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Acompañantes

Claudia Daniela Onorato


Claudia Onorato

Acompañantes

Acompañantes by Claudia Daniela Onorato is licensed under

a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-

SinObraDerivada 4.0 Internacional License.


Este libro describe y explicita el Sistema Preventivo de Don Bosco

renovado como acompañamiento para los jóvenes de hoy.


Plegaria: Danos tu Espíritu

Danos tu Espíritu, Señor.

Donde no hay Espíritu, no puede brotar la vida.

Danos tu Espíritu, Señor.

Donde no hay Espíritu, lo único posible es el miedo.

Danos tu Espíritu, Señor.

Donde no hay Espíritu, aparecen los fantasmas.

Danos tu Espíritu, Señor.

Donde no hay Espíritu, la rutina lo invade todo.

Danos tu Espíritu, Señor,

Donde no hay Espíritu, no podemos reunirnos en tu nombre.

Danos tu Espíritu, Señor.

Donde no hay Espíritu, se olvidan las cosas esenciales.

Danos tu Espíritu, Señor.

Donde no hay Espíritu, no puede haber esperanza.

Danos tu Espíritu, Señor


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Capítulo 1- Acompañantes
Los acompañantes son personas que dedican su vida a posibilitar el

despliegue personal de otras personas: tanto en la exterioridad como en la

interioridad.

Entendemos el acompañamiento como un encuentro en el que existen

fuerzas constituyentes que forman al sujeto, tanto en lo exterior como en el

interior. Corporeidad e interioridad, son igualmente importantes en la formación/

constitución del joven, no existe un aspecto más relevante que otro.

En este encuentro, los acompañantes enfrentan un alto grado de

provocación. El objeto de la provocación son los problemas, los riesgos

presentes en la vida del acompañado que se oponen al acompañamiento. La

provocación dice el estado real en el que la persona se encuentra. Desde la

llegada del joven podemos conocer este micromundo.

En los marcos de las observaciones anteriores, decimos que es

posible conocer la realidad exterior e interior de la persona. Aunque la vida

interior parezca imperceptible, no lo es. La corporeidad está cargada de un

lenguaje que expresa la interioridad, junto a la expresión oral del acompañado,

en la experiencia del acompañamiento, tiene un significado que los

acompañantes pueden interpretar, el mensaje del cuerpo es comprensible.

En efecto, lo que ocurre en nuestra vida interior se hace cuerpo, deja

su huella, de ese modo, se manifiesta al exterior, se comunica. Es cierto que la

persona no es consciente, a veces, de lo que está expresando con su cuerpo:

con su tono de voz, sus gestos, su rostro, sus palabras y que, como
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acompañantes, podemos clarificarlo para ella. Cabe agregar que nuestra vida

interior, como la de los jóvenes, es mucho más de lo que podemos comunicar.

No buscamos, aquí, hacer lectura del lenguaje corporal sino leer en el cuerpo los

mensajes positivos y negativos que fluyen de la interioridad de la persona.

Con el cuerpo sentimos (fühlen), recibimos impresiones y nos

expresamos, nos damos a conocer internamente, gracias a la ventana abierta

por la empatía. El cuerpo vivo (Leib), es decir, el cuerpo con vida interior, puede

ser comprendido, porque expresa y comunica a la persona, por ende, somos

seres encarnados, somos don, nos damos incesantemente en cada gesto.

Nuestro mundo afectivo y mental fluyen por nuestro cuerpo, porque somos una

unidad. De estos saberes simbólicos, mensajes expresados por nuestro cuerpo,

emergen, para el acompañante, dispositivos externos que son apropiados para

responder a la provocación recibida en el acompañamiento. Dichas

intervenciones, son hechas a la medida del otro, por lo cual, el acompañado

puede apropiárselas, incorporándolas a su vida.

En esta interacción entre exterioridades e interioridades, que es el

acompañamiento, se establece la comunicación, se construye una base de

confianza y de seguridad en el trabajo conjunto y ambas partes se conocen. Es

posible y deseable que los acompañantes entren en comunión uno con el otro,

ingresen en su interioridad y entiendan sus significados personales. Esta

comunión solo es posible si acompañado y acompañante viven en “el hogar”, no

se trata de un sitio exterior (aunque también lo es) sino de ingresar al propio

corazón. Estar en comunión, estar en el corazón, y estar en el hogar son

idénticos. En este sentido, la provocación es todo lo que pretende alejarnos del

hogar, es la no coincidencia de la voluntad humana con la voluntad de Dios.


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Por su parte, la provocación, da cuenta de dos cuestiones: la primera

es el significado de la misma para la persona: qué sentido particular tiene para

ella ponerse en riesgo, por qué esta persona se expresa de esa manera y por

qué se encuentra en el estado en el que se encuentra. La segunda, es la red de

relaciones (personas, instituciones) que articulan con ese riesgo y nutren el

marco represivo de esa persona, dándole al riesgo una forma particular, única,

que al ser registrada, vista, descripta, comprendida por el acompañante posibilita

la construcción de un conjunto de dispositivos que explicitan el marco represivo

personal del acompañado. Este marco, es contrariado por el Sistema Preventivo

personal, que actúa de manera opuesta a la expresión de la provocación. El

acompañante evidencia el marco represivo y su trama, también, todo lo que este

marco prescribe a esa persona que la sitúa en un lugar de enfermedad.

Por otra parte, los acompañantes buscan posibilitar el despliegue de

todas las potencialidades personales del acompañado, para lo cual, necesitan

llegar a comprender el estado real del mismo, lo que es propio de esa persona y

de ninguna otra, el significado de sus expresiones y su dinámica personal. Lo

hacen, estando atentos al cuerpo del otro, por ejemplo, a lo que expresa con su

rostro, sus gestos, sus movimientos, su estética, sus adornos, porque todo

expresa una realidad interior, todo es símbolo del marco referencial personal.

También, atendiendo al microcosmos vital de la persona, a toda su red vincular,

su mundo de la vida, su cotidiano, porque allí hay resonancias del marco

personal que fundamentan la permanencia del joven en ese marco referencial

que lo lleva a ponerse en riesgo. Esto, también puede ser conocido, explorado,

explicitado para el acompañado, junto a sus significados.


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Poder interpretar y definir lo que aparece de modo sutil, indirecto,

confuso, a veces, ambiguo, otorga claridad y comprensión al proceso de

acompañamiento. Puntualmente, el manejo de los implícitos por parte del

acompañante puede explicitar el mundo referencial del otro. En cuanto al

acompañado, estas definiciones le revelan algo que para él estaba oculto, al

poder verlo claramente debe convertirse, debe buscar su bien.

Cuanto más reprimida la expresión del acompañado, mayor es el

riesgo personal, porque la represión lo conduce a cerrarse a que el otro penetre

en la propia interioridad, a no mostrarse auténticamente, de ese modo, el vínculo

se hace más opaco y menos espontáneo. El acompañante puede ayudar a esta

persona a situarse en el yo para tener señorío sobre su interioridad y sobre sobre

su cuerpo, por ende, para poder expresarse libremente. Como este proceso se

realiza gradualmente, el acompañante no se preocupa por lo que prescribe la

represión, sabe que lo que busca quedar oculto siempre sale a la luz y que

cuando aparezca, debe explicitarlo inmediatamente.

La tarea de los acompañantes es la de fundamentar estos procesos

en sus provocaciones y dinámicas, sin pretender agotarlos porque reconoce que

la persona es misterio. Lo que busca el acompañante es conocer y comprender

la interioridad del otro. Debe contemplar la experiencia con método hasta poder

dar cuenta de la misma. La experiencia, plena de datos perceptivos y reflexivos,

estimula el deseo de conocer de los acompañantes. Estos explicitan todas las

dimensiones de la experiencia, no para abarcarla totalmente, sería imposible,

sino para conocer su estructura y sus significados a fin de poder señalar una

orientación. La socialización de estas intervenciones y de los resultados de la


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experiencia mediante narrativas colaboran y ayudan a avanzar en el

acompañamiento.

No obstante, la tarea de los acompañantes no finaliza al poder señalar

una orientación, se proponen nuevas tareas en el encuentro con el acompañado,

tareas de fortalecimiento personal, de formación, de sanación y de conversión.

La conversión de los acompañados abre al sentido más profundo del

acompañamiento, al fundamento divino de la experiencia, por ende, a su

realización, cada vez más plena. Por otra parte, decimos que los acompañantes,

por la conversión, son personas que viven en la gracia, ella los fortalece, les da

un modo particular de leer la realidad (que trasciende las posibilidades de la

razón y de la propia naturaleza humana).

El acompañamiento, enriquecido con contenidos propios del

Magisterio de la Iglesia, abre nuevas posibilidades y haceres, a veces

inimaginables, pero, posibles de comprender y de encarnar, así, se amplían los

conocimientos acerca del acompañamiento, aunque es evidente que se trata de

un obrar que no es solo humano. Los acompañantes permanecen abiertos a

estas posibilidades que les hacen saber que nada es imposible por la fe, por

ende, que allí donde la ciencia dice que no hay salida y cierra el camino, él puede

abrirlo porque habilita la posibilidad del milagro.

Los acompañantes nunca cierran los caminos, por el solo motivo de

que el acompañamiento en sí mismo no se entiende sino como obra de la gracia

en el corazón del acompañado, gracia que actúa internamente. Allí donde la

voluntad de la persona acompañada dialoga con la voluntad de Dios todo es

posible.
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Esto supone, que los acompañantes estén dispuestos a abandonar

sus propios criterios, sus propios juicios, por los criterios y juicios de Dios. Esto

sucede cuando los acompañantes reconocen en su interior que los criterios de

Dios son mejores a los construidos por ellos, de mayor bondad. Implica que Dios

revela al acompañante su plan sobre la persona del acompañado, información

imposible de construir si no es recibida por el entendimiento como donación que

proviene de Dios.

En este sentido, el acompañante –si vive en la gracia de Dios- se

encuentra protegido. Si le parece que es adecuada una orientación (pero en

realidad se equivoca) Dios le muestra al acompañante que está en un error y a

este, habiendo recibido esa corrección divina, le parece evidente que ese no es

el camino apropiado. Incluso, puede suceder que Dios revele su plan divino al

acompañado y que el acompañante deba secundar esta acción divina

confirmándola. En la práctica del acompañamiento encontramos personas que

saben discernir este plan divino e inmediatamente confirman lo que Dios está

haciendo o lo que dice que va a hacer. Otras personas, en cambio, se ofrecen

como acompañantes, pero no construyen hogar, no ingresan en la comunión,

por lo cual, no tienen esta sensibilidad, niegan la percepción espiritual ajena, con

consecuencias para sí (porque contradicen al Magisterio de la Iglesia, por lo

tanto, aumentan su confusión) y para el acompañado, que deberá tramitar el no

haber sido confirmado en su percepción. En todos los casos, se deberá tramitar

algo del orden de lo sobrenatural y abrirse a nuevas posibilidades.

Si los acompañantes viven en gracia (es decir, confiesan todos sus

pecados en la confesión) dedican tiempo a escuchar las inquietudes, los anhelos

de los acompañados, a registrar sus vivencias cotidianas, con sus expresiones


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propias y particulares, llegarán a donde pretenden ir y se enriquecerán con cada

acompañamiento. Si ambos, acompañante y acompañado, se abren a la gracia,

irán más lejos. Si el acompañado no se abre a la gracia, si luego de haber visto

no se convierte, es como quien ha ordenado y limpiado su casa de

enfermedades, y luego, deja que ingresen enfermedades peores.

Es importante entender esto, todo lo que la persona hace estando

enferma se lo ofrece a la enfermedad. Si la persona está enferma de depresión,

todas sus acciones se hacen para la depresión, alimentan la depresión, la

aumentan. Si desayuna, desayuna triste, desde el comienzo del día envía

mensajes depresivos, esa persona trabaja para la depresión, la depresión es su

amo y ella le reza todo el día. Si, por el acompañamiento, logra salir de la

depresión y comienza el día higienizándose, perfumándose, ordenando sus

cosas, limpiando con alegría, entonces, la depresión ya no tiene señorío en ella,

sus obras transmiten mensajes positivos de alegría, y todo lo que hace es una

oración a Dios. En ambos casos la oración es contínua, una enferma y oprime,

la otra sana y libera.

Capítulo 2- El punto de partida


¿Qué es ser acompañante? ¿Qué impacto tiene en nuestra propia

vida el ser acompañante? ¿En qué dinámicas nos encontramos que den cuenta

de nuestro estar siendo acompañantes y del impacto que esto produce en

nuestra vida?

Diremos que es inseparable el estar siendo acompañados del

acompañar, aunque no todo acompañado sea, necesariamente, acompañante.

Es acompañante quien ha realizado un proceso de conversión que le posibilita


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vivir conscientemente, vivir de acuerdo a su marco preventivo, expresarlo con

todo su ser. El acompañante se encuentra en una dinámica que,

progresivamente, lo lleva a vivir con mayor claridad, donde el exterior

transparenta lo interior. Esta claridad es fundamental para el logro de la

seguridad y firmeza personal que posibiliten tramitar lo interior y expresarlo,

manifestándolo hábilmente con el cuerpo, es decir, comunicar de modo

consciente lo que ha encarnado y que le interesa mostrar, además, poder

tramitar lo exterior desbloqueando lo que pueda frenar la expresión, el fluir vital,

la transparencia personal.

Encuentro intersubjetivo
Afirmamos que ser acompañante nos constituye y que vamos siendo

en el vínculo con otro, ninguno es central en esta relación, ninguno primero o

segundo, se trata de un entretejimiento intersubjetivo, de una experiencia

humana, porque, ambos estamos insertos en un movimiento circular que nos

involucra de la misma manera.

Como señalamos, el cuerpo es un mensaje a descifrar: mensaje que

puede ser corporal y oral. Esta expresión puede ser acompañada, para que la

persona logre expresar lo indecible. Se lo acompaña no solo a relatarse mediante

la escritura sino a comunicar de manera encarnada dicho relato, a expresarlo

con todo su cuerpo: la postura, el arreglo personal, el cuidado de su entorno. De

este modo, la atención a la exterioridad es una forma de convocar al Yo del otro,

por lo tanto, se lo convoca a la unidad entre la exterioridad y la interioridad. Esto

es posible en el encuentro empático con el otro, porque implica conocerlo, saber

sus gustos, lo que le agrada.


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El acompañante atiende el exterior, pero su mirada se dirige al

corazón, todo en el cuerpo le habla del corazón del otro. Por ende, quien mira al

acompañante y se deja acompañar, busca, que este también revele su corazón

y le enseñe el camino que lo ayude a revelar el propio corazón, sin represión, en

libertad. Que le posibilite revelarse en ese encuentro como un otro.

Entendemos el relato del otro, como un medio para conectar con sus

historias, más o menos articuladas; para comunicar su interioridad, más o menos

explorada; para presentar su yo personal, que expresa sus juicios, sentimientos,

anhelos; para mostrar su cotidiano. En la palabra encontramos otra forma en la

que la persona se presenta a sí misma. Cuerpo y la palabra son una unidad que

remiten a un mundo interior y simbólico desde el que es posible co-construir

narrativas, lenguajes, expresiones que expliciten dinámicas intangibles.

El cuerpo y la palabra son fundamentales para el proceso de

acompañamiento y para la elaboración de narrativas. Saber comprenderse,

comprender, narrarse y narrar el mundo apropiadamente, es decir, con precisión,

es una conquista. En el fluir de palabras que se intercambian en el

acompañamiento es posible conocer, además, si el acompañado logra

expresarse adecuadamente, darse a entender. Si no logra hacerlo, es posible

acompañarlo pedagógicamente, para que logre superar sus carencias formativas

y llegue a relatarse según su edad.

En este reconocimiento mutuo, en este miramiento, se juega la

apertura en el encuentro. Encuentro, miradas, palabras que tienen resonancias

salesianas y evangélicas, resonancias que no reducimos a la lectura histórica,

contextual o de otras dimensiones, sino que las entendemos desde la comunión

con lo santo.
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Todo lo anterior supone apertura mutua y disponibilidad a encontrarse

a sí mismo de verdad y a construir comunión; de lo contrario el cuerpo y la

palabra son ambiguos porque engañan, según lo prescribe el marco represivo.

Tareas del acompañamiento


Para compartir lo que entendemos son los contenidos del encuentro

de acompañamiento, debemos explicitar, en primer lugar, que buscamos llegar

hasta el marco preventivo personal del acompañado. Sostenemos que, cuanto

más crezca el acompañado en el conocimiento de este marco, más buscará salir

del marco referencial represivo y más se aproximará a su núcleo personal.

Tal como venimos refiriendo, entendemos el acompañamiento de

manera integral, la persona es una unidad: las dimensiones del cuerpo vivo, de

los pensamientos, el mundo de los afectos, el yo personal (la conciencia de sí

mismo, esto es, tomar conciencia, el darse cuenta de que está percibiendo: mira,

toca, huele y la capacidad de reflexionar), la libertad de elegir dejarse conducir

por Dios, sus potencialidades, su necesidad de trascender, su núcleo personal

(punto inmóvil donde el Yo personal se siente en casa), como dice Edith Stein,

la persona en todos sus colores.

Por ende, en el acompañamiento, no buscamos solo el refinamiento

personal (necesario para sanar historias de carencias afectivas, formativas) sino

la conversión personal, sin la cual no se accede al núcleo personal. En otras

palabras, NO SE ACCEDE AL NÚCLEO PERSONAL POR EL

PERFECCIONAMIENTO PERSONAL SINO POR LA CONVERSIÓN.


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Atendiendo a estas dimensiones de la persona podemos decir que

las tareas del acompañamiento son diversas: escuchar/ hablar (mociones, ideas,

sentimientos, imágenes, acontecimientos, gestos, actitudes, preguntas, deseos,

temores, todo lo que hace a la vida ordinaria), recibir datos, definirlos, ordenarlos,

estructurarlos, darles sentido, descubrir valores, incorporar nuevas ideas,

proponer los sacramentos, la catequesis, la caridad. Contar con recursos

personales propios de la formación permanente y de la conversión personal,

contar con un marco doctrinal, ser persona de oración, mejorarse a sí mismo,

enriquecerse. Pueden aparecer, además, tareas nuevas inimaginables: nombrar

realidades de las cuales el acompañante no tiene experiencia, encontrar nuevos

significados en lo instituido, jugarse y confirmar al otro cuando todos lo

desconfirman.

Marco teórico de los acompañantes


Veamos otro estrato del ser acompañante. Como nuestro ser

acompañante se despliega en una temporalidad vamos siendo y dejando de ser,

en el sentido de abandonar unas formas pasadas y abrazar nuevas maneras de

ser y estar siendo acompañantes, esta es nuestra fragilidad. Este fluir es un

movimiento inseparable de lo eterno. La túnica de la eternidad, hacia la cual

vamos, se va tejiendo con los hilos de la temporalidad. En efecto, ser

acompañante es llamado y es proceso de formación, es temporalidad, es

cambio, es movimiento y es eternidad.

De lo anterior se desprende, que nos formamos todo el tiempo,

crecemos, nos mejoramos. Los acompañantes:


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 recurrimos a los recursos que nos proveen las ciencias

humanas (puntualmente, recursos de psicología preventiva

salesiana)

 rechazamos conceptos y técnicas que provengan de otras

religiones, sectas o ideologías debido a que tienen una teoría

del espíritu contraria a la nuestra (por lo tanto, sus constructos

promueven un marco referencial represivo), nos referimos a

yoga, reiki, Neuw Age, etc.

 Teniendo en cuenta que el acompañado necesitará ser

formado en todas las esferas en las cuales necesite ser

enriquecido, recurrimos a otras fuentes: el sistema preventivo

de Don Bosco renovado, con todos sus dispositivos; la

Teología, el Magisterio de la Iglesia. Todas estas esferas son

lenguajes en los que se debe introducir al otro para ampliar su

horizonte y enriquecer su lenguaje personal.

En otras palabras, más allá de toda teoría y de toda técnica somos

acompañantes. Es decir, nada reemplaza el estar acompañando desde nuestra

propia vida, conectados a nuestro centro. Estar centrados es mucho más que

estar despiertos, conscientes, atentos, posicionados desde nuestro yo personal,

actualizados teóricamente, refinados, bien formados. Estar desde el corazón,

desde el núcleo vital, supone una vida que se expresa de forma armónica, una

vida coherente y comprometida, sin este latido todo lo demás es solo

procedimiento y se torna mecánico.


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La temporalidad en el

acompañamiento
El acompañante se mueve en una temporalidad, que es actualidad,

está siendo. Este ser es presencia, es estar en atención plena, vivo aquí y ahora,

en actitud contemplativa. Pero esta afirmación no es genérica, cada

acompañante está presente con su originalidad, siendo él mismo. Es decir, lo

que el acompañante es hoy, se vincula con lo que fue, con su pasado, su

biografía, su trayectoria, aunque esto esté en el pasado. No es menos cierto que

permanece abierto al futuro, a la posibilidad, sabe que dentro de su horizonte

apodíptico existe una zona de desarrollo potencial, lo conoce porque lo que él es

hoy (desarrollo real) es la concreción de algo posible. Este proceso formativo

conduce al refinamiento personal de los acompañantes. Todos lo anterior no es

suficiente, junto a este proceso está el proceso de conversión, camino que abre

al acompañante a horizontes novedosos, impensados porque trascienden su

potencial, sus posibilidades, sus horizontes disponibles. Sin embargo, son

logrables y comprensibles.

En síntesis, somos seres históricos, culturales, con un pasado

personal y comunitario que, por serlo, nos precede. Todas nuestras dimensiones

contienen posibilidades que pueden realizarse en el futuro. Descubrir estas

posibilidades está en nuestras manos, ellas aparecen en todo proceso de

interrogación, de trabajo serio sobre un tema o una realidad, simplemente se

donan para quien permanece abierto a lo real. Ahora bien, si la persona

permanece abierta a las realidades temporales y, además, a la ayuda de la


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gracia de Dios, las posibilidades son inimaginables porque trascienden la

naturaleza humana.

En el acompañamiento, tenemos en cuenta la dimensión temporal,

por eso mismo, consideramos aspectos biográficos que dan cuenta de cómo la

persona, la familia, la comunidad, llegaron a ser lo que son en la actualidad.

También, damos cuenta de las potencialidades presentes en las personas, de

lo que ellas pueden llegar a ser; posibilidades que posiblemente estén siendo

afectadas (por múltiples causas externas e internas), es más, lo habitual es que

lo estén y que no se lleguen a realizar, que estén impedidas. En el encuentro, el

acompañante recibe todos estos datos.

Además, los acompañantes, pueden detectar riesgos a todo nivel:

necesidades básicas insatisfechas, carencias afectivas, carencias formativas y

procurar la solución. También, registran oportunidades. Las oportunidades a

nivel externo, por ejemplo: redes institucionales, creación de instituciones

destinadas a satisfacer necesidades básicas, iniciativas solidarias, grupos de

interés en los que los acompañados pueden participar, comunidades a las que

pueden pertenecer, talleres, centros formativos, cursos de capacitación,

bibliografía, técnicas de estudio. A nivel interno: romper mensajes negativos,

superar bloqueos. En definitiva, siempre junto a las rutinas de riesgo están las

rutinas de salud, de posibilidades de cambio y de realización personal, familiar,

etc. Muchas de las intervenciones de los acompañantes se dirigen a superar las

carencias del pasado, otras, habilitan nuevos horizontes.

Por otra parte, es común que personas que tienen acceso a los bienes

culturales y que logran un refinamiento personal mediante la formación,

encuentren límites impuestos por un marco represivo, esto también es materia


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de acompañamiento porque impiden la realización plena del despliegue personal

(esto es totalmente inconsciente para la persona, pero, puede percibirlo a veces

como la necesidad de dar un salto en el pensamiento, un salto en la abstracción

que posibilite romper una barrera mental, esto le sucede más allá de que advierta

que está sólidamente formado). Por ejemplo, Francesc Torralba Roselló,

reconocido filósofo, con una carrera brillante, arrastra en sus escritos el error

conceptual resaltado en este libro: afirma que Edith Stein propone que se llega

al núcleo personal por el refinamiento personal. Afirmar esto es decir que Dios

está disponible solo para las personas que poseen formación académica, es

insostenible. Nosotros afirmamos que no se trata de un simple error, sino que es

un mensaje negativo que el autor no puede cuestionar porque es parte de su

sistema represivo, su capacidad reflexiva está bloqueada. Torralba, arrastra el

error de Adair Aparecida Sberga HMA y de Marina Massimi, de hecho, las cita

en su tesis doctoral. Tanto Sberga como Massimi, son investigadoras católicas.

Sberga, HMA, ha investigado la relación entre el Núcleo personal, propuesto por

Stein y el “punto accesible al bien” propuesto por Don Bosco. No hemos leído su

tesis, pero, al cometer el error al que nos estamos refiriendo, sabemos que todo

su trabajo contiene mensajes negativos, que todo (curso de doctorado,

investigación, lecturas, horas de desvelos, escritura, libros) es una oración al

abuso de poder que afirma que hay que ser muy cultos para acceder a Dios.

Estos tres estos pensadores tienen por amo al abuso de poder, trabajan para la

soberbia intelectual. A continuación, compartimos la cita a la que estamos

haciendo referencia:

“Escriben Adair Aparecida Sberga y Marina Massimi

interpretando a Edith Stein: ―Na leitura da biografia de Santa Teresa


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D‘Avila (2005), que descreve a interioridade humana como um castelo

interior, Stein encontra a melhor definição de núcleo da pessoa. O

castelo interior de Teresa tem sete aposentos. À medida que a pessoa

cresce no aperfeiçoamento pessoal, ela adentra sempre mais na

profundidade de si mesmo e se aproxima de seu aposento principal,

de seu núcleo. No entanto, também pode acontecer de a pessoa ficar

nos arredores do castelo, viver a maior parte do tempo de sua vida

ancorada no muro de vedação sem nunca, ou quase nunca, chegar à

profundidade de si mesmo” (SBERGA, A.A.; MASSIMI, M. A formação

da pessoa em Edith Stein, princípios educativos e aproximação com

o Sistema Preventivo de Dom Bosco, en Revista de CIÊNCIAS da

EDUCAÇÃO XVII/ 32 (2015) 221) (Torralba, Tesis doctoral, 2018, p.

211)

En todo caso, la persona siempre busca actualizar sus

potencialidades con toda la vitalidad y alegría que las mismas contienen. Si la

potencialidad viene desvitalizada, sin alegría, es que hay un riesgo presente al

que se le está dando lugar.

Veamos otro ejemplo de Francesc Torralba Roselló, de su tercera

tesis doctoral, donde la potencialidad de Edith Stein aparece desvitalizada (él la

apagó). Pondremos en letra minúscula lo que dice Torralba y en mayúscula

nuestra intervención:

“en este escrito, me remito a la autora

(EDITH STEIN),

ella supera todo dualismo entre cuerpo y espíritu


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(ESTA ES LA POTENCIALIDAD),

el cuerpo contiene encerrada la vida interior, la vida interior está

aprisionada allí hasta que logra expresarse”

(ENTRISTECE LA POTENCIALIDAD, LA DEBILITA, DICE QUE

ESTÁ PRISIONERA)

Por el contrario, se puede decir: “ en este escrito, me remito a la

autora…, ella supera todo dualismo entre cuerpo y espíritu (esta es la

potencialidad) la vida interior se expresa plenamente en el cuerpo, el cuerpo es

su límite, podrá expresar su interioridad con toda su corporalidad, así todo el

cuerpo es un mensaje” ( transmite de manera positiva la potencialidad, sin negar

que el cuerpo pone un límite, pero, a su vez, el límite fortalece porque le dice a

la persona que está a su alcance expresar su interioridad, el cuerpo es cercano,

amigable y no una prisión).

Otro ejemplo, extraído esta vez de la vida corriente:

 “las drogas, no me permiten salir de esta situación, aunque sé

que tengo todas las posibilidades de pagar un tratamiento”

(potencialidad desvitalizada).

 “Consumo drogas, tengo una adicción, necesito tratamiento y

puedo pagarlo” (potencialidad vitalizada)

Los acompañantes encuentran, entonces, realidades temporales

diferentes y, en cada realidad, algunas posibilidades. Veamos esto en los tres

estratos: pasado, presente y futuro.


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El primero, el estrato del pasado: las posibilidades que se

aprovecharon en el pasado pueden estar realizándose plenamente en la

actualidad o se pueden haber bloqueado o debilitado y reclaman vivamente su

sitio. En cuanto a las posibilidades del presente: se puede desbloquear lo que

reclama ser resuelto y mostrar las posibilidades reales en el hoy de las personas,

su desarrollo real y posibilidades a futuro. En el futuro, se visualiza el desarrollo

próximo de la persona, siempre basados en su desarrollo real, no hay otro modo

de percibir el futuro. No podemos “bucear en el futuro” buscando “alternativas”

basadas solo en nuestra capacidad de pensar y de hacer lecturas complejas,

esto es propio del marco represivo: “la abstracción sin cuerpo”.

Volviendo a nuestro tema, todas estas posibilidades se presentan

plenas de energía y alegría en el proceso de acompañamiento, por lo general,

no son aprovechadas, se las debilita al no expresarlas adecuadamente, en

positivo. Esto sucede porque hay fuertes límites en la libertad personal, la

persona abusa de la libertad por el marco represivo en el que vive, este abuso la

orienta hacia la búsqueda de un “más, de algo muy alto e irrealizable,

desencarnado, que la hunde, en definitiva, en la repetición, la conduce a repetir

una y otra vez el abuso de poder, el modo violento de vincularse, porque se hace

violencia a sí misma, se agota o es violenta con los demás, los aplasta para

lograr sus fines. Esto no es inmodificable, hay posibilidades de abrazar otras

formas de ser, de unirse al movimiento vivo, de desplegar la libertad en relación

con su ser eterno.


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Las estrategias en el acompañamiento


Demos un paso más y miremos las estrategias en el

acompañamiento. Los acompañantes, no se demoran en la construcción de

genogramas, ecomapas, fotografías familiares, árbol genealógico de las

personas, diagramas vinculares o de conflicto, propio de las teorías sistémicas.

Entienden que toda esta trama vincular enferma responde a una estructura

vincular violenta o marco represivo de la persona, marco limitante y rígido.

Quien es capaz de dar pasos “aquí y ahora” de sanación y conversión,

hasta desidentificarse de lo heredado, rompe la dinámica represiva, sale de los

vínculos enfermantes y vive la transformación: “ya no soy quien era antes, estoy

viviendo, ahora mismo, la vida que siempre quise vivir.”

Esta satisfacción vivida en el presente, llena a la persona de sentido,

se superan los conflictos relacionales- que ya no se presentan cargados de

enojo, ira-, de este modo, los conflictos se resuelven internamente, aunque el

camino de reparación exterior pueda llevar más tiempo. Lo importante es que la

persona ya no los sufre y encuentra los caminos de reparación, el pasado puede

ser modificado. Al vivir una vida plena de sentido, ya no desea permanecer

conectada a lo desvitalizado, debilitado, apagado, enredado, prefiere unirse a lo

vivo, a la comunión, a la armonía, a lo santo. Entiende que el fluir de las vivencias

son pasos hacia el crecimiento y que este crecimiento va más allá de lo cotidiano,

se extiende hacia un destino eterno.

Los acompañantes intentan desocultar la estructura vincular violenta,

expresarla con la misma voz de los sujetos que la protagonizan y curarla. Esto
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puede realizarse en un tiempo breve y siempre hay tiempo, porque el tiempo es

el presente vivido desde este criterio.

Como señalamos, hacer diagramas de estructuras vinculares y otros

procedimientos propios de algunas terapias sistémicas y relacionales, son, vistos

desde nuestra perspectiva, formas que componen con el marco represivo,

porque si bien pretenden modificar vínculos disfuncionales: trabajan sobre

alianzas invisibles, lealtades, enemistades, intrusiones, negligencias,

multiproblemáticas y disfunciones, con técnicas sencillas centradas en tareas y

en una gramática específica, ponen el foco en lo externo, nutren el marco

represivo.

El posicionamiento por la preventividad siempre debe preferirse

incorporándolo en todo, especialmente en terapia y en educación. Compartirnos

algunas de nuestras estrategias en el acompañamiento, considerando diferentes

momentos:

 Recogida de datos: entrevista inicial, rutinas de riesgo, rutinas

salutógenas.

 Análisis y categorización de los datos obtenidos en el paso

anterior.

 Sanación de aspectos biográficos.

 Análisis y categorización de los datos obtenidos en el paso

anterior. Emerge el Sistema Represivo con su estructura y

significados

 Narrativa de la experiencia.
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 Análisis y categorización de los datos obtenidos en el paso

anterior.

 El Sistema Preventivo personal. Estructura y significados de la

experiencia del acompañado.

Veamos estas estrategias con más detalle.

La corporalidad

Rebeca Anijovich (2009) escribe: Observar con atención significa

concentrar selectivamente la mirada y, como ocurre en toda selección, dejar

muchas cosas fuera del foco. La preparación de la observación requiere claridad

acerca de la intencionalidad de la misma, que es lo que permitirá al observador

"hacer foco".

Continúa diciendo la autora que los registros de los acompañantes

han de ser “efectuados en un lenguaje cotidiano. Se trata de una forma narrativo-

descriptiva de apuntar observaciones, reflexiones y acciones de un amplio

espectro de situaciones. Similares a los registros de incidentes críticos, incluyen

además impresiones e interpretaciones del observador. Esto se realiza para

garantizar que no se pierda la información obtenida, y que esta se encuentre en

todo momento accesible a nuevos análisis e interpretaciones.

Pievi y Bravin (2008), escriben algunas características en las que

podemos hacer foco: es necesario describir el escenario considerando las

personas (sus modos de darse, aún su vestimenta); los acontecimientos:

registrando tiempo y lugar, las conversaciones y acciones de los actores; los

lugares; las vivencias del acompañante: hipótesis, percepciones, mensajes,


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sentimientos, intuiciones. Otras estrategias para recordar en el momento de

realizar los registros: focalizar, usar palabras clave, atender a la primera

observación y a la última-esto para recordar todo lo vivido desde el inicio hasta

el final, esta estrategia ayudaría a recordar mejor todo lo vivido-, visualizar las

escenas, recordarlas, hacer esquemas, no dejar las notas para otro momento.

(p178)

En todo caso, se ha de tener en cuenta que nos comunicamos de diferentes

formas:

 Las palabras, que pueden ser dichas en diferentes tonos, pausas, los

silencios, los estados de ánimo, pueden ser dichas riendo, llorando o

gritando, la distracción, la interrupción ansiosa, el bostezo. Las palabras,

pueden ser expresadas con claridad o con dificultad, con refinamiento o

no; de modo apropiado a la situación comunicativa o no. A veces, lo que

la persona dice no se relaciona con lo que quiere decir. Además, lo que

dice nos coloca en un lugar determinado en la relación (de sometimiento,

de sumisión), o lo que ella dice no nos agrada porque nos subestima, nos

sobreprotege, nos agrede.

 Los gestos, los movimientos, amplían el mensaje.

 El lenguaje corporal: el contacto visual, la vestimenta (ropa, adornos,

texturas, valor de los objetos que porta: celular, cartera, anillos, collares,

agendas, etc); los dibujos o formas de los objetos que lleva consigo

(dibujos agresivos, sexuales, musicales, de luto, religiosos, lenguaje de

señas, deportivos, dibujos donde hay algo oculto), los olores, el

maquillaje, el cabello (corto, largo, despeinado), la piel, las manos.


23

La corporalidad es mensaje. Se trata de comprender estos mensajes,

de entender lo que el otro quiere transmitir- que no siempre coincide con lo que

dice verbalmente- por eso, es importante poder registrarlo. Cuanto más canales

sensoriales tengamos abiertos más completa será la comunicación. El mensaje

nunca es simple, porque se trata de un proceso circular de interacción, pero

puede ser registrado y comprendido.

El encuentro
Stake 2007, escribe que, a través de la entrevista, se pueden obtener

diversas perspectivas del caso y recoger historias únicas (p 63) Para trabajar

sobre la entrevista tomaremos principalmente los aportes de Zacarías E. Ortez.

Ortez (2009), escribe algunas características de la entrevista en

profundidad. En primer lugar, es un proceso basado en la intersujetividad,

supone interacción, una relación cara a cara que incluye la presentación de las

personas, cercanía y depende de un sustento teórico. Donoso-Sabando (2014),

recupera la idea de que cada una de las partes involucradas en el acto

comunicativo sea entendida como una unidad psico-física compleja, cuerpo y

alma interrelacionados e interdependientes. Ha de existir un mínimo común

denominador con el otro, o con los otros, más allá de la corporalidad, porque es

cierto que somos cuerpos físicos, pero, también seres espirituales. (p187)

Podemos decir que en este momento se realiza la epojé.

En segundo lugar, Ortez (2009), dice que el diálogo se realiza hasta

agotar un tema, de ese modo, se llega a obtener la información posible. (p76)

Ortiz (2014) habla de llegar a la comprensión empática, la misma se refiere a

que el entrevistador debe lograr percibir “el marco de referencia interno” del
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entrevistado tal como él lo vivencia, llegando a aprehender los emergentes

cognitivos, emocionales “como si” el propio entrevistador los viviera (ver, sentir,

interpretar el mundo como lo hace el otro). También, el entrevistador debe usar

expresiones acordes a ese marco interno del entrevistado y procurar que todas

sus respuestas sean empáticas (p 139-140.)

En tercer lugar, Ortez (2009), señala que se trata de un instrumento

que se utiliza con un propósito acordado entre los actores del acompañamiento.

En cuarto lugar, es un diálogo sin restricciones y requiere de una

estandarización mínima.

En último término, en la entrevista en profundidad se juegan aspectos

simbólicos, mensajes, emociones, afectos. Lo característico de esta entrevista

es que las preguntas no son estandarizadas ni establecidas previamente, se

cuenta con un guion muy flexible, es necesario contar con la confianza del otro

y construir una buena relación con cada entrevistado particular (p 76 a 78)

La escucha activa
Continúa Ortez (2009) destacando la centralidad de la escucha: es de

gran importancia dar la palabra al entrevistado, esto supone que es una persona

que posee una información relevante y que es capaz de expresarla con habilidad

personal. El entrevistador permanece abierto al otro, el centro es el otro: lo que

emerge de él. El entrevistador debe ir registrando todo lo que aporte a lo central

del problema y su comprensión, para lo cual, se debe contar con un marco

conceptual donde inscribir dichos emergentes. (p 79- 80)


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Ortiz (2014) hace aportes interesantes en cuanto a la actitud verbal

del entrevistador, la cual, es fundamental para conectar con el marco de

referencia del entrevistado. La respuesta refleja contribuye a este propósito. En

este tipo de respuestas el entrevistador resume o acentúa lo dicho por el

entrevistado, por ende, se le sugiere que su expresión pertenece a él mismo, a

sus percepciones, mensajes, sentimientos.

Se pueden señalar tres tipos de respuesta empática o reflejo:

a. Reflejo simple. Es un resumen de lo que hace figura en la

entrevista, se utiliza principalmente cuando la persona describe. El reflejo

manifiesta la escucha activa, atenta, interesada del entrevistador.

b. Reflejo propiamente dicho: se trata de destacar actitudes y

sentimientos del entrevistado sobre el tema para ampliarlo, se trata de

profundizar con la finalidad de que el entrevistado se dé cuenta si debe destacar

aspectos desde su marco fenoménico interno.

c. La elucidación: mediante la deducción el entrevistador procura

poner de manifiesto las actitudes, los sentimientos y mensajes del entrevistado

en torno a un tema. Por no relacionarse de modo directo con el marco referencial

del entrevistado se recomienda que su utilización se realice en tono de duda para

que el entrevistado confirme lo dicho o lo niegue. (p 143 a145)

Finaliza Ortez (2009), recuperando los momentos y

componentes de la entrevista:

• debe relacionarse con nuestro marco teórico,


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• se inicia en el contacto con el entrevistado en el cual es importante

la confianza,

• debe haber sido acordada previamente,

• se debe propiciar un diálogo abierto, con la mayor fluidez posible,

para lo cual, el entrevistador diseña una apertura, una guía y un cierre de la

misma (p 84)

Compartimos Un decálogo de la escucha, del P. Pablo Fuentes.

Estar dispuesto a escuchar: es una decisión.

Escuchar con el corazón, no sólo con la mente: ver a Jesús en el

otro.

No estar ansioso por aconsejar.

Ponerse en el lugar del otro, con su historia.

Ayudar al otro a que se exprese: preguntando, no presionando.

Compartir alguna experiencia personal motivadora.

No interrumpir, pero sí ayudar a no desviarse del tema que están

tratando.

Estar atento al lenguaje no-verbal (gestos, miradas, actitudes,

entorno).

Saber derivar a otras personas o instituciones.

Confidencialidad.
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La entrevista: una guía flexible


En cuanto a la situación de entrevista, Ortez (2009), escribe que,

como acto intersubjetivo, se encuentra condicionada por la competencia de los

actores, su posicionamiento y las diversas condiciones que viven. Es importante

tener en cuenta que el acompañante co-construye un texto, esta elaboración es

relevante en la entrevista en donde se dialoga para crear un texto que supone el

encuentro reflexivo entre las subjetividades.

Por otra parte, existen prácticas que contribuyen al logro de la

confianza, son “prácticas de enganche”, suponen darse a conocer, interesarse

por conocer al otro, apertura, complicidad, manejo de implícitos. En el momento

del “acuerdo de la entrevista” es donde se establece la confianza, allí se

explicitan los objetivos, el tema, el tiempo de duración de la misma, la posición

de los participantes. Siempre en un vínculo de respeto al otro, a la diversidad, a

los derechos del otro.

El entrevistador parte de una exploración para avanzar en el

conocimiento o para confrontar sus hipótesis, se dispone a la escucha ya que la

persona entrevistada debe expresarse de modo libre, solo interviene si es

necesario reconducir lo dialogado. Las preguntas se realizan para obtener

información (p 86 a 88)

Escribe Ortez (2009), que las preguntas se entretejen con ejes

temáticos. Se debe tener en cuenta la posibilidad de ver el contexto, los lugares

donde sus afirmaciones se inscriben (cultura, doctrinas, discursos, imaginarios)

y que posibilitan comprender lo que se dice, lo que se calla, lo que no se puede

decir. Además, se procura entender la historia del vínculo entre el sujeto y lo


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que se quiere conocer. La narrativa del entrevistado fluye en la entrevista según

la forma que el sujeto tiene de estructurar los ejes temáticos, se necesita

comprender estas variaciones recuperando las vivencias, la historia de la

persona con el tema, para conocer la posición del entrevistado, desde dónde

narra. Es importante, además, estar informados sobre otras personas, grupos,

instituciones, procesos ligados al tema. La confianza hace que el entrevistado

incluya en su narrativa elementos que solo pueden descifrarse desde sus grupos

de pertenencia, esto requiere conocer esos grupos que comparten el tema

narrado: revelan alianzas, enemistades, vínculos cooperativos que se deben

interpretar. De ese modo, se podrá saber con quiénes dialoga el entrevistado.

En base a estos datos se hace posible guiar el fluir del diálogo con repreguntas,

énfasis, silencios. La indagación requiere del análisis y de la interpretación de lo

compartido (p 91-92)

Mensajes negativos
En las entrevistas podemos advertir los mensajes negativos que

expresa el acompañado, lo hacemos a fin de clarificar las posibles rutinas de

riesgo que atraviesa y poder ofrecer habilidades de afrontamiento de dichos

mensajes. Solo a modo de ilustrar lo que decimos ofrecemos una lista

expresiones negativas que pueden aparecer en la entrevista (corporales,

metáforas, palabras, otras), siguiendo los criterios ofrecidos por las reglas de

discernimiento de espíritus de Don Bosco:


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REGLAS DE DISCERNIMIENTO DE LA ACCIÓN DEL MAL EN

NUESTRA VIDA SEGÚN SAN JUAN BOSCO

Mensajes negativos ocultos que debes rechazar en tu vida cotidiana

(compras, negocios, familia, etc) para que no ingresen a enfermarte. Con estas

reglas es posible desocultar la acción del mal en nuestras relaciones:

Primera regla

Problemas formativos: problemas de enseñanza, problemas de

aprendizaje, carencias en la formación personal, no lograr desplegarse,

procesos formativos truncados, procesos formativos rotos, problemas para

acceder a cargos conforme a los talentos y la capacitación personal, problemas

laborales, ignorancia, analfabetismo, deserción escolar, ausentismo, fracaso

escolar. Se expresa en cosas rotas, arruinadas, ruinas, errores, letras mal

trazadas, rotación de letras y de números, cosas incompletas.

Segunda regla

Problema de adicciones: se expresa en cosas grandes, rojas,

calientes, rápidas, urgentes, infladas, inflamadas, brillantes, impulsivas,

promueven no pensar, altura, soberbia.

Tercera regla

Problemas sexuales: se expresa como descontrol, rojo, inflado,

caliente, problemas de higiene personal, pornográfico.


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Cuarta regla

Depresión: se expresa como sucio, abandonado, procastinación,

triste, negro, apagado, soledad, aspecto desarreglado. Ansiedad, catastrófico,

peligroso, inseguridad.

Quinta regla

Abuso de poder: se expresa en lo alto, en el aplastar al otro, el

autoritarismo, la soberbia, la dureza, la cerrazón, la superioridad, la

mezquindad.

Sexta regla

Abuso sexual: se expresa como sometimiento, mala relación con el

propio cuerpo, falta de higiene, no poner límites a los demás, no saber decir

“no”, alimentarse del interior del otro, querer conocer su intimidad, apropiarse

de sus secretos personales.

Sétima regla

Perversión: se expresa como superioridad, frialdad, autoritarismo,

“todo vale”, relativismo.

Lista de mensajes negativos:

Mi vida es un lecho de rosas, tiene aroma y espinas. Mi vida es un río

desbordado, no se puede controlar. Soy una semilla apretada, necesito salir,

animarme a ser lo que puedo ser. Todo está en el mismo paquete. Siento un

nudo en la garganta. Siempre me esfuerzo y salgo adelante. Tengo que dar el


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ejemplo. Es pequeño, tengo que ayudarlo en todo. Estudio para ser alguien. Mis

limitaciones son parte de mi yo. Debo aceptarme como soy, con mis debilidades

y defectos. No me quedo en el pasado, uso mis heridas para disfrutar del

presente. Me adapto a las crisis. Siempre puedo con todo. Esto no tiene que

pasar. Si cambio mis creencias disfuncionales cambio mi mundo. Toda creencia

despierta un potencial. La mente es como un iceberg, todo está oculto a la

conciencia. Estamos determinados para poseer libertad y creatividad. Si eso

pasa sería horrible. Siempre lo mismo. Para superar situaciones críticas, lo

primero es explorar nuestras creencias. Jesús no anula los tiempos difíciles,

tampoco los hace fáciles, simplemente los convierte en gracia. Aceptando

nuestras emociones podemos aprender mucho de nosotros mismos. Cuando

hay un problema todos me llaman a mí. Ahora no digo nada, después me la

cobro. Mis problemas no le interesan a nadie, no quiero molestar. Conmigo

aguántate, yo soy frontal, digo las cosas como son. Si no te defiendes todos te

pasan por arriba. Ordena antes de que venga papá, él se enoja si ve todo tirado.

Asertividad, es defender nuestra posición. El horno no está para bollos. En boca

cerrada no entran moscas. El pez por la boca muere. La palabra es plata, el

silencio es oro. Considera que mereces lo que pides. Si recibes una negativa,

vuelve a intentarlo con él. No somos quien para cambiar a nadie. Yo diría que

nos pusiéramos todos contentos sin preguntar por qué. Siempre viví a mi

manera. Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha

dado el llanto. Las cargas vienen a ser una bendición y las dificultades son como

alas. Crecer desde la adversidad. Hoy puede ser un gran día, duro con él.
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Amarevolezza
De los aportes del Padre Pablo Fuentes, omi, se desprenden

constructos muy ricos para el acompañamiento salesiano. La experiencia del

Padre Pablo Fuentes, en su fundación: “Hogares sanos y apacibles”, nos permite

conectar con conceptos ligados a la Amarevolezza salesiana. Del diálogo entre

la experiencia del sacerdote y el Sistema Preventivo, deriva la propuesta del

Sistema preventivo de Don Bosco como terapia psicológica breve, ya que, los

aportes del padre Pablo Fuentes, posibilitan la construcción de una teoría

psicológica propia del Sistema Preventivo.


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La Religión: Rutinas de riesgo


Las enfermedades a las que nos conduce el mal y otras formas de

actuación del mal fueron desarrolladas por el Padre Gabriele Amorth y por el

Padre José Antonio Fortea.

A continuación. nos gustaría considerar las enfermedades

psicológicas a las que conduce el mal. Estas enfermedades se presentan

encadenadas o en eslabones.

 El primer eslabón son las carencias formativas de las personas

 El segundo son las adicciones (comida, bebida, compras,

drogas)

 El tercero las enfermedades sexuales (pornografía,

promiscuidad, abusar de la propia sexualidad de cualquier

forma, prostitución, etc.)

 El cuarto la depresión (tristeza, ideas suicidas). Ansiedad

(miedo, enojo). Pueden presentarse de manera neurótica o

psicótica, con o sin trastornos de personalidad.

 El quinto el abuso sexual (ataque sexual al otro, que puede ir

desde el manoseo a la penetración, acoso sexual)

 El sexto es el abuso de poder (violencia, aplastar al otro,

oprimirlo, todas las formas de autoritarismo, etc.)

 El séptimo, las perversiones.

Esta cadena de enfermedades puede tramitarse en forma conjunta

desde los aportes de la psicología preventiva de Don Bosco y de la religión. En

todas ellas hay una acción del mal que tramitar, es decir, en todas actúan fuerzas
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superiores a la persona, por lo cual, la persona necesita la ayuda de los demás,

necesita de alguien que la salve.


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Modos de tramitar la enfermedad


Las enfermedades mencionadas pueden ser tramitadas de manera

más o menos integrada, si se tramita de forma integrada es porque se cuenta

con los recursos internos necesarios para darse cuenta del problema y buscar

ayuda. Si por el contrario, se tramita de manera desintegrada la persona sufre

sin poder comunicar su experiencia de dolor. En ambos casos la persona se

pregunta cómo llegó a ese nivel de deterioro y busca sanar.

Desde esta perspectiva, normalidad, neurosis, psicosis, trastornos de

personalidad no son enfermedades fijas, mucho menos incurables, sino que

manifiestan distinciones de un proceso en el que se intentan tramitar los

mensajes provenientes del sistema represivo.

Quienes tramitan de un modo normal los mensajes del sistema

represivo son aquellas personas que lograron desidentificarse de este marco

referencial.

Quienes tramitan los mensajes desde la neurosis, son personas que

desconocen su marco represivo, responden a los mensajes del mismo

reconociéndolos como extraños, sin lograr dar una explicación a sus problemas

internos.

Quienes tramitan los mensajes desde la psicosis, son personas que,

por un lado, siguen la prescripción de su marco referencial represivo que les

sugiere que ese es el modo de proceder, por otro, no los toleran y los contrarían,

lo cual, resulta enloquecedor. Así, llegan a la desintegración personal.


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Por último, quienes los tramitan mediante trastornos de personalidad,

tramitan de modo rígido los mensajes del marco represivo, al responder en un

nivel concreto (contrariando al sistema represivo) pierden capacidad de

respuesta y quedan desintegrados.


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La Razón: Organizar los datos


Organizar los datos abre un espacio intersubjetivo que tiene que ver

con el lenguaje, y también, con la empatía de quien escucha o lee los mensajes

de esa persona. Al leer empatizamos con la experiencia, los contenidos del otro.

Dice Caballero Bono, que “en este hiato abierto por la empatía hay un sitio para

la hermenéutica o interpretación.

¿El significado está en el escrito o lo construimos nosotros?

Es posible entretejer nuestro horizonte de sentido con el del otro a

través del diálogo, unir nuestra perspectiva con la del otro y ser influenciados por

él. De ese modo, se co- construyen los datos y se pasa de la pre- comprensión

a la comprensión en un ir y venir por los datos. En efecto, no solo comprendemos

los datos, sino que lo enriquecemos con nuevos sentidos.

Proponemos a continuación un dispositivo concreto de

acompañamiento y de análisis de los datos.

Los pasos a seguir para el análisis de los datos serán, en primer lugar,

la lectura ingenua del material de las entrevistas.

Primera entrevista: Conocemos a la persona, le preguntamos por qué vino al

acompañamiento y le pedimos que nos cuente un día de su vida, sus rutinas.

Esto, implica transcribir la entrevista y leerla, señalar palabras o frases

directamente relacionadas las reglas de discernimiento de espíritus de Don

Bosco, subrayamos los mensajes negativos del acompañado y los codificamos

siguiendo las rutinas de riesgo. Creamos códigos desde la teoría asociada a este

acompañamiento, que es una forma de codificación simple basada en las rutinas


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de riesgo y determinamos cuál es la acción del mal en la vida de esa persona.

Es importante no comenzar el análisis hasta no tener definida esta estrategia.

Desde la primera entrevista proponemos realizar rutinas salutógenas de orden y

alegría.
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Segunda entrevista: presentamos a la persona la rutina de riesgo en

la que se encuentra y le preguntamos cómo le ha ido con las rutinas de orden y

alegría. Le proponemos contarnos aspectos de su biografía, que considera, son

recuerdos dolorosos de la infancia. Terminado este encuentro proponemos

rutinas de mensajes positivos y negativos.

En el segundo paso, la persona nos ha narrado hechos de su infancia

que vamos a analizar. Contamos con una estrategia de codificación simple

basada en la Amarevolezza. Esto posibilitará, por un lado, reducir la cantidad de

datos y, por otro, descubrir el significado de la vivencia integrándolo en una sola

narrativa. Van apareciendo sub- temas, temas, temas principales y

comprensiones del mundo del texto. En este segundo paso, se puede escribir

un memorándum, realizar un resumen narrativo, una aproximación holística a

cada entrevista donde se realiza una primera conjetura del significado de la

experiencia.

Como explicamos, se deben codificar y categorizar los principales

temas. Se fragmenta el texto para juntar cada parte con otras que contienen

unidades de significado similares, se condensa el significado de este texto con

expresiones similares a las de los entrevistados, llegando a una categorización

en base a la teoría psicológica del Sistema Preventivo, se vuelve a leer yendo

del todo a la parte de manera continua, identificando categorías esenciales. Así,

se va construyendo la estructura de la vivencia traumática, su dinámica, sus

consecuencias para la vida de la persona, sus mensajes negativos, este cuadro

es el Sistema Represivo personal. Se accede, además, a las necesidades

fundamentales de esa persona. De este modo, en el análisis estructural, se


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observa la necesidad y la dinámica personal, además, cómo se entrecruzan los

mensajes hasta derivar en una apropiación del marco represivo personal.


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La tercera entrevista: se presenta a la persona su Sistema

Represivo Personal, se señalan las consecuencias negativas que el Sistema

Represivo le ha ocasionado en la vida, se le revela su dinamismo y sus mensajes

negativos, luego, se le ofrece una palabra solicitadora del yo en base a sus

necesidades fundamentales y se la invita a narrar su historia. La persona cuenta

con criterios personalizados para integrar las rutinas a su vida; para ver, juzgar

y actuar, contrariando a su Sistema Represivo personal.

En la cuarta entrevista: se revisa lo realizado, se realiza el análisis

comprensivo de la narrativa biográfica escrita en la sesión anterior y se llega a la

interpretación de su significado. Se tienen en cuenta los pasos anteriores, pero,

el Sistema Preventivo personal emerge de la narrativa escrita en la última sesión.

Se anotan los mensajes positivos de la narrativa, se agrupan los datos, se llega

a la estructura y la dinámica de la vivencia personal y se explicita el marco

preventivo personal, la persona que ve claramente su Sistema Preventivo y la

misión que el mismo le muestra se siente solicitada a dar pasos de conversión,

se cortan así procesos heredados.


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Un caso de acompañamiento

terapéutico
Presentamos a continuación la narrativa de la Sra. María Obdulia

Mendez. Ella relata el acompañamiento terapéutico realizado junto a un

psicólogo, con motivo de la enfermedad y posterior fallecimiento de su madre

anciana. Analizaremos esta narrativa por ser un relato realizado al finalizar dicho

acompañamiento, por lo cual, recoge los frutos del mismo. Además, porque nos

sirve para clarificar el modo en que un terapeuta puede sostener el marco

represivo de una paciente, el modo en que la deja sola y desprotegida haciendo

que ella acepte que las cosas queden como están, sin cambiar.

A mamá Obdulia: la sabiduría del corazón amasada en el

silencio y la enfermedad

“Hay un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un

tiempo para nacer y un tiempo para morir” (Ecl 3,1-2)

Esta vez me mueve a la reflexión los jóvenes 89 años de mi madre

vividos últimamente en una silla de ruedas y largos periodos en la cama.

La primera constatación que hago es que la tercera edad no es una

etapa de la vida inútil porque ya no se sirve para nada, porque han disminuido

las fuerzas físicas y psíquicas; que solo trae trabajos y fatigas para quienes

acompañan. Así lo concebimos jóvenes y adultos maduros que con temor y terror

esperamos ese tiempo.


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Para mí desde el testimonio de mi madre, la tercera edad es: el tiempo

del valor, de los desafíos ante las pruebas, es donde se aquilata la sabiduría del

corazón que se logra con la experiencia de los años enraizados en el amor de

Dios.

Es la sabiduría del corazón la que nos dice que el principio de la

armonía con nosotros mismos y con los demás se logra con la aceptación de las

circunstancias, de las cruces y enfermedades porque, aunque “pasemos por

oscuras quebradas “el Señor de la Vida está siempre presente –

Es esta sabiduría la que nos dice que la aceptación de nuestros límites

y disminuciones si lo entregamos a Dios se hace fuente de gracias y crecimiento

en humanidad y cercanía.

Todo esto mamá lo expresaba en cada una de sus actitudes: sentada

en su sillita de ruedas siempre tenía algo para ofrecernos tanto a quienes la

cuidábamos como a quienes la venían a visitar: su ternura y dulzura incalculable,

tal vez era el arma más poderosa para mostrarnos que la vida es bella y vale la

pena vivir aún en las peores circunstancias porque una vida donada por amor

aún en el lecho del dolor tiene sentido –

El consumirse cada día en un deterioro sin fin por una enfermedad

llamada pénfigo que convierte el cuerpo en una sola llaga y luego las escaras,

nos mostró que el fuego del amor lo que es seco y muerto puede convertir en

leña que se consume dando luz y vida a los que ama; todo enraizado en un

profundo amor a Dios –

Nos mostró que del dolor se puede hacer oración y ofrenda: mientras

le curaban sus heridas, que sabíamos eran muy dolorosas ella decía.” no me
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duele, segui tranquila “mientras la oíamos susurrar oración de ofrecimiento por

personas y situaciones concretas, por familiares y amigos, por los sacerdotes,

por la Iglesia.

Nos mostró que si nuestras heridas y dolores ya están asociadas a la

Cruz de Cristo compartiremos, pero ya no cargaremos a los demás con ellas,

quedándonos en una actitud de víctimas.

Nos mostró también que una mirada de Fe no nos enajena sino más

bien nos lleva a tener una mirada más comprensiva, más misericordiosa ante las

debilidades de los demás; siempre tenía una palabra de disculpa cuando se

hablaba de alguien o bien con mucha sutileza desviaba la conversación.

Además, nos mostró que detrás de ese cuerpo débil que se consumía

cada día había un espíritu y un corazón fuerte que luchaba por vivir, por eso de

sus reiteradas internaciones en Terapia Intensiva, cuando ya los médicos no

daban esperanzas ella resurgía como el ave Fénix, porque consideraba que su

misión de madre aún no había terminado.

En una oportunidad en que creí la iba ayudar a que exprese su

descontento por estar postrada, ya que era una mujer muy activa y

emprendedora, le dije por su silla de ruedas: la vamos a tirar porque no sirve,

ella me respondió: “¿Por qué?, no ves que a mí me sirve para ir hacia ustedes?”

¡Tremenda lección de humanidad y caridad! No son los otros los que

deben venir a nosotros sino nosotros quienes debemos salir de nosotros mismos

para ir hacia ellos,

Por otro lado, a quienes la cuidábamos nos hizo crecer en humanidad

y generosidad porque nos mostró que lo que cuenta no es el dar, sino el darnos,
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que no son las fuerzas físicas y conocimientos profesionales lo que más

necesitamos para cuidar y acompañar enfermos y ancianos sino la ternura y el

cariño. Podría seguir mucho más, pero me quedo con el Testamento que me

dejó

_Que todo envejece menos el corazón,

_Que todo se deteriora menos el amor,

_Que nuestro centro será siempre fresco y joven si vivimos el amor

_Que el amor es la esencia de la vida humana y por lo tanto el camino

de la realización personal

Sería bueno mirar nuestro corazón y ver cómo estamos tomando

nuestra vida, si con la sabiduría del corazón o con la que nos dice nuestra

realidad y nuestro tiempo que la sabiduría consiste en acumular conocimientos

y títulos de grado y de pos grado, master etc.

No puedo menos que terminar con una oración

Gracias Señor por regalarme esta Madre tan parecida a la tuya y

Gracias mamá por la sabiduría de tu corazón que a través de los años

acrisoló amor y memoria de los dones y gracias recibidas de Dios.

Gracias por el amor y la esperanza que sembraste en mi corazón,

dándome el gusto y la pasión por la vida.

Gracias porque desde tu sillita y tu cama de enferma te hiciste cercana

y compañera de camino de quienes te conocieron y te amaron. Amén


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La narradora parte de un error conceptual. Sus ideas de vejez

corresponden a la teoría del viejismo. Desde esta teoría se ve a la vejez como

algo negativo. Para el viejismo o del edadismo el ser no es importante, lo que

importa es que, por la vejez, se deja de ser productivos. Por otra parte, la

sabiduría no surge con la vejez, esto es un prejuicio. Estos prejuicios o

estereotipos que valoran a priori al anciano como sabio no son objetivos,

además, ocultan el terror o fobia a la vejez.

En consonancia con lo anterior, pronto aparecen mensajes que

sobredimensionan el deterioro del envejecimiento y lo hacen trágico:

“consumirse”, “deterioro sin fin”, “en el lecho del dolor”, “una sola llaga”. Ante

estas circunstancias, tremendamente dolorosas, existen algunas “armas”:

donarse por amor, consumirse por los que se ama. Estas armas serían las

formas de tramitar la enfermedad en la vejez, el quemarse como la leña en el

fuego del amor a los demás. Es otra forma extrema de expresarse, como dijimos,

esta reacción desproporcionada oculta la fobia al envejecimiento.

Seguidamente, se niega el cuerpo: “no me duele, seguí”. Es

paradójico que esta frase se encuentre escrita en el momento de las curaciones,

momento destinado a la atención del cuerpo, a su cuidado, a su curación.

Demuestra que la autora de la narrativa estaba impresionada y desconcertada

¿Cómo no te duele? En lugar de hacer la pregunta y desocultar la mentira, miró

a su madre y vio que ella hacía una oración de ofrecimiento. Esta observación

refuerza el mensaje de consumirse por el otro. De esto se desprende, que la

madre miente “por el bien de la hija”, porque no quiere preocuparla ni ser una

carga para ella, tal como la narradora lo escribe.


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Otra negación es la de los sentimientos, la hija intenta que la verdad

acerca de los sentimientos de la madre por estar en una silla de ruedas salga a

la luz, la madre, niega el enojo.

Todo lo anterior demuestra el esfuerzo de la madre por desconfirmar

las percepciones de la hija: percepciones reales de dolor y enojo.

El proceso terapéutico, en lugar de desocultar la negación de la

realidad la refuerza. De este modo, la paciente, queda atrapada en el marco

represivo, la madre y el terapeuta se ocupan de negar la realidad y de vivir en la

apariencia, sosteniendo una imagen, una máscara, la de la vida entregada hasta

el sacrificio.

El final del relato es el esperado: no hay novedad, la hija niega su

enojo por no haber sido confirmada, su miedo “a no estar a la altura” del proceso

de envejecimiento. Bajo la idea de “dar testimonio” repite la herencia materna:

 Evitar las frustraciones de cualquier tipo, aún con un coste

grande para sí misma y para los demás.

 Vivir insatisfecha, buscando la confirmación de los demás

(como esta confirmación no llegará, nunca podrá estar segura

de la propia percepción).

 Sostener una imagen de madre sobre dedicada, santa,

perfecta.

 Amar significa negar la realidad, decir que se está bien para no

ser una carga para los demás.

 Para salvar su imagen deben engañarse y engañar, diciendo

cualquier cosa que cause admiración o que las salve.


55

Estos son los mensajes heredados del marco represivo de esta persona. Esta

herencia se repetirá en su vida, ella enviará a sus obras, los mensajes de su

marco represivo. De ese modo su micromundo está enfermo. Sus obras,

repetirán la herencia de abuso de poder, todo lo que construyó en su vida está

arruinado por el abuso de poder. En su caso particular, este corte no fue posible

debido a que el acompañamiento del terapeuta fue muy superficial.

Como señala el P. Pablo Fuentes, estos mensajes están presentes en todas las

esferas de la vida de la persona, ella los lleva a cada lugar, atraviesan cada una

de sus obras, cada iniciativa, todo en la vida de esa persona está siendo tocado

y desvirtuado por estos mensajes. Nosotros decimos que esa persona es

portadora del sistema represivo en su ambiente.


56

Capítulo 3- Desplegar potencialidades


El estar presentes en la realidad con atención despierta es objeto de

formación, solo quien va fortaleciéndose personalmente puede tramitar las

diversas vivencias cotidianas sin enfermar. Esto significa que, en cada instante,

la persona debe procurar ser ella misma, actuar desde su interioridad, decidir

conforme a quién es, a su identidad y entender que, todos los mensajes

negativos que provienen del exterior o del interior no son ella, y que ella les da

la participación que desea darles en mi vida. A los mensajes negativos puede

decirles “no participo”, “prohibido ingresar en mí corazón”.

Hasta aquí puede parecer que el despliegue personal es fruto de un

tremendo esfuerzo personal, de una acción intelectual sin descanso. Lo real es

que nada de lo anterior se realiza en soledad, que todo puede ser tramitado con

alegría y sin pesar, se trata de elegir lo bueno para uno y de darse lo mejor a

cada instante. Quien nos sostiene por dentro es Dios, quien nos ayuda a

rechazar lo que nos hace mal, lo puede ponernos en riesgo, es Él, quien hace

que nuestro despliegue llegue más allá de lo que podemos pensar e imaginar es

su gracia. En todo somos llevados, somos conducidos, solo se espera el sí que

posibilite dejarnos conducir por Él.

Se trata de vivir conectados a Dios, en movimiento, desplegando

nuestras potencialidades, aunque, podemos elegir la parálisis, vivir conectados

al mal y autodestruirnos. somos nosotros quienes damos vida a los mensajes

que provienen del sistema preventivo o quienes encarnamos los mensajes del

sistema represivo. De esta elección dependen todas nuestras vivencias y en

todas nuestras vivencias podemos conectar con lo muerto o con lo vivo. Cabe
57

aclarar que las vivencias no son siempre positivas (aunque procuremos que así

sean) ; hablamos de un devenir en el que procuramos vivir conectados a Dios ya

que es el único modo de vivir eligiendo lo bueno y rechazando lo que nos

perjudica. Vivir con la conciencia despierta significa entonces vivir en la

presencia de Dios, esta es la gracia a pedir.

Según Edith Stein, el despliegue personal, la formación, el

acompañamiento se desarrollan siempre en positivo. Don Bosco aporta a esta

positividad la alegría en el acompañamiento, creando una experiencia educativa

original. Desde esta experiencia sostenemos que es posible construir un

acompañamiento positivo y alegre siempre, vivir siempre alegres.

El sistema represivo
A continuación, nos dedicaremos a hablar acerca del sistema

represivo presente en el acompañamiento. Nos referimos a modalidades de

acompañamiento que, bajo apariencia de bien, promueven un marco referencial

represivo. Por ejemplo, en estos días una catequista nos dijo: debo planificar un

encuentro de catequesis para presentar en una materia del Profesorado de

Formación Religiosa, el tema que me dieron para planificar es: “Fraternidad: la

preocupación por el otro”. La catequista esperaba que le demos algunas ideas

de actividades para la planificación, pero nuestra primera observación fue: ¿por

qué la preocupación? Ella no había cuestionado el tema hasta ese momento.

Hecho este señalamiento que desoculta el marco represivo del tema, las

propuestas para la planificación comenzaron a emerger: el tema será “la alegría

de la amistad”, se van a proponer juegos y dinámicas, momentos de compartir y

comer juntos, será una fiesta. Nada de preocupaciones.


58

Como este ejemplo, hay muchos otros. El sistema represivo se

difunde en conferencias, clases, formaciones, videos, canciones, imágenes.

Queremos detenernos, específicamente, en los relatos de la comunidad

salesiana. Luego de explorar algunos videos acerca del acompañamiento

salesiano encontramos estos mensajes, no estaban todos juntos en un solo

video, nosotros los agrupamos para desocultar el marco represivo presente “en

forma de bien”:

Primer grupo.

Quien ama a los demás debe “hacerse cargo” del otro, “cuidarlo”,

“trabajar a fondo”, “ser guardián de los demás”. Las personas que sustentan

estas ideas dicen, además, que no se trata de “ser” con los otros, sino de estar

con los otros.”

Consideramos estos mensajes como provenientes del marco

represivo. Desarrollemos estos mensajes. Las personas que ven al

acompañamiento como cuidado, respeto, responsabilidad, trabajo, viven

agobiadas, el mismo discurso conecta con la idea de “llevar una carga”, “hacerse

cargo”. Por eso, para aligerar el discurso, proponen una manera de acompañar:

acompañar “estando”, esto es, simplemente estar ahí. Por ejemplo: “hay que

estar en el patio.” Para estas personas cuidar es muy fatigoso, frecuentemente

están cansados, acompañar es una lucha, pero siguen, porque – a pesar de

todo- hacen el bien.

Por otra parte, centran la mirada solo en el devenir: no hay que

pararse en el ser, hoy soy una cosa y mañana soy otra, todo puede cambiar, hoy

tengo votos perpetuos, pero, mañana puedo elegir casarme, por eso, no hay que
59

ser hay que estar. De esa manera, viven en el caos que construyen, todo es

turbio, indefinido, relativista. Puede pasar que alguno considere a este caos

como la única manera de vivir con aire, porque le asfixian las esencias, el ser,

los núcleos personales, en fin, les asfixia la interioridad. Al respecto pueden

leerse, desde los aportes del Magisterio de la Iglesia, todas las consecuencias

que el relativismo trae a las personas.

¿Qué mensajes nos darían las personas inscriptas en este marco?

Recordemos que el sistema represivo va a contradecir todo lo que provenga de

la salud.

Nos dirían que no son relativistas, porque tienen un posicionamiento,

porque están del lado de los que sufren las consecuencias del sistema represivo.

Además, porque se posicionan en contra de todas las formas de poder

represivas: el poder pastoral, los intentos de disciplinamiento, el biopoder y

tantos otros conceptos anti represivos, que confirman que no les da todo lo

mismo.

Nosotros preguntamos ¿Qué tienen encarnado de todo eso que

proclaman? Es que necesitamos verlo encarnado para saber a qué sistema

corresponde.

Por lo general, encarnan una lucha contra las injusticias. Lo hacen

desde el lugar del débil, del pobre, del que sufre. El reclamo puede durar varias

generaciones. Generalmente, van contracorriente. Piensan que, como todo es

cambio, hay que estar actualizados: aprender los nuevos lenguajes, leer los

últimos libros, escuchar conferencias, participar en encuentros, congresos,

realizar lecturas complejas, adquirir nuevas capacidades para este tiempo. Hay
60

que estar preocupados porque si no van al compás de los cambios se podrán

quedar atrás, irán “corriendo desde atrás”, como dicen ellos.

En este grupo, están tanto los que acompañan como los que son

acompañados. Veamos este marco en la persona del que acompaña: esta

persona acompaña a gente en situación de vulnerabilidad, por eso, recibe en

forma casi permanente historias de dolor y de injusticia, para ella es importante

“estar allí” creando o sosteniendo el espacio de los escuchadores, ahora dicen

que les importa “ser esencial”. Entabla una lucha contra problemas históricos

(lucha es marcha, movilización) hay que moverse siempre, ser protagonistas de

la historia, es lo que se puede hacer. Además, se sienten parte de una

comunidad sufriente, débil, pobre. Como son personas comprometidas,

hospitalarias, que se hacen cargo del otro, que cuidan a los demás hasta partirse,

hacen todo lo posible, proyectan, realizan, pero advierten que no pueden

modificar las injusticias, aunque, intentan todo. Deben estudiar, actualizarse de

modo permanente, les preocupa quedarse atrás, especialmente, porque el

contexto es desfavorable y no propicia el crecimiento de nadie, incluso de ellos.

Realizan grandes esfuerzos (intelectuales y económicos) para estar

actualizados.

¿Por qué consideramos que este relato pertenece a un marco

referencial represivo? Este acompañante está en riesgo de depresión y

ansiedad, está siendo altamente provocado por una realidad dolorosa y está en

actitud de lucha, lo cual, puede llevarlo al estrés, al agotamiento, a

comportamientos autodestructivos o violentos, porque, aunque lo intente todo,

las injusticias seguirán, las puertas estarán cerradas, lo que hace no alcanza

para revertir procesos injustos y tampoco cuenta con los recursos materiales,
61

humanos, simbólicos necesarios. Ante esta realidad, el marco represivo habla

de “cuidar a los que cuidan”, y así, se crea una mística perversa, que sostiene y

retroalimenta el marco. Incluso, hay referentes históricos que nutren la mística,

de ellos se toman las ideas de lucha, de martirio, de ir hasta las últimas

consecuencias, de perderlo todo, de ponerse en riesgo, de empobrecerse para

el servicio a los pobres y no otras ideas. Los referentes históricos presentan, por

lo general, un rostro duro o desfigurado por las injusticias. Algunos de estos

referentes son santos ¿cómo es posible que se los desfigure de esa manera?

La mística se expresa a nivel corporal: ropa suelta, sencilla, jean,

zapatillas, imágenes de referentes históricos en sus prendas.

Luchar contra el sistema represor, contra el poder, sin llegar nunca a

la justicia, los enferma, los pone en riesgo, por ende, no se encuentran en el

marco de un sistema preventivo, generan lo que combaten.

Si este acompañante trabaja en equipo o si ocupa un lugar de

prestigio y de poder, de reconocimiento, si es un intelectual, un académico, si

puede pensar con otros, logra encontrar alivio porque, al menos, no se bloquea

su despliegue individual. Me refiero a personas que hacen experiencia de estas

realidades y hablan por experiencia, que estudian desde la experiencia, todas se

encuentran en riesgo. Diferente es la situación de quienes conocen esta realidad

por los libros y se unen a la causa sin salir del escritorio, en este caso, el sistema

represivo toma la forma de la soberbia, de frialdad y del abuso de poder. Esto

no significa que el abuso de poder no esté entre los anteriores.

Desde el Sistema Preventivo decimos que la carga no compone con

el amor. Veamos el ejemplo de Don Bosco, que está inserto en un contexto


62

vulnerable, él ama a esos jóvenes y les propone el sistema preventivo, por eso,

puede ver la realidad de modo apacible, sereno, fino, delicado, y así, como ve,

vive, (sin cargas, sin “debo hacerlo”, sin agobios, sin peso), no tiene que

responder ni estar a la altura de nada, solo vive dejándose conducir, dejándose

sostener, vive siendo llevado, siendo niño, esta conciencia lo protege de la

violencia de pretender entregarse por los demás hasta agotarse. En otras

palabras, Don Bosco no hace nada solo, siempre es dos, siempre está siendo

acompañado, ayudado por Dios Amor, nada lo turba, no está en riesgo de

enfermar porque lo eterno lo sostiene por dentro, su acción es eficaz y potente

contra el sistema represivo: salva a los jóvenes, transforma la realidad desde

dentro y da frutos por más de 200 años. Don Bosco permanece con el rostro

siempre joven y jamás se propuso crear una pedagogía, crear una congregación,

levantar edificios monumentales, todo esto era impensable para él, pero lo hizo,

todo es don, todo es don.

Veamos algunas propuestas de acompañamiento salesianas en

tiempos de pandemia. Elegimos dos propuestas que pertenecen a un marco

represivo no relativista. Por tratarse de un marco represivo es tan enfermante y

perverso como el anterior.

Acompañamiento en tiempos de Covid 19

Conversatorio con el P. Marcos Aguirre, sdb. El entrevistador de la

Casa Salesiana “María Auxiliadora” de Corrientes, Argentina, comenta que

estuvieron mirando en grupo una parte del video donde se produce un encuentro
63

entre Juan Bosco y Don Calosso, por eso, las preguntas del conversatorio

estarán dirigidas a reflexionar sobre ese encuentro.

P. Marcos Aguirre: Es interesante el encuentro entre alguien que

quiere aprender y varias personas que quieren hacer espacio a la posibilidad de

que alguien aprenda de la vida.

Qué linda es la mirada de Calosso, como la mirada de Margarita, que

también aparece en alguna escena, que miran al otro como una posibilidad en sí

mismo, no algo en cuanto me beneficia a mí en algún sentido.

Aunque sea interesante, suponete la primera mirada de diálogo con

Antonio(el hermano de Juanito), él lo miraba no en cuanto él mismo sino en

cuanto a la necesidad que había en el grupo de realizar determinado trabajo.

Entonces, la cosa sería eso, cómo unir el don que cada uno tiene que hacer con

la necesidad comunitaria.

No pensar tanto la necesidad comunitaria sino el despliegue de

ambos, aquello que yo recibí como regalo, que posiblemente sea un don para

alguien, o sea, quizás no inmediatamente sino ver dónde es. Como cuando vos

encontrás una llave y decís: no abre cualquier puerta, es para una puerta

determinada. Cuando yo tengo un don para un instrumento musical, no es para

cualquiera, tengo que encontrar el instrumento para ver cuál es adecuado a mi

don.

Por eso, en este acompañamiento, tanto de Margarita como de

Calosso, es ponerse del lado y mirar con los ojos y el corazón qué está sintiendo,

en este caso, Juanito Bosco. Para poder vibrar y llegar a decir mirá, sus sueños

van por ahí, donde va a ser feliz, donde se va a sentir pleno.


64

Viste cuando vos decís: necesito un catequista y ves un pibe jugando

al fútbol y decís, necesito catequista, y quiero sacar de un futbolero un

catequista. Quizás sea un buen animador deportivo, que no es poca cosa.

Entonces, no es mirarlo desde mi necesidad sino desde el don que Dios le

regaló.

Seguramente, en el contexto del patio salesiano, del mundo social,

ese don va a tener su espacio de despliegue. No mirar con mezquindad, no

acomodar al otro a mi proyecto sino dejar que él realice el proyecto de Dios, e ir

sembrando en esa huerta. Eso es lo primero.

Lo segundo, es cómo la mirada de Margarita y la mirada de Don

Calosso, se suman, hacen alianzas pedagógicas, las alianzas de la fe, para

posibilitar que Juanito pueda ser lo que tiene que ser. Lo cual implica renuncias

a cada uno.

Margarita tiene que renunciar a la presencia de su hijo en su casa,

viste que las mamás tienen “a mi hijito”, ella tiene que dejarlo ir. Don Calosso,

que ya es viejito, tiene que empezar de vuelta, tener laburo en su casa, preparar

la comida para dos, o sea que eso a los 70 años, no sé qué edad tiene, pero se

lo ve como mayor, tener un changuito medio revoltoso que descompagina los

horarios y las cosas no es fácil.

Yo me acuerdo en este sentido las señoras de Jesús Misericordioso

cuando tienen que hacer la adoración al Santísimo, los ruidos de los pelotazos

que dan los chicos. Cómo acomodar la adoración Eucarística a la música del

patio salesiano que es grito, bullicio y que no me tiene que estorbar, sino que me

tiene que centrar en eso que estoy haciendo que es la contemplación.


65

Bueno, fíjate como descubrir al otro en esa mirada lleva a que cada

uno crezca en sí mismo. Margarita en el desprendimiento. A lo largo de la vida

de Don Bosco va a seguir desprendiéndose, porque se desprendió del hijo,

cuando el hijo le pide que esté con él, más adelante, recupera al hijo, pero se

desprende de su tierra, de su huerta, del recuerdo de su… bueno. Siempre,

acompañar el sueño de otro, es de alguna manera renunciar a cosas tuyas, eso

es lo que aparece en el texto.

Entonces, como aprendizaje esto: la diafanidad que tiene Juanito de

no querer muchas cosas. Viste cuando vos estás picoteando por todos lados, un

día querés hacer rugby, al otro año querés ir a la música, al otro año se te

ocurre… entonces hay personas que por ahí somos coleccionistas de cosas. Vos

mirás la pared está la raqueta de tenis, está el equipo de la bicicleta, está todo

lo que intenté y fue alguna vez y quedó ahí: la guitarra, bueno.

Juanito tenía una sola cosa, logró poner toda su energía en eso de

querer estudiar, quería el estudio como el proceso de descubrir el por qué y el

para qué del mundo como un enigma a ser descubierto, a revelar, a entenderlo,

que de alguna manera es entenderme. Y su entendimiento, se nota en la escena

que uno de los lugares desde los cuales quiere entender es desde su orfandad.

La primera respuesta sobre su infancia hace referencia a la falta de papá. En

alguno de sus libros dice que lo primero que tiene grabado sobre su infancia

(viste cuando a vos te preguntan qué es lo primero que recordás de tu infancia y

uno se acuerda del jardincito, algo con los hermanos), bueno, Juanito se acuerda

cuando la madre le dijo: no tenés papá, tu papá ha muerto. Es la frase que marca

el inicio de su conciencia, de su memoria.


66

El diálogo con Calosso le muestra el otro lado, no existe la orfandad.

Está la presencia de Dios que se hace patente en el acompañamiento de

Margarita, en el acercamiento que tiene a él como para ayudarlo a crecer,

descubriendo la raíz profunda de la maternidad, de la paternidad, que es de

aquellos que dan inicio a la vida, son autoridad, autor: origen, origen de la vida y

lo acompañan en su despliegue.

Entonces, de alguna manera Juanito, a través de las mediaciones

estas, no por la sangre, tiene la experiencia de hacer sido tratado como hijo, de

alguien que se ocupó de su crecimeinto y ahí estuvo su madre y Don Calosso. Y

era esa presencia paterna, fíjate que responde a las preguntas y a la curiosidad

de los chicos.

Viste que a veces la catequesis, los exploradores, los chicos que

empiezan la acción católica, te cansan con las preguntas, porque te preguntan

quince mil veces lo mismo, y es el ansia que surge en esa etapa de querer

devorar y entender el mundo, entonces todo es pregunta, por qué, por qué y te

preguntan diez veces lo mismo, y la semana que viene te lo vuelven a preguntar.

Porque es un corazón y una capacidad de conocer que está así, viste, como

corriendo por el mundo para introyectarlo todo.

Qué bueno que haya ahí Don Calosos, Mamás Margaritas que vayan

respondiendo sin cansarse a estas búsquedas. Porque si no encuentran, viste

que los pibes van para otro rumbo, yo les empiezo a preguntar y tampoco me

responden, porque quizá en esta etapa, uno por cansancio, por ausencia,

entonces los pibes se acostumbran a decir: bueno estos adultos no son los que

me van a responder. Entonces, cuando empiezan a encontrar respuestas en

otra parte, que, por ahí, no son tan buenas, ya me asustan, empiezo a querer
67

preguntarles. En el diálogo de la pregunta reiterada y de las respuestas sin

cansancio se corta el círculo virtuoso y se convierte en el enfrentamiento.

Entonces, es muy bonito esto, que haya Margaritas y Calossos que

escuchen y que acompañen y respondan sin cansancio las preguntas de los

chicos, que parece, son insolentes, repetitivas, por ahí son como de sentido

común. Pero, hay que pensar que es alguien que está creciendo, que no vio

antes eso.

Entrevistador: Si, yo creo que en esto del acompañamiento

necesitamos saber cómo está esa presencia hoy desde la virtualidad, como

acompañaría Don Calosso o Mamá Margarita, en este tiempo, en el cual, los

chicos no responden o no se prenden a las actividades, a las propuestas. Cómo

acompañar a los pibes desde la virtualidad.

Si, todos somos novatos en la virtualidad. Entonces, los chicos quizás

pasan muchas horas en este aparato pero haciendo otras cosas. Entonces, si

nosotros queremos muchas horas de reflexión o de pensar cosas, falta el otro de

al lado, porque cansa que sea para algo solamente serio y así, eso ya es un paso

posterior, quizás de una juventud más comprometida con la propia profesión que

está estudiando y sabe que opta por este aparato para profundizar un libro, tener

reuniones virtuales de diálogo, de armar proyectos.

Los chicos están en la edad del encuentro físico, del encuentro de

empujarse, de correr, del abrazo, de ayudarse a pensar juntos. Entre ellos,

cuando están en las charlas, se hacen callar, cuando un empieza a molestar y

tienen la atención más reducida, son tiempos breves de atención continua y

luego se pone tenso.


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Este párrafo que yo hablé antes de cinco minutos, un pibe de 12, 13

años ya se desconectó hace diez horas. Plomazo. Sobre todo cuando la

virtualidad te acostumbró a ese manejo de imágenes de pasar de una cosa a la

otra, de pasar de una imagen a la siguiente, es otra etapa de la vida donde vos

disfrutas y te quedas ahí en la cosa. Entonces, bueno, tenemos que aprender

cómo transmitir contendidos que sean contundentes, breves y con el resto del

tiempo saber qué hacés vos de tu vida. No querer tener, llenar tu tiempo

sosteniendo del otro lado con cable virtual a los chicos.

Los chicos no son un lugar para que yo llene mis vacíos, tengo que

tener mi vida propia y ayudarlos a que ellos tengan su vida propia. Entonces,

poquito, pero, contundente. Que lo deje pensando. Que pueda volver al

encuentro siguiente diciendo che qué bueno eso que dijiste, me quedé

pensando. Y no que salgan aturdidos porque le hablaste trescientas cosas.

Un gesto que tenemos nosotros es explicar los signos. Cuando el

signo está para ser signo. Qué se yo. Muchos guiones de misa te dicen qué va

a pasar después, como diciéndote mira eso que está envuelto ahí, en realidad

adentro tenés una pelota de fútbol. Hizo sonar la sorpresa de develar el misterio

de abrir. Entonces, nosotros, por acelerados, tenemos mucha palabra y no

dejamos que descubra el misterio.

Fijate que Juanito era el que planteaba las preguntas y decía sus

cosas y los otros venían respondiéndoles, no dar respuestas a preguntas que los

pibes no se hacen. Eso, trayéndolo a La Rioja, el Obispo, Beato, Martir Angelelli,

de acá de la comarca, su línea pastoral era: con un oído en el pueblo y el otro en

el Evangelio. Entonces, primero escuchar la pregunta para después hacer la

respuesta.
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Nosotros queremos responder a preguntas que los chicos no se

hacen, que suponemos que es importante que a esta edad necesita tal cosa,

entonces, toma esta pastilla, lee este libro. Tenemos que hacer los adultos un

ejercicio de anti ansiedad y esperar el tiempo oportuno. Cuando se suscite la

pregunta tener una respuesta que le ayude a crecer al otro, no que me asegure

que ya dije eso que yo quería que mi hijo escuche. Porque tengo terror, entonces,

en realidad, estoy respondiendo a mis miedos, no ayudando a su crecimiento.

Eso lo aprendió Don Bosco de Calosso, de Margarita y de su

experiencia de fe. Cuando nos propone a Jesús y a María como espacio, son

para eso, alguien que acompaña, están ahí, te van a escuchar en silencio, te van

a cubrir con su manto y van a estar esperando tus preguntas, tus comentarios,

para, desde ahí, hacer algo.

Pero, no te van a estar ordenando la vida: dejá de correr, andá a

estudiar, tendé tu cama, arreglá esto, por qué haz hecho de vuelta lo otro, son

más bien espacios de poder devolverme y encontrarme conmigo mismo para

encontrar mis interrogantes, las cosas que no he resuelto, las cosas que me

pregunto del mundo, de la historia, de mí, del otro y bueno descubrirlo juntos.

Entrevistador: Podés cerrar con una frase esto de los dos pilares que tenía Don

Bosco: La Eucaristía y la Virgen.

El pilar de la Eucaristía, es la comunión, es el estar juntos, la

experiencia de Iglesia. Lo que celebramos en la Eucaristía, es de hecho, el

ejercicio con el cual inauguramos el comer el pan consagrado, es con la primera

comunión, la primera vez que estamos en una comunión que tiene esta

dimensión de signo.
70

Por lo tanto, ponerlo a Jesús como Eucaristía, es ponerlo en la meta

de un aprendizaje permanente de vivir en comunión con los otros. No los otros

idénticos a mí sino aquellos que nos vamos identificando en algo que no es

ninguno de nosotros. Que puede ser, por ejemplo, en la metodología de Jesús,

el Reino.

Todos comulgamos en que queremos un mundo de Justicia y de paz,

de misericordia, de humildad. No en determinado canto, en determinado rito, en

determinado precepto. Habrá unos que sí otros que no, pero, un mundo de

hermanos eso es la comunión.

Entonces, el centro de mi vida tiene que ser transitar, hacer historia

en ese camino hacia los valores fundamentales del Reino donde todos seamos

uno siendo totalmente distintos cada uno.

Lo otro donde se genera esa vida, siempre es la madre. Porque la

madre es la que te enseña a querer a tus hermanos, la madre es mediadora

cuando los hijos se pelean y yo no me hablo con mi hermano, pero, le hablo a

mi mamá para que ella le cuente al otro. Ambos, María y la Eucaristía, son en

Don Bosco los hacedores de la familia.

Uno como metodología: María que sale en camino y Jesús como el

destino: el Reino de Justicia y de paz. En realidad, lo que Don Bosco quiere es

eso. Que aprendamos a estar juntos, a saber, soportarnos, es decir, llevarnos a

veces en el hombro, eso es soportar. Cuando no me importa, importar es

metérmelo dentro al otro, llevarlo en el corazón, me importa, de afuera lo meto

dentro, importo, a veces lo soporto, me lo pongo al hombro y lo conduzco porque

hay etapas en la vida y a veces soy importante para otro y otro me soporta, es el
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que me carga porque yo me pongo un poquito pesado. Entonces, en este camino

de ser familia, a veces, llevo, a veces, soy llevado, a veces soy importante y a

veces tengo que aprender que otro es importante para mí. Ahí están Jesús y

María enseñándonos la comunión. La comunión no es pensar parecido ni que

nos gusten las mismas cosas sino procurar que el Reino emerja en esta sociedad

que a veces es injusta.


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En la entrevista al P. Marcos Aguirre, emerge claramente un marco

represivo.

Este marco propone que una cosa es el proyecto personal y otra es

acompañar al chico. Si deseo acompañar, “el precio es la renuncia a mis cosas”,

con lo cual, se justifica la división: una cosa es mi proyecto y otra es acompañar,

así divido y no renuncio a mis cosas.

Por otra parte, aparece la dispersión de empezar algo y dejarlo y así

no concretar nada, propone la procastinación como algo naturalizado, el mismo

es el ejemplo de procastinación, dice que un año quiere una cosa y al siguiente

empieza otra. Luego, añade: en cambio Don Bosco- que vivió en otra época- sí

podía llevar a término sus proyectos. Hoy “somos” coleccionistas de cosas. Ser

perseverantes es cosa del pasado. Estos mensajes se llevan al acompañamiento

y se sugieren a los acompañantes.

A continuación, nos sumerge de lleno en el acompañamiento al joven:

los chicos te cansan con las preguntas, si les preguntás no te responden, así se

acostumbran a pensar que no les vamos a responder. No respondemos por

cansancio o por ausencia. Así, preguntando y respondiendo llegamos al

enfrentamiento. Claro que no les vamos a decir que ordene su pieza, que

estudie, eso está mal, no se hace en el acompañamiento. Insistimos que está

hablando a acompañantes, les propone justificar sus ausencias y naturaliza el

enfrentamiento con el chico, además, no los acompaña en la realización de

rutinas salutógenas de orden, está mal decirle al chico que salga de la depresión.

“Lo que hacemos en el acompañamiento es proponer un signo”, dice

el sacerdote. Nada más opuesto al acompañamiento que ir con un signo propio,


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además, mostrarlo sin decir de qué se trata (esto es una invitación a dejar cosas

ocultas, a callar, a guardarse cosas) y dejar que el chico- solo- lo piense hasta

llegar al misterio oculto en el signo. Esta intervención poco feliz jamás arrojó

algún resultado positivo, es decir, la apertura al misterio requiere de un otro que

nos abra a esa dimensión, solos no hacemos nada.

A continuación, habla de cómo relacionarnos, al estilo salesiano, con

Jesús Eucaristía y María. Nos dice: hacemos el ejercicio de comulgar el pan

consagrado, la comunión es signo: ponemos a Jesús en la Eucaristía. En todas

estas expresiones no existe relación con una persona. Entonces, preguntamos:

¿si el centro de la vida no es una persona, no es Jesús, ¿qué es? El Sistema

Represivo propone que el centro de nuestra vida sean los valores del Reino.

En cuanto a la familia, asegura que nos relacionamos con María como

método y con Jesús como destino. Nuevamente la relación no es personal sino

instrumental.

Continúa diciendo el sacerdote que relacionarnos es soportarnos

mutuamente, también, importar al otro, meterlo en el corazón. Pensemos que

este “importar” se trata de hacer ingresar al otro en el propio corazón, sería una

apertura al otro para llenar el propio corazón. Es apertura, que no supone la

empatía, la comprensión profunda, es solo meterlo dentro de uno.

La propuesta del salesiano es relacionarnos de manera superficial y

aprovecharnos del otro para llenarse uno. Como vemos en todo lo anterior

expuesto, no hubo acompañamiento y las propuestas son enfermantes. Así, el

marco represivo propone relaciones mecánicas, abusivas y superficiales,


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cansadas y ausentes. En este contexto ¿Qué es la comunión? Es llevar el Reino

a una sociedad injusta. Nuevamente, no se trata de una comunión personal.

El carisma salesiano después del Covid-19

El P. Pascual Chavez, brindó una conferencia “El carisma salesiano

después del Covid-19” (2021), en México.

Dios tiene una voz polifónica. Habla en la naturaleza. Hoy la

degradación, la catástrofe ambiental nos hace ver que en lugar de ser custodios

de esta casa común somos sus depredadores y está gritando. Dios nos habla,

también con la historia, e hizo su aparición con una molécula invisible, que desde

hace años ha puesto de rodillas a toda la humanidad. Nos habla a través de la

palabra, punto de referencia para leer lo que estamos viviendo.

Presento como reflexión ¿Qué lecciones debemos aprender después

del Covid? Y, sobre todo, cómo familia salesiana, ¿qué estamos llamados a

hacer durante la pandemia y después de la pandemia?

La primera pregunta. Las lecciones a aprender:

1. La vida ha prevalecido sobre la pandemia con sus sufrimientos.

Todavía hay muchas restricciones, mucha muerte y muchos

contagiados, sin embargo, la vida ha prevalecido. No tenemos

que deprimirnos ni caer en el pánico. Tenemos que saberla

afrontar también. El Covid, no tiene un poder ilimitado, no


76

debemos dejarnos dominar por el miedo, por el pánico, como

de hecho ha sucedido.

2. Tenemos que aprender que la muerte existe. Estábamos muy

fieros de nuestras conquistas. Las guerras nos hicieron

acostumbrar a luchar contra enemigos visibles, pero, el Covid

es un enemigo invisible que sin invitación entró en el escenario

de la historia, nos hizo sentir frágiles, desarmados. Pero, no es

cierto que es un enemigo invisible, cada año mueren millones

de personas por otro tipo de enfermedades. Este pánico es el

resultado de los programas televisivos. Las redes sociales nos

ofrecieron una oportunidad de comunicarnos y no quedar

aislados. Pero la razón existencial es el miedo a la muerte,

porque nos sentíamos orgullosos de nuestros logros, hasta el

punto de pensar que éramos inmortales. De repente la muerte

se hizo presente, miren la imagen, la cantidad de cajas, de

muertos sin ningún familiar, muerte inhumana, por la ausencia

de quien te ha querido, la muerte se hizo implacable para

recordarnos que no se la puede ignorar. Para la muerte no hay

vacuna, el único que sobrevivió a la muerte es Jesús y no la

venció clonádose o siendo un Avatar, o con biotecnología, la

venció con una energía capaz de vencer la muerte que es el

amor. El amor es más fuerte que la muerte.

3. Necesitamos una estrategia a futuro. Habrá que invertir mucho

más en el cuidado de la salud. No hay que olvidar que tenemos

enemigos invisibles. Hay enemigos visibles que están vivos, no


77

han desaparecido durante la época de la pandemia, pasaron

desapercibidos (guerras de las que no se habla) por eso hay

que estar preparados también contra los enemigos visibles.

Esto, nos lleva a pensar una estrategia completa a tres niveles, seguir

preparados para enfrentar los ataques del enemigo visible (que ataca la

seguridad de las sociedades, la autonomía de las naciones). La segunda es

fortalecer la salud, mejorar la investigación, las condiciones sanitarias, el

personal y los agentes sociales que pusieron en riesgo su vida, ese es el

segundo elemento de la estrategia. Por último, hay que limitar el tiempo de la

restricción de la libertad, no se puede quitar la libertad personal a las personas.

Algunos se preguntan si la fase pos pandemia podría ser una

oportunidad para superar las graves desigualdades sociales en nuestras

democracias. En mi opinión no estamos ante una ocasión, es una necesidad

urgente. Si no se humaniza el actual modelo económico no se puede seguir.

Ha llegado el momento de actuar para un cambio necesario. En qué

cosiste.

1. En primer lugar en despertar la razón cordial y emocional:

superar la indiferencia, sentir el dolor ajeno en el corazón, darle

espacio a las virtudes de un nuevo paradigma social que se

concretizan en estas cosas: convertirnos en custodios de la

creación, despertar y hacer acrecentar la solidaridad social, la

corresponsabilidad, la compasión.

2. Está desapareciendo el estado de bienestar, que debería

asegurar que cada uno tuviera derecho habitacional, al trabajo,


78

a la salud y la educación. Tenemos que recuperar esto, no es

un costo ni una carga, es un beneficio indispensable cuando el

destino llama a la puerta.

3. Despertar la batalla por los derechos humanos. Estamos en

una crisis social y política, han desaparecido veinte años del

desarrollo económico de las naciones. El foro económico

mundial tiene miedo de que se desencadene una explosión

social. Podremos sobrevivir como sociedad mediante un

cambio radical, las enormes disparidades en las riquezas están

debilitando nuestros lazos comunes. La extrema penuria puede

provocar una desintegración social. El mensaje de los

políticos, luego de la crisis de 2008, era que todos estábamos

juntos, no fue cierto. Si no estamos juntos en este las

consecuencias serán impensables. Tenemos que tomar

conciencia que somos una sola fraternidad mundial en la

diversidad de culturas, pueblos, religiones; o nos salvamos

todos o ninguno se salva, como dice Francisco. Esperamos

descubrir que, así como el virus cruza fronteras internacionales

y no necesita ningún visado, debemos renovar nuestro sentido

de pertenencia a una única comunidad humana de la que no

es posible salir.

Vamos a pasar a la segunda parte: ¿Cómo familia salesiana, ¿qué estamos

llamados a hacer durante la pandemia y después de la pandemia? ¿Cómo

proyectar el carisma salesiano en el mundo ante la pandemia y después de ella?

¿Qué se espera de nosotros?


79

Me impresionó el silencio de los jóvenes durante la pandemia. Les

pregunté cómo habían vivido. Ellos dicen que tenían en sus manos las redes,

que tenían muchos seguidores, pero, luego de la pandemia se encontraron con

un silencio ensordecedor. Esto nos tiene que impactar. Por primera vez se

encontraron con un virus no informático sino real, se quedaron sin habla y

paralizados.

Cómo proyectarnos como salesianos. Lo primero, es no perder de

vista la misión: ser signos y portadores del amor de Dios. No es actividad ni

trabajo, es un gran celo pastoral, aquello que llevó a Don Bosco a decir: “cerca

o lejos siempre pienso en ustedes” Lo único que me está a pecho es que los

quiero ver felices. Esto tiene que hacerse visible en cada miembro de la familia

salesiana, estar pensando: cerca o lejos pienso en ustedes.

La segunda, es que el carisma salesiano se caracteriza por la misión

en favor de los jóvenes, especialmente de los más pobres, esto debe ser patente

en este momento. ¿Por qué motivo? Porque Don Bosco actuaba con este

principio: que había que darle más oportunidades a aquellos a los que la vida les

había privado de oportunidades, para desarrollar todo su potencial, para

convertirse en un recurso para ellos, para sus familias, para el estado, para el

mundo.

Tercero, estamos llamados a ofrecerles el don precioso de la

evangelización, de la educación para desarrollar su potencial, para hacerlos

protagonistas, no podemos aceptar que la sociedad los quiera convertir en

espectadores, consumidores, es el momento en que los jóvenes tienen que

tomar entre sus manos este mundo para cambiarlo, si no los cambian ellos quién

lo va a cambiar.
80

Esto requiere un nuevo tipo de presencia de la familia salesiana, que

nos sientan verdaderamente compañeros de la vida, asistencia, presencia, que

es física, porque si no estamos al lado de ellos físicamente no nos entenderemos

culturalmente. No sabremos cuáles son sus expectativas, sus necesidades, sus

sueños, sus miedos. No podremos ofrecerles ideales grandes sobre los cuales

plasmar la propia vida, no ayudaremos a que se conviertan en protagonistas en

la transformación de la sociedad, creando una cultura alternativa a la cultura que

hoy tenemos.

¿Qué están llamados a hacer los grupos de la familia salesiana en

esta situación?

Todos conocemos lo que Don Bosco hizo cuando en 1854 estalló el

cólera en Turín. Tenemos que contemplarlo para verlo en situaciones tan

difíciles, cómo se supo posicionar, se supo colocar, supo leer, y supo dar

respuesta.

Por lo tanto, nos preguntamos: ¿qué hizo Don Bosco en situaciones

parecidas, ¿qué debemos hacer? Vuelvo a repetir, conocemos la forma en que

nuestro Padre reaccionó ante el cólera. Mírenlo, cuando llega Domingo Savio al

oratorio de Valdocco, Don Bosco hace aparentemente una locura, porque lo lleva

a curar a los apestados, se lleva a sus jóvenes, aquellos que eran las columnas

sobre las cuales iba a construir su congregación. No tiene ningún miedo en llevar

a sus jóvenes para que puedan convertirse, en ese momento, en agentes que

llevaban esperanza y consuelo al otro. Pero no es solamente el cólera.

Cuando llega a Chieri, tiene 15 años, tiene que empezar la escuela,

dice que ahí pasó los mejores años de su vida: “junto con otros amigos fundé la
81

sociedad de la alegría.” Un joven viviendo en esas condiciones y lo que se le

ocurre es formar la sociedad de la alegría. Y no solo, con otros. Mi única

motivación era estudiar y convertirme en sacerdote para los jóvenes, esto da una

fuerza increíble. Llega a Turín, imaginen pasar de una pequeña aldea como I

Becchi, a la gran capital que era Turín. Vino a esta ciudad en 1841,

inmediatamente después de su ordenación. Era un joven de 26 años, sacerdote.

Y en lugar de aceptar irse de vicario de la parroquia de Castelnuovo, que se le

había ofrecido, en lugar de aprender siendo tutor de una familia rica de Génova

que , va por la ciudad buscando jóvenes. Vivía como podía, qué podía hacer por

ellos. Los suburbios eran áreas de agitación, revueltas, eran cinturas de

desolación. Adolescentes vagando por las calles, desempleados, tristes,

preparados para lo peor.

Los he visto jugar en las esquinas con el rostro duro, decidido, jugando

en las esquinas como quien está dispuesto a intentar cualquier cosa por abrirse

camino en la vida. Aquellos chicos en las calles de Turín eran el efecto perverso

de un evento que estaba cambiando el mundo: la Revolución Industrial.

Imagínense ahora que estamos en la cuarta revolución industrial. Qué sucede

con todos estos chicos que no tienen la posibilidad de desarrollarse para

integrarse en esta sociedad.

Sin embargo, la impresión más dura fue cuando entré en las cárceles,

cuando a vi a un grupo de jóvenes sanos, robustos, de aguda inteligencia; verlos

inactivos, picados por insectos, hambrientos de pan espiritual y material, fue algo

que me horrorizó.
82

Yo me pregunto hermanos y hermanas ¿Hemos llorado algún día

viendo la situación en la que viven los jóvenes y los chicos sin oportunidades?

¿Hemos quedado horrorizados?

Miren lo que hizo Don Bosco, era absolutamente necesario buscar

caminos alternativos, inventar nuevos esquemas, intentar, en su caso, un

apostolado volador entre comedores, oficinas y mercados. Así comenzó nuestro

Padre, en 1841 a 1846. Se trataba de encontrar trabajo para los que no lo tenían,

mejores condiciones para los que ya lo tenían, darle escuela para prepararlos,

para que se integraran con competencia en esta revolución industrial. El dinero

fue siempre un problema, no tenía nada. Mamá Margarita, pobre, una mujer de

50 años, salió de su casa en I Becchi para ser madre de esos niños y ante la

necesidad de servirles algo en la mesa a los chicos vende el anillo, los

pendientes, la cadena que hasta entonces guardaba celosamente. Y poco a

poco, empieza a dotar de talleres esta pobre casa de Valdocco que cada día se

llena de chicos abandonados. Con competencia en esta revolución industrial,

miren nuestro Padre Don Bosco . No fue indiferente.

Lo que deben hacer los grupos de la familia salesiana en pandemia

es no quedar indiferentes.

Don Bosco inventó, sin dilación, porque dice que las necesidades de

los jóvenes no admiten retardos. Es una palabra importante de Don Bosco:

inmediatamente. Crea una nueva respuesta inédita. Como decía Gabriela

Mistral: “el nombre de los jóvenes no es mañana, es hoy”

Tres grandes decisiones.


83

Ya hemos dicho que, en el cólera, en 1854 no dudó en invitar a sus

mejores jóvenes, parecería una locura meterlos a riesgo, y ellos serían la base

de la congregación, no duda en enviarlos a trabajar por los enfermos.

En 1859 trata de fundar la congregación, la funda, no con sus grandes

colaboradores sino con sus jóvenes. Para dar un alma a su oratorio les pidió a

estos jóvenes que se reunieran como familia religiosa, bajo su obediencia, con

la perspectiva de consagrarse a Dios, con los votos de pobreza, castidad y

obediencia. Miren lo que les pedía, eran muy jóvenes, había que arriesgar toda

la vida de un solo golpe: confiar en Don Bosco, pero no solamente en él sino

arriesgar su vida, en confianza con él, a favor de los niños abandonados y en

peligro. Don Bosco intuyó que para su congregación no había otro camino que

hacer de sus jóvenes los co-fundadores de la congregación. Son nuestros

Padres.

Aquí está la tercera grande decisión del Padre, 1875, no duda en

enviar a sus mejores hombres, basta pensar en Cagliero, que junto con Don Rúa,

eran los pilares del oratorio. Porque seguía implantando el carisma, como lo

había hecho con los jóvenes, mandó a Don Rúa, jovencísimo, después de tres

años, a Miravello, primera obra que se abría fuera de Turín y miren si había sido

acertado Don Bosco, gracias a esta decisión hoy estamos presentes en 134

países del mundo. Este es Don Bosco.

La grandeza de Don Bosco, entonces, fue su capacidad para no

atemorizarse ante los obstáculos, las dificultades, los malos entendidos. Y si

supieran las decepciones que sufrió, presenté un trabajo para toda Italia

Salesiana que era justamente Don Bosco ante las dificultades. Y ver el número

de tantos a los que él les pagó los estudios para que pudieran ser salesianos y
84

una vez ordenados lo dejaban y se iban. Él continuó apostando por ellos. Su

capacidad de no dramatizar, de transformar los desafíos en oportunidades. Aquí

tenemos la lección: Don Bosco supo leer la realidad, la supo interpretar, la supo

afrontar, dando respuestas nuevas e inéditas. Esto es lo que se espera de la

familia salesiana hoy.

¿De las orientaciones que el Papa Francisco ha dado, cuáles creemos

que son válidas para la familia salesiana?

El Papa ha sido muy claro, ha dicho que esta pandemia ha dejado en

evidencia otra pandemia, otros virus. Que para el Covid encontraremos una

solución en las vacunas, pero, está la pandemia del egoísmo social, de la

indiferencia, de la desigualdad social y estas no se curan con vacunas sino con

anticuerpos que son frutos de un cambio de cultura, donde se hace prevalecer

la justicia, la caridad, la solidaridad.

El Papa, rápidamente, propuso un plan que se llama: “Para resucitar

la humanidad” y su gran preocupación es cuál será la imagen que habrá de la

humanidad cuando la pandemia termine. Quizá a lo largo de este año tendremos

que luchar con ella, pero terminará. El problema es si será una humanidad mejor.

Hay que recordar que de una crisis como la que estamos viviendo nunca se sale

iguales, o se sale peores o e sale mejores. Habrá quien diga “yo estoy bien, los

demás no me interesan” o quien diga “tenemos que cambiar completamente la

forma de ver la realidad y de afrontarla juntos.

El Papa no se queda en buenos propósitos, de hecho, creó una

comisión que trabaja con cinco grupos que están elaborando el programa para

el resurgimiento de la humanidad, hecha luz en medio de tanta oscuridad y en el


85

horizonte ve la perspectiva suficiente para sentar las bases de la reconstrucción

del planeta que ya ha estado herido en esta catástrofe.

El Papa, reivindica al pueblo, diciendo: el pueblo no es alguien al que

hay que estar dando cosas, al pueblo hay que integrarlo como sujeto, como

protagonista. De otra forma solo damos migajas sin cambiar la sociedad. Cuando

el pueblo se convierte en protagonista se puede avanzar en este plan, que

abarca muchos temas, como estar abandonados. Francisco pide que haya un

salario mínimo para todas las personas, que se cancele la deuda externa que

está pesando sobre nuestros países que no logran pagarla y que se sigue

acumulando y que sigue condicionando la vida de nuestros pueblos. Pide que

haya apoyo a los pactos: acuerdos migratorios o de cambio climático.

El Papa Francisco cuando habla de una reivindicación del pueblo no

habla de una fórmula etérea, genérica, dice qué cosa tenemos que hacer si

queremos que efectivamente se convierta en protagonista, también, del cambio.

Dice: “si algo hemos podido aprender de este período es que nadie se salva solo

“, caen las fronteras, los muros se parten, todos los discursos fundamentalistas

se disuelven frente a una presencia casi imperceptible que manifiesta la

fragilidad de la que estamos hechos.

Podemos descubrir tantas personas, lo que se llama las personas

esenciales. Si se dan cuentas son todos inmigrantes, que han sufrido la

pandemia de la exclusión, de la indiferencia, sin embargo, son los que

continuaron luchando durante el tiempo de aislamiento por el Covid-19,

acompañándose, sosteniéndose. Ustedes creen que durante este tiempo estas

personas recibirán, por ese hecho, la ciudadanía americana, tengo mis dudas.
86

Tenemos médicos, enfermeras, personal de servicio, limpiadores,

conserjes, transportistas, fuerzas de seguridad, sacerdotes, educadores,

muchos más. Todos ellos no dejaron de hacer lo que sentían que podían y

debían hacer. Esto es lo importante qué siento que puedo y debo hacer.

Francisco, sobre todo con la carta: “Hermanos todos”, reitera que una

emergencia como el Covid 19, se gana con los anticuerpos de la solidaridad.

Dice: una lección que despedazará todo el fatalismo en el que vivimos inmersos

que nos permitirá sentirnos una vez más los arquitectos y protagonistas de una

historia común y, por tanto, responder juntos a los males que afligen a tantos

hermanos en el mundo. No podemos permitirnos escribir la historia futura y

presente de espaldas al sufrimiento de tanta gente, a riego inútil. Las personas

se han quedado contagiadas, abandonadas, y solas.

¿Qué mensaje dar a los jóvenes en nuestras obras salesianas en este

tiempo?

«Ser joven es una gracia, una fortuna». Es un don que podemos

malgastar inútilmente, o bien podemos recibirlo agradecidos y vivirlo con

plenitud.

Es un reglo que no podemos desperdiciar, hay que vivirlo plenamente.

Esperamos que los jóvenes opten por vivirlo plenamente. Por eso me atrevo a

invitarlos a vivir con alegría, con sentido, con generosidad. Esto es posible

cuando vivimos nuestra juventud a la luz del encuentro personal con Jesús, que

es la luz de todo hombre que viene a este mundo.

La segunda cosa: les diría, con Don Bosco, que han sido creados para

ser felices, con la alegría del amor y que esto los lleva a sentir el deseo de amar
87

y de ser amados, porque esta es la única experiencia que da alegría a la vida de

los hombres.

Invito a los jóvenes a que salgan de sí mismos, a que se encuentren

con los demás, que sientan el deseo de comunidad, de fraternidad, de amistad,

a que no se encierren en ellos mismos ni en la soledad.

Tercero, es interesante que la juventud es tiempo de fortaleza física,

hay mucho coraje. Es etapa de la vida que da gran impulso a la existencia, que

conduce a la superación. En esa etapa de la vida se está dispuesto a buscar

nuevos caminos, nuevas vías, a tomar decisiones valientes. Es el tiempo en el

que arriesgamos más que en otros tiempos, en el que no nos desanimamos, es

cuando tenemos la fuerza para no dudar ante el peligro. Por eso, invito a los

jóvenes a tener la audacia de atreverse, a tener la audacia de entrar en la tierra

prometida.

Cuarto, pero paradójicamente es una etapa de la vida en la que hay

mucho miedo, mucha incertidumbre y mucha esperanza. Es paradójico, no solo

está hecho solo de fuerza sino de fragilidad. A veces siente más la fragilidad y a

veces más la fuerza. Y el tiempo en el que vivimos tiende a favorecer el bloqueo

ante los desafíos y por eso muchas veces se llega a una especie de parálisis y

la gente no se decide. A esto, se agrega el hecho que muchos adultos parecen

perdidos y no logran dar el acompañamiento. Los mismos padres en relación a

los hijos. Invito a los jóvenes a no ceder ante la tentación de la parálisis,

atrévanse a tomar decisiones hoy.

La quinta: caída, arrepentimiento y aceptación. Cuando tomas riesgos

puedes fallar. Si buscas nuevos caminos te puedes perder. Cuando dejas las
88

certezas puedes terminar sin tener puntos de referencias. Esta es la fatiga y la

belleza de la libertad. Puede conducir al error, a la caída y al fracaso. No olvides

que la juventud es el momento en que se permite cometer errores en todos los

sentidos, porque estas experiencias nos ayudan a tomar conciencia de nuestra

fragilidad. Por eso, les invito a que recuerden la parábola del Padre

Misericordioso, que permite que sus hijos vivan el riesgo de ser libres. No los

chantajea, no les impone yugos que puedan mortificar sus elecciones, están

siempre dispuestos a acogerlos.

La sexta: disponibilidad para escuchar y necesidad de

acompañamiento. El joven tiene grandes ideales que lo sustentan y poca

experiencia de vida. Por eso, la palabra de Dios nos llama a los adultos a estar

en actitud de escucha; a los jóvenes, a escuchar a los adultos, escuchar la

realidad, los propios sueños, las experiencias de los adultos, la voz de Dios. Por

eso los jóvenes necesitan guías, acompañantes. Por eso, los invito a que

escuchen y se dejen acompañar. Es un tiempo para discernir.

Cómo sabemos que hemos madurado. Cuando discernimos. Un joven

crece, madura, se desarrolla, esto lo aprendemos de la naturaleza. Lo vemos en

la naturaleza, el árbol tiene que crecer y madurar para que puedan producir

frutos, esto es válido también para los jóvenes. Cuándo sabemos que ha

madurado, cuando es capaz de discernir, de distinguir el bien del mal y saber

elegir el bien y rechazar el mal. Les invito que, como Salomón, pidan a Dios el

don del discernimiento y lo ejerciten a través de decisiones valientes que les

lleven a arriesgar toda su vida.

Séptima: Proyecto de vida, en el discernimiento. La realización se

alcanza cuando finalmente uno toma una decisión sobre la propia vida, cuando
89

le da un horizonte sobre el cual caminar y orientarse. Es aquí, en el diálogo,

donde el joven está llamado a distinguir entre las voces que lo llevan a no pensar

más que en sí mismo de las inspiraciones que le vienen de Dios y que le piden

salir de sí mismo. Hay que saber distinguir cuando un proyecto de vida es

llamada de Dios, por eso, no hay que perder tiempo en preguntarnos “quién soy

yo”, porque nunca encontraremos la respuesta, la pregunta es “yo para quién

soy” y seremos para Dios y para los otros. Aprenderemos como Jesús a decir:

yo no he venido a ser servido sino a servir.


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91

El P. Pascual Chavez nos invita, mediante su conferencia, a tomar

conciencia de nuestros enemigos (visibles e invisibles), aclaramos que habla de

bacterias y de enemigos humanos. En esta lucha, en la que todos estamos,

necesitamos contar con una estrategia: prepararnos contra los enemigos, no

tener miedo a la muerte porque contamos con la energía del amor.

Además, debemos cuidar la salud. Debemos darnos cuenta de que

existen muchas restricciones todavía: el confinamiento por la pandemia de

Covid-19 es una restricción de la propia libertad, por eso, hay que limitar la

restricción. Es decir, hay que cuidar la salud y, a la vez, exponernos.

Por otra parte, hay que humanizar el modelo económico. Como

ciudadanos debemos: no ser indiferentes, sentir dolor ajeno, vivir el bienestar, ir

a la batalla por los derechos humanos y hacer un cambio radical. Todos estamos

en la comunidad humana, no se puede salir. Todo lo que presenta el sacerdote

es extremo: ir a la batalla, cambio radical, sentir dolor, vivir el bienestar.

Como salesianos, tenemos que pensar como Don Bosco: pensar en

los jóvenes, especialmente los más pobres y educar evangelizando, con

asistencia y presencia.

Pensar como Don Bosco es hacer hoy lo mismo que él hizo ayer, sin

renovarlo. No ser indiferentes significa llorar y horrorizarnos por la situación de

los jóvenes pobres, como lo hizo Don Bosco. Además, significa arriesgar la

propia vida para ayudar a los enfermos, arriesgar todo de un golpe, se debe

poner en riesgo a la congregación si es necesario. A los mejores hombres de la

congregación se los invita a confiar y a arriesgarse; a lo que abandonan la


92

congregación les dice que los sigue apoyando y que apuesta por ellos. Todo esto

es lo que nos dejó Don Bosco, asegura Pascual Chávez.

A los jóvenes les dice: Tienen que vivir plenamente su juventud, esto

es, arriesgarse, ponerse en peligro, no paralizarse, atreverse. Les están

permitidos todos los errores, pueden errar en todos los sentidos. Esta es la

plenitud de vida.

En la madurez lograrán discernir entre el bien y el mal. Mientras tanto,

tomen decisiones valientes, arriesguen sus vidas. Además, cuentan con adultos

que los acompañan, los guían, los asisten, pero, los adultos no pueden

chantajear a los jóvenes poniéndole límites a su libertad, esto sería mortificar sus

elecciones, ponerles un yugo. Deben ser como el Padre Misericordioso que los

deja que se vayan y, luego, está dispuesto a recibirlos, cuando ellos decidan

volver.

Por último, los invita a salir de sí mismos (ir hacia afuera), a no

preguntarse ¿quién soy? (no ir hacia adentro). Pueden preguntarse, en cambio:

¿yo para quién soy? y empezar la búsqueda.


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El sistema preventivo
Sigamos co-construyendo narrativas, ahora centrados en el punto

accesible al bien o punto accesible a la conversión. Cuando un joven se narra,

se relata en forma escrita, podemos leer sus mensajes positivos. Recordemos

que al momento de solicitarle que se narre, que narre su historia, el joven ya

conoce su Sistema Represivo con sus mensajes enfermantes, por ende, sus

escritos, aunque sean autobiográficos, van a contradecir al Sistema Represivo,

van a ser escritos indignados por lo que pasó, por cómo se le negó el crecimiento

y despliegue personal de un modo absurdo, hasta enfermarlo. El primer mensaje

positivo que llegue a nosotros en ese escrito, es el punto accesible al bien. Se

trata de un punto amoroso, como tal no está aislado, compone una unidad, es

un punto que se encuentra dentro de una línea, la línea de la prevención.

En torno a ese punto hay en el escrito, un devenir de imágenes,

mensajes, sentimientos, obras positivas que emergen. Ese punto será siempre

parte del marco preventivo de la persona, siempre será positivo.

Así, el primer mensaje positivo que recibimos puede referir a la

generosidad. El Sistema Preventivo de esa persona tiene que ver con este tema.

Quien vive en el marco represivo no lo soportará, probablemente lo criticará “se

ve que tiene mucha plata, por eso anda regalando”. Quien vive en el marco

preventivo se sentirá dichoso de poder compartir y de vivir con confianza en la

Providencia que lo hace vivir con ideas de abundancia y no de carencia. Es decir,

cada sistema o experiencia prescribe sus mensajes, cada sistema contiene en

sí mismo sus propias condiciones de posibilidad.


94

Pensemos que el sistema preventivo, tal como se comprende en la

actualidad, es un eco-sistema que incluye lugares, ambientes, personas,

actividades, hábitos, palabras, sentimientos, etc. Aclaramos esto porque, al ser

presentado bajo la forma de mapa conceptual, puede pensarse que el sistema

se compone de una red de conceptos o que implica un cambio de discurso o de

ideas y esto no es así, estamos hablando de experiencias. Ambos sistemas, las

experiencias preventivas o represivas, están encarnados, por ende, son visibles,

reconocibles y narrables.

Otro estrato a considerar cuando hablamos de “punto accesible a la

conversión”, es justamente el del corte con procesos heredados. Hemos dicho

ya que dicho punto deviene en el acompañamiento, que en cada persona este

punto accesible al bien es diverso y que se trata de la parte del sistema

preventivo propio de esa persona. Es decir, existe un sistema preventivo por

cada persona que la invita a dar pasos de conversión. Interpretado de esta

manera, “amar a la medida del joven” es ampliar la medida.

Ahora, estamos en condiciones de agregar que el punto accesible al

bien supone, para esa persona, la conversión, por ende, le propone un nuevo

modo de ser.

De lo anterior se desprende que deseamos llegar a conocer el punto

accesible al bien, pero no es suficiente, debemos buscar la conexión interna que

haga comprensible para nosotros, el sistema preventivo de esa persona en

particular y que lo haga coherente para ella, es decir, posible de vivir. En efecto,

el punto accesible al bien es la llave al corazón, al núcleo personal. Siempre

buscamos llegar a este núcleo, que simplifica y resignifica todo. Entendemos

núcleo como corazón, es decir, en un sentido amplio: lo que nos hace ser únicos,
95

reales, auténticos. Es en el corazón donde el acompañado encuentra a Dios y

se pone en sus manos.

En este momento, el acompañante conoce al acompañado en

profundidad, puede volver a sí mismo y enriquecer su mundo interior al haber

conocido el mundo interior del otro, de esa manera, puede también, conocerse

más a sí mismo.

El acompañado, que ha penetrado progresivamente en su interior y

ha iniciado un proceso de conversión, puede abrirse a un nuevo modo de ser y

de comprender su misión en el mundo. La persona acompañada, ha hecho un

recorrido que le posibilita, por un lado, ser acompañante de otras personas y, por

otro, iniciar un nuevo acompañamiento que le ayude a realizar su misión.

De esta manera se cierra este proceso de acompañamiento.


96

Anexo:
Los problemas de
la subjetividad
97

Anexo: Los problemas de la

subjetividad
Introducción: Los diversos significados posibles de la

"subjetividad"; estructura de la personalidad

Dentro de este ámbito se ha esclarecido ya que se trata de un ámbito

parcial y que deja en suspenso sectores enteros de problemas, que deben ser

tratados por otras disciplinas, pero que son necesarios para esclarecer por

completo este ámbito. Y, así, hemos encontrado en diversas ocasiones

cuestiones lógicas, que en nuestro contexto no podían eludirse, pero cuya

dilucidación corresponde por principio a la lógica.

Hemos visto además que la experiencia de otros sujetos forma parte

conjuntamente de una completa teoría acerca de la naturaleza.

Ahora vamos a escoger como nuestro próximo tema la investigación

de la subjetividad, porque con ello tendremos acceso a toda una serie de ámbitos

del conocimiento y de la ciencia.

En primer lugar, debemos saber qué es lo que se entiende por

"subjetividad” . En cuanto hemos mencionado hasta ahora a la subjetividad en el

campo de nuestras reflexiones, se trataba principalmente del sujeto o de la

conciencia como correlativo del mundo objetivo.

Ahora bien, este significado queda relativamente alejado de la actitud

natural. Cuando en el lenguaje cotidiano hablamos de "sujetos" o mejor de

"personas", nos referimos de ordinario a personas que hay en el mundo (a

nosotros mismos, o a otras personas que son "nuestros semejantes"). Si


98

seguimos reflexionando sobre lo que se incluye en esta idea, entonces se nos

ocurren inmediatamente cosas muy diversas. En primer lugar, lo que

mencionábamos en primer lugar como significado de "subjetividad": las personas

reciben impresiones del mundo en el que se hallan -del mundo de los objetos, y

las impresiones que una persona recibe de otra- y se confirman en ese mundo y

para ese mundo; lo cual quiere decir en primer lugar: perciben ese mundo, lo

experimentan; luego: adoptan internamente una actitud ante él con múltiples

"vivencias de su ánimo"; / finalmente: intervienen en su mundo con libre voluntad

y acción, creando y trasformando.

En resumidas cuentas: son sujetos de una multiforme vida del "yo",

de una conciencia intencional.

A esta vida del "yo" la designamos también como lo interior de la

persona, como su vida anímica o espiritual, y contraponemos a ella lo exterior de

la persona, el cuerpo u organismo físico. Si a las expresiones "cuerpo-alma",

"organismo físico-espíritu", que en la manera corriente de hablar no se deslindan

claramente, les corresponden diferencias objetivas, eso habrá que dejado para

una investigación más detallada. Lo que consta firmemente es que nosotros

consideramos a la persona humana como una "realidad compuesta", como una

unidad de cuerpo y alma. Por lo que respecta a las designaciones "interior" y

"exterior", vemos que con un poco de reflexión se nos aclara inmediatamente

que por ello no se expresa una relación espacial ordinaria.

El cuerpo es, claro está, un cuerpo físico en el espacio, y en cierto

sentido habrá que decir también que lo anímico se encuentra precisamente allí

donde está el cuerpo, más aún, que se encuentra "encerrado en él". Pero no se

halla espacialmente en él, como lo están los órganos internos; porque la vida del
99

"yo" es lo no-espacial por excelencia, algo a lo que no se puede asignar un lugar

determinado. El designar al cuerpo como lo "exterior" de eso "interior" no-

espacial, eso es algo que tiene sentido, porque lo interior se hace visible en el

cuerpo, porque el cuerpo -gracias a su papel como portador de la expresión de

la vida anímica- hace que lo interior se manifieste en el mundo espacial.

También en otro aspecto el cuerpo desempeña el papel de

"mediador" entre la persona y el mundo espacial. Por medio de sus "órganos", el

cuerpo trasmite a la persona las impresiones exteriores y, por otra parte, -en su

doble cualidad como instrumento libremente movible de la voluntad y corno

cuerpo físico que se halla en el contexto del mundo espacial- hace posible que

la persona pueda realizar efectos en el mundo espacial.

Pero con eso no se agota el sentido que asociamos con el término

"persona". No sólo consideramos a la persona como sujeto de una vida de

conciencia actual, sino también como dotada de cualidades permanentes:

índoles del cuerpo (fuerza, habilidad, etc.) y del alma. Las cualidades psíquicas

no tienen todas ellas, evidentemente, el mismo rango, sino que se dividen en

varios niveles: cualidades sensoriales (como aguda mirada, oído, etc.),

cualidades del intelecto y de lo que, en sentido muy significativo, se denomina el

"carácter" de la persona. Este último parece concernir más de cerca a la persona,

parece ser más esencial que lo que habíamos constatado hasta ahora al explicar

el sentido del término. Parece que con ello nos acercamos el punto medular,

Ahora bien, el término "carácter" no es unívoco. Se habla de personas "con

mucho carácter" y de personas "que no tienen carácter", / mientras que según

otra acepción del término la falta misma de carácter significa un determinado

carácter. Aquí nos vamos a ocupar únicamente del segundo significado, de


100

aquello que constituye la peculiaridad de una persona. Entendido en este

sentido, se atribuye carácter a toda persona. Pero se habla de caracteres más o

menos "marcados". Y a aquel que se señala por tener un "carácter"

especialmente "marcado", suele llamársele una personalidad. Si retenemos el

significado de "persona" del que hemos partido, entonces no toda persona es

necesariamente una personalidad. Pero qué relación hay entre ambos términos,

eso no podremos exponerlo antes de efectuar un estudio más detallado.

El carácter de la persona, entendido en el sentido restringido que se

emplea en la manera corriente de hablar, y en el sentido más amplio que abarca

en sí todas las cualidades de la persona, no es algo que se encuentre ya

acabado, sino que está en constante evolución, trasformándose incesantemente

bajo el efecto de las circunstancias externas en las que se despliega su vida, y

en el movimiento de su interior, suscitado por esas circunstancias. Por otro lado,

se habla de un desarrollo de la personalidad, como si / fuera el desarrollo de algo

que reside o que se halla depositado en la persona, y que en el curso de su vida

se va manifestado paulatinamente. Habrá que tener también en cuenta esta

aparente contradicción, cuando tratemos de entender la estructura de la

persona.

Si echamos de nuevo una mirada a las "circunstancias externas" que

desempeñan un papel en la vida de la persona, entonces veremos que se trata

principalmente de las influencias procedentes de otras personas. Las personas

se hallan siempre en relación unas con otras.

Y, si queremos conocer lo que es una persona, no debemos

desatender en qué relación se encuentra ella con los grupos de personas.


101

Si resumimos los rasgos particulares que hemos visto incluidos en el

sentido de lo que es una "persona", entonces veremos que la persona es el

sujeto de una vida actual del "yo", un sujeto que tiene cuerpo y alma, que posee

cualidades corporales y anímicas, que está dotada especialmente de un carácter

que se va desarrollando, o con cualidades que se van desarrollando bajo la

influencia de circunstancias externas, y que en esta evolución hace que se

desarrolle una disposición original que él poseía. Debemos investigar esos

rasgos particulares y su conexión, a fin de aproximamos a lo que es la esencia

de la persona. Por eso hemos unido a la vez, como en un punto crucial, todo lo

que merece la denominación de "subjetividad" y lo que eventualmente puede

presentarse también en una forma diversa de la estructura de la persona que

acabamos de esbozar brevemente.

Después de haber examinado uno por uno los factores constitutivos

de esta estructura, conoceremos a la vez las demás formas posibles del ser de

la subjetividad y los problemas que plantean al estudio científico.

a) Conciencia y conocimiento de la conciencia

l. El yo puro y la conciencia

Si consideramos en primer lugar a la persona como sujeto de la vida

del yo, entonces la persona no se diferencia del yo puro.

Éste es la fuente original del vivenciar, el punto de partida desde el

cual las vivencias irradian hacia sus puntos de meta, los objetos. Al sujeto

podemos designarlo también como una forma especial de la conciencia; porque

no toda conciencia muestra la misma estructura, el mismo hallarse en tensión

entre dos polos. Hay una conciencia "imprecisa", en la cual podemos distinguir
102

todavía un centro vital análogo al "yo" y un saber del otro "yo", pero en la cual

no hay un "yo" que mire de manera despierta a un mundo, no hay un estar

dirigido hacia objetos (no hay ningún cogito en el sentido de las Ideen de Husserl)

y no hay objetos que se capten como tales. A los seres vivos que muestran tal

conciencia imprecisa, no los designamos como personas. Pertenece a la esencia

de la conciencia personal el que se desarrolle en la forma del cogito o -en el caso

de que en algunos trechos se sumerja en la imprecisión- pueda adquirir de nuevo

en cualquier momento dicha forma.

En cuanto forma estructural, el "yo" es un universal que pertenece

necesariamente a toda conciencia. Pero, como punto del que mana el vivenciar,

es un individuum absoluto, y, gracias a que tiene su origen en ese punto

manante, toda vivencia de una persona y la totalidad de sus vivencias (que, en

virtud de su pertenencia al mismo "yo", constituyen para él la unidad de una

corriente de la conciencia) es absolutamente individual. Esta individualidad del

"yo" puro y de sus vivencias, no está concebida primariamente como una

diferencia cualitativa, sino tan sólo como un ser-sí-mismo-y-un-no-ser-otro.

Esta unidad es algo que no puede expresarse en palabras, sino que

únicamente puede mostrarse. Precisamente en este sentido, debemos

considerar a cada persona como un individuum absoluto.

2. La fenomenología como ciencia de la conciencia pura y la

posibilidad de su método

La tarea de la fenomenología pura consiste en examinar, según su

esencia, el "yo" puro, la vida original de la conciencia y las unidades de vivencias

que la constituyen. En nuestras reflexiones introductorias, vimos que esta


103

ciencia, si se sigue en todas sus direcciones, abarca la totalidad de la

problemática filosófica. Porque al ámbito de sus reflexiones pertenecen todas las

posibles regiones de objetos en cuanto correlativos de todas las clases posibles

de vivencias intencionales. Así como la conciencia y el mundo son correlativos,

así también no es concebible ninguna doctrina acerca de la esencia de la

conciencia que no contenga en sí una doctrina acerca de la esencia de los

objetos que constituyen la intencionalidad de la conciencia en sus múltiples

formas posibles. No solo hemos esclarecido en forma puramente teórica esta

tarea de la fenomenología sino que en nuestras exposiciones ofrecimos toda una

serie de análisis fenomenológicos realizados y, con ellos, ofrecimos ejemplos de

la labor fenomenológica. Así sucedió al determinar la esencia del conocimiento

y de la toma de conocimiento, y al describir hasta cierto nivel de profundidad la

percepción externa. Las ulteriores investigaciones presentarán nuevos ejemplos.

Entre las tareas de la fenomenología se cuenta también la

demostración de su propia "posibilidad", la justificación de su procedimiento.

Después de todo lo que hemos dicho en términos muy generales

sobre la problemática de la teoría del conocimiento, esta demostración tendrá

que consistir en mostrar y analizar las tomas de conocimientos, por las cuales

sabemos acerca de la conciencia, y en el hecho de que la posibilidad de su

demostración quede probada en el conocimiento.

La conciencia original como conocimiento "último"

Podemos afirmar que éste es el primer problema del conocimiento en

general. En este lugar no se pueden separar la ontología y la epistemología,

porque pertenece a la esencia de la conciencia precisamente lo de ser


104

consciente, es decir, lo de llegar a ser consciente de sí mismo. Precisamente por

eso reside aquí la cuestión última de toda teoría del conocimiento, detrás de la

cual no queda ya ningún problema posible; porque en todo conocimiento de un

objeto ajeno a él se puede indagar qué clase de conocimiento sea el que se

convierte a sí mismo en objeto y qué legitimidad tienen los enunciados que se

hagan sobre él; pero, en cambio, en un conocimiento que no sólo capta algo

ajeno a él, sino que al mismo tiempo se capta a sí mismo, esta cuestión no tiene

ya ningún sentido.

Claro que sabemos que la "conciencia", si se emplea el término

"conocimiento" en sentido estricto, no debe designarse como conocimiento.

Si se entiende por conocer -tal como lo hicimos nosotros- un acto en

el cual se contempla un objeto y luego se lo sitúa bajo conceptos universales,

entonces aquel ser-consciente-de-sí-mismo, que considerábamos como fuente

última de legitimidad, no es un conocimiento.

Es verdad que hay también conocimiento (en el sentido estricto del

término) de la conciencia: actos de reflexión, en los que la conciencia es

convertida en objeto, es analizada y es captada conceptualmente.

Pero la reflexión no es "conocimiento" de sí misma, es decir, no se

tiene a sí misma como objeto, sino que tiene a una percepción externa, a un

recuerdo, etc. Por consiguiente, aquí se separan la conciencia cognoscente y la

conciencia conocida, y puedo plantear de nuevo la pregunta que interroga por

medio de qué conocimiento sé yo ahora acerca de la reflexión. Si remito a un

acto ulterior de reflexión, entonces puedo plantear de nuevo la misma pregunta

acerca de ese acto, y llego así en una serie infinita de fundamentaciones en vez
105

de llegar a una razón última. Por lo tanto, lo de ser consciente- de-sí-mismo no

se puede concebir como un acto de reflexión que tenga por objeto otro acto. No

es en absoluto un acto propio, sino una "luz interior" que ilumina la corriente del

vivenciar, y que en el fluir mismo esclarece al "yo" vivenciante, sin que esté

dirigido hacia él. Esta conciencia original del vivenciar fluyente, que pertenece a

la conciencia misma, se conserva "a modo de retención", incluso después del

fluir, y hace posible reunir en la unidad de una "vivencia" las "fases" que fluyen

continuamente, y por tanto hace que coincida la vivencia, que en la reflexión se

hace objetiva, con lo vivenciado originalmente, permite captarIo como "lo mismo"

y constatar eventualmente las desviaciones. Por consiguiente, tan sólo por

medio de esta conciencia original llega a ser posible un "conocimiento" de la

conciencia, como el conocimiento mismo no es capaz de dado. En el vivenciar

original yo no tengo ningunos "factores" diferenciados, ninguna igualdad,

diferencia o semejanza con vivenciares anteriores, ninguna "extrapolación" de

una esencia común y de un conocimiento como esto o aquello (como percepción,

como gozo, como decisión, etc.): todo esto presupone ya la objetivación, la

captación reflexiva. Pero ésta sólo puede nacer sobre el fundamento de la

conciencia original.

Conocimiento de la conciencia (en sentido denso) y las

condiciones de su posibilidad

Ahora bien, el conocimiento de la conciencia, entendido como

reflexión que analiza y como subsunción bajo conceptos, presupone además

como condiciones de su posibilidad otras cualidades de la conciencia, diversas

de las mencionadas hasta ahora. Cuando yo quiero descomponer una cosa y

describirla, entonces me la convierto en dato en percepciones repetidas con la


106

frecuencia que me parezca bien, y con la mayor claridad posible. Lo que antes

se hallaba "enfrente" de mí o lo que yo había perdido de la memoria, eso puede

presentármelo ante mis ojos una nueva intuición, eventualmente en "condiciones

más favorables". Una vivencia (como vivencia individual- idéntica) no es algo que

perdura, que pueda ser percibido con una frecuencia a discreción, sino que es

algo que ha pasado, en cuanto se ha terminado, en cuanto está constituido como

un todo. Claro que permanece la retención, que hace posible una "percepción".

Si pudiera efectuarse una percepción repetida de la misma vivencia, entonces la

retención, tal como ha trascurrido, la seguiría conservando inalterada . Pero, de

hecho, la vivencia, en cuanto está terminada, suele ir "desvaneciéndose"

paulatinamente, hasta que ya no pueden destacarse en ella rasgos particulares

(y que terminan desapareciendo por completo de la mirada). Por consiguiente,

para hacer posible un análisis y una descripción, no basta eventualmente la

retención, y, cuando ésta fracasa, tendría que producirse una renovación de la

vivencia. Claro que ésta exige como "motivo" una retención -aunque sea

completamente vacía-, porque después de una completa "desaparición" de la

correspondiente vivencia, no habría ya nada que pudiera "renovarse". Esta

reproducción tiene que ser una vivencia que contenga en sí todos los rasgos

particulares de la otra, pero que al mismo tiempo esté caracterizada como

repetición de la vivencia anterior. Precisamente por ello, como vivencia

individual, es una nueva vivencia y no es la misma idénticamente; debe asumir

tan sólo un contenido común, una "esencia" idéntica. Por consiguiente, un

conocimiento analítico y una descripción de la conciencia es posible únicamente

como descripción de la esencia, no como descripción de la vivencia en su

individualidad. (Claro que tal descripción puede referirse al caso singular


107

determinado de la esencia y puede incluir en sí la posición de la existencia, la

posición en un determinado lugar de la corriente de la vivencia individual o en un

determinado instante de tiempo del tiempo inmanente).

Para el análisis de la esencia común en vivencias que se reproducen

a placer, es necesaria luego la "libertad" de la reproducción, que permite dejar

transcurrir continuamente, según sea necesario, la vivencia correspondiente, y

que permite en particular dejarla transcurrir de manera tal que sobresalgan

eventuales rasgos particulares que en anteriores percepciones (o reflexiones en

la actualización presente) no eran visibles aún con claridad. Esta "visibilidad" se

halla Íntimamente relacionada con ciertas maneras de realización del vivenciar.

Lo de "ser-consciente-de-sí-misrno" no es un factor que permanezca siempre

igual en todo vivenciar; hay grados en la conciencialidad, la "luz interior" puede

iluminar con mayor y menor claridad; y estas diferencias no son independientes

de lo demás en la constitución del trascurso de la vivencia, sino que se hallan

Íntimamente relacionadas con el grado de la intensidad, de la tensión del

vivenciar (tensión, en el sentido en que Bergson emplea el término): hay

instantes de una conciencia imprecisa, semidespierta, en los que uno "apenas

se da cuenta de lo que sucede con él", Y en contraste con ello hay un vivencias

superdespierto, febril, en "suma tensión" y con una conciencialidad intensificada

todo lo que pueda concebirse.

Estas vivencias intensísimamente "iluminadas", no son reflejas: todo

lo contrario, cuanto más indiviso aparece el "yo" en el vivenciar mismo, tanto más

tenso y claro es. Pero la intensificada conciencialidad hace posible una reflexión

en la cual la vivencia llegue a intuirse clara y distintamente, y permita que

resalten muchos rasgos particulares destacables. De los muchos componentes


108

diversos, que eventualmente se integran en la unidad de una vivencia, no

necesitan poseer todos ellos el mismo grado de conciencialidad, y en

consonancia con ello pueden resaltar en la reflexión factores particulares,

mientras que otros no llegan a destacarse. Pues bien, cuando en diversas

realizaciones de "la misma" vivencia, la distribución de su tensión sea distinta,

entonces, en virtud de la realización posterior, pueden destacarse rasgos, cuyo

realce no fue posible en la realización original.

Para el análisis y la descripción de "la misma vivencia", es necesario

que la realización posterior esté caracterizada como tal en cuanto a todos sus

factores, y tan sólo será posible cuando así suceda.

Por tanto, el resultado de nuestra investigación es el siguiente: el

conocimiento de la conciencia como análisis y clasificación o descripción puede

ser únicamente conocimiento del trascurso de la vivencia individual en cuanto es

conocimiento de los modos concretos de la vivencia que se hallan realizados en

esa corriente; las condiciones de su posibilidad son: conciencia original (o

conciencia del vivenciar), retención, reflexión, libertad de la reproducción (de la

"realización posterior") y "capacidad" para extraer un contenido idéntico de

realizaciones diferentes.

Conocimiento de las estructuras universales de la conciencia.

Cuando la retención y la reproducción fallan, entonces se acaba el

conocimiento de los modos concretos de la vivencia, pero con ello no se acaba

todavía cualquier conocimiento de la conciencia en general.

De la esencia concreta de una vivencia se puede extraer una

estructura universal, una serie de factores que pertenecen necesariamente a un


109

género con características particulares (por ejemplo, lo que pertenece a una

percepción como tal). Para averiguarlo, no es necesaria una serie de

reproducciones de "la misma" vivencia de percepción, sino únicamente una clara

representación de una percepción o también de una serie de percepciones. Es

indispensable aquí la libertad de la fantasía, que debe proporcionar intuiciones

aisladas claras, y la abstracción ideante, que sea capaz de distinguir los rasgos

universales y necesarios (la "esencia" en su sentido eminente) de aquellos otros

que cambian en cada ocasión, y que pueda volver a hallarlos en todos los casos

particulares.

Por consiguiente, tal conocimiento universal es posible, aunque no

sean conocibles las concreciones determinadas. (Prescindiendo de la

reproducción, ese conocimiento se basa en las mismas condiciones de

posibilidad). Por otro lado, todo conocimiento de formas particulares incluye en

sí un conocimiento general, porque el "contenido idéntico" de diversas

realizaciones, cuya evidenciación habíamos considerado necesaria para

cualquier conocimiento singular, no es sino un complejo de rasgos universales,

sólo que su conjunto no posee la necesidad de la pertenencia a un género

común.

Resulta entonces lo que habíamos destacado ya al principio: que el

conocimiento de la conciencia es posible únicamente como conocimiento de la

esencia.

Aquí se suscitará entonces la cuestión acerca de si esto es algo que

caracterice a la esfera de la conciencia. En efecto, hemos constatado

anteriormente que el conocimiento en general, prescindiendo de la

correspondiente objetividad, es conocimiento de estructuras universales.


110

Según esto, el problema sería el de saber si es posible una ciencia de

objetos individuales, y hasta qué punto lo es. Este planteamiento del problema

parece paradójico, porque las ciencias positivas son y quieren ser hoy día, casi

sin excepción, ciencias empíricas, ciencias que tratan acerca de hechos. Pero

tal problemática es necesario plantearla desde nuestro punto de vista.

Hay una diferencia fundamental entre la ciencia que trata de hechos

y la ciencia que trata de esencias, entre la ciencia empírica y la ciencia

apriorística: toda ciencia empírica está referida a objetos de este mundo, tiene la

thesis de la experiencia, y son objetos individuales los que ella analiza, aunque

lo que ella capta no es la individualidad de los mismos. Por el contrario, la ciencia

que trata de esencias investiga la estructura universal de los objetos, sin tener

en cuenta el hecho de si esos objetos se encuentran en el mundo, de si vienen

dados o no por la experiencia.

La ciencia que trata de hechos presupone la esencia de los objetos,

sin analizarla, y constata en ellos únicamente los rasgos captables

universalmente, los rasgos que se dan de hecho. La ciencia que trata de

esencias investiga la esencia misma y las posibles combinaciones de rasgos

universales.

Pues bien, en las cosas de la naturaleza es posible el análisis de la

experiencia, sin que el análisis de la esencia, que aquél presupone

materialmente, preceda de hecho. En la conciencia, esto sucede sólo de manera

muy limitada. Puesto que los "objetos" no proceden aquí de la contemplación

empírica, vemos que una rigurosa ciencia de la conciencia es posible únicamente

como ciencia de la esencia, o sólo es posible en cuanto trata los "datos de hecho"

como casos particulares de la esencia.


111

3. Adecuación del conocimiento de la conciencia y posibilidades

de engaños

a) De la conciencia original

Después de haber constatado las condiciones del posible

conocimiento de la conciencia, podremos decir también algo acerca de la Índole

del conocimiento y de las posibilidades de engaño que tienen que derivarse de

la presencia o de la ausencia de tales condiciones. En la conciencia original, en

la que la toma de conocimiento y su objeto coinciden, hay tan sólo grados de

"claridad", pero no existen niveles de "adecuación" en cuanto captación-mayor-

o-menor-del-objeto; porque allá donde a la toma de conocimiento no se opone

ningún objeto, no se le puede escapar tampoco nada de él. No puede haber

tampoco ningún engaño. Porque donde no hay ningún captar "como", no podrá

tomarse tampoco nada como algo diferente de lo que es de hecho. Esto se

trasfiere de la conciencia "original" a la conciencia retentiva.

b) De la percepción reflexiva

Si contemplamos ahora la reflexión sobre la base de la conciencia

original o de la retención fresca, entonces vemos que existe una "adecuación"

en cuanto la vivencia llega a ser plena y totalmente intuitiva y no sólo incide con

una parte en la intuición, pero en cuanto al resto "viene dada conjuntamente"

(como los objetos de la intuición externa). Con ello se suprime la fuente del

engaño, que existe en todo lo que simplemente "viene dado conjuntamente", a

saber, porque, procedentes de las posibles "complementaciones" que vienen

dadas sobre la base del material dado por la intuición, se inserte en la

aprehensión total unitaria una falsa aprehensión (es decir, una aprehensión
112

que no corresponda a la Índole efectiva del objeto, tal como se ofrece como dato

en ulteriores intuiciones). Por el contrario, en cuanto a lo de ser un dato intuitivo,

existen diferencias en cuanto a la claridad y a la no-claridad (en consonancia con

el grado de claridad del vivenciar original), y por cierto no sólo para la vivencia

total sino también para sus diversas partes. Con el nivel de claridad se hallan

también íntimamente relacionadas las diferencias en cuanto a la "inteligibilidad",

es decir, en cuanto al realce de algunos rasgos y a la posibilidad de un análisis.

Ahora bien, la claridad y la inteligibilidad son necesarias para una captación

conecta de algo "como", para un conocimiento universal. En la reflexión no clara

son posibles confusiones, por ejemplo, entre un recuerdo y una fantasía o entre

un gozo "auténtico" y un gozo "afectado". El desenmascaramiento de tal engaño

puede efectuarse mediante el hecho de que el dato de la vivencia aparezca más

claro. Evitar esos engaños es posible, porque la claridad y la no-claridad, la

inteligibilidad y la no-inteligibilidad son caracteres conscientes de la vivencia y

que hay que llevar a la intuición. Y es cuestión de honradez intelectual el hacerla

así.

c) La reflexión sobre la base de la reproducción

Las fuentes de engaño aumentan, cuando la retención falla y cuando las

reproducciones tienen que venir en ayuda. Aquí a las diferencias de claridad y

de inteligibilidad se añaden las diferencias de la intuitividad y del vacío. La

"realización posterior" se logra únicamente en parte; la vivencia reducida no es

"la misma" que la original en algunos trozos o elementos, y las demás partes son

"complementaciones" (intuitivas o vacías), pero eventualmente no son

aprehendidas como tales en la contemplación reflexiva. Entonces yo disgrego un

objeto distinto del que yo había convertido originalmente en el tema, y que yo


113

creo tener todavía ante mí, y llego a una descripción falsa. También aquí el

carácter reproductivo o no-reproductivo puede captarse reflexivamente, y

entonces el hecho de tenerlo en cuenta puede servir para disminuir o suprimir el

engaño.

d) La ideación

Por lo que respecta ahora a la ideación general, que se alza sobre el fundamento

de las intuiciones singulares ejemplares, habrá que decir que - puesto que esa

ideación es indiferente al contraste entre impresión, reproducción y fantasía -

faltará entonces aquel grupo de engaños que se fundamenta en la reproducción

como tal. Sin embargo, con la claridad de la intuición ejemplar aumenta y

disminuye la claridad de la visión interna de las conexiones de la necesidad y la

posibilidad de la separación entre lo que es necesario y lo que es accidental. En

la ausencia de claridad existe también el peligro de una confusión, que puede

evitarse únicamente teniendo en cuenta los modos en que se presenta el dato.

b) La estructura óntica de sujetos psico-físicos

Con la conciencia pura y la posibilidad de captarla cognoscitivamente y de

investigarla metodológicamente, no se agota la problemática de la subjetividad.

Una persona humana -como habíamos visto~ no es meramente un "yo" puro,

cuya mirada espiritual penetre en el mundo de los objetos, sino que -al igual que

cualquier ser animal en general- es una realidad que se halla entreverada con

alma y cuerpo en el contexto del mundo real. Así como bajo el título de

"conciencia" encontrábamos diversas formas posibles, entre las cuales la forma

por excelencia es la intencional, que concebíamos como específicamente


114

personal, así también hay diversas clases de sujetos reales, entre los cuales

ocupan un puesto particular aquellos que designamos como "personas”.

Vamos a investigar primeramente lo que es común a todos ellos, lo cual es su

estructura psico-fisica.

a) Corporalidad

El cuerpo vivo como cuerpo material dotado de modos especiales de

manifestación

El cuerpo vivo como cuerpo material

Dedicaremos ante todo nuestra atención a la constitución del cuerpo vivo. Si lo

consideramos en primer lugar prescindiendo de lo que lo constituye en "cuerpo

vivo", entonces veremos que es un cuerpo material como otros y que muestra

las mismas características. Es una cosa espacial, con una figura bien delineada

y con extensión "tridimensional", y se halla sometido, como tal, a las leyes de la

geometría euclidiana. En cualquier momento de su existencia ocupa un lugar

determinado en el puro espacio del mundo y se halla a una determinada distancia

de cualquier otra cosa espacial (con el caso límite 0). Además, entre sus

peculiaridades como cuerpo espacial completo tiene la peculiaridad de poder

darse a una conciencia captante, pero sólo en una visión parcial, y la de que a

su plena dación pertenezca una infinita multiplicidad de tales intuiciones.

Como en las otras cosas, también en el cuerpo animado la forma espacial, en

toda su extensión, está recubierta o llena de cualidades sensoriales: color,

dureza, tersura, etc., que se diferencian según determinados géneros y que, en

consonancia, presuponen diversos "lugares de recepción" (vista, tacto, etc.) en

un sujeto cognoscente.
115

La forma espacial y la posición, lo mismo que las cualidades sensoriales, no son

nada rígido e inmutable: el cuerpo puede ocupar posiciones diversas en el

espacio (puede moverse) y puede adoptar formas y cualidades sensoriales

diversas (puede cambiarse). El movimiento y el cambio son el conjunto de los

estados que no conciernen a la cosa singular, sino a la conexión de las cosas: el

conjunto de los estados de las cosas -es decir, no sólo los procesos del

movimiento y del cambio sino también sus resultados, la correspondiente

posición y las cualidades sensoriales- se hallan en dependencia mutua, están

vinculadas causalmente. De qué clase sea el conjunto de los estados, en los que

una cosa pueda hallarse en las correspondientes circunstancias causales, y los

que pueda suscitar en otras cosas, eso dependerá de su índole interna, de su

substancia. Por otro lado, las substancias de las cosas se manifiestan (llegan a

ser conocibles) únicamente por medio de su comportamiento causal, por medio

de la cambiante índole externa que muestran, y por medio del curso de ese

cambio.

Vinculación del cuerpo vivo con un sujeto

Considerado puramente en la conexión con el mundo exterior, el cuerpo vivo

(qua cuerpo físico) no se diferencia en nada de otras cosas. Pero si se tiene en

cuenta la forma en que él se manifiesta a sujetos cognoscentes, entonces

resaltan diferencias. A cada cuerpo vivo está ordenado un determinado sujeto,

para quien la multiplicidad de sus manifestaciones no es ilimitada, a quien él -en

contraposición a todos los demás sujetos- no puede mostrar por principio cada

una de sus posibles vistas parciales. Esta limitación de su perceptibilidad se halla

intimamente relacionada con el hecho de que precisamente ese sujeto no puede


116

variar libremente su posición con respecto al cuerpo (y esto sucede con respecto

a cualquier otro cuerpo y a todos los demás sujetos con respecto a ese cuerpo).

El cuerpo vivo sentiente

Con la vinculación del cuerpo físico vivo a un sujeto o a una conciencia

individual se efectúa ya el paso a aquellas peculiaridades que lo caracterizan

como cuerpo vivo. Esa vinculación significa mucho más que una inseparabilidad

espacial. El cuerpo vivo, independientemente de sus cualidades sensibles,

posee una cualidad que, en cuanto tal, ocupa toda su extensión, pero que no se

halla en ninguna mera cosa espacial: la impresionabilidad, la capacidad de ser

portador de sensaciones actuales o -como preferimos decir, distinguiéndolas de

las sensaciones no localizadas en modo corpóreo como los datos de la vida y

del oído- sensaciones. Estas sensaciones -presión, tensión, calor, frío, color,

etc.- se extienden sobre ciertas partes del cuerpo (que no pueden deslindarse ni

determinarse geométricamente). Pero pertenecen a la vez a la conciencia, a

cuyo sujeto está ordenado el cuerpo vivo, al que éste se halla ligado.

Constituyen una parte de la vida sensible de ese sujeto, son una parte

del material sobre el que se fundamenta su vida espiritual (así, por ejemplo, la

sensación de presión se inserta en la unidad concreta de una percepción táctil

convirtiéndose en manifestación de la dureza de un objeto externo, cuando el

sujeto envía su "mirada espiritual", un acto de aprehensión).

Al igual que las sensaciones físicas, al igual que el conjunto de los

estados actuales, así también la sensibilidad, en cuanto cualidad permanente,

es algo que es poseído en común por el "cuerpo vivo" y por el "alma". La

sensibilidad es una cualidad que se encuentra únicamente en cuerpos materiales


117

(no se encuentra ni siquiera en las apariciones, en los espectros, es decir, en las

formas espaciales simples llenas sensorialmente sin cualidades concretas), pero

no corresponde a ningún cuerpo material como tal, sino únicamente en el caso

de que el cuerpo esté unido a un sujeto y a la vida de su conciencia. La

sensibilidad puede ser designada por igual como cualidad de ese sujeto que

como cualidad de su cuerpo vivo.

Hay que acentuar que el cuerpo vivo no sólo se clasifica como cuerpo

material, sino que, además, por toda su índole, se inserta en la conexión real-

causal, aunque la índole de su acción sea esencialmente diferente en el ámbito

de la condición corpórea viva que en el de la índole puramente material. La

existencia de sensaciones del cuerpo vivo depende del correspondiente estado

del mundo material o del ambiente material en el que se encuentre. Pero no

sucede que ciertos cambios del ambiente material causen inmediatamente

cambios en el estado de la sensación, de la misma manera en que estos últimos

determinan cambios del estado del cuerpo vivo. Si consideramos un acontecer

del mundo material, el cambio de estado del cuerpo físico vivo que es

consecuencia de ello, es siempre un proceso material y no es nunca un cambio

en el estado de la sensación.

Si nosotros, a pesar de todo, designamos el estado de la sensación

como dependiente de las condiciones del mundo exterior, lo que queremos decir

con ello es que, juntamente con los efectos que el cuerpo material experimenta,

se presentan determinadas sensaciones. (Por ejemplo, si mi mano sufre un

cambio de forma a causa de la presión de otro cuerpo, yo experimento en esa

parte de mi cuerpo sensaciones de presión y de dolor). Los efectos sobre la

corporalidad vivo no se insertan en la cadena de los procesos materiales


118

causales, sino que trascurren paralelamente a ella. En este punto no discutimos

si cualquier cambio del cuerpo físico vivo va acompañado por un cambio del

estado de la sensación, y si, por otro lado, las sensaciones pueden presentarse

únicamente como consecuencias de efectos materiales sobre el cuerpo físico

(originados por estímulos externos) o se presenten también como "incrementos

libres". Por el contrario, hay que subrayar que la dependencia con respecto al

acontecer causal del mundo material no existe sólo para las "sensaciones

físicas", sino también para aquellas sensaciones no localizadas desde un punto

de vista corpóreo. Del estado del cuerpo vivo depende también el

correspondiente llenado del campo del sentido de la vista, etc.

Luego las consecuencias del acontecer material se amplían, gracias

al papel que las sensaciones desempeñan como material de la actividad del "yo",

extendiéndose también a la "vida superior del alma". Qué tipo de mundo exterior

se presenta al sujeto experimentante o de qué manera se le manifiesta, eso se

halla determinado conjuntamente por las correspondientes circunstancias

exteriores, bajo las cuales el sujeto lo percibe.

El cuerpo como organismo vivo

Además de la sensibilidad y de la vida sensitiva actual, al estado de

ser del cuerpo vivo pertenece otro ámbito más de índoles o de estados actuales

y de procesos. Esto es lo que distingue al cuerpo vivo, por ser un cuerpo físico

viviente, de cualquier materia muerta.

Mientras que en el mundo material el movimiento se presenta sólo

como un ser movido desde el exterior, como proceso causal, vemos que los

cuerpos físicos vivientes poseen la capacidad del movimiento propio, que debe
119

su origen a un impulso interno. No tiene ninguna importancia para la distinción

fundamental entre lo vivo y lo muerto el que el cuerpo físico se mueva como un

todo a través del espacio (como los animales) o el que, de por sí, sea capaz

únicamente de poner en movimiento algunas de sus partes, partiendo de un lugar

fijo en el espacio (como las plantas).

La persona como ser vivo

En todo ser vivo -nuevamente a diferencia de los cuerpos materiales-

hay un núcleo o centro, que es el genuino primum movens, aquello donde el

movimiento propio tiene últimamente su punto de partida. Tal núcleo es aquello

de lo que puede decirse en sentido estricto que es lo que "vive", mientras que

del cuerpo físico que le pertenece, se puede decir únicamente que ese cuerpo

"está animado".

La "vida" se manifiesta en el hecho de que el "núcleo" determina por

sí mismo qué es lo que acontece con la totalidad del ser vivo.

El ser de las cosas materiales es un mantenerse en el tiempo, dentro

del cual su índole o permanece invariada o experimenta cambios mediante la

acción de circunstancias externas. El ser de los seres vivos es un constante

proceso de evolución, un constante estarse cambiando, en lo cual la

trasformación de la condición externa tiene su origen en el núcleo. Es verdad

que aquí hay también condiciones externas del cambio, pero la una y las otras

no se entrelazan en la unidad de un acontecer causal, como lo hallamos en el

mundo material.

Una bola que va rodando choca con otra bola y, al golpearla, pone a

la otra en movimiento. El acontecer causante y el acontecer causado constituyen


120

un único proceso. Por el contrario, las circunstancias externas bajo las cuales

trascurre un proceso de evolución, afectan al núcleo del ser vivo y lo determinan

a poner en marcha, por sí mismo, un cambio: por ejemplo, las condiciones

atmosféricas determinan el crecimiento de una planta. Y no es un acontecer

unitario, sino que se trata de dos procesos esencialmente diversos, que a través

de la mediación del núcleo entran en relación de dependencia.

Esta relación de dependencia, según su estructura formal, es análoga

a la motivación en el ámbito de la conciencia. (Difícilmente hará falta acentuar

que los cuerpos físicos de los seres vivos, en la medida en que son únicamente

cuerpos materiales, experimentan cambios por vía puramente causal, en los

cuales no interviene el núcleo: así, por ejemplo, los árboles son agitados por el

viento y eventualmente se ve alterada la dirección natural de su crecimiento).

No sólo el impulso del acontecer procede del núcleo en el proceso de

evolución, sino que también la índole de su trascurso está determinado por él.

Una estructura universal reaparece en todo proceso evolutivo: comienza con un

llegar a ser, con el hecho de que el ser vivo entre-en-la-vida; prosigue con un

crecimiento (un ascender) hasta que llega a un punto culminante de la evolución

(al pleno desarrollo del ser vivo), y pasa después a una decadencia del ser vivo

y termina con su desaparición. Pues bien, esta forma universal del proceso de

evolución se cumple de maneras muy diversas, según sea lo que en ella llegue

al desarrollo. Ese "lo que", en el caso ideal de un proceso evolutivo, alcanza su

"punto culminante" como plena realidad en el mundo. Pero ya desde el comienzo

de la evolución "dormita" como "disposición original" en el núcleo o –

expresándonos más correctamente- el núcleo tiene una índole interna que da a

toda su "acción" una determinada dirección, le confiere el carácter de un estar


121

dirigida hacia esa meta. De las circunstancias externas depende el que esa

dirección se mantenga firmemente, el que la evolución llegue a un pleno

desarrollo, o el que únicamente se aproxime a él en mayor o menor grado. En el

curso de su evolución, el ser vivo realiza una serie de "actividades" (alimentación,

respiración, etc.), que no deben considerarse, ellas mismas, como fases del

proceso de desarrollo, pero que coinciden, todas ellas, en estar al servicio del

mismo, en hallarse dirigidas por el núcleo y en hacer posible una aproximación

a la meta. A esto se añade el conjunto de los estados cambiantes (salud,

enfermedad, frescor, cansancio), que no pertenecen al proceso de desarrollo ni

están a su servicio, pero que se hallan en conexión íntima con él: ese conjunto

de estados, al "encontrarse" en una situación del ser vivo, dan testimonio de una

energía vital, constantemente oscilante, que crece y que vuelve a decrecer, y

que vive en el organismo; de ella dependen las actividades del ser vivo; esta

energía ejercita en ellas -y, con ello, también en el trascurso del proceso

evolutivo- una influencia estimulante o inhibidora.

Expresándonos más precisamente: todas las actividades son un

efluvio de la energía vital y dependen, en cuanto a la índole de su

funcionamiento, del correspondiente estado de la energía vital. Esta acción

muestra la forma del acontecer causal que encontramos dentro de la esfera de

la vivencia y también dentro del mundo exterior real: cuando en el "hallarse" del

ser vivo se produce un cambio, entonces el curso de sus actividades muestra un

cierto cambio, sin que su núcleo participe activamente en ello. Prescindiendo de

esta causalidad que se da en el interior de los procesos vitales, hallamos otra

relación de dependencia más con respecto al mundo exterior real, análoga a la

que encontramos en la vida de la sensación. El conjunto de los estados del ser


122

vivo están condicionados por la correspondiente índole de su cuerpo material y

cambian con los cambios que ese cuerpo experimenta en conexión con el

acontecer causal externo. (Volvemos a dejar en suspenso la cuestión de si todo

cambio del cuerpo material ha de tener como consecuencia un cambio de los

estados vitales, y de si, por otro lado, tales cambios se producen únicamente

como consecuencia de un acontecer material. Probablemente habrá que dar una

respuesta negativa a ambas cuestiones.

De manera provisional hemos considerado los procesos vitales de

una manera sumamente general, sin tener en cuenta si el ser vivo es a la vez o

no portador de una vida de conciencia. Tenemos, pues, que considerar ahora

qué peculiaridades muestran los procesos vitales, cuando pertenecen a un

sujeto psico-físico y especialmente a una persona. Dentro de la conciencia de la

persona habíamos encontrado en el yo puro un punto de irradiación de todo

vivenciar, análogo al núcleo del ser vivo. Habrá que reflexionar ahora acerca de

si, en la estructura de la persona, el "yo" asume conjuntamente el papel del

núcleo. En lo que respecta primeramente a los movimientos libres de la persona,

vemos que su primer impulso debe considerarse como un impulso del "yo". Por

el contrario, el curso del desarrollo corpóreo no debe concebirse como una

actividad libre, y las actividades corpóreas que están a su servicio, son

únicamente parciales. Por consiguiente, no se puede hablar de una coincidencia

entre el "yo" y el núcleo, sino únicamente de una inserción del "yo" en el núcleo,

de una recepción en él. Sin embargo, también los procesos vitales no

introducidos por el "yo" tienen una "faceta consciente": no, desde luego, las fases

del proceso de desarrollo, pero sí una parte de las actividades "involuntarias"

que se hallan a su servicio, e igualmente una parte del conjunto de los estados
123

del cuerpo vivo. El frescor y el cansancio no son únicamente estados del cuerpo,

sino que lo son a la vez del "yo". Son un vivenciar de sí mismo, sentimientos

vitales del "yo" -y a la vez sobre el cuerpo, difundidos a través de él, no

localizados en ningún lugar como lo están las sensaciones, sino que lo llenan

total y enteramente. Así que en ellos se manifiesta, además de una energía vital

orgánica, una energía vital psíquica, y su efecto se muestra en la índole del

trascurso de la actividad del "yo", no sólo de las actividades corpóreas, sino

también de las actividades espirituales. Puesto que los estados del cuerpo

dependen de la índole material de éste, pero a la vez, como estados psíquicos,

dan el impulso para un acontecer causal "interno" (este acontecer causal

consiste precisamente en que todo el trascurso de la vivencia está influido por la

esfera de los sentimientos vitales), constituyen el puente entre el mundo exterior

y el mundo interior, haciendo posible una influencia real de lo exterior hacia lo

interior.

Claro que hay que hacer distinciones en el ámbito de los sentimientos

vitales. Hay estados corporales vivenciados que no afectan conjuntamente al

"yo" y a su actividad espiritual (un cansancio, después de un esfuerzo físico, a

pesar del cual uno permanece completamente "animado" y sigue siendo capaz

de realizar una labor espiritual); por otra parte, es posible que esos estados se

difundan por el "yo" y por toda su acción. Del conjunto de los estados vitales

"ligados al cuerpo" se distinguen los sentimientos vitales espirituales –a ellos

pertenece también lo que comúnmente se designa como estados de ánimo-, una

atmósfera o iluminación que llena todo el campo de la conciencia, que difunde

sus destellos sobre el colorido propio de cada una de las vivencias. También

estos sentimientos pueden quedar limitados a su campo de origen, o bien


124

pueden propagarse a la corporalidad, superando eventualmente un efecto

procedente de ella, o sucumbiendo a él. (Por ejemplo, un cansancio

condicionado por el cuerpo, puede hacerse desaparecer por el estado de

excitación gozosa en el que llega a estar la persona por la recepción de una

buena noticia). Por consiguiente, el "acontecer causal interno" tiene diversos

puntos de partida posibles: el estado de la energía vital orgánico-psíquica, que

está co-determinado por la condición del cuerpo material y por las conexiones

causales externas en las que se halla; y el estado de la energía vital espiritual,

que está co-determinada por las "impresiones" recibidas del mundo espiritual,

por los movimientos de la esfera afectiva, que deben su impulso a un dato

objetivo vivenciado (a un "motivo" absoluto). Como tercer factor hay que tener

en cuenta los impulsos de la voluntad que paralizan los efectos de los demás

factores causales. En este último caso no tenemos ya un puro acontecer causal,

que siempre es un realizarse pasivo, sino una intervención del "yo" libremente

activo en los trascursos causales.

Pues bien, esta intervención, que rompe la cadena del acontecer, se

extiende más allá del ámbito de la vida interior.

El cuerpo vivo como órgano de la voluntad

Así como por la doble naturaleza del cuerpo vivo se origina la

dependencia en que la vida del sujeto se halla con respecto al mundo exterior,

así también esa doble naturaleza hace posible, por otro lado, una intervención

del sujeto en el acontecer exterior. Entre la actuación libre, de la que el "yo" es

capaz, pertenece el movimiento de su cuerpo vivo (de la totalidad del cuerpo y

de cada uno de sus miembros). Estos movimientos son a la vez procesos

mecánicos y, en cuanto tales, tienen sus consecuencias en la naturaleza


125

material. Así, el sujeto que posee un cuerpo vivo, gracias a su capacidad para

manejar dicho cuerpo como órgano de su voluntad, es capaz de ejercer efectos

sobre las cosas del mundo exterior, de crear nuevas cosas a partir de las cosas

ya existentes.

Mientras que el "curso de la naturaleza" con sus consecuencias en la

vida anímica de los individuos no experimenta ninguna interrupción, vemos que

cualquier intervención de la voluntad en el acontecer exterior significa el

comienzo de una nueva serie causal.

El cuerpo vivo como órgano de expresión

Las peculiaridades del cuerpo vivo consideradas hasta ahora-

vitalidad, sensibilidad, utilidad como órgano de la voluntad o como instrumento

para una acción en el mundo material- corresponden a todos los cuerpos

animales. Otra función más, que es esencial para el cuerpo vivo de la persona,

no se encuentra en todos los seres conscientes (aunque no exclusivamente en

el hombre): me refiero a la capacidad para expresar la vida interior. Es concebible

una conciencia cerrada en sí, monádica, una vida interior pura, de la cual no

trasluce nada hacia el "exterior". Así podemos imaginamos la conciencia "sorda"

de los animales inferiores, que no muestran ningún fenómeno expresivo. Ahora

bien, podría existir también un espíritu con el máximo nivel de conciencia, que

no se revelara en manifestaciones exteriores. La vida interior de la persona no

es de esta índole. Tiene la peculiaridad (al menos en parte) de ser una vida desde

el interior hacia el exterior. No trascurre en sí misma, sino que actúa, termina en

una "expresión", imprimiendo en el cuerpo su huella. La expresión o, más

claramente todavía, aquello que se expresa, es cierta índole exterior del cuerpo

("rasgos" del rostro, timbre de la voz, etc.) y determinados cambios que la


126

persona muestra (gestos del rostro, etc.). Lo expresado es el "interior" de la

persona (el conjunto de sus estados actuales como gozo, tristeza, etc., y su

"carácter").

Ambas cosas -la expresión y lo expresado- constituyen una unidad

concreta, que solamente se puede separar por medio de una abstracción: la una

no es simple aspecto exterior, sino aspecto exterior animado; lo otro no es simple

interioridad, semejante a aquella que se encuentra en la interioridad de la vida

interior misma como motivación de una vivencia por medio de otra vivencia. Y

así como una vivencia motivante (por ejemplo, un sentimiento) prescribe, por

medio de su sentido, qué cosa o eventualmente (cuando existen varias

posibilidades) qué otras cosas (por ejemplo, qué clase de actos voluntarios)

puedan resultar de ella, así también existe entre la vida interior y su expresión

una conexión interna, una conexión de sentido. No cualquier cosa exterior puede

ser expresión de cualquier cosa interior, sino que reina aquí una ley rígida que

atribuye de manera precisa, como su posible expresión, tal determinado aspecto

exterior a tal determinada interioridad. Esto distingue la expresión mímica de toda

clase de signos (y entre ellos se cuenta también la "expresión" lingüística, en la

medida en que ésta no va acompañada por elementos mímicos), cuya índole

externa es en el fondo indiferente con respecto a lo que designa.

Según todo lo que hemos dicho, la índole externa es aquella en la que

se fundamenta la capacidad expresiva del cuerpo vivo, y ésta no se fundamenta

en la cualidad interna ni tampoco en sus cualidades materiales. Un "cuerpo

astral", un mero espectro sin materialidad (y, por tanto, sin sensibilidad) es

suficiente para hacer que se manifieste una vida interior. De qué manera suceda

eso en tal caso, es algo sobre lo que no vamos a detenemos a reflexionar aquí.
127

Dondequiera que un cuerpo vivo material se halla a disposición como portador

de fenómenos expresivos, allí debemos constatar también, además de una

conexión de sentido y de motivo, una relación de efectos reales entre la

interioridad y el aspecto exterior: lo interior hace que resalte la forma exterior, en

la cual crea su expresión, de la misma manera que un acto de la voluntad pone

en marcha una acción externa".

La estructura de la psique

Si nos dedicamos ahora a estudiar la cuestión acerca de qué es

propiamente lo interior que se expresa en el cuerpo, entonces la idea es obvia:

La unidad real de "alma" y cuerpo vivo es un sujeto psicofísico o "persona", y por

tanto el cuerpo desempeña el papel de lo "exterior", y en consecuencia el "alma"

será lo interior correspondiente.

Sin embargo, esto no será de gran ayuda, mientras no hayamos

investigado qué es lo que hay que entender propiamente por alma. Por tanto,

eso es lo que hay que indagar ahora.

La psique como realidad, sus estados y cualidades

La psique como realidad en contraposición a la conciencia

El alma o, como preferimos decir desde ahora -porque utilizamos la

expresión "alma" en otro sentido- la psique no debe identificarse con la corriente

de la conciencia: ni con el constante flujo original del vivenciar ni con la totalidad

de las vivencias, de las unidades de determinado contenido y determinada

duración, que se constituyen en ese fluir continuo. A la persona se la define como

una unidad de cuerpo vivo y de alma, pero no de cuerpo vivo y de conciencia.

Se habla de sus "cualidades psíquicas", mientras que no tiene sentido el hablar


128

de las "cualidades de la conciencia". Se entiende por psique una realidad en el

mundo, mientras que la conciencia –concebida en pureza- está sustraída y

contrapuesta a la conexión de todo lo existente -como aquello para lo cual esto

es ahí.

Como un óv [ente] del mundo real, la psique se inserta, lo mismo que

la cosa material, en las categorías supremas de la realidad. La psique es una

substancia, una unidad concreta de interiores índoles o cualidades (accidentes),

y en el curso de la duración de su ser atraviesa por una serie de estados

cambiantes (madi). Ella y sus cualidades están sometidas de modo determinado

a cambios regulados, con dependencia de las circunstancias reales en las que

se encuentren: están sometidas a la categoría de la causalidad.

Particularidades de la psique en contraste con la cosa material

La psique, dentro de estas categorías, muestra -como una propia

región de ser en contraste con la cosa material- su característica peculiar.

Es verdad que su ser es como el ser permanente cósico, es decir,

llena una determinada porción del tiempo objetivo, pero, en contraposición al ser

cósico, no es una existencia en el espacio. Si se puede hablar de una

espacialidad de lo psíquico (de un lugar en el que se encuentra, de una extensión

de ciertos estados), esto se debe únicamente al hecho de que lo psíquico está

vinculado con el cuerpo vivo, que es extenso espacialmente.

Además, el conjunto de los estados de la psique está caracterizado

por el hecho de que no sólo son estados psíquicos reales, sino que son a la vez

estados vivenciados del "yo", y las vivencias por medio de las cuales se

manifiestan, pueden considerarse como vivencias puras, sin tenerse en cuenta


129

lo que son en el contexto del mundo real. Aquí vemos la conexión existente entre

psique y conciencia.

La totalidad de las vivencias de una persona, en las que se manifiesta

conscientemente su vida psíquica, origina la corriente de la conciencia de esa

persona. Por otro lado, los estados psíquicos son estados reales, condicionados

realmente y con consecuencias reales.

Nos hemos ocupado ya anteriormente de las condiciones reales de

los estados psíquicos: de los efectos del mundo material, que son trasmitidos por

medio del cuerpo vivo, y de la energía vital, que "desde dentro" regula la sucesión

de los estados psíquicos. De esta clase de dependencia hay que distinguir

enteramente otro condicionamiento de los estados psíquicos, que es peculiar de

los individuos espirituales: el hecho de que estén determinados (motivación) por

el medio ambiente en que se hallan. El mundo exterior, del que la vida psíquica

depende funcionalmente, es la realidad total en cuya conexión está inscrito el

cuerpo vivo material, independientemente de que el sujeto sepa algo de ello o

no. El mundo circundante es el ámbito de objetos que el individuo tiene ante sí

por medio de sus propios actos espirituales, el mundo del que él es consciente,

independientemente de que a ese mundo le corresponda existencia real o no. El

conjunto de los estados, en cuanto se hallan condicionados por el mundo exterior

real y por la energía real, tienen su origen en la psique; en cuanto se hallan

determinados por el entorno consciente, son realizados por el "yo": son, en

cuanto están motivados, su vida espiritual, y lo son únicamente como ser

psíquico condicionado a la vez de manera real. La vida psíquica actual está

formada por la sensibilidad y la espiritualidad que han entrado en conexión con

la realidad.
130

Muestran también una característica especial las cualidades

psíquicas y su relación con los estados. Estas cualidades son, todas ellas,

disposicionales; significan lo mismo que las capacidades para ciertos estados;

se ordenan, según esto, en consonancia con los géneros y las especies de las

vivencias, y muestran, lo mismo que estas últimas, la división bipartita en

sensibles y espirituales (al primer grupo pertenecen, por ejemplo, la agudeza de

la vista y del oído, la fina sensibilidad del olfato y del tacto; al segundo grupo

pertenecen la inteligencia, la fuerza de la voluntad, el apasionamiento, etc.).

Pues bien, los estados no son sólo importantes para las cualidades por el

significado que hacen que se manifieste (así como la índole externa de las cosas

materiales hacen que aparezca su índole interna), sino que además tales

estados ejercen una influencia real sobre ellas, originando

Su "formación". La psique con todas sus cualidades es, lo mismo que

el cuerpo (en cuanto cuerpo vivo), un ser que se desarrolla. No posee sus

cualidades desde el comienzo de su existencia, sino que las va adquiriendo en

el curso de su "vida"; esa vida es la serie de los estados por los que va pasando,

o expresado de otra manera: la continuada trasformación de la energía vital en

estados psíquicos actuales; en el curso de este proceso la energía vital es

dirigida hacia una determinada dirección, es "puesta a disposición" para ciertas

tareas, y en esto consiste la formación de las disposiciones psíquicas. Así como

los estados, prescindiendo de su determinación "interna", dependen de doble

manera del exterior, así lo están también las cualidades o su desarrollo (que

dependen funcionalmente del mundo exterior y que se hallan motivadas por el

mundo circundante).
131

Parece como si, al exponer la relación entre las cualidades psíquicas

y los estados, nos estuviéramos moviendo en círculo: por ejemplo, la sagacidad

es la capacidad para resolver difíciles tareas intelectuales, es decir, para realizar

actividades mentales de índole determinada. Adquirimos esa capacidad

"ejercitándonos" en tales tareas, activando constantemente nuestro pensamiento

en la manera correspondiente. Pero ¿cómo podremos ejercer una actividad para

la que no estamos capacitados? Y, por otro lado, si poseemos esa capacidad,

entonces no necesitamos ya adquirirla. Para salir de esta aporía, hemos de

realizar una distinción, que era ya necesaria en el ser vivo: hemos de considerar

el desarrollo de la psique y de sus cualidades como el desenvolvimiento de una

disposición original. Lo que no se halla dispuesto en la psique, no puede

desarrollarse en ningunas circunstancias. Ahora bien, donde existe una

determinada disposición, y a ésta se añaden "circunstancias favorables",

entonces tal disposición puede tener su pleno desenvolvimiento en la cualidad

desarrollada.

Este pleno desenvolvimiento (como en todos los procesos de

desarrollo) corresponde al punto máximo de desarrollo. Una vez que este se ha

sobrepasado, entonces comienza una regresión, una involución de la cualidad,

un "entorpecimiento" de la capacidad. Y, por cierto, las mismas circunstancias

que originaron el ascenso, pueden conducir a la decadencia en el curso ulterior.

(Así, por ejemplo, la capacidad para disfrutar, adquirida o intensificada por medio

de la acción de disfrutar, puede quedar embotada por el "exceso" y puede

perderse por completo).

El carácter
132

Deslinde del carácter a partir de la totalidad de las cualidades

psíquicas

Todas las cualidades psíquicas muestran de la misma manera el

curso típico de un proceso evolutivo. Por lo demás, en cuanto a su posición en

la estructura de la psique, muestran notables diferencias que se manifiestan en

todo nivel evolutivo. A partir de la totalidad de las cualidades se deslinda un

complejo, al que se designa como el carácter del individuo, especialmente de la

persona. En primer lugar, la sensibilidad no entra en el conjunto de las

condiciones que lo constituyen. No forma parte conjunta del carácter de la

persona el que ésta vea bien u oiga bien, etc. Claro que la índole sensorial no

carece por completo de importancia; pero desempeña tan sólo el papel de una

"circunstancia externa" de la cual depende funcionalmente la evolución del

carácter, y no constituye una parte del carácter mismo. Según esto, parece que

las cualidades del carácter deben limitarse al "espíritu" de la persona. Esto

concuerda con nuestra constatación anterior de que, por la actividad espiritual,

por la vida del "yo", hay que entender la auténtica vida personal. Pero con esto

el sector no queda aún delimitado de manera suficientemente estricta.

Además, la totalidad de las cualidades espirituales no coincide con el

carácter. Sino que vemos que el "entendimiento", al igual que la sensibilidad, no

tiene importancia para el carácter. Si una persona es inteligente o torpe, si se

entera de las cosas con rapidez o con lentitud, eso, como circunstancia

determinante, es, sí, de máxima importancia para la formación de su carácter,

pero no entra a formar parte de lo que es el carácter mismo. El genuino campo

del carácter es el ámbito de la vida afectiva y de la vida de la voluntad. El carácter

es la capacidad de sentir y el impulso con el que ese sentir se trasforma en


133

voluntad y en acción. Y puesto que el sentir es sinónimo de estimar valores,

puesto que la conciencia, con sus datos, es para el mundo de los valores lo que

la percepción es para los objetos de la naturaleza, entonces podremos afirmar

también: el carácter es la apertura (eventualmente también la cerrazón) para el

reino de los valores, y es la manera en que uno se aplica a su realización. Por

consiguiente, la esencia de los valores y la esencia del sentir pueden ilustramos

sobre la estructura del carácter. ¿Los valores se sitúan dentro de una serie de

ámbitos de valores de distinta escala jerárquica’?". A las diferencias de los

valores les corresponden diferencias de la conciencia, en la que esos valores

llegan a convertirse en datos (la distinción cardinal entre valores positivos o

negativos, la diferencia fundamental entre ser atraído o ser repelido), la elevación

de los valores, la "profundidad" con la que intervienen en la vida afectiva de la

persona.

Con la jerarquía de los valores y con la distinta estimación de

cualidades del carácter, las cuales se ordenan según niveles de diferente

profundidad.

La "intervención" más o menos "profunda" del sentimiento tiene

además un significado especial. Con todo sentir, con todo acto que valora, se

halla asociado o, expresándolo más correctamente, se da a la vez un

sentimiento, un estado del "yo", que agita su corriente vital y que en su descarga

provoca un cambio. Lo intensa que sea esa influencia, lo profunda que sea su

intervención, eso depende de la altura del valor estimado (aunque no únicamente

de él). La jerarquía de los valores y la dependencia en que la vida afectiva se

encuentra de ella, hacen posible una ley racional en este ámbito, una valoración

según los criterios de "correcto" o "equivocado", y al mismo tiempo permiten una


134

valoración de los caracteres. A cada valor le corresponde un acto del sentir, en

el cual ese valor se convierte en un dato adecuado. A ese acto le corresponde el

causar una "impresión" de determinada fuerza sobre la persona, de agitar su

ánimo con determinada profundidad, y de ejercer un efecto consecuentemente

"duradero" sobre la descarga de su vivenciar. Y si el valor es un valor que primero

hay que realizar, y su realización se halla en poder de la persona que estima los

valores, entonces hay que fomentar que del correspondiente sentimiento brote

un acto de la voluntad y una acción orientados hacia la realización (esto no

sucede en el caso en que una elección- un valor superior exija un querer y una

acción diferentes).

Si el sentimiento es más fuerte o menos fuerte y no actúa como

"debiera" actuar, entonces es irracional, eventualmente de valor negativo, y lo

son igualmente la voluntad y la acción que no trascurren en el sentido exigido

por la motivación. Al mismo tiempo se manifiesta en ello una falta de carácter:

una incapacidad para estimar el valor o para estimarlo adecuadamente, o bien

una incapacidad de la voluntad para imponerse en la lucha contra factores

recalcitrantes.

La incapacidad para estimar adecuadamente valores o para

estimarlos tal como ellos "se merecen", aunque uno reconozca lo que esos

valores se merecen, está determinada por un estado bajísimo de la energía vital

-un estado que puede ser temporal o que puede ser también "constitutivo". En

todo ello vemos que la específica energía vital espiritual de un individuo forma

parte conjuntamente a su carácter, y desempeña en su estructura el mismo papel

que desempeña la energía vital psíquica en general en la estructura de toda la

psique, el valor se halla íntimamente relacionada una estructuración de la psique.


135

Partiendo de la esencia de los sentimientos podremos entender

también qué papel desempeñan el entendimiento y la sensibilidad como

circunstancias determinantes de la evolución del carácter. Los sentimientos, por

su misma esencia, son actos fundamentados, de la misma manera que los

valores no existen independientemente en el mundo, sino que aparecen como

cualidades de lo que los sostiene, es decir, de los bienes. Estas cualidades del

valor constituyen un nuevo estado óntico con respecto a las cualidades

materiales, y trasforman las "simples cosas" en "bienes". Así como las

cualidades del valor no pueden existir sin una escala óntica inferior (mientras que

existe, inversamente, la deducibilidad), así también los actos vinculados a

valores pueden presentarse tan sólo unidos concretamente a aquellos valores

que ofrecen contenidos materiales. Aquel que quiera discernir los valores del

mundo perceptible, y quiera desarrollar su receptibilidad para tales valores, ese

tal necesitará la sensibilidad. Y el que no posee suficiente inteligencia para captar

un estado de cosas o para tener ideas claras sobre las consecuencias de sus

propias acciones, ese tal no se hallará en condiciones de adoptar las decisiones

correctas y no podrá formar las correspondientes capacidades para hacerlo.

Dependencia en que el desarrollo psíquico y especialmente el

desarrollo del carácter se hallan con respecto a la voluntad.

Si consideramos qué poder hay que atribuir a la voluntad dentro de la

esfera de las vivencias, y reflexionamos, por otro lado, sobre qué influencia

tienen las vivencias como estados reales sobre la evolución de la psique y

también, naturalmente, sobre la evolución de aquellas cualidades que

constituyen el estado del carácter, entonces comprenderemos por qué y en qué

medida pueda "hacerse responsable" a una persona de sus cualidades y


136

especialmente de su carácter. Soy libre para activar mi cuerpo y para

proporcionarle así energía y destreza.

Soy libre para ejercitar mis sentidos y mi entendimiento y para

"aguzarlos" de esta manera. Así que también en el ámbito del carácter existe la

posibilidad de la "autoeducación". Se halla en mi poder el reprimir los malos

impulsos que se suscitan en mí, el sofocar en germen las malas inclinaciones y

el impedir que surjan las correspondientes cualidades permanentes (malas

"costumbres", "vicios") que quieran formarse. Por otro lado, yo puedo dirigir

voluntariamente mi mirada hacia todos los valores asequibles, puedo

disponerme internamente para su "recepción" y trabajar de esta manera en el

desarrollo de mis "virtudes". Todo ello dentro de los límites que me han sido

trazados por mi "disposición original".

Porque lo que se me ha negado "por naturaleza", eso no puedo

proporcionármelo en modo alguno. Y de ello no tengo tampoco ninguna

responsabilidad: ultra posse nema obligatur. Esta ley tiene únicamente una

excepción, o más bien hay un terreno en el que no existe ningún ultra posse: el

ámbito de la voluntad. No existe una insuperable debilidad original de la voluntad.

Así como la persona puede seguir generando constantemente un acto de la

voluntad (hasta llegar a su "fin natural”, cuando el acto de la voluntad se ha

trasformado completamente en acción), y así como la persona es responsable

de la paralización de su voluntad ante energías opuestas, de la misma manera

el fortalecimiento de su fuerza de voluntad se halla en manos de la persona, y

es una exigencia inexcusable.

Tipos de caracteres y peculiaridad individual: núcleo de la

personalidad
137

a) Caracteres típicos y peculiaridad individual

Del carácter en el sentido tratado hasta ahora -como un estado óntico,

propio de cada persona, que está delimitado de modo determinado dentro de la

psique- distinguimos el carácter como peculiaridad marcada, como lo que

confiere a una persona el sello de la personalidad.

Qué significa esto, vamos a estudiarlo ahora. Así como a todo objeto

en cuanto eidos, considerado únicamente en cuanto a su quid, le corresponde

una esencia de la vivencia, un acto de determinada estructura universal, y, no

obstante, cada vivencia concreta singular, en la conexión de una corriente de la

conciencia, es una vivencia absolutamente única, un individuum absoluto, así

también sucede con la estructura de la psique y -lo que aquí nos interesa

especialmente- con la estructura del carácter. A cada valor le corresponde una

estimación del valor, un acto afectivo, dotado de determinada esencia; a todo

ámbito de valores le corresponde un género de tales actos y un espiritual "lugar

de estimación": lo que habíamos denominado cualidad del carácter. Cada una

de esas cualidades, en su correlación con el correspondiente ámbito de valores,

es una cosa típica, algo que unas pluralidades de personas pueden tener en

común. Y el carácter total, como unidad de tales cualidades típicas, puede

concebirse, él también, como un típico. Tomando como punto de partida el reino

de los valores, podríamos trazar tales tipos de caracteres. Claro que el espíritu

omnicomprensivo, que abarca el mundo total de los valores en su jerarquía

objetiva y con perfecta adecuación, no debe contarse entre los caracteres. El

concepto de carácter, según lo entendíamos aquí, en cuanto constituido por una

serie de cualidades disposicionales, presupone, como el concepto de capacidad

en general, una energía limitada, que está a disposición de la formación de


138

capacidades y que no permite ninguna formación completa. Una "apertura"

ilimitada para el mundo de los objetos rompe el marco de la cualidad que se está

desarrollando. Así que se halla íntimamente relacionado con la estructura

psicológica de los hombres el que ellos tengan carácter, y se halla también

Íntimamente relacionado con la limitación del carácter como tal el que ellos

(según una observación de Reinach) muestren continuamente "las faltas de sus

virtudes". Con arreglo a la energía limitada, en todos los caracteres se muestra

una carencia de ciertos ámbitos de valores, una imperfección en la manera en

que uno se deja empapar por los valores y se deja determinar por ellos para la

acción. Y según sea la existencia que haya de "virtudes" y de "faltas" que las

acompañen, resultarán diversos tipos de caracteres. Ahora bien, el carácter de

una persona -aunque cada persona pueda clasificarse dentro de uno de esos

tipos- no se agota con el hecho de ser un caso singular del tipo, sino que muestra

además una "nota individual" no sólo en la totalidad sino también en las distintas

cualidades y vivencias. Hay que señalar que esa "individualidad" o "peculiaridad

personal" muestra grados en su manifestación externa; que no todos muestran

tales grados en igual medida. Como caso límite es concebible una persona cuyo

carácter y trascurso vivencial vaya enteramente por los cauces de lo típico: una

aproximación a ese caso límite lo vemos en lo que se da en llamar "una persona

de tipo medio" (claro que con ello se contempla no sólo la aproximación a

cualquier tipo, sino a un tipo determinado).

El caso límite opuesto, el de una persona absolutamente individual,

que no muestre nada típico, puede fingirse únicamente, cuando a esa persona

se le asigne también un mundo de valores absolutamente individual, que

únicamente sea accesible a ella. Toda persona determinada por los valores
139

objetivos, tiene que representar un tipo, aunque lo haga a su manera. Y si la

peculiaridad de esa persona es tan intensa, que detrás de ella desaparece lo

típico, entonces la denominamos una "personalidad" y se le atribuye un carácter

"bien marcado",

b) La peculiaridad personal como cualidad simple.

La "peculiaridad personal" es un simple qua/e, que marca su sello

sobre el carácter total y sobre cada vivencia en particular (del ámbito, claro está,

para el cual el carácter es determinante). Plasma a la persona como una

"personalidad unitaria". Y ese carácter unitario significa una ley de conexión, un

principio de selección de cualidades y estados que son posibles dentro de una

"personalidad unitaria".

Porque no toda cualidad posible y no toda vinculación posible de

cualidades es capaz de admitir el correspondiente colorido individual. (De la

incompatibilidad con la peculiaridad individual hay que distinguir la

incompatibilidad esencial de ciertas cualidades entre sí, que se fundamenta en

su relación con el ámbito de los valores y en sus relaciones mutuas, y que, dentro

ya de los caracteres típicos, admite tan sólo ciertas asociaciones de cualidades).

Es verdad que hay personas que muestran cualidades "que están en pugna unas

con otras", pero tales personas no son reconocidas como personalidades

unitarias; se las llama "personas carentes de armonía", o se dice también que

reúnen en su interior varias "almas".

Antes de que procedamos a investigar cuál es el verdadero portador

de la peculiaridad individual, queremos convencemos de que realmente sólo el

carácter y los estados esenciales para él llevan el sello de la peculiaridad


140

individual, mientras que eso no sucede con el resto de la vida psíquica. En efecto,

si se tiene en cuenta que es el mismo mundo de valores frente al cual los

individuos hacen resaltar su peculiaridad, o (para expresarlo en términos más

generales) que, en las mismas circunstancias externas, diversas personas se

comportan de diversa manera, entonces es obvio que tal cosa hay que atribuirla

a la disposición original de esas personas, y que debe relacionarse íntimamente

con la peculiaridad personal de las mismas. Ahora bien, ésta se extiende a toda

la psique y a todos sus estados.

Pero se ve claro, sin más, que no todo lo que distingue a una persona

de otras, pertenece a su peculiaridad personal. Lo que caracteriza al ser humano

desde el punto de vista sensible, no constituye una "nota individual"; el mismo

objeto puede presentarse de manera distinta al miope y al hipermétrope, al que

padece ceguera cromática y a quien tiene una visión normal. Tal diversidad no

es una coloración obtenida mediante aquel simple quale, con el cual

determinábamos la peculiaridad personal, y esta última puede permanecer

totalmente intacta aun cambiándose las índoles sensibles, porque por principio

es compatible con cualesquiera. Si pasamos ahora a considerar el

entendimiento, entonces parece que la cosa se presenta de manera enteramente

distinta. Es verdad que la torpeza y la inteligencia y nuevamente el

"pensamiento" como tal pueden presentarse de igual manera en personas

distintas, sin mostrar una nota personal. Pero en la manera en que, por ejemplo,

se adopta una actitud ante un problema y en la forma en que "se le hace frente",

en todo ello hay algo de peculiaridad individual. Sin embargo, el "adoptar una

actitud" y el "hacer frente" - eso no son actos puros del entendimiento (podrá

decirse: ninguna actividad del entendimiento es simplemente cosa del


141

entendimiento), sino que son un verse afectado internamente y un actuar, en lo

cual participan el ánimo y el querer. Los valores de la verdad y de la voluntad

desempeñan un papel como "incentivos" en toda la actividad del entendimiento,

y la forma en que actúen dependerá de la peculiaridad de la persona.

Si, por un lado, hablamos de una individualidad de todas las vivencias

(y, gracias a la acción que ejercen como estados reales sobre el desarrollo

psíquico, de todas las cualidades) y, por el otro lado, constatamos que no todas

las vivencias participan en la peculiaridad persona, entonces no puede ser la

misma individualidad la que en un caso y en otro constituya el factor decisivo.

En primer lugar: si hablamos de una posible igualdad de la disposición

sensible y de la disposición del entendimiento en varias personas, eso no se

halla en contradicción con la individualidad absoluta efectiva de toda vivencia y

de toda psique desarrollada. Lo que una persona vivencia, eso depende no sólo

de su disposición sino también de las circunstancias externas, y éstas son

distintas para una pluralidad de individuos. (Así, varias personas que se

encuentran a la vez en el espacio, no pueden tener la misma "visión" de una

misma y única cosa. Por consiguiente, a pesar de que una disposición sensible

pueda ser eventualmente igual, el estado perceptivo de esas personas es

siempre un estado individualmente diverso). Pero, por influencia del trascurso de

sus respectivos estados, las disposiciones de esas personas se desarrollarán

también de manera distinta. Esta individualidad, condicionada externamente, no

es en sentido estricto una peculiaridad; no es un factor cualitativo idéntico que

pueda mostrarse en toda la vida psíquica y en la existencia de las cualidades de

una persona.

e) El "núcleo de la persona o el "yo" personal"


142

Tal individualidad "condicionada externamente" corresponde también

al carácter. Y sabemos, por reflexiones anteriores, que entre las condiciones

externas de la evolución del carácter se cuentan también las disposiciones

sensoriales y las del entendimiento. Ahora bien, el carácter tiene además aquella

determinación interna que designamos como "peculiaridad personal". La

disposición original del carácter se distingue de todas las demás disposiciones

de la persona por el hecho de que es inherente a ella un supremo factor

cualitativo indisoluble que la impregna totalmente, que da al carácter una unidad

interna y que lo distingue de todos los demás. Esa diferencia es la esencialidad

de la persona, que no se desarrolla, sino que únicamente se despliega en el

curso del desarrollo del carácter, en él van desplegando cualidades singulares y,

según que las circunstancias sean favorables o desfavorables, florece total o

parcialmente; es el núcleo idéntico que se encuentra en todos sus posibles

procesos evolutivos y también en los resultados del desarrollo –condicionados

por circunstancias exteriores- y delimita el ámbito de esas posibilidades. Porque

para una persona no es posible cualquier proceso evolutivo; la "esencia" o

"núcleo" de esa persona pone límites a su capacidad de cambio.

La caracterización positiva que ese núcleo posee en la cualidad que

es propia de él, lo convierte en más que en una capacidad para determinados

actos, en más que en mero lugar de recepción para algo objetivo, que es lo que

son las demás disposiciones. Es una cosa determinada en sí y caracteriza todo

acto que brota de él como vivencia precisamente de esta persona y de ninguna

otra. Pero marca también su sello sobre el ámbito de objetos que el núcleo

desvela a la persona: el mundo de los valores. La receptividad estética es un

rasgo caracterial de la persona, que ella tiene en común con muchas otras. Y
143

son los mismos valores objetivos los que en todas ellas llegan a constituir un

dato. Pero, a pesar de eso, cada persona tiene su "relación personalísima'' con

los valores estéticos, posee su lugar de disfrute, distinto de cualquier otro. Y la

misma obra de arte significa para cada uno algo distinto; además de su valor

objetivo, accesible a todos, tiene para cada uno un valor "individual" especial.

Hay obras cuyo valor es "indiscutido", y en las que reina unanimidad universal

sobre el grado de su valía. A quien no tenga "sensibilidad" para ellas, a ese tal

se le niega toda comprensión artística en el campo correspondiente. Pero mi

especial "predilección" por tal o cual obra no se la impondré a nadie más, porque

esa predilección se basa en lo que tal obra me está diciendo a mí, en un último

y secreto acuerdo entre ella y yo.

Semejante relación absolutamente individual existe entre la persona

y cada valor accesible a ella. Esto se ve con especial claridad en las relaciones

con otras personas. Sobre las cualidades del carácter de una persona y sobre

su valor, uno podrá ponerse de acuerdo con otros, y podrá exigírseme "respeto"

hacia esos valores. Pero el que yo deba amar a esa persona a causa de tales

valores, esa exigencia no puede imponerla nadie. El que yo ame a una persona

y hasta qué punto la ame, eso se basa en la manera en que me impresione la

peculiaridad de esa persona, y eso es algo absolutamente singularísimo como lo

es la peculiaridad misma. El carácter del amor como estimación de un valor y su

orientación hacia la peculiaridad de la persona muestran que esa peculiaridad

encierra en sí misma un valor.

El quale unitario, que constituye el "colorido" individual de una

persona, es sentido y valor en una misma pieza.


144

El alma y sus profundidades, su relación con la vida del

sentimiento y de la voluntad

Niveles profundos del "yo" personal

El núcleo de la persona, el cual se va desplegando en el carácter, está

empapado de ese colorido individual y constituye la unidad indisoluble del

carácter. Se expresa a la vez en la manifestación externa de la persona, plasma

su cuerpo vivo (con lo cual se convierte en "expresión") y se muestra de manera

pura y sin mezcla en el alma de la persona. ¿Qué es el alma? Hasta ahora hemos

ido siguiendo toda la vida de la persona, incluida la vida del ánimo, en dirección

-en cierto modo única- hacia el exterior. En efecto, toda la vida espiritual está

orientada hacia el exterior, es un recibir al mundo. Pero la vida del ánimo no es

sólo eso, o -para decirlo más exactamente- es eso pero en un sentido

especialísimo. En el sentir, el "yo" vivenciante no sólo recibe al mundo de los

valores o al mundo como mundo dotado de valores, sino que lo acoge en sí. "En

sí" -es decir, el "yo" le abre su alma y le da cabida en ella. El alma es el centro

de la persona, el "lugar" donde ella está en sí misma. Puede haber espíritus

personales que vivan puramente hacia el exterior. La peculiaridad de los seres

dotados de alma, como somos nosotros los seres humanos, es que esos seres

pueden estar consigo mismos. El alma está henchida de lo que es propio de ella,

independientemente de todas las "impresiones exteriores". Esto no es sólo

aquella particularidad de la persona que se manifiesta en ella con más pureza

que en el cuerpo y en el espíritu y en las disposiciones psíquicas que

denominamos carácter, sino que son ciertos estados de ánimo fundamentales,

en los que se vive esa particularidad y que a la vez son determinantes para la
145

manera en que el alma recibe en sí al mundo de los valores accesible a ella, y

que confieren su colorido a los correspondientes actos espirituales.

El alma tiene niveles profundos -a eso se refiere uno, cuando habla

de la "profundidad del 'yo'''-. Y a los niveles jerárquicos de los valores

corresponde en cada caso un nivel profundo en el que aquéllos "merecen" ser

recibidos. Se nos revela aquí la conexión entre el núcleo de la persona, su alma

y el carácter. Cuando a la persona se le "abre" un ámbito de valores, cuando

éste se le manifiesta de manera enteramente nueva o también ella lo capta de

modo más claro y pleno que antes, entonces brota en la correspondiente

hondura de su alma un vivenciar el valor, ésta se ve llena por una objetividad de

afectos condicionada no sólo por el valor sino también por la peculiaridad

personal y por el correspondiente nivel profundo o por el estado anímico que la

llena, y este sentimiento, en cuanto estado psíquico, hace que se forme a la vez

una cualidad o capacidad del carácter que esté "ordenada" a ellos. Los

sentimientos -indiferentemente de que se presenten unidos concretamente con

una estimación de valores externos (es decir, ajenos a la persona) o de que se

presenten, cual los estados de ánimo, como un "vivenciarse a sí mismo"- están

determinados en su cualidad por el nivel del que brotan, pero "el mismo

sentimiento" (un sentimiento de la misma especie) puede brotar en diversos

niveles y puede mostrar únicamente un "matiz" distinto según sea el nivel del

que brote. Y, así, hay una alegría "superficial" y una alegría "que brota de lo

profundo", "que procede del interior", mientras que, por ejemplo, la

desesperación (en el caso de que el término no se emplee en sentido exagerado)

puede tener sus raíces únicamente en el nivel más profundo de todos. Ahora

bien, semejante estado del "yo" no necesita quedar restringido al nivel original,
146

sino que puede difundirse a partir de él y llenar todos los niveles más

superficiales, sin perder su carácter original. Y, así, una alegría interna puede

inundar el alma entera y marcar también su sello en la vivencia más periférica.

El camino inverso -el de penetrar desde la periferia hasta el centro- no es posible

sin más. A un nivel más profundo no puede fluir nada desde un nivel más

superficial; sólo puede quedar lleno por algo que haya brotado en él mismo o en

un nivel más profundo.

Sin embargo, es posible que una vivencia que primeramente había

sido periférica, vaya "calando" poco a poco, afecte a niveles cada vez más

profundos, generándose de nuevo en cada uno de ellos.

Por consiguiente, "la misma" vivencia (como unidad individual) puede

tener lugares de origen de diferente profundidad. Hay un vivenciar en el cual

participa el alma entera, un vivenciar que agita todos los niveles; el "yo" puro,

como punto de irradiación del vivenciar, se sitúa entonces totalmente en lo

profundo, y toda vivencia que se constituye en este estado de tensión lleva en sí

los factores constitutivos procedentes de todos los niveles del alma. Y existe –

como extremo opuesto- un vivenciar en el cual el alma parece enteramente

"muerta", permanece absolutamente inerte y el "yo" puro vive en la realización

total de "actos impersonales" (por ejemplo, de simples percepciones o de la

recepción puramente intelectiva de conocimientos sin "participación interna").

Si en el alma luchan estados contradictorios por conseguir el dominio,

entonces dependerá del nivel profundo original del alma cuál de ellos haya de

conseguir la victoria. Dentro de un nivel prevalece simplemente el sentimiento

más intenso. Pero, cuando es distinto el lugar de origen, lo que sucede es que el

sentimiento más profundo no puede ser vencido nunca por un sentimiento de


147

menor profundidad, por intenso que éste sea: tan sólo permite ser desplazado al

trasfondo, donde luego, claro está, si no afluyen a él nuevas energías, puede irse

extinguiendo poco a poco. Hay estados de tal violencia que sólo pueden ser

vencidos mediante la irrupción de un nuevo nivel de profundidad.

Posición de la voluntad en el "yo" personal

Hasta ahora, en el estudio acerca de la estructura del alma, hemos

tenido en cuenta únicamente la vida afectiva, y no la voluntad.

La posición de la voluntad en el "carácter" fue considerada peculiar.

Vimos que, entre las cualidades, la fuerza de la voluntad (más o menos grande)

era la capacidad para empeñarse en favor de valores estimados; pero "detrás"

existe todavía otro querer: una energía de autoplasmación, que (en contraste

con la libertad para la plasmación del resto del carácter) no está limitada por una

disposición original. Está enraizada en el "yo" mismo, y allí es donde ha de tener

su origen todo acto de la voluntad, sin que importe a qué jerarquía de valor

estimado corresponda y en qué nivel de profundidad se encuentre la

correspondiente estimación de valores. El "yo" es el que se empeña a sí mismo

en la realización de un valor. Pues bien, en un estado de "muerte", en una

paralización del alma, parece que no es posible ningún querer; porque el querer

es mi adopción viva de actitudes ante valores positivos o negativos estimados.

Cuando una persona, a consecuencia de un grave revés del destino,

se queda paralizada internamente, se halla "muerta". entonces no es capaz de

adoptar una decisión ni siquiera en asuntos de mínima importancia. Esto no

quiere decir que el hombre, en ese estado, no pueda estar activo. En efecto, no

todo nuestro hacer es una acción voluntaria, sino que en la mayor parte de los
148

casos brota de una mera tendencia, que no es una libre autodeterminación del

"yo" y que tiene su raíz en la misma profundidad que el sentimiento que

constituye su "fuente". Y, así, uno puede satisfacer "automáticamente" todas las

exigencias de la vida cotidiana, mientras subsiste esa paralización interna. Ese

estado sería insostenible -si no existiera tal fuente. En efecto, hay también

tendencias en las que el alma no participa en absoluto: por ejemplo, todos los

impulsos habituales y todos los impulsos del individuo desencadenados por

influencias extrañas (por una orden recibida, una petición, un ejemplo,

eventualmente por la simple expectativa de otros: influencias a las que se accede

"sin más"). Sólo cuando falla el automatismo de las tendencias, cuando, por

ejemplo, un valor se encuentra ante nosotros reclamando ardientemente su

realización, pero sin haber sido estimado vitalmente y sin ser capaz de

desencadenar una tendencia, o cuando dos valores en conflicto apremian a que

se realice una elección, entonces es necesaria una resolución o una decisión; el

"yo" tiene que declarar si quiere empeñarse y en favor de qué quiere hacerla. Y

entonces se ve que esa paralización no es absoluta; el "yo" puede despertarse

a la vida y generar el requerido acto de la voluntad, aunque ya no tenga poder

sobre la vida afectiva que ha muerto.

Semejante acto "querido" de la voluntad no posee el carácter de una

actitud vital, pero tiene, al igual que ésta, la energía para iniciar una acción. El

"yo" que quiere libremente se encuentra todavía, por decirlo así, en la espalda

del alma que tiene sentimientos y que adopta actitudes en el querer "natural".

Donde no existe esa libertad para la autodeterminación, donde no

puede hacerse "responsable" a una persona por sus acciones, allí se piensa que
149

ha quedado extinguida la personalidad. Por consiguiente, es indudable que la

libertad es un elemento constituyente de la persona.

La vida de la voluntad tiene participación en la "peculiaridad personal",

pero sólo como vida "natural". La libertad corresponde por igual a cada persona;

pero las actitudes de la voluntad que están motivadas por actitudes del

sentimiento y no han sido generadas por un propósito, sino que brotan vitalmente

en el alma, llevan el sello de su peculiaridad.

Plasmación del cuerpo vivo por medio de la vida del alma

Hemos designado anteriormente a la persona como una unidad de

cuerpo vivo y de alma. Después de haber resaltado hasta qué punto la psique

es el desarrollo de un núcleo de la personalidad, debemos investigar si algo

análogo puede mostrarse también en el cuerpo vivo. Por nuestras reflexiones

anteriores sabemos ya qué función del cuerpo vivo deba considerarse a este

propósito: encontrábamos en una peculiaridad del cuerpo vivo de la persona,

que él no tiene en común con los cuerpos vivos de todos los demás seres vivos,

la capacidad para expresar la vida interior. Antes de que pudiéramos investigar

más detalladamente qué es lo que debe entenderse por esa vida interior, tuvimos

que ocupamos de la estructura de la psique.

Ahora podemos retornar a aquella cuestión.

Constatamos, en primer lugar, que tanto la vida psíquica actual, los

cambiantes estados de la persona, como sus cualidades permanentes se

manifiestan en el cuerpo. Sin embargo, lo que se expresa no es la totalidad de

los estados: todo el nivel inferior, la sensibilidad, no tiene la forma vital que va

desde lo interior hasta lo exterior; eso es una peculiaridad de la vida del "yo". Y
150

precisamente no sólo el grado del "estar despierto" del "yo", de su vivacidad

espiritual, sino también el cambio cualitativo de sus estados es lo que se expresa

en el cuerpo. Por el contrario, no hay, naturalmente, ninguna expresión para los

correlativos de todos los niveles de la constitución, para lo que-

independientemente del modo de realización, del grado de tensión- constituye la

diferencia entre la actividad de la percepción y la actividad del entendimiento.

Pero sobre todo es la vida del ánimo la que plasma desde el interior al cuerpo

vivo. Para nosotros es importante el que participen en ello los diversos factores

constitutivos de los estados psíquicos: tanto los típicos como los individuales, y

en éstos a su vez los diversos matices que, desde su origen, proceden de

diversas profundidades del alma y de cuanto llena esas profundidades, además

de los estados correspondientes (porque sabemos que el correspondiente

"encontrarse" del "yo" influye, "dando colorido “a todas las vivencias que

trascurren mientras dura esa situación de "encontrarse"). Lo mismo sucede con

respecto a las diversas fases que, durante su trascurso, son las que constituyen

el estado permanente del alma. Y, así, al fluir constante de la vida anímica le

corresponde un cambio constante en la manifestación externa del cuerpo vivo.

Otra cuestión será la de saber si ese cambio es un "reflejo adecuado".

Por principio es concebible una corporalidad que desde el interior no

oponga ninguna "resistencia" a la formación, que sea lo suficientemente "flexible"

para seguir todas las oscilaciones de la vida del alma. De hecho -en los cuerpos

empíricos- la capacidad de expresión no alcanza nunca ese ideal. Los cuerpos

vivos materiales poseen, todos ellos, una "inercia" mayor o menor que

obstaculiza la interacción de la impresión; algún estado ha trascurrido ya, antes

de que pudiera manifestarse al exterior; alguna expresión se ha "quedado rígida",


151

se ha fijado, cuando la vivencia de la que había brotado, hacía tiempo ya que

había desaparecido. Así que de la totalidad de las vivencias y de la totalidad de

las fases que constituyen la vivencia en su continuado transcurrir, muchísimas

permanecen encerradas por completo en el interior.

Otra inadecuación se basa en que no consigue expresarse toda la

multiplicidad de los factores constitutivos que forman el estado de una vivencia

del alma. Es verdad que, por principio, cada uno de los factores admite una

expresión (la pureza, la interioridad, el calor de una alegría, etc.), pero tan sólo

de vez en cuando lo uno o lo otro emerge hacia el exterior a partir de la totalidad,

o bien la totalidad se manifiesta por medio de tal o cual factor, mientras que los

demás no llegan a hacerse visibles ellos mismos.

Así como a la corriente de la vida anímica le corresponde la

interacción de las manifestaciones expresivas, así también a las cualidades

permanentes les corresponden formas fijas del cuerpo y una tipicidad en sus

movimientos y cambios. La bondad, la nobleza de alma, las energías se marcan

en los rasgos del rostro, pero también en el andar y en la postura y en toda la

manera de mover el cuerpo. Y nuevamente lo que se proporciona expresión no

sólo es lo universal de esas cualidades, sino también lo absolutamente singular,

la nota individual que esas cualidades llevan en sí: la "peculiaridad personal".

Existe tal expresión de las cualidades independientemente de la

expresión de la vida anímica actual; existe, como quien dice, un estado fijo, que

se eleva sobre ese movimiento de las olas, eventualmente encubriéndolo en

mayor o menor grado. Como caso límite tenemos aquí el cuerpo del difunto (que

propiamente no es ya en absoluto un cuerpo vivo, sino que ha mantenido la

capacidad expresiva como único constitutivo específicamente corporal) o el


152

cuerpo de quien dormita profundamente, en el cual se halla en reposo toda la

vida anímica actual y el carácter se manifiesta en pureza (aunque no

precisamente en su estado pleno). El extremo opuesto sería una manifestación

expresiva actual, en la cual no llegara a ser visible "nada" del carácter (por

ejemplo, un estallido de cólera, en el que quedaría completamente encubierta la

expresión del cuerpo en su estado sereno). Pero lo de "nada" hay que entenderlo

también aquí cum grano salis. Porque las cualidades no se manifiestan

únicamente en su propia expresión sino también en los estados que se

fundamentan en ellas y, por tanto, en la expresión de los mismos. (Por

consiguiente, la expresión de la cólera es, por lo menos, al mismo tiempo una

expresión de la vehemencia, aunque no deje que se manifieste ningún otro rasgo

del carácter).

Si tenemos en cuenta, además, que cualquier estado de una persona

se expresa con su nota individual (claro está que únicamente cuando los estados

pertenecen al ámbito que participa en la peculiaridad personal), y que ese estado

es un quale simple que impregna toda la vida personal y constituye la unidad de

la personalidad, entonces la peculiaridad personal se revela en cada expresión

de tal estado (al igual que en los rasgos que reflejan el carácter). Estas mismas

distinciones, que lo interior muestra -en lo universal y en lo individual, y

nuevamente en los estados, en las cualidades permanentes y en el núcleo al que

ambas cosas deben su origen- y las mismas conexiones entre ellas se hacen

sentir también en lo exterior.

Para comprender la importancia del cuerpo vivo como expresión de la

vida del alma, habrá que considerar también el papel de la voluntad. En cuanto

el "yo" tiene la libertad de plasmar su propio carácter, es capaz también de


153

ejercer su influencia sobre la forma externa del cuerpo, sobre la impronta que

este último recibe del interior.

Pero no sólo esto. La capacidad misma de expresión pertenece a las

funciones que están sometidas al dominio de la voluntad. Forma parte de la

esfera de poder del "yo" el "reprimir" y el generar manifestaciones expresivas.

Se puede frenar el "fluir" de la vida interior "hacia el exterior", en lo cual se ve

palpablemente el dominio ejercido sobre la vida misma de la expresión. Y se

pueden producir fenómenos expresivos y, al hacerse ostensión de ellos

persistentemente, se imprimen rasgos duraderos en el cuerpo. Y, así, el cuerpo

puede convertirse más o menos en una máscara que oculte lo interior, en vez de

manifestarlo. Pero el "yo", gracias a su dominio sobre el cuerpo, puede

igualmente encerrarse en sí mismo, es capaz de utilizar su propia capacidad de

expresión para desvelarse: en primer lugar, permitiendo a la vida interior que

ejerza una acción libre y sin impedimentos, pero también produciendo

voluntariamente expresiones de su vida interior y creando eventualmente para

sus estados anímicos nuevos medios de expresión ("signos") que sobrepasen

los ya existentes "involuntariamente".

Una ampliación de las posibilidades de expresión de la personalidad

se fundamenta no sólo en el dominio de la voluntad sobre el cuerpo

(independientemente de la capacidad expresiva del mismo), un dominio que le

permite intervenir en el mundo exterior.

Gracias a su origen anímico, toda acción de la voluntad -e igualmente

toda acción impulsiva que proceda de las profundidades del "yo"- lleva el sello

de la peculiaridad personal y lo imprime también en la obra creada por ella. La

vida personal que se expresa por un movimiento de la mano, se manifiesta en


154

todo lo que la mano produce: en los trazos de la escritura, en las huellas que

dejan el pincel o el martillo (de manera análoga, los productos del pensamiento,

además de su contenido objetivo, contienen vestigios de la espontaneidad

interior a la que deben su existencia). El mundo entero en el que un individuo

actúa, lleva la impronta de su personalidad: de sus rasgos típicos y de su

peculiaridad personal.
155

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Instituto Nacional de Formación Docente (2016) Especialización

Docente de Nivel Superior en Políticas y Programas Socioeducativos. Enseñar

en programas socioeducativos. :Clase 01:Sobre la escuela y el aprendizaje

escolar. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. ·

Instituto Nacional de Formación Docente (2016) Especialización

Docente de Nivel Superior en Políticas y Programas Socioeducativos. Enseñar

en programas socioeducativos. :Clase 02:Sobre la escuela y el aprendizaje

escolar (profundización). Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.


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Instituto Nacional de Formación Docente (2016) Especialización

Docente de Nivel Superior en Políticas y Programas Socioeducativos. Enseñar

en programas socioeducativos. :Clase 03: Sobre los procesos de aprendizaje

escolar. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

Instituto Nacional de Formación Docente (2016) Especialización

Docente de Nivel Superior en Políticas y Programas Socioeducativos. Enseñar

en programas socioeducativos. :Clase 04: Sobre los procesos de aprendizaje

escolar. (profundización)Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

Instituto Nacional de Formación Docente (2016) Especialización

Docente de Nivel Superior en Políticas y Programas Socioeducativos. Enseñar

en programas socioeducativos. :Clase 05:Trayectorias educativas y trayectorias

escolares. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

Instituto Nacional de Formación Docente (2016) Especialización

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Videos

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 Pascual Chavez- El carisma salesiano después del Covid-19

(2021), en México.

 Padre Fuentes. Palabras para solicitar el yo.

Videos disponibles en el canal YouTube: Psicop. Claudia Onorato.


162

Índice
Capítulo 1- Acompañantes 1

Capítulo 2- El punto de partida 7

Encuentro intersubjetivo 8

Tareas del acompañamiento 10

Marco teórico de los acompañantes 11

La temporalidad en el acompañamiento 13

Las estrategias en el acompañamiento 19

La corporalidad 21

El encuentro 23

La escucha activa 24

La entrevista: una guía flexible 27

Mensajes negativos 28

Amarevolezza 32

La Religión: Rutinas de riesgo 34

Modos de tramitar la enfermedad 37

La Razón: Organizar los datos 39

Un caso de acompañamiento terapéutico 48

Capítulo 3- Desplegar potencialidades 56

El sistema represivo 57

El sistema preventivo 93

Anexo: Los problemas de la subjetividad 97


163

Bibliografía 155

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