HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Enero 2023
humillación, mentiras, escarnio, había desbaratado el consejo de
enojo, conspiración, fue el ellos, nos volvimos todos al muro,
contraataque del adversario al ver cada uno a su tarea.” (Nehemías‬
que la obra de Dios era llevada a ‭4:1, 7-9, 14-15).
cabo. El enemigo intentó, por todos He aquí la fidelidad de Dios para
los medios, parar la obra, pero el fiel con los suyos. Es maravilloso saber
cuidado de Dios no tardó en que él cuida, defiende y nunca
manifestarse desbaratando todas desampara a aquel que decide
sus maquinaciones. Así, el pueblo obedecerle. Aun con todo esto, la
confiado, seguro y en total historia no termina aquí, Nehemías
dependencia de Dios, pudo también tiene que atender los
continuar con la obra: “Cuando oyó problemas y desafíos que se
Sanbalat que nosotros presentan dentro del mismo
edificábamos el muro, se enojó y se pueblo. La condición espiritual del
enfureció en gran manera, e hizo remanente era nula y como
escarnio de los judíos… Pero consecuencia de ello los más
aconteció que oyendo Sanbalat y acaudalados, los nobles, los
Tobías, y los árabes, los amonitas y oficiales cometían abuso de poder y
los de Asdod, que los muros de autoridad ante los más
Jerusalén eran reparados, porque desfavorecidos. Había división
ya los portillos comenzaban a ser entre ellos y muchos estaban en la
cerrados, se encolerizaron mucho; miseria; incluso, para poder
y conspiraron todos a una para alimentarse, vendían e
venir a atacar a Jerusalén y hacerle hipotecaban todo cuanto tenían.
daño. Entonces oramos a nuestro Otros daban a sus hijos e hijas a
Dios, y por causa de ellos pusimos servidumbre y sin posibilidad de
guarda contra ellos de día y de rescatarlos porque ya no les
noche. Después miré, y me levanté quedaba ningún bien. (Leer
y dije a los nobles y a los oficiales, y capítulo 5). Nehemías atendió el
al resto del pueblo: No temáis asunto, exhortó grandemente al
delante de ellos; acordaos del pueblo, presentó solución ante el
Señor, grande y temible, y peleará problema hablando palabra de
por nosotros. Y cuando oyeron Dios, pues todo lo que él dijo era de
nuestros enemigos que lo acuerdo a la ley que habían recibido
habíamos entendido, y que Dios años atrás. Aquí vemos otra vez Su
“Olvidando
ciertamente
lo que queda atrás,
y extendiéndome
a lo que está delante,
prosigo a la meta,
al premio del supremo
llamamiento de Dios
en Cristo Jesús.”
Filipenses 3:13,14
ANA RUIZ
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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mano poderosa obrando en los
corazones de todo este pueblo,
pues se dispusieron a atender,
recibir y obedecer cada palabra
dicha por boca de Nehemías: “Os
ruego que les devolváis hoy sus
tierras, sus viñas, sus olivares y sus
casas, y la centésima parte del
dinero, del grano, del vino y del
aceite, que demandáis de ellos
como interés. Y dijeron: Lo
devolveremos, y nada les
demandaremos; haremos así como
tú dices. Entonces convoqué a los
sacerdotes, y les hice jurar que
harían conforme a esto.”
(Nehemías 5:11-12).
En el capítulo seis, verso nueve,
Nehemías hace una petición a
Dios: “Porque todos ellos nos
amedrentaban, diciendo: Se
debilitarán las manos de ellos en la
obra, y no será terminada. Ahora,
pues, oh Dios, fortalece tú mis
manos.” Era necesario buscar
fortaleza en el Señor. Este siervo de
Dios se muestra tal y como es, un
hombre de carne y hueso, como
cualquiera de nosotros;
seguramente agotado físicamente
por el trabajo que estaban
haciendo, enfrentar la oposición del
enemigo, los conflictos entre el
pueblo, etc. Todo esto demandaba
esfuerzo, desgaste físico y mental,
por eso él acude a la fuente
inagotable pidiendo fortaleza para
continuar con el propósito que Dios
había puesto en su corazón.
“Fue terminado, pues, el muro, el
veinticinco del mes de Elul, en
cincuenta y dos días. Y cuando lo
oyeron todos nuestros enemigos,
temieron todas las naciones que
estaban alrededor de nosotros, y se
sintieron humillados, y conocieron
que por nuestro Dios había sido
hecha esta obra.” (Nehemías 6:15-
16). Recuerda, por Dios es hecha la
obra, nosotros solo somos
instrumentos escogidos, guiados
por él para que su propósito sea
cumplido y para que su nombre sea
glorificado en ello. ALEXA CASTRO
Enero 2023
La reconciliación con Dios es un
tema que toda persona debería
tener como prioridad. Sin embargo,
sabemos que no es así. La rebeldía
llega a tal punto que algunos
niegan, con hostilidad incluso, la
existencia del Creador; otras en
cambio dicen creer a su manera,
conformándose a sus propios
pensamientos. Pero al respecto, la
Biblia deja muy claro que fue el
hombre quien rechazó el consejo
del Omnisciente y el que se alejó: “Y
vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a
los ojos, y árbol codiciable para
alcanzar la sabiduría; y tomó de su
fruto, y comió; y dio también a su
marido, el cual comió así como ella.
Entonces fueron abiertos los ojos
de ambos, y conocieron que
estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se
hicieron delantales.” (Génesis 3:6)
(Génesis 2:16-17, 3:1-24). También
nos recuerda cómo era en el
principio la relación entre Dios y el
hombre antes de que el pecado
entrara en el mundo. Allí vemos al
primer hombre gozar de una
relación cercana con Dios, “Y
Jehová Dios plantó un huerto en
Edén, al oriente; y puso allí al
hombre que había formado.”
(Génesis 2:8). Este hermoso lugar
era el punto de encuentro y
comunión en el cual los primeros
seres humanos pudieron disfrutar
de la compañía de Dios, además de
estos otros textos que igualmente
nos dejan ver el compañerismo que
existía: “Jehová Dios formó, pues,
de la tierra toda bestia del campo, y
toda ave de los cielos, y las trajo a
Adán para que viese cómo las
había de llamar; y todo lo que Adán
llamó a los animales vivientes, ese
es su nombre.” (Génesis 2:19). “Y
oyeron la voz de Jehová Dios que
se paseaba en el huerto, al aire del
día...” (3:8). No sabemos cómo
exactamente Dios se manifestaba
en aquel momento, no obstante,
pasear por el huerto era algo que él
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RECONCILIAOS CON DIOS
hacía con su criatura hasta que ella
desobedeció y la relación se
rompió, pues el pecado hizo
separación entre los dos,
constituyéndose esta última en
enemiga de Dios. Así sucedió que
cuando escucharon la voz de Dios
en el huerto, esta vez “el hombre y
su mujer se escondieron de la
presencia de Jehová Dios entre los
árboles del huerto.” (3:8b). ¡Qué
tragedia! Desde entonces la
humanidad vive en rebeldía, lejos
del Creador, hundido en las
profundidades del pecado,
sufriendo las consecuencias;
lejanía que trajo consigo, no solo
desconocimiento de su voluntad,
sino también pérdida del bienestar
espiritual. Aunque no hay deseo en
el hombre de reconciliarse, lo
maravilloso y asombroso es que
Dios mismo fue quien tuvo la
iniciativa de reconciliar a su criatura
consigo y, por ende, restablecer la
comunión que en el Edén se perdió.
En todo enfrentamiento es
necesario un mediador y nosotros
como pecadores, bajo juicio y
merecedores de la condenación
eterna, necesitábamos uno.
Jesucristo, quien es Dios y hombre
perfecto, es el escogido a través del
cual la reconciliación es una
realidad. Un ejemplo, entre
muchos, es el caso de los creyentes
en Colosas a quienes Pablo escribe
diciendo: “Y a vosotros también,
que erais en otro tiempo extraños y
enemigos en vuestra mente,
haciendo malas obras, ahora os ha
reconciliado en su cuerpo de carne,
por medio de la muerte, para
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presentaros santos y sin mancha e
irreprensibles delante de él”
(Colosenses 1:20-22). Estos
creyentes habían recibido por la fe
al Señor Jesús, creyeron en el
evangelio apropiándose de la obra
de redención llevada a cabo en la
cruz. En efecto, la reconciliación es
volver a la presencia de Dios, es
pasar de la lejanía a la cercanía, de
la separación a la unión. Todo esto
es en virtud del sacrificio de Cristo y
de su sangre derramada. El pago
por nuestros pecados fue saldado y
la demanda de la justicia del Dios
Santo fue satisfecha, siendo la
provisión por parte de Dios perfecta
y única, “Porque hay un solo Dios, y
un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre, el
cual se dio a sí mismo en rescate
por todos, de lo cual se dio
testimonio a su debido tiempo”
(1Timoteo 2:5-6). Dios obra de
forma ordenada y con rectitud, en él
no está reñida la misericordia y la
justicia; es perdonador, pero
igualmente justo y en Jesucristo
vemos la manifestación de estos
atributos que se cumplen a la
perfección. La acción por parte de
Dios, llevada a cabo en Jesucristo,
hace posible la reconciliación con el
hombre. Y así, como la enemistad
trajo resultados desastrosos, la
reconciliación, en cambio, trae
resultados gloriosos. Es el caso de
poder dirigirnos a Dios como Padre
en intimidad, independientemente
del lugar en el que nos
encontremos y sin intermediarios.
En conclusión, Dios ha provisto
reconciliación y confiar en Jesús es
la llave para poder disfrutarla, “Así
que, somos embajadores en
nombre de Cristo, como si Dios
rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios. Al que no
conoció pecado, por nosotros lo
hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios
en él.” (2 Corintios 5:20-21).
DIANA ZAMBRANO
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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“Y estableceré mi pacto entre mí y
ti, y tu descendencia después de ti
en sus generaciones, por pacto
perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu
descendencia después de ti.”
(Génesis 17:7).
Solo Dios puede hacer un pacto
perpetuo, ese que se cumple
“llueve, truene o relampaguee”. Las
promesas del hombre se rompen,
las negociaciones entre socios
fracasan, las uniones
matrimoniales se separan, las
palabras se las lleva el viento. Ese
es el problema del hombre, que no
puede cumplir lo que dice; en
cambio Dios es perfecto y perpetuo
e igualmente sus pactos.
Ya Abram ha escuchado de la boca
de Dios decir: “Y haré de ti una
nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás
bendición.” (Génesis 12:2),
“Porque toda la tierra que ves, la
daré a ti y a tu descendencia para
siempre.” (Génesis 13:15), “No
temas, Abram; yo soy tu escudo, y
tu galardón será sobremanera
Recompensa: se refiere la
retribución o reconocimiento que se
obtiene a partir de acciones y
conductas satisfactorias para quien
la da. Premiar un beneficio, favor,
virtud o mérito. (RAE).
“Jehová me ha premiado conforme
a mi justicia; Conforme a la limpieza
de mis manos me ha
recompensado.” (2 Samuel 22:21)
“Pero esforzaos vosotros, y no
desfallezcan vuestras manos; pues
hay recompensa para vuestra
obra.” (2 Crónicas 15:7)
“Guardaos de hacer vuestra justicia
delante de los hombres, para ser
vistos de ellos; de otra manera no
tendréis recompensa de vuestro
Padre que está en los cielos.”
(Mateo 6:1)
“Y el que planta y el que riega son
una misma cosa; aunque cada uno
recibirá su recompensa conforme a
su labor.” (1 Corintios 3:8)
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PACTO PERPETUO
grande.” (Génesis 15:1), “un hijo
tuyo será el que te heredará… Mira
ahora los cielos, y cuenta las
estrellas, si las puedes contar. Y le
dijo: Así será tu descendencia. Y
creyó a Jehová, y le fue contado por
justicia.” (Génesis 15:4-6). Todos
esos pactos eran incondicionales,
Dios los cumpliría por su palabra de
verdad. Pero más que el pacto, la
tierra, la descendencia, está el Dios
de ese pacto. Israel guerrea por la
tierra que le fue prometida, mata
para recuperar territorio y traspasar
fronteras; ellos creen estar en
sintonía con el pacto que recibió
Abraham, pero olvidan al Dios que
prometió. Su sangre clama por
Canaán, mientras su alma está
lejos del Dador de ella.
“En aquel día hizo Jehová un pacto
con Abram, diciendo: A tu
descendencia daré esta tierra,
desde el río de Egipto hasta el río
grande, el río Éufrates” (Génesis
15:18), pero más grande que la
tierra es Dios. “Porque yo les
introduciré en la tierra que juré a sus
RECOMPENSAS
“Por lo cual, si lo hago de buena
voluntad, recompensa tendré; pero
si de mala voluntad, la comisión me
ha sido encomendada.” (1 Co. 9:17)
“Sabiendo que del Señor recibiréis
la recompensa de la herencia,
porque a Cristo el Señor servís.”
(Colosenses 3:24)
“He aquí yo vengo pronto, y mi
galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea
su obra.” (Apocalipsis 22:12)
Cada uno de los pasajes que
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padres, la cual fluye leche y miel”
(Deuteronomio 31:20), pero
Jesucristo es la más ricas provisión
de Dios. “¿Eres tú acaso mayor que
nuestro padre Abraham? … Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo:
Antes que Abraham fuese, yo soy”
(Juan 8:53, 58), porque el Dios que
se le apareció a Abram a sus 99
años, el Todopoderoso, es el
Shaddai, el Autosuficiente; primero
que todos, antes que Abram, antes
que el mundo fuese (Juan 17:5).
Los antiguos olvidaron al Dios del
pacto, los actuales olvidamos al
Señor de la obra. Nos desvivimos
en las formas, en hacer, en lo que
s e v e , e n c u m p l i r, c o m o s i
pudiésemos engañar a Dios. Si nos
parecen grandes, altas,
inalcanzables las promesas de
Dios es porque él es aún mayor.
Busquemos pues su presencia,
oigamos su voz, crezcamos en el
conocimiento “no intelectual” de su
persona, gocémonos en su
voluntad, alabemos su Nombre.
ANA RUIZ
hemos citado anteriormente tienen
en común que las recompensas:
-Son conforme a las motivaciones
que tengamos para realizar una
acción satisfactoria para quien nos
la da.
-Ameritan un esfuerzo más allá de
nuestras propias fuerzas, hasta el
punto de no desfallecer.
-No son para nuestra gloria, no
buscando nuestra propia justicia,
sino la gloria de Dios.
-Son para todos los que trabajan en
la obra de Dios, no importa lo que
haga, siempre con las buenas
intenciones, recibirá según sea su
labor.
-Hay que hacerlas de buena
voluntad, no por obligación o para
cumplir un requisito.
-Serán dadas por el mismo Señor
Jesucristo, porque nuestro servicio
es solo a Él.
En vista de lo que hemos
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considerado sobre las
recompensas, cuáles las
motivaciones que nos llevan a la
acción y a quién servimos,
debemos recordar las palabras del
apóstol: “Conforme a la gracia de
Dios que me ha sido dada, yo como
perito arquitecto puse el
fundamento, y otro edifica encima;
pero cada uno mire cómo
sobreedifica.” (1 Corintios 3:10).
Que el Señor nos guarde de no
utilizar los materiales perecederos,
como madera, heno, hojarasca en
la construcción de este edificio que
se está levantando a base de obras,
hechos, palabras, conducta,
servicio, todo ello dirigido por el
Espíritu; sino más bien que nuestra
buena voluntad venga dada por la
misma calidad de esos materiales
imperecederos, como el oro, la
plata y las piedras preciosas que,
aunque sean pasados por el fuego,
permanecerán. Fijaos en el
siguiente versículo: “la obra de
cada uno se hará manifiesta;
porque el día la declarará, pues por
el fuego será revelada; y la obra de
cada uno cuál sea, el fuego la
probará.” (1 Corintios 3:13), de él
aprendemos varias cosas:
-Será manifiesta, no hay nada
oculto delante de Dios.
-Hay un día en que se hará visible.
-Será pasada por la prueba del
fuego.
Pablo escribió a los creyentes en
Filipos, diciendo: “Una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que
está delante, prosigo a la meta, al
premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo, Jesús” (Filipenses
3:13-14). No buscaba honra y gloria
para sí mismo ni demostrar que él
era mejor que otros cristianos,
superándolos en su servicio a Dios.
Él deseaba recibir la más alta
recompensa de parte del Señor
porque eso sería lo que más le
agradaría al Señor y demostraría
gráficamente su amor lleno de
gracia. JOAB CERVINI
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LO QUE DIOS PONE EN TU CORAZÓN
“Llegué, pues, a Jerusalén, y
después de estar allí tres días, me
levanté de noche, yo y unos pocos
varones conmigo, y no declaré a
hombre alguno lo que Dios había
puesto en mi corazón que hiciese
en Jerusalén.” (Nehemías 2:11-12)
Me gustaría hablar de las cosas por
hacer que el Señor pone en nuestro
corazón. Tomando como ejemplo la
experiencia de Nehemías,
podemos ver la forma maravillosa y
perfecta del obrar de Dios. El
contexto histórico de esta historia
es justo en el regreso de los
exiliados. Después de setenta años
de cautiverio, llega en momento de
regresar a Jerusalén. Nehemías
fue usado para cumplir el propósito
divino de reedificar los muros y las
puertas de Jerusalén. Dios puso en
el corazón de Nehemías la
reedificación de la ciudad, cosa que
no iba a ser nada fácil, pues
Jerusalén estaba totalmente
destruida, el muro de la cuidad
derribado, las puertas quemadas,
escombros por todas partes y el
pueblo acomodado y
acostumbrado, cada uno
trabajando y esmerándose en
decorar sus propias casas de forma
ostentosa y de acuerdo con la moda
que habían traído consigo sus
opresores.
Con este desafiante panorama,
Nehemías, con sus convicciones
bien claras respecto al
Todopoderoso y a lo que él había
puesto en su corazón, emprende su
viaje. Es impresionante ver cómo la
buena mano de Dios estuvo con
este siervo de principio a fin.
Empezar la obra de reconstrucción
traería consigo muchos desafíos,
pruebas, desánimo, oposición de
parte del enemigo y también por
parte del remanente, pero aún con
todo esto, Nehemías nos enseña,
nos recuerda y nos anima a no
olvidar que la obra es de Dios y es él
quien la prosperará y dispone de
todo lo necesario para que sus
propósitos sean cumplidos.
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Nosotros somos esos instrumentos
escogidos y guiados por Dios para
ejecutar su voluntad.
De forma muy resumida quiero que
veamos cómo Dios dispuso y
preparó cada uno de los escenarios
donde Nehemías tenía que
presentarse: Por un lado Dios le dio
gracia delante del rey Artajerjes,
pues no olvidemos que él estaba
cautivo, era esclavo del rey. El
Señor tocó el corazón de este rey
para dejar que Nehemías regresara
a su hogar con el fin de reedificar la
ciudad y no solo esto, también dio
todo lo necesario para que la obra
se llevara acabo, “Me dijo el rey:
¿Qué cosa pides? Entonces oré al
Dios de los cielos, y dije al rey: Si le
place al rey, y tu siervo ha hallado
gracia delante de ti, envíame a
Judá, a la ciudad de los sepulcros
de mis padres, y la reedificaré.
Además, dije al rey: Si le place al
rey, que se me den cartas para los
gobernadores al otro lado del río,
para que me franqueen el paso
hasta que llegue a Judá; y carta
para Asaf guarda del bosque del
rey, para que me dé madera para
enmaderar las puertas del palacio
de la casa, y para el muro de la
ciudad, y la casa en que yo estaré.
Y me lo concedió el rey, según la
benéfica mano de mi Dios sobre
mí.” (Nehemías 2:4-5, 7-8).
Cuando Nehemías se presenta
delante del rey, ya sabía muy bien lo
que necesitaba para emprender su
viaje, él había sido diligente al
investigar, conocía su entorno y las
posibles pegas de parte de los
adversarios. No pidió nada en vano
o por pedir y todo esto le fue
concedido gracias a la benéfica
mano de Dios sobre él. Entonces
emprende su viaje de regreso a
Jerusalén con las manos llenas de
lo necesario para que los planes se
llevaran a cabo.
Una vez llega a Jerusalén y
empieza la obra, la oposición por
parte de los enemigos, no tarda en
ser manifestada; desprecio,