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Indicadores de ajuste y adaptabilidad

En indicadores de ajuste y adaptabilidad para las familias con hijos mayores, encontramos que al
poner en práctica los modelos de ajuste y adaptabilidad, (ya explicados en una exposición
anteriormente) y pues para hacer recorderis mínimo es que la parte de la fase de ajuste es un
periodo de relación estable dentro de la familia con muy pocos cambios de interacción constante y
la fase de adaptación es cuando se restaura el equilibrio antes perdido y se desarrollan nuevas
habilidades de afrontamiento (o sea, la visión frente a los problemas, en esta fase, cambian) . se
encontró en las familias colombianas una casualidad con el estudio innovador realizado por Olson
con familias norteamericanas de población general en distintas etapas del ciclo vital. Se considera
el grado de coherencia en general es un poco más alto que en las familias con hijos adolescentes y
así mismo, tampoco llega a alcanzar las primeras etapas de la vida familiar.

Se habla también que tanto las familias clínicas como las no clínicas experimentan precisamente
en esta etapa los mayores resultados en la acumulación de tensiones que dentro de ellas podemos
encontrar como ya se ha dicho, los conflictos intrafamiliares, los embarazos de los hijos, las
perdidas, los cambios por entrada y salida de miembros del hogar, los cambios por retiro laboral,
la separación o el divorcio de los hijos, la enfermedad incapacitante de alguno de los miembros,
los problemas con la ley y muchas de las tensiones que son reforzadas por trastornos psicológicos
que se han iniciado en etapas anteriores.

Las familias no clínicas utilizan como estrategia básica de afrontamiento la reestructuración,


buscando así mismo ayuda espiritual. En cambio, cuando se intensifican las crisis en las familias
clínicas acuden más al apoyo social y espiritual y experimentan que en su interior no cuentan con
los recursos suficientes para afrontar el problema y por eso al mismo tiempo se incrementa el
descuido y la evasión con lo cual, se mantienen los problemas.

A continuación, se van a presentar algunos en los cuales la aparición de síntomas en un hijo o en


uno de los padres, se encuentra claramente asociada con una dificultad para asimilar la
desintegración de la familia de origen.

En problemas para aceptar la separación natural de la familia,


encontramos unos casos clínicos.
Este es el caso 9: Cuando la lealtad encadena.
Patricia, de 25 años, es una mujer soltera con éxito profesional a pesar
de su corta carrera, hija mayor de una madre viuda desde hace 20 años,
cuando su esposo murió en un accidente de tránsito debido a que conducía
embriagado. En ese momento, Sandra, la única hermana de Patricia
tenía apenas unos meses de nacida. Aunque la madre había respondido
económicamente por la familia desde la conformación de la unión, pues
su esposo tenía empleos poco estables y era un consumidor consuetudinario
de alcohol, a partir de su muerte se consolidó su imagen de mujer
sufrida y de mala suerte, a lo cual contribuyó no sólo su propio malestar,
sino el papel que ella ya jugaba en su familia de origen, donde siempre
había quedado en desventaja al ser comparada con sus hermanos.
Patricia consulta porque se siente deprimida y vacía. A su edad no ha
tenido ninguna relación afectiva significativa, su dedicación al trabajo
le deja poco tiempo y tiene escasa vida social, de modo que en los ratos
libres acompaña a su madre a realizar actividades que son del interés de
ella, o se encierra a ver televisión, comer y beber. Esto la ha llevado a
ganar diez kilos de sobrepeso y a sentirse muy poco atractiva, con lo
cual cierra el círculo vicioso de su aislamiento.
La madre le ha expresado su preocupación por la ausencia de novios,
pero al mismo tiempo se queja permanentemente de su propia soledad,
Desde pequeña, Patricia ha asumido a cabalidad el papel de hermana
mayor, dado que las largas
jornadas de trabajo de la madre hicieron que ella tuviera que
responsabilizarse de la alimentación y de las tareas escolares de ella
misma y de su hermana.

Sandra no quiso terminar el bachillerato, paso dos años sin ocupación


definida y desde hace un año convive, contra la voluntad de su familia,
con un hombre separado, padre de dos niños y quince años mayor que
ella. A raíz de todos estos hechos ha ido creciendo en Patricia la
sensación de que está sola a cargo de su madre, quien aún trabaja, pero
con un salario muy bajo para los estándares de vida que su hija
profesional comienza a darle. Es gracias a un préstamo de la compañía
donde ella trabaja como por fin lograron adquirir vivienda propia.

Patricia piensa que la única forma de tomar alguna distancia de su


familia es consiguiendo una beca de estudios en el exterior, pero se dice
que ello sólo será factible cuando haya logrado ahorrar suficiente dinero
como para dejar a su madre libre de toda preocupación económica. El
problema es que para la madre no hay dinero que alcance, pues como
Sandra ni su compañero tienen ingresos estables, ella los subsidia sin
contar con Patricia, para evitar su confrontación sobre la necesidad de
que su hermana asuma de una vez por todas sus responsabilidades.
Viendo así el panorama, Patricia no encuentra salidas para su vida; ha
dejado intencionalmente de hacer proyectos y, para no pensar en sí
misma, trabaja o ve televisión.
Se realizan ocho sesiones de terapia individual, en parte porque Patricia
no desea preocupar a su madre con sus sentimientos de infelicidad, pero
sobre todo, porque se plantean dos hipótesis: una, que las ataduras de
Patricia son más el producto de su descalificación de los recursos de la
madre, que, de una real invalidez, y la otra, que ese apego a la madre la
protege de tener que asumir su sexualidad adulta.

A lo largo de las sesiones estas hipótesis se van confirmando, de modo


que, en conversaciones directas con la madre, fuera de la terapia, Patricia
constata que ella se siente en condiciones de valerse por sí misma y por
el contrario le reitera que su mayor satisfacción será verla haciendo su
propia vida, porque de no ser así, sentiría que ha luchado en vano y que
su hija repite su historia de soledad Y desvalorización personal.

Durante las sesiones, con base en técnicas de silla vacía de


cuestionamiento y de redefinición, Patricia va desmontando los
fantasmas que la culpabilizan por sus deseos de autonomía y desarrolla
estrategias para hacerle frente a ciertos familiares qué aún se los activan,
recordándole, abusivamente, que ella está en la vida para cuidar a su madre.
Decide entrar a un tratamiento de adelgazamiento, reorganiza con su madre
el presupuesto de gastos y comienza a ahorrar para comenzar sus planes de
especialización. Queda planteada como objetivo

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