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General (g)
FACTOR GENERAL
FACTORES ESPECÍFICOS
FIGURA 2. Teoría factorial de P. E. Vernon en la que se representa una serie de factores dispuestos jerár-
quicamente: factores específicos (sin concretar en esta figura), factores de grupo menores (como la apti-
tud verbal, numérica o espacial), factores de grupo principales (la aptitud verbal-educativa y la aptitud
práctico-mecánica), y el factor general (g), situado en la parte más alta de la jerarquía.
el resto es atribuible al ambiente, salvo aproxi- verbales. La constatación de estas diferencias
madamente un 15%, que corresponde al error no prejuzga su origen, ya que pueden deberse
de medida. En los adultos, la herencia alcanza tanto a factores ambientales como genéticos,
un peso en torno al 75%, en tanto que los lo mismo que las diferencias entre
factores ambientales compartidos (i.e., los cualesquiera otros grupos humanos.
co- munes a los miembros de cada familia:
6. Se observan correlaciones significativas entre
estatus socioeconómico, educación...)
las medidas de velocidad de procesamiento de
disminuyen drás- ticamente su participación. in- formación diseñadas al respecto por el
Hay que resaltar que una alta heredabilidad enfoque de las teorías cognitivas y la
no significa que el ambiente no tenga impacto inteligencia estima- da mediante los tests
en el desarrollo de rasgos como éste característicos del enfo- que psicométrico,
(herencia y ambiente son esenciales), o que pero todavía no se dispone de una
no se vea implicado el apren- dizaje. Se trata interpretación teórica del patrón global de este
sólo de las influencias respecti- vas en la tipo de resultados.
generación de las diferencias observa- das en
el rasgo. Así, por ejemplo, aunque el nivel en 7. Actualmente existe un acuerdo amplio sobre
la insuficiencia de los tests estandarizados
vocabulario (por mencionar un compo- nente
dispo- nibles, en cuanto que no exploran todas
característico de los tests de inteligencia) es
las for- mas existentes de inteligencia, como
sustancialmente heredable, en el sentido de la creati- vidad, el sentido práctico o la
que, de la enorme cantidad de palabras dispo- competencia emocional, sobre las que todavía
nibles en el ambiente de las personas, la exten- se sabe bas- tante poco. (También es cierto, y
sión del repertorio adquirido por cada una eso no se pue- de olvidar, que tales tests no
depende de forma importante de su predisposi- han sido diseñados para medir esas otras
ción genética, sin embargo, todas las palabras formas de inteligencia.)
empleadas han sido aprendidas; además de
que parte de la varianza en la riqueza léxica se Si se coteja el informe que acabamos de resumir
debe a la influencia ambiental. Por supuesto, con la declaración preparada por Linda Gottfred-
no es necesario recordar que las variables son y firmada por cincuenta y dos investigadores
ambientales pueden ser biológicas, y no sólo de reconocido prestigio internacional, publicada
originalmente en el Wall Street Journal en 1994, y
psicosociales, económicas, culturales, etc. Por
en 1997 en la revista Intelligence, se puede consta-
otra parte, aun- que se sabe, por ejemplo, que
tar la existencia de una coincidencia muy sustancial
la escolarización es importante, actualmente entre ambos. En este sentido, el informe de la ma-
todavía se desco- nocen sus aspectos críticos. yor asociación profesional de Psicología, con un
4. Otro fenómeno notable bien contrastado en la enorme bagaje de investigación en este terreno, se
actualidad es el progresivo aumento mundial puede considerar que presenta un panorama bas-
de las puntuaciones en los tests. El CI medio tante ajustado de la psicología científica sobre la
ha crecido más de 15 puntos –una desviación inteligencia. Con todo, se reconoce una clara insu-
típi- ca de las curvas de distribución– en los ficiencia de los instrumentos actualmente maneja-
últimos cincuenta años, y el proceso de dos para estimar la inteligencia. Insuficiencia deri-
ganancia podría estar acelerándose (como vada de una concepción bastante restringida de la
comprobaron Colom, Andrés-Pueyo y Juan- noción misma de inteligencia, entre otras circuns-
Espinosa, 1998, esto tam- bién es cierto en la tancias, debido al énfasis puesto por la psicología
población española). Las causas de este científica, particularmente en este tema, en los
incremento pueden ser diversas: cambios en la aspectos cognoscitivos en detrimento de los afec-
escolarización y crianza de los ni- ños, mejoras tivos.
en la nutrición, cambios culturales, experiencia
con los tests... Sesgo cognitivo: descuido crónico
de la vertiente emocional
5. Aunque no se observan diferencias importantes
entre los sexos en las puntuaciones Los procedimientos para estimar la inteligencia co-
generales de los tests, sí aparecen ciertas menzaron como pruebas encaminadas a medir en
diferencias apre- ciables en algunas aptitudes niños la capacidad de razonar y resolver proble-
específicas. Así, mientras los hombres suelen mas, fundamentalmente. Se trataba de hacer una
En los años posteriores continuó esta tónica, cen- Los sentimientos desacreditados:
trándose el concepto de inteligencia principal- «llorar es de niñas»
mente en la capacidad analítica sobre contenidos Si exceptuamos el ámbito familiar y de relaciones
lógico-matemáticos y lingüísticos, especialmente personales, el cultivo de los sentimientos cuenta
relevantes para el ámbito académico. Y así han bastante poco. En el terreno estrictamente acadé-
continuado las cosas casi hasta nuestros días, aun- mico y laboral/profesional, los componentes emo-
que, eso sí, ampliando en muchos casos el número cionales se consideran secundarios, si no un estor-
de aptitudes intelectuales (espaciales, musicales...) bo. La idea de que la ausencia de una emotividad
o incluyendo en ocasiones aptitudes manipulati- inteligente tiene un coste importante en el mundo
vas, quinestésico-corporales, etc. Pero sin abarcar laboral es relativamente nueva, de manera que a
apenas el plano afectivo. El descuido de la dimen- algunos empresarios todavía les cuesta mucho
sión emocional ha constituido un «olvido» crónico aceptarla. Muchos gestores, ejecutivos, directivos y
en la psicología de la inteligencia. demás agentes económicos consideran que su tra-
bajo exige la intervención de la cabeza, más que
Algo parecido ha pasado también, de hecho, con del corazón (cuyo protagonismo haría peligrar la
la psicología experimental y, por tanto, con la psi- eficacia de su labor). Algo parecido sucede con el
cología científica en general. Ésta inició su rendimiento académico.
andadu- ra hace algo más de un siglo como el
estudio analí- tico de los contenidos mentales, De ahí que, en un mundo donde las decisiones y el
principalmente de naturaleza cognoscitiva. Luego, éxito profesional y de gestión a casi todos los nive-
durante el interlu- dio conductista, la psicología les estaba reservado prácticamente en régimen de
infravaloró nuestra dimensión interior, incluida la monopolio a los hombres, desde pequeños nos en-
vertiente emocional. A partir de mediados de señaran que «un hombre no llora: eso es de ni-
siglo, el conductismo co- menzó a ser ñas». Se suponía que los hombres y, en general, las
reemplazado por la psicología cogniti- va del personas adultas, si querían moverse con solvencia
procesamiento de información, que adopta el por el mundo y acertar en la mayoría de sus deci-
ordenador como modelo del funcionamiento siones pragmáticas importantes, tenían que man-
mental. El énfasis en las cuestiones de cómputo tener a raya sus sentimientos y guiarse por la ra-
dentro de los procesos de codificación de informa- zón: pensar fríamente. No es de extrañar que
ción y pensamiento, en detrimento de las cuestio- cultivemos, pues, una cierta atrofia emocional, por
nes afectivas, relacionadas con los sentimientos y cuanto se considera que la emotividad distorsiona
las emociones, se hace todavía más evidente. Y és- la información objetiva (o, cuando menos, no tan
te es un sesgo que el nuevo enfoque conexionista
atolondrada) suministrada por la aséptica mente
de las redes neurales, que estos últimos años co-
intelectual. El empleo mismo del término «emocio-
mienza a desplazar a la psicología cognitiva clásica
de sistemas de símbolos, no logra enmendar, nal» o «visceral» para referirse a la forma de ser de
al menos por el momento. El mundo emocional alguien sugiere falta de control por su parte, carác-
sigue siendo el gran continente inexplorado de la ter débil e imprevisible: irracionalidad, en definitiva.
psico- logía científica, si bien las cosas están Es verdad que los sentimientos demasiado intensos
comenzando a cambiar. pueden entorpecer los procesos de raciocinio, por
cuanto anulan o, al menos, enturbian las operacio-
Todo ello propició que la psicología especializada, nes de la razón. En casos extremos podemos llegar
incluido el enfoque factorial y no sólo el cognitivo, a ser cegados por la pasión y, por tanto,
siguiera interpretando la inteligencia como una ap- convertir- nos en sus víctimas. Como señala
titud racional y analítica de manejo de informa- Stuart Suther- land (1996) en su libro
ción. Es más, tradicionalmente se ha considerado Irracionalidad: el enemigo interior, muchos fallos
que las emociones enturbian la razón. El hombre de razonamiento no se de- ben tanto a
ha tendido a verse a sí mismo como un ser incapacidad intrínseca de cómputo, cuanto, más
racional
bien, a la intromisión de sentimientos e impulsos
(además de libre y consciente) por excelencia, que
de naturaleza emocional inoportunos. No todas
no debía dejarse arrastrar por las bajas pasiones
(de hecho, a la hora de aplicar los principios opera- las contribuciones aportadas por la men- te
tivos asépticos e imparciales de la razón, no se pre- emocional resultan constructivas.
veía la existencia de pasiones «altas», potenciado- Desde el punto de vista orgánico, este impacto ne-
ras del raciocinio). Las emociones con las que nos
que ver con las concomitancias entre las estructuras 1. Conocimiento de las emociones propias. La ca-
del cerebro intelectual y las del cerebro emocional, pacidad de reconocer con mayor o menor preci-
como veremos más adelante. Sin embargo, debido sión y rapidez nuestros sentimientos (lo que a
a esa interacción, el desarrollo de una sensibilidad veces se denomina metahumor, que ya desta-
emocional refinada, junto con la intuición y orienta- cara Sócrates con su famosa recomendación
ción que nos proporciona un manejo apropiado de «conócete a tí mismo») resulta crucial para la
los sentimientos, nos ayudará a navegar sin perder autocomprensión y, por ende, para la inteligen-
el rumbo en el mar proceloso de la vida cotidiana. cia emocional. Semejante conocimiento requie-
El cultivo de una competencia emocional desarro- re la intervención del neocórtex, especialmente
llada y oportuna contribuye, pues, a potenciar la in- las áreas del lenguaje (i.e., estructuras que van
teligencia, entendida en sentido amplio. Existe lo más allá del cerebro directamente responsable
que podríamos llamar un uso inteligente de las de las emociones, como veremos enseguida).
emociones o, según la expresión hoy día más popu- Por eso algunas personas, sin haber perdido la
lar –que no necesariamente más feliz–, «inteligen- capacidad de experimentar reacciones emocio-
nales, pueden ser incapaces de saber y,
cia emocional», largamente repudiada.
sobre todo, de expresar o comunicar
verbalmente lo que sienten (sufren lo que se
Inteligencia emocional: la convidada
conoce como ale- xitimia).
de piedra
2. Capacidad de controlar las emociones. La con-
Es innegable que, pese a la convicción de la existen- ciencia de uno mismo es prerrequisito para un
cia de varias cualidades diferentes dentro del com- segundo aspecto importante de la competencia
plejo que llamamos «inteligencia», hasta reciente- emocional: la capacidad de controlar nuestros
mente apenas se había prestado atención a su sentimientos, con el objeto de adecuarlos a la
vertiente emocional: es decir, a la gestión «inteligen- situación y al momento correspondientes. La
te» de las emociones propias, e incluso de las aje- idea no es reprimirlos, sino lograr lo que ya
nas. Aunque existen precedentes en este sentido, Aris- tóteles señalara en su Ética a Nicómaco:
como la noción de inteligencia personal (intra e «cual- quiera es capaz de enfadarse, eso es
interpersonal) defendida por Howard Gardner en fácil. Pero, hacerlo con la persona pertinente,
su teoría de las «inteligencias múltiples» (1987; en el grado adecuado, en el momento
véase a continuación, en esta misma página de in- oportuno, con el propósito justo y de forma
ternet, el trabajo de Andrés Pueyo) o el componen- apropiada, eso no es tan fácil». Más bien es
te social de la inteligencia práctica destacada por muy difícil. Lo mismo su- cede con el control y
Robert Sternberg en su «modelo triárquico» (1985), la experiencia en su justa medida de cualquier
la noción de inteligencia emocional no toma cuerpo otra emoción, sea tristeza, miedo, alegría, etc.
hasta la presente década. Técnicamente, como po- Se trata del (siempre desea- ble, pero difícil de
nen de manifiesto Davies, Stankov y Roberts (1998), alcanzar) equilibrio o tem- planza.
se trata de un concepto difuso, cuyo estatus empíri-
co resulta aún cuestionable (por cuanto no se sabe 3. Canalización de los impulsos. Otro requisito pa-
todavía cómo medirla de forma objetiva y fiable ni ra casi cualquier logro es la capacidad de diferir
se ha podido establecer claramente su diferencia- la gratificación. Se ha comprobado, por ejem-
ción de las habilidades cognitivas u otros rasgos de plo, que los niños que resisten la tentación de
personalidad ya consolidados en la literatura cientí- consumir una golosina de forma inmediata, pa-
fica), pero no, por eso, carente de interés, sobre to- ra poder conseguir el doble más tarde, mues-
do en la medida en que se encuentren tran en la adolescencia mayor competencia
procedimien- tos adecuados para estimarla y se académica, social y emocional que los que su-
consolide su identidad específica. Peter Salovey y cumben a la tentación. De la misma forma,
John Mayer la describen por vez primera en 1990 también la perseverancia, la confianza y un gra-
como un tipo de inteligencia social consistente en do realista de optimismo favorecen la adapta-
la aptitud para controlar las emociones propias y ción y el éxito.
de los demás, dis- criminar entre ellas y emplear
4. Reconocimiento de las emociones ajenas. La ca-
esta información para guiar nuestro pensamiento y
pacidad de sintonizar con las señales sociales
acciones. Según esos autores (véase también
sutiles (preferentemente no verbales) y la sensi-
Mayer y Salovey, 1993 y
bilidad para captar los estados emocionales de
1997), cabe destacar las siguientes competencias
principales dentro de esta forma de inteligencia:
los demás (lo que se conoce como empatía, Desde luego, seguramente nadie muestra el mis-
muy dependiente también de la conciencia mo grado de pericia en cada uno de estos domi-
emocional propia) ayudan a comunicarse y al nios. Se puede despuntar en alguno, sin que eso
éxito en muchas situaciones y profesiones. garantice una competencia equiparable en los
Ade- más, la empatía potencia el altruismo y la demás. En cualquier caso, la realización personal
ética, mientras que su ausencia constituye una depende en gran medida de su nivel global. Es
de las circunstancias que contribuyen a más, algunos autores como Daniel Goleman
explicar la agresividad y otras desviaciones (quien a través de su libro Inteligencia emocional
características de la personalidad antisocial. contribuyó a resaltar enormemente la relevancia
de esta dimensión psíquica) o Robert Sternberg
(1997) llevan su argumento hasta el punto de
considerar que la inteligencia estimada a través
de los tests convencionales es prácticamente
irrelevante para el éxito fuera del ámbito aca-
démico.
Obviamente, no hay necesidad de pasar de un ex-
tremo al contrario. Es verdad que una interpreta-
ción de la mente humana en términos exclusiva-
mente intelectuales y racionales (emocionalmente
plana, podríamos decir), constituye una visión em-
pobrecida e incompleta de la misma. Por eso, no
es de extrañar que haya personas con un elevado
CI que llevan una existencia desastrosa, arrastrán-
dose penosamente de fracaso en fracaso, mien-
tras que otras con un modesto o incluso bajo CI
desarrollan una calidad de vida sorprendentemen-
FIGURA 3. Anibal Lecter, personaje de la película El silencio de los te gratificante, aunque esto no sea lo más fre-
corderos que representa a un hombre criado en una familia de alto cuente. No obstante, no es menos verdad que la
nivel socioeconómico y con capacidad intelectual notable quien, capacidad de raciocinio del intelecto también re-
sin embargo, muestra una florida conducta antisocial: un típico
psicópata primario. sulta fundamental para moverse en el mundo.
Además, es innegable que los sentimientos dema-
5. Control de las relaciones. El arte de las relacio- siado intensos pueden provocar estragos en el ra-
nes sociales se basa, en buena medida, en la zonamiento. El argumento ancestral que aconseja
competencia para expresar los sentimientos no tomar grandes decisiones bajo un estado emo-
propios y sintonizar con los ajenos. Efectiva- cional desbordado es incontestable. Pero en con-
mente uno de los factores determinantes de la diciones normales conviene aprovechar la intui-
eficacia interpersonal radica en la destreza con ción, entre otras ventajas ya señaladas, que nos
que la gente mantiene la sincronía emocional proporcionan los sentimientos. Como sostiene An-
(rapport), influyéndose mutuamente. tonio Damasio (1996) en su libro El error de Des-
cartes: la emoción, la razón y el cerebro humano,
los sentimientos son indispensables para la toma
racional de decisiones, porque nos orientan en la
dirección adecuada para sacar el mejor provecho a
las posibilidades que nos ofrece la fría lógica. En
definitiva, ambos componentes de la mente apor-
tan recursos sinérgicos: el uno sin el otro resultan
incompletos e ineficaces.