Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El papel del docente ha virado hacia una figura más amable, casi un guía que acompaña a los
alumnos en ese proceso de aprendizaje fomentado la creatividad y participación. Asumiendo,
además, su papel en el equipo docente y valiéndose de las nuevas tecnologías para formar a los
profesionales del futuro.
La mayor motivación en la que influye el maestro es de aportar una metodología activa en la que el
estudiante participa activamente mejorando no solo su comprensión y aprendizaje, sino también el
desarrollo de sus habilidades y pensamiento críticos a fuerza de creatividad, compromiso e
investigación. Estas nuevas metodologías demuestran la evolución del rol del maestro.
La práctica reflexiva permite a los profesores autoevaluarse, reflejar sus prácticas, didáctica,
conceptos, conocimientos y en general su pedagogía.
Por lo que la enseñanza reflexiva que es aquella capaz de evitar la rutina, la cual está impulsada por
la tradición y la autoridad, por lo que durante el proceso de enseñanza queda delimitado. Los
maestros que no reflexionan sobre su ejercicio docente aceptan, con frecuencia de manera acrítica,
esta realidad cotidiana de sus escuelas y centran sus esfuerzos en descubrir los medios más
efectivos y eficaces para alcanzar los fines y resolver problemas en gran medida definidos por otros
para ellos.
El maestro como profesional reflexivo es aquel que considera la acción reflexiva, al instar a sus
alumnos a resolver y afrontar problemas, constituyendo también un proceso más amplio que el de
solución lógica y racional de problemas. La reflexión implica también intuición, emoción y pasión.
Los maestros intelectualmente abiertos examinan de manera constante los fundamentos que
subyacen a lo que se toma como natural y correcto, y se preocupan por descubrir pruebas
contradictorias. Los maestros reflexivos se preguntan por qué hacen lo que hacen en clases.
El papel que el maestro debe seguir es el de guía, mediador, una persona que va acompañando a los
estudiantes para la construcción de conocimiento tanto de manera individual, como de forma
colaborativa.
Además, el aprendizaje no se da de la misma manera en todos. Ante esta realidad el maestro tiene
dos opciones:
Utilizar las diferencias que se le presentan como un potencial que trae diversos talentos al
grupo y que benéfica a todos
Tratarlas solo de manera superficial o ignorarlas y perder la gran oportunidad que brinda la
diversidad.
Es necesario que el maestro pueda crear en el aula una atmosfera que invite a todos a investigar, a
aprender, a construir su aprendizaje y no solo a seguir lo que él hace o dice. El rol del maestro no es
solo proporcionar información y controlar la disciplina, sino también de ser un mediador entre el
alumno y el ambiente. Dejando de ser el protagonista del aprendizaje para pasar del salón de clase
para pasar a ser el guía o acompañante del alumno.
Esta nueva versión del rol del docente nos invita a replantear nuestra practica y a convertir nuestras
aulas en espacios de interacción donde el aprender sea posible para todos.
El docente como un agente de cambio, tiene que estar dispuesto a ser innovador, esto implica
utilizar nuevos métodos y ambientes que permitan el cambio en el que los alumnos prosperen
favorablemente en el logro de los objetivos de aprendizaje.
El papel que juega el profesor será el que a fin de cuentas llevará a cabo en el aula los cambios pro
puestos. De ahí la importancia de reflexionar más a fondo sobre su papel ante la innovación
educativa.
Es una realidad que sin profesores comprometidos con mejorar lo que se hace en el aula ninguna
innovación educativa será posible. El profesor tiene un papel trascendental y será sólo mediante la
me jora y los cambios de su práctica docente y desde las aulas que se llevará a cabo (Campos, 2012:
113).
Lo primero que hay que considerar es que el profesor debe sentirse identificado con el modelo
educativo de la institución en la que trabaja, pues es el centro educativo el que empieza a generar la
propuesta de innovación o cambio (Campos, 2012: 113).
De no ocurrir así, el profesor difícilmente contribuirá a que los cambios se realicen. Es necesario
que el profesor se involucre en los cambios propuestos y considere diversos elementos, entre los los
siguientes, además de lo ya que destacan mencionado:
La ética profesional docente se basa y supone no solo poseer un título o graduación sino una
preparación, actitud y dominio de al menos los siguientes campos (Mateo, 2010):
Junto a todo lo anteriormente señalado se hace necesario destacar que la ética profesional del
docente existe y se manifiesta en diversas dimensiones, tales como en el propio proceso de
enseñanza-aprendizaje, en la investigación educativa, en la gestión educativa y en el vínculo con la
comunidad.
La relación pedagógica tiene que ver no solo con el aprender conocimientos, sino también valores,
maneras de ser y maneras de estar, juntos y en reciprocidad. También es evidente que los y las
estudiantes se relacionan de distinta manera con cada uno de sus profesores.
Es por eso que la relación profesor-alumno aparece como un espacio interpersonal donde se viven
experiencias morales, en el cual los alumnos aprenden valores viviéndolos y haciéndolos propios,
interiorizándolos a partir de su experiencia relacional.
El vínculo entre docente y estudiante es clave para favorecer el desarrollo del aprendizaje de cada
uno de los alumnos. Los docentes, por su parte, deben asumir la responsabilidad que implica esta
conexión y ejercer de referente la vida de los alumnos.
A partir de estas ideas, dos escenarios educativos, el interpersonal y el institucional, aparecen como
espacios relevantes en la formación ética. Es pertinente iniciar esta exploración con el primer
escenario y, específicamente, con la relación profesor-alumno en el aula. Veamos algunos puntos
cruciales para entender por qué esta resulta un espacio significativo de formación ética.