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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

CONSIGNA PROMOCIÓN SIN EXAMEN FINAL


Psicología, Ética y Derechos Humanos

Comisión: 7

Profesor titular: Juan Jorge Michael Fariña

Profesoras de Prácticos: Flavia Navés, Jimena Aguirre

Integrante:

● Alzugaray Melina Nair


melina_alzugaray@hotmail.com

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En el presente trabajo se abordará un diálogo entre la película Argentina 1985, la
cual, muestra el juicio hacia la Junta Militar, varios testimonios de personas
sobrevivientes y testimonios de familiares de los desaparecidos; con la historia de
Hugo Penino y su esposa, Cecilia Viñas, una mujer embarazada , que da a luz en
cautiverio. Ambos secuestrados y luego desaparecidos el 13 de Julio de 1977.
Entre los meses de abril y diciembre de 1985 se llevó a cabo el Juicio a las Juntas
Militares, que ponía el foco en nueve de ellos. La sentencia dictada el 9 de
diciembre de 1985 condenó a cinco de los militares acusados y absolvió a cuatro. La
dictadura militar duró siete años, durante ese tiempo se producejeron una serie de
hechos terrorríficos de secuestro, tortura, abuso, apropiación de bebés,
desaparición de personas, violación de los derechos humanos, exilios forzosos, robo
de bienes, censuras, ataques a las libertades, políticas, civiles y sindicales. Según
P.F. Strawson, propone el concepto de “quasi-nombre", como síntomas en una
sociedad, son los nombres del malestar en la civilización, de las nuevas
traducciones del goce que escapan al sentido. Por lo tanto, podemos designar como
quasi-nombre al Terrorismo de Estado con su práctica de desaparición forzada de
personas e instalación de campo de concentración y exterminio.
Una de las facetas más crueles de la última dictadura militar argentina consistió en
el secuestro y cambio de identidad en niños hijos de desaparecidos (M. Fariña).
El hijo de Hugo Penino y Cecilia Viñas, nació en la Sala de Embarazadas del centro
clandestino de la ESMA el 7 de septiembre de 1977. El médico obstetra de la
Armada, Jorge Luis Magnacco, asistía a las embarazadas al momento de dar a luz.
La primera información de que Cecilia Viñas había tenido un hijo en la ESMA surgió
por el testimonio de Sara Solarz de Osatinsky, también detenida ilegal. Ella había
sido obligada a trabajar en la Sala de Embarazadas para asistir a Magnacco.
Después, en 1984, otros ex detenidos ilegales agregaron más información. Se supo
que la habían trasladado a la ESMA desde la Agrupación de Buzos Tácticos de la
Marina de Mar del Plata, donde permanecía alojada. El edificio estaba ubicado casi
sobre la playa. También se supo que el bebé que dio a luz salió de la ESMA en
brazos del capitán de navío Jorge Vildoza, que vestía de civil. Luego del parto, a
Cecilia no volvieron a verla.
El capitán de navío Vildoza firmó como “padre”. Consignó que el bebé había nacido
en su domicilio, en Dorrego 2735, según lo constató el médico Héctor Ricciardi con
su firma. El bebé del matrimonio Viñas-Penino pasó a llamarse Javier Gonzalo

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Vildoza. El capitán de navío Vildoza tenía 47 años, y su esposa, Ana María
Grimaldos, 41. Sus hijos, Jorge y Mónica, tenían 19 y 21 años. Al momento de la
apropiación del bebé, Vildoza era subdirector de la ESMA y jefe del Estado Mayor
del Grupo de Tareas 3 (GT3). Al secuestrar a un niño e inscribirlo como otro, se
usaron inscripciones fraudulentas como modo de perpetuar la ilegalidad,
consumando otro modo del exterminio: puesto que al desaparecerlos e inscribirlos
como otros se produce otro modo de filiación (falsificada) como optimización
racional del encierro, siendo lo que permanece vigente de la dictadura en la
actualidad (Lo Giúdice, A. y Olivares, C., 2006).
Muchos años después mediante un programa de televisión en España, “Quién sabe
dónde”, se interesaron por la historia de Hugo Penino y Cecilia Viñas , por lo que un
joven llamado Julio César Sedano, al parecer se entera y decide contactarse con
tribunales federales argentinos. Se dispuso a hacer los análisis de sangre. Estaba
cansado de vivir con dos identidades, a veces como Vildoza, a veces como Sedano.
Su apropiador le había dicho que había sido adoptado. Javier no creía que fuese
hijo del matrimonio Viñas-Penino. Quiso verificarlo. En este caso singular
situacional podemos entender que el estado le permitió acceder a “las condiciones
para dar lugar a un nuevo discurso que permita al sujeto obtener un saber sobre su
historia” (Lo Giudice, Olivares, C.,2006).
El 1° de junio de 1998 se presentó en el Banco Nacional de Datos Genéticos
(BNDG), acompañado por el secretario del juzgado de María Servini, y ofreció su
muestra de sangre para que fuese comparada con los marcadores genéticos de los
familiares de Penino y Viñas. Los resultados llegaron dos meses y medio más tarde.
Marcaron una coincidencia del 99,99%, tanto por rama paterna como materna.
Javier adoptó su nueva identidad: Javier Gonzalo Penino Viñas y tuvo un
reencuentro con la hermana de su padre Guadalupe Penino. Más tarde conocería a
gran parte de la familia; incluso a su abuela Cecilia Fernandez de Viñas (fallecida en
2018), encuentro en el que ella comenta: “Hay que darle espacio y tiempo, nada
más. Tiene derecho a vivir su vida, pero también a librarse del otro yugo que tenía,
porque ahora él sabe bien quién es”. El hecho de tener su verdadera identificación
“es una inscripción inconsciente con eficacia simbólica que particulariza e impide la
repetición de lo idéntico” (Lo Giudice, Olivares, C. 2006).
Se observa que Javier a pesar de haber sido un bebé apropiado, consciente de ser
adoptado, se evidencia un sujeto constituido, ya que, ha recibido la marca simbólica,

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trazo identificatorio que le permitió ser. Por lo que, “la apropiación ilegal ha forzado
el crecimiento de un niño en el seno de una familia que no es la suya pero,
paradojalmente, en esa relación ha quedado inscripto en lo humano y ha podido
eventualmente constituirse, con sus fallas y fisuras, como sujeto deseante”
(A.,Kletcniki, 2000). Además pudo formarse académicamente y crear su propia
familia. Sin embargo, al notar las fugas excesivas a diversos países y cambio de
apellido. Incluso denuncias a su supuesto padre, no puede dejar de lado la pregunta
por su identidad.
El presente relato pertenece a un hecho de crimen de filiación, que según Kletnicki
la lógica genocida está incrustada en la dinámica del crimen filiatorio que constituye
la apropiación ilegal. Debe adicionarse la siniestra categoría de apropiación
psicológica, ya que, desde la usurpación de los lugares paternos, y de las marcas
que desde esa posición se transmiten, se aportan las condiciones para estructurar
un sujeto (A., Kletnicki, 2004).
Durante el proceso de la búsqueda del hijo apropiado de Cecilia Viñas intervino, la
Asociación de “Las abuelas de plaza de Mayo”. Siendo el medio por el cual
obtenían datos y testimonios de personas que habían tenido contacto con la madre
durante su cautiverio. “La invención de Abuelas, con la creación de su institución,
fue un acto ético y ciudadano como respuesta a la usurpación del poder por parte de
las fuerzas armadas” (Lo Giudice, A., Olivares, C., 2006).
Para dar un cierre al trabajo, entendiendo los hechos ocurridos como traumáticos
durante la dictadura militar, se puede decir que afecta a toda la comunidad
convirtiéndolo en un trauma histórico que permanecerá por el resto de nuestras
vidas. En relación con la película Argentina 1985, el juicio acontecido como hecho
único en la historia de nuestro país. Traigo las palabras del fiscal Julio César
Strassera en su alegato: “Señores jueces, quiero utilizar una frase que pertenece ya
a todo el pueblo argentino: “Nunca más”. En dicha frase se guarda un cierto “alivio”
simbólico para aquellas familias que han sufrido tanto y que no volverá a transcurrir
otra vez. Construir la memoria es una tarea inaugural y permanente, y requiere, para
su realización, articular lo singular y lo colectivo. Para posibilitarlo, la generación
poseedora del pasado tiene como deuda con las que le siguen la transmisión de los
sucesos de su tiempo, debiendo encargarse, asimismo, de que el pasado no sea
rechazado (A., Kletnicki 2000). Por lo tanto, como sociedad Argentina tenemos la

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obligación de transmitir lo sucedido para generar una conciencia social que impida
que vuelvan a suceder estos hechos categorizados como Terrorrismo de Estado.

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Anexo

Película Argentina 1985


La película se basa en una historia de hechos reales que cuenta como los fiscales
Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo en 1985, un año después del fin de la
dictadura militar que en siete años provocó decenas de miles de víctimas y treinta
mil desaparecidos en Argentina, decidieron juzgar a la junta militar. Durante el
proceso fueron amenazados y perseguidos infundiendole un terrible pánico y terror.

Caso Cecilia Viñas y Hugo Penino

El hijo de Cecilia Viñas y de Hugo Penino nació en la Sala de Embarazadas del


centro clandestino de la ESMA el 7 de septiembre de 1977. Cecilia tenía un camisón
azul. En la sala, ubicada en el tercer piso, había un moisés también azul y un ajuar
de bebés, como era habitual en los días de partos. Los traía el médico obstetra de la
Armada, Jorge Luis Magnacco, que asistía a las embarazadas al momento de dar a
luz.
El padre del bebé, Hugo Penino, continuaba desaparecido. No existe hasta el día de
hoy ningún registro sobre él, ningún testimonio, luego de que fuera secuestrado
junto a su esposa Cecilia Viñas el 13 de julio de 1977.
La primera información de que Cecilia Viñas había tenido un hijo en la ESMA surgió
por el testimonio de Sara Solarz de Osatinsky, también detenida ilegal. Ella había
sido obligada a trabajar en la Sala de Embarazadas para asistir a Magnacco.
En 1980, cuando fue liberada, Solarz de Osatinsky reconoció a Viñas en una
carpeta de fotos que familiares de desaparecidos enviaron a organismos de
derechos humanos con sede en Europa. Pronto avisó a la familia: había visto a
Cecilia al momento del parto.
Después, en 1984, otros ex detenidos ilegales agregaron más información. Se supo
que la habían trasladado a la ESMA desde la Agrupación de Buzos Tácticos de la
Marina de Mar del Plata, donde permanecía alojada. El edificio estaba ubicado casi
sobre la playa. También se supo que el bebé que dio a luz salió de la ESMA en
brazos del capitán de navío Jorge Vildoza, que vestía de civil. Luego del parto, a
Cecilia no volvieron a verla.

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El bebé fue bautizado en la capilla Stella Maris de la ESMA, según un acta
entregada por la Iglesia en marzo de 2018. El día 12 de septiembre de 1977 fue
inscripto en el Registro Civil.
El capitán de navío Vildoza firmó como “padre”. Consignó que el bebé había nacido
en su domicilio, en Dorrego 2735, según lo constató el médico Héctor Ricciardi con
su firma. El bebé del matrimonio Viñas-Penino pasó a llamarse Javier Gonzalo
Vildoza. El capitán de navío Vildoza tenía 47 años, y su esposa, Ana María
Grimaldos, 41. Sus hijos, Jorge y Mónica, tenían 19 y 21 años.
Al momento de la apropiación del bebé, Vildoza era subdirector de la ESMA y jefe
del Estado Mayor del Grupo de Tareas 3 (GT3). Era la más poderosa estructura
operativa de la Armada. Subordinado a Vildoza, estaba el GT3.3.2, una unidad de
combate y apoyo logístico con la misión de aniquilar y lograr la destrucción física y
moral de su “blanco enemigo”, los miembros de Montoneros.
Los integrantes del GT3.3.2 actuaban de civil, se infiltraban entre sus enemigos,
grababan conversaciones, analizaban la información reunida y planificaban
operativos de secuestros. Luego, ya en el centro clandestino, los detenidos ilegales
quedaban bajo control de los oficiales del Grupo de Tareas 2, de Inteligencia, que se
ocupaba del interrogatorio y las torturas, y también de la selección de quienes
debían desaparecer.
El jefe del GT2 era Jorge Eduardo “Tigre” Acosta.
La primera prueba: un dibujo
La familia Viñas obtuvo la primera información concreta sobre el hijo de Cecilia en
1984. Fue por medio del médico Jorge Meijide. En una oportunidad, mientras
trabajaba en la clínica Santa Ana, Meijide recibió un pedido de consulta desde la
Obra Social de la Armada. El médico se trasladó a una casa de Martínez. Atendió a
un chico con un cuadro virósico. Calculó que tendría 6 años. Lo vio algo decaído,
con un poco de temperatura, pero el aspecto general era bueno.
Meijide no estuvo en la casa más de veinte minutos. Fue una visita como cualquier
otra de las que surgían a diario. Sólo le llamó la atención la tristeza del chico, que
contrastaba con la pulcritud de su dormitorio. También observó la calcomanía de
“Las Malvinas son argentinas” en la habitación.
Por su ojo de pediatra, habituado a observar el entorno familiar, supuso que no
había sido pegada por él. También notó que la madre que pidió la consulta era
bastante mayor, comparada con la edad del nene.

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Meijide advirtió otro detalle: varios portarretratos con fotos de un capitán de la
Marina. Tuvo presente su apellido: Vildoza.
En 1984, cuando se publicó el nombre del marino en un listado de represores,
Meijide visitó la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. Tenía la presunción de un
chico que podría ser apropiado. La presunción no, la certeza.
Desde Abuelas lo contactó una señora que buscaba a su nieto, Cecilia Fernández
de Viñas, la madre de Cecilia. Le preguntó si podía precisar cómo era el nene.
Meijide dibujó la habitación y su cara. No había pasado más de un año de la visita y
podía recordarlo. Además de médico pediatra, Meijide era dibujante de la revista
Humor. Firmaba sus tiras como “Meiji”. Una de sus creaciones era “La clínica del
doctor Cureta”.
“Ya sabíamos que mi hermana había tenido un bebé en la ESMA y luego, cuando
comparamos el dibujo con una foto de mi hija, que era lo más parecido a mi
hermana Cecilia… eran iguales. Ojos grandes, pestañas largas. Número puesto.
Empezamos a pensar que el nene podía haber sido apropiado por Vildoza”, afirma
Carlos Viñas.
A partir de entonces, el hermano de Cecilia reclamó la comparecencia del marino
ante la justicia. Denunció que su sobrino estaba inscripto con el nombre de Vildoza.
El juez García Méndez accedió a su pedido y citó al marino para una declaración
informativa. Vildoza se presentó en la sala el 13 de noviembre de 1984. Mostró el
certificado de nacimiento y se opuso a que al chico se le extrajera sangre u otra
prueba de cualquier tipo. Podría ser “muy cruento”, argumentó.
“Apelamos a la Cámara, pero llevó mucho tiempo. A veces, yo merodeaba por la
casa de Vildoza para ver si lo veía, hacía guardia, caminaba, pero nunca lo vi. Vivía
en una esquina, Tres Sargentos 1390, en Martínez. Al poco tiempo, en Abuelas
recibimos el dato de que ya no estaban. Se habían mudado a Paraguay. Fui a
buscarlo. Empecé a recorrer colegios por la avenida República Argentina, en una
zona bien bacana. Yo decía que estaba por ponerme un negocio y buscaba a una
familia conocida de argentinos, que tenía un hijo de 9 años. Que no recordaba el
nombre del colegio, pero era por la zona. Enseguida, el conserje del hotel me avisó
que había pasado la policía política y me recomendaba que me fuera. Era la época
de Stroessner”, refiere Carlos Viñas.
Hasta hoy, Viñas cree que su hermana habría estado secuestrada en la
dependencia de la Agrupación de Buzos Tácticos, al lado del Faro de Mar del Plata.

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Como Liliana Pereyra, otra detenida-desaparecida secuestrada en esa ciudad, que
fue madre en la ESMA, y luego la hicieron regresar a Buzos Tácticos. La pericia
antropológica probó que Pereyra fue asesinada el 15 de julio de 1978, tres meses
después de que naciera su hijo.

El hijo, muchos años después


Las búsquedas posteriores de la familia Viñas junto a las Abuelas fueron inocuas o
imposibles. Carlos Viñas no encontró a Vildoza en el sur de Brasil y tampoco se
sentía en condiciones de viajar a Sudáfrica para verificar si estaba en ese país, o
acaso en Londres. Eran dos datos, sin precisiones, que había recibido. Después
pasó una larga década sin novedades.
Las causas judiciales contra los represores habían sido cerradas por las sucesivas
leyes de Punto Final y Obediencia Debida y, finalmente, el indulto. Una luz de
justicia se abrió muchos años más tarde en los juicios por las embarazadas
despojadas de sus hijos en centros clandestinos. Un programa de televisión de
España, Quién sabe dónde, se interesó por la historia de Cecilia Viñas y Hugo
Penino, en forma coincidente con el juez español Baltazar Garzón, que aceptó
tomar juicios por bebés apropiados, que consideró imprescriptibles.
“Creo que eso fue en el año 97 —dice Viñas—. Me presenté con mi mamá a la
justicia en España y en la televisión. Pudimos pagar sólo un pasaje; del otro se hizo
cargo el programa. Contamos la historia, presentamos fotos. Seguimos denunciando
a Vildoza como apropiador del hijo de Cecilia y Hugo. El programa tuvo mucha
repercusión. Me llamaron de todo el mundo”, recuerda.
La búsqueda tuvo recompensa. Para entonces, Javier ya tenía 20 años. En su
periplo con Vildoza, había vivido bajo la identidad de Julio César Sedano, como
parte de la familia “Sedano”, en Paraguay, Sudáfrica y ahora en Londres. Siempre
en fuga. Ya vivía solo, en Londres. Como su padre Hugo Penino, Javier estudiaba
economía. Y pronto conocería a una chica, su futura esposa, de nacionalidad
griega, que estudiaba psicología, como su madre Cecilia.
Javier se contactó con los tribunales federales argentinos. Es probable que se
hubiera enterado del programa en España, o que hubiese leído en internet acerca
de las denuncias contra el capitán Vildoza. Se dispuso a hacer los análisis de
sangre. Estaba cansado de vivir con dos identidades, a veces como Vildoza, a

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veces como Sedano. Su apropiador le había dicho que había sido adoptado. Javier
no creía que fuese hijo del matrimonio Viñas-Penino. Quiso verificarlo.
El 1° de junio de 1998 se presentó en el Banco Nacional de Datos Genéticos
(BNDG), acompañado por el secretario del juzgado de María Servini, y ofreció su
muestra de sangre para que fuese comparada con los marcadores genéticos de los
familiares de Penino y Viñas. Los resultados llegaron dos meses y medio más tarde.
Marcaron una coincidencia del 99,99%, tanto por rama paterna como materna.
Para Javier, en un principio, fue un impacto. Le costó entenderlo.

El reencuentro familiar
“Lo conocimos dentro del despacho del juzgado. Le di las fotos de mi hermano Hugo
—dice Guadalupe Penino—, se vio muy parecido. Enseguida vino a Mar del Plata y
se relacionó con sus nueve primos de la familia Penino. Mi mamá no conoció a su
nieto —había muerto en 1991—, pero atesoraba una pequeña foto de un nene en
una fotocopia, que suponía que era de su nieto. Y finalmente, cuando él nos dio su
carpeta de fotos, esa foto estaba. Mi papá, Reynaldo, le dijo: ‘Sos parte de Hugo,
con eso me alcanza’. Javier tenía un afecto especial por él. A partir de entonces hizo
varios viajes, nos presentó a sus hijos, mantenemos contacto”, indica Guadalupe.
Vildoza envió una carta a Reynaldo Penino, el padre de Hugo. Reconocía la
apropiación, pero afirmaba que lo había hecho “por su bien”, el de Javier, y aclaraba
que no tenía información sobre el destino de Hugo. La familia Penino no aceptó un
encuentro con el represor de la ESMA.
Cecilia Fernández de Viñas falleció en mayo de 2018. Poco antes había recordado
el reencuentro con su nieto: “Hay que darle espacio y tiempo, nada más. Tiene
derecho a vivir su vida, pero también a librarse del otro yugo que tenía, porque
ahora él sabe bien quién es”.
La familia Viñas-Penino continúa buscando información sobre Cecilia y Hugo. “De
mi hermano Hugo, después de su secuestro, nunca tuve ningún testimonio. Nadie
que lo haya visto en ningún centro clandestino. Nadie que me hubiese informado
algo, aunque sea en forma anónima. Cecilia, con los llamados, tuvo una doble
desaparición. Los dos están presentes. Cuando no te dan los restos, seguís
esperando a tus hermanos”, afirmó Guadalupe Penino.

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Bibliografía

● https://www.infobae.com/sociedad/2021/10/10/el-enigma-de-la-desaparecida-
que-llamaba-a-su-familia-en-democracia-y-la-pista-que-llevo-a-su-hijo-nacido-
en-la-esma/
● Kletnicki, A. (2000). Niños desaparecidos: la construcción de una memoria.
En La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de
niños, Lumen/Humanitas, Buenos Aires, 2000.
● Kletnicki, A. (2004). Niños desaparecidos: lógica genocida y apropiación
ilegal. En Daniel Feierstein y Guillermo Levy (comp.): Hasta que la muerte
nos separe. Poder y Prácticas Sociales Genocidas en América Latina,
Ediciones Al Margen, Buenos Aires, 2004.
● Lo Giúdice, A. y Olivares, C. (2006). Identidad y responsabilidad. En
Violaciones a los derechos humanos frente a los derechos a la verdad e
identidad, Abuelas de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2006.

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