Está en la página 1de 16

UNIDAD DIDÁCTICA

INTRODUCCIÓN: ¿QUIÉN ES LA
IGLESIA?

Iglesia, Sacramentos y moral

Nº manual
Unidad 1. Introducción: ¿quién es la Iglesia?

CONTENIDOS
1. La Iglesia en el contexto cultural, eclesial y teológico actual
2. El Concilio Vaticano II en el centro de la reflexión eclesiológica
3. Perspectivas esenciales de la eclesiología: sacramental, antropológica,
pneumatológica, mariológica.

.
3
Unidad 1. Introducción: ¿quién es la Iglesia?

RESUMEN

En esta Unidad presentamos los elementos fundamentales que nos permiten identificar la Iglesia como
un sujeto histórico con origen trinitario y como lugar del encuentro de Cristo con el hombre. Para ello,
comenzamos describiendo algunos elementos culturales, sociales y eclesiales que influyen y contaminan
a la hora de elaborar una correcta reflexión acerca de lo que es la Iglesia. A continuación, damos una
explicación de los contenidos eclesiológicos fundamentales de Lumen Gentium, que es el documento
fundamental de reflexión sobre la Iglesia. Finalmente, recogemos sintéticamente las cuatro perspectivas
fundamentales de una buena reflexión eclesiológica: sacramental, antropológica, pneumatológica y
mariológica.

.
5
Iglesia, Sacramentos y moral

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes:

Sagrada Biblia, versión oficial de la CEE, BAC, Madrid 2012.

Catecismo de la Iglesia Católica, Asociación de Editores del Catecismo, Madrid 1992.

YOUCAT, Catecismo joven de la Iglesia Católica, Ediciones Encuentro, Madrid 2011.

Documentos magisteriales del Concilio Vaticano II, especialmente Lumen Gentium.

Cartas Encíclicas, especialmente Dominum et Vivificantem (Juan Pablo II).

Bibliografía de consulta:

E. Bueno de la Fuente, Eclesiología, BAC, Col. Sapientia Fidei, Madrid 2007.

S. De Fiores, María, síntesis de valores, San Pablo, Madrid 2005.

M.-J. Le Guillou, El Rostro del Resucitado, Encuentro, Madrid 2012.

J. López Marín, La liturgia de la Iglesia, BAC, Col. Sapientia Fidei, Madrid 2009.

C. Pozo, María, Nueva Eva, BAC, Madrid 2005.

L. Polo, Ética. Hacia una versión moderna de los temas clásicos, Unión Editorial, Madrid 1997.

J. Ratzinger & H.U. Von Balthasar, María, Iglesia naciente, Encuentro, Madrid 2006.

A. Scola, ¿Quién es la Iglesia? Una clave antropológica y sacramental para la eclesiología,


Edicep, Madrid 2008.

6
Unidad 1. Introducción: ¿quién es la Iglesia?

La Iglesia en el contexto cultural, eclesial y teológico actual

Nos ocuparemos de la reflexión crítica y sistemática de la experiencia de fe cristiana, que en todo caso
es una experiencia esencialmente eclesial. Para hablar de fe lo hacemos usando la categoría de
experiencia. Como señala Von Balthasar en De Gloria, este uso es controvertido porque podría sugerir
que la fe es un sentimiento subjetivo. No es así. La fe es experiencia del encuentro del hombre como ser
integral con Dios y es de hecho respuesta integral del hombre a la acción de Dios en él.

Esto exige situar nuestra experiencia de Iglesia en el hoy, en nuestro contexto cultural y social. Creer,
celebrar y vivir la fe exigen un tiempo y espacio concretos. En cada momento de la historia es donde se
da el encuentro entre los elementos esenciales constitutivos de lo que es la Iglesia y su darse en cada
momento para la salvación de los hombres. En la historia (y por tanto en la cultura) es donde se da la
experiencia eclesial del encuentro entre Dios que se da y el hombre que lo recibe. Esto justifica que una
adecuada reflexión eclesiológica necesite de situarse en el aquí y el ahora del hombre.

Para todo ello, es necesario hablar de lo que Metz llama la europeización profana del mundo, que tiene
que ver con la importancia, para bien y para mal, de la cultura de occidente en el mundo:
tecnologización, pluralismo teológico, multiculturalidad, interpretaciones secularizadas del mundo y del
hombre, imperio del mercado, etc.

No pretendemos describir exhaustivamente la actualidad de nuestro mundo, pero sí nos interesa


describir algunos rasgos actuales que inciden en la vida de la Iglesia:

1. Modificabilidad de todas las cosas. Se entiende que la clave de comprensión de todas las cosas
es el cambio, el cambio es lo que define la realidad de las cosas. En el fondo, no hay nada real,
todo es puro cambio. Una sociedad así renuncia a encontrar un hilo conductor que le permita
comprenderse a sí misma. Por tanto, no hay nada más profundo que la movilidad, el progreso,
la innovación.

2. Renuncia a la Tradición. Como el sentido de todo está en el cambio, la tradición, sea cual sea
esta, no dice nada al hombre moderno.

3. Legitimación del pluralismo cultural y teológico. No se reconoce la jerarquía en el valor de los


juicios y las opiniones, sino que todo se incluye en el ámbito del sentimiento subjetivo. Esto
dificulta vivir la fe como experiencia de encuentro con Dios y la posibilidad de compartir
comunitariamente esa experiencia (lo que es básico para la misión de la Iglesia).

4. Difusión del individualismo. Precisamente debido a ese subjetivismo extremo, el individuo se


toma como único punto de referencia, lo que nos hace caer en la incomunicabilidad.

En La época secular, Taylor reconoce que la secularización es el origen de la sociedad contemporánea,


distinguiendo tres fases en el proceso de secularización:

1. Las sociedades modernas, a diferencia de las precedentes, han dejado de considerarse como
vinculadas a la fe en Dios. Esto supone que la religión se confine a la esfera de lo privado.

.
7
Iglesia, Sacramentos y moral

2. Progresivamente va disminuyendo la creencia y la práctica religiosa.

3. Se acaba considerando la fe como una posible opción sin incidencia alguna sobre la vida de las
personas. Más aún, se percibe que los bienes más importantes de la vida pueden realizarse
más completamente cuando no se refieren a Dios o a Cristo.

Este final del proceso de secularización lleva a lo que Benedicto XVI llama un humanismo exclusivo: hay
un eclipse de todos los fines que van más allá de las posibilidades terrenas del hombre. Supone la
exclusión de Dios del horizonte de la vida personal, quedando relegado, a lo más, al ámbito subjetivo. En
el fondo, responde al ansia frustrada del hombre de tener una identidad plena solamente desde sí
mismo.

Otro elemento a tener en cuenta es el peso del progreso científico-técnico. Ha conducido, en términos
de Benedicto XVI, a una reducción de la razón. El actual desarrollo de la ciencia y la técnica traspasa sus
dominios de acción imponiendo el criterio de razón lógica sobre el criterio moral en el actuar y en el
obrar humano. Muchas decisiones del poder político dependen usualmente de la racionalidad científica,
dándose el riesgo de un cierto absolutismo tecnocrático basado en el fundamento económico.

Sin embargo, no somos espectadores de la desaparición de lo religioso. Occidente está atravesado de


la religión como experiencia personal y social. Esto nace de una creciente demanda de lo sobrenatural
fruto de una natural inquietud que ocurre en el hombre que no se abre a la trascendencia.

Percibimos también un cierto recrudecimiento del laicismo religioso que busca, si no eliminar lo
religioso, sí hacerlo desaparecer de todo ámbito común y relegarlo al ámbito privado. Hay muchos
factores que inciden en esto.

Es urgente plantearse si hay espacio en nuestra sociedad para una matriz de fe religiosa que
fundamente nuestra vida o hay que aceptar el espacio propio de un hecho privado sin relevancia
pública. ¿Interpretamos los cristianos nuestra experiencia eclesial correctamente, o nos dejamos
arrastrar por los elementos derivados de las tendencias anteriores? Es frecuente que en la
interpretación que los cristianos hacen de su propia experiencia eclesial se den los siguientes
elementos:

- Una visión funcionalista de la Iglesia. En ocasiones percibimos la Iglesia como una


empresa al servicio de demandas privadas.

- Distinción entre identidad religiosa y pertenencia a la Iglesia. Hay una ruptura entre
reconocerse católico (creyente) y reconocerse practicante (integrado en la vida de la
Iglesia). Hay una falta de práctica religiosa que reduce la fe a un sentimiento gozado
privadamente.

8
Unidad 1. Introducción: ¿quién es la Iglesia?

- Reducción de la fe cristiana a un cristianismo social o una religión civil. Se reducen las


verdades de la salvación del hombre a un tejido de valores sociales y de convivencia.

Respecto de la situación de la cuestión en España, podemos señalar algunas especificidades. Persiste un


sentimiento de identificación religiosa y un compromiso profundo de un tercio de los que se reconocen
cristianos, pero también persisten un laicismo beligerante. Todo ello hace que en España se dé de
modo especial un problema ecuménico. La gran tentación es buscar la paz social a través de prácticas
de acomodación institucional, lo que pasa por descafeinar la fe para intentar aglutinar al mayor número
posible de personas.

También se percibe en España el grave problema de la falta de coherencia entre la fe que profesan los
cristianos y sus prácticas:

- Falta de conocimiento de los contenidos y verdades de la fe.

- Hay una tendencia a considerar magia la celebración religiosa.

- Incoherencia entre la profesión religiosa y la práctica de la vida cotidiana.

El Concilio Vaticano II en el centro de la reflexión eclesiológica

La constitución Lumen Gentium

El Concilio Vaticano II sentó las bases de una profunda reflexión eclesiológica que es fundamental para
explorar la actual comprensión de la Iglesia. El texto eclesiológico fundamental del Concilio Vaticano II
es la constitución dogmática Lumen Gentium.

Es interesante explorar la historia de la redacción de Lumen Gentium, porque nos permitirá acceder a los
temas que los padres conciliares entendieron como nucleares en la reflexión sobre la Iglesia.

a. Proyecto primitivo. Se trata del documento que la comisión doctrinal encargada de elaborarlo
envió como primer esquema a los padres conciliares antes del inicio del concilio (junio de
1962). Posteriormente se reelaboró el esquema por ser demasiado abstracto y esquemático,
pero mostraba el altísimo interés que tenía la Iglesia por hablar de sí misma.

b. Segundo proyecto (enero a junio de 1963). Consta de cuatro capítulos:

1. El misterio de la Iglesia.

2. Estructura jerárquica y episcopado.

3. El Pueblo de Dios y los fieles laicos.

4. La vocación universal a la santidad.

.
9
Iglesia, Sacramentos y moral

El cardenal belga Leo Jozef Suenens tiene la gran intuición de que se debe manifestar la centralidad de
la condición de fiel cristiano, que es la mayor dignidad de la Iglesia. Por eso, propone que la mitad del
capítulo 3 (junto con algunos contenidos del 4) pase a ser capítulo 2 y a llamarse “El Pueblo de Dios”. Se
forman, por tanto, cinco capítulos.

Además, se propone añadir un sexto capítulo sobre la Virgen María, lo que manifiesta la importancia de
la perspectiva mariológica para explicar la Iglesia.

c. Tercer proyecto. Se introducen dos nuevos capítulos, uno sobre la vida religiosa (capítulo 6) y
otro sobre la índole escatológica de la Iglesia (capítulo 7; se deja el capítulo sobre la Virgen
María como capítulo 8 y último).

El texto fue aprobado el 21 de noviembre de 1964. La importancia del componente mariológico se pone
de manifiesto porque fue entonces cuando la Virgen fue proclamada Madre de la Iglesia.

La redacción final del documento consta de ocho capítulos:

I. El misterio de la Iglesia.

II. El Pueblo de Dios.

III. La constitución jerárquica de la Iglesia y en particular del episcopado.

IV. Los fieles laicos.

V. La vocación universal a la santidad en la Iglesia.

VI. Los religiosos.

VII. Carácter escatológico de la Iglesia peregrina y su unión con la Iglesia del cielo.

VIII. La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia.

La estructura de Lumen Gentium

La gran intuición del concilio es la comprensión que hace de la Iglesia como sujeto, cuya identidad le
brota de Jesucristo y ligada a un acontecer histórico en cuyo dinamismo se integra. El acontecer
histórico en la Iglesia se puede describir desde dos principios: el sacramento del orden y la santidad. En
ese sentido, podemos estructurar Lumen Gentium de la siguiente manera:

A. ¿Quién es la Iglesia?

- El origen Trinitario de la Iglesia (cap. I).

- La Iglesia como sujeto histórico (cap. II). Dos principios de comprensión:

1. El sacramento del orden:

• Los ministros ordenados (cap. III).

10
Unidad 1. Introducción: ¿quién es la Iglesia?

• Los fieles no ordenados (cap. IV).

2. La santidad:

• La santidad como vocación de todos los fieles cristianos (cap. V).

• La vida consagrada como signo profético de la santidad (cap. VI).

B. La Iglesia peregrina hacia la patria celeste (cap. VII).

C. La Beata Virgen María. Todo lo que se dice de la Iglesia lo vive en plenitud la Virgen María
(cap. VIII).

Hermenéutica de Lumen Gentium

La recepción del Concilio Vaticano II en general, de Lumen Gentium en particular, ha sido difícil y la
razón es que no siempre ha habido una adecuada comprensión e interpretación teológica. El criterio
hermenéutico (esto es, interpretativo) fundamental del Concilio Vaticano II lo da Benedicto XVI en la
felicitación navideña a la curia de 22 de diciembre de 2005, en donde el Papa se pregunta por la
recepción del Concilio Vaticano II y da el criterio de lectura y aplicación del mismo. Así, plantea la
contraposición de dos hermenéuticas:

- Hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura. El sujeto del que se predica la ruptura


es la Iglesia, de modo que se hablaría de la Iglesia preconciliar y postconciliar como dos
sujetos distintos. Es una hermenéutica que no se corresponde con el espíritu del concilio.

- Hermenéutica de la reforma, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto


Iglesia que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla
pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del Pueblo de Dios en camino.

En la alternativa de las dos hermenéuticas, se opone la discontinuidad y la ruptura a la reforma y la


renovación. Por tanto, la alternativa a la discontinuidad no es la continuidad, sino la renovación. La
continuidad es una especificación de la renovación. Se afirma la continuidad del único sujeto que es la
Iglesia, sujeta a una renovación propia de su carácter de sujeto histórico.

Además, Benedicto XVI hace una descripción precisa (y preciosa) de la Iglesia:

- Que el Señor nos ha dado. La Iglesia tiene su origen en el don de Dios de sí mismo (LG I,
2-4).

- Único sujeto, un sujeto, el mismo. Habla de la unidad y unicidad de la Iglesia.

- Sujeto. Hay un elemento antropológico que permite interpretar la Iglesia (LG II).

Finalmente, Benedicto XVI destaca también la dinámica del desarrollo de la Iglesia en el tiempo (crece
en el tiempo y se desarrolla, Pueblo de Dios en camino) (LG VII). Por consiguiente, en la Iglesia se da

.
11
Iglesia, Sacramentos y moral

continuidad en cuanto al único sujeto Iglesia, lo que es perfectamente compatible con su naturaleza de
sujeto histórico, por tanto sometida a un desarrollo.

Entre quienes han venido apoyando una hermenéutica de la discontinuidad y la ruptura, hay dos
tendencias: tradicionalistas (que ven el Concilio Vaticano II como una ruptura y una traición a la
tradición de la Iglesia) y progresistas (que ven en el Concilio la creación de una institución eclesial más
acorde a la demanda social).

Como conclusión debemos decir que el Concilio Vaticano II es eclesiológico, pero no exclusivamente. Le
Guillou dice que es máximamente cristológico, porque la clave de acceso al misterio de la Iglesia es el
misterio de Cristo. El Sínodo de los Obispos de 1985 afirma que el anuncio sobre la Iglesia del Concilio
Vaticano II es trinitario y cristocéntrico. Los documentos del Concilio tienen por objeto la Iglesia, pero
su perspectiva es cristológica y trinitaria.

Perspectivas esenciales de la eclesiología: sacramental, antropológica, pneumatológica, mariológica

La doble concentración, sacramental y antropológica, de la eclesiología

A la hora de hablar de la Iglesia, debemos hacerlo sintetizando una doble perspectiva, sacramental y
antropológica. La necesidad de hacerlo así brota de una pregunta que debe atravesar toda la cuestión
eclesiológica: ¿cómo la Iglesia puede comunicar a lo largo de la historia el acontecimiento salvífico de
Cristo (perspectiva sacramental) a la libertad de los hombres de todos los tiempos (perspectiva
antropológica)?

La reflexión eclesiológica tiene por objeto pensar la Iglesia como acontecimiento salvífico para el
hombre. Esta perspectiva nos ayuda a comprender por qué los documentos conciliares hablan de la
Iglesia para referirse a la acción salvífica de Dios respecto del hombre. Por tanto, toda reflexión
eclesiológica tiene que afrontar conjuntamente el polo del acontecimiento salvífico y el polo de la
libertad del hombre a la que esa salvación se ofrece pero no se impone.

Concentración antropológica

Se trata de considerar que el interlocutor de Cristo es el hombre concreto, históricamente considerado


y creado libre. En palabras de Juan Pablo II en la encíclica Redemptor Hominis, “se trata del hombre en
toda su verdad (…) concreto, histórico; se trata de cada hombre” (RH 13). Cristo se presenta y se entrega
a cada hombre concreto, libre de acogerlo, integralmente considerado, y a todos los hombres. La misma
encíclica añade, en el número 14, la descripción del hombre en términos de ser personal y ser
comunitario e identifica en este hombre el objeto de la misión de la Iglesia: “no hay otro camino para la
Iglesia que el de Jesús que se encarna, el llegar a todos los hombres”.

12
Unidad 1. Introducción: ¿quién es la Iglesia?

Romano Guardini identificó esta concentración antropológica al afirmar que “la Iglesia debe renacer en
las almas”. El acontecer histórico de la Iglesia consiste en este darse de la gracia a los fieles, que suscita
la respuesta de la libertad para ser acogida.

Por eso, Von Balthasar explica que la pregunta adecuada sobre la Iglesia es ¿quién es la Iglesia?, puesto
que se trata de un sujeto histórico interlocutor en la historia entre Cristo y el hombre. Para responder es
necesario reconocer el origen de la Iglesia en el don de sí que hace la Trinidad para que acontezca la
salvación de los hombres. O bien la Iglesia tiene su origen en la Trinidad y Cristo vive en ella, o bien la
Iglesia es una institución irrelevante. La Iglesia, porque tiene su origen en la Trinidad y acoge a Cristo,
es el lugar del encuentro real entre Cristo y el hombre.

Concentración sacramental

Como hemos razonado, la Iglesia es el lugar del encuentro personal con Cristo. Este encuentro es
esencial para el fiel cristiano. Benedicto XVI comenzó su encíclica Deus Caritas est diciendo que “No se
comienza a ser cristiano por una gran idea o una decisión ética, sino por el encuentro con una persona
[Cristo]”. La cuestión es si este encuentro es posible hoy o no. Es imprescindible explicar cómo es
posible este encuentro en la Iglesia.

La respuesta la da la concentración sacramental de la eclesiología. La Iglesia es acontecimiento de


encuentro con Cristo (esto lo expresa el Concilio diciendo que es “sacramento del encuentro con
Cristo”) en virtud del septenario sacramental, los siete sacramentos. Los sacramentos (que son
instituidos por Cristo y celebrados en la Iglesia, como explicaremos más adelante) implican el encuentro
de dos libertades, la de Cristo que se da al hombre y la del hombre que lo recibe en el acontecimiento
de la fe. La fe es la condición de posibilidad para que tenga fruto el sacramento. Por esa razón, el
sacramento no es una celebración mágica, que ocurre al margen de la voluntad del hombre, sino que
requiere del asentimiento libre del hombre para recibir a Cristo que se le quiere dar. Este asentimiento
lo proporciona la fe. Por eso, la constitución dogmática Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II
llama a los sacramentos “sacramentos de la fe” (SC 59).

Mediante los sacramentos, que requieren de fe, el hombre es introducido en la divinidad de Cristo a
través de la Iglesia, que es el lugar de encuentro con Su humanidad. Es decir, en la Iglesia, el hombre se
encuentra con la humanidad de Cristo, que es la puerta de acceso a Su divinidad.

Esta perspectiva antropológica es la que está detrás de la índole pastoral del Concilio y su espíritu de
renovación de la Iglesia. No se trata de crear una nueva institución adaptada a los nuevos tiempos, sino
de subrayar la naturaleza perenne de la Iglesia como acontecimiento salvífico para los hombres en la
historia. Sólo desde esta perspectiva, y no desde un punto de vista exclusivo de bienestar social, puede
entenderse la vocación misionera de la Iglesia.

.
13
Iglesia, Sacramentos y moral

El protagonismo del Espíritu Santo (concentración pneumatológica)

Como hemos explicado, la Iglesia es el lugar en el que ocurre el encuentro con Cristo para la salvación
del hombre, siendo así que este encuentro tiene un carácter sacramental. Pues bien, el Espíritu Santo es
el agente que obra esta dinámica sacramental. De ahí que toda reflexión eclesiológica tenga que tener
una perspectiva pneumatológica.

La Iglesia es el fruto de la misión del Hijo y del Espíritu Santo como personas de la Trinidad. Gal 4,4-6 se
refiere a estas misiones: “Cuando vino la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo (…) Más tarde
envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo”. Las misiones del Hijo y del Espíritu dependen, como
sabemos, de las procesiones trinitarias (el Hijo procede del Padre y el Espíritu Santo procede del Padre y
del Hijo).

La misión de la Iglesia son las mismas misiones trinitarias proyectadas o realizadas en la historia. Y, como
las misiones trinitarias dependen de las procesiones trinitarias, podemos decir que la Iglesia es la
fecundidad de las procesiones trinitarias en la historia. Es la extensión de la vida intradivina en el
tiempo.

Aquí conviene retomar los números 737 y 738 del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC):

CIC 737: La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del
Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su comunión con el
Padre en el Espíritu Santo: El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para
atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para
entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la
Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios, para que den "mucho fruto"
(Jn 15, 5. 8. 16).

CIC 738: Así, la misión de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que es su
sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio,
para actualizar y extender el Misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad (esto será el objeto del
próximo artículo):

«Todos nosotros que hemos recibido el mismo y único espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos
hemos fundido entre nosotros y con Dios. Ya que por mucho que nosotros seamos numerosos
separadamente y que Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de
nosotros, este Espíritu único e indivisible lleva por sí mismo a la unidad a aquellos que son
distintos entre sí [...] y hace que todos aparezcan como una sola cosa en él. Y de la misma manera
que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se
encuentra formen un solo cuerpo, pienso que también de la misma manera el Espíritu de Dios
que habita en todos, único e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual» (San Cirilo de
Alejandría, Commentarius in Iohannem, 11, 11: PG 74, 561).

14
Unidad 1. Introducción: ¿quién es la Iglesia?

En CIC 737 vemos que la misión de la Iglesia es la realización en la historia de las misiones trinitarias.
Asimismo, en CIC 738 se manifiesta que la misión de la Iglesia no es algo distinto y añadido a las
misiones de Cristo y del Espíritu, sino que es su sacramento, es decir, su realización y su testimonio en el
tiempo (para anunciar y dar testimonio).

En particular, el Espíritu Santo es quien da cumplimiento a la obra de regeneración sacramental en la


Iglesia. Por tanto, la vida de la Iglesia es intrínsecamente pneumatológica. Además, el Espíritu Santo
actúa de la siguiente manera:

- Guía a la Iglesia en la determinación de las formas litúrgicas de los sacramentos.

- Obra en los corazones de los fieles y los hombres de buena voluntad (enseña, les abre a
la comprensión, al deseo de la cercanía con Cristo, etc.).

- A través de los obispos, cumple la triple función del ministerio apostólico (tria munera):
regir, santificar y enseñar.

- Llama y facilita la unidad en Cristo de toda la Iglesia.

- Acompaña y vivifica a la Iglesia a través de dones carismáticos que tienen como horizonte
propio la misma misión de la Iglesia.

María, Ecclesia Immaculata (perspectiva mariológica)

La mariología es fundamental para realizar una adecuada reflexión eclesiológica. La razón la


encontramos en la concentración antropológica: María es modelo de apertura del hombre a la
dimensión del misterio de Cristo.

Juan Pablo II enseñó que es necesario pensar en el dato de que Dios Creador haya hecho que el hombre
pueda existir sólo como varón o como mujer. Abolir el principio de diferencia supone hacer violencia a
la constitución interna del ser humano.

El reconocimiento de la diferencia sexual en la Encarnación nos abre el camino a ver a la Iglesia como
esposa de Cristo y madre de los creyentes. Para hablar de la Iglesia en estos términos es necesario

partir del acontecer del designio salvífico que ha elegido a María como Madre del Redentor, viéndose
así cumplida en María de modo personal esa dimensión femenina de la Iglesia (esposa y madre). Por
eso, Phillips dice en su comentario a LG cap. VIII que María en su maternidad divina es tipo perfecto de
la Iglesia.

La importancia de la mariología en la reflexión eclesiológica se pone de manifiesto en el capítulo VIII de


Lumen Gentium, dedicado a la Virgen María. Este capítulo tiene por objeto mostrar que la mariología no
se puede reducir a la eclesiología, en cuanto María es miembro de la Iglesia. Pero, sin la precedencia de
María, el misterio de la Iglesia sería incomprensible. María es, EN la Iglesia, esposa, madre y Virgen y la
Iglesia es esposa de Cristo y madre de los creyentes porque así lo es María. Por eso, en María está
cumplido en plenitud y anticipadamente la esponsalidad, maternidad y virginidad de la Iglesia.

.
15
Iglesia, Sacramentos y moral
La maternidad-esponsalidad de la Virgen se expresan en su vida personal a partir de su fiat (apertura a
Dios) desde el comienzo hasta la Cruz. La gracia previene y hace posible el sí de la Virgen y, a su vez, su
fiat es necesario para la Encarnación y por tanto para el desarrollo del plan de salvación de Dios en
Cristo. Por eso, el fiat de la Virgen (prevenido por la gracia) es el complemento eficaz de Cristo
(esponsalidad con Cristo) en su designio y fuente de su fecundidad (maternidad de los creyentes).

Esto nos lleva a ver el designio de salvación como un diálogo de libertades: la libertad infinita de Dios
con la finita de cada hombre. La razón es que el plan de salvación pasa por el acontecimiento de
encuentro entre Dios que se da y el hombre que recibe, ambos en libertad. Es lo que María realizó de
modo ejemplar como primicia de la acción de Dios en el mundo, permitiendo así la fecundidad de la
acción salvífica.

16

También podría gustarte