313] CONSIDERACIONES SOBRE LA PRIMERA SERIE

DE REGLAS PARA DISCERNIR MOCIONES

DE LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO [313-327]

Mons. Daniel Gil Zorrilla S.J.

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Con esta triple caracterización del mal espíritu
[Mujer mala, vano enamorado, caudillo
militar; Reglas 12,13 y 14] termina la primera
serie de reglas [E´
- Ignacio discernir es decidirse. Cada moción es
E 313-327]. El ejercitante aprendió ya a sentir,
a reconocer y a rechazar las mociones del mal
espíritu; y a recibir las del bueno. La época
espiritual, cuya característica es el mal espíritu
tentando abiertamente, toca a su fin. Porque en
adelante, el mal espíritu tiene poca chance con
un cristiano así experto en reconocerlo,
resistirlo y derrocarlo. Ya no le queda más que
huir. Mejor dicho: le queda todavía una última
treta, que es la de disfrazarse de ángel bueno.
Pero con eso comienza la segunda época
espiritual, de la cual trata la segunda serie de
reglas que veremos pronto. Pero antes de
seguir adelante, recojamos brevísimamente
algunas enseñanzas de esta primera serie de
reglas que terminamos de estudiar.
1.- La vida de los símbolos
San Ignacio ha impregnado su enseñanza muy
útil en varias imágenes y símbolos que se
adentran en el corazón del ejercitante y desde
allí prolongan el magisterio ignaciano. Así por
ejemplo: el enemigo, el ir de bien en mejor
subiendo, morder, para que no pase adelante,
el Señor le ha dejado en prueba, en cosa ajena
no pongamos nido...
En las últimas tres reglas el material
simbólico es deslumbrante. El enemigo es
como mujer cuando riñe con un varón, mujer
que huye, mujer con ira, venganza y ferocidad
desmesurada, bestia fiera; vano enamorado
que requiere a hija de buen padre o mujer de
buen marido, querer ser secreto; caudillo del
campo rodeando y mirando en torno... Por su
parte el ejercitante mismo queda simbolizado
correspondientemente: varón reñido por
mujer, varón que muestra mucho rostro, varón
que huye; hija de buen padre, mujer de buen
marido; castillo expugnable.
Esas y otras contrariedades y oposiciones que
se han vivido a lo largo de esta época
espiritual, califican permanentemente al
sujeto, de modo que en adelante tendrá cierta
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estructuración mental y cordial con fácil
predisposición al discernimiento.
2.- Discernimiento y decisión
Pensamos que ha quedado claro que para san
tiempo de decisión. Hacer ejercicios
espirituales, es entrar en un tiempo de
discernimiento, no es la plácida y fervorosa
"experiencia de oración" que algunos
imaginan. Al orar, ocurre algo. Y ante eso que
ocurre, fielmente percibido por el examen de
la oración, el sujeto debe tomar partido. En su
corazón van apareciendo cosas para tomar y
cosas para dejar. Como el que echó la red al
mar, y al sacarla, sentado a la orilla recoge
unos peces y descarta otros. Imposible
discernir sin tomar decisiones.
3.- Fe y secularización
Las reglas ignacianas nos han convencido
también de que el ejercitante es invitado a una
intensa interpretación religiosa. O juzga desde
la fe todo lo que va ocurriendo en su corazón,
o deja de hacer estos ejercicios espirituales y
busca otra cosa. Podrá hacer entonces
ejercicios de tranquilización, de
mentalización, de concientización, de
actualización, de oración incluso, pero no los
ejercicios espirituales de san Ignacio.
Hay muchos sistemas de interpretación
secularizada de la propia conciencia, y de la
existencia. Un sujeto acostumbrado a
interpretar, y a interpretarse en clave
secularizada; un sujeto que ha cedido a la
presión de la cultura secularizante del
capitalismo (o del marxismo), encontrará
dificultades insalvables para "hacer
discernimiento" ignaciano; hará sí,
discernimiento psicológico, o político.
Si ese hipotético sujeto fuera jesuita, y no
pudiera aceptar la validez de la exégesis de la
propia vida que le propone san Ignacio, poco
demorará en mostrar que el discernimiento
ignaciano está perimido, que necesita una
relectura válida para el hombre de hoy, etc. Y
con eso intentará reducirlo a la exégesis
secularizante en la que vive. Después de
algunos años de haber vivido y practicado
estas reglas de san Ignacio, me animo a invitar
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a ese hipotético hermano a responderse esta
pregunta: la imposibilidad de
autointerpretarme según san Ignacio proviene
de la decrepitud insanable de la enseñanza de
Ignacio, o proviene de la decrepitud sanable
del mundo contemporáneo que se ha metido
en uno de los hijos de san Ignacio?
4.- Micro y macrodecisiones
A las muchas decisiones que el ejercitante
debe ir tomando a lo largo de las peripecias de
esta primera época espiritual, las hemos
llamado no despectiva sino cariñosamente
microdecisiones, minidecisiones. No pasará a
la historia de las hazañas ascéticas el que un
ejercitante se haya decidido a perseverar la
hora entera de oración, sino a agregarle tres
minutos más. Pero es posible que en el tejido
de decisiones como ésa, se le vaya
condensando al ejercitante la voluntad divina
para él; hasta que en el tejido de las
microdecisiones se le aparezca impreso, como
a la Verónica, el rostro del Señor.
Una gran decisión, esas en las que
jugamos el estado de vida en que vamos a
vivir, ese toma una o dos veces en la vida, o
en todo caso, muy pocas veces. Esas pocas
macrodecisiones están precedidas, en el
discernimiento, por las muchas
microdecisiones que la preparan. A través de
las pequeñas decisiones, el sujeto aprende a
reconocer lo que es de Dios y a defenderlo de
los ataques de las desolaciones, las dudas, las
vacilaciones, las propias cobardías y
desfallecimientos, que, como los ratones, a
todo le meten diente. Aprendiendo a buscar,
hallar, defender y llevar adelante pequeñas
decisiones, está ya en camino para hallar la
voluntad de dios en la disposición de su vida.
Y al contrario, quien no es fiel en lo poco,
vive en la hemorragia permanente de las mil
pequeñas infidelidades, sin llegar a más, si
Dios no lo remedia.
5.- Los ejercicios y la vida real
A veces se contrapone lo que se vive "dentro
del clima de los ejercicios" y "la vida real que
viene después que terminan".
Desgraciadamente hay un tipo de ejercicios
espirituales que han dado pie a tan lamentable
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distinción. Pero en realidad, hacer ejercicios
de San Ignacio en absoluto retiro, en total
aislamiento, en radical separación, no es otra
cosa que la misma vida real del ejercitante, su
vida diaria, con el cortejo de personas,
circunstancias, tiempos y lugares. Los
ejercicios espirituales, a lo largo del Mes de
Ejercicios, no hacen sino remover el cortinaje
cotidiano que encubre la verdad de la propia
realidad!
Nada más real, en efecto, que la
realidad que el ejercitante encuentra en sus
ejercicios. Piensa alguno que los ejercicios son
droga y anestesia pasajera, a modo de
alienación respecto de la vida cotidiana; y
desgraciadamente, puede ocurrir que así sea,
en ejercicios "piadosos" (a la antigua) o
"concientizadores" (a la moderna). Pero
generalmente, si se hacen como Dios manda,
ocurre al revés: la vida cotidiana en la
sociedad capitalista está altamente alienada
(aunque el sujeto sea "de izquierda"), y en
ejercicios se recupera la propia identidad, y se
reducen las alienaciones. Eso sí: el sujeto debe
tomar partido respecto a dónde está la droga y
la alienación, y dónde la verdadera liberación.
6.- Discernimiento, aplicación de sentidos y
liturgia
El ejercitante que va aplicando estas reglas de
discernimiento hace cada día un ejercicio
espiritual muy sabroso: pasar los cinco
sentidos imaginarios (y espirituales) por los
misterios más destacados que haya
contemplado ese día. Poco a poco - según me
ha parecido notar - la aplicación de sentidos va
recayendo más y más sobre las personas. Se
trata de ver, oír, oler, gustar y tocar lugares,
circunstancias, virtudes y, en definitiva,
personas, las unas y las otras, las Divinas y las
humanas. El desarrollo de estos sentidos
espirituales es fundamental para el
discernimiento. No raramente el ejercitante
"tomará el gusto" o "sentirá el aroma" o
experimentará "la electricidad" etc. de tal o
cual misterio de Cristo, o actitud de María, o
trampa de los contradictores de Jesús; y
después más fácilmente podrá reencontrar
gustos, aromas y tactos semejantes en
actitudes suyas o ajenas.
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Un ejemplo podrá aclarar lo que quiero decir. primera época espiritual. Puede un cristiano
Una religiosa, bastante golosa, al hacer su naufragar en ella; pero si triunfa, el demonio
aplicación de sentidos en la contemplación de ya no podrá engañarlo ni llevarlo a ponchazos
los Reyes Magos, sintió que Herodes, al en las desolaciones. Está ante uno que se
indicarles a los Reyes el camino y pedirles que acostumbró a derrotarlo. Entonces, como
al encontrar al Niño volviesen a avisarle para hemos venido diciendo, [el demonio] debe
ir él también a adorarlo, tenía gusto a dulce cambiar de táctica. ¿Pero qué es ese cambio de
apenas pasado (es decir, levemente ácido, o táctica?
apenas agrio), un dulce muy rico, que parece
muy bueno, y que uno se lanza ávidamente a Ante el hombre espiritual ya experimentado,
comer cucharada tras cucharada, y recién que conoce sus engaños manifiestos, el mal
después de haberlo engullido abundantemente espíritu va a jugarse el todo por el todo,
se da cuenta de que, en realidad, estaba usando todo su poder: se transfigurará en
pasado. La hipocresía, el ocultamiento del ángel de luz, comenzará a traerle al hombre
proceder de Herodes, le dio ese gusto. Días espiritual, buenos y santos pensamientos, y
más tarde, esa misma religiosa, algo enredada espirituales consolaciones. Se abre así la
en proyectos aparentemente buenos, se segunda época espiritual, o sea, cuando el mal
interrumpía de repente en su relato y decía: espíritu tienta con apariencia de bien: sub
"Hum! esto tiene gusto a Herodes..." Y esa angelo lucis [disfrazado de ángel de luz].
aplicación de sentidos le había dado un Segunda época, espiritual, mortalmente
criterio espiritual, un sabor, o mejor dicho, un peligrosa! Y también para esa segunda época
paladar para saborear y distinguir más trae san Ignacio en ayuda nuestra una segunda
finamente el gusto espiritual de las cosas. Y de serie de reglas magisteriales.
esa manera discernía casi espontánea, rápida y
certeramente.
Lo mismo se diga de la Misa de cada
día. Esa inmersión en el signo del amor de
Cristo que realiza en el ejercitante una obra
difícil de decir, pero absolutamente
fundamental.
No hay que olvidar esto. Porque en
este comentario hablamos exclusivamente de
reglas de discernimiento, y si olvidamos el
contexto espiritual, la circunstancia espiritual
del ejercitante que discierne, entonces se nos
antojará que el discernimiento es una montaña
dificultosa. Con todas las ayudas que el
ejercitante recibe a lo largo del día, no es tan
fiero el león como lo pintan.

7.- Del hombre carnal al espiritual

Espiritual es, para Ignacio - ya lo
vimos - el hombre que a fuerza de fidelidad a
la gracia de observación y experimentación,
llega a reconocer la presencia de las
inspiraciones divinas y a recibirlas, y a
comprometerse con ellas; y a descubrir los
ataques y engaños manifiestos del demonio; y
la irreductible contrariedad de unas y otras
mociones, pensamientos y espíritus. Tal es la
CONSIDERACIONES SOBRE LA PRIMERA SERIE DE REGLASPARA DISCERNIR MOCIONES DE LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO [313-327] Mons.
Daniel Gil Zorrilla S.J.