “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (y
toda la cuestión del fundamento del poder y la autoridad), de no hacer acepción
de personas (y la extensión y naturaleza de la igualdad), etc.
La Doctrina Social de la Iglesia se presenta entonces como una parte de la
teología moral, es decir, de la reflexión sobre las verdades morales reveladas, en
aquellas cuestiones relacionadas con la convivencia humana social.
De modo que pretender que la Iglesia no se expida sobre materias sociales,
políticas o económicas, sería condenarla a una prédica estéril e inútil y hacerla
traicionar de su misión. Claro que como veremos en la unidad siguiente, el trabajo
concreto en el campo social, político y económico, es competencia principal de
los laicos y no de los clérigos.

Actividad 1:

A la luz de lo leído, ¿qué juicio cabe realizar de esta noticia


periodística? “El viernes pasado, la Conferencia del Episcopa-
do Mexicano divulgó una carta del papa Benedicto XVI en la
cual apoya la campaña en México contra la despenalización
del aborto en la capital nacional. La ciudad de México es
gobernada por el principal partido de izquierda en el país. El
mensaje provocó polémica en México. Dirigentes del Partido
de la Revolución Democrática (PDR) pidieron al gobierno que
emita una ‘’nota de protesta’’ por la ‘’injerencia’’ del papa en
la política nacional.” (Agencia AP, 25/4/2007).
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3.3. Fuentes.
¿Y de dónde se extrae la doctrina social de la Iglesia? Evidentemente, no se trata
de ocurrencias de cualquier religioso.

Cuando hablamos de las fuentes de la Doctrina Social de la Iglesia, podemos


distinguir:
a) Fuente inmediata: constituida por las enseñanzas del Magisterio de la
Iglesia, por la palabra de quienes tienen en la Iglesia la misión de enseñar,
oficio que ejerce de manera suprema el Papa, Sumo Pontífice y subordina-
dos a él los demás obispos, sacerdotes y fieles. Más adelante analizaremos
las diversas formas o expresiones que puede adoptar este magisterio, y su
valor u obligatoriedad.
b) Fuentes mediatas: el Magisterio de la Iglesia para dar expresión a su doc-
trina social recurre a dos fuentes: la revelación sobrenatural y la ley natural.
La revelación sobrenatural es el conjunto de verdades que Dios ha dado a
conocer al hombre a través del pueblo judío desde sus primeros tiempos y
hasta la muerte de Cristo y sus apóstoles. Los seres humanos adherimos a
ella gracias a la Fe. Gran parte de la revelación se ha volcado por escrito
en la Sagrada Escritura. Otra parte se transmite oralmente desde los após-
toles por tradición no escrita. La ley natural es el conjunto de principios
sobre el obrar humano que el hombre puede descubrir como razonables y
correspondientes con los bienes que debe buscar para ser pleno.
Por supuesto que como veremos más adelante, en la gestación de la Doctrina
Social han hecho aportes numerosos fieles, e incluso científicos y estudiosos no
creyentes.
Decimos que el Magisterio es la fuente inmediata, pues tanto la revelación
como la ley natural conforman la Doctrina Social con los alcances con que las
interpreta y enseña la Iglesia, instituida por Jesús como Maestra y depositaria de
su doctrina de salvación.

3.4. Objeto, autores y destinatarios.


¿De qué se ocupa entonces la Doctrina Social de la Iglesia? De las enseñanzas
cristianas y de la ley natural vinculada con la convivencia social, política y econó-
mica de los pueblos, en orden a su salvación.
¿Quiénes son los autores de la Doctrina Social de la Iglesia? En sentido amplio,
todos los que integran la Iglesia están llamados a reflexionar sobre el orden social
y elaborar la doctrina. Ahora bien, sabemos que Jesús organizó una Iglesia: de sus
miles de discípulos escogió doce apóstoles, y de entre los doce escogió a Pedro
poniéndolo como cabeza de los otros, edificando la Iglesia sobre él (Mateo 16, 13),
encargándole apacentar sus corderos y ovejas (Juan 21, 17), garantizando que el
infierno no podrá contra ella y asegurándole la oración para que no desfallezca
en la Fe que anuncia (Lucas 22, 32). En virtud de ello, si bien dentro de la Iglesia
existen laicos, religiosos, sacerdotes, obispos, etc.; y es esencial la obra que todos
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puedan realizar para sistematizar, profundizar y elaborar una doctrina social co-
herente con la ley natural y el mensaje cristiano, en última instancia para tratarse
de la Doctrina Social de la Iglesia debe recogerse e inspirarse en las enseñanzas
de los Papas y de los Concilios aprobados por ellos.
¿Quiénes son sus destinatarios? Hablando en general, y especialmente desde
los últimos años, la Doctrina Social de la Iglesia se dirige a “todos los hombres de
buena voluntad”, sin importar si son o no católicos, cristianos, o creyentes. Gran
parte de sus reflexiones son extraídas de la misma ley natural cognoscible por la
razón del hombre, y por ello, de comprensión para cualquier persona sin importar
su credo religioso.

Actividad 2:

Al presentar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia,


Mons. Giampaolo Crepaldi, secretario del Secretario del Con-
sejo Pontificio Justicia y Paz, aclaró lo siguiente: “La doctrina
social de la Iglesia no es sólo para los católicos y mucho menos
sólo para los sacerdotes”93. Intente fundamentar esos dichos
teniendo presente lo estudiado hasta aquí.

3.5. Tergiversaciones.
Existen y han existido tergiversaciones de la Doctrina Social de la Iglesia, inte-
resadas o no, que no la reflejan con sus alcances y naturaleza. Recorriendo estas
tergiversaciones podremos comprenderla con más claridad.
Los principales errores respecto de la Doctrina Social de la Iglesia radican en
concebirla como:
a) El “plan económico” o el “proyecto político” de la Iglesia.
b) Una doctrina exclusivamente “social”, carente de aspectos políticos y/o
económicos.
c) Una mera expresión de aspiraciones o deseos generales; fines y no medios.
d) Una doctrina gestada a partir del siglo XIX.
e) Una combinación entre teorías del liberalismo y del comunismo.
En cambio, podemos identificar como características de la Doctrina Social de
la Iglesia:

a) Un conjunto de principios fundamentales sobre el orden social.


La Doctrina Social de la Iglesia no pretende ser un plan o programa político,
social o económico concreto. No reemplaza ni sustituye los proyectos nacio-

93
Cable de la agencia Zenit, ZS06020908, 09/02/2006.
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nales, ni ningún proyecto nacional puede considerarse a sí mismo como “la”


realización de la Doctrina Social de la Iglesia. Ello implica que es posible que
existan propuestas diversas todas compatibles con sus principios fundamentales;
en el marco de las cuales hay libertad de opción. Ningún partido, movimiento,
institución, o proyecto puede presentarse como “él” (único posible) partido,
movimiento, institución o proyecto católico. Por desgracia, no siempre se lo
entiende así, y la intolerancia frente a opciones legítimas pero diferentes ha
generado división dentro de los fieles.
Ello no quita, obviamente, que reúna suficientes principios y criterios como
para abarcar de manera integral los diversos aspectos de la realidad humana
(familiares, sociales, políticos, económicos, nacionales, internacionales); pero
sin constituirse en un sistema cerrado, sino siempre abierto a una mayor pro-
fundización, comprensión, ampliación, actualización. Se trata de un sistema
abierto, poroso, que incorpora graduales profundizaciones y desarrollos ho-
mogéneos, y que acepta diversas formas de ser aplicado.

b) Una doctrina social, política y económica.

La llamada doctrina social de la Iglesia incluye consideraciones sobre cómo


los seres humanos deben convivir, cómo deben organizar su gobierno y régi-
men político, y cómo conducir su economía. Pretender excluir alguna de estas
dimensiones constituiría una indebida mutilación.

A veces esta mutilación es la que lleva a pensar que la Doctrina Social de la


Iglesia aparece con la Encíclica “Rerum Novarum” de 1891. Como hemos
visto en la Unidad anterior, existieron antes otros documentos referidos al
ordenamiento social, aunque más vinculados con aspectos políticos que econó-
micos. La Encíclica Rerum Novarum es importante sí como primera exposición
sistemática de la Iglesia sobre las cuestiones socioeconómicas propias de la
sociedad industrial.

c) Una doctrina práctica.


Con ello queremos afirmar un conjunto de verdades que tiene por finalidad
orientar la acción de las personas. Por eso no puede considerarse una mera
expresión de deseos94.

Claro que la Doctrina Social no operará por sí misma. Para convertir en reali-
dad sus postulados es necesario que los laicos, responsables del trabajo en el
orden social, se comprometan a:

- Conocer y comprender la Doctrina Social de la Iglesia.

- Contar con adecuada capacitación científico-técnica (económica, geopolítica,


sociológica, sanitaria, etc.).

94
La idea de que la Doctrina social de la Iglesia sólo expondría fines, y no medios para alcanzarlos, es
refutada en Hernández, Héctor H., Liberalismo económico y doctrina social económica católica. Notas
críticas sobre un intento conciliador, Gladius, Buenos Aires 1991.
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- Conocer y comprender también la realidad concreta de la comunidad en la


que se encuentran (características históricas, políticas, económicas, geográ-
ficas, etc.).

- Elaborar proyectos concretos (puede haberlos diversos) inspirados en los


principios anteriores y que intenten contribuir al bien de dicha comunidad.

- Obtener poder y/o capacidad de influir sobre quienes tienen el poder como
para llevar tales proyectos a la práctica.

Es cierto que en determinados casos la Doctrina Social de la Iglesia expresa


algunos instrumentos más o menos concretos. A veces, se trata de simples
ilustraciones, como cuando en la Encíclica Quadragesimo Anno el Papa Pio XI
describe el régimen corporativista italiano como una posible camino concreto
para evitar la lucha entre las clases. Otras veces los medios son sí presentados
como vías o caminos para alcanzar los fines preestablecidos, en cuyo caso,
lógicamente, no deben ser considerados como excluyentes de otros posibles.
Así, nuevamente en Quadragesimo Anno, Pio XI propone moderar el contrato
de trabajo con elementos del contrato de sociedad para conseguir una mejor
concordia entre empleados y empleadores.

d) Una doctrina que se remonta a los primeros tiempos de la Iglesia.

A veces se cree que la Doctrina Social de la Iglesia es una reacción frente a las
crisis económicas de la Revolución Industrial. Nada más alejado de la realidad.
En las Cartas de los Apóstoles aparecen ya claras enseñanzas en materia social,
política y económica. Como cuando recuerdan que el gobernante ejerce un
poder que viene de Dios y por eso debe ser obedecido (Roma. 13, 1) siempre
que gobierne conforme con la ley de Dios (Hech. 5, 29). Y que el salario que
no se paga al trabajador es una injusticia que clama al cielo (Sant. 5, 3-6).

Los Padres de la Iglesia, santos sabios que vivieron entre el siglo I y el siglo V,
desarrollaron muchos conceptos fundamentales relacionados con las riquezas,
la propiedad privada, la obediencia a las autoridades, etc. Podemos encon-
trar enseñazas profundas al respecto en la obra de San Basilio, San Gregorio
Nacianzeno, San Justino, San Juan Crisóstomo, y por supuesto, San Agustín.
Las mismas fueron sistematizadas, aclaradas y ampliadas por Santo Tomás de
Aquino, y continuadas por la escolástica española (“Escuela de Salamanca”)
del siglo de Oro, con representantes ilustres como Francisco de Vitoria, Luis de
Molina, Domingo de Soto, Martín de Azpilcueta, Tomás de Mercado y Francisco
Suarez. Desarrollaron muchas tesis tomistas relacionadas con el justo precio,
el préstamo a interés, la licitud del lucro comercial, el régimen político legíti-
mo, y avanzaron incluso sobre cuestiones como la organización internacional
y las reglas de justicia entre las naciones. Tan importante fue su obra que el
reconocido economista Joseph Schumpeter los considera fundadores de la
economía como ciencia95.

95
Schumpeter, Joseph, Historia del análisis económico, Editorial Ariel, Barcelona, 1995, pág. 128.
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En lo que hace a enseñanzas explícitas del Magisterio en sentido estricto,


también datan de mucho tiempo atrás. En el Denzinger podemos leer que el
canon nro. 13 del Concilio de Letrán (año 1139) denunciaba la “rapacidad
insaciable de los prestamistas” (Dz. 365); o que el Concilio de Viena (1311-
1312) condenó la tesis de algunos herejes que sostenían que los hombres más
perfectos no tenían obligación de obedecer las leyes (Dz. 473).

Es cierto, sí, que las ideologías que fueron apareciendo desde el siglo XVIII
llevaron a la Iglesia a profundizar y sistematizar sus enseñanzas sociales, que
sin embargo, como vimos, son mucho más antiguas.

e) Una síntesis doctrinal coherente y original.

A veces se presenta a la doctrina social de la Iglesia como un conjunto de


postulados que mezcla aspectos de liberalismo y de comunismo buscando
puntos intermedios. Así, por ejemplo, cuando el liberalismo exalta una libertad
desmedida y los totalitarismos la suprimen, la doctrina cristiana toma un poco
de cada uno y defiende una libertad razonable. Cuando el liberalismo acentúa
la propiedad privada y el comunismo la colectiviza, la doctrina cristiana hace
lo mismo y propone la propiedad privada pero con función social.

El método es equivocado. Los principios y enseñanzas de la doctrina de la


Iglesia no constituyen una transacción entre el liberalismo y el colectivismo o
comunismo. No es un intento de buscar un punto intermedio entre ambos. Es
un extremo superador. Sus fundamentos, como lo hemos dicho, son mucho
más antiguos y no remiten a aquéllas sino a la ley natural y a la Revelación. Un
gran escritor argentino, Leopoldo Marechal, escribió que “de todo laberinto se
sale por arriba”96. Tantos problemas enfrentan los estados, y son incapaces de
solucionarlos pues buscan sus respuestas dentro de las mismas ideologías que
provocan aquéllos. El Cardenal Pie (1815-1880), célebre obispo de Poitiers,
repetía: “Se lo ha ensayado todo. No será hora de intentar la verdad?”.

Si a veces se presenta como una postura moderada o equilibrada, es porque


procura no transformarse en ideología, es decir, no tomar un solo aspecto de la
realidad y exagerarlo, sino considerarlo en sus límites y medida razonable. Son
las ideologías las que pierden el equilibrio y se desbarrancan. El célebre escritor
inglés Gilbert Chesteron enseñaba que el mundo moderno (las ideologías, diríamos
nosotros) toman ideas cristianas pero al sacarlas de contexto comienzan a girar
como locas97, sea la idea cristiana de igualdad, de libertad, de comunidad, etc.

96
Marechal, Leopoldo, Laberinto de Amor
Amor, Sur, Buenos Aires, 1944.
97
“La gente de hoy no es perversa; en cierto sentido aun pudiera decirse que es demasiado buena:
está llena de absurdas virtudes supervivientes. Cuando alguna teoría religiosa es sacudida, como lo fue
el Cristianismo en la Reforma, no sólo los vicios quedan sueltos. Claro que los vicios quedan sueltos
y vagan causando daños por todas partes; pero también quedan sueltas las virtudes, y éstas vagan
con mayor desorden y causan todavía mayores daños. Pudiéramos decir que el mundo moderno está
poblado por las viejas virtudes cristianas que se han vuelto locas. Y se han vuelto locas, de sentirse
aisladas y de verse vagando a solas” (Chesterton, Gilbert .K., Ortodoxia, Edit. F.C.E. México D.F.,
1997, pág. 54).
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 149

Por eso nos parece también impreciso hablar de que la doctrina social de la
Iglesia es una “tercera vía” frente al liberalismo y el comunismo. No hay una
única tercera vía, sino muchas vías concretas diferentes de éstas, todas las
cuales pueden inspirarse en los principios de dicha doctrina. Plantear una
visión tricotómica: o marxismo, o liberalismo, o doctrina social cristiana, es
una indebida simplificación.

De allí que es importante tener presente que no se trata de elegir entre comu-
nismo o liberalismo (como si no hubiese otra alternativa), ni se trata de tomar
“algo del comunismo” y “algo del liberalismo”, sino de analizar la sociedad
de manera realista para evitar las radicalizaciones y mutilaciones que sufre en
manos de dichas ideologías.

Actividad 3:

A la luz de lo estudiado, explique la siguiente expresión del


Papa Juan Pablo II. “La Iglesia no tiene modelos para propo-
ner. Los modelos reales y verdaderamente eficaces pueden
nacer solamente de las diversas situaciones históricas, gracias al
esfuerzo de todos los responsables que afronten los problemas
concretos en todos sus aspectos sociales, económicos, políticos
y culturales que se relacionan entre sí. Para este objetivo la
Iglesia ofrece, como orientación ideal e indispensable, la propia
doctrina social”98

3.6. Valor y obediencia exigida por la enseñanza social


de la Iglesia.
Cabe preguntarse que valor tienen las enseñanzas de la Iglesia expresadas en
sus documentos. Y consiguientemente, en qué medida deben ser recogidas por
los demás miembros de la Iglesia. ¿Es una doctrina que merece ser estudiada
por los especialistas, sean o no cristianos? ¿Estamos los cristianos obligados a
adherirnos a ella?
Pensemos, en primer lugar, que estamos hablando de un cuerpo doctrinal
elaborado durante cientos de años por una institución de experiencia milenaria,
que asistió y sobrevivió a innumerables regímenes políticos y económicos, y en
cuya formulación intervinieron personas de lo más inteligentes y eruditas. Este solo
hecho indicaría que, al menos, su enseñanza debería ser atendida con respeto.
Los fieles cristianos, por su parte, le deben una mayor adhesión por el respaldo
que el mismo Dios reconoce a la enseñanza de su Iglesia. Como hemos señalado
al referirnos a sus autores, el mismo Jesús ha prometido oración para que la Fe de
Pedro no desfallezca. Y si cuenta con la garantía del mismo Dios, ello supone que
en algunos casos especiales, dentro de determinados límites y bajo determinados

98
Juan Pablo II, Encíclica Centesimus Annus, nro. 43.
150 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

requisitos no podría equivocarse en lo que define, o lo que es lo mismo, resultará


“infalible”. Fuera de tales casos, podrían existir imprecisiones pues está formada
por hombres, pero confiamos que Dios protege y acompaña a su Iglesia para
evitar que proclame errores graves.
Claro que ello no implica que cualquier cosa que enseñe cualquier dignatario
de la Iglesia tendrá el mismo valor, la misma garantía de certeza, ni la misma
obligatoriedad. Ello dependerá, en otras cosas, de cuestiones relacionadas con:
a) El autor de la enseñanza. La garantía de que no desfallecerá la Fe fue hecha
por Jesús a Pedro, es decir, al Papa. De allí que no será lo mismo su enseñanza
que la que tiene su origen en otros pastores de la Iglesia, en cuyo caso su valor
dependerá de su vinculación y coherencia con las de aquél.
b) Los destinatarios de la enseñanza. Cuando lo que se enseña se dirige a
la Iglesia universal (Magisterio Universal), la enseñanza tiene un valor y obli-
gatoriedad mayor que cuando se trata de directivas dirigidas solo a personas
determinadas.
c) La forma de la enseñanza. Cuando nos referimos a la forma de la enseñanza
podemos aludir a los términos con los que se expresa, y al tipo de documento
en la que se formula:
c.1) Los términos. En algunas oportunidades la enseñanza se
proclama de manera solemne por parte del Papa o los Obispos
reunidos con él, en su condición de tales, dejando claro su ca-
rácter definitivo como verdad para ser creída por todos. Tales
enseñanzas se conocen como de Magisterio Extraordinario o
“Ex cathedra”, al que corresponde infalibilidad. Otras veces,
la enseñanza se realiza sin tales solemnidades (Magisterio Or-
dinario), y su valor depende de la reiteración de lo enseñado
a lo largo del tiempo. En otras oportunidades, en cambio,
se trata solo de afirmaciones al pasar, meras descripciones,
opiniones o valoraciones coyunturales, que como tales no
pretenden vincular a los fieles.
c.2) El tipo de documento. La Iglesia utiliza para proclamar su
doctrina un sinnúmero de documentos diversos, y no todos
tienen el mismo peso. Así, podemos encontrar las Bulas,
Cartas Encíclicas, Constituciones Apostólicas, Exhortaciones
Apostólicas, Constituciones Pastorales, Motu Proprio, Discur-
sos, Alocuciones, Catequesis, etc.
d) La materia de la enseñanza. El Magisterio de la Iglesia ha sido instituido para
guiar a los cristianos en temas de fe (verdades que debemos creer) y costum-
bres (bienes que debemos obrar). Por eso hemos dicho que la Doctrina Social
de la Iglesia es parte de la Teología Moral. Sin embargo, en los documentos
y enseñanzas de la Iglesia a veces también encontramos juicios contingentes,
valoraciones coyunturales, afirmaciones históricas, geográficas, científicas,
consejos, orientaciones para la acción, reglas de rito, etc. Evidentemente,
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 151

estas otras expresiones, que no constituyen la materia propia y específica del


Magisterio, son mucho más opinables.

A partir de tales consideraciones, podemos distinguir claramente:

* El Magisterio definitivo. Se presenta cuando a) el Papa o el conjunto


de los obispos unidos a él; b) emiten en ejercicio de su cargo y oficio; c)
enseñanzas sobre temas de fe (en cuyo caso se llaman “dogmas de fe”) o
de moral; d) dirigidas a todos los cristianos (Magisterio universal); d) procla-
mándolas de manera solemne como definitivas (Magisterio Extraordinario)
o sin forma solemne pero sí de manera reiterada e insistente a lo largo de la
historia (Magisterio Ordinario reiterado). Merecen el asentimiento de todos
los fieles, que deben adherir a ellas como verdaderas, con inteligencia y
voluntad, y si se presentan como reveladas por Dios, con asentimiento de
Fe99. Además, las definiciones del Magisterio Extraordinario, en las condi-
ciones indicadas, son infalibles, conforme lo ha declarado como dogma
de fe el Concilio Vaticano I. La posible infalibilidad de algunas afirmaciones
del magisterio ordinario es tema aún no definido por la Iglesia100.

* El Magisterio ordinario no definitivo, también llamado “auténtico”. Se


trata de enseñanzas que no reúnen alguna de las condiciones indicadas
precedentemente. Así, por ejemplo, las que no son expresadas de manera
solemne ni resultan lo suficientemente reiteradas como para que las con-
sideremos definitivas. Pese a tener su menor peso que las anteriores, los
fieles deben recibir estas enseñanzas con docilidad, sin enfrentarse contra
ellas ni enseñar públicamente lo contrario. No obligan a adherir con la in-
teligencia, pero si con la voluntad. ¿Qué significa ello? No están obligados
a considerarlas necesariamente acertadas, pero si a seguirlas con respeto
y humildad. Y que puede ser legítimo, sin embargo, que especialistas o
investigadores analicen y planteen a los organismos competentes sus dudas

99
En su catequesis del 24 de marzo de 1993, el Papa Juan Pablo II distingue, dentro de las verdades
propuestas por el Magisterio como definitivas, algunas que pronuncia como reveladas por Dios, que
deben ser aceptadas con asentimiento de Fe, y otras no, pero que de todos modos son irreformables y
se definen según aquella facultad dada por el mismo Jesús de “atar y desatar” y que merecen también
asentimiento por todos, aunque no de Fe.
100
Puede verse, por ejemplo, el artículo de José Bernal citado en la bibliografía, donde se distingue,
siguiendo las enseñanzas del Magisterio, entre las cosas que han de ser creídas (credenda) por estar
contenidas en la Escritura o la tradición (como la divinidad de Cristo) y como tales objeto de Fe, y
las cosas que deben ser mantenidas (tenenda) por haber sido definidas como definitivas por toda la
Iglesia (como la imposibilidad de ordenar a mujeres como sacerdotes). Solo las primeras pueden ser
objeto de fe, pero también las segundas pueden llegar a considerarse “infalibles” y “definitivas”, como
lo muestra este texto de la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis de Juan Pablo II (1994) que dice:
“en virtud de mi ministerio de confirmar a los hermanos (cfr. Lc 22, 32), declaro que la Iglesia no tiene
en absoluto la facultad de conferir a las mujeres la ordenación sacerdotal y que este dictamen debe
ser tenido como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. Dada la naturaleza de este texto, no nos
detenemos a profundizar en tema tan complejo. Agradezco las sugerencias del Dr. Pablo Jaraj que me
permitieron dar mayor rigor a la exposición de esta compleja cuestión.
152 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

u observaciones críticas. Pero claro, es necesario mucho estudio para estar


en condiciones de hacerse algún planteo así (no como generalmente pasa,
que cualquiera se cree en condiciones de corregir o disentir con Papas,
cardenales y obispos). Este trabajo, llevado adelante por investigadores
serios y fieles a la Iglesia, supondrá en enriquecimiento que permite acla-
rar y precisar mejor el Magisterio para el futuro, aunque genere algunas
tensiones transitorias, siempre que no se traduzca en un disenso abierto o
en actitudes de rebeldía.

* Expresiones no magisteriales. Como hemos dicho, a veces encontramos


en documentos de la Iglesia juicios históricos, geográficos, sociológicos,
científicos, valoraciones concretas de personas o acontecimientos históricos,
vaticinios o conjeturas sobre el futuro, o afirmaciones directamente ligadas
a ellos. Evidentemente, tales expresiones no forman parte propiamente
del Magisterio de la Iglesia, y si bien resultan de lo más respetables, no
aparece como obligatorio para los fieles compartirlas en todos sus alcances
ni conducirse conforme con ellas, sino solo respecto de los principios ma-
gisteriales en los que se fundan o de los que derivan. Lo mismo cabe decir
de opiniones que dan los pastores, a veces también el Papa, de manera
informal en reportajes, libros, etc.

* Reglas jurídicas o rituales. La Iglesia tiene una dimensión visible,


jerárquica, y como tal requiere de normas y reglas que regulan su fun-
cionamiento y los ritos sacramentales. Tales reglas y ritos cambian con el
tiempo conforme las diversas necesidades, incluso se admite a veces que
los obispos las adapten a sus propias realidades. No resultan como tales
verdades a las que necesariamente debemos adherir, salvo, nuevamente,
en lo que tienen de derivación de verdades magisteriales.

* Práctica pastoral o diplomática. La Iglesia lleva adelante una obra


importante en todo el mundo, obra de educación, asistencia a enfermos,
ancianos y pobres. Mantiene relaciones con gobiernos, organizaciones, otras
religiones. No debemos confundir el Magisterio de la Iglesia, obligatorio,
con estas prácticas, de cuya conveniencia u oportunidad es legítimo tener
opiniones diversas, salvo, nuevamente, en lo que tienen de derivación de
verdades magisteriales, y siempre con respeto, prudencia y humildad.

Como vemos, no todo lo que realiza la Iglesia tiene el mismo valor obligatorio
para los fieles. Sin perjuicio de ello, deben rechazarse como regla los enfrentamien-
tos públicos o los cuestionamientos sistemáticos, porque no contribuyen a la unidad
en la caridad y traen confusión a muchos dentro y fuera de la Iglesia. La actitud
de docilidad y respeto, frente a quienes tienen la misión de enseñar y conducir la
Iglesia, debe prevalecer al menos como regla general. Los dogmas de fe son las
verdades que debemos creer con nuestra Fe para ser considerados católicos; pero
sería un error considerar que solo ellas reclaman la adhesión del cristiano.
La necesidad de aclarar muchas de estas cuestiones llevó a la promulgación,
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 153

el 18 de mayo de 1998, de la Carta Apostólica de Juan Pablo II en forma de


motu proprio Ad tuendam fidem, por la que se insertaron nuevas normas en el
código de derecho canónico, estableciéndose expresamente que “deben también
acogerse y mantenerse firmemente todas y cada una de las cosas que de manera
definitiva proponga el Magisterio de la Iglesia respecto a la fe y a las costumbres,
es decir, aquellas que se requieren para custodiar santamente y exponer fielmente
el mismo depósito de la fe; se opone pues a la doctrina de la Iglesia católica quien
rechace las mismas proposiciones que han de considerarse definitivas” (canon
750), previéndose sanciones para “quien enseña una doctrina condenada por
el Romano Pontífice o por un Concilio Ecuménico o rechaza pertinazmente la
doctrina descrita en el canon 750 o 752, y, amonestado por la Sede Apostólica o
por el Ordinario, no se retracta”.

3.7. Tesis que pretenden desacreditar la enseñanza de la


Iglesia
Resulta obvio sostener que no todos los hombres adhieren al Magisterio de la
Iglesia. A veces cuestionan algunas de sus enseñanzas con argumentos específicos
relacionados con ellas. Pero en otras oportunidades el recurso utilizado es desacre-
ditar el Magisterio en general, poniendo de manifiesto que no es digno de fiar ni
tiene valor especial. Para hacerlo, recurren a dos grandes tipos de argumentos. El
primero consiste en imputar a la Iglesia haber avalado y cometido crímenes graví-
simos y haber incurrido en graves incoherencias que la desacreditarían como para
pretender ser Maestra de los hombres. El segundo, en afirmar que sus enseñanzas
han ido cambiando a lo largo de la historia, contradiciéndose y acomodándose,
lo que impide pretender reconocerles valor permanente: lo que hoy enseña quizás
no sea lo que enseñe mañana, ¿cómo puede entonces pretender adhesión?
Vayamos al primer argumento, el de la falta de autoridad moral. Se citan en
apoyo de la objeción situaciones históricas como la institución del Tribunal de la
Inquisición, el apoyo papal a las cruzadas, el juicio a Galileo Galilei, la tolerancia
de Pio XII hacia el holocausto judío, el “genocidio” de indígenas americanos du-
rante su evangelización, la incoherencia de vida de Papas y Obispos en diversos
momentos de la historia, la pedofilia y abusos sexuales de sacerdotes. ¿Qué decir
de tales acusaciones?
En primer lugar, que aunque fuese cierto que a lo largo de la historia la Iglesia
acumule más crímenes que las otras instituciones humanas, ello nada resta al valor
a su enseñanza. La Iglesia está constituida por y para los pecadores, es una institu-
ción conformada por hombres. Y justamente, lo que revela la presencia de Dios es
que los defectos personales de muchos de sus miembros nunca contaminaron su
doctrina, siempre profunda, iluminadora, y coherente, aún en épocas en las que
Papas y Obispos no estaban a la altura de sus responsabilidades.
Pero sin perjuicio de ello, lo cierto es que muchas de las acusaciones contra
la Iglesia son sumamente injustas. Un ejemplo de esto nos lo trae un cable de la
agencia AICA del 21/4/99, que nos cuenta cómo se sorprendió el nuevo Director
del Museo de Lima, al descubrir falsedades en la muestra sobre la Inquisición:
154 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

“La reciente remodelación del famoso Museo de la Inquisición


y del Congreso del Perú, realizada por reconocidos historiadores
peruanos, no sólo responde más objetivamente a la verdad histórica
sino que desmontó la “leyenda negra” sobre la Inquisición, que se
había apropiado del museo, con su evidente impacto en la educa-
ción peruana... Para sorpresa de muchas autoridades burocráticas
no familiarizadas con el trabajo histórico, se dio a conocer entonces
que el diseño del Museo estaba lleno de falsedades históricas. Según
se reveló, la escenografía montada tenía “datos totalmente falsos”,
“como el supuesto Cristo milagroso que -según decían- los inqui-
sidores utilizaban para declarar la inocencia o culpabilidad de los
acusados; el llamado castigo del fuego -instrumento jamás empleado
por los inquisidores de Lima-, etc... En realidad, eran distorsiones,
como la afirmación de que todos los reos eran torturados, cuando
se sabe fehacientemente que el total de torturados apenas alcanzó
un 6% de los procesados; mientras los tribunales civiles de la época
utilizaron iguales y peores torturas en más del 90% de los casos...
Lamentablemente su anterior Director al realizar el montaje del
museo, actuó en forma por demás arbitraria y subjetiva, trasladando
todos sus prejuicios contra la Iglesia Católica... “.
Ya tuvimos ocasión de señalar la inequidad de la alabanza a la Revolución
Francesa que ejecutó en sólo 18 meses 30 veces más personas que las condenadas
a muerte por la denostada Inquisición española en 330 años.
En algunas oportunidades, lo que se imputa a la Iglesia es falso y calumnioso.
Recordemos lo que decíamos en la Unidad anterior sobre la obra de Pio XII en
relación con los judíos perseguidos.
En otras oportunidades, las inconductas y abusos son ciertos, pero exagerados,
porque no se los valora en el contexto. Por ejemplo, se muestra la barbarie de
la tortura usada por la Inquisición, pero nada se dice que la tortura era de uso
general en los tribunales de la época mientras que en los de la Iglesia abundaba
la benignidad y humanidad que llevó, conforme los estudios históricos, a concluir
que la tortura estaba ausente en más del 95% de los procesos101.

101
No podemos detenernos aquí a desarrollar la cuestión. Hagamos sí algunas aclaraciones históricas.
La mayoría de los pueblos tuvieron sus “Inquisiciones” para proteger la creencia común. Y como se
trataba de atentados contra la religión, era habitual que fueran castigados más severamente que los
delitos comunes. Sócrates, fue víctima de la “inquisición” de los cultos atenienses. Jesús, fue víctima de
la “Inquisición” judía. En Irlanda los anglicanos ejecutaban a quien volviera al país ordenado sacerdote
o habiendo tenido contacto con sacerdotes y castigaban al que no asistiese al culto anglicano. Lutero
alentaba a sus príncipes ”matad cuantos campesinos podáis, hiera, peque, degüelle quien pueda, feliz
si mueres en ello, mueres en obediencia a la palabra divina”. Más de cien mil labriegos murieron. Miles
de misioneros católicos murieron de manera atroz en oriente y occidente de manos de “inquisiciones”
de los diversos pueblos a los que iban pacíficamente a evangelizar. Y no se crea que es un riesgo
exclusivo de las prácticas religiosas, como pensaban algunos “ilustrados” que proponían como remedio
la supresión de toda religión. Recordemos que el comunismo tuvo su “inquisición” antirreligiosa, que la
Ilustración se sirvió de la guillotina para imponer sus ideas tan tolerantes, que los masones mejicanos
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 155

persiguieron a sangre y fuego la fe del pueblo en defensa de las libertades modernas, que los “rojos”
republicanos españoles antes y durante la guerra civil española asesinaban y torturaban a los cristianos
en nombre de la libertad... El Papa Juan Pablo II ha beatificado y canonizado mártires de la Revolución
Francesa, la Guerra de los Cristeros (Méjico) y la Guerra Civil Española... Por cierto que la Iglesia
instituyó el Tribunal de la Inquisición como medida defensiva frente a los ataques de las herejías y a
medida en que avanzaba la institución, fue tratando de evitar los peores abusos. Así, por ejemplo,
resolvió designar como jueces a frailes dominicos y franciscanos, conocidos por su mansedumbre, su
justicia y honestidad. Pensemos también en el caso de Roberto Le Bruge, designado inquisidor. Lo
llamaban “el cátaro”, porque había sido hereje engañado por los cátaros albigenses, lo que hacía que
conociera bien sus prácticas y les guardara mucho rencor. Tal era su odio que en un solo día juzgó
y quemó 180 personas acusadas de herejía en un poblado. Inmediatamente, el Papa lo destituyó y
condenó a prisión perpetua por su conducta. También está el caso de Conrado de Marburg quien se
excedió como inquisidor, no dando facilidades para la defensa ni perdonando al que confesaba: murió
linchado. Muchos datos que circulan sobre la Inquisición son falsos, mal interpretados o sacados de
contexto. Veamos: a) quema de libros: la Inquisición española no realizó nunca quema de libros, que
además eran bienes muy apreciados; la inquisición no persiguió la cultura, de hecho, en España, se
desarrolló durante el conocido “siglo de Oro español”, esplendor de las artes; b) Penas de muerte: era
la pena más común en la época, sin embargo, el tribunal de la Inquisición era el que menos la aplicaba
(en realidad no la aplicaba él, sino que cuando comprobaba una herejía y el acusado se negaba a
arrepentirse, se entregaba al gobernante para que aplique las leyes. Si se arrepentía se le imponían
algunas penitencias y era dejado en libertad). Tomemos en cuenta, por ejemplo, que de acuerdo a los
estudios históricos la Inquisición Española entregó a las autoridades alrededor de 4000 personas en
330 años (12 por año), mientras que la Revolución Francesa, tan alabada como cuna de la libertad,
asesinó para imponer su ideología a 120000 (3000 de ellos sacerdotes) en 10 años; c) se dice mucho
que las ejecuciones se hacían con fogatas con leña verde para que así tarde más en quemarse y sufra
más... cuando es al revés: se disponía el uso de leña verde porque desprende más humo y entonces
la persona muere inconciente por la falta de oxígeno sin sufrir por las llamas; d) Penas de prisión: las
prisiones de la inquisición eran más espaciosas, limpias y con mejor alimentación que las del estado, si la
persona era casada podía estar acompañada de su mujer, y si tenía criado, podía ser atendido por éstos;
eso hizo que incluso algunos delincuentes se acusaran a sí mismos de herejes para ir a las prisiones de
la inquisición; por otro lado, los permisos de salida eran frecuentes y había además salidas obligatorias
para ir a peregrinaciones; e) Tortura: al receptarse el derecho romano, se reintrodujo en los tribunales
de la época la tortura, incluso durante algunos períodos en los tribunales de la inquisición, introducción
favorecida por el hecho de que en ese momento se entendía que la confesión era esencial para poder
aplicar a alguien una sanción sin temor a cometer una injusticia (en los juicios no eran suficientes las
pruebas de testigos), y porque no aparecía explícitamente condenado su uso en la Sagrada Escritura.
Aunque mucho más limitada y controlada que en los tribunales civiles (no podía usarse más de media
hora, no debía causar mutilación, ante un medico, previo antejuicio que estableciera probabilidad de
culpabilidad, como ultimo recurso). De hecho, los registros revelan que en la época más dura solo se
utilizaba la tortura en un 1% o 2% de los casos; f) Se daban muchas oportunidades al acusado para
que se arrepienta y se libere del proceso, antes, durante y después de éste; g) Se rodeaba al proceso de
muchas garantías (derecho de defensa, abogado, derecho a indicar personas que tuviesen enemistad para
cuestionar sus testimonios o denuncias, etc.) Con todos estos datos podemos admitir que sin desconocer
los pecados cometidos, la acción del Evangelio hizo que estos tribunales fueran los más benignos de la
época. Tengamos en cuenta también que las herejías que intentaba prevenir y reprimir la inquisición
no eran postulados exclusivamente religiosos, sino con importancias consecuencias sociales y políticas.
Pensemos, por ejemplo, en la herejía albigense. Consideraba que no había un único creador del mundo
sino dos (maniqueísmo o dualismo), uno bueno autor de lo espiritual, y otro malo autor de lo material.
Por ello, el cuerpo humano es malvado, una cárcel para el alma; y la procreación es inmoral al igual
que el matrimonio. Es deseable dejar al cónyuge, dejar de comer carne, e incluso suicidarse. Negaban
la validez del juramento (que era la base de la sociedad medieval, por los juramentos de fidelidad de
los súbditos con sus señores), de la propiedad privada (comunismo) y los sacramentos, dando lugar a
sacrilegios, levantamientos y saqueos.
156 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

Por ejemplo también, se destacan los sacerdotes acusados por abuso sexual de
niños, pero se oculta que en comparación con el total de religiosos los abusadores
constituyen un ínfimo porcentaje. Se cuestiona a la Iglesia por el juicio a Galileo,
sin tomar en cuenta que enseñaba sus tesis astronómicas sobre el movimiento de
la tierra alrededor del sol sin aportar pruebas científicas de sus aseveraciones sino
tergiversando la Sagrada Escritura para apoyarse en ellas, tratando de perros a
los sacerdotes que opinaban distinto que él, burlándose del Papa, y su condena
se limitó a rezar salmos en un convento como penitencia (no fue muerto por la
Inquisición, falleció de anciano). Sentencia benigna que no tomó en su contra que
pese a su condición de clérigo había tenido una concubina y dos hijas naturales, a
las que hizo entrar por la fuerza y antes de la edad requerida a un convento cuando
abandonó a aquélla. Todo ello sin perjuicio de que la sentencia contra Galileo
fue una decisión de un organismo eclesiástico, no una enseñanza del Papa que
comprometa su Magisterio; y que en 1741, cuando recién se conoció una prueba
científica de la tesis heliocéntrico, la Iglesia dejó sin efecto la advertencia sobre sus
obras102. Al mismo tiempo que la Iglesia católica juzgaba equivocadamente pero
con tanta benignidad, las tesis heliocéntricas de Copérnico eran duramente fusti-
gadas por Lutero y sus seguidores; el protestante Kepler, que continuó el sistema
copernicano, fue expulsado por los protestantes, siendo en cambio invitado para
enseñar en territorio pontificio; y el médico Servet -que descubrió la circulación
de la sangre-, fue condenado a la hoguera por el protestante Calvino por “con-
tradecir” a la Biblia con dicho descubrimiento.
Lo que una mirada desprejuiciada sobre la historia de la Iglesia revela es que
muchas de las acusaciones que se le hacen corresponden a hechos que no ocu-
rrieron. Otras veces, a hechos que ocurrieron pero que no son responsabilidad de
la Iglesia sino de alguno de sus miembros en particular. Y, cuando cabe imputar

102
El grado de desinformación que existe sobre el tema de Galileo espanta. Es cierto que su condena fue
errónea en sus alcances pues se le ordenó retractarse, por falsa y contraria a las Sagradas Escrituras, de
una teoría que luego se comprobó era verdadera en sus conclusiones. Hubo una indebida intromisión
en cuestiones meramente científicas; como lo habían advertido algunos prestigiosos prelados de la
época (vgr. el Cardenal San Roberto Belarmino, quien aconsejaba prudencia al respecto); y como lo
reconoció Juan Pablo II en noviembre de 1992. Pero el principal problema con Galileo no fue tanto su
afirmación heliocéntrica. Ya había sostenido lo mismo Copérnico sin recibir sanción alguna de la Iglesia;
y lo compartían prelados de jerarquía e incluso el Papa. Pero Galileo la afirmaba no como hipótesis a
comprobar, sino como demostrado. Y como el heliocentrismo contradecía la letra de algunos textos
de la Sagrada Escritura, se le exigía que brinde pruebas científicas de su afirmación, para así dar una
interpretación distinta de la Biblia; lo que no hizo, sino que tergiversaba textos de la Escritura para
ponerlos a su favor. De hecho, años más tarde se demostró que en este punto la razón no estaba del lado
de Galileo sino de sus jueces, pues Galileo pretendía probar el movimiento de la tierra con las mareas,
pero hoy se sabe que éstas se deben a la atracción de la luna, como sostenían quienes lo juzgaban.
El comportamiento incorrecto de Galileo también jugó en su contra, ya que envió engañosamente
al Vaticano, porque deseaba su aprobación (que no era necesaria), un prólogo de su libro, que decía
absolutamente lo contrario que todo el resto de la obra, y lo imprimió clandestinamente aprovechando
una cuarentena de la ciudad de Florencia. Proceder engañoso que se reiteró durante su proceso, donde
mentía diciendo que el no sostenía el heliocentrismo, que su libro había sido mal interpretado.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 157

alguna responsabilidad más general, la asistencia divina se manifiesta en el hecho


de que resultan mucho menos graves y abundantes considerando el contexto en
el que se desarrollaron. Y más aún, la Iglesia es la única institución que ha pedido
perdón por los pecados de sus hijos a lo largo de la historia.
Vamos ahora al segundo de los argumentos. ¿Realmente es tan variable la
enseñanza de la Iglesia como para restarle respeto y valor? ¿Es cierto que lo que
hoy enseña podría ser lo contrario de lo que enseñará mañana? Se dan numerosos
ejemplos de tales cambios: antes admitía la existencia del limbo para las personas
no bautizadas muertas sin pecados graves, ahora reniega de él; antes afirmaba
que no había salvación fuera de la Iglesia y ahora admite que pueden salvarse los
que tienen religiones diferentes; antes sostenía que el fin principal del matrimonio
era la procreación y ahora coloca todos los fines al mismo nivel; antes defendía la
pena de muerte y ahora se opone a ella; antes enseñaba que la religión católica
debía ser la única religión del estado y ahora insiste con la libertad religiosa; antes
celebraba la misa en latín y ahora en lengua vernácula y de cara al pueblo; antes
prohibía cremar a los muertos y ahora lo permite; antes condenaba el préstamo
a interés y ahora tiene dinero depositado en bancos; antes decía que Dios creó al
hombre y ahora admite el evolucionismo; antes condenó al capitalismo y ahora
lo bautiza y acepta; antes apoyaba gobiernos antidemocráticos y ahora habla de
una preferencia por sistemas democráticos; antes proponía el corporativismo y
ahora expone el libre mercado; antes afirmaba que la persona comenzaba con la
animación y ahora defiende la vida desde la fecundación; etc.

Evidentemente, no podemos aquí extendernos sobre todos estos temas, muchos


de los cuales no pertenecen a la Doctrina Social sino a la teología dogmática o
teología moral general. Vamos a anotar sí algunos errores comunes que son los
que llevan a afirmar que hay variaciones sustanciales en la enseñanza de la iglesia.
En efecto, dicha afirmación se sustenta en confusiones entre:

• Cambios en aplicaciones de los principios, con cambios en los


mismos principios. Los principios que constituyen la base de la ense-
ñanza de la Iglesia son siempre los mismos. Ahora bien, esos principios
deben ser aplicados a las realidades de los hombres y las sociedades, no
siempre conocidas suficientemente en un momento y además sujetas
a un permanente cambio, y ello lleva a que a veces puede dar lugar a
conclusiones diferentes. Por ejemplo, las guerras modernas son mucho
más destructoras y peligrosas que las antiguas, y ello explica que sean
condenadas con mayor firmeza. Algo similar ocurre con la cuestión de
la pena de muerte: la misma solo se justificaría si fuera necesaria para la
defensa de la sociedad (volveremos sobre el tema en la Unidad 5), cosa
que en las sociedades contemporáneas parece cada vez menos frecuente,
y por eso la enseñanza se muestra cada vez más contraria a la práctica.

• Una evolución homogénea de la doctrina con modificaciones


sustanciales. La Doctrina se va desarrollando, profundizando, amplian-
do con el tiempo. Algunas profundizaciones llevan a destacar o resaltar
elementos que antes no recibían tanta atención. Ello contribuye a precisar
158 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

de manera coherente enseñanzas anteriores iluminadas ahora con los


nuevos desarrollos. Antes mencionábamos la tesis sobre que ““fuera de
la Iglesia no hay salvación”. La misma es sostenida por la Iglesia desde
hace siglos. Claro, no se negaba que personas que no conocieran la Igle-
sia y que obraran de buena fe pudiesen también salvarse, pero el acento
se colocaba en la necesidad de la Iglesia. A medida que las sociedades
fueron alejándose de la Iglesia, la cuestión de los caminos de salvación
recibió una atención mayor. Como consecuencia de ello, se precisó mejor
la doctrina indicada, pues se pudo comprender que si bien fuera de la
Iglesia no hay salvación, ello se aplica a quienes sabiendo que ha sido
instituida por Cristo sin embargo no quisiesen entrar o permanecer en
ella. Pero que también puede recibir la Gracia que se derrama a través de
la Iglesia y obtener la salvación quien sin culpa suya no la ha conocido,
pero busca a Dios con sincero corazón e intenta en su vida, con la ayuda
de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que le
dice su conciencia (Catecismo de la Iglesia Católica nro. 847). Lo mismo
se debe decir del estado confesional y la libertad religiosa. Si leemos las
encíclicas de Pio IX, Pio X, León XIII y Pio XI, encontraremos la tesis de
que el estado también debe dar culto a Dios y proteger y colaborar con
la Iglesia católica, que los otros cultos no pueden colocarse en igualdad
de condiciones con la religión por él creada, y que la persona no debe
elegir cualquier religión sino la instituida por Cristo, aunque el estado
no debe forzar a nadie a convertirse y puede tolerar la existencia de los
cultos diferentes. Con el tiempo los estados se fueron descristianizando,
y la pluralidad de credos en su interior se fue incrementando. Al mismo
tiempo, la reflexión sobre la dignidad de la persona humana y sus derechos
ocupó un lugar más importante ante las pretensiones de manipularla o
aplastarla. Este desarrollo de la idea de la dignidad y libertad humana
frente al poder llevó a acentuar la legítima libertad que debe tener la per-
sona para buscar la verdad religiosa sin ser forzado a obrar o no contra
su conciencia, dentro de los límites del bien común. Se profundiza así
la doctrina sobre la libertad religiosa, que en nada contradice la anterior
(Catecismo de la Iglesia Católica, Nros. 2105 a 2109), sino que la com-
plementa. Volveremos sobre el tema más adelante.

• Cambio en el modo de expresión con cambios en el contenido. La


Iglesia espera ser entendida por los destinatarios de su enseñanza. Por
eso, es razonable que no sea idéntica en todo momento y lugar la manera
de decir las mismas verdades. No se modifica el contenido del mensaje,
se modifica la forma en que se lo da a conocer. Hasta hace unos años,
por ejemplo, a fin de aclarar la necesaria generosidad de los esposos en
su vida íntima, la procreación se expresaba como “fin esencial primario”
del matrimonio, mientras que la unión mutua de los esposos era llamada
“fin esencial secundario”. Como vemos, ambos eran fines esenciales, es
decir, fundamentales, pero al calificarlos de primario o secundario podía
hacer pensar erróneamente que el segundo no era importante. Por eso,
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 159

la reflexión sobre el matrimonio y la familia como comunidad y encuentro


entre personas llevó a dejar de llamar a los fines con tales denominaciones,
sin perjuicio de seguir señalando que el amor de los esposos se ordena a
la procreación y educación de los hijos103.

• El Magisterio universal, ordinario y reiterado con juicios par-


ticulares de teólogos o pastores. En otras ocasiones, se coloca al
mismo nivel el magisterio universal, ordinario y reiterado, que como tal
es definitivo, con expresiones concretas de este o aquel teólogo o pastor,
y de ese modo se ponen de manifiesto, erróneamente, modificaciones.
Por ejemplo, la existencia del limbo no constituye una enseñanza propia
del Magisterio de la Iglesia sino una hipótesis de teólogos respetables. Si
la Iglesia ahora realiza definiciones sobre el punto no cambia su doctrina,
pues antes no se había expedido sobre la cuestión. Lo mismo cabe decir
del comienzo de la animación (infusión del alma en el hombre). Algunos
teólogos medievales y modernos muy respetables sostenían que el alma
se infundía en el hombre no en el momento de la fecundación sino varios
días después cuando existiera ya un “cuerpo organizado”. La Iglesia no
hizo suya tal posición, y por eso, no habría ningún cambio si ahora, con
los conocimientos de la ciencia contemporánea (que revelan que existe
ya un genoma humano desde la fecundación), sus enseñanzas se acercan
más a afirmar la personalidad del embrión desde la fecundación.

• El Magisterio con prácticas pastorales, ritos o reglas de organiza-


ción. Cuando se imputa a la Iglesia cambiar su doctrina porque ahora se
dirige de modo más “amistoso” hacia otras religiones, o porque celebra la
misa en lengua vernácula, se está confundiendo la doctrina de la Iglesia
con la manera en que realiza su labor evangelizadora a través de la práctica
pastoral, o la forma a través de la cual se administra un sacramento. La
confusión no resiste el menor análisis.

Nada impide reconocer que hay en la Iglesia cambios en su enseñanza y por


cambios entendemos mayor profundización, explicación, desarrollo, aplicación
de los principios a realidades novedosas, actualización de la forma de expresión
y las prácticas pastorales. Lo que no ha existido ni existe es contradicción en el
sentido de alteración de sus criterios fundamentales. No llama la atención que los
Papas, al llamar a una “Nueva Evangelización”, aclararan que lo que es nuevo es
solo “su ardor, en sus métodos y en su expresión” (Juan Pablo II, Tertio millennio
adveniente, 17).

A partir de estas precisiones podemos enunciar algunas reglas importantes a tener


en cuenta a la hora de interpretar los documentos de la Iglesia104.

103
““Por su índole natural, la institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados por sí
mismos a la procreación y a la educación de la prole” (Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral
Gaudium et Spes, nro. 48).
104
Nos inspiramos en Sacheri, Carlos, El Orden Natural, pág. 17 y ss.
160 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

Si los olvidamos corremos el riesgo de hacerle decir a la Iglesia lo que realmente


no dice...

* Establecer el texto auténtico del documento. Esto porque a veces circulan


traducciones mal hechas, o párrafos sacados del contexto.

* Analizar el documento relacionándolo con textos paralelos en el que el


mismo tema ha sido tratado por el mismo autor o sus predecesores. Recor-
demos la unidad y continuidad fundamental que existe en el Magisterio. No
contraponer como radicalmente contradictorias una enseñanza con otra,
apreciar sí los diversos matices o acentos.

* Identificar el carácter, valor y obligatoriedad que tiene la enseñanza, tenien-


do en cuenta el tipo de documento, la solemnidad con que se enuncia, la
reiteración de la enseñanza, etc.

* Considerar las circunstancias que han originado el documento y sus desti-


natarios. Es obvio que los pontífices hacen hincapié en las cuestiones más
urgentes según las necesidades del momento y según el público al que se
dirigen.

* No interpretar omisiones como negaciones. Que en un documento no se


repita una enseñanza no quiere decir que se ha cambiado, sino a que puede
no ser el momento o el lugar para recordarla.

* Aclarar el texto a la luz de la teología, la filosofía y las ciencias sociales.


Como hemos visto, el Magisterio se nutre de la revelación y la ley natural,
y entonces, el estudio de ellos contribuye a comprenderlo mejor.

Actividad 4:

lea el siguiente texto del Compendio de Doctrina Social de


la Iglesia del Pontificio Consejo Justicia y Paz, y extraiga,
conforme con el mismo, que aspectos del Magisterio social
son constantes, y cuáles son mutables, y piense el por qué de
tal diferencia: “Orientada por la luz perenne del Evangelio y
constantemente atenta a la evolución de la sociedad, la doctri-
na social de la Iglesia se caracteriza por la continuidad y por la
renovación. Esta doctrina manifiesta ante todo la continuidad
de una enseñanza que se fundamenta en los valores universa-
les que derivan de la Revelación y de la naturaleza humana.
Por tal motivo, la doctrina social no depende de las diversas
culturas, de las diferentes ideologías, de las distintas opinio-
nes: es una enseñanza constante, que «se mantiene idéntica
en su inspiración de fondo, en sus “principios de reflexión”,
en sus fundamentales “directrices de acción”, sobre todo, en
su unión vital con el Evangelio del Señor». En este núcleo
portante y permanente, la doctrina social de la Iglesia recorre
la historia sin sufrir sus condicionamientos, ni correr el riesgo
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 161

de la disolución. Por otra parte, en su constante atención a la


historia, dejándose interpelar por los eventos que en ella se
producen, la doctrina social de la Iglesia manifiesta una capa-
cidad de renovación continua. La firmeza en los principios no
la convierte en un sistema rígido de enseñanzas, es, más bien,
un Magisterio en condiciones de abrirse a las cosas nuevas,
sin diluirse en ellas: una enseñanza «sometida a las necesarias
y oportunas adaptaciones sugeridas por la variación de las
condiciones históricas así como por el constante flujo de los
acontecimientos en que se mueve la vida de los hombres y
de las sociedades»” (nro. 85)

3.8. El Concilio Vaticano II y la continuidad de la


enseñanza de la Iglesia.
Es tradicional en la Iglesia, desde los primeros siglos, la reunión del Colegio
Episcopal (todos los obispos) en Concilios para, con la aprobación y presidencia del
Papa, definir verdades de fe y de moral, dar orientaciones pastorales, etc., etc.
El último Concilio, se reunió del año 1962 al 1965 bajo el nombre de “Con-
cilio Vaticano II”. Había sido convocado por S.S Juan XXIII para dar un nuevo
impulso a la Iglesia y analizar las formas y métodos de transmitir la doctrina cris-
tiana al mundo contemporáneo. Sin embargo existían personas que rechazaban
la doctrina de la Iglesia en puntos fundamentales; y trabajaron durante el Concilio
buscando apoyo. Al fracasar, fundados en frases sacadas de contexto, difunden
la idea de que el Concilio ha querido “empezar todo de nuevo”, y que por ello
queda sin valor todo lo que enseñó la Iglesia los 2000 años anteriores, separando
las enseñanzas “pre-conciliares” (previas al Concilio Vaticano II), que pertenecerían
a una época oscura y retrógrada de la Iglesia y que ya no tienen ningún valor, de
las post-conciliares, que son las enseñadas a partir del Concilio. En lugar de ver
al Concilio Vaticano II como parte integrante de la Historia de la Iglesia, nos lo
muestran, falsamente, como una ruptura con la misma; para así poder rechazar
libremente todo lo que ha enseñado la Iglesia a través de Papas y Concilios y que
no fue repetido textualmente por el último Concilio ¡Cómo si cada Concilio, o cada
Papa, pudiera o debiera repetir textualmente todo lo que la Iglesia enseñó en 2000
años para que ello conserve validez! Desde luego que los Papas posteriores se han
encargado de rechazar estas interpretaciones “rupturistas” o “dialécticas” del Con-
cilio Vaticano II; señalando que el mismo no ha alterado la doctrina cristiana, sólo
ha avanzado en algunos puntos, y dado orientaciones pastorales y disciplinarias
(ej. litúrgicas) para hacerla más comprensible al hombre de hoy.
Por eso estos “progresistas” se escandalizan cuando encuentran documentos
“post-conciliares” que, como no podría ser de otra manera, reafirman principios
y verdades que la Iglesia ha enseñado durante siglos, y a las que se oponen. Así
lo hace continuamente el Catecismo de la Iglesia Católica, y las encíclicas Veritatis
Splendor y Evangelium Vitae, de Juan Pablo II; y como lo hiciera oportunamente
el Credo del Pueblo de Dios y la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Entonces
162 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

les arrojan el calificativo de “pre-conciliares” para con ello indicar que se trata de
cosas “viejas” que ya no tendrían valor y que deberíamos rechazar.
“Este Concilio Vaticano investiga a fondo la sagrada tradición y
la doctrina de la Iglesia, de las cuales saca a luz cosas nuevas, cohe-
rentes siempre con las antiguas” (Concilio Vaticano II, declaración
Dignitatis Humanae, nº 1)
“También se aplican a la doctrina moral las palabras pronunciadas
por Juan XXIII con ocasión de la inauguración del Concilio Vaticano
II (11 de octubre de 1962): «Esta doctrina (la doctrina cristiana en
su integridad) es, sin duda, verdadera e inmutable, y el fiel debe
prestarle obediencia, pero hay que investigarla y exponerla según las
exigencias de nuestro tiempo. Una cosa, en efecto, es el depósito de
la fe o las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra
distinta es el modo como se enuncian estas verdades, conservando,
sin embargo, el mismo sentido y significado»” (Juan Pablo II, Encíclica
Veritatis Splendor nº 53 nota 100).
“Se debe evitar inducir a los fieles a que piensen diferentemen-
te, como si después del Concilio ya estuvieran permitidos algunos
comportamientos, que precedentemente la Iglesia había declarado
intrínsecamente malos. ¿Quién no ve que de ello se derivaría un
deplorable relativismo moral, que llevaría fácilmente a discutir todo
el patrimonio de la doctrina de la Iglesia? (Pablo VI, alocución a los
miembros de la Congregación del Santísimo Redentor, setiembre de
1967)” (Juan Pablo II, Veritatis Splendor, nº 80, nota 131)
“Las enseñanzas del Concilio no constituyen un sistema orgánico
y completo de la doctrina católica. Esta es más vasta..., y el Concilio
no la ha puesto en duda ni la ha modificado sustancialmente. Por
lo contrario, la ha confirmado, ilustrado... No debemos separar las
enseñanzas del Concilio del patrimonio doctrinal de la Iglesia, sino
más bien ver como se insertan en él” (Pablo VI, Alocución del 12
de enero de 1966)
“[Es] falsa y abusiva [la] interpretación del Concilio que quisiera
una ruptura con la tradición, incluso doctrinal, llegando al repudio
de la Iglesia pre-conciliar, y a la licencia de concebir una Iglesia
“nueva”, casi “reinventada” desde el interior, en la constitución, en
el dogma, en la costumbre, en el derecho” (Pablo VI, Discurso al
Colegio Cardenalicio, 23/6/1972)

Actividad 5:

El diario español el País recibió con este titular una Encíclica


del Papa Benedicto XVI: “La historia de la humanidad se
torció desde la Revolución Francesa. La razón humana es
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 163

insuficiente. Sin Dios no existe justicia. Estos son tres de los


ejes de Spe salvi (Salvados en la esperanza), la segunda en-
cíclica del papa Benedicto XVI, firmada y publicada ayer en
el Vaticano. Se trata de un texto de 77 páginas destinado a
crear polémica, porque algunos de sus conceptos recuperan el
integrismo preconciliar. El Papa recuerda a los cristianos que
habrá juicio final y que existen el purgatorio y el infierno”. ¿Qué
observaciones caben al mismo a la luz de lo estudiado?

3.9. Los tipos de Documentos en los que se expresa el


Magisterio.
Como tuvimos ocasión de señalar, los Papas utilizan documentos de diverso tipo
para expresar sus enseñanzas. La naturaleza del documento nos permite advertir
el grado de firmeza y obligatoriedad que se le pretende dar. Aunque su uso ha
variado a lo largo del tiempo, y no siempre se ajusta a cánones rígidos, entre los
tipos de documentos más importantes podemos identificar los siguientes:
En cuanto a la forma de su presentación, encontramos:

* Bulas: son documentos papales muy importantes, generalmente solem-


nes, escritos en un pergamino especial al que se coloca un sello de plomo
llamado “bulla”. Podemos mencionar por ejemplo la Bula “Inter Sanctos”
por la que Juan Pablo II proclamó a San Francisco de Asís patrono de la
Ecología (1979).

* Breves: escritos también en pergamino, pero con sello de cera, que les
da menos solemnidad e importancia. No son de uso común en la actua-
lidad.

* Decretos, rescriptos y cartas: escritos en papel ordinario, con un sello


estampado en tinta. Suelen contener decisiones y resoluciones, obligatorios
para aquellos a quienes se dirigen. También son escritos en papel ordina-
rio las cartas papales (como las cartas encíclicas, cartas apostólicas, etc.).
Actualmente, es menos común el uso de sellos solemnes como las bulas y
los breves.

En cuanto a su contenido y autoridad, podemos identificar:

• Constituciones apostólicas: tienen un contenido de gran solemnidad,


y se dedican a asuntos disciplinares o dogmáticos. A través de ellas el Papa
ejerce su autoridad y promulga normas y verdades vinculantes para los fie-
les. Por ejemplo, mencionemos la Constitución Apostólica Munificentissimus
Deus (1950), promulgada por el Papa Pío XII cuando definió el Dogma de
la Asunción de la Santísima Virgen a los Cielos. O la Constitución Apostólica
Fidei Depositum de Juan Pablo II para la publicación del Catecismo de la
Iglesia Católica (1992).

• Cartas Encíclicas: son cartas formales del Magisterio Universal en que


se presentan enseñanzas de gran importancia. Originariamente se dirigían
164 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

a los obispos, pero en nuestros días se destinan generalmente a todos los


fieles, o incluso a todos los hombres (como suele ocurrir con las que abor-
dan cuestiones sociales). Se iniciaron con la Ubi primum de Benedicto XIV
en 1740. Se titulan con las primeras palabras del texto en latín. La famosa
Encíclica Rerum Novarum del Papa se llama así pues comienza con esas
dos palabras (que se traducen como “de las cosas nuevas”). Las Encíclicas
tratan normalmente de asuntos doctrinales, sociales y morales. Reciben el
nombre de epístolas encíclicas cuando se dirigen a un grupo restringido de
obispos.

• Cartas Apostólicas: provienen del Papa o de alguna Congregación, y ge-


neralmente se utilizan para alguna finalidad específica. Por ejemplo, tenemos
la Carta Apostólica Dies Domini de Juan Pablo II sobre la santificación del
Domingo (1998), o, Mulieris Dignitatem sobre la dignidad y la vocación de
la mujer, con ocasión del año mariano, también de Juan Pablo II (1988).

• Exhortaciones Apostólicas: tienden a estimular alguna conducta o activi-


dad específica dentro de la Iglesia. Mencionemos, por ejemplo, la Exhortación
Apostólica Christifideles Laici de Juan Pablo II, sobre la vocación y misión
de los laicos en la Iglesia y en el mundo (1988).

• Motu Proprio: son documentos papales que contienen las palabras “Motu
proprio et certa scientia”. Significa que dichos documentos son escritos por
la iniciativa personal del Santo Padre y con su propia autoridad. Pueden ser
de diverso tipo, combinándose con los anteriores. Por ejemplo, podemos
mencionar la Carta Apostólica en forma de Motu proprio “Misericordia
Dei” Sobre el sacramento de la reconciliación, motu propio de Juan Pablo
II (2002).

• Alocuciones: son discursos orales de los papas, emitidos con ocasión de


algún acontecimiento. Son muchísimas.

• Instrucciones: a través de ellas se determinan los modos como debe ejecu-


tarse o entenderse una decisión o definición de la Iglesia; aunque en algunos
casos también refieren a aspectos meramente doctrinales (participando en
tal caso del Magisterio Ordinario). Por ejemplo, la Instrucción Donum vitae,
sobre el Respeto a la vida humana naciente y la dignidad de la procreación,
de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1987).

• Directorios: síntesis de principios básicos de la enseñanza de la Iglesia para


prestar ayuda a la actividad pastoral en asuntos prácticos.

Los documentos más importantes se publican en latín (idioma oficial de la Igle-


sia) en las Acta Apostolicae Sedis (AAS) y en el diario L’Osservatore Romano.
Documentos de menos jerarquía pueden encontrarse también en esta segunda
publicación, además de versiones en diversos idiomas.

Claro que a veces la práctica eclesial se sirve de uno u otro documento sin respe-
tar la finalidad específica de cada tipo, por lo que será más relevante analizar el
contenido que la forma de la enseñanza.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 165

Actividad 6:

Teniendo en cuenta lo estudiado sobre el valor y obligatoriedad


de la enseñanza de la Iglesia, y los documentos en los que se
expresa, lea el siguiente texto, y luego identifique: a) de qué
tipo de documento se trata; b) si se trata de un texto que in-
tegra o no el Magisterio de la Iglesia; c) Si debe considerarse
Magisterio: c1) universal o particular, c2) definitivo o no; c3)
ordinario o extraordinario. “Por tanto, con la autoridad que
Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con
todos los Obispos -que en varias ocasiones han condenado
el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque
dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre
esta doctrina-, declaro que el aborto directo, es decir, querido
como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave,
en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente.
Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra
de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y
enseñada por el Magisterio ordinario y universal”105.

3.10. Principios fundamentales.


Toda la doctrina social de la Iglesia pueden sintetizarse en algunos criterios o
valoraciones, que la distinguen de los planteos de las diversas ideologías y que se
sustentan con algunos principios fundamentales más generales106.
Sintetizaremos ahora tales criterios, y más adelante los principios. Entre los
criterios más importantes debemos incluir:

1. El bien de la persona: las instituciones sociales deben buscar y promover


el bien de la persona; pero una persona que ha nacido para vivir en
sociedad, y que tiene obligaciones sociales que cumplir. La autoridad es
un bien, porque necesitamos de ella para alcanzar el bien común.

2. El gobierno debe conducir a toda la sociedad hacia el bien común (bien


integral participable por todos los miembros de la comunidad); todas las
formas de gobierno son aceptables (monarquía, aristocracia, democracia)
si se utilizan para buscar el bien común; aunque es conveniente como
regla general que la población participe en forma responsable y moderada
del gobierno.

105
Juan Pablo II, Encíclica Evangelium Vitae, nro. 62.

Debo agradecer las observaciones del Dr. Ricardo Von Buren que me permitieron expresar de
106

manera más clara algunas de estas cuestiones.


166 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

3. La propiedad: es legítima la propiedad privada de los bienes, pero la


propiedad tiene una función social: las personas no pueden utilizarla de
modo egoísta, sino que deben contribuir con ella al bien común. Si no lo
hacen, pueden ser coaccionados.

4. La economía: es bueno que sea desarrollada por personas privadas;


pero se deben evitar injusticias. Por eso el estado debe intervenir en la
economía cuando los grupos inferiores o los particulares no puedan o
no deban actuar; pero no debe absorberlos ni eliminarlos; en lo posible,
debe ayudarlos y cooperar con ellos. Es injusto que haya personas en
abundancia mientras otros están en la miseria. Pero teniendo todos lo
necesario para vivir (“justicia social”), no es injusto que algunos tengan
más que otros. El sistema de salarios es justo si su monto es suficiente para
satisfacer las necesidades y proporcionado al estado de la empresa y la
economía; pero es bueno que los empleados participen también de las
ganancias y las grandes decisiones de la empresa. El estado debe controlar
la competencia y el mercado para que no de lugar a injusticias.

5. El estado: es un bien, fruto de la natural socialidad del hombre. Pero debe


orientar su acción en la búsqueda del verdadero bien común, definido
según el auténtico bien de todos sus miembros. No puede, por ello, negar
sistemáticamente legítimas libertades, ni pretender subordinar la religión
al interés estatal. Primero está y debe estar Dios, y luego las cuestiones
políticas.

6. La libertad: es muy importante, si es bien ejercida. El estado debe


proteger el buen ejercicio de la libertad, y desalentar su mal ejercicio.

7. La igualdad: todos los seres humanos poseemos una igualdad “esencial”


porque formamos parte de la misma familia humana. Esa igualdad
esencial supone el respeto por los derechos fundamentales de todos. Pero
ello no significa postular un igualitarismo que deja de lado diferencias
razonables entre las personas fruto del esfuerzo, los méritos, merecimientos
y circunstancias de cada uno.
8. La religión: la religión debe ser de elección libre, nadie debe ser
forzado a creer o a no creer. Pero el estado debe colaborar con la acción
evangelizadora de la Iglesia (sin imponer la religión) y debe dar culto a
Dios.

9. La moral: existen leyes y principios morales que deben ser respetados


por todos. El estado debe crear un ambiente social que promueva una
buena vida moral de los ciudadanos.

Podemos definir también los cinco principios fundamentales: dignidad de la


persona humana, bien común, la justicia social, la solidaridad y la
subsidiariedad.

a. Dignidad de la persona humana, es decir, que todo ser humano


tiene un valor no reductible a alguno de sus roles o características, y
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 167

que lo hace digno de respeto imponiéndole deberes y reconociéndole


derechos. Claro que como el hombre tiene libertad, puede, según
como se conduzca en la vida, crecer o decrecer en su dignidad.

b. El bien común, es decir, la finalidad de la comunidad política será la


búsqueda de un conjunto de bienes materiales e inmateriales capaces
de enriquecer y plenificar auténticamente a todos sus miembros.

c. La justicia social exige que toda persona tenga la posibilidad


de acceder con su trabajo a la satisfacción de sus necesidades
fundamentales y a participar del crecimiento y desarrollo de
la comunidad; satisfechas estas dos exigencias, es admisible la
existencia de propiedad privada, libertad de mercado, régimen
de salarios, y no es injusto que algunos ganen o posean más que
otros107.

d. La solidaridad significa que todos los habitantes se encolumnan


hacia la búsqueda del bien común haciendo su contribución para
que todos puedan participar de él. No cabe por tanto ni lucha de
clases o de razas, ni actitudes individualistas, ni defensa de libertades
o derechos individuales desconectadas de los deberes sociales y la
búsqueda del bien de la comunidad.

e. La subsidiariedad exige que ni el estado ni los grupos mayores


asuman funciones o se ocupen de cuestiones que los individuos o
los grupos inferiores puedan gestionar por sí solos o con ayuda de
aquéllos. El estado no es el responsable directo de la satisfacción
de las necesidades humanas ni de la búsqueda del bien de los
individuos, sino las mismas personas y los grupos infrapolíticos que
forman, debiendo intervenir aquél sólo cuando éstos no puedan
hacerlo y cooperar para que lo consigan. No debe significar la
absorción por parte del estado de funciones que pueden asumir
grupos infrapolíticos ni mucho menos el asumir toda la actividad
económica.

Actividad 7:

Luego de leer detenidamente los principios que sintetizan los


postulados de la doctrina social de la Iglesia, identifique a cuá/
les de ellos se opone principalmente cada una de las siguientes
ideologías estudiadas en la Unidad anterior, fundamentando
su respuesta: a) el liberalismo; b) el comunismo marxista; c)
el nacional socialismo alemán.

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia por su parte refiere al principio de “destino universal
107

de los bienes”, que nosotros entendemos comprendido en el de justicia social.


168 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

3.11. Principales documentos del Magisterio de la Iglesia


Entre los diversos documentos del Magisterio de la Iglesia, algunos son habi-
tualmente citados como los que condensan de manera más precisa su enseñanza
social y política. El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia nos da un recorrido
histórico por los más importantes, que sintetizamos aquí:
a) La Encíclica Rerum Novarum de León XIII (1891). Como respuesta a la
primera gran cuestión obrera y social producida por la revolución industrial en el
marco del liberalismo capitalista, León XIII promulga la encíclica social «Rerum
novarum», examinando la condición y miseria de los trabajadores asalariados.
Enumera los errores que provocan el mal social, excluye el socialismo como
remedio y expone, precisándola y actualizándola, la doctrina social sobre el
trabajo, sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboración
contrapuesto a la lucha de clases como medio fundamental para el cambio
social, sobre el derecho de los débiles, sobre la dignidad de los pobres y sobre
las obligaciones de los ricos, sobre el perfeccionamiento de la justicia por la
caridad, sobre el derecho a tener asociaciones profesionales. Gracias a esta
encíclica la Iglesia tuvo una voz clara y precisa, aunque poco escuchada, para
recordar principios con los que afrontar cristianamente los problemas sociales.
Fue tan importante esta Encíclica que los Papas que sucedieron a León XIII
escribieron grandes documentos sociales para conmemorar sus aniversarios: en
1891 fue Rerum Novarum, en 1941 Quadragesimo Anno de Pio XI, en 1951
el radiomensaje La Solemnita de Pio XI, en 1961, Mater et Magistra de Juan
XXIII, en 1971 Octogesima Adveniens de Pablo VI, en 1981 Laborem Exercens
y en 1991 Centesimus Annus de Juan Pablo II.
b) La Encíclica Quadragesimo Anno de Pio XI (1931). A comienzos de los
años Treinta, a breve distancia de la grave crisis económica de 1929, Pío XI
publica la encíclica «Quadragesimo anno», para conmemorar los cuarenta
años de la «Rerum novarum». Allí denuncia que la cuestión social era ahora
más grave porque se había internacionalizado. A la industrialización se había
unido la expansión del poder de los grupos financieros, en el ámbito nacional
e internacional. Era el período posbélico, en el que estaban afirmándose en
Europa los regímenes totalitarios, mientras se exasperaba la lucha de clases. La
Encíclica rechaza el liberalismo, denuncia que la libertad económica se había
destruido a si misma, y que se gestaba una dictadura internacional del dinero.
Advierte sobre la falta de respeto a la libertad de asociación sindical y confirma
los principios de solidaridad y de colaboración para superar las antinomias
sociales. Las relaciones entre capital y trabajo deben estar bajo el signo de la
cooperación, para lo cual propone morigerar el contrato de trabajo con ele-
mentos del contrato de sociedad. Recuerda que el Estado, en las relaciones con
el sector privado, debe aplicar el principio de subsidiaridad y la organización
profesional de la economía en grupos intermedios.
c) El Radiomensaje La Solemnitá de Pio XII (1941). Durante la segunda gue-
rra mundial y en el difícil período de la reconstrucción, Pio XII aprovechó los
Radiomensajes navideños para hacer conocer sus enseñanzas, profundizando
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 169

la reflexión magisterial sobre un nuevo orden social, gobernado por la moral y


el derecho, y centrado en la justicia y en la paz. Recordó la relación que debe
existir entre moral y derecho, e insistió en la noción de derecho natural, como
alma del ordenamiento que debe instaurarse en el plano nacional e internacional.
Entre sus mensajes famosos se cuenta a La Solemnita (1941), dedicado a la
cuestión social, el trabajo, la familia y la propiedad. Se detiene allí en el tema
del uso de los bienes materiales, recordando el derecho de todo hombre a ac-
ceder a los mismos al que se encuentra subordinada la institución, socialmente
beneficiosa, de la propiedad privada y el libre comercio entre los hombres.
Además, mencionemos Benignitas et Humanitas (1944), en el que constata la
tendencia a reconstruir los estados bajo formas democráticas, y advierte que ello
solo será beneficioso si se construyen sobre un pueblo capacitado, consciente
y activo, y no una masa manipulada desde afuera; y con gobiernos ocupados
por hombres selectos capaces de ejercer su autoridad y que se subordinen a
los valores morales evitando toda forma de totalitarismo.
d) La Encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII (1961). A 70 años de Rerum
Novarum, el Papa recorre diversos acontecimientos propios de los años se-
senta: la recuperación después de las devastaciones de la guerra, el inicio de
la descolonización, y los primeros acercamientos en las relaciones entre los
dos bloques, americano y soviético. En Mater et Magistra se reconoce que la
cuestión social se está universalizando y afecta a todos los países, ya que junto
con la cuestión obrera y la revolución industrial, se delinean los problemas de
la agricultura, de las áreas en vías de desarrollo, del incremento demográfico
y los relacionados con la necesidad de una cooperación económica mundial.
Las desigualdades, advertidas precedentemente al interior de las Naciones,
aparecen ahora en el plano internacional y manifiestan cada vez con mayor
claridad la situación dramática en que se encuentra el Tercer Mundo. Frente a
ellas el Papa recuerda la necesidad de combatir el individualismo acentuando
la comunidad y la socialización.
e) La Encíclica Pacem in terris de Juan XXIII (1963). Se encuentra dedicada
al tema de la paz, en una época marcada por la proliferación nuclear. Contiene,
además, la primera reflexión a fondo de la Iglesia sobre los derechos humanos;
es la encíclica de la paz y de la dignidad de las personas. Subraya la importancia
de la colaboración entre todos y por ello es la primera vez que un documento
de la Iglesia se dirige no solo a sus fieles sino también «a todos los hombres de
buena voluntad», convocando a establecer un nuevo sistema de relaciones en
la sociedad humana, bajo el magisterio y la égida de la verdad, la justicia, la
caridad y la libertad.
f) La Constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II (1966).
Constituye una significativa respuesta de la Iglesia a las expectativas del mundo
contemporáneo. Procura renovar la exposición de la doctrina social, fiel a los
principios de siempre, pero expresada de modo más comprensible para el hombre
contemporáneo, y centrando especialmente la reflexión sobre la dignidad de la
persona humana. Estudia orgánicamente los temas de la cultura, de la vida eco-
nómico-social, del matrimonio y de la familia, de la comunidad política, de la paz
170 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

y de la comunidad de los pueblos, a la luz de la visión antropológica cristiana y de


la misión de la Iglesia. También del Concilio Vaticano II, de gran relevancia en el
«corpus»» de la doctrina social de la Iglesia, es la declaración ««Dignitatis humanae»,
en el que se proclama el derecho a la libertad religiosa (1966).
g) La Encíclica Populorum Progressio de Pablo VI (1967). Está dedicada al
problema del desarrollo, recordando que el desarrollo es el nuevo nombre de
la paz, que consiste en el paso de condiciones menos humanas a condiciones
más humanas de vida, y que requiere el desarrollo de todos los hombres y de
todo el hombre. Indica las coordenadas de un desarrollo integral del hombre
y de un desarrollo solidario de la humanidad. Este paso no está circunscrito a
las dimensiones meramente económicas y técnicas, sino que implica, para toda
persona, la adquisición de la cultura, el respeto de la dignidad de los demás, el
reconocimiento de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y
el fin. En esta línea, Pablo VI instituye en 1967 la Pontificia Comisión «Iustitia
et Pax» para estimular a la comunidad católica a promover el desarrollo de los
países pobres y la justicia social internacional.
h) La Carta Apostólica Octogesima adveniens de Pablo VI (1971). El Papa
reflexiona sobre la sociedad post-industrial con todos sus complejos problemas,
poniendo de relieve la insuficiencia de las ideologías para responder a estos
desafíos: la urbanización, la condición juvenil, la situación de la mujer, la des-
ocupación, las discriminaciones, la emigración, el incremento demográfico, el
influjo de los medios de comunicación social, el medio ambiente.
i) La Encíclica Laborem exercens de Juan Pablo II (1981). Está dedicada al
trabajo, como bien fundamental para la persona, factor primario de la actividad
económica y clave de toda la cuestión social. El trabajo debe ser entendido no
sólo en sentido objetivo y material; es necesario también tener en cuenta su
dimensión subjetiva, en cuanto actividad que es siempre expresión de la per-
sona. Además de ser un paradigma decisivo de la vida social, el trabajo tiene
la dignidad propia de un ámbito en el que debe realizarse la vocación natural
y sobrenatural de la persona.
j) La Encíclica Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II (1988). Publicado
para conmemorar el vigésimo aniversario de la Populorum progressio, trata
nuevamente el tema del desarrollo bajo un doble aspecto: el primero, la situa-
ción dramática del mundo contemporáneo, bajo el perfil del desarrollo fallido
del Tercer Mundo, y el segundo, el sentido, las condiciones y las exigencias de
un desarrollo digno del hombre. La encíclica introduce la distinción entre pro-
greso y desarrollo, afirmando que el verdadero desarrollo no puede limitarse a
la multiplicación de los bienes y servicios, esto es, a lo que se posee, sino que
debe contribuir a la plenitud del “ser” del hombre.
k) La Encíclica Centesimus Annus de Juan Pablo II (1991). Conmemora los
cien años de Rerum novarum y muestra la continuidad doctrinal de cien años
de Magisterio social de la Iglesia. Ante el gran cambio de 1989 con la caída del
sistema soviético, manifiesta la necesidad de construir una democracia y una
economía libre que no renieguen de la verdad y los valores fundamentales, en
el marco de una indispensable solidaridad.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 171

SÍNTESIS

• La Doctrina Social de la Iglesia es el conjunto de enseñanzas de la Iglesia


sobre la manera en que debe desarrollarse la vida social, política y económica
del hombre, para conformarse con el plan de Dios y conducirlo a la felicidad
presente y la vida eterna

• Se justifica porque el bien pleno del hombre, su respuesta al llamado de Dios,


interés de la Iglesia, se juega también en su vida familiar, social, política y
económica.

• De manera inmediata la Doctrina Social de la Iglesia está expresada en las


enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, y en particular, del Papa. De manera
mediata, remite a la Revelación y la ley natural.
• El objeto de la Doctrina Social de la Iglesia son las enseñanzas cristianas y
de ley natural en relación con la convivencia social, política y económica, en
orden a su salvación. Si bien en sentido amplio todos los fieles pueden ser sus
autores, la jerarquía es la encargada de enseñar con autoridad y definir puntos
controvertidos. Sus destinatarios son, primero, los fieles, pero también todos
los hombres de buena voluntad capaces de comprender la ley natural.

• La Doctrina Social de la Iglesia es una doctrina social, política y económica, que


no puede ser reducida a una sola dimensión de la convivencia; un conjunto de
principios que no debe ser confundido con una propuesta o programa técnico,
económico o político concreto; una doctrina práctica y no una mera expresión
de deseos; que remonta a los primeros tiempos de la Iglesia aunque ha sido
expuesta sistemáticamente desde la cuestión social generada por la Revolución
Industrial; una síntesis doctrinal coherente y original y no una transacción entre
las ideologías marxista y capitalista liberal.

• Toda la enseñanza de la Iglesia merece respeto, pero no toda reclama el mismo


grado de adhesión y obediencia. Esto último depende del contenido de la ense-
ñanza, su autor, la forma y reiteración en que es expresada. Debe considerarse
definitivo y demanda adhesión dócil de todos los fieles cuando se vincula con
verdades enseñadas a la Iglesia universal por los Papas o los obispos unidos
a él, de manera solemne (Magisterio extraordinario o ex cathedra) o reiterada
(Magisterio ordinario reiterado), sobre aspectos morales o de fe. En cambio,
cabe un margen de debate teológico privado y respetuoso cuando son tesis
no definitivas, y una mayor libertad de adhesión frente a juicios dependientes
de elementos contingentes.

• Se ha intentado desacreditar la enseñanza de la Iglesia imputándole grandes crí-


menes históricos que la desautorizarían, y juzgando su doctrina como cambiante
y contradictoria. Lo primero suele sustentarse en valoraciones históricas falsas o
descontextualizadas, y que de todos modos no desacreditan la enseñanza que
ha permanecido profunda y constante incluso en los momentos más oscuros.
Lo segundo surge habitualmente de confundir la invariabilidad de los principios
fundamentales, con: a) su aplicación a cambiantes realidades, b) la evolución
172 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

homogénea del dogma, c) la expresión en estilo y lenguaje adaptado a cada


momento, d) reglas o ritos específicos.

• El Concilio Vaticano II buscó la manera de renovar la enseñanza de la Fe con-


forme las características del hombre contemporáneo, pero no quiso ni realizó
modificaciones sustanciales en el contenido de la enseñanza de la Iglesia.

• A diferencia de las ideologías, la Doctrina Social de la Iglesia tiene sus propios


postulados sobre el bien de la persona, la primacía del bien común, la legiti-
midad de la propiedad privada con función social, la economía con iniciativa
privada y justicia social, la bondad y necesidad del estado y la autoridad, la
defensa de una libertad bien ejercida y una igualdad que no desconozca las
legítimas diferencias, y la libre elección y protección pública de la religión y la
moralidad.

• Los grandes postulados de la Doctrina Social de la Iglesia pueden sintetizarse


en los principios de dignidad de la persona humana, el bien común, la justicia
social, la solidaridad y la subsidiariedad.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 173

TEXTOS DE APOYO

“La Iglesia no se hace cargo de la vida en sociedad la doctrina social reviste la misma dignidad y tiene
bajo todos sus aspectos, sino con su competencia la misma autoridad de tal enseñanza. Es Magisterio
propia, que es la del anuncio de Cristo Redentor: auténtico, que exige la aceptación y adhesión de los
«La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no fieles. El peso doctrinal de las diversas enseñanzas y
es de orden político, económico o social. El fin que el asenso que requieren depende de su naturaleza,
le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de su grado de independencia respecto a elementos
de esta misma misión religiosa derivan funciones, contingentes y variables, y de la frecuencia con la
luces y energías que pueden servir para establecer cual son invocados.”109
y consolidar la comunidad humana según la ley
divina». Esto quiere decir que la Iglesia, con su “Está el hecho de que la Iglesia universal no puede
doctrina social, no entra en cuestiones técnicas incurrir en error, ya que está gobernada por el
y no instituye ni propone sistemas o modelos Espíritu Santo, Espíritu de verdad. Así lo prometió
de organización social: ello no corresponde a la el Señor a sus discípulos diciendo: Cuando venga El,
misión que Cristo le ha confiado. La Iglesia tiene la el Espíritu de verdad, os guiará hasta la verdad plena
competencia que le viene del Evangelio: del mensaje (Jn 16,13). Ahora bien, el Credo ha sido promulgado
de liberación del hombre anunciado y testimoniado por la autoridad de la Iglesia universal. Por lo tanto,
por el Hijo de Dios hecho hombre.”108 no hay en él nada que sea inconveniente”110.

“En la doctrina social de la Iglesia se pone en acto el “Así, pues, Nos, siguiendo la tradición recogida
Magisterio en todos sus componentes y expresiones. fielmente desde el principio de la fe cristiana, para
Se encuentra, en primer lugar, el Magisterio gloria de Dios Salvador nuestro, para exaltación de
universal del Papa y del Concilio: es este Magisterio la fe católica y salvación de los pueblos cristianos,
el que determina la dirección y señala el desarrollo con aprobación del sagrado Concilio, enseñamos
de la doctrina social. Éste, a su vez, está integrado y definimos ser dogma divinamente revelado: Que
por el Magisterio episcopal, que específica, traduce el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra
y actualiza la enseñanza en los aspectos concretos —esto es, cuando cumpliendo su cargo de pastor
y peculiares de las múltiples y diversas situaciones y doctor de todos los cristianos, define por su
locales. La enseñanza social de los Obispos ofrece suprema autoridad apostólica que una doctrina
contribuciones válidas y estímulos al magisterio sobre la fe y costumbres debe ser sostenida por la
del Romano Pontífice. De este modo se actúa una Iglesia universal—, por la asistencia divina que le
circularidad, que expresa de hecho la colegialidad fue prometida en la persona del bienaventurado
de los Pastores unidos al Papa en la enseñanza social Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el
de la Iglesia. El conjunto doctrinal resultante abarca Redentor divino quiso que estuviera provista su
e integra la enseñanza universal de los Papas y la Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe y
particular de los Obispos. las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del
Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y
En cuanto parte de la enseñanza moral de la Iglesia, no por el consentimiento de la Iglesia”111

108
Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nro. 68.
109
Pontificio Consejo Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nro. 80.
110
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II, q. 1, a. 9, c.
111
Concilio Vaticano I, Constitución Dogmática I sobre la Iglesia, 18 de julio de 1870.
174 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

“Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el admiten tampoco la apelación a ningún otro tribunal.
Romano Pontífice, deben ser respetados por todos Porque en esos casos el Romano Pontífice no da una
como los testigos de la verdad divina y católica; los sentencia como persona privada, sino que en calidad
fieles, por su parte tienen obligación de aceptar y de maestro supremo de la Iglesia universal, en quien
adherirse con religiosa sumisión del espíritu al pare- singularmente reside el carisma de la infalibilidad de
cer de su Obispo en materias de fe y de costumbres la Iglesia misma, expone o defiende la doctrina de
cuando él la expone en nombre de Cristo. Esta reli- la fe católica. La infalibilidad prometida a la Iglesia
giosa sumisión de la voluntad y del entendimiento de reside también en el cuerpo de los Obispos cuando
modo particular se debe al magisterio auténtico del ejercen el supremo magisterio juntamente con el
Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; sucesor de Pedro. A estas definiciones nunca puede
de tal manera que se reconozca con reverencia su faltar el asenso de la Iglesia por la acción del Espíritu
magisterio supremo y con sinceridad se adhiera al Santo en virtud de la cual la grey toda de Cristo se
parecer expresado por él según el deseo que haya conserva y progresa en la unidad de la fe.”112
manifestado él mismo, como puede descubrirse ya
sea por la índole del documento, ya sea por la in- “Los concilios afirman que la infalibilidad atribuida
sistencia con que repite una misma doctrina, ya sea al Romano Pontífice es personal, en el sentido que
también por las fórmulas empleadas. Aunque cada le corresponde personalmente por ser sucesor de
uno de los prelados por sí no posea la prerrogativa Pedro en la Iglesia de Roma. En otras palabras, esto
de la infalibilidad, sin embargo, si todos ellos, aun significa que el Romano Pontífice no es el simple por-
estando dispersos por el mundo, pero manteniendo tador de una infalibilidad perteneciente, en realidad,
el vínculo de comunión entre sí y con el Sucesor a la Sede romana. Ejerce su magisterio y, en general,
de Pedro, convienen en un mismo parecer como el ministerio pastoral como vicarius Petri: así se le
maestros auténticos que exponen como definitiva solía llamar durante el primer milenio cristiano. Es
una doctrina en las cosas de fe y de costumbres, decir, en él se realiza casi una personificación de la
en ese caso anuncian infaliblemente la doctrina de misión o la autoridad de Pedro, ejercidas en nombre
Cristo. la Iglesia universal, y sus definiciones de fe de aquel a quien Jesús mismo se las confirió. Con
deben aceptarse con sumisión. Esta infalibilidad todo, es evidente que al Romano Pontífice no se le
que el Divino Redentor quiso que tuviera su Iglesia ha concedido la infalibilidad en calidad de persona
cuando define la doctrina de fe y de costumbres, privada, sino por el hecho de que desempeña el
se extiende a todo cuanto abarca el depósito de la cargo de pastor y maestro de todos los cristianos.
divina Revelación entregado para la fiel custodia y Además, no la ejerce como quien tiene autoridad
exposición. Esta infalibilidad compete al Romano en sí mismo o por sí mismo, sino «por su suprema
Pontífice, Cabeza del Colegio Episcopal, en razón de autoridad apostólica» y «por la asistencia del Espíritu
su oficio, cuando proclama como definitiva la doctri- Santo, prometida a él en la persona de san Pedro».
na de fe o de costumbres en su calidad de supremo Por último, no la posee como si pudiera disponer de
pastor y maestro de todos los fieles a quienes ha de ella o contar con ella en cualquier circunstancia, sino
confirmarlos en la fe (cf. Lc., 22,32). Por lo cual, con sólo cuando habla ex cathedra, y sólo en un campo
razón se dice que sus definiciones por sí y no por doctrinal limitado a las verdades de fe y moral, y a
el consentimiento de la Iglesia son irreformables, las que están íntimamente vinculadas con ellas. 2.
puesto que han sido proclamadas bajo la asistencia
del Espíritu Santo prometida a él en San Pedro, y Según los textos conciliares, el magisterio infalible se
así no necesitan de ninguna aprobación de otros ni ejerce en la doctrina de fe y costumbres. Se trata del

112
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, nro. 25.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 175

campo de las verdades reveladas explícita o implíci- de fe y costumbres, con términos que manifiesten
tamente, que exigen una adhesión de fe y cuyo de- claramente su intención de definir una determinada
pósito, confiado a la Iglesia por Cristo y transmitido verdad y exigir la adhesión definitiva a la misma por
por los Apóstoles, ella custodia. Y no lo custodiaría parte de todos los cristianos. Es lo que acaeció, por
de forma adecuada, si no protegiese su pureza e ejemplo, en la definición de la Inmaculada Con-
integridad. Se trata de verdades que atañen a Dios cepción de María, acerca de la cual Pío IX afirmó:
en sí mismo y en su obra creadora y redentora; al «Es una doctrina revelada por Dios y debe ser, por
hombre y al mundo, en su condición de criaturas y tanto, firme y constantemente creída por todos los
en su destino según el designio de la Providencia; fieles« (DS 2803); o también en la definición de la
y a la vida eterna y a la misma vida terrena en sus Asunción de María santísima, cuando Pío XII dijo:
exigencias fundamentales con vistas a la verdad y «Por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de
al bien. Se trata, pues, también de verdades para la los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, y
vida y de su aplicación al comportamiento humano. nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser
El Maestro divino, en su mandato de evangelización, dogma divinamente revelado...» (DS 3903). Con
ordenó a los Apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos esas condiciones se puede hablar de magisterio
a todas las gentes... enseñándoles a guardar todo lo papal extraordinario, cuyas definiciones son irrefor-
que yo os he mandado» (Mt 28, 19-20). En el área mables «por sí mismas y no por el consentimiento
de las verdades que el magisterio puede proponer de de la Iglesia» (ex sese, non autem ex consensu
modo definitivo entran aquellos principios de razón Ecclesiae). Eso significa que esas definiciones, para
que, aunque no estén contenidos en las verdades de ser válidas, no tienen necesidad del consentimiento
fe, se hallan íntimamente vinculados con ellas. En de los obispos: ni de un consentimiento precedente,
la realidad efectiva, de ayer y de hoy, el magisterio ni de un consentimiento consecuente, «por haber
de la Iglesia y, de manera especial, el del Romano sido proclamadas bajo la asistencia del Espíritu
Pontífice es el que salva estos principios y los rescata Santo, prometida a él (al Romano Pontífice) en la
continuamente de las deformaciones y tergiversacio- persona de san Pedro, y no necesitar de ninguna
nes que sufren bajo la presión de intereses y vicios aprobación de otros ni admitir tampoco apelación a
consolidados en modelos y corrientes culturales. otro tribunal» (Lumen gentium, 25). 4. Los Sumos
En este sentido, el concilio Vaticano I decía que es Pontífices pueden ejercer esta forma de magisterio.
objeto del magisterio infalible «la doctrina sobre la Y de hecho así ha sucedido. Pero muchos Papas no
fe y costumbres que debe ser sostenida por la Iglesia la han ejercido. Ahora bien, es preciso observar que
universal» (DS 3074). Y en la nueva fórmula de la en los textos conciliares que estamos explicando se
profesión de fe, aprobada recientemente (cf. AAS distingue entre el magisterio ordinario y el extraor-
81, 1989, pp. 105; 1169), se hace la distinción dinario, subrayando la importancia del primero, que
entre las verdades reveladas por Dios, a las que es es de carácter permanente y continuado, mientras
necesario prestar una adhesión de fe, y las verda- que el que se expresa en las definiciones se puede
des propuestas de modo definitivo, pero no como llamar excepcional. Junto a esta infalibilidad de las
reveladas por Dios. Estas últimas por ello, exigen un definiciones ex cathedra, existe el carisma de asis-
asenso definitivo, pero no es un asenso de fe. 3. En tencia del Espíritu Santo, concedido a Pedro y a sus
los textos conciliares se hallan especificadas también sucesores para que no cometan errores en materia
las condiciones del ejercicio del magisterio infalible de fe y moral, y para que, por el contrario, iluminen
por parte del Romano Pontífice. Se pueden sintetizar bien al pueblo cristiano. Este carisma no se limita a
así: el Papa debe actuar como pastor y maestro de los casos excepcionales, sino que abarca en medida
todos los cristianos, pronunciándose sobre verdades diferente todo el ejercicio del magisterio”113.

113
Juan Pablo II, Audiencia General, miércoles 24 de marzo de 1993
176 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

“Se debe admitir que los representantes de la Iglesia et Magistra, mientras que Pablo VI, en la Encíclica
percibieron sólo lentamente que el problema de la Populorum progressio (1967) y en la Carta apos-
estructura justa de la sociedad se planteaba de un tólica Octogesima adveniens (1971), afrontó con
modo nuevo. No faltaron pioneros: uno de ellos, insistencia la problemática social que, entre tanto,
por ejemplo, fue el Obispo Ketteler de Maguncia († se había agudizado sobre todo en Latinoamérica. Mi
1877). Para hacer frente a las necesidades concretas gran predecesor Juan Pablo II nos ha dejado una
surgieron también círculos, asociaciones, uniones, trilogía de Encíclicas sociales: Laborem exercens
federaciones y, sobre todo, nuevas Congregaciones (1981), Sollicitudo rei socialis (1987) y Centesimus
religiosas, que en el siglo XIX se dedicaron a comba- annus (1991). Así pues, cotejando situaciones y
tir la pobreza, las enfermedades y las situaciones de problemas nuevos cada vez, se ha ido desarrollando
carencia en el campo educativo. En 1891, se interesó una doctrina social católica, que en 2004 ha sido
también el magisterio pontificio con la Encíclica presentada de modo orgánico en el Compendio
Rerum novarum de León XIII. Siguió con la Encíclica de la doctrina social de la Iglesia, redactado por el
de Pío XI Quadragesimo anno, en 1931. En 1961, Consejo Pontificio Iustitia et Pax”114.
el beato Papa Juan XXIII publicó la Encíclica Mater

114
Benedicto XVI, Encíclica Deus Caritas Est, 25/1/2006, nro. 27.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 177

SOLUCIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE

Actividad 1: La Iglesia no hace política ni incurre en ingerencia política indebida


cuando valora, a la luz de la revelación y la ley natural, conductas o proyectos sociales,
para determinar si son coherentes con el bien y la doctrina de salvación. Justamente,
es la Misión que Dios le ha encomendado. De otro modo debería hablar solamente
de cuestiones ajenas a las conductas humanas.

Actividad 2: en cuanto a sus fuentes, la Doctrina Social de la Iglesia tiene uno de sus
fundamentos en la ley natural, que puede ser reconocida aún por quienes no tienen
fe. En cuanto a sus destinatarios, procura acercar a todos los hombres a la salvación,
y no solo a quienes ya se han incorporado a ella. Y específicamente, como diremos
en la unidad siguiente, a quienes corresponde trabajar en el campo social, político y
económico, inspirándose en sus principios, es a los laicos y no a los sacerdotes.
Actividad 3: La Doctrina Social de la Iglesia incluye principios de reflexión, basados
en la revelación y la ley natural. No pretende aportar recetas políticas o económicas
válidas para todo tiempo o lugar. Son justamente los especialistas (en economía,
política, sociología, cultura, etc.) los que deben, orientados por los principios de
la doctrina social, elaborar las propuestas concretas para solucionar los problemas
específicos de un momento o de un lugar.

Actividad 4: la continuidad se manifiesta en la inspiración de fondo y las directri-


ces de acción derivadas de los valores universales de la Revelación y la ley natural.
La mutabilidad en las conclusiones que se derivan de la aplicación de los mismos
principios a realidades históricas cambiantes y complejas.

Actividad 5: el texto supone que existiría una ruptura en la historia de la Iglesia en-
tre lo anterior y lo posterior al Concilio, y por eso cuestiona como preconciliar que
Benedicto XVI recuerde verdades católicas permanentes. En rigor, “El País”, como
diario socialista, lo que busca es que la Iglesia cambie su doctrina (entre otras cosas
contraria a los postulados socialistas) y por eso le molesta tanto que el Papa reitere
lo que ha enseñado siempre el catolicismo.

Actividad 6: a) se trata de una Carta Encíclica; b) integra el Magisterio de la Iglesia,


no es una opinión privada ni una regla de rito; c1) universal, dirigida a todos los
fieles; c2) definitiva; c3) si bien se hace referencia al Magisterio ordinario –reiterado-,
la solemnidad con que se proclama la cuestión “con la autoridad que Cristo confirió
a Pedro... declaro...” parece acercarse al Magisterio Extraordinario.

Actividad 7: el liberalismo desconoce la justicia social pues rechaza la intervención


del estado para beneficiar a los más pobres, la solidaridad porque hace prevalecer
la libertad individual sobre el bien común, y la subsidiariedad en la parte en que
exige colaborar con los grupos inferiores para que puedan cumplir con sus fines. El
comunismo marxista desconoce la solidaridad al enfrentar a las personas en clases,
y la subsidiariedad al postular el intervencionismo totalitario del estado. El nacional
socialismo, de manera similar, reniega de la solidaridad al dividir a los seres huma-
nos según su raza, y la subsidiariedad al invadir el estado la actividad de los grupos
inferiores y los individuos.
178 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

ACTIVIDADES DE AUTOEVALUACIÓN

(marque la respuesta más acertada)


1. La Doctrina Social de la Iglesia se denomina así porque:
a) No proviene de la Revelación sino que es creada por la Iglesia.
b) Es de la Iglesia oficial, pero no es la misma que sostienen sus miembros.
c) Se encuentra aprobada por quienes tienen en la Iglesia autoridad.
d) Se encuentra creada por los Papas.

2. Se justifica que la Iglesia tenga una doctrina social porque:


a) La Iglesia tiene por misión liberar al hombre de la opresión social y económi-
ca.
b) En la vida social, política y económica también se pone en juego el destino del
hombre.
c) La Iglesia con su experiencia conoce mucho sobre el posible éxito de sistemas
políticos o económicos.
d) La revelación contiene enseñanzas sobre el mejor sistema político, social o
económico deseable.

3. La ley natural debe considerarse:


a) Una fuente inmediata de la Doctrina Social de la Iglesia.
b) Una fuente mediata de la Doctrina Social de la Iglesia.
c) Una fuente de la Doctrina Social de la Iglesia, mediata e inmediata a la vez.
d) Una contribución, pero no una fuente de la Doctrina Social de la Iglesia.

4. La Doctrina Social de la Iglesia aparece:


a) Con la Iglesia misma.
b) Con la reflexión de los Padres de la Iglesia.
c) Con la Revolución Industrial.
d) Con la Encíclica Rerum Novarum de León XIII.

5. Lo que tipifica al llamado Magisterio Ordinario es:


a) Que no resulta obligatorio.
b) Que no resulta definitivo.
c) Que no utiliza formas solemnes de definición.
d) Que no refiere a cuestiones de Fe.

6. La enseñanza social de la Iglesia:


a) No contiene elementos de adhesión obligatoria para los fieles.
b) Es toda ella obligatoria para los fieles.
c) Contiene elementos obligatorios y otros más opinables.
d) Es solo una invitación a la reflexión.
Fundamentos de Doctrina Social Cristiana - UNIVERSIDAD FASTA 179

7. Si analizamos la posible modificación de la Doctrina de la Iglesia, encontra-


mos:
a) Que ni la enseñanza ni los ritos deben cambiar.
b) Que la enseñanza no debe cambiar, pero sí los ritos y disciplinas.
c) Que los principios fundamentales no cambian, pero si sus aplicaciones como
también los ritos.
d) Que tanto los principios de la enseñanza como los ritos han cambiado a lo
largo de la historia.

8. Respecto de la propiedad, la Doctrina Social de la Iglesia:


a) Admite que sea privada, pero prefiere que sea colectiva.
b) Prefiere que sea privada, pero que cumpla con función social.
c) Prefiere que sea privada, pero no con función social para no caer en el socia-
lismo.
d) No admite que sea privada porque da lugar a pobreza y desigualdad.

9. El principio por el cual el estado no debe absorber las funciones propias de la


familia, sino contribuir para que ella pueda cumplirlas mejor, se llama:
a) Principio de subsidiariedad.
b) Principio de solidaridad.
c) Principio de justicia social.
d) Principio de primacía del bien común.

10. El principio por el cual, sin que se pretenda una igualación absoluta, todos
tienen que poder acceder a satisfacer sus necesidades mínimas, y tener oportuni-
dades para participar del crecimiento del conjunto, se llama:
a) Principio de subsidiariedad.
b) Principio de solidaridad.
c) Principio de justicia social.
d) Principio de primacía del bien común.
180 UNIVERSIDAD FASTA - Fundamentos de Doctrina Social Cristiana

TRABAJO PRÁCTICO NRO. 1

Consideraciones generales:

A continuación encontrará las consignas del primer trabajo práctico de este cur-
so.

Su objeto será que pueda servirse de los elementos estudiados para comprender
mejor una Encíclica concreta, de su elección.

Tenga en cuenta que se esperan respuestas breves y concretas. Por ello, sus res-
puestas deben condensarse, en total, en un documento que abarque entre 800
(mínimo) y 1400 (máximo) palabras.

Se evaluará especialmente:
1) La comprensión de los temas estudiados.

2) La aptitud para utilizar los contenidos asimilados para el análisis de


documentos magisteriales.

3) La capacidad de síntesis.

4) La precisión y claridad en la expresión.

Las consignas son las siguientes:


1. Busque una Encíclica que aborde cuestiones sociales, políticas o econó-
micas. Cualquiera que prefiera.

2. Realice una lectura comprensiva de la misma.

3. Relacione su contenido con lo estudiado sobre la natural socialidad del


hombre y la primacía del bien común frente a las tesis del contrato social.

4. Sintetice tres enseñanzas de la misma que reflejen algunos de los principios


fundamentales de la doctrina social de la Iglesia: primacía de la persona,
bien común, solidaridad, justicia social y subsidiariedad.

5. Compare brevemente algunas enseñanzas de la Encíclica elegida con las


propias de las diversas ideologías sociales (liberalismo, comunismo, socia-
lismo, nazismo, fascismo).

6. Identifique el grado de adhesión y obligatoriedad que le parece merecen


las enseñanzas utilizadas en los ejercicios 4 y 5 anteriores, fundamentando
su identificación.

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