Está en la página 1de 3

SEXENIO DEMOCRÁTICO

En 1868 España se encontraba en una época de crisis política debida al desgaste del
gobierno moderado y la firma del Pacto de Ostende que derroca a la monarquía
borbónica; de crisis económica por la caída de las acciones ferroviarias, la crisis
industrial en Cataluña por problemas de abastecimiento y el aumento del precio de
los productos básicos. Todo esto provocó en una fuerte crisis social con un
incremento el paro, hambre en el campo, temor e inseguridad en las clases urbanas,
deterioro generalizado de los niveles de vida, etc.
El Sexenio Democrático se caracteriza por ser un periodo muy convulso por la
sucesión de regímenes políticos antagónicos (monarquía y república), más de viente
cambios de gobierno, numerosas convocatorias electorales y la aparición de
fenómenos políticos y sociales nuevos (acción del movimiento obrero, insurrección
cantonalista y cuestión de guerra de Cuba) en muy poco tiempo.

El 17 de septiembre de 1868 se dio un pronunciamiento naval en Cádiz con el lema


“¡Viva España con Honra!”. Prim, quien se encargó de dirigir la conspiración
revolucionaria, nombró una Junta Revolucionaria que pasó a controlar la ciudad de
Cádiz, y juntas parecidas fueron creándose por todo el país. Aunque las fuerzas leales
a Isabel II intentaron resistir, el 27 de Septiembre fueron derrotadas en Alcolea, cerca
de Córdoba, lo que llevó al exilio de la reina a Francia.
Tan solo veinte días después del golpe, se formó en Madrid un Gobierno Provisional
presidido por el general Serrano, con Prim en el Ministerio de Guerra. Prim tuvo
como primera tarea eliminar la dualidad de poderes y para ello consiguió, con una
dura represión, disolver las Juntas locales que se habían creado. El Gobierno
Provisional también se encargó de establecer la peseta como única moneda nacional,
rebajar los aranceles aduaneros e iniciar la Desamortización del subsuelo (venta de
las minas) en el ámbito económico; de el programa de reformas (libertad de imprenta,
de reunión y de asociación) y la convocatoria de unas Cortes Constituyentes que
diesen forma legal al sistema salido de la Revolución en ámbito político. Respecto a
este último, cabe destacar las primeras elecciones con sufragio universal (varones
mayores de 25 años) y la Constitución de 1869 en la que se proclamaba la Soberanía
Nacional, la separación de poderes (Legislativo en las Cortes Bicamerales, Ejecutivo
en el Rey y judicial en los Tribunales),1 sistema parlamentario, amplia declaración de
derechos, liberta de culto (aunque el Estado sostiene a la Iglesia Católica).
Al recogerse en la nueva Constitución el principio monárquico, se pasó a la busca de
este. La coalición gobernante se dividió ya que cada grupo tenía su propio candidato.
A finales de octubre de 1870 Amadeo de Saboya, duque de Aosta, aceptó la
candidatura y, tras la votación de las Cortes, fue proclamado rey. Sin embargo, el
asesinato del general Prim el 27 de diciembre y su fallecimiento tres días después
justo cuando Amadeo llegó a Cartagena, dejó al nuevo monarca sin su principal
valedor. Tras esto, Amadeo I ocupó el trono desde enero de 1871 hasta febrero de
1873. La brevedad de su reinado se debió, en gran parte, a la desunión de las fuerzas
políticas, encontrando una fuerte oposición interna en la que los carlistas iniciaron
varias revuelas (Tercera Guerra Carlista), los alfonsinos (grupo que quería la vuelta

de los Borbones con Alfonso XII) obtuvieron el apoyo de la Iglesia y de la alta


burguesía, y los republicanos protagonizaron diversas insurrecciones en Cataluña y
Andalucía con influencia de las ideas revolucionarias anarquistas e internacionalistas.
El monarca también encontró problemas originados por la insurrección cubana
(Guerra de los Diez Años, inicia en 18868), y el problema de la abolición de la
esclavitud en las colonias. Otra causa principal de la caída de Amadeo I fue la
desintegración de la coalición gubernamental, en el que el Partido Progresista se
dividió en dos vertientes enfrentadas: el Partido Constitucionalista y el Partido
Radical. Con todos estos problemas, el 11 de febrero de 1873, Amadeo de Saboya
presentó su renuncia. Ese mismo día, las Cortes se pronunciaron a favor de un
régimen republicano.

Desde sus comienzos, el movimiento republicano español se hallaba dividido en


varias facciones: los que defendían una república unitaria y los que defendían una
república federal; y, a su vez, estos últimos se dividían los partidarios de la
organización del Estado a partir de las Cortes y del gobierno, y los que preferían una
organización desde las comunidades de base hasta la Nación. En los once meses que
duró la república hubo cuatro presidentes. El primero fue Estanislao Figueras, que
estuvo el frente durante cuatro meses y al que la inestabilidad, casada por la guerra
carlista y cubana y por las contantes revueltas populares, los intentos de revolución
de los republicanos más extremistas y los intentos de golpe de estado promovidos por
el Partido Radial; hizo casi imposible la labor de gobierno. La falta de acuerdo entre
republicanos y radicales obligó a la convocatoria de unas nuevas elecciones en las
que la victoria fue para los republicanos federales. Francisco Pi y Margall fue
nombrado presidente. Las Cortes elaboraron un proyecto de Constitución Federal de
1873, en la que se define España como una república Federal. Sin embargo, no llegó
a aprobarse. En verano de 1873 empezaron a haber levantamientos que se sucedieron
por diversas localidades, muchos incluso declararon la guerra al Estado central. Pi y
Margall dimitió y fue sustituido por Nicolás Salmerón, que adoptó una actitud de
mayor firmeza, destituyendo a todas las autoridades civiles y militares sospechosas
de colaborar con los insurrectos y consiguió la pacificación del levante y Andalucía,
reprimiendo así el cantonalismo. Pero esta fuerza atrajo las críticas de la izquierda en
las Cortes y, en esta situación, y ante la disyuntiva de tener que firmar dos penas de
muerte contra reos cantonalistas, prefirió dimitir el 5 de septiembre. En su lugar fue
elegido Emilio Castelar. Este se acercó a lo monárquicos, pactó con la Santa Sede e
intentó recuperar la confianza del ejército. Todo esto provocó la oposición de la
izquierda y, ante el peligro de que estos estableciesen el sistema federalista, el capitán
general Manuel Pavía dio un golpe de Estado y acabó con las Cortes constituyentes
republicanas sin apenas resistencia.
A partir de este momento, una serie de políticos y militares formaron los sucesivos
gobiernos, presididos por el general Serrano. El Gobierno suspendió l Constitución de
1869, limitó el derecho de asociación, cerró diversos clubs políticos y prensa
republicana. Ante esto y que no había Constitución ni intención de hacerla, Antonio
Cánovas del Castillo preparó la restauración borbónica en el hijo de Isabel II, Alfonso
XII. Para ello, consiguió que Isabel II abdicase. Cánovas quería llevar a cabo la R

Restauración Borbónica sin pronunciamiento militar, pero los acontecimientos se


precipitaron y un pronunciamiento del genera Martínez Campos proclamó rey de
España a Alfonso XII el 29 de diciembre de 1874.
El Sexenio Democrático puso de manifiesto la existencia en España de fuerzas
políticas enfrentadas, y además aparecieron nuevos grupos y movimientos como las
ideas federalistas, anarquistas y el movimiento obrero. La integración de todas estas
fuerzas en un único sistema político será uno de los retos del nuevo régimen, la
Restauración.

También podría gustarte